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UNIVERSIDAD PEDAGOGICA NACIONAL
MAESTRIA EN EDUCACION SEMINARIO ECOLOGIA DE LA RED
CARLOS ANDRES MORALES PEÑA
COD. 2013287683
EL PROBLEMA DE “SER” EN EL CIBERESPACIO
Internet ha dejado de ser un entorno tecnológico para convertirse en uno social, ha dejado
de ser privado y selectivo y se está convirtiendo en un entorno público y globalizado, donde las
personas intercambian ideas, construyen conocimientos o establecen relaciones a diferentes
niveles. Surge así un nuevo lugar, el ciberespacio, con todas las consecuencias que a nivel social
implica. La preocupación por el hombre y la tecnología data de la antigüedad; sin embargo, es
desde la segunda mitad del siglo XX que comienza un estudio sistemático a partir de la
cibernética, en la cual se piensan las interacciones hombre-máquina, y más adelante en la última
década del siglo con la virtualidad se aborda el “ser-en-la-red” al considerarse un hecho la
existencia en potencia de comunidades humanas en las redes de comunicación. Por tanto, en este
escrito se pretende analizar, cómo en estas posturas teóricas se plantea la comprensión de las
sociedades contemporáneas en red.
En primera medida, es necesario entender el lugar donde ocurre esta transformación en la
interacción social, pues en términos de Serres “la vida no puede prescindir del lugar” (Serres,
1994), es así que se dificulta pensar en un desarrollo vital que no esté aferrado a una experiencia
sensible que exprese un aquí y un ahora, por tal razón, se enuncia la necesidad del hombre por
“ser-ahí” tener la posibilidad de mostrar su existencia en relación con un espacio y todo aquello
que lo compone. Si tenemos en cuenta la etimología de la palabra ciberespacio, podemos decir
que su “elemento compositivo prefijo, creado por acortamiento del adjetivo cibernético, forma
parte de términos relacionados con el mundo de las computadoras u ordenadores y de la realidad
virtual (RAE, 2005). Es entonces un “lugar” intangible que propicia internet, que puede ser
contenido en una infraestructura electrónica, no obstante, lejos de poseer dimensiones materiales
se encuentra cifrado en construcciones teóricas o abstractas, producto de las interacciones
humanas que allí se tejen. Es decir, el ciberespacio sugiere una metáfora de enormes
dimensiones, es un termino que “intenta representar lo irrepresentable, es una idea que reside
como tal en nuestras mentes” (Sáez, 1997)
Este nuevo espacio permite el desarrollo de interacciones sociales que han generado diversas
formas de “ser-en-la-red”, aquellos que por diversas razones se conectan y realizan actividades
en forma permanente, han perfeccionado formas de comunicación e incluso lenguajes para su
interacción. Se entiende entonces por interacción social en este contexto, el proceso en el cual se
dan relaciones intersubjetivas, y se desarrolla en un “contexto” social que imprime su marca
aportando un conjunto de códigos, de normas y de modales que vuelven posible la comunicación
y aseguran su regulación (Marc & Picard, 1992). De esta manera, se ha propiciado a través de la
tecnología el “conectarse, estar conectado” que connota la participación activa en la sociedad en
red. Estar conectado representa estar en el mundo, formar parte del sistema, lo que permite a su
vez ser creador de nuevas redes de interacción. “La conectividad es condición necesaria para la
comunicación a través de la red” (Castaños, 2000) es así que las formas comunicativas están
transformándose dentro de la red a través de la creación de las comunidades virtuales.
Es claro que la conectividad es una acción que solo puede darse en el ciberespacio, del cual
Paul Barán en los años cincuenta es su pionero, al proponer una clasificación de redes de
comunicación que fue el germen de lo que hoy conocemos como internet: la red distribuida, en la
cual un mensaje viaja en pequeños paquetes de información, que puede soportar la falla en uno o
varios de sus nodos y aún seguir funcionando (Piscitelli, 2005). De esta manera se estructura el
ciberespacio, que empero, requiere tambien una lógica de acción humana que la sustente, y es
precisamente por estos años que se desarrolla de forma independiente la cibernetica y la teoría
general de sistemas.
El reto que propone la comunicación en redes distribuidas, significa un cambio tanto en las
lógicas científicas como de acción en la ingeniería. En un mundo lineal fundado desde el
pensamiento cartesiano, se hizo difícil comprender relaciones simultáneas y procesos de
retroalimentación; durante mucho tiempo se forzaron relaciones hasta que el biólogo Ludwing
von Bertalanffy presento la teoría general de sistemas (TGS), muy influida por el funcionamiento
de los organismos vivos. De esta manera, se identifica el sistema como conjuntos de elementos
que guardan estrechas relaciones entre sí, que mantienen al sistema directa o indirectamente
unido de modo más o menos estable y cuyo comportamiento global persigue, normalmente,
algún tipo de objetivo (Arnold & Osorio, 1998).
Este aporte teorico fue vital en la transformación del concepto de redes de comunicación, que
a la larga, constituye muchas de las dinámicas de acción en las comunidades conectadas en red,
influyendo a Norbert Wiener creador de la cibernética moderna. Éste tuvo bajo su cargo la
creación de mecanismos de comunicación y control de maquinas de computo que soportaran
operaciones militares durante la segunda guerra mundial. Sin embargo, el propio Wiener amplió
dicho objetivo y lo extendió al entendimiento del funcionamiento de sistemas humanos y
sociales. Siendo su tesis fundamental:
La sociedad solo puede entenderse mediante el estudio de los mensajes y las facilidades de
comunicación de que ella dispone y, además, que, en el futuro, desempeñaran un papel cada vez
más preponderante los mensajes cursados entre hombres y máquinas, entre máquinas y hombres y
entre máquina y máquina (Wiener, 1958).
Desde el punto de vista cibernético, podemos considerar que la sociedad es un sistema orgánico
viviente basado en la comunicación y la información, que se generan según la funcionalidad del
ambiente en cual se encuentre. No hay mensajes fuera de contexto, separados de una comunidad
activa, es decir, de una sociedad. Todos los mensajes forman parte de la esta última y dejan de
tener sentido cuando salen del contexto en que han sido generados. En definitiva, la mirada
holística de la cibernética acerca de las comunicaciones es muy pertinente para el análisis de los
fenómenos de interacción en las comunidades virtuales, que comprenden mayor complejidad que
las comunicaciones presenciales.
La sociedad que se gesta en el ciberespacio no sólo es un sistema abierto, sino que es muy
difícil diferenciar su forma y sus límites. El orden y el desorden se generan a través de la
interacción y la participación activa de los usuarios que son a la vez productores y consumidores
del propio sistema. No hay un centro y por consiguiente, el sistema está constituido por redes de
redes. De hecho, tal y como afirma Levy, el espacio no es desorden sino expresión de la
diversidad de lo humano (Levy, 1997). En cuanto a lo virtual, no se opone a lo real sino a lo
actual. A diferencia de lo posible de lo ya constituido, lo virtual es una existencia problemática,
un acontecimiento, que reclama un proceso de resolución: la actualización (Levy, 1999).
Entonces lo virtual es algo real que muta en sus características y dinámicas, presentando una
realidad distinta a la actual, pero igualmente existente. El ciberespacio no genera una cultura de
lo universal porque está en todas partes, sino porque su forma o su idea implican el derecho de la
sociedad a participar de este nuevo espacio, que es la actualización en una entidad abstracta del
espacio de comunicación humana.
En conclusión, podemos decir que las nuevas formas de concebir a la sociedad en distintos
enfoques ligados a la comprensión de los espacios virtuales y la tecnología están en buena parte
influenciadas por una concepción biológica, en la cual las sociedades humanas se asemejan a
organismos vivos. Estas concepciones dan origen a teorías como la cibernética y la virtualidad,
que comprenden como aspecto esencial en tiempos de crisis de los meta-relatos, la
comunicación, que constituye uno de los pocos ejes integradores de la sociedad en tiempos de la
era de información.
Con el desarrollo de las redes de comunicación, especialmente de Internet que crece día a día
de forma exponencial, se dibuja una sociedad desde una visión circular del mundo que se auto-
enlaza y se auto-reproduce. Es así que puede ser vista desde una dinámica circular, dado que
según los planteamientos de la cibernética, tiene un feedback o proceso de retroalimentación
(Wiener, 1958) que mantiene el equilibrio de los elementos cuando estos se ven afectados por
algún motivo. Podemos interpretar este planteamiento como el funcionamiento mismo de la red a
nivel electrónico, sin embargo hay que recordar que estamos ante una concepción sistémica de la
sociedad que es importada de la ingeniería. No obstante la virtualidad propuesta por Pierre Levy
permite una compresión en términos humanísticos éstas las características de la red y sus
condicionamientos a la sociedad, a partir del concepto de cibercultura. Por tal razón cobran
importancia enfoques como los vistos en el anteriormente, más que para generar soluciones, para
encontrar esquemas de análisis de dinámicas tan diversas y complejas.
Bibliografía
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