aportes a la discusión sobre el estupor de los siglos de los nacional - popular de zavaleta mercado

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Aportes a la discusión sobre “el estupor de los siglos”, último capítulo de lo Nacional-Popular de Zavaleta Mercado Por Javo Ferreira Deseo comenzar este aporte, partiendo de la base y de la comprensión de que no solo sería difícil hacernos una idea de los aportes y limites de Zavaleta Mercado solo por un capitulo de una de sus obras póstuma, sino que sería incorrecto, por los riesgos que implica la posibilidad de unilateralizaciones o el aprovechamiento de expresiones aisladas del autor con afanes estrechamente polémicos. Por este motivo en la presente exposición deseo comenzar realizando una semblanza de la trayectoria de este autor a quien le toco ser observador y actor, por su estrecha militancia en el MNR y luego en el PCB, de grandes acontecimientos de nuestra historia. Como nos lo indica el texto a analizar y discutir, “Lo Nacional-popular en Bolivia”, en su parte introductoria, este trabajo es parte de escudriñar cuales son las causales, y las condiciones de posibilidad para el desarrollo de la Nación y su materialización bajo alguna forma estatal. Esta preocupación intelectual, es el eje que recorrerá toda la obra de Zavaleta desde los tempranos años 50 hasta su muerte. Primero como militante comprometido con el nacionalismo revolucionario, en las filas del MNR como diputado o ministro en el estado surgido con la gesta del 52’, también como académico y periodista tanto en su exilio en México y en su militancia final en las filas del stalinismo nacional. Esto lo podemos observar en textos como “la formación de la Conciencia nacional”, donde intenta reflexionar sobre el rol de las clases sociales en particular en el interregno que va desde el fin de la guerra del Chaco hasta la insurrección de abril del 52, el fin del momento de crisis y el inicio de un nuevo ciclo estatal, en “el Poder Dual” donde se pretende una reflexión sobre las características y las relaciones entre la Asamblea Popular como germen de organización soviética y sus límites como “doble poder”, las relaciones de la izquierda nacional y el gobierno de Torres, o textos como “Lo Nacional-Popular” que es una re elaboración sofisticada y complejizada de su producción anterior, casi como una desarrollo de hipótesis y afirmaciones que en la “Formación de la conciencia nacional” aparecían como atisbos iníciales. La preocupación que fogonea el trabajo de Zavaleta es como decimos líneas arriba, la posibilidad de constitución de la Nación: “(…) el resultado de estos actos (…) es la colectividad o la nación, que es en cambio, una totalización racionalmente valida porque, al menos en el mundo en que vivimos, es mejor ser una nación que el no serlo y la forma de ser en la época es serlo en la forma de las naciones. 1 Su objetivo político – programático es este y desde este ángulo abordará las relaciones entre las clases y las organizaciones políticas. 1 Lo Nacional Popular en Bolivia, el estupor de los siglos, pág. 138, editorial Plural

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Comentario al capitulo del texto "Lo nacional-popular en Bolivia" del autor Zavaleta Mercado

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Page 1: Aportes a la discusión sobre el estupor de los siglos de los Nacional - popular de Zavaleta Mercado

Aportes a la discusión sobre “el estupor de los siglos”, último capítulo de lo Nacional-Popular de Zavaleta

MercadoPor Javo Ferreira

Deseo comenzar este aporte, partiendo de la base y de la comprensión de que no solo sería difícil hacernos una idea de los aportes y limites de Zavaleta Mercado solo por un capitulo de una de sus obras póstuma, sino que sería incorrecto, por los riesgos que implica la posibilidad de unilateralizaciones o el aprovechamiento de expresiones aisladas del autor con afanes estrechamente polémicos. Por este motivo en la presente exposición deseo comenzar realizando una semblanza de la trayectoria de este autor a quien le toco ser observador y actor, por su estrecha militancia en el MNR y luego en el PCB, de grandes acontecimientos de nuestra historia.

Como nos lo indica el texto a analizar y discutir, “Lo Nacional-popular en Bolivia”, en su parte introductoria, este trabajo es parte de escudriñar cuales son las causales, y las condiciones de posibilidad para el desarrollo de la Nación y su materialización bajo alguna forma estatal. Esta preocupación intelectual, es el eje que recorrerá toda la obra de Zavaleta desde los tempranos años 50 hasta su muerte. Primero como militante comprometido con el nacionalismo revolucionario, en las filas del MNR como diputado o ministro en el estado surgido con la gesta del 52’, también como académico y periodista tanto en su exilio en México y en su militancia final en las filas del stalinismo nacional. Esto lo podemos observar en textos como “la formación de la Conciencia nacional”, donde intenta reflexionar sobre el rol de las clases sociales en particular en el interregno que va desde el fin de la guerra del Chaco hasta la insurrección de abril del 52, el fin del momento de crisis y el inicio de un nuevo ciclo estatal, en “el Poder Dual” donde se pretende una reflexión sobre las características y las relaciones entre la Asamblea Popular como germen de organización soviética y sus límites como “doble poder”, las relaciones de la izquierda nacional y el gobierno de Torres, o textos como “Lo Nacional-Popular” que es una re elaboración sofisticada y complejizada de su producción anterior, casi como una desarrollo de hipótesis y afirmaciones que en la “Formación de la conciencia nacional” aparecían como atisbos iníciales. La preocupación que fogonea el trabajo de Zavaleta es como decimos líneas arriba, la posibilidad de constitución de la Nación: “(…) el resultado de estos actos (…) es la colectividad o la nación, que es en cambio, una totalización racionalmente valida porque, al menos en el mundo en que vivimos, es mejor ser una nación que el no serlo y la forma de ser en la época es serlo en la forma de las naciones.”1 Su objetivo político – programático es este y desde este ángulo abordará las relaciones entre las clases y las organizaciones políticas.

Es necesario señalar, que por sus mismas concepciones sobre el rol de la Intelligentsia nacional y su relación con las clases nacionales, léase obreros y campesinos2, Zavaleta es uno de los escritores más refinados y elegantes de la literatura nacional, con un agudo sentido de observación de la psicología de las clases dominantes, cuestión que se puede observar con facilidad en “el estupor de los siglos” donde realiza una disectomía al pensamiento de Saavedra, Bautista, Pando, Moreno y en menor medida –explicitado en el texto en cuestión- de Arguedas entre otros.

Este agudo sentido de observación se ve favorecido por el intento intelectual de dialectizar las relaciones entre economía, cultura y política, buscando evadir la tradición propiamente estalinista de un determinismo rígido -mecanicismo gris y burdo- entre los fenómenos superestructurales y sus bases económicas. Este intento de dialectizar la realidad ha llevado a Zavaleta a citar en más de una oportunidad los textos de Trotsky sobre la Ley del Desarrollo desigual y combinado, y a una aproximación conceptual de esta ley con la definición Zavaletiana de “Abigarramiento” de nuestra formación económica-social.3

1 Lo Nacional Popular en Bolivia, el estupor de los siglos, pág. 138, editorial Plural2 Véase crítica formulada en la revista “Lucha de Clases número 2” en “¿qué tradición para que estrategia?”, pág. 463 Es necesario mencionar que la definición de abigarramiento en Zavaleta, es sustancialmente diferente al significado otorgado a este concepto por el grupo Comuna formado por García Linera, Tapia, Prada y otros en donde el concepto adquiere casi una definición de amontonamiento, es decir donde las partes constitutivas de tal abigarramiento

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Sin embargo si estos son los meritos metodológicos de Zavaleta, los mismos son rebajados y por lo tanto limitados por su estrategia política –la formación del ser nacional- estrategia que expresa pese a los esfuerzos intelectuales un esquematismo en el rol de los estados nacionales en el concierto internacional de naciones y mas en general en el proceso histórico de nuestro pueblo. Esto lo lleva a devaluar el análisis clasista, que está presente pero de una manera subordinada, y por lo tanto se incapacita a si mismo para comprender la Nación, en el sentido epocal que mencionamos líneas arriba como algo transitorio en la lucha por una sociedad socialista. Esto lo conduce a lo largo de sus trabajos hacer hincapié en todos los fenómenos superestructurales, donde las “ideas” adquieren un peso desproporcionado con respecto a los intereses materiales en juego y por lo tanto a una visión idealista del desarrollo histórico. Así, por ejemplo en el “estupor de los siglos”, todo el apartado inicial de este capítulo termina con la afirmación de que “un dato siempre esencial es saber en torno a que conceptos se ha unificado un pueblo”, (pág. 39) como si los pueblos –que están divididos en clases y que Zavaleta parece subestimar- se unificaran en torno a ideas, cuando en realidad en la sociedad burguesa es el capital y la organización del trabajo funcional a este, la que “unifica”, pero dividiendo y sentando las bases de lo que conocemos como lucha de clases en el ámbito de una determinada nación. Esta elaboración de carácter idealista de la historia nacional, pese a pasajes interesantes y con una prosa que invita a la lectura, lamentablemente no puede dar cuenta de fenómenos ideológicos terribles y espantosos, para usar sus propias palabras, como cuando compara la homogeneización realizada en la Argentina, contra los indios, o en el mismo Chile, sobre la base de la fetichización de lo blanco, se pregunta, ¿Por qué nuestros gobernantes afirmaban lo mismo que en estos países, cuando la población era mayoritariamente india? No hay que olvidar que las afirmaciones europeístas en nuestro país tenían un evidente carácter antinacional, y sin embargo los gobernantes así lo afirmaban, Zavaleta pregunta ¿Por qué lo hacían? Y se responde así mismo “porque así lo creían”. La respuesta evidentemente es una tautología incapaz de dar cuenta de que lo hacían porque esa era la fuente que permitía el enriquecimiento de nuestras clases dominantes, y todo racismo permitía legitimar el saqueo colonial y más recientemente la explotación capitalista. Empero Zavaleta en este capítulo se aferra a una visión meramente ideológica del problema, como si la imposibilidad de superar esa situación de permanente gelatinosidad estatal fuese un problema de ideas y no de las relaciones con el imperialismo y la oligarquía funcional a él, como si la opresión racista de las grandes mayorías fueran expresión única del darwinismo social de nuestras clases dominantes cuando en realidad este darwinismo que Zavaleta cuestiona, es el producto, el instrumento, al servicio de facilitar la reproducción del capital en una región en que la mano de obra abundante era de origen indígena. Este darwinismo social es también el resultado, el producto, el efecto, de un legado histórico colonial-capitalista, y no la causa del problema. Desde luego que una vez existente esta colonial ideología, reforzará los mecanismos de opresión y los legitimará. Si este darwinismo fuera la causa entonces tendríamos que suponer que con políticas culturalistas existiría la posibilidad de superar esta tara legada por los siglos, cuestión que es la que afirma todo el equipo de la vicepresidencia del actual gobierno haciendo hincapié en aspectos culturales e institucionales pero preservando todas las relaciones de explotación y opresión capitalista.

Cuando aborda los límites de la constitución estatal, podemos ver la continuidad de este movimiento de ideas sin establecer una relación, dialéctica, con la estructura de clases del país ni de las mutuas relaciones entre este estado y el imperialismo. Cuando señala las aberrantes ideas de Pando, Moreno o Saavedra, todos hombres que de alguna manera buscaban eliminar el carácter indio de la nación (pág. 150) vuelve a insistir en este movimiento de las ideas: “en los tres casos, so pretexto de pensar en una comunidad ilusoria (sin kollas según Moreno, aunque con Charcas; sin cambas según Pando, pero defendiendo el territorio donde viven ellos; sin indios, según Saavedra, pero con legislación del trabajo), se renegaba de la colectividad real, carnal, y viviente que era una Bolivia con kollas, cambas e indios por mayor. Era un verdadero acto de sustitución de la realidad que no podía ser gratuito no por ninguna razón culta, sino porque el que reemplaza lo real rompe su cabeza. Es un proceso de pérdida o extravió de lo real que se explica por las raíces señorialistas, ahora hasta lo aberrante del razonamiento. (…) es obvio que para el Estado su primera tarea es siempre la legitimación o verosimilitud. Si se lo dice de otro modo, lo que no es legitimable no existe.” Que estos hombres fueran racistas en sus convicciones mas intimas y publicas y que eso significara un extravío de la realidad, importa muy poco ya que ese extravío, esas ideas, eran

entrarían en contacto con las otras partes solo en su periferia o en sus contornos, manteniendo una relativa pureza tales componentes. Desde ya tal definición, se acerca más a una visión de heterogeneidad que de totalidad orgánicamente integrada que es propia del pensamiento dialectico y de la ley del desarrollo desigual y combinado formulada por Trotsky.

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funcionales a una manera de construir el poder, la riqueza de una clase y casta al mismo tiempo, que refuncionalizaba las heredades culturales de la colonia para una mejor y fácil reproducción del capital, esencialmente minero. Afirmar que lo que no tiene legitimación no existe, es una unilateralización que no puede explicar el estado oligárquico real que si existió y que lamentablemente Zavaleta lo considera o inexistente como líneas arriba, u oprimido: “ Por eso, cuando la reforma universitaria (Tristan Marof ndr) lanzó el emblema ‘minas al Estado y tierras al indio’ se postulaba una consigna central porque en Bolivia los oprimidos centrales eran los indios y el Estado” evidentemente esta afirmación de Zavaleta no solo que es falsa hasta la medula sino que rompe con la concepción marxista clásica del Estado. La incomprensión de la consigna de Marof (uno de los fundadores del POR luego del PSOB y finalmente abogado de la rosca) apuntaba a golpear al identificar a los enemigos de los trabajadores y el pueblo quienes eran la rosca minera y el gamonalismo parasitario, pero no porque el Estado fuera oprimido, ya que el Estado era la expresión de la hegemonía/coacción de la rosca minera contra la nación en su conjunto. No está demás señalar que al desaparecer la rosca y el gamonalismo, por la acción armada de obreros y campesinos, que tuvo como consecuencias la destrucción del ejercito y por lo tanto del núcleo fundamental del Estado (Lenin), el MNR se vio obligado a constituir un nuevo estado, tan burgués como antes pero que debía gozar de una autonomía relativa de las fracciones burguesas dominantes. Algo similar empezamos a ver con el MAS de Evo Morales, aunque sin llegar a cambiar el Estado neoliberal, sino mas bien a aggiornarlo, a edulcorarlo con reformas institucionales. Para finalizar, este capítulo aborda en forma muy interesante los detalles de el rol del Patiño y la rosca oligárquica en la producción estañifera, el rol del Estado como garante de que no quedara ningún excedente minero en el país –y en ese sentido podemos hablar de superestado minero o el estado oligárquico como instrumento de la fracción dominante de la burguesía- para pasar inmediatamente al estallido de la crisis de la política, la guerra del Chaco, primer peldaño del camino que conducirá a la gesta de abril. Afirmamos que es el primero y tuvo un rol clave en la constitución de una conciencia nacional, pero no el único. Será una poderosa naciente clase obrera que desde las huelgas generales del 36’ y del 38’ iniciaran un recorrido difícil, pero que moldeara sus programa y su conciencia al calor de la masacre de Catavi, de la acción clandestina en los socavones y universidades, de la guerra civil como la del 49’ del exilio y de la resistencia activa e incluso del parlamentarismo revolucionario con el bloque minero parlamentario, situaciones estas que van a moldear a la clase obrera minera, protagonista decisiva de la jornadas de abril, y nuevamente víctima del engaño y la frustración. El sustantivo nación, por usar expresiones de Zavaleta, solo puede constituirse en la medida en que el adjetivo, obrero y socialista se convierta no en expresión gramatical sino en expresión de nuevas fuerzas sociales dirigentes y nuevas relaciones de producción que por su naturaleza deben ser excluyentes de las clases propietarias, léase burguesía y latifundistas. La no comprensión de esta importante relación condujo a Zavaleta a embellecer –buscando materializar la Nación (sin adjetivos)- a todos y a cada uno de los personeros de las clases dominantes que tuvieron un cierto rol “popular” como es el caso del MNR en los 50, como señalamos en la revista Lucha de Clases Nº2, Torres en el 71’ como afirma en el Poder Dual, o la UDP en los años 80’ya como miembro pleno de nada menos que el gobernante PCB.