el gabinete del príncipe alquimista

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C14 l Cultura El Comercio domingo 23 de agosto del 2015 Es una habitación pe- queña, recubierta de arte, con techos altos y sin ventanas. Se encuentra conec- tada por una puerta a la grandiosa Sala de los Quinientos del Pa- lazzo Vecchio de Floren- cia. Tal vez por ello pasa desapercibida para muchos visitantes, quienes siguen de frente su recorrido sin apreciar la enigmática sala. Porque es- ta pequeña joya estuvo perdida durante siglos. Incluso se llegó a cuestionar su existencia, y cuan- do finalmente la encontraron, estaba totalmente desmantela- da. La colección de obras de ar- te fue dispersada entre los prin- cipales museos de la ciudad y se tejió una leyenda negra en torno al llamado Studiolo. Dijeron que se trataba de un salón donde el Gran Duque practicaba bru- jería. Pero la realidad era otra. EL GRAN DUQUE A Francisco I de Médicis (1541-1587) la historia lo ha tratado mal. Tal vez porque siempre fue comparado con EL HALLAZGO “Cuarto de cosas raras y precio- sas por valor o por arte, como joyas, medallas, piedras gra- badas, cristales tallados y án- foras, inventos y cosas símiles, no de gran tamaño, guardadas en sus armarios, cada una en su género”, escribió Vincenzo Borghini, un humanista con- temporáneo del duque. Uno de los testimonios más confiables de la existencia de la cámara. Pero aquella habitación des- crita por Borghini desapareció tras la muerte del duque. Era como si el propio palacio que la albergaba se la hubiera traga- do. Durante años los estudio- sos hablaron del famoso estu- dio y, siglos después, cuando el edificio pasó a ser un museo, nadie podía precisar dónde se ubicaba la sala. Fueron los estudiosos Gio- vanni Poggi y Alfredo Lensi quienes continuaron la bús- queda. Finalmente descubrie- ron en 1910 unos frescos en el techo de una pequeña habita- ción. Eran las pistas que busca- ban. Allí estaba el Studiolo. Comenzó así el trabajo de reconstrucción. Se restauraron los frescos del techo. Se recupe- raron las 34 pinturas, la mayo- ría de las cuales se encontraba en la galería de los Uffizi, y las ocho esculturas. Quedan du- das sobre la ubicación precisa de cada pieza, aunque el mar- gen de error debe ser mínimo. Eso sí, los objetos que ocupa- ban los diversos armarios no han podido recuperarse. Ahora el Studiolo forma parte del recorrido turístico dentro del Palazzo Vecchio. Debido a sus dimensiones, solo se puede visitar en un número no mayor a diez personas. EL DUQUE EXHUMADO El desmantelamiento total del Studiolo fue obra de Fernando de Médicis, hermano y heredero del duque. Todos los hijos de Francisco murieron en la infancia y por ello nombró como su sucesor a su hermano, el cardenal Fer- nando. Pero ambos tenían una pésima relación. La rivalidad empeoró cuando el duque en- viudó y se casó con Bianca, el amor de su vida. El cardenal consideraba indigna del tro- no a la veneciana y arremetió contra ella con una campaña de desprestigio. Pero el Gran Duque necesitaba reconciliar- se con su heredero y lo invitó a visitarlo. En medio de las ce- lebraciones, el 8 de octubre de 1587 se realiza una cacería. Francisco regresa enfermo. Y, fiel a sus costumbres, no deja que lo atiendan los médicos, prefiere sus propias fórmulas. Como resultado, muere. Lo curioso es que once horas des- pués fallece Bianca del mismo mal. Por supuesto, Fernando es acusado del envenenamiento de la pareja. Y este, para lim- piar su honra, exige la exhu- mación de los cuerpos. Prueba así que el Gran Duque no murió envenenado. Ya convertido en el Tercer Gran Duque de Tosca- na, su primera tarea es borrar la memoria de su difundo her- mano. Siglos después, la teoría del envenenamiento volvió a afir- marse. En el 2006 se encontró cianuro en los restos de Fran- cisco. Se tejieron nuevas teo- rías, pero cuatro años después se volvieron a archivar. El ve- neno había sido utilizado para embalsamar el cuerpo, dijeron los expertos. Hoy todos recordamos a Francisco como el príncipe al- quimista y fundador de la ga- lería Uffizi. A Fernando, como un gran político que amplió el poder y la economía de la Tos- cana. Y el Studiolo está allí, completamente recuperado, recibiendo visitas. EL STUDIOLO EN EL PALAZZO VECCHIO El gabinete del príncipe alquimista Francisco I de Médicis dejaba de lado sus deberes de gobernante para dedicarse a las ciencias. Para ello mandó construir un estudio secreto. Siglos después, nadie podía afirmar dónde se encontraba y si realmente existió. GRANDE. Francisco de Médicis en sus años previos a heredar el ducado. STUDIOLO. Así luce el gabinete de Francisco I de Médicis tras la minuciosa restauración. Desde su des- mantelamiento, las obras fueron destinadas a diferentes mu- seos. Alberto Servat su padre, el gran Cosme I, y por algunas historias de crueldad que han sido alimentadas por la literatu- ra del tremendismo. Lo cierto es que Francisco heredó en 1574 una Toscana ordenada de tal manera que no era necesaria su presencia en cada instancia. Por lo que el nuevo Gran Duque delegó el poder en autori- dades políticas, milita- res y religiosas. Así pudo concentrarse en lo que más amaba: los estudios. Gran amante del arte co- mo sus padres, se diferen- ciaba de ellos por su tre- mendo interés en la ciencia. Se había mudado al Palazzo Vecchio tras su matrimonio con Juana de Habsburgo-Jagellón, La mayor gloria del Gran Duque En el Museo del Prado Fue el prestigioso Giambologna nombrado escultor de la corte del Gran Duque en 1561. En agradecimiento realizó este pequeño altorrelieve conocido como “Ale- goría de Francisco I”, que se encuentra en el Museo del Prado en Madrid. “El tema se había interpretado como la primavera o como símbolo de un enlace nupcial; sin embargo, según las últimas investigaciones y una vez identificado el protagonista a partir de una medalla, debe tratarse de la anticipación del prometedor futuro que le esperaba al príncipe gracias a su amor por la ciu- dad de Florencia”, cita el catálogo a la historiadora Ro- sario Coppel Aréizaga (“Arte y poesía. El amor y la gue- rra en el Renacimiento”). En este fino trabajo, Francisco aparece al centro, vestido como un centurión romano. Mercurio lo conduce de la mano hacia la ciudad de Flo- rencia, representada por una bella mujer. Sobre ellos revolotea el dios del amor. El resto de personajes, en opinión de los expertos del museo, son representacio- nes de las edades del hombre, las estaciones y otros atributos de grandeza. La sala A diferencia de otras habitaciones del palacio, el Studiolo estaba consagrado al estudio de las ciencias. El estudio parecía ser una leyenda, hasta que descubrieron unos frescos en el techo de una sala del Palazzo Vecchio. ARCHIVO MUSEO DEL PRADO hermana del emperador Maxi- mimiliano II. El enlace se realizó por razones políticas y desde el comienzo la pareja no fue feliz. Francisco dividía su tiempo en- tre su amante, la bella veneciana Bianca Cappello, y su afición por la alquimia. Para esta segunda actividad necesitaba un espacio privado, ajeno a su corte y de di- fícil acceso. El encargado de diseñar la cá- mara secreta fue Giorgio Vasari. El trabajo comenzó en 1570 y demoró poco más de dos años. El pedido de Francisco era muy preciso y ambicioso, de manera que convocaron a los principa- les artistas para realizar una se- rie de pinturas y esculturas que juntas habrían de componer un código de difícil interpretación sobre las artes y las ciencias. Los paneles inferiores de la sala eran en realidad puertas de entradas y salidas, y de armarios que guar- daban los tesoros de su dueño. El carácter y motivo de las pinturas señalaban el contenido de los ar- marios. Era como si se tratara de un inventario en clave. Al convertirse en Gran Du- que, Francisco tuvo que cambiar de residencia y sus visitas a su estancia preferida fueron men- guando. Comenzó entonces el desmantelamiento del Studiolo, aunque no de manera definitiva.

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El Comercio 23 agosto 2015

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Page 1: El Gabinete Del Príncipe Alquimista

C14 l Cultura —El Comercio —domingo 23 de agosto del 2015

Es una habitación pe-queña, recubierta de arte, con techos altos y sin ventanas. Se encuentra conec-tada por una puerta a la grandiosa Sala de los Quinientos del Pa-lazzo Vecchio de Floren-cia. Tal vez por ello pasa desapercibida para muchos visitantes, quienes siguen de frente su recorrido sin apreciar la enigmática sala. Porque es-ta pequeña joya estuvo perdida durante siglos. Incluso se llegó a cuestionar su existencia, y cuan-do finalmente la encontraron, estaba totalmente desmantela-da. La colección de obras de ar-te fue dispersada entre los prin-cipales museos de la ciudad y se tejió una leyenda negra en torno al llamado Studiolo. Dijeron que se trataba de un salón donde el Gran Duque practicaba bru-jería. Pero la realidad era otra.

el gran duqueA Francisco I de Médicis (1541-1587) la historia lo ha tratado mal. Tal vez porque siempre fue comparado con

el hallazgo“Cuarto de cosas raras y precio-sas por valor o por arte, como joyas, medallas, piedras gra-badas, cristales tallados y án-foras, inventos y cosas símiles, no de gran tamaño, guardadas en sus armarios, cada una en su género”, escribió Vincenzo Borghini, un humanista con-temporáneo del duque. Uno de los testimonios más confiables de la existencia de la cámara. Pero aquella habitación des-crita por Borghini desapareció tras la muerte del duque. Era como si el propio palacio que la albergaba se la hubiera traga-do. Durante años los estudio-sos hablaron del famoso estu-dio y, siglos después, cuando el edificio pasó a ser un museo, nadie podía precisar dónde se ubicaba la sala.

Fueron los estudiosos Gio-vanni Poggi y Alfredo Lensi quienes continuaron la bús-queda. Finalmente descubrie-ron en 1910 unos frescos en el techo de una pequeña habita-ción. Eran las pistas que busca-ban. Allí estaba el Studiolo.

Comenzó así el trabajo de reconstrucción. Se restauraron los frescos del techo. Se recupe-raron las 34 pinturas, la mayo-ría de las cuales se encontraba en la galería de los Uffizi, y las ocho esculturas. Quedan du-das sobre la ubicación precisa de cada pieza, aunque el mar-gen de error debe ser mínimo. Eso sí, los objetos que ocupa-ban los diversos armarios no han podido recuperarse.

Ahora el Studiolo forma parte del recorrido turístico dentro del Palazzo Vecchio. Debido a sus dimensiones, solo se puede visitar en un número no mayor a diez personas.

el duque exhumadoEl desmantelamiento total del Studiolo fue obra de Fernando de Médicis, hermano y heredero del duque.

Todos los hijos de Francisco murieron en la infancia y por ello nombró como su sucesor a su hermano, el cardenal Fer-nando. Pero ambos tenían una pésima relación. La rivalidad empeoró cuando el duque en-viudó y se casó con Bianca, el amor de su vida. El cardenal consideraba indigna del tro-no a la veneciana y arremetió contra ella con una campaña de desprestigio. Pero el Gran Duque necesitaba reconciliar-se con su heredero y lo invitó a visitarlo. En medio de las ce-lebraciones, el 8 de octubre de 1587 se realiza una cacería. Francisco regresa enfermo. Y, fiel a sus costumbres, no deja que lo atiendan los médicos, prefiere sus propias fórmulas. Como resultado, muere. Lo curioso es que once horas des-pués fallece Bianca del mismo mal.

Por supuesto, Fernando es acusado del envenenamiento de la pareja. Y este, para lim-piar su honra, exige la exhu-mación de los cuerpos. Prueba así que el Gran Duque no murió envenenado. Ya convertido en el Tercer Gran Duque de Tosca-na, su primera tarea es borrar la memoria de su difundo her-mano.

Siglos después, la teoría del envenenamiento volvió a afir-marse. En el 2006 se encontró cianuro en los restos de Fran-cisco. Se tejieron nuevas teo-rías, pero cuatro años después se volvieron a archivar. El ve-neno había sido utilizado para embalsamar el cuerpo, dijeron los expertos.

Hoy todos recordamos a Francisco como el príncipe al-quimista y fundador de la ga-lería Uffizi. A Fernando, como un gran político que amplió el poder y la economía de la Tos-cana. Y el Studiolo está allí, completamente recuperado, recibiendo visitas.

el studiolo en el palazzo vecchio

El gabinete delpríncipe alquimistaFrancisco I de Médicis dejaba de lado sus deberes de gobernante para dedicarse a las ciencias. Para ello mandó construir un estudio secreto. Siglos después, nadie podía afirmar dónde se encontraba y si realmente existió.

grande. Francisco de Médicis en sus años previos a heredar el ducado.

studiolo. Así luce el gabinete de Francisco I de Médicis tras la minuciosa restauración. Desde su des-mantelamiento, las obras fueron destinadas a diferentes mu-seos.

Alberto Servat

su padre, el gran Cosme I, y por algunas

historias de crueldad que han sido alimentadas por la literatu-ra del tremendismo. Lo cierto es que Francisco heredó en 1574 una Toscana ordenada de tal manera que no era necesaria su presencia en cada instancia. Por

lo que el nuevo Gran Duque delegó el poder en autori-

dades políticas, milita-res y religiosas. Así pudo concentrarse en lo que más amaba: los estudios. Gran amante del arte co-

mo sus padres, se diferen-ciaba de ellos por su tre-

mendo interés en la ciencia.Se había mudado al Palazzo

Vecchio tras su matrimonio con Juana de Habsburgo-Jagellón,

La mayor gloria del Gran Duque

en el museo del prado

Fue el prestigioso Giambologna nombrado escultor de la corte del Gran Duque en 1561. En agradecimiento realizó este pequeño altorrelieve conocido como “Ale-goría de Francisco I”, que se encuentra en el Museo del Prado en Madrid. “El tema se había interpretado como la primavera o como símbolo de un enlace nupcial; sin embargo, según las últimas investigaciones y una vez identificado el protagonista a partir de una medalla, debe tratarse de la anticipación del prometedor futuro que le esperaba al príncipe gracias a su amor por la ciu-dad de Florencia”, cita el catálogo a la historiadora Ro-sario Coppel Aréizaga (“Arte y poesía. El amor y la gue-rra en el Renacimiento”). En este fino trabajo, Francisco aparece al centro, vestido como un centurión romano. Mercurio lo conduce de la mano hacia la ciudad de Flo-rencia, representada por una bella mujer. Sobre ellos revolotea el dios del amor. El resto de personajes, en opinión de los expertos del museo, son representacio-nes de las edades del hombre, las estaciones y otros atributos de grandeza.

la salaA diferencia de

otras habitaciones

del palacio, el Studiolo

estaba consagrado

al estudio de las

ciencias.

El estudio parecía ser una leyenda, hasta que descubrieron unos frescos en el techo de una sala del Palazzo Vecchio.

ArChIvo

MusEo DEl prADo

hermana del emperador Maxi-mimiliano II. El enlace se realizó por razones políticas y desde el comienzo la pareja no fue feliz. Francisco dividía su tiempo en-tre su amante, la bella veneciana Bianca Cappello, y su afición por la alquimia. Para esta segunda actividad necesitaba un espacio privado, ajeno a su corte y de di-fícil acceso.

El encargado de diseñar la cá-mara secreta fue Giorgio Vasari. El trabajo comenzó en 1570 y demoró poco más de dos años. El pedido de Francisco era muy preciso y ambicioso, de manera que convocaron a los principa-les artistas para realizar una se-rie de pinturas y esculturas que juntas habrían de componer un código de difícil interpretación sobre las artes y las ciencias. Los paneles inferiores de la sala eran en realidad puertas de entradas y salidas, y de armarios que guar-daban los tesoros de su dueño. El carácter y motivo de las pinturas señalaban el contenido de los ar-marios. Era como si se tratara de un inventario en clave.

Al convertirse en Gran Du-que, Francisco tuvo que cambiar de residencia y sus visitas a su estancia preferida fueron men-guando. Comenzó entonces el desmantelamiento del Studiolo, aunque no de manera definitiva.