dogmacero- 2 marzo-abril 2013

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DOGMACERO Número 2 | Marzo-Abril 2013 HORIZONTE ALTERNATIVO Graham Hancock Misteriosos extranjeros: Nuevos hallazgos sobre los primeros americanos Jan Peter de Jong Los descubrimientos de Alfredo Gamarra: la Humanidad nació en Perú Eduard Pi Entrevista a Robert Bauval Antonio Tagliatti Cáncer: hacia un nuevo concepto de salud y enfermedad También en este número: “Iconografía del Antiguo Astronauta: Nueva propuesta de interpretación.” por Xavier Bartlett. “Abducciones ¿Se- cuestrados por extraterrestres?”por David Alvarez

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Page 1: DogmaCero- 2 Marzo-Abril 2013

DOGMACERO Número 2 | Marzo-Abril 2013

HORIZONTE ALTERNATIVO

Graham Hancock

Misteriosos extranjeros:Nuevos hallazgos sobre los primeros americanos

Jan Peter de Jong

Los descubrimientos de Alfredo Gamarra: la Humanidad nació en Perú

Eduard Pi

Entrevista a Robert Bauval

Antonio Tagliatti

Cáncer: hacia un nuevo concepto de salud y enfermedad

También en este número: “Iconografía del Antiguo Astronauta: Nueva propuesta de interpretación.” por Xavier Bartlett. “Abducciones ¿Se-

cuestrados por extraterrestres?”por David Alvarez

Page 2: DogmaCero- 2 Marzo-Abril 2013

DogmaCeroPublicación bimensual

NÚMERO 2 MARZO-ABRIL 2013

EDITORDavid Álvarez

EDITOR ADJUNTOXavier Bartlett

REDACCIÓNDaniel CrosEduard PiArtur Sala

COLABORADORESRobert BauvalAndrew CollinsPhilip CoppensScott Creighton

Graham HancockJan Peter de Jong

Laird Scranton

CORRESPONSALESScott Corrales (U.S.A.)

Raul Nuñez II.EE. (Chile)CEFORA (Argentina)

[email protected]

DOGMACERO es una publicación independiente, editada sin ánimo de lucro y que se distribuye bajo licencia Creative Commons 3.0 que autoriza la copia, reproducción y distribución del texto bajo estas cláusulas: no se permite un uso comercial del texto, se ha de citar el autor y la fuente orignal y no se pueden hacer obras derivadas del texto.

Rogamos que nos comuniquen por correo electrónico la reproducción de cualquiera de los contenidos de esta publicación.

http://www.dogmacero.org

Contenido

Graham Hancock

Misteriosos extranjeros:Nuevos hallazgos sobre losprimeros americanos

Xavier Bartlett

Iconografía del antiguoastronauta: Nueva propuesta de interpretación

Jan Peter de JongLos descubrimientos de Alfredo Gamarra: la Humanidad nació en Perú

Eduard PiEntrevista a Robert Bauval: “Existió en Egipto una civilización miles de años antes de la era faraónica.”

David AlvarezAbducciones ¿Secuestrados por extraterrestres?

Antonio Tagliatti

Cáncer: hacia un nuevo concepto de enfermedad

Portada

Editorial

Machu Picchu, Perú (Foto Xavier Bartlett)

Libros:“La Serpiente Celeste” de John Anthony West

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34

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Page 3: DogmaCero- 2 Marzo-Abril 2013

Desde Dogmacero intentamos ofrecer una visión alternativa de la historia y la sociedad, tanto antigua como contemporánea. La dirección de Dogmacero no se identifica necesariamente ni con el contenido de los artículos publicados ni con la opinión vertida en ellos por sus autores.

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http://www.dogmacero.org

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Editorial“Muchas culturas y civilizaciones de la Antigüedad desaparecieron de forma tan completa que hasta hace poco se ignoraba totalmente su existencia y algunas eran recordadas sólo a través de tradiciones y leyendas, a veces increíbles, que mezclaban sucesos fantásticos y hazañas legendarias.”

Estas palabras fueron escritas por la Doctora en Historia y profesora titular de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) en Madrid, España, Ana María Vázquez Hoys, en su completo y brillante estudio “Historia Antigua Universal”, que sirve de manual obligado en diversas universidades españolas. Esta afirmación es un reconocimiento explícito de que la Historia, lejos de ser un corpus estático, es algo vivo, que evoluciona con el conocimiento que vamos asumiendo de nuestro remoto pasado y que con demasiada frecuencia choca con fuertes resistencias del mundo académico, enrocado en la defensa de posturas difícilmente defendibles a la luz de las nuevas aportaciones.

Para muchos especialistas, está claro que los dogmas en que se asienta la Historia de nuestra civilización, deben ser derribados y que el actual paradigma precisa de una revisión en profundidad. En esta línea discurre el artículo del conocido escritor británico Graham Hancock, así como las declaraciones que en una entrevista en exclusiva para DogmaCero ha realizado el no menos conocido ingeniero y escritor Robert Bauval. Sumamente interesante es la aportación que nos presenta el investigador holandés Jan Peter de Jong, que hay que leer con detenimiento y sin perder de vista su contexto, acerca de los descubrimientos que hizo Alfredo Gamarra en Perú y que, de demostrarse ciertos, obligarían a reescribir la historia de nuestro pasado. Xavier Bartlett, editor adjunto de Dogmacero, presenta un riguroso y documentado trabajo en el que intenta aportar el contrapunto a esa casi obsesiva pulsión de muchos investigadores de ver extraterrestres y antiguos astronautas en cualquier representación artística de la antigüedad y es una perfecta “hoja de ruta” para situarnos en el estudio serio de esta cuestión.

Pero la Historia, aun siendo esencial su conocimiento para que en el futuro no repitamos los errores que cometimos en el pasado, no es en el único frente en el que queremos estar presentes y por eso hemos querido presentar un artículo en el que intentamos centrar el actual “estado de la cuestión” de un fenómeno, extraño, sorprendente e inquietante, como es el de las llamadas “abducciones”, cuya trascendencia creemos que bien merece nuestra atención. Y sobre todo, es un intento -y habrá otros- por dignificar el intencionadamente denostado mundo de la ufología.

Por último aunque no por ello menos importante, bien al contrario, el investigador Antonio Tagliatti nos presenta un brillante trabajo directamente dirigido a la línea de flotación de muchos dogmas médicos y que la mayoría de la población acepta sin cuestionarlos. Es un artículo absolutamente recomendable, destinado, como bien indica su título a abrir el camino a un “nuevo concepto de enfermedad”. Léanlo con atención porque lo que en él se dice da mucho que pensar.

Y es que, se mire por donde se mire, nuestro actual paradigma científico se tambalea.

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Graham Hancock, licenciado en Sociología por la Universidad de

Durham, escritor y periodista, ha sido reconocido como un pensador poco

convencional que plantea cuestiones controvertidas sobre el pasado de la

humanidad y hoy es, sin duda, un autor de referencia y sus obras de lectura obligada para los investigadores de

todo el mundo.

Misteriosos extranjeros:Nuevos hallazgos sobre los primeros americanos

Graham Hancock

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A día de hoy podemos afirmar que la cuestión histórica del poblamiento y descubrimiento de América

por los europeos ya se ha escapado del patrimonio exclusivo de las posiciones más dogmáticas e inmovilistas. Esto se debe a que en los últimos tiempos se han ido reforzando las teorías, hechos o conjeturas más o menos fundadas que ponen en entredicho las versiones académicas más arraigadas. En efecto, frente a la Historia oficial que ha defendido con vehemencia que Colón “descubrió” América, actualmente tenemos un corpus de pruebas bastante significativo que apunta sólidamente en otras direcciones y que ya no puede obviarse ni quedarse en una mera historia alternativa o marginal.

Asimismo, las teorías sobre la aparición del hombre en el continente americano se han movido en rígidos patrones desde hace más de un siglo, dando por hecho que los primeros americanos fueron gentes de origen asiático que cruzaron el estrecho de Bering a finales de la última era glacial. No obstante, y en paralelo a la versión ortodoxa, se han ido acumulando diversas pruebas contrarias a tales patrones. Y como era de esperar, dichas pruebas han sido mayoritariamente rechazadas o menospreciadas por el

consenso científico, cuando no enviadas al baúl del olvido (eufemismo para decir que fueron ignoradas sistemáticamente por la literatura científica). El motivo de esta marginación es que algunos de estos hallazgos anómalos apuntaban a un poblamiento extraordinariamente antiguo de estas tierras, incluso hasta llegar a poner en duda los esquemas evolucionistas más consolidados. A este respecto, existen casos paradigmáticos como el famoso yacimiento de Hueyatlaco (Valsequillo, México), que apenas es la punta de lanza de una realidad científica más bien sombría.

Este panorama alternativo de la historia americana merecería por sí solo más de un extenso artículo, pero ahora nos quedaremos con la interesante aportación de un autor internacional altamente reconocido como es el escocés Graham Hancock, cuyas teorías e investigaciones han sido objeto de polémica y rechazo por parte de la comunidad científica. En próximos números tendremos la oportunidad de incluir más trabajos de este investigador, así como una entrevista acerca de su trayectoria, su pensamiento y su obra.

Redacción Dogmacero

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Los lectores de mis libros Fingerprints of the Gods (“Las huellas de los Dioses”, publicado en abril de 1995)

y Heaven’s Mirror (“Espejo del Cielo”, publicado en septiembre de 1998) sabrán que yo he sostenido siempre que las Américas fueron habitadas en tiempos prehistóricos por diversos grupos étnicos: negroides, caucasoides y mongoloides. Tales ideas han ofendido profundamente a algunos indios americanos, quienes durante mucho tiempo han afirmado ser los únicos nativos americanos. Asimismo, estas ideas contradicen las enseñanzas académicas que aseguran que el Nuevo Mundo no estuvo habitado por el hombre hasta el final de la última Edad de Hielo, hace unos 12.000 años, cuando fue poblado exclusivamente por nómadas mongoloides de Asia que cruzaron el Estrecho de Bering (entonces existía un puente de tierra entre Siberia y Alaska). Desde allí se expandieron por toda América del Norte y del Sur, alcanzando esta última hace sólo unos 9.000 años. Naturalmente, esta doctrina también sostiene que ni caucásicos ni negroides estuvieron presentes en todo el continente americano

antes de la llegada de Colón y la conquista europea en los siglos XV y XVI. Uno de los misterios históricos que me llevó a escribir Fingerprints fue el elocuente testimonio mítico y escultórico, relativo a una época muy lejana en el tiempo, en la que pueblos que indiscutiblemente no eran indios americanos habitaron el continente americano. Tanto el dios Viracocha, en América del Sur, como el dios Quetzalcóatl, en México, se han descrito como altos, de piel blanca y barba rubia, y a veces con ojos azules. En Monte Albán, cerca de Oaxaca, y en La Venta, en el Golfo de México (un yacimiento asociado a la misteriosa cultura olmeca, supuestamente la más antigua civilización de Mesoamérica), se han encontrado antiguas figuras talladas que parecen representar a tales individuos. En el caso de Monte Albán estas figuras caucasoides se remontan al año 600 a. C. y en el caso de La Venta a aproximadamente 1200 a. C., casi 3.000 años antes de la conquista europea.

Más intrigante aún, en La Venta también se encontraron otras esculturas, la mayoría en forma de cabezas megalíticas, en los mismos estratos arqueológicos que las figuras caucasoides. Una vez más, estas

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Tipo caucásico en Monte Albán

Cabeza olmeca

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esculturas, llamadas cabezas olmecas, no presentan las características típicas de los indios nativos americanos. Su aspecto es de apariencia inequívocamente negroide, pues representan individuos que se asemejan bastante a los modernos africanos, melanesios o aborígenes australianos.

En Fingerprints of the Gods y Heaven’s Mirror escribí extensamente sobre estas esculturas anómalas y sobre los mitos que las acompañan. Así, argumenté que el modelo para ambos tipos debió haber sido gente real y que por tanto esto se debe tomar en serio como testimonio histórico de la presencia de caucasoides y negroides en el Nuevo Mundo hace más de 3.000 años. Este punto de vista no fue aceptado ni por un solo erudito ortodoxo en 1995, cuando se publicó por primera vez Fingerprints. Desde entonces han salido a la luz nuevas pruebas que han obligado a los expertos a reconsiderar su posición y dar un paso atrás desde el dogma del poblamiento exclusivamente mongoloide de las Américas. Los primeros avances se produjeron en 1996 y 1997: Washington Post, Edición Final, martes 15 de abril de 1997:

“Los esqueletos desenterrados en varios estados del oeste, y tan al este como Minnesota, están desafiando las concepciones tradicionales que veían a los primeros estadounidenses en todo semejantes a los asiáticos de hoy. Los cráneos de los esqueletos tienen características similares a las de los europeos, lo que sugiere que entre los primeros seres humanos que emigraron al Nuevo Mundo hace más de 9.000 años se hallarían gentes caucásicas. Los antropólogos ya tenían conocimiento de tales huesos hace años, pero no eran plenamente conscientes de su importancia hasta que se han vuelto a evaluar en los últimos meses. Los nuevos análisis estuvieron motivados por el descubrimiento el pasado verano de la última incorporación al cuerpo de pruebas: el esqueleto inusualmente

completo de un hombre aparentemente caucasoide que murió hace unos 9.300 años cerca de lo que hoy es Kennewick, Washington [...] La cabeza del hombre y los hombros estaban momificados, y conservaban gran parte de la piel en esa zona [...] Los que examinaron los huesos creyeron al principio que se trataba de los restos de un colono europeo [hasta que el radiocarbono reveló su gran edad]. ‘Es un momento emocionante, y creo que vamos a ver algunos cambios reales en la historia del poblamiento de América del Norte’, dijo Dennis Stanford, una autoridad del Museo Nacional del Instituto Smithsoniano de Historia Natural.”

No todos los estudiosos están de acuerdo que el Hombre de Kennewick fuera un caucasoide (1). Pero por lo menos el descubrimiento ha planteado serias dudas sobre el modelo establecido del poblamiento de las Américas. Otros descubrimientos han planteado nuevas dudas.

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Similitudes con aborígenes de hoy en día o con africanos

En Fingerprints of the Gods describí una de las colosales cabezas olmecas de La Venta:

“Era la cabeza de un anciano con una nariz ancha y plana y labios gruesos. Los labios estaban ligeramente abiertos, dejando al descubierto unos dientes fuertes y cuadrados. La expresión en el rostro sugería una sabiduría antigua,

paciente, y los ojos parecían mirar sin miedo a la eternidad... Sería imposible para un escultor, pensé, inventar todas las diferentes características combinadas de un tipo racial auténtico. La representación de una auténtica combinación de características raciales por tanto implicaba que seguramente se había utilizado un modelo humano.”

“Caminé alrededor de la gran cabeza un par de veces. Tenía 22 pies (unos 6,6 metros) de circunferencia, pesaba 19,8 toneladas, se alzaba hasta casi 8 metros de altura, había sido esculpida en sólido basalto, y mostraba claramente una genuina combinación de características raciales. En efecto, al igual que otras piezas que había visto, sin lugar a dudas y sin ambigüedades representaba un tipo negro... Mi propia opinión es que las cabezas olmecas nos presentan imágenes fisiológicamente exactas

de personas reales de procedencia negroide...”

Volví a este misterio en mi libro de 1998 Heaven’s Mirror:

“Los historiadores ortodoxos no aceptan la presencia de africanos en el Nuevo Mundo antes de la llegada de Colón y han tratado de eludir las consecuencias de las características obviamente africanas de las 16 cabezas olmecas de 3.000 años de antigüedad que han sido halladas hasta la fecha. ¡Al menos esto puede tomarse como señal de que no hay racismo en la arqueología, dado que se supone también que tampoco hubo caucásicos en el Nuevo Mundo antes de Colón! Los estudiosos han planteado pues objeciones predecibles sobre el mito de Quetzalcóatl del hombre alto con barba blanca y han tratado de desechar cualquier sugerencia que pudiera derivarse de los numerosos relieves de caras caucásicas que se han excavado en algunos de los yacimientos arqueológicos más antiguos de México. En el área olmeca se hallaron varias de estas caras en los mismos estratos que las cabezas africanas y algunas veces al lado mismo de éstas, pero también tenemos imágenes de caucásicos en lugares tan distantes como Monte Albán, en el sur-oeste, un yacimiento datado entre 1000 y 600 antes de Cristo.”

“En 1996 y 1997, el descubrimiento de huesos de raza blanca con más de 9.000 años en las Américas parece, de repente, que ha validado el mito de Quetzalcóatl. Por tanto, es legítimo preguntarse ahora cuánto tiempo pasará hasta que la afortunada paleta del arqueólogo descubra los huesos de las personas que podrían haber servido de prototipos para las grandes cabezas olmecas.”

Esa afortunada paleta del arqueólogo no se hizo esperar. El 22 de agosto de 1999, el London Sunday Times (y unos días más tar-de, un documental de la televisión BBC2) informó del descubrimiento en Brasil y Co-

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lombia de más de 50 esqueletos y cráneos negroides de un pueblo que había vivido en América del Sur hace unos 12.000 años, aproximadamente 3.000 años antes de la primera penetración conocida de los pue-blos mongoloides en esta región. (2) (3) Concretamente, se ha descrito un ejemplar particularmente bien conservado, los res-tos de una joven a quien los científicos han apodado “Luzia”, como el esqueleto huma-no más antiguo encontrado en el continente americano. Ha sido estudiado por Walter Neves, profesor de Antropología Biológica de la Universidad de Sao Paolo, quien afir-ma:

“Cuando empe-zamos a ver los resultados fue increíble por-que nos dimos cuenta de que los datos no mos-traban que estas personas fuesen m o n g o l o i d e s ; mostraban que eran cualquier cosa salvo mon-goloide [...] Son similares a los aborígenes de hoy en día o a los africanos y no muestran similitudes en absoluto con los mongoloides de Asia oriental ni con los indios de hoy en día.”

El Sunday Times también cita a Richard Neave, un artista forense de la Universidad de Manchester, que ha realizado una re-construcción del rostro de Luzia. “Esa cara –comenta Neave– es negroide. Las propor-ciones de la cara no apuntan en absoluto a que sea mongoloide.” Hasta ahora, por lo que yo sé, ningún estu-dioso ha señalado que los descubrimien-tos en Brasil y Colombia puedan ofrecer alguna explicación acerca de los rasgos ne-groides de las cabezas olmecas. Es cier-to que las esculturas olmecas fueron halla-das en estratos de entre 3.000 y 4.000 años

de antigüedad mientras que los esqueletos brasileños y colombianos son mucho más antiguos. Pero esto no excluye una posible conexión. Por lo menos, es sin duda una coincidencia interesante (a) que hayan lle-gado hasta nosotros piezas de escultura monumental que representan individuos negroides de la antigüedad prehistórica de las Américas, y (b) que se haya probado científicamente que un pueblo negroide, no identificado previamente e inesperado por los historiadores, habitó el continente americano hace unos 12.000 años. ¿Podría ser que las cabezas olmecas no hubieran

sido realizadas de ningún modo por los olmecas, sino que las hubieran heredado como reliquias de familia, legadas de una época anterior?

¿Una influencia china?

Como nota al pie de esta historia, y signo de la galopante caída del consenso entre los estudiosos ortodoxos sobre el poblamiento de las Américas, te-nemos la disputa que

comenzó a agitarse en los círculos acadé-micos a finales de los 90 concerniente a los posibles vínculos entre culturas america-nas y chinas de la Antigüedad, específica-mente entre la cultura olmeca y la Shang. Los principales defensores de este punto de vista son el profesor Mike Xu, profesor del departamento de lenguas extranje-ras de la Universidad Central de Oklaho-ma, EE UU, y Chen Hanping , del Instituto de Investigaciones Históricas de China.

Según un artículo publicado en US News y en World Report, e informaciones en In-ternet, Xu cree que “la primera cultura compleja de Mesoamérica pudo haberse originado con la ayuda de un grupo de chi-nos refugiados que huyeron a través de los mares a finales de la dinastía Shang. La ci-

Ningún estudioso ha señalado que los descubrimientos en

Brasil y Colombia puedan ofrecer alguna explicación acerca de los rasgos negroides

de las cabezas olmecas

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vilización olmeca surgió alrededor del año 1200 antes de Cristo, lo que coincide con el momento en que el rey Wu de Zhou atacó y derrotó al rey Zhou, el último gobernan-te Shang, poniendo fin a su dinastía.” (4) Xu también afirma disponer de pruebas “explosivas” en forma de escritos arcaicos:

“En los últimos tres años [Xu] ha encontrado unos 150 glifos en fotografías de piezas auténticas de cerámica olmeca, artefactos de jade y esculturas. Aparte de revisar él mismo diccionarios de chino antiguo, también ha mostrado dibujos de estas marcas a expertos del continente chino en escritura antigua para que las examinaran, y la mayoría han coincidido en que se parecen mucho a los caracteres usados en los escritos adivinatorios chinos sobre hueso y en las inscripciones sobre bronce. ‘Al principio todos estos expertos trataron de echarme, diciendo que no podían emitir una opinión de artefactos extranjeros’, recuerda Mike Xu. Pero después de insistir en sus ruegos, les echaron un vistazo a regañadientes. Nada más ver esos dibujos, todos le preguntaron: ‘¿En qué parte de China se encontraron estas inscripciones?’ Cuando se enteraron de que procedían de América, se quedaron atónitos. ‘Si estas inscripciones se hubieran hallado en excavaciones en China’, dice Chen Hanping, investigador asociado en el Instituto continental de Investigación Histórica, ‘sin duda se habrían considerado símbolos de la época anterior a la dinastía Quin’.”

La reacción de otros estudiosos ha sido generalmente hostil. Este texto de C. Cook, profesor asociado de chino en la Universidad de Leigh, resume varias objeciones clave:

“Algunos me pidieron que publicara mis observaciones en respuesta al escrito sobre los signos olmecas identificados como chinos por Chen Hanping en US News y en World Report Nov 4, pp 46-8. Finalmente he visto el artículo con la reproducción de los gráficos olmecas

y el conjunto que Chen consideraba similar a la escritura adivinatoria en hueso de los Shang.

1. Las grafías seleccionadas por Chen no son chinas. Tienen cierta similitud gráfica con algunas grafías chinas arcaicas o con parte de las grafías, pero como grafías individuales no coinciden ni se corresponden a los equivalentes que les ha asignado. Es falso.2. Obviamente, las grafías/glifos aludidos por Chen deberían considerarse en el contexto de toda la inscripción. Esto es imposible ya que el resto de las marcas

apenas presentan algunas semejanzas aisladas. De hecho, el texto olmeca puede que no represente un lenguaje en absoluto, sino que –al igual que el Naxi y otras escrituras ur– sería más bien un código para contar historias que una transcripción real de la lengua. Por otro lado, la grafía adivinatoria china Shang es muy avanzada y se da por hecho sin duda que pertenece a un sistema de escritura.

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3. Por último, la inscripción debe considerarse en el contexto de las esculturas. En el arte del período Shang se muestra poco más que unas esporádicas caras en las representaciones humanas (tenemos algunas figuras talladas en jade, pero están arrodilladas, a menudo incisas, y cubiertas con una decoración de animales, tatuajes, ropa, etc.). Un famoso bronce presenta una figura como un chamán en la boca de un animal, pero no tiene ninguna similitud con las representaciones olmecas.4. Una simple corrección: el US News y el artículo de WR afirman que Chen es la autoridad más destacada de entre sólo unos 12 expertos en todo el mundo formados en esta escritura antigua. En primer lugar, Chen es un erudito muy secundario. En segundo lugar, sólo en los EE UU hay más de 12 eruditos que pueden leer escritura Shang, y muchos más en China y en otros lugares.” (5)

Ojos saltones y una gran nariz res-pingona

Yo no tengo la menor idea de si el profesor Cook y los otros críticos están en lo cierto o si Xu y Chen han dado con algo con su conexión Shang-Olmeca. Se precisa una investigación de mente abierta para resolver el problema,

pero mientras tanto me gustaría llamar la atención sobre un pequeña prueba que Santha [esposa de Graham Hancock] y yo descubrimos por primera vez cuando asistimos a la exposición Los misterios de la antigua China en el Museo Británico a principios de enero de 1997 y, más recientemente, cuando vistamos el Museo de Historia de Beijing en marzo de 1999. Estábamos intrigados por unos objetos procedentes de las fosas de sacrificio de Sanxingdui, en la provincia de Sichuan. Estos artefactos, que incluyen bronces en forma de cabezas humanas, fragmentos de oro, muchos jades y un gran número de colmillos de elefante, fueron descubiertos en 1986 y son obra de una gran civilización no identificada previamente que floreció en Sichuan hacia el 1200 a. C. - 1000 a. C. De particular interés era una pieza descrita como “máscara con la frente ornamentada y pupilas prominentes”. Es uno de las tres grandes máscaras que se encontraron en el pozo 2 en Sanxingdui. Según el comentario del Museo Británico (Misterios de la antigua China, página 69):

“Las características más sorprendentes son las pupilas de los ojos, que se proyectan como tallos [...] Otra característica notable es la larga proyección que asciende desde la nariz de la máscara. Esta proyección tiene

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Pirámide escalonada de Xian en China

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forma de rollo, con una espiral de sección vertical en la parte superior y con un lazo doble en la parte inferior [...] La combinación de las orejas grandes, los ojos saltones y la elevada pluma hace de este rostro algo completamente fantástico.”

¿Es una coincidencia que casi exactamente las mismas fantásticas y sorprendentes características –ojos saltones y una larga y curvada proyección de la nariz– las encontremos en las máscaras Chac de los antiguos mayas de Centroamérica, herederos de los olmecas? Las máscaras Chac también fueron incorporadas como

elementos arquitectónicos en los templos mayas.

Extranjeros llamativos Tal vez estas similitudes sean sólo coinci-dencias, aunque personalmente más bien lo dudo. Dejando a un lado todas las demás cuestiones y anomalías, y hay muchas, sos-tengo, no obstante, que los antiguos esque-letos caucasoides y negroides que se han encontrado en el Nuevo Mundo dan a en-tender que ya no puede haber lugar para nociones preconcebidas. Es probable que la verdadera historia del poblamiento de las Américas resulte ser extraordinaria-

mente compleja y difusa, involucrando a diferentes grupos étnicos y culturas en va-rias épocas. No me sorprende en absoluto que los chinos pudieran haber estado aquí hace 3.000 años, o los fenicios en la mis-ma época –como han sugerido otros– o la notable cultura Jomon de Japón, o los egip-cios, o –mucho después– los vikingos. Creo que es muy probable, de hecho poco menos que una certeza, que todos estos pueblos, así como otros diversos, también descu-brieron independientemente las Américas, en casos aislados, una y otra vez, desde los tiempos más remotos. ¿Pero cuán remotos? Si seguimos im-pulsando esta indagación hacia el pa-

sado –de nuevo más allá de las más antiguas civilizaciones históricas conoci-das– ¿a dónde vamos a parar finalmente? La posible influencia Shang en la escritura y el arte olmeca nos retrotrae a 3.000 años atrás, dentro de los límites de la historia. Pero el hombre de Kennewick y Luzia nos llevan a hace 9.300 y 12.000 años respec-tivamente, siendo esta última fecha unos 7.000 años anterior a Sumer y Egipto, las primeras civilizaciones históricas conoci-das, y justo en medio del final de la última Edad de Hielo, cuando la Tierra pasaba por un gigantesco cataclismo y las inundacio-nes causadas por la fusión de las capas de hielo asolaban el mundo.

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Pirámides escalonadas de Teotihuacan en México

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Algunos estudiosos han expresado la opi-nión de que el pueblo de Luzia podría haber llegado a América del Sur desde el Pacífico y lo ha relacionado con los aborí-genes australianos. Ciertamente hay evi-dencia de que en la antigüedad los abo-rígenes poseían sofisticadas habilidades marineras y de navegación. Hasta ahora, sin embargo, no existe una teoría histó-rica que pueda explicar la presencia en el Nuevo Mundo, y en fechas tan tempra-nas, no sólo de aborígenes negroides, sino también de caucasoides, y mucho menos el hecho de que la memoria de estos lla-mativos extranjeros se haya podido pre-servar en los mitos y las esculturas de lu-gares tan distantes como Bolivia y México. Así pues, además de constituir un intri-gante misterio humano y arqueológico, lo que ahora sabemos sobre los prime-ros americanos representa un sólido y radical desafío a la ortodoxia académica.

Sospecho que esta historia va a seguir dando que hablar.

© 2000 Graham Hancock

Notas:

1.- Véase http://www.cr.nps.gov/aad/kennewick/

2.- Véase http://www.crystalinks.com/abor.html

3.- Véase http://www.crystalinks.com/archaeology3.html

4.- Véase http://sinorama.com.tw/en/8605/605006e1.html

5.- Véase http://copan.bioz.unibas.ch/meso/shang.txt/

Sobre el autor:Graham Hancock nació el 2 de agosto de 1950 en Edimburgo, Escocia. Los primeros

años de su vida transcurrieron en la India, en donde su padre ejercía de cirujano. En 1973 se licenció con honores en Sociología por la Universidad de Durham.

Desarrolló una importante carrera como periodista, colaborando en prestigiosos periódicos británicos como The Times, The Sunday Times, The Independent y The Guardian. Fue co-editor de New In-ternationalist Magazine de 1976-1979 y corresponsal en el este de África para The Economist de 1981 a 1983.

Hancock es autor de best sellers interna-cionales tan importantes como Símbolo y Señal, Las Huellas de los Dioses, Espejo del Cielo (con la fotógrafa Santha Faiia) Guar-dián del Génesis y Talismán, estas dos últi-mas junto con Robert Bauval. De sus libros se han vendido más de cinco millones de ejemplares en todo el mundo y han sido traducidos a 27 idiomas.

Ha realizado series documentales como “Quest For The Lost Civilisation” y “Floo-ded Kingdoms of the Ice Age” para las cade-nas de televisión Canal 4 del Reino Unido y The Learning Channel de los EE.UU. En 2002 publicó “Underworld: Flooded King-doms of the Ice Age” de la que se hizo una serie de documentales para la televisión. En 2005 publicó “Supernatural: Meetings with The Ancient Teachers of Mankind”, una investigación sobre el chamanismo y los orígenes de la religión en el que su-giere que las experiencias con estados al-terados de conciencia han jugado un papel fundamental en la evolución de la cultura humana y que otras realidades –de hecho, mundos paralelos- nos rodean todo el tiempo, pero normalmente no son acce-sibles a nuestros sentidos.

En los últimos años ha centrado su trabajo en la novela histórica, con obras como Entangled (2010) y War God, de próxima aparición. Su sitio web es: www.grahamhancock.com.

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Iconografía del antiguo astronauta: Nueva propuesta de interpretación

Xavier Bartlett

Uno de los grandes pilares de la llamada arqueología alternativa ha sido sin duda la teoría del antiguo astronauta, que fue

difundida hace ya más de 40 años entre el gran público por Erich Von Däniken, si bien esta propuesta ya había sido esbozada por varios autores anteriores al fenómeno lite-

rario del escritor suizo. Básicamente, lo que la teoría del antiguo astronauta –en ade-

lante, TAA– viene a decir es que el planeta Tierra fue visitado en tiempos inmemoria-

les por una civilización extraterrestre y que de algún modo tuvo un papel decisivo en

la evolución de la Humanidad, e incluso en su propio origen (lo que sería la hipótesis

intervencionista, que se opone al evolucio-nismo académico).

Page 15: DogmaCero- 2 Marzo-Abril 2013

Esta obsesiva búsqueda de extraterrestres en nuestra historia no fue lógicamente un repentino

arrebato de algunos autores con mucha imaginación, sino que de alguna manera vino marcada por la coincidencia en el tiempo de una serie de hechos que facilitaron la aparición de estas ideas. Por un lado, está el reciente nacimiento de la ufología como ciencia –o pseudociencia según la visión científica convencional– a partir del famoso incidente de Roswell (Nuevo México, EE UU) en 1947. Por otro lado, más o menos en esas fechas, se inició la carrera espacial y la exploración del Sistema Solar por parte de las grandes superpotencias. En esta misma línea, cabe destacar que el siglo XX vio crecer el interés popular por la ciencia–ficción como género literario, abierto a todo tipo de especulaciones sobre razas inteligentes en el Universo. Finalmente, tampoco debemos menospreciar la influencia de las corrientes antiempíricas, contraculturales o espiritualistas de las últimas décadas, que a veces han resultado en una crítica directa a la ciencia establecida.

De este modo, a inicios de los años 60 el llamado realismo fantástico puso los cimientos de la TAA, que Von Däniken luego difundió exitosamente a través de su libro Chariots of the Gods? (“Recuerdos del futuro” en versión española) y de su correspodiente documental. Lo que Von Däniken –y toda una legión de seguidores– argumentaba es que la presencia de estos supuestos astronautas de otros planetas se podía trazar a través de tres grandes categorías de pruebas, a saber:

1. Las diversas manifestaciones artísticas o rituales de antiguas culturas de todo el globo que parecen representar astronautas, naves espaciales, objetos de avanzada tecnología, etc. y que han sido malinterpretados por la ciencia ortodoxa.

2. Las creencias y religiones de muchas culturas de todo el mundo (que se

perpetúan hasta la actualidad), que aportarían evidentes huellas del contacto entre los seres extraterrestres, tomados por dioses o ángeles, y los pueblos primitivos. En este caso no debería hacerse una lectura mítica de esas tradiciones sino una lectura literal y técnica.

3. Los numerosos artefactos o construcciones colosales que apuntan a un nivel de tecnología superior al que –en principio– deberían tener las culturas humanas de la Antigüedad. Tales prodigios serían en realidad obra de seres extraterrestres avanzados o bien obras humanas realizadas con la ayuda alienígena.

Tenemos por tanto tres campos de estudio, en los que se entremezclan elementos que podríamos asignar a diversas disciplinas como la historia, la arqueología, el arte, la antropología, la historia de las religiones, la mitología, la arquitectura, la tecnología, etc. Del mismo modo, desde diversos ángulos académicos, pero especialmente desde la arqueología, la TAA ha sido

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duramente ridiculizada y atacada, cuando no ignorada por ser considerada poco más que un disparate. Se ha objetado que la TAA no tiene sólidos planteamientos teóricos ni prácticos, que recurre a la falacia y a métodos pseudocientíficos y que en el fondo no es más que un artificio literario para ganar dinero a expensas de la explotación de ciertos misterios o enigmas.

En el caso específico de Von Däniken, aparte de sufrir ataques ad hominem, se le ha echado en cara, por un lado, su falta de titulación y preparación para tratar con rigor los estudios históricos; de ahí que carezca de metodología, que no verifique muchos datos o fuentes y que distorsione fácilmente los hechos. Por otro lado, se le acusa de adjudicar muchos de los logros de civilizaciones pasadas a los extraterrestres aprovechando la falta de información o las controversias sobre un determinado tema; en este punto también ha sido denigrado por adoptar una visión racista o eurocentrista, ya que muchas de sus pruebas se refieren a pueblos de otros continentes, que a sus ojos serían incapaces de ciertos logros.

Asimismo, se vertieron sobre él otras duras críticas acerca de su particular lectura de textos religiosos o míticos, o de sus interpretaciones libres —por no decir fantasiosas— que omiten el sentido de los objetos de su contexto cultural e histórico, a fin de crear un contexto artificioso. Y para culminar esta grave lista, se le acusó de haber falseado historias o producido objetos para apuntalar sus teorías (en concreto, unas piezas de cerámica).

Visto todo esto desde una óptica científica convencional, ahora podríamos dar carpetazo a la TAA por carecer de rigor y por buscar el puro sensacionalismo. Sin embargo, no pocos científicos de renombre como Carl Sagan o Francis Crik plantearon en algún momento de sus vidas la posibilidad de la existencia de civilizaciones inteligentes en otros mundos y de la influencia de dichos seres en nuestro planeta. Es más, incluso algún arqueólogo académico, como el británico Tom Lethbridge1, se mostró receptivo a este tipo de ideas, que no dejan de ser hipótesis científicas susceptibles de ser abordadas con la máxima seriedad. Por el momento, lo cierto es que las investigaciones para hallar inteligencia extraterrestre (como el programa SETI, impulsado por la NASA) no han dado fruto alguno. Así pues, lo que la ciencia persigue con más interés hoy en día es la aparición confirmada de rudimentos de vida —a un nivel prácticamente bioquímico— en algún planeta.

Sin embargo, si adoptamos una postura abierta a todas las posibilidades, es lícito plantear una inmersión en uno de los aspectos más visibles de la TAA: la iconografía del antiguo astronauta, esto es, la representación de supuestos seres extraterrestres (incluidas sus naves) en tiempos remotos en forma de pinturas, grabados, relieves o estatuas. La ventaja de esta investigación es que no hemos de basarnos en antiguos textos míticos o religiosos, que son de casi imposible comprobación, sino que se fundamenta en la observación y análisis de los restos

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El escritor suizo Erich Von Daniken

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físicos que los autores alternativos han destacado como sospechosos.

Quedaría aparte otro cuerpo de pruebas, las construcciones prodigiosas y los objetos avanzados, pero que en sí mismos no aportan ninguna pista acerca de hipotéticas visitas extraterrestres, si bien cabe reseñar que dichas supuestas pruebas también se han atribuido a civilizaciones humanas desaparecidas, como la archifamosa Atlántida. En esta línea, se ha especulado también sobre

si los seres de aspecto extraño podrían ser humanos de una civilización perdida, supervivientes de una gran catástrofe, que se identificarían con las entidades divinas de algunos pueblos de la Antigüedad, como Quetzatcóatl o Viracocha para las civilizaciones precolombinas. Y todavía podríamos citar la posibilidad de que estos seres fueran en realidad intraterrestres, esto es, que procedieran de nuestro planeta y que estuvieran escondidos en las profundidades de la tierra o de los mares. No obstante, estos enfoques nos llevarían a otro extenso trabajo, que no es el objeto de este artículo.

Tipologías del antiguo astronautaEl primer paso para reconocer esta iconografía es, según la visión alternativa,

transmutar a hombres, dioses, espíritus u otros seres mágicos o mitológicos en astronautas, siguiendo un patrón de analogía. Así, esas estatuillas o representaciones gráficas serían en realidad retratos —más o menos figurativos o simbólicos— de lo que los antiguos humanos vieron con sus propios ojos: seres embutidos en sus trajes espaciales. A este respecto, es harto conocida la comparación que hizo Von Däniken al aparejar la fotografía de una antigua estatuilla con

la imagen de un moderno astronauta para evidenciar ciertos rasgos comunes. Bien, cabe decir que algunos sí y otros no, porque el famoso astronauta de Palenque, pese a pilotar una especie de cápsula-cohete (según Von Däniken), no presenta la indumentaria espacial correspondiente, al menos no la ortodoxa. Quedaría en el aire la cuestión de qué tipo de indumentaria o aspecto podemos considerar como dudoso, pues lógicamente los defensores de la TAA tienen en mente las imágenes de astronautas actuales, pero un astronauta de otro planeta no tendría porqué llevar una escafandra similar, o incluso tal vez ni siquiera precisara de una escafandra. En este caso estaríamos haciendo una analogía cuando menos peligrosa.

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El “astronauta de Palenque” en la tumba del señor Pakal, en Chiapas, México

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No obstante, si tratamos de clasificar las representaciones de estos supuestos astronautas según la literatura alternativa, llegaremos básicamente a dos grandes clases de imágenes: las figuras que tienen una vaga semejanza con la indumentaria más o menos compleja de un astronauta y las que simplemente muestran seres humanoides de un aspecto, digamos, extraño, categoría que puede llegar a ser un inmenso cajón de sastre si incluimos cualquier figura que se salga de “lo normal”. Tengamos en cuenta que desde tiempos antiguos existe una extensísima iconografía de seres fantásticos, entre los cuales están las divinidades con una mezcla de rasgos animales y humanos, como el Anubis egipcio, el Oannes mesopotámico o el centauro griego, por poner sólo unos clásicos ejemplos. También podríamos incluir aquí la gran cantidad de seres mágicos más o menos humanos representados desde la Prehistoria en las pinturas del arte cavernario o en petroglifos, sobre cuyo sentido o identidad se ha especulado mucho.

De hecho, muchas representaciones de seres divinos o mitológicos de diversas civilizaciones o de pueblos primitivos han sido asociadas a entes extraterrestres por la simple razón de que su aspecto contiene características, rasgos o vestimentas que, al no ser naturalistas, presentan flancos abiertos a todo tipo de especulaciones. Por ejemplo, figuras con tres o seis dedos, con grandes ojos o lentes, o con algo parecido a cascos, o que portan extraños objetos (sobre todo se habla de los seres que trasportan en la mano una especie de bolsa o cesta), o que presentan alas, o que tienen rostro de reptil, o que irradian luz o algo parecido... sin olvidar la representación de algunos objetos flotantes que tienen una cierta semejanza con los famosos platillos volantes.

Por ejemplo, las pinturas prehistóricas de Valcamonica en Italia muestran unas esquemáticas figuras humanas flotantes

que destacan por poseer una especie de halo en la cabeza. Esta idea de ingravidez o vuelo también la encontramos en múltiples figuras aladas, que podrían indicar que estaríamos hablando de seres divinos o

semidivinos con la capacidad de volar (o que proceden del cielo). Asimismo, existen otras figuras de gran tamaño de diseño más o menos esquemático o simbólico que podríamos catalogar como geoglifos (figuras sobre la tierra) que también han sido relacionadas con seres venidos del espacio por su aspecto y por el hecho de que sólo se pueden observar adecuadamente desde una cierta altura. Entre estos geoglifos podríamos destacar el famoso astronauta de Nazca, algunas figuras de Palpa –ambas en Perú– o el Gigante de Atacama (en Chile). Para los seguidores más entusiastas de la TAA no habría prueba más evidente que unas figuras realizadas para ser vistas desde el cielo, esto es, la morada de los supuestos dioses-astronautas.

Realmente, podríamos añadir aquí docenas de ejemplos que han salido a la palestra desde la época del realismo fantástico y que prácticamente nadie antes

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Figuras en Val Camónica en los Alpes italianos

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había interpretado fuera de su contexto antropológico o arqueológico. Muchas de estas figuras han sido estudiadas desde hace décadas y algunas de ellas están expuestas habitualmente en museos. La mayoría han podido ser datadas fiablemente, y aquí comprobamos que se presentan en un amplio espectro temporal, que se remonta a muchos miles de años, prácticamente desde el Paleolítico, hasta hace unos pocos siglos. En cuanto a su ubicación, las podemos encontrar en diversas regiones del mundo, si bien un buen número de ellas son originarias de las antiguas culturas precolombinas americanas. De unas pocas se tiene escasa información y, aunque están presentes en Internet en forma de fotografía, se hace complicado hallar información fiable sobre su localización, origen e interpretación, como por ejemplo el llamado astronauta de Kiev. Además,

no nos engañemos, sobre algunas piezas específicas “demasiado bonitas para ser verdad” planea la sombra del fraude como la llamada nave de Toprakkale (hallada en Turquía en los años 70 del pasado

siglo), una especie de cápsula espacial que incorporaría un tripulante con escafandra.

Hecha esta introducción, es preciso profundizar ahora en algunas de las figuras más clásicas de la TAA, a fin de entender el origen de todas las especulaciones y contrastar las lecturas académica y alternativa.

Iconos clásicos del antiguo astronauta

De entre las representaciones que han sido más citadas por la literatura alternativa, podríamos destacar unas estatuillas procedentes del Japón prehistórico llamadas dogu, a las cuales se ha querido relacionar con figuras de astronautas. Según lo que nos dice la arqueología, dichas esculturas antropomorfas de terracota se han encontrado principalmente en la zona oriental del Japón, y datan del llamado periodo Jomon2. Su tamaño es variable, pero la de mayor altura que se ha encontrado entera es de 42 cm. En cuanto a las formas, exhiben una figura humana distorsionada y compacta, con cabezas de diversas formas (apuntada, triangular, en forma de corazón...), con pequeñas manos y pies. A veces presentan una decoración de trazos geométricos y en algunos casos estuvieron pintadas. Sobre su significado, se han propuesto varias teorías, pero no se sabe nada con certeza. Se ha dicho que podrían ser representaciones de diosas-madre o símbolos de fertilidad. También se ha barajado la posibilidad de que fueran representaciones de espíritus o guías para el más allá, dado que generalmente se han encontrado en contextos funerarios. Y otra hipótesis es que se tratase de un tipo de figuras personales a las cuales se podría transferir mágicamente alguna dolencia o adversidad.

Ya en el campo alternativo, la lectura personal de Von Däniken y de otros autores se ha centrado en un tipo en particular de figuras: las Shakōkidogū o estatuillas de

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Figura Shakoki dogu (Japón)

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anteojos. Así, donde los arqueólogos no vieron nada particular, los seguidores de la TAA observaron algo similar a un traje espacial, un posible casco, una especie de correaje y unas grandes gafas que destacan poderosamente. La arqueología ha sugerido que tales gafas o anteojos podrían ser una especie de primitivas gafas solares que usaban los inuit (esquimales), una especie de ojeras opacas con una estrecha abertura en el medio para facilitar la visión. Pero no existen mejores explicaciones.

Lo cierto es que muchos autores alternativos no han tardado en hacer notar que en diferentes partes del mundo se reproducían figuras con grandes ojos o anteojos. Por ejemplo, ya en el campo de los seres extraños, tendríamos las estatuillas estilizadas de dioses con grandes ojos en la antigua Sumeria o las famosas pinturas de wandjina de Australia. Precisamente, esta pinturas presentan otro frente de interpretación en la TAA, por lo que vale la pena comentar algunas de sus características. Los wandjina (o wondjina)

aparecen en la mitología de los aborígenes australianos como una especie de espíritus o seres sabios procedentes de la Vía Láctea, que habrían creado el mar, la tierra y sus criaturas durante el llamado Dreamtime (“Tiempo de los Sueños”). Se suponía que los wandjina, que tenían enormes poderes, llevaron al hombre a un estadio de desarrollo y prosperidad. No obstante, también podían causar desastres naturales si eran ofendidos por los humanos. Su símbolo era una serpiente, similar a la de otros pueblos de la Antigüedad.

Estos wandjina fueron representados en pinturas rupestres polícromas –a las que se atribuye una antigüedad de decenas de miles de años– como figuras antropomórficas, con grandes cabezas (generalmente rodeadas por una especie de halo), grandes ojos negros y una nariz casi esquemática, pero en ningún caso con boca. Existen algunas figuras de gran tamaño, que aparecen de cuerpo entero, vestidas con una túnica o similar y calzadas con sandalias. La cabeza aparece rodeada de un doble halo y el rostro blanco sólo contiene dos ojos oscuros; asimismo, sus manos presentan de tres a siete dedos, tanto en manos como en pies. Los propios aborígenes confesaban que ellos no habían sido los autores de tales pinturas, sino que eran obra de unos seres que descendieron del cielo en una época muy lejana. Para los aborígenes estas pinturas tienen un especial significado místico o mágico de unión con sus ancestros y las tratan con gran respeto. Sea como fuere, en este caso nadie ha apreciado escafandras espaciales ni otros objetos sospechosos; simplemente se ha asociado una imagen antropomorfa a cierto estereotipo de alienígena.

Otro escenario clásico de representaciones de antiguos astronautas se encuentra en el macizo de Tassili N’Ajjer (Argelia), una región montañosa en pleno desierto del Sahara, pero que antiguamente fue una región húmeda y frondosa, bañada por ríos. Allí podemos observar un destacado conjunto de pinturas rupestres polícromas

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Representación del “Gran dios marcia-no” de Tassili

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realizadas a lo largo de miles de años. Las numerosísimas pinturas y grabados (han sido catalogadas alrededor de unas 15.000 muestras) se han datado entre finales del Paleolítico y el periodo Neolítico. Las pinturas ya eran conocidas por los occidentales desde la década de 1930, pero fue el arqueólogo francés Henri Lothe quien en 1957 difundió a gran escala la existencia de estas pinturas, tras largos meses de estudio in situ. Lothe fue el primero en realizar un estudio exhaustivo de las imágenes, incluyendo una amplia clasificación temática en doce grupos o tipologías. Entre ellos encontramos figuras humanas e s t i l i z a d a s , figuras de cabeza redonda, escenas de caza, carros, animales, seres fantásticos, etc.

Y en toda esta gran diversidad, los autores alter-nativos han visto diversas figuras que por lo menos les han dado que pensar. Se trata de los seres de cabeza redonda, que no presentan rasgos faciales aparentes y que parecen estar embutidos en algo similar a escafandras. Especialmente destaca una gran figura de unos seis metros de altura que presenta una cabeza redonda con unas estrías en la parte superior y dos ojos des-centrados. Lothe bautizó a este ser como el gran dios marciano, lo que dió aún más alas a los partidarios de la TAA. Asimismo hay otras figuras de tipo fantástico que no tie-nen una fácil explicación. Por otro lado, se ha remarcado la presencia de una escena en que varias mujeres parecen ser invitadas o impelidas a introducirse en una especie de

forma oval por una figura humanoide3. Este tipo de representaciones de grandes figu-ras se halló en el macizo de Yabbaren, que significa “gigantes” en la lengua de los tua-reg. Para Lothe, estas pinturas serían de las más antiguas (alrededor de 8000 - 7500 a. C.). No obstante, estas extrañas figuras de cabeza redonda también aparecen en otras zonas y en diversos contextos.

El sentido de las representaciones de astronautas

Ahora bien, ¿por qué los hombres primiti-vos iban a realizar estas represen-taciones? Entre otros argumen-tos, Von Däniken echó mano de un fenómeno antro-pológico obser-vado en los siglos XIX y XX llamado cargo cult o “cul-to a la carga”. Se trata de la pecu-liar reacción que experimentan co-munidades muy primitivas ante el primer contacto con culturas de-sarrolladas. En la práctica funciona como un rito reli-

gioso consistente en reproducir una deter-minada conducta para obtener determina-dos bienes propocionados por sus dioses o ancestros (representados por la cultura superior).

Los ejemplos más significativos de este fe-nómeno se dieron durante la Segunda Gue-rra Mundial en las islas del Pacífico. Allí, algunos nativos, que no habían visto nun-ca hombres civilizados, observaron cómo llegaban por el aire enormes cantidades de equipamiento militar, comida enlatada, medicinas, etc. Pero cuando acabó la gue-

En todo caso, no debemos menospreciar

la conexión de las antiguas tradiciones, leyendas o mitos que han pervivido hasta nuestros días con las representaciones de

estas figuras

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rra, toda esa carga lanzada en paracaídas o descargada en bases militares mediante aviones dejó de llegar. Ya no había aviones, ni soldados, ni instalaciones... Entonces, para atraer de nuevo los bienes deseados, los nativos reprodujeron las conductas de los hombres modernos. Así pues, llama-ron a sus dioses mediante una simulación mágica de lo que habían observado: rea-lizaron fogatas, construyeron réplicas de aviones, hicieron señales de aterrizaje en las antiguas pistas, tallaron auriculares en madera, fabricaron puestos de control... Lógicamente, hicieron esto con la esperan-za de volver a ver los aviones, sin conocer el mecanismo causal que había justificado la presencia de esos aviones.

Parece claro que Von Däniken aprovechó el culto a la carga para explicar porqué los antiguos humanos representaron imáge-nes de sus dioses, aquellos que supuesta-mente les aportaron multitud de bienes y adelantos. Sin duda, esperaban un regreso que nunca se produjo, pero entretanto in-tentaron reproducir aquello que vieron: a los propios dioses, sus naves, sus objetos... No obstante, esta comparación del ámbito antropológico no permite extraer conclu-siones firmes, pues no hay forma de viajar al pasado y comprobar cuál fue el modelo

real para tales representaciones ni siquiera el propósito de éstas en bastantes casos.

Por otra parte, la existencia de estas figuras se podría deber a los mismos motivos que justifican la existencia de imágenes religio-sas o mágicas en forma de dioses, ángeles, santos, espíritus, profetas, etc. y que están relacionadas con las creencias o con ciertos rituales. Así pues, podrían ser objetos de adoración, exvotos, estatuillas funerarias, efigies de antepasados, etc. En la misma lí-nea, podríamos apelar a la posibilidad de que fuesen fetiches o figuras totémicas. Re-cordemos que un tótem es un ser, animal u objeto que tiene un significado ritual para los pueblos primitivos por cuanto consti-

tuye su emblema, vínculo o símbolo de un origen común. Finalmente, y aunque pueda parecer algo fuera de lugar, las figuras tam-bién podrían ser muñecos o juguetes para los niños.

En todo caso, no debemos menospreciar la conexión de las antiguas tradiciones, leyendas o mitos que han pervivido hasta nuestros días con las representaciones de estas figuras. Hemos visto el caso de los wandjina que tienen un indudable respaldo de tipo mitológico, que ofrece

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Representación en Beb Kororoti en el ritual de la tribu Kayapos (Brasil). En el cen-tro la imagen de un moderno astronauta

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una justificación de su propia existencia. También para las estatuillas dogu se estableció un vínculo con la antigua leyenda japonesa de los kappas, según un estudio del arqueólogo japonés Komatsu Kitamura (citado por Peter Kolosimo en su libro El planeta incógnito). Se trataría de unos seres bípedos deformes que vivían en entornos acuáticos, y que entre otros rasgos tenían “ojos extrañamente grandes y triangulares”. Además, “parecián idénticos a los buzos desnudos de nuestros tiempos. Su piel morena y brillante podría ser una cubierta impermeable; las manos y los pies palmeados podrían formar parte el equipo (los ganchos servían probablemente para realizar cualquier maniobra habitual) y la trompa terminada en una joroba sería en el fondo, igual a los aparatos para respirar alimentados por tanques de oxígeno, que tan bien conocemos.”

Y para cerrar esta vinculación de mito y objeto, hay que destacar que en algunas ocasiones la iconografía se transforma en un ritual completo de recuerdo de supuestos seres procedentes de otro mundo, como en el caso de cierta danza de los indios kayapós del Brasil, estudiadas por el antropólogo brasileño Joao Americo Peret, en que un nativo, disfrazado con un traje ceremonial hecho de paja trenzada denominado bo –con un lejano parecido a una escafandra– representaría a un ser visitante divino llamado Bep-Kororoti (literalmente, “vengo del universo”). Ahora bien, para la ciencia académica todo esto no es más que un fenómeno cultural de las comunidades primitivas que debe interpretarse en un contexto mítico, no histórico. Y aquí empiezan los problemas, pues se aduce que el mito no puede ser material científico fiable básicamente por estas tres razones:

No admite experimentación, es una especie de verdad absoluta (en el caso del mito religioso se trata de una revelación divina).

Está fundamentado en símbolos, metáforas o analogías.

Introduce elementos espirituales, fantásticos y sobrenaturales negados por la ciencia empírica.

En suma, desde una visión ortodoxa, el mito no sería historia real, aunque admitamos que puede contener elementos extraídos de experiencias vividas en tiempos muy distantes. Se trataría más bien de un artificio cultural producto de la mente del hombre antiguo para explicar su origen y su entorno, a falta de una verdadera ciencia tal y como la entendemos actualmente. Así pues, los estudios académicos realizados sobre estas figuras suelen descansar en el terreno de la antropología, muy particularmente en las creencias de los pueblos primitivos, cuya mentalidad y cosmología están muy alejadas de la perspectiva racional del hombre moderno. No hay pues astronautas, sino símbolos o recreaciones de la realidad que cumplen una determinada función, que a veces puede resultar confusa o indeterminada. Sin ir más lejos, las célebres pinturas rupestres del Paleolítico europeo (sin “astronautas” de ningún tipo) han sido objeto de numerosos intentos de interpretación en

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El “astronauta de Kiev”

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esta clave antropológica-mágica –como los de Breuil, Laming-Emperaire o Leroi-Gourhan– pero pese a lo exhaustivo de estos trabajos no pasan de ser conjeturas más o menos fundamentadas.

A modo de resumen del enfoque científico ortodoxo, podemos rescatar estas palabras de Christopher Chippindale, conservador del Museo de la Universidad de Cambridge sobre determinadas pinturas de los pueblos primitivos:

“La interpretación visionaria (que in-cluye el trance, además del conocimien-to y de las habilidades especiales de los chamanes) es común en las sociedades de cazadores-recolectores modernas, o sea que es razonable esperar que tam-bién fuera así en las sociedades cazado-ras-recolectoras del pasado. Un énfasis reiterado de una especie animal puede ser el signo de estas creencias, al igual que otras formas de expresar, mediante metáforas visuales, los sentimientos de trance (la ingravidez, la idea de flotar, volar y de otredad como la muerte).”De este texto, quedémonos ahora con la mención a la interpretación visionaria y las experiencias de trance, pues nos conectan con nuevas vías de investiga-

ción que desarrollaremos a continuación como conclusión de este artículo.

Elementos para una nueva interpretaciónLlegados a este punto, podemos empezar a atar cabos y lanzar una propuesta que pueda explicar el fenómeno de la iconografía del antiguo astronauta en tiempos remotos desde otra perspectiva. Cabe puntualizar que este nuevo intento de interpretación no niega categóricamente la lectura académica convencional, que asocia el objeto a un conjunto de creencias o ritos en que la imagen tiene un valor simbólico o metafórico en la mayoría de los casos. De hecho, la interpretación de la TAA tampoco niega que tales iconos estén ligados a una tradición o folklore dentro de un sistema de creencias. La diferencia crucial, como hemos visto, viene marcada en el fondo por lo que representan las imágenes en última instancia, en una controversia entre simbolismo y realismo.

Así pues, el quid de la cuestión radica en determinar qué hay detrás de la imagen en sí misma, esto es, cuál es el origen de las representaciones, no tanto en para qué se realizaban las estatuillas, grabados o pinturas.

En este sentido, puede haber una tercera explicación que explore una vía no contem-plada por ninguno de los dos bandos en liza y que se fundamenta en la existencia de otras realidades fuera de nuestro mundo físico. Esta explicación proviene de alguna manera de los trabajos del investigador y escritor escocés Graham Hancock, que es conocido por ser uno de los adalides de la arqueología alternativa desde hace casi 20 años. Sus polémicos libros se han centra-do en muchas ocasiones en la persistente búsqueda de una civilización desaparecida que habría precedido a las civilizaciones conocidas. Sin embargo, es bastante menos conocida una de sus obras que se aparta de esta temática, pero que podría dar un enor-me impulso a la investigación del pasado

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Graham Hancock

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más remoto, con una inesperada conexión con la TAA y el fenómeno de la ufología; es-tamos hablando de Supernatural, publica-da en 2005.

Esta obra tiene como propósito explorar un aspecto que se remonta a los tiempos más antiguos de la humanidad y que no es otro que los contactos de los seres hu-manos con otras realidades o dimensiones que normalmente no podemos percibir en estado de vigilia. Estos contactos o viajes suelen tener lugar en un estado de trance, a menudo provocado por la ingestión de sus-tancias alucinóge-nas, si bien en algu-nos casos el acceso a esas dimensiones puede producirse en otras circunstancias especiales o según la sensibilidad espe-cífica de ciertas per-sonas. Lo que Han-cock aporta no es algo completamente nuevo, pues es un campo que ya había sido sugerido y ex-plorado por varios investigadores des-de mediados del si-glo pasado. La origi-nalidad de su trabajo radica en que ofrece una visión transver-sal y multidiscipli-nar de este fenómeno mediante un examen comparativo de la casuística de estas ex-periencias desde el hombre del Paleolítico hasta la actualidad.

Así, Hancock descubre evidentes paralelos entre las pinturas y grabados más antiguos que representan figuras humanoides no naturales (por ejemplo, teriántropos) y las visiones en trance del ámbito chamanísti-co, en que el iniciado se somete al influjo de seres fantásticos en otro plano de rea-

lidad. Y lo que es más, Hancock afirma que los contactos con ciertos seres fantásticos —llámense duendes, hadas, gnomos, elfos, etc.— registrados por la tradición folklóri-ca a lo largo de la historia responden a unos patrones muy similares a las experiencias chamanísticas. Finalmente, la casuística ufológica también encaja en los mismos antiguos modelos, con experiencias que van desde el aprendizaje o la potenciación de facultades hasta la abducción, la mani-pulación corporal o incluso los episodios de hibridación.En definitiva, tenemos un escenario

de dos vías de i n t e r p r e t a c i ó n alternativas:

1.- Que esta icono-grafía refleje, aunque sea muy distorsiona-damente, una reali-dad experimentada de forma objetiva (o consciente) por los hombres primitivos; esto es, una visita de astronautas de otros planetas.

2.- Que esta ico-nografía se deba a contactos –en un estado alterado de la conciencia– con seres desconocidos en otras realidades o

dimensiones, que luego son representados de alguna manera en nuestro mundo físico.

La primera opción supone que los supues-tos visitantes del espacio interaccionaron con las comunidades humanas primitivas y dejaron tal impronta que fueron tomados por dioses o seres superiores que debían ser honrados o recordados, lo que motiva-ría la creación de su correspondiente ico-nografía. Esto es fundamentalmente lo que Von Däniken y sus seguidores trataron de

¿Y si los experimentos y teorías sobre

otras realidades o universos paralelos tuvieran razón? La mecánica cuántica ha especulado con

esta posibilidad y ya no se considera un disparate científico

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argumentar, apelando a los relatos míticos –en los casos concretos en que se podía vincular una tradición conocida a ciertos restos físicos– que reforzaban la interpre-tación de la presencia de seres no terres-tres. ¿Pero de qué manera podríamos com-probar la veracidad literal de los mitos? Ya hemos expuesto la enorme dificultad de trasladar el mundo mitólogico al mundo empírico.

Por otra parte, si repasamos someramente todas las pruebas que aportan los segui-dores de la TAA, veremos que hay una más que diversa tipología de astronautas, que va desde los modelos más o menos realis-tas a las figuras más esquemáticas o simbó-licas. ¿Cómo separar pues lo que es huma-no de lo que no lo es? Si todo aquello que se sale de una representación naturalista es susceptible de etiquetarse como “extrate-rrestre”, entonces entramos en la dialéctica del “todo vale”. Por ejemplo, imaginemos que un arqueólogo del futuro encontrara un retrato de estilo cubista; con estos ra-zonamientos, tal vez podría pensar que aquel ser extraño no sería de ningún modo humano, sino “otra cosa”. Esto nos lleva a pensar que la definición de extraterrestre es tremendamente problemática. ¿Hasta qué punto nuestros posibles prejuicios, fruto de vivir en una era espacial y bajo la influencia de ciertos referentes ufológicos, nos pueden condicionar a ver todas estas figuras de una cierta manera, e incluso de manipular su contexto?

En efecto, los defensores de la TAA quieren ver extraterrestres o escenas sospechosas en las figuras que no podemos identificar claramente pero también incluso en algu-nas representaciones que tienen un con-texto cultural bien identificado. Este sería el caso de la tumba del rey Pacal, de Palen-que, en que los elementos conocidos de la mitología maya han sido aparcados para ser sustituidos por una visión tecnológi-ca que cuadra con la hipótesis de la TAA. Obviamente, en este caso, para dar alguna

oportunidad a la iconografía del antiguo astronauta, deberíamos revisar comple-tamente la validez de los estudios sobre la mitología maya. Dicho coloquialmente, “romper la baraja” y jugar a otra cosa. En resumen, no hay que desestimar los indi-cios que inclinan a la duda razonable, pero para sostener todo el edificio se necesitan otros cimientos, pues los existentes hoy por hoy no parecen muy sólidos.

Pero vayamos a la segunda opción, que es la que nos fuerza a salir de los parámetros conocidos. La pregunta clave sería: ¿y si los experimentos y teorías sobre otras realida-des o universos paralelos tuvieran razón? La mecánica cuántica ha especulado con esta posibilidad y ya no se considera un disparate científico. Hancock exploró este campo y en su estudio encontró que varios científicos de formación académica, des-pués de observar los resultados de varios experimentos controlados, reconocían que las situaciones de trance por ingesta de sustancias psicotrópicas podrían suponer un viaje real a otra dimensión; en definitiva, no serían meras alucinaciones de la men-te. En dicha dimensión aparecían seres no identificados de aspecto humanoide pero también criaturas de más difícil definición (medio humanas medio animales) e inclu-so clásicos arquetipos de extraterrestres. De hecho, el propio Hancock relata que él mismo, tras haber ingerido ayahuasca, se encontró con un ser parecido a lo que los ufológos denominan los grises. Asimismo, los chamanes aseguran que en la otra di-mensión interaccionan con seres que no se manifiestan en nuestro mundo físico o que cuando lo hacen es de forma disfrazada, muy habitualmente bajo el aspecto de un animal.

Ahora bien, vistas las experiencias de con-tacto y abducción de seres humanos pro-tagonizadas desde el principio de los tiem-pos por seres de otros mundos, vemos que se repite una misma pauta que en tiempos prehistóricos se expresaba con imágenes

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de teriántropos, en la Edad Media con imá-genes de duendes y hadas, y en los tiem-pos modernos con imágenes de alieníge-nas. ¿Podría ser la iconografía del antiguo astronauta, si no en todo su conjunto, sí al menos en parte, el resultado del contacto con estos seres que operan en otras dimen-siones? Tal vez estas entidades posean la capacidad de desplazarse fácilmente de su dimensión a la nuestra, y puedan aparecer y desaparecer a voluntad en unas determi-nadas condiciones y con un determinado aspecto. Desde este punto de vista, hablar de extraterrestres pierde un poco el senti-

do, pues sería más correcto hablar de seres interdimensionales.

Para comprender como funcionaría este fenómeno, pongamos como premisa que nuestros sentidos son las antenas que cap-tan las señales (ondas o frecuencias) del exterior para que el cerebro las descodifi-que, las procese y las convierta en nuestro mundo real. Obviamente, si el rango de fre-cuencias que podemos captar y descodifi-car es muy limitado, nuestro concepto de la realidad también lo será. Así, no habría forma de que tales seres pudieran ser per-cibidos en el estado de conciencia habitual

del ser humano. Sin embargo, el hecho de acceder a otras frecuencias sí podría abrir las puertas a la intrusión de un mundo en el otro, independientemente de quién pro-voca la intrusión. Según defienden varios autores, sería la liberación de una poten-te sustancia alucinógena natural llamada DMT (dimetil triptamina) la que permitiría conseguir este nivel de percepción amplifi-cada. Esta sustancia ya existe en el cuerpo humano; de hecho, nosotros mismos la ge-neramos en la glándula pineal, que —qui-zás no casualmente— ha sido asociada al famoso tercer ojo de la tradición oriental.

Por consiguiente, no es descabellado aven-turar que las representaciones de seres fantásticos —tomados por dioses o astro-nautas, pero que no serían ni una ni otra cosa— no constituirían una mera deforma-ción de la realidad, producto de procesos bioquímicos de la mente, sino un intento de dar una forma o apariencia a estos seres en nuestro universo físico después de ha-berlos percibido en otra realidad.

Indudablemente, todo lo expuesto no son más que líneas de investigación que tienen un gran componente especulativo. Así, en un elevado porcentaje de esta iconogra-

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fía, apenas podemos sugerir poco más que conjeturas acerca de la verdadera natura-leza de estas figuras de tipo espiritual o mágico. Ahora bien, dando esto por hecho, quedarían todavía muchos cabos por atar, a la vista de cierta casuística que resul-ta cuando menos desconcertante, frente a la cual las explicaciones convencionales aportadas por la ciencia no suelen ir más allá del clásico campo de la mitología o la religión, dejando de lado cualquier intento de interpretación en clave genuinamente científica (aunque quizá fuera del paradig-ma actual).

En todo caso, las teorías que hemos expues-to requieren abrir la mente a un concepto distinto de nuestra existencia en el cosmos, al tiempo que ponen sobre la mesa el de-bate de la existencia de seres inteligentes más evolucionados que nosotros, que nos influyen de alguna manera, positiva o nega-tivamente, y que quizás estén en un ámbito mucho más cercano que un lejano planeta de otra galaxia, si prescindimos de nuestros conceptos convencionales de espacio-tiem-po. Finalmente, deberemos reconocer que las tres visiones presentadas se sitúan en terrenos prácticamente desconocidos para nosotros y que siguen reclamando renova-dos esfuerzos de investigación: los com-plejos mecanismos de la mente humana, la existencia de una inteligencia superior en otros mundos o la hipótesis de un universo multidimensional.

© Xavier Bartlett 2013

Notas

1.- Lethbridge escribió el libro The legend of the Sons of God, A Fantasy? (1972), fruto de su interés por las figuras de los dioses en las culturas del pasado. Para el científi-co inglés las explicaciones habituales sobre las leyendas de dioses no iban en la direc-ción correcta. En su opinión, las referencias mitológicas apuntaban a que los hijos de

Dios –que habían procreado con las hijas de los hombres– eran seres que provenían de otro planeta y que poseían fantásticas máquinas voladoras. Lógicamente, mucha gente comparó su libro con el Chariot of the Gods de Von Däniken, pero el propio autor inglés puntualizó que, si bien los conteni-dos eran similares, su libro sólo ofrecía especulaciones para mentes abiertas, no hechos probados.

2.- La cronología varía según las fuentes consultadas. Como inicios se citan fechas entre el 14000 y el 10000 a.C. y como final las fechas se concentran alrededor del 400-300 a.C.

3.- En efecto, aquí se ha querido realizar una interpretación del tipo: “ser alienígena abduce a un grupo de mujeres y se las lle-va a la nave con intención de realizar algun tipo de experimentación o manipulación”.

4.- KOLOSIMO, Peter. El planeta incógnito. Plaza & Janés. Barcelona, 1971.

5 .- FAGAN, Brian M. (ed.). Los setenta mis-terios del mundo antiguo. Blume. Barcelo-na, 2002.

La última obra de Graham Hancock http://www.amazon.co.uk/War-God-

Graham-Hancock/dp/1444734377

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Etemenanki, la Torre de Babel en Cusco, Peru?Documental producido por Jesús Gamarra y Jan Peter de Jong.

¿Podría haber sido Cusco Babilonia la Grande? ¿Y Sacsayhuaman la Torre de Babel?

¿Es Cusco, en Peru, conocida como la antigua capital de los incas, la ancestral ciudad de “Babilonia la Grande”? ¿Y podría la estructura más ciclópea de la Tierra, justo por encima y al norte de la ciudad y conocida como Sacsayhuaman, la legendaria “Torre de Babel”? Estas preguntas no son tan extrañas una vez se sabe que la cantera más grande y más avanzada se encuentra en y cerca de Cusco y que no fue obra de los incas sino de una cultura anterior, mucho más antigua, una cultura que fue capaz de construir los vestgios megalíticos alrede-dor de Cusco y en el resto del mundo.

Hay sorprendentes similitudes que se pueden reconocer entre los vestigios y que se explica en detalle en nuestro otro documental “La Cosmogonía de los Tres Mundos”.

No es extraño que esto sea así, si uno supera el viejo paradigma del continente americano como “El Nuevo Mun- do”. Las investigaciones inciadas por Alfredo Gamarra hace más de un siglo y concluí- das por su hijo, Jesús Gamarra, confirman la existencia real de la To-rre de Babel en la Tierra de Sinar. Hasta hoy, la Torre no fue encontra- da en la ubicación que se consideraba el lugar más probable, es decir, Mesopotamia. Para ello, se utilizó infor-mación de los antguos historiadores griegos y romanos así como de investigadores contem-poráneos.

Al cotejar toda la in- formación, se encon-traronmás de una do- cena de características únicas de la Torre y de la ciudad de Babilonia la Grande. Dichas ca- racterísticas se corres-ponden con el parque arqueológico de Sacsa-yhuamán y la ciudad de Cusco, en un nivel tal que no podemos hablar de mera coincidencia. Por lo tanto, la eviden- cia presentada en este video es rompedora de tal manera que “Eteme-nanki” es un documen- tal que presenta una vi-sión fascinante de unos perídos que faltaban en nuestra historia.Los estudios de Alfredo Gamarra confirman la importancia de los idio- mas quechua y aymara como las lenguas raíz. Existen muchas simili-tudes con idiomas europeos y asiáticos, lo que indica su importancia y antigüedad. Idiomas que, de acuerdo con Alfredo, son los restos de la primera lengua de la Tierra, el idioma que la humanidad tuvo que aprender a hablar durante “la confusión de las lenguas”.

Las referencas que Jesús Gamarra ha encontrado acerca de la aparición de la palabra “Si-nar” en mapas antiguos como “Sitiu Sinar”, “Statio Sinar” y “Regio Sinar”, confrman que el continente sudamericano tuvo influencias del lado del Oceáno Pacífico. “La Tierra de Sinar”, donde se encuentra la Torre de babel y la ciudad de Babilonia la Grande, la gran ciudad que gobernaba sobre todos los reyes de la Tierra.

Producido pro Jesús Gamarra y Jan Peter de Jong.

El DVD está disponble en inglés y en español. el precio es de 20 US dólares. El envío es gra-tuito a todo el mundo

http://www.ancient-mysteries-explained.com/etemenanki-tower-of-babel-in-cusco-peru.html

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Los descubrimientos de Alfredo Gamarra: la humanidad nació en Perú

Jan Peter de JongFotos: Eduard Pi

Basándose en las investigaciones de Alfredo Gamarra, continuadas por su hijo,

Jesús Gamarra, Jan Peter de Jong presen-ta unas teorías ciertamente arriesgadas

pero bien estructuradas acerca del origen de la Humanidad y que, de confirmarse,

pondrían en jaque la visión convencio-nal sobre el origen de la civilización en

América y en todo el mundo

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Alfredo Gamarra (1903-1999) fue un investigador peruano que dedicó buena parte de su vida a

investigar los misterios de la historia de la Humanidad. Su trabajo, que tuvo carácter multidisciplinar, se basó especialmente en la información que le proporcionaron los numerosos vestigios arqueológicos de Cuzco, su ciudad natal y antigua capital inca del Perú. Estos esfuerzos, que afortunadamente tienen continuidad gracias al tesón de su hijo Jesús, le condujeron a conclusiones que van más allá del paradigma científico actual. Así, podríamos decir que nos hallamos frente a un trabajo no precisamente convencional, pero sí riguroso y exhaustivo, que sin duda merece una seria consideración, dado que presenta nuevas perspectivas y soluciones donde otros no han sido capaces de aportar nada.

Seguidamente exponemos un resumen de las principales teorías que desarrolló Alfredo Gamarra a partir de sus observaciones e investigaciones.

América no es el Nuevo Mundo, sino un mundo mucho más antiguo

Alfredo y Jesús Gamarra estudiaron muchos documentos antiguos y todos los vestigios que se hallan en la ciudad de Cuzco, Sacsayhuamán, el Valle Sagrado de los incas (incluyendo Machu Picchu) y muchos otros lugares poco conocidos por el público. A partir de estas pruebas, y con la aportación de su profundo conocimiento de los mitos locales, leyendas y restos de culturas pretéritas, como los incas, llegaron a la conclusión de que Cuzco y sus alrededores son mucho más antiguos de lo que se supone (de ningún modo construidos por los incas), y que el continente americano no era realmente un Nuevo Mundo, como sostiene el paradigma histórico dominante, sino un mundo mucho más arcaico de lo que se acepta comúnmente.

El origen de muchas culturas de todo el mundo se encuentra en PerúEsta conclusión sobre América también se basaba en el descubrimiento de restos extraordinariamente antiguos dentro y cerca de lo que se supone que eran vestigios incas, así como en otros indicios procedentes de historias locales, topónimos, símbolos, archivos y crónicas del periodo colonial. Además, estudios posteriores centrados en libros antiguos —como las obras de historiadores griegos y romanos, o informaciones extraídas del Vaticano y de la Biblia— y en la semejanza de las lenguas locales, como el quechua y el aymara, con otras lenguas de todo el mundo, les inclinaron a pensar que muchas culturas pudieron haber tenido su origen en esta parte del mundo. Asimismo, la memoria global que parece que existió sobre antiguas civilizaciones como la Atlántida o Mu pudo haber estado relacionada con este mismo lugar.

Cuzco podría haber sido el lugar sagrado de los orígenes de la humanidad. Para los Gamarra, la presencia de un estilo constructivo muy arcaico en Cuzco y sus alrededores significa algo especial, como

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si este lugar pudiera considerarse la cuna de Humanidad. Las construcciones en este estilo se encuentran en otras partes del mundo, también relacionadas con “El Origen”, pero no son tan abundantes como en la zona de Cuzco. Además, el estudio de la literatura, los topónimos y las antiguas lenguas, así como los indicios que Alfredo Gamarra percibió en sueños lúcidos, parecen confirmar esta sorprendente conclusión.

Los incas construyeron sobre vestigios ya existentes

Los Gamarra concluyeron que los incas fueron los responsables de las construcciones más simples de lugares como Sacsayhuamán o Machu Picchu, caracterizadas por el uso de pequeñas piedras —con marcas de martillo y cincel— o bien de ladrillos de adobe. Sin embargo ellos no construyeron las estructuras más sofisticadas, dado que no poseían las herramientas adecuadas para producir tales resultados. Concretamente existirían dos estilos pre-incaicos:

1) Del tiempo de Hanan Pacha, una época que según A. Gamarra coincidiría con el paraíso citado en la Biblia (según la

mitología inca, el tiempo de la tierra con el cielo encima). Encontramos este estilo en la base de los vestigios, realizado sobre la roca viva, con el aspecto de haber sido tallado como mantequilla o queso. Las piedras presentan vitrificación y suelen hallarse en el centro o debajo de los muros de épocas posteriores.

2) Del tiempo de Uran Pacha, que vendría a ser la época bíblica comprendida entre la expulsión del paraíso y la confusión de las lenguas. Se trataría del estilo típicamente megalítico con los bordes vitrificados y con un encaje perfecto de los bloques. Solemos encontrar estos muros encima o alrededor de las piedras del primer estilo.

Los mismos estilos constructivos anteriores a los incas aparecen en todo el mundoAlfredo Gamarra identificó el estilo Hanan Pacha en varios monumentos antiguos de todo el mundo, como Malta, Egipto, Gran Bretaña o Japón. En muchos casos parece ser que este estilo fue utilizado por culturas posteriores. Así, en Egipto apareció este estilo en la cámara subterránea –una estructura supuestamente inacabada– que muestra algunas típicas características Hanan Pacha, como las esquinas interiores redondeadas y un aspecto moldeado. En Japón, las estructuras sumergidas de Yonaguni aún son objeto de debate sobre su artificialidad, pero para A. Gamarra estaba claro que mostraban los mismos rasgos típicos del estilo Hanan Pacha.

Gracias al análisis comparativo de imágenes de algunos yacimientos de todo el mundo, se ha podido observar estructuras similares en todos los rincones del planeta, formando en muchas ocasiones la base de antiguos monumentos sagrados. En este sentido, cabe destacar el sensacional descubrimiento de que la estructura pétrea

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en el interior de la mezquita de la Cúpula de la Roca en Jerusalén, llamada la piedra fundacional, es una típica piedra Hanan Pacha.

El tipo de construcción del Hanan Pacha forma parte de la base de los vestigios. Los muros se erigen alrededor de esas estructuras, como si necesitaran ser protegidas o fueran consideradas de vital importancia, si bien todavía no hemos sido capaces de asignar una función conocida a

tales estructuras, al menos desde nuestra lógica actual. También está claro que estas estructuras, hasta el día de hoy, son utilizadas por la población local para hacer ofrendas. En todo caso, hay que reseñar que no se han identificado canteras para estas construcciones, como algunos han propuesto.

Lo mismo ocurre con el estilo de construcción del Uran Pacha: muros compuestos de piedras perfectamente unidas, tan típico de Cuzco, y algunas veces con enormes bloques. Como ya comentamos, este estilo se detecta muchas veces encima o alrededor del estilo Hanan Pacha. Gracias a Internet podemos ver hoy en día que este estilo aparece en varios yacimientos en todo el mundo; así, otros ejemplos de esta construcción, aparte de Perú, los encontramos en la Isla de Pascua, Egipto, Malta y Grecia.

El tercer estilo pertenece sin duda a los incas, según los Gamarra, y es el más tardío, edificado siempre encima de los otros dos estilos. Algunos podrán argüir que los diferentes estilos se superponen en fluida armonía, pero resulta obvio que cada estilo se corresponde con una tecnología diferente, y que el último de ellos presenta una tecnología muy simple.

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Ruinas de Sacsayhuaman en Perú

Tempo de Abydós en Egipto

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Asimismo, las piedras utilizadas en cada estilo son de diferentes tipos, lo que puede representar diferentes fases. También hay que considerar que en los muros con piedras perfectamente encajadas, aun de gran tamaño, no vemos nunca piedras mal colocadas: siempre apreciamos juntas perfectas, lo cual hace más probable la afirmación de los Gamarra de que en aquel tiempo les era fácil hacerlo así, gracias a algún tipo de tecnología desconocida.

Esta tecnología parece ser que se basaba en piedras moldeables. En todos los vesti-gios examinados se aprecia que los cons-tructores de los estilos Hanan y Uran Pacha eran capaces de hacer cualquier forma que quisieran en la piedra. Así, hallamos blo-ques con la forma de esquina, juntas per-fectas con superficies irregulares en todos los bordes de la piedra, formas caprichosas de la piedra como si pudieran hacer mo-vimientos rápidos y diáfanos cambios en la superficie de la roca, como si ésta fuera blanda. El estilo Hanan Pacha se muestra como si hubiera sido moldeado con una

cuchara, siempre con esquinas interiores cóncavas, redondeadas, lo que descarta que hubiera sido realizado con un rayo lá-ser, como algunos indican. Una buena ana-logía de este estilo sería nuestro moderno material de protección de porexpan, hecho con moldes y calor, que tiene la misma apa-riencia de esquinas redondeadas. De nuevo encontramos esta misma manera de traba-jar la piedra en otros yacimientos a nivel mundial.

Las piedras moldeadas y vitrifica-das fueron usadas antes de la épo-ca inca

La vitrificación es un fenómeno que aún es negado sistemáticamente por la cien-cia ortodoxa. Los arqueólogos se refieren a esta característica como “piedras exquisi-tamente pulidas”. Sin embargo, Alfredo Ga-marra identificó hace mucho tiempo esta técnica de la vitrificación en diversos vesti-gios de Cuzco y sus alrededores, en los dos estilos antes mencionados y en diferentes tipos de piedra.

La última información, a partir del análisis de una muestra, confirma que Alfredo es-taba en el camino correcto. Los resultados demuestran que la composición de la capa superior de la muestra es muy diferente del resto de la piedra, que es una típica pie-dra caliza. La capa superior contiene signi-ficativamente más silicio y la composición es muy similar a la de la pintura cerámica. Así pues queda justificado afirmar que esta piedra debió ser tratada con una tecnolo-gía basada en la aplicación de calor.

La existencia de piedras vitrificadas se con-firma en los clásicos tipos de piedra de los estilos Hanan Pacha y Uran Pacha. Se pue-de observar muchas veces una capa sua-ve, delgada y uniforme, especialmente en aquellas piedras que de alguna manera han estado mucho más protegidas de la erosión, por ejemplo las que se encuentran dentro

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de las cuevas. En el caso de los muros con las juntas perfectas del estilo Uran Pacha vemos este fenómeno particularmente en las esquinas, donde las piedras parecen haber estado selladas juntas, mientras que otras piedras de esos mismos muros parece como si hubieran sido planchadas en algunos puntos. Cuando se analizó en Europa una muestra de un monumen-to del Hanan Pacha se pudo apreciar que la capa superficial delgada tiene otra composición quí-mica, con una alta concentración de silicio, al igual que la composición de la pintura cerámica, lo cual confirma prác-ticamente el uso de calor. Asimismo, el análisis visual con-firmó el efecto de refracción, muchas veces presente en la vitrificación, se-gún había indica-do Jesús Gamarra. Analizando este fenómeno en otras partes del mundo, ejemplos claros son los encontrados en las piedras de lugares como Egipto y Malta.

El quechua y el aymara son las len-guas más antiguas del mundo

Alfredo Gamarra conocía la relevancia de las lenguas quechua y aymara. Reciente-mente se ha propuesto la especial estruc-tura del aymara como técnica de traduc-ción automática informatizada, dado que el aymara no está basado en una lógica dual (verdadero o falso), sino en una lógi-ca de tres valores. De este modo, es capaz de expresar sutilezas modales donde otros lenguajes han de recurrir a complejos cir-

cunloquios. Así pues, el aymara facilitaría la traducción de idiomas, tal como ha con-firmado el investigador boliviano Iván Guz-mán de Rojas, inventor del programa infor-mático Atamiri. El aymara es tan perfecto que se ha llegado a sugerir que se trataría de una lengua artificial.

Alfredo dijo que el aymara, junto con el quechua, desciende directamente del pri-

mer lenguaje existen-te sobre la Tierra, lo que tendría confirma-ción a través de las semejanzas regulares que se dan entre el quechua y el aymara y otras lenguas de todo el mundo. Siguiendo la lógica de un solo lenguaje originario común, Alfredo con-sideró que ese origen estaba en Cuzco y que el quechua y el ayma-ra eran los restos de ese primer lenguaje, la lengua que la Hu-manidad tuvo que aprender después de la “confusión de len-

guas”. Antes de ese tiempo, según Alfredo, los hombres se podían comunicar telepáti-camente.

Asimismo, existe una larga lista de libros que tratan esta cuestión y que establecen una similitud entre estas lenguas y otras de Europa y Asia. Durante mi primera visi-ta a Cuzco, antes incluso de conocer las in-vestigaciones de los Gamarra, conocí a un hombre que hablaba ocho lenguas, y según él esto se debía a que tenía el conocimien-to del quechua, lo que le facilitaba hablar las otras siete lenguas restantes. También argumentaba que el quechua debió de ha-ber sido una especie de lengua raíz, lo que

Para mucha gente puede resultar

increíble el hecho de que existiese una

menor gravedad en el pasado, pero ello podría explicar muchos misterios

del pasado

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parece confirmarse por otras fuentes. Jesús Gamarra escribió un pasaje interesante so-bre esto, llamado “La Primera Lengua”.

En tiempos arcaicos existían otras condiciones físicas en el planeta

Para mucha gente puede resultar increíble el hecho de que existiese una menor gra-vedad en el pasado, pero ello podría expli-car muchos misterios del pasado. Después de oír esta propuesta de Jesús Gamarra, la investigué más a fondo y llegué a la conclu-sión de que existen varias indicaciones y pruebas que confirman una menor grave-dad en tiempos remotos.

Alfredo Gamarra sostenía que, a causa de una menor gravedad y una menor presión atmosférica, las formas de vida en el pasa-do pudieron haber sido más grandes, como por ejemplo durante la era de los dinosau-rios. Asimismo, estableció una relación en-tre el tamaño de los seres humanos y una gravedad menor, tomando como base las numerosas referencias a los gigantes en el pasado y a algunos hallazgos de huesos gi-gantes. Otro rasgo peculiar serían los crá-neos alargados —que no deben confundir-se con las deformaciones artificiales—, que aparecen el Perú (Cuzco, Nazca, Paracas...),

así como en otros lugares como Malta o Rusia.La población de la era Hanan Pacha pudo haber tenido cartílagos en vez de huesos (insinuado también en los trabajos de Ma-dame Blavatsky), lo que haría muy impro-bable encontrar ningún tipo de resto. Estas gentes de los periodos Hanan Pacha y Uran Pacha pudieron haber sido los dioses y gi-gantes de los que nos hablan los mitos, le-yendas y religiones. En esos tiempos sería más fácil para los humanos materializar el pensamiento, dado que toda la materia sería menos densa. En este sentido, los hu-manos tendrían más poder sobre la mate-ria y los animales, y la comunicación sería por vía telepática.

Además, una gravedad menor supondría un menor consumo de energía para supe-rar los efectos de ésta. Así, según Alfredo, un proceso de regeneración celular más lento y un bajo consumo de energía serían factores que facilitarían una vida más lar-ga en tiempos arcaicos. De este modo, en la era Hanan Pacha la duración de la vida po-dría haber sido casi eterna, y de más de mil años en la era Uran Pacha, lo que no haría preciso corregir la extensa duración de las vidas mencionadas en la Biblia.

Este fenómeno podría explicar la gran lon-gevidad de los personajes de la Biblia y de

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Egipto. La gravedad es la fuerza que a lo largo de nuestra vida nos tira hacia abajo, una fuerza contra la que tenemos que lu-char las 24 horas al día. Si esta fuera menor, consumiríamos menos energía y ello com-portaría un proceso de envejecimiento más lento de nuestro cuerpo. Asimismo, podría explicar también la diferencia de escala que vemos en ciertos vestigios antiguos comparados con otros más modernos. La diferencia de escala entre los estilos Hanan Pacha, Uran Pacha y el Ukun Pacha es ob-vio. Primero, se edificaba sobre las laderas de montaña o sobre enormes bloques de piedra. Más tarde, se construía sobre el es-tilo anterior con bloques perfectos, a veces gigantes, del estilo Uran Pacha. Y finalmen-te encontramos el estilo inca de piedras pe-queñas o adobe. Y, una vez más, hallamos estas características en otras partes del mundo.

Otro de los elementos a destacar es la di-ferencia de escala de los seres vivos en el pasado. Existe una importante literatura que confirma la idea de un decrecimiento del tamaño de los seres vivos con el paso del tiempo, desde las formas gigantes (di-nosaurios) a las más pequeñas; de hecho, de todas las criaturas de la Tierra existen ejemplares más grandes en el pasado. Esto también se aplicaría al ser humano, a par-tir de supuestas evidencias. Obviamente, este hecho está muy presente en todo tipo de leyendas, mitos y religiones de todo el mundo.

En el ámbito geológico, la teoría de la Tie-rra en expansión como por ejemplo cons-tata el científico alemán Konstantin Meyl muestra que todos los continentes encajan perfectamente en un globo terráqueo mu-cho más pequeño, que comprendería toda la extensión de la Tierra. Esto no puede ser una coincidencia. El encaje de los con-tinentes del globo terráqueo en su tamaño de hoy no es tan perfecto; de hecho, Pan-gea, el supercontinente primigenio, pudo haber estado realmente en un globo terrá-

queo mucho más pequeño. A pesar de que la física no puede demostrar con argumen-tos cómo pudo haber sucedido semejante evento lo que constituye la principal razón por la que no se acepta esta teoría tampo-co podemos rechazar o negar la evidencia arguyendo que no sabemos como sucedió.

Una gravedad menor también podría ex-plicar por qué los humanos podrían haber tenido más poder cerebral y capacidades especiales como la telepatía, ya que estas circunstancias diferentes parecen haber tenido gran influencia en el ser humano a nivel espiritual y mental. Mi interpretación, basada en la manera de pensar de Alfredo Gamarra, es la siguiente: en el presente, de-bido a un mundo con más gravedad y más densidad de todos los materiales, nos es más difícil tener acceso al Campo (término utilizado por la autora Lynn McTaggart en

su libro del mismo nombre). Según McTa-ggart: la conciencia humana era una sus-tancia fuera de los confines del cuerpo. Una energía ordenada elevada capaz de cam-

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Templo del Valle de Kfren en Gizeh

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biar el mundo físico. El Campo, en este sen-tido, es el Universo Interconectado, donde todo y todos están conectados. La razón y causa de menos interconexión y de la vida de separación y aislamiento del hombre moderno se debe especialmente a las cir-cunstancias de mayor gravedad y densi-dad. Así pues, en un pasado remoto, con menos gravedad, sería mucho mas fácil te-ner contacto con el Campo, lo que se tradu-ciría en mayores capacidades telepáticas, acceso más fácil a un conocimiento común, y resultados de intención más inmediatos. Lynn McTaggart intenta probar el efecto de la intención humana con sus experimentos

sobre la intención, ya que está convencida de que tenemos la capacidad de fabricar nuestro propio futuro e influenciar en la materia con nuestros pensamientos. En mi opinión, la situación actual de la densidad/gravedad es la que impide ver un efecto in-mediato en nuestras intenciones, pero en el pasado, con otras condiciones, sería mu-cho mas fácil hacer cosas de este tipo.

En el pasado existieron diferentes calendarios, según las órbitas de la Tierra Alfredo Gamarra relacionó las épocas Ha-nan Pacha y Uran Pacha con calendarios

inferiores a 365 días por año, cuando la Tierra estaría más ceca del Sol. Así, Alfre-do pensaba que la Tierra habría formado parte del Sol y que poco a poco habría in-crementado su órbita, alejándose cada vez más. Las tres últimas, incluyendo la actual, serían las que permitirían la vida humana sobre el planeta.

La primera órbita con presencia huma-na habría sido en el Hanan Pacha, con un año de 225 días, un calendario que Alfredo identificó en la Puerta del Sol de Tiahuana-co (Bolivia). Esta época, caracterizada por

un clima tropical en todo el globo, habría permitido la vida casi eterna (el paraíso te-rrenal) en una Tierra más pequeña, con los continentes más juntos y con menos grave-dad. La segunda órbita, la del tiempo Uran Pacha, habría tenido un año de 260 días, lo que sería el calendario maya Tzolkin.

Las dos veces en que la Tierra cambió de órbita en la historia humana se correspon-derían a la expulsión del paraíso y luego a la confusión de lenguas. Ambos momentos representaron un cambio en la gravedad, así como cambios físicos y mentales para

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la humanidad. Según Alfredo, el motivo de-corativo de los tres lados escalonados, un símbolo que se encuentra en toda la cultu-ra inca, sería un reflejo de este concepto de tres periodos/órbitas/mundos. Lo mismo se aplicaría al concepto de los tres círcu-los hallado en vestigios de todo el mundo como los tres círculos de Stonehenge, los tres círculos en la cima del Borobudur y los tres círculos del Moyuc Marka, en la parte alta de Sacsayhuamán.

Con respecto a otros calendarios en el pa-sado, resulta interesante retomar las in-vestigaciones de Alfredo Gamarra en lo referente a que mucha información del pasado se podría interpretar literalmente. Así, al igual que la longevidad de las perso-na en el pasado, los gigantes, las personas con capacidades espirituales y mentales mucho mayores que las de ahora, también sería factible la existencia de calendarios más cortos en el pasado, como el Calen-dario Tzolkin y el Calendario de la Puer-ta del Sol de Tihuanaco. Normalmente se considera el Calendario Tzolkin como un calendario lunar, que habría sido modifica-do artificialmente a 365 días para hacerlo encajar con nuestro mundo moderno. A su vez, el Calendario de Tiahuanaco ha sido interpretado por Erich von Däniken como un calendario de Venus, de 225 días. Pero en el pasado, estos ciclos más cortos tal vez reflejaban la órbita real de la Tierra, lo cual encajaría en la teoría general de una Tierra que se va alejando del Sol y que se expande mientras orbita. De este modo, la extinción de especies especialmente las criaturas gigantes pudo haberse debido a este proceso y no a las inversiones de los polos u otros desastres naturales. Asimis-mo, tomando la historia humana relatada en la Biblia, tendríamos aquí una explica-ción para la reducción de la longevidad del hombre, ya que con cada cambio de órbi-ta la Tierra habría incrementado su masa y su gravedad. Alfredo tenía una explica-ción interesante de cómo los seis días de la Creación están reflejados en los monolitos de Ollantaytambo; concretamente dijo que

fueron seis órbitas diferentes, antes de que empezara la historia humana.

La Gran Torre de Babel, en Sacsayhuamán

En cuanto a los lugares sagrados del ori-gen en el Perú, Alfredo Gamarra tuvo una experiencia de tipo paranormal cuando estaba en frente de los monolitos de Ollan-taytambo. Parece ser que recibió un men-saje, como una voz de su interior, con estas palabras: “Esta es la primera edición del génesis de las sagradas escrituras”. Sus in-vestigaciones posteriores, tras esta expe-riencia, le inclinaron a pensar que muchos de los escenarios de las sagradas escrituras judeo-cristianas sucedieron en Perú, espe-cialmente cerca de Cuzco. De hecho, hay muchas indicaciones que coinciden con las antiguas descripciones, tal y como confir-mé con Jesús Gamarra.

Mi propia visión coincide con la reivindica-ción de Alfredo Gamarra de que Cuzco fue la Gran Babilonia, la ciudad que gobernaba todo el mundo, y que Sacsayhuamán, enci-ma de Cuzco, podría haber sido la Gran To-

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rre de Babel. Y aunque esta afirmación sea más bien atrevida, existen bastantes razo-nes para pensar y creer así. Babilonia en Irak es una ciudad relativamente moderna, mientras que Cuzco, originalmente entre dos ríos, tal y como afirman los mapas an-tiguos de la ciudad, podría ser mucho mas antigua siguiendo la lógica de Alfredo Ga-marra, con sus dos estilos de construcción extraordinariamente arcaicos.

Además, las descripciones de Babilonia y de la Torre de Babel (Etemenanki) de los historiadores griegos y los romanos coin-ciden con las características de Sacsayhua-mán. Y recordemos que nunca se ha encon-trado en Mesopotamia nada parecido a la Torre de Babel, donde se supone que debe-ría estar. Aparte de estas referencias, exis-ten en la Biblia otros escenarios que bien podrían haber tenido lugar en el continen-te americano. Por ejemplo, según el explo-rador Gene Savoy, Ophir debía de haber estado en Perú. El documental Etemenanki y el libro Parawayso de Jesús Gamarra dan más detalles de este tema en concreto.

ConclusionesMis experiencias personales, que arrancan del rodaje del documental La Cosmogonía de los Tres Mundos, un trabajo que produ-je junto a Jesús Gamarra sobre la obra de su padre, son de alguna manera la confir-mación de las conclusiones de Alfredo, que aunque puedan sonar un poco desubica-das, están mayormente respaldadas por pruebas objetivas, como hemos expuesto. Y ante todo, cabe destacar que los descu-brimientos de Alfredo permiten explicar muchos misterios del pasado, gracias a que conectan muchos elementos concretos. Así pues, no hay necesidad, por ejemplo, de caer en la hipótesis alienígena por falta de explicaciones sobre fenomenología extra-ña o sobre determinados objetos o tecno-logías.

Todas estas investigaciones, teorías y afirmaciones de los descubrimientos de Alfredo Gamarra deben ser evaluadas, desarrolladas y elaboradas con mayor

profundidad, un trabajo que está llevando a cabo su hijo Jesús Gamarra. Las afirma-ciones de Alfredo Gamarra son como poco atrevidas, pero podrían servir para atar los cabos sueltos de algunas teorías oficiales que todavía están por demostrar. Sea como fuere, el trabajo de Alfredo Gamarra es de gran valor, y esperemos que dentro de un tiempo se conviertan en la base de futuras investigaciones que nos hagan entender mucho mejor el pasado remoto de la histo-ria del ser humano.

© Jan Peter de Jong 2013

Sobre el autorJan Peter de Jong es un investigador inde-pendiente holandés que lleva varios años en el Perú estudiando temas de arqueolo-gía alternativa, siguiendo especialmente los trabajos de Alfredo y Jesús Gamarra sobre el origen de la civilización. Sus sitios web son:

http://www.ancient-mysteries-explained.com http://www.janpeterdejong.com

Para saber más:

DE JONG, Jan Peter y JORDAN, Chris.Evidence of Vitrified Stonework in the Inca Vestiges of Peru.

GAMARRA Jesús y DE JONG, Jan Peter.La Cosmogonía de Los Tres Mundos (DVD)

GAMARRA Jesús y DE JONG, Jan Peter. Etemenanki, ¿La Torre de Babel en Cusco, Perú? (DVD)

GAMARRA, Jesús. Parawayso (DVD)

Bibliografía:HANCOCK, Graham. Fingerprints of the Gods

HURRELL, Stephen. Dinosaurs and the Expanding Earth

MAXLOW, James. Terra Non Firma Earth

McTAGGART, Lynne. The Field

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DogmaCero número 1 Enero-Febrero 2013Si no recibió este ejemplar, solicítelo sin coste alguno a

[email protected]

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Entrevista a Robert Bauval:

“Existió en Egipto una civilización miles de años antes de la era faraónica”

Eduard Pi

Autor prolífico, serio y riguroso en sus investi-gaciones, Robert Bauval se ha ganado a pulso

el prestigio del que goza. Bauval es un autor de referencia al que tienen en cuenta, nos consta, investigadores de todo el mundo. Sus plantea-

mientos, bordeando la ortodoxia académica, son coherentes y bien fundamentados. En esta

entrevista en exclusiva para DogmaCero, nos presenta algunas teorías capaces de hacernos replantear muchos de los principios que sus-

tentan el actual paradigma histórico.

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DogmaCero: En algunos de sus trabajos, en particular Talismán, con Graham Hancock, usted afirma que existe una antigua tradi-ción hermética que ha pasado desde el An-tiguo Egipto hasta nuestros tiempos a tra-vés de ciertas sociedades secretas como los templarios o los masones. Esta arquitectura monumental intenta imitar la disposición de algunas constelaciones, reflejando sobre la tierra la posición exacta de las estrellas (“como es arriba, así es abajo”). En su opi-nión, ¿Cuál es el propósito final de esta ar-quitectura?

Robert Bauval: Podemos decir que la tra-dición hermética, aunque tuvo sus inicios en Alejandría el siglo I a. C., procedía del antiguo Egipto. Sabemos que los egipcios ya diseñaban o alineaban sus monumentos en función de ciertos valores astronómicos y cuerpos celestes, y además –según mis teorías– creaban modelos de constelacio-nes sobre la tierra, como el caso de la co-rrelación de Orión en Guiza. Lo que Graham

Hancock y yo investigamos es la influencia de la tradición hermética en la tradición eu-ropea, porque lo que resulta muy obvio es que el simbolismo egipcio aparece en las

Robert Bauval es un ingeniero angloe-gipcio de padres belgas nacido en Alejandría en 1948. Durante años,

Bauval compaginó su trabajo profesional con el estudio de la civilización egipcia, hasta llegar a convertirse actualmente en uno de los autores alternativos de mayor éxito y reconocimiento en el estudio del Antiguo Egipto desde una nueva perspec-tiva. De su extenso trabajo cabe destacar la formulación de la llamada Teoría de la Correlación de Orión (TCO), que postula que las tres Grandes Pirámides de Guiza se construyeron siguiendo un patrón astronó-mico que imitaba sobre la tierra la posición del cinturón de Orión en el firmamento.

Más adelante profundizó en estos estudios y determinó que otros muchos monumen-tos egipcios antiguos reflejaban también patrones estelares. Hoy en día sigue centra-do en la investigación de diversos aspectos poco explorados de la civilización egipcia, habiendo ampliado también sus intereses

a ciertas tradiciones arquitectónicas de origen hermético.

De su obra destacamos los clásicos El mis-terio de Orión (1995), donde expuso los fundamentos de la TCO, y Código Egipto (2007), que seguía esta misma línea de pa-trones astronómicos en el Antiguo Egipto. Con La cámara secreta (2001) Bauval ini-ció la investigación de la relación entre la tradición hermética y su relación con la ar-quitectura. También ha colaborado con el famoso autor Graham Hancock en diversas obras como Guardián del Génesis (1997) o Talismán (2004). Entre su reciente produc-ción, cabe citar Black Genesis (2011), que se interna en la búsqueda de los orígenes de la civilización egipcia y Breaking The Mi-rror Of Heaven: The Conspiracy To Suppress The Voice Of Ancient Egypt (2012), que de-nuncia el maltrato que ha sufrido el anti-guo legado egipcio. Su sitio web es: www.robertbauval.co.uk

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artes, la arquitectura, el urbanismo, etc. en todo el Renacimiento europeo, como po-demos apreciar en ciudades como Roma, llena de símbolos egipcios y obeliscos, o en París, con ciertos monumentos dispuestos sobre ejes o alineaciones de origen hermé-tico, incluyendo un claro paralelismo con el templo de Luxor.

No me cabe duda de que algunas gran-des ciudades fueron diseñadas siguiendo una notable influencia de la tradición her-mético-egipcia, como también vemos en Washington, planeada según principios masónicos con reminiscencias egipcias, o en Alexandria, con el monumento a George Washin-gton, imitando la isla de Faros. También tene-mos la estatua de la Libertad de Nueva York, que representaba a Isis, y cuyo escul-tor, Bartholdi, era masón; de hecho, era un regalo de las logias masóni-cas de París a las logias americanas. Y bien, siguiendo el trabajo de Talismán, otros autores han apreciado estas mismas in-fluencias en otras ciudades como Madrid, Milán o Londres. Finalmente nos podemos preguntar: ¿estamos ante una serie de ex-trañas coincidencias o más bien ante una maniobra calculada?

DC: ¿Incluiría también en esta tradición hermética el diseño de las catedrales góti-cas medievales?

RB: Hasta cierto punto, sí. No ha sido éste un tema de mi interés, pero conozco el tra-bajo de varios autores que afirman que, en efecto, las catedrales forman patrones es-telares.

DC: Y volviendo a la pregunta inicial, ¿qué habría pues detrás de esta arquitectura de tradición hermética?

RB: Bien, lo que intriga a la mayoría de la gente es saber por qué lo hicieron de esa manera. Para ahondar en este punto, hay que entender el sentido del término “ta-lismán”. Es un conocimiento que es difícil de entender pero una vez que se capta la idea general, se pueden entrever las mo-tivaciones que subyacen en esos extraños diseños urbanos. Por ejemplo, tenemos el caso obvio de Washington D.C., que fue di-

señada de acuer-do a principios herméticos y ma-sónicos, los cua-les representan el núcleo de los ri-tuales masónicos relacionados con el simbolismo egipcio, el sim-bolismo bíblico salomónico, etc. No obstante, en última instancia, Washington D.C. es realmente un gigantesco tem-plo masónico. Vi-

ves literalmente dentro de ese templo, y cuando uno es consciente de su disposición, de las asociaciones de ciertos monumentos con determinadas creencias, de ciertas co-rrelaciones con constelaciones que tienen un significado astrológico, entonces uno se activa con los monumentos, es como si es-tuviese integrado en ellos. Es algo similar a estar en una catedral e iniciarse en el culto cristiano; el ambiente del lugar empieza a afectarte por el simbolismo que te rodea.

En suma, un talismán es un objeto que contiene una carga de significado, siempre que el individuo expuesto a ese objeto co-nozca ese significado. Por consiguiente, la cuestión a la que tratamos de responder en

Un talismán es un objeto que contiene

una carga de significado, siempre

que el individuo expuesto a ese objeto

conozca ese significado

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nuestro libro es si las personas que partici-paron en la construcción de esos monume-nos o en los diseños urbanísticos tuvieron esto en mente para causar un efecto en los habitantes de las ciudades. ¿Con qué fin? El propósito sería básicamente la iniciación de las personas. Así, una vez eres conscien-te de la presencia de los patrones masó-nicos, intentas averiguar el porqué de un monumento ahí, o del tal forma específica, etc. con lo cual uno se inicia en el culto ma-sónico y la ciudad misma se convierte en algo así como una máquina de iniciación. Si esto es así, es una forma muy inteligente de crear enormes templos capaces de iniciar individuos sin que tengan que pasar nece-sariamente por un sacerdocio.

En fin, la conclusión es que existe una tra-dición oculta que crea estos monumentos y diseños urbanos para causar un efecto “so-bre el terreno”, y tal efecto es mayor si el in-dividuo lo descubre por sí mismo; en otras palabras, si estás en la Place de la Concorde en París y te preguntas porqué está ahí ese obelisco y llevas a cabo una investigación personal, te estás adentrando en el sistema de iniciación de la sociedad. Así, estos mo-numentos son, en esencia, mecanismos de

captación: atraen individuos lo suficiente-mente capaces para autoiniciarse.

DC: Cambiando de tema, en el caso de las tres grandes pirámides, las dataciones de radiocarbono obtenidas en los ‘80 arroja-ron curiosos resultados. En primer lugar, mostraron una importante diferencia en datación absoluta, que hacía las pirámides más antiguas en comparación con la data-ción histórica (una media de 370 años). En segundo lugar, según el resultado de varias muestras, las hiladas superiores eran sig-nificativamente más antiguas que las hila-das inferiores, una diferencia de siglos. Y finalmente las muestras arrojaron una am-plia dispersión de dataciones entre los tres monumentos, casi un milenio entre la pirá-mide de Khufu y la de Menkaure, lo que es históricamente imposible. Así, ¿cuál es su opinión sobre la fiabilidad de la datación por radiocarbono, no sólo en el antiguo Egipto, sino en otros yacimientos de todo el mundo?

RB: La opinión general sobre este sistema de datación es que es más bien poco fiable, debido a los problemas relacionados con la contaminación, con el manejo de las mu-

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estras, etc. Yo creo que la discrepancia en unos siglos para una época tan antigua es proporcionalmente aceptable, si uno ad-mite que existe un apreciable margen de error en el método del radiocarbono. Esa puede ser una explicación; la otra expli-cación, refiriéndonos a la gran diferencia

de tiempo entre la pirámide de Khufu y la de Menkaure, es que mucho de lo que sa-bemos sobre la Gran Pirámide es pura es-peculación. No sabemos cuánto tiempo se empleó para construir estos monumentos, pues no hay sólidas pruebas al respecto, y podría ser que dicho tiempo fuera mucho mayor de lo que se acepta comúnmente. Pudieron haber sido siglos más que una sola generación.Además, lo que muchas personas tienden a ignorar es que no tene-mos textos escritos en estos monumentos. Así, aparte de la datación por radiocarbo-no, sólo nos queda la datación por medio de la astronomía, como varios autores y yo mismo hemos utilizado. Lo que trasciende de esta investigación astronómica es que surgen dos dataciones: una que concuerda con la Egiptología, alrededor de 2500 a. C., basada en las alineaciones de los canales de la Gran Pirámide, y otra que se sustenta en el emplazamiento de las tres pirámides sobre el terreno que imita la disposición del Cinturón de Orión en una fecha aproxi-

mada de 10500 a. C., que también se repite en la posición y alimeación de la Esfinge, lo que a mi entender resulta muy díficil de explicar como una coincidencia.

Nos encontramos pues con un enorme sal-to de tiempo entre ambas dataciones. Mi visión al respecto es que tal vez hubieron dos momentos de construcción de estos monumentos, coincidiendo con la opinión que tiene mi buen amigo el géologo Robert Schoch. Habría habido una fase que podrí-amos llamar la era de las pirámides, carac-terizada por la construcción con bloques de unas 2 toneladas de media –aunque hay bloques de bastante más peso, como en la Cámara del Rey– y otra fase que observa-mos en los templos mortuorios y templos del valle, en que se usaron bloques de unas 50 toneladas y algunos de hasta 200. Vistas estas diferencias, no encontramos cohe-rente construir los templos con piedras de ese tamaño. Además estos templos parecen ser mucho más antiguos que las pirámides dado el nivel de erosión que presentan, lo que nos situaría en una fase que podríamos calificar de megalítica. Asimismo, tenemos la cámara subterránea de la pirámide de Khufu, excavada en la roca viva y de aspec-to inacabado, que también parece ser de esta fase previa, ya que no se asemeja en nada al estilo de las cámaras superiores. Así pues, sumando estas evidencias, el con-junto de Guiza podría ser mucho más anti-guo que la 4ª dinastía; el dilema es ¿cuánto más antiguo?

Por otro lado, es conveniente recordar que hay pirámides más antiguas, y por ejem-plo en Saqqara vemos que estos primeros monumentos se construyeron con piedras pequeñas, que eran mucho más fáciles de manejar y más aptas para construir tem-plos. Entonces, siguiendo una lógica de ingeniería, si sabían hacer esto en los pri-meros proyectos de Saqqara, ¿por qué lu-ego iban a construir en Guiza con enormes bloques que incluso hoy no utilizamos no-sotros por ser poco manejables? La idea es

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Pirámide escalonada de Djoser

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que los templos de Guiza deben de ser de una época diferente, y más antigua, que el conjunto de Saqqara.

DC: Entonces, ¿cómo explicaría usted estas divergencias?

RB: En mi libro Black Genesis he abordado esta cuestión y he centrado mi atención en el yacimiento prehistórico de Nabta Playa, al sur de Egipto. Según reconoce la propia egiptología, este enclave es mucho más an-tiguo que el Egipto dinástico, con una da-tación de al menos 5000-6000 a. C. si es que no es aún más arcaico. Este yacimiento es muy singular porque contiene los mis-mos fundamentos que hemos apreciado en la época de las pirámides. Por ejemplo, ali-neaciones a estrellas (al Cinturón de Orión, Sirio...), elementos relacionados con el culto a Hathor e Isis, conocimientos astro-nómicos, manejo de grandes bloques, etc. Todo esto miles de años antes de la apari-ción de los constructores de las pirámides.

Por otra parte, lo que está emergiendo ahora y que será tema de mi próximo libro, Imhotep the African, un trabajo en colabo-ración con el astrofísico Thomas Brophy, es que en el conjunto de Saqqara, al igual que en Guiza, apreciamos un diseño astronó-mico que contiene referencias a una fecha mucho más antigua. Pensamos, de hecho, que estas referencias prueban que el di-señador, probablemente Imhotep, conocía el fenómeno que llamamos la precesión de los equinoccios. Con este conocimien-to, que también vemos en Guiza y otros lugares, se fijarían ciertas fechas. En otras palabras, los antiguos egipcios usaban una especie de cronología histórica basada en la astronomía.

En nuestra opinión, como también reco-noce la egiptología, casi todos, por no de-cir todos, los antiguos templos egipcios se construyeron sobre edificios anteriores, o sea, tenían fases precedentes mucho más antiguas, según las evidencias arqueológi-

cas. Ahora bien, ¿de qué antigüedad esta-mos hablando? Las fechas que hemos ob-tenido –según la datación astronómica que hemos utilizado para este nuevo libro– nos conducen a la época de Nabta Playa, por lo cual parece ser que muchos de estos luga-res ya eran sagrados hacia el 6º o 7º mile-nio a. C.

DC: ¿Esto podría coincidir con lo que se ha llamado la civilización perdida, que supues-tamente precedió a las civilizaciones histó-ricamente reconocidas?

RB: Más bien vendría a coincidir con otros descubrimientos como el famoso yaci-miento de Göbekli Tepe, en Turquía. Este lugar está dando aproximadamente las mismas fechas1. Parece ser pues, que había mucha actividad en forma de una primitiva civilización varios miles de años antes de la era faraónica. Este es el nuevo horizonte que se nos presenta, al cual mucha gente está prestando gran atención.

En definitiva, y volviendo al asunto de las dataciones en Giza, mi conclusión es que, en parte, existe esa discrepancia en la da-tación de radiocarbono, pero que también

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hay que resaltar que este lugar experimen-tó una gran evolución a lo largo de muchos siglos, incluso milenios, con diversas fases, al igual que ocurrió en épocas posteriores, como el proyecto del Vaticano, que empe-zó con una rudimentaria capilla y luego fue creciendo con el paso del tiempo, con su-cesivas destrucciones y ampliaciones. Creo que esto lo podemos ver en varios lugares de Egipto y particularmente en Guiza, y no me sorprendería en absoluto que se cons-tatase la pre-sencia huma-na allí hacia el 11º milenio a. C.

Sé que a los e g i p t o l ó g o s esto les choca y ponen el gri-to en el cielo, pero lo hemos i n v e s t i g a d o con ciencias “duras”, como la astronomía y la geología, y las pruebas fí-sicas están por todas partes, los bloques es-tán ahí... Pien-so que la per-sona que sea capaz de ex-plicar convin-c e n t e m e n t e porqué usaron esos enormes bloques de 50 a 200 tonela-das para construir los templos habrá solu-cionado el misterio, dado que desde cual-quier punto de vista, no tiene sentido. Para hallar una salida a esta incógnita hay que abandonar las visiones convencionales y considerar elementos como una datación muy anterior o una fase de civilización pre-via, como varios colegas y yo mismo esta-mos haciendo

DC: De hecho, existen muchas teorías so-bre una antigua civilización perdida, que habría existido antes del Diluvio, y uno de los indicios sobre este tema son las simili-tudes que se dan entre diferentes restos y emplazamientos. ¿Cuál es su opinión?

RB: Como investigador, encuentro este tema muy interesante e intrigante, aunque todavía no he visto ninguna evidencia que

pueda demos-trarlo vehe-mentemente. No obstante, conjuntamen-te con mi co-lega Graham Hancock, cree-mos que sí que existe eviden-cia suficiente para creer que pudo existir una civiliza-ción previa a la Edad de Hielo, y estoy abierto a esta p o s i b i l i d a d . Existen varios ya c i m i e n to s que no enca-jan en ningu-na de las fases históricas del Antiguo Egip-to, como Nabta Playa, los mo-numentos de

Guiza, etc. Por lo tanto, eso significa que existe una fase perdida a nivel histórico, la cual podría haber tenido lugar en lo que llamamos la fase prehistórica, alrededor de los milenios 11º y 12º, y que ha sido ignora-da por la arqueología oficial. La evidencia esta ahí: Nabta Playa, las dataciones de car-bono 14, las alineaciones astronómicas...

Existen varios yacimientos que no encajan en ningu-na de las fases históricas del Antiguo Egipto. Por lo

tanto, eso significa que existe una fase perdida a nivel histórico, la cual po-dría haber tenido lugar en

lo que llamamos la fase prehistórica, alrededor de los milenios 11º y 12º, y que ha sido ignorada por

la arqueología oficial

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Existe una reconsideracion de lo que pue-den ser los orígenes de lo que considera-mos civilización, pues se ha generado una cierta frontera psicológica entre la fase del Antiguo Egipto histórico y la fase del Anti-guo Egipto prehistórico, que los egiptoló-gos han establecido con un límite temporal alrededor del año 3100 a. C. Todo lo que se encuentra antes de esta fecha queda fuera de la fase del período histórico del Anti-guo Egipto. Esta barrera psicológica es un problema, un lugar donde la arqueología se ha encallado. Yo no veo una prehistoria del Antiguo Egipto y una historia del Anti-guo Egipto; más bien veo una gran cadena evolutiva, que probablemente empezó al-rededor del 15000 a. C. aproximadamente, lo que marcaría el origen de la civilización humana.

Yo estoy convencido de que tal origen tuvo lugar en la zona subsahariana, en el Egip-to subsahariano. Se trataría de una cultura antigua que dejó sus huellas en forma de pinturas rupestres, observaciones astro-nómicas, domesticación de ganado (mucho antes de la domesticación asiática), etc. Todo esto indica que existió una cultura prehistórica –a la cual llamaríamos civili-zada o avanzada– en una etapa en que las condiciones climáticas del Sahara eran di-ferentes; esto es, cuando esta región era fértil y habitable, con lagos, fauna y vege-

tación. Creo que ese es el enfoque que hay que darle, y la gran pregunta aquí sería: ¿De dónde provenía esa gente, esa cultura?

Pues bien, podemos remontar la difusión del Homo Sapiens desde África Central a todo el mundo a unos 60-70.000 años aproximadamente. Lo que yo defiendo, jun-to con otros investigadores como Thomas Brophy o Robert Schoch, es que un grupo de Sapiens se trasladó hacia el noroes-te y se estableció en lo que hoy llamamos Chad, y probablemente estuvo allí durante muchos milenios; tenemos pruebas de su presencia (arte rupestre, tumbas...). Apro-ximadamente hacia 15000 a. C. esta gente descendió hacia las tierras bajas subsaha-rianas –en territorio egipcio actualmente– y permanecieron allí durante varios mile-nios, y luego, hacia el 4º milenio, cuando el paisaje se empezó a desertizar, se traslada-ron hacia el Valle del Nilo, llevando consigo un amplio bagaje en su haber, como la do-mesticación del ganado, los fundamentos de la astronomía y conocimientos avanza-dos de construcción. Una vez allí, introdu-jeron todo este bagaje en el lugar, y con el paso de los años se convirtieron en la civili-zación faraónica que conocemos hoy.

Por otra parte, en el momento en que este pueblo pasó a ocupar el Valle del Nilo, sa-

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bemos que también se produjo la llegada de otras gentes procedentes del este, a los que llamamos “el pueblo de los barcos”, que venían de la zona del Mar Rojo. La mezcla de esta raza negra subsahariana con los pobladores asiáticos dio lugar a lo que podríamos denominar la raza egipcia (antigua) tal y como la concebimos. Esta es la nueva línea que muchos investigado-res de vanguardia están proponiendo ac-tualmente. Así, la civilización faraónica no empezaría con la I Dinastía, como creen los egiptólogos, sino en un tiempo más remo-to, unos 600-700 siglos antes, y su origen se situaría en el territorio subsahariano.

DC: Aparte de ciertos clásicos –y muy fa-mosos– monumentos faraónicos, como las Grandes Pirámides de Guiza o la Esfinge, tenemos otros enclaves menos reconoci-dos, pero de rasgos ciertamente peculiares, como el Osireion (Templo de Osiris), en Ab-ydos. ¿Cuál es la importancia de este mo-numento, y en qué cree usted que se dife-rencia del resto de monumentos egipcios?

RB: No hay duda de que es un monumento muy diferente a los que solemos encontrar en el Antiguo Egipto; no hay que ser un

experimentado arquitecto para verlo. Por ejemplo, el Templo de Seti I, justo al lado del Osireion, está repleto de relieves y jero-glíficos, mientras que el Osireion no tiene ni una sola inscripción, y además está cons-truido con bloques gigantescos de granito, muy similares a los utilizados en Guiza, en especial en el Templo del Valle de Khafre. Se ha sugerido en los últimos tiempos que el Osireion podría pertenecer también a la IV dinastía, pero en mi opinión todos estos monumentos serían de una fase anterior a esta dinastía. Sabemos que en la IV Dinastía el uso de los jeroglíficos estaba extendido, como podemos ver en otros monumentos de Guiza (por ejemplo, en mastabas). ¿Por qué entonces estas construcciones carecen de jeroglíficos? Por otro lado, vemos un estilo de edificación con grandes bloques de granito, que no es de fácil uso para la construcción; no obstante, en el Osireion se emplearon bloques de granito de hasta 50 toneladas.

Además, existe un elemento curioso acerca del Templo del Osireion: el templo de Seti I, que está justo al lado, está mucho más ele-vado, al nivel del suelo actual. Esto se debe a la acumulación de sedimentos del río Nilo, que produjo una progresiva elevación del terreno. En cambio, el nivel del suelo original del Osireion se presenta varios metros por debajo, como también obser-vamos en yacimientos como Nabta Playa. Por lo tanto estamos hablando de una fase muy anterior en la historia, de milenios o por lo menos siglos. Todas estas cuestiones deben ser abordadas sin el sesgo que los egiptólogos han vertido sobre estas cons-trucciones, fijando una cronología basada en los monumentos cercanos, aun cuando no tienen nada que ver el uno con el otro. Cualquier ingeniero o arquitecto que vaya a este lugar, sin influencia alguna de la Egiptología, y vea estos dos monumentos, concluirá que corresponden a dos tipos de construcción, de ideología y de época muy diferentes.

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Estructuras megalíticas de Naptaplaya, al sur de Egipto

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DC: Luego parece que el faraón Seti I cons-truyó su templo justo al lado de otro tem-plo que ya estaba allí desde hacía mucho tiempo...

RB: Sí, lo que acabaremos por reconocer es que la religión egipcia es mucho más anti-gua de lo que han mantenido los egiptólo-gos. Tenemos evidencias de esto en el ya-cimiento de Nabta Playa, por ejemplo. No hay ninguna razón, más allá del consenso actual, que impida abrirnos a la idea de que fue otra gente, quizás en una fase antedilu-viana, la que construyó esos monumentos, y luego vino otra fase, la que sería la época dinástica. Sin embargo, existe mucha re-sistencia en el ámbito egiptológico a estas nuevas ideas. La egiptología está estancada porque no arrancó con científicos, sino con humanistas. Estos humanistas interpreta-ron de manera correcta los textos antiguos y los artefactos, pero no supieron aplicar las ciencias que hoy en día utilizamos para estudiar la antigüedad o el método de cons-trucción de estos monumentos.

Por ejemplo, la astronomía no se aplicó hasta hace unos 20 años, y de hecho en el

pasado era objeto de risa, como si fuera astrología, algo no digno de atención. No obstante, hoy en día, el campo de la astro-nomía ha abierto una percepción diferente a los propios egiptólogos, que la utilizan para descubrir el significado de un templo, a través de elementos como su alineación o su posición. Un ejemplo claro de esto es el Templo de Dendera, que fue construido según principios astronómicos, y cuyos ri-tuales también eran de carácter astronó-mico; incluso su fundación se basó ritos astronómicos. Sin esta herramienta –la as-tronomía– no se pueden comprender estos monumentos. Asimismo, [los egiptólogos] se están dando cuenta de que deberían contemplar argumentos de tipo geológi-co. En fin, creo que al menos lentamente la egiptología está iniciando un proceso de asimilación de algunos planteamientos alternativos, que finalmente puedan incor-porarse al consenso, ya que las pruebas es-tán saliendo a la luz.

DC: Como dice el investigador Nassim Ha-ramein: “la evidencia está frente a noso-tros...”

RB: Sí, la evidencia está ahí, pero algunos rechazan considerarla. Una muy buena me-táfora sobre esta cuestión sería el caso de Galileo, que cuando tuvo la prueba visual del movimiento de los planetas desde su telescopio, invitó a los cardenales a que lo vieran ellos mismos a través del telescopio, ¡y entonces éstos rechazaron mirar! Cier-tamente, existe una especie de repulsión a cualquier planteamiento nuevo que pueda convertirse en realidad. Por ejemplo, tene-mos una sólida prueba de que las Grandes Pirámides se construyeron siguiendo una disposición que representa el cinturón de Orión. La Esfinge también presenta claras pruebas geológicas de haber sido erigida en una era más antigua. Pero ellos se nie-gan a verlas. Hay algo extraño en la natura-leza humana, y particularmente en los aca-démicos, ¡y es que cuando no quieren verlo es que no quieren verlo!

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DC: En El Misterio de Orión usted le dio gran importancia a los Textos de las Pirá-mides, como un legado de una religión es-telar muy antigua, más antigua que el culto solar. Los académicos creen que estos tex-tos son básicamente una serie de fórmulas rituales y encantamientos, a veces difíciles de entender. De cualquier manera, algunos autores, como por ejemplo Clesson Harvey, han sugerido que los Textos de las Pirámi-des esconden un conocimiento astronó-mico muy preciso, especialmente del ciclo de la precesión, e incluso una especie de ciencia espiritual que somos incapaces de

comprender. ¿Cuál es su opinión sobre esta interpretación? RB: La visión de Clesson Harvey, al que co-nocí hace 12 años en Guiza, está basada en la mía, pero él fue más allá al afirmar que algunas características arquitectónicas son en realidad jeroglíficos gigantes. Por ejem-plo, la forma de la Gran Galería de la Gran Pirámide, vista en sección, se corresponde –según vemos en los Textos de las Pirámi-des– con el jeroglífico que significa “puerta de las estrellas”. Por tanto, existe escritura en la Gran Pirámide, pero no la vemos pues está en otra escala. En mi opinión, Harvey está en lo correcto al observar un alto con-tenido astronómico en Los Textos de las Pirámides. Si tienes cierto conocimiento de

astronomía y lees estos textos, inmediata-mente puedes hallar metáforas poéticas de observaciones astronómicas, a veces muy precisas. Así pues, los Textos de las Pirá-mides serían como un especie de manual astronómico escrito según un antiguo culto en lenguaje metafórico.

También queda claro que el conocimiento de la precesión no sólo está presente en Guiza, sino en varios lugares y en periodos anteriores y posteriores, como por ejem-plo en Nabta Playa, que muestra indicios de que se seguía el fenómeno del movi-miento de las constelaciones a lo largo de extensos periodos de tiempo. Por tanto, parece que ya se conocía la precesión an-tes de la civilización faraónica, aunque tal vez no pudieran calcularla. No obstante, tenemos también el templo de Satis en Ele-fantina, que es en realidad una sucesión de siete templos superpuestos, alineados con la estrella Sirio. Cada uno de ellos tiene diferentes accesos, lo que muestra que la construcción de cada uno se hizo teniendo en cuenta el cambio de posición de Sirio a lo largo de las épocas. Entonces, ¿podían calcular la precesión? Mi colega Thomas Brophy afirma que sí; que si sabían que las estrellas cambiaban de posición, entonces podían calcularla, de la misma manera que lo hizo Hiparco en el Siglo II a. C., por la sim-ple observación a lo largo de los siglos. En suma, soy de la opinión de que los antiguos egipcios no sólo conocían la precesión, sino que la podían determinar y que los Textos de las Pirámides y las alineaciones de los monumentos son buena muestra de este conocimiento.

DC: Según los trabajos de algunos autores –por ejemplo, Chris Dunn– existen muchos monumentos y objetos en Egipto que po-drían indicar que los antiguos egipcios te-nían una tecnología sorprendente, lo cual no encaja con las concepciones académicas sobre las capacidades técnicas de aquellos tiempos (la Edad de Bronce). ¿Cual es su opinión sobre este tema? ¿Cree usted que tenían una especie de conocimiento espe-cial que se perdió a través de los tiempos?

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Correlación entre las piramides de Gi-zeh y la constelación de Orión

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RB: En 1995 invité a Egipto a Christopher Dunn, ahora buen amigo mío, cuando yo estaba realizando un documental con Gra-ham Hancock sobre la Gran Pirámide. Chris Dunn es un técnico que fabrica herramien-tas para cortar piedras, así que fue muy interesante contar con una persona de tal conocimiento y experiencia para darnos su opinión sobre determinados artefactos. Él estaba especialmente intrigado en dos cosas. Por un lado, los enormes sarcófagos del Serapeum de Saqqara, hechos de duro granito; de hecho, no sé cómo pudieron cortarlos y vaciarlos para darles forma de caja. Son gigantescos: tienen cinco metros de largo y tres de alto, y están tallados de manera muy precisa. No hay ninguna rasca-da, ninguna marca, están muy bien pulidos. Por otro lado, se interesó por el piramidión del Museo de El Cairo –también de granito– procedente de Dashur, de un faraón de la Dinastía XIII. Este piramidión está increí-blemente bien cortado. Dunn pudo obser-var que la precisión del corte era casi per-fecta, de fracciones de milímetro. Hoy en día no sabemos cómo hacer estos cortes de forma manual. Además, en su reciente libro Lost technologies of Ancient Egypt, Christo-pher Dunn plantea el interesante caso de las réplicas. Así, se ha comprobado que la precisión de las estatuas es tan grande, que es del todo imposible reproducir estatuas del Antiguo Egipto a mano; esta tarea debe hacerse mediante maquinaria.

Y bien, aún siendo cauto en este tema, em-piezo a sospechar que el contexto ofrecido por los egiptólogos no casa con lo que ve-mos. O el contexto está equivocado o esta cultura poseía una habilidad que nosotros no podemos entender, lo que nos conduce otra vez al asunto de los enormes bloques (cómo los movieron y los elevaron, etc.). Así pues, todas estas cuestiones nos sugie-ren la existencia de una tecnología perdida. Particularmente, no suscribo ciertas teo-rías, como la levitación, pero es evidente que existió una tecnología antigua que no comprendemos, y no sólo en el Antiguo Egipto, sino en otros lugares como Malta, Líbano o Perú. En Egipto mismo tenemos

un enorme monolito, el llamado Obelisco Inacabado de Aswan, tallado en la roca viva (granito) con un peso estimado de unas 1.200 toneladas. ¿Cómo diablos pensaban alzar esta cosa? Esto va más allá de mi en-tendimiento: hoy en día no hay medio de transporte capaz de mover tal objeto; se tiene que diseñar una plataforma específi-ca para mover esta clase de peso. Tenemos, primero, que tallar tal objeto en la roca viva –que ya es un problema– y luego extraerlo y alzarlo, y finalmente transportarlo hasta el templo y erigirlo. No sé cómo podríamos hacerlo.

DC: En definitiva, la civilización del Anti-guo Egipto no deja de asombrarnos...

RB: Sí, en verdad es así. Yo estuve vivien-do tres años en un apartamento frente a la Gran Pirámide, y créame, llega un mo-mento en que dejas de mirar estos grandes monumentos, ya que te despiertan tantas preguntas que empiezas a volverte loco. Es como si estos monumentos no pertenecie-ran aquí, o no debieran estar ahí. Son tan grandes, tan perfectos, tan antiguos y tan desconocidos... Tener ahí un monumento de esta calidad, tamaño, precisión y escala tan abrumadora, que contiene alineaciones astronómicas y constantes matemáticas... y seguimos sin poder explicarlo. Es un gran enigma que en mi opinión no ha sido bien abordado por los expertos. Considerar que estos monumentos se construyeron como tumbas ha sido un gran error de cálcu-lo. Realmente no responden a la teoría de que fuesen tumbas; más bien se ajustan a la idea de que eran una especie de máqui-nas metafísicas más que otra cosa. Pienso que ya es hora de mirar estos monumentos bajo otra luz diferente, y esto es lo que es-toy tratando de hacer.

Nota1.- En realidad, las dataciones obtenidas por radiocarbono han dado un horizonte todavía más antiguo al que Bauval se refie-re; estaríamos hablando de 10.000-9.000 a.C. (nota del editor).

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Abducciones: ¿secuestrados por extraterrestres?

David Álvarez Planas

El término abducción es una traducción literal del inglés “abduction” que ha sido

incorporado al argot ufológico como sinó-nimo de “secuestro extraterrestre.”

La abducción es uno de los aspectos más interesante de la casuística OVNI y a través

de la que podemos obtener mayor canti-dad y calidad de información.

El origen del fenómeno no es una cuestión pacífica entre los investigadores y las postu-

ras se hallan divididas:desde los que consi-deran que se trata de la intervención direc-

ta de entidades biológicas extraterrestres hasta los que lo atribuyen una construcción

de la psique humana.

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El diccionario de la lengua de la Real Academia Española define el término “abducción”, en su tercera

acepción, como sinónimo de “rapto” que, a su vez, es el “secuestro de personas con el fin de conseguir un rescate”. El término abducción es una traducción literal del inglés “abduction”, más propio del lenguaje jurídico pero que, finalmente, ha sido incorporado como sinónimo de “secuestro extraterrestre”.La primera noticia que tenemos de un episodio de secuestro de este tipo se refiere al caso que tuvo por protagonista al campesino brasileño Antonio Villas-Boas (1934-1992). En la noche del 15 de octubre de 1957, trabajando en la finca de su padre, pudo ver como un extraño objeto luminoso tomaba tierra muy cerca de donde estaba. Del artefacto surgieron cuatro seres de pequeña estatura que condujeron al sorprendido campesino al interior de lo que aparentaba ser una nave espacial. Lo desnudaron y lo rociaron con un líquido que parecía destinado a limpiarlo y desinfectarlo. Poco después entró en la sala otro ser de reducida estatura (alrededor de 1,50 m.) y de sexo femenino, con quien tuvo relaciones íntimas dos veces. Posteriormente, la “mujer” se fue y los seres echaron al aturdido (y supongo, feliz) Villas Boas de nuevo al exterior de la nave. Naturalmente, a los investigadores de la época el caso les pareció del todo sensacionalista y carente de rigor. El suceso fue posteriormente estudiado en detalle y recogido en diversos libros1 y quizás sea interesante añadir que todo este incidente no reportó al testigo beneficio alguno, bien al contrario. Villas Boas, con el tiempo se licenció en Derecho y ejerció de abogado y hasta el día de su muerte sostuvo la veracidad de su caso.Entre los estudiosos está comúnmente aceptado que la publicación del caso de Betty y Barney Hill inauguró lo que podemos calificar como de nueva etapa en la investigación ufológica, muy centrada hasta aquel entonces en los

meros avistamientos o, a lo sumo, en el encuentro sin contacto con seres de aspecto humanoide, si bien ya en la década de los sesenta eran conocidos de la opinión pública los casos de contactismo como el de George Adamski, Daniel Fry o el italiano Eugenio Siragusa entre otros. Pero estos casos relataban una casuística totalmente diferente y hasta enfrentada con lo que nos referían los abducidos en sus traumáticas experiencias.

En el intento de clasificación y sistematización del fenómeno que hizo el astrofísico Dr. Allen Hynek (1910-1986) en 1972 no aparecía el fenómeno de la abducción. Hynek, que llegó a reunir en sus archivos más de 50.000 casos de incidentes OVNI, trabajó como consultor científico de la USAF entre 1948 y 1968 en el ámbito del Blue Book Project y pasó de su inicial escepticismo hasta el pleno convencimiento de que se hallaba ante un fenómeno real que debía ser investigado por la ciencia, llegando a fundar el CUFOS (Center for UFO Studies) con sede en Chicago. Hynek estableció una clasificación -comúnmente aceptada por

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El Dr. Allen Hynek

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la comunidad ufológica- basada en tres tipos de avistamientos (luces nocturnas, luces diurnas y objetos radar-ópticos) y tres tipos de encuentros (encuentros cercanos del tipo 1, del tipo 2 y del tipo 3). Los encuentros cercanos del tipo 3 (EC-III erróneamente traducido como “encuentros en la tercera fase”) comprenderían aquellos casos en los que el testigo ha informado de “presencia material de seres dotados de movimiento y aparente inteligencia, aunque su aspecto y comportamiento no encajen dentro de los patrones biológicos y sociales de nuestro mundo habitual”2. Es decir, en la “clasificación Hynek” se contemplaba aquellos casos en que el testigo reporta el encuentro con entidades biológicas supuestamente extraterrestres pero no aquellos casos de interactuación con éstas, ni mucho menos los casos de secuestro o abducción que por aquel entonces no habían sido todavía muy estudiados. De ahí que posteriormente se propusiera la incorporación a dicha clasificación de los Encuentros Cercanos de

Tipo IV que comprendería las abducciones y los más polémicos Encuentros Cercanos de Tipo V (atribuida al Dr. Steven Greer) que englobaría los contactos de tipo

telepático o a través de cualquier otro tipo de percepción extrasensorial (el conocido fenómeno “contactee”).

Tampoco en la clasificación que debemos a Vallée se consideraba este tipo de incidentes, al menos de forma explícita. Jacques Vallée, matemático y astrofísico francés, nacido en 1939 y residente desde 1962 en Estados Unidos, es una de las máximas autoridades en el estudio del fenómeno OVNI. Vallée colaboró con la NASA y en la creación de ARPANET, la red de comunicación del Departamento de Defensa de Estados Unidos, precursora de la actual internet. Vallée es autor de numerosos trabajos y diversos libros3 acerca del fenómeno OVNI, en los que ha defendido el estudio desde la rigurosidad científica de la hipótesis extraterrestre y de la hipótesis transdimensional en un intento de abordar una explicación completa del fenómeno.

Vallée presentó una clasificación mucho más sofisticada y, en cierto modo, más completa que la del Dr. Hynek. En ella contemplaba, dentro del apartado “extrañezas”, el subtipo CK: “Mensajes extrasensoriales, hipersensibilidad somática o psíquica, mediumnidad, teleportaciones, levitaciones etc.”4 en el que, a modo de cajón de sastre, podríamos enclavar los casos de abducción.

En principio, cuando en ufología hablamos de abducción nos referimos a aquellos casos de rapto o secuestro físico (esto es muy importante para distinguirlo claramente de aquellos casos de contactismo o canalización) de seres humanos por parte de, presuntamente, entidades biológicas extraterrestres con o sin presencia de objeto físico asimilable a un vehículo o nave espacial y, aunque parezca reiterativo, siempre contra la voluntad del sujeto. Y hay que poner un especial énfasis en la presunción referida al origen de los captores o secuestradores porque esto está lejos de ser una cuestión pacífica entre los investigadores.

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El Dr.Jacques Vallée

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Ciertamente, la abducción es uno de los aspectos más interesante de la casuística OVNI y a través de la que podemos obtener mayor cantidad y calidad de información junto, tal vez -y aquí expreso una opinión personal- con algunos casos de contactismo.

Actualmente contamos con varios cientos de casos (probablemente algunos miles) desperdigados por todo el mundo aunque se hace muy difícil catalogarlos5 debido a que la amnesia u olvido de la experiencia -generalmente traumática- por parte del testigo es una característica intrínseca de este fenómeno. Por otro lado, algunos in-vestigadores sospechan que tras determi-nadas desapariciones de personas, pueden esconderse abduc-ciones totales, es de-cir, sin retorno y sin posibilidad de pos-terior identificación y estudio. Dicho de otro modo, junto a los actuales casos cono-cidos, podrían existir muchos otros de los que ni siquiera tene-mos conocimiento, con lo cual sólo esta-ríamos contemplando la punta del iceberg.

De los estudios efectuados, se deduce que el fenómeno de la abducción sigue un pa-trón común. Generalmente, el testigo o tes-tigos suelen recordar la parte inicial y final del incidente, aunque en ocasiones el ori-gen suele estar “olvidado” y resurge a raíz de una circunstancia ajena al mismo que actúa de desencadenante. Entre el inicio y el final se ha producido un lapso denomi-nado missing time6 en el que el sujeto no recuerda nada y que sólo puede detectar por el desfase horario que se ha produci-do o por la diferencia entre el tiempo del sujeto (medido, por ejemplo, por su reloj de pulsera) y el tiempo de su entorno. Esa parte central del episodio de abducción ha de ser extraída de la parte inconsciente a

la que ha sido relegada mediante técnicas de hipnosis, dado que el sujeto es incapaz de recordar de forma consciente dónde ha estado y qué ha sucedido. A través de la regresión hipnótica (la utilización de esta técnica es muy controvertida entre los in-vestigadores) se accede a un material que el sujeto ha enterrado -o le han enterrado- en su inconsciente profundo. La informa-ción así obtenida es coincidente en casi to-dos los casos y muestra la repetición de un mismo patrón indiferentemente del lugar en que se ha producido, raza, sexo o reli-gión del abducido.

El sujeto es llevado al interior de una nave en cuya sala puede observar pantallas, cuadros de mando o consolas llenas de lu-ces frente a las que ve operando, indiferen-tes a su presencia, se-res de aspecto huma-noide. Esta sala suele identificarse con lo que sería la “sala de control” de la nave. El sujeto es someti-do a una especie de reconocimiento mé-

dico con especial atención a sus órganos reproductores y, en algunos casos, se pro-duce contacto sexual, extrayéndole fluidos corporales (sangre, orina o semen). Final-mente es devuelto al lugar del que ha sido secuestrado en donde el sujeto prosigue su actividad sin que, en principio, tenga re-cuerdo alguno del incidente. En cuanto al aspecto de los supuestos humanoides, éste suele diferir según los testigos. Aunque la tipología más descrita es la conocida como “grises”7 , en algunos casos se han descrito robots (caso Pascagoula) y en otros, seres de aspecto monstruoso (caso Zanfretta).

La historia de las abducciones, como se ha indicado al principio, se iniciaría en 1957 en Brasil con el caso Villas Boas, aunque el estudio del fenómeno como tal lo motivó el

De los estudios efectuados, se deduce que el

fenómeno de la abducción sigue un

patrón común

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“secuestro” de Betty y Barney Hill acaecido en 1961 en New Hampshire, EE UU. El caso fue ampliamente expuesto en el libro de John Fuller, The interrupted journey y posteriormente revisado y ampliado por Marjorie Fish, quien fue capaz de identificar las coordenadas de un mapa estelar que, al parecer, los supuestos extraterrestres mostraron a Betty Hill.8 Tomemos, pues, el estudio de este caso como paradigmático para ilustrar el desarrollo clásico de un incidente de este tipo.El caso Hill: el viaje interrumpido

En la noche del 19 de setiembre de 1961 el matrimonio formado por Betty y Barney Hill conducían su vehículo, un Chevrolet Bel Air modelo 1957, desde las cataratas del Niagara y las ciudades de Quebec y Montreal, en Canadá, donde habían pasado sus vacaciones, hasta Portsmouth, en el estado de New Hampshire, donde tenían fijada su residencia. Alrededor de las ocho de la tarde9, se hallaban conduciendo

por una zona muy poco poblada de las White Mountains que posteriormente identificaron como Campton, en las proximidades de Lincoln, cuando de pronto vieron lo que creyeron que era una estrella fugaz que atravesaba el cielo, entre la Luna y el planeta Júpiter. Pronto, sin embargo, pudieron comprobar que se trataba de algo más, cuando aquella luz, haciéndose más grande y brillante, pareció tomar tierra en un campo bordeado por la carretera (la ruta 3). Intrigado por este hecho, Barney salió del coche y dirigiéndose hacia donde parecía haber aterrizado el objeto, constató, con la ayuda de unos prismáticos, que aquello no era un fenómeno natural. Pudo ver lo que parecía un extraño objeto volador provisto de ventanas a través de las cuales observó ciertos seres de apariencia humanoide, entre 8 y 11, vestidos con unos uniformes negros brillantes y gorras negras, manipulando “tableros de mandos”. De pronto, uno de ellos pareció mirar a Barney y, según él mismo declaró, pareció

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El matrimonio Hill mostrando la publicación de su caso en un periódico de la época

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enviarle un mensaje en el que le ordenaba que se quedase donde estaba.

Mientras, su esposa Betty apartó el coche de donde su marido lo había dejado, aparcándolo a un lado de la carretera. No tuvo tiempo de mucho más pues enseguida llegó su marido, muy alterado, gritando que iban a ser capturados. Arrancaron precipitadamente el coche pero no llegaron muy lejos: pronto empezaron a oír un extraño zumbido, que parecía proceder del maletero de su coche y, notando un hormigueo por todo el cuerpo, una extraña somnolencia se apoderó de ellos.

Lo siguiente que recuerdan los Hill es que el sonido cesó y comprobaron en un indicador de carretera que se hallaban a 17 millas de Concord, cerca de su ciudad, Portsmouth, donde llegaron hacia las 5 de la mañana. Y aquí se produce la primera anomalía: debieron haber llegado a las 3 de la madrugada y eran las 5. Tenían, pues, dos horas de “tiempo perdido”. Además, pudieron comprobar que en su viaje les faltaban más de 56 kilómetros. Las anomalías no terminaban ahí: ambos nunca pudieron volver a ponerse la ropa que llevaban cuando se produjo el avistamiento del extraño objeto; Barney comprobó que las puntas de sus zapatos estaban desgastadas por la parte superior, como si hubieran sido fuertemente rozadas contra algo y, por otro lado, observó que le habían aparecido una manchas en la ingle que antes no tenía. Sus relojes nunca volverían a funcionar. El vestido de Betty estaba roto por varias partes (el forro, la cremallera y el dobladillo) y pudo observar que estaba impregnado de un polvillo de color rosado cuya procedencia no podía explicar. En los días que siguieron al incidente, Barney vio que su coche tenía unas manchas brillantes en la parte del maletero para las que tampoco encontró explicación.

El 21 de setiembre de 1961, Betty llamó por teléfono a la base militar Pease que la USAF tiene en Portshmouth y reportó su

avistamiento. Al día siguiente, el Mayor Paul W. Henderson se puso en contacto con los Hill para mantener una entrevista con ellos y para que le explicaran en detalle el incidente10. En su informe, que posteriormente fue recogido en el Blue Book Project, Henderson concluyó que lo que los Hill habían visto en la noche del 19 de setiembre había sido el planeta Júpiter. Una conclusión cuando menos curiosa si tenemos en cuenta que el objeto visto por los Hill fue detectado por el radar militar.11

Inquieta por todo el suceso, al cabo de unos días, Betty acudió a la biblioteca local en donde pudo leer un libro escrito por el mayor Donald Keyhoe12 y el 26 de setiembre decidió escribirle contándole su caso. El 21 de octubre, Walter Webb, del NICAP se reunió con los Hill y recogió de primera mano todo lo que éstos podían recordar de su incidente. Webb llegó a la conclusión de que los Hill decían la verdad y que muy probablemente lo que contaban había sucedido en realidad

Sin embargo, lo más molesto fueron las secuelas físicas posteriores a la noche de ese 19 de setiembre. Barney tenía fuertes

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Este letrero muestra el lugar en el que tuvo lugar el incidente de los Hill en

1961

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dolores de estómago que acabaron en úlcera, su ansiedad se había disparado y era ya permanente y su tensión arterial permanecía anormalmente alta. Paradójicamente, Betty Hill no parecía tener secuelas físicas destacables, aunque solía sufrir recurrentes pesadillas en las que se veía rodeada de unos desconocidos de pequeño tamaño, como enanos. También Barney solía sufrir este tipo de sueños en los que se veía conducido a bordo de lo que él identificaba como una nave espacial por unos hombrecitos.

Todo este cuadro psicosomático hizo que en primera instancia los Hill acudieran a la consulta primero del Dr. Patrick J. Quirke y,

posteriormente, del Dr. Duncan Stephens en Exeter a quien Barney le comentó todo el incidente y el recuerdo que tenía del ataque de pánico que sufrió cuando contempló con sus prismáticos el objeto posado en el suelo a escasa distancia de donde se hallaba.

El Dr. Stephens, viendo la imposibilidad de tratar de forma eficaz el cuadro que presentaban los Hill, decidió derivarlos al psiquiatra y neurólogo Dr. Benjamin Simon, de Boston. El 14 de diciembre de 1963 (es decir, más de dos años después de

que tuviera lugar el encuentro con aquel objeto) se personaron en la consulta del Dr. Simon. Dado el tiempo transcurrido y el tratamiento sintomático efectuado aplicado hasta la fecha sin que diera resultado, el Dr. Simon decidió abordar el problema mediante la psicoterapia, utilizando para ello técnicas de regresión hipnótica. Estas sesiones de hipnoterapia se iniciaron el 4 de enero de 1962 y finalizaron el 6 de junio de 1964. Y fue así como surgió la sorprendente historia, “olvidada” hasta entonces.

Los Hill se vieron en su coche, parado en un camino de tierra, que no podía avanzar debido a un obstáculo que les cerraba el paso. Aparecieron entonces varios humanoides de pequeña estatura que les llevaron hasta una especie de nave espacial de forma discoidal posada en el suelo en un claro del bosque. Ascendieron por una rampa y luego por un corredor circular que parecía rodear la nave por el interior, hasta a una habitación también circular. La sala parecía iluminada con una luz parecida a la que produce el “vapor de mercurio”, según la descripción que hizo Betty Hill por comparación con la del Planetario Hayden de Nueva York que tiempo atrás había visitado Betty. Esta luz da a la piel un color azul grisáceo lo que podría explicar el color que los Hill atribuyeron a sus captores.

Betty Hill describió a sus captores como hombrecitos de corta estatura, de rostro ancho y aplanado, de enormes ojos oblicuos que se desplazaban hacia los lados del cráneo. La boca era una simple hendidura, como un corte, desprovista de labios. La que asimilaron a la nariz tampoco tenía relieve alguno y eran dos simple agujeros. La cabeza y el tórax eran enormes, de tamaño desproporcionado al resto del cuerpo, mientras que su piel, como decíamos, fue descrita como de color gris azulado (Betty) y de tonalidad metálica (Barney).

Los hombrecillos arrastraron literalmente a Barney, deslizando las puntas de los zapatos por el suelo (lo que aclararía el origen de la marca que no podía explicar

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Dibujo realizado por Barney Hill, bajo protocolo hipnótico, del que él identifi-

có como “el lider”

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cómo se había producido). Los raptores los subieron a bordo de la nave y los separaron. Los desnudaron y, colocándolos sobre una mesa que Barney califica de corta ya que sus piernas colgaban por el extremo de la misma (Barney Hill media 1,74 m.) les sometieron a diversos reconocimientos físicos: obtuvieron muestras de la piel raspándoles el brazo y les cortaron algunos cabellos y uñas. Barney cree que le tomaron muestras de esperma, aunque no fue consciente de haber eyaculado. A Betty le introdujeron una especie de cable por el ombligo que posteriormente le indicaron era una “prueba de embarazo”. Tanto Betty como Barney Hill identificaron a uno de esos humanoides como el líder del grupo, tal vez el más alto. Fue con este individuo que Betty mantuvo una comunicación sin intercambio de palabras, lo que hace pensar que se trataba de algún intercambio de tipo telepático. No así la comunicación que mantenía el líder con el resto de los tripulantes, que pudo ser claramente audible por los Hill y se asemejaba a una especie de incomprensible murmullo totalmente plano.

Durante el protocolo hipnótico, Betty Hill refirió una situación ciertamente extraña y curiosa. Uno de los humanoides entró en la

sala portando la prótesis dental de Barney, lo que pareció llamar fuertemente la atención del líder. Betty le explicó entonces que su esposo había perdido los dientes en un accidente, motivo por el cual había tenido que sustituirlos por esta prótesis y que a cierta edad avanzada era habitual que los humanos perdiesen los dientes y tuvieran que utilizar este tipo de prótesis. Betty Hill declaró que, pese a todos sus esfuerzos, no pudo hacerles comprender el concepto de vejez y de tiempo, cuestión que parecía ser algo totalmente extraño para ellos. Por su parte, Barney estaba totalmente aterrorizado, hasta el extremo que permaneció con los ojos cerrados durante casi todo el tiempo que duró el incidente.

El mapa estelar

Durante una de las regresiones hipnóticas a las que Betty Hill fue sometida, relató un episodio ciertamente extraño y que no ha dejado de ser muy controvertido por los investigadores. En un momento dado de su “secuestro”, Betty observó algo parecido a un dibujo o plano, aunque de aspecto tridimensional, asimilable a un holograma, que colgaba de una de las paredes de la sala a la que fue conducida

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en la que se representaban una serie de líneas que recorrían diversos puntos. El “líder” le explicó que aquello era un mapa, que los puntos representaban estrellas y las líneas era rutas comerciales “identificadas con líneas continuas” y rutas de exploración “identificadas con líneas discontinuas”, señalándole uno de esos puntos e identificándolo como el Sol. Esta experiencia debió calar muy hondo en el inconsciente de Betty Hill pues era objeto de recurrentes y vívidos sueños hasta el extremo de que en noviembre de 1961 escribió más de cinco hojas sobre este episodio y los recuerdos que le afloraban en sueños. Finalmente, en 1964, en una de las regresiones hipnóticas a las que fue sometida por el Dr. Simon, Betty dibujó una reproducción del mapa estelar en cuestión.

En 1968, el mapa atrajo la atención de Marjorie E. Fish,13 una joven maestra de escuela de la población de Oak Harbor (Ohio) que por aquel entonces contaba

34 años y sentía una gran afición por la astronomía. Intrigada por el dibujo de Betty Hill, decidió abordar la tarea de construir un modelo tridimensional a escala con el fin de identificar la zona del espacio que representaba aquel supuesto mapa. Para ello, dedicó una sala entera y más de 250 cuentas (a modo de cuerpos celestes) colgadas de hilos del techo de la habitación que representaba el espacio conocido en una distancia de 65 años luz. Tras más de seis años de trabajo, la construcción de más de 20 modelos de representación del entorno espacial de nuestro sistema solar hasta la distancia antes indicada y la documentación en decenas de catálogos estelares, Marjorie Fish conseguió aislar una agrupación estelar que coincidía con el mapa dibujado por Betty Hill. Así finalmente, ya en otoño de 1972 se identificó el sistema de procedencia de los supuestos extraterrestres: las estrellas Zeta Reticuli 1 y Zeta Reticuli 2.

En todo este asunto hay una cuestión que merece especial atención. La razón por la cual la identificación del mapa no pudo efectuarse hasta 1972 se debió a que varias de las estrellas que lo componían, en concreto el triángulo del fondo identificadas con los números 97, 95 y 86.1, no fueron clasificadas hasta la aparición del Catálogo Gliese en otoño de 1969. Es decir, cuando Betty Hill -bajo protocolo hipnótico- dibujó ese mapa, la estrella 86.1 no aparecía en ninguno de nuestros catálogos, mientras que las 97 y 95 sí aparecían pero en una posición incorrecta que posteriormente, a tenor de los nuevos datos obtenidos, fue corregida. Dicho de otra forma: nadie en 1964 conocía de la existencia de esas estrellas en esa exacta situación.

Hay que aclarar que la cuestión del mapa estelar está lejos de ser pacífica entre los que han abordado el estudio de este caso. Así, Carl Sagan afirmó en su día que la identificación de ese mapa con cuerpos celestes concretos era poco más que una alineación aleatoria de puntos aleatorios,

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Dibujo hecho por Betty Hill para el escritor John G. Fuller, cuatro años

después del incidente

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afirmación rebatida por la opinión del estadístico Dr. David Saunders, que había trabajado para la Comision Condon, y que argumentó que estadísticamente era altamente improbable que estuviéramos ante una casualidad debida al azar.

Ciertamente, si aceptamos la autenticidad de este mapa estelar, sería una prueba ob-jetiva de la realidad no solo de este inciden-te sino, por extensión, del fenómeno de las abducciones. Pero, como ya hemos apunta-do, este es un tema que está lejos de ser pa-cífico entre los investigadores. De hecho, al igual que todo el asunto de las abducciones cuya naturaleza e, incluso, su propia reali-dad, es fuente de importantes con-troversias dentro de la comunidad ufológica.

Barney Hill mu-rió en 1969 a los 46 años de edad debido a un de-rrame cerebral. Había antece-dentes familiares de una muerte similar por lo que no hay que buscar relación alguna con el in-cidente de 1961. Después de su muerte, Betty Hill desarrolló una intensa actividad relacionada con el fe-nómeno OVNI y en concreto con su caso de abducción: dio charlas y apareció en pro-gramas de radio y televisión. Curiosamente, Betty empezó a desarrollar determinadas facultades psíquicas fuera de lo común, lo que en 1976 la llevó a la visita del psiquia-tra Dr. Berthold Eric Schwarz que estudió el caso y comprobó, efectivamente, que en su casa de Portsmouth tenían lugar suce-sos que podían calificarse de paranormales y en los que el hilo conductor parecía ser

la propia Betty Hill14. Esta circunstancia se repite en otros casos de abducción, lo que lleva a los investigadores a preguntarse si es la abducción en sí misma la que desen-cadena este tipo de facultades o los abduci-dos lo son porque poseen estas facultades. Schwarz parece inclinarse por esta última hipótesis cuando afirma:

“En el caso de abducción de Betty, como en algunos ejemplos de contactos con OVNIs, se tiene la impresión general de que el individuo protagonista es un tipo único de persona, cuyas facultades (es decir, su capacidad para sumirse rá-

pidamente en un profundo trance hipnótico, sus ras-gos disociativos y sus potenciali-dades psíquicas de alta calidad), latentes o no, son necesarias para los OVNIs o para la fuerzas que se esconden tras ellos y que estos factores pueden ser vitales para la generación de la aparente expe-riencia de relación mente-materia.”

Es interesante destacar final-

mente que, según el Dr. Schwarz, durante el tiempo que la trató, Betty estaba siendo vigilada y su teléfono intervenido posible-mente, según él mismo dedujo, por alguna agencia federal.

Betty Hill murió de cáncer en el año 2004. Su trayectoria vital y profesional (fue tra-bajadora social) al igual que la de su ma-rido Barney (empleado del servicio postal de los Estados Unidos) hubieran sido de lo más normal de no haberse producido aquel

Los investigadores han concluido lo que

parece más obvio (aunque también lo

más increíble): los Hill fueron secuestrados

por entidades biológicas de origen no

terrestre

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incidente en la noche del 19 de setiembre de 1961.

Intentando hallar una explicación

Aceptando como verídico este incidente, durante mucho tiempo los investigadores han concluido lo que parece más obvio (aunque también lo más increíble): los Hill fueron secuestrados por entidades biológi-cas de origen no terrestre. Y por extensión, la intervención de una inteligencia extrate-rrestre, como la posibilidad más satisfacto-ria para explicar la multitud de casos que se reportaban en todo el mundo. Es lo que se ha venido en llamar la “hipótesis extra-terrestre”. Desde entonces el fenómeno, su interpretación y el abordaje de una posible explicación han evolucionado y junto a esa posible explicación se ha abierto paso con fuerza otras teorías, la más arriesgada de las cuales defiende que nuestra civilización estaría sometida a una especie de mani-pulación por parte de inteligencias ajenas a lo que tenemos asumido como realidad objetiva, con espurios e inconfesables ob-jetivos.

Y todo ello sin olvidar la explicación meramente psicológica -casi siempre abrazada desde posturas escépticas- que atribuiría estos relatos a extraños episodios alucinatorios que se han gestado en la mente del sujeto, restando toda validez al proceso de abordaje hipnótico para llegar al origen de la posible experiencia y negando la realidad objetiva del fenómeno. Esta teoría, sin embargo, tiene difícil encaje si tenemos en cuenta que Betty y Barney Hill se sometieron por separado a las sesiones de hipnosis y que sus declaraciones fueron mayoritariamente concordantes. Esto no implica que el caso Hill, y todos los casos de abducción, no tengan una fuerte componente psíquica, que la tienen, pero no en el sentido de que los testigos sean víctimas de alucinaciones, sino en el más siniestro de que sean víctimas de algún tipo de manipulación mental, como sugiere Vallée en su libro Pasaporte a Magonia. De aceptar este presupuesto, estaríamos tras la pista que conectaría las abducciones -y, por extensión todo el fenómeno OVNI- con las apariciones religiosas y otros episodios que hasta la fecha hemos reducido al ámbito de la parapsicología sin plantear su relación con la ufología.

No podemos despreciar tampoco la intervención de agencias gubernamentales y los servicios de inteligencia en la manipulación de todo el fenómeno OVNI y de las abducciones en particular. Esta campaña de desinformación tendría como objetivo intoxicar con falsas noticias e informes de casos inexistentes para, finalmente, desacreditar todo el fenómeno y con él a quienes lo investigan. Investigadores de todas las épocas y nacionalidades han declarado haber sido víctimas en alguna ocasión de este tipo de actuaciones. De ser cierto, esta actuación estaría validando la importancia de un fenómeno que algunas élites de poder estarían valorando como potencialmente peligroso, hasta el extremo de dedicarle medios y recursos a su desprestigio (en terminología anglosajona, debunk).

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Jacques Vallée y el “sistema de control”

Uno de los intentos de aproximación cien-tífica a este tema la realizó el ya citado Ja-cques Vallée. El investigador francés, que en un principio había apostado por la “hi-pótesis extraterrestre”, fue paulatinamen-te derivando hacia posiciones más folklo-ristas pero a la vez más inquietantes. Tras años de estudio, llegó a la conclusión que la atribución a visitantes del espacio era insu-ficiente para explicar la amplísima y a me-nudo contradictoria fenomenología OVNI:

“Los datos acumulados tienden a demostrar, de diversas maneras, que sin duda los OVNIs existen, que dan cuenta de un fenómeno precedentemente no reconocido y que los hechos no corroboran la hipótesis de visitantes del espacio tal y como se la concibe generalmente.”

Y fundamenta esta afirmación en varios argumentos. En primer lugar, los llamados encuentros cercanos serían mucho más numerosos de lo que exigiría cualquier exploración física de nuestro planeta. Asimismo, la morfología reportada en los

casos de abducción y en los encuentros cercanos por parte de los testigos, tendría poca probabilidad de aparecer en otro planeta, siempre según Vallée, y desde un punto de vista biológico resultaría mal adaptada a los viajes interplanetarios. Los comportamientos de esos presuntos visitantes extraterrestres serían contradictorios con la hipótesis de experimentaciones científicas realizados sobre humanos por una supuesta raza más avanzada, aunque esta afirmación, sin embargo, podría adolecer de una visión en exceso antropocéntrica.

Para Vallée la presencia de esa inteligencia ha sido una constante en la historia de la Humanidad, habiéndose adaptado a las diversas culturas en las todas épocas vividas por la especie humana. Constituiría una especie de “sistema de control” natural.

“Si tomamos un amplio muestreo de este material histórico, veremos que se halla organizado alrededor de un tema central: la visita de seres aéreos procedentes de uno o varios países legendarios y remotos. Varían los nombres y las peculiaridades, pero la idea central permanece. Llámese Magonia, cielo, infierno, País de las Hadas , todos estos lugares tienen una característica común: ningún viviente puede llegar a ellos, excepto en muy contadas ocasiones. Los emisarios de estos lugares sobrenaturales llegan a la Tierra a veces en forma humana y otras bajo la apariencia de monstruos. Una vez aquí, realizan maravillas. Sirven a los hombres o los combaten. Influyen en las civilizaciones a través de revelaciones místicas. Seducen a las mujeres, y los pocos héroes que se atreven a buscar su amistad descubren que las doncellas del País de las Hadas sienten unos deseos que, más que una naturaleza puramente etérea, ponen de manifiesto una naturaleza carnal.”

Desde nuestro punto de vista, la presencia de un fenómeno a lo largo de la historia

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de la humanidad no debería invalidar la hipótesis extraterrestre. Simplemente estaríamos frente a un fenómeno (siempre el mismo) que sería interpretado e incluso visualizado por el testigo en función del conocimiento y los arquetipos vigentes en cada época. Más importancia, según nuestra opinión, tienen aquellos informes que indican la facultad de manipular el continuo espacio tiempo, que ha llevado a otros autores a atribuir un origen transdimensional al fenómeno, como la hipótesis de los crononautas o viajeros del tiempo defendida por Randles.

Salvador Freixedo y “la granja humana”

Una línea argumental parecida a la de Vallée, pero ligándola estrechamente a la estructura de creencias y religiones que han conformado las diversas civilizaciones, es la que defiende Salvador Freixedo18, tal vez, la máxima autoridad sobre ufología del mundo latino, aunque a él no le gusta que le llamen ufólogo. Para Freixedo, estamos ante un fenómeno absolutamente real y objetivo, que interactúa con la psique

humana, la secuestra, la manipula. La inteligencia que está tras estos fenómenos ha estado ahí desde el principio de los tiempos. Son el origen de los mitos, las creencias y las religiones de la humanidad. Son crueles y tienen al ser humano confinado en esta especie de “granja humana” (título de uno de sus libros) que sería nuestro planeta. Para ellos carecemos de importancia y manipulan nuestra mente, nuestros sentimientos y nuestras emociones. Freixedo coincide con la teoría del investigador norteamericano William Bramley, expuesta en su obra “Los dioses del Edén”, según la cual esas inteligencias estarían en el origen de nuestras crueles guerras, aparte de ejercer una total manipulación política y económica. Es una línea argumental muy parecida a la de John Keel, aunque Freixedo desarrolla líneas de trabajo más atrevidas.

Así, con la autoridad que le da su formación, experiencia y edad, defiende la existencia de un encubrimiento a escala planetaria que no duda en calificar de conspiración para sustraernos la verdad. El mundo estaría regido por una casta de políticos, conocidos de la opinión pública, que serían meras marionetas al servicio de una élite “que nunca aparecería en la prensa ni en las noticias” y que habría pactado (o habría sido designada) por entidades radicalmente distintas a los humanos, esto es, los “dioses”, los auténticos dueños de esta “granja humana”, de intenciones oscuras y a menudo inconfesables.

John Mack y la realidad alterada

John Edward Mack fue doctor en psiquiatría por la Universidad de Harvard y uno de los investigadores que efectuó un trabajo más sistemático acerca de las abducciones, abordándolo desde una perspectiva rigurosa. Nació en Nueva York el 4 de octubre de 1929 y murió atropellado en setiembre de 2004 en un accidente en el que algunos han querido ver la alargada mano de los “dueños del mundo”. En 1955 obtuvo el

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Salvador Freixedo, posiblemente la máxima autoridad en ufología del mun-

do latino

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doctorado en medicina por la Universidad de Harvard y a finales de los años 60 funda el Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Cambridge que le confirió rápidamente renombre a nivel mundial. En 1972 es nombrado profesor titular de psiquiatría de la universidad de Harvard y en 1977 recibe el premio Pullitzer por una biografía de Lawrence de Arabia. Con semejante bagaje académico se embarcó en el estudio de un asunto que sabía le iba a reportar la crítica del estamento científico: los casos de abducción o rapto por parte de entidades supuestamente extraterrestres.

Cuando inicia esta tarea, llevaba ya más de 40 años ejerciendo la psiquiatría. Mack estudió más de 200 casos de esas supuestas abducciones reportadas por testigos que, sometidos a protocolo hipnótico para conseguir que aflorase la parte más traumática de su experiencia que había sido enterrada en el inconsciente profundo, relatan siempre la misma historia. Finalmente en 1994 publicó los resultados de su estudio: los abducidos son personas

mentalmente sanas, que no padecen esquizofrenia, ni psicosis ni cualquier otra alteración mental. Sus experiencias no pueden calificarse de alucinaciones y, lo más importante, cuando relatan su experiencia son sinceros. Quienes han sido víctimas de una abducción son personas normales, con comportamientos normales, con trabajos, entornos sociales y comportamientos normales, a las que de forma abrupta un fenómeno ajeno a ellas irrumpe en sus vidas, en contra de su voluntad, provocándoles lo que los psicólogos identifican como un trauma y como consecuencia transforma completamente sus vidas hasta el punto de que puede hablarse de un antes y un después de la experiencia.

La conclusión a la que llega John Mack es que esas personas fueron testigos de un hecho real, en el sentido de que no fue fruto de su imaginación o de alteraciones mentales. Pero no se trataría de un fenómeno moderno inducido por los medios de comunicación, el cine o la televisión. Las abducciones formarían parte de encuentros que se han producido a lo largo de la historia (él destaca ejemplos similares que pueden encontrarse en la cultura y folclore de los nativos norteamericanos si bien adaptados al leguaje y conocimiento de la época) y de las que tenemos noticia a través de los relatos de aquellos que hemos calificado de visionarios.

¿Son las abducciones reales? Mack afirma que para los testigos de esos encuentros, sí (de hecho el título del libro que recoge el resultado de su estudio es revelador: “Abducciones: encuentros de humanos con alienígenas”). Sin embargo se pregunta acerca del concepto occidental de realidad y considera la necesidad de una noción ampliada de esa realidad para abordar el estudio del fenómeno ya que “la investigación de casos de abducción presenta especiales desafíos ya que buena parte de la información que se obtiene no encaja dentro de las comúnmente aceptadas nociones de realidad”20 dado

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El Dr. John Mack

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que en el paradigma occidental, el mundo mental, o del pensamiento, y el mundo físico, considerado el único real, se han mantenido radicalmente separados. Y admite: “El fenómeno de abducción va contra las nociones de realidad de la visión científica occidental del mundo”21 Mack afirma que es nuestra cultura la que define lo que es real, que la noción de realidad tiene una componente arbitraria: lo que es real para nosotros puede no ser tan real para un nativo americano o para un budista tibetano, por ejemplo. Los sentidos que tenemos para conocer esas otras “realidades” están atrofiados, hemos perdido los sentidos primitivos que nos permitirían ir más allá de nuestro horizonte meramente físico.

David M. Jacobs: las abducciones como realidad objetiva

Un punto de vista opuesto a ese “espiritualismo” del Dr. Mack lo mantiene otro gran investigador norteamericano del fenómeno de las abducciones: el Dr. David Jacobs. Jacobs es doctor en Historia por la Universuty of Wisconsin-Madison y hasta su reciente jubilación, profesor de Historia en la Temple University de Filadelfia. Es autor de numerosos trabajos y varios libros acerca del fenómeno OVNI22. Para el Dr. Jacobs las abducciones serían algo físico y no espiritual y considera que, a diferencia de la postura mantenida por el Dr. Mack, su estudio debe ser abordado como una realidad objetiva, algo que existe en el mundo que consideramos real.

Jacobs inicio el estudio de los OVNIs en 1965 y pronto le llamó la atención los numerosos casos de abducción, sus historias recurrentes, la sinceridad de los testigos, la universalidad de su casuística y la aparente inteligencia que parecía ocultarse tras ese fenómeno. Ha estudiado más de 1.100 casos de abducciones y, entre otras obras suyas, destaca el libro Secret Life: Firsthand Accounts of UFO abductions,

traducido al español y publicado con el título “Vida Secreta” por Ediciones B en 1993, en el que repasa más de 300 experiencias de abducción de unos 60 testigos, tras ser sometidos a protocolo hipnótico con el fin de rescatar el recuerdo de su encuentro con sus secuestradores. Para ello Jacobs se especializó en la técnica de regresión hipnótica que aplicó personalmente a los testigos que entrevistó.

“Descubrí que, por lo general, el lugar del rapto no importa demasiado. La gente con la que me entrevisté había sido raptada en diversas partes de la nación y del mundo) en ciudades y en zonas rurales, en autopistas y en aisladas carreteras comarcales, en viviendas unifamiliares y en complejos urbanísticos. Aunque generalmente no se conocían entre sí, todos me contaron las mismas cosas. Todos ellos fueron raptados por seres de extraño aspecto, todos fueron sometidos a una variedad de procedimientos físicos y mentales y todos devueltos al mismo lugar en el que fueron raptados. Ninguno de

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El Dr. David M. Jacobs

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ellos admitió haber tenido la menor posibilidad de resistirse y, cuando la experiencia hubo concluido, la olvidaron prontamente en su mayor parte. En su mayoría se quedaron con la impresión de que algo les había ocurrido pero no podían decir con exactitud en qué consistía ese algo. También descubrí que algunos de los raptados recordaban sucesos sin la ayuda de la hipnosis y que estos coincidían con los aflorados por medio de la hipnosis.”

Curiosamente, Jacobs se encuentra con un esquema prácticamente idéntico al que se encontraron el Dr. Mack o el escritor Budd Hopkins en sus investigaciones. Sin embargo, le debemos un intento de sistematización a la hora de abordar el estudio de esta fenomenología con la clasificación que efectuó de las abducciones.

Para el Dr. Jacobs, la inteligencia que se esconde tras estos casos es objetiva, física y real. Se trataría de alienígenas que entre los objetivos de sus experimentos estaría la creación de una raza híbrida,

sin descartar en absoluto, la implantación de un sistema de seguimiento y control a través de los implantes hallados en algunos testigos. Jacobs reconoce que no sabemos a ciencia cierta por qué los colocan, aunque personalmente cree que son elementos sofisticados que cumplirían funciones diversas.

Jacobs divide los casos de secuestros en tres experiencias:

1. Experiencias primarias: Procesos que los alienígenas ejecutaban el mayor número de veces y con el mayor número de gente. Formaban el entramado de los procesos siguientes.

2. Experiencias secundarias: Ocurren con menor frecuencia. Todos los raptados tienen en su haber algunas experiencias secundarias, pero no durante cada episodio. Algunos individuos no han sido sometidos a todos los episodios.

3. Experiencias auxiliares: Se incluyen en ellas procesos sexuales especializados y otros procesos irregulares. Estos acontecen raramente si se considera la población de los raptados como un todo, pero pudo ocurrirle muchas veces a un determinado individuo objeto de rapto.

A esas tres experiencias le aplica tres categorías: la física, la mental y la reproductiva.

Jacobs está convencido que estas experiencias no son oníricas, sino totalmente reales. Y tampoco son experiencias espirituales. Además, descubrió que estas experiencias, en algunos sujetos, aparecen en la infancia y se repiten a lo largo de toda la vida en diversas ocasiones. Y no sólo eso, sino que los abducidos suelen tener antecedentes familiares de casos similares. Es como si los “extraterrestres” se cebaran especialmente en una determinada línea “genética”.

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Aunque la mayoría de las abducciones no tuvieron lugar cuando la persona dormía, algunas sí ocurrieron durante la noche. Es como si esa “inteligencia” considerase que durante ese espacio de tiempo el abducido no va a ser echado en falta si desaparece durante unas horas. Esta circunstancia en relación con determinados informes de casos de contactos sexuales, recuerdan aquellos otros de íncubos y súcubos presentes en los relatos folclóricos de la Edad Media.

Y Jacobs llega a una conclusión inquietante:

“Durante años los abducidos han contado que en el futuro los huma-nos y los híbridos convivirán juntos. Al principio me parecía una fabu-lación mental, pero empecé a escuchar lo mismo una y otra vez de perso-nas que no estaban conectadas entre sí. Según los testi-gos, los alieníge-nas mencionan la llegada de un cam-bio. Creo que todo esto forma parte de un programa de integración en la sociedad. A princi-pios de 2003 escu-ché varios relatos de abducidos que decían cumplir la misión de ayudar a los híbridos a integrarse en nuestra sociedad y ense-ñarles a vivir en la Tierra. Cada vez se repi-ten más este tipo de testimonios.”26

Y concluye: “Después de 45 años investi-gando el fenómeno de la abducción, he des-

cubierto que no me gusta y, además, me da miedo”.

Concluyendo

En este artículo hemos revisado el contro-vertido e inquietante asunto de los secues-tros por extraterrestres que en el argot ufo-lógico se conoce con el término abducción

y algunas de las líneas de inves-tigación abiertas hasta la fecha. Como hemos visto, este asun-to atrajo la aten-ción de figuras del mundo aca-démico que, le-jos de conseguir algún tipo de beneficio, fue-ron atacados y r i d i c u l i z a d o s por dedicar su tiempo, esfuerzo y conocimientos a esa labor. Pero tal vez esto sea la mejor garantía de su honradez.

Hay que tener las ideas muy claras y, sobre todo, mucho valor y mucho coraje para, desde una consolidada, re-conocida y, sobre todo, cómoda cá-tedra de psiquia-tría o historia en

una universidad de prestigio arriesgar la reputación profesional y lanzarse al estu-dio de unos sujetos que afirman haber sido secuestrados por “marcianitos verdes”por no citar el valor que requiere el relatar la experiencia cuando uno ha sido una vícti-ma de estos episodios).

Estamos ante un fenómeno real y objetivo pero que interactúa

estrechamente con la mente del sujeto a nivel

individual e incluso con el inconsciente colectivo del que

tomaría “prestados” determinados

arquetipos que necesita en cada época

y circunstancia para manifestarse

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Y en el ámbito estricto de los casos de ab-ducción, hay algunas cosas que no dejan de sorprenderme. En primer lugar el hecho de que una inteligencia capaz de desarrollar un tecnología tan absolutamente avanza-da como nos muestran los testigos de esas abducciones no es capaz de camuflar total, absoluta y definitivamente estos episodios, enterrando en una amnesia absoluta e irre-cuperable la experiencia de los testigos. Es absurdo a menos que lo que realmente quieran es que sepamos de estos hechos, aunque sea a través del filtro de nuestra mente y nuestra cultura.

En segundo lugar, la constatación de una cifra exageradamente alta de casos de ate-rrizaje que, aceptando como válida la hi-pótesis extraterrstre, deberían tener por finalidad la exploración de nuestro planeta y el conocimiento de sus habitantes, sus características, costumbres y organización social. El Dr. Vallée, en su obra “Dimen-sions a Casebook of Alien Contact”, llega a la conclusión de que si los ovnis son naves espaciales actuando en el marco de un es-tudio de nuestro planeta “han aterrizado en nuestro mundo un mínimo de ¡tres mi-llones de veces en dos decenios”. Cierta-mente esta cifra es absolutamente absurda por lo elevada, cuando, en el estado actual de nuestra tecnologóa, con algunas simples sondas orbitando alrededor de la Tierra, es posible cartografiarla hasta en sus más mí-nimos detalles y captando las emisiones de radio y televisión es posible tener un cono-cimiento exacto de la historia, los conoci-mientos y la organización social y política de la humanidad. Todo esto nos obliga a pensar que las apariciones de estos objetos son deliberadas y obedecen a otro fin que el meramente investigativo Finalmente, la constatación de que ese fe-nómeno ha acompañado a la humanidad desde que ésta existe y se ha “colado” en nuestro folclore, nuestra mitología y nues-tras leyendas. Ha adoptado la forma que la cultura del momento le ha exigido: fueron dioses en la antigüedad, ángeles en los rela-tos bíblicos, el diablo en la Edad Media, las

apariciones marianas en tiempos recientes y las naves venidas del espacio en la actua-lidad más reciente, cuando el ser humano dio el salto al exterior de su planeta. Es un fenómeno camaleónico que percibimos a través del filtro de nuestras particulares creencias y conocimientos pero que siem-pre ha estado ahí. Tal vez, como apuntan diversos autores, la inteligencia que subya-ce tras el fenómeno es la misma que en su día debió intervenir en la creación del ser humano. Tal vez, quién sabe

Para mí, y expreso sólo una opinión personal, estamos ante un fenómeno real y objetivo pero que interactúa estrechamente con la mente del sujeto a nivel individual e incluso con el inconsciente colectivo del que tomaría “prestados” determinados arquetipos que necesita en cada época y circunstancia para manifestarse. ¿Seres venidos de otros planetas? Tal vez. ¿De procedencia transdimensional? Casi seguro. ¿Capaces de alterar nuestra percepción de la realidad, suponiendo que esta sea única? Naturalmente. Pero ¿Con qué finalidad? Aunque nos parezca importante, tal vez sea una pregunta inútil. Para mí, y participo de la opinión de Keel y Freixedo, una cosa es cierta: no les importamos lo más mínimo.

Imagínese que en un día soleado de primavera pasea Vd. por el campo y de forma accidental pisa un hormiguero. Posiblemente, si las hormigas fueran capaces de desarrollar un pensamiento racional se lamentarían del castigo divino que ha representado esa enorme masa oscura que, surgiendo de la nada, aplastó a decenas de sus congéneres sin que tuvieran explicación alguna para ello. Tal vez las más interesadas en el fenómeno especularían sobre ese extraño mensaje que algunas hormigas dijeron haber visto en aquella oscura masa poco antes de que aplastara el hormiguero: “legítima suela de cuero” ¿Cuál debía ser su oculto significado? ¿Qué quería transmitirnos con aquellas palabras la inteligencia que

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se ocultaba tras este “fenómeno”? Mientras tanto, Vd. totalmente ajeno a lo que ocurría un poco más abajo seguiría caminando, disfrutando del día, absorto en sus propios pensamientos.

Y es que, salvando las distancias, quizás la realidad sea así de simple.

© David Álvarez Planas 2013

Notas

1.- Veáse RIBERA, Antonio. Secuestrados por extraterrestres. Editorial Planeta, 19812.- ADELL SABATÉS, Alberto. Manual del Ufólogo. Editorial 7 ½. Barcelona, 19793.- Entre sus obras destacan Passport to Magonia: From folklore to flying saucers (1969), Messengers of Deception: UFO contacts and cults (1979), Revelations: alien contact and human deception o Wonders in the sky: Unexplained aerial objects from antiquity to modern times (2010)4.- Op.Cit.5.- David Pritchard, físico del MIT y colaborador de John Mack, mantiene que la cifra de norteamericanos que afirman haber sido abducidos asciende a 900.000, señalando que las estimaciones varían entre unos pocos centenares de miles y tres millones.6.- “Tiempo perdido”: expresión acuñada por el escritor e investigador Budd Hopkins.7.- Del tipo “greys” o grises se han establecido diversos subtipos. Los más frecuentes y en función de las declaraciones de testigos, serían bajos y macrocéfalos de piel gris o verde-grisácea. Se estima que medirían alrededor de 1,20, tendrían brazos alargados y la cabeza de gran tamaño y absolutamente libres de vello en todo el cuerpo. De su rostro destacarían los ojos enormes y almendrados, con oídos pequeños y carentes de pabellón auricular. Se les ha descrito como carentes de ropa, aunque no se descarta

la presencia de un traje ajustado que, incluso, podría confundirse con la piel. Este tipo de humanoide fue el descrito por el matrimonio Hill en su abducción de 1961.8.- Nos basamos en la descripción del caso que John Fuller hace en su obra El Viaje Interrumpido y en la posterior recensión de Antonio Ribera en el libro Secuestrados por Extraterrestres (Ed. Planeta 1981).9.- Otras fuentes,señalan que la hora del encuentro tuvo lugar alrededor de las 10:30 PM.10.- En aquella época esto era un protocolo habitual ya que los OVNIS eran considerados un asunto de interés para la defensa nacional dado el creciente número de avistamientos e incidentes producidos con aviones militares.11.- VALLÉE, Jacques. Pasaporte a Magonia. p. 11312.- Donald Edward Keyhoe (20-06-1897 – 29-11-1988) fue aviador del cuerpo naval de los marines y autor de diversos artículos sobre aviación. En 1950 empezó a interesarse por el fenómeno OVNI y escribió un libro considerado un clásico en la ufología mundial: The flying saucers are real. El 24 de octubre de 1956, junto con el físico Thomas Towsend Brown, fundó el NICAP (National Investigations Committee on Aerial Phenomena) una entidad sin ánimo de lucro, dedicada al estudio de los OVNIs que en aquella época era un auténtico motivo de alarma social debido a la profusión que los casos de avistamiento tenían en la prensa norteamericana.13.- En 1966, el escritor John G.Fuller (1913-1990), con la colaboración del matrimonio Hill y del Dr. Simon, escribió el libro The Interrupted Journey: two hours aboard a flying saucer en donde se publicaba una reproducción de ese “mapa estelar”. Fue la lectura de este libro lo que despertó el interés de Marjorie Fish para intentar identificar los puntos y las líneas en él dibujadas.14.- El resultado de estas entrevistas fue publicado por la revista inglesa Flying Saucer Review.

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15.- Antonio Ribera en Secuestrados por Extraterrestres, recogiendo las declaraciones del Dr. Schwarz en FSR16.- VALLÉE, Jacques. Revelations: alien contact and human deception. Ballantine 1991

17.- VALLÉE, Jacques. Pasaporte a Magonia. Plaza y Janés, 1972. (pág. 16)18.- Salvador Freixedo (Carballino, Orense 1923), antiguo miembro de la Compañía de Jesús. Estudió Humanidades, Filosofía, Teología y Psicología. Es autor de numerosos libros (no tan solo de parapsicología y ufología) entre los que destaca 40 casos de injusticia social (1957) que provocó que el por entonces presidente Batista lo expulsara de Cuba; Mi Iglesia duerme (1968) prohibido en España y que fue la culminación de sus desencuentros con la Compañía de Jesús que provocó su salida de la misma. En el campo de la ufología cabe destacar El diabólico inconsciente, La granja humana, La religión entre la parapsicología y los OVNIs, Defendámonos de los dioses… por citar sólo algunas de sus inestimables aportaciones.19.- John Keel (1930-2009), escritor y periodista norteamericano, miembro del APRO. Al principio defendió el origen extraterrestre del fenómeno OVNI pero poco a poco fue dándose cuenta de que se enfrentaba a un fenómeno mucho más complejo, una pieza más de un enorme rompecabezas que precisaba de un ángulo de visión mucho más amplio. Coincidía con Vallée en la existencia de una inteligencia que ha establecido una especie de “sistema de control”, aunque él va más allá al afirmar que desde tiempo inmemorial la humanidad está siendo manipulada por un fenómeno que sólo acertamos a ver parcialmente y que coexiste con nosotros aunque en un plano de realidad diferente al nuestro. Fue autor, entre otros libros de Strange criatures from time and space (1969), Operation Trojan Horse (1970) y de The Mothman Profecies (1975).20.- MACK, John. Abduction: human en-counters with aliens. Ballantine Books. 1994. (Pág. 16)

21.- Op.cit. pág. 7622.- The UFO controversy in America. Indiana University Press 1975; Secret Life: Firsthand Accounts of UFO abductions. Simon & Schuster 1992; The Threat: revealing the secret alien agenda Simon & Schuster 1998; UFOs and abductions: challenging the borders of knowledge. University press of Kansas 2000.23.- JACOBS, David M. Vida Secreta. Ediciones B, 1993. (pág.27 y s.)24.- En este artículo no hemos hecho una especial referencia a Budd Hopkins (1931-2011), un personaje que es especialmente importante en el estudio de las abducciones. Nació en Wheeling, West Virginia y fue un artista dedicado a la pintura y la escultura. Sus obras han sido expuestas de forma permanente en el Whitney Museum, el Gungenheim y el Hirshhom Museum entre otros. Se interesó también en el fenómeno de las abducciones del que llegó a ser un reconocido especialista. Es autor de diversos libros sobre esta materia como los clásicos Missing Time: A documented study of UFO abductions (1981), Intruders: The incredible visitations at Coopley Woods (1987), y los más recientes Witnessed: The true story of de Brooklyn bridge UFO abductions (1996), y Sight Unseen: Science, UFO invisibility and transfenig beings (2003).25.- Los implantes no son meras elucubraciones sino objetos reales extraídos del interior del cuerpo de algunos testigos de abducción. Se han referido en diversos estudios aunque su aceptación está lejos de ser pacífica en la comunidad ufológica. El caso tal vez más notable y controvertido es el de Ron Noel, abducido a los 9 años de edad y en cuyo cuerpo se encontraron objetos implantados de apenas unos milímetros. El Dr. Roger K. Leir es considerado un especialista mundial en este tipo de implantes y en la técnica para conseguir su extracción.26.- Entrevista al Dr. David M. Jacobs en www.maslladelaciencia.es

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Cáncer: hacia un nuevo concepto de salud y enfermedad

Antonio Tagliatti

El concepto de enfermedad incurable únicamente existe en nuestra medicina moderna, la cual apenas tiene 300 años de experiencia. En las medicinas tradi-cionales, como la Medicina Tradicional

China (MTC), el Ayurveda, etc., no existe el concepto de enfermedad incurable.

Las enfermedades se distinguen en fáci-les o en difíciles de curar.

Antonio Tagliati, investigador indepen-diente, trabaja para integrar los plan-

teamientos de la moderna medicina oc-cidental y las diferentes visiones de las ciencias médicas tradicionales. El gran

mérito de este artículo es ver mucho más allá de los planteamientos médicos

actuales.

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El concepto de enfermedad incurable únicamente existe en nuestra medi-cina moderna, la cual apenas tiene

300 años de experiencia sobre unas bases mecanicistas que no llegan a comprender la complejidad de la dinámica vital. Si bien alcanza a la excelencia en traumatismos y en delicadas operaciones de alta tecnolo-gía, se queda impotente delante del resto de problemas de salud, en particular ante las enfermedades crónicas y sistémicas o degenerativas.

En las medicinas tradicionales, como la Medicina Tradicional China (MTC), el Ayur-veda, etc., no existe el concepto de enfer-medad incurable. Las enfermedades se distinguen en fáciles o en difíci-les de curar. Las fáciles son las de causa externa: traumas, envene-namientos, des-nutrición, estrés, etc. Son fáciles de curar porque al descubrir y elimi-nar las causas que las han producido, el cuerpo vuelve por sí solo al equi-librio. Las difíciles son las de causa interna, provocadas por pensamientos y emociones. Son difíciles de curar porque el hecho de cambiar las condiciones que las originan implica a todo el ser de la persona enferma, su intención en la vida y sus de-seos más profundos. Pero también en este caso la clave es conocer las causas y elimi-narlas.

La oncología moderna no comprende la causa de la transformación de la célula sana en tumoral. Tiene varias hipótesis que cambian con el tiempo y que parcialmente se acumulan a las anteriores, pero los avan-

ces y descubrimientos de la propia investi-gación científica oficial son ignorados por la oncología oficial, más ocupada en hacer enormes negocios con la situación tal como está e interesada en mantener el statu quo. En efecto, en los últimos 20 años la cien-cia moderna ha hecho enormes avances en la comprensión del origen y evolución de la célula y de su sistema de producción de energía, alcanzando conclusiones a las que ya habían llegado las medicinas tradiciona-les por otros caminos.

Así, las células se transforman en tumora-les por adaptación a un entorno de déficit energético, causado por una dinámica vital

alterada, que pue-de ser provocado tanto por la expo-sición a sustancias tóxicas como por impactos bioló-gicos de origen diverso o por blo-queos emociona-les que se mani-fiestan en rigidez muscular crónica y alteración de las fases nerviosas de contracción y rela-jamiento del ám-bito extracelular. Además, mientras

que la célula nor-mal utiliza todas las frecuencias de la luz para producir energía, la tumoral funciona en blanco y negro, está “gris”. La ignorancia de este hecho produce a menudo la erró-nea interpretación de procesos celulares transitorios como tumorales, con los con-secuentes falsos diagnósticos de cáncer. La cura tiene entonces que ser enfocada a aumentar la energía disponible en la zona del tumor. El aporte de energía en la zona produce o la eliminación de las células tu-morales o su transformación en células normales diferenciadas. La ignorancia de

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Célula tumoral

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esta regla produce muchas veces la incura-bilidad de estas enfermedades porque: 1.- El impacto emotivo de un diagnóstico grave o incluso mortal reduce las ganas de vivir y complica la vida de la persona enferma.

2.- El desconocimiento de las causas hace que éstas no se puedan cambiar.

3.- La aplicación de la quimioterapia elimina las células tumorales antes que las sanas.

Con respecto a este último punto, cabe se-ñalar que la célula tumoral, debido a que produce 20 veces menos energía que la cé-lula sana, es más débil y por lo tanto vulne-rable, por lo que muere antes. La quimio-terapia puede tener resultados, pero no cambia las condiciones que han provocado el desequilibrio sino que además añade la gran toxicidad de las sustancias utilizadas.

Sin embargo, frente a esta incapacidad de la medicina académica, el cruce de infor-mación de varias fuentes puede aportar instrumentos muy valiosos para la restau-ración de la dinámica vital y aprovecharlos para el desbloqueo del desarrollo personal

hacia una persona libre y responsable de su propia existencia, como veremos a con-tinuación a través de los estudios de los doctores Heinrich Kremer, Ryke Geerd Ha-mer, Wilhelm Reich y otros.

Hacia un enfoque holístico

“Vivimos en un mundo que se rige por le-yes que, dependiendo del punto de vista desde el que observamos, abordamos des-de una u otra ciencia. Pero la Ciencia es una sola, fragmentada por nuestra incapacidad de comprenderla en su totalidad.” (Toty de Neveran, Los olvidos de la memoria.)

El cruce de las investigaciones de Ha-mer, Kremer, Reich, Miller y otros procura buenos instrumentos de comprensión de la realidad biológica y de la enfermedad hasta ahora inéditos en nuestra medicina moderna. Lo que los hace inéditos es que dichos autores tienen una visión dinámica de esta realidad. Esto es una clara ventaja a la hora de plantear la terapia respecto de la visión estática y parcial, cada vez más microscópica y separativa, que mantiene la medicina oficial. La ventaja está en el he-cho de que, siendo la naturaleza misma de la vida dinámica y pulsante (concepto in-troducido por Reich), cuanto más se consi-deran estas cualidades, más se acerca uno a la realidad –aunque no podamos llegar a entenderla en su totalidad– obteniendo así, junto a una más profunda conciencia del hecho observado, una mayor posibilidad de intervención para favorecer la recupe-ración del equilibrio perdido en lo llamado “enfermedad”.

Las investigaciones de los doctores Hein-rich Kremer (alemán) y Alfred Hässig (suizo, fallecido en 1999) acerca de la bio-logía del cuerpo humano nacieron de la necesidad de entender lo que de verdad es el SIDA después haber llegado ambos, así como centenares de otros científicos y médicos, a la conclusión de que el SIDA no

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Dr. Heinrich Kremer

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es una enfermedad viral y que el llamado “test del SIDA” reacciona positivamente ante proteínas endógenas humanas1, y no ante las de un hipotético virus que nunca ha sido efectivamente aislado. Considero importante explicar brevemente el proceso investigativo seguido para poder así enten-der su aplicación al cáncer. El Dr. Kremer era en los años 80 director de la política sanitaria alemana para el abuso de drogas y alcohol, y director de un Hos-pital Interregional para drogadictos. Este hospital fue elegido para probar el primer “test del SIDA”. Como tenía dudas sobre su eficacia, a los tubos de ensayo con la sangre de los pacientes añadió otros que conte-nían su propia sangre y la de todos los mé-dicos del Hospital. Dieron resultado positi-vo el 10% de las muestras de los pacientes y también el 10% de los médicos. Entonces pidió a la OMS (Organización Mundial de la Salud) la documentación sobre la constitu-ción del test a fin de conocer el verdadero origen de las proteínas que contenía. El examen detallado de todos los documentos oficiales sobre el pretendido aislamiento y reproducción del supuesto VIH lleva a la conclusión de que tan sólo describen una serie de fenómenos indirectos interpreta-dos como virales.

A esta interpretación equivocada se llega por deducciones basadas en nuevos crite-rios adaptados una y otra vez a lo que re-sulta más conveniente para los intereses de los investigadores y de las institucio-nes o los laboratorios que los financian. En los años 90 las investigaciones acerca del llamado “sistema inmunitario” avanza-ron enormemente respecto a los años 80, cuando los relativamente reducidos cono-cimientos sobre el tema permitieron al Dr. Robert Gallo montar el fraude del test del SIDA. Entonces todavía no se sabía que la función inmunitaria celular (cuyo bloqueo constituye el SIDA) se desarrolla a través de la acción del óxido nítrico y de otros ga-ses. En los años 90 se supo que la presencia

o ausencia de los linfocitos T en la circula-ción periférica depende de delicados equi-librios de comunicación entre las células, y no es necesario implicar un fantasmagóri-co virus en el hecho, y menos aún justificar

experimentos quimioterápicos en desven-turados seropositivos a partir de un test falso. La revisión efectuada por los Dres. Kremer y Hässig se basa exclusivamente en artículos publicados en revistas científicas, y está contenida en el libro del Dr. Kremer La silenciosa revolución de la medicina del cáncer y del SIDA, editado originalmente en alemán y traducido al italiano y al inglés, en el que se relacionan datos de numero-sos centros de investigación. El Dr. Kremer nunca ha sido atacado públicamente por-que los datos que expone están todos ellos publicados en revistas científicas, y denun-cia que sólo intereses comerciales impiden que estas nuevas informaciones sean apli-cadas en la medicina hospitalaria.

El primer paso es la consideración de la gran complejidad del cuerpo humano.

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Un dato ilustrativo a nivel fisiológico es que está compuesto por unos cien billo-nes (100.000.000.000.000) de células, cada una de las cuales desarrolla simul-táneamente cerca de diez mil reacciones bio-electro-químicas interdependientes. Cada noche, mientras dormimos, cuando prevalecen el sistema nervioso parasimpá-tico y las hormonas de relajamiento, se du-plica un billón (1.000.000.000.000) de cé-lulas que remplazan a otras tantas que son recicladas por un sistema coordinado de células y órganos que se comunican a tra-vés de mensajes químicos y electromagné-ticos. Las células más viejas o dañadas son reconocidas por el tipo de mensaje electro-magnético que emiten. Como vemos, a ni-vel biológico, el cuerpo trabaja mucho más de noche que de día. Así se explica, pues, la rápida pérdida de salud que suele ocurrir cuando el descanso es insuficiente.

Este sistema activo se dedica casi com-pletamente al reciclaje de células viejas o dañadas propias del cuerpo, y en pequeña parte al reciclaje de microbios y otros an-tígenos externos que son reconocidos no por ser externos sino sencillamente por no

estar en armonía con el cuerpo, al igual que ocurre con las células propias alteradas. Así, el concepto de sistema inmunitario ofi-cial según el cual nos defiende “de ataques externos”, es falso y simplista, y tendría que ser corregido, si consideramos además que en el espacio entre células viven en el cuer-po 1.000 billones de microbios en simbio-sis que producen antioxidantes y vitaminas (los microorganismos efectivos, E.M. en in-glés), sin cuya acción no sería posible vivir. Considerada esta enorme complejidad, es absolutamente imposible tratar de contro-lar y dirigir adecuadamente, y menos aún con intervenciones exteriores, el proceso vital.

Sólo es posible aproximarse al entendi-miento del proceso vital observando con respeto y amor a la vida, favoreciendo el equilibrio espontáneo y manteniendo las condiciones más favorables. Para compren-der mejor la dinámica vital, Kremer y Häs-sig utilizan las investigaciones realizadas por el doctor Alfred Pischinger a mediados del siglo XX, que analizan el ambiente en el cual viven las células del cuerpo. Se trata de un estudio óptimo que, aplicado a la educa-ción sanitaria, sería suficiente para mante-

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Dr. Robert Gallo

Dr. Alfred Pischinger

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ner sana a toda la población, pero que está siendo ignorado por la medicina moder-na. El sistema de Pischinger explica que el cuerpo humano está formado aproxima-damente por un 70% de agua salada. Del restante 30%, sólo el 10% está compuesto por células, que no se tocan entre sí (o se tocan en parte en las fibras musculares) y el restante 20% constituye el matrix extra-celular, una especie de esponja de fibras y colágeno que envuelve todas las células y que está empapado de agua de mar2. Cons-tituye nuestro océano interno y es el medio de nutrición y limpieza de las células. En este espacio extracelular se determinan las condiciones de cultivo de nuestras células, que dependen de la calidad de nuestro mar interno. En este espacio desembocan los capilares, se recoge la linfa, terminan las prolongaciones del sistema nervioso con fibras unas relajantes y otras excitantes, y se encuentran los linfocitos, los macrófa-gos, los anticuerpos, los ME, etc. que desa-rrollan continuamente una acción de man-tenimiento de las condiciones favorables.

Dado que cada reacción de oxidorreducción que se desarrolla en el cuerpo es un inter-cambio de electrones, o sea una corriente eléctrica, las sales marinas que desarrollan esta función electrolítica son imprescindi-bles para la vida, y son la condición prima-ria que ha permitido a las primeras bacte-rias formarse en el mar originario. Cuando la vida se traslada a tierra firme, el orga-nismo se lleva consigo una burbuja de agua

de mar, y los riñones asumen una función de dique para conservar la cantidad de mar necesaria para mantener la vida de las cé-lulas (el concepto de que la función hace al órgano es imprescindible para entender la Nueva Medicina de Hamer).

La vida empieza en el mar

El siguiente paso del Dr. Kremer consistió en revisar la historia de la evolución celu-lar según los últimos descubrimientos de la ciencia moderna. El estímulo inicial es la energía luminosa que se difunde en el es-pacio, se acumula en la ionosfera y baja a la tierra en una lluvia constante. Podemos imaginar las reacciones biológicas de paso de electrones de una molécula a otra como una rueda de molino en movimiento, y la luz sería el agua que mueve la rueda. El sol es la fuente de luz visible. Se difunden en el espacio otras frecuencias de luz que nues-tros ojos no perciben.

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La energía no se mueve en un flujo cons-tante sino en paquetes cuánticos, o sea, como una pulsación. En el mar primordial, este flujo produce la formación de ami-noácidos que se unen en proteínas que se acumulan y se enganchan unas con otras según impulsos electromagnéticos hasta formar membranas que separan lo interior de lo exterior y así las primeras formas de vida. En el agua, todo lo que se introduce tiende a disolverse, a solubilizarse. Si a un sistema en solución se le añade energía, se crea el impulso contrario: la aglomeración (se trataría de una suspensión coloidal). El flujo continuo de energía provoca la forma-ción de formas de simbiosis cada vez más complejas como, por ejemplo, bacterias que se unen en una única célula intercam-biándose los productos del metabolismo y uniendo sus ADN. Se ha encontrado recien-temente en los deltas del Ebro y del Éu-frates una forma de simbiosis constituida por una ameba con estafilococos plantados como una cola; esto permite a la ameba moverse y a los estafilococos mantener la cabeza protegida.

La atmósfera originaria no contenía oxíge-no libre, y las bacterias anaeróbicas produ-cen ATP (la molécula para el transporte de energía en todo tipo de célula, sea animal o vegetal) a través de la fermentación de la glucosa por medio de hidrógeno (glicó-lisis). Con una molécula de glucosa se pro-ducen dos moléculas de ATP. Cuando unos determinados tipos de bacterias empiezan a tomar el hidrógeno del agua mediante el uso de la luz (función clorofílica inicial), aparece por primera vez el oxígeno libre que se disuelve en el agua y después en la atmósfera, llegando a la actual concentra-ción del 20%. Todavía hoy el oxígeno que respiramos es el aliento de las bacterias del mar. Las mitocondrias son bacterias que, para la producción de ATP, aprenden a utilizar el oxígeno en vez del hidrogeno, y siendo aquél mucho mas activo que éste, pueden obtener 36 moléculas de ATP por

cada una de glucosa, es decir, casi 20 veces más que las antiguas bacterias.

La participación de las mitocondrias en la simbiosis celular representa una gran ven-taja energética (2 ATP + 36 ATP = 38 ATP) que permite el desarrollo de seres multice-lulares, tanto plantas como animales. Una de las bacterias (termofila) que participa en la simbiosis celular proviene del fondo del mar, en la cercanía de chimeneas volcá-nicas, a 115º C de temperatura, donde las aguas frías del océano se mezclan con las aguas que brotan del fondo a 400º C. Para la función de respiración celular utilizan el azufre en vez del oxígeno como receptor fi-nal de los electrones. A las extremas condi-ciones ambientales oponen una capacidad de reproducción rápida y la producción de proteínas de protección térmica (heat shock proteins). Este hecho se revelará muy importante más adelante para la com-prensión del comportamiento de la célula tumoral.

Mientras que el ADN de las bacterias está esparcido libremente en su citoplasma, el ADN de la célula simbiótica necesita ser protegido para que los radicales libres

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producidos por las mitocondrias no lo da-ñen (célula procariota). Se crea entonces el núcleo, que recoge y protege el ADN de las bacterias simbiontes, y se activan los fragmentos necesarios para producir las proteínas que se necesitan en sintonía con los mensajes del citoplasma, que a su vez están condicionados por los mensajes re-cibidos desde el exterior, del matrix extra-celular.

La red epigenética está constituida por una serie de canales de doble información: desde el matrix al citoplasma, del ci-toplasma al núcleo, desde el núcleo al citoplasma, luego al matrix y a otras célu-las. Las mitocondrias ceden sólo una parte de su ADN al núcleo y mantienen la par-te de ADN necesaria para su reproduc-ción en tanto que bacterias, y se mul-tiplican en el líquido celular (citoplasma) independientemen-te de la división ce-lular. Ocupan una cuarta parte del ci-toplasma y tienen la importante función de mantener el ni-vel energético de la célula produciendo el ATP que necesita. La suma de todo el ADN mitocondrial es mayor que el ADN del nú-cleo. Este último posee mecanismos de au-toreparación, pero en el DNA mitocondrial están ausentes, y este hecho, ignorado por la medicina oficial, es extremadamente importante para determinar los posibles daños irreparables al metabolismo causa-dos por el uso de antibióticos quimiote-rápicos (como el Bactrim), considerados

inocuos para el ADN nuclear pero que ge-neran daños acumulativos y permanentes en la población mitocondrial. Cuando la mitocondria dañada se divide, el defecto se mantiene en las dos mitocondrias hijas. Una importante lesión mitocondrial pro-voca un proporcional déficit energético en todo el metabolismo.

La reevaluación y puesta al día de los datos que hace Kremer acerca de la formación de la vida, las primeras bacterias proca-

riotas (sin núcleo) y su fusión en las cé-lulas eucariotas (con núcleo), lleva a una deducción extrema-damente importante para la comprensión del comportamiento de la célula tumo-ral: nuestro ADN es la suma de los ADN de las bacterias que entran en simbiosis, y activa la expresión de funciones bioló-gicas de cada uno de los simbiontes que se intercambian final-mente sus productos de metabolismo en la cooperación de la célula eucariota. Esta visión de conjunto de la vida celular ofrece a Kremer la posibili-

dad de analizar cuáles son las alteraciones funcionales y estructurales de las células y del matrix en otros tipos de enfermedades, como las autoinmunes o las tumorales.

La comprensión de la célula tumo-ral

La oncología admite su ignorancia sobre la naturaleza de la célula tumoral y sobre por-qué una célula sana pierde la capacidad de

La oncología admi-te su ignorancia so-bre la naturaleza de la célula tumoral y sobre porqué una célula sana pierde

la capacidad de dife-renciarse y también la lógica de la sim-biosis hasta consu-

mir el cuerpo

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diferenciarse y también la lógica de la sim-biosis hasta consumir el cuerpo. Se limita a tratar de destruir las células tumorales con diferentes métodos según sus característi-cas. Todavía hoy la oncología oficial no pue-de explicar el descubrimiento del Dr. Otto Warburg en los años 20, al observar que la célula tumoral no utiliza oxígeno y produce su energía por glicólisis, como las bacterias o las células embrionarias. El fenómeno es llamado glicólisis aeróbica porque el oxíge-no no es utilizado, aunque esté presente. Con los conocimientos recopilados y pues-tos en relación por Kremer, es posible de-ducir la razón: son las mitocondrias las que utilizan el oxígeno en la célula. Si no se uti-liza el oxígeno, ello significa que las mem-branas mitocondriales están cerradas, y por esto falta la elevada producción de energía que las mitocondrias aportan a la endosimbiosis. Faltando el nivel necesario de energía, la célula, por adaptación, activa los fragmentos de ADN que pertenecían a los simbiontes procariotas anaeróbicos y produce su energía por glicólisis, la cual es unas 20 veces inferior a la producida con las mitocondrias.

Este hecho ha estimulado las variadas teo-rías de la alteración genética casual como causa de tumores, confundiendo otra vez consecuencia con causa. El hecho de que la membrana mitocondrial se cierre y de que la célula produzca momentáneamente su energía por glicólisis, es por tanto com-pletamente normal. Por ejemplo, en el mo-mento de la división celular, las membranas mitocondriales se cierran para evitar que los radicales libres de oxígeno puedan da-ñar el ADN del núcleo, que se está abriendo para la división, y se reactivan sólo cuando la división está terminada, por lo que el nú-cleo de la célula ya se ha cerrado otra vez. En procesos de crecimiento rápido, como en el feto o en una herida en reparación, el bloqueo mitocondrial queda fijado hasta el final del proceso. Las células se mantienen en glicólisis hasta que vuelven a una velo-cidad normal de duplicación. Pero una dis-minución significativa de la energía dispo-nible en el matrix extracelular provoca el cierre permanente de la membrana mito-condrial, y esto a su vez provoca la pérdida de la simbiosis celular. Así como un pájaro que plegase sus alas perdería el sostén del aire y empezaría a caer, así la pérdida de la exposición de la célula a la energía lumi-nosa que creó su síntesis provoca su regre-sión a una forma procariota o bacteriana.

Una disminución drástica y rápida provo-ca la necrosis de la célula, su membrana se rompe y el contenido se desparrama en el matrix extracelular. Para neutralizar estas proteínas se producen auto-anticuerpos que, si persiste la situación, aumentan has-ta provocar enfermedades autoinmunes. En cambio, una disminución lenta y cons-tante provoca la adaptación de la célula a un estado de carencia energética. El pro-blema nace cuando el cierre de las mem-branas mitocondriales queda fijado y se mantiene en un número elevado de células. Produciendo la célula en este estado sólo dos moléculas de ATP por cada molécula de glucosa metabolizada respecto a las 38

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Dr. Otto Warburg

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producidas con las mitocondrias, aumenta en casi 20 veces la necesidad de azúcares, que se toman de la sangre. La persona pier-de más energía y peso, creando mayor défi-cit energético. El escaso nivel energético no permite a la célula diferenciarse, y si una célula diferenciada para de crecer cuando toca otra célula, la célula en glicólisis pier-de esta capacidad y se multiplica sin coor-dinación con las demás células mientras tenga disponibilidad de circulación sanguí-nea.

Este hecho ha llevado a las diversas tenta-tivas de eliminar el tumor bloqueando su irrigación sanguínea. Ahora bien, las célu-las que no tienen suficiente aporte de san-gre pueden disponer de un tercer tipo de metabolismo, activado por los fragmentos de ADN que pertenecieron a las bacterias termofilas en simbiosis que utilizaban el azufre en la cadena respiratoria en vez de oxígeno, y ponen en marcha el mismo proceso de crecimiento rápido que era su característica. Confirmando esta hipótesis, en este punto de crecimiento del tumor se nota la producción de proteínas de protec-ción térmica que corresponden al ADN de estas bacterias. En el cuerpo, el azufre está ampliamente disponible en el matrix extra-celular. Si la situación de déficit energético perdura, la persona empieza a perder peso rápidamente por pérdida de matrix extra-celular, y esto provoca a su vez la disminu-ción del nivel energético de zonas cada vez más extensas. Si se trata de alimentar al en-fermo con perfusiones de proteínas, éstas son eliminadas como urea.

La mayor causa natural (sin intervencio-nes con quimioterapias) de muerte por tumores es la caquexia, la consunción. Es la condición de déficit energético lento y constante lo que provoca la pérdida de la simbiosis en la célula tumoral. El proceso es reversible en cualquier momento. Así como el pájaro recupera el vuelo en el mis-

mo momento en que despliega otra vez sus alas al aire, también la célula puede volver a la plena funcionalidad si desde el ma-trix extracelular vuelve a establecerse el mensaje correcto. La cura debe entonces orientarse hacia el aumento de la energía disponible en la zona afectada, no hacia la tentativa de destrucción del cáncer.

Aumentando la energía disponible, las mi-tocondrias se reactivan, y el incremento de nivel energético permite a la célula volver a diferenciarse. Si la célula está demasiado dañada, es eliminada por los linfocitos T4 activados en función Th-1. Por ejemplo, se obtuvo en laboratorio la transformación de una célula tumoral en sana utilizando cúrcuma, que contiene sustancias ricas en energía. Lamentablemente, estos estudios no se aplican en la medicina hospitalaria, si bien los laboratorios farmacéuticos han producido cúrcuma sintética, que produ-ce efectos colaterales, dado que contiene sólo uno de los principios activos (a dife-rencia de la sustancia natural, que contiene muchos principios activos en sinergia). Lo cierto es que esta cúrcuma sintética se ven-de en circuitos privados a elevado precio para quien puede permitírselo, cuando se

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Cúrcuma natural

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pueden obtener resultados mucho mejores con la cúrcuma natural, que es barata y no patentable.

La respuesta al cáncer

No existe el fármaco milagroso. Hay sus-tancias que pueden ser útiles, pero la capa-cidad del organismo para utilizarlas depen-de siempre de las condiciones generales de la pulsación vital. Es verdad que la quimio-terapia puede reducir el tumor por el he-cho que las células tumorales producen 20 veces menos energía y mueren antes de las diferenciadas, pero esto es un falso resultado derivado de la miopía con la que se observa. De hecho, no se está cambian-do la condición metabólica que ha generado el bloqueo ener-gético puesto que es igno-rada, y no se toman en con-sideración los efectos tóxicos de la quimio-terapia, que re-ducen ulterior-mente aún más la energía disponible, creando las bases para una “recaída”. Es el error de valoración lo que hace incurable el tumor, y no el tu-mor en sí mismo. Es obvio que si no se mo-difican las condiciones que determinan un fenómeno, éste continúa produciéndose. Y si además se empeoran dichas condiciones mediante, por un lado, las consecuencias psicológicas y emotivas de una condena a muerte, y, por otro, utilizando tratamientos tóxicos, el remedio resulta más dañino que la enfermedad.

Es lógico entonces que sendos estudios realizados en los EE UU y en Alemania, ba-sados en el seguimiento de enfermos de cáncer durante veinticinco años, concluyan que la supervivencia media de los no trata-dos con quimio y/o radioterapia es varias veces superior a la de los que reciben estos tratamientos. Como he explicado al inicio de este texto, el concepto de “enfermedad incurable” sólo existe en nuestra civiliza-ción. Y según las medicinas tradicionales, las enfermedades de causa interna, pensa-mientos y emociones, son más difíciles de curar porque el empuje al cambio también

debe ser inter-no y depende de las ganas de vivir de la per-sona, lo que a su vez depen-de de cuánto ha sido ama-da, protegida y empujada al c r e c i m i e n t o personal. Una planta puede vivir sólo si ex-pone las hojas a la luz y po-see una fuerza imperceptible que cada año produce un nuevo anillo en el tronco, las

raíces se plantan en la tierra y las ramas se dirigen al cielo.

En todos los seres vivos es indispensable la presencia, consciente o inconsciente, de una fuerza que empuje hacia la luz. Cual-quier proceso biológico precisa de una in-versión inicial de energía para que pueda arrancar la función vital. En todo ser vivo tiene que existir un empuje hacia el am-biente externo para recibir el alimento: en la infancia, hacia los padres y los mayores; en la fase adulta, hacia la tierra y el cielo.

En todos los seres vivos es indispensable la presencia, consciente o inconsciente, de una fuerza que empu-je hacia la luz. Cualquier proceso biológico precisa de una inversión inicial de

energía para que pueda arrancar la función vital

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Para que exista este impulso tiene que ha-ber una relación de confianza hacia el mun-do. La violencia, psicológica o física, o tan sólo la falta de ejemplo vital, nos hace igno-rantes de la necesidad primaria de la vida: participar, sentir que se es parte de una comunidad y de un todo. En el budismo se afirma que todo sufrimiento deriva de la ignorancia. Si ignoramos quiénes somos y cuáles son nuestras exigencias reales –e incluso ignoramos ignorar– vamos por la vida a ciegas, y también nos pasarán cosas a ciegas en nuestra salud.

Según la medicina coreana, que tiene más de 5.000 años de antigüedad, la enferme-dad depende de la pérdida del correcto movimiento y respiración. El 80% de la cura consiste en revitalizar la correcta pulsación, y sólo el 20% en el uso de me-dicinas para compensar falta de sustancias perdidas durante el periodo de déficit. La aportación del doctor Hamer

Si el Dr. Kremer observa desde el interior de la célula, el Dr. Hamer nos habla de lo que pasa en su ambiente externo. En cada trocito de matrix hay dos terminales de fi-bras nerviosas, unas excitantes y otras re-

lajantes (simpaticotónicas y vagotónicas, respectivamente) que determinan las fases de contracción y de relajación del ritmo circadiano, o sea, del cambio día-noche. En momentos de estrés o de peligro (por ejemplo, si me encontrase de repente ante un león), el cuerpo tiene la posibilidad de activar un programa especial en el cual el estado de excitación aumenta de manera instantánea y considerable, y el cuerpo de-sarrolla un cambio morfológico de los te-jidos y órganos interesados en la función, en este caso piernas, pulmones, coronarias, etc., para poder correr y salvar la vida. Ter-minado el peligro y la sobreexcitación, se restablece la normal duplicación y elimina-ción celular, y los tejidos vuelven a la forma y función habituales. Quedará afectado el órgano que, en la historia de la evolución de la especie, se formó para la función que es requerida y aumentada en la situación de peligro o estrés.

El cuerpo es elástico y soporta estos cam-bios si son relativos a una situación obje-tiva que dura poco tiempo. Pero si la situa-ción perdura en el tiempo, o si se vive como real una situación simbólica que no cambia por la influencia de condicionamientos in-conscientes, se bloquea la alternancia de excitación y relajación, la zona queda con-gestionada y no permite el flujo de energía, se crea un déficit permanente y finalmente se producen los cambios a nivel celular que el Dr. Kremer observa. Como hemos visto antes, la presencia de hormonas de relaja-ción es imprescindible para un correcto re-cambio celular. Si la persona se encuentra en un estado de excitación predominante (simpaticotonía permanente), el correcto turn over celular no es posible. En el re-ciclaje normal, en fase de relajamiento las células con bajo potencial energético son eliminadas por los linfocitos T helper acti-vados en la función Th-1. Si falta esta fase, en una parte del cuerpo se crea un nicho en el cual las células en regresión (tumorales) pueden vivir y multiplicarse.

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Dr. Geer Ryker Hamer

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El Dr. Kremer está profundizando en el estudio de la física cuántica porque se ha visto que una diferencia entre la célula tu-moral y la sana está en la capacidad de ab-sorción de paquetes cuánticos de luz: si la célula sana absorbe en las fases de la respi-ración mitocondrial las tres frecuencias de los colores fundamentales, la tumoral, es-tando sus mitocondrias cerradas, funciona con una sola frecuencia; vive, por así decir-lo, “en gris”, como ya expusimos al inicio.

Tanto para Kremer como para Hamer, la cura depende del restablecimiento de la pulsación normal. Según Kremer, se obtie-ne con medicina ortomolecular para crear bypasses que cumplan coyunturalmente las funciones bloqueadas en el metabo-lismo hasta lograr restablecer su correcto funcionamiento, sumando la incorpora-ción del conocimiento de las medicinas tradicionales, que utilizan desde siempre sustancias naturales ricas en moléculas altamente energéticas. También insiste so-bre el restablecimiento de la correcta res-piración y de un buen movimiento. Kremer dice que los resultados de la investigación de la ciencia moderna se acercan cada vez

más a lo que las medicinas tradicionales conocen desde hace miles de años acerca del uso de sustancias medicinales (polife-noles, antocianos,…) y de otros tratamien-tos o disciplinas que favorecen el manteni-miento y la recuperación de la salud.

Según Hamer, es la resolución del conflic-to biológico vivido lo que va a poner fin al predominio de la excitación. Se entrará entonces en un estado de vagotonía (pre-dominio de hormonas de relajamiento) de duración e intensidad proporcionales a la duración que haya tenido el precedente estado de simpaticotonía (predominio de hormonas de excitación), llegándose final-mente a la recuperación de la alternancia normal entre los dos estados. En el estado de vagotonía permanente se crea un ede-ma en el cual proliferan bacterias o virus u otros microorganismos, según el tipo de tejido, que o bien eliminan células que han crecido en exceso, o bien reconstruyen las lesiones ocurridas. Hay una simbiosis entre microbios –que están presentes en el ma-trix en número 10 veces mayor– y células humanas. Muchas veces los síntomas que expresa esta simbiosis son mal interpreta-dos y, en consecuencia, son combatidos y suprimidos, impidiendo así la curación. En-tender mentalmente el conflicto biológico vivido es útil para comprender el sentido de la situación y, sobre todo, para superar el miedo, pero tiene que haber un efectivo cambio energético en la zona interesada.

La interacción cuerpo-mente

En el trabajo del Dr. Wilhelm Reich se des-cribe la relación que existe entre el cuerpo y la mente. Si Hamer nos explica la razón biológica (emotiva, laboral o de otro ori-gen) por la cual se genera el cambio celu-lar observado por Kremer, Reich nos puede explicar porqué se genera una exaspera-ción en el plano vivencial. Ante la misma situación, dos personas pueden reaccionar de manera muy distinta. Alexander Lowen,

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Dr. Wilhelm Reich

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un discípulo de Reich, escribe su libro Ren-dirse al cuerpo al final de su carrera, con un gran bagaje de experiencia sobre la na-turaleza humana, y hace un cuadro de la estructura del ser humano muy útil para relacionar el estudio de Hamer con una realidad más compleja, no sólo mental sino bioenergética. La describe simbólicamente como una pirámide dividida en cinco capas horizontales, y la titula “jerarquía de las funciones de la personalidad”.

La primera capa, la más ancha, en la parte inferior, representa la fuerza biológica de base, apoyada a la tierra, de la que recibe el empuje vital, que en el proceso de desa-rrollo se manifiesta en movimientos espon-táneos y voluntarios (segunda capa). Este dinamismo genera un estado emotivo y sentimental (tercera capa) que alimenta los procesos menta-les (cuarta capa). En el ápice, el yo, el ego (quinta etapa), cons-tata y participa del proceso vital global. Si el proceso es fluido y dinámico, la emoción generada es placentera, la mente está tran-quila, el yo conoce la felicidad y es cons-ciente de esta interacción interna y externa hacia el mundo, en contacto con su saber profundo. Si el proceso de manifestación de la fuerza biológica es reprimido, las emo-ciones generadas son angustia y dolor. La mente rechaza estas emociones, se separa del cuerpo y olvida el trauma como meca-nismo de defensa, pero se despega también de la fuerza biológica y se hace hiperactiva para tratar de resolver el problema; pero habiendo perdido el punto de referencia de la pulsación vital, la mente da vueltas al-rededor de sí misma, creando una especie de laberinto-culebrón, y cree ser feliz si el guión se cumple, y triste si no se realiza.

En la cima de esta pirámide, un ego hiper-trófico trata de tomar la dirección desde una posición extremadamente inestable que necesita una situación controlada y rígida para subsistir. Una persona vital y dinámica es percibida como una amenaza. La pirámide tiene ahora una base estrecha y un vértice hipertrófico; prácticamente es una pirámide al revés, muy inestable. En una estructura de este tipo, incluso conflic-tos banales pueden ser grandes desestabi-lizantes y provocar catástrofes. De hecho, la misma estructura ya es la expresión de un conflicto con la vida. La dependencia ante el “culebrón” externo hace a la perso-

na más vulnerable a los conflictos.

En una misma situa-ción, una persona pue-de somatizar y otra no. ¿Y por qué esta dife-rencia de reacción? El punto importante es que, en presencia de una buena pulsación vital, la mente es re-lativa, no está en una posición central, no se

fija en un punto, y ninguna parte del cere-bro llega a tener una alteración suficiente-mente intensa y prolongada en el tiempo para llegar a somatizar. Por esto Hamer de-tecta que la condición imprescindible para desarrollar un tumor es que el conflicto sea vivido de forma aislada. Sólo la falta de un punto de confrontación o de referencia que relativice la intensidad de la emoción permite que ésta llegue a tener el poder de trastocar un proceso vital que siempre tiende a la autorregulación, a la autorepa-ración y al mantenimiento de su integridad biológica.

Es muy bello y profundo, y diría que indis-pensable para entenderla, el análisis de esta situación de contacto o de separación de sí mismo que hace Alice Miller en su li-bro El saber proscrito (Ed. Tusquets). Tras

“Está claro que la mente puede in-fluir en el cuerpo,

exactamente como éste puede influir

en la mente”

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años de trabajo como psicoanalista prime-ro y psicoterapeuta luego, Miller acusa al psicoanálisis freudiano y a sus escuelas de-rivadas de ignorar esta ruptura de base con la vida, y de analizar eterna e inútilmente sólo los aspectos exteriores de este conflic-to.

Según Alexander Lowen: “Dado que los problemas que las personas tienen que afrontar se han estructurado en su perso-nalidad a lo largo de muchos años, no es real esperar una curación rápida y fácil. [...] El principio de base del Análisis Bioenergé-tico es la identidad funcional y la no antíte-sis entre mente y cuerpo, o entre procesos psicológicos y físicos. Es un principio que deriva del hecho de que una persona es un ser unitario, y lo que le sucede en la mente le sucede también en el cuerpo. Por lo cual si una persona está deprimida y cultiva pensamientos de desesperación, impoten-cia y fracaso, su cuerpo revelará una aná-loga postura deprimida, con una bajada de los impulsos, una reducida movilidad y una menor amplitud de la respiración; resultan deprimidas todas las funciones corpóreas, como la respiración e incluso el metabolis-mo, y ello desemboca en una menor pro-

ducción de energía”. (Es decir, el hecho que observa Kremer a nivel celular como con-dición de transformación de una célula en tumoral.)

Y Kremer apunta lo siguiente: “Está claro que la mente puede influir en el cuerpo, exactamente como éste puede influir en la mente. Ello significa que en ciertos casos es posible mejorar el funcionamiento cor-poral modificando la postura mental, pero el cambio así inducido sería sólo temporal si los procesos corpóreos subyacentes no realizasen un cambio significativo. Por otra parte, mejorar directamente funciones cor-póreas, como la respiración, la motilidad, la sensibilidad y la autoexpresión, tiene un efecto inmediato y duradero en la postu-ra mental. En último análisis, aumentar la energía de una persona es la transforma-ción fundamental que el proceso terapéuti-co debe producir para realizar la intención de liberar al individuo de las restricciones del pasado y de las inhibiciones del presen-te”.

Prosigue Kremer: “La finalidad de la terapia es ayudar al individuo a recuperar la plena potencialidad de su ser. Todas las personas

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que buscan una terapia han sido grave-mente lisiadas, muy a menudo por traumas infantiles, en su capacidad de vivir y expe-rimentar la plenitud de la vida. Éste es el problema de base de su personalidad que está detrás de los síntomas manifestados. Mientras el síntoma denota de qué modo el individuo ha sido dañado en su educación (la somatización de Hamer), en el fondo está la pérdida de una parte del ser. Todos los pacientes sufren de alguna limitación de la personalidad: escasa autoconcien-cia, reducida expresión de sí mismo y poco control. Estas funciones de base son las columnas del templo del ser. Su debilidad crea una inseguridad en la personalidad que amenaza todos los esfuerzos hechos por el individuo para encontrar la paz y la alegría que dan a la vida plena satisfacción y su significado más profundo. Se trata de un objetivo ambicioso para cualquier inter-vención terapéutica, y ya se ha dicho que no es fácil de conseguir. Pero sin una clara comprensión de esta intencionalidad tera-péutica, es fácil perderse en los laberintos de los conflictos y de la ambivalencia que confunden y frustran muchos esfuerzos terapéuticos. En nuestra cultura, para mu-chísimas personas la vida es una lucha por la supervivencia, y la felicidad es una expe-riencia rara”.

El punto principal es que la energía que te-nemos proviene de fuera, y todo depende

de si la dejamos entrar. A su vez, esto de-pende de si la persona lo ha aprendido, a través del ejemplo, en su educación. Para vivir es necesario que la persona se dirija al exterior: éste es el gesto de crecimien-to. Y es preciso que esta dependencia sea reconocida por la cultura de un pueblo, cosa que no pasa en nuestra civilización. Herman Hesse ya escribía en los años vein-te: “Nuestra sociedad está compuesta por hombres-niños”. ¿Qué diría ahora? Hemos perdido el concepto de crecimiento y de desarrollo en el respeto de la naturaleza y de sus leyes. No es extraño que el 30% de las personas muera de cáncer, o que el 50% de los niños de una ciudad como Milán su-fra serios problemas psíquicos. El niño está recogido en la madre, nace y empieza a desarrollarse, a desenvolverse en su en-torno, y abre su potencialidad de expresión y receptividad. La contracción provocada por el dolor o por la falta de un ejemplo es-timulante y vital, impiden el desarrollo de la condición básica para la vida: el poder recibir la pulsación luminosa y su libre dis-tribución en todo el cuerpo, y abrirse hacia fuera creando el correcto contacto con el mundo y con las demás personas.

El desarrollo del ser se cumple según eta-pas. Como el gusano se hace capullo y des-pués mariposa, así el niño pasa por la ado-lescencia y luego por la fase adulta. Si no se aprende a abrirse al mundo, si se queda uno en el estado de capullo, en una situa-ción estática y cerrada, no se respeta la exigencia dinámica de la vida y se crea un déficit por falta de exposición a la entrada de energía. Ésta es la responsabilidad que una persona debe asumir en el crecimiento o en un proceso de curación, y cuando esta condición no es respetada se genera un estado de enfermedad. Esto tendrían que enseñarlo padres, maestros y médicos. Las intervenciones externas, cuando la causa es la postura interior, sólo pueden producir resultados parciales y no duraderos.

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Falsos diagnósticos de cáncer

Otro importantísimo aporte de los descu-brimiento del Dr. Hamer es la posibilidad de distinguir entre verdadero cáncer y falsos diagnósticos. El análisis hecho has-ta aquí y la solución a que lleva, derivan de una visión muy diferente a la oficial de un proceso degenerativo real. Pero ocurre que muchas veces se hacen falsos diagnós-ticos de tumores. Una verdadera situación de enfermedad degenerativa se da cuando existe un bloqueo efectivo y constante de la pulsación vital, de la alternancia excita-ción-expansión-contracción-y-relajamien-to, bloqueo que ocurre en general o en una zona particular del cuerpo. Esto pasa, se-gún el análisis de Hamer, si el conflicto no se resuelve y se crea una situación de ex-citación y alarma (simpaticotonía) perma-nente que bloquea la pulsación, o también si se entra en lo que Hamer llama un “con-flicto en equilibrio”. En este último caso, se empieza la fase de curación (vagotonía o relajamiento permanente) pero antes de la curación completa se reactiva el conflic-to (que no estaba del todo resuelto) y se crea una situación en la que se suman los síntomas de fase activa con los de fase de curación; también en este caso se bloquea la libre pulsación de la zona provocando tumores o disfunciones fisiológicas como diabetes, enfermedades autoinmunes u otro tipo de enfermedades crónicas. Son si-tuaciones complicadas derivadas de trau-mas infantiles y condicionamientos negati-vos arraigados en la personalidad.

El peligro de estas situaciones no deriva tanto de la intensidad del fenómeno sino de su duración. En estos casos, no es sufi-ciente la comprensión intelectual del fenó-meno según el enfoque del Dr. Hamer. Las medicinas tradicionales, como la Ayurveda (que considera perfectamente curables en-fermedades como el cáncer y la parálisis), actúan directamente en la estimulación y el equilibrio de las energías del cuerpo, inde-

pendientemente del conflicto, a través del análisis del estado de interrelación entre los órganos y los elementos del cuerpo. La medicina oficial ignora el carácter bi-fásico de la enfermedad (simpaticotonía/vagotonía); esto es, ignora que la fase de reparación que describe Hamer implica muchas veces síntomas muy llamativos y alarmantes, como edemas, fiebre, dolores, derrames, supuraciones y reparaciones de tejidos con cambios metabólicos en los cua-les las células modifican momentáneamen-te su ritmo de duplicación y sus caracterís-ticas. También ignora que los tres tipos de tejido embrionario que componen nuestro cuerpo actúan de manera diferente: los teji-dos que provienen del endodermo –apara-to digestivo y alvéolos pulmonares– crecen en fase activa o simpaticotónica, mientras que los tejidos que provienen del mesoder-mo –huesos, sistema linfático, etc.– y del ectodermo –piel, nervios, cristalino del ojo, etc.– crecen en la fase de reparación o vago-tónica. Así, los linfomas, la leucemia, la dis-plasia de cuello del útero y otros “cánceres a tratar urgentemente y con grandes do-sis”, en realidad son falsos diagnósticos de cáncer, pues son ya expresión de la fase de reparación. Son situaciones peligrosas sólo si entran en conflicto en balance. Siendo fases de reparación, si son interrumpidos por la quimioterapia, terminado el efecto de ésta, reinician su proceso y producen un diagnóstico de “recaída” o “recidiva” y una nueva terapia tóxica.

Es extremadamente diferente la situación “A” cuando diferentes partes del cuerpo están en un efectivo déficit energético por un real bloqueo de la pulsación y se gene-ra una grave alteración del metabolismo (o sea, cuando hay presencia de un real proce-so tumoral), que la “B” cuando a la persona que hace un control periódico o rutinario le encuentran algunas células anómalas, un precáncer o nódulos de escaso tamaño. El Dr. Hamer mandó la piel de una simple he-rida cutánea en reparación a un laboratorio

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de análisis oncológico y volvió clasificada como “células de tumor maligno”. Resulta, pues, que son diagnosticadas con cáncer personas que están somatizando procesos limitados en intensidad y tiempo, y que regresarían espontáneamente a su estado inicial sin llegar a alterar el metabolismo vital del cuerpo. Dado que en los tumores se encuentran células de crecimiento rápi-do, las biopsias o los análisis clasifican a los examinados como portadores de tumores incluso cuando se encuentran pocas célu-las con dicha característica. Si la persona es diagnosticada con tumor, puede tener conflictos biológicos mayores por el golpe emotivo, y si además es tratada con sustan-cias toxicas, puede empeorar su situación y entrar en un proceso realmente cancero-so, y esto será triunfalmente interpretado como confirmación del diagnóstico.

Además, si a pesar del tratamiento oncoló-gico el tejido logra terminar su proceso de reparación y se vuelve normal, se apuntará en las estadísticas oficiales como un caso de curación gracias a la quimioterapia. En varias ocasiones he visto situaciones definidas como cancerosas resolverse es-pontáneamente en pocas semanas cuando ya estaban previstas operaciones y trata-mientos con quimioterapia. Cuando se pide explicaciones en casos así, los médicos ofi-ciales declaran que “evidentemente, tenían que ser errores de diagnóstico”.

Quedan aquí bosquejados los elementos centrales de una aproximación distinta al cáncer a partir de otra forma de enten-der la salud y la enfermedad. Esta forma distinta de entender el cáncer conjuga las investigaciones de los diversos médicos y científicos mencionados, y se traduce en tratamientos no-agresivos y no-tóxicos. Invito a que tanto los elementos teóricos como los prácticos sean debatidos y pues-tos a prueba lo antes posible.

© Antonio Tagliatti 2013

Antonio Tagliatti es un investigador inde-pendiente italiano, especializado en temas de medicina y salud, que lleva muchos años intentado integrar diferentes visiones de la medicina moderna occidental denostadas o perseguidas por diferentes razones, com-parándolas con ciencias médicas tradicio-nales.

Para saber más:

Nueva Medicina Germánica de Hamer. http://www.newmedicine.ca/spanish_in-tro.php

Conferencia Antonio Tagliatti. http://vi-meo.com/4979304

La Revolución Silenciosa del Cáncer y el SIDA de Heirnich Kremer. http://cancer-medicine-revolution.com/index.htm

Cúrcuma y cáncer; http://www.cance-ractive.com/cancer-active-page-link.as-px?n=1571

Notas:

1.- Lo que más cuesta creer que es que una proteína generada por el cuerpo humano pueda volverse en contra del propio ser que la creó.

2.- René Quinton descubrió que todos los elementos de la tabla periódica se encon-traban en la misma proporción en el agua de mar que en este “mar interno”, en una proporción hipotónica de 9 gr/litro versus los 36 gr/litro del mar.

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WEST, J.A. La serpiente celeste. Ed. Grijalbo. Barcelona, 2000.

La serpiente celeste es sin duda uno de esos libros que permiten al lector abrir el pensamiento a nuevas maneras de

ver la ciencia y en este caso podemos decir sin exageración que es además una de las obras de referencia y lectura obligada para todos aquellos interesados en la llamada arqueología alternativa.

Frente a la imagen del Antiguo Egipto que nos ofrece egiptología oficial, el escritor y egiptólogo amateur norteamericano John Anthony West presenta en este libro un Egipto completamente distinto, que exige una lectura pausada y reflexiva para superar prejuicios y visiones estereotipadas y así poder vislumbrar esa otra realidad.

Lo que West propone en La serpiente celeste (publicada originalmente en 1993) es la existencia de un Egipto simbolista, que debe

ser estudiado e interpretado con un modelo de pensamiento bastante distinto del patrón científico convencional. Este concepto no es en realidad nada estrictamente nuevo; su obra es un homenaje y reivindicación del trabajo previo del filósofo y matemático francés René Schwaller de Lubicz (1887-1961), que estudió la civilización del antiguo Egipto durante muchos años pero desde un ángulo completamente heterodoxo. Concretamente, Schwaller realizó múltiples investigaciones en el templo de Luxor durante 15 años, que constituyeron la base de su libro Le temple de l’homme (“El templo del hombre”), una referencia obligada para muchos investigadores alternativos.

Esta propuesta simbolista se fundamenta en la idea de que la cultura egipcia estaba enormemente avanzada y que su conocimiento procedía de una cultura anterior que se remontaría al tiempo de los dioses. Según West, toda la civilización egipcia destilaba una sabiduría ancestral y sofisticada, llena de armonía y proporción, que impregnaba todos los aspectos de la vida, desde la arquitectura a la ciencia y el arte, pasando por la escritura, la literatura, las matemáticas, la medicina, la astronomía... En suma, la gran cultura egipcia debería estudiarse como un todo simbólico interrelacionado, como una ciencia sagrada holística, y no sólo como una suma de partes.

Para West, existen algunos principios clásicos de la historia y arqueología que falsean o tergiversan la auténtica realidad de las antiguas civilizaciones. En resumen, estos principios se sustentan en la idea de que el hombre “progresa” y que la evolución es consustancial con todo lo humano. Asimismo, la civilización implica progreso, y a mayor grado de civilización, mayor grado de progreso, y en consecuencia, no hay nada que los antiguos supieran y que nosotros no sepamos o comprendamos mejor. La obra de West trata de refutar esta concepción y comienza por plantear un concepto de civilización bastante distinto al

Libros

La serpiente celeste, de John Anthony West

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que se enseñas en universidades y escuelas. En sus propias palabras: “Por civilización entiendo una sociedad organizada sobre la convicción de que la humanidad está en la Tierra con un propósito. En una civilización, los hombres están más preocupados por la vida interior que por las condiciones de la existencia cotidiana.” Y West todavía más allá, cuando afirma que la la egiptología ha malinterpretado completamente la esencia del Egipto faraónico:

«Según la explicación habitual, Egipto es una civilización de arquitectura asombrosa, reyes egocéntricos y populacho serviI y supersticioso. La visión simbolista ve Egipto de forma bastante diferente, como una civilización filosófica y espiritualmente (y en ciertas áreas, incluso científicamente) más avanzada que la nuestra, de la cual tenemos mucho que aprender.»

Para construir su discurso, West combina su propia interpretación de Schwaller con lo que afirma la egiptología ortodoxa y trata de ofrecernos una visión distinta de la civilización egipcia, una sabiduría o ciencia sagrada que trasciende de lo material y se insinúa en todos los órdenes de la vida, con una magnífica expresión en las representaciones artísticas. En el camino, West fustiga a la egiptología clásica por su falta de respuestas y por sus ideas preconcebidas y se acoge a numerosos ejemplos de perfección matemática y técnica de los egipcios, como expresiones inequívocas de armonía, proporción y equilibrio de esta antigua sabiduría. Esto nos conduce a la inevitable referencia a un arte sagrado (en especial, la arquitectura) que –gracias a una minoría de iniciados– se perpetuó en Egipto durante muchos siglos sin apenas cambios, y que tuvo su continuación a lo largo de la historia con altas dosis de simbolismo y esoterismo.

Desde este punto de vista, se nos hace difícil adentrarnos en esta civilización con una mentalidad racional, dado que los símbolos nos conducen inexorablemente por una vía mística, en consonancia con el alma profundamente religiosa –o mágica– de los antiguos egipcios. West enfatiza precisamente el carácter mágico del arte egipcio, que es una parte indivisible del

todo (la sabiduría o el conocimiento), siendo la expresión artística la muestra genuina de esa sabiduría sagrada, la cual apenas se plasmó explícitamente por escrito. Así pues, West desgrana a lo largo del libro numerosos ejemplos de las manifestaciones de esa sabiduría holística en diversas facetas de la ciencia y la cultura egipcias, como la astronomía, las matemáticas, la medicina o la escritura jeroglífica. En todos estos casos, West se apoya en las investigaciones de Schwaller para mostrarnos que los egipcios tenían una forma de pensar y actuar sobre el mundo distinta a la actual, pero sorprendentemente avanzada en algunos aspectos, como se puede apreciar a través de algunos textos que se han conservado (por ejemplo, los papiros Rhind y Smith).

Para finalizar su obra, West lanza un órdago completo a la egiptología, ya que presenta la teoría de que la civilización egipcia, que arrancó perfectamente formada en casi todas sus características, no fue más que el legado de una civilización previa, la Atlántida. Entre otras observaciones, West menciona la famosa controversia de la datación de la Esfinge de Guiza, que ya fue insinuada por Schwaller, y que se basa en el patrón de erosión por agua que presenta el propio monumento y la cubeta donde se encuentra. Así, dado que en la época dinástica Egipto tenía un clima muy seco, parecido al actual, la erosión sólo pudo darse en épocas anteriores, cuando el norte de África tenía un mayor régimen de lluvias. Además, tanto la esfinge como su templo anexo no tienen parangón en tamaño y estilo con estructuras posteriores.

En definitiva, La serpiente celeste no es un libro fácil de digerir ni aceptar si se lee exclusivamente con los ojos del paradigma científico imperante. Sea como fuere, y sin necesidad de coincidir con todos los planteamientos de West, esta obra puede aportar fructíferas reflexiones que nos permitan avanzar hacia una comprensión global de la civilización egipcia. De hecho, para muchos investigadores procedentes del campo alternativo, el auténtico Antiguo Egipto todavía está por descubrir.

© Xavier Bartlett 2013

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DogmaCeroHORIZONTE ALTERNATIVO

Y en el próximo número...

Graham Hancock nos habla sobre la “Guerra contra la conciencia”, una visión diferente acerca del consumo de sustancias alucinógenas en nuestra sociedad.

Máximo Sandín, desde su perspectiva académica, desa-rrolla una crítica bien fundamentada al evolucionismo darwinista ortodoxo en lo que se refiere al origen del hombre.

Laird Scranton nos presenta la polémica figura de Im-manuel Velikovsky, investigador alternativo que combi-nó mitología y astrofísica para dar un nuevo impulso a las teorías catastrofistas.

DogmaCero número 3 mayo-junio [email protected]