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MODELO DE GOBIERNO Siervas de San José – XX Capítulo General Roma, 2005 APASIONADAS POR JESÚS URGIDAS POR LA VIDA AUDACES EN EL COMPROMISO

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MODELO DE GOBIERNO Siervas de San José – XX Capítulo General

Roma, 2005

APASIONADAS POR JESÚS

URGIDAS POR LA VIDA

AUDACES EN EL COMPROMISO

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ÍNDICE

INTRODUCCIÓN ………...…………………………………………………….. MARCO CONTEXTUAL ……………………………………………………..…

Nuestra Sociedad ……………………………………………..…….……. La Iglesia …………………………………………………………………. Autoridad-Obediencia en la Vida Religiosa ……………………………...

DESARROLLO DEL MODELO ………………………………………………...

Elementos Fundamentales ……………………………………………….. Obediencia Fraterna ………………………………………………………

Comunidad-Taller ……………………………………………………. Ejercicio de la autoridad………………………………………………

Estructura …………………………………………………………………

Estructura General …………………………………………………… Comunidad-Taller ……………………………………………………. Gobierno de la Zona …………………………………………………. Gobierno de la Provincia …………………………………………….. Gobierno General …………………………………………………….

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I N T R O D U C C I Ó N

El nuevo modelo de gobierno quiere responder al contexto actual del mundo y de

la Iglesia, a las tendencias de Vida Religiosa hoy y a los enfoques teológicos e interdisciplinares que iluminan la recreación de nuestro Carisma. Aterriza y articula los deseos de descentralización, comunicación, inculturación y corresponsabilidad expresados en la Congregación.

El Modelo que se presenta, implica una reorganización de estructuras que se piden

y diseñan, con diferentes perfiles, en las distintas partes de la Congregación. Su viabilidad está condicionada a la superación de miedos y temores desde el

enriquecimiento que ofrece el modelo y es sólo posible si se da entre nosotras confianza mutua, si estamos dispuestas a pasar de un modelo a otro liberándonos de la tentación de querer sobreponerlos.

Está orientado a promover la vitalidad apostólica de la Congregación con un

talante pastoral que prioriza a la persona como portadora de vida y de carismas, al servicio de las Comunidades para que sean verdaderos Talleres de Nazaret, coordinando las inquietudes de todas para dar respuesta a los gritos y desafíos de las mujeres y de los hombres del mundo trabajador y pobre.

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MARCO CONTEXTUAL

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NUESTRA SOCIEDAD

Con la Modernidad se produce una profunda revolución social; aparece un nuevo paradigma de comprensión del poder, se pasa del absolutismo político, enraizado en un concepto teocrático de la sociedad, que genera dependencia y sumisión, a la concepción de que el poder reside en el pueblo y se ejerce con autonomía y libertad. Es la Democracia, en la que la autoridad es elegida y el poder se reparte. Todos tenemos derecho a intervenir en los aspectos de la sociedad y del gobierno que tienen repercusión en nuestra vida. Los principios de subsidiariedad y colegialidad sustentan esta nueva sociedad.

La Democracia se desarrolla dentro de una cultura en la que se cultivan unas actitudes: el reconocimiento de la igualdad y dignidad de todas las personas; la participación en la búsqueda del bien común que implica corresponsabilidad y postura crítica frente a la autoridad; la tolerancia, aunque existan diferentes formas de pensar.

El actual fenómeno de la globalización ha expandido a nivel mundial el sistema neoliberal, que ha generado nuevas y graves situaciones de depresión y exclusión social en los denominados tercer y cuarto mundo y ha acelerado procesos migratorios a gran escala, dejando patente las dificultades para aceptar una cultura inclusiva que acepta la diversidad como dato real. Al margen de los Estados y sus Instituciones, van apareciendo por todas partes movimientos sociales imparables que cuestionan la opinión pública y proponen respuestas alternativas a la miseria e injusticia producidas por la globalización.

En medio de los prodigiosos avances conseguidos en la sociedad moderna hay sombras que, como reverso, se instalan en el corazón del hombre y mujer contemporáneos.

La cultura occidental, dominante en el mundo, ha lanzado el mito de la autorrealización y autonomía. Estamos viviendo entre el deseo sin límites de libertad y la dificultad de ser uno mismo, atrapados en una compleja red de comunicaciones que manipulan y condicionan nuestra realización. La persona, muchas veces, es “ un individuo institucionalizado” en el que la libertad se queda en el deseo. Paralelamente se ha desarrollado un estilo interpretativo en la valoración moral de la conducta carente de contenidos éticos universales.

Así mismo, la mujer va encontrando un lugar de participación en el ámbito socio-

político tratando de reivindicar sus derechos en orden a su emancipación, liberación y recuperación de su propia dignidad.

La institución familiar está sometida a profundos cambios. Hay un avance

generalizado hacia la desestructuración familiar que afecta especialmente al concepto de autoridad. Aunque en algunas partes sigue siendo la familia espacio de transmisión de valores tradicionales, estos no siempre son acordes con una cultura democrática.

La revolución digital, soporte de la globalización, ha alterado profundamente las categorías del tiempo y del espacio. Nos movemos en un mar de sensaciones que se propagan con una rapidez tal que impiden la crítica y generan uniformidad en torno a valores triviales. Esta situación da lugar a una cultura intrascendente que invade la vida y anega los espacios de reflexión haciendo del consumismo una religión.

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No podemos tener control sobre todos los factores del desarrollo porque el

progreso científico es vertiginoso y produce gran inseguridad e incertidumbre existencial. No sabemos a donde nos conducen estos cambios tan profundos y acelerados. El buscar seguridades se ha convertido en un reto mundial.

Junto a una acción depredadora sobre la naturaleza crece la sensibilidad por el

cuidado de la Tierra, el respeto a sus leyes y el sentimiento de unidad cósmica.

Formamos parte de una sociedad que considera haber llegado a su mayoría de edad, capaz de dirigir la Historia, secular, desacralizada. Se remueven falsas ideas de Dios, no se acepta ya un Dios intervencionista que resuelve los problemas humanos.

En esta sociedad coexisten una religiosidad mágica que distorsiona la imagen de

Dios, con una religiosidad popular que sigue alimentado la fe de los pueblos. En algunos contextos surgen con fuerza fundamentalismos religiosos de carácter violento.

La Vida Religiosa, inmersa en este mundo, no vive ajena al proceso de profundos cambios de la sociedad actual. Llamada a ser signo del Reino, se siente afectada desde distintos frentes que le exigen una actitud de lucidez y de coraje evangélico para situarse en el mundo, redescubrir su identidad y dar respuesta a los retos que esta nueva sociedad le presenta.

Consecuentemente, tiene que implicarse en el proceso histórico de la cultura democrática, en el cambio de relaciones institucionales y en el estilo de gobierno y colaborar en la transformación de las situaciones injustas del mundo que menoscaban la dignidad de la persona y el respeto de los derechos humanos.

Frente al individualismo que caracteriza esta sociedad, la Vida Religiosa ofrece un mensaje alternativo: “somos individuos libres pero no estamos solos”. Por tanto, no podemos vivir aisladamente; en todas nuestras decisiones somos interdependientes y vivimos la libertad junto con los demás.

La fascinación de los medios de comunicación planetaria y sus propuestas de estilo de vida, le presentan también grandes desafíos:

- Discernimiento frente a irreflexión. - Profundidad frente a superficialidad. - Austeridad frente a consumismo.

La opción de vida desde el Evangelio conduce a la Vida Religiosa a una posición

alternativa, que sólo es profética si nace del apasionamiento por el Absoluto. Llamada a vivir de una forma contracultural, se aleja de la búsqueda del prestigio, la eficacia, la competencia, lo rentable, las alianzas y el poder. Se siente impulsada a denunciar los sistemas que denigran la dignidad humana y socavan los valores evangélicos.

La incertidumbre y el miedo que acompañan a este mundo moderno también

afectan a la Vida Religiosa. Los jóvenes buscan libertad pero también seguridad y protección. Se requiere lucidez y discernimiento para no caer en la tentación de dar y pedir seguridades que provocan infantilismo y fragilidad y que, además, incapacitan para vivir la madurez, la autonomía y la coherencia de vida.

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Es importante aprender a convivir con la inseguridad, afrontar con fortaleza y

clarividencia las tensiones del mundo actual y mantener la esperanza para descubrir cómo en esta situación se abre paso el Proyecto de Dios.

Ante esta sociedad que proclama su autonomía con respecto a Dios, la Vida Religiosa está llamada a vivir una fe adulta, capaz de hacer una lectura creyente de la realidad y descubrir en ella la dimensión liberadora que contiene. Dios tiene una intención sobre el mundo, acompaña nuestras búsquedas pero no realiza nuestras tareas. Somos corresponsables en la construcción del mundo.

En este momento histórico, la Vida Religiosa tiene el gran desafío de vivir una espiritualidad encarnada y comprometida. Es preciso profundizar la Experiencia de Dios hecho hombre que manifiesta su presencia en el corazón del mundo, en el fondo mismo de la libertad, de la búsqueda y de los dinamismos humanos. Debe compartir esta experiencia de fe que asume todas las situaciones humanas con sus contradicciones y tensiones, con la certeza de que Dios acompaña la vida y es Señor de la Historia.

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LA IGLESIA

Dios es Padre y Madre, ternura y misericordia. Viene a nosotras hecho carne en Jesús de Nazaret y se comunica en la Palabra.

La Iglesia se reconoce como nuevo Pueblo de la Alianza que ha recibido de Jesucristo el mandato del Amor, el mismo con que Él la ama; por este dinamismo que el Espíritu derrama en el corazón de los creyentes, se convierte en germen de unidad, de esperanza y de salvación para todos los hombres y mujeres.

Crece y se fundamenta en la comunión que articula la unidad y la pluriformidad de dones repartidos para su edificación hasta convertirse en luz de los pueblos por el anuncio y la manifestación del rostro de Dios.

Esta realidad de Iglesia-Comunión invita a la Vida Religiosa a fomentar una espiritualidad de comunión dentro de ella, en la Iglesia y en el mundo. Con este fin, el documento Vita Consecrata la exhorta a restablecer el diálogo de la caridad allí donde el mundo está desgarrado y a ser ella misma signo de diálogo siempre posible y de comunión en medio de las diversidades. (V.C. 51)

La Iglesia afirma que lo sagrado gravita en toda la creación, fundamentalmente en lo humano, hace suyos los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de las mujeres y hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, dando razón de su esperanza y proyectando una mirada positiva sobre el mundo ya que Dios tiene un Proyecto de Salvación que abarca la Creación entera(Cf. G.S. 1). Actúa como fermento humanizador y experimenta la suerte de los hombres y mujeres de su tiempo en medio de una sociedad llamada a transformarse en Familia de Dios. (Cf. G.S. 40)

Es la Iglesia de puertas abiertas que preconizó el Vaticano II, dispuesta a abrirse al

mundo e involucrarse en él por los caminos inéditos del encuentro, la comunicación y el diálogo. Avanzan en ella los movimientos ecuménicos, el diálogo interreligioso y los procesos de inculturación del Evangelio.

La Iglesia solidaria, que desde su nacimiento es “ser con los demás,” se expresa en

“ser para los demás” a fin de que “todos tengan vida abundante” y “nadie se pierda”, convirtiéndose en Iglesia de los pobres, los excluidos y los marginados.

Pero la Iglesia no es ajena a los impactos del mundo de hoy y camina en medio de grandes dificultades. El fuerte secularismo, el desprestigio de la moral católica, la ruptura de valores evangélicos y la pérdida de identidad de muchos creyentes la afectan y la cuestionan.

La invitación del Vaticano II a recorrer caminos nuevos, no ha sido acogida por todos de la misma manera. Por una parte, surgen comunidades de base que son células vivas que favorecen las relaciones fraternas, la lectura creyente de la realidad y el compromiso solidario con la justicia en sus propios ambientes. Por otra parte, existen grupos cristianos con tendencias involucionistas cerradas al diálogo, la ciencia y la cultura.

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La Iglesia reconoce el papel de las laicas y los laicos y su contribución en la edificación de la misma como Pueblo de Dios. No obstante, en muchos lugares, no son considerados como miembros adultos de esta Iglesia.

La corriente de liberación y emancipación de la mujer pone en cuestionamiento la forma como hasta ahora ha sido tratada en la sociedad. A pesar de la presencia cercana y cálida de la mujer, apreciada por el pueblo de Dios y en muchos casos única, queda aún lejos, en la praxis, aquel reconocimiento de Pablo VI en la Clausura del Vaticano II: “Ha llegado la hora en que la vocación de la mujer se cumple en plenitud, la hora en que la mujer adquiere en el mundo una influencia, un peso, un poder jamás alcanzados hasta ahora...”

En esta Iglesia la Vida Religiosa quiere ser presencia de Dios en el mundo, con unas relaciones marcadas por el amor, la igualdad, la búsqueda en común, la justicia, la liberación y la predilección por los pobres.

Con actitud mística, intenta desentrañar las semillas del Verbo en la vida cotidiana que la abre a una forma nueva de entender las mediaciones; se esfuerza en descubrir la voluntad de Dios aceptando la mediación de cada hermana y hermano, consciente de que el Espíritu habla y se comunica en la comunidad reunida, en los signos de los tiempos y en los acontecimientos.

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AUTORIDAD-OBEDIENCIA EN LA VIDA RELIGIOSA ACTUAL Los profundos y acelerados cambios que se vienen produciendo en el mundo han abierto una nueva época de grandes transformaciones en todas las realidades: ciencia, tecnología, cultura, religión... Como consecuencia, las circunstancias de vida del hombre y de la mujer actuales han cambiado profundamente en el aspecto social y cultural, de tal manera, que se puede hablar con razón de una nueva época de la historia humana (G.S. 54). El Vaticano II, consciente de los valores positivos que estaban latiendo en este mundo moderno, motivó a la Vida Religiosa a abrirse a la realidad y acoger los aportes de las Ciencias Humanas. Con este nuevo horizonte, aparecen determinados valores de la cultura actual que van a influir en la manera de concebir y de ejercer la autoridad-obediencia: democracia, diálogo, respeto a los derechos humanos. Esta nueva situación sociocultural y la fidelidad al Evangelio llevan a la Vida Religiosa a reformular y reorientar su modo de proceder en el ejercicio de la autoridad y a una mayor y mejor comprensión del sentido profundo de la obediencia, a la luz del Vaticano II y de las nuevas tendencias de la Vida Religiosa. De esta manera, el ejercicio de la autoridad impulsa y favorece el deseo de búsqueda y cumplimiento de la voluntad de Dios, en fidelidad al Evangelio, a los signos de los tiempos y a la Misión. La profundización del concepto de obediencia que hace la Vida Religiosa en su proceso de renovación, parte de que la obediencia sólo puede ser vivida por personas adultas, que viven un sano proceso de autonomía y libertad y tienen capacidad para hacer opciones. Personas que reconocen a Dios como creador, como único Señor y viven la fe como apertura y disponibilidad a su voluntad. Este modo de vivir la fe las capacita para asumir los derechos y deberes propios y de los demás y participar así en la construcción del bien común. La obediencia religiosa se fundamenta en la obediencia de Jesús que vivió su condición de Hijo en disponibilidad absoluta a la voluntad del Padre. Jesús obedece al Padre y a su Plan Salvador, acepta las mediaciones y vive la obediencia en la inseguridad de la búsqueda, haciéndola centro de su Misión. La nueva manera de concebir la Iglesia como Pueblo de Dios que aparece en la Lumen Gentium y la exhortación que el Concilio hace a la Vida Religiosa en el Decreto Perfectae Caritatis la impulsan a iniciar un camino de renovación y a una profunda reflexión teológica sobre su propia identidad y misión en la Iglesia. A partir de aquí van surgiendo nuevas tendencias que presentan una visión de Vida Religiosa renovada, en perspectiva de género, más evangélica y acorde con los signos de los tiempos. En este proceso, el concepto de autoridad evoluciona, llegando a reconocer que la autoridad reside en el grupo comunitario y la persona que la ejerce la recibe por elección de la comunidad. En este nuevo paradigma la “obediencia fraterna” es un estilo de relacionarse, una manera de caminar juntas y acogerse mutuamente en la fe. Cada miembro de la comunidad es mediación de la voluntad de Dios para el otro y todos viven corresponsablemente la búsqueda de la voluntad de Dios.

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DESARROLLO DEL MODELO

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ELEMENTOS FUNDAMENTALES Nuestro modelo orgánico de gobierno se basa en la idea de un grupo vivo en

proceso de crecimiento. Es un sistema participativo que tiene como características fundamentales la interdependencia y la interconexión de las distintas personas y de los distintos ámbitos de la Congregación. Requiere el ejercicio de la responsabilidad compartida, de la comunicación y la información y del discernimiento como actitud habitual de búsqueda del querer de Dios. Adopta el círculo como la mejor imagen para representarlo.

Se basa en los principios de: • Autoridad • Libertad responsable • Interdependencia • Participación • Dar cuenta mutuamente Estos principios están entrelazados y hay que mirarlos como un todo. Su conjunto

permita el funcionamiento de este sistema de gobierno y nos proporciona un fundamento sano para vivir y actuar como comunidad religiosa en el mundo de hoy.

• Autoridad: La autoridad es el poder de crear y encuentra su origen en Dios que

comparte su poder creador con la humanidad. Por esta razón la autoridad reside en el grupo, que elige a sus representantes para que asuman el ejercicio de la autoridad. La Iglesia primitiva usó este modelo. En los Hechos de los Apóstoles tenemos numerosos ejemplos de que se invitaba a la gente a que identificaran y eligieran líderes para el servicio de todos.

• Libertad responsable: La libertad es clave y central en un modelo orgánico.

Presupone que la persona ha elegido formar parte de la Congregación, quiere cooperar al crecimiento tanto de sus miembros como de sí misma y llevar a cabo la Misión. Esta libertad vivida en grupo nos permite responder de nuestras acciones ante las demás, poner límites y desafiar constantemente la libertad de cada una y actuar y crecer como mujeres responsables y maduras. El respeto a los derechos humanos es ineludible en toda Congregación religiosa. Cada persona tiene derecho a seguir la llamada original dentro de la llamada de la Congregación, que va asociada al Carisma y evoluciona a lo largo de los años.

• Interdependencia: La interdependencia es el reconocimiento de que somos un cuerpo

formado por partes que están interrelacionadas y son conscientes, cada una de ellas, de la repercusión que sus decisiones y acciones produce en las otras. Por tanto, ninguna persona ni ninguna parte de la Congregación puede actuar sin que afecte a las otras y sin afectar, por lo menos en cierto modo, a todo el cuerpo. Este principio tiene en cuenta la diversidad, al tiempo que protege la integridad de las partes. Para ello es esencial una estructura de gobierno entrelazada que facilite la toma de conciencia del conjunto.

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• Participación: En el modelo orgánico la autoridad recae sobre todas las personas y, de diversas maneras, todas deben compartir la responsabilidad. Para el buen funcionamiento del gobierno es importante definir con claridad cómo y cuándo cada persona o cada grupo debe ejercer la autoridad y por tanto de lo que cada persona es responsable. Esto implica que la participación, en este modelo, no es un derecho sino una obligación que cada una tiene que ejercer de acuerdo con su edad y capacidad. Requiere que todos los miembros tengan en cuenta el bien común y se comprometan con las decisiones tomadas.

• Dar cuenta mutuamente: Si el poder circula por todo el conjunto y de distintas

formas, cada persona y cada grupo es responsable de dar cuenta de la parte del poder que ejerce. Las coordinadoras dan cuenta del ejercicio del poder que les ha sido delegado; cada miembro y cada grupo da cuenta de su estilo de vida, de la misión encomendada y del proceso de su vocación dentro del Carisma y la Misión de la Congregación. Quienes rehúsan participar están también llamadas a dar cuenta.

Nuestra Congregación se estructura en varios círculos que se relacionan entre sí y

es función de las Coordinadoras ser vínculo de unión entre ellos. Es la interconexión que se establece desde el ámbito local hasta el general, con sentido de cuerpo y de forma recíproca.

La estructura central del modelo es la Comunidad-Taller por ser el núcleo de vida

al que cada hermana es enviada y en el que se compromete a hacer presente el Reino de Dios desde el don carismático.

La interconexión facilita el flujo de comunicación e información entre los ámbitos

a través de los miembros que le sirven de unión. La información y comunicación se da en todas las direcciones, pasando por los distintos círculos, fundamentalmente por medio de las Coordinadoras que son vínculo de unión y sirven de enlace.

El consenso es el modo habitual de tomar decisiones. No supone unanimidad,

requiere que se escuche, se hable, se comprenda, se considere todo para alcanzar la comunión y la solidaridad. Se llega al consenso a través de un proceso que lleva a todas a apoyar una decisión.

Formamos un cuerpo congregacional en el que vivimos la interdependencia en

apertura a la Iglesia, la humanidad, el mundo trabajador pobre y la Creación.

La relación horizontal que nos mantiene en interdependencia y la interconexión favorecen la inculturación, la diversidad y la interculturalidad, exigiendo de todas disponibilidad en la Congregación.

Los Equipos de gobierno en los diferentes círculos impulsan la utilización de las

nuevas tecnologías para lograr mejores resultados en el acceso a la información y en la comunicación.

El modelo prioriza, entre otros medios de animación, el Proyecto Comunitario-

Apostólico, los Programas Provinciales y el Plan General de la Congregación.

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Abre a la participación en redes con personas, organizaciones, instituciones y congregaciones que amplían y refuerzan nuestra visión y compromiso.

Posibilita la presencia de laicas y laicos en las diferentes estructuras según su grado

de compromiso, teniendo en cuenta su vivencia laical del Carisma y su sistema de organización. Otros modos de participación son:

• La Consulta. Tiene por finalidad recoger datos, opiniones y criterios sobre asuntos

determinados con el fin de que, en los diferentes círculos, se puedan tomar decisiones con mayor conocimiento de la realidad. Se realiza en clima de discernimiento, después de recibir una información lo más completa y objetiva posible.

• Las Elecciones. Son en este modelo un medio de decisión. Se realizan en

discernimiento y son confirmadas por la autoridad correspondiente. (c. 174 y 625,3) • Las Comisiones. Son grupos de apoyo al gobierno en la realización de su misión de

animar, orientar y coordinar. Se crean en los ámbitos Provincial y General por iniciativa de los Equipos de Gobierno o de otras hermanas en coordinación con ellos. Para la formación de estas Comisiones, los Equipos Provincial o General concretan criterios que favorezcan la participación; la duración de estas Comisiones depende de la necesidad a la que intentan responder. La Comisión de Economía tiene carácter permanente.

OBEDIENCIA FRATERNA La obediencia fraterna expresa la comunión de todas las Siervas de San José en la búsqueda corresponsable de la voluntad de Dios, en una dinámica de Comunidad-Taller con una autoridad vivida como servicio. I. Comunidad – Taller

La Comunidad-Taller es el núcleo vital en el que se realiza la recreación del Carisma en fidelidad dinámica y se construye el “nosotras”. En ella cada hermana potencia su conciencia de mujer consagrada, se configura con Jesús que ora y trabaja en Nazaret y corresponsablemente hace presente el Reino de Dios, desde el don carismático.

Articula y dinamiza su vida y misión en el Proyecto Comunitario-Apostólico,

elaborado a partir de las necesidades del entorno, teniendo en cuenta la realidad concreta de la comunidad y en conexión con las planificaciones provincial y general.

En la Comunidad-Taller la dinámica autoridad-obediencia tiene como referente

vital a Cristo, modelo de obediencia al Padre y fundamento de la nuestra. La Comunidad es mediación privilegiada para la búsqueda del querer de Dios en discernimiento, en ella se vive la acogida de unas a otras como verdadera mediación para vivir la obediencia.

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Las Comunidades-Taller están atentas a la vida para descubrir el querer de Dios que se manifiesta a través de las mediaciones: la Palabra, los pobres, los signos de los tiempos, las orientaciones de la Iglesia, los Capítulos, las coordinadoras y las hermanas. Abiertas al cuestionamiento y a la evaluación, son espacios y escuelas de fraternidad y de espiritualidad donde se viven relaciones personales en clima de confianza mutua y comunicación de fe.

En estas Comunidades-Taller se posibilita el crecimiento personal desde los

propios dones, los procesos de conversión-reconciliación, el trabajo en equipo, la participación y la corresponsabilidad. Su dinámica de vida potencia mujeres maduras, críticas, actuales, con conciencia de consagradas y convocadas, comprometidas y preparadas para compartir servicios y tareas.

Son comunidades donde se asume la diversidad buscando la comunión y en las que

cada hermana, desde sus propias posibilidades, se pone al servicio de las demás buscando el bien común y fortaleciendo la pertenencia congregacional.

Desde su vivencia del Evangelio, dan respuestas contraculturales a los desafíos que

la sociedad les presenta. Todas se sienten corresponsables de la vida de la Congregación, lo que les lleva a tomar decisiones en diálogo y discernimiento, con libertad y autonomía, viviendo la interdependencia.

Las Comunidades-Taller potencian la formación de todas en perspectiva de género,

en lo humano, espiritual y apostólico, abiertas al mundo, a los avances de la ciencia, la técnica, la cultura, el arte y la ecología. De igual manera, acogen el aporte interdisciplinar de las Ciencias Humanas para comprender los dinamismos que surgen en las relaciones interpersonales y grupales y poder manejarlos.

La vivencia del Carisma les impulsa a ser comunidades insertas entre los pobres,

orantes, en las que el trabajo es generador de fraternidad. Abiertas a recrear la vida, se despojan de las formas que ya no responden a las nuevas presencias, adecuando su organización al contexto cultural y a la misión. Con sentido de justicia y sensibles ante las nuevas pobrezas, se comprometen en la defensa de los derechos humanos, privilegiando la opción por la mujer trabajadora pobre, dando respuestas en colaboración con otras plataformas.

Las Comunidades-Taller caminan hacia una apertura y toma de conciencia de que

las laicas y laicos que quieren participar de nuestro espíritu también son agentes de la misión y enriquecen la vivencia del Taller hoy. Posibilitan su participación en la elaboración, realización y evaluación de aquellos proyectos apostólicos en los que estén implicados y avanzan gradualmente en el proceso de integración de laicas y Siervas de San José para llegar a vivir la comunitariedad. II. Ejercicio de la autoridad.

La autoridad en la Congregación se ejerce como servicio. Impulsa la búsqueda de la voluntad de Dios y es vínculo de unidad para la realización de la Misión. Se inspira en la Sagrada Familia: Jesús, buscador incansable de la voluntad del Padre, vivió en Nazaret “como uno de tantos”(Cf. Flp 2,7) y “no vino a ser servido sino a servir”(Cf. Mt 20,28).

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María y José “aceptaron pronta y diligentemente las disposiciones divinas” manifestadas a través de las mediaciones (Cf. C.41).

Nuestros fundadores son también referencia importante en la que se inspira el

servicio de la autoridad. El testimonio de vida de Bonifacia evidencia que ella prestó este servicio “con caridad, humildad y solicitud” (C.1875). Francisco Javier Butiñá nos exhorta a vivir “la caridad como principal regla de Gobierno” (C. 1881).

Las hermanas que prestan el servicio de la autoridad tienen como misión: Ser signo de unidad, vínculo de comunión e instrumento de reconciliación

Orientar la vida hacia la realización de la Misión a través del Plan General de la

Congregación, los Programas Provinciales y los Proyectos Comunitario Apostólicos.

Promover el discernimiento como actitud de vida y confirmar las decisiones

que se tomen en los diferentes ámbitos congregacionales. La confirmación de las decisiones es garantía de unidad y de cohesión. En casos especiales, es posible que quien ejerce la autoridad que ha de confirmar no esté de acuerdo con el discernimiento recibido; este desacuerdo se comunicará al ámbito correspondiente exponiendo las razones, a fin de ayudar en el ejercicio de la obediencia fraterna y en la construcción de la comunión congregacional.

Favorecer el crecimiento de la persona teniendo en cuenta los carismas

personales enriquecidos con el Carisma Congregacional. Promover el trabajo en equipo y coordinar las diferentes realidades

comunitarias. Impulsar la participación la responsabilidad y el dar cuenta mutuamente.

Facilitar la interconexión y la interdependencia.

Ser cauce de información y comunicación con otras instancias y ámbitos de la

Congregación.

Proporcionar y facilitar los medios oportunos para la formación permanente.

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ESTRUCTURA ESTRUCTURA GENERAL Nuestra Congregación está estructurada en: Comunidad-Taller, Zona, Provincia y Congregación. Comunidad-Taller: Es la célula viva de la Congregación donde se recrea el Carisma y se realiza la Misión. Es animada por la Coordinadora de la Comunidad, en corresponsabilidad con las demás hermanas que la forman. Zona: Es la agrupación de Comunidades-Taller según lugares geográficos, donde se impulsa y potencia la Vida y Misión de la Congregación. Es animada por la Coordinadora de Zona, en corresponsabilidad con las Coordinadoras de las Comunidades-Taller. Provincia: Es la agrupación de varias Zonas que comparten corresponsablemente la Misión de la Congregación. Es animada por la Coordinadora Provincial, la Vicaria y las Coordinadoras de Zona con quienes forma el Equipo Provincial. Congregación: Está formada por todas las Siervas de San José adscritas a las diferentes Provincias. Es animada por la Coordinadora General, la Vicaria y las Coordinadoras Provinciales con quienes forma el Equipo General. COMUNIDAD-TALLER

Es la célula viva de la Congregación donde se recrea el Carisma y en la que cada hermana comparte la responsabilidad en la edificación de la Comunidad para la Misión. Inserta en una realidad cultural concreta, tiene autonomía en sus decisiones y en su organización según la misión recibida, que realiza con conciencia de cuerpo congregacional

En la Comunidad-Taller:

Se realiza el Proyecto Comunitario-Apostólico con sentido de interdependencia, en comunión con los Programas Provinciales y el Plan General de la Congregación.

Se toman las decisiones por consenso y con espíritu de discernimiento. Se estudian y disciernen las nuevas propuestas significativas en relación con la

recreación del Carisma, acompañada por la Coordinadora de Zona. Se vive la comunitariedad, previo estudio y discernimiento, en diálogo con la

Coordinadora de Zona y el Equipo Provincial. Se aprueba el presupuesto de gastos ordinarios .

La Comunidad-Taller participa en la Asamblea Zonal, en las elecciones locales y en

las consultas y sondeos.

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Está formada, al menos, por tres hermanas o por grupos de hermanas si la misión lo exige, ubicados en el mismo lugar o en lugares próximos, animada por una sola Coordinadora. Funciones de la Coordinadora de la Comunidad-Taller:

Ejerce el servicio de la autoridad. Es vínculo de unión de la Comunidad con la Zona. Posibilita la información y comunicación. Tiene la representación legal de la Comunidad-Taller.

Elecciones:

Los miembros de la Comunidad-Taller, después de un proceso de discernimiento, eligen a su Coordinadora, a la Vicaria y a la Administradora por un período de tres años, pudiendo ser reelegidas por otro trienio.

En el proceso de elección se requiere una primera votación por dos tercios. En caso de no alcanzar esa mayoría, habrá una segunda y una tercera votación, ambas por mayoría absoluta. El resultado de la elección se pasa al Equipo Provincial para su confirmación.

En el caso de que en la tercera votación no se llegue a la mayoría absoluta, resuelve el Equipo Provincial.

Cuando se trata de Comunidades de Formación, la Formadora es la Coordinadora. La Formadora de Prenovicias la nombra el Equipo Provincial y la de Novicias y Junioras el Equipo General, a propuesta del Equipo Provincial GOBIERNO DE LA ZONA

La Zona es el ámbito de animación, de interdependencia e interconexión entre las Comunidades-Taller y de éstas con la Comunidad Provincial. Favorece la corresponsabilidad en la Vida y Misión de la Congregación y, en clima de discernimiento, hace posible la participación en el Gobierno.

En ella se propicia el dinamismo de la recreación del Carisma, se facilita el proceso de inculturación de nuestras presencias en cada lugar y se da un acompañamiento más cercano a la realidad.

Está formada por Comunidades-Taller pertenecientes a un lugar geográfico determinado. Funciones de la Coordinadora de Zona:

Es vínculo de unión entre la Zona y la Comunidad Provincial. Anima y coordina la Zona corresponsablemente con las Coordinadoras de las

Comunidades-Taller.

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Posibilita la comunicación y la información entre las Comunidades-Taller de la Zona, y de éstas con la Provincia.

Impulsa en la Zona los Programas y Proyectos de la Provincia para hacerlos operativos.

Estudia y discierne con las Comunidades-Taller los planteamientos que tengan respecto a nuevos Proyectos relativos a la Misión y a la Comunitariedad para proponerlos al Equipo Provincial.

Reúne una vez al trimestre, siempre que sea posible, a las Coordinadoras de las Comunidades-Taller para hacer efectiva la corresponsabilidad.

Convoca y preside los encuentros y las Asambleas de Zona. Realiza consultas sobre asuntos de la Zona y procesa las consultas realizadas desde

la Provincia o la Congregación. Realiza, por delegación de la Coordinadora Provincial, aquellos actos legales que

agilizan el buen funcionamiento de la Zona. Es miembro del Equipo Provincial.

Asamblea Zonal:

La Asamblea es un encuentro anual de todas las hermanas profesas de la Zona, para un mayor conocimiento de la realidad e impulso de la Vida y Misión de la Congregación en ese lugar. Es convocada por la Coordinadora de Zona.

En ella se estudian, se planifican y se evalúan los asuntos concernientes a la Vida y Misión de la Zona, se toman las decisiones pertinentes que requieran los Proyectos Zonales para su funcionamiento, con sentido de cuerpo y en clima de discernimiento.

Se disciernen aquellos Proyectos que trascienden las posibilidades de la Zona y requieren la intervención de otros ámbitos. El resultado del discernimiento se pasa al Equipo Provincial para su conocimiento o aprobación según proceda.

Estudia la necesidad de tener Administradora para la Zona y decide sobre ello. Elecciones:

En la primera Asamblea de Zona del trienio se realiza la elección de la Coordinadora de Zona. En caso de ser necesario elige a la Administradora.

La Coordinadora de Zona es elegida por todas las hermanas de la misma entre las profesas que tengan al menos tres años de votos perpetuos, mediante una primera votación enviada a la Asamblea Zonal, que concluye el proceso de elección. Para la validez de esta votación se necesita que el número de votos que llegan a la Asamblea no sea inferior a la mayoría absoluta de los miembros de la Zona.

En esta primera votación se requiere una mayoría de dos tercios de los votos recibidos. De no alcanzar dicha mayoría, en la Asamblea se procederá hasta una cuarta votación por mayoría absoluta. La elección se envía al Equipo General para su confirmación. Si no se alcanza en la cuarta votación la mayoría absoluta, el resultado de las votaciones se envía al Equipo General para que resuelva.

Será elegida por tres años, pudiendo ser reelegida por otros tres.

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La Administradora es elegida en la Asamblea entre las profesas de la Zona que

tengan al menos tres años de votos perpetuos. En la primera votación se requiere una mayoría de dos tercios. De no alcanzar dicha mayoría, se procederá hasta una tercera votación por mayoría absoluta. La elección se envía al Equipo Provincial para su confirmación. Si no alcanza en la tercera votación la mayoría absoluta el resultado de la votación se envía al Equipo Provincial para que resuelva.

Será elegida por tres años pudiendo ser reelegida por otros tres. GOBIERNO DE LA PROVINCIA

La Provincia es la agrupación de varias Zonas geográficamente distribuidas en un mismo país o países. La anima y coordina la Coordinadora Provincial, en corresponsabilidad con la Vicaria, que es su colaboradora inmediata, y las Coordinadoras de Zona con quienes forma el Equipo Provincial. Funciones de la Coordinadora Provincial Ejerce el servicio de la autoridad. Es vínculo de unión entre la Provincia y la Congregación. Convoca y preside los Capítulos y Asambleas Provinciales. Posibilita el diálogo, la comunicación y la información entre las Zonas que constituyen

la Provincia, y de éstas con la Congregación. Es la representante legal de la Provincia conforme al Derecho Universal y Propio. Es miembro del Equipo General.

Funciones del Equipo Provincial; Realiza corresponsablemente la animación de personas, comunidades y tareas

apostólicas, de acuerdo con los Programas Provinciales y Plan General de la Congregación.

Hace posible la interdependencia y la interconexión a través de todos los círculos. Confirma la elección de la Coordinadora, Vicaria y Administradora Locales. Confirma la elección de las Administradoras de Zona. Aprueba las Propuestas presentadas por la Zona. Selecciona y estudia los Proyectos que requieren ayuda de otros ámbitos: Provincia,

Congregación. Admite a las candidatas a la Congregación y a las laicas que desean vivir la

comunitariedad. Nombra a la Secretaria Provincial, que puede ser o no, miembro del Equipo

Provincial. Aprueba los presupuestos de la Zona, si los hubiere. Crea la Comisión de Economía que será coordinada por la Administradora Provincial

y otras Comisiones que le ayuden en el ejercicio de un Gobierno más participativo.

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Asamblea Provincial:

Es un encuentro de las hermanas de la Provincia para evaluar la Vida y Misión de la misma. Se realiza, al menos, una al final del primer trienio y la convoca y preside la Coordinadora Provincial. Asamblea Precapitular:

Se celebra cada seis años con anterioridad al Capítulo General y la convoca y preside la Coordinadora Provincial.

Las Delegadas a esta Asamblea son elegidas por todas las hermanas de la Provincia con la misma representatividad que para el Capítulo Provincial.

Tiene como función:

Elegir las Delegadas al Capítulo General, para lo cual se tiene en cuenta la normativa vigente en la Congregación.

Procesar el sondeo realizado en la Provincia para la elección de la Coordinadora General.

Tratar los asuntos concernientes al Capítulo General. Proponer nombres de hermanas que puedan prestar el servicio de Administradora

General. Evaluar la Vida y Misión de la Provincia.

Capítulo Provincial:

El Capítulo Provincial es un órgano colegial de gobierno que representa a toda la Provincia y expresa la participación y corresponsabilidad de todos sus miembros en el gobierno de la misma.

Es convocado y presidido por la Coordinadora Provincial y se celebra cada seis años, después del Capítulo General.

Se realiza en clima de discernimiento y se toman las decisiones con sentido de cuerpo Congregacional.

Sus funciones son: Adaptar a la Provincia las orientaciones del Capítulo General. Orientar la Vida y Misión de la Provincia y tratar otros asuntos de importancia. Elaborar y confirmar Proyectos comunes. Concluir la elección de la Coordinadora, la Vicaria y la Administradora

Provinciales.

Las Delegadas al Capítulo Provincial serán elegidas según la normativa vigente.

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Elecciones:

La Coordinadora Provincial, la Vicaria y la Administradora son elegidas por los miembros de la Provincia, entre las religiosas profesas de la misma, con al menos 5 años de votos perpetuos, mediante una primera votación enviada al Capítulo Provincial, que concluye el proceso de elección. Para la validez de esta votación se necesita que el número de votos que llegan al Capítulo no sea inferior a la mayoría absoluta de los miembros de la Provincia.

Para esta votación se requiere una mayoría de dos tercios de los votos recibidos. De no alcanzar dicha mayoría, el Capítulo llevará a cabo las siguientes votaciones:

Para la Coordinadora Provincial habrá una segunda votación por mayoría de dos tercios. La tercera y cuarta por mayoría absoluta. El resultado de la elección se envía al Equipo General para su confirmación. Si no se llega a la mayoría absoluta en la cuarta votación, resuelve el Equipo General.

Para la Vicaria y Administradora, habrá hasta una cuarta votación por mayoría absoluta. El resultado de la elección se envía al Equipo General para su confirmación. Si no se llega a un acuerdo en la cuarta votación, resuelve el Equipo General.

Son elegidas por un período de seis años y no pueden ser reelegidas para un sexenio inmediato.

GOBIERNO DE LA CONGREGACIÓN

La Congregación es el ámbito en el que todas las Siervas de San José unidas por la caridad y al servicio de la Misión, expresamos nuestro don carismático en la Iglesia enriqueciéndola y cooperando en la edificación del Cuerpo de Cristo (M.R. 11, C.143). Está formada por todas las Siervas de San José adscritas a las Provincias. Es animada por la Coordinadora General en corresponsabilidad con la Vicaria, que es su colaboradora inmediata, y las Coordinadoras Provinciales con quienes forma el Equipo General. Funciones de la Coordinadora General: Ejerce el servicio de la autoridad Es vínculo de unión en la Congregación. Convoca y preside el Capítulo General. Anima corresponsablemente la Vida y Misión de la Congregación. Es la representante legal de la Congregación.

Funciones del Equipo General: Animar corresponsablemente la Vida y Misión de la Congregación a través del Plan

General de la Congregación y según las orientaciones del Capítulo. Hacer posible la interdependencia y la interconexión a través de todos los círculos.

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Confirmar la elección de las Coordinadoras Zonales y de la Coordinadora, Vicaria y Administradora Provinciales.

Decidir sobre los Proyectos presentados por las Provincias. Elegir a la Secretaria General, que puede ser o no miembro del Equipo. Crear la Comisión de Economía, que será coordinada por la Administradora General, y

otras Comisiones que le ayuden en el ejercicio de un Gobierno más participativo. Posibilitar el diálogo, la comunicación y la información.

Capítulo General:

Es un órgano colegial de gobierno que hace efectiva la participación y la corresponsabilidad de todos los miembros en el gobierno de la Congregación.

Se realiza en clima de discernimiento buscando el bien común y la comunión en la diversidad.

Tiene como finalidad:

Evaluar y orientar la Vida y Misión de la Congregación. Elegir a la Coordinadora, a la Vicaria y a la Administradora Generales.

Lo convoca y preside la Coordinadora General y tiene lugar cada seis años.

Elecciones:

La Coordinadora y su Vicaria, así como la Administradora General son elegidas por el Capítulo General.

Para la elección de la Coordinadora General, previo sondeo a todas las hermanas de la Congregación, se requieren dos tercios en la primera y segunda votación. En la tercera y cuarta, mayoría absoluta.

Para la elección de Vicaria, se requieren dos tercios en la primera votación y mayoría absoluta a partir de la segunda hasta la cuarta.

En la elección de la Administradora se tendrán en cuenta las aportaciones enviadas por las Asambleas Precapitulares de las Provincias. Se requieren dos tercios en la primera votación, y mayoría absoluta a partir de la segunda hasta la cuarta.

En todos los casos la conclusión del proceso se llevará acabo según lo determine el Derecho Propio.

Serán elegidas por un período de seis años y no pueden ser reelegidas para un sexenio inmediato.

Roma, mayo de 2005.