c cuÁntica física cuántica · 2018-05-29 · austriaco fritjof capra publicó unos libros, entre...

4
¿cómoves? 16 Sergio de Régules CHÁCHARA CUÁNTICA física y cuántica ¿cómoves? 16 Antaño, cuando algo no se entendía, se les achacaba a los dioses. Hoy los gurús del new age invocan a la física cuántica para justificar toda clase de afirmaciones insólitas sin molestarse en demostrarlas. Pero los gurús están mal informados: la física cuántica no es lo que ellos creen.

Upload: phamtuyen

Post on 21-Sep-2018

218 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

¿cómoves?

16 17 ¿cómoves?¿cómoves?

16 17 ¿cómoves?

Sergio de Régules

CHÁCHARA CUÁNTICA

físicayycuántica

¿cómoves?

16 17 ¿cómoves?

Antaño, cuando algo no se entendía, se les achacaba a los dioses. Hoy los gurús del new age invocan a la física cuántica para justifi car toda clase de afi rmaciones insólitas sin molestarse en demostrarlas. Pero los gurús están mal informados: la física cuántica no es lo que ellos creen.

¿cómoves?

16 17 ¿cómoves?¿cómoves?

16 17 ¿cómoves?

“¿HAS-TA CUÁN-

D O vas a seguir inyec-

tándote insu-lina?”, pregunta

al vacío un cartel pegado en la ventana

de una casa del barrio de Coyoacán, en la Ciu-

dad de México. Luego el letrero ofrece a los diabéticos

curarlos sin medicamentos por medio de la “medicina cuán-

tica”.En la película ¿Y tú qué @#√!∗

sabes?, reciente éxito de taquilla, unos físicos, un quiropráctico, una bioquí-mica iluminada y una médium nos aseguran que cada cual es el arquitecto de su propio destino. A mí eso me lo

dijo mi abuelita hace muchos años, pero estos eruditos añaden que le debemos

a la mecánica cuántica el poder de tomar las

riendas de nuestras vidas.

Soy físico y aprendí algo de mecánica cuántica en la

Facultad de Ciencias de la Uni-versidad Nacional Autónoma de México. La mecánica cuán-tica es la física de lo muy pe-queño: átomos, moléculas y demás. Como un paciente de diabetes no es ni un átomo ni una molécula y como la mecánica cuánti-ca que usamos los físicos no tiene ni remotamente que ver con la dirección

de la vida de nadie, me puse a investigar de dónde habrían sacado los habitantes de esa casa y los creadores de esa película la peregrina idea de que la mecánica cuántica sirve para curar la diabetes y darle rumbo a la existencia. He aquí lo que encontré.

El error de Fritjof CapraEn los años 70 y 80 el físico y místico austriaco Fritjof Capra publicó unos libros,

entre ellos uno titulado El tao de la física, en los que encontraba parecidos

entre ciertas ideas relacionadas con la mecánica cuántica y las doctrinas de las religiones orientales. No sé si era la inten-ción de Capra, pero muchos de sus lectores interpretaron sus libros como prueba de que la ciencia moderna explicaba y daba sustento a la religión, por lo menos a las de oriente.

Además de este equívoco, quizá invo-luntario, Capra cometió otro menos inocen-te. Al explicar el extraño comportamiento de objetos cuánticos como los electrones, que a veces se comportan como ondas y a veces como partículas, Capra observa, correctamente, que obtener uno u otro comportamiento depende de los aparatos que usemos para medir: si medimos ondas obtendremos comportamiento ondulatorio, si buscamos partículas, obtendremos partí-culas. De modo, añade Capra sin alejarse mucho de la ortodoxia cuántica del día, que las propiedades de los electrones dependen en cierta medida de las decisiones conscien-tes del experimentador u observador. Puede ser. Lo mismo ocurre con el agua que sale de la ducha: que sea fría o caliente depende de nuestra decisión consciente de abrir uno u otro grifo (y será tibia si los abrimos en distintas combinaciones). Pero luego Capra ejecuta un salto mortal deductivo, y sin avisarle al lector: ¡por lo tanto el electrón no tiene propieda-des independientes de nuestra conciencia!

L a m e c á n i c a cuántica les produ-jo muchos dolores de cabeza a sus fundadores (véa-se ¿Cómo ves?, No. 78, “Las cui-tas cuánticas de Einstein”). La nue-va teoría, que surgió en el transcurso de los primeros 30 años del siglo XX, no es como la física de antes. Si uno la aplica a un núcleo atómico radiactivo para predecir en qué instante se desintegrará, la mecánica cuántica sólo da la probabilidad de que el núcleo se desin-tegre en un lapso dado. El instante preciso en que se desintegra un núcleo específi co no está determinado. Ocurre al azar y sin que medie causa alguna.

Peor aún: si uno usa la mecánica cuán-tica para calcular el resultado de un expe-rimento —digamos, por simplifi car, lanzar un dado, aunque los dados no son objetos cuánticos por razones que les explicaré más tarde—, en vez de dar una respuesta precisa, la teoría da sólo la probabilidad de que se produzca cada uno de los seis resultados posibles. En cierta forma, la teoría cuán-tica dice que, después de lanzarlo, el dado se encuentra en todos sus estados posibles (llamémoslos 1, 2, 3, 4, 5 y 6), y en otros inimaginables, como “un poco de 1 más otro poco de 3 y de 6” (como el agua de la ducha), que no tienen interpretación razonable en el mundo de todos los días. Sin embargo, uno no ve dados en semejante estado de indeci-sión esquizofrénica. Al lanzar un dado, uno siempre obtiene un resultado determinado, como 4, digamos. Por lo tanto, debe suce-der algo muy extraño con la descripción cuántica de las cosas cuando uno mira y descubre que el dado cayó en 4. Los fun-dadores empezaron a hablar de la infl uencia del observador sobre la naturaleza porque, al parecer, el acto de observar hacía que se defi niera el estado del dado —o del sistema cuántico de que se tratara— reduciendo el estado que combina todas las posibilidades a una cosa razonable y normal.

Eugene Wigner, uno de los físicos más infl uyentes de la época de la gestación de

la mecánica cuántica, aventuró que no era el observador, sino su

mente, lo que, actuando directamente sobre la

materia, precipitaba la reducción del estado. Wigner proclamó que la psique del observador afecta-ba la materia. Pero Werner Heisenberg,

uno de los fundadores más importantes (y

con quien Capra conver-só muchos años después),

escribió en su libro Física y fi losofía: “la transición de lo po-

sible a lo real se efectúa en cuanto el objeto interactúa con el aparato de medición… no tiene nada que ver con el acto de registrarse el resultado en la mente del observador”; y más adelante: “en defi nitiva, la teoría cuántica no contiene elementos subjetivos genuinos, no introduce la mente del físico como parte del acontecimiento atómico.”

¿cómoves?

16 17 ¿cómoves?

Fritjof Capra.

¿cómoves?

18 19 ¿cómoves?¿cómoves?

18 19 ¿cómoves?

Hoy en día el con-senso entre los físicos es que Wigner se equivocó (y con él Capra, pero a éste pocos físicos lo conocen): la me-cánica cuántica no necesita tomar en cuenta la men-te del observador. Pero a Heisenberg lo leen muy pocos, en cambio los libros de Capra son éxitos de librería. Adivinen quién ha tenido más infl uencia fuera del ámbito científi co…

El que a mal árbol se arrimaSospecho que los gurús del new age que hoy apelan a la mecánica cuántica para justifi car sus doctrinas tomaron de Capra lo que saben (es un decir) de esta parte de la física. He aquí el clásico argumento new age: la física cuántica ha demostrado que la mente crea la realidad, por lo tanto tú puedes crear tu propia realidad conscien-temente. De ahí deduce Deepak Chopra, principal exponente de la “medicina cuán-tica”, que estar enfermo es una decisión, y por lo tanto estar sano también (Chopra va más lejos: en su opinión, podemos dejar de envejecer por nuestra propia voluntad. Ya veremos en unos años si Chopra predica con el ejemplo.) Y J. Z. Knight, la médium que aparece en la película ¿Y tú qué @#√!∗ sa-bes?, concluye triunfalmente que tú puedes liberarte de la depresión y la mediocridad y ser feliz con sólo decidirlo. Así de fácil. El psicólogo Jeffrey Satinover, otro personaje de la película, dice: “el materialismo priva a la gente de responsabilidad, la física cuántica te la devuelve íntegra”. ¿Por qué no me lo habían dicho antes?

El mensaje de Chopra y las doctrinas de Knight son muy alentadores, de eso no cabe duda. En un mundo peligroso donde cada vez ejercemos menos con-trol sobre nuestras vidas es un alivio poder pensar que en el fondo, al nivel atómico y molecular, sí llevamos las riendas bien sujetas. Que el mensaje y las doctrinas estén fundamentados en la ciencia o no es lo de menos. De hecho, por lo general es mejor no confi arle a la ciencia nuestro bienestar espiritual. Éste requiere fundamentos fi rmes y duraderos y

fi cos (y el consenso en ciencia es todo; lo que no es consenso es simple opinión y no cuenta) es que:1) los objetos de dimen-

siones macroscópi-cas, por ejemplo las personas y sus cerebros, no se encuentran nunca en superposiciones de estados como la del dado que describí antes porque

2) la “observación” que selecciona sólo uno de los estados posibles no es una observación consciente. Basta que sea una interacción del dado con un aparato de medición, o ni siquiera: el más leve roce con una molécula de aire o con una partícula de luz descarriada hará que el dado se precipite a uno solo de sus estados posibles, in-

dependien-temente de cualquier

observador consciente. Un objeto macroscópico —por

ejemplo, un dado— no puede encontrar-se en esos estados esquizofrénicos por-que no se puede aislar de interacciones con su entorno. Y

3) por más que nuestra conciencia pudiera desencadenar la selección de uno solo de los estados posibles de nuestra vida, es un precepto fundamental de la mecá-nica cuántica que esa “selección” opera al azar, de manera fundamentalmente incontrolable, de modo que nuestra mente sólo podría decidir seleccionar y también en qué momento seleccio-nar, pero nunca qué seleccionar. Esto no lo hubiera negado ni el mismísimo Wigner.

Resumiendo: aunque los fundadores de la mecánica cuántica hicieron mucha al-

3) por más que nuestra conciencia pudiera cuántica te la devuelve íntegra”. ¿Por qué cuántica te la devuelve íntegra”. ¿Por qué

El mensaje de Chopra y las doctrinas El mensaje de Chopra y las doctrinas de Knight son muy alentadores, de eso de Knight son muy alentadores, de eso

de los estados posibles de nuestra vida, de los estados posibles de nuestra vida, es un precepto fundamental de la mecá-es un precepto fundamental de la mecá-

no cabe duda. En un mundo peligroso no cabe duda. En un mundo peligroso

3) por más que nuestra conciencia pudiera 3) por más que nuestra conciencia pudiera

de Knight son muy alentadores, de eso de Knight son muy alentadores, de eso no cabe duda. En un mundo peligroso no cabe duda. En un mundo peligroso donde cada vez ejercemos menos con-donde cada vez ejercemos menos con-trol sobre nuestras vidas es un alivio trol sobre nuestras vidas es un alivio

no cabe duda. En un mundo peligroso no cabe duda. En un mundo peligroso

fi cos (y el consenso en ciencia es todo; lo que no es consenso es simple opinión y no

1) los objetos de dimen-siones macroscópi-cas, por ejemplo las personas y sus cerebros, no se encuentran nunca en superposiciones de estados como la del dado que describí antes porque

2) la “observación” que selecciona

podemos elegir cuál de nuestras posibili-

dades se ha de realizar. Pero hoy en día el consenso entre los cientí-

nada hay más cambiante que la ciencia. Cuando las re-

ligiones tratan de justi-fi carse científi camente el resultado suele ser catastrófico. Basta ver el torbellino de pasiones que pro-vocan en Estados Unidos quienes para

justifi car sus creencias religiosas necesitan que

sea falsa la teoría de la evolución por selección

natural, una de las más sólidas y menos controvertidas entre los

científi cos. Si tu mensaje es convincente, déjalo convencer por sus propios medios. Pedir prestada la credibilidad de la ciencia puede ser contraproducente, sobre todo si no conoces bien la ciencia a la que te acoges. Veamos.

La cuántica no es como la pintanKnight y sus amigos hacen énfasis en el papel del observador como ser consciente en la mecánica cuántica. Según ellos, la amplia gama de estados en que puede encontrarse un objeto cuántico nos da a las personas un montón de posibilidades. Más aún, según ellos la observación consciente selecciona sólo una de esas posibilidades, de modo que nosotros, como obser-vadores conscientes de nuestra propia vida,

ver el torbellino de pasiones que pro-vocan en Estados

el resultado suele ser catastrófico. Basta ver el torbellino de

ligiones tratan de justi-fi carse científi camente el resultado suele ser

nada hay más cambiante que la ciencia. Cuando las re-

ligiones tratan de justi-

vocan en Estados Unidos quienes para

justifi car sus creencias religiosas necesitan que

sea falsa la teoría de la evolución por selección

Pero a Heisenberg lo leen muy pocos, en cambio los libros de Capra son éxitos de librería. Adivinen quién ha tenido más

nada hay más cambiante que

Capra son éxitos de librería. Adivinen quién ha tenido más

natural, una de las más sólidas y menos controvertidas entre los

Hoy en día el con-senso entre los físicos es que Wigner se

Capra, pero a éste Capra, pero a éste pocos físicos lo pocos físicos lo conocen): la me-conocen): la me-cánica cuántica cánica cuántica

el resultado suele ser el resultado suele ser catastrófico. Basta catastrófico. Basta

el resultado suele ser el resultado suele ser catastrófico. Basta catastrófico. Basta ver el torbellino de ver el torbellino de pasiones que pro-pasiones que pro-vocan en Estados vocan en Estados vocan en Estados vocan en Estados

cánica cuántica cánica cuántica no necesita tomar no necesita tomar

ligiones tratan de justi-ligiones tratan de justi-fi carse científi camente fi carse científi camente el resultado suele ser el resultado suele ser catastrófico. Basta catastrófico. Basta

ligiones tratan de justi-ligiones tratan de justi-

conocen): la me-conocen): la me-cánica cuántica cánica cuántica

catastrófico. Basta catastrófico. Basta ver el torbellino de ver el torbellino de ver el torbellino de ver el torbellino de

no necesita tomar no necesita tomar en cuenta la men-en cuenta la men-te del observador. te del observador.

catastrófico. Basta catastrófico. Basta

cánica cuántica cánica cuántica

nada hay más cambiante que nada hay más cambiante que

Capra son éxitos de librería. Capra son éxitos de librería. Adivinen quién ha tenido más Adivinen quién ha tenido más y menos controvertidas entre los y menos controvertidas entre los y menos controvertidas entre los y menos controvertidas entre los

*Fot

os: L

ord

of t

he W

ind

Film

s, L

LC

Deepak Chopra.

J. Z. Knight.*

¿cómoves?

18

¿cómoves?

18 19 ¿cómoves?¿cómoves?

18 19 ¿cómoves?

Sergio de Régules es físico y coordinador científi co de ¿Cómo ves? Su libro más reciente es ¡Qué científi ca es la ciencia! (Paidós, 2005). Sergio dice que la culpa no es de la cuántica, sino del que la hace religión.

haraca con el “observador”, hoy la mayoría de los físicos

concuerdan en que el observa-dor es simplemente el resto del

universo y la “observación” ocurre en cuanto cualquier parte del resto del

universo interactúa con nuestro famoso dado. La mecánica cuántica no necesita

la conciencia. Ni modo.Por si fuera poco, hay otro aspecto de la

ciencia que se les escapa a los gurús: toda teoría científi ca es pasajera, ninguna es la última palabra —ni la hermosa mecánica cuántica, la teoría más exacta y mejor esta-blecida de la ciencia. Los físicos saben —y los gurús igno-ran— que un día posi-blemente tendremos una teoría distinta para describir el comportamiento de la materia en la escala suba-tómica. Quizá será una teoría muy parecida a la física cuántica, quizá será algo to-talmente distinto. En cualquier caso, la teoría cuántica no es palabra de dios. ¿Por qué no se lo comunica a J. Z. Knight el espíritu que según ella le dicta sus creencias? ¿Por qué no le revela ese espíritu la teoría que sustituirá a la cuántica?

No es oro todo lo que reluce¿Y todos esos científi cos que salen en la película?

Nadie ha dicho que los científi cos sean infalibles, pero muchas personas lo han

dado a entender —y no todas cientí-fi cos—. Por ejemplo, los comerciantes

apelan a la ciencia cuando quieren hacer-nos creer que sus productos son buenos. “Científi camente comprobado”, dicen los comerciales de algunos shampoos. En ¿Y tú qué @#√!∗ sabes? aparecen científi cos cuyas credenciales se revelan al fi nal de la película. Allí salen a relucir doctorados diversos y afiliaciones a universidades, no todas reconocidas. La intención, por supuesto, es que creamos sin cuestionar todo lo que nos han dicho durante el fi lme, porque, después de todo, lo dijeron unos científi cos. Tratar de convencer por nuestras credenciales es una falacia —un argumento tramposo— conocido como argumento de autoridad. Pero quien tiene la autoridad no necesariamente tiene la razón.

Además, la ciencia es una actividad colectiva. Los resultados científicos de buena ley son los que la comunidad de profesionales exigentes ha aceptado luego de someterlos a las pruebas más rigurosas de concordancia con las observaciones y consistencia lógica (véase ¿Cómo ves?, No. 83, “La letra escarlata: fraudes en la ciencia”). La simple opinión, por encum-brado que sea el opinador, no es ciencia. Ni siquiera importa si al paso de los años esa

opinión acaba aceptándose. En tanto no forme consenso, una opi-

nión no tiene el sello de la ciencia, hecho que se nos

oculta tramposamente en ¿Y tú qué @#√!∗ sabes? Los cientí-fi cos de la película —además de ser casi todos seguidores de Knight— están ex-

presando puntos de vista personales sin

decir que lo son, ni que sus puntos de vista

no coinciden con lo que

acepta la comu-nidad científi ca.

¿Entonces son iconoclas-tas iluminados? ¿No tendríamos que hacerles caso? Muchos personajes cuyas ideas se aceptan hoy fueron en su tiempo iconoclastas que nadaron contra la corriente, y quizá incluso que fueron escarnecidos por sus contemporáneos. Pero eso no quiere decir que tenga razón todo

individuo que nada contra la corriente o que es motivo de burlas. Como señala Carl Sagan en El cerebro de Broca, se rieron de Colón, se rieron de los hermanos Wright… pero también se rieron de Bozo el payaso. Por cada iconoclasta cuyas ideas acaban por aceptarse debe haber miles que cayeron en el olvido merecidamente. La originalidad no basta en la ciencia (y casi aseguraría que tampoco en el arte). También hay que con-vencer a una comunidad de profesionales muy exigentes. Las ideas que se exponen en la película ¿Y tú qué @#√!∗ sabes? no han convencido a esa comunidad.

Libérate, sé tú mismo, toma las riendas de tu vida

Una amiga mía me regañó por criticar la película. Después de todo, el mensaje del fi lme —que las personas tenemos muchas posibilidades, que podemos elegirlas en cierta medida, que podemos cambiar— puede ayudar a muchos espectadores que han salido de las funciones llenos de ins-piración. Es verdad. Pero yo no acierto a ver por qué una persona cuyo mensaje es legítimo tiene que recurrir al engaño. Le contesté que no tenía nada contra el men-saje, sólo estaba defendiendo a la mecánica cuántica de “acusaciones” falsas.

La buena noticia es que tú y yo sí te-nemos muchas posibilidades, sí podemos cambiar nuestra vida (si queremos, yo así me siento bastante bien) y sí somos arqui-tectos de nuestro propio destino. Mejor aún: para tomar las riendas de tu existencia no necesitas pagarle miles de dólares a ningún iluminado. Lo puedes hacer tú solo, con la inteligencia, la razón y un poco de perseve-rancia —como decía mi abuelita, y eso que no sabía ni jota de mecánica cuántica.

19 ¿cómoves?

Jeffrey Satinover.*