el nino radio y otros cuentos

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  • 7/23/2019 El Nino Radio y Otros Cuentos

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    Ilustrado porNela Marn

    DIXONMOYA ENRIQUEPILARTE LUISFELIPEULLOA

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    DIXON MOYA

    ENRIQUE PILARTE

    LUIS FELIPE ULLOA

    Ilustrado por

    Nela Marn

    Con el apoyo de la Real Embajada de Noruega y Embajada de Finlandia.

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    EL NINO RADIODixon Moya

    Hubo un tiempo en el que no exista televisin o Internet, algo dicil decreer pero cierto. Las cartas manuscritas tardaban semanas o meses parallegar a su destino o nunca arribaban, al nauragar en el mar los barcosque las transportaban. La nica manera de saber lo que ocurra en distantescomarcas era a travs de una caja de sonidos y botones, llamada radio.

    Gabriel, un nio de once aos, viva por aquellos das en Aracataca, unpueblo caluroso del Caribe con sus abuelos maternos. Gabriel estudiabaquinto grado en la escuela pblica, en sus ratos libres lea historietas o poesa

    y cada tarde regresaba presuroso al hogar, para escuchar los cuentos delabuelo Nicols a la hora de la comida y los de la abuela Tranquilina antesde dormir. Los abuelos le llamaban Gabo o Gabito.

    N863.44M938 Moya, Dixon

    El nio radio y otros cuentos/Dixon Moya,Enrique Peralta y Luis Felipe Ulloa; il. MarianelaMarn Rodriguez.--Managua : Libros paraNios, 2008

    40 p

    ISBN: 978-99924-67-23-7

    1. LITERATURA INFANTIL

    . Textos: Dixon Moya, Enrique Peralta y Luis Felipe Ulloa. Ilustraciones: Nela Marn. Edicin: Fondo Editorial Libros para Nios

    Cuido de Edicin: Gabriela Tellera

    Primera edicin, Septiembre 2008

    Con el apoyo de la Real Embajada de Noruega y Embajada de Finlandia.

    Impresin: ARDISA-NICARAGUATirajaje, 2,000 ejemplares

    www.lpninos.com

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    Cierto da luego de comerse unhelado, Gabriel se llev la mano alpmulo derecho y no pudo disimularun gesto de dolor. Doa Tranquilinade inmediato le hizo abrir la boca

    y con su mirada de especialista entodas las cosas de la vida, observun pequeo punto negro en la muelaadolorida. La abuela no dud, al da

    siguiente iran a ver a Melquades elSabio, dentista, peluquero, zapatero,carpintero, electricista y perito entodas las artes y ciencias.

    Aquella noche, Gabito dejde pensar en las aventuras de lashistorietas; por vez primera en sucorta vida arontaba un gran temor.Se imaginaba la mesa de trabajo deMelquades, en donde entre todas lasherramientas se destacaba una enormetenaza para sacar muelas. Luego devarias horas de descartar excusas y

    planes de uga, pudo dormirse mspor atiga que por placer.

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    En la maana, Doa Tranquilina llevde la mano a su nieto al consultoriotaller, en donde Melquades estabaconcentrado examinando un aparatode radio, all le explic el motivode la visita. Melquades se mud eloverol marrn por una bata blanca,

    se lav las manos y le indic al nioque se sentara en la silla multiusos. Loexamin y lanz su diagnstico.

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    No es necesario extraer la muela, la caries hasta ahora est empezando,con una calza bastar dijo Melquades, quien con su cara de cientcoexcntrico le inspir conanza al nio. La operacin ue muy rpida eindolora, en realidad Melquades era diestro en su proesin, es decir, entodas sus proesiones. Taladr suavemente, y aplic la placa metlica.

    Gabriel luego vea orgulloso en un espejo, el destello plateado queprovena del interior de su boca y record las historias que lea sobre seresantsticos llamados robots. Pero algo estaba mal, el nio empez a or

    ruidos y voces en el interior de su cabeza, Gabo intent continuar con suvida normal, hasta cierta maana, cuando el proesor de espaol lanzuna pregunta sobre una gura potica que sirve para designar las cosas,sin nombrarlas.

    De inmediato Gabriel levant el brazo, el proesor le indic con la cabeza quehablara y cuando estaba a punto de pronunciar el nombre de las metoras, una vozprounda y grave, que sali de su garganta, sorprendi a los presentes en el salnde clase.

    Sepronosticaun diasoleadoconlluviasaisladas.Todos se quedaron espantados mirando a Gabo, quien haba cerrado la boca. El

    proesor tratando de entender la situacin, se dirigi al nio.

    Gabriel, no saba que ueras ventrlocuo, pero ue un chiste de muy mal gusto!

    La clase prosigui, pero Gabito sinti una gran vergenza, no volvi a hablar, sabaperectamente que aquella voz era una de las tantas que en ocasiones escuchaba.Apenas escuch la campana de salida, sali corriendo en direccin a su casa sinmusitar palabra.

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    Mientras Gabo se encerraba en el bao a llorar por su situacin, el rumorcorri por las calles del pueblo en boca de sus condiscpulos y de los padresde aquellos nios, quienes aadieron sus propias versiones de lo sucedido. Alnal, el chisme hablaba de brujera o la travesura de un mal espritu. Algunosueron a ver al sacerdote del pueblo, aunque el seor cura no crea mucho enlos comentarios de los chismosos, accedi a visitar esa noche a la amilia.

    Los nicos que no conocan la noticia del extrao caso de Gabo eran susabuelos, quienes escucharon incrdulos al sacerdote. Gabriel con los ojos rojosde tanto llorar, cont no slo lo sucedido en el saln de clase sino lo que vena

    pasando desde haca unos das. El cura al escuchar el relato se preocup,y consider que los chismosos podan tener razn. Don Nicols quienhaba estado muy callado, le pidi a su nieto que se acercara y comenz aexaminarlo, recordando sus viejos das como mdico naturista.

    Abre la boca le pidi.

    El nio hizo caso pero no sucedi nada, entonces el abuelo subi lentamente

    el brazo derecho, repitiendo la postura en el colegio, de repente una vozmelodiosa cant:

    El dia que me quieras, desde el azul del cielo,las estrellas celosas nos miraran pasar...

    Pero si canta igualito a Carlos Gardel dijo el cura.

    No padre complement don Nicols es Carlos Gardel

    Ave Mara pursima Nicols!, qu est diciendo usted?

    El que est cantando es Carlos Gardel, no es mi nieto, l simplemente lotransmite. Acabo de entenderlo todo, Gabo se ha convertido en un radio, un

    radio humano, que puede sintonizar dierentes emisoras. En este caso, el odounciona como el receptor, la boca como transmisor y el brazo es la antenapara sintonizar, mire nuevamente. Don Nicols repiti la operacin, al hacerlogirar y mover el brazo en dierentes posiciones se poda escuchar la mscompleta variedad de emisoras, incluso en otros idiomas.

    Pero, cmo puede ser posible? continu interrogando el sacerdote.

    No tengo la menor idea mi estimado Gonzalo dijo con buen humordon Nicols en todo caso, no se trata de espritus burlones, es un misteriocientco concluy con tono triunante el abuelo, tranquilizando al nio.

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    La nueva noticia recorri en sentido contrario las calles polvorientas.Ahora todos queran conocer al radio humano, deseaban ver con

    sus propios ojos semejante prodigio.Gabo se diverta con su situacin. Enel colegio, haca demostraciones aproesores y condiscpulos, todos sesentaban a escuchar sus programasavoritos, las nias pedan emisoras demsica, los nios las radionovelas deaventuras y los proesores los noticieros.Gabriel se convirti en el nio mspopular de Aracataca.

    Los abuelos y Gabo ueron de nuevoal consultorio-taller de Melquades, quienesta vez remontaba un par de zapatos.

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    Doa Tranquilina habarecordado que lo acontecido con sunieto sucedi justamente luego de la consulta odontolgica.Melquades, luego de unos segundos de refexin concluy:

    Tiene toda la razn mi seora, es cierto. Aquel da,yo estaba ensayando con una soldadura especial para unaparato de radio, es posible que parte de esa amalgamase mezclara con la calza, adems no sera extrao que laaleacin hubiera hecho contacto con el nervio que comunicala mandbula con el odo, lo que explicara que el nio captaralos sonidos de las ondas de radio y las retransmitiera por suaparato lingstico. Cambiar la calza metlica por otra.

    El experimento comprob la teora. En eecto, luego queMelquades reemplazara la calza metlica por una resinaespecial, Gabito no volvi a sintonizar ninguna emisora.

    Muchos aos despus rente a la mquina de escribir,Gabriel inventara relatos y cuentos.

    CONTAME UN, UNA...DE CAMELLOSEnrique Pilarte

    Cinco camellos tenan que entregar una carga importanteal otro lado del desierto. De ellos solamente Yusu, el msviejo, haba atravesado el desierto de un lado a otro. Losotros tres: Ossama, Ibrahim y Abdul, aunque ya habanestado en caravanas, nunca haban hecho una travesatan extensa. El ltimo, Al, era el ms joven, y este viaje ibaa ser el primero para l.

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    Durante los primeros das todo estuvo bien,avanzando a buen paso y hacindose amigos. Peroa la mitad del camino comprendieron que el aguaque llevaban no sera suciente. Aunque los camellospueden vivir muchos das sin agua, no resistiran hastael nal. Yusu el viejo los llev hasta una enorme rocaal lado del camino, y les dijo: Debemos encontraragua pronto, o moriremos. Pero no veo seales de

    oasis por aqu cerca. Tendremos que dividirnos paracubrir ms terreno. Cada uno ir en una direccindierente para buscarla.

    Pero, cmo haremos para saber si uno denosotros encontr el agua? Pregunt Abdul. Y el quela encuentre, cmo va a avisarnos?

    Usaremos esta gran roca comoseal respondi Yusu. Que nadiese aleje tanto que ya no pueda verla.El que encuentre agua primero, queregrese aqu y se suba a la roca. Losdems lo veremos y sabremos que

    ya se encontr agua.

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    Y as lo hicieron. Cada uno busc el agua a su manera.

    Ossama, que era terco e infexible, ue al oeste enlnea recta y mirando siempre hacia delante. No puedodistraerme viendo hacia los lados, pens, porque entonces

    me conundir. Siempre adelante. Pero tampoco recordmirar hacia atrs, y no se dio cuenta de que ya no tena laroca a la vista. Ibrahim que era supersticioso ue al norte.Escuch un grito en el cielo, y al alzar los ojos vio un halcn,pens que era un buen presagio: Este halcn sabr dndehay agua, pues desde arriba puede verlo todo y ya queanda por aqu, debe haber agua cerca. l no saba quelos halcones pueden volar muy rpido y lejos de sus nidos,por eso no les preocupa tener agua cerca. Lo sigui tantoque tambin sin darse cuenta perdi de vista la roca. Abdul,que despus de Al era el ms joven, camin al este hastaque le pareci ver a lo lejos el destello del sol sobre unestanque, y se apresur para llegar hasta all. Pero Abdulno estaba acostumbrado a los espejismos del desierto, que

    eso era lo que en realidad vea, y le pareca que nuncallegaba al estanque. Y corriendo detrs del espejismo sealej mucho de la roca y de la direccin indicada.

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    Yusu se llev consigo a Al, y caminaron lentamente hacia el sur. Al notque Yusu mantena los ojos cerrados. Est cansado el viejo, pens l. Meadelantar para encontrar ms rpido el agua. Seor Yusu le dijo porqu no descansas aqu mientras yo me adelanto? Si encuentro el agua o sillego hasta donde no pueda ver la gran roca, regresar por ti.

    No seas impaciente, Al le respondi Yusu. S que crees que vamos muylento, pero en el desierto apresurarse lleva al cansancio pronto. Debes usarotros sentidos adems de la vista. Cierra tus ojos y huele, pequeo Al.

    No muy convencido, Al hizo lo que le pidiYusu. Todo huele a arena, seor coment.

    Exacto, amiguito. Y mientras el desierto sigaigual, seguir oliendo a arena. Pero en cuantoel desierto cambie, notars el cambio con lanariz antes que con la vista. El olor del aguaen el desierto es inconundible y viaja libre porgrandes distancias.

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    As continuaron un buen rato, con Yusu concentrado en olatear.De repente dijo: No lo hueles, Al? ste cerr los ojos, y trasdar unos pasos ms, el olor y el rescor del agua lo golpearon enlas narices y el cuerpo: Lo siento! grit. Siento el agua! Yususe ri. Es correcto, pequeo Al. El agua est delante de nosotros,pero debemos desviarnos un poco a la izquierda para encontrarla.Vamos all, amiguito.

    Tras poco caminar dieron con un pequeo pozo, apenas unojo de agua brotando en el desierto con unas pocas malezasalrededor, pero que les dara agua suciente para todos. Llenaronsus alorjas de cuero y regresaron a la gran roca, trepndola paraver a sus amigos o que ellos los vieran. Pero no los encontraronhasta donde les alcanzaba la vista. All se quedaron hasta que sehizo de noche, y sus amigos no aparecieron.

    Ya muy preocupado, Yusu le dijo a Al: Pequeo, nuestrosamigos se alejaron demasiado de la roca o ya hubieran regresado.Debemos ir a buscarlos.

    Pero cmo los encontraremos de noche en este desierto? Losolatearemos tambin?

    No, ellos huelen como nosotros y nos conundiramos con nuestropropio olor. Esta vez tenemos que usar nuestra v ista y esperar el dapara seguir sus huellas.

    Pero a cul buscaremos primero? Porque cada uno ue endireccin dierente.

    Ese es mi temor, pues al que busquemos de ltimo ser el que corrams peligro Y aqu vio con preocupacin a Al. Eso signica quedeberemos separarnos para buscar ms rpido. Ellos estn ms all dedonde se divisa la roca, y si los hallas, sabrs regresar?

    Vamos Yusu, algo me has enseado sobre el desierto y encontrarcosas, puedo hacerlo.

    Vamos, pues. Deja toda la carga y lleva solamente una alorja de

    cuero llena de agua, para darles en cuanto los encuentres. T corre rectoal oeste, pues Ossama no se habr desviado del camino. Yo buscar aAbdul al este. Ibrahim tendr que esperar, Al quiera que el camino delnorte haya sido suave con l dese.

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    Al despuntar el da, Al con las energas de su juventud trot rectoal oeste sin parar, en todo momento viendo las huellas de Ossama.Gracias a su rpido galope lo encontr primero, desmayado decansancio y sed; pero vivo. Le dio unas gotitas, y cuando reaccion lepermiti beber un poco ms, hasta que se pudo poner de pie y trotarde vuelta con l. Por su parte Yusu pronto descubri que Abdul sehaba desviado un poco al norte, y se sinti bien de no haber enviadoen esta ruta a Al. Siguiendo el rastro como slo l saba hacerlo,

    por n vio a Abdul tendido en la arena, dbil pero an consciente.Tambin le dio agua de su alorja, hasta que se recuper lo suciente

    y juntos emprendieron el regreso a la gran roca.

    All encontraron a Al y Ossama y se saludaron los cuatro con granregocijo, pero altaba Ibrahim y ya era el medioda, cuando el soles ms uerte. Yusu quiso dejarlos descansando a la sombra de laroca, mientras Al y l iban a buscar al norte, pero Ossama y Abdul senegaron. Ya estamos bien dijeron, vamos todos por nuestro amigo,para encontrarlo ms rpido.

    Los cuatro siguieron las huellas de Ibrahim, que eran claras peroluego llegaron a una parte de rocas, donde tena su nido el halcn ylas huellas se perdan. Yusu dio gracias que estaban todos all y dijo:

    separmonos pero sin perdernos de vista unos a otros, caminandoen toda esta zona hasta encontrarlo. As cubrieron bastante terreno,y pronto Abdul encontr a Ibrahim: sin moverse, aparentemente sinrespirar. Estuvo a punto de llorar pensando que ya estaba muerto, peroYusu se acerc a su nariz y sinti la respiracin. - Ibrahim, Ibrahim!llam-. Vamos Ibrahim, no nos abandones, que tus amigos no tehemos abandonado!

    Ante la sorpresa de los dems, Ibrahim abri los ojos, y los girpara ver a sus compaeros. - Al sea con ustedes suspir-. Saba quevendran, aunque ya estuviera muerto.

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    Manuel Pinto Nieto se acerca entre la neblina que abrazala calle. Es de los que an uman. Anda con sus pantalonesnegros cholos a media nalga y con dos cadenas colgando. Subandana es roja con puntos amarillos y lleva lentes oscuros. Lacamisa es verde manzana y la lleva abierta y suelta, como sino hubiese ro, pero en realidad es para mostrar sus tatuajes.

    MANUEL, PITO LOCO Y LA MUJER

    GARROBOLuis Felipe Ulloa

    Le dieron de beber y le ayudaron a ponerse de pie y caminarhacia la gran roca junto al camino de las caravanas, para descansaresa noche. Al amanecer Yusu los condujo al pequeo pozo del surpara recargar sus cuerpos y sus alorjas, y regresaron a la gran rocapara dejar un recuerdo de su paso por ese sitio. Al n partieron aloeste para completar el viaje, pero antes de que se perdiera devista la gran roca, todos se voltearon para verla, y Al repiti lo quedejaron escrita en ella, una marca que otros camellos en nuevascaravanas podran entender:

    Si pasas con necesidad por este punto, al sur estla salvacin que encontramos los cinco,

    gracias a nuestra amistad. La paz sea contigo

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    Como todos los nes desemana no est solo, los Sombrasle acompaan. Es dicil sabercomo con esa cara de nio queapenas refeja sus 16 aos puedaser el jee.

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    Al otro lado de la calle, estn sentados en la esquina los MarososX con sus bandanas amarillas. Esperan que se acerquen pero nose crean que andan tranquilos. Algunas aunque lo nieguen ya vanacalambrndose. Hernando Pito Loco se llamaba Juan Antonio antes

    y no quiso tener ni ese nombre ni sus apellidos. Dicen que era hijo deumones, pero el ya no le hace al humo. Ha pasado por muchas cosaspara sus 16 aos de edad, y a decir verdad parece de 22. Hoy esttriste pero preere parecer enojado, pues la Susana Piercing lo dejpara juntarse con el propio de Los Sombras, Manuel Pinto Nieto.

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    El por su parte es el propio de los Marosos X. Equis viene de extremo ymarosos de mara. Eso lo aprendieron en videos y programas de la tele. Alprincipio se pusieron Marosos equus pero alguien les dijo que eso signicabaser caballos, y hasta ah no llegaban. As que decidieron por Equis enpalabra y despus por la X en smbolo.

    Los dos grupos tienen msica, los dos escuchan la misma cancin deraeggeton, pero nia sabihonda est ahora en ambas partes por puracasualidad. As que cuando se dan cuenta apagan los equipos... altiempo... tambin por pura casualidad y un silencio de pasillo de hospitalenvuelve el barrio.

    Manuel Pinto Nieto no hubiese querido mezclarse en estas vagancias, peroall estaba, tampoco Hernando Pito Loco. En realidad nadie quera estar ah,pero Qu otra cosa podan hacer?

    Cuando Los sombras cruzan el aviso de alto de la otra esquina, losMarosos X se ponen de pie como en las pelculas... con mucha calma ysacando el instrumental. Parece que habr ajetreo. Hay que prepararse para

    los lajazos y las cirugas. El viento sopla ms que de costumbre y pareceaullar.

    La distancia se acorta tanto que ya pueden apreciarse los rostros a pesarde la oscuridad. Se miran jamente y de vez en cuando sus manos rompenla tranquilidad aparente, haciendo movimientos bruscos repentinos para luegoquedar quietos. Eso da uerza y se supone que asusta. Estn ya muy cerca.

    Todos saben que el prximo paso de Los Sombras es la guerra. Ya no hayvuelta atrs.

    Manuel Pinto Nieto la inicia, y empieza una gritera inernal entre la que seescucha el intercambio de insultos. S in embargo de pronto...

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    De pronto se escuch arrastrar algolargo en el piso, y una hermosa joven,la ms bella que jams hubiesen ojoshumanos visto, apareci en mediode la tiniebla entre los dos bandos en

    pugna. La muchacha levant la caramir en las dos direcciones y con dosmovimientos tan rpidos que parecanuno solo tom a Manuel Pinto Nio y aHernando Pito Loco y desapareci conellos de la misma orma como entr.

    Los Sombras y los Marosos X sequedaron quietos. Se miraron porprimera vez unos a otros con suspropios miedos y platicaron. Despus

    empezaron a llegar todos los dasde cada n de semana al lugar paraver qu ocurra, y no solo llegabanellos sino al correrse la voz losacompaaron curiosos y los de otrosgrupos. Al nal era una muchedumbrela que se congregaba en el lugar.

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    Nadie nunca pudo entender a ciencia cierta lo que haba ocurrido,pero la gente y las malas lenguas siempre dicen sus cosas. Si bienlos unos aseguran que ue una coartada corrindose de algo de lapolica, los otros arman que se trat de un hechizo, pues era lamismsima Mujer-Garroba, que cansada de los golpes y las heridasentre muchachos decidi meter sus buenos ocios en el asunto. Lo

    cierto, puedo jurarlo, es que a los tres meses y setenta y dos horasaparecieron con las mismas bandanas y pantalones cholos ManuelPinto Nieto y Hernando Pito Loco de nuevo, y lo hicieron con unintervalo de tres horas solo que con setenta y dos aos de edad.nicamente los tatuajes entre sus arrugas pudieron comprobar susverdaderas identidades

    Sea lo que uere algo les haba quitado su juventud, pero les habasalvado la vida. Don Manuel y Don Hernando, ahora, se han dejadode pleitos y son broderazos. Los dos llevan en su bolsa la oto dela misma chica, la misma maga, escuchan sin desconanza la niaSabihonda y ya Manuel Pinto Nieto no uma. Los dos, l y HernandoPito Loco, hacen las mejores serenatas de amor en el lugar las noches

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    de luna de los nes de semana, usando trajes de mariachia la medida. Los une un pacto de silencio sobre lo ocurridoque no puede ser roto sino cuando la hermosa joven, lams bella que jams hayan ojos humanos visto, se hagapresente de nuevo.

    Mientras tanto los Sombras y los Marososos X se estnorganizando de nuevo, pero an no sabemos para qu.

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