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RESUMEN: En este artículo se parte de la idea del trabajo asalariado como forma de recono- cimiento e integración en las sociedades industrializadas. Así, el trabajo puede suminis- trar elementos de comprensión sobre la integración de los emigrantes, en este caso de los españoles en Francia. De este modo, se analiza su posición en el mercado laboral francés y sus condiciones de trabajo. A continuación se pasa revista a la limitación de derechos como mecanismo definitorio de esas condiciones. Finalmente, el análisis se desplaza hacia el papel del sindicalismo francés respecto a los españoles, así como hacia la militancia laboral de estos últimos. Palabras clave: Emigración española, Francia, Siglo XX, Integración social. ABSTRACT: This article starts off with the idea of work as a form of recognition and inte- gration in the industrialized societies. In this way, work can give elements of compre- hension on the integration of the emigrants, in this case of the Spanish in France. Thus, their position is analyzed in the French labour market and its working conditions. Then, the limitation of rights is inspected as a decisive mechanism of these conditions. Finally, the analysis moves towards the role of the French syndicalism with regard to the Spanish, as well as towards the labour militancy of the above mentioned. Key words: Spanish emigration, France, XX Century, Social integration. Cuando, a mediados de los años cincuenta, el régimen de Franco abre las fron- teras a la emigración, ésta dejará de dirigirse a los destinos tradicionales de América Latina y se orientará hacia los países europeos que en esos momentos están deman- El vínculo del trabajo: los emigrantes españoles en la Francia de los treinta gloriosos José Babiano Migraciones y Exilios, 2-2001, pp. 9-37

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RESUMEN:

En este artículo se parte de la idea del trabajo asalariado como forma de recono-cimiento e integración en las sociedades industrializadas. Así, el trabajo puede suminis-trar elementos de comprensión sobre la integración de los emigrantes, en este caso delos españoles en Francia. De este modo, se analiza su posición en el mercado laboralfrancés y sus condiciones de trabajo. A continuación se pasa revista a la limitación dederechos como mecanismo definitorio de esas condiciones. Finalmente, el análisis sedesplaza hacia el papel del sindicalismo francés respecto a los españoles, así como haciala militancia laboral de estos últimos.

Palabras clave: Emigración española, Francia, Siglo XX, Integración social.

ABSTRACT:

This article starts off with the idea of work as a form of recognition and inte-gration in the industrialized societies. In this way, work can give elements of compre-hension on the integration of the emigrants, in this case of the Spanish in France.Thus, their position is analyzed in the French labour market and its working conditions.Then, the limitation of rights is inspected as a decisive mechanism of these conditions.Finally, the analysis moves towards the role of the French syndicalism with regard tothe Spanish, as well as towards the labour militancy of the above mentioned.

Key words: Spanish emigration, France, XX Century, Social integration.

Cuando, a mediados de los años cincuenta, el régimen de Franco abre las fron-teras a la emigración, ésta dejará de dirigirse a los destinos tradicionales de AméricaLatina y se orientará hacia los países europeos que en esos momentos están deman-

El vínculo del trabajo: los emigrantesespañoles en la Francia de

los treinta gloriosos

José Babiano

Migraciones y Exilios, 2-2001, pp. 9-37

dando mano de obra abundante. Los tres destinos principales de los españoles a par-tir de entonces y hasta comienzos de los años setenta serán Francia, Alemania ySuiza. En este artículo vamos a centrar la atención en la emigración al primero deestos tres países y la cuestión que vamos a examinar, dentro de los diversos elemen-tos que configuran los fenómenos migratorios, será el trabajo, cuya centralidad nosparece más que evidente. En efecto, el historiador de la inmigración en Francia, G.Noiriel, ha señalado que en las sociedades industriales, es el trabajo el que hace nacer al inmi-grado, el que le hace ser1. La Francia de los treinta gloriosos (de las tres décadas de creci-miento económico posteriores a la Segunda Guerra Mundial) no es una excepción,de manera que el extranjero en suelo francés ha significado cada vez más una manode obra barata. En estas circunstancias, su inserción en la sociedad francesa no puedeconsiderarse en términos abstractos, pues en general tiene lugar en medios obreros,dando lugar a nuevas figuras sociales que van marcando hitos en la historia de la pro-pia clase trabajadora francesa: italianos siderúrgicos de la Lorena; polacos minerosdel norte; magrebíes obreros especialistas del automóvil; albañiles y chachas españoles...Su movilidad social estará también circunscrita a la movilidad social de la propia clasetrabajadora2.

Además, debemos subrayar que la condición salarial es en las sociedades moder-nas la forma principal, política y socialmente reconocida, de identidad de los indivi-duos y de su inserción en la sociedad3. En este aspecto, puede decirnos mucho sobrela integración de los emigrados en la sociedad de acogida. El trabajo es, igualmente,fuente de derechos asociados al estatuto de ciudadanía; fuente de los denominados,precisamente, derechos de ciudadanía social que definiera T. H. Marshall4.

11 Cfr. NOIRIEL, G.: Le creuset français. Histoire de l’inmigration XIX-XX siècles, Seuil, París: 1988,pág. 137.

22 Véase TRIPIER, M.: L’Inmigration dans la classe ouvrière en France, L’Harmattan, París: 1990.33 Según PRIETO, C.: “La cuestión social de fin de siglo: el empleo”, en Fundación 1º de Mayo:

Memoria de actividades 1992-1995. Madrid: 1996, pp. 100-101. Argumentos parecidos aparecen recurren-temente en los trabajos reunidos en ALONSO, L. Enrique: Trabajo y ciudadanía, Madrid, Trotta yFundación 1º de Mayo, 1999.

44 Véase MARSHALL, THOMAS H.: “Ciudadanía y clase social”, Revista Española de InvestigacionesSociológicas nº 79, 1997, p. 312. El texto original corresponde a una conferencia pronunciada por el autoren Cambridge en 1949, como es conocido.

10 José Babiano

EL PESO DE LOS ESPAÑOLES ENTRE LA MANO DE OBRA EMIGRADA

Durante el período comprendido entre 1954 y 1975, el conjunto de la poblaciónactiva francesa aumentó desde los 19’1 millones a los 21’7. Al mismo tiempo, tuvolugar un trasvase continuo de la población agrícola hacia la industria y los servicios,así como una reconfiguración sectorial de la primera, en la que el textil y el carbóndejan paso a las industrias químicas, eléctricas y metalmecánicas. En tercer lugar ydejando ahora a un lado la discusión sobre las fronteras de clase, las categorías pro-fesionales recogidas en los censos de esos años dejan claras dos cuestiones. Por unlado, se produce una concentración de la propiedad y una caída del peso de los patro-nos de la industria y del comercio, tanto en términos absolutos —de 2’3 millones a1,7— como relativos. Paralelamente, se registra un aumento de la categoría de losobreros, que crecen desde 6’4 millones hasta 8’2. Sin tomar ahora en cuenta los pues-tos descualificados o jerárquicamente más bajos que en los censos se agrupan bajolas rúbricas de empleados y personal de los servicios, parece evidente que tuvo lugar unproceso de proletarización de la población activa. Asimismo, se produjo un aumen-to del número de cuadros y técnicos, que guardará relación con los requerimientosorganizativos y de supervisión de una industria cada vez más mecanizada, integradaverticalmente y jerarquizada, en la que avanzan los sistemas taylorianos de trabajo5.

¿Qué lugar ocupa la mano de obra extranjera y en particular la española en estaredimensionada población activa? Entre 1954 y 1975, el conjunto de los extranjerospasarán del 5 al 6 por cien de esa población activa y su composición será mayorita-riamente obrera: el 65 por cien en 1954 y el 76’4 por cien, en 1968. A la altura de1975, el 65 por cien estaba empleado en el sector secundario, frente al 5’8 que tra-bajaba en la agricultura. Asimismo, en la construcción se registraba algo más de lacuarta parte. Significativamente, en las décadas siguientes a la Segunda GuerraMundial el número de extranjeros empleados en los servicios disminuyó levementey su peso relativo cayó seis puntos (del 31 por cien en 1946 hasta el 25 por cien en1968), dentro del conjunto de la población activa extranjera6. Se trataba de un fenó-meno contrario al experimentado por la población activa francesa. Los extranjeros,

55 Los datos han sido tomados de TRIPIER, M.: L’Inmigration dans la classe ouvrière… op. cit., pp.68-70.

66 Según RUBIO, J.: La emigración española a Francia, Ariel, Barcelona: 1974., pág. 352-353. Los datosrelativos a 1954 y 1975 están tomados de R. SCHOR: Histoire de l’inmigration en France. De la fin du XIX siè-cle à nos jours. París, Armand Colin: 1996, pp. 205-206.

11El vínculo del trabajo: los emigrantes españoles en la Francia...

en fin, se emplearían en los puestos de trabajo más repetitivos, descualificados e infe-riores de la jerarquía salarial de la industria y en las tareas más penosas de la cons-trucción y la obra pública, sector en el que se produce una desvalorización salarialmuy acusada durante los años sesenta. Estas características les hará más proclives quelos trabajadores autóctonos a la accidentalidad laboral (en 1975 los extranjeros repre-sentan el 22 por cien de las víctimas de accidentes de trabajo).

A la luz de estos datos, algunos autores han visto la existencia de una comple-mentariedad entre la mano de obra inmigrada y la francesa. Es decir, la primera, enlugar de competir en el mercado laboral, sustituirá a esta última cuando abandone orehuse en masa los empleos desvalorizados resultantes de la reorganización fordianade la industria y se emplee en los servicios o en puestos más cualificados de los pro-pios sectores industriales7. Dicho en términos de Piore, se trataría de una situacióntípica de segmentación del mercado de trabajo, en el que la mano de obra nativaocupa el segmento primario y los inmigrantes el segmento secundario8.

Ahora bien, el esquema del mercado de trabajo francés es algo más complejo.En primer lugar, porque entre la mano de obra extranjera también puede observar-se una jerarquía, así como la sustitución de unas colonias por otras en cierto tipo deempleos, respondiendo al grado de antigüedad de esas colonias y a veces debido a ladiscriminación racial. De este modo, podemos observar una especie de jerarquía étni-ca de cualificaciones. Así, en 1967, y dentro de las empresas industriales y comercialescon más de diez empleados, la proporción más reducida de peones —la categoríamás baja de la escala— se registra entre los italianos (16 por cien), que es una colo-nia más antigua y asentada que los españoles, entre los que el peonaje tienen un pesomayor (26’4 por cien). Asimismo, el 49’2 de los argelinos son peones9. Estos datos,indican claramente una jerarquía de cualificaciones que combinan la diferente anti-güedad y arraigo de las colonias y la discriminación racial.

La sustitución de una minoría de inmigrantes por otra, puede ilustrarse a travésde dos casos diferentes. El primero se refiere a la recolección del arroz en la Camarga

77 Véase MERCKLING, O.: Inmigration et marché du travail. Le développement da la flexibilité en France,L’Harmattan, París: 1998, pp. 55-76. Aunque sin referirse específicamente a los años cincuenta y sesen-ta, Noiriel también ha subrayado que cada cambio industrial provoca una reorganización de la jerarquia de losempleos valorizados y no valorizados y entraña una huida de la mano de obra francesa compensada por los inmigrantes(cfr. NOIRIEL, G.: Le creuset franais.., cit., pág. 310)

78 Véase PIORE, M. J.: “The Dual Labour Market: Theory and Implications”, en GORDON, DAVID

M.: Problems in Political Economy. Lexington, D.C. Heath, 1971.79 Los datos han sido tomados de RUBIO, Javier: La emigración española a Francia... cit. pág. 354.

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que fue un trabajo desarrollado por mano de obra local e italiana hasta 1954. Sinembargo, a partir de entonces y durante los años sesenta van a ser sustituidos por tra-bajadores en su totalidad españoles, que llegan a sumar hasta 7.000 en 1.963. Elsegundo caso hace referencia a la Renault durante el sexenio 1968-1973, que es unperíodo de crecimiento general de la plantilla y de sus efectivos de origen francés. Enesos años el número de españoles disminuye sensiblemente (de 2.109 a 1.546), mien-tras que el número de portugueses se duplica (de 1.483 hasta 2.845) y los argelinos ymarroquíes crecen todavía más (de 1.917 a 4.942 y de 2.682 a 6.424, respectivamen-te)10. Como quiera que los extranjeros eran en su gran mayoría personal obrero y den-tro de esta franja, estaban concentrados en la categoría de especialistas (OS), se puedeconsiderar que los españoles estaban en este caso abandonando la empresa para huirde las categorías descualificadas que corresponden al segmento secundario del mer-cado laboral definido por Piore; es decir, un comportamiento más propio de los tra-bajadores franceses con los que pasarían a competir en el caso de no regresar aEspaña. Así pues, al indagar en las diferencias sectoriales y en la composición pluralde la mano de obra extranjera, observamos que el mercado laboral en la Francia de lostreinta gloriosos era algo más complejo que el esquema bipolar sugerido por Piore.

EL LUGAR DE LOS ESPAÑOLES EN EL MERCADO LABORAL FRANCÉS

Conviene, no obstante, perfilar ahora de manera más concreta la posición de losespañoles en el mercado laboral francés. Entre 1954 (un poco antes de su afluenciamasiva) y 1975 (un poco después de haber concluído el flujo), el número de activosespañoles evolucionó como sigue: en 1954, eran 147.740; en 1962, 212.060; en 1968,271.108; por fin, en 1975, se habían reducido a 196.250. A lo largo de estos años, supeso dentro de la población activa extranjera fue el siguiente: en 1954, representabanel 18’6 por cien; en 1962, el 19’9 por cien; en 1968, aumentaron hasta el 21’3 por cien;por último, en 1975 ya habían descendido hasta el 12’7 por cien. Al igual que las otras

10 Según M. TRIPIER: L’inmigration dans la classe ouvrière, pág. 168. Lo relativo a los arrozales, en “Unlargo y duro combate en los arrozales de la región de Arlés por las reivindicaciones económicas y la dig-nidad del trabajador”, Unidad Obrera, diciembre 1963. A mayor abundamiento, también puede citarse elcaso de las porterías del distrito XVI de París, que de ser atendidas por matrimonios españoles, pasa-ron a manos de portugueses (véase TABOADA-LEONETTI, I.: Les inmigrés des beaux quartiers. La communau-té espagnole dans le XVI arrondissement de París. L’Harmattan, París: 1987.

13El vínculo del trabajo: los emigrantes españoles en la Francia...

minorías extranjeras, la población activa española era asalariada de manera muymayoritaria11.

Desde el punto de vista sectorial, los españoles presentan algunas peculiaridadesrespecto a otras colonias. En primer lugar, a pesar de que paulatinamente se redujoel número de efectivos en la agricultura, los españoles mantuvieron posiciones muysólidas en este sector. Históricamente habían echado raíces en la agricultura del Midihasta los años treinta. Por eso, después de la Segunda Guerra Mundial, en 1946, laagricultura representaba hasta el 37 por cien de los activos, con 70.130 efectivos. Deellos, el 71 por cien eran trabajadores por cuenta ajena. Luego, en 1968, el volumende población activa agraria se había reducido a 39.280, lo que representaba el 14’5%del conjunto de la población activa española en el hexágono. Para entonces, la tasa deasalariados, se había incrementado hasta el 85 por cien en el sector. Ya en 1975, cuan-do sólo el 5’8% de la población activa extranjera se dedicaba a la agricultura, todavíael 17’6% de los activos españoles eran asalariados agrícolas12. A estos datos debemosañadir la actividad de los temporeros, pues los españoles coparon durante estos años,y prácticamente hasta la entrada de España en el Mercado Común, los trabajos derecolección en la vendimia, la remolacha y el arroz. De este modo, a la altura de 1983,de un total de 101.857 trabajadores agrícolas estacionales, todavía el 85 por cien eranespañoles. Antes, entre 1962 y 1974 la emigración de temporada para las campañasagrícolas en el hexágono se cifró en una media anual de 98.404 trabajadores españo-les, según las estadísticas del Instituto Español de Emigración13. Con seguridad, lacifra real fue más elevada, si se tiene en cuenta a aquellos temporeros que cruzabanla frontera sin contrato o al margen de los mecanismos oficiales de contratación14.

11 Por encima de un 80 por cien, según una encuesta reciente entre jubilados españoles que hanpermanecido en Francia trabajando desde la primera mitad de los años sesenta (vid. CLAUDE MUÑOZ,M.: “Los inmigrantes españoles jubilados en Francia: entre integración y vulnerabilidad social”, enMARTÍNEZ VEIGA, U. (dir.): Situaciones de exclusión de los emigrantes españoles ancianos en Europa. FACEEF etal., París: 2000, pág. 82. Los datos de población activa española y del peso que representan entre los acti-vos extranjeros, a partir de RUBIO, J.: La emigración española a Francia, op. cit., pp. 344 y ss. y de SCHOR, R.:Histoire de l’Inmigration... op. cit., pp. 205-207.

12 Ibídem.13 Los cálculos a partir de INSTITUTO ESPAÑOL DE EMIGRACIÓN, Datos básicos de la emi-

gración española, Madrid: 1976, pág. 21.14 Aunque no se conoce el volumen de irregulares para el conjunto de estos años, la Agregaduría

Laboral en París estimó que, solamente en la vendimia, hubo más de 4.000 en 1957 y 2.320 en 1966 (segúnJosé Sanz Catalan (agregado laboral): Despacho especial. Sobre contratación clandestina de trabajadores españoles parala vendimia en Francia. París 4 dic 1957, pág. 1, en Archivo General de la Administración, Sección Sindicatos

14 José Babiano

También en los servicios la trayectoria resultó diferente respecto de las otrasminorías de trabajadores emigrados, dado que mientras la colonia creció, también lohizo el número y el peso relativo del sector entre la población activa. En efecto, en1946 eran 52.530, lo que equivalía al 28 por cien de los activos españoles. En elmomento álgido de la fuerza de trabajo española, 1968, habían aumentado hasta los79.744, volúmen que equivalía al 30 por cien. No debe pensarse, a partir de estosdatos en un salto hacia sectores de cuello blanco. Por el contrario, el peso de los servi-cios entre los trabajadores españoles se debía a la fuerte presencia de mujeres en elservicio doméstico. Sin contar el empleo sumergido, típico en el sector, en el mismo1968, sumaban 32.020; es decir, el 47 por cien del empleo femenino español. Por aña-didura, más de la mitad de las domésticas extranjeras eran españolas. Se trataba, porlo tanto, de un nicho especializado en el mercado laboral. Luego, en 1975, todavíahabía 20.000 mujeres censadas en esta misma ocupación15.

Por último, la evolución de la mano de obra española en el sector secundarioresultó muy similar a la del resto de las colonias extranjeras; es decir, hubo un creci-miento tanto desde el punto de vista numérico como de la proporción que represen-taba dentro de la población activa. Era un fenómeno inverso al ocurrido en la agricul-tura. Así, un año después de acabada la Segunda Guerra Mundial se situaban en65.221, lo que equivalía al 35 por cien de los activos. Nuevamente, en 1968, la cifrahabía ascendido hasta los 146.784, que ahora significaban el 55 por cien de los activos.Pero mientras en la primera fecha, los empleados en la construcción y obras públicaseran el 18 por cien de los ocupados en el sector secundario (11.740), en 1968 casi lamitad (el 47 por cien, exactamente) de los españoles empleados en las actividadessecundarias, trabajaba en la construcción (69.288 individuos). El resto se situaba en lasindustrias fordianas como el automóvil (Renault) y la industria auxiliar (Michelin) o lafabricación de máquinas herramientas, principalmente16. Pero, dada la relativa persis-tencia del empleo agrícola y la concentración en la construcción y en el serviciodoméstico, la fuerza laboral española no era fundamentalmente manufacturera.

—en adelante, AGA-SS— R17.202 y José Sanz Catalán, La importancia y características del movimiento de manode obra en Francia en el año 1967. París 10 febrero 1967, p. 4. AGA-SS R17.202, respectivamente

15 Datos tomados de RUBIO, Javier: La emigración española a Francia… y de R. SCHOR R, Histoire del’Inmigration… ambos cits.

16 Más arriba se ha citado la cifra de 2.109 españoles en la Renault, en 1968. En la industria auxi-liar del automóvil, podemos citar a la Michelin de Clermont Ferrand, en la que trabajaban 782 (el 17’9por cien de la mano de obra extranjera) en 1970 (vid. A. GUESLIN: Les hommes du pneu. Les ouvriers Michelin(1940-1980), París: 1999, pág. 263).

15El vínculo del trabajo: los emigrantes españoles en la Francia...

A la hora de caracterizar con un poco más de detalle a los trabajadores españo-les en la Francia de los treinta gloriosos, debemos subrayar un primer fenómeno queva a tener grandes consecuencias en las condiciones de trabajo. Se trata del alto índi-ce de trabajadores que van a cruzar los Pirineos al margen de los cauces establecidosa partir de los acuerdos gubernamentales francoespañoles de emigración. Estos tra-bajadores se introducían en Francia con pasaporte de turista, careciendo de contratoy por supuesto, de permiso de residencia. Hay que decir que este fenómeno tienelugar gracias a la propia política francesa de inmigración que, a partir de 1948,fomentaba la afluencia de inmigrantes clandestinos mediante la regularización masi-va a posteriori; es decir, a través de la expedición de la carta de estancia, una vez quelos trabajadores se han asentado de forma irregular en suelo francés y han obtenidoun contrato de trabajo17. Esta política de regularización a posteriori, que los sindica-tos franceses van a calificar de inmigración salvaje es fruto de la presión de los emple-adores sobre la administración francesa y va a tener una enorme importancia desdeel punto de vista de las condiciones de trabajo, tanto de los españoles como del restode los inmigrantes18.

Desde que se reactiva el flujo migratorio hacia Francia, en los años centrales dela década de 1950, los clandestinos van a estar presentes en las campañas agrícolas yespecialmente en la vendimia. El fenómeno se extenderá al poco tiempo a la cons-trucción y al servicio doméstico, como señalaba el agregado laboral español en 1958:

El trabajo negro existe más particularmente en dos sectores: la construcción y el trabajo adomicilio. Hoy día es una cosa corriente pedir a un amigo (...) que efectúe pequeños o —mismoimportantes— trabajos de conservación o de reparación de inmuebles. Pasa lo mismo con laamiga de la vecina que viene a fregar un poco la casa, de modo discreto, claro está19.

En 1966, solamente el 24 por cien de los trabajadores permanentes (los no tem-poreros) entraron con contrato de trabajo y hasta el 70 por cien del reagrupamiento

17 Existe una amplia bibliografía referida a la regularización a posteriori como uno de los elementosmás destacados de la política francesa de inmigración hasta 1974. Citaremos, a título de ejemplo aTAPINOS, G.: L’Inmigration étrangere en France. PUF, París: 1975 y a TODD, E.: Le destin des inmigrés.Assimilation et ségrégation dans les démocraties occidentales. Seuil, París: 1994.

18 La caracterización sindical de esta política, puede verse en “Los trabajadores inmigrados nodeben sufrir las consecuencias de la crisis y el paro”. Unidad nº 59, abril 1975.

19 José Sanz Catalán: La explotación en Francia de los obreros nacionales y extranjeros. Observaciones sobrela emigración española. París 28 de febrero de 1958, p. 4. AGA-SS R17.202.

16 José Babiano

familiar fue irregular20. Al año siguiente, los tres problemas principales que encon-trarían los españoles al entrar en Francia serían la ignorancia de la lengua y de la legis-lación y precisamente la falta de un contrato de trabajo en origen que le permita obtener con faci-lidad y en plazo corto el permiso de estancia, según admitía el Agregado Laboral en París21.

El mecanismo de la regularización a posteriori en un momento en el que el flujomigratorio iba en aumento, significa la creación de una bolsa de irregulares que operacomo ejército de reserva y que es utilizado por los empleadores para reducir los costeslaborales, dado que:

en ocasiones, nuestros trabajadores sean colocados por empresarios que incumplen lo dis-puesto en materia laboral y seguridad social.

(...) A todo lo anterior hay que unir la falta de continuidad en los seguros sociales demuchos españoles a los que no se puede aplicar el Convenio General de Seguridad Social entrelos dos países, bien porque han dejado transcurrir más de un mes entre la época de cese de su tra-bajo en nuestro país y la reanudación del mismo en Francia, o también por no haber aportadoen su día los formularios reglamentarios22.

La irregularidad, en efecto, permite eludir costes sociales así como el abono desalarios más bajos, lo que hace entrar en colusión a los irregulares con los emigran-tes (españoles o no) que tienen en regla su documentación y en definitiva sirve paraejercer una presión sobre el salario del conjunto de la mano de obra23. Al mismotiempo, es una herramienta disciplinaria. En efecto, si vemos el caso de la Renault,observamos que era una práctica habitual de la compañía el recurso a la contratacióntemporal de los inmigrantes extranjeros. A un nivel más general, la CGT se veía obli-gada a exigir, todavía en 1974, la supresión de los contratos sucesivos con duración determina-

20 Según José Sanz Catalán, La importancia y características... loc. cit. 4 y 5 AGA-SS R17.20221 Cfr Memoria Anual de la Agregaduría Laboral de España en París 1967. pág. 20. París, Archivos de

la Consejería Laboral.22 Ibídem.23 En 1958, el agregado laboral admitía, en este sentido, que un gran número de jefes de empresa pre-

fieren darle la vuelta a la ley y rehusan de modo deliberado el certificado de enganche a sus empleados extranjeros, con elfin de evitar las cargas sociales. (...) en un gran número de empresas determinadas, a los trabajadores extranjeros no seles paga según sus capacidades, y (...) muchos de ellos no se benefician de los subsidios familiares, concedidos a los traba-jadores franceses (cfr. José Sanz Catalán: La explotación en Francia... loc. cit., pág. 2). De este modo, es bas-tante plausible que la irregularidad fuese la clave a partir de la cual se articulase la discriminación sala-rial de los emigrados españoles.

17El vínculo del trabajo: los emigrantes españoles en la Francia...

da para los trabajadores extranjeros24. De este modo podía deshacerse con facilidadde aquellos que les resultase conflictivos, que, por añadidura, podían verse privadosde su tarjeta de residencia al carecer de empleo.

Por lo que concierne a los españoles, la preferencia por la emigración irregularpuede explicarse, además de por la lentitud del Instituto Español de Emigración a lahora de expedir los documentos requeridos para emigrar, por el hecho de que con-tasen con redes sociales en Francia como alternativa a los cauces oficiales. Este fenó-meno se puede observar en el caso de los valencianos que, según las autoridadesespañolas, a finales de los años cincuenta, constituían la mayor parte de los clandes-tinos que se dirigían a las campañas agrícolas25. Los valencianos y en general loslevantinos contaban con lazos en el sur de Francia, porque una buena parte de lacolonia allí estabecida antes de la Guerra Civil procedían de esa región. Por el con-trario, otras comunidades con menor presencia en la Francia de los años treinta,como los andaluces o los extremeños, fueron reclutados más frecuentemente a tra-vés de los canales establecidos por la administración española26.

Por otro lado, la fuerte presencia de irregulares en la construcción, el serviciodoméstico y las campañas agrícolas responde a que dichos sectores son tradicionalespuertos de entrada en el mercado de trabajo. Así, en el último caso:

los obreros españoles pasan la frontera como turistas y creen dedicándose unos días a estetrabajo sin seguridad alguna, que luego se van a colocar definitivamente, sirviéndoles de cabezade puente para su fijación en Francia27.

24 Cfr. “Seis proposiciones de la CGT sobre la inmigración”. Unidad nº 53, enero 1974. En laRenault, el Grupo de Lengua Española de la CGT reclamó la garantía de empleo por admisión definitiva des-pués de 15 días en la fábrica. Suspensión de los contratos provisionales (cfr. “Un programa de reivindicaciones ela-borado por los trabajadores inmigrados en Renault”. Unidad nº 8, septiembre 1967).

25 Véase Cfr. SANZ CATALAN, Jose: Despacho especial. Sobre contratación... loc. cit, pág. 1. La lentitudburocrática del IEE, en DNS, Servicio Nacional de Encuadramiento y Colocación, Informe del viaje ofi-cial a Francia realizado por una delegación del servicio. Madrid agosto 1961, pp. 11 y 12. AGASS R17202

26 Como era el caso de los andaluces y extremeños enrolados a partir de 1953 en las campañasremolacheras en la zona de Oise (pueden verse, al respecto, los cuestionarios rellenados por losServicios Provinciales de Encuadramiento y Colocación de la OSE sobre la campaña de 1957, en AGA-SS R17.202, así como Agregaduría Laboral de la Embajada de España en París, Versión de la Encuesta:Emigrantes españoles de temporada en Francia realizada y explotada por Guy Hermet y Jacqueline Marquet. París sep-tiembre 1961, AGA-SS R2.270 —la encuesta se realizó en 1959—)

27 Cfr. Jose Sanz Catalan: Despacho especial. Sobre contratacion clandestina... loc. cit. pág. 3.

18 José Babiano

Y no era raro, en efecto, que al término de una campaña el patrón ofreciera aalgunos trabajadores instalarse, junto con su familia, para trabajar de forma perma-nente. Otras veces se iniciaba una relación estable entre patrón y trabajador a partirde la cual este último acudía todas las temporadas a trabajar a la misma finca.

La existencia de una bolsa de irregulares que se va renovando, según crece y seasienta la colonia, como vemos, es un fenómeno central en la configuración de lascondiciones de trabajo de los españoles. Pero no era el único. De este modo, si obser-vamos el trabajo agrícola, además de persistir entre los españoles más que entre otrascolonias, nos damos cuenta de que se trata del sector principal a partir del cual se rea-nuda el flujo migratorio en los años cincuenta. Así por ejemplo, en los nueve prime-ros meses de 1.956, de un total de 12.573 trabajadores que cruzaron la frontera bajoel control de las autoridades españolas de emigración, 9.838 se emplearon en la agri-cultura y 1.581 en la construcción28. Las tres campañas principales en la agriculturaen las que se empleaban los españoles eran la del arroz, la remolacha y la vendimia.Se trata de temporadas de diferente duración. La vendimia, que acabará aglutinandoa finales de los años sesenta y principios de los setenta a la mayor parte de los tem-poreros españoles, es una campaña corta, de entre un mes y cuarenta y cinco días deduración. La recolección del arroz en la región de Arlés tiene una duración algomayor, de dos meses. Por fin, la remolacha, que se cultiva en el norte, requiere con-tratos de tres meses para la recolección y de siete meses si se recluta mano de obratambién para la bina. Por lo general, en las campañas cortas se trabajaba a destajo,ofreciendo la oportunidad de mayores ingresos por jornada laboral.

En la campaña larga de la remolacha se trabajaba a jornal, siendo el salario dia-rio más bajo que en el caso de las campañas cortas. Además, durante lo que se cono-cía como la intercampaña —el período que va desde el final de la bina hasta la reco-lección de la remolacha— los trabajadores a menudo realizaban en la misma fincatareas diferentes de las que estaban pactadas en los contratos, como la reparación deinstalaciones agrícolas, recogida de patatas o pastoreo. Debe subrayarse en relación ala duración del trabajo agrícola de temporada que, a finales de los años cincuenta,para muchos campesinos de Andalucía, Aragón o Castilla, las campañas en Franciasuponían el contrato más largo de todo el año. Esto quiere decir que en España erancontratados por jornadas o, como máximo, semanalmente durante la cosecha que erael momento más intensivo en empleo de mano de obra. Los españoles empezaron a

28 SANZ CATALÁN, José: Informe extraordinario. París 15 de enero de 1957, p. 2 AGA-SS R17.202.

19El vínculo del trabajo: los emigrantes españoles en la Francia...

trabajar en la remolacha y el arroz en 1953 y 1954, respectivamente, sustituyendo amano de obra local e italiana que está abandonando el trabajo agrícola en esemomento. Además, los propios patronos preferirán, a mediados de los años cin-cuenta, mano de obra española, por su alto rendimiento y docilidad29.

Tanto en la vendimia como en la remolacha (en el arroz, había grandes propie-tarios exclusivamente), el tamaño de la propiedad influía en las relaciones de trabajo.En las pequeñas fincas, el patrón solía trabajar y controlar directamente el trabajo delos temporeros, a los que a menudo albergaba en estancias de su propia vivienda ycon los que compartía mesa. En las grandes extensiones, existían supervisores yencargados; los trabajadores no mantenían relación alguna con el propietario, vivíanen barracones alejados de él y comían en cocinas específicamente destinados paraellos. En las propiedades familiares, sobre todo en los años cincuenta, solía haber dis-paridad de salarios, no era extraño que no se abonasen las horas extraordinarias y laacción inspectora resultaba muy difícil. En esos años, los contratos, redactados siem-pre en francés, tenían frecuentemente en blanco los espacios referidos a alojamientoy manutención y eran retirados al principio de la campaña por los patronos, que nolos devolvían a los trabajadores hasta el final de la temporada. Dada la ignoranciageneralizada del idioma francés así como la brevedad de las campañas de la vendimiay del arroz, cualquier reclamación o denuncia por desavenencias contractuales eraprácticamente irresoluble y el temporero volvía a España sin haber satisfecho talesreclamaciones. La acción de los sindicatos franceses iría reduciendo paulatinamentedurante los años sesenta las irregularidades contractuales mediante la negociacióncolectiva en la agricultura30.

29 Para la duración de las campañas, las fechas en las que se introducen los temporeros españo-les y su docilidad, véase Agregaduría Laboral de la Embajada de España en París: Versión de la Encuesta,loc. cit; los cuestionarios rellenados por los Servicios Provinciales de Encuadramiento y Colocación,también cits., así como DNS, Servicio nacional de encuadramiento y colocación, Informe del viaje oficial,loc. cit. En cuanto a la preferencia por la mano de obra española, hay que comprender que los italianos,que se habían asentado con anterioridad, comenzaban a tener una posición más reivindicativa. Además,la CGIL organizaría en colaboración con la CGT, el INCA (Institut National Confédéral d’Assistance),a partir de un acuerdo suscrito en 1958, para defender los intereses de los trabajadores transalpinos resi-dentes en Francia (véase DREYFUS, M.: “Inmigration et syndicalisme”, Les Cahiers de l’Institut CGTd’Histoire Sociale: nº 64, (diciembre 1997), pp. 4-11 y GANI, L.: Syndicats et travailleurs inmigrés. EditionsSociales, París: 1972, pp. 232-233).

30 En Defensa Obrera y Unidad, pueden verse las condiciones laborales y los salarios pactados paralas campañas agrícolas

20 José Babiano

Físicamente exigentes, las campañas de recolección agrícola se saldaban cadaaño con un alto número de accidentes laborales, especialmente en las manos, en loscasos del arranque de remolacha y de la vendimia. En el arroz, se trabajaba hasta 12horas diarias, con las piernas metidas en el agua y bajo un calor intenso. Además:

para ser apto al trabajo se exige: buena salud, robustez general y buena motricidad deltronco, aparato respiratorio y circulatorio indemne de toda tara, no temer el calor ni la humedad,buena vista (...) indemne de toda infección, sentido de los colores, sentido de las formas, sentidodel tacto (...) buen equilibrio31.

Al margen de la agricultura, los españoles padecían también en la construcciónuna alta accidentalidad:

Los trabajadores españoles, lo mismo que los demás trabajadores inmigrados, empleadosen los trabajos más duros, los más insanos y por lo tanto los más peligrosos, son por lo mismolas víctimas más frecuentes y más numerosas de los accidentes de trabajo y de las enfermedadesprofesionales, que dan lugar a un verdadero cortejo de dramas32.

Al mismo tiempo, al ser un sector en el que el empleo negro era frecuente, lospatronos presionaban para que no accediesen a las ventajas reconocidas en los con-venios colectivos y que, consecuentemente, debían estar vigentes para todos los tra-bajadores del sector. La falta de aplicación de las cláusulas más favorables a los traba-jadores era también una constante en el servicio doméstico, donde había un gran con-tingente de mujeres españolas, como hemos visto. En este sector, además, la jornadalegalmente establecida era sobrepasada continuamente, ya que las domésticas estabana disposición de los señores día y noche. El sueldo, frecuentemente se hallaba pordebajo del salario mínimo y era escamoteado mediante las compensaciones por comi-da y alojamiento. Y debido al tipo de trabajo y al aislamiento subsiguiente, las domés-ticas solían carecer de información respecto a sus derechos en caso de enfermedad oaccidente. Los problemas de despido y seguridad social estaban a la orden del día33.

31 Cfr. “Un largo y duro combate en los arrozales....” loc. cit.. La frecuencia de accidentes laborales,en los cuestionarios rellenados por los Servicios Provinciales de Encuadramiento y Colocación, loc. cit.

32 Cfr. “Atacar el mal de raíz para preservar la vida y la salud de los trabajadores”. Unidad, (marzo1967).

33 Véase “La CGT en defensa de las trabajadoras del servicio doméstico”. Unidad nº56, (septiem-bre-octubre 1974), además de José Sanz Catalan: Proyecto de organización, estructura funcional y presupuesto expe-rimental de un Centro-servicio de ayuda social femenino español en París. París, 3 mayo 1961, pág 1. AGA-SS R2.269.

21El vínculo del trabajo: los emigrantes españoles en la Francia...

Por lo que concierne a la industria, las condiciones de trabajo de los españolesestaban marcadas por la organización tayloriana, puesto que se hallaban concentra-dos en el sector del automóvil y en la metalurgia, donde imperaba este tipo de orga-nización. Esto significaba la presión de los supervisores y de la cadencia rápida de lascadenas, el contacto con sustancias tóxicas —aceites en las secciones de prensa y pin-turas—, el ruido y las altas temperaturas. Además, las posibilidades de desarrollar unacarrera profesional eran muy limitadas, como resume el siguiente testimonio: Ningunaperspectiva: ¡O.S. toda la vida! Cuando estén desgastados Peugot se desembarazará de ellos y otrosvendrán de lejos, asiáticos o africanos34.

LAS RESTRICCIONES A LOS DERECHOS DE CIUDADANÍA SOCIAL

Un aspecto central para comprender tanto las condiciones de trabajo como lasposibilidades de acción colectiva de los españoles en el hexágono es la restricciónjurídica y/o práctica de una serie de derechos básicos. Algunos autores han llegadoa afirmar que, en general, en los países europeos importadores de mano de obra des-pués de la Segunda Guerra Mundial, las restricciones para los inmigrantes extranje-ros (si exceptuamos a aquellos que procedían de las diversas colonias y que, por lotanto, tenían la misma nacionalidad que los trabajadores autóctonos35), abarcabandesde los derechos políticos —eligibilidad, sufragio, asociación— a la libertad demovimiento dentro del mercado de trabajo. De este modo, aunque formalmente eltrabajo de los inmigrantes extranjeros era considerado como libre, las restricciones ala movilidad espacial y sectorial que aparecían en los acuerdos bilaterales de emigra-ción impedían que estos trabajadores pudieran vender libremente su fuerza de tra-bajo. En ese sentido se habla del trabajo de los inmigrantes extranjeros como un tra-bajo no libre36.

34 Cfr. “Peugot-Mulhouse. 14.500 asalariados. 11.000 obreros de los cuales 4.500 inmigrados”.Unidad nº 86, (noviembre 1978). También, “Huelgas en las prensas, hartos de Botones”. Unidad nº 82,(junio 1978).

35 Como sucedía en Gran Bretaña con los inmigrantes procedentes de los países de laCommonwealth (Caribe y subcontinente Indio, principalmente) entre 1945 y 1962. En Holanda, existíauna situación similar en lo que se refiere al contingente migratorio de Surinam y de las AntillasHolandesas. En Francia, hasta la independencia de Argelia, la población indígena de la colonia gozabaasimismo de la ciudadanía francesa desde 1947.

36 Véase al respecto MILES, Robert: Capitalism and Unfree Labour. Anomaly or Necessity?. Tavistock,Londres y Nueva York: 1987, pp. 143-167. A título de ejemplo, en Francia después de 1945, la mayor

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Se trata, sin duda, de una caracterización extrema, pero que nos lleva a tratar dedilucidar hasta qué punto los derechos de los inmigrantes extranjeros y particular-mente de los españoles se hallaban restringidos en Francia. En este sentido debeseñalarse en primer lugar que, tanto unos como otros, en su condición de extranje-ros, carecían de los derechos políticos de elegibilidad y de voto y sus posibilidadespara la actividad política (manifestación, reunión y asociación) eran francamentereducidas. Dicho de otro modo, la nacionalidad —la ciudadanía, si se prefiere— erauna frontera clara de exclusión de algunos derechos políticos fundamentales. Enefecto, en el contexto de una tradición del Estado francés de represión sistemática dela actividad militante de los trabajadores extranjeros, que perdurará al menos hastalos años sesenta37, debe señalarse que los españoles vieron cómo sus organizacionesy actividades políticas, además de la prensa del exilio fueron prohibidas. Del mismomodo, sobre los militantes pesaba la amenaza de detención y expulsión, así como deconfinamiento —a Córcega o a los territorios de ultramar— y de pérdida de la nacio-nalidad para aquellos que se habían naturalizado. De este modo, en 1950 el PCEhabía quedado fuera de la legalidad y a lo largo de esa misma década, tras el resta-blecimiento de las relaciones diplomáticas hispanofrancesas, diversos periódicos que-daron prohibidos, varios centenares de militantes detenidos y sesenta ordenes deexpulsión fueron cursadas38.

Durante los años sesenta continuó la presión represiva sobre los españoles, a losque se prohibe las manifestaciones políticas en la calle. También se prohibe la cele-bración, a partir de 1959, de congresos de organizaciones políticas españolas en elSuroeste39. Continuarán asimismo las expulsiones, tal y como se subrayó en elXXXV Congreso de la CGT en 1965 y todavía en los años setenta tendrán lugar lasamenazas de expulsión40. En el mismo acuerdo hispanofrancés sobre emigraciónquedará expresamente estipulado que, más allá de las cartas de trabajo y residencia,

parte de profesiones liberales, hasta 1978 y el funcionariado continúan inaccesibles a los extranjeros,según NOIRIEL: Le creuset français, cit. pp. 91 y 95.

37 Según NOIRIEL, G.: Le creuset français, cit. pág. 331.38 Véase DREYFUS-ARMAND, G.: L’Exil des républicaines espagnols en France. Albin Michel, París:

1999, pp. 261-272.39 Ibídem, pp. 310-311.40 Véase, por ejemplo, “Hay que impedir la expulsión de Miguel González”. Unidad nº 51, (sep-

tiembre-octubre de 1973). La denuncia de la CGT de 1965, en CGT: “Résolution. La main-d’ouvreinmigrée” XXXV Congrès. Ivry, 16-21 mayo, 1965 (recogido en CGT: La main-d’ouvre inmigrée dans les con-grès. 1945-1985. París: s.f.)

23El vínculo del trabajo: los emigrantes españoles en la Francia...

la estancia de los españoles en el hexágono estará condicionada por las prescripcioneslegislativas o reglamentarias concernientes al mantenimiento del orden público, la seguridad delEstado y la salud pública41. Hay que añadir que frente a las garantías normativas, la pre-sencia de los emigrantes se veía constreñida por los poderes discrecionales de los quegozaba el Ministerio del Interior en materia de residencia y expulsión42.

Obviamente, las restricciones a la actividad y propaganda políticas no era unacuestión exclusiva de los españoles, sino que afectaba al conjunto de los trabajadoresextranjeros en los diferentes espacios de socialización. Es decir, se producía en lacalle, tal y como estamos viendo, en el lugar de trabajo —ámbito sobre el que insis-tiremos un poco más abajo— e incluso en la esfera de la vivienda. Así, por ejemplo,en los foyer du batiment de la región de París, unas residencias colectivas para los tra-bajadores de la construcción habitadas por inmigrantes extranjeros en su prácticatotalidad y entre ellos los españoles, estaba prohibido en su interior toda propaganda decarácter político, distribución de folletos o pasquines, colectas de todo orden (...), según rezaba elartículo 13 de su Reglamento43. Estos foyer habían sido construidos por la adminis-tración francesa y eran gestionados por la patronal del sector.

De manera paralela y complementaria, al hilo de la intensificación de las rela-ciones entre ambos gobiernos, Madrid enviará un contingente de funcionarios que,distribuidos en las oficinas laborales o con el pretexto de la enseñanza de la lengua ointerviniendo en los centros españoles, tratarán de controlar políticamente a los emi-grados44. Así, por ejemplo, si se examina la documentación generada por el agrega-do laboral en París, se observa perfectamente que, más allá de su cometido asisten-cial, llevaba a cabo tareas más propias de un servicio policial, tales como la inclusiónde datos sobre actividades políticas y sindicales de los españoles en los informes queremitía a sus superiores45.

41 Cfr. “Acuerdos relativos a trabajadores permanentes y de temporada, de 25 enero 1961”. BOE,28 de febrero de 1961, art. 2º.

42 Véase al respecto, CGT: Proyecto de plataforma reivindicativa de los trabajadores españoles. París, marzo1976 (en Institut d’Histoire Sociale, Archivos de la CGT,)

43 Cfr. Reglamento Interior, que aparece como Anexo 3 a Agregado Sindical: Informe Extraordinario.Información sobre la organización, sostenimiento y finalidades de los “foyers du batiments” en Francia. París, 16 febre-ro 1957. AGA-SS R2.192.

44 Según denunciaba Marius Apostolo, responsable de inmigración de la CGT, en su informe pre-sentado en la “Jornada nacional de estudio sobre los problemas de la inmigración española”, recogidoen Unidad, nº 34, (enero 1971).

45 Véase Despacho especial. Sobre contratación clandestina trabajadores españoles para la vendimia en Francia,del agregado laboral al jefe nacional de colocación y encuadramiento de la OSE. París, 4 diciembre 1957

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Junto a los derechos políticos, un segundo ámbito de discriminación de los tra-bajadores españoles respecto a la mano de obra francesa se refería a los derechosderivados del trabajo asalariado mismo. En la medida en que la regulación estatal fueincrementándose hasta cristalizar en un corpus de Derecho Laboral a lo largo de laprimera mitad del siglo XX, el trabajo se convirtió progresivamente en fuente dederechos en los países capitalistas avanzados, como ya hemos señalado.

En este terreno de los derechos derivados del trabajo, debemos examinar dosesferas a su vez, según creemos. Por un lado se trata de la regulación de las condi-ciones de trabajo, así como del acceso a la protección social. Por otro, debemos refe-rirnos a un segundo grupo de derechos laborales relativos a la participación, la orga-nización y la acción colectiva de los trabajadores; es decir, pertenecen a lo que en ladisciplina se denomina Derecho Colectivo del Trabajo. El primer grupo de derechossociales quedó regulado en los acuerdos bilaterales sobre Seguridad Social de 1957—protocolo de 27 de junio y acuerdos complementarios de 2 de agosto46—. A tra-vés de ellos, los trabajadores españoles quedaban sujetos a las leyes francesas sobreseguros sociales y en iguales condiciones de acceso que los trabajadores franceses alos subsidios de vejez, invalidez, accidente y enfermedad (en este caso, también paralos trabajadores de temporada). Los acuerdos también establecían el pago de subsi-dios familiares para los hijos que quedaban en España. Más tarde, en el acuerdo deemigración de 1961, se estipulaba respecto a las condiciones de trabajo que

los trabajadores españoles en Francia (...) recibirán, por un trabajo igual la misma remu-neración que recibirán los súbditos nacionales (...) dentro de cada categoría, profesión y empresa.Igualmente se beneficiarán de los aumentos de salario concedidos (...) por las disposiciones oficia-les, convenios colectivos, o cualquier otro tipo de acuerdos de carácter general sobre la materia47

En este terreno existía, pues, una equiparación normativa. Ahora bien, en la lite-ratura sindical francesa de los años sesenta y primeros setenta, se denunciaba que con

(en AGA-SS R17202); también Agregado laboral en París, Resultados de una encuesta sobre artículo tendencio-so periódico comunista francés sobre condiciones de trabajo obreros españoles en la región de Perpiñan. París, 24 mayo1961, esp. pág. 1 (en AGA-SS R2269). Más en general, respecto a las actividades de control sobre lacolonia española, desarrolladas por el agregado laboral en París, a finales de los cincuenta y principiosde la década siguiente, puede verse BAEZA SANJÚAN, R.: Agregados laborales y acción exterior de laOrganización Sindical Española. Un conato de diplomacia paralela (1950-1962). Ministerio de Trabajo y AsuntosSociales, Madrid: 2000, pp. 215-220.

46 Que aparecieron en el BOE de 14 de septiembre de 1957 y 11 de abril de 1959.47 Cfr. “Acuerdos relativos a trabajadores...” cit., art. 6º.

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frecuencia el acceso a los seguros sociales y otros subsidios, por parte de los familia-res que quedaban en España, no tenía efecto:

cuando un trabajador español se mata en un accidente de trabajo, su mujer y sus hijos queviven en España ven que se les suprime el derecho a la seguridad social y a los subsidios fami-liares48.

En el mismo sentido, era sintomático que en 1976 todavía se reclamase que:

el derecho a las prestaciones y de asistencia médica debe ser mantenido igualmente en casode retorno a España de los accidentados del trabajo, inválidos, jubilados, así como a las viudasy huérfanos de los accidentados del trabajo49

Algo parecido ocurría en relación a la igualdad salarial dentro de la misma cate-goría profesional que recogía el acuerdo hispanofrancés de 1961, ya que fue recla-mada continuamente en las plataformas de los sindicatos franceses50. Es evidenteque esta desigualdad salarial era posible, en primer lugar, gracias a la presencia de unagran masa de trabajadores españoles (y de otras nacionalidades, como los portugue-ses o los argelinos) en situación irregular, a los que la amenaza de expulsión les impe-día presionar por una mejora de sus salarios y de sus condiciones laborales. Ensegundo lugar, la discriminación salarial —así como otras desventajas— estaba aso-ciada frecuentemente a la extensión de la contratación temporal entre la mano deobra inmigrada, a la que ya nos hemos referido.

Como se ve, la discriminación en el terreno de las condiciones laborales y de laprotección social tenía que ver con la vulneración de los acuerdos bilaterales de emi-gración y a veces con la ambigüedad con que dichos derechos aparecían en talesacuerdos. Por supuesto, también respondían a una posición más débil en el mercadolaboral (situaciones de irregularidad y contratación temporal) de los inmigrantesextranjeros en general y de los españoles en particular. Pero por lo que concierne alsegundo grupo de derechos derivados del trabajo; es decir, en lo que se refería a la

48 Cfr. “Atacar el mal de raíz para preservar la vida y la salud de los trabajadores”. loc. cit. 1967.49 Cfr. CGT, Proyecto de plataforma reivindicativa de los trabajadores españoles. loc. cit.50 Véanse, por ejemplo, las resoluciones sobre mano de obra inmigrada del XXXI y XXXVI

Congresos de la CGT en 1957 y 1967, respectivamente, ambas recogidas en CGT: La main d’ouvre inmi-grée dans les congrès cit., pp. 75 y 125.

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participación, la organización y la acción colectiva, en coherencia con las restriccio-nes a la actividad militante de los extranjeros a las que ya nos hemos referido, laexclusión procedía de las mismas normas. Efectivamente, diversas leyes heredadas definales del siglo XIX y de principios del XX, impedía a los españoles, en cuantoextranjeros, el ejercicio de puestos de responsabilidad en los sindicatos (ley de 1884).Igualmente carecían de los derechos de voto y de ser elegidos como delegados deseguridad en las minas (ley de 1890) y se hallaban discriminados en los Conseils dePrud’hommes (ley de 1907), una especie de tribunales laborales tripartitos51. Por aña-didura, aunque desde 1946 los extranjeros podían elegir delegados de personal en lasempresas, no podían ser elegidos.

Hasta los acuerdos de Grenelle, en 1968, la prensa sindical en lengua extranjeraestaba prohibida en muchas empresas y no era posible la realización de reuniones,recaudar las cuotas sindicales o colocar carteles en los idiomas de los emigrados52.Más tarde, a partir de dos leyes de 1972 y 1975, por fin los inmigrantes pueden serelegidos a delegados de personal, al igual que los franceses; primero sabiendo leer yescribir en francés (en 1972) y un poco más tarde (en 1975) sabiendo expresarse. Delmismo modo, pasarán a ser electores, aunque no elegibles, en los Conseils prud’hommes.También podrán dirigir y administrar un sindicato, a condición de haber trabajado ensituación regular en Francia durante cinco años y sin que la composición de extran-jeros pueda superar el treinta por cien de la dirección sindical53.

La ampliación de los derechos sindicales a los extranjeros no tendrá lugar, comose ve, hasta fechas muy tardías, justo en el momento en que se ha detenido el flujomasivo de españoles y cuando la administración francesa, en el nuevo contexto de larecesión económica, pretende no sólo restringir la llegada de nuevos trabajadoresextranjeros, sino que los ya instalados regresen a su país de origen.

Dentro de este cuadro general de restricción de derechos, debe subrayarse lapersistencia con que el Estado francés acosó, no ya a las publicaciones editadas porlos exiliados españoles, sino a la propia prensa sindical francesa editada en castella-no. Este acoso se mantiene de una manera sostenida precisamente a lo largo de losaños en los que más volumen de mano de obra española va a cruzar los Pirineos. En

51 Véase NOIRIEL, G.: Le creuset français, op. cit., pág. 111.52 Según Unidad nº15, (septiembre de 1968).53 Vid. “Los nuevos derechos sindicales en los inmigrados. La ley del 30 de junio de 1975”.

Unidad nº 63, (noviembre 1975).

27El vínculo del trabajo: los emigrantes españoles en la Francia...

efecto, el 1 de abril de 1961 el Ministerio del Interior francés prohibió el Boletín deInformación de los Trabajadores Españoles. El 27 de noviembre de 1962, ocurrió lo mismocon Trabajo. El 5 de abril de 1965 quedó prohibida Defensa Obrera, que había comen-zado a editarse dos años antes. Finalmente, en mayo de 1969 se abrió un procesojudicial contra Unidad y el 26 de febrero del año siguiente, el Tribunal Correccionalde París impuso a su director una multa de 3.600 francos, si bien Unidad no dejaríade publicarse54. Este caso de la prensa sindical ilustra bien el hostigamiento destina-do a impedir el ejercicio de derechos reconocidos así como la militancia laboral. Dehecho, la prensa sindical en lengua española facilitaba informaciones de utilidadsobre aspectos tales como las cartas de residencia o trabajo, los seguros sociales odiversos derechos; también anunciaba las permanencias en los locales del sindicatopara que los españoles pudiesen acudir a realizar consultas y para asesorarse; y, porsupuesto, servía como vehículo para la difusión de reivindicaciones, además de serun instrumento para tratar de integrar a los españoles en las secciones sindicales y enlas candidaturas de delegados de personal55.

EL PAPEL DE LOS SINDICATOS FRANCESES Y LA MILITANCIA LABORAL DE LOS ESPA-ÑOLES

La ausencia de derechos y las amenazas de expulsión, así como el temor a repre-salias a la hora del retorno a la España de Franco (o al Portugal salazarista, en sucaso), desincentivaban la afiliación sindical de los extranjeros en general y de losespañoles en particular. Y algunos autores se han referido, en efecto, a tasas de afi-liación que no rebasan el 10 por cien56. Esta estimación puede servir también para elcaso de los españoles emigrados en los años sesenta que carecían de tradicionesindustriales (incluida la militancia laboral), que en origen se habían socializado en elcontexto de una dictadura y que su proyecto migratorio descansaba en una estanciabreve en el hexágono, por lo que carecía de sentido integrarse en organismos esen-cialmente franceses como eran los sindicatos. Estaban, claro está, aquellos que se

54 Según “Unidad seguirá publicándose. Declara el BC de la CGT”. Unidad nº 26, (1970). Las vici-situdes de las diferentes publicaciones, recogidas en “Por la defensa de Unidad”. Unidad nº 24, octubre1969. El proceso abierto en 1969 puede seguirse, además, en los nº 22 (1969), 25 (1970) y 34 (1971) deUnidad.

55 Tal y como se observa al revisar las colecciones de Defensa Obrera o Unidad.56 Véase R. SCHOR: Histoire de l’inmigration en France..., op. cit. pp. 218-219.

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habían instalado con más antigüedad y sobre los que seguramente descansaba el acti-vismo sindical y los exiliados de 1939, así como los posteriores refugiados políticos.Pero entre los emigrados políticos, la actividad sindical estaba más orientada a la soli-daridad y lucha antifranquista que hacia el medio laboral de la sociedad de acogida.Un simple repaso al boletín UGT o a las publicaciones anarcosindicalistas bastanpara comprobarlo. Y lo mismo puede decirse de los militantes comunistas, cuyasenergías estaban a menudo más concentradas en organizar las peñas de solidaridad conlas Comisiones Obreras que en participar y promover las secciones de Mano de ObraInmigrada en la CGT. El responsable confederal de este sindicato lo planteó abiertay extensamente en 1970:

Entonces ¿por qué hay dificultades en ciertos sectores? (...) ¿No es porque ciertos camara-das están preocupados por la lucha que se desarrolla en España (que está muy justificada), peroque al mismo tiempo se hallan desligados de los problemas que se plantean allí donde viven y tra-bajan sus compatriotas, quienes están confrontados con la dura realidad de la explotación y larepresión? ¿No es porque ciertos camaradas españoles consideran aún que hace falta transponeren Francia la organización de las CCOO, que juegan un papel determinante en España, peroque no disciernen que la situación es completamente diferente en Francia y el peligro que esto hacecorrer a la unidad de la clase obrera?57.

Más allá de la débil afiliación de los españoles, vamos a tratar de aclarar dos cues-tiones relativas a su relación con los sindicatos franceses. En primer lugar, vamos aanalizar brevemente, el papel del sindicalismo francés respecto a los inmigrantes,incluidos los españoles, porque los sindicatos representan en la empresa un espaciode interacción entre la mano de obra francesa y extranjera y en el ámbito nacional,negocian asuntos que afectan a los trabajadores extranjeros. En segundo lugar, apesar de la baja tasa de afiliación, dada la heterogeneidad sectorial, trataremos deidentificar los focos de militancia laboral española.

57 Cfr. “La jornada nacional de estudio sobre los problemas de la inmigración española”, loc. cit.En este contexto debe aclararse que en 1970 la delegación Exterior de Comisiones Obreras organizóen Bruselas una reunión de emigrados españoles procedentes de Francia, Alemania, Bélgica, Holanda,Suiza, Reino Unido y Suecia. El objetivo de la reunión era precisamente organizar y desarrollar lasComisiones y Peñas de Solidaridad con las Comisiones Obreras (vid. “Asamblea de trabajadores espa-ñoles en Europa Occidental en solidaridad con el movimiento obrero español”. Unidad nº27, (1970).

29El vínculo del trabajo: los emigrantes españoles en la Francia...

La primera cuestión puede verse a través de las posiciones de la CGT, que trasla Segunda Guerra Mundial será el sindicato más influyente. En 1946, siendo minis-tro de trabajo Croizat, un dirigente sindical metalúrgico y comunista, la CGT va aasumir la necesidad de la inmigración, tanto para cubrir las necesidades del mercadolaboral, como para paliar las carencias demográficas resultantes del conflicto bélico.Ahora bien, planteará que para salvaguardar los intereses de la mano de obra france-sa, los inmigrados deberán ser contratados en igualdad de condiciones laborales ysalariales que los trabajadores franceses y las condiciones de contratación tendránque ser controladas a través del recién creado Office National d’Inmigration, en elque participan los propios sindicatos y la patronal franceses58. Sin embargo, cuandodos años después aparece una coyuntura económica crítica, la CGT (y también laCFTC) se pronunciará por el cierre de la frontera a nuevos inmigrantes, al mismotiempo que reclamará el respeto a los derechos colectivos de los trabajadores extran-jeros residentes en Francia, así como la igualdad de condiciones laborales respecto alos trabajadores franceses. Por último, decidirá organizar a los inmigrados en gruposde lengua dentro de las secciones sindicales y sindicatos59.

A finales de los años cuarenta la CGT organizará una Comisión Confederal deMano de Obra Inmigrada, con representantes de las diversas minorías nacionales yde las federaciones de rama en las que dicha mano de obra estaba más implantada,con el doble objetivo de coordinar e impulsar las reivindicaciones de los grupos delengua y asegurarse de que éstos aplicasen la política sindical de la CGT. Al mismotiempo, el sindicato editará diversas revistas en italiano, polaco, húngaro y español (ElObrero Español, prohibido en 1950). Estas medidas organizativas van a tener lugar enun contexto de represión gubernamental de los militantes sindicales y políticosextranjeros (deportaciones de polacos, italianos y españoles; prohibición de asocia-

58 Véase “XXVI Congrés de la CGT. Document Préparatoire” y “Resolutión”. París 1946, repro-ducido en CGT, La main d’oeuvre inmigrée dans les congrés. 1946-1985. Montreuil, (s. f.), pp. 3-6.

59 Según “XXVII Congrés de la CGT. Document Préparatoire” y “Resolutions”. París, 1948, enCGT: La main d’oeuvre inmigrée... loc. cit, pp. 16 y18. Debemos recordar que en 1948, se habían operadocambios sustanciales en el panorama sindical francés, en el contexto de la Guerra Fría. Así, a lo largode 1947 Croizat y los otros ministros comunistas habían salido del gobierno; además, con el apoyo delos sindicatos norteamericanos, se produce una escisión en la CGT que dará lugar a una nueva organi-zación sindical: Force Ouvrière. Por último, en 1948 se anuncia el Plan Marshall, que es rechazado porla mayoría de la CGT y al que le atribuye la causa del desempleo coyuntural que tiene lugar.

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ciones italianas y yugoslavas; intimidación policial; etcétera) y de un incremento de lainmigración irregular, a la que ya nos hemos referido60.

Sin embargo, el dato más importante durante toda la década de 1950 va ser lanegativa sindical a la entrada de nuevos contingentes y la visión del fenómeno migra-torio como una herramienta en manos de los patronos y del Estado para dividir a lostrabajadores y empeorar sus condiciones de trabajo. No obstante, la CGT proclamaal mismo tiempo la defensa de los emigrantes radicados ya en Francia, cifrada en laequiparación de derechos y de condiciones laborales con los trabajadores autóctonos,así como en el establecimiento de igual salario dentro de la misma categoría profe-sional. Esta defensa de la mano de obra emigrada es concebida como inseparable dela defensa de las reivindicaciones de los trabajadores franceses61. De este modo, elsindicato trata de anudar por un lado un discurso internacionalista y de unidad de laclase trabajadora y por otro, la lealtad de su propia base sindical, configurada por ofi-ciales de oficio franceses. Para ello, trata de evitar que estos últimos perciban la soli-daridad con los extranjeros como la solidaridad con una mano de obra que compitedeslealmente, por lo que la exigencia de igualdad de derechos y condiciones es un ele-mento clave del discurso sindical.

Será a partir de los años sesenta cuando ese discurso variará de forma sustancialen cuanto que desaparece el rechazo a la entrada de nuevos inmigrantes y en segun-do lugar, se considera que la presencia de trabajadores extranjeros es indispensable parael mantenimiento y el desarrollo de la actividad económica en numerosas empresas. Estos tra-bajadores al igual que los franceses, no serán responsables, según recoge con claridadel nuevo discurso de la CGT, ni de las coyunturas económicas críticas ni de la apari-ción del desempleo62.

Los emigrantes, además, formarán parte de una misma clase, por lo que la igual-dad salarial y el acceso al disfrute de los derechos colectivos —sindicalización, elec-ción, reunión y huelga— entre los emigrados, serán considerados como el mecanis-mo idóneo para evitar la división entre franceses y extranjeros dentro de la clase tra-bajadora. Estas exigencias reivindicativas se ampliarán paulatinamente con una serie

60 Nos remitimos a “XXVIII Congrés de la CGT. Documentation d’orientation”. París, 1951.Recogido en ibídem, pp. 30-36.

61 Váse, por ejemplo, “XXX Congrés de la CGT. Resolutions”. París, 1955. Recogido en ibídem,pp. 57-65

62 Cfr. “XXXVI Congrès de la CGT. Resolution”. Nanterre, 1967; en ibídem, pp. 123-124.

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de demandas específicas de los inmigrantes relativas al alojamiento, el reagrupa-miento familiar, la formación profesional, los permisos de residencia, etcétera, queconfigurarán verdaderas plataformas reivindicativas. Estas plataformas deberán teneren cuenta, igualmente, las peculiaridades nacionales. Así, por ejemplo, en relación alos españoles la CGT será particularmente sensible a la represión del régimen deFranco63.

También a lo largo de los años sesenta se van a redefinir las estructuras sindica-les especializadas en la emigración. De este modo, la CGT concebirá las Comisionesde Mano de Obra Inmigrada como grupos de trabajo sin poder decisorio, que asis-tirán en la materia a las direcciones de rama y territorio y se dedicarán al mismo tiem-po a la formación sindical de los afiliados extranjeros. Paralelamente, con el objetode ampliar los lazos con los trabajadores inmigrantes y tratar de reclutarlos para laorganización, la CGT establecerá servicios de permanencias que ofrecen informa-ción y asistencia jurídica y social64.

Por otra parte, más allá de las medidas organizativas para realizar un trabajo sin-dical especializado y de los pronunciamientos congresuales, los años sesenta y seten-ta estarán salpicados de conferencias y jornadas sindicales, tanto para el estudio de lasituación del conjunto de la mano de obra extranjera, como para el análisis de lascondiciones de los grupos nacionales más significativos. Así, en septiembre de 1963la CGT organizará una primera Conferencia Nacional sobre Mano de ObraInmigrada, en París. La Segunda Conferencia Nacional se celebrará en marzo de1969, también en París. En ella participarán 326 delegados, de los que 139 serán inmi-grantes y entre estos estarán presentes 48 españoles. En noviembre de 1972 tendrálugar, esta vez en Montreuil, la tercera conferencia nacional en la que se elaborará unaamplia carta reivindicativa. En esta ocasión, de un total de 380 delegados, 169 sonextranjeros y entre ellos hay 35 españoles. A la vez, se celebran jornadas especializa-das sobre la mano de obra italiana, argelina o española, como las de noviembre de1970 y enero de 1977, donde se elabora un proyecto de plataforma reivindicativa65.

63 Véase “XXXIV Congrès de la CGT. Document Preparatoire. Resolution”. Saint Denis, 1963;en ibídem, pp. 103-110.

64 Ibídem, pág. 109.65 Nos remitimos a “Jornada nacional de estudio...” loc cit y “Jornada nacional de estudio sobre

los problemas de la mano de obra española 18-1-77. Proyecto de plataforma reivindicativa”, Unidad nº73, (abril 1977). Por lo que se refiere a las conferencias sobre mano de obra extranjera, puede verseCGT, Carta reivindicativa. Por una política de la Inmigración conforme a los intereses de los trabajadores franceses e

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A lo largo de los años sesenta y setenta, los sindicatos lanzarán esporádicas cam-pañas nacionales de solidaridad con la mano de obra emigrada, como la Semana deAcción por la Igualdad de Derechos Sociales, organizada por la CGT en octubre de 1964;la campaña por la igualdad de derechos entre los trabajadores inmigrantes y france-ses, decidida en común por la CGT y la CFDT en julio de 1971 o la campaña unita-ria entre ambos sindicatos desarrollada en 1973 contra las circulares Fontanet yMarcelin destinadas a restringir la inmigración66. Pero más allá de estas accionesgenerales, nos interesa la actividad sindical dirigida específicamente a los españoles.

En este sentido ya nos hemos referido a los diversos periódicos en lengua espa-ñola editados por la CGT. En 1970 se distribuían mediante 864 puestos de difusión,38.200 ejemplares de Unidad mensualmente; es decir, el periódico llegaba a uno decada siete trabajadores españoles, aproximadamente67. Unidad, como hemos señala-do más arriba, no sólo era un instrumento de la CGT para tratar de afiliar a los tra-bajadores españoles o de vincularlos a sus candidaturas de delegados en las grandescompañías como Renault. A los españoles, les servía para acceder en su propia len-gua a una información variada sobre derechos, seguridad social, cartas de estancia,participación en la empresa o condiciones laborales marcadas en los convenios. Si aello, añadimos los anuncios sobre las permanencias en las oficinas sindicales con elobjeto de informar y asesorar, comprobamos que, más allá de la baja tasa de sindi-calización entre los españoles, éstos se acercaban a los sindicatos de manera instru-mental, aunque eso no significase un compromiso de lealtad fuerte. Un claro ejem-plo de ello fue cuando la Federación de Asociaciones de Emigrantes Españoles enFrancia (FAEEF), que recibía financiación de las autoridades franquistas con las quemantenía buenas relaciones, se dirigió por carta a la CGT y la CFDT, a principios de1972, ofreciéndoles su colaboración en su campaña unitaria a favor de los trabajado-res inmigrantes y proponiéndoles reunirse para elaborar un programa común relati-vo a los españoles68.

inmigrados. Montreuil, 24-25 noviembre 1972 (en Archivo del Instituto CGT d’Histoire Sociale.Montreuil); Unidad nº 20, marzo-abril 1969 y “XXXV Congrès de la CGT. Resolution”, en CGT: Lamain d’oeuvre inmigrée dans les congrès. loc. cit. , pág. 110.

66 Según “Los trabajadores inmigrados no deben sufrir las consecuencias de la crisis y el paro”.Unidad nº 59, (abril 1975). La campaña de 1971-72, en Unidad nº 38 y 41, de septiembre 1971 y febre-ro 1972, donde aparecen las reivindicaciones expresadas en dicha campaña. Sobre la Semana de Acción,véase CGT: La main d’Oeuvre inmigrée dans les Congrès. loc. cit, pág. 119.

67 Los datos de difusión, en “La jornada nacional de estudio...” loc. cit.68 Véase J. BABIANO y A. FERNÁNDEZ ASPERILLA: El asociacionismo como estrategia cultural: los emigrantes

españoles en Francia (1956-1974). Fundación 1º de Mayo, Madrid, Documento de Trabajo 3/1998, pág. 34.

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Los sindicatos trataban también de incorporar las peculiaridades de la coloniaespañola en su actividad en un doble sentido. Por un lado, alimentando el vínculo cul-tural con el país de procedencia y teniendo en cuenta los rasgos históricos de la colo-nia. Por otro, dedicaban esfuerzos específicos dirigidos a los sectores del mercadolaboral en los que la presencia española era numerosa. El primer ámbito resultabacasi imprescindible, dado que el proyecto migratorio de los españoles que cruzabanlos Pirineos desde la segunda mitad de los años cincuenta, consistía en obtener unosahorros y regresar más o menos pronto a España. De acuerdo con esa estrategia, sevinculaban a asociaciones españolas en el hexágono, pero aisladas de los ámbitosfranceses de sociabilidad, en las que se recreaba la cultura española como forma demantener los vínculos con el país de origen69. Teniendo esto en cuenta, la CGT, porejemplo, organizaba fiestas específicas para los españoles, en las que además de uncontenido sindical o político no faltaban los bailes y la música española junto a lapráctica del fútbol y a la degustación de gastronomía de origen. Igualmente en oca-siones apoyó la creación de centros recreativos españoles, como en Besançon en1964 y boicoteó a aquellos controlados por la administración franquista, como laCasa de España de Pau, en 197370. El reconocimiento de las peculiaridades de lacolonia se expresaba también en las plataformas reivindicativas. Así por ejemplo, laCGT reclamaba la enseñanza de la lengua y cultura españolas (considerada muyimportante por los emigrantes a la hora de afrontar el retorno acompañados por sushijos) a cargo del presupuesto francés e introducía la petición de que los años pasa-dos en la resistencia o en los campos de internamiento computasen como cotizadosa efectos de jubilación, lo que afectaba a los exiliados de 193971.

En cuanto a los esfuerzos sindicales en los sectores del mercado de trabajo conmayor presencia española, a lo largo de los años sesenta y comienzos de la décadasiguiente, se observará una actividad de información y propaganda con motivo de lascampañas agrícolas. Dicha actividad incluía la distribución de hojas y panfletos bilin-gües, así como la organización de reuniones y asambleas, que obtienen gran éxito cuandoestán preparadas con el concurso de trabajadores españoles72. Las federaciones sindicales agrí-

69 Vid. ibídem.70 Véase “No a la introducción del franquismo en Francia”. Unidad nº 51, 1973 y “Doubs”.

Defensa Obrera, (julio-agosto 1964). Crónicas de fiestas españolas en Unidad nº 23 y 47, (septiembre 1969)y (1973), respectivamente.

71 Como se recoge en CGT: Proyecto de plataforma reivindicativa de los trabajadores españoles. París, 1976.Archivo del Institut CGT d’Historie Sociale.

72 Cfr. “Vendimias 72. Los trabajadores españoles temporeros mano de obra fundamental paralas vendimias”. Unidad nº 45, (1972).

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colas presentaban además programas de reivindicaciones para los temporeros y tra-taban de negociar aumentos de salarios y mejoras de las condiciones laborales, comola obligatoriedad de proporcionar camas a los trabajadores por parte de los patro-nos73. Al mismo tiempo, las denuncias de las situaciones de explotación y las reivin-dicaciones salariales y laborales de sectores como la construcción, el servicio domés-tico, la limpieza o las conserjerías, en las que había una fuerte presencia española,aparecían frecuentemente en la prensa sindical de lengua española74.

A pesar de esta acción sindical, no es fácil identificar la actividad sindical de losespañoles, no sólo por su carácter minoritario, sino porque cuando existe aparecediluida en la acción colectiva del conjunto de los emigrados. A través de las propiaprensa sindical francesa y de algunos informes de la Agregaduría Laboral española,a los que ya hemos aludido, puede deducirse que hasta 1968 la actividad sindical espa-ñola se concentraba en los departamentos agrícolas del sur, en donde la presencia delos españoles se remontaba al período anterior a la Guerra Civil. Más concretamen-te, dicha actividad sindical aparece entre los trabajadores agrícolas permanentes y enmenor medida en la construcción. Así, en el Congreso de la Federación Agrícola dela CGT de los Pirineos Orientales, celebrado en Perpignan en marzo de 1966, de untotal de 100 delegados, la mitad eran españoles. Los españoles también nutrieron lasmanifestaciones celebradas el año siguiente en ese mismo departamento por elaumento de salarios y la reducción de jornada en la agricultura75. Ese mismo año,algunos sindicatos de empresa en el sector de la construcción, en Montpellier, erandirigidos por militantes españoles.

Esta situación guarda bastante coherencia con el análisis de Noiriel cuandoseñala que con frecuencia, la segunda generación de inmigrados ha sostenido lasorganizaciones políticas que aparecían como más radicales en su momento76.

Fuera del sur, la presencia sindical española se reducía a los siguientes datos. Enprimer lugar, la presencia en algunas asambleas con poco más de un par de docenas

73 Ibídem. Véanse, además, “Un largo y duro combate...” loc. cit; “Temporada arrocera 1967”.Unidad nº 7, (junio 1967); “Campaña de vendimias 1967”. Unidad nº 8, (septiembre 1967), “Los salariosde los trabajadores de bina de remolachas para 1968 han sido aumentados de 24’70 francos [sic] porhectárea”. Unidad nº 13, (mayo 1968).

74 Según puede comprobarse a través del periódico Unidad.75 Véase Unidad nº 9, (octubre 1967). Lo relativo a la manifestación agrícola, en “Los obreros

agrícolas se manifiestan por sus reivindicaciones”. Unidad nº 7, (junio 1967). Los datos del congreso de1966, en Unidad, (abril 1966).

76 Véase NOIRIEL, G.: Le creuset français..., op. cit., pp. 230-231.

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de asistentes, como las que tuvieron lugar en 1967 en Villejuif, Knutange (Moselle)o Saint Quintin (Aisne). En segundo lugar, los españoles participaron, confundidoscon otros emigrados y con los trabajadores franceses, en huelgas dispersas en algu-nas obras (como las de la rue Baudin en Ivry, en 1966 o las de la Facultad de Cienciasde la Universidad de París V, a comienzos de 1968) y en medianas y grandes empre-sas industriales como la SMS de Knutange en 1967; la Cegedur de Blanc-Mesnil, lasiderurgia Wendel en Moselle, o Renault, Citroen, Ideal Standard o Issy LesMoulineux, de la región parisina, todas en 1966. Otras veces, dada la abundante ofer-ta de trabajo, la protesta se produce con los pies, como sucedió en la fábrica de coci-nas de Rosières, cuando los españoles abandonan la empresa ante la negativa de ladirección de concederles un permiso para pasar las Navidades de 1965 en España.Por último, en las grandes concentraciones industriales, los españoles comienzan aparticipar de manera incipiente en los grupos de lengua de los sindicatos, en la ela-boración de plataformas y en las candidaturas de delegados, a medidos de los añossesenta77.

Ahora bien, sería la huelga general de mayo de 1968, la que arrastraría a los espa-ñoles a una participación más masiva, no ya en los departamentos agrícolas del sur,sino en la región parisina y en las grandes compañías industriales en las que se habí-an ido concentrando a lo largo de la década:

En la fábrica Renault de Billancourt trabajan más de dos mil españoles. En la cadena deldepartamento 74 los inmigrados constituyen el 80% del personal. Y es de esta cadena que hasalido el mayor número de huelguistas. Los heroes de la huelga se llaman Mohammed, Hocine,Vendini o López78.

También, en la Mecano de La Courneuve, a las afueras de París y donde traba-jaba un grupo numeroso de españolas:

Jamás había podido constituirse un sindicato obrero en esta fábrica. Tenían miedo. Lahuelga ha barrido éste sic. Las españolas, entusiasmadas, incansables, participaron en masa enlos piquetes de huelga; se ha constituido un sindicato, se sienten fuertes79.

77 Datos tomados de Defensa Obrera y Unidad.78 Cfr. “Ecos españoles de la huelga”. Unidad nº 14, (junio 1968).79 Ibídem.

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Sin embargo, la acción colectiva de los españoles se diluye entre la del resto deemigrados, como volverá a suceder en las protestas que a lo largo de 1972 tienenlugar en la construcción y en las industrias metalúrgica y química. Para entonces, elnúmero de españoles entre la fuerza de trabajo emigrada en Francia había comenza-do a declinar, frente al ascenso de otras colonias como los portugueses y los argeli-nos y estaba muy próximo el cambio en la política de inmigración hacia el cierre defronteras. Tendrá que ser en investigaciones posteriores donde se pueda dilucidarcon más precisión la, aunque minoritaria, militancia sindical de los españoles en laFrancia de los treinta gloriosos años de su economía. Será entonces también cuandopodamos comprobar si los emigrados de segunda generación han tomado una mayorresponsabilidad en las luchas de la clase trabajadora francesa, como ha sugeridoNoiriel en relación a otras colonias.

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