ciencia compromiso y cambio social-fals borda

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    Coleccin Pensamiento LatinoamericanoMontevideo, 2014

    CIENCIA,COMPROMISOY CAMBIO SOCIALORLANDO FALS BORDA

    ANTOLOGA

    Nicols Armando Herrera Farfn

    Lorena Lpez Guzmn

    (compiladores)

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    Herrera Farfn Nicols Armando / Lpez Guzmn Lorena. (Comps.)

    Ciencia, compromiso y cambio social. Textos de Orlando Fals Borda

    1a ed. - Buenos Aires: El Colectivo - Lanzas y Letras - Extensin Libros, 2012.

    460 p. ; 15x22 cm. - (Coleccin: Pensamiento Latinoamericano)

    1. Ensayo Sociolgico. I. Herrera Farfn, Nicols, comp. II. Lpez Guzmn, Lorena,comp. III. Ttulo

    CDD 301

    Copyleft

    Est permitida la copia, distribucin, exhibicin y utilizacin de la obrabajo las siguientes condiciones:

    Atribucin: se debe mencionar la fuente (ttulo de la obra, autor/a,editorial, ao).

    comerciales.

    Mantener estas condiciones para obras derivadas: slo est autorizadoel uso parcial o alterado de esta obra para la creacin de obras derivadassiempre que estas condiciones de liciencia se mantengan para la obraresultante.

    Diseo de tapa: Sebastin Hernndez(a partir de diseo de Alejandra Andreone).Diagramacin Interior: Alejandra Andreone

    Editorial El Colectivo

    [email protected]

    Ediciones Lanzas y Letras

    www.lanzasyletras.org

    Extensin Libros.

    Comisin Sectorial de Extensin y Actividades en el Medio (CSEAM)Brandzen 1956, apto 201

    11200 Montevideo, Uruguaytel. (598) 24090286 y 24025427fax. (598) [email protected]

    ISBN: 978-9974-0-1125-0

    2 edicin, Montevideo 2014

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    Nadie puede ser verdadermanente revolucionario

    Camilo Torres Restrepo

    V. I. Lenin

    Quien pretenda decir que solamente un tcnico, un arquitecto, un mdico,

    Ernesto Guevara

    No se oye otra voz que la de los dominadores,

    Pues los vencidos de hoy son los vencedores de maana

    Bertolt Bretch

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    Presentacin

    Introito. Orlando Fals Borda: sentipensante tropical

    Me queda la angustia de la continuidadUno siembra la semilla, pero ella tiene su propia dinmica

    Seccin i:teora

    La subversin: entre la historia y la utopa

    Ciencia propia y subversiva

    Antecedentes de una ideaEl pro y el contra del retoEl neohumanismo en la sociologa contemporneaCiencias sociales, integracin y endognesis

    Colonialismo intelectual y eurocentrismoLa superacin del eurocentrismo (con Luis Eduardo Mora-Osejo)Casos de imitacin intelectual colonialista

    La antilite: agente de cambioLa antilite y su papel en el cambio social

    La hora de la antilitePrimera leccin: saber interactuar y organizarseUniversidad y sociedad

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    La praxis: ciencia y compromisoEs posible una sociologa de la liberacin?Por un conocimiento vivencialRetorno al compromiso prctico

    La crisis, el compromiso y la cienciaEl tercer mundo y la reorientacin de las ciencias contemporneasIrrumpe la investigacin militante

    Seccin ii:mtodologa (IAP)

    El problema de cmo investigar la realidad para transformarla porla praxis ColombiaRomper el monopolio del conocimiento. Situacin actual yperspectivasOrgenes universales y retos actuales de la IAPTransformaciones del conocimiento social aplicado: lo que va deCartagena a BallaratSituacin contempornea de la investigacin-accin-participativa y accin (participativa)La investigacin: obra de los trabajadores

    La IAP y la psicologa

    Seccin iii:praxiologaMovimientos sociales y polticaEl papel poltico de los movimientos sociales

    Poder popular, revolucin y socialismo raizalLas revoluciones inconclusas en Amrica latinaEn torno al poder popular y la IAP

    Posibilidad y necesidad de un socialismo autctono en ColombiaElementos y desarrollos del socialismo raizal

    Globalizacin e integracin regionalLa globalizacin y nosotros los del surLa glocalizacin: una mirada desde MompoxHacia la gran Colombia Bolivariana: bases para enfrentar peligrosinternacionales

    Eplogo: Vigencia de las utopas en Amrica

    Fuentes(de donde tomamos los textos)

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    La historia reciente de Colombia comprendida entre el Siglo XX y lo corri-do del Siglo XXI ha estado atravesada por un continuum histrico de violen-cia (Snchez, 2006). Un siglo que se ha caracterizado por sucesivas, cruen-tas, mutantes e institucionales guerras que se promovieron y an hoy sesiguen haciendo bajo la institucionalidad gubernamental. Estas guerras,adems, han estado bajo el amparo de aliados extranjeros, especialmentecon los distintos gobiernos norteamericanos, lo que ha permitido el saqueode los recursos, en pro de mantener el control poltico del Estado e impedirel alumbramiento de nuevos y mejores destinos ligados a las esperanzaspopulares. En este sentido, va de suyo que compartimos ampliamente latesis de que lo que ocurre en Colombia no es una confusa mezcla de violen-cias (Cepeda y Girn, 2006) sino la construccin de un modelo de terror ysilenciamiento de la oposicin, el cual garantiz la perpetuidad de los inte-reses de la burguesa nacional y transnacional en las decisiones nacionales(Carrillo y Kucharz, 2006).

    positivos que caracterizaron el saliente gobierno encabezado por lvaroUribe Vlez (cuyo ministro de defensa era el actual presidente Juan ManuelSantos), este modelo de terror, barbarie y silenciamiento ha buscado su jus-

    sido reproducida en los medios de comunicacin y se ha promovido comovalor y smbolo de vida. El propsito de naturalizar (Montero, 2003) esterecorrido histrico no es otro que el de desarmar, desactivar y deslegitimarla resistencia mediante mltiples estrategias: la mentira meditica, la re-presin sistemtica (que incluye asesinatos, destierros, exilios, persecucio-nes) y la guerra psicolgica (Martn-Bar, 1990a y 1990b; Lira, 1990). As de la clase dominante.

    Ante un escenario donde la pera prima es la guerra, la violencia es reci- -

    guntas como: qu piensan los acadmicos?, qu debates surgen ante unahistoria que reivindica constantemente al vencedor y al victimario?, qu

    Presentacin

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    Ciencia, compromiso y cambio social

    En este sentido, la tradicin acadmica colombiana ha estado encami- ocultando, resaltando o ignorando problemas, situaciones o preguntas1.Sin duda, no es responsabilidad absoluta de los(as) intelectuales, pero

    tampoco se ha hecho sin su participacin. Participacin no quiere decirconsentimiento ni aprobacin, ya que en muchos casos se ha sido presade la alienacin o de la repeticin vaca de modelos, metodologas, teo-ras y paradigmas importados acrticamente en una clara evidencia decolonialismo intelectual; y en otros presa del terror, la persecucin, lacoaccin o la cooptacin. Por fortuna, en Colombia han existido honrosasexcepciones a esta regla.2

    En las primeras dcadas del siglo XX, se ha podido valorar la emergenciade acadmicos(as) e intelectuales que han asumido una actitud axiolgica:la vinculacin orgnica a las luchas populares y su bsqueda de aportar enel avance de stas, desde una opcin tico-poltica. El accionar de estas pl-yades ha sido claramente subversivo. La produccin intelectual se ha hechoal calor de la organizacin popular y de la promocin de nuevas y variadasformas de concebir la vida, el trabajo, la historia, la ciencia y la cultura acor-de a los cambios y transiciones econmicas, polticas y cuturales del pasen la primera mitad del siglo XX. La posicin fue anticonformista, pero denuevo cuo: no fue un anticonformismo emocional, por frustracin o sim- 2010) y sistmico (Martn-Bar, 1989), lo que los convirti en verdaderasantilites (Fals Borda, 1971 y 2007) que propugnaron por el cambio de las -

    de a las realidades inmediatas, cercanas y propias del contexto violento-cclico colombiano.

    que su presencia constante permiti que la academia gestase ideas en co-rrelacin con la realidad colombiana y la accin participativa con la misma,en un dilogo entre el saber y el hacer, constituyndose as un dilogo rec-proco y horizontal con el saber popular y cotidiano de nuestros pueblos.3

    se aprenden las reglas del buen uso, es decir de las conveniencias que debe observar todo agente dela divisin del trabajo, segn el puesto que est destinado a ocupar: reglas de moral y de conciencia

    la sumisin a la ideologa dominante.

    2 Resaltamos, entre otras, las siguientes experiencias: el papel intelectual y poltico del PartidoSocialista Revolucionario (PSR), a la cabeza de Mara Cano, Ignacio Torres Giraldo, Ral EduardoMahecha y Toms Uribe Mrquez, quienes no slo promovieron la organizacin sindical en losaos veinte si no que libraron una lucha frontal contra el colonialismo poltico-intelectual al cualla Komintern los quiso someter; la experiencia del grupo de Los Nuevos quienes promovieron lasuperacin de La Regeneracin Conservadora a partir de la actualizacin del ideario del PartidoLiberal, la organizacin popular y la movilizacin estudiantil, lo cual conducira al triunfo electoraldel partido en 1930. Dignos de resaltar son Alberto Lleras Camargo, Luis Tejada, Germn Arciniegasy Jorge Elicer Gaitn.

    3 No necesariamente debe hablarse de negatividad en la guerra. Ignacio Martn-Bar (1990c: 35) adverta,al referirse a la realidad salvadorea que muchos salvadoreos en medio de la guerra haban podido sacar

    a relucir recursos de los que ni ellos mismos eran conscientes o se replantean su existencia de cara a unhorizonte nuevo, ms realista y humanizador. Esto parecera ser consecuente con la generacin de teorasy saberes antisistmicos propios de la historia acadmica colombiana. Hace poco conversbamos con undilecto amigo argentino y nos relataba cmo se asombraba de la manera como escriba otro grande, EstanislaoZuleta, quien postulaba sus sentencias en tono vehemente y mordaz, como si te retara, deca.

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    Presentacin

    Sobre Orlando Fals Borda y su obra

    La obra de Orlando Fals Borda tuvo su gnesis en esta esquina del sur delcontinente. Un lugar donde se ha hecho inevitable e indudable el impacto

    sido de Celestino Mutis sin su Expedicin Botnica, Gabo sin su Macondoy el realismo mgico, Orlando Fals Borda sin sus sentipensantes y el so-cialismo raizal? S, slo en esta tierra, de hijos e hijas del trpico se puedenparir pensamientos otros que la exacerbada razn de las sociedades occi-dentalizadas se encargaron de aniquilar, esclavizar, evagelizar, colonizar yadoctrinar. La anttesis a esta homogeneizacin del pensamiento europeoy norteamericano sembr semilla en este trpico del sur con la gran obradel maestro Fals Borda, que como muchos otros demostraron que otra aca-demia era posible, rompiendo as los cnones tradicionales de la cienciaasptica y hegemnica.

    Estamos convencidos de que Orlando Fals Borda brilla con luz propia enla constelacin de las honrosas excepciones. Hizo parte de una antilite Camilo Torres Restrepo, Mara Cristina Salazar, Germn Guzmn Campos,Germn Zabala, Eduardo Umaa Luna, Antonio Garca Nossa, Gerardo Mo-lina. Su produccin intelectual recupera lo mejor del pensamiento antisis- y metodologa de la investigacin en ciencias sociales, dialogando siemprecon sus contemporneos. No construy una suerte de demagogia pseu-

    tarea de la emancipacin social y humana desde nuestras propias experien-cias, sentires, tradiciones y ambiente: el trpico y el subtrpico. Siemprequiso ser ms til que importante, y conserv la humildad de quien estconvencido que es un obrero ms de la gran obra del cambio social: el so-cialismo, con todas las letras.

    tambin mltiples y podran seguirse en trminos de antagonismos terico-polticos: a la tradicin acadmica del colonialismo intelectual le antepuso laendognesis contextual; promovi la sociologa de la crisis en oposicin alfuncionalismo norteamericano; a la divisin territorial en funcin de los in-tereses del capitalismo supo promover el Kaziyadu4y discutir nuevas formas

    de ordenamiento territorial que respondieran a las tradiciones y saberes delos pueblos; frente a las teoras y prcticas del socialismo importado, trans-gnico y dogmtico, supo promover un socialismo raizal y tropical; frente ala visin de una ciencia asptica e indiferente, teoriz sobre el compromiso,la militancia y la superacin de la neutralidad valorativa (que no existe, porcierto). Categoras como antilites, subversin y cambio social, se pasean porlas lneas de las obras del maestro.

    Orlando Fals Borda es un pionero que supo comprender que la universa-lidad de la ciencia no estriba tanto en su abstraccin de la realidad ni enla bsqueda de categoras replicables en cualquier contexto, cuanto en la

    otra forma de expresar lo que a muchos de nosotros nos han enseado en las universidades sobre desarrollo.

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    Ciencia, compromiso y cambio social

    construccin de un corpus terico que pueda ayudar a comprender las vi-vencias y las experiencias sociales en una historia y un territorio concretoscomo un primer paso para la transformacin de condiciones de miseria,opresin y sumisin. Sus aportes a la Investigacin-Accin Participativa

    (IAP) y sus planteamientos tericos de sociologa militante y de la libera-cin, son muestras evidentes de ello.

    Sobre el surgimiento del libro

    Durante nuestra estada en Argentina hemos venido intentando promo-ver debates e intercambiar experiencias sobre la realidad colombiana y susactores sociales. Ms all de cualquier sentimentalismo o patrioterismorancio, propio de esa construccin de nacin decimonnica hegemnica yhomognea (con sus smbolos y lema de Orden y Progreso), fuimos lle-gando a la conclusin de que el desconocimiento era tal que la especulacin

    y la emocionalidad (nostlgica, las ms de las veces) terminaban cumplien-do el papel de verdad revelada sobre la historia y la actualidad de nues-tro pas. En muchas ocasiones el esfuerzo por socializar lo que ocurre enColombia (el alarmante exterminio de la oposicin poltica y la opresinde la clase popular5) ha quedado reducido a la exposicin de cifras descar-nadas, los intereses partidarios o la lucha contra un rgimen, perdiendode vista el proceso histrico de opresin, violencia estatal y paraestatal,intervencionismo, desarraigo y miseria y con ello la naturaleza estructuralde la actualidad nacional; en otras ocasiones, el deseo por querer dar cuen-ta de la realidad colombiana ha sido pasado por estudio y conocimiento dedicha realidad. Aunado a esto, nos encontramos muchas de las veces anteun vaco epistemolgico y el desconocimiento de autores y autoras antisis-tmicas que han puesto lo mejor de s en favor del cambio social.

    En este sentido, esta publicacin surge de una certeza que, sin chauvi-nismo ni prepotencia, podramos enunciar de la siguiente manera: Colom-bia ha aportado elementos importantes, ideas relevantes y experiencias de la emancipacin continental y para el fortalecimiento del pensamientolatinoamericano.

    Hoy Colombia es el nuevo laboratorio de guerra del continente, donde seaplica consistentemente la Guerra de Cuarta Generacin y la guerra psi-

    colgica contra un pueblo que no deja de luchar y unas guerrillas que nohan podido ser derrotadas. Orgullo por la heroicidad de nuestro puebloque en medio del horror se sigue organizando y sigue buscando caminos deemancipacin no necesariamente armadas, y vergenza por jugar el triste- vital: como esquina superior de Amrica del Sur, puede incidir favorable-mente en los procesos sociales y politicos de cambio que se vienen dandoen muchos de sus vecinos (Ecuador, Venezuela y Nicaragua) y en la andinaBolivia, todos miembros de la ALBA. Pero tambin puede ser la punta delanza que desestabilice dichos procesos propugnando al fortalecimiento dela derecha latinoamericana, bajo la gida imperialista.

    5 Tomamos de Camilo Torres (2010) el concepto clase popular para describir los pobres deColombia. Una categora mucho ms amplia que se emparenta con pueblo, la empleada por FidelCastro en .

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    Presentacin

    Consideramos que si hurgamos en la historia colombiana y en la acade-mia nacional podremos encontrar herramientas para comprender no sloesta realidad dolorosa que nos atraviesa, sino para avanzar en las luchascontrahegemnicas y construir un verdadero cosmopolitismo de oposicin

    (De Sousa Santos, 2003). Parte de nuestros esfuerzos estn en aportar en pri-mera instancia a las luchas sociales argentinas y consideramos que avanzaren la indagacin y socializacin de nuestros propios referentes es un aporteen este sentido. Sumado a ello, consideramos que es un ejercicio acadmicovital en pro de visibilizar la realidad colombiana que no ha sido tan diferen-te de otros escenarios latinoamericanos en los diversos contextos histricos(como por ejemplo y en su momento lo fue la Argentina sumida en Dicta-dura). De igual manera, la bsqueda por nuestros ancestros acadmicos seconvierte en una forma de devolverle dignididad al pueblo annimo, ese que estragos de la guerra sembrando esperanzas de un nuevo pas.

    a nosotros mismos e impulsar las batallas por la emancipacin humana yla superacin histrica del capitalismo. En tiempos de la batalla de ideas,nuestros autores raizales cobran una vigencia enorme en la construccindel Socialismo del siglo XXI y de una ciencia transformadora y raizal (Bo-rn, 2009 y 2010; De Sousa Santos, 2010; Houtart, 2008).

    En la misma lnea de pensamiento nos encontramos con compaeros ycompaeras de las dos editoriales que favorecen la publicacin: El Colecti-vo y la editorial colombiana Lanzas y Letras, quienes han impulsado y aco- -

    yan en iniciativas de este tipo nos indica que podemos avanzar en las luchasideolgicas ms all de las fronteras.Que esta obra inaugure una coleccin sobre pensamiento latinoamerica-

    no y que una coleccin sobre investigacin y movimientos sociales de staeditorial argentina lleve por nombre Orlando Fals Borda, es un reconoci-miento justo y merecido a los esfuerzos del maestro durante sus casi cin-cuenta aos de ciencia y compromiso por el cambio social.

    Sobre el contenido del libro

    El presente libro trata de dar cuenta de la complejidad de la obra de Fals

    y de la superacin que l promovi de la visin parcializada y limitada a lacual se vieron abocadas las disciplinas de ciencias sociales durante todo elsiglo XX (Smith, 1997).

    Su propsito no es el de la curadura acadmica ni de la reverenciacontemplativa. No intentamos reconstruir el camino de Fals, ms bienbuscar pistas que nos aporten hoy para la praxis. Por eso la persona quese acerque a este material intentado seguir, como en el famoso cuentode Hansel y Gretel, el proceso y las preguntas del maestro, podra incu-rrir en decepcin.

    La publicacin tiene una intencionalidad poltica manifiesta: la recu-peracin de la memoria histrica como herramienta de accin poltica

    hoy. Esto quiere decir que nos interesa compartir a Fals Borda, porquenos puede aportar al quehacer poltico cotidiano, ya sea desde nuestrolugar de cientficos y cientficas sociales comprometidas o desde la mili-

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    Ciencia, compromiso y cambio social

    tancia social de base. Por eso el nombre de la obra, Ciencia, compromiso revela claramente nuestras intenciones (y creemos quelas de Fals tambin).

    Es un libro que se organiza de acuerdo a preguntas y no a partir de cro-

    nologas. No intentamos reconstruir el abec falsbordiano, ni creemos quesea un manual de IAP. Es slo un aporte al debate, o mejor, un insumo paralos debates (que se vuelcan a la accin poltica y que luego regresan a la -cionados internamente todos los textos que componen la compilacin, noest hecho para leerse de corrido o en orden.

    El introito fue pensado desde Fals Borda mismo. No quisimos hacer unasuerte de Estudio introductorio a la usanza de los libros que presentan unautor. Preferimos, mejor, darle la posibilidad a Fals de que se presentara a smismo de manera dialgica, ntima y sincera. Por ello incluimos una cartay una entrevista, en las cuales los lectores y lectoras puedan aproximarse asu recorrido vital, sus apuestas personales y su constitucin en intelectualde avanzada. Lejos de cualquier asomo de arrogancia intelectual o de cual-quier esfuerzo egocntrico, los dos documentos nos llevan a lo profundode las decisiones y al corazn de las opciones asumidas por el maestro. Elresto del contenido est dividido en tres grandes partes.

    La primera parte (Teora) busca abordar algunos planteamientos tericosde Fals Borda: la subversin como categora de anlisis, la importancia dela constitucin de una ciencia propia y subversiva que se oponga al euro-centrismo y el colonialismo intelectual y que termine constituyendo verda-deras antilites intelectuales que se caracterizan por la praxis revoluciona-

    ria en la cual sabrn conjugar ciencia con compromiso social.En el segundo apartado (Metodologa), se retoman documentos que giran -ba en acercar-nos a esta metodologa, en superar la visin fantasmagri- ciencia y el saber para la transformacin social.

    La tercera parte (Praxiologa), se esfuerza por poner a dialogar al maestrocon problemas prcticos de las luchas contemporneas: la caracterizacinde los movimientos sociales, el poder popular, la revolucin, el socialismoraizal, la globalizacin y la integracin regional.

    El libro concluye con un eplogo, Vigencia de las utopas en Amrica Lati-

    na, que apuesta por ser una provocadora invitacin a seguir en la tarea dela construccin de los mundos posibles y necesarios que tanto se promue-ven desde el Foro Social Mundial.

    Ahora bien, en cuanto al tratamiento o edicin de los artculos contenidosen esta compilacin es menester hacer una aclaracin: slo se hizo una re-visin general de las normas que rigen los textos. Teniendo en cuenta quelos textos reunidos viajan cuatro dcadas, se mostraban disparidades en los encontrarse las pistas de dnde extractamos los textos ac presentados, yall se indica la edicin de la cual los tomamos o el nmero de la revista en

    la cual aparecieron. Algunos de ellos los encontramos por internet, as queestn sealados los enlaces virtuales de donde fueron capturados.

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    Presentacin

    Por ltimo, no queremos dejar pasar estas lneas sin reconocer los esfuer-zos de muchos y muchas en la posibilidad de que este libro vea la luz.

    La obstinacin de Fernando Stratta, el impulso inicial de Francisco Longay el apoyo siempre presente de Uverney Quimbayo Cabrera.

    La solidaria disposicin que mostraron Lola Cendales (Dimensin Educa-tiva) y Carlos Arango Clad (Universidad del Valle) para que diversos textosincluidos en esta obra pudieran aparecer.

    El papel germinador de Miguel Eduardo Crdenas, quien trabaj treintaaos al lado del maestro y nos impuls en esta bella aventura de conocer unpoco ms el trabajo de Fals Borda para poder seleccionar esta compilacinque ahora queda en sus manos.

    Muy a pesar de que intentamos por todos los medios poder comunicarnoscon los comits editoriales de diversas revistas de donde extractamos cier-tos artculos, fue imposible para nosotros entablar el dilogo. Incluimos losartculos en la presente edicin, citando integralmente las fuentes de don-de los hemos tomado y ofrecemos excusas si alguien llegase a molestarsepor este homenaje al maestro Orlando Fals Borda en su tercer aniversariode fallecimiento.

    Los compiladores, Buenos Aires, Otoo de 2011

    Althusser, L. (1969).

    Recuperado el 31 de enero de 2011, en: http: //www.liber-accion.org/Born, A. (2009).

    La Habana, Cuba: Editorial de Ciencias Sociales.

    (2010). [CLASE VIRTUAL].Programa Latinoamericano de Educacin a Distancia, Centro Cultural de laCooperacin, Buenos Aires, Septiembre 2010.

    Carrillo, V. y Kucharz, T. (2006). Barcelona,Espaa: Icaria editorial.

    Castro Ruz, F. (2005). . Buenos Aires, Argentina:Ediciones Luxemburg.

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    Ciencia, compromiso y cambio social

    Cepeda Castro, I. y Girn Ortiz, C. (2006). La guerra sucia contralos opositores polticos en Colombia. En V. Carrillo & T. Kucharz (Eds.), (pp. 147-171). Barcelona, Espaa: Icaria editorial.

    De Sousa Santos, B. (2003). Bogot, Colombia: ILSA-Universidad Nacional.

    (2010). Buenos Aires, Argentina: Editorial Antropofagia.

    Fals Borda, O. (1971). Mxico, Mxico: Siglo XXI editores.

    (2007). . Bogot, Colombia:

    Ediciones desde abajo.Houtart, F. (2008).

    La Habana, Cuba: Ruth Casa Editorial.

    Martn-Bar, I. (1989). Sistema, grupo y poder. San Salvador, El Salvador:UCA Editores.

    (1990a). La importancia social de la opinin pblica. En G. Pacheco& B. Jimnez (Comp.), Ignacio Martn-Bar (1942/1989). (pp. 57-65). Guadalajara, Jalisco, Mxico:Iteso-Universidad de Guadalajara.

    (1990b). De la guerra sucia a la guerra psicolgica: el caso de ElSalvador. En I. Martn-Bar (Ed.), (pp. 159-173). San Salvador, El Salvador: UCA Editores.

    (1990c). Guerra y Salud Mental. En I. Martn-Bar (Ed.), (pp. 23-40). San Salvador, El Salvador: UCA Editores.

    Montero, M. (2003). Buenos Aires, Argentina: Paids

    Lira Kornfeld, E. (1990). Guerra psicolgica: intervencin poltica de lasubjetividad colectiva. En I. Martn-Bar (Ed.), (pp. 137-158). San Salvador, El Salvador: UCA Editores.

    Snchez, G. (2006). Medelln, Colombia: LaCarreta Editores.

    Smith, R. (1997). (A. M. Talak, Trad.).Recuperado el 31 de enero de 2011, en: http://www.elseminario.com.ar/

    Torres Restrepo, C. (2010). La universidad y el cambio social. En C. Korol,K. Pea & N. Herrera (Comp.), . (pp. 33-38).Buenos Aires, Argentina: Amrica Libre ediciones.

    (2010). Reportaje de Armin Hindrichs y Fernando Foncilla. En C.Korol, K. Pea & N. Herrera (Comp.), (pp. 99-109). Buenos Aires, Argentina: Amrica Libre ediciones.

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    INTROITOOrlando Fals Borda: Sentipensante Tropical

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    Mi apreciado Pedro:

    La invitacin tuya y de los colegas del Foro por Colombia a concelebrar elhistrico nmero 50 de nuestra revista, sumada a la generosa sugerenciade que yo mismo escogiera la forma y el tema de mi expresin congratula-toria, no poda dejarse de lado. A los lazos de amistad contigo y con el grupofundador desde los inicios de la aventura en 1982, se han unido los fuertesvnculos de la esperanza en las transformaciones sociales y polticas queentonces vislumbrbamos.

    Son ms de dos dcadas de grandes eventos nacionales en los que hemosparticipado, muchas veces juntos, otras distanciados, pero siempre mutua-mente respetuosos y ligados por valiosos ideales de trabajo con y para elpueblo colombiano, del que quisimos aprehender su ciencia y apreciar sucultura. Esto, por viejas razones de casta y estirpe, era en s mismo un pro-ceso de alejamiento intelectual y poltico de nuestras tradiciones, en el queapenas participaba una minora preocupada, mayormente juvenil, a la quepertenecamos quizs por la fuerza de los hechos, a pesar de nosotros mis-mos y de la neutral herencia educativa que habamos recibido. Era unaespecie de revolucin multimodal compuesta por violencias estructurales

    y de sus efectos, que ha condicionado el trgico sino de mi generacin. Pero transformacin radical y llevarla a buen puerto. Todava no hemos llegado.

    Evaluar este intenso perodo de cambios en Colombia los buenos y losmalos, poda haber sido tema adecuado para mi contribucin. Tarea ne-cesaria, sin duda. Pero como s que t y nuestros colegas la han venidohaciendo con lucidez y constancia, decid descartarla.

    Pens, en cambio, que poda ser ms til y quizs interesante hacer el raroejercicio de autoexaminarme algo que he hecho poco en pblico, y ms a la luz de lo ocurrido en el perodo que estamos recordando.

    A ello se aade el factor inevitable de la vejez, con mi penltimo deseode explicarme a m mismo y a los dems, antes de morir, cmo y por quhe actuado como lo he hecho en el contexto regional, nacional e interna-

    Me queda la angustiade la continuidadCarta a Pedro Santana

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    cional. Me lo ha inducido, en parte, la lectura de la autoevaluativa carta deJulio Cortzar a Roberto Fernndez Retamar del 10 de mayo de 1967, re-producida hace poco a raz del vigsimo aniversario de la muerte de aquelprodigioso escritor. Y, como l, yo tambin empiezo proclamndome como

    intelectual del Tercer Mundo.Lo universal y lo particular

    Quiero hacer esta proclamacin de partida porque as me he sentido paratomar mis ms importantes decisiones en los trabajos que he realizado:como del Sur del mundo, latinoamericano, colombiano y costeo; y lti-mamente tambin como declarado tropical. Pero a diferencia de Cortzarcuya diafanidad argentina tuvo como referente un concepto de universali-dad demasiado impregnada, en mi opinin, por Francia, su segunda patria,

    gentes y culturas, evitando convertirme en parroquial. No fue siempre as,en especial al comienzo de mi periplo profesional. Porque cuando empec asentir las incongruencias de la llamada ciencia universal aprendida en elNorte al aplicarla a nuestro contexto regional, hube de investigar y entenderlas races ambientales e histricas y las razones culturales del pueblo del

    Fue cuando empec a denunciar el colonialismo intelectual (1970) asde derechas como de izquierdas, una vertiente a la que accedieron lue-go colegas tan valiosos como Anbal Quijano, Pablo Gonzlez Casanova,Enrique Dussel, Arturo Escobar, Edgardo Lander y Boaventura de Sousa de orientacin para mis trabajos de campo y mis publicaciones. El redes-cubrimiento y revaloracin del mundo tropical realizado en esta formacon el eminente bilogo Luis E. Mora Osejo ( -trismo, 2002, traducido ya a varios idiomas) ha sido, por estas razones,uno de mis grandes goces recientes, que lamento no poder profundizaren el tiempo que me queda, porque me parece un reto contemporneo dela mayor trascendencia.

    Quiz en este aspecto prctico y contextual del cambio, visto por un inte-lectual como yo, que he sido socilogo antes que novelista, mi intelecto se

    aleja un poco del modelo de Cortzar y de escritores demasiado eurocn-tricos: he tratado de contestar el para qu del conocimiento en su entorno -vo e imaginativo de los escritores del boom.

    Siguiendo entonces a maestros como Galeano, Garca Mrquez y Carpen-tier, trat de sumar la historia local a la morfologa literaria. Y de RayueladeCortzar tom la metodologa polifnica que los lectores han observado enmi (1979-1986). Estas decisiones sumatorias dedisciplinas me han parecido adecuadas, porque quise combinar tambin louniversal (Canal B, logos) con lo regional (Canal A, mythos) sin perderel sabor de lo propio que me brindaba la identidad cultural del entorno. Y

    esta multihistoria sigue con vida.

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    Introito. Orlando Fals Borda: sentipensante tropical

    Mi activismo poltico

    -res, pero no lo fue para m. El propsito de casi todos mis trabajos ha sido cla-

    ramente poltico en el buen sentido del concepto: quera informar y ensearsobre las realidades encontradas a travs de investigaciones interdisciplina- -tes a actitudes y actividades capaces de cambiar la injusta estructura socialexistente, especialmente en los campos. As contestaba el comprometedorpara qu: para defender el control y uso de tierras y aguas con el elemen-to humano que han nutrido la vocacin histrica y la identidad cultural denuestros pueblos, hoy amenazados por ALCAs y TLCs, lo cual es estratgicopara la sobrevivencia del Sur y hasta del mundo.

    porque la situacin de Colombia y de la Costa Atlntica en particular se haempeorado desde cuando retorn a mi tierra con aquel buen propsito de es-tudiar para transformar. Es posible que la est ms bien cum-pliendo un proceloso papel informativo y formativo de eventuales conductas,convergentes con el proceso de transformacin esperada, como sigue siendomi propsito de socilogo activo. Este punto lo desarrollar ms adelante.De todos modos, ante aquellas perspectivas de la triste y resistente realidadencontrada, fue estimulante para m que t y el Foro se hubieran declara-do a favor de la solucin terico-prctica o poltica que la Fundacin Roscavena adelantando conmigo desde 1970, con el apoyo de marxistas crticos.As naci la investigacin-accin participativa (IAP), con este tipo de sesgo

    popular a mediano y largo plazo.

    segundo gran simposio nacional sobre la IAP en 1985 en el teatro del SENAen Bogot. Pero ya se vean venir las peores masacres y matanzas polticasde la historia del pas, desde las de la Unin Patritica hasta las de las moto-sierras de autodefensas. El intelectual tercermundista colombiano tena que violencias mltiples. No poda yo mismo declararme neutral en esta situa-cin, y tom partido por las causas del pueblo.

    Al autoexaminarme ahora, me parece que fue una solucin consecuente con

    lo que vena observando y aprendiendo. Este proceso me llev a sentirmeintelectualmente apoyado por escuelas crticas de la academia, como la delos antroplogos de la accin (Stavenhagen, Tax, Park) y la de los constructi-vistas (la cosmovisin participante de Reason, el antiorientalismo de Said),dejando atrs a ortodoxos como mis viejos y queridos amigos de la Escuela deAltos Estudios de Paris (intervencin de Touraine) que desafortunadamentesiguieron en los esquemas obsoletos del objetivismo funcionalista.

    Sin embargo, la estricta accin poltica nunca me atrajo. Ni siquiera busqula presidencia de la AD-M19 cuando se me eligi. A la poltica activa llegu derebote o a instancias externas como tambin me ocurri en Crdoba o por larevista Alternativa (1974). Fue casi siempre como resultado de algn libro:Campesinos de los Andes(1955) me llev al Concejo Municipal de Chocont; (1957) al Viceministerio de Agricultura;La insur-gencia de las provincias (1988) a la Asamblea Nacional Constituyente. Fueron

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    libros tiles desde estos puntos de vista, que llenaron vacos en el conocimien-to de la realidad regional y nacional, segn opinin autorizada. Hubo tambinel trabajo en equipo con colegas como el inolvidable Carlos Urn, AdalbertoCarvajal, Carlos Jimnez Gmez, Miguel E. Crdenas y otros, con quienes se

    organizaron movimientos sociales como los muchos de Colombia Unida, sem-brando conceptos entonces nuevos, como los de democracia participativa yequilibrio regional que llegaron a incorporarse en la Carta de 1991. A estascampaas igualmente se sum la revista Foro desde su primer nmero en1986, lo cual fue gran elemento motivador y movilizador.

    No me cabe duda de que trabajamos duramente y de buena fe (con transpa-rencia, se dira hoy), y con el idealismo del hombre nuevo. Como dije atrs,nos afectaba la inmensa tragedia del pueblo colombiano trabajador y humil- trabaj con denuedo y algn resultado. Ni por las represiones subsiguientespercib ninguna dispersin importante de las bases, organizadas o no.

    Casi sin que lo sintiramos, se iba realizando una suma de experiencias,conocimientos y recursos de las bases que iba hacia arriba y las cpulas, enuna acumulacin dinmica que encontr asidero en universidades, sindica-tos y organismos sociales de muy diversa ndole, incluso de mujeres, jvenes,indgenas y afrocolombianos. Concluyo entones que un activismo de este tipoera una especie de mandato histrico al que no poda oponerme: era unavivencia total y penetrante.

    La coyuntura actual

    Un punto de llegada para esta vivencia ha sido el Frente Social y Poltico(FSP) impulsado desde la CUT por Luis Eduardo Garzn y compaeros desde1999. A l llegu junto con el brillante ex magistrado y senador Carlos Gaviriay dirigentes regionales, atrados por aquello de lo social antes que lo pol-tico, que hace del FSP un proyecto interesante y casi nico en Colombia. Nonos hemos arrepentido de ingresar al Frente y participar de su desarrollo ycrecimiento. Luego sobrevino la eclosin poltica del 26 de octubre de 2003. Deun tajo y casi inesperadamente, emergi la corriente de opinin crtica de unanueva izquierda popular y democrtica, la que se vena preparando y traba-jando sin mucha prensa por varias dcadas y desde abajo, en los movimientosanteriores y con nuestros libros y revistas. Y el pueblo con sus votos renov las

    esperanzas del cambio en el pas y en el gobierno. Una importante brecha seabri, por la que podemos seguir irrumpiendo con determinadas campaas,por lo menos hasta el ao 2006.

    Mi entusiasmo por lo ocurrido el ao pasado me llev a recordar el nicocaso similar en nuestra historia de toma del poder estatal por organismospopulares no bipartitas: ocurri en 1854 con la revolucin artesanal que ve-na andando con las Sociedades Democrticas de entonces y con la primera del librecambio ingls. Experiencia de corta vida (ocho meses) que de todosmodos demostr que el pueblo organizado puede acceder al poder. Eso fuelo que quise destacar con el triunfo de octubre por el FSP, el Polo, la Unidad

    Democrtica, el PSD y otras fuerzas nuevas en Bogot, Cali, Pasto, Barranca-bermeja, Floridablanca, Inz y muchas otras partes. Ahora queda ntida la

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    la estructura del Estado, ampliar las bases y prepararse bien para eleccionesfuturas, como se ha hecho en Venezuela y en otros pases suramericanos.

    En este momento estamos y estoy. El apoyo del Foro ha sido y ha vueltoa ser fundamental y estratgico. Pero tal como la veo, la situacin no est

    ms en manos de mi generacin, sino en las de ustedes y de las que siguen.Slo me queda la angustia de la continuidad de la accin poltica alternativay convergente, la de persistir con generosidad e inteligencia en la suma delas diferencias de vertientes y tendencias de izquierdas, para no dejar que elviejo pas de explotadores y sus clases dominantes tanatomanacas vuelvana levantar cabeza.

    En mi propia experiencia he visto que es posible sumar estas fuerzas diver- (2003), aplicando una teora de la traduccinque haga mutuamente inteligibles las opiniones y aspiraciones de cada gru-po. Observo que, en mi propio caso, he necesitado algo as para ver que losesfuerzos en esta direccin iniciados por Francisco de Heredia en la dcadade 1920, continuados por lderes como Mara Cano, Ral Mahecha, AntonioGarca, Camilo Torres Restrepo, Jaime Pardo, Carlos Pizarro y Gerardo Moli-na, no hayan sido en vano.

    Todo ello porque, como Cortzar lo expuso, quiero que en lo que logre seguirescribiendo y haciendo se asome una voluntad de contacto con el presentehistrico del hombre y una participacin en su larga marcha hacia lo mejor des mismo como colectividad y humanidad. Como Cortzar, estoy convencidode que slo la obra de aquellos intelectuales que respondan a esa pulsin y aesa rebelda se encarnar en las conciencias de los pueblos. Esa obra avanza

    de la mano del socialismo telrico enraizado en nuestros trpicos, gran de- elaboro en mis ltimos libros, (2003) yPor qu el socia- con los colegas Jorge Gantiva y Riardo Snchez (2003).

    Mi mayor frustracin

    Paso ahora a mi ltimo punto. Tradicional y culturalmente, mi tierra, la Cos-ta Atlntica, ha sido un reconocido remanso de paz. Crec en ese ambiente -madera de gallo. Con ese ethos expansivo y tolerante fui al exterior a estudiar,

    y regres a Barranquilla en 1948 justo a tiempo para sentir el grave impactonacional del 9 de abril. Respond a la tragedia con un recurso recndito quehall en el ethos costeo: la msica. Compuse entonces, en un viejo piano dela iglesia de la calle del Sello, una pequea cantata para coro mixto que titulMensaje a Colombia. Era una ingenua y patritica invitacin a los colombia-nos para volver a los senderos de la paz.

    No recuerdo bien qu hice con aquella partitura. Seguramente la mostr amis ms cercanos amigos de entonces, veinteaeros y msicos principiantescomo yo, que me ayudaban en el coro de la iglesia: el violinista Luis Biava(hoy de gran fama internacional), el pianista Luis Rosensweig y mi primowagneriano y pianista tambin, Benjamn Anaya. Supongo que les gust, por-

    que no me hicieron destruir el mamotreto. Pero este qued volando inditoy olvidado de gaveta en gaveta. Es posible que mi conmovido espritu juvenildescans pronto, porque la temible Violencia de la mariapalito bicfala que

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    ruga en el interior del pas todava no lanzaba sus mordiscos hacia el norte,hacia mi tierra y mis gentes.

    Aquella partitura tambin descans, como secreto guardado, hasta el aopasado cuando fue descubierta por algunos curiosos entre los papeles del

    Fondo Fals del Archivo General de la Universidad Nacional en Bogot, do-nados por m para formalizar el archivo histrico de la institucin. Prontolleg al conocimiento del Conservatorio Nacional de Msica, el buen vecinodel Archivo, cuyos maestros decidieron interpretarla en su gran concierto se-mestral, ante toda la Universidad. Ese 28 de mayo de 2003 fue un da sublimepara m, como podr comprenderse. Pero tambin fue frustrante. Porque, alescuchar cmo aquel gran Coro del Conservatorio respaldado por aquella de cincuenta aos atrs, tuve que admitir que este se diriga ya no solo a loscachacos violentos del interior del pas, sino tambin a mis coterrneos, sal-

    Como era evidente que mi mensaje musical no haba surtido efecto, enaquel da de estreno mundial ped a los msicos y cantantes universitarios jvenes, pens, el Mensaje poda todava vibrar y vivir en sus mentes y co-razones e ir contagiando el ambiente, buscando el efecto multiplicador de laconcepcin altruista y costea de la pieza.

    Pero, qu haba pasado en mi tierra desde 1948? Hubo un primer fataldescuido de la clase dominante desde terratenientes hasta industriales,comerciantes y polticos por la suerte del campo que era fuente de su ri-queza y poder: no sintieron la urgencia de la transformacin por la justicia,

    dejando a las clases trabajadoras al arbitrio de la ley de la fuerza, y de laexplotacin capitalista ms salvaje. Esta ley brutal se aplic entonces concierta facilidad por agentes externos comprometidos con la Violencia delinterior del pas.

    Hubo guerrillas ideolgicas armadas. Pero ante todo chulavitas y paisasparamilitares que, bajo instrucciones presidenciales de sembrar violencia yno dejar ni la semilla de las chusmas, se movieron hacia el corazn del Sin.Cumplieron bien sus diablicas consignas. Sangre inocente y campesina fuecubriendo poco a poco veredas y playones, y fue subiendo hacia los Montesde Mara, por un lado, y por el otro por las cinagas de mis primos, los hom-bres hicoteas de San Martn de Loba y Magangu, y por los tranquilos rastros

    de mis abuelas chimilas de Mompox y de Pijio.La mancha sangrienta se fue extendiendo ms al norte sin que los dirigen-

    tes costeos actuaran para atajarla, hasta alcanzar los fabulosos parasosdel Cesar y del Ariguan, y subi secando los 56 ros de la Sierra Nevada deSanta Marta, hasta casi saturar con el terror nuestra ancestral cultura delhumor y del dejar hacer.

    Insist entonces, con colegas de los Andes, en el anlisis del trgico fen-meno de la Violencia poltica. Aquel libro de 1962 caus mucho ruido, perolos culpables lograron sepultarlo, al menos por un tiempo. Las danzas ma-cabras de la destruccin y el sectarismo continuaron. Volv sobre el asunto

    en la , destacando en cada tomo el valor de antihroes cari-beos no violentos como Juan Jos Nieto y Francisco Serpa. Revalor la re-sistencia civil local y exalt al San Jorge macondiano con su santoral popular.Todo result muy corto para paliar la tragedia desatada.

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    Sin embargo, aquella violencia extraa a mi terruo natal empez a ser en-dgena. Ahora vemos en la Costa a soldados campesinos y paramilitaresRambos o Amaurys reclutados en nuestros propios pueblos, que retor-

    nuestra tierra, actuando como matones desaforados, informantes alrgicos atodo lo raro, y despreciando el palo cavador, el surco del maz y el acorden.Perdieron o estn perdiendo las races de la costeidad que tanto llenaba yalegraba nuestras vidas.

    La geohistrica regin Caribe est as dejando de ser costea. Estamos su-cumbiendo a la Violencia fornea y a la delincuencia resultante. De poco hanservido Mensajes musicales, libros, revistas, sermones y discursos. Tampo-co leyes, decretos y bravatas de gobernantes. El gobierno sigue comprandotanques pensando en guerras territoriales obsoletas y se pliega a designiosorwellianos del complejo militar-industrial y neoliberal del Norte. De all queme asocie al grito herido de Armando Benedetti Jimeno en su columna pe-riodstica, pidiendo al Presidente de la Repblica defender lo que queda de

    Por eso, mis colegas y amigos, sta es mi mayor frustracin como socilo-go y como ser humano. Pas casi toda mi vida en guerras mltiples, a vecesdeformadas, o sufriendo sus trgicas consecuencias, tratando de entenderlasy explicarlas, combatiendo el belicismo con ideas, propuestas y algo de ma-licia indgena. Pero ya no tengo tiempo, en mi vejez, de seguir campaneandosobre la Violencia o por la Segunda Gran Colombia (ver el nmero anteriorde la revista Foro) que es mi actual preocupacin. Por fortuna estn listos yactivos los contingentes de relevo gubernamental, como los veo surgir desde

    abajo, desde afuera y desde el Sur del continente y del pas. Esta es la nuevaesperanza, porque mi Generacin de la Violencia fracas: muchos compae-ros murieron, algunos de manera cruel e injusta. Yo mismo no s cmo mesalv de la muerte, cuando a sta la vi cerca en una calle de Montera. PorqueCrdoba se ha estado volviendo andina, como su nombre.

    El esfuerzo de reconstruir nuestra sociedad y el ethos de tolerancia y pazqueda ahora en las manos y en los corazones de las nuevas generaciones,que veo ms aptas, liberadas, informadas e imaginativas que la ma. Las gue-rras, la intolerancia, la estulticia gobernante deben terminar en esas buenasmanos. Segn mis orgenes presbiterianos de la Arenosa, parece que tendrlicencia de seguimiento de estos reclamos y de la contradictoria vida terre-nal, desde el sitio del otro mundo que el hado me asigne. Tengan la seguridad,amigos Pedro y colegas del Foro, de que me seguir examinando y examinan- con justicia y prosperidad general, que nos merecemos por lo menos desdela misteriosa llegada de Bochita a estos trpicos. No sigamos siendo los de-jaos del paseo de la historia.

    Reciban esta carta-testimonio tan pesada en explicaciones y juicios, con elafecto y la amistad de siempre de quien les sigue admirando por sus logros,

    Orlando Fals BordaFundacin Nueva Repblica y veedor del FSP

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    -ticipativa en su historia de vida y una primera inquietud que queremos plan-

    Creo que hubo algunas races familiares, en mi casa mi madre era una per-sona muy inteligente, una literata realmente, autora de dramas y cantatas ycosas as, que tena mucha sensibilidad social, como dirigente de la IglesiaPresbiteriana tuvo mucho que ver con trabajo con las mujeres por ejemplo,

    fue presidenta de la Sociedad de Seoras de la Iglesia Presbiteriana y habaorganizado una campaa nacional contra el cncer en una radioemisora.Ella, una de las primeras mujeres en Barranquilla que tuvo una hora deradio en la emisora Atlntico en los aos treinta.

    Mi pap, que era otro intelectual, un maestro de escuela muy querido enBarranquilla, que haba escrito ya algunos folletos, artculos, periodista enLa Prensa de Barranquilla, y que siempre estuvo muy atento a mi desarrollointelectual porque recuerdo que me llevaba libros de lectura, empez conla coleccin Sopena, cuentos de Perrault y despus empez a subir denivel y entre los libros que me llevaba recuerdo mucho y luegofue y habl con el director del colegio que me regalara la gua para el griego,

    claro est que a m s me gustaban esos idiomas; el latn s me encantaba;tanto, que escrib un ensayo en latn cuando estaba en sexto de bachillerato,lo escrib en latn!

    S, pero primero a la Escuela Militar de Cadetes. Me salv mi mam, por-

    que s yo ya estaba decidido a seguir. Al ao y medio me lleg una cartadiciendo que hay posibilidades, me quedaba en la Escuela o me iba paraEstados Unidos con todo pagado. Entonces yo ped la baja. No, yo no saba nada de sociologa, de que existiera ni nada por el esti-

    materias: Literatura Inglesa y Msica. Nada de lo social. All me inici, meencarril por la msica y por la literatura y punto. Pero en el penltimo

    Uno siembra lasemilla pero ella tiene

    su propia dinmica

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    semestre vi que un viejito profesor, que era socilogo, estaba ofreciendo uncurso de sociologa con base en un texto de l. Entonces yo tom ese cursode sociologa, pero eso fue todo. Cuando regres a Barranquilla me espera-ban con la direccin de los coros del Colegio Americano y de la Iglesia, llego

    como a mediados de 1948 o antes, en el 47 y despus del 48 es la muertede Gaitn, yo estaba en Barranquilla y hubo una rebelin bastante fuerte yme inspir y escrib una cantata pequea que se titula Mensaje a Colom-bia, con un aire patritico pidiendo la paz que uniera a los colombianos, sereconstruyera el pas. Me sali esa preocupacin por la situacin pero enforma de msica, en cantata.

    -

    Pero no solamente la msica, tambin fui director de un Centro JuvenilPresbiteriano (CJP). Eso fue interesante, el pastor de la iglesia era Richard

    Schaull, que despus llegara a ser uno de los iniciadores de la teologa dela liberacin l tiene una concepcin muy distinta del pastor y le dio esadimensin social, juvenil al CJP, que muchas personas todava recuerdanen Barranquilla porque fue como una especie de motor de transformar laforma de pensar y de actuar en las iglesias. Este Centro Presbiteriano tieneactividades culturales y deportivas, se representaban obras de teatro clsi-co espaol, exposiciones de pintura con la ayuda de Alejandro Obregn, ac-tividades literarias con lvaro Cepeda Samudio... Todo este grupito costeoactuando alrededor del CJP, hemos sido amigos, con lvaro Cepeda fuimoscompaeros del colegio, nos graduamos en Estados Unidos, una amistadhasta su muerte.

    S, porque fue formativo para un montn de gente, jvenes. No, ma; yo la llev, porque es que yo haba sido presidente de la sociedad

    de jvenes antes de ir a Estados Unidos. Entonces ya tena mis amigos ah,y tambin del coro. Estaba muy vinculado a la iglesia, muy vinculado tantoque uno de esos misioneros que venan me invit, que por qu no me hacapastor; pero mis actividades eran mucho ms que religiosas, desbordabanla religin, lo que me atraa de la iglesia no eran ni los dogmas, ni los ver-

    sculos de la Biblia, era la msica que se cantaba all. A travs del CJP logrque la Iglesia Presbiteriana hiciera una proyeccin sobre la sociedad ba-rranquillera y costea y all es donde encajan todas estas actividades no re-ligiosas, entonces es una especie de iglesia laica muy abierta, muy tolerantey ecumnica, iban algunas religiosas. Con Schaull sigui una amistad muygrande, cuando lo pasaron aqu a la Iglesia Presbiteriana de Bogot, de pas-tor. Dio la casualidad que yo tambin me vine; dej Barranquilla y me vinepara ac y tuve la osada de presentarme aqu en Bogot como socilogo. Eso fue en el 49 despus de la muerte de Gaitn y despus del mensaje

    que le haba compuesto. Entonces ac Shaull me nombr director del corode la iglesia de la calle 24. Ah! eso fue una experiencia extraordinaria, por-que es que no haba muchos coros en Bogot, coros de cuatro voces. Shaull

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    -blia, sino en la cultura, en otras actividades, en la sociedad, en el bienestar,en la felicidad de los jvenes, porque todos los que estbamos con l eranjvenes, yo no tendra ms que 25, 26 aos, por ah 24.

    A Shaull lo volv a encontrar ya como un telogo de la liberacin en Euro-pa, ya despus que me haba salido de la universidad y estaba en las Nacio-nes Unidas en Ginebra. Me invitaron a dar una conferencia sobre proble-mas latinoamericanos, una serie en la que Shaull ya haba participado, yotena unos textos de l y escog un tema que fue premonitorio: Subversiny desarrollo en Amrica Latina, era un intento de enfocar el concepto desubversin desde el punto de vista positivo y no negativo como aparece enlos diccionarios. Haba venido con la excusa de ensear ingls en el Colegio Americano;

    eso me aburri rpidamente y entonces record algunas de las cositas queme haba enseado aquel socilogo; entonces decido presentrmele al Mi-nistro de Educacin, Fabio Lozano, le dije soy socilogo, acabo de venir deEstados Unidos, y coincidi que se estaba desarrollando con su auspicioun proyecto de Naciones Unidas, creo que se llamaba el Municipio Pilotopara asuntos administrativos, y como proyecto piloto estaba el Municipiode Vian, Cundinamarca, yo dije, s, me interesa mucho, el Ministro dijo, lovamos a nombrar encargado de los archivos, porque hay mucho papel des- -blema, porque me dice, vaya y organice el archivo, pero por ninguna raznestablezca ningn contacto con la gente del pueblo. Me emple como untcnico, no como socilogo; claro, yo llegu al pueblo y lo primero que hicefue hacerme amigo del cura y le ofrec ser su organista en la misa. Entoncesel trabajo en el archivo lo organic en 10 das y por ah como a los ochodas lleg Ospina, mi jefe, vio el archivo organizado; pero lo primero quele dijeron era que yo haba estado muy metido con el cura y con el alcaldey que iba a las tiendas a tomar cerveza. Usted no ha obedecido las reglas,por lo tanto, lo voy a destituir, presente su renuncia si no quiere que lodestituya. Me echaron del primer puesto de socilogo a los 20 das porquehaba establecido contacto con la gente, fue el comienzo realmente de micarrera sociolgica. All no s cmo descubr un librito publicado por dos

    abogados del Ministerio de Economa que haban trabajado con un gringo,que ese s era socilogo, era un estudio de Tabio, Cundinamarca, que resul-t ser el primer estudio sociolgico moderno hecho en este pas en el ao48, yo no tena ni idea de quines eran, ni Lynn Smith, l era profesor enMinnesota de Sociologa. Ese fue el primer libro que se escribi en este pasde sociologa rural. Y el profesor Smith tuvo la buena idea de incluir comoapndice de ese estudio de Tabio los formularios de la encuesta, donde sac cmo era una herramienta de investigacin sociolgica, la ms sencilla, laencuesta. Me interes mucho ese folleto, todava lo tengo; ese fue el que meilumin en relacin con el trabajo que iba a seguir toda mi vida.

    Desempleado, dije, voy a ver cmo utilizo lo poco que s. Una de las cosasque s es el ingls, entonces sali un aviso de una compaa americana,Winston Brothers Company, estaba construyendo represas por cuenta del

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    gobierno nacional, una en Sisga y la otra en Neusa. Necesitaban un secreta-rio bilinge espaol-ingls, yo fui y me present. Y me nombraron secreta-rio personal del director de la represa. Me toc ir al campamento de Sisga,eso era en pleno campo y estaban empleando, llamando a obreros de la re-

    gin para el trabajo de construccin de la represa, campesinos puros. Pocoa poco, me fui dando a conocer y llegu a ser jefe del campamento, perocomo estaban empleando obreros conoc a algunos de una vereda entreSisga y Chocont; los camiones de la empresa iban todos los das, recogana estos obreros, los llevaban al campamento y al trabajo por la maana y,por la tarde, los volvan a llevar a sus casas. Todos arraigados en su casa decampo, eran campesinos, campesinos. Me hice amigo de ellos, de dos o tres,me invitaron a sus casas, adquir la costumbre quedarme con ellos en sus mud a vivir all; una casa totalmente humilde, sobre tierra, techo de paja,sin puertas prcticamente, una familia tpica, el pap y la mam, y ambosya ms o menos viejos; dos hermanos, el obrero que estaba en Sisga y unnieto y yo. Esa lleg a ser mi familia. Aprend de todo lo que es la vida, meensearon desde cmo sacar la papa hasta cmo guiar los bueyes, el uso dela hoz..., me convert en un campesino con ruana y con sombrero, igualitocomo un campesino de all, empec a hablar como ellos y a bailar!, aprenda bailar torbellino y bambuco, a tocar tiple y a cantar con ellos.

    All empec a acumular los datos, la vereda se llama Sauco. Muchos aosdespus los campesinos me contaron que haba unos debates en las tiendasy en las casas conjeturando quin era yo, que si era un comunista que haballegado a sacar datos, que cmo era tanta preguntadera, qu cuntos hijos

    tena, que cuntas mujeres; Ellos recordaron una cosa que yo hice, ignoran-te de las costumbres y creencias de la gente, como haba ledo eso de la an- con una balanza para pesarlos, despus me dijeron las resistencias a pisaresa balanza, porque si se pesaban eran para pesar sus pecados y entoncesno iban a entrar al cielo, que si lo pesaban en esta vida en la otra no los iban

    no les pas nada y estaban felices, comn y corriente. Logr unos datos

    antropolgicos muy interesantes. En realidad no s cmo encaj porquecon mi origen citadino, costeo y trabajando en una represa sin ningunavinculacin con nadie ah, fui a setenta familias en esa vereda, y s, hubopeligro de que me cerraran las puertas como comunista, porque se corramucho esa bola, este es un comunista que viene quin sabe a qu, nos van aaumentar los impuestos de pronto Decid agarrar el toro por los cuernos,me fui a hablar con el cura prroco y le expliqu lo que estaba haciendo.Result un prroco sumamente simptico, abierto, creo que l hablo conalguien de la empresa, con mi jefe seguramente, pero los informes que tuvoparece que fueron positivos porque al siguiente, domingo, desde el plpito

    me dio la bendicin. A partir de ese momento se fue Satans! A partir deentonces hubo una amistad muy grande con este cura y por supuesto consu familia, porque result que la hermana del cura se haba casado con elhijo del principal hacendado de Sauco. Me haba quedado solamente con

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    los campesinos, nunca me haba metido con el hacendado hasta cuando elcura me present. Entr a la hacienda a conocer. Complet el equilibrio,digamos, geopoltico de la regin, pero esta vez con la bendicin del curay los dueos de la hacienda fueron apoyos hasta el punto que abrieron sus

    archivos y me mostraron todas sus escrituras, los orgenes de la hacienda,haba sido formada en el resguardo indgena chibcha original. En el ao 51 yo segua de jefe de campamento. Por ese tiempo se publi-

    caba una revista en ingls de la Empresa Winston Brothers. Me pidieron -cina principal que era en Minneapolis, Minnesota, all estaba la geren-cia general. Ese artculo gust mucho. Cuando vino el gerente general deMinneapolis a revisar los trabajos en la Represa del Sisga, me pregunt,

    usted no quiere ir a Minnesota? Necesitamos all tambin uno que hableespaol, y como usted ya conoce todo por aqu se nos ocurre que ustedpodra ser el que coordine los trabajos de Colombia; yo le dije al gerentemire, estoy muy agradecido, voy a considerarlo pero pongo una condiciny es que me den permiso de presentar mis estudios de sociologa en laUniversidad de Minnesota y sacar mi mster; y el viejo acept, y me pagel viaje y me pag todo pero que tena que cumplir con mis obligaciones trabajo, porque tena que hacer todo el trabajo ms tiempo completo deestudiante, dos tiempos completos. Por fortuna el sueldo era muy bueno,tanto que tuve para comprar carro y tena casa... muy buen sueldo, y misantiguos jefes eran ahora mis subordinados! All tengo el problema decmo presentar los textos, ya haba completado mis estudios, con baseen esa encuesta del profesor Smith. Yo me presento donde el profesorNelson, se llamaba, y entr pues al programa de mster. El haba hechoun libro sobre Cuba de sociologa rural, me dice, presnteme los mate-riales que ha recogido en Sauco; tena retratos, mapas, los anlisis de lasencuestas, toda la informacin. Sabe lo que hizo el profesor? Llam portelfono al profesor Smith, que estaba enseando en Florida, como vioque era resultado del estudio de Tabio que estaba conectado con l, y ledice, aqu tengo un estudiante tuyo.

    -

    Eso no haba nacido, pero despus ocurri cuando empec a escribir, mitesis de mster sobre la vereda de Sauco, desarrollada luego en mi libroCampesinos de los Andes. En un ao cumpl todos los requisitos del ms-ter, pero qued molido! Yo estaba en la Winston Brothers todo el tiempo,eso me favoreci, pues yo recib el grado de mster y entonces el profesorSmith, el de Florida, empez a intrigar para que yo me fuera a donde l atrabajar el doctorado en sociologa, hasta que lo consigui, gracias a la Fun-dacin Guggenheim de Nueva York, donde l era asesor, que me otorg dos

    tesis sobre ; esa es mi tesis de doctorado quesali publicada en un libro, primero que Campesinos de los Andes.

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    Yo s vine ac cuatro meses para trabajar en la tesis del doctorado en Bo-

    yac, por el problema del minifundio, la pobreza en Boyac que nos llam laatencin tanto al profesor Smith como a m. l luego escribi un libro sobre el nacimiento de la sociologa rural en Colombia. Ese libro me sirvi de bi-blia en los primeros aos.

    Haba que destacar la pobreza y el problema del campo como elementosesenciales para explicar la situacin de atraso de Colombia y de la violen-cia actual. La violencia en Colombia como fenmeno poltico se inici enel campo, fue un enfrentamiento entre campesinos inducido desde arriba,impulsado por los polticos, por el propio Presidente Ospina Prez, o el mi-nistro de gobierno Jos Antonio Montalvo, luego el Presidente Laureano

    debe mucho de lo ocurrido despus, porque la consigna que sembr Mon-talvo desde el Congreso era combatir a sangre y fuego, esa fue la ordenque le dio a los conservadores para combatir a los liberales.

    Menciono lo de Boyac en el sentido de que el libro que luego saqu conmi tesis, tena como subttulo y que todavaest pendiente ese problema va al fondo de la cuestin nacional. El subttu-lo me llev al Ministerio de Agricultura. Una vez que sali el libro con pro-puestas sobre cmo hacer una reforma agraria en Colombia, primera vezque se planteaba el problema agrario en esa forma, aunque antes haba losintentos de los socialistas como Gerardo Molina, Antonio Garca, Jorge Eli-cer Gaitn, pero eran polticos. Realmente el libro de Boyac para algunos

    es el mejor que yo he escrito. Al salir el libro, inesperadamente, me llamaAugusto Espinoza Valderrama, el Ministro de Agricultura del gobierno deAlberto Lleras, y me dice, bueno, le su libro, me gusta mucho, venga paraac a ponerlo en prctica. La praxis. Yo de bobo ca por la praxis (eso fueen el 58-59). Ah est precisamente una de mis debilidades, el sesgo haciala prctica, que no solamente la teora acadmica sino, bueno, que lo queuno aprende y descubre, pues que tenga cierta resonancia o reconocimien- que es mucho, pero esa fue la funcin, digamos, formal, histrica, tradicio-nal de la sociologa desde cuando se fund por Comte.

    Ya conoca a Camilo antes de regresar a Florida. Nos conocimos aqu en

    Bogot. El vino a Bogot por un corto tiempo desde Lovaina y me parece, simal no recuerdo, que iba de Lovaina a Minnesota. El estaba haciendo unoscursos precisamente sobre sociologa econmica, nos descubrimos mutua-mente y vimos que nuestros intereses eran muy similares, y eso abri des-pus otras puertas. S y no; es que miren las cosas. Me llama Augusto Espinosa Valderrama,

    el Ministro de Agricultura, a mediados del 58, cuando vine a trabajar en

    Boyac. En ese perodo el Rector de la Universidad Nacional era Mario La- social que yo he conocido, un economista, pero un economista con corazn,

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    humano, no como los inhumanos que hoy estn en Planeacin Nacional, erael Doctor Luis Ospina Vsquez, gran historiador, se meta de cabeza en losarchivos y no le tena miedo como hoy los economistas, que si no tienen uncomputador delante no estudian. Este se meta en los archivos y escribi

    ese famoso libro ; l y yo nos hicimosmuy buenos amigos y lleg l a la Facultad de Economa e hizo campaapara que se abriera un Departamento de Sociologa en la Facultad de Eco-noma y convenci a Laserna, que era el Rector. Resulta, entonces, que a no tena ni idea de todo esto.

    Me llam Augusto Espinosa y me convenci. Yo le dije s, cmo no, puedenombrarme. A los cinco das me llam Laserna para contarme que se ha-ba aprobado el Departamento de Sociologa y que yo deba ser el primerdirector. Qu hago yo? Haba pasado por esa experiencia de dos cargos enMinnesota; pero yo siento que hay que pensarlo muy bien y casi me niego aasumir las dos cosas, porque yo iba a entrar al Ministerio como viceminis-tro, como encargado de la continuidad tcnica. Decid aceptar las dos cosas,y fue genial! Acept las dos cosas, pues no era ilegal, pero s muy pesado.Fue positivo porque en realidad lo que consegu con esa decisin fue dosapoyos, el gubernamental y el acadmico, los logr combinar. Por ejemplo,cuando en la Universidad empezamos a pensar en publicar cosas e iniciar Universidad Nacional no tena dinero para publicar, ni tampoco para in-vestigar, el nico que estaba insistiendo en esas cosas era el Departamentode Sociologa. Como no haba dinero en la Universidad, haca imprimir en

    el Ministerio de Agricultura y sala a nombre del Departamento de Socio-loga-Universidad Nacional, y nadie saba de dnde sala; yo no s si era de Franois Houtart. Aprovech su visita a Bogot para dar una conferen-cia sobre problemas de la mentalidad religiosa en las ciudades y le ped el Eso sirvi para varios frentes de relaciones pblicas y de defensa del nuevoDepartamento de Sociologa. Una vez que ya se decidido la aprobacin del Departamento, aparece Ca-

    milo Torres. Me visita en el Ministerio de Agricultura y con l vimos cmoiniciar ese ao de estudios. Estaba prximo el comienzo del semestre, el15 o 20 de enero, y los estudiantes estaban inscritos en otras carreras. Elproblema era cmo iniciar ese Departamento en ese mismo semestre paraaprovechar el entusiasmo de las autoridades universitarias. Entonces am-bos hicimos un folletico explicando lo que era sociologa y lo que haba que en todas las facultades, Camilo y yo distribuimos el folleto y lo repartimos

    ramos los nicos. La otra persona que despus lleg, pero que entonces

    (me lo echa en cara cada vez que puede) tuvo que irse a la Universidad Jave-riana, porque ya en la Nacional no haba manera, fue Mara Cristina Salazar.

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    Ella haba estudiado en la Universidad Catlica de Washington, tena suPHD, lleg un ao despus; los dos primeros fuimos Camilo y yo. Camilotoma todo lo de metodologas y yo tomo las teoras e iniciamos ah mismo.

    Me consegu unos profesores que no eran sociolgicos ni profesionales,

    pero que me parecan bien orientados y leales; uno un profesor de CienciasSociales de un colegio en Corozal, Sucre; lo escog por all y le dije, quiereir a ensear sociologa en Bogot y me acept y se vino con toda la familia.Es Carlos Escalante. Era un profesor de colegio, no era universitario y me lotraje y sigui siendo profesor de sociologa hasta hoy. Y la otra adquisicinfue el Secretario del Departamento, otro costeo, fueron 2, 3 costeos, Car-los es costeo, este secretario fue costeo, de Magdalena, y yo.

    Al ao y medio de haber sido conformado el Departamento, se fue el doc-tor Luis Ospina Vsquez de la Decanatura y entr otro que empez a inter-ferir el crecimiento del Departamento de Sociologa, que en ese momentodependa de Economa, celos de que creciera este Departamento, nosotrosfuncionbamos apenas en un saln que nos dieron en la Facultad, creo queera de enfermera, ah nos metieron con un escritorito y un estante vacosy un da que nos molestaron mucho los economistas, descubrimos que a laentrada de la Universidad por la calle 26 haba una estructura de una casaque haba sido incendiada, por descuido supongo, era donde vivan fami-lias de los profesores, abandonada totalmente, entonces con el secretario esa casa por ms incendiada que est. Entonces en un atardecer, con los21 estudiantes, cargamos los dos muebles entre todos, hicimos caravana

    quedamos all, pero a los diez das que se dieron cuenta los de Economa di-jeron, no, tienen que salirse de ah. Nos iban a meter la polica, que ramosinvasores, les demostramos que ya habamos arreglado la casa, la limpia-mos, la pintamos. Con base en esa estructura consegu en el Ministerio de en la Facultad de Sociologa.

    Las ventajas vinieron despus. Dur dos aos en esa aventura, dos aos

    dirigiendo el Ministerio y dos aos dirigiendo el Departamento.

    Claro, el primer contrato que hizo INCORA (Instituto Colombiano para laReforma Agraria) para investigar el problema agrario fue con la Facultadde Sociologa de la Universidad Nacional. Adems yo era el presidente delComit Tcnico de INCORA, con Camilo; quien estaba en la Junta Directivadel INCORA y yo estaba presidiendo el Comit Tcnico. La Universidad Javeriana abre la Facultad de Sociologa con Mara Cris-

    tina, pero cuando se dieron cuenta que era amiga de nosotros, los de laNacional la destituyeron, la expulsaron y cerraron ah mismo la Facultad.Fue algo muy triste, muy abusivo de parte del rector de la Javeriana. Ellahaba iniciado all la enseanza de la sociologa moderna, en la misma ver-tiente que nosotros dos aos antes. Ella lleg al momento de decidir cmomejorar la docencia y la investigacin en su Departamento de Sociologa en

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    la Javeriana. Como era amiga de Camilo Torres, hizo un Comit de Consultacon l, Andrew Pearse (profesor de la UNESCO) y yo. Cuando los jesuitassupieron de las reuniones que estaba teniendo Mara Cristina con ese gru-po subversivo, la despidieron.

    A los dos aos me nombraron decano. Era el ao 61, cuando se cre laFacultad. El trabajo se hizo ms duro y ped la renuncia al Ministerio. Yapude dedicarme de tiempo completo a la Universidad. Se abrieron algunascosas nuevas en realidad con la presencia de Sociologa en la Universidad,fue como un viento nuevo. Para empezar lo de investigacin, porque es in-creble que la Universidad Nacional no investigara nada, excepto en el Ins-tituto de Ciencias Naturales. En Ciencias Sociales no haba nada, es que nohaba Ciencias Sociales. En teora sociolgica exista un curso que enseaba

    Bernal Jimnez en la Facultad de Derecho. Derecho era quien tena Sociolo-ga. La enseanza de la sociologa estaba en manos de los abogados. Con laFacultad de Sociologa comenzamos a movernos. Como yo tena contactosgubernamentales se convirtieron en internacionales. Fue cuando empec atraer los mejores socilogos de Amrica Latina y se cre lo que se llam elPrograma Latinoamericano de Estudios del Desarrollo (PLEDES). Vinieronigualmente lo mejor de la sociologa de Estados Unidos y de Espaa. La que habamos reconstruido con nuestras propias manos y con la ayuda delMinisterio, el gobierno pidi un crdito internacional de la AID de Estados -cano de Sociologa. S, la semilla est ah con la presencia de Camilo. Su aporte es el compro-

    miso; compromiso con las luchas populares, con la necesidad de la trans-formacin social. Pero, cmo se descubre eso en la Facultad? Se descubrepor una autocrtica de los marcos de referencia que nos haban enseadoen Europa y en Estados Unidos, tanto a Camilo como a m; porque ese mar-co de referencia tena que ser la ltima palabra en la profesionalizacin delas Ciencias Sociales que era condicionada por la escuela positivista y fun-cionalista, es decir, cartesiana. Era obligatorio que uno tena que ser exacto, yo tena. Se hablaba del hecho social, de problema social, hechos, ya cuando negativo, como sea, un hecho se analiza y se mide, se trata de entender ylisto. Pero lleg el momento en que la aplicacin de ese marco que provienede un anlisis funcionalista de una sociedad ms o menos estable como lanorteamericana, un modelo de equilibrio social, de orden en la sociedad,

    marginal, inconveniente o disfuncional, como se deca entonces, no era fun- violencia, un modelo que se dise para entender el equilibrio social, no el

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    desajuste de la explicacin y del anlisis. Por supuesto, Camilo ya lo habasentido y entonces haba empezado a hablar del nuevo tipo de sociologalatinoamericana; ah fue cuando l present ese punto de vista en BuenosAires, creo que en el 61. Junto con Camilo descubrimos la existencia del

    la violencia, que haba nombrado el presidente Alberto Lleras. El Secretariode esa comisin era Monseor Germn Guzmn Campos, que tuvo la buenadisposicin de conservar esa documentacin. Camilo me convenci de quefuramos a visitar a Monseor Germn Guzmn, que era entonces prrocodel Lbano, Tolima, e hicimos la expedicin l y yo, tambin nos acompaRoberto Pineda Giraldo, el marido de Virginia Gutirrez, ambos antroplo-gos, que haban estado hurfanos cuando Laureano Gmez cerr la EscuelaNormal Superior. Encontraron una mam en el Departamento de Sociologay todos vinieron en masa, todos se juntaron, una gran cosa. Los tres hicimosesa expedicin al Lbano a convencer a Mons. Germn. All vimos el archi-vo y lo convencimos que se viniera a trabajar a la Facultad de Sociologa.El hizo los trmites para salirse de la parroquia y nos lleg con todas lascosas y trabajamos juntos escribiendo el primer tomo sobre la violencia. Lohicimos en secreto, nadie saba que lo estbamos haciendo porque era muydelicado. Habamos decidido decir las cosas con nombre propio, fechas ysitios. Tenamos toda la documentacin necesaria a la mano. Al analizar ese todo el esquema que haba llevado del funcionalismo; no se puede explicarcon el marco de referencia aprendido en las aulas de mis maestros. Escribcomo conclusin de ese tomo mi primera expresin de alejamiento de ese

    modelo funcionalista, nosotros tenamos que asumir una posicin muchoms clara, comprometida con las soluciones, y por eso el libro de la violen-cia termina con 27 o 30 recomendaciones al gobierno, a la sociedad colom-biana, a la iglesia, y a la universidad, a todo el mundo, de cmo resolver elproblema de la violencia. Son recomendaciones que si uno las lee todavahoy eran muy lgicas, obvias, muy posibles; pero nunca fueron atendidas;fueron inspiradas precisamente en la sensacin que tenamos de compro-meternos con algo que sirviera a la sociedad. Una sociologa comprometidacon la transformacin social.

    la Facultad, todas las cuales fueron realmente terminadas con recomen-daciones. Era sociologa aplicada, se inspir mucho en el quehacer, en lapraxis. Para sorpresa de ustedes, a m nunca me dieron clases de marxismoen Estados Unidos, en ninguna universidad. No haba ledo a Marx ni siquie- actitud y la intencin de nosotros como socilogos, encaminando ese fen-meno, demostr que haba necesidad de una transformacin interna, desentimiento, de la actitud, eso lo llamamos compromiso; y Camilo lo asumey lo transmite para su propia interpretacin y luego su vida, su entrega.

    La idea de compromiso con los problemas de la sociedad para resolverlos,primero entenderlos y luego resolverlos, es una de las races de la investi-gacin participativa.

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    S, porque entonces era obvio, como se dice en el libro de la violencia, aaden luego los problemas econmicos y ms tarde los problemas reli- Es decir, fue creciendo la violencia en un fenmeno de muchas cabezas, enuna hidra que ya no se poda cortar sino desde abajo, desde el cuello, y es loque nunca quiso hacer ningn gobierno. Las recomendaciones iban direc-tamente a ese cuello de la hidra. Cortarlo todo. Ese era el compromiso, dehacer las cosas a fondo y bien. Sin embargo, ese fue una de las races de laIAP. Y eso se lo debemos a Camilo Torres Restrepo.

    Sin embargo, vean que Sartre lo us despus. Yo creo que Marx s hablabaalgo de compromiso con la clase trabajadora. S creo que haba ms concien-cia de la necesidad del cambio en el siglo XIX que en el XX. Precisamente - salto a lo que llamamos despus el principio andrpico y luego el principio dnde queda esa exactitud y medicin de los fenmenos que observan?: en

    -blando que los socilogos, que haban debido reconocer ese hecho obvio, quelo observable no es absoluto y que tiene interpretacin y reinterpretacin.Ahora, hasta los matemticos estn buscando interpretacin.

    No, fue anterior. Por ejemplo, la Accin Comunal nace con la Escuela de

    Sauco. Eso fue hijo de la investigacin que yo haba hecho de Campesinosde los Andes. Se hace esa experiencia como en el ao 58.

    En parte, de noticias que algo as se estaba haciendo en las Filipinas a tra-vs del Centro Interamericano de Vivienda CINVA, del cual yo era consultor.All se intuy que la accin de la comunidad organizada poda resolver mu-chos problemas empleando lo que se llam entonces la mano de obra local.En el CINVA, se haba hecho el invento de una mquina para hacer ladrillosque era un adobe mejorado y que bajaba el costo de las construcciones.Realmente un invento para hacer la vivienda social que tanto se habla. To-dos aprendimos a hacer ladrillos. Con el CINVA se hicieron dos ensayos,uno Tabio y otro en Sauco. Lo de Tabio no result, lo de Sauco, s. Por qu?Yo creo que fue por la relacin de amor que tuve con la gente. Por el vnculo.

    Hay dos obras que he escrito con amor: una, Campesinos de los Andes,y laotra, . La escuela en Sauco se hizo en un record detres meses con esa maquinita que el CINVA haba trado de Filipinas y con

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    hizo los planos de la escuela, que todava est all, es monumento nacional.Ah naci la Accin Comunal, la primera Junta de Accin Comunal fue la deesa escuela de Sauco en Colombia. Qu pasa entonces? Esa experienciaqued all, y cuando yo ya estaba en el Ministerio llev all a varios minis-

    tros para que aprendieran. Al de agricultura, Augusto Espinosa, lo llev; alos sucesores de l y tambin al de Educacin, Abel Naranjo Villegas; l fueel primero que dio va libre para la Accin Comunal. Qu fue lo que hizo?:Abel Naranjo Villegas, ministro de educacin del gobierno de Lleras Camar-go, descubri el asunto de la importancia de la accin comunal y aprendide la experiencia que se estaba haciendo all. Y entonces nos pidi a CamiloTorres y a m que hiciramos el primer borrador del decreto, donde se hizo -

    Cuando entr a la Universidad Nacional, ya vena desde el 50 la experien-cia campesina de Sauco, y, por supuesto, yo plante en la Facultad de Socio-loga la prctica de salir al terreno a investigar la realidad social, econmi-ca, poltica y cultural. En lo que fuimos muy distintos a todas las Facultadesexistentes, siempre hubo grandes resistencias por lo que eran muy puristas en transmisin rutinaria de las ideas, del saber y esa insistencia de Sociolo-ga de salir al terreno, pues, poco a poco, fue rompiendo esas resistencias,ese eurocentrismo, digamos, cartesiano, hasta el punto que ya hubo rela-ciones muy directas entre Universidad Nacional y el gobierno en relacincon polticas de desarrollo social, con la Reforma Agraria; esa fue una cosamuy importante porque esta poltica del INCORA (Instituto Colombiano dela Reforma Agraria) tuvo como primer apoyo investigativo e institucionala la Facultad de Sociologa de la Universidad Nacional. El primer contratoque se hizo que fue para investigar el problema de la tierra en Cunday, Toli-ma, pues all fuimos a caballo con los estudiantes, y fue una expedicin, uncontrato formal, se vio all una participacin directa de la Universidad enla bsqueda de soluciones a problemas concretos. Fue el comienzo de esenuevo concepto que ya tom mucha fuerza ahora, que es el de la universi-dad participativa, un movimiento mundial que articula la universidad conla sociedad.

    con ms seguridad. Despus al entrar al conocimiento de la realidad conCamilo y con otros profesores empezamos a sentir las tensiones de lo quehabamos aprendido y lo que veamos en el terreno, hay una tensin que seresolvi a favor de modelos nuevos, de paradigmas alternativos y ese para-digma alternativo, que ya no era cartesiano, fue lo que poco a poco se con-solid en la IAP Investigacin Accin Participativa. Al principio, yo meopuse a que se considerara como un paradigma alternativo, para no asustar

    ms a los intelectuales y a los acadmicos rutinarios; porque, qu tal conotro paradigma, otra forma de entender la realidad? Y decir que Descartesno tena razn, que Hegel estaba equivocado, etc., no..., eso era atrevido y

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    yo pens, pues, que la IAP era ante todo un mtodo de investigacin, no eratodo un complejo de conocimientos; fue mtodo, fue trabajo en el terrenoy con resultados muy distintos a lo que habra sido con una aplicacin depositivismo funcional. Y esa doctrina o esa forma se llev, entonces, al Con-

    greso Mundial en el 77, el de Cartagena. Ya en el 68, despus de la muerte de Camilo y la crisis universitaria, las

    huelgas, etc., pues, me retir de la Universidad; renunci totalmente y du-rante 18 aos no volv. Eso fue en el ao 70, en protesta por la rutina aca-dmica y la falta de apoyo a aquello que pensbamos nosotros deba serinvestigado y transformado, porque lo interesante all fue el nfasis en laaccin, investigar para transformar, ese fue nuestro esquema; investigarpara qu, bueno, para transformar. Por qu?, porque hay injusticia, hayexplotacin y el mundo tiene que ser ms satisfactorio, y especialmente laparte colombiana del mundo. Y esa fue una crisis en la Facultad. Estuve 18aos por fuera construyendo la IAP. S, totalmente. Naci esa idea ni siquiera en Bogot, eso fue en Ginebra,

    cuando yo era director de investigaciones del Instituto de las Naciones Uni-das para el Desarrollo Social con sede en Ginebra; ya me haba ido desde elao 68, un poquito despus de la muerte de Camilo; ese fue el mismo ao enque me cas con Mara Cristina. En Ginebra logramos entonces entre estoscolombianos que eran antroplogos, socilogos y economistas ramos 5conformar la Fundacin La Rosca de Investigacin y Accin Social, con laidea de regresar a Colombia a ponerlo en prctica y as se hizo, yo completmis dos aos en Ginebra y me vine. El nico socilogo formal era yo; antroplogo estaba Vctor Daniel Bo-

    nilla, estaba Jorge Ucrs, estaba Gonzalo Castillo, telogo; interesante,dos de estos compaeros eran ex ministros evanglicos presbiterianosambos y yo tambin; lo ms interesante es que la mitad de este grupo deseis cientficos sociales ramos presbiterianos. El otro era Augusto Li-breros, economista, fue profesor de la Universidad del Valle. Era un reto

    intelectual muy fuerte que nos oblig hasta estudiar el marxismo y a po-nerlo en prctica; ese fue nuestro paradigma alternativo, el marxismo. Tambin. Todo esto convergi en Ginebra, fue un momento ecumnico

    muy importante. Pero una vez que desarrollamos eso, digamos la inten-cionalidad, entonces decidimos venir a Colombia a ponerla en prctica. de Investigaciones Sociales aqu en Bogot. Con esa decisin empezamosjuntos a poner en prctica en Colombia y la metodologa se fue desarro-llando por esa decisin de salir otra vez al terreno y ya sin los lastres de la

    institucin acadmica, sin la talanquera de la academia, ramos totalmen-te autnomos. Pero cmo conseguimos eso? Con el apoyo de la IglesiaPresbiteriana de Estados Unidos y del gobierno holands. Fue la primera

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    vez que un gobierno europeo apoya a una ONG directamente. Los cam-pesinos colombianos y La Rosca de Investigacin Social se responsabili-zaron ticamente del manejo de los recursos. El Ministerio de Desarrollo -

    ciarnos los pasajes areos para el Segundo Congreso en Cartagena en el 97.Por otro lado tuvimos el apoyo de las Iglesias, por el contacto con los tres

    -tados Unidos un Comit muy especial que se llamaba Autodesarrollo delos Pueblos de la Iglesia Presbiteriana; que tambin rompa su tradicin deapoyo a los misioneros norteamericanos. Y ese fue el gran problema, por-que los misioneros gringos en Colombia que antes reciban dineros direc-tamente de la Iglesia Presbiteriana, nos acusaron de comunistas y que porlo tanto la Iglesia deba dejar de apoyarnos. Eran principalmente los queestaban en Crdoba, donde me encontraba trabajando con los campesinos. -co, Gonzalo en Tolima, Vctor Daniel