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Viernes 28 de septiembre de 2018 EL UNIVERSAL E14 CULTURA PROYECTO UNAM Texto: Fernando Guzmán Aguilar [email protected] IV Feria de Género y Salud 2018 La Facultad de Medicina de la UNAM invita a la IV Feria de Género y Salud 2018, con el tema “Cáncer cérvico-uterino y salud sexual: dos problemas de género en salud pública”, que se realizará el 4 y 5 de octubre, de 9:30 a 15:00 horas, en el Auditorio Fernando Ocaranza y en la explanada de la men- cionada facultad, en CU. Habrá conferencias, talleres, stands informativo s… Entrada libre. ESPECIAL Mito, que haya una temporada de sismos De acuerdo con Luis Quintanar Robles, investigador del Departa- mento de Sismología del Instituto de Geofísica de la UNAM, es un mito que haya una temporada de sismos; éstos ocurren a lo largo del año, pero ahora se detectan con más frecuencia gracias a la mayor capacidad tecnológica. No es nin- gún secreto que los sismos se ori- ginan en el interior de la tierra; es decir, nada tienen que ver con fe- nómenos atmosféricos. Además no ocurren más sismos en la Ciu- dad de México, sino que al haber más estaciones de monitoreo, se detectan en mayor medida. Patrón de lluvias que se repite cada 100 años En opinión de Víctor Manuel Ve- lasco, investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM, las lluvias excesivas que se presentan ahora en México responden a un patrón que se repite cada 100 años. Co- menzó en 2017 y es probable que se prolongue todo este siglo. Así, la cuestión no es si habrá lluvias ex- tremas, sino cuándo y si estamos preparados para tomar decisiones. Se debe pasar del buen pronóstico a una adecuada toma de decisio- nes sobre evacuación y permitir el libre paso de las autoridades para resolver problemas por el exceso de agua en las calles. ESPECIAL Cómo comer sin dañar nuestra salud Una universitaria nos habla de la importancia de saber interpretar los datos impresos en la etiqueta de los alimentos procesados En nuestro mundo globaliza- do, la obesidad y el sobrepeso se han convertido en proble- mas de salud comunes entre la población mundial debido a que los patrones de consumo se han modificado por la dinámica laboral, la tecnología de alimen- tos y un mercado alimentario cada vez más ho- mogéneo que no reconoce fronteras ni diferen- cias culturales. Así, en nuestro país, siete de cada 10 adultos han desarrollado alguno de estos pa- decimientos. Sin embargo, más que la comida en sí, es nuestro comportamiento, que deriva en qué consumimos y cómo lo consumimos, lo que daña nuestra salud. “Por eso comprar de manera inteligente, lo cual incluye saber interpretar los datos impresos en la etiqueta de los alimentos procesados, pue- de beneficiar la salud de toda la familia y mejorar la calidad de vida de las personas que tienen fac- tores de riesgo (obesidad, hipertensión, dislipi- demias…)”, afirma Ana Berenice de la Barrera Avilés, responsable del Subprograma de Apoyo a la Docencia en Alimentos del Programa Uni- versitario de Alimentos (PUAL) de la UNAM. Antes de comprar alimentos en función de nuestro gusto (generalmente ricos en azúcar, sal y grasas), uno debe conocer su estado de salud: checar, por ejemplo, si tiene niveles al- tos de glucosa o de triglicéridos en la sangre, si los papás padecen o tuvieron diabetes, o si es hipertenso. Para saber qué alimentos procesados tienen menos azúcar, sal y/o grasas, hay que aprender a leer la etiqueta que por norma (la NOM- 051-SCFI/SSA1-2010, establecida por las secre- tarías de Salud y Economía) lleva cada producto hecho en México y a la que se deben ajustar los alimentos importados destinados al consumo de los mexicanos. Esa etiqueta contiene, entre otros datos, la lista de ingredientes enumerados en orden cuantita- tivo decreciente (de mayor a menor proporción), así como la tabla nutricional. El ingrediente que ocupa el primer lugar en la lista es el que se en- cuentra en mayor proporción en el alimento. “Al revisar la lista de ingredientes se puede conocer el contenido mayoritario de éstos por el sitio que ocupan en la lista y así saber si el ali- mento tiene más azúcar que jugo, en el caso de las bebidas tipo naranjada y similares; más al- midón que carne, en el caso de las carnes frías; o más azúcar que harina, en el caso de los ce- reales y galletas”, indica la química en alimentos univer sitaria. Productos light De acuerdo con la académica del PUAL, los pro- ductos light no lo son tanto. “Light es un término muy vago. No hay una legislación ex profeso para la denominación pro- ductos light. La norma NOM-086-SSA1-1996 de la Secretaría de Salud establece que un producto puede denominarse ‘reducido en’, ‘bajo en’ o ‘li- bre de’ azúcar, gluten, sodio, grasa, colesterol, calorías o grasa saturada, pero en la legislación no existe el término l i g h t. Si se realiza una revisión comparativa de las etiquetas de productos convencionales y de los llamados light, se ve que éstos tienen más hi- dratos de carbono que aquéllos. “Cuando se escucha el término l i g h t, se piensa en productos sin azúcar, pero en realidad los productos light , por lo general, son bajos en gra- s as”, informa De la Barrera Avilés. Azúcar Los alimentos contienen, en forma natural, azú- car; sin embargo, a los productos industrializa- dos se les adiciona lo que se denomina azúcares añadidos como parte de su proceso de produc- ción; su cantidad se puede consultar común- mente en la etiqueta. Con respecto al consumo de estos azúcares, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reco- mienda que sea, como máximo, el equivalente a 10 cucharaditas cafeteras al día (50 gramos, a p ro x i m a d a m e n te ) . ¿Cómo se puede saber cuántas cucharaditas de azúcar contiene un alimento procesado? Pri- mero se considera la cantidad de gramos de azú- car que viene en la etiqueta y luego se divide entre cinco, porque una cucharadita equivale a 5 gramos. Por ejemplo, en el envase de una bebida tipo naranjada de 600 mililitros se insinúa que no tiene nada más que jugo. Pero en la lista de in- gredientes de la etiqueta se registra sólo 1% de jugo de naranja; lo demás representa los con- centrados, los fosfatos de sodio y potasio, los car- bohidratos (23 gramos) y los azúcares (23 gra- mos), entre otros. “23 gramos de azúcar son unas cuatro cucha- raditas y media. Si alguien estuviera frente a una azucarera y una cuchara, ¿cuántas cucharaditas de azúcar podría comer si lo retaran a hacerlo? Quizás una o dos. Pero en la mayoría de las be- bidas carbonatadas uno ingiere mucho más (unas 14 cucharaditas) de lo recomendado por la OMS (10)”, dice De la Barrera Avilés. Además de la lista de ingredientes y la tabla nutrimental, en la etiqueta de los productos apa- rece el contenido, el cual se declara por porción (200 mililitros, por ejemplo) y no por envase (1 litro, por ejemplo). De modo que si, por por- ción, una bebida tipo naranjada tiene 23 gramos de azúcar, y uno se toma todo el litro, 23 deberá multiplicarse por cinco para obtener el valor real de lo consumido: 115 gramos de azúcar. Sales y grasas Para la ingesta de sal también hay un límite: me- nos de 5 gramos de cloruro de sodio al día, según la OMS. Pero es más difícil medir su consumo diario porque no sólo se debe considerar lo que se agrega del salero a la comida (cloruro de so- dio), sino también algunos aditivos que son sa- les de sodio: benzoato, sorbato, nitrato... Las grasas son un producto densamente ener- gético: cada gramo aporta 9 kilocalorías, más del doble que los carbohidratos y las proteínas (4 kilocalorías cada grupo). Por eso hay que comer pocas grasas, sobre todo si se padecen factores de riesgo. Ahora bien, hay de grasas a grasas. Lo más recomendable es con- sumir grasas de origen vegetal, moderar el con- sumo de las grasas saturadas y evitar las grasas trans, que son producidas industrialmente. “Las grasas trans son incluso mucho más pe- ligrosas para la salud que las grasas saturadas. De ahí que un valor agregado sea que un ali- mento no las contenga y lo anuncie en su em- p a q u e”, comenta De la Barrera Avilés. Para tener una buena salud se recomienda un consumo reducido de grasas y la preferencia por métodos de cocción de alimentos que requieran la menor cantidad posible de ellas, como el hor- neado, el asado o la preparación a la plancha, al comal o al vapor. “En resumen, es necesario ejercer un consu- mo informado y responsable de los productos procesados, así como preparar los alimentos con ingredientes frescos y naturales”, finaliza. b De compras bbb De la Barrera Avilés, quien imparte en el PUAL el curso “Decisiones inteli- gentes en la compra de alimentos”, su- giere, en el caso de los productos que re- quieren refrigeración (lácteos, carnes frías...), adquirirlos al final de la visita al súper o al mercado, y mantenerlos jun- tos, en una bolsa térmica, para no romper la cadena de frío. “Esto se aplica a la mayoría de los ali- mentos de origen animal porque, cuan- do se rompe la cadena de frío y sube la temperatura, se inician procesos meta- bólicos y de descomposición de dichos alimentos.” Otras sugerencias de la académica universitaria son: ir de compras en el momento más frío del día, sobre todo si se efectúan en mercados, donde la ca- dena de frío no se mantiene adecuada- mente; seleccionar productos vegetales que estén íntegros, sin evidencia de pla- gas, cambios de coloración y objetos cer- canos que puedan lastimarlos; y tratar de no golpear las frutas y verduras, porque puede romperse la cáscara y esto propi- ciar el inicio de procesos de degradación o pudrición. Aditivos y empaques bbb Los aditivos son sustancias que se agregan a los productos para preservar su sabor y color, mejorar su textura y pro- longar su vida en anaquel. Se clasifican en retenedores de agua (almidón y fécula de papa), emulsificantes, tensoactivos, colorantes, saborizantes, edulcorantes, espumantes, gelificantes, clarificantes, enturbiante s... Algunos empaques también ayudan a preservar más tiempo los productos y, como en el caso de los enlatados, a no ponerles tantos aditivos. Los frijoles en lata (cocidos en el mismo contenedor y sellados al vacío) duran unos tres años porque, a falta de oxígeno, no se echan a andar procesos enzimáticos que degra- den el alimento. “23 gramos de azúcar son unas cuatro cucharaditas y media. Si alguien estuviera frente a una azucarera y una cuchara, ¿cuántas cucharaditas de azúcar podría comer si lo retaran a hacerlo? Quizás una o dos. Pero en la mayoría de las bebidas carbonatadas uno ingiere mucho más (unas 14 cucharaditas) de lo recomendado por la OMS (10)” ANA BERENICE DE LA BARRERA AVILÉS Responsable del Subprograma de Apoyo a la Docencia en Alimentos del Programa Universitario de Alimentos de la UNAM FOTOS: ESPECIAL EL DATO Almidones A veces, sin darnos cuenta, consumimos mucha azúcar en forma de almidones que no producen el estímulo dulce, como aderezos y salsa catsup.

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Page 1: CÒmo comer sin daÐar nuestra salud - UNAM · comal o al vapor. 6En resumen, es necesario ejercer un consu - mo informado y responsable de los productos procesados, asÌ como preparar

Viernes 28 de septiembre de 2018 EL UNIVERSALE14 CU LT U R A

PROYECTO UNAM Texto: Fernando Guzmán Aguilaralazul10 @hotmail.com

IV Feria de Género y Salud 2018La Facultad de Medicina de la UNAM invita a la IV Feria de Género y Salud2018, con el tema “Cáncer cérvico-uterino y salud sexual: dos problemas degénero en salud pública”, que se realizará el 4 y 5 de octubre, de 9:30 a 15:00horas, en el Auditorio Fernando Ocaranza y en la explanada de la men-cionada facultad, en CU. Habrá conferencias, talleres, standsinformativo s…Entrada libre.

E S P E

C I A L Mito, que haya

una temporadade sismosDe acuerdo con Luis QuintanarRobles, investigador del Departa-mento de Sismología del Institutode Geofísica de la UNAM, es unmito que haya una temporada desismos; éstos ocurren a lo largo delaño, pero ahora se detectan conmás frecuencia gracias a la mayorcapacidad tecnológica. No es nin-gún secreto que los sismos se ori-ginan en el interior de la tierra; esdecir, nada tienen que ver con fe-nómenos atmosféricos. Ademásno ocurren más sismos en la Ciu-dad de México, sino que al habermás estaciones de monitoreo, sedetectan en mayor medida.

Patrón de lluviasque se repitecada 100 añosEn opinión de Víctor Manuel Ve-lasco, investigador del Instituto deGeofísica de la UNAM, las lluviasexcesivas que se presentan ahoraen México responden a un patrónque se repite cada 100 años. Co-menzó en 2017 y es probable quese prolongue todo este siglo. Así, lacuestión no es si habrá lluvias ex-tremas, sino cuándo y si estamospreparados para tomar decisiones.Se debe pasar del buen pronósticoa una adecuada toma de decisio-nes sobre evacuación y permitir ellibre paso de las autoridades pararesolver problemas por el excesode agua en las calles.

E S P E

C I A L

Cómo comer sindañar nuestra saludUna universitaria nos habla de la importanciade saber interpretar los datos impresos en laetiqueta de los alimentos procesados

En nuestro mundo globaliza-do, la obesidad y el sobrepesose han convertido en proble-mas de salud comunes entre lapoblación mundial debido a

que los patrones de consumo se han modificadopor la dinámica laboral, la tecnología de alimen-tos y un mercado alimentario cada vez más ho-mogéneo que no reconoce fronteras ni diferen-cias culturales. Así, en nuestro país, siete de cada10 adultos han desarrollado alguno de estos pa-decimientos. Sin embargo, más que la comidaen sí, es nuestro comportamiento, que deriva enqué consumimos y cómo lo consumimos, lo quedaña nuestra salud.

“Por eso comprar de manera inteligente, locual incluye saber interpretar los datos impresosen la etiqueta de los alimentos procesados, pue-de beneficiar la salud de toda la familia y mejorarla calidad de vida de las personas que tienen fac-tores de riesgo (obesidad, hipertensión, dislipi-demias…)”, afirma Ana Berenice de la BarreraAvilés, responsable del Subprograma de Apoyoa la Docencia en Alimentos del Programa Uni-versitario de Alimentos (PUAL) de la UNAM.

Antes de comprar alimentos en función denuestro gusto (generalmente ricos en azúcar,sal y grasas), uno debe conocer su estado desalud: checar, por ejemplo, si tiene niveles al-tos de glucosa o de triglicéridos en la sangre,si los papás padecen o tuvieron diabetes, o sies hipertenso.

Para saber qué alimentos procesados tienenmenos azúcar, sal y/o grasas, hay que aprendera leer la etiqueta que por norma (la NOM-051-SCFI/SSA1-2010, establecida por las secre-tarías de Salud y Economía) lleva cada productohecho en México y a la que se deben ajustar losalimentos importados destinados al consumode los mexicanos.

Esa etiqueta contiene, entre otros datos, la listade ingredientes enumerados en orden cuantita-tivo decreciente (de mayor a menor proporción),así como la tabla nutricional. El ingrediente queocupa el primer lugar en la lista es el que se en-cuentra en mayor proporción en el alimento.

“Al revisar la lista de ingredientes se puedeconocer el contenido mayoritario de éstos por elsitio que ocupan en la lista y así saber si el ali-mento tiene más azúcar que jugo, en el caso delas bebidas tipo naranjada y similares; más al-midón que carne, en el caso de las carnes frías;o más azúcar que harina, en el caso de los ce-reales y galletas”, indica la química en alimentosuniver sitaria.

Productos l i g htDe acuerdo con la académica del PUAL, los pro-

ductos light no lo son tanto.“Light es un término muy vago. No hay una

legislación ex profesopara la denominación pro-ductos light. La norma NOM-086-SSA1-1996 dela Secretaría de Salud establece que un productopuede denominarse ‘reducido en’, ‘bajo en’ o ‘li -bre de’ azúcar, gluten, sodio, grasa, colesterol,calorías o grasa saturada, pero en la legislaciónno existe el término l i g h t. ”

Si se realiza una revisión comparativa de lasetiquetas de productos convencionales y de losllamados light, se ve que éstos tienen más hi-dratos de carbono que aquéllos.

“Cuando se escucha el término l i g h t, se piensaen productos sin azúcar, pero en realidad losproductos light, por lo general, son bajos en gra-s as”, informa De la Barrera Avilés.

A z ú ca rLos alimentos contienen, en forma natural, azú-car; sin embargo, a los productos industrializa-dos se les adiciona lo que se denomina azúcaresañadidos como parte de su proceso de produc-ción; su cantidad se puede consultar común-mente en la etiqueta.

Con respecto al consumo de estos azúcares, laOrganización Mundial de la Salud (OMS) reco-mienda que sea, como máximo, el equivalentea 10 cucharaditas cafeteras al día (50 gramos,a p ro x i m a d a m e n te ) .

¿Cómo se puede saber cuántas cucharaditas

de azúcar contiene un alimento procesado? Pri-mero se considera la cantidad de gramos de azú-car que viene en la etiqueta y luego se divideentre cinco, porque una cucharadita equivale a5 gramos.

Por ejemplo, en el envase de una bebida tiponaranjada de 600 mililitros se insinúa que notiene nada más que jugo. Pero en la lista de in-gredientes de la etiqueta se registra sólo 1% dejugo de naranja; lo demás representa los con-centrados, los fosfatos de sodio y potasio, los car-bohidratos (23 gramos) y los azúcares (23 gra-mos), entre otros.

“23 gramos de azúcar son unas cuatro cucha-raditas y media. Si alguien estuviera frente a unaazucarera y una cuchara, ¿cuántas cucharaditasde azúcar podría comer si lo retaran a hacerlo?Quizás una o dos. Pero en la mayoría de las be-bidas carbonatadas uno ingiere mucho más(unas 14 cucharaditas) de lo recomendado porla OMS (10)”, dice De la Barrera Avilés.

Además de la lista de ingredientes y la tablanutrimental, en la etiqueta de los productos apa-rece el contenido, el cual se declara por porción(200 mililitros, por ejemplo) y no por envase(1 litro, por ejemplo). De modo que si, por por-ción, una bebida tipo naranjada tiene 23 gramosde azúcar, y uno se toma todo el litro, 23 deberámultiplicarse por cinco para obtener el valor realde lo consumido: 115 gramos de azúcar.

Sales y grasasPara la ingesta de sal también hay un límite: me-nos de 5 gramos de cloruro de sodio al día, segúnla OMS. Pero es más difícil medir su consumodiario porque no sólo se debe considerar lo quese agrega del salero a la comida (cloruro de so-dio), sino también algunos aditivos que son sa-les de sodio: benzoato, sorbato, nitrato...

Las grasas son un producto densamente ener-gético: cada gramo aporta 9 kilocalorías, más deldoble que los carbohidratos y las proteínas (4kilocalorías cada grupo).

Por eso hay que comer pocas grasas, sobre todosi se padecen factores de riesgo. Ahora bien, hayde grasas a grasas. Lo más recomendable es con-sumir grasas de origen vegetal, moderar el con-sumo de las grasas saturadas y evitar las grasastrans, que son producidas industrialmente.

“Las grasas trans son incluso mucho más pe-ligrosas para la salud que las grasas saturadas.De ahí que un valor agregado sea que un ali-mento no las contenga y lo anuncie en su em-p a q u e”, comenta De la Barrera Avilés.

Para tener una buena salud se recomienda unconsumo reducido de grasas y la preferencia pormétodos de cocción de alimentos que requieranla menor cantidad posible de ellas, como el hor-neado, el asado o la preparación a la plancha, alcomal o al vapor.

“En resumen, es necesario ejercer un consu-mo informado y responsable de los productosprocesados, así como preparar los alimentos coningredientes frescos y naturales”, finaliza. b

De comprasbbb De la Barrera Avilés, quien imparteen el PUAL el curso “Decisiones inteli-gentes en la compra de alimentos”, su-giere, en el caso de los productos que re-quieren refrigeración (lácteos, carnesfrías...), adquirirlos al final de la visita alsúper o al mercado, y mantenerlos jun-tos, en una bolsa térmica, para no romperla cadena de frío.

“Esto se aplica a la mayoría de los ali-mentos de origen animal porque, cuan-do se rompe la cadena de frío y sube latemperatura, se inician procesos meta-bólicos y de descomposición de dichosalimento s.”

Otras sugerencias de la académicauniversitaria son: ir de compras en elmomento más frío del día, sobre todo sise efectúan en mercados, donde la ca-dena de frío no se mantiene adecuada-mente; seleccionar productos vegetalesque estén íntegros, sin evidencia de pla-gas, cambios de coloración y objetos cer-canos que puedan lastimarlos; y tratar deno golpear las frutas y verduras, porquepuede romperse la cáscara y esto propi-ciar el inicio de procesos de degradacióno pudrición.

Aditivos ye m paq u esbbb Los aditivos son sustancias que seagregan a los productos para preservar susabor y color, mejorar su textura y pro-longar su vida en anaquel. Se clasificanen retenedores de agua (almidón y féculade papa), emulsificantes, tensoactivos,colorantes, saborizantes, edulcorantes,espumantes, gelificantes, clarificantes,enturbiante s...

Algunos empaques también ayudan apreservar más tiempo los productos y,como en el caso de los enlatados, a noponerles tantos aditivos. Los frijoles enlata (cocidos en el mismo contenedor ysellados al vacío) duran unos tres añosporque, a falta de oxígeno, no se echan aandar procesos enzimáticos que degra-den el alimento.

“23 gramos de azúcar son unascuatro cucharaditas y media. Sialguien estuviera frente a unaazucarera y una cuchara,¿cuántas cucharaditas de azúcarpodría comer si lo retaran ahacerlo? Quizás una o dos. Peroen la mayoría de las bebidascarbonatadas uno ingiere muchomás (unas 14 cucharaditas) de lorecomendado por la OMS (10)”ANA BERENICE DE LA BARRERA AVILÉSResponsable del Subprograma de Apoyoa la Docencia en Alimentos del ProgramaUniversitario de Alimentos de la UNAM

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Almidones A veces, sin darnos cuenta,consumimos mucha azúcar en forma dealmidones que no producen el estímulodulce, como aderezos y salsa catsup.