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ISSN 1668 4737 Archivos Departamento de Antropología Cultural XVI - 2018 CIAFIC ediciones Centro de Investigaciones en Antropología Filosófica y Cultural de la Asociación Argentina de Cultura Materiales Wichí

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ISSN 1668 4737

ArchivosDepartamento

de Antropología Cultural

XVI - 2018

CIAFICediciones

Centro de Investigaciones en Antropología Filosófica y Culturalde la Asociación Argentina de Cultura

Materiales Wichí

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Archivos, Vol. XVI - 2018ISSN 1668 4737

Directora:Dra. Ruth Corcuera

Miembros del Consejo Editorial:Dr. Eduardo Crivelli - Universidad de Buenos Aires, ArgentinaDr. John Palmer - Brookes University, Oxford, InglaterraDr. Tadashi Yanai - Universidad de Tenri, Nara, JapónDra. María Cristina Dasso - Universidad de Buenos Aires, Argentina

Archivos es la publicación periódica del Departamento de AntropologíaCultural del Centro de Investigaciones en Antropología Filosófica yCultural (CIAFIC), que por este medio busca servir a la tarea delconocimiento y la reflexión sobre las culturas. Con esta finalidad, tienecomo cometido difundir las investigaciones del Departamento, publicarcolaboraciones que versen sobre antropología cultural y rescatar trabajoscuyo valor se considera meritorio para la disciplina.

8 2018 CIAFIC EdicionesCentro de Investigaciones en Antropología Filosófica y CulturalAsociación Argentina de CulturaCONICETFederico Lacroze 2100 - (1426) Buenos Aireswww.ciafic.edu.are-mail: [email protected]ón: Lila Blanca Archideo

Impreso en ArgentinaPrinted in Argentina

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1Apuntes sobre la definición de bandas...

APUNTES SOBRE LADEFINICIÓN DE BANDAS,PARENTELAS YOTRAS UNIDADES SOCIALES

WICHÍ

María Cristina Dasso. CIAFIC

INTRODUCCIÓNEste trabajo tiene su origen en la necesidad de contribuir en la

definición de los conceptos de organización social que resulten apro-piados a los Wichí (Mataco) apoyándonos en el contexto concreto deestudio de múltiples comunidades y sus procesos dinámicos a lo largodel tiempo*.

Dicha necesidad se funda en que -mas allá de los disensos delos autores que ya engrosan la literatura antropológica sobre estos gru-pos-, en los últimos años hemos hallado que los diversos estudios dela etnia, el grupo etnográfico o la cadena étnica[1], han identificadocomo familia extensa, banda, parentela y tribu, a referentes distintos,que en unas ocasiones encontramos que se hallan superpuestos y enotras, ignorados.

Este aspecto es problemático y debería abordarse de modo inte-gral y, de hecho, el presente trabajo debería comprenderse como un

* Este trabajo se realiza sobre la base de materiales sistemáticamente recolectadospor la autora (1980-2013) y colectado también por las Dras. Zelda Franceschi(2004-2012), Anna Ciannameo (2005-2009) y Lavinia Contini (2010-2014).

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2 María Cristina Dasso

aporte constructivo y abierto a debate con el solo objeto de desbrozarun camino hacia la mejor integración de los sistemas de organizaciónsocial de los grupos wichí que se tratan.

Sin un acuerdo sobre definiciones adecuadas acerca de realida-des minuciosamente descriptas en el tiempo no puede establecerse nin-gún campo de debate -en especial en nuestro variable laboratorio decampo, que abarca de suyo nucleamientos cuyas magnitudes son muydiferentes y que ofrecen historias de asentamiento distintas: campa-mentos de circuito etnohistórico conocido, asentamientos de políticasmisionales, núcleos de arrinconamiento, asientos interétnicos porcierta dinámica histórica (por ejemplo núcleos de reunión rumbo a losingenios)-. En este sentido, nos parece útil señalar que uno de los obs-táculos con los que tropezamos quienes tratamos de abordar la realidadde la organización social y el parentesco de los grupos wichí del Chacoes el uso de diferentes unidades de análisis que se han tomado en losestudios particulares. Con frecuencia mencionamos las bandas auncuando no se hayan visto “bandas” desde que comenzó el proceso dealteración territorial y de asentamiento que se observaba ya a mediadosdel siglo XX en las regiones menos alcanzadas por la sociedad envol-vente de la Argentina[2]. Es claro que, reuniendo informaciones his-tóricas y etnohistóricas, las hemos intuido -auxiliados por los relatosde nuestros informantes-, o hemos creído hallarlas. Nos han dado suspropios términos, pero allí están, en los escritos, las “bandas”, las “co-munidades” y las “tribus” como otras agrupaciones involucradas a lascuales es preciso reconsiderar para comprenderlas a la luz de las con-cretas unidades actuales que podemos definir.

En lo que atañe al presente trabajo, hay que destacar que aquelproblema se volvió central cuando en el año 2002, tras unos años deausencia en las comunidades de Misión Nueva Pompeya, pudimosapreciar la emergente importancia del “paraje”[3] como foco no sóloespacial sino relativo a las relaciones de parentesco que se planteabanen las conversaciones de nuestros interlocutores wichí. Este aspecto sedestacó más aún cuando constatamos los procesos de re-creación deparajes, que denominamos “parajización” (Franceschi (ed) y Dasso,2008: 148), en un territorio que se había formalizado como espacioaborigen.

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3Apuntes sobre la definición de bandas...

De hecho este tema dio origen a una intensiva recolección dedatos, que fueron mapeados y contrastados con los recogidos en lasdécadas anteriores y puestos en relación con los movimientos fami-liares en el área registrados desde entonces.

Hasta el presente solicitamos mapeos personales de los parajeslocales emergentes, que se hallan multiplicados en los últimos años(Dasso y Franceschi, 2006). Solicitamos asimismo identificaciones defamilias en el contexto local a nuestros interlocutores wichí, así comose cotejaron los movimientos familiares en los censos locales y contoda la información que constaba en mis registros desde 1980. Todosa su vez, contrastados con genealogías que vinieron completándosedesde el inicio de los trabajos personales en la localidad.

Es un dato de importancia, además, el conjunto denso de datosemergentes de un amplio cuestionario para un proyecto realizado lo-calmente en temas de salud (Dasso, 2008a; Franceschi, YangYao et al,2010), que nos permitió progresar ya no sólo en los antecedentes cita-dos, sino observar los movimientos que realizaron “los emparentados”del paraje en ocasión de acudir al Hospital, manifestando una tenden-cia sostenida[4].

Es por ello que se impuso reconsiderar la problemática de la uni-dad de estudio para el análisis de la sociedad wichí y, en su intento dedefinición, delinear la concreta realidad que encuentro. En el presentecaso de estudio, como se verá en el plano adjunto más abajo, se tratanmás de quince comunidades locales interrelacionadas por familias quehan sido analizadas en diversos aspectos desde el año de 1980 hasta elpresente. Los datos genealógicos, el seguimiento de los matrimoniosrealizados, rotos y recompuestos, los matrimonios de los hijos, las re-laciones frustradas, entre otros, han sido en unas ocasiones intencio-nalmente recogidos, y en otras han sido elicitados de los cuadernos decampo -donde emergen como resultado de trabajar sobre otros tópicos.

A la luz de lo dicho, el objetivo del presente trabajo es presentarel panorama de los grupos y el matrimonio en el contexto descripto.Nombraremos eventualmente como banda y parentela5[5] a entidadesdistintas de las que han referido con anterioridad los estudiosos que sehan dedicado al tema.

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LA COMUNIDAD LOCAL EN LOS PARAJESMisión Nueva Pompeya se encuentra en el monte chaqueño,

entre el río Bermejito y el antiguo curso del río Teuco (el denominadoRío Muerto). Hacia 1900 ocurre la instalación de una misión francis-cana (realizada desde la gestión de Propaganda Fide) entre comuni-dades wichí locales que siguen hasta hoy[6], sumando una poblaciónde unos 4000 individuos. La Misión fue -luego del cese de acción fran-ciscana- transformada en municipio. Hoy, Nueva Pompeya es una lo-calidad cuyo ejido o territorio propio se halla inserto en una ampliaárea indígena wichí donde, desde inicios del siglo XX en adelante, seinstalaron grupos de criollos dedicados al pastoreo extensivo de susanimales. En el pueblo que se configuró tras la retirada franciscanarondando la década de 1950, se ha vuelto habitual la presencia de unnúmero cada vez mayor de criollos (mestizos rurales folk) y chaqueños(habitantes no folk de la provincia en general).

Hay también familias wichí que tanto en el pueblo como en losparajes constituyen grupos emparentados. Las ocupaciones actualesde los aborígenes abarcan empleos municipales y provinciales, manode obra asalariada, peones rurales y jornaleros, además de algunos in-dividuos empleados por algún proyecto de desarrollo social.

Alrededor del ejido establecido del pueblo, en los territorios pro-pios[7] los wichí se organizan en parajes, a veces también denomina-dos en español “barrios”, que en promedio agrupan entre 100 y 200personas cada uno.

El pueblo, que ha crecido notablemente por una constante e in-estable presencia de funcionarios y empleados estatales o agentes delas ONG en los últimos veinte años, cuenta con luz eléctrica, agua co-rriente, dependencias estatales y escuela. En el gráfico 1 se esquema-tiza el poblado tal como lucía hace diez años.

En los parajes wichí, la gente se agrupa en zonas donde hay unafluida interrelación entre los grupos de casas.Ahí se pueden distinguirlas casas de los miembros de una familia extensa, generalmente orde-nando sus casas en torno de una vivienda que reviste de carácter cen-tral debido a que la habita el matrimonio que nuclea hijas e hijossolteros, hijas casadas y sus familias, nietos.

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Más distantes de este círculo con su propio espacio común, ha-llamos grupos de casas habitadas por familias que se vinculan comoparientes de alguno de los miembros del primero, dispuestas de igualmodo: una casa de la pareja mayor central y sus descendientes y fami-liares en la proximidad (ver gráfico 2).

Dentro del espa-cio del grupo domés-tico[8] -es decir de lascasas directamente vin-culadas en la familiaextensa- el nivel de in-terrelación es muy alto,ya sea en la realizaciónde tareas femeninasreuniendo hermanas,cuñadas, sobrinas ytías, sea en la discusión

de materias comunales que lleva adelante la Asociación aborigen -temas que comentan y traen los varones ancianos, adultos y jóvenes-sea disponiendo la accesibilidad de sus recursos para dirigirlos al quelos requiera en la familia -mujeres y varones-, o aún el cuidado de losniños.

Gráfico 1

Gráfico 2

B: familiaresde afin en A

C: familiaresde 2º de A

A: Familiaextensa

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A la vez, el trato hacia las casas vinculadas en la periferia de losanillos es más distante y ocasional, por cuanto no todos los miembrosdel grupo doméstico central se relacionan de la misma forma con losrestantes parientes asentados cerca. En cierto modo, parece que cadaindividuo es “responsable” de su pariente instalado en la cercanía ydel cultivo de la relación[9].

Por lo tanto, hay una suerte de relación radial entre el centro dela unidad doméstica de un paraje y los grupos domésticos vinculadospor uno u otro pariente. En el anillo de tercer grado (parientes secun-darios de algún miembro de A en el grafico), no se da prácticamenteninguna relación con los miembros de A.

Sea que se hallen relacionados por vía materna, paterna o afinal-tanto jóvenes y adultos son conscientes de dicho vínculo-, la relaciónde adyacencia de los grupos emparentados por un miembro, que se dis-ponen como vecinos no se expresa en formas de trato especialmentecercanas, sino que es revelada por la disposición en el terreno y ciertapresencia en las casas de los otros. Esta presencia de unos en las casasde otros es irregular y no configura una “visita” en sentido propio -no-ción que se aplica más bien a los parientes no corresidentes, de parajesmás alejados-, sino que puede obedecer a una necesidad específica, parasolicitar o adquirir algún bien, por intercambiar novedades, etc.[10].

¿CÓMO SE DENOMINA A LOS PARIENTES?Los wichí locales se refieren con el término to’iñhoj a los que

son parientes o compañeros, indicando así la interpretación más laxay amplia del concepto. En este mismo sentido, "allegado" designa "hojtoj lhamilh toj hotewuye tofwcha, toku hop toj tofwtaj toka lhachif-was", señalando a los parientes de padre, de la madre, o también fami-liares de la madre.Correspondientemente, el término hañhohí designaal que no es pariente.

En una esfera más específica, designan con la expresión to’iñhojtoj lhamilh al “nosotros” de la unión familiar (la familia de nosotros),siendo o’iñhol lhamet, la “verdadera familia”. Consistentemente, parareferirse a las antiguas bandas mencionan el término wichílhamilh ytambién wichí’ñholh (las familias wichí).Y, enfatizando los rasgos de

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residencia, denominan oiñhoj tolhe owet (la familia de mi casa) algrupo de parientes reunidos en el grupo doméstico que reside junto enun sector de un paraje.

Por otra parte, dos términos que designan “paraje” en idiomawichí, wukwe wetes y towetes toj niwefwa. Ambas expresiones poseenel sustantivo -wetes, que designa a “las casas” en el sentido materialde la vivienda y espiritual del hogar. Por ello, el “lugar de las casas” o“las casas frecuentadas” exponen, en las denominaciones citadas, larepresentación que los wichí guardan del paraje cuando aluden a él: serefieren al sector del paraje habitado por su familia (sea en los parajesdenominados en castellano Araujo, Pozo del Toba, Atento, etc.). Estesector del paraje habitado por un grupo familiar extenso en ocasionesadquiere una denominación “peculiar” para sus habitantes, sin que seaun nombre equiparable a la del paraje[11].

Los parajes tienen nombre wichí y son empleados al modo de to-pónimos, sea en castellano o en idioma wichí. El uso en referencia alos nombres de los parajes sigue una modalidad toponímica (Palmer,2005). Pero, aunque, los parajes son referidos bajo apelativos especí-ficos que designan extensiones de terreno de límites imprecisos queenaltecen un rasgo (pozos de agua, lechos fluviales, historias locales,rasgos de la vegetación, huella o presencia animal, o bien un hechohistórico[12]), en tanto to’wetes designan los lugares habitados y/o vi-sitados por ellos. Este aspecto resalta cuando en la lista de parajes queefectúan como respuesta a un pedido, los interpelados bosquejan losnombres y mapean los sitios donde tienen parientes, con completa in-diferencia por otros que, por su proximidad espacial, sería esperableque se señalaran en un plano (Dasso y Franceschi, 2005).

Así pues, en los parajes wichí se definen claramente sectoresque ocupan grupos de familias extensas de residencia primordialmentematrilocal, que se asientan en núcleos próximos de viviendas, rodeadospor otros que se vinculan como parientes de algún miembro del ante-rior y se disponen sobre un camino radial que sale fuera del círculoque conforman los primeros.Allí se hallan, en general “quienes no sonparientes”. Más distante, alejándose por el camino radial, comienzaun sector distinto del paraje, donde suele haber algún vinculo afinal enun grupo directamente no emparentado.

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Cada núcleo de viviendas próximas representa un grupo resi-dencial o doméstico donde la vida se comparte más o menos estrecha-mente en el cuidado de los miembros, la conversación, la tareadoméstica y con frecuencia se coordinan actividades para la obtención,la producción y la distribución de recursos y bienes. Considerando losgrupos en relación periférica, se puede decir de ellos que objetiva-mente son parientes. Sin embargo, los wichí no siempre los señalancolectivamente como to’iñhoj. En vez, sólo hacen referencia a uno delos miembros de aquella unidad doméstica que se relaciona con unmiembro de la del interlocutor (“es familia del sobrino de mi abuela”,“es familia del marido de mi hermana”). Preguntados los interlocutoressi son parientes de ese grupo, dirán que no lo son en todos los casos.

Ahora bien, hallamos que una idéntica progresión de viviendasse reitera siempre en diversos sectores reconocibles en un paraje. Poreste motivo hablamos, en cada oportunidad de este tipo, de un “sectordel paraje”.

En los sectores que se reconocen, las familias extensas se en-cuentran dispuestas en casas de modo semejante, con su correspon-diente periferia que se carga progresivamente de “no parientes” (seanparientes de afines o parientes de segundo grado de alguien del núcleocentral). Como se dijo, en un sector estos grupos mantienen entre sí re-laciones que podrían describirse objetivamente como “emparentadas”por algunos de sus miembros, pero no todos son considerados parien-tes[13]. En general, el sector de un paraje abarca unas 30-40 personas,mientras que la demografía de los parajes oscila entre 150 y 200 per-sonas.

En el paraje, estos sectores reconocibles y semejantes funcionande modo autónomo y con escasa relación de unos sectores con otros.Aunque se hallen en el mismo paraje, no parecen considerarse espe-cialmente cercanos, desde la perspectiva wichí, pues no comparten unfoco común de actividades ni se perciben como “familia” ni habitan unsitio que comparten estrictamente, aunque haya superpuestas áreas deusufructo de recursos o de actividades.Además, otro elemento espacialen común es el camino y como tal, se halla connotado de modo diná-mico -marcado por el tránsito a pie, en bicicleta, motocicleta u otrovehículo- e incluso -como subrayamos hace muchos años (Dasso,

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1999)- hay caminos que unen iguales puntos pero corren independien-temente unos de otros y son empleados por distintos grupos familiares.

Los caminos atraviesan los sectores discretamente y por ellosse alcanzan los diversos parajes ubicados en un circuito entre unoscinco a diez kilómetros promedio.

En lo concerniente a los sectores, hemos advertido cómo cadagrupo residencial en un sector dado puede ir creciendo o decreciendodemográficamente, al tiempo que puede recibir nuevos pobladores ensu vecindad, proceso que se ha visto proseguir hasta que en un sectorlimítrofe se genera otra unidad doméstica vinculada que, en cierto sen-tido, cambia el eje de relaciones.

¿CÓMO SE FORMAN ESTOS AGRUPAMIENTOS?En la sociedad wichí que tratamos, los varones suelen estable-

cerse en el grupo doméstico de la esposa, hábito prevalente que destacala vigencia de la matrilocalidad[14] (Bossert at al. 2009:52). En con-secuencia, el grueso de los varones suele mudar de sector o de parajecada vez que cambia su estado matrimonial.

Cuando los varones quedan solos (por viudez o divorcio, porausencia de hijos en el lugar) tienden a regresar al propio grupo domés-tico de origen, o -si éste faltara o no le resultara propicio- se instalanen las inmediaciones de un grupo doméstico de suficiente relación (porejemplo, un tío anciano que se muda en vecindad de su sobrino -en elsegundo anillo que describíamos de parientes secundarios de algúnmiembro de una familia extensa).

Si el esposo de la hija permanece en el paraje hasta que sus pro-pios hijos sean adultos, muy esperablemente ocupará el lugar de repre-sentatividad de su suegro cuando éste fallezca.Antes de ese momento,sin embargo, se suele advertir que han tenido lugar nucleamientos fa-miliares relacionados con el yerno. Se asientan en su cercanía, de ma-nera que la presencia de la familia del yerno en el área -en el segundoanillo- se vuelve numéricamente significativa frente a la familia ma-trilocal en la que se insertó por matrimonio.

Aún cuando se establezcan cercanamente, como ya se dijo, no

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se reconocen como parientes con el grupo doméstico matrilocal que in-cluye al esposo-pariente en cuestión. Exceptuando el vínculo con elyerno del grupo vecino, todos extienden al grupo respectivo la condi-ción de afín, que perdura en el tiempo.

Por otra parte, las mujeres tienden a permanecer en el entornofamiliar, en el cual cuidan a sus hijos menores. Sus madres, con fre-cuencia, se han hecho cargo de los hijos de las uniones anteriores desus hijos e hijas.

Este aspecto es importante para calificar los vínculos de parien-tes que se observan en las gráficas de parentesco, ya que individuos dedistinta filiación paterna se nombran como hermanos (mayores o me-nores, masculinos: chila, chinij; femeninos: chita, chinho respectiva-mente) si se han criado juntos en el hogar de la familia extensa. Laindistinción de hermanos y primos, y su clasificación general comomayores y menores que Ego puede, en no pocas ocasiones, generarconfusión al desembocar en la palabra castellana “tío” y “tía” o “so-brino” y sobrina” aunque sean, en rigor, hermanos o primos. Tambiéncolabora en la noción de fraternidad el fenómeno de la frecuentecrianza de nietos llevada a cabo por los abuelos maternos (ver Barúa,Dasso y Francheschi en Hirsch, S, 2008:133), por ejemplo debido a lamuerte, re matrimonio o abandono de la madre.

Cuando las mujeres devienen maduras o ancianas, y cuando porcausas diversas quedan solas, también ocurre que se mudan cerca dela unidad doméstica generada por algún pariente cercano. Idealmente,acudirán al anillo de la familia extensa en la que se halla integrado suhijo/a o su sobrino/a. O bien, según casos que asimismo hemos regis-trado, el matrimonio de la hija/o se muda al paraje de la madre paraacompañarla.

Como se puede inferir, estos movimientos dificultan la preci-sión para definir la estabilidad de un conjunto de parientes y delinearlos límites y los miembros de un conjunto doméstico residencial enun sector del paraje. El lugar de asentamiento de una familia extensaen la unidad doméstica (de padres adultos mayores) con casas en un es-pacio continuo (con hermanos menores de los mismos, o eventual-mente esposas de sus hermanos fallecidos, más casas de hijos varonessolteros o separados, y las de cada hija con su esposo e hijos), parece

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indicar siempre la unidad exogámica de personas próximas[15]. Elgrupo domestico es exogámico. No registramos matrimonios de miem-bros pasados ni presentes en el ámbito de la familia extensa.

En el espacio del grupo domestico se advierte -fuera de la dis-continuidad en el terreno para tener los propios animales de cría (puer-cos, chivas) y una parcela para cultivo- un área central despejadacomún que a veces, se halla interrumpida por el camino que se disponediametralmente -como una línea continua a lo largo de la cual se asien-tan los otros households relacionados por un miembro, a una mayordistancia -que suele oscilar entre los 200 metros o más- siempre dentrodel mismo sector del paraje[16]. Esto quiere decir que siguiendo un ca-mino que parte radialmente del household central hallaremos casasformando unidades domesticas vinculadas del tipo del anillo A y, másdistantes, como se detalla en el Grafico 3.

En el caso de la génesis de unsector emparentado en un paraje, seve que un sector de un camino ra-dial comienza a ser habitado porparientes de un grupo doméstico yainstalado. Aquellos se disponen auna distancia raramente inferior alos 200 metros, y luego en su derre-dor se suceden las posteriores insta-

laciones de parientes vinculados directos (hijos solteros, hermanosmenores, hijas con esposos, etc.) que componen esta unidad domésticaque se va formando según el mo-delo descripto, formando una reden un espacio definido, dando unesquema semejante al del grafico4[17].

En los parajes más anti-guos, donde la extensión de losvínculos entre las unidades do-mésticas es muy amplia por ellargo tiempo transcurrido, hastahoy se recortan zonas internas de

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Grafico 3

Grafico 4

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mayor interrelación. Siempre sin abigarrarse, se puede advertir cómocrecen en el sector específico de un grupo doméstico, o bien apreciarel modo en que emergen nuevos parajes vecinos que continúan unaslíneas emparentadas de algún sector, como una cadena cuyos eslabonesse extienden progresivamente uniendo households (Gráfico 5).

El efecto de este procedimiento mantiene una densidad demo-gráfica semejante (150-200 personas) en parajes viejos y nuevos.

Creo que la fisonomía del paraje podría reflejar, de este modo,la dinámica interna de una “banda”, hasta el punto de constituir una es-pecie de imagen estática -actual- de la banda histórica: una fotografía,dado que la movilidad original se halla afectada desde hace décadas,aunque no anulada.

En ambas (la banda histórica y el paraje) hallamos una asocia-ción localizada de familias extensas que se hallan vinculadas entre sípor lazos afinales y consanguíneos, por matrimonio y descendenciacomún. Un grupo donde hay parientes cercanos y adyacencia con ungrupo que no se considera emparentado -donde la vecindad es un as-pecto de importancia pues destaca, como veremos, afinalidad[18].

La distribución en el espacio entre los grupos familiares que seestablecen en un paraje deja ver también la adyacencia de las nuevasrelaciones que se van incorporando. Esto quiere decir que en este “re-flejo” de la tradicional banda se identificarían relaciones de diversatextura y proximidad.

12 María Cristina Dasso

Grafico 5

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Es probable que, en condición de circuitos de seminomadismo,algunos desprendimientos ocurridos en la estación seca no volvierana reunirse necesariamente en la pródiga estación de los frutos - iden-tificada con el verano, yatchep. Traducido a los parajes, estamos refi-riendo el crecimiento y decrecimiento de algunos sectores en el tiempo.

Unas veces, los desprendidos acuden con unas unidades familia-res y, otras veces, con otras unidades similares trazadas por una líneafamiliar alternativa, condicionados, por ejemplo, por relaciones másnuevas, matrimonios recientes, etc. Viendo lo que ocurre en los secto-res del paraje, tiene sentido inferir que en la “banda”, si el espacio de-jaba de compartirse, el recurso de la “visita” siguió manteniendoabierta la relación en el repertorio de la parentela, que desarrollaremosmás abajo.

De donde emerge una segunda característica de la banda. Si di-jimos que el estar localizada le otorgaba una cierta estabilidad, y siesta estabilidad significara -en términos seminómades- cierta capaci-dad de circular juntos y contraer matrimonios, la estabilidad de com-posición de las bandas duraría el tiempo que toma agotar lasposibilidades matrimoniales de los conjuntos que no se reconocencomo parientes pero son compañeros o prójimos “que andan juntos”.

Veamos el caso actual.Un ejemplo de bastante riqueza lo proporciona la organización

del presente. Cada paraje con suficiente antigüedad está representadoen unaAsociación Comunitaria con personería jurídica, integrada porel voto democrático, pero los casos son variables[19]. Por el momentointeresa destacar que en las reuniones celebradas en los parajes -dondese comunican las novedades de laAsociación: temas a debatir y votar,problemas emergentes, etc.- se registra la asistencia del miembro másrepresentativo de cada uno de los grupos domésticos del paraje, quie-nes debaten los temas que se llevan a laAsamblea general. Esto quieredecir que, en una familia extensa, el anciano o adulto correspondienteirá en representación de la familia matrilocal extensa que encabeza,cuyo límite se aprecia claramente: la familia extensa del tío de suyerno, situada en el mismo sector, tendrá como representante al tío encuestión, sin subsumirse por más que sean vecinos próximos y quehaya relación entre ambas por un miembro.

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Al menos, será así hasta que el yerno asuma esta responsabilidaden el lugar de su suegro y, entonces sí puede llegar a subsumir bajo surepresentación a esas familias extensas: aquella a la que pertenece pormatrimonio y la de sus parientes que se establecieron suficientementecerca. Este individuo que representa al grupo doméstico es tambiénquien media en los conflictos internos, y quien trata en los asuntos deafuera que involucran al grupo familiar.

Esto permite afirmar, en nuestra hipótesis, que la banda deltiempo tradicional conocía varios responsables. Y eventualmente po-drían reunirse bajo un menor número.

Si estos grupos residenciales emparentados se distinguen porla existencia de uno u otro pariente vinculante, allende este círculo hayotros que, aunque habitan próximos en el paraje, no tienen ningunarelación con ellos. Por ejemplo, y aún cuando hayamos registrado quetienen ascendientes en común, todas las veces que se pregunta por de-terminados individuos, éstos no son integrados en el conjunto de pa-rientes strictu sensu.

Por cierto, entre sectores vecinos del paraje hay manifestacionesde extrañamiento mutuo, sea mediante chismes, protestas (Dasso,1999:259-268) y discursos de insatisfacción y sospecha referidas alnúcleo vecino (Dasso, 1999:302-308), conducta que no pocas vecestrasluce celos y constituye una demanda -tenaz- de unidireccionalidad(Dasso, ibid). Parece que cada uno de estos grupos se comporta y re-meda en su fisonomía a la banda descripta históricamente, denominadawichí lhamil o wichí ñholh.

En el seno de esta vecindad que no constituye un estatus de pa-rientes reconocido para los wichí, ocurre que con frecuencia se produ-cen y reproducen matrimonios.Acaso como modo armonioso de cortaro reiniciar caminos separados por divorcios y disgustos en algunas ge-neraciones anteriores, lo cierto es que, en la práctica, la tasa de matri-monialidad llevada a cabo entre estos grupos domésticos vecinos esalta (por ejemplo, entre dos sectores de un paraje se produjeron cincomatrimonios en un lapso de tres años, prácticamente agotando las po-sibilidades de gente disponible al efecto en uno de los sectores)[20].

Los matrimonios no ocurren sólo dentro del paraje, sino tambiéncon miembros de otros parajes. Analizaremos los casos más adelante.

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Basta, por ahora, señalar que dentro del paraje (que sostenemos comoel reflejo actual de la banda) se producen matrimonios. Es decir, queesta estructura no define prácticas de exogamia o endogamia.

VISITASConsiderando un paraje en relación con otros, aparecen lazos

marcados por las visitas que ya he mencionado, que a modo de cami-nos/noyij los informantes trazaron en la zona al delinear planos de pa-rajes. Analizados en detalle, se advierte que siempre aparecenvinculados con ciertos grupos residenciales frecuentados por lo menosdesde hace tres décadas.

¿Quiénes hacen las visitas? En rigor, las mujeres realizan un nú-mero mucho mayor de visitas que los hombres, las ancianas más quelas adultas y las jóvenes -aunque hay que tener presente que las muje-res rara vez visitan solas, y allí aparecen en compañía de muchachasmás jóvenes.

De los hombres, realizan más visitas los adultos que los viejosy los jóvenes, y parece más frecuente que los varones realicen visitasindividuales a las casas situadas en otros parajes, que las que se hallandentro del propio.

Entendemos que estos caminos de visitas que se realizan nor-malmente fuera del paraje responden a la noción de parentela, espe-cialmente porque se trata de lazos que se conservan a lo largo degeneraciones y persisten como relaciones estables -aún si el grupo deresidencia compuesto por las unidades domésticas matrilocales hacambiado notablemente en pocas generaciones. Es decir que estas re-laciones persisten aún si unos u otros han mudado de paraje. Si efec-tivamente cambian de paraje, se observa que simplemente añaden uncamino nuevo al circuito de visitas[21].

En este sentido, como hemos dicho que el paraje se halla carac-terizado por el asentamiento conjunto de núcleos emparentados demodos reconocidos y otros reconocidos sólo por algunos miembros,podríamos caracterizar las relaciones en su seno como de gran interre-lación en el interior de cada familia extensa matrilocal, y de interrela-ción laxa con las otras unidades domésticas que se disponen en su

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periferia. Entre ellas es la localidad común -la vecindad o cercanía- laque funda una relación suficientemente segura y productiva. Segurapues, mas allá de disgustos de convivencia cercana -los animales de al-guno que molestan los cultivos del otro, los disensos en las asambleas,etc.-, se trata de gente que vive con prójimos. Productiva porque, tardeo temprano, de unas unidades domésticas “cercanas pero no parientes”surgen cónyuges para las otras.

En tanto, el vínculo entre parajes desarrolla el proceso de man-tenimiento y recreación de lazos entre núcleos de parientes no corre-sidentes, a saber, lo que denominaremos la parentela -único términoque hemos dado en emplear aunque nos coloca en cierto entredichocon otras acepciones en la etnografía wichí (Palmer, 2005, Barúa,2007)[22].

Según nuestra hipótesis, la parentela puede definirse por el con-junto de familias que estuvieron vinculadas de modo estrecho (acasoen un sector de paraje, como bandas históricas) y que, no siendo ya co-rresidentes, mantienen la “familiaridad” uniendo con la visita lo quepodría diluirse por la pérdida de la residencia común. Este atributo dela pérdida de residencia común permite sin embargo, hallar entre em-parentados laxos a los individuos que se hallan habilitados como cón-yuges potenciales y deseados. Es decir, según esta apreciación, que lagente wichí contrae matrimonio dentro de la parentela.

En el análisis de unas fotografías tomadas por la autora en 1980,1981 y años subsiguientes de la década se halla un ejemplo que podríaayudar a comprender cómo se configura hoy el equivalente de la banda(el grupo local de prójimos donde hay parientes y no parientes) y dela parentela (el grupo de parientes reconocidos -más lejanos o cerca-nos- dispersos, mantenido por visitas.) (Foto 1):

Tomando como referencia a TJ, que conocemos desde entoncesy pudimos seguir cercanamente hasta hoy, identificamos con ella lossucesivos sitios que habitaron las restantes mujeres que la acompaña-ban en las visitas o hallábamos continuamente en grupo (y en este caso,en la fotografía). TJ solía integrar un grupo que también integraban sujoven hija mayor, la tía abuela paterna de esta muchacha con su hija;otra era CS -una anciana que en aquel tiempo TJ definía como su “ma-drina”, término que, como “compadre”, ya entonces empleaban en es-

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pañol para explicar proximidad- junto con su hermana y su hija, ade-más de AZ -otra dama adulta- y su hija.

En aquella época estas mujeres vivían en un sector (antiguamentejunto a la pista de aterrizaje) que fue luego llamado paraje FranciscoSupaz y algunas en un sector del paraje contiguo de Polenom, es decir,muy cercanas unas de otras. Hoy se puede advertir que ellas y sus des-cendientes se han emparentado en el seno del mismo grupo que entoncesconformaban, ya sea en el mismo paraje o en distintos parajes.

De hecho, algunas personas han mantenido idénticas relacionesde afinidad durante la generación de sus hijos y nietos.

CÓMO SON LOS MATRIMONIOS WICHÍ A LO LARGO DELTIEMPO

Una familia extensa matrilocal halla gran ventaja en tener hijasmujeres, ya que presumiblemente permanecerán en su paraje de naci-miento y agregarán a sus esposos y, a lo largo del tiempo, “avecinarán”los parientes de él y sus hijos al grupo local. Los hijos varones, encambio, partirán hacia los parajes de sus esposas, cumpliendo sus obli-gaciones de disponibilidad hacia el suegro durante los primeros añosde matrimonio hasta el nacimiento e infancia de los hijos[23]. Nume-rosos esposos permanecen en el grupo doméstico matrilocal de su es-posa hasta que sus hijos son adultos.

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Foto 1

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Así, en el 1980 el grueso de las mujeres fotografiadas residía enel actualmente denominado barrio Francisco Supaz y su adyacente Po-lenom. En el caso de TJ, su esposo ha sido siempre EC, a quien toma-remos como Ego. EC residía con TJ, su esposa, en el paraje donde lafigura destacada era el HnoM.Ea, quien tenía como esposa a una her-mana de EC. Este modelo de matrimonios de hermanos se repite variasveces.

De hecho no eran los únicos hermanos de EC en matrimonio conotro grupo de hermanos en casas vinculadas del paraje, ya que I y A,a la sazón otra hermana y hermano de EC, habían contraído matrimoniocon dos hermanos U, respectivamente el varón L y su hermana R.

En ese tiempo este era el esquema:

Es notable que sean grupos de hermano y hermana que contraenmatrimonio con hermana y hermano, configurando un amplio conjuntode casos de matrimonios que darán lugar a conjuntos de primos porlínea paterna y materna. De los hijos de estos matrimonios entre her-manos y hermanas se pueden destacar los ulteriores matrimonios entrejóvenes cuyos parientes afines, son, en rigor, afines muy cercanos -como esposos y esposas de la tías/os.

Recién tras la muerte del hermano mayor de su esposa y tras ge-nerarse una mudanza a otro sector del territorio (1989) EC y su esposase establecieron en un sitio provisorio por unos años, pero allí era im-posible hallar espacio adecuado.Al cabo de unos años, se mueven a susector, en el amplio paraje nombrado Araujo (Gráfico 7).

No es azaroso que EC y su esposa nombraran a este sector como“Cuatro viviendas” -aunque en diez años este nombre ha sido dejadode emplear por los habitantes del mismo. Las cuatro viviendas que de-signa su asentamiento comprendía la casa de ellos -el matrimonio

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C J U Grafico 6. Matrimonios de grupos de hermanos

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adulto-anciano-, la de sus hijos varones (uno soltero, otro divorciado),la de su hija mayor, esposo e hijos, y la del solitario hermano menorde TJ. Esa es la unidad doméstica a la que se sumó luego la esposa delpadre del yerno (Ea.Pa.Eo.HaM).

Más tarde, por el fallecimiento del hermano menor de la esposade EC, queda libre su casa de mampostería durante dos o tres años,durante los cuales fue ocasionalmente usada como aula o depósito.Esa vivienda fue más tarde ocupada por el hijo menor de TJ y EC, ylos hijos -estaba recientemente divorciado.

El asentamiento expresaba claramente las relaciones de parien-tes, no sólo en los casos descriptos de la unidad doméstica, sino por-que, a unos trescientos metros se asentaron luego el hijo del hermanodel padre de TJ con dos hijos, y más lejos aún, aunque sobre el mismocamino, el tío paterno del yerno (Hno.Pa.Eo.HaM) y sus hijos, prove-nientes de Pozo del Sauce -un paraje fuera del territorio aborigen deMisión Nueva Pompeya.

Hacia 2010, dando la pauta de la conveniencia e inconvenienciade los patrones de asentamiento, una familia se instaló sobre el mismocamino a una distancia de unos quinientos metros de este grupo do-mestico, en el borde más cercano al pueblo de este sector del paraje.Aunque se trataba de una familia de apellido ubicuo entre los wichí dela localidad, carecía de relación con los demás, que manifestaban saberel nombre y eran muy reservados en cuanto a su conocimiento. Dosaños después, la casa fue completamente abandonada.

19Apuntes sobre la definición de bandas...

Grafico 7. Sector del paraje Araujo

Hno.Pa.Eo.HaM

Ea Ho

Ho.Ha M

Ho.Ha mEgo

HoHa

Ha M

Hna.MaEo.Ha M

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En tanto en Cuatro Viviendas el hijo menor de EC y TJ contrajonuevamente matrimonio con una joven de un sector “no emparentado”del mismo parajeAraujo.Al poco tiempo la pareja se mudó a la unidaddoméstica de la suegra del muchacho, que por su propio divorcio sehabía mudado de paraje.

La casa que quedó desocupada al irse el hijo menor de EC y TJfue ocupada rápidamente por un nieto de los ancianos, y luego la ha-bitó junto a su reciente mujer proveniente del paraje Rosa Supaz.Cuando, al cabo de un año el matrimonio se establece en el paraje fa-miliar de la esposa del nieto mayor, otro nieto de EC y TJ se trasladóa esa casa de mampostería con su reciente esposa.

El elemento en común que tienen las dos nuevas esposas incor-poradas (la del hijo de EC y TJ y la del hijo mayor de la hija mayor deEC y TJ) es su abuela TP -que es katela (abuela=Ma.Pa.Ea) de ambas.

En tanto, la hija menor de EC y TJ se ha reintegrado al parajecon su familia completa. Si bien durante muchos años residieron en laprovincia de Formosa, regresaron por nuevas circunstancias:

- El fallecimiento súbito del esposo de la hija mayor de EC y TJ.- La partida de la hija mayor de EC y TJ quien se fue con otra

pareja sin guardar el tiempo de duelo deseable.- el matrimonio de la Ha.HaM. con el Hno.Ea.HnoM, habitando

una vivienda cercana. Al año una enfermedad de la joven y su tem-prana muerte provoco el temporario regreso de la madre al paraje -hasta que finalmente se alejó de la localidad con otra nueva pareja.

Se advierte cómo, desde los matrimonios entre grupos de 2 o 3hermanos en la generación de las mujeres de la fotografía de 1980, losulteriores matrimonios fueron estrechando los vínculos preexistentesque las reunían en dos parajes adyacentes. Las mujeres de la fotografíason abuelas comunes que siguieron visitándose aun cuando, veinte otreinta años después se hallaron distribuidas en distintos parajes.

Puede parecer excesivo describir los movimientos casi perma-nentes que en treinta años alteraron la fisonomía del grupo de CuatroViviendas. Pero es necesario ya que, si se considera la historia previa,los movimientos familiares se vuelven más notorios y comienza a vis-lumbrarse la parentela, entendida como un grupo de parientes que per-

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manece como una red latente entre los grupos locales y a la vez másallá de ellos.

El análisis de movimientos matrimoniales entre parajes de di-versa composición deja siempre ver, sin embargo, circuitos semejan-tes: Si a lo largo del tiempo se toman las familias emparentadas dePozo del Toba, rastreando los sitios donde sus miembros se han insta-lado tras los matrimonios en las distintas generaciones, vemos que lageneración +2 ha “enviado” cónyuges masculinos a Pozo del Sapo y

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Grafico 8. Matrimonios simultáneos entre sectores de un paraje

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concurrentemente, el grueso de las mujeres nacidas en Pozo del Sapocontrajo matrimonio en Pozo del Toba. Un número significativo, aun-que menor, de matrimonios se produjo entre individuos de Pozo delSapo y el paraje denominado Polenom (adyacentes por otro caminodiametral).

La generación siguiente en Pozo del Sapo y Pozo del Toba in-sistió en estas líneas matrimoniales, progresando al abrir el intercam-bio a Polenom y luego a dos locaciones contiguas, generadas másrecientemente y ubicadas entre Pozo del Sapo y Polenom. Es decir,que los parajes más recientes surgen en el espacio encadenado entredos anteriores y se nutren de matrimonios ocurridos entre grupos re-sidenciales de éstos[24].

No obstante, también vemos que estos parajes “puente” (situa-dos en los caminos radiales que unen dos parajes preexistentes) evi-dencian un marcado número de matrimonios entre familias extensascorresidentes en un paraje (es decir, dentro de “la banda” de nuestra hi-pótesis). De modo que los grupos residenciales vinculados por afinidadtoman cuanto pueden de las líneas matrimoniales ya reproducidas enel pasado y continúan nuevas líneas en la proximidad con grupos lo-cales donde el parentesco siempre se declara inexistente[25].

Algo semejante ocurre con familias que, siendo centrales haceveinticinco años en Pozo del Sapo, contrajeron -en la generación si-guiente- matrimonios en el paraje Río Muerto (distante del citado)hasta establecerse mayoritariamente en su vecino Siete Viviendas. Sinos guiamos por los apellidos que se hallan formalizados en sus docu-mentos de identidad, los matrimonios más nuevos aparecen reiterandouniones de idénticos apellidos que terminaron residiendo en Siete Vi-viendas. Es decir que hay un fenómeno que se repite, de hecho, entodas las generaciones, en primeros o segundos matrimonios, mar-cando la tendencia de “agotar” una línea de individuos matrimonia-bles, mientras se abren otras con otro paraje, que a continuación se iráagotando. El agotamiento es la concreta falta de varones o mujeressolteros.

Como se deja ver, en algunos casos, este fenómeno se producereiterando estructuras matrimoniales que ya se produjeron en el senode un paraje específico, y que luego se repiten en otro. Esta repetición

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se produce en la misma y hasta dos generaciones descendentes y/o enuno o dos grados de colateralidad, e incluso mediante matrimonios demenor distancia genealógica pero de marcada diferencia generacionalentre los contrayentes.

La formación persistente de matrimonios dentro del mismo pa-raje durante un lapso de tiempo y con otros parajes específicos en otrolapso, se mantiene ya sea con miembros de pequeños parajes, ya seacon otros de mayor envergadura, formando en general un conjunto detres parajes donde ir entretejiéndose.

El entramado de relaciones que describimos no opera simultá-neamente en todos los parajes de la zona, sino en circuitos menores detres o cuatro parajes que se recorren en más de una generación. Si segraficara veríamos la conformación de una espiral que se va redu-ciendo hasta angostarla en un extremo, y posteriormente se ensanchaal intensificar o recomenzar su crecimiento con un nuevo paraje.

Es decir que el panorama dinámico que ofrecen las familias ysus matrimonios a lo largo de treinta años muestra cómo se produce unmovimiento en espiral: desde un fuerte intercambio simultáneo de es-posos entre dos o tres parajes (idealmente matrimonio de hermanos yhermanas) y luego su interrupción en la generacion siguiente.

En este lapso encontramos uniones con otros parajes, inclusivealgunas uniones matrimoniales emergentes del pasado -que parecíandesaparecer-, para finalmente cerrar el circuito en parajes vinculadoscon los del comienzo, en las locaciones donde comenzaron los inter-cambios. Cuando todos los parajes realizan este tipo de movimientomatrimonial en el tiempo, advertimos la asimetría del entramado, cadauno retomando cabos de afinidad que se dejaron sueltos en los distintosparajes o, a lo sumo, aguardando una nueva generación donde éstos re-aparezcan[26].

LA PARENTELA[27]Hasta aquí, nos parece evidente que la nebulosa o red que hace

posibles y deseables ciertos matrimonios entre los wichí es la paren-tela. La parentela adquiere relevancia solo en la medida en que es re-lacionada y recorrida empíricamente a través de visitas propias o

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familiares. Si los wichí identifican ciertas parentelas con algunos ape-llidos nacionales desde hace unas décadas, es claro que aun cuandolas definan como “mezcladas” en el presente, hay conjuntos centralesde “apellidos” que persisten en su emparentamiento. En cierto modo,este “emparentamiento” que se ha distanciado residencialmente nosseñalaría un matrimonio preferencial[28].

En relación con los datos recogidos en estas décadas, vemos queforman una parentela los parientes no corresidentes cuya virtud puedehallarse en las posibilidades matrimoniales que mantienen abiertashacia las generaciones descendentes en función de matrimonios pasa-dos.

Por este mecanismo, cuando se suma la movilidad seminómadehistórica, vemos cómo los grupos locales que hallamos dentro de losparajes se vinculan también con otros más distantes, aún fuera delmismo territorio aborigen. En la práctica hemos trazado los puntosdonde se contactan, sea dentro del circuito de visitas realizadas, sea enlos hitos recordados de ida y vuelta del río Teuco o en la historia demudanzas de grupos familiares[29].

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Gráfico 9

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BANDAS Y PARENTELASAmbos grupos de referencia, bandas y parentelas, se hallan re-

presentados en la progresiva reformulación de miembros en un grupolocal de un paraje -formado por parientes y “vecinos” (afines)- dondehallamos que reside el equivalente actual de la tradicional “banda”.

Todo se produce como si estuviéramos ante tres o más gruposlocalizados intercambiando directa o indirectamente sus miembros (delos cuales unos siempre son consanguíneos y otros siempre son afines)dentro de un contexto mayor que, según entendemos, es la parentela.Cuando graficamos lo que ocurre matrimonialmente en el paraje oentre parajes -es decir, entre las que se denominarían “banda” y otras“bandas”-, plasmamos la concreta representación espacializada de losmatrimonios habidos en un grupo de parientes -una parentela- en cuyoseno se pueden seguir produciendo matrimonios por ciertos mecanis-mos preservados por la costumbre: especialmente, el no reconoci-miento de los afines como “parientes” corresidentes y el alejamientoresidencial de los parientes, que se vuelven matrimoniables dentro dela parentela.

En nuestra perspectiva, la parentela es la totalidad de prójimosreconocidos en red, una “nube” donde los aspectos de interrelaciónsostenida hacen deseable el matrimonio en su seno. Ese nos parece elsentido de la parentela wichí como unidad mayor de parientes: atraer,reforzar la red, volverse “mismos” y “reconocerse mismos” en eltiempo.

TERMINOLOGÍA DE PARIENTESLa terminología que emplean los wichí para designan el uni-

verso de los parientes en Misión Nueva Pompeya es[30]Ma.: LakuPa.: LafwchaHo.: LhosHa.: LhoseEo /Ea: Lechefwa, también -kanuEo.Hna (Ha): fwayenek

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Ea.Hno (Ho) (Ho.Ho): tichéHnoM: ChiláHno m.: ChinijHnaM: ChitáHna m.: ChinhóMa. Ma (Pa.): Telá (por extensión también a Ma.Eo/Ea)Pa. Ma (Pa): Chotí (por extensión también a Pa.Eo/Ea)Ha. Ho (Ha): Cheyó ý en castellano confunden nieto y sobrinoHo. Ho (Ha): CheyósHna. Ma (Pa): Witúj (por extensión también a Hna M. Eo/Ea)Hno. Ma (Pa): Witúk (por extensión también a Hno.M .Eo/Ea)Ho. Hno (Hna): La wula / watla (Palmer, 2005: 114)Ha. Hno (Hna): La wulaní plural: la wulai / watlani (Palmer, 2005:114)Ho (Ha). Hno (Hna).Pa (Ma): mujer M wituj, si varon M: wituk

La terminología de afinidad asigna un término neutro al esposo/esposa -kanú o -chéfwa-, dos para designar a los padres del cónyuge(-chotí/ -teláa), y con otro a Eo.Hna (Ha) (choté) y otro Ea.Hno (Ho)(tiché)[31]

Los términos para los padres del cónyuge se conforman con losmismos que designan a los abuelos, en tanto los hermanos del cónyugeson designados como tío (wituk) y tía (wituj) ascendiendo una genera-ción en virtud de la afinidad. Como se ha visto en la relaciones descrip-tas hasta aquí, veremos que la distinción en hermanos mayores ymenores resulta de gran importancia en la capacidad matrimonial quecada conjunto habilita.

ALGUNAS NOTAS SOBRE DEFINICIONES DE OTROS AUTORESComo sostenemos una diversa interpretación en relación con las

unidades sociales en estudio, hay algunos temas concurrentes. Porejemplo, la exogamia o la preferencia por la endogamia local deberíare estudiarse en cada caso. Más allá de este aspecto central, los regis-tros son bastante coincidentes en cuanto a formas matrimoniales.

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Barúa, Braunstein, Palmer entre otros, han hecho estudios alu-diendo reiteradamente a la organización del parentesco wichí. Otrosautores sobre el grupo han asimismo empleado nociones diversas aldescribir las comunidades en estudio, y por lo mismo y al respectoquisiéramos plantear algunas cuestiones que nos resultan aptas parael debate, precisamente porque a la hora de sintetizar la situación delos grupos wichí, se nos dice que no hay regulaciones acentuadas, sinosolamente “reglas negativas” para el matrimonio. En este sentido cadaautor se confiesa capaz de identificar algunas formas matrimoniales“estratégicas” o en el mejor de los casos “preferenciales”. (Bossert etal 2009: 51)

En primer lugar, hallamos los asertos de Barúa en relación conel tópico, provistas en la síntesis de Bossert et al., donde hallamos loque en el presente trabajo denominamos familia extensa:

“Las dinámicas de alianza matrimonial wichí parten de un pre-supuesto de sociabilidad a través del cual se conforma una amalgamade parientes que se comportan como una mónada pudiéndose, sin em-bargo, separar del resto de la aldea para formar nueva localidad o agre-garse a otras aldeas” (Barúa, 2006:40-41, el subrayado es nuestro)

Y el recensionista agrega la descripción que coincide con nuestradefinición de banda, es decir, el agrupamiento localizado en el paraje:

“En la vida cotidiana wichí se hallan siempre mecanismos quefavorecen la vecindad sociológica entre un conjunto de miembros li-gados por una multiplicidad de vínculos de parentesco y cuya termi-nología se superpone con frecuencia. Esta amalgama de parientes,según Barúa, toma cuerpo sobre todo mediante el intercambio directode matrimonios de grupos de hermanos (o primos, tíos o sobrinos quecon frecuencia disfrutan de esta categoría por ser hermanos mayoreso menores). Siempre se casan entre parientes afines, lo cual no cons-tituye endogamia.”

La autora emplea arriba una definición operativa de lo que nos-otros designamos, al efecto del presente trabajo, “paraje = al tradicio-nal modelo de banda”.

La siguiente clasificación (con el subrayado que es nuestro) nosmuestra que obtenemos parientes-consanguinidad-cercanía residen-cial= parentela en el household.

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“Así cada parentela se restringe a su household y en mayor omenor medida a su localidad. Por lo que se intenta preservar el inter-cambio generalizado entre parientes, los dones puros con los consan-guíneos más cercanos, que son los que sostienen en la actualidad lavida cotidiana de la parentela wichí.” (Barúa, 2009).

A su vez, Rodríguez Mir (2004) define la siguiente representa-ción de “banda” y “tribu”:

“(…) poblado de aborígenes, en su gran mayoría de la bandahwenetás que existen hasta hoy día en la localidad de Tres Pozos. Tam-bién participaron otras bandas, como la de los kalaktás (= garzas) ywusc´othén (= avispas). Todos ellos conformaban la tribu de lukutás”.

Nos parece que nada hay que sustente suficientemente que lhu-kutas y kalaktas no fueran bandas de igual tenor, caracterizados, si sequiere, por algún dato ambiental (por ejemplo, ser gentes tewoklheley,del río).

Encontrando ciertas características particulares de los sistemasde parentesco en las tierras bajas sudamericanas que parecen extensiblesal sistema de parentesco wichí-mataco, Barúa indica unas cuestiones:

“A este respecto, entre los mataco, el parentesco clasificatoriocorresponde a muchos más individuos que los que designa el paren-tesco genealógico (el circulo de los parientes propios). Ello es cohe-rente con la posibilidad matrimonial dentro de un grupo endógamo,sobre todo en las generaciones desposables entre un Ego y la primerageneración ascendente y la primera descendente. De estos parientesclasificatorios, desde nuestro punto de vista, algunos son consanguí-neos clasificatorios en el sentido de que en la mayoría de los casosexisten nexos trazables que ellos no toman en cuenta, o que han dejadode considerar tras la concertación de algunas alianzas, o también trasla muerte del pariente que los conectaba. De este modo amplían el cír-culo de los afines a través de la extensión clasificatoria.

Finalmente es de notar que en este modelo los términos para losparientes clasificatorios así como para los parientes políticos son losmismos que para los parientes genealógicos.

Como señala Kaplan (1972) las categorías de consanguíneo yafín suelen estar sometidas a un proceso dinámico, de modo que los

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consanguíneos relativamente distantes se reclasifican como afines yde este modo se reabsorben en la cerrada esfera cognática a través delmatrimonio. Depende del sistema de parentesco de que se trate el quesea la consanguinidad o la afinidad la que sirva mejor para extender elrango de parentesco. Existe una forma que Schapiro (ib: 8) denominael consanguíneo se desvanece (fade out), según la cual todos, menoslos consanguíneos cercanos, pueden ser redefinidos como desposables,sobre todo si las relaciones se pueden trazar hacia ellos en más de unmodo posible como es común en sociedades de pequeña escala. (…)”(Barúa, 1994: 63-67).

Confluyendo en la búsqueda de rasgos comunes, se ha señaladoque a pesar de que en el Chaco Mètraux ha subrayado cierto carácter“amorfo” de su organización social y aunque pesan sobre la región ob-servaciones sobre la falta de definición de formas de un sistema de pa-rentesco según los principios de descendencia y alianza (Bossert et al.2009:50), es claro que el debate sobre el parentesco wichí se suscitahasta el presente y puede renovarse solamente a través de los casosconcretos registrados[32]. Esos casos podrán dar respuesta adecuadaal problema y postular principios que, evidentemente, siguen operandoen las sociedades que estudiamos, cuyos resultados hallamos de modoconstante en la vida de los parajes.

Hay algo que decir en cuanto al modo en que se han aplicado lasherramientas del debate sobre el parentesco wichí en las controversiasmás generales. Siguiendo la síntesis de Bossert et al. (2009:50) en-contramos que se le adjudica a los wichí la existencia de una endoga-mia de “tribu” y exogamia de “banda”, tanto como informes deexogamia de parentela y a la vez una exogamia de banda (lo que Al-varsson denomina wikyi’).

Aun cuando se produzca desde una perspectiva excesivamentelocal, en nuestro enfoque debemos plantear algunas cuestiones queemergen del presente debate:

A) Las definiciones de banda y parentela no tiene igual referentesegún los autores. Concurrentemente, debemos tratar de esclarecer conmayor especificidad las unidades sociales wichí, dentro o fuera de lascuales contraen matrimonio.

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B) No parece correcto debatir la exogamia o endogamia wichísi no se precisan las unidades en donde dichas prácticas se plantean, yrápidamente hallamos definiciones de banda, wikyi, parentela, tribu,etc., que no permiten, hasta el presente, su caracterización estable parasu reconocimiento extendido[33].

C) Hay la necesidad de preguntarse según qué criterio definehoy una persona wichí aquello que puede identificar como “su banda”.Se impone analizar su existencia y reconocimiento concreto en cadacaso y los procesos de su constitución y mantenimiento. Para este fines preciso observar el desenvolvimiento matrimonial de varias comu-nidades simultáneas en el tiempo. Aludimos a varias comunidadespuesto que, si se ha sostenido alternativamente que tres unidades (debandas o de parentelas según los estudiosos) son las que entablan laalianza, debemos superar este mínimo para hallar el punto de equilibrioen el cual un grupo y un individuo escogen la regla independiente-mente de la necesidad que pueda esfumarla o relativizarla.

Este aspecto parece reconocido por otros autores que se han de-dicado al tópico, tal como señalan los estudios sintetizados citadosarriba: “En resumen, la única norma positiva que parece encontrarsea lo largo de toda el área chaqueña, al menos en términos ideales, esla residencia uxorilocal. (...) Al mismo tiempo se entiende por qué,aun existiendo alguna uniformidad propicia para el análisis, los estu-dios específicos sobre la organización social chaqueña han resultadotan escasos (…) Dado que por lo general se trata de sistemas simétri-cos, la principal preocupación de esos estudios es descubrir a quiénesse define como parientes, y si estas extensiones responden a las uni-dades sociales actuales o remiten a otras (Miller, 1966: 195; Wicke yChase-Sardi, 1969; Braunstein, 1983: 84).”

Hay ciertas proposiciones en el estudio del parentesco wichí,que se han aceptado como punto de partida y han quedado incuestio-nablemente fijas aun cuando se hallen vacías de contenido, en tantootra gran cantidad de datos corre paralela a dichas formulaciones sinrecogerse su problematicidad. En especial, los datos relativos a la fle-xible ambigüedad de los hermanos y primos que es desde nuestropunto de vista una cuestión central.

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En efecto, al referir el tema estamos aludiendo a la peculiar con-vivencia que se da en los grupos domésticos wichí, donde los niñoscrecen habituados a la cotidianidad convivencial de los parientes de lamadre. El padre, la madre, los hermanos y hermanas de la madre ro-dean su infancia y establecen, en la generación infantil, un grupo deprimos, en la gran mayoría de los grupos domésticos, que son matri-locales. No se trata de que el padre y los parientes del padre no tenganderechos en este contexto[34], sino que los parientes paternos son vi-sitados desde aquel grupo domestico. Y en segundo lugar, que los pa-rientes paternos son visitantes en el grupo doméstico. Esta situaciónsólo cambia si, como hemos visto, se da el matrimonio de individuosque se hallan doblemente relacionados, por vía paterna y materna,como genera el matrimonio de grupos de hermanos.

Por tal motivo, se trata de definir desde la experiencia concreta,cuáles son las unidades sociales y los sistemas en los que nacen y seinsertan las personas en sociabilidad y cómo se constituye la relaciónmatrimonial reprobada y aprobada, de los individuos y grupos wichí.

También es preciso seguir el camino ahondando en la razón efi-ciente de la matrilocalidad, punto en que nadie duda. Al respecto, el“grupo de parentesco residencial” es caracterizado por la presencia deparientes consanguíneos de alguno de los afines de la familia extensacentral, y sus familias extensas. Este aspecto había sido ya oportuna-mente resaltado por Braunstein (1983).Alega que, como “residencial”no se opone a “consanguíneo”, se suele escoger otra definición de ungrupo tal, por ejemplo, la comunidad.

Palmer menciona con frecuencia -igual que nosotros hemos he-cho- el término “comunidades”. Vemos una “red de comunidades in-terrelacionadas por parentesco y matrimonio” (2005:13) y nos habla de“más de una comunidad”, aludiendo a 128 personas apresadas(2005:24). También alude a que acudían a los Ingenios alrededor de “10hombres por comunidad (…) la más numerosa (los Pelados) con 32 hom-bres (2005:29). Por último, describe un grupo de 26 caciques de los cualescuatro caciques dominaban cuatro grupos de comunidades” (2005:28).

Es claro que, si consideramos la media demográfica a la que alu-den, estas “comunidades” remiten a las históricas bandas, que hoy se-rían reconocibles, creemos, en un paraje.

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También hace mención de la parentela:Palmer encuentra que la unidad más pequeña se halla representada

por el grupo de residencia: “por grupo de residencia me refiero a la unidaddomestica que constituye la base de una comunidad wichí. Una comu-nidad (un sitio de viviendas “wukwe wetes”) esta conformado por unoomás grupos de residencia, de los cuales cada uno comprende un numeromás o menos variable de viviendas. Por lo general, los grupos de resi-dencia que conforman la comunidad están interrelacionados por lazosde parentesco” (2005: 118). En este aspecto, el grupo de residencia parece,igual que en nuestro caso -ser el que ocupa un sector de paraje. La co-munidad corresponde a lo que denominamos paraje si bien nuestro autordestaca que “los grupos de residencia que conforman la comunidad estáninterrelacionados por lazos de parentesco”.Aspecto que nos parece se-cundario en relación con la localización.

La parentela viene a ser, para Palmer, un grupo de personas conun nombre en común aunque “en conformidad con su estructura cog-nática, la transmisión del nombre de parentela no obedece a una reglaunilineal” (Palmer, 1995, p. 120)

Por ejemplo, nos refiere que la Misión de Zaldua (2005:26)reúne 427 individuos de la parentelaWej wos, abarcando 80 grupos fa-miliares en 60 viviendas. El cálculo promedio de 7.1 individuos por“grupo familiar” en cada vivienda nos permite inferir que se refiere afamilias nucleares. Igualmente, nos refiere que esta parentelaWejWosse halla enemistada con otra en la banda norte del río, los Mataguayo(2005:26, 2005:21).

Se advertirá aquí que hay dos acepciones de la “parentela”: deuna parte, un grupo demográficamente amplio (por ejemplo, con masde 427 integrantes en el caso Wej Wos) y localizado, según hemosvisto, en una u otra margen de los ríos. De la otra, se provee un nuevodato: la parentela (2005:92) tiene una peculiaridad que nos muestra alseñalar que las mujeres se adhieren a la parentela (masculina), a saber:“la mujer Rosillo” (ibid).

Este aspecto subraya nuestra coincidencia con la afiliación mas-culina original del nombre de lo que denominamos “bandas” (parajes)y las bandas que creemos reconocer parecen coincidir con la figura dela “parentela” citada por Palmer. Sin embargo

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“Los miembros de la parentela cognática del sujeto son sus“otros” en el sentido de que son otros similares” (…) los que estánemparentados son “mutuamente otros” (zlainaj) o “mutuamente símismos” (zlazlamil). La “otredad wichí se contrapone a la “diferen-cia”, característica esencial de la afinidad. Los afines y los afines po-tenciales son “otros diferentes” (inoj to wehnazlamej) (…)”(2005:113).

“Desde el punto de vista externo, panorámico, se desprende unaimagen nítida de parentelas discretas constituidas por poblaciones iden-tificables que ocupan áreas claramente delimitadas (…) en cambio vistasdesde su interior, la parentela pierde definición, como una imagen frag-mentada en un caleidoscopio.(…) los wichí definen su identidad grupalen términos de su ubicación genealógica (…) se ubican no conrespecto a nombres de grupos, sino de individuos (…) “. Su imprecisiónse debe en gran parte a que los nombres de parentela no son autode-signados (…) sirven para clasificar otros grupos” (2005:123 ss.).

De igual modo, avanza“Si es correcto o no identificar a estos grupos homónimos como

ramas de una misma parentela, es una cuestión que solo podrá resol-verse a través del análisis macroestructural” (2005:122).

“dos o más parentelas están siempre relacionadas en un grupode residencia” (129)

La imagen caleidoscópica que Palmer transmite podría en partereconsiderarse si analizamos el caso en función de lo que acá intenta-mos definir como “bandas” (localizadas en un espacio, =paraje, = múl-tiples grupos de residencia relacionados por parentesco y por afinidad-que en la conciencia de nuestros interlocutores wichí no implica em-parentamiento. Y, por último, que poseyeron un nombre en el pasado-y que desde su unidad “nombraban a otros”.

A la vez, la complejidad caleidoscópica se atenúa, cuantomenos, si analizamos un punto estático donde apreciamos lo que eneste trabajo denomino “parentela”, a saber, el conjunto virtual de pa-rientes bilaterales visitados, quienes se constituyen mutuamente en losproveedores de cónyuges preferenciales entre si.

En nuestra parentela hay una variable dinámica que es central eimpone sus condiciones; por ejemplo sus miembros no necesariamente

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son corresidentes (el hecho de que coexistan en el paraje, por ejemplo,hace fútil su adscripción a la parentela, ya que la parentela importacuando ya no se co-reside). Un elemento importante reside en el hechode que las mujeres llevan adelante las visitas de parentela (madres yabuelas con su prole), pudiendo acentuar la tendencia a frecuentar unosparientes de esa parentela de origen (los propios) mas que los otros(por ejemplo la de la familia del esposo). Pero parece eventualmenteuna suerte de petición de principio (ya que la madre y su esposo muyprobablemente han contraído matrimonio en el seno de su parentela)y, aun cuando no fuera el caso, pareciera comportarse como un pro-blema de corte idiosincrático, ya que nada impide que el padre refuercelos lazos con la parentela, por ejemplo, que viene a instalarse en deter-minado momento en su vecindad. Claro que entonces, como hemosdicho, cesaría su atributo de “parentela” para ejercer como grupo de re-sidencia.

Comparadas con las nociones de Palmer, nuestras definiciones,pues, hallarían que el grupo de residencia es idéntico, que nosotros de-nominamos “banda” a lo que él denomina “comunidad”, y que la pa-rentela de Palmer corresponde parcialmente a un sector de la“comunidad” y a otro, que nosotros designamos “parentela”.

Es decir que no coincidimos en cuanto a que el autor se refierea los grupos de parientes que se encuentran en el matrimonio wichícomo dos grupos domésticos extendidos -si se quiere, semejante a labanda- mientras para nuestra definición, la parentela es la red externa,una sola, flexible y extensible, que hace posible ese matrimonio pormúltiples formas de vinculación previa. Los matrimonios se dan ide-almente, dentro de la parentela. Pero cuando miembros de la parentelase afincan en el mismo campo espacial de lewetes, su entidad de pa-rentela se diluye para tomar fuerza la del paraje -o, para decirlo en tér-minos más clásicos, de la “banda”- con su nombre, suponemos,históricamente conocido pero borroso en el presente de nuestros in-terlocutores.

Acá se aprecian también algunas contradicciones que hallamosen relación con las definiciones de Braunstein -quien habla de familiaextensa como unidad mínima de sociabilidad wichí. También, de ban-das, como sintetizan Bossert et al. (2009: 53) donde se define la banda,

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según Braunstein (1983:10-11) como el conjunto de familias que com-parten la localización, sean nómades o con una “doble morfología es-tacional”, semi-nómades.

En tiempos más recientes Braunstein (2008:17) se refiere a labanda como sigue:

“lo que la mayoría de los antropólogos denomina en esta zona“banda” es un grupo localizado, bilateral, y con tendencia a la matri-localidad o uxorilocalidad. Se trata de lo que en la terminología deG.P. Murdock se denominaba “matrideme”. La mayoría de los cha-queños considera que la propia banda es su familia, extendiendo lostérminos de parentesco universalmente en su interior y excluyendo porlo tanto, en virtud de las normas que determinan el incesto, el matri-monio en el interior de tal unidad social”.

En tal sentido, para Braunstein la banda es “la unidad local deparentesco” (2008:17), característicamente exógama.

Asimismo, denomina “tribus” a las “alianzas estables de ban-das” (ibid, 17), cuya identificación territorial juzga “considerablementeformalizada”.

Más allá de su atendible defensa del empleo de la noción detribu, en lo personal hallo que la “tribu” designa una unión complejade unidades sociales intra e interétnicas -como su propio ejemplo dejaver (Braunstein, 2008: 18), y entiendo que en medio han quedado otrasagrupaciones wichí cuya entidad es, asimismo, materia de análisis enel presente trabajo.

En efecto, digamos que, en primer lugar, las diferencias organi-zacionales de los wichí que se nuclean en unidades y referentes diver-sos según los autores, hallan su aspecto central en el hecho de que elautor toma a las unidades sociales de parentesco wichí como resultan-tes progresiva y mecánicamente agregadas de la misma unidad[35](familias extensas- bandas). Es nuestro parecer que en realidad trata-mos con circuitos basados en la familia extensa en tanto unidad, peroque se comportan de modo diferente y permiten reconocerse en unoscasos fundados en la residencia y en otros, en el parentesco. Hemosvisto este aspecto al cotejar con las definiciones de Palmer, pero nosparece preciso incluir dos dimensiones nuevas en estas nociones:

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Entendemos que mientras la “banda” (en la percepción wichí) serefiere al pasado, la parentela se orienta al futuro. Esto no es banal,pues da la razón de peso por la cual -al efecto del matrimonio- importala parentela y el paraje -y especialmente porque en éste, lo mismo queen la banda, convivían parientes y no parientes. Para decirlo mejor, enel paraje se deja ver cómo (y se asume para la banda) siempre emergenparientes en las generaciones menores, mientras siempre hay “no-pa-rientes” en la generaciones mayores (ejemplo, los afines -que no “son”parientes por más que posean parientes en común en las generacionessubsiguientes o en las generaciones del pasado mediato).

De tal modo, coincidimos en que la familia extensa es, efectiva-mente, la unidad mínima presente en todas las figuras de parentesco dela sociedad wichí, pero diferimos con Braunstein al señalar que en ni-veles de mayor generalidad no es su sumatoria sino su combinatoriacompleja la que resulta en una parentela[36].

Es claro que, nuevamente, el asiento del debate se centra en loque comprendemos concretamente como “banda” y en lo que los wichínos describen como tal. Allí se encuentra un problema de definiciónque nos conduce, ora a la “comunidad”, ora a la “tribu”, ya que apa-recen como el producto tal vez de una sumatoria o agregado no cuali-tativo de unidades menores (familias extensas se suman y conformanbandas que se suman y conforman comunidades-parentelas o tribus).Nos parece que falta aquí considerar algunas agrupaciones que se men-cionan, pero rara vez se ordenan hallando su lugar en el estudio de lasociedad wichí.

En este contexto donde divergen nuestras apreciaciones, se dejaver que son diferentes las agrupaciones de parientes que se caracteri-zan por ser efectiva y únicamente corresidenciales (como la familiaextensa y el actual “símil” de la tradicional banda, localizado en unparaje), de las agrupaciones de parientes donde es central la no corre-sidencia (que calificamos como parentela), de las agrupaciones queeventualmente son definidas por su lugar de residencia pero no nece-sariamente por el parentesco. Nombrada de modo diverso -dándonosel indicio de su diferencia.

Denominamos a esas últimas como “parcialidades” que, donde-quiera se hallen en el mundo wichí, son reconocidas con idéntico nom-

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bre, se trate de rasgos del ambiente: tewoklheley, tanhilheley, alhulhe-ley, chisetajlheley, etc. o denominaciones relativas: septentrionales,meridionales, de arriba/abajo: phomlheley/chomlheley en cada caso(Rodriguez Mir, 2004:226).

“Una [...] nación [...] dividíase en muchas fracciones parciali-dades, las que recibían su nombre patronímico del apellido del propiojefe o cacique, y también de alguna particularidad del lugar en que es-tablecían su pueblo. Estas [...] subdividíanse en otros grupos, ya por elcruce de clanes similares [...], ya por otras circunstancias que no esposible determinar” (Tommasini, 1937:36)

Estas parcialidades constituidas sobre la vecindad (en la bandadel río, en áreas montaraces, etc.) probablemente eran la materia soli-daria básica que se destacaba especialmente al constituirse como uni-dades defensivas-ofensivas bajo un liderazgo definido que no pocasveces debe haber fundado una relación “emparentante” posterior, setratare de un líder propio (por ejemplo la unificación bajo el caciqueMulato en nuestra zona) o bajo las órdenes de un líder ajeno (ejemplochiriguanos o tobas como refiere respectivamente Palmer (2005) oBraunstein (2008). En este contexto nos parece que estamos viendo elorigen de la “tribu” de Braunstein.

También en este contexto, queremos retomar la problemática delos nombres de los conjuntos sociales wichí. ¿A qué entidad se refierenlos nombres animales que todos los miembros de comunidades wichícitan cuando se habla de estas agrupaciones históricas? Nos inclinamosa pensar que son nombres originarios de bandas, nombre -lhey, cuya per-tenencia se adscribe por la vía paterna[37]. Los nombres de bandas rei-teran el nombre de animales, entre ellos diversos tipos de pecaríes, aves,peces, caracoles, etc. que seguramente no significaban relación especialentre las bandas que lo tuvieran -a menos que fueran corresidentes-.Igualmente, se fueron perdiendo o quedaron adheridos a los ancianos, sinque sus propios hijos sepan ya a cuál pertenecen -lo cual es un caso ge-neralizado en Misión Nueva Pompeya y sus parajes vinculados.

Los nombres de las bandas[38] tienen un antecedente narrativoen el repertorio mítico wichí. Coincidente con las referencias que confrecuencia se realizan hasta el presente, vemos que cuando nos relata-ron historias del justiciero Ahetsaj, Carancho, al preguntar por su na-

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turaleza, dijeron que “es hombre, pero que tiene cabello, el peinadoasí [indican con las manos haciendo un movimiento hacia atrás sobrelas sienes] más peladito, como carancho.” Los hombres, como ahetsaj,tenían o les era atribuido un rasgo del ser que los nombraba. Así pues,Palmer habla de los Carancho entre los antepasados wichí. (2005:129),y recordemos al respecto que las mujeres “adhieren” a ese nombre sinrecibirlo “mujer de Rosillo” (ibid.)

Carancho, ahetsaj, probablemente sea el antepasado mítico,“padre”, de todas las bandas denominadas de igual modo en el mundowichí. Notablemente, muchos años atrás un interlocutor nos señalabaque, cuando estaban solos en la tierra -o’nat- los antepasados míticos,palhalis- eran como animales, pero personas de sexo masculino(Dasso, 1999:74ss). Cuando las mujeres -de fisonomía humana- sequedaron atrapadas en la tierra y comenzaron a reproducirse con lospalhalis, los niños nacían con fisonomía humana y algún rasgo “ani-mal” de sus padres.

En ese punto, que nuclea respuestas y planteos de existencia(Dasso, 1999:340ss) la humanidad debió comenzar su distinción enbandas: los Quimileros, Cigüeñas, Pecaríes, Zorros, Conejos, Pececi-tos, Piedras, etc. (cf. también Palmer 2005). Esa distinción correspondea todo el mundo wichí. Pensamos que por este motivo hallamos unamplio conjunto de nombres iguales en sitios distintos y alejados unosde otros. En ese punto también, la pertenencia a la banda se transmitepor la vía paterna. De allí se adopta luego la utilidad que los wichí ha-llan hoy en el recurso del “apellido” civil para asociar unos y otros(Dasso y Franceschi, 2013).

Si, como en el mito y en la conciencia wichí, la mujer es un ele-mento neutral en términos de la distinción de bandas, es claro el mo-tivo por el cual siguen hallándose las prácticas de intermatrimonios dehermanos y afinidades seriales que “logran” preservar la mismidad.Hoy, alterada por los factores que hemos visto interferir con el movi-miento y el aislamiento relativo: la sedentarización que instala, acaso,nuevas formas de “hacerse mismo”. Por ejemplo la norma que variosjóvenes tienen en mente señala que no puede casarse gente de igualapellido nacional. Por ese motivo sí pueden, por ejemplo, contraer ma-trimonio con hijos de hermanos de la madre (porque serán de distinto

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apellido), pero no con hijos del hermano del padre (cuyo apellido seráel mismo). Esta distinción encuentra un apunte destacado: cuando seda que el apellido de un criollo es igual al de un wichí (por ejemplo,Diaz), mientras sean wichí y criollo que contraen matrimonio, no hayproblemas. En vez, si fueran dos familias nuhu wichí (solamente dewichí), no se debería realizar.

La matrilocalidad, en los grupos wichí que tratamos, provee ellugar donde es posible el matrimonio. Igual que cuando los hombresimpidieron el regreso de las mujeres al cielo, allí se hallan reunidas ydisponibles para que escojan a sus maridos según sus dotes más nota-bles.

El hecho de las dotes más notables deja ver el argumento de laconveniencia, que se reitera en los estudiosos cuando se analizan loscriterios de emparentamiento y matrimonio: la conveniencia dicta, endefinitiva, escoger lo que se estima más: en el relato mítico, el cantodel chalchalero (Dasso, 1999) o rechazar lo que se aprecia menos,como el muchacho feo, sucio e inhábil (Dasso,1999, Franceschi yDasso, 2010). De igual modo, la conveniencia de presentar al lídercomo “tío” más que como primo de la esposa.

El desconcierto en que nos sumen los debates históricos de quie-nes observaron esta etnia solo puede justificarse por el hecho de queestaban observando distintos fenómenos a la hora de juzgar si eranexógamos o endógamos, etc.[39].

Por otra parte, una afirmación de Braunstein, en el intento deesclarecer el panorama en este tema, nos sume en la reflexión porcuanto destaca la formación de las unidades misionales -anglicanas-que han “mezclado” miembros de bandas y que, por ende, las mismasllevaban a errores de apreciación:

“(…) nos sugiere la posibilidad que el profesor Fock haya to-mado su encuesta estadística sobre la filiación que cada persona esta-blece con su ‘familia de lugar’ o banda. De ser así, existió un error deapreciación porque las bandas malacas no existen ya como unidadesdefinidas desde hace por lo menos cuarenta años en la zona conside-rada, habiendo sido reemplazadas en su aspecto de localización porlos establecimientos misionales evangélicos cuya composición no res-

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peta la de las antiguas bandas sino que en ellos conviven representan-tes de muchas diferentes de aquéllas.” (Braunstein, 1983:69)

Es cierto, y en ello reside la interesante posibilidad de nuestracasuística, que hemos tomado de un grupo muy extendido que tradi-cionalmente ha residido en su territorio, que no ha sufrido más movi-mientos que los corrimientos locales presionados por la políticamunicipal, y/o los elegidos por los propios aborígenes, antes, duranteo después de la presencia misionera.

Por este motivo encontramos razón en señalar no sólo la omni-presencia de la matrilocalidad en estas comunidades, sino que nos in-teresa destacar que esto es así porque en la matrilocalidad se define ellugar de la reciprocidad: allí es posible una química armónica de loque comenzó en el mito como un ardid, una trampa y derramamientode sangre.

En la matrilocalidad es posible el continuo dar y recibir de labuena voluntad. No exige inmediata devolución sino que atiende acrear un lazo capaz de reforzarse si se ha debilitado, o de restaurarsesi se ha dañado. La reciprocidad se cumple intra generacionalmente:la hermana del cónyuge se vuelve potencial esposa del hermano de laesposa, por ejemplo. Esta disposición reciproca se cumple tanto cuantosea posible -hemos visto numerosos ejemplos-. Pero también hay re-ciprocidad intergeneracional: quien toma una esposa otorga un servicioa su suegro. O aun, podría pensarse, paga su precio en carne que habráde cazar para que su familia política la administre. El suegro devuelve,a la postre, con la “cesión” del lugar de autoridad al yerno. En tanto,dicho lugar de autoridad tiene oportunidad de ir cimentándose por losprogresivos acercamientos familiares del yerno, constituyéndose endefinitiva en un basamento para nuevos intercambios, apoyo políticoy aun religioso en el seno de la agrupación de parientes[40].

Estos movimientos, descriptos también por Palmer, Braunsteiny otros, dan la pauta de que es ampliamente esperable que el yernoocupe el lugar de decisión cuando fallezca el suegro.

La dinámica de transmisión de autoridad en el seno de la matri-localidad tiene su peculiar contrapeso, hoy, en el “olvido” de la bandapropia en el proceso de fusión al habitar en el grupo doméstico de laesposa. Dependiendo de los varones, el abandono residencial del nú-

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cleo de la banda “propia” parece encaminado a perderse aunque, vistodesde otro ángulo, en rigor podría buscar dispersarse. De hecho, lasbandas nombradas se esfuman en el presente de quienes han heredadoesa pertenencia del padre en el sitio. Pero, como vimos, las mujeres sonsiempre “mujer” de una banda masculina.

Es decir que, si en el universo wichí el principio masculino es di-námico, portador de cualidad y efímero, la banda a la que se pertenecepor línea paterna adquiere para sus hijos la dote moral (atributos celes-tes) de la madre a la par que los atributos terrestres de los varones (condotes animales de los de la tierra - hunat’lheley), acuden a fertilizar lasunidades estables matrilocales, que recibirán en cada generación estediverso aporte.

Hay un interesante paralelo que no debería descuidarse al res-pecto: en otra parte (Dasso 2016) hablamos de la paternidad shamá-nica. Correspondiente al tema de la descendencia en una organizaciónsocial, un individuo se afiliaba al shamanismo por la enseñanza de supadre. En los casos recogidos -que contrasta con ninguno en la esferade shamanes femeninas (sí, en vez, en especialidades no shamánicas)-la línea paterna de herencia de poder shamánico se inscribe inalterablea través de las generaciones. Varios interlocutores ancianos han sabidodescribir la actividad llevada a cabo por sus padres y abuelos, dandocuenta de líneas de profundidad temporal significativa[41].

En suma y para retomar algunos temas que nos parecen unaporte al debate, creemos adecuado postular que la pertenencia a labanda, establecida por vía paterna, sólo puede recordarse e “implan-tarse” en grupos sociales matrilocales, de donde el objetivo es extenderlas líneas de su presencia por una red extendida en un amplio territorio.Independientemente de la utilidad relativa que hoy puedan encontrarlelos wichí, es por cierto indudable que la provisión de conocidos en elterritorio en los tiempos etnográficos era de una urgente importancia.De allí, acaso, la importancia de asumir el lugar del suegro tras sumuerte -caso que se da hasta hoy.

Si Braunstein, por su parte, le da a la banda un carácter aun másestable que el que nosotros proponemos, su argumento deja ver el lí-mite de la unidad y la dinámica de creaciones complejas ulteriores:

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“El carácter familiar de las bandas mataco, resaltado incluso porla existencia de nombres de banda (…) ha sido tratado por nosotros enotros trabajos y responde apretadamente al concepto general que esta-mos exponiendo, incluyendo la extensión terminológica -en ese casocon límites coincidentes más o menos estrictamente con los de cadabanda- y la máxima solidaridad social.” (Braunstein, 1983:52)

En vez, creemos que la “banda” es mucho menos determinableen base a tres elementos que ya hemos destacado:

1) El tiempo: el discurrir de unas décadas hace que la fisonomíadel grupo residencial del paraje -que acá identificamos como la tradi-cional “banda”- cambie rotundamente. Hemos expuesto el caso deAraujo como ejemplo detallado de la fluidez de sus miembros y lasrecomposiciones familiares y matrimoniales que hallan lugar en suseno. Esto, aun cuando en los casos mencionados persiste el matrimo-nio central representativo.

2) El hecho de que las bandas tengan un repertorio de nombresrelativamente fijo nos lleva a pensar que su composición interna es, porasí decir, un valor menor. En términos sistemáticos, no interesa quiénesla componen exactamente sino más bien su función colectiva, vincu-lada a los grupos domésticos residenciales y los mecanismos matrilo-cales que son los que dan asiento a su entidad objetiva en tanto que“banda”.

3) Lo que verdaderamente resulta operante en este contexto esla parentela, tal que los matrimonios “debidos” o “indebidos” siguenoperando en su interior. Cuando una persona wichí se cría, se rodea deparientes, contrae matrimonio y tiene hijos y nietos. Esas operacionesson de enorme significación para la parentela que, diseminada en dis-tintos sitios más o menos distantes -y que incluyen parte(s) de labanda-, sigue sus pasos y recibe, acude, da y devuelve personas. Comoveíamos en las mujeres de la fotografía, ellas van con las nuevas ge-neraciones recorriendo, llevando y trayendo (-wen), de visita, haciendoposible que esa red adquiera una entidad notable.

Por este motivo, tomamos en último lugar la unidad queAlvars-son califica como wikyi’, que nos parece que se halla fuera del puro es-quema del parentesco y corresponde a la eventual necesidad de unamayor organización política en estas sociedades. Tal vez correspon-

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diente a lo que Braunstein denomina “tribu” -que cae fuera de la eco-nomía del presente trabajo por idéntica razón-, como deja ver el autoral señalar su sumatoria:

“La unidad política básica era tradicionalmente el grupo wikyi’(Mètraux, 1946:302; Nordenskiold, 191:178) (...) Esta entidad estabacaracterizada por un nombre, una localización geográfica y ciertos atri-butos especiales (...) (...) Cada banda tenía un niyat, (a spokesman) ycuando todas las bandas (...) se juntaban en una sola aldea, siemprecristalizaba un líder (Mètraux, 1946:303; Fock. 1982:25)”. (Alvarsson,1988:124).

Nos importa destacar con énfasis que hoy, el paraje es el espaciodonde se reconocen sectores que semejarían equivalentes sedentariza-dos de las bandas; cada uno de éstos se halla compuesto por un con-junto de grupos de parentesco de residencia común y vínculos entrealgunos de sus miembros.Aunque suene paradójico, el mayor vínculoentre estos grupos es el que define a los afines y sus parientes como no-parientes. Esos vínculos favorecen la relación matrimonial con los co-rresidentes. En este sentido, el mapeo de las relaciones entre parajesdelinea, además, la existencia de la parentela[42].

En el paraje, el grado de parentesco es, en principio, directa-mente proporcional a la cercanía existente. Pero es preciso puntualizarque hay matices en las relaciones que definirán, a igual vínculo gene-alógico, distancias diferentes. Aquí comienza a jugar un papel muydefinido la permanencia en la residencia matrilocal -en el sentido deser constante o inconstante en el terreno- y atañe, es claro, especial-mente a las mujeres. Todo esto se corrobora en los estudios de los au-tores citados, por lo demás.

En su delimitación más amplia, podemos decir que la parentelasuma a todos los miembros emparentados en un conjunto de “cerca-nos” en la generación de un ego y sus ancestros. En su delimitaciónmás restringida, la parentela se alimenta de y en circuitos de visitasmás o menos frecuentes entre los miembros de familias extensas, queen el tiempo son capaces de generar nuevos vínculos matrimoniales ensu seno. Estos vínculos se dan entre jóvenes que reiteran en su gene-ración una estructura semejante a los matrimonios preexistentes. Estoresponde a lo que se ha dado en denominar afinidad serial[43].

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Decimos que tangencialmente la parentela se relaciona con elparaje (la “banda”) pues, con respecto a algunas definiciones que tratanestos temas, no creemos que se pueda pensar que lo que hallamos hoycomo reflejo de la “banda” sea necesariamente -y como un todo- parteintegrante de la parentela, ni que lo haya sido en el pasado.

Es decir que la parentela no nos parece una “agrupación de ban-das no corresidentes” (lo cual sería contradictorio además) sino masbien la agrupación de familias extensas emparentadas no necesaria-mente corresidentes (donde todos sus miembros recíprocamente sesaben vinculados y expresan sus nexos de parentesco consanguíneo, ysus vínculos afinales que subrayan como “no parientes”).

Es decir que familia extensa, banda y parentela se basan en elparentesco pero no son unidades progresivamente inclusivas, sino va-riaciones de asociación de familias extensas que se disponen con zonasque se intersectan y otras no. En las intersecciones hallamos consan-guinidad o afinidad.

PARCIALIDADESEn vez, las familias emparentadas halladas en los parajes cons-

tituyen la base de una agrupación territorial mayor, se trate de parcia-lidades territoriales relativas (chomlheley-phomlheley) o absolutas(tewoklheley, tai’lheley, chisetalheley, etc.). Este aspecto puede dar piea la idea de que muchas de las denominaciones “tribales” provengande antiguas parentelas que han padecido la alteración por procesos deósmosis, coagulación o bien intervención externa. Este tema podríaacercar las visiones que se suelen esbozar en torno de la entidad rela-tivamente estable de las “tribus” wichí.

En el caso de las comunidades bajo análisis se trata de postularque hay formas de identificación de comunidades o agrupamientosque se afirman en la territorialidad, dando lugar a parcialidades vividascomo entidades de capacidad política temporaria, siempre con unfuerte asiento en el espacio que habitan: lheley. Esto funciona dandocomo resultado por ejemplo, que se definan como chomlheley ophomlheley (según nuestros datos, de esta banda del río Teuco (margenderecha) o de aquella (margen izquierda), según otros, rio abajo-rio

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arriba (Braunstein). También, aunque hoy es menos mencionada, ladiferencia entre los grupos del rio (tewoklheley) o del monte (tai’lhe-ley), etc.

Estas parcialidades eran grupos de bandas identificadas en en-claves fijos que les daban un carácter común: la gente del río, delmonte, de los pajonales, etc. De ahí, tal vez, que en algunos casos lagente asocie, en su experiencia personal, ciertos nombres de bandascon ciertas agrupaciones locales. Pero no estamos de acuerdo con ladenominación de “tribus”, ya que no creemos que hayan provisto másque una ligera base para solidaridades locales extendidas en caso deprotección y defensa, que en algunos casos se reunieron bajo un co-mando unificado.Aun así, cuando hubo figuras de jefatura fuertes, co-mandaban más que una parcialidad y reunían bajo su responsabilidadtanto grupos familiares como locales (Dasso, 2008b), de cuyos jefestomaban inclusive hasta el nombre.

Notas[1] Excede a la economía de este trabajo realizar una valoración sobre estas de-nominaciones, al igual que por idéntica razón no nos detendremos en si los wichídeben calificarse como “originarios”, “indígenas”, “aborígenes”, “nativos”, ocomo dicte el uso futuro.[2] Según su definición, Banda es un grupo localizado bilateral y con tendenciaa la matrilocalidad y uxorilocalidad.(cf. Murphy, M.D., 2001)[3] Según el Diccionario de la lengua española © 2005 Espasa-Calpe: “parajetiene dos acepciones: m. Lugar, sitio sobre todo si está alejado o aislado. Tam-bién, estado, ocasión y disposición de una cosa”.[4] Nos referimos a la asistencia de mujeres y varones para los estudios que comovoluntarios realizaban en el Hospital local. Al respecto vide Dasso, MC., 2008.[5] Una parentela o Kindred: “A social group or category consisting of an indi-vidual’s circle of relatives, or that range of a person’s relatives accorded specialcultural recognition.” (Keesing, 1975:150). De acuerdo con Robin Fox (1967:164) se trata de “A group of persons, all of whom have a single relative (Ego) incommon who is not an ancestor of theirs. It follows that the only persons havingidentical kindreds would be full siblings”. (Graburn, N. ed., 1971:205).”[6] Véase, por ejemplo el mapa del Gran Chaco y de las provincias adyacentesrealizado por GuillermoAraoz 1885.Verificado y actualizado por el Cap.Ferminde Eleta. Archivo D.E.H.N.

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[7] La cesión territorial hubo de formalizarse recién en 1996, bien que desde sufundación se consignaba la cesión de tierras a las familias wichí instaladas (Ni-klison, 1916:5)[8]Domestic Group: “A social group occupying or centered in a dwelling house,living (and usually eating) together, and characteristically exercising corporatecontrol over family property”. Véase Keesing (1975: 149).[9] Este aspecto queda de manifiesto en la dramática historia que relatamos enDasso, 2007:122-125, donde el tío del yerno es castigado hasta morir por un de-lito de su sobrino.[10] Por ejemplo, una lawulani -sobrina genérica- de TJ llegó cuando estábamoscon nuestra anfitriona y le pidió y obtuvo un obsequio que le habíamos dado aTJ, quien lo cedió sin objeciones, aunque luego nos expresó que estaba disgus-tada por esa conducta.[11] Por ejemplo, los miembros de un “sector de paraje” -que ellos denominabande un modo especifico y que nos transmitieron su nombre como wukwe wetwes,al acudir al hospital para un procedimiento de un proyecto de salud, consignaronsu proveniencia con el nombre del paraje en general, no el del sitio (o sector deparaje) que habitualmente nos daban. Conste que los que llenaban las planillasignoraban los nombres de los parajes locales, de modo que reproducían exacta-mente los datos que el voluntario indicaba.[12] De modo llamativo, en los últimos tiempos se han establecido parajes bajoun nombre wichí considerado “histórico” que les recuerda a un individuo, un ca-cique, un miembro sobresaliente de la historia local, una confesión religiosa uotros elementos que aluden al número de casas erigidas (aspecto que nos pareceestimulado inicialmente por la política, los constructores del templo, o los propiosconstructores de las primeras casas.[13] Si modificamos la denominación de “parentela” por grupo doméstico, seadvierte la observación del mismo fenómeno en nuestra experiencia y la de lasáreas observadas por Palmer: “El limite interior de la exogamia wichí es la pa-rentela cognática. Es decir, el sujeto tiene que contraer matrimonio fuera de lasparentelas de sus padres” (Palmer, 2005:142).Así “con un mínimo de tres paren-telas -una paterna, una materna y una afinal- el sistema de matrimonio wichí esoperativo. Pero cada parentela nombrada subsume por lo menos a otras dos otres no representadas que son las de antepasados menos renombrados. Así quehay siempre parientes marginales cuya conexión genealógica no se sabe especi-ficar en detalle y cuyo parentesco puede por lo tanto convertirse en afinidad”.[14] Siempre y cuando ciertas prerrogativas estatutarias no los inclinen a perma-necer en el seno de su hogar materno, atrayendo hacia sí a la esposa (nos referi-mos a chamanes, líderes carismáticos, habitantes de parajes especialmentefavorables que “atraen” a las esposas, al menos temporalmente).

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[15] Rodríguez Mir (2004: 231) describe el espacio de la aldea como sigue: “esteespacio central de las sociedades tradicionales matacas fue reemplazado por va-rios centros ocupados por un jefe de familia conformando familias extendidas. Enel presente se puede observar en las aldeas matacas varios centros de parientescongregados por un jefe de familia conformando sub aldeas con un grado de so-lidaridad y proximidad parental máxima”.[16] Cada grupo doméstico posee hoy como mínimo una vivienda unifamiliarde mampostería, una cisterna, un aljibe o pozo de agua asociado mediante tubosque captan de su interior el agua pluvial, y una cantidad de viviendas monoam-bientales de quincha o barro y paja, techo de postes y cubierta vegetal, que varíansegún los parientes de visita (para su residencia temporal). También hay construc-ciones que constituyen la cocina (abierta a los lados), otras estructuras como co-rrales de chivas, cerdos (cercados de igual modo o por enramadas), gallineros deladrillo, depósitos en altura para la conservación de algarroba, casetas de herra-mientas, etc. Más distantes suelen tener pozos para enterrar y quemar basura yun área de huerta que se desarrolla con diversa fortuna. Independientemente dela posesión de aljibes, los parajes se encuentran cerca de alguna fuente natural deagua más o menos permanente (que en los casos de los más antiguos inclusivedesigna al propio paraje). No se puede ignorar que las viviendas de mamposteríarealizadas para los wichí por diversas instituciones provinciales y nacionales, asícomo por otros organismos, han influido en sus movimientos; especialmente losplanes de construcción de este último decenio han tendido a construir barrios enlas zonas periféricas del pueblo (vgr. Barrio wichí), fuera del territorio wichí.[17] Al respecto, esto parece ser descripto por Rodriguez Mir: “en su origen sedisponían todos conformando un único sector, en el que permaneció AC. Estefue uno de los primeros pobladores que se acercaron a Las Lomitas, y junto a JMfundaron un nuevo asentamiento al que posteriormente se agregó más gente.Ac-tualmente, la presencia efectiva de numerosos subgrupos integrados en Lote 42evidencia la importancia que adquieren los procesos de fisión en las sociedadesmatacas. En este caso, la dinámica de fisión condujo a la consolidación de dis-tintos subgrupos en el seno de una misma comunidad, sin embargo, en otroscasos, se desencadenan conflictos que conducen a la fragmentación del grupo ydan origen a una nueva comunidad mataca. Al buscar la causa que condujo a laconsolidación de estos grupos internos surgieron temáticas vinculadas a situa-ciones conflictivas: entrega de herramientas a la aldea por parte de una ONG,acusaciones hacia el hijo de AC sobre su condición de alcohólico y violento, aotro integrante del grupo deAC como un individuo sumamente conflictivo y pe-ligroso (FM), etc.”. (2004: 231).[18] Braunstein (1983) señala “Con respecto a la banda, esta es un conjunto defamilias que comparten la localización. En el Chaco podían ser nómades o semi-nómades, implicando respectivamente una movilidad no ritmada por el cicloanual o ritmada por el mismo; podían ser permanentes o semi-permanentes, im-

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plicando respectivamente que la totalidad de sus integrantes permanecían asocia-dos a lo largo del ciclo anual o que se separaban en determinado período delmismo; podían ser estables o inestables en su composición, implicando que lasfamilias integrantes de la banda no cambian o lo hacen a lo largo de los años. Lasbandas eran a su vez conceptuadas muchas veces corno familias extensas aunqueen la mayoría de los casos muchos de los nexos parentales tuvieran el carácter denexos ‘creados’más que ‘reales’. Por fin, en el seno de las bandas podían siempredistinguirse familias compuestas relacionadas cuyos integrantes tenían entre sínexos ‘reales’.”[19] A veces, las asociaciones coinciden exactamente con los habitantes del pa-raje, más también puede ocurrir que los integrantes representen a habitantes dedistintos parajes, dado que a la mayoría de edad los miembros suelen cambiar deresidencia (en razón del matrimonio, por ejemplo, como hemos descrito). Esta di-námica se advertía claramente en un censo local de 2000- 2002, cuyos integrantespor paraje aparecían tachados y reubicados en las distintas instancias de correc-ción realizada por un agente de promoción wichí.[20] No debemos olvidar que las disputas en torno de las rupturas matrimonialesy sus consecuentes venganzas han sido ampliamente documentadas (vide Mè-traux, 1943; Califano y Dasso, 1999; Palmer, 1994; Dasso, 2007).[21] Entre los miembros de un sector de paraje hallamos alguna vez la discretapresencia de los vecinos en el patio de las casas de otros del mismo sector, perono obedece al mismo conjunto de sociabilidad, como señalamos antes. Entre pa-rajes la visita tiene una duración mayor: la gente se visita como cometido que in-volucra permanecer allí un tiempo más largo, por ejemplo la duración de unatarde en la localidad que tratamos o, si se efectúa desde mayor distancia, unas se-manas.[23] Como pauta de la diversidad de referentes, Barúa, Dasso, Franceschi, enHisch (ed) 2008:120.[23]Aunque siempre se ha subrayado que tras el nacimiento de los hijos hay ne-olocalidad, lo que ocurre en Misión Nueva Pompeya en general es que los ma-trimonios jóvenes construyen una casa propia más adecuada para la nueva familiaen el paraje donde ya residen. Otra probable razón para la impresión de neolo-calidad tal vez la brinde el hecho de que cuando la unión es reciente se puede con-vivir tanto con la familia del esposo como con la de la esposa, pero cuando seformaliza en el tiempo y las relaciones -aún sin tener todavía hijos-, los jóvenesvan de modo permanente a residir en el household de la esposa. En nuestros re-gistros existen muy pocas excepciones a la regla, y en general tienen que ver conel otorgamiento azaroso de casas de material en el pueblo o un marcado motivo(de espacio, prestigio o necesidad de acompañar a la familia).[24] Esta interpretación del fenómeno nos aleja de la explicación que brinda Ro-dríguez Mir (2004, loc.cit) relativa a que la causa de la fisión de la unidad social

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(la “banda”) se funde especialmente en el conflicto, que explica así: “Estas rei-teradas fisiones que se producen en las sociedades matacas parecen ser un me-canismo de solución a las disputas y conflictos. Las tensiones se resuelvenmediante la fragmentación de subgrupos y/o aldeas. Estas divisiones se refuerzanmediante una serie de recriminaciones hacia «los otros». A pesar de las dificul-tades que ofrece la sedentarización, aún persiste esta dinámica de fisión que lespermite solucionar conflictos y tensiones, puesto que seguramente lo practicaríandesde los tiempos en que eran bandas nómadas”. Es claro, que es uno de los fac-tores, aunque no podríamos asegurar que sea el más decisivo.[25] Este aspecto ha sido sintetizado (Bossert et al. 2008).[26] Esto vuelve coherente la afirmación de Braunstein (1983: 67): “Nuestrosinformantes negaron siempre la alianza permanente entre bandas” ya que el me-canismo matrimonial que concreta la alianza excede su percepción del sistemaen el tiempo.[27] Para comprender la noción de “parentela” creemos que puede ser pertinentereferir el estudio de John Palmer (2005), quien subraya la complejidad de diseñarla realidad exacta de la sociabilidad wichí.[28] El recurso al apellido de documento, tratándose de poblaciones donde las ge-neraciones que contemplamos lo poseen, ayuda al registro en cuanto ha hechosurgir numerosos temas vinculados con la asignación de nombres como apellidos,asignación de apellidos distintos a hermanos biológicos y asignación de apellidosiguales a individuos no emparentados.[29] Por ejemplo, parajes distantes, como Pozo del Sauce, Nación, Tunales, Frias,etc. son referidos una y otra vez en distintos parajes del ámbito de este estudio.[30] Notación del parentesco. Pa = Padre; Ma =Madre; Hno = Hermano; HnoM=Hermano mayor; Hnom= Hermano menor; Hna = Hermana; HnaM= Hermanamayor; Hnam= Hermana menor; Ho = Hijo; Ha = Hijo; Eo = Esposo; Ea = Es-posa. Los términos que se anotan comienzan por la persona designada (alter) yfinalizan en el referente del diagrama que es denominado EGO, el que enunciadichos términos. El punto entre los términos anotados indica “del”: por ejemplo,HnoM.Pa significa hermano mayor del padre de Ego.Nótense además las varia-ciones en relación con lo ya destacado en relación con el tema por parte de J.Palmer (2005:112-114).[31] La misma terminología de parientes que se aplica a los afines colabora endefinir la red de prójimos que es la parentela.[32] Sin olvidar, por cierto, que acaso es preciso también cambiar el punto devista en lo que atañe a la etnia, siguiendo el comentario de Needham: “Obviously,after so long a time, and so much field research, it is not just facts that we need.Something more fundamental seems to have gone wrong. What we have to lookfor, perhaps, is some radical flaw in analysis, some initial defect in the way weapproach the phenomena.” (Needham, (1974:39).

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[33] Este ha sido también nuestro propio defecto al emplear las mismas denomi-naciones que otros autores señalan para unidades que no coinciden exactamente,pero, excusándonos a la vez, encontramos dificultoso y paradójico alterar com-pletamente la terminología ¨fundando¨ un orden que solo imposibilitaría el de-bate. Preferimos, pues, rediseñar los contenidos de las denominaciones masusuales que otros estudiosos emplearon hasta el presente.[34] por ejemplo, que ante un disgusto de la esposa, en dos ocasiones sus hijosquedaron inscriptos con el apellido materno y no, como en los restantes hijos, elpaterno.[35] Bossert et al (2008) señalan: “Braunstein definió las unidades sociales va-liéndose de sus conceptos y clasificaciones. Encontró que las unidades socialeschaqueñas podían ordenarse en términos inclusivos siguiendo un “modelo de in-tegración progresiva”. Según este modelo, las unidades sociales se ordenan desdela “familia extensa”, pasando por la “banda”, hasta llegar a la máxima extensiónde parentesco, que es la “tribu”.[36] La lectura de Palmer (2005: 111-131) deja ver la inaprensibilidad y el carác-ter fluctuante de las parentelas, aunque “vistas a la distancia” parecen constituirgrupos fijos. En el área de las comunidades de Misión Nueva Pompeya, hemosoptado por reconocer las parentelas como grupos de visita que se advierten en loscontactos no corresidentes entre los cuales se multiplican los vínculos matrimo-niales de igual modo que entre “vecino” de paraje.[37] Hay un pequeño desacuerdo en cuanto Palmer afirma que “Las parentelaswichí tienen nombres pero, en conformidad con su estructura cognática, la trans-misión del nombre de parentela no obedece a una regla unilineal” (Palmer, 1995:120).[38]Alvarsson subraya que: “Entre los ‘weenhayek del Gran Chaco (1976-2006)la organización social ‘weenhayek se basó en las unidades llamadas wikyi’. Éstasse caracterizaban por tener un nombre, un área geográfica fija y por el hecho deque tenían por lo menos un líder o un portavoz llamado niyat (Alvarsson, 1988:63).Cada grupo ‘wikyi’ se distinguió de los otros grupos por un nombre relacio-nado a una característica especial, por ejemplo pelas (‘los blancos’), lhupis(‘nidos de pájaros’), asqanis (‘chumucos’ o cormoranes sudamericanos)”.[39] Dejando de lado además, clasificaciones que en más de tres décadas nohemos escuchado de parte de los wichí, ni las han reconocido como nombre apli-cado a una unidad social de cualquier tipo (en los registros de Karsten, Fock yAlvarrson para los weenhayek).[40] El papel de los parientes en el seno de las Iglesias wichí adquiere profundasconnotaciones según Contini, L, comunicación personal.[41] Este aspecto que se conjuga con la participación activa en la concepción delos niños, la herencia de rasgos animales del padre (que nos señalan los interlo-cutores en el mito) y la jefatura de líneas masculinas que se advierten hasta el pre-

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sente, tal vez pueda explicar lo que fue inadecuadamente denominado “una mo-derada tendencia a la patrilinealidad” que indicaba en 1975 M. De los Rios(pág.64 ss), con lo cual el autor quiso acaso poner de relieve la existencia definidade líneas de descendencia paterna para ciertos fenómenos culturales que se cedenen el interior del grupo familiar.[42] Para comprender la noción de “parentela” no debemos confundirla con laque postula John Palmer (2005:120), quien considera que la unidad más pequeña,por dimensión y densidad, es el grupo de residencia: “uno o más grupos de loscuales cada uno comprende un número variable de viviendas. Por lo general (…)están interrelacionados por lazos de parentesco” (Palmer 1995:118). Luego ins-cribe la parentela, que presupone un principio de relatividad: “Las parentelaswichí tienen nombres pero, en conformidad con su estructura cognática, la trans-misión del nombre de parentela no obedece a una regla unilineal.” Tampoco laresidencia parece ser un rasgo propio de esta estructura de parentesco.[43] “En términos formales, la afinidad serial es una variante del intercambio di-recto, cuya modalidad más simple es el intercambio de hermanas. Pero el sistemawichí se diferencia del intercambio directo como tal (…) Para los wichí no escuestión de trocar mujeres sino de retenerlas a efectos que contraigan matrimoniodentro de la comunidad (…) se beneficia de dos yernos que, en virtud de la resi-dencia uxorilocal, se incorporan al grupo.(…)” (Palmer, 2005:142).

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