el precio libertad (interior)

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Cuando nació, todos en la familia se alegraron, el niño era atractivo y vivaz. Su madre hizo lo posible para criarlo de la mejor manera: intentó llevarlo a la mejor escuela, buscó el mejor maestro para que se educara bien, pero algo falló en el camino de su formación. Quizás los amigos con los que comenzó a frecuentar o la situación política a la que tuvo que acomodarse cuando llegó su juventud o quizás... Vaya a saber qué cosas hicieron de este joven un hombre rudo, descreído de todo el mundo y lleno de rebeldía. Nadie supo darle razones de las injusticias que debió soportar ni le explicó por qué algunos tenían tanto mientras que a otros no les alcanzaba ni siquiera para EL PRECIO DE LA LIBERTAD el_precio_libertad.indd 1 30/8/16 12:11 p.m.

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Cuando nació, todos en la familia se alegraron, el niño era atractivo y vivaz. Su madre hizo lo posible para criarlo de la mejor manera: intentó llevarlo a la mejor escuela, buscó el mejor maestro para que se educara bien, pero algo falló en el camino de su formación. Quizás los amigos con los que comenzó a frecuentar o la situación política a la que tuvo que acomodarse cuando llegó su juventud o quizás... Vaya a saber qué cosas hicieron de este joven un hombre rudo, descreído de todo el mundo y lleno de rebeldía. Nadie supo darle razones de las injusticias que debió soportar ni le explicó por qué algunos tenían tanto mientras que a otros no les alcanzaba ni siquiera para

EL PRECIODE LA LIBERTAD

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comer. De cualquier forma, todas estas explicaciones no alcanzan para justificar lo que llegó a ser Barrabás. Este hombre era temible y peligroso para la sociedad, era buscado sin cesar por la justicia romana. Los habitantes de Palestina que vivieron en el siglo primero fueron testigos de los robos y homicidios cometidos por la banda más peligrosa del lugar que lideraba el famoso Barrabás. Todos coincidían en que era digno de la pena de muerte. Y así sucedió cuando finalmente lo atraparon. En pocos días se decidió su ejecución; la pena capital para los romanos era la crucifixión.

El hombre agresivo y temerario comenzaba a cosechar su siembra como lo dice la Biblia: “No se engañen; Dios no puede ser burlado: todo lo que el hombre siembra eso cosecha” (Gálatas 6:7)

Dorothy C. Wilson, en su obra de teatro Barrabas, pone en labios de este la siguiente frase: “Tomé mi propia vida y la viví a mi antojo. Era mía y la tomé, mía

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para vivirla y mía para dejarla”. Esta fue su filosofía de vida y así transcurrió cada uno de sus días. Cuando Barrabás se enfrentó al momento cumbre, a la hora suprema, la final, comenzó a sentir un tremendo miedo, más bien terror.

Tarde o temprano nosotros también tendremos que enfrentar la muerte, seguramente no el tipo de muerte al que fue condenado Barrabás, pero al igual que este siniestro personaje, no tendremos escapatoria.

Hay algunas diferencias y semejanzas entre Barrabás y nosotros. Las diferencias saltan a la vista: nosotros no vivimos en el primer siglo, no somos contemporáneos de Jesús; no estamos bajo un régimen como el Imperio Romano; la pena de muerte por crucifixión ya no existe hoy… Aunque podríamos seguir enumerando diferencias, el mensaje que nos deja la vida y experiencia que vivió Barrabás nos permite apreciar ciertas semejanzas con él.

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Había escuchado hablar de JesúsEra imposible no haber oído algo de Jesús en esos días; todo el mundo hablaba de su estilo de vida, de sus grandes enseñanzas y de la cantidad de milagros que había realizado. Es improbable que en nuestro país existan personas que no hayan oído hablar de Jesús.

Sin embargo, haber escuchado hablar de Jesús no hace que una persona cambie su estilo de vida o pierda el miedo a la muerte. No pasó así con Barrabás y tampoco sucederá con nosotros. Escuchar de Jesús es bueno, pero no produce resultados en nuestra vida si no lo aceptamos como nuestro salvador personal.

Si de verdad deseamos que Jesús produzca un cambio en nuestras vidas debemos creer y aceptar las verdades que la Biblia dice de él:

Jesús es el Hijo de Dios: La Biblia enseña que Dios envió a su Hijo Jesucristo para darnos vida eterna, así lo expresa el

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Evangelio de Juan en el capítulo 3, en el texto 16:

“Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquél que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.

Dios ama a todas las personas del mundo, pero es importante que te des cuenta de que Dios te ama personalmente, así tal como sos. No importa la clase social a la que pertenezcas, qué tipo de educación alcanzaste, ni cuál es tu condición económica, Dios te ama así como sos.

Jesús es Santo porque es Dios: La Biblia nos habla de la vida de Jesús como aquel que nunca pecó. La Biblia lo describe de la siguiente manera:

“Él nunca hizo pecado, ni se halló engaño en su boca, quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente.” (1ª Pedro 2:22-23)

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El único momento en el que Jesús tomó contacto con el pecado fue cuando cargó en la cruz todas nuestras culpas. El mismo apóstol Pedro nos dice:

“Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero.” (1ª Pedro 2:24)

Por esto es muy importante reconocer que Jesús ocupó nuestro lugar en la cruz. Al igual que Barrabás, éramos nosotros los culpables, porque la Biblia dice que “la paga del pecado es muerte”(Romanos 6:23). Sin embargo, él fue castigado por nosotros. “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos para llevarnos a Dios” (1ª Pedro 3:18)

Había perdido el rumboCuando Barrabás escuchó el veredicto de su condena, “muerte por crucifixión”, se sintió por primera vez acabado. Fueron muchas las veces que había estado en apuros, pero había logrado zafar. En esta ocasión sintió que estaba perdido definitivamente.

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Quizás nunca tomó conciencia de que vivió alejado del camino que Dios.

Todos experimentamos la misma realidad que Barrabás. Quizás no por ser condenados a muerte física, pero sí sentimos que perdimos el rumbo, que no logramos tener paz, que no estamos satisfechos y felices, que no tenemos esperanza para después de la muerte. En realidad la Biblia declara que “todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino...” (Isaías 53:6)

Muchos de nosotros creímos que podíamos salir de este estado de desesperanza con dinero, con influencias, con educación, pero no es posible encontrar la salida a nuestro estado de perdición. Por eso Jesús dijo:

“El Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10)

Cada uno necesita darse cuenta de que si no interviene Jesús, nunca encontraremos

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la forma de volver al camino correcto, a la buena relación con Dios.

Jesús declaró: “Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6)

No podía hacer nada para quedar libreSi Barrabás hubiera podido pagar una fianza para su liberación, lo habría hecho. Si hubiera podido escapar, lo hubiera intentado, pero nada podía hacer para conseguir su libertad. Esta experiencia se repite en muchas personas en el día de hoy: desean ser liberados de pasiones y vicios que los torturan y no pueden; Jesús dijo: “Y conocerán la verdad y la verdad los hará libres... porque si el Hijo les da libertad, serán verdaderamente libres” (Juan 8:32 y 36)

Barrabás experimentó una liberación física ya que fue eximido de ir a la cruz porque Jesús ocupó su lugar; pero la verdad más profunda de la muerte de Jesucristo es que él ocupó ese lugar de maldición no solo por

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Barrabás, sino por cada uno de nosotros. Esta es la razón por la que la Biblia enseña que “en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres en quien podamos ser salvos” (Hechos 4:12)

Jesús ocupó su lugarCuando Barrabás escuchó que sería liberado de la condena y que un tal Jesús ocuparía su lugar en la cruz, no tuvo que hacer nada, absolutamente nada, sino sencillamente salir en libertad. La liberación de este hombre a cambio de la condena de Jesús, aquel en quien Poncio Pilato dijo no encontrar nada que lo hiciera digno de muerte, llenó de asombro y de indignación a muchos.

La verdad más grande del Evangelio, la buena noticia del cielo para nosotros, es que Jesús fue a la cruz para que todos los hombres y mujeres pudieran recibir el perdón de Dios. Porque en la muerte de Cristo Jesús se estaba saldando la deuda que cada uno de nosotros tenía ante la

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santidad de Dios. Por esto dice la Biblia que “ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Romanos 8:1)

Lo extraordinario de la muerte de Jesús en la cruz sucedió luego de tres días de su sepultura. El relato del evangelio dice: “Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No teman ustedes; porque yo sé que buscan a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, ha resucitado” (Mateo 28:5-6).

La resurrección de Jesucristo es la prueba acabada de que realmente él es Dios y por ello puede ser nuestra garantía de salvación. Jesús había declarado:

“Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí aunque esté muerto vivirá y todo aquél que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” (Juan 11:25-26).

Seguramente, al igual que Barrabás, has oído hablar muchas veces sobre Jesús, pero te sentís extraviado del camino de Dios y

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sin rumbo. Te invito a reflexionar seriamente sobre tu situación personal; recordá que solo no podrás hacer nada para librarte del pecado y de sus consecuencias. Necesitás ayuda y el único que puede hacerlo es Jesucristo, porque él ocupó el lugar que vos y yo merecíamos en la cruz y derramó su sangre para limpiarnos del pecado. Así dice la Biblia: “La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”(1ª Juan 1:7).

Lo único que debés hacer para encontrar el camino correcto es aceptar por la fe a Jesucristo en tu corazón.

Si luego de leer este pequeño libro te diste cuenta de que estás buscando encontrarte con Dios y comenzar una relación personal con él, te invito a que recibas a Jesucristo como tu Salvador personal. Para eso podés hacer la siguiente oración:

Santo Dios: reconozco que soy un pecador y me doy cuenta de que solo no podré jamás llegar a tener relación contigo ni

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entrar al cielo. En este momento te pido que perdones mis pecados y creo que tu Hijo Jesucristo murió en la cruz en mi lugar y que resucitó de los muertos para mi salvación. Lo acepto como mi único y suficiente Salvador personal.Hoy abro mi corazón, pido que cambies mi vida y me hagas una nueva persona.

Si de todo corazón hiciste esta oración de fe, la Biblia enseña que:

“Mas a todos los que le recibieron y creen en su nombre les dio el derecho de ser llamados hijos de Dios” (Juan 1:12)

A partir de ahora Jesús te asegura que tu salvación es para siempre, él dijo: “El que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” (Juan 5:24)

Quisiera darte algunos consejos que serán muy útiles para tu nueva vida como hijo de Dios y seguidor de Jesucristo.

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Cuando acepté a Jesús como mi Salvador, alguien me enseñó que la vida cristiana se parecía mucho a una mesa de cuatro patas. Para que la mesa pueda cumplir bien su función, debe tener las cuatro patas en buenas condiciones. Basta que una sola de sus patas no funcione bien para que toda la mesa deje de dar la utilidad que se espera. Esto mismo sucede con la vida de los cristianos.

1. Dios me hablaMi nueva relación con Dios es de hijo a padre y para que esta relación se desarrolle debe haber una buena comunicación. Esta comunicación se da a través de la

NUEVA VIDA EN CRISTO

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Palabra de Dios, la Biblia. Es por eso que debés leerla todos los días. La Biblia es el alimento para nuestro desarrollo espiritual, es decir, el crecimiento en nuestra buena relación con Dios.

“Deseen como niños recién nacidos la leche espiritual para que por ella crezcan” (1ª Pedro 2:2)

2. Hablo a DiosEn esta nueva relación, debés saber que podés hablarle a Dios como tu padre, eso se hace a través de la oración.

Orar no es repetir una oración preestablecida, sino abrirle el corazón a Dios y expresarle sinceramente todo lo que deseás. Debés agradecerle por lo que él ha hecho y hace a tu favor y podés presentarle tus necesidades. Dios dice en su Palabra: “Pedid y se os dará” (Mateo 7:7)

3. Me congregoDebés buscar un grupo de creyentes en Cristo con quienes aprendas a conocer

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mejor a Dios y seas animado y enseñado por cristianos más maduros en su fe. Jesús dejó una hermosa promesa:

“Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo estoy en medio de ellos” (Mateo 18:20)

4. Testifico de mi fe en CristoEs muy importante que compartas tu fe con otros. Dios ha realizado una gran obra en tu vida, Jesucristo te ha dado vida eterna y el Espíritu Santo ha venido a vivir a tu corazón.

No debés callar esta nueva relación que tenés con Dios. Jesucristo nos dijo que seríamos sus testigos, es decir, que contaríamos a otros de nuestra experiencia con él: “Y me seréis testigos... hasta lo último de la tierra”(Hechos 1:8).

No tengas temor de compartir tu fe con otros: en el mundo hay millones que necesitan encontrarse con Jesucristo como Salvador, pero alguien debe contarles.

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Espero, luego de tu decisión de fe, que puedas contárselo a la persona que te entregó este libro o que te contactes con una iglesia para comenzar a desarrollar tu nueva vida cristiana. Que Dios te bendiga ricamente.

Impreso en Septiembre de 2016 por Grancharoff Impresores.

Tapalqué 5868, Buenos [email protected]

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