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Complutum Extra, 6(11), 1996: 139-150 CONSIDERACIONES SOBRE LOS PROCESOS DE ESTATALIZACIÓN EN LA PENÍNSULA IBÉRICA Carlos G- Wagner, Domingo Plácido, Jaime Alvar* R.asur.~w.- Se discuten los datos arqueológicos y literarios reíafivos a los procesos de cambio social y can;- bio cultural en el SO. peninsular durante la protohistoria y se contrastan con aquéllos procedentes del área ibérica. Aunque la existencia de élites y formas de control del trabajo parece asegurada. ruetodológicaniente no se han puesto las bases pra poder hablar de la existencia de Estado, ni establecer las relaciones sociales de dependencia. Aasm4a. - Archacologie and literarv evidence concerning cultural aná social changes in the First Ira.; Age £ IV Iberia,; are discussed it; contrasí with data fron; iberic context. Social cutes aud subordinate labour Mas present fu Tarteso but. by n¡ethodological reasons. tite existence of ihe State are not tested aud we A’naw no- thing on wavs of social dependence. Pát~.aa~is Czwr: Estado. Cambio social. Aculturación, Protohistoria, Península Ibérica. Km Wonns: State. Social change. Aculturation, Firsí Iron Age, Iberian Peninsula. Que Manuel Fernández-Miranda fue hom- bre de Estado no es noticia que suponga sorpresa pa- ra nadie, aunque —como en tantas otras facetas de su propia vida— también en esa dimensión de zoon po- litihon su presencia despertaba un perverso atractivo para quienes apegados a la realidad académica discu- timos desde posiciones puramente intelectivas la pro- pia esencia del Estado. No poco desdén provocarÍa en él una mera especulación de despacho, lo que obliga a quienes intentamos agasajarlo a entretejer la lucu- bración con el dominio arqueológico, de modo que si este trabajo pudiera haberle despertado alguna sim- patÍa tendría que haberlo hecho en la combinación más consistente de nuestras dos disciplinas. Envite dificil, pues. éste que hemos aceptado en un momen- to de renovación del conocimiento que se realiza des- de posiciones con frecuencia demasiado rígidas en las que hemos participado algunos de nosotros. Qui- siéramos llamar la atención sobre algunas cuestiones que no necesariamente obtienen solución, pero que pueden contribuir a un debate más apropiado. 1. CONSIDERACIONES PREVIAS Es opinión de muchos que el deseo de en- contrar el origen del Estado en las comunidades pe- ninsulares constituye un objetivo erróneo para la in- vestigación por dos razones de distinta naturaleza. Para unos, la parquedad de fuentes informativas im- pide una percepción suficientemente compleja y att- culada de la realidad como para detectar la existencia o no de formaciones estatales. Para otros, el Estado constituye un conjunto dc instituciones propio de for- maciones sociales tan complejas que les resulta obvia su inexistencia en las comunidades de la Iberia pre- rromana. Con respecto a la primera postura simple- mente convendría asumir que son los documentos los que están al servicio de la investigación histórica, no a la inversa; de manera que es el alcance del intelecto de los investigadores cl mayor inconveniente para la correcta conceptualización de los documentos con los que trabaja. Sólo si somos capaces de elaborar un sis- tema de explicación coherente, en el que tengan cabi- da las realidades actuales así como las eventualmente venideras, habremos logrado contribuir al conoci- miento de nuestro pasado suspendido hasta el presen- te. La segunda consideración es, al mismo tiempo, más simple y más complicada. De hecho, re- side en la misma idea que nos configuramos para de- finir el Estado. Quienes suscribimos este trabajo compartimos el criterio de que el Estado es el mareo * Departamento de HY Antigua. Universidad Coínplutensc. Ciudad Universitaria, s/n. 28040 Madrid.

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ComplutumExtra, 6(11), 1996: 139-150

CONSIDERACIONES SOBRE LOS PROCESOSDE ESTATALIZACIÓN EN LA PENÍNSULA IBÉRICA

CarlosG- Wagner,DomingoPlácido,JaimeAlvar*

R.asur.~w.-Sediscutenlosdatosarqueológicosy literarios reíafivos a losprocesosdecambiosocialy can;-bio cultural en el SO.peninsulardurante la protohistoriay se contrastancon aquéllosprocedentesdel áreaibérica. Aunquela existenciade élitesyformasdecontrol del trabajo pareceasegurada.ruetodológicanientenosehanpuestolas basespra poderhablarde la existenciadeEstado,ni establecerlas relacionessocialesdedependencia.

Aasm4a.- Archacologieandliterarv evidenceconcerningculturalanásocialchangesin theFirst Ira.; Age£ IV Iberia,; arediscussedit; contrasíwith datafron; iberic context.Social cutesaud subordinatelabourMaspresentfu Tartesobut. by n¡ethodologicalreasons.tite existenceofihe Stateare not testedaud we A’naw no-thing on wavsofsocialdependence.

Pát~.aa~isCzwr: Estado.Cambiosocial.Aculturación,Protohistoria,PenínsulaIbérica.

Km Wonns:State.Socialchange.Aculturation,Firsí Iron Age, Iberian Peninsula.

Que Manuel Fernández-Mirandafue hom-bre de Estadono es noticiaquesupongasorpresapa-ra nadie,aunque—como entantasotrasfacetasdesupropiavida— tambiénen esadimensiónde zoonpo-litihon su presenciadespertabaun perversoatractivoparaquienesapegadosa la realidadacadémicadiscu-timosdesdeposicionespuramenteintelectivasla pro-pia esenciadel Estado.Nopoco desdénprovocarÍaenél una meraespeculacióndedespacho,lo queobligaa quienesintentamosagasajarloa entretejerla lucu-braciónconel dominioarqueológico,demodoquesiestetrabajo pudierahaberledespertadoalgunasim-patÍa tendríaque haberlo hecho en la combinaciónmás consistentede nuestrasdos disciplinas.Envitedificil, pues.éstequehemosaceptadoenun momen-to de renovacióndel conocimientoquese realizades-de posicionescon frecuenciademasiadorígidas enlas quehemosparticipadoalgunosde nosotros.Qui-siéramosllamar la atenciónsobrealgunascuestionesque no necesariamenteobtienen solución, pero quepuedencontribuira un debatemásapropiado.

1. CONSIDERACIONESPREVIAS

Es opinión de muchosque el deseode en-contrarel origendel Estadoen las comunidadespe-

ninsularesconstituyeun objetivo erróneopara la in-vestigaciónpor dos razonesde distinta naturaleza.Paraunos, la parquedadde fuentesinformativasim-pide unapercepciónsuficientementecomplejay att-culadadela realidadcomoparadetectarla existenciao no de formacionesestatales.Paraotros,el Estadoconstituyeun conjuntodc institucionespropio de for-macionessocialestan complejasqueles resultaobviasu inexistenciaen las comunidadesde la Iberia pre-rromana.

Con respectoa la primera posturasimple-menteconvendríaasumirquesonlosdocumentoslosqueestánal servicio de la investigaciónhistórica,noa la inversa;de maneraqueesel alcancedel intelectode los investigadorescl mayorinconvenienteparalacorrectaconceptualizaciónde losdocumentosconlosquetrabaja.Sólo si somoscapacesde elaborarun sis-temadeexplicacióncoherente,en elque tengancabi-da las realidadesactualesasí como las eventualmentevenideras,habremoslogrado contribuir al conoci-mientodenuestropasadosuspendidohastael presen-te.

La segunda consideraciónes, al mismotiempo,mássimpley máscomplicada.Dehecho,re-sideen la mismaideaquenosconfiguramosparade-finir el Estado. Quienes suscribimoseste trabajocompartimosel criterio de que el Estadoesel mareo

* DepartamentodeHY Antigua.UniversidadCoínplutensc.CiudadUniversitaria,s/n. 28040Madrid.

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140 CARLOSO. WAGNER, DOMINGO PLÁCIDO Y JAIME ALVAR

que albergalos mecanismosde control destinadosaimpedir el desmembramientosocial germinadoeíí losconflictosdeclase.

Por tanto,aceptamoscomo premisala nece-sidadde clasessocialesen el senodc las formacionesestatales.Unade esasclaseses la que detentalos me-canismosde control que. evidcnteínente.manipulapara su propio benefIcio. Talesmecanismosson va-riados; afectanal ordenecoliómico.social y politicoy se gestionande distintas formasqueadquiereííeííla coerciónsu expresiónúltiína. Esacoerciónsc ma-nifiesta, al menos,de dos formas diferentes:física oideológicamente.

El ejércitoo. de un modomás simbólico,elarmamentoconfiguran el elementobásicoen el quese fundala coerciónfísica. La ideológicaquedaama-rrada a los interesesde la clasedominantea travésdel control de las relacionescíítrc los hombresy losdioses.quedejande expresarsede formaindividuali-zada paraquedarritualizadasen un institutotodopo-derosoen el ámbito supraestmcturalcomo es la reli-gión. En eseesbozode presentaciónestáncontenidoslos elementosqueconsideramosesencialesen el aná-lisis de la existenciade formacioííesestatalesy qileresultanimprescindiblesparael debatesobresupro-pia articulaciónde las formacionesestatalesen la Pe-nínsulaIbérica. En consecuencia,como primer pasodeberíamosbuscaren el registro arqueológicodatosque avalaranla existenciadepnaclasesocialdomi-nante,capazde controlar los mediosde producción,de no participaren las tareasproductivas,de gestio-nar los bienescolectivos,dc manipularpoliticamentea la comunidad,de ejercer las funcionesreligiosas,de desempeñarla comandanciamilitar, de constituircl vértice de las relacionessocialesy, finalmente,detransmitir todasesascapacidadescomo herenciadegmpo.

Ciertamente,la tarea no es fácil. IDe hecho,las lecturasdel registroarqueológicosonvariablesx’,en consecuencia,los criterios de los investigadoresdispares.No obstante,se sugiere,en general,queelcontrol económicodesembocaenel surgimientodc lapropiedadprivada, cuyo reflejo arqueológicoseríalaacumulaciónde riquezatanto en los ajííaresfunera-rios, como en el hábitat, aunquepuedesucederdeformasmuy diversasy a distintosritmos.Tambiénesposible.en situacionespaleotécnicas—estoes,dondela tecnologíano es el elementomás relevantede laproducción—,que la apropiaciónse realice, no sobrela tierra. sino sobreel trabajoy la informaciónestra-tégicaque lo condiciona.Seacomo fuere, la diferen-ciación social se percibe. asimismo,en la segrega-ción residencialy funeraria,en la especializacióndelos espaciostanto domésticoscomopúblicos y en la

articulación de cstnícturaseonstmctivasajenasa lavida comunitariaaldeana.En estesentidoes igual-mente importantedeterminarla existenciade espe-cialización laboral, con artesanadoa tiempocomple-to en produccionesespecíficas,que obligtíe a unacomplejidadsocial en la quequepansin estridenciasposicionesdominantesy de sumisión.El propioespa-cio habitacionalptíederevelarla existenciade espa-cios públicoscon función gerencialo política, e In-cluso estructurasconstníctivasquedenuncienla exis-tencia de esepredominio político. Otro tanto cabriadecira propósitode los espaciosreligiosos su utili-Zación O de los sistemasdefensivos.La apropiaciónsimbólica de la panopliao del cabaÍlo y la distribu-ción espacialdc los elementosnecropolitanosconsti-tuyen síntomasde la diferenciaciónsocial vinculadaa la coerción física a tra~’ésde la jefaturamilitar y,consecuentemente,de las relacionessociales.

Todos estos registros.unidos a otros a losqueno hemosaludido, puedencontribuir —aunqueno deformadeterminante—a la percepcióndesocie-dadessuficientementecomplejascomo para conside-rarlas estados.De hecho, la documentacióncon laque trabajamoses engañosa,puesno respondemásquea unapartede la realidad que fue, mientrasqueel estudiosocon frectíenciase afanaen creerquepo-seedatossignificativosparala totalidad. No siempre,por no decircasi nunca,es posibledetectaren un va-cimientoarqueológicoconespondientea losmomen-tos iniciales del procesodc estatalizaciónelementossuficientesparajuzgarla existenciao no de unafor-maciónestatal.Restíltanecesario,por tanto, atendera escenariosde gran extensiónpara formular pro-puestasgeneralesque tengancoherenciaesíníctural.Paraconcluir estaspropuestasprogramáticases Im-prescindiblerecordarque el surgimientode una or-ganizacióncomplejade carácterestatales un procesono uniforme, quepuedesermuy lento en ocasionesosumamenteaceleradoen otras,en el que la inciden-cia de estímulos exógenospuedeserdeterminanteointraííscendentey en el que,por tanto, no cabe unaapreciaciónformalistarígida. La aplicaciónde estoscriteriosa la realidadprotohistóricapeninsularobli-ga a una flexibilidad total enel análisis,puesrequie-re comoprincipio dc métodounaaproximaciónmuí-tifocal, regionalistapor un lado y generalizadoraporotro.

El conocimientode los procesoshistóricosque desembocaronen la formación del Estadoen laprotohistoria peninsular requiereel planteamientopreviodecuestioííesdedefinición teóricaque puedanseraplicablesa la Iberia prerromana,paraaveriguarsi puedehablarseA’cuándo,de la existeliciade Esta-do. La preocupaciónsurge, no sólo de la indole de

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los nuevosdatosapodadospor la investigación,sinotambiénde la críticadelos enfoquesy de la metodo-logia utilizadosen los planteamientoshechoshastaelmomento.Parala comprensiónglobal, es precisote-nerencuenta tantolo quepuedeconocersede laevo-lución internacomo de los fenómenosde acultura-ción. es decir, de los estímulosexternosprocedentesdel Mediterráneo

No obstante,estimamosque la elaboraciónde modelosteóricoses sólo parcialmenteútil, puesson instmmentosde aproximación. necesariamentemodificables en el momentoen el que se aplican auna realidad histórica concreta. Precisamenteporello, uno de los problemasmetodológicosqueperci-bimos más peligrososen la situación actual es laaplicaciónmecánicade modelossurgidoscomo con-secuenciade un sutil y pormenorizadocasoregionala cualquierotra realidadquemanifiestamenteesdis-tinta. La consecuenciaes unasorprendentetendenciaa la homogeneizaciónde situacioneshistóricasmuydisparesen la modernaliteratura arqueológicaqueempleaindiscriminadamenteel feliz resultadode unexcelentetrabajode interpretaciónhistóricaenun es-paciocultural concreto.Pero tal vez seamás com-prensiblelo que estamosdestacandoaplicado a lasrealidadessocioculturalesconcretasde la Iberia pre-rromana.Da la impresión,por los resultadosobteni-dos del análisis arqueológico,queningunacomuni-dad del Bronce Final había desarrolladoformas deorganizaciónestatal’.

El escasoconocimientoqueposeemossobrelas formas de hábitat permite, sin embargo. intuirque no existía la segregaciónresidencialpropia delas comunidadesestatalizadas.La jerarquizacióndelos asentamientosno sirve, frentea opinionescontra-rias extendidas,paradocumentarla existenciadefor-macionessocialescon Estado,ya que las diferenciasfuncionalesno tienenpor qué implicar la existenciade clasesdiferenciadas.En realidad,el problemaesdeterminarsi los habitantesde un núcleo habitacio-nal mantienenuna relación social de dependenciacon respectoa otrosque, liberadosde las tareaspro-ductivas.ejercenuna prácticagerencialque les per-mite mantenerunaposiciónde privilegioen las rela-cionessocialesdeproducción.

Ningún otro de los indicativos destacadosparadetectarexternamentelas formacionesestatalesparecedistinguirseentrelas comunidadesdel BronceFinal peninsular.En realidad el problema se ciñe—como casi todo el mundo acepta—al periododecontactointerculturalentrelos colonizadoresmedite-rráneosy las poblacionesautóctonas.

Desdeun puntode vista conceptual,el pro-blemase basaenladefiniciónde la formaciónestatal

desdecategorÍaspropiasdel mundo helénico(que asu vez handeterminadoel análisisdel fenicio); qui-siéramos,sin embargo,aclararqueno se puedecon-siderarel Estado-ciudadmediterráneocomo la posi-bilidadúnicade formaciónestatal.Cuandola defini-ción del Estadose ha realizadoa través exclusiva-mentedel surgimientode la ciudad, otrasposibilida-deshan quedadodesgraciadamentemarginadas.Porello es convenientediferenciarla abstracciónEstadode una de susmanifestacionesfísicascomoes la ciu-dad.Esdecir, la ausenciade ciudadno implica nece-sariamenteausenciade Estado; únicamentemanI-fiesta la inexistenciade la modalidadquedenomina-mos Estado-ciudad.Ahora bien, dada la progresivaintegraciónde las comunidadespeninsularesen lasformas de organización propias de las sociedadesavanzadasdel Mediterráneo.no esde extrañarque elafloramientode la ciudad se considerecriterio rele-vante para la constataciónde formacionesestatales.En este sentido, consideramossumamenterelevanteel tránsito de la organizaciónhabitacionalen aldeasal oppidum, suficientementebien establecidoporRuiz y Molinos (1993) en el registroarqueológicodela Alta Andalucía.La lecturahistóricaes la hegemo-nía de relacionesclientelaresen las formasde orga-nizaciónsocial, frente a los lazosdeparentescopro-piosde las comunidadesaldeanasy del modode pro-ducción doméstico. El tránsito de la familia a laclientelacomo unidadbásicade produccióntieneal-caneesde muy diversa índole, entre los que el mássignificativo seríala consolidaciónde un grupo depatronos,queno es otracosasino la clasedominantearistocrática,en tomo al que seorganizanlascliente-las.

Esta realidadestásiendoaplicadademasia-do mecánicamentea distintosámbitospeninsulares,de forma tan esquemáticaque terminadando la im-presiónde queen cualquierpartelos procesosfueronsimilares.Tal vez hayallegadoel momentode desta-car —ahoraqueconocemoslos grandesprocesos—las variantesy la riquezade las diferenciasregiona-les.

En lo quese refiere a eseperiodoqueacos-tumbramosa denominarcomo “protohistoria”, dosson los ámbitosque fundamentalmenteatraennues-tra atención,Tarteso, por unaparte, y las formacio-nes ibéricas,porotra.

2. LA FORMACIÓN DE LASSOCIEDADESESTATALES

En la complejidad totalizadorade la reali-dad histórica,convieneigualmentetenerpresenteel

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problemadeprecisióny distinciónentrelas transfor-macionesquederivandel mundoestrictamentesocialy las que se refierenprincipalmenteal mundocultu-ral. Las transformacionessocialesaparecenen prin-cipio másevidentes,peroesmáscomplicadala cap-tación de aquellastransformacionesque afectanalmundo de las manifestacionesculturales. Segura-menteestefenómenoepistemológicoestáen relacióncon la dificultad real conqueoperanlas transforma-ciones mismasen estecampo, en el de las ideas~creenciasdel pueblo que experimentalos cambios,cuando,por el contrario,se hanoperadodemodofle-xible o forzadolos cambiosqueafectana las estruc-turas sociales.Esdiferente la aceptaciónde las pau-tas sobrelos modosde actuar, sobreel deberser, dela actuaciónreal aparentementeespontánea,al mar-gen del planteamientode principios que la justifi-quen.Es relativamentenormalaceptarla relacióndelproblemadel Estadocon el del desarrollode las cla-sessociales,peroes frecuenteconsiderarqueéstees-tá precedidode las trasformacionesculturalesquepuedenllegara versecomo susdesencadenantestLarealidadhistóricafuncionade un modomáscomple-jo, por lo queconviene introducircorreccionesa estavisión un tantolineal. La innovación,a cualquierni-vel, infraestructural o superestructural.provoca unprocesode retroalimentaciónquepuedellegar acon-vertirse en una fuerza negativapara la innovaciónmisma y, por tanto, capaz de dar nueva energíayreactivarel viejo sistema(l’larris t982: 88). Sin em-bargo, al mismo tiempo, algunoscambiosen las in-fraestructuras,en la tecnología,la ecologiao la de-mografía,puedenincidir en las formasde funcionarlas sociedadesy en la economíamisma, hastael pun-lo de que la tendenciaamortiguadorase veasuperadapor su capacidadparapropagarsey amplificarse.conlo que el resultadoes una retroalimentaciónpositivaquepuedellegara alcanzarlos nivelessuperestructu-raleshastaprovocarunamodificaciónde las caracte-risticas fundamentalesdel sistemasociocultural. Encambio,es sumamenteimprobableque seproduzcaelprocesoinverso.De ello se deducequela mayoríadelas innovacionespuedeser integradaen el sistemasocioculturalal queafectanya que éstemismo, me-diante pequeñasalteraciones,generamecanismosquesirvenparaamortiguarla posibledesviaciónpro-ducidao, incluso, paraextinguiría.

Por otra parte, el cambio cultural resultamás probablesi lo modificado por medio de la in-fluencia o el impactoexternoconstituyeun aspectocrucial de la estructurao de la infraestructuraque siatañe, exclusivamente, al nivel superestructural.Otrasvecesel resultadodel contactocultural que seestablececomo mareo que generalas innovaciones

ocasionalo que se conoce como una situación de“pluralismo estabilizado”,allí donde los gníposso-cio-culturales implicadosse atienena un acomodomutuo que les pernite persistir en sus respectivastradicionessin un excesode interferencias.Situacio-nesasí se handescritoparael resultadodel contactoentregriegose indígenasen el contextode la coloni-zación mediterránea(Morel 1984: 132 ss.) y se hanpercibido, así mismo, en algunoslugaresde nuestrapenínsulaentrelos iberosy los colonizadorespúnicos(Chapa,e.p.).Finalmente,esprecisoigualmentecon-siderarquelas consecuenciasde las innovacionesex-ternasno resultansiemprebeneficiosasen el sentidode la marchade la composicióndeuna nuevaestruc-turaciónsocial, sino que,por el contrario, frecuente-menteproducenla desestructuracióncultural de lossistemassociales(Alvar 1990: 23 ss.: Wagner,e.p.).

3. METODOLOGIA Y FUENTES

Uno de los primerosproblemasplanteadoses el derivadode la naturalezade las fuentes.Es ra-zonablequeen ocasionesse dudede la capacidaddelos estudiosarqueológicosparadetectarlos indicado-resseñaladosparael reconocimientodel Estadoy delas clasessociales,o para comprenderen cadacasolacomplejidadcultural, e inclusoparaarticular un dis-cursocapazde potenciaradecuadamentelos datosdelos textosy losdela propiaarqueología3.

A primeravista, el mundotartésicoy la cul-tura ibérica ofrecendos realidadesdiferentesen mu-chosaspectosde la vida cultural, socialy economíca,quese manifiestaneíí su propiadocumentación.Sinembargo.esadifereíicia ha sido difuminadaa travésde un elemento homogeneizador“orientalizante”consideradocomo factorfundamentalde susprocesosde formación.Eseelementoexternosirve decataliza-dor de un procesoque.en cadauna de las formacio-nes estudiadas,es comprensibledesdelas condicio-nes internasde la producción.En efecto,la transfor-macióntecnológicay de las relacionessociales,polí-ticas. administrativase ideológicas. es sustaíicial-mentedistinta en Iberia y Tartesosi se contempladesdeel indicadorde la complejidadsocial, por másque la perspectivaalóctonahubiera proporcionadoaquellafalsaimagende similitud.

En este sentido, en las comunidadesibéri-cas, la división del trabajoy la paralelaespecializa-ción productiva,apoyadaen la capacidadtécnica dela metalurgiadel hierro, con la que se producenúti-les nuevosy diversificados,y apoyadaasimismoenunas condicionessocialesaptas para generarexce-dentes4,poseerasgosmuy diferentesa los quepo-

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drían detectarseen Tarteso. Aquí, el utillaje siguesiendo esencialmentelítico y no se asistea ningunarenovaciónsignificativa del mismo, o al menosdes-conocemossu manifestaciónarqueológica.Aunqueúltimamenteha sidosugeridala existenciade un pro-cesode intensificaciónagrícola queacompañaríauncambiosocial señaladopor la apariciónde gruposdevaronesguerrerosde carácteraristocráticobasadosen la posesiónde la tierra, “proceso que tendrá quever no sólo conla introduccióndelaradoy lafuerza

de tracción,sino del abonadoy de ciertas legumino-sasquepermitirían conservarla estabilidaddel sue-lo, aumentarsu eficacia alimenticia y con ello, laestabilidadde las poblacionessobre las parcelasdecultivo” (Ruiz-Gálvez1992:240), lo ciertoesquedi-ehocambiono resultacontrastableen el registroar-queológicodel SO.. salvo muy indirectamente.Enefecto,de modoalternativo,tambiénse ha propuestoque los cambiosen el patrónde asentamientoque sepercibenen el BronceFinal seanconsecuenciade uncrecimiento de la población (Aubet 1977-78: 106;Belén y Escacenat992) resultadode un procesodeintensificaciónagrícola. Dichos cambios tienen quever con la apariciónde nuevosasentamientos,comolos Cabezosde Huelva’ o CerroMacareno(Sevilla),con la reocupaciónde algunos conocidosdesdeelBroncePlenoy con el crecimientode los preexisten-tes,como Setefilla o Carmona; tambiénpodríanres-pondera un reordenamientodel hábitaty del espacioproductivo en conexióncon la aparición de nuevasactividades,lo que se apreciabien en los que teníanuna clara función minero-metalúrgica,como SanBartolomé de Almonte (Huelva), o redistributivaencentrosdecarácterceremonial.

En cualquier caso, metodológicamente,ca-recemos,al contrariode lo queocurreparael ámbitoibérico, deunacontrastaciónarqueológicaprecisaso-brela intensificaciónagrícola,puesno hay huellasdela utilización del arado, ni —por supuesto—de losaradosmismos, ni tampocode muestraspaleobotáni-cas suficientescapacesde certificar la introducciónydifusión de las leguminosas.Porotraparte, un creci-miento natural de la poblaciónpodríaexplicar, me-diantesegmentación(Carrilero t993: 165), la coloni-zación de tierrascon la aparición de nuevosasenta-mientos, sin necesidadde recurrir a dicha intensifi-cación agrícola como explicación,habidacuenta dequeconocemosmuy mal el periodoprecedente.

Desdeel puntodevistadelas relacionesconla tierra, en el orientalizantetartésicose explotaríaatravésde unacomunidaddealdea,enla quelas rela-cionesde parentescosirvende baseparacontrolareltrabajo ajeno. En el Bajo Guadalquivirparecenha-berse detectadoexplotacionesagrariasde estetipo,

así como explotacionesganaderas(Belén y Escacena1992: 76). En cambio,en el mundo ibérico, la agri-cultura de aradofavorece la posesiónaristocrática,quetiendea concentrarla poblaciónen oppida.Tam-poco seobservaen el mundotartésicounaclaradife-renciaciónfuncional por espaciosasociadosa deter-minadasactividadesdentrode los asentamientos,conla salvedadde que la ausenciade datos puederesul-tar la verdaderacausadel desconocimiento.Pero,detodos modos, en ocasiones,dondehay indicios deuna notoriaactividad mineray metalúrgica,como enalgunospobladospróximosa las zonasdeextracción,la estructurade los mismosy la dispersiónde losha-llazgoshacenpensaren unaocupacióntemporaly enun trabajode tipo doméstico.Distinto es el casodeCerro Salomónen lo que a la estacionalidadde lastareasse refiere, peroaúnaquí se podríadefenderelesquemade produccióndoméstica.En otros casos,como en Huelvao Tejadala Vieja, dondeal parecerse han detectadolas instalacionesde unazonareser-vadaa las actividadesde tipo metalúrgico,la presen-cia contiguade loscolonizadoresestásiempremás omenos documentada(Fernández-Miranda199t: 87ss.). En ambasmodalidadesse desarrollanformasdeintercambiodesigualcon el exterior,con lo que losgruposdominantesadquierenbienesde prestigio,enel que apoyansu derechode apropiacióndel exce-dente.

Precisamenteen relación con el parentescoy su manipulacióncomo forma de adquirir riquezaynotoriedad,se ha resaltado recientementeel papeldesempeñadopor elcontrol social sobrelas mujeresysus matrimonios (Ruiz-Gálvez1992, Wagner 1995:115 ss.), ya queenun contextodeexplotaciónpredo-minantementecomunitariay ambientepaleotéctúcoposibilita el dominio de la produccióny la reproduc-ción social, mediantela disponibilidad de fuerzadetrabajo representadapor los hijos de estasmujeres,así como la transmisiónde los mediosdesubsistenciade unageneracióna la siguientepor vía de la filia-ción multilineal y de la herencia.Al mismo tiempo,el intercambiode mujerespermitiría establecerpac-tos y alianzascon gruposlejanosy, en el interior dela comunidad,la formaciónde un circuito integradopor familiasquedany recibenmujeres,lo queconsti-tuyeun mediode establecervínculosde dependencia,y criterios diferencialessobre la valoración de cadanovia, lo quealgunospercibenarqueológicamenteenla rica orfebrería del Bronce Final (Ruiz-Gálvez1992),y un acicate,por tanto,parala jerarquizaciónsocial (Meillassoux 1972; Friedman 1977: 202 ss’Godelier t98t: 92-3).

La metalurgiadel bronce generasobretodobienessuntuosos,de prestigio,peroen el mundotar-

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tésicono resultacuantitativamentedemasiadoimpor-tante (Wagner1995: 112 ss.). encontrastecon otrasculturaseuropeascontemporáneas.Sin duda,sc tratadel sectormásespecializadodeTartesoy quizástam-bién por ello másdependientedel exterior. Las po-blaciones del suroesteestablecencontactoscon elMediterráneocentral y occidental, con motivo delabastecimientode metales,desdecl s. X. pero estoincide escasamenteen las actividadesproductivasre-lacionadascon la subsistenciay el excedente,salvoen el hechomismo de la transferenciacomercial.Sudependenciade la metalurgiaatlántica,por un lado(Ruiz-GáLvez1986, 1987; Harrison1989: 52 ss, cfr:Blázquez1992a: 257 ss.). y de los modelosy técni-cas aportadospor los colonizadoresfenicios, porotro, junto al escasonúmerode personasinvolucra-dasen la producciónde talesobjetos,en proporciónala poblaciónrestantededicadaa actividadesen lossectoresagropecuarioy minero, hace queno seapo-sible atribuirle la responsabilidadde los cambios,puesparece,por el contrario,másbien consecuenciade los mismos. En este sentido, coincidentemente,Fernández-Mirandaera partidariode explicar la rea-lidad especialmentea travésde la evoluciónpropiaapartir del BronceFinal, a to quese añadiríala pre-senciaexterna en su complejidad,que favorecelastransformacionesdel mundo tartésicoa partir de lamitaddel siglo VIII6.

Ahora bien, otras experienciashistóricas,aunquelejanas7, dan a conocerque la existenciadeuna tecnología“avanzada”en ténninosconvenciona-les no essiempreimpresicindibleparaedificar socie-dadesculturalmentecomplejasque semantenganconel excedentematerializadoen forma de bienessun-tuarios y servicios, militares, comerciales,adminis-trativos,quefavorecenlacreaciónde hegemoníasen-tre los indígenas,lo quea su vez potenciael creci-mientodemográficopatenteen el mundotartésicoenel siglo VIII (Durán y Padilla 1990: 58 ss.). Ahorabien, la relativaineficaciade la tecnologíadebeestarcompensadacon la potencialidadproductivadel en-tornoy la capacidaddemovilizacióndel esfuerzohu-manoparageneraría.Por ello, luego,se llega a la ex-plotaciónde las poblacionesindígenas(Belény Esca-cena1992: 78). Así segeneraun sistemaredistributi-yo no sólo en relación conlas condicionesde eficaciamedioantiental.sino sobretodo con unared internacapazde movilizar el trabajoorientadohaciael exce-dentesin necesidadde mediosde coercióííquerestíl-ten onerosos.Y en este sentidolas solucionescere-monialesdesempeñanun importantepape!.

En relación con todo esto, cabría indagaracerca de lo que la documentaciónarqueólogicaaportasobreTarteso.La existenciade un grupo do-

minantehasido defendidapor el hallazgode unase-rie de elementosque se considerancomo propios deesegrupo. Eíitre ellos se encuentranlas estelasdeco-radasdel SO(Celestino 1991;Rui7.-Gálvezy Galán1991; Galán1993; Moreno 1995),las estelas—mástardías—con ~ los bronces(Garciay Be-llido 1956, 1960, 1964),marfiles (Aubet 1978, 1980;Blázquez t992b: 301 ss.). joyas ~Kukahny Blanco1959;Ruiz-Gálvez1988, 1992),cerámicasde impor-tación(Aubet 1976-78; Belén 1986; Blázquez1992a:245 ss.) y algúnedificio “singular” o de prestigiopa-radójicamentesituadoen un contex’toun tantoperifé-rico (Celestinoy Jiménez1993),junto con algúnpo-sible santuariode localización también excéntrica(Blázquezy Valiente 1981: 195 ss.).

A todosestoselementos,consideradoscomoverdaderaspruebas.aún se puedenañadir los ente-rramientos suntuosos (Garrido 1970; Aubet 1981161 ss. y 1982; Almagro 1983), bien por la forma(túmulos, tumbasde cámara)bien por el contenido(ajuares)que aflora en algunosyacimientos(La Joya,Setefilla, Cástulo).Y a pesarde tan copioso elenco,no hay ningún documentoque nos informe de susprocedimientosadministrativosy métodosdecontrolsocial. Pero,además,a tenorde los hallazgos,esahi-potética clase aparece,puntualmente,restringida y

escasamentecohesionadaentérminos tantogeográfi-cos como sociales. En definitiva, para defendersuexistenciano nosquedanmásque bienesde presti-gio, salvo las estelasque la representany cuyafun-ción y contexto es dudosa.Pero, desgraciadamente,esosbienessuntuariosno hablannadade las restan-tes realidadessocialesy económicas,y aún muchomenosde las ideológicas,auncuandoen ocasionessequieranadvertir éstasdesdeel significado simbólicode una iconogralia,por orientalizante,en granparteimportada9.

Nada nosdicentampocoesosobjetosacercade la reelaboracióncultural de las influenciasexter-nas,de la asimilación o del rechazohacia determi-nadoselementosprocedentesdel exterior y que sólopodemospercibir mínimamenteen el carácterselecti-yo con quesonadoptadasdeterminadasformascerá-micasy no otras.Nada aportanacercadel porqué dela asimilacióno del rechazo,de la aculturacióny sucomplejidad,tras la cual subyacenelementosno sólosimbólicosy culturales,sino, e igualmentearraigadosen una tradiciónquedesconocemos,productivos,so-ciales...

En definitiva, los únicos vestigiosque po-drian inducirnosa pensaren la existenciade un gru-po dominanteen las comunidadeslocalesdel BronceFinal, las estelasdecoradasdel SO, presentanun gra-do devariabilidadtan alto en los patronesiconográfí-

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cos quealgunopodríadeducirla inexistenciade unadefinición nítida del prestigio, lo que—.‘en esamis-ma línea interpretativa—indicaríauna ausenciadecohesiónsocial entre las cIñes por ellas representa-das(Barceló 1992: 269) o, sencillamente,su inexis-tenciaal corresponderlas estelasa un sistemade re-presentaciónde rangosen una “sociedad donde losguerrerosparticipenen la produccióny dondeexistauna total ausenciade lazo directo entrepodery ri-queza” (Carrilero 1993: t66); aunqueconvendríaad-vertir quela propiaexistenciadelas estelasconstitu-ye un entramadoapropiadopara la representaciónsimbólicade la cohesiónaristocrática.

Por otra parte, una conclusiónigualmentenegativapodriaobtenersetrasel análisisdel carácterheterogéneoy “mezclado” de las tipologíasfunera-nasy los ritualesde enterramientoen las necrópolisdel periodoorientalizante,como La Joyao Setefihla:el prestigio no estáaúnsocial ni simbólicamentede-finido y se expresade muy diversasmaneras.La im-presiónquede todoestoemanaes la de unacontinuatransición,un momentoprolongadodecambioque sedilata en la dimensióntemporalsin que sus causas,en los datos,aparezcanclarasni su puntode llegadaevidente.

En contrapartida,sería necesariodestacarqueun extremoseñaladoal principio, como es el dela capacidadde transmisióndel grupo, comienzaapresentarsíntomasen el registro arqueológico.Enefecto,del periodoorientalizantees el enterramientode El Carpio del Tajo (Pereiray Álvaro t990) en unáreamarginal, Toledo. con respectoa la regióncon-sideradatartésica.Sc hanencontradolos restosde lainhumación de una mujer y un recién nacidojuntocon un riquísimo ajuarfunerario quedenotaun ran-go elevadoy un hechoasimismosignificativo, la aso-ciación de la posiciónsocial al nacimiento, lo queavalariala existenciade heredabilidad.Otro casodeenterramientoinfantil con ajuar parece haber sidodetectadoen Setefilla. segúnuna amableindicaciónverbalde M.8 EugeniaAubet.

Por su parte, las fuentesliterarias, quereco-gen las tradicionesantiguas(Wagner 1986;De Hozt989a; Alvar e.p.), proporcionanuna imagenrefleja.ya que no informan de una realidaddirecta, sino atravésdel filtro de otra realidadhistórica,quedesfí-gura. moldeay conforma las propiasnoticiase imá-genesque transmite,dandoaparienciareal a lo queesunapercepción,peroformadaa partirde una rea-lidad cuya esenciaes precisocaptar (Plácido 1989,1993a.1993b). Precisamente,esaimagenrefleja per-mite accedera la realidad empóricade Tarteso,vin-culadaunasvecesa un comerciode índole aristocrá-tica y aventurera,como ocurre con Coleo, y otras a

unos contactosy transaccionesmás regularizados,por ejemplo, con los foceos’0. En cualquier caso,cuandollegan los navegantesgriegosparecenexistirestructurassuficientementefuertes como para impo-ner condicionesen la forma de asentamiento(Do-m.ínguez1994: 34 ss.). A partir de estesupuesto,hayquienesconsideranqueya hanemergido,y aquíen-tramosde lleno en el debatesobre la “realeza” tarté-sica (Wagner 1993: III), unas formasde autoridadpersonalasociadasmuy estrechamentea los benefi-cios del comercio empóricoy colonial, y cuyalegiti-mación pareceproceder,precisamente,de su propiacapacidadparar apropiarsede aquellos beneficios(Presedot986). Fuera de esteámbito el resto de lainfonnaciónliteraria antiguaconciernesobre todo aaspectosgeográficosy de localización,tantode luga-rescomo de mitos y leyendas,por lo quesu análisisquedaalmargendenuestrainstantáneainquietud.

4. INTERPRETACION

A pesardetodas las limitacionesseñaladas,podemosprocedera la interpretaciónde los datos,sindudainsuficientes,peroal mismo tiempotambiénen algunamedidasignificativos.En estatareasurgi-ránmás preguntasque respuestas,lo quedebeayu-darnosa una reflexión sin la cual el avancede nues-tro conocimientoserá muy dificil. La existenciadeun grupodominanteen Tarteso,como manifestaciónmás arqueológicamentevistosa de su complejidadcultural, presentarasgosmenosdefinidos que en elmundoibérico. La ausenciade unagranestatuariaenpiedraya es de por sí un rasgode estapeculiaridad.Al mismo tiempofaltan tambiénotrasmanifestacio-nesde carácter“aristocrático”, tan típicasde las co-munidadesibéricas (como las representacionesvas-culares),y cuyaausenciaha contribuidonotoriamen-te en la calificaciónde “realeza” que se otorgaa lasformas de poder tartésicas.El mismo desarrollodelos asentamientosdifiere aquí y allí, puesno se cons-tatatampocola formacióndeoppidasobreel control,productivoy militar, de la comarcacircundantecomoen el casoibérico(Ruiz y Molinos 1993:262 ss; San-tacanat995: 151 ss).Ello implica tambiénunasrela-cionesde produccióny unossistemasde poderdife-rentes. Las sociedadesindígenasson capacesde in-teractuarcon los fenicios graciasa la existenciadeuna mano de obra nati~’a eficazmenteexplotadaencamposdecultivo y a la capacidadde consumodelosdominantes,lo quese percibeenel desarrollode cen-tros indigenascomo El Carambolo,Carmona,Huel-va, Setefilla, desdeel siglo IX. En Tejada la Viejahay un recintoamuralladodesdefines del siglo VIII.

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conviviendocon poblacionesno amuralladas,pobla-dos de cabañasy asentamientossin amurallar(Fer-nándezJurado1987: 179 Ss.). Tejadapareceun cen-tro destinadoal control de la poblaciónque va a tra-bajara las minas,segúnsedesprendede la abundan-te cerámicaindígenay de la presenciade poblaciónoriental, ademásde la especializacióndel artesanadometalúrgico.

Tambiénla realidad urbana,cuandoapare-ce, comoen Huelva o Tejada,esradicalmentedistin-ta a la ibéricay se halla,segúnadelantamos,asocia-da siemprea la presenciacolonial, bien por la propiahuellade los colonizadoreso por el tipo de activida-des(metalurgia,comercio...)quela caracterizan.Portodoello, las comunidadestartésicasse insertanenun ambientede ruralidad.salvo las excepcionesvin-culadasa las relacionescoloniales, que no pierdennunca.La ciudadtartésica,cuandoexiste,seconfigu-ra como un apéndicede una realidad marcadaneta-mentepor el comercioy la presenciacolonial.

Pero no podemosinclinarnospor la acepta-ción deunasíntesisglobalentrelos dosmundos—almargende la integraciónde susdistintoscomponen-tes—o por la defensadeun espaciotangencialtarté-sico-colonial que margina a otra realidadestricta-mente tartésicaquemantienesusrasgossociocconó-micosincólumes.

La elección pasapor conocerla capacidadde síntesis,integracióny transformaciónentre loselementose influenciasexternas,no sólo en el planode los modelosy categoríasculturales,y la sociedadtartésicao, másbien, de su grupo dominante,desti-natarioprincipaly casi exclusivode las innovacionesintroducidaspor los colonizadores.

En Tartesola hegemoníase destaca,funda-mentalmente,por la ostentaciónorientalizantequesimbolizasus relacionesde poder y aquelloque laslegitima. Conocemosestaostentación,sobre todo, enel terrenofunerario,dondela imitación de ritualesyla réplica metálica del servicio cerámico utilizadopor los colonizadoresfenicios en sus tumbasno estanto síntomade unaaculturación,queenotros cam-pos no se manifiestatan intensani profunda (Wag-ner1995: 120 ss),cuantounamanifestaciónsimbóli-ca de la legitimidadde su poder. Los objetosy ritosfenicios son imitados porquetraducenal plano sim-bólico una realidadsegúnla cual la hegemoniade laaristocraciatartésicadescansasobre la presenciaco-lonial fenicia. No esmedianteel apoyotécniconi elreforzamientoeconómicoo militar, que de hechonose produce,sino mediantela merapresenciacolonialy el intercambioa quedalugar. DesdeCádiz sedesa-rrollan, a partir del 650, comunidadesqueeranpo-tentesdesdeel II milenio (Aubet 1995: 233 ss.). Al

menosenAndalucíaoccidental,parecequeenel pro-cesode evolucióndesdeel siglo VIII las poblacionesindígenasconservanen buenamedidasu identidadapesardeconvivir con los fenicios (Belén 1986: 263-274).Lo quese produceno estantounaaculturacióncuantoun procesoen el que la econondatribal se in-troduceen los circuitos de la mercantilízacióncolo-nial, conlo que suponede aumentode la riqueza,os-tentacióne incrementodela complejidadsocial (Bar-celó 1992: 267). La aristocraciaes poderosaporqueel comerciocon los fenicios le permite “realiza?’ elexcedente,gracias a que así puedeapropiarsedelproductodel trabajoajeno. En un sistemaderangoyjerarquíael comercio con los colonizadorespropor-cionabala capacidadno sólo de adquirir nuevosbie-nesde prestigioquecontribuyana reproducirlas re-lacionessocialesquehan encumbradoa los gruposdirigentesde la sociedad,sino que mediantesuad-quisición, al movilizar la fuerzade trabajonecesariaparadar respuestaa los requerimientosde loscoloni-zadores,posibilitan la apropiaciónde una partedelexcedenteen forma de trabajoextra (cfr. Gudeman1981: 256). No fue tanto el trabajoartesanalel quepropició las condicionesnecesariasparaque los do-minantesse apropiarandel excedente,ya queno haytampococlarosindicios de un fuerte desarrollode laespecializaciónduranteel orientalizante,sino la re-distribución asimétricao desigualde lo obtenido apartir del trabajoextra queera capazde movilizardesdesu control, ideológicoy social,de la red redis-tributiva. En tal contextola desigualdadintrínsecaalintercambioentrecolonizadoresy autóctonosno ra-dicaen quela naturalezadel beneficioque cadapartepersigueseadistinta, obteniendolos fenicios “dine-ro”, valor de cambio,y los dirigentestartesiospresti-gio, reconocimientoy poder. Éstostambiénse enri-quecieronenel comerciocon los colonizadores,peroel procesoy la forma en quese produjo tal enriqueci-mientofueronesencialmentedistintos. Porotraparte.la riqueza“orientalizante”enmanosde lasaristocra-cias emergentesdiversificabala procedenciade susfuentesdepoder,al dejarde serproporcionadaenex-clusiva por el control ejercido sobre los medios deproduccióna travésde los métodostradicionalesco-mo las alianzasy el intercambiode mujeres(Wagner1995: 116 ss.), y al mismo tiempo,y por ello, las su-peditabaa una estrechacolaboraciónen el manteni-miento de las condicionesque hacían posibles elcomerciocolonial. Peroal mismo tiempoque se con-solidabanlos gruposaristocráticosera necesariocon-servar las redes redistribuitivas quealimentabansupoder, preservaren definitiva las condicionessocia-les preexistentes.Aunque prácticamentecarecemosde información al respecto,la pervivencia de las

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prácticaseconómicastradicionales,allí dondepuedevislumbrarse, adquiere un valor significativo. Talpervivenciase advierteen la continuidaddel patróndeasentamiento(Amoresy Temiflo 1984;cfr. Barce-ló 1992: 263), en la escasarenovacióntecnológicaquesupusola tardíaincorporacióndel utillaje dehie-rro, así como enun desarrolloartesanallentoque seapreciaen hechostalescomo el siglo y medio largoque fue necesarioparaque se generalizarala ceramí-ca a torno, condicionestodas ellas no debidasa laineficaciasino al mantenimiento,en determinadascircunstanciaso lugares,de una sociedad“tradicio-nal” en la que talesinnovacionesresultabanengranmedida innecesarias.Efectivamente,la realidad esvariopintaporquesc trataya de comunidadesno ho-mogéneas,en las queel impactoexternoha motivadoreaccionesdiferentes.

Ahorabien, los intercambios,al proporcio-naruna forma de “realizar” el excedentecontroladopor losaristócratas,desempeñaronun importantepa-pel en el sostenimientodel sistemaredistributivoso-breel que sc alzabanla nuevasexpresionesde poder,y la dependenciarespectodel sistemacolonial fue enaumento.Por otra parte. el sistemacolonial, operan-do sobre la base de relacionesdesiguales,generabalas condicionesque impedíanla consolídacióndefi-nitiva de las aristocraciasy, al mismo tiempo,contri-buía a preservarel modo de producciónlocal paraexplotarloconlo que,en realidad,lo trasformaba.Enunas relacionesde estetipo la partequeobtiene elbeneficio, enestecasolos colonizadoresfenicios, nosólo seaprovechade las diferenciasen costessocialesdeproducción,sino que,precisamentepor ello, el in-tercambiodesigualencubreunarealidadde sobre-ex-plotacióndel trabajo, quese articulaenla transferen-

cia entresectoreseconómicosque funcionansobrelabasede relacionesde produccióndiferentes.En estecontextoel modode producciónpropio de las comu-nidadesautóctonas,al entrarencontactocon el modode producciónde los colonosorientales,quedadomi-nadopor él y sometidoa un procesode transforma-ción, bajo la presiónde la explotaciónqueencubreelintercambiodesigual.La contradiccióncaracterísticade tal transformación,la que realmentela define, esaquéllaque toma su entidaden las relacioneseconó-micas quese establecenentreel modode producciónlocal y el modode produccióndominante,en las queéstepreservaa aquél paraintegrarlo,como mododeorganizaciónsocial que producevalor en beneficiodel colonialismo,y al mismo tiempolo destmyeal irprivándolo, mediantela explotación, de los mediosqueaseguransu reproducción.Tal vez éstoexpliquela aparienciade perpetuatransformaciónque carac-teriza al orientalizantetartésicoy la faltadecohesióndesusgruposdominantesi’ sobretodolasdiferenciasobservadasencontrastecon las comunidadesibéricasdondela dependenciacolonial no parecehabersear-ticulado sobrelas mismasbasesqueenTarteso.En elmundo ibérico las aristocraciasse hallabanplena-mente consolidadasmedianteprocesosinternos delos queemergieronlas basesdesu poder(Ruiz y Mo-linos 1993),por lo quesu dependenciarespectode lapresenciacolonial no fue sino relativa. En el mundoibérico la presenciacolonial sirvió paraconsolidarelprocesodeestatalización,mientrasqueen la Tartési-dela penetracióndel mundocolonial generaun pro-ceso de desestmcturaciónde un complejo cultural“inmaduro”, lo queterminaprovocandosu propiadi-solución.

NOTAS

No queremosentraren lapolémicasobreuna eventualexistenciadeestadosenperíodosanteriores,en relacióncon la cultura de los Muía’res o el Asgar. La tesisde Nocete(1989)ha recibido durascriticas.peroal menoshadespenado la discusión enun espacioadonnecido.

2 Ver al respectolacriticade LópezCastro(1993).

plejo histórico onubenseque, no obstante,requeriríaciertaspuntuali-zaciones motivadaspor los hallazgosmásrecientes:Huelva, ciudadde lostariessios,AO (1986).4: 227ss.

‘Les Phénieienses,Occidentellaréalitétartessique,IFeniciz len og-gí do,oani.Roma(1995>:395 ss.

En este sentido, son recomendableslas observacionesde J. Alvar.“Las ciudadesdel litoral ibero segúnlasfuentesclásicas”enA. Rode.ro y M. Barril (1994),LeyendayArqueologíade las ciudadespre-rro,nonosde la PenínsuloIbérica 1: 7 ss.

Perceptiblestantoen la capacidaddeconsumode objetossuntuarios(cerámicas,estatuas,joyas. etc. A1ma~’o 1982; Olmos 1984: Han’i-son 1989: 161 as:Blázquez 1992c: 387ss.)por partede lasminorías.comoenla presencia—arqueológicamenteconstatada—de silos parael almacenamientodelos excedentesa&íeolas(Ruizy Molinos 1993:163 y 167: Leal 1995: 39).

‘Ver al respectoDumond (1961).cfr.: Flannery(1975):37.

‘En realidad,contienenunafórmulaesterotipadaqueserepite aquíyallá (De Hoz 1989b:528).

‘Cf J. Alvar (1991):La religión conlo indice deaculturación:el casode Tartessos.II Congr ¡ni. LiudíFenicí e Punid (Roma, 9’14 nov.1987)vol. 1:351-356.

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