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Carismas en comunión El soplo del Espíritu Santo en la Iglesia de hoy Card. Miloslav Vlk El carisma de la unidad de Chiara Lubich al servicio de la comunión entre carismas antiguos y nuevos María Voce Juan Pablo II, «constructor de la comunión de los carismas» Pierluigi Cameroni, s.d.b. A la luz del carisma de la unidad de Chiara Lubich Manuel Morales, o.s.a. El desafío de la comunión en la familia franciscana José Rodríguez Carballo, o.f.m. N.º 80/2011 Octubre - Diciembre Unidad y Carismas

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Carismas en comunión

El soplo del Espíritu Santo en la Iglesia de hoy Card. Miloslav Vlk

El carisma de la unidad de Chiara Lubich

al servicio de la comunión

entre carismas antiguos y nuevos María Voce

Juan Pablo II, «constructor

de la comunión de los carismas» Pierluigi Cameroni, s.d.b.

A la luz del carisma

de la unidad de Chiara Lubich Manuel Morales, o.s.a.

El desafío de la comunión

en la familia franciscana José Rodríguez Carballo, o.f.m.

N.º 80/2011 Octubre - Diciembre

Unidad y Carismas

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Edición italiana

«Unità e Carismi», Fabio Ciardi, o.m.i.,Via della Selvotta, 2500041 Albano Laziale, Roma, [email protected]

Edición inglesa (Asia, África)

«Charisms in Unity», Conrad Sciberras,mssp, Via della Salvotta, 25 00041 Albano Laziale, Roma, Italia.

Edición francesa

«Unitè et Charismes», Roger Bourcier, fsg10, av. Rémy René-Bazin85290 St-Laurent-sur-Sevre, [email protected]

Edición alemana

«charismen. Ordenschristen in Kirche undGesellschaft», Hans Schalk, cssrKaulbachstrasse 47D - 80539 München, [email protected]

Edición eslovena

«Edinost in Karizme», Anton Nadrah, o.cist.,Cistercijanska opatija Sticna61295 Ivancna Gorica, Eslovenia

Edición polaca

«Jednosc i Charyzmaty», Ludwik Myciels-ki, o.s.b.Biskupow 72 PL48-355 Burgrabice, [email protected]

Edición española

Edita: Movimiento de los Focolares (R-2800178-B)Andrés Tamayo, 4. 28028 Madrid

Revista trimestral de espiritualidad y comunión

Edición portuguesa

«Unidade e Carismas», Germano van de Meer, s.v.d.C.P. 18 - 06730-970 Vargen Grande Paulista SP, [email protected]

Director: José Damián Gaitán, o.c.d. Composición: José Luis Belver, o.s.a.

Administración: Joaquín Mª Vicente, o.carm. Ayala, 35. 28001 Madrid.

Tel. 914351660 - Fax 914351786 - e-mail: [email protected]

Consejo de redacción: Carlos García Andrade, c.m.f.; Joaquín Mª Vicente, o.carm; José

Luis Belver, o.s.a.; Juan Gil, o. carm; José Damián Gaitán, o.c.d.; Santiago Sierra, o.s.a.

www.unidadycarismas.es

Depósito Legal: M-16.216-1991

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1111Unidad y Carismas, N.º 80 Octubre -Diciembre 2011

CARISMAS EN COMUNIÓN

Editorial

La comunión entre carismas José Damián Gaitán,o.c.d. 2

Perspectivas

El soplo del Espíritu Santo en la Iglesia de hoy Card. Miloslav Vlk 4

El carisma de la unidad de Chiara Lubich al serviciode la comunión entre carismas antiguos y nuevos:Asís 2000 y perspectivas María Voce 8

Testigos

Juan Pablo II, «constructorde la comunión de los carismas» Pierluigi Cameroni, s.d.b. 15

Experiencias

A la luz del carisma de la unidadde Chiara Lubich Manuel Morales, o.s.a. 20

Movimientos en comunión,de Pentecostés 1998 a Stuttgar 2004 Mario Landi 23

Con lo otros carismas al servicio de la Iglesia Valeria Martano 27

Nuevos horizontes

El desafío de la comuniónen la familia franciscana José Rodríguez Carballo, o.f.m. 32

Recordando un momento de gracia:40 años del Movimiento de las religiosas Antonia Moioli,s.b.g. 37

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Unidad y Carismas

EDITORIAL

La comunión entre carismas

LLLLA comunión con Dios y con los hermanos los hombres pertenece a la misma esencia de lavida cristiana, y, por lo tanto, de la Iglesia. Quizá por eso mismo, en la exhortación postsi-nodal Vita consecrata (1996), de Juan Pablo II, se quiso dedicar varios números a explicar

cómo han de vivir los consagrados su vocación y sus propios carismas en y dentro de una Iglesiaque por su propia naturaleza está llamada a ser comunión. Así, en dicho texto, se explica cómo hade ser la comunión de los carismas con la Iglesia universal, con la Iglesia particular, con las otrasvocaciones, con los laicos, pero también con los otros carismas y formas de vida consagrada.

Me parece muy importante que no se haya dejado de lado este aspecto. Porque, si algún sen-tido tiene la vida consagrada, es precisamente la misión de poner de relieve, en medio de la co-munidad cristiana y en nuestro mundo, la centralidad de los valores evangélicos en su más puraesencia. Pero es muy importante no perder de vista que cualquier valor particular de vidaevangélica adquiere su sentido más verdadero junto con los demás valores y en comunión conellos, dando así testimonio entre todos de lo que se denomina el “evangelio del amor”.

Esto es lo que se nos explica en el texto siguiente, cuyo razonamiento tiene matices que es im-portante no pasar por alto. Dice así: «El sentido eclesial de comunión alimenta y sustenta tam-bién la fraterna relación espiritual y la mutua colaboración entre los diversos Institutos de vidaconsagrada y Sociedades de vida apostólica. Personas que están unidas entre sí por el compro-miso común del seguimiento de Cristo y animadas por el mismo Espíritu, no pueden dejar de ha-cer visible, como ramas de una única Vid, la plenitud del Evangelio del amor. Permaneciendosiempre fieles a su propio carisma, pero teniendo presente la amistad espiritual que frecuente-mente ha unido en la tierra diversos fundadores y fundadoras, estas personas están llamadas amanifestar una fraternidad ejemplar, que sirva de estímulo a los otros componentes eclesiales enel compromiso cotidiano de dar testimonio del Evangelio» (Vita Consecrata 52).

Unos años más tarde, el organismo vaticano encargado de la vida consagrada, la CIVCSVA,publicó un documento (Caminar desde Cristo, 2002) en el que se volvió a insistir en esas mis-mas ideas arriba indicadas, pero añadiendo de alguna manera un matiz o aspecto algo novedoso:el de la “Comunión entre carismas antiguos y nuevos”. A todo ello se dedicó un número bastan-te amplio (nº 30), lo que indica la importancia que se quería conceder a ese tema.

En ambos textos aquí citados se pide que la comunión entre carismas de vida consagrada y devida evangélica sea no sólo teórica sino sobre todo práctica; y no sólo vivida a nivel particular,

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sino también institucional. Unas metas que, sin duda, muchos tienen presentes y por las queestán trabajando desde hace años; conscientes, por lo demás, de lo mucho que aún queda por ha-cer, y del peligro, que a todos nos acecha, de caer en la desidia, en el individualismo carismáti-co, o en la pura institucionalización de las relaciones, con cierta falta de carga vital, y, por lo mis-mo, de verdadera comunión o intercomunión entre los carismas.

Para profundizar y dar mayor visibilidad a este necesario diálogo y comunión dentro de laIglesia, que no hay que darlo ni mucho menos por supuesto, hace ahora un año (23 octubre de2010) tuvo lugar en Asís una jornada de encuentro y reflexión, promovida por instituciones per-tenecientes a carismas tanto antiguos como más recientes. Participaron en la misma más de 1300personas, de diferentes carismas, tanto antiguos como nuevos, y de diferentes edades, no faltan-do a la cita los jóvenes, para los que hubo también un momento especial.

En el presente número se ha querido recoger algunas de las aportaciones más importantes dedicha jornada. Por lo demás, este es, sin duda, un tema de gran actualidad, en el que nuestra re-vista desde sus orígenes, precisamente por su inspiración y vinculación con el carisma de la uni-dad, de Chiara Lubich, siempre se ha sentido llamada a trabajar y a dar su aportación.

José-Damián Gaitán, o.c.d

N.º 80 - Octubre-Diciembre 2011

3333Editorial

JESÚS ESTÁ ENTRE NOSOTROS

Si estamos unidos, Jesús está entre nosotros. Y esto vale. Vale más que cualquier otro tesoro que pueda poseer nuestro corazón: más que nuestra madre, nuestro padre, nuestros hermanos o nuestros hijos. Vale más que nuestra casa, nuestro trabajo, nuestra propiedad;más que las obras de arte de una gran ciudad como Roma, más que nuestras ocupaciones, más que la naturaleza que nos rodea, con flores y prados, el mar y las estrellas; ¡más que nuestra alma!

Él, inspirando a sus santos con sus eternas verdades, hizo época en toda época.

También ésta es su hora: no de un santo, sino de Él mismo; de Él entre nosotros, de Él vivo en nosotros, que construimos –en unidad de amor– su Cuerpo místico.Pero es preciso dilatar a Cristo, hacerlo crecer en otros miembros; hacerse, como Él, portadores de Fuego.¡Hacer uno de todos y, en todos, el Uno!

Vivamos momento a momento en la caridad la vida que Él nos da. El amor fraterno es el mandamiento básico,por lo cual todo vale si es expresión de sincero amor fraterno.Nada de lo que hacemos vale si en ello no se da el sentimiento de amor por los hermanos; pues Dios es Padre y tiene en el corazón siempre y sólo a sus hijos.

Chiara Lubich, Meditaciones

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Unidad y Carismas

AAAAL iniciar esta Eucaristía saludo contodo mi corazón a todos vosotros,representantes de tantos carismas

en la Iglesia. Nos hemos reunido en Asísbajo la protección de san Francisco y desanta Clara para celebrar una jornada dedi-cada a la comunión entre los carismas, diezaños después del famoso encuentro entre lavasta y variopinta Familia franciscana y elMovimiento de los Focolares, también di-fundido en todo el mundo y tan variado ensus expresiones.

Nuestro encuentro de hoy tiene un soloobjetivo: continuar el camino de comu-nión entre los carismas antiguos y nuevos,suscitados por el Espíritu Santo en la Igle-sia para mostrar la “belleza y la riqueza”de la Iglesia de hoy, prosiguiendo el cami-no que nos indicó el papa Juan Pablo II ensu Carta apostólica Novo millennio ineunte.Nos hemos reunido no solo entre noso-tros, sino espiritualmente también con to-dos los que viven algún carisma, con los

fundadores de diversos carismas que yaestán en el paraíso.

Queremos dar gracias en esta Eucaristíapor los abundantes dones otorgados por elEspíritu Santo a lo largo de la historia en laIglesia, estando abiertos a ulteriores donessuyos, los que aparecen en nuestros días,para acoger fielmente los carismas regala-dos para el hoy de la Iglesia y del mundo.Celebremos en la unidad entre nosotros, enla comunión de los carismas, con la viva yfuerte presencia de Jesús resucitado entrenosotros.

Juan Pablo II, ante el Gran Jubileo delaño 2000, había invitado a toda la Iglesia auna preparación de tres años, dedicados a laSantísima Trinidad, cada año a una Personadivina. El segundo año, 1998, estaba dedi-cado al Espíritu Santo y a su función en laIglesia. El papa quería presentar una gran“muestra” de su acción y hacernos a todosconscientes de los frutos por Él suscitados.Y entonces, la vigilia de Pentecostés, con-

Card. Miloslav Vlk

El soplo del Espíritu Santoen la Iglesia de hoy

Palabras de saludo y homilía del cardenal emérito de Praga, durante la celebración de la misa enla Basílica de Santa Clara, en Asís, en la jornada de comunión entre carismas antiguos y nuevos.

PERSPECTIVAS

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vocó a todos los movimientos eclesiales y alas nuevas comunidades que el papa consi-deraba frutos actuales de la acción del Espí-ritu Santo. De hecho, durante aquella tarde,dijo haber sentido la Plaza de San Pedrocomo un único gran Cenáculo y nosotros,que éramos testigos de aquel acontecimien-to, teníamos la impresión de respirar laatmósfera de Pentecostés.

Se reunieron más de 50 movimientoscatólicos, casi todos laicos, con sus líderes.Algunos de ellos saludaron al Santo Padre.Chiara Lubich en aquella ocasión le prome-tió poner al servicio de los movimientos sucarisma de la unidad para sostener la comu-nión y la colaboración entre ellos. Conti-nuando este compromiso, acogido con granalegría y repetidos ánimos del papa, hemosllegado hoy a este momento.

En aquel histórico encuentro vimos ver-daderamente realizarse la Palabra de Jesús:«Yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, paraque esté siempre con vosotros… Os lo enseñarátodo y os recordará todo lo que yo os he dicho…»(Jn 14, 15ss).

El Espíritu Santo, en efecto, nunca haabandonado a la Iglesia, pero nosotros nosiempre lo hemos entendido. Durante lahistoria de la Iglesia el Señor siempre ha en-viado el Espíritu, nunca nos ha dejado huér-fanos. De ello son testigos vuestros carismasantiguos, centenarios, tan bien representa-dos aquí en Asís, pero también los nuevoscarismas, también presentes aquí, todospara demostrar que en cada tiempo y encada lugar Dios interviene para renovar suIglesia.

En los últimos sesenta años nos damoscuenta de la fuerte secularización en todo elmundo occidental, no solo en los Paísesorientales bajo el dominio soviético. Se hadifundido un inundante sentido de la ausen-cia de Dios; los valores espirituales parecíanevaporarse y anularse. Al mismo tiempo senotan muchos esfuerzos para cambiar esta

situación, se buscan nuevos métodos parahacer frente a las actuales dificultades.

Con la preparación al Gran Jubileo, y es-pecialmente con el año dedicado al EspírituSanto, el papa señaló una línea de orienta-ción llena de confianza. Quería hacernosentender que Dios mismo ha tomado en susmanos la situación y nos ofrece los elemen-tos para hacerla cambiar. Con la “muestra”del Espíritu Santo y de su acción debemosdarnos cuenta que Dios ha tomado la ini-ciativa de un modo inesperado: infundeabundantemente su Espíritu, que es poten-cia, que da la vida. En el fondo siempre hasido así en la historia de la Iglesia.

En el mundo actual, donde experimenta-mos tantas dificultades, Dios ha derramadosu Espíritu de un modo potente en los nue-vos movimientos eclesiales, suscitados tam-bién para ser instrumentos en la salvacióndel mundo. La vigilia de Pentecostés 1998fue precedida de un congreso de tres díassobre los movimientos, convocado por elPontificio Consejo para los Laicos. Juan Pa-blo II les envió un mensaje rico en conteni-dos y novedad; por ejemplo, la formulaciónsobre la relación entre dos dimensiones enla Iglesia: «No existe contraste o contraposiciónen la Iglesia entre la dimensión institucional y ladimensión carismática, de la que los movimien-tos son una expresión significativa».

En otras palabras, la dimensión jerárqui-ca y la dimensión laical, la dimensión pe-trina y la dimensión mariana. La dimen-sión “institucional” no se refiere a las es-tructuras, sino a las realidades instituidas

N.º 80 - Octubre-Diciembre 2011

Perspectivas 5555

«No existe contraste o contraposiciónen la Iglesia entre la dimensión institu-cional y la dimensión carismática, de laque los movimientos son una expresiónsignificativa ».

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Unidad y Carismas

por Jesús en la fuerza del Espíritu Santo.El Santo Padre escribió que estas dos di-mensiones son “co-esenciales” a la constitu-ción divina de la Iglesia fundada por Jesús,porque ambas concurren a hacer presenteel misterio de Cristo y su obra de salvaciónen el mundo. Juntas, además, miran a re-novar la autoconciencia de la Iglesia, que,en cierto sentido, ella puede tener de símisma como movimiento, en cuanto acon-tecimiento en el tiempo y en el espacio dela misión del Hijo por obra del Padre en lapotencia del Espíritu Santo. O sea, no sepuede prescindir de ello. Quien piensa enla Iglesia solo como jerarquía, la está pri-vando de una dimensión esencial e indis-pensable.

También encontramos la confirmaciónde esta afirmación en san Pablo, cuandodice que la Iglesia está construida sobre losapóstoles y los profetas. No podemos con-tentarnos con los apóstoles y renunciar a ladimensión profética. ¿Y quién expresa la di-mensión profética si no los carismas, en losque las mujeres no son menos que los hom-bres, donde no cuentan los estudios, las ca-tegorías, el poder? En estos tiempos difícilesde la Iglesia, en los que aparecen tambiénlos límites de ciertas estructuras demasiadocerradas en sí mismas, hemos de darnoscuenta que los carismas son importantes,son esenciales, más aún, co-esenciales en laIglesia. Vuestra presencia aquí, en esta cele-bración eucarística, es un signo tangible yconvincente.

Decía que en la Plaza de San Pedro habíauna atmósfera de Pentecostés. Aquel acon-tecimiento, seguido después del desafío lan-zado por el papa en su Carta apostólicaNovo millennio ineunte, fueron importantesindicaciones para la Iglesia del tercer mile-nio. Nos pudimos dar cuenta que, como alinicio de su vida terrena, Jesús vino en elEspíritu Santo, y así quiere llegar siempre,también hoy, en el Espíritu Santo.

De hecho, el Espíritu Santo siempre haacompañado la manifestación del Hijo deDios: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti» (Lc 1,35), dice el ángel a María. En la ribera delJordán, al comienzo de la misión de Jesús,el Espíritu Santo bajó sobre él en formacorporal, como una paloma (cf. Lc 3, 22).Luego afirmó él mismo en Nazaret; «ElEspíritu del Señor sobre mí» (Lc 4, 18). Y alanuncio de su Buena nueva la gente excla-maba: «¡Qué palabra es ésta! Da órdenes conautoridad y poder…» (Lc 4, 36). “Poder” aquísignifica la fuerza del Espíritu Santo. Jesússobre la cruz “edoken to pneuma”, entregó elespíritu (Jn 19, 30). Resucitado de entre losmuertos por el Espíritu, después infundiósu Espíritu sobre los apóstoles para prepa-rar el lugar permanente de su presencia, laIglesia, donde él sigue hablando y actuan-do con la fuerza del Espíritu en los sacra-mentos.

Jesús también ha definido el lugar don-de está presente, donde habla y actúa, demodo muy sencillo: «Donde están dos o tresreunidos en mi nombre (es decir, en mi amor),allí estoy yo, en medio de ellos» (Mt 18, 20).San Juan define el nombre de Dios: «Dioses amor» (1 Jn 4, 8), y esto significa queJesús quiere estar presente, hablar y actuardonde hay comunión de amor. Pero nobasta un amor humano, sensible, sensual.Es necesario el amor «derramado en nuestroscorazones por el Espíritu Santo que nos ha sidodado» (Rm 5, 5).

Nuestra comunión, pues, debe ser una re-alidad construida por el Espíritu Santo. Locual significa que también hoy Jesús quierevenir –como siempre– en el Espíritu Santo.Él no puede llegar de otro modo.

Nuestra comunión no es para nosotros,para sentirnos bien, para ser felices, para nosé qué motivos. El sentido de nuestra comu-nión creada por el Espíritu Santo es quetambién hoy la Iglesia pueda responder acti-va y visiblemente al amor de Dios. En el

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Antiguo Testamento Dios dice por boca delprofeta: «Mi delicia está en habitar con los hijosde los hombres» (cf. Pr 8, 31). Y en el libro delApocalipsis: «Estoy a la puerta y llamo» (3,20). Jesús nos pide que le abramos la puer-ta, para poder entrar en este mundo.

La efusión tan abundante del EspírituSanto, de la que hoy nos damos cuenta me-jor que en el pasado encontrándonos juntoslos carismas antiguos y nuevos, es un signofuerte de que Dios quiere volver a nuestromundo y nos invita a abrirle las puertas.

El mundo de hoy, acosado por crisis yconflictos interminables, bajo el peso deproblemas insolubles como el hambre o

ciertas enfermedades, aún intenta buscar aDios. Dos americanos han escrito un libro:God is back (Dios ha vuelto), señalandomuchos signos de este fenómeno. No esposible dejar de recoger estos signos de losplanes de Dios en el hoy de la Iglesia y delmundo.

Estamos contentos de entrever claramen-te cómo somos involucrados en el gran ac-tuar de Dios, de Jesucristo que ha venidopara vencer al mundo. Él nos invita a parti-cipar en esta victoria suya. «Tened buen áni-mo: yo he vencido al mundo» (Jn 16, 33).

«¡Que la alegría del Señor sea vuestrafuerza!».

N.º 80 - Octubre-Diciembre 2011

7777Perspectivas

COMUNIÓN ENTRE CARISMAS ANTIGUOS Y NUEVOS

La comunión que los consagrados y consagradas están llamados a vivir va másallá de la familia religiosa o del propio Instituto. Abriéndose a la comunión conlos otros Institutos y las otras formas de consagración, pueden dilatar la comu-nión, descubrir las raíces comunes evangélicas y juntos acoger con mayor claridadla belleza de la propia identidad en la variedad carismática, como sarmientos de laúnica vid. Deberían competir en la estima mutua (cf. Rm 12, 10) para alcanzar elcarisma mejor, la caridad (cf. 1Co 12, 31).

Se debe favorecer el encuentro y la solidaridad entre los Institutos de vida con-sagrada, conscientes de que la comunión «está estrechamente unida a la capaci-dad de la comunidad cristiana para acoger todos los dones del Espíritu. La unidadde la Iglesia no es uniformidad, sino integración orgánica de las legítimas diversi-dades. Es la realidad de muchos miembros unidos en un solo cuerpo, el únicoCuerpo de Cristo (cf. 1Co 12.12) (NMI, 46).

No se puede afrontar el futuro en dispersión. Es la necesidad de ser Iglesia, devivir juntos la aventura del Espíritu y del seguimiento de Cristo, de comunicar lasexperiencias del Evangelio, aprendiendo a amar la comunidad y la familia religio-sa del otro como la propia. Los gozos y los dolores, las preocupaciones y los acon-tecimientos pueden ser compartidos y son de todos.

CIVCSVA, Caminar desde Cristo, 30.

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Unidad y Carismas

HHHHE acogido con alegría la invitacióndirigida a la Obra de María en mipersona para participar en esta jor-

nada de comunión entre numerosas expre-siones carismáticas de la Iglesia, en las quevemos casi una «expo de los frutos del Espíritu».

Han pasado diez años desde que ChiaraLubich, fundadora del Movimiento de losFocolares u Obra de María, dirigió un aus-picio profético a los franciscanos reunidosen esta misma basílica: «Que el Señor bendigatambién esta comunión con ustedes, gloria y van-guardia de la Iglesia, a fin de que su aspecto ca-rismático adquiera nuevo vigor, nuevo esplendory, en la unidad plena y cordial con el institucio-nal, produzca frutos nunca vistos» 1.

Solo el Espíritu Santo podía hacer que

aquella comunión germinara en un nuevoflorecimiento, originalísimo a los ojos delmundo, es decir, el de un árbol con flores yfrutos diversos uno del otro, componiendouna única armonía divina que fascina aquien tiene la gracia de contemplarla, comosucede hoy a nosotros.

Un poco de historia

Pero volvamos a un punto de partida fun-damental. El 30 de mayo de 1998, Juan Pa-blo II, al encontrarse por primera vez conlos movimientos y las nuevas comunidadeseclesiales, hizo que en la Iglesia se vivieraun nuevo Pentecostés, manifestando el de-seo de que los movimientos estuviesen cada

María Voce

El carisma de la unidad de Chiara Lubich al servicio de la comunión entre carismas antiguos ynuevos: Asís 2000 y perspectivas.

Exposición de la Presidente del Movimiento de los Focolares en la que presenta el desarrollohistórico de la comunión entre carismas a partir de Pentecostés del ’98 y, a la luz del compromisopersonal de Chiara Lubich en los últimos años de su vida, ofrece algunas líneas fundamentales delcarisma de la unidad.

PERSPECTIVAS

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vez más en comunión entre ellos. En aque-lla ocasión Chiara Lubich le hizo una pro-mesa: «Queremos asegurarle, Santidad, que,siendo nuestro carisma específico la unidad, noscomprometemos con todas nuestras fuerzas a con-tribuir para realizarla plenamente» 2.

Desde entonces ha ido creciendo entreunos veinte movimientos católicos una co-munión hecha de oración, de dones y deayudas concretas. Algunos de ellos han cre-ado secretarías especiales; se han desarrolla-do más de 200 encuentros en el mundo, ex-perimentando gran abundancia de efectos:de amor por el Papa, de servicio a la Iglesia,de amor universal por todas las Iglesias.

Cuando los responsables de movimientosde otras Iglesias han llegado a conocer estaexperiencia, han querido sentirse igualadosy la comunión se ha dilatado aún más, lle-gando a realizar conjuntamente grandesmanifestaciones mediante el proyecto de“Juntos por Europa”, difundiendo tambiénpor todas partes este espíritu de comunión yde fraternidad.

Un ulterior florecimiento: la comuniónentre carismas antiguos y nuevos

Para actuar la promesa hecha a Juan Pa-blo II en Pentecostés del 98, Chiara da otropaso: la comunión con familias religiosasnacidas de carismas menos nuevos. Y ponela primera piedra de este diálogo-comuniónentre las familias religiosas como expresio-nes de la Iglesia carismática justamenteaquí, sobre la tumba de san Francisco, el 26de octubre de 2000.

Chiara comunica su pasión por la unidad:«Siempre tengo en el corazón las últimas palabrasde Juan Pablo II cuando definió a los movimien-tos: ‘Expresiones significativas, aunque no lasúnicas, del aspecto carismático de la Iglesia’» 3.

«Existen –continuaba Chiara– en la Esposade Cristo infinitas joyas…, forjaduras de santos yde héroes, doctrinas estupendas, milagros sin nú-

mero de bien, todo ello fruto de carismas otorga-dos por el Espíritu Santo a través de los siglos. Porellos, por lo que representan, –o sea, una Palabrade Jesús, una actitud suya u otra cosa– para lasfamilias religiosas que lo encarnan, la Iglesia apa-rece y es un ‘Cristo desplegado en los siglos’» 4.

Y concluía: «Por lo que ha sucedido entre no-sotros en estos dos años, ya se puede prever cómopodrá ser la Iglesia… si esta comunión prosigue:será más una, más atrayente, más ardiente, másfamiliar, más dinámica, más mariana, más ca-rismática» 5. ¿Y no es ésta la realidad quehoy estamos experimentando juntos?

El diálogo que se inició en Asís, prosiguiódespués, aunque de formas diversas, con lafamilia benedictina en Montserrat, con losdominicos, con la obra de Madre Teresa deCalcuta, con las pequeñas Hermanas deFoucauld… Pero quisiera recordar explícita-mente dos frutos significativos que son testi-monio de las palabras de Chiara.

El primero fue la asamblea de la Uniónde Superiores Generales de noviembre de2002, en la que además de los representan-tes de las curias generales, estaban presentes50 representantes de 14 movimientos y aso-ciaciones laicales, no para hablar de la rela-ción entre religiosos y movimientos, sinopara comenzar a afrontar juntos los grandesdesafíos que abría el tercer milenio.

Significativa fue la conclusión de ÁlvaroRodríguez Echeverría, superior general delos Hermanos de las Escuelas Cristianas yentonces Presidente de la Unión de Supe-riores Generales: «No se trata de mirarnos eluno al otro, sino de mirar juntos en la misma di-rección, la cual no puede ser otra que el plansalvífico de Dios. Debemos unir nuestros caris-mas para responder con creatividad a las nuevasformas de deshumanización, a las nuevas pobre-zas, a los reclamos que nos dirige el mundo de losexcluidos» 6.

El diario católico L’Avvenire, recogiendouna frase de Valeria Ronchetti, que habíahablado en nombre de Chiara Lubich sobre

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el “hacerse uno, sobre hacerse todo a to-dos”, hablaba de una experiencia de comu-nión intensa y riquísima entre carismas an-tiguos y nuevos.

Un segundo fruto muy importante paratoda la vida consagrada, en el que es eviden-te el influjo de la experiencia de comuniónvivida entre los institutos y los movimientos,es la referencia explícita que por primera vezse hace en la Instrucción Caminar desde Cris-to, publicada precisamente el mismo año, enmayo de 2002. En el n. 30, con el título «Co-munión entre carismas antiguos y nuevos», lee-mos: «La comunión que los consagrados y consa-gradas están llamados a vivir va más allá de la fa-milia religiosa... Abriéndose a la comunión conlos otros Institutos… pueden acoger con mayorclaridad la belleza de la propia identidad en la va-riedad carismática, como sarmientos de la únicavid. Deberían competir en la estima mutua (cf.Rm 12, 10) para alcanzar el carisma mejor, la ca-ridad (cf. 1Co 12, 31)… Es la necesidad de serIglesia, de vivir juntos la aventura del Espíritu…aprendiendo a amar la comunidad y la familia re-ligiosa del otro como la propia... Del encuentro yde la comunión con los carismas de los movimien-tos eclesiales puede nacer un recíproco enriqueci-miento. Los movimientos pueden ofrecer a menu-do un ejemplo de frescura evangélica y carismáti-ca, así como un impulso generoso y creativo a laevangelización. Por su parte los movimientos…pueden aprender mucho del testimonio… de lavida consagrada, que guarda… múltiples tesorosde sabiduría y de experiencia».

El terreno en el que ha ido floreciendo lacomunión entre los movimientos y la comu-nión entre los carismas antiguos y nuevos esevidentemente la eclesiología de comunióndel Concilio Vaticano II.

En la Exhortación apostólica post-sinodalCristifideles laici, en el n. 55, se dice: «Todos losestados de vida, ya sea en su totalidad como cadauno de ellos en relación con los otros, están al ser-vicio del crecimiento de la Iglesia… y se coordi-nan dinámicamente en su única misión».

La espiritualidad de comunión para unaIglesia comunión

Desde que el Concilio Vaticano II definióa la Iglesia pueblo de Dios, con la famosafrase de Cipriano: «La Iglesia universal se ma-nifiesta como un pueblo reunido por la unidaddel Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (LG4), comenzó un largo y fructuoso camino,del que tal vez aún no hemos captado todosu alcance.

El Espíritu Santo ha orientado a todoshacia un camino comunitario, que mira a laIglesia como una familia de hermanos uni-dos por el único Padre, lugar de la presen-cia de la Trinidad. Comunión y reciproci-dad han sido puestas en evidencia y el man-damiento nuevo como realidad que hayque vivir a nivel eclesial, en todos los am-bientes, entre todas las vocaciones y los es-tados de vida.

Esta comunión ha crecido con el tiempo,enriqueciéndose con nuevas expresiones,con una vitalidad cada vez más activa. Aho-ra se oye hablar de Iglesia-comunión, ecle-siología de comunión, espiritualidad de co-munión, Iglesia como «casa y escuela de co-munión» (NMI 43).

La Exhortación apostólica post-sinodalEcclesia in Europa subraya la necesidad de lacomunión entre los carismas para un cami-no de comunión en la Iglesia: «Para vivir demanera plena la comunión en la Iglesia, hace fal-ta valorar la variedad de carismas y vocaciones,que confluyen cada vez más en la unidad y pue-den enriquecerla (cf. 1 Co 12)» (29).

Y Juan Pablo II propone la “espirituali-dad de comunión” para actuar cuanto elEspíritu ha sugerido a la Iglesia en el Conci-lio a fin de realizar su ser a imagen de la Tri-nidad y su misión de testimonio de la uni-dad en el mundo. Lo recuerda en su mensa-je a los participantes en un encuentro deobispos amigos del Movimiento de los Fo-colares: «En el momento histórico que estamos

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viviendo hay ante nosotros una ardua misión:hacer de la Iglesia el lugar donde se vive y la es-cuela donde se enseña el misterio del amor divi-no. ¿Cómo será posible esto sin descubrir unaauténtica espiritualidad de la comunión?» 7.

Resulta evidente la aportación que elMovimiento puede dar a la realización con-creta de la comunión entre todas las realida-des eclesiales. Es muy explícita la referenciadel Papa Wojtyla a la “espiritualidad de launidad” cuando resalta los dos pilares sobrelos que se apoya la “espiritualidad de comu-nión”: el testamento de Jesús y el misteriode Jesús crucificado y abandonado comocamino para alcanzarla, demostrando asíuna extraordinaria semejanza entre la “espi-ritualidad de comunión” por él presentadaen la Novo millennio ineunte, y la “espirituali-dad de la unidad”, hasta poder concluir queson la misma cosa.

Las raíces de la espiritualidad de unidad

Intentemos, pues, penetrar un poco másen esta espiritualidad de la unidad.

En la época de la aldea global, en la quela humanidad se siente llamada a ser unaúnica familia, no es casual que la Palabra deJesús, de la que Chiara se sintió estar llama-da con todo el Movimiento a hacerse eco ytestigo en este hoy de la historia sea: «ut om-nes unum sint», que todos sean uno (cf. Jn17, 21). Una Palabra entre las muchas di-chas por Cristo, pero que era el centro y sín-tesis de su mensaje y de su vida: porque es elsueño del Padre, la oración suprema delHijo hecho carne, el anhelo ansioso y deci-sivo de la existencia de todo hombre, el másgrande desafío de nuestro tiempo y de siem-pre. Chiara la descubre en la lectura delEvangelio, en la oscuridad de un refugio du-rante la furia de los bombardeos de la Se-gunda Guerra Mundial, en Trento.

Es como si una luz se encendiese por de-bajo de aquellas palabras del capítulo 17 del

Evangelio de Juan, con las que Jesús se diri-ge al Padre antes del momento de su pasióny muerte: palabras llenas de un significadoarcano y de no fácil e inmediata compren-sión para una joven de poco más de 20 añoscomo ella, aunque providencialmente pre-parada.

«Y –cuenta– me nació en el corazón la con-vicción de que habíamos nacido para esa páginadel Evangelio: para la unidad, es decir, para con-tribuir a la unidad de los hombres con Dios y en-tre ellos» 8.

Esta fue la intuición originaria que des-pués se convirtió en el leit motiv de la vida deChiara y de millones de personas que com-ponen ahora el Movimiento de los Focola-res. Iluminación que encuentra la posibili-dad de realización en el descubrimiento-re-velación de Jesús crucificado y abandonadocomo llave de la unidad con Dios y con loshermanos. Por tanto toda la espiritualidadestá contenida en la unidad, como palabrasíntesis del Evangelio, y en Jesús crucifica-do y abandonado, vértice de toda espiritua-lidad, como vía para realizarla.

Mediante el carisma de la unidad, dondel Espíritu Santo, el Señor ha tenido labondad de dar a conocer primero a Chiara,y a otros inmediatamente después, las líneasque han configurado un nuevo estilo devida, una espiritualidad moderna llamadaprecisamente “espiritualidad de la unidad”,personal y comunitaria al mismo tiempo.Espiritualidad que coincide –como ya he-mos visto– con la “espiritualidad de comu-nión” que Juan Pablo II propuso en la Novomillennio ineunte para que se viva en toda laIglesia.

Esta espiritualidad suscita y promueveuna vida a imagen de la Santísima Trinidad,vida traída por Jesús a la tierra. Así pensa-ban, de hecho, Chiara y sus compañeras es-tando bajo el flagelo de la guerra, en los pri-meros años de nuestro Movimiento.

Cuando un emigrante se traslada a un

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país lejano, se adapta al ambiente que en-cuentra, pero a menudo sigue hablando sulengua, vistiendo según la moda de su país,construyendo la casa semejante a las de lamadre patria.

Cuando el Verbo de Dios se hizo hom-bre, se adaptó al modo de vivir del mundo,fue niño e hijo ejemplar, hombre y trabaja-dor; pero trajo aquí abajo el modo de vivirde su Patria celestial, y quiso que hombres ycosas se recompusieran en un orden nuevosegún la ley del Cielo: el amor. Y el amorfue precisamente –como subrayó Juan Pa-blo II cuando fue en 1994 a la sede centraldel Movimiento en Rocca di Papa– la «chis-pa inspiradora de todo lo que se hace bajo el nom-bre del ‘focolar’» 9.

De hecho, aun teniendo en el corazón elardiente deseo de vivir todo el Evangelio,Chiara y las primeras focolarinas fueronatraídas especialmente por las palabras quehablan más explícitamente del amor:«Amarás a tu prójimo» (Mt 5, 43): «Amad avuestros enemigos» (Mt 5, 44); «Toda la ley al-canza su plenitud en este solo precepto: ‘Amarása tu prójimo como a ti mismo’» (Gal 5, 14). Pa-labras de una fuerza extraordinaria, las úni-cas capaces de cambiar radicalmente lavida, como les sucedió a ellas.

Por una gracia verdaderamente excelsa,el Espíritu Santo las condujo muy pronto alcorazón del Evangelio, incidiendo en susmentes con caracteres de fuego, el manda-miento que Jesús llama suyo y nuevo: «Osdoy un mandamiento nuevo: que os améis losunos a los otros; que, como yo os he amado, así osaméis también entre vosotros» (Jn 13, 34).¿Pero cómo nos había amado él? Lo com-prendieron cuando la luz de Dios las con-centró en el grito de Jesús en la cruz: «Diosmío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»(Mt 27, 46). Allí estaba el “cómo”, allí esta-ba la medida de su amor y del amor recípro-co pedido a nosotros: medida sin medida endarlo todo, en no reservarnos nada para no-

sotros mismos, en estar dispuestos a dar nosolo la vida, sino también cualquier riquezaespiritual y material.

En su grito Jesús lo había dado todo; sehabía oscurecido en él incluso el sentimien-to de su unión con el Padre. Se había senti-do desunido de él, convirtiéndose así enartífice y camino de la unidad de los hom-bres con Dios y entre ellos. Jesús abandona-do se había anonadado por amor, se habíahecho nada por amor, dándonos así la másluminosa explicación de lo que es el amor:anularse, no ser, desaparecer, y así ser amoren acto. Este es el verdadero, el más pleno,el más autentico amor.

Con su gracia, no obstante nuestra pe-queñez, Chiara y todos los que la hemos se-guido, hemos tratado de vivir así, y nos he-mos dado cuenta que Jesús había traído a latierra justamente el modo de vivir del Cielo.

La fidelidad al amor recíproco, vividosegún el modelo de Jesús crucificado yabandonado, desembocaba en la unidadsegún la vida de la Santísima Trinidad. Elmismo Concilio Vaticano II en la Gaudiumet spes afirma que «es deber de la Iglesia hacerpresente y casi visible a Dios Padre y a su Hijo en-carnado» y que «a esto contribuye muchísimo lacaridad fraterna de los fieles, quienes, unánimesen su espíritu… se muestran como signo de uni-dad» (21). Más aún, el mismo documentosubraya que «cuando Cristo nuestro Señor rue-ga al Padre que todos sean ‘una misma cosa’ (Jn17, 21-22)… insinúa una cierta semejanza entrela unión de las divinas personas y la unión de loshijos de Dios» (GS 24).

Nuevas perspectivas: la aportación delcarisma de la unidad a la Iglesia-comu-nión

Hemos visto cómo la experiencia de lacomunión entre carismas hecha hasta elpresente ha permitido experimentar la mul-tiplicación de muchísimos frutos en la Igle-

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sia, así como el comienzo de ofrecer un tes-timonio más creíble al mundo.

En particular, el conocimiento recíprocoy la circulación de los dones ha llevado aldescubrimiento de la complementariedadde los carismas para que la Iglesia sea lo quedebe ser: “koinonía”. Es decir, llegar a expe-rimentar lo que san Bernardo escribe en laApología a Guillermo de Saint-Thierry: «Admi-ro a todas las órdenes religiosas. Pertenezco a unade ellas con la observancia, pero a todas en la ca-ridad. Nos necesitamos los unos a los otros: elbien espiritual que yo no tengo y no poseo, lo reci-bo de los otros. En este exilio, la Iglesia está to-davía en camino y, si puedo decir así, plural: esuna pluralidad única y una unidad plural. Y to-das nuestras diversidades, que manifiestan la ri-queza de los dones de Dios, subsistirán en la úni-ca casa del padre, que comprende muchas mora-das. Ahora existe división de gracias; entonceshabrá distinción de glorias. La unidad, aquí oallá, consiste en una misma caridad» 10.

Lo que dice Bernardo acerca de la com-plementariedad de las órdenes religiosas,hoy puede y debe extenderse a todos los ca-rismas, también a las nuevas realidadeseclesiales, como se afirma en el número 30de la Instrucción Caminar desde Cristo.

Otro fruto original nacido y experimenta-do de la comunión entre los carismas es elredescubrimiento de la propia identidad ca-rismática. La relación entre carismas diver-sos refuerza y enriquece la identidad decada uno.

Chiara, en un encuentro promovido porel Pontificio Consejo para los Laicos, pre-guntada sobre su experiencia y la del Movi-miento de los Focolares, sugería que cadamovimiento fuese fiel al designio de Dios, ala voluntad particular de Dios contenida enel propio carisma.

Ya en los primeros tiempos, Chiara invi-taba a sus compañeras a caminar por el rayode la voluntad de Dios mirando al sol:«Mira el sol y sus rayos… Camina hacia el sol en

la luz de tu rayo, distinto de todos los demás, ycumple el maravilloso y particular designio queDios quiere para ti. Infinito número de rayos,procedentes todos del mismo sol… Voluntad úni-ca, particular sobre cada uno. Los rayos, cuantomás se aproximan al sol, tanto más se aproximanentre ellos… Hasta que todos seamos uno» 11.

Ahora bien, ¿cuál es la voluntad particu-lar de Dios para quien ha recibido comodon el carisma de la unidad y debe darlo ala Iglesia, para que ella no solo sea comu-nión, sino que pueda también realizar sumisión de ser testimonio de la unidad en elmundo (cf. GS 24)?

Jesús Castellano, conocido experto en te-ología espiritual, escribía a Chiara: «Ese algomás que el Movimiento [de los Focolares] nosofrece con la espiritualidad colectiva es la visión yla práctica de una comunión, de una vida eclesial‘como cuerpo místico’, donde se da la reciproci-dad del don personal y la dimensión de llegar aser ‘uno’» 12. Ese algo más –continúa Caste-llano– lleva a decir: «si la Trinidad está en míy está en ti, entonces la Trinidad está entre noso-tros, estamos en una relación trinitaria… enton-ces nuestra relación es al modo de la Trinidad;mejor dicho, es la Trinidad la que vive en noso-tros esta relación» 13.

Y Chiara confirmaba: «Nosotros debemosprocurar imitar la vida de la Santísima Trinidadamándonos unos a otros con la gracia de Dioscomo se aman entre ellas las Personas de laSantísima Trinidad. Y es precisamente esta vidael mayor testimonio de Dios al mundo» 14.

Por tanto, cumplir la voluntad de Dios:hacer circular en las venas del Cuerpo deCristo el amor trinitario, de modo que pue-da iluminar las relaciones dentro de cadacélula de la Iglesia, e instaurar el amor recí-proco también en los diálogos con personasde religiones diversas o sin referencias reli-giosas pero de buena voluntad. Y esto por-que el amor recíproco pedido por Jesús, esla condición para merecer su presencia, ca-paz de generar y edificar la Iglesia, como

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afirma Tertuliano: «Donde dos o tres (estánunidos) aunque sean laicos allí está la Iglesia» 15.

Con esta presencia se construye el casti-llo exterior, como gustaba decir a Chiara, yes presentado el verdadero rostro de la Igle-sia: “el Cristo total”, como solía decirAgustín. Así, por la contribución de los ca-rismas en comunión entre ellos, la Iglesiapodrá verdaderamente realizar su misión deconducir a la humanidad y al cosmos alseno de la Trinidad, permitiendo que elmundo pueda contemplar en la tierra la co-munión que los santos, cristianos realiza-dos, ya viven en el cielo. Será posible vivir«en la tierra como en el cielo» (Mt 6, 10).

María: icono de la Iglesia comunión

No puedo terminar mi intervención so-bre la comunión de los carismas sin dirigirla mirada a María, madre de la Iglesia y dela unidad, definida por el entonces cardenalRatzinger «modelo de la comunión eclesial…porque está allí en medio de los Apóstoles, en elcorazón mismo de la Iglesia naciente y de la Igle-sia de todos los tiempos» 16.

En nuestros estatutos generales se subrayaque el Movimiento de los Focolares lleva elnombre de Obra de María porque «desea ser–en cuanto es posible– una presencia [de María]sobre la tierra y casi una continuación suya» 17.

Escribió Chiara: «María es el modelo detodo miembro del Cuerpo místico. En ella todaslas gracias han fructificado sin que se perdieseninguna. Ella es una especie de síntesis del Cuer-po místico, una pequeña Iglesia que está delantede Jesús como cabeza de la iglesia. Por eso, en ellatodos los miembros del Cuerpo místico que hanpotenciado su vida como tales, pueden reflejarse ytener en ella el modelo más perfecto» 18.

Hoy confiamos juntos a María la comu-nión de todos los hijos de los carismas, anti-guos y nuevos, para una Iglesia que sea cadavez más imagen de la Trinidad, testigo deverdadero amor y unidad.

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Que Ella, a través del amor recíproco en-tre todos nosotros, pueda volver a dar almundo la presencia de su hijo Jesús, para elbien de cada persona y de la humanidad en-tera, y que él nos haga a todos uno, para lagloria de Dios.

1 C. Lubich, Il Movimento dei Focolari e la Fami-glia francescana, en P. Monaco (ed.), Consacrati perl’unità. Chiara Lubich e i carismi, Città Nuova, Roma2010, p. 174.

2 Id., Intervención en la Plaza S. Pedro durante el en-cuentro de Juan Pablo II con los movimientos eclesiales ylas nuevas comunidades, 30.5.1998.

3 Id., Il Movimento dei Focolari e la Famiglia fran-cescana, cit., p. 174.

4 Ibid.5 Ibid., p. 173.6 Cit. en F. Ciardi, Comunione fra carismi antichi e

nuovi, conversación a los obispos amigos del Movi-miento de los Focolares, Castelgandolfo, 12.2.2003, inédito.

7 Juan Pablo II, Mensaje a los participantes en el en-cuentro espiritual de obispos amigos del Movimiento delos Focolaes, 14.2.2001.

8 C. Lubich, Un pueblo nacido del Evangelio, pre-parado por E.M. Fondi – M. Zanzuchi, CiudadNueva, Madrid 2005, p. 27.

9 Juan Pablo II, Discorso al Movimento dei Focola-ri, Centro Mariapoli, Rocca di Papa, 19.8.1984, enL’Osservatore Romano, 21.8.1984, p. 5.

10 San Bernardo, Apología a Guillermo de Saint-Tierry, IV, 8: PL 182, 182, 903-9º4; cf. Vita consecra-ta, 52.

11 C. Lubich, No mi voluntad, en La doctrina espi-ritual, Ciudad Nueva, Madrid 2002, p. 123.

12 Id., Una nueva espiritualidad colectiva, en Un ca-mino nuevo, Ciudad Nueva, Madrid 2003, p. 15.

13 Ibid. p.16.14 Id., cit. en J.M.Povilus, “Jesús en medio” en el

pensamiento de Chiara Lubich, Ciudad Nueva, Ma-drid 1988, p. 80.

15 De exhort. Cast., 7, PL. 971.16 Congregación para la doctrina de la fe, Lettera

ai vescovi della Chiesa cattolica su alcuni aspetti dellaChiesa intesa come comunione, Editrice Vaticana,28.5.1992.

17 Estatutos generales de la Obra de María, art. 2.18 C. Lubich, Y nació el focolar, en La doctrina espi-

ritual, Ciudad Nueva, Madrid 2002, p. 94.

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LLLLA imagen bíblica que mejor hace vi-sible la vitalidad y la riqueza de laIglesia es la de Pentecostés, la venida

del Espíritu sobre la Iglesia naciente reuni-da en oración en torno a María.

Juan Pablo II, un hombre guiado y dócila la acción del Espíritu, expresó siempreun talento especial para reconocer la ac-ción del Paráclito y manifestó una docili-dad singular en acoger su soplo renovadory regenerador. En su historia personal,marcada por pruebas y sufrimientos, elEspíritu realizó maravillas de gracia, susci-tando la admiración en el pueblo de Dios yen la humanidad entera, en un crescendoimpresionante hasta los días de su gloriosadespedida de este mundo en la luz de lamisericordia, y así también la acción delEspíritu ha realizado maravillas de gracia

en la vida de los movimientos en todas laspartes del mundo.

Como el Espíritu ha enriquecido el mi-nisterio petrino de Juan Pablo II de dones ycarismas no comunes de profecía, de pasiónapostólica, de comprensión e intervenciónen los cambios histórico-políticos, así en losdistintos movimientos se han expresado do-nes singulares de gracia para la vida de laIglesia en nuestro tiempo: la pasión por launidad, el compromiso de llevar la levaduradel Evangelio a los surcos del mundo, la re-novación de la gracia del bautismo y el em-peño misionero que de él brota, la bellezade la vida en el Espíritu, el amor por los pe-queños y los pobres, la renovación de las di-ferentes expresiones de la cultura y del arte,el diálogo con las distintas religiones y ex-presiones culturales.

Pierluigi Cameroni, s.d.b.

Juan Pablo II, «constructorde la comunión de los carismas»

La figura y el pontificado de Juan Pablo II, que con la beatificación adquieren una luzparticular, encuentran en la estima y en la promoción de los movimientos uno de los rasgosdistintivos de su acción pastoral y de su capacidad de reconocer, discernir, acompañar y pro-mover los carismas que permanentemente suscita el Espíritu en la Iglesia, encontrando espe-cial fecundidad en esta época de la historia de la Iglesia de Dios.

TESTIGOS

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Los movimientos signo del amor deDios

Desde los primeros años de su pontifica-do, Juan Pablo II ve la razón profunda de laexistencia de los movimientos en la realidadmisma de la Iglesia, llamada a ser “movi-miento” del Amor de Dios que quiere la sal-vación de todos los hombres: «La Iglesia mis-ma es ‘un movimiento’. Y, sobre todo, es un mis-terio: el misterio del eterno “Amor” del Padre, desu Corazón paterno, en el que comienza la misióndel Hijo y la misión del Espíritu Santo. La Igle-sia, que nació de esta misión, se encuentra ‘in sta-tu missionis’. Ella es un ‘movimiento’ que penetraen los corazones y en las conciencias. Es un ‘movi-miento’, que se inscribe en la historia del hombre-persona y de las comunidades humanas» 1. Unmovimiento que lleva a la Iglesia, y en ella alos movimientos, a recorrer los caminos delencuentro con Dios en el conocimiento desu Hijo, mediante la formación de la con-ciencia del hombre, la práctica del amor alos hermanos, la apertura y respuesta a losretos y urgencias de los tiempos. Motor detodo ello es «el amor de Dios que ha sido derra-mado en nuestros corazones por el Espíritu Santoque se nos ha dado» (Rm 5, 5).

En el mensaje dirigido a los participantesal Congreso mundial de los movimientoseclesiales, tenido en Roma del 27 al 29 demayo de 1998, Juan Pablo II escribe: «¿Quése entiende, hoy, por “movimiento”? El términose refiere con frecuencia a realidades diferentes en-tre sí, a veces, incluso por su configuración canó-

nica. Si, por una parte, ésta no puede ciertamen-te agotar ni fijar la riqueza de las formas suscita-das por la creatividad vivificante del Espíritu deCristo, por otra indica una realidad eclesial con-creta en la que participan principalmente laicos,un itinerario de fe y de testimonio cristiano quebasa su método pedagógico en un carisma precisootorgado a la persona del fundador en circunstan-cias y modos determinados» 2. En el intento deofrecer una definición de movimiento ecle-sial, el entonces cardenal Ratzinger afirma-ba que «los Movimientos nacen por lo general deuna persona carismática guía, se configuran encomunidades concretas que, en virtud de su ori-gen reviven el Evangelio en su totalidad y sin ti-tubeos reconocen en la Iglesia la razón de su vida,sin la que no podrían subsistir» 3.

Los carismas hay que acogerlos con gra-titud

El Espíritu de Dios embellece y enrique-ce siempre con nuevos dones y carismas a laSanta Iglesia, verdaderos dones de lo altopara la utilidad de todos. Frente al don deDios está ante todo la actitud de gratitud yde alabanza que hace que el don sea com-prendido y aceptado en su autenticidad yplenitud. Es la expresión del alma de Maríaque proclama la grandeza del Señor por lasgrandes obras que ha realizado en ella: «Loscarismas han de ser acogidos con gratitud: porparte de quienes los reciben y por parte de todosen la Iglesia. Son, en efecto, una singular riquezade gracia para la vitalidad apostólica y para lasantidad del conjunto del Cuerpo de Cristo: siem-pre que sean dones que vengan verdaderamentedel Espíritu y sean ejercidos en plena conformi-dad con los impulsos auténticos del Espíritu. Eneste sentido es siempre necesario el discernimientode los carismas» (ChL 24).

Las disposiciones con que hay que acep-tar y vivir esta oleada de gracias son: docili-dad para acoger el don de Dios con espíritude humildad y de apertura a las mociones y

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Juan Pablo II, un hombre guiadoy dócil a la acción del Espíritu, ex-presó siempre un talento especialpara reconocer la acción del Pará-clito y manifestó una docilidad sin-gular en acoger su soplo renovadory regenerador.

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a las inspiraciones que vienen de lo alto;obediencia atenta y fiel al don recibido, enel ejercicio de una libertad auténtica y res-ponsable; gratitud por ser portadores dealgo de lo que no somos dueños, sino sier-vos; firmeza en procurar el bien común dela Iglesia.

Ciertamente todo esto exige tiempos deprueba, conocer las debilidades de loshombres, requiere un atento discernimien-to con la voluntad que persigue la verdad yel bien común. «Su nacimiento y difusión hanaportado a la vida de la Iglesia una novedadinesperada, a veces incluso sorprendente. Estoha suscitado interrogantes, malestares y tensio-nes; algunas veces ha implicado presunciones eintemperancias, por un lado; y no pocos prejui-cios y reservas, por otro. Ha sido un período deprueba para su fidelidad, una ocasión impor-tante para verificar la autenticidad de sus caris-mas» 4. Todos los fundadores y los mismosmovimientos han tenido y han conocidoperiodos de dificultades y de pruebas, deincomprensiones, pero que con fe y pacien-cia han hecho resplandecer los carismascon una luz nueva plantándolos firmemen-te en el cauce del camino eclesial comoobra salida de las manos de Dios.

Pentecostés de 1998

El momento cumbre de la relación delpapa polaco con los movimientos y las co-munidades eclesiales es sin duda el históri-co Pentecostés de 1998, cuando, precisa-mente con ocasión de tal fiesta, se reunieronen Roma representantes de los diversos gru-pos, encabezados por sus respectivos funda-dores y guías.

«De repente vino del cielo un ruido como unaimpetuosa ráfaga de viento, que llenó toda la casaen la que se encontraban. Se les aparecieron unaslenguas como de fuego que se repartieron y se po-saron sobre cada uno de ellos y quedaron todosllenos de Espíritu Santo» (Hch 2, 2-3). A lo lar-go del siglo XX, cuando una inmensa poten-cia del mal ha arrastrado a pueblos y nacio-nes a los lances desastrosos y aberrantes delas guerras, de los genocidios, de las ideo-logías, de las persecuciones de los cristia-nos, el Espíritu “de repente”, es decir, conmodos y formas nuevas, a través de instru-mentos humildes y dóciles, con la potenciade un viento que no destruye sino que hacenacer cosas nuevas, ha encendido en las ti-nieblas del mundo, en los acontecimientosdifíciles de la Iglesia, lámparas luminosasde gracia y de fe que han comunicado vidanueva en el compromiso comunitario de vi-vir el evangelio y seguir a Jesucristo.

El Movimiento de los Focolares conChiara Lubich, Comunión y Liberación condon Luigi Giussani, el Camino Neocatecu-menal con Kiko Argüello y CarmenHernández, la Renovación en el Espíritu(carismáticos)…, solo por recordar algunos,son las realidades que, respondiendo a lasdiversas llamadas del Papa Juan Pablo II, sehan convertido, bajo el viento del Espíritu,en nuevas expresiones de misión y testimo-nio cristiano en el mundo.

El Papa, hombre y ministro de comu-nión, impulsó también los diversos caminoseclesiales a encontrarse, a conocerse, a esti-

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«¿Qué se entiende, hoy, por “movi-miento”? El término se refiere con fre-cuencia a realidades diferentes entre sí, aveces, incluso por su configuración canó-nica. Si, por una parte, ésta no puedeciertamente agotar ni fijar la riqueza delas formas suscitadas por la creatividadvivificante del Espíritu de Cristo, porotra indica una realidad eclesial concretaen la que participan principalmente lai-cos, un itinerario de fe y de testimoniocristiano que basa su método pedagógicoen un carisma preciso otorgado a la per-sona del fundador en circunstancias ymodos determinados».

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marse, a realizar formas de comunión y decolaboración, con la profunda convicción ycerteza de que «el Espíritu Santo está aquí connosotros. Él es el alma de este admirable aconteci-miento de comunión eclesial» 5.

En el acontecimiento del Concilio Vati-cano II muchos de estos movimientos en-contraron un punto de llegada y de partidapara una encarnación concreta de la ecle-siología de comunión, que es el humus querenueva la Iglesia y que hoy hace creíble yfecunda toda obra de Dios. El Papa suporeconocer la obra de Dios, supo indicar acada uno su puesto en el conjunto eclesialpara componer juntos una sinfonía de do-nes y de gracias, evitando las tentacionesde la exclusividad o de la arrogancia, ani-mando como verdadero padre y preo-cupándose por la vida de la familia deDios. Un amor a la Iglesia según ese perfilmariano expresado en el lema “Totus tuus”,y vivido en su gran capacidad de encuen-tro, de acogida, de construir la casa comúnde la Iglesia, valorando cada don y promo-viéndolo en la complementariedad y co-rresponsabilidad con los otros. Fue capazde hacerse focolarino con los focolarinos,neocatecumenal con los neocatecumena-les, carismático con los carismáticos, etc.,para llevar a todos a la verdad del amor yal amor de la verdad.

Un don providencial

Lo que ayuda a componer estos caminosde fe y de humanidad es la gracia de podercompartir auténticas experiencias de amis-tad espiritual y de auténtica fraternidad cris-tiana entre los mismos fundadores y los mo-vimientos entre ellos. El amor, el interés, laatención de Juan Pablo II hacia los movi-mientos, y en particular a los fundadores,ha madurado una auténtica experiencia defraternidad en la Iglesia: hermanos y her-manas unidos en el nombre de Jesús y guia-

dos por su Espíritu. Como teselas de un úni-co mosaico, los diversos carismas encuen-tran en la experiencia de la estima y de laacogida recíproca una luz particular que leshace más bellos y esplendentes.

La base común es la maternidad de laIglesia que siempre cuida de sus hijos yprevé que crezcan en la tensión a la comu-nión, a la vida de santidad, a la pasiónapostólica y a la apertura a todos los pue-blos. Como verdadera experiencia de Dios,los movimientos son expresión de comu-nión y a la comunión tienden, construyen-do redes de afinidad espiritual, de parentes-co en el Espíritu, de común amistad en elSeñor Jesús, único Fundador y Maestro.

Son un don no sólo para la Iglesia, sinopara toda la humanidad: la demanda desentido que atenaza al hombre contemporá-neo, la emergencia educativa que afectacada vez más a amplias franjas de niños yde jóvenes, la conflictividad y la injusticiageneradas por sistemas político-económicospoco atentos a la persona y preocupados en

Unidad y Carismas

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«En nuestro mundo, frecuentementedominado por una cultura secularizadaque fomenta y propone modelos de vidasin Dios, la fe de muchos es puesta adura prueba y no pocas veces sofocada yapagada. Se siente, entonces, con urgen-cia la necesidad de un anuncio fuerte yde una sólida y profunda formación cris-tiana. ¡Cuánta necesidad existe hoy depersonalidades cristianas maduras, cons-cientes de su identidad bautismal, de suvocación y misión en la Iglesia y en elmundo! ¡Cuánta necesidad de comuni-dades cristianas vivas! Y aquí entran losmovimientos y las nuevas comunidadeseclesiales: son la respuesta, suscitada porel Espíritu Santo, a este dramático de-safío del fin del milenio».

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el beneficio de unos pocos, hace que estosmovimientos sean respuestas a los desafíosde la construcción de una humanidad másfraterna y vivible: «En nuestro mundo, frecuen-temente dominado por una cultura secularizadaque fomenta y propone modelos de vida sin Dios,la fe de muchos es puesta a dura prueba y no po-cas veces sofocada y apagada. Se siente, entonces,con urgencia la necesidad de un anuncio fuerte yde una sólida y profunda formación cristiana.¡Cuánta necesidad existe hoy de personalidadescristianas maduras, conscientes de su identidadbautismal, de su vocación y misión en la Iglesia yen el mundo! ¡Cuánta necesidad de comunidadescristianas vivas! Y aquí entran los movimientos ylas nuevas comunidades eclesiales: son la respues-ta, suscitada por el Espíritu Santo, a este dramá-tico desafío del fin del milenio. Vosotros sois estarespuesta providencial» 6.

El Papa proyecta una nueva etapa paralos movimientos eclesiales en el alba y losinicios del nuevo milenio: la de una madu-rez que en el espíritu del evangelio sepa darfrutos. Una madurez que realice a través deuna espiritualidad de comunión lo que todala Iglesia está llamada a vivir, y en ella losmovimientos a hacerla visible y construirlade modo especial: «Hacer de la Iglesia la casa yla escuela de la comunión: éste es el gran desafíoque tenemos ante nosotros en el milenio que co-mienza, si queremos ser fieles al designio de Diosy responder también a las profundas esperanzasdel mundo.

¿Qué significa todo esto en concreto? Tambiénaquí la reflexión podría hacerse enseguida opera-tiva, pero sería equivocado dejarse llevar por esteprimer impulso. Antes de programar iniciativasconcretas, hace falta promover una espiritualidadde la comunión, proponiéndola como principioeducativo en todos los lugares donde se forma elhombre y el cristiano, donde se educan los minis-tros del altar, las personas consagradas y los agen-tes pastorales, donde se construyen las familias ylas comunidades.

Espiritualidad de la comunión significa ante

todo una mirada del corazón sobre todo hacia elmisterio de la Trinidad que habita en nosotros, ycuya luz ha de ser reconocida también en el rostrode los hermanos que están a nuestro lado. Espiri-tualidad de la comunión significa, además, capa-cidad de sentir al hermano de fe en la unidad pro-funda del Cuerpo místico y, por tanto, como «unoque me pertenece», para saber compartir susalegrías y sus sufrimientos, para intuir sus deseosy atender a sus necesidades, para ofrecerle unaverdadera y profunda amistad.

Espiritualidad de la comunión es también ca-pacidad de ver ante todo lo que hay de positivo enel otro, para acogerlo y valorarlo como regalo deDios: un “don para mí”, además de ser un donpara el hermano que lo ha recibido directamente.

En fin, espiritualidad de la comunión es saber«dar espacio» al hermano, llevando mutuamentela carga de los otros (cf. Ga 6,2) y rechazando lastentaciones egoístas que continuamente nos ace-chan y engendran competitividad, ganas de hacercarrera, desconfianza y envidias. No nos haga-mos ilusiones: sin este camino espiritual, de pocoservirían los instrumentos externos de la comu-nión. Se convertirían en medios sin alma, másca-ras de comunión más que sus modos de expresióny crecimiento» (NMI 43).

El beato Juan Pablo II expresó estima ycuidado por esta madurez y fecundidad delos carismas. Ahora desde el cielo los bendi-ce e intercede por ellos.

1 Juan Pablo II, Homilía a los participantes en elCongreso “Movimientos en la Iglesia”, Castel Gandol-fo, 27 de septiembre de 1981.

2 Id., Mensaje a los participantes en el Congresomundial de los Movimientos eclesiales. Roma 27-29 demayo de 1998.

3 J. Ratzinger, I movimenti ecclesiali e la loro collo-cazione teologica, in Nuove irruzioni dello Spirito. I mo-vimenti nella Chiesa, Cinisello Balsamo 2006, p. 45.

4 Juan Pablo II, Discurso a los participantes en elCongreso mundial de los movimientos eclesiales, Roma30 de mayo 1998.

5 Ibid.6 Ibid.

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EEEERAN los últimos días de diciembrede 1968. Un reducido grupo de reli-giosos, de diversas “marcas”, estaba

citado en el nº 164 de la calle Alcalá de Ma-drid. Algunos habíamos participado elagosto anterior en la Mariápolis de Ávila. Ytodos ya sabían algo del “asunto”: el Movi-miento de los Focolares. Eran tiempos desorpresas. Soplaban fuertes los aires del pos-concilio. Y nosotros todos estábamos enplena brecha; en general, superábamospoco los treinta y pico años. ¿Las “marcas”?Un jesuita, un misionero javeriano, un sa-

cramentino, un misionero de los SagradosCorazones de Mallorca, un hermano maris-ta, un misionero de la Consolata y el agusti-no que suscribe. (Tres de estos valientes yavolaron al paraíso. Algún día tendremosque hablar de ellos en estas páginas. Deellos y de otros muchos).

De Roma había llegado un dominico conexperiencia de años en el Movimiento. Elapartamento de la calle Alcalá era, efectiva-mente, el focolar; un apartamento sencillo,acogedor. Allí mismo, los ocho, íbamos aconvivir todo un fin de semana. Con la na-

Unidad y Carismas

Manuel Morales, o.s.a.

A la luz del carisma de la unidadde Chiara Lubich

EXPERIENCIAS

Chiara Lubich ha dejado una herencia a la Iglesia y a la Humanidad. Ahora nos toca ad-ministrarla. Quienes la conocimos sentiremos siempre el eco de su pasión por la Iglesia, porla fraternidad universal, por la renovación de nuestras Familias religiosas. Su visión lumi-nosa de los carismas en estos veinte siglos es para nosotros llamada permanente a la Comu-nión de los Santos, vivida, realizada “en la tierra como en el cielo”. Y si en la Luz de la uni-dad nos encontramos y nos fortalecemos, también nos recordamos siempre mutuamente dón-de radica “el Generador” de esa Luz: Chiara acogió, enamorada, el grito de Jesús en la cruz-vértice de sus dolores- y nos lo reveló, junto a todos nuestros santos, como la raíz profunda detoda espiritualidad. Por eso, cuando “se hace de noche” en la sociedad y en la misma Iglesia,deseamos repetir, junto a nuestros hermanos de comunidad, aquello de san Lorenzo: “Mi no-che no tiene oscuridad, sino que todas las cosas resplandecen en la luz”.

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turalidad de una familia, que respiró ense-guida, curiosamente, una paz y una frater-nidad entrañables. Ahí empezó la historia.Mejor, la historia de estos religiosos yahabía comenzado unos años antes. A esovenía el reverendo de Roma, a contárnosla.Y a engancharnos a nosotros en ella. Re-cuerdo la satisfacción y el gozo con que fui-mos recibiendo la “noticia”. Se nos des-cribía con hechos concretos el reflejo del ca-risma de Chiara en los primeros religiososde Italia y fuera de Italia. Todo muy senci-llo, sobrenatural; vida, solamente vida.

Ermanno –que así se llamaba nuestro pa-dre dominico– nos transmitió magistralmen-te, con la máxima sencillez, el desarrollo ylas experiencias concretas del carisma deChiara: la unidad. Yo, que le traducía delitaliano, disfrutaba dos veces trasvasandotanta sabiduría. Y me enteraba, yo creo quepor primera vez en mi vida, de lo que era uncarisma. Me enteraba del valor enorme decada uno de los que estábamos allí. No éra-mos sólo personas particulares; éramos tam-bién expresión de un carisma. Escuchandoesta nueva historia, se iluminaba nuestra ver-dadera historia. Era como un sol de prima-vera que fortalecía lo que llevábamos cadauno dentro. Lo primero de todo, Dios, el quenos había elegido, el que había puesto fuegoen el corazón de nuestros fundadores... para«que todos sean uno». Aquella luz saciaba.

Había aparecido en la Iglesia una voca-ción nueva: el focolar

Chiara y sus compañeras, y, luego, suscompañeros, y más tarde, comunidades en-teras de gente de todas clases, mayores y pe-queños, –“un pueblo”, como lo llamó elPapa polaco que tanto amó y conoció este ytodos los nuevos Movimientos de la Igle-sia–, se entusiasmaban con una vida nueva:Dios Amor, único Ideal de la vida; su Volun-tad, única fuente de realización humana; la

Palabra de Vida, que da sentido y contenidoa todo; el mandamiento nuevo, la unidad, lapresencia de Jesús “donde dos o más”…

¡La unidad! ¿A quién podría sonarle ex-traña esta luz? ¿Quién podría sentirse ajeno aesta vida? ¿A qué espíritu podría importunareste Espíritu? ¿Pues no somos la Iglesia “unárbol siempre en primavera”? ¿No nos “de-bemos” todos a todos? ¿No pertenece al ár-bol la flor de la copa, como “se debe” la copaa todo el árbol? La renovación de la Iglesia,la fuerza de su irradiación, era la unidad.Nos lo decía un joven jesuita llegado delJapón, allí donde son tan pocos los cristia-nos: «No es inteligente pescar con caña cuando launidad –Jesús entre nosotros– nos ofrece la red».

El padre Ermanno pasó también aquellavez por Barcelona y Mallorca. Otros dosgrupos de religiosos arrancaban allí. Prontosentimos la necesidad de encontrarnos to-dos. Cada tres meses, la Providencia nosproporcionaba la oportunidad de algún finde semana. Aprendíamos, como se decía enel Movimiento, a “tener a Jesús en medionuestro”. Bebíamos en aquella nueva reali-dad, la contemplábamos, poníamos encomún las experiencias, convivíamos…Y seensanchaban más y más los horizontes: laIglesia, nuestras Congregaciones, la actuali-dad de nuestros fundadores…

Llegaron en seguida los contactos directoscon la fuente del carisma, con Chiara, conlos primeros de esta “Obra de María” (así laha llamado la Iglesia) que nos había visto in-tegrados en su seno desde el principio. Con-siderados siempre parte integrante de ella, laIglesia lo reconoció y lo aprobó definitiva-mente con su nombre: la “rama de los reli-giosos” del Movimiento de los Focolares.

Un amor recíproco recio y constante

Damos un salto en el tiempo y nos en-contramos hoy el grupo en el Centro Mariá-polis de Las Matas (Madrid). Cada año se

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repite el encuentro. Son ahora tiempos “re-cios”, como decía santa Teresa. Pero tam-bién es recio y constante el amor recíprocoentre estos religiosos, el aliento de una san-tidad comunitaria, la prioridad de Dios, elgozo de la presencia del Resucitado… Estánel profesor, el maestro de novicios, el supe-rior provincial, el párroco, el superior enfer-mero de sus hermanos mayores, el rectordel santuario, el hombre de colegio, el direc-tor de la residencia de ancianos, el asistentedelegado de las religiosas de su Orden, quehace presentes a sus/nuestras hermanas…Están los que escriben o llaman desde fueraporque no se resignan a quedar “ausentes”.Está el que sufre y ofrece su enfermedad ynos hace partícipes del dolor y la luz. Está el

misionero de paso que nos llena de sorpresay de gozo…

Dios nos quiere corresponsables de unaObra suya actual, mariana, callada, degrandes proporciones internacionales. Acu-dimos a la cita porque necesitamos la pues-ta al día de sus desarrollos en todos los cam-pos: social, político, económico, cultural…;lo que vive esta Obra en el mundo de la fa-milia, del ecumenismo, del diálogo interre-ligioso, de los jóvenes (¡beatificada ya la pri-mera, de sólo 18 años, Chiara Badano!). So-mos, con todos ellos, una familia porqueDios lo ha querido y la Iglesia nos lo exige.Buscamos juntos el camino que nos va tra-zando la Providencia para irradiar esta uni-dad –¡que pertenece a todos!–.

Unidad y Carismas

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Los antiguos Institutos, muchos de los cuales han pasado en el transcurso de lossiglos por el crisol de pruebas durísimas que han afrontado con fortaleza, puedenenriquecerse entablando un diálogo e intercambiando sus dones con las fundacio-nes que ven la luz en nuestro tiempo (cf. VC, 56).

(…) Del encuentro y de la comunión con los carismas de los movimientos ecle-siales puede nacer un recíproco enriquecimiento. Los movimientos pueden ofrecera menudo un ejemplo de frescura evangélica y carismática, así como un impulsogeneroso y creativo a la evangelización. Por su parte los movimientos, así comolas formas nuevas de vida evangélica, pueden aprender mucho del testimonio go-zoso, fiel y carismático de la vida consagrada, que guarda un riquísimo patrimo-nio espiritual, múltiples tesoros de sabiduría y de experiencia y una gran variedadde formas de apostolado y de compromiso misionero.

(…) Lo que aquí quisiéramos más bien subrayar es la relación de conocimientoy de colaboración, de estímulo y del compartir que podría establecerse no sólo en-tre cada una de las personas sino entre los Institutos, movimientos eclesiales ynuevas formas de vida consagrada, en vista de un crecimiento en la vida del Espí-ritu y del cumplimiento de la única misión de la Iglesia. Se trata de carismas naci-dos del impulso del mismo Espíritu, ordenados a la plenitud de la vida evangélicaen el mundo, llamados a realizar juntos el mismo proyecto de Dios para la salva-ción de la humanidad. La espiritualidad de comunión se realiza precisamentetambién en este amplio diálogo de la fraternidad evangélica entre todos los miem-bros del Pueblo de Dios (cf NMI, 45).

CIVCSVA, Caminar desde Cristo, 30.

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AAAAmuchos teólogos, pastores y papas, elflorecimiento de los movimientoseclesiales a finales del siglo pasado

les ha parecido como el cumplimiento de laoración de convocatoria del Concilio Vatica-no II del Papa Juan XXIII, en la cual invoca-ba: «Renueva en nuestra época los prodigios de unnuevo Pentecostés». De hecho, como los definióel entonces Card. Josepth Ratzinger, los mo-vimientos eclesiales y las nuevas comunida-des pueden definirse como libres «irrupcionesdel Espíritu Santo» en la Iglesia posconciliar.

Este tema necesitaría un desarrollo muchomás articulado y de mucho más espacio dis-ponible, tratándose de una verdadera y autén-tica obra sagrada de la acción del EspírituSanto. No parezca osadía si establecemos lacomparación con “otro” periodo históricocon otra y más importante historia sagrada,como la contada por los Hechos de los Após-toles. Pero tratándose latu senso de una espe-cie de nuevo Pentecostés, considero que sepuede hacer alguna pequeña comparación.

Sobre todo, al tratar de contar un caminode más de diez años, forzosamente tendréque detenerme en las experiencias más sig-nificativas de dicho camino de comunión,dejando de lado muchas historias, experien-cias, anécdotas y circunstancias que mere-cerían ser recogidas en un tratado, que aquí,por razones de brevedad, no contaremos.

1998, año dedicado al Espíritu Santo: elinicio del camino

Como sugiere el tema, se ha consideradocomúnmente que el inicio de dicho caminolo marca la celebración de Pentecostés de1998. Tal circunstancia es ciertamente ver-dadera, pero, igual que el Pentecostés primi-tivo fue preparado por la “concordia” de losdiscípulos y de los apóstoles reunidos en elcenáculo con María, también este Pente-costés ha tenido su preparación.

Me refiero a una experiencia que quizámuchos no conocen: la XXI convocatoria

Mario Landi

Movimientos en comunión,de Pentecostés 1998 a Stuttgart 2004

EXPERIENCIAS

El autor es el coordinador nacional de la Renovación Carismática Católica italiana. Aquíse refiere a la obra extraordinaria del Espíritu Santo al realizar experiencias auténticas dediálogo, de comunión y colaboración en la Iglesia del Tercer Milenio. Las etapas fundamen-tales de un camino desde 1998 a 2004.

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nacional de los grupos y de las comunidadesde la Renovación Carismática, que tuvo lu-gar en Rímini a finales de abril de 1998. LaRenovación, abriéndose totalmente a la invi-tación de Juan Pablo II a estar presentes el 30de mayo, en Pentecostés, junto con todos losmovimientos eclesiales, decidió dedicar todauna sesión al tema de la comunión entre losmovimientos eclesiales. Participaron en di-cha sesión Andrea Riccardi de modo directo,Chiara Lubich con una conexión vía satélite,y Giorgio Feliciani en representación de Co-munión y Liberación, que leyó un saludo demons. Luigi Giussani.

Dicha sesión había sido anunciada el 4 deabril por Salvatore Martínez a Juan Pablo II,con ocasión de la audiencia del Santo Padrea los responsables máximos de la Renova-ción. Salvatore Martínez dijo: «Nos dispone-mos a celebrar solemnemente la Persona Divinadel Espíritu Santo con ocasión de la próxima con-vocatoria nacional de los grupos y de las comuni-dades en Rimini. Será una ocasión extraordinariade comunión eclesial, una piadosa preparaciónpara el próximo encuentro de Pentecostés, que nosverá unidos alrededor de su persona».

Los cerca de veinte mil participantes en laconvocatoria nacional pudieron gozar deeste momento de comunión y de testimoniode unidad, en el cual, por primera vez quizáen la historia de los movimientos, se honra-ba la obra del Espíritu Santo en la variedadde los carismas en los distintos movimientoseclesiales.

«Siento que nuestro encuentro se sitúa en el grancamino hacia el Pentecostés que este año se celebraen Roma con el Papa en la unidad entre muchosmovimientos», dijo Andrea Riccardi, mientrasChiara Lubich, concluyendo su discurso,afirmó: «Nosotros deberíamos tener una gran co-munión entre nosotros, deberíamos lograr ser don eluno para el otro... Yo espero que esta unidad entrelos movimientos se pueda incrementar cada vezmás. Sería una fuerza enorme para la Iglesia y parala irradiación del Reino de Dios en el mundo».

El congreso mundial

En los días anteriores a Pentecostes de1998, había tenido lugar en Roma un con-greso mundial de movimientos eclesiales so-bre el tema: «Los movimientos eclesiales: comu-nión y misión a las puertas del tercer milenio».Fue muy importante la intervención del en-tonces card. J. Ratzinger, que había presen-tado un importante estudio teológico sobrelos movimientos en la Iglesia: «La posición te-ológica de los movimientos eclesiales y de las nue-vas comunidades». Había reconocido en ellosla acción del Espíritu Santo, que suscita in-cesantemente la novedad del cristianismo, yhabía resaltado su vinculación especial conel ministerio universal del papa, ya que losmovimientos y las nuevas comunidadesestán llamados «a llevar el Evangelio hasta losconfines de la tierra».

En representación del laicado mundial,en la sala de prensa del Vaticano, SalvatoreMartínez dijo en aquella ocasión: «Nos dispo-nemos a vivir un tiempo de gracia, de novedad, deresponsabilidad; un tiempo de búsqueda y de es-cucha que incidirá de manera incontrovertible enla historia de la Iglesia, en el camino que los mo-vimientos eclesiales y las nuevas comunidadessuscitadas por el Espíritu Divino están llamadasa emprender a las puertas del tercer milenio».

El evento de Pentecostés 1998

Fue una tarde extraordinaria, un auténticokairós del Espíritu Santo, aquel 30 de mayo de1998, con más de trescientos mil fieles en laPlaza de San Pedro, en representación de se-senta movimientos y asociaciones eclesiales,provenientes de todo el mundo: el prodigiode Pentecostés se renovó entre oraciones, fra-ternidad, cantos y danzas. Sin duda la vigiliade Pentecostés “realizó” una nueva efusióndel Espíritu Santo a la que, como cada irrup-ción del Espíritu, conlleva un mandato. Y elmandato vino del Papa mismo: «Vosotros soisla prueba tangible de esta efusión del Espíritu.

Unidad y Carismas

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Cada movimiento se distingue de los otros, pero to-dos están unidos en la misma comunión y en lamisma misión... La Iglesia espera de vosotros fru-tos maduros de comunión y de compromiso... LaIglesia cuenta con vosotros».

Chiara Lubich, en la Plaza de San Pedro,después de la intervención del Santo Padre,interpeló allí mismo a los hermanos respon-sables de movimientos y comunidades, entrelos cuales a Andrea Riccardi y SalvatoreMartínez, con los cuales ya se había estable-cido un feeling espiritual y fraterno, y pidióexplícitamente dar continuación concreta alevento. Un año después dirá: «Aquel día, pro-metí al Santo Padre lo que yo sabía que él y la Igle-sia deseaban ardientemente. Y, dado que nuestroMovimiento tiene el carisma de la unidad, meapresuraré, junto con otros que desde hace algúntiempo ya están orientados a ello, a emprender unaacción para la comunión más plena entre los movi-mientos. Y el Papa se alegró mucho de esto».

Los frutos: Espira 1999

El encuentro de Espira (Alemania), quetuvo lugar el 7 y 8 de junio de 1999, repre-senta, sin duda, la primera realización deesta promesa: 180 fundadores y responsa-bles, en representación de 41 movimientos,compartieron una experiencia de comuniónfraterna, de conocimiento recíproco, de ale-gre descubrimiento de los dones distribuidosa cada uno por el único Espíritu Santo, refle-xionando sobre su lugar y vocación eclesial ala luz de las palabras del Santo Padre.

Mons. Rylko leyó en la asamblea el mensa-je del Santo Padre, que concluía: «Es hermoso yda alegría ver cómo los movimientos y las nuevascomunidades sienten la exigencia de converger en lacomunión eclesial y se esfuerzan con gestos concretospor comunicarse los dones recibidos, apoyarse en lasdificultades y cooperar para afrontar juntos los retosde la nueva evangelización».

Al final de los trabajos, los inspiradoresprincipales de tal iniciativa, Chiara Lubich,Andrea Riccardi y Salvatore Martínez, sin-

tieron el deber de dar las gracias al Santo Pa-dre con un comunicado común en el cualafirmaban: «Nos hemos comprometido en esteaño a alimentar en nosotros y entre nosotros el sen-tido de comunión, para que crezca el compromisode cada uno y de todos en el servicio a la misión dela Iglesia con nuevos frutos de evangelización y decaridad, en unidad plena con el sucesor de Pedro ycon los obispos en las iglesias particulares».

El compromiso continúa: Sassone 2000

El consejo nacional de la Renovación Ca-rismática italiana se reunió con Andrea Ric-cardi y Chiara Lubich en un encuentro defraternidad y de conocimiento recíproco. Elencuentro fue el último de un itinerario quehabía llevado a los tres líderes de sus movi-mientos a conocer y a dialogar sobre sus res-pectivas realidades (el primer encuentro sehabía tenido en la sede de la comunidad deSan Egidio y el segundo en la sede del Mo-vimiento de los Focolares).

Andrea Riccardi insistirá durante el en-cuentro: «Este método de unidad, de amistad, devivir juntos las alegrías los unos de los otros es unmétodo contagioso, es el método de un nuevo testi-monio de la Iglesia en el mundo y es también unmétodo ecuménico».

Stuttgart 2004: “Juntos por Europa”

8 de mayo, una etapa histórica, en víspe-ras del ingreso en la Unión Europea de otrosdiez estados, que implicó a los mayores mo-vimientos y comunidades cristianas de Euro-pa, en un clima de auténtico camino ecumé-nico y eclesial. El encuentro vio la participa-ción de diez mil personas, más de cien movi-mientos y comunidades cristianas, teniendocomo fondo una Europa que por entoncesbuscará, sin lograrlo, dotarse de una consti-tución; en el corazón de todos, organizado-res y participantes, el deseo de seguir apor-tando en la sociedad contemporánea la saviavital del Evangelio, único y auténtico vínculo

22225555Experiencias

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de unidad, de comprensión, diálogo, desa-rrollo, paz y libertad del que el continente eu-ropeo puede hacerse cargo.

El encuentro estuvo precedido, el 6 y 7 demayo, por un congreso de dos mil responsa-bles de movimientos y comunidades que ela-boran un mensaje conclusivo, en el cual seseñala con fuerza: «Inspirados por la fuerzatransformante del Evangelio, nos sentimos llama-dos a trabajar por un continente unido y múltiple.Nosotros, pertenecientes a más de 150 movimien-tos y grupos de distintas iglesias y comunidadescristianas reunidas en Stuttgart desde todos losrincones del continente, queremos testimoniar lanovedad de una creciente comunión entre noso-tros, impulsada por el Espíritu... Este mensaje noquiere ser una simple afirmación de intenciones,sino el testimonio de lo que,si bien de modo inci-piente, entre nosotros es ya realidad».

Lucca 2005

Un primer fruto de Stuttgart fue el congre-so internacional “Los signos del Espíritu enel siglo XX. Una lectura histórica contada porsus testigos”, que tuvo lugar en Lucca (Italia)del 30 de septiembre al 2 de octubre de 2005.En este evento, los promotores de la invita-ción afirmaron: «Observando con mayor aten-ción la historia del siglo XX, ‘uno de los más secula-rizados’, no podemos dejar de percibir que en él sehan diseminado muchas luces de esperanza que, enlos momentos más trágicos, han iluminado el ca-mino de pueblos y culturas. ¿Es posible, entonces,releer la historia del siglo XX en clave espiritual ydescubrir los signos de la presencia luminosa delEspíritu, a través del testimonio de algunos prota-gonistas que han atravesado este siglo?».

Hay que subrayar que por primera vez seorganiza un evento en el que tres grandes mo-vimientos se unen a una congregación reli-giosa como la de las Hermanas Oblatas delEspíritu Santo. De hecho, en el fondo desta-caba la figura de la beata Elena Guerra, que,a comienzos del siglo XX, pidió y obtuvo delpapa León XIII que dicho siglo fuera consa-

grado al Espíritu Santo. Como dijo SalvatoreMartinez en el saludo introductorio: «¡Quéalma tan extraordinaria fue esta beata! Una verda-dera amiga del Espíritu Santo, precursora de eselenguaje espiritual que ha descubierto luego fuerte-mente el siglo XX, gracias también a los dinamis-mos carismáticos propios de los movimientos y delas nuevas comunidades».

En el evento participaron jefes de estado,economistas, científicos, responsables deIglesias y comunidades, exponentes de lacultura y de la sociedad, con más de mil qui-nientos delegados provenientes de toda Eu-ropa. En el comunicado final se lee: «Pente-costés es un evento único y doble a la vez: es cená-culo y es plaza. Hemos salido del cenáculo y noshemos reunido en esta plaza, como la multitudcongregada en Jerusalen el día de Pentecostés. Pi-damos al Espíritu el mismo milagro de amor deaquel día. Que el Espíritu nos conceda ‘lenguasnuevas’, lenguas de verdad y de amor, para que ‘sevea y se sienta’, en esta plaza, como en la plaza deJerusalén, que la promesa de Jesús aún está viva,que el Espíritu se ha derramado sobre nosotros».

Y Pentecostés ha continuado. Si miramosun poco al camino sucesivo hallamos: en2006, el encuentro de los movimientos y delas nuevas comunidades con Benedicto XVIen Pentecostés (30 de mayo); en 2007, el se-gundo encuentro “Juntos por Europa” enStuttgart, el Family Day en Roma, la consti-tución de tres “redes eclesiales”: “Forum delas Familias”, “Ciencia y Vida” y “Red enObra”; en 2008, en Rímini, el décimo ani-versario del histórico encuentro de Pente-costés 1998; en 2009, la Plenaria del Pontifi-cio Consejo de Laicos con el Papa Benedic-to XVI y la modificación de los Estatutos dela Consulta Nacional de Asociaciones Lai-cales; el 16 de mayo de 2010, la participa-ción en la oración del Regina Coeli, promovi-da por la misma Consulta Nacional para tes-timoniar, en un momento especialmente de-licado, el afecto y la cercanía del pueblo cris-tiano al Papa.

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««««LLLLA Iglesia espera de vosotros frutos‘maduros’ de comunión y de com-promiso». Así se dirigió a los

movimientos y a las nuevas comunidadesJuan Pablo II en Pentecostés de 1998, yconcluía: «El Señor cuenta con cada uno de vo-sotros; la Iglesia cuenta con vosotros». Cada unoera interpelado. Cada movimiento formabaparte de ese “vosotros”.

La edad de la madurez

Con una feliz expresión, Andrea Riccar-di subrayó cómo esta invitación marcabapara los movimientos laicales de recienteformación el paso de la adolescencia (en lacual, decía él, se va formando una identi-dad, con el riesgo, a veces, de un cierto“mesianismo de grupo”) a la edad de lamadurez, en la que «no se renuncia a la propiapersonalidad eclesial, pero se comprende mejor el

don de los otros carismas y de la identidad de losotros» 1.

En otras palabras, se afianzaba cada vezmás la intuición del Concilio, tan queridapara Juan Pablo II, de una «Iglesia-comunióno, como decía a menudo el papa, de Iglesia-fami-lia, caracterizada por la misma dignidad de todoslos bautizados» 2. Esta es la perspectiva paradescubrir las auténticas relaciones entrenuevos movimientos de inspiración laical,nacidos generalmente después del ConcilioVaticano II, tanto entre ellos como con lasgrandes tradiciones religiosas expresadas enel curso de los siglos por la vida consagrada.

Esta relación apareció clara en las pala-bras del entonces cardenal Ratzinger, elcual, en aquella misma ocasión, diseñó la“colocación teológica” de los movimientosy nuevas comunidades, poniéndolas en la lí-nea de una sucesión “carismática” en la queél inscribía el movimiento monástico, el de

Valeria Martano

Con los otros carismasal servicio de la Iglesia

EXPERIENCIAS

La autora, responsable de las relaciones con los demás movimientos en la Comunidad deSan Egidio, testimonia la colaboración entre carismas antiguos y nuevos que ha permitidoa la Comunidad llevar a término muchas iniciativas de paz en el mundo. La tensión a launidad, un carisma necesario para todos los carismas si quieren ser significativos en el mun-do de hoy.

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Francisco de Asís y otros, afirmando que«en la historia, los movimientos apostólicos apa-recen en formas siempre nuevas y necesarias, yaque son precisamente la respuesta del EspírituSanto a las situaciones cambiantes en las que seva hallando la Iglesia» 3.

En el siglo XX, en un mundo «prófugo deDios» 4, el nuevo florecimiento de movi-mientos y comunidades se injertaba en la lí-nea de los movimientos apostólicos ca-rismáticos, con el subrayado particular deuna nueva responsabilidad de los laicos enla Iglesia y en el mundo, como había desea-do el Concilio Vaticano II.

Desde Pentecostés de 1998, ha crecido lacomunión y la fraternidad entre experien-cias que se manifiestan complementarias ensu diversidad. Por iniciativa de Andrea Ric-cardi, de Chiara Lubich y de otros fundado-res y responsables de movimientos y comu-nidades, se inició un camino de comunión.Se multiplicaron los encuentros y las inicia-tivas tomadas en común, testimoniando esedon del Espíritu que es la concordia entrelos hermanos: «Todos conocerán que sois discí-pulos míos en una cosa: en que os tenéis amor losunos a los otros»(Jn 13, 35).

Este camino ha incidido profundamenteno sólo en la vida, sino también en la espiri-tualidad de las distintas realidades, contri-buyendo a la formación de cristianos madu-ros, abiertos al otro, capaces de diálogo ycolaboración. Quisiera detenerme breve-mente en algunos de sus frutos.

Buscamos compañeros de camino

Para la Comunidad de San Egidio, estecamino se ha injertado en una historia defraternidad eclesial que brota de las raícesmismas de su vocación. Nacida después delConcilio Vaticano II, en una periodo de“primavera” de la Iglesia, en la que se redes-cubría la centralidad de la Palabra de Dios y

se subrayaba la dimensión asamblearia ycomunitaria, San Egidio ha escrito en loprofundo de su vocación la conciencia deser parte del cuerpo de la Iglesia, herederade una tradición de oración, deudora detantas experiencias de vida surgidas delEvangelio.

«Francisco es un compañero de camino impor-tante, sobre todo porque quería ser laico, viviendoentre todos, en la humildad, como ‘pequeño entrelos pequeños’. San Francisco es el Evangelio ‘sineglossa’, la amistad con los pobres, el diálogo conel Islám...». Así hablaba Andrea Riccardi delos orígenes espirituales de la Comunidadde San Egidio en una conversación con elhistoriador francés Dominique Durand 5.

Y el presidente de la Comunidad, MarcoImpagliazzo, respondiendo a un periodistaque le preguntaba cómo hace San Egidiopara trabajar por la paz, decía con una frasesintética pero eficaz: «Buscamos compañerosde camino».

Lo hemos hecho desde los orígenes. Laamistad con las familias religiosas empiezacon los años setenta. De hecho, cuando estajoven experiencia daba los primeros pasos,algunos superiores de órdenes religiosasofrecieron, juntamente con su amistad, unacomprensión espiritual y profunda. Entrelos primeros, el card. Carlo María Martini,entonces profesor del Instituto Bíblico, inte-resado en una experiencia que no sólo leíala Escritura, sino que intentaba ponerla enpráctica con la atención a los últimos, por loque se unió al servicio a los pobres de la Co-munidad, hasta su nombramiento para ladiócesis de Milán.

Orar juntos

La relación entre San Egidio y los religio-sos se desarrolló después en la oración y enuna fuerte colaboración recíproca. La ayu-da pastoral y de servicio proveniente de mu-

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chos consagrados ha reforzado a menudoen ellos el sentido de su vocación originaria,así como el conocimiento de experienciaspluriseculares de vida religiosa ha contribui-do a definir una nueva y original identidadde laicado cristiano.

Una de las experiencias que más caracte-rizan la Comunidad de San Egidio es la deuna oración en la ciudad abierta a todos. To-das las noches, en la basílica de Santa Maríain Trastévere y en otros 40 lugares de Roma,pero también en muchas partes del mundo,desde Cuba a Costa de Marfil, rezar juntosensancha nuestro corazón y, al mismo tiem-po, ayuda a muchos a vivir y a orar.

La oración es la imagen verdadera de laComunidad. Creemos en la fuerza de la ora-ción, que protege a los cristianos y al mun-do. Y creemos que la Iglesia de hoy tieneque ofrecer espacios de invocación en el co-razón de nuestras ciudades con una liturgiahermosa y elocuente. La liturgia y la oraciónson una fuente muy amplia de amor, quepermiten una identidad cristiana fundamen-tada, pero también audacia en el vivir.

La oración de la Comunidad de San Egi-dio es por todas partes lugar de acogida y decomunión. Participan muchos miembros defamilias eclesiales y de movimientos. A laoración se ha unido la dimensión de laamistad, que con el tiempo se ha ido convir-tiendo para muchos en una auténtica frater-nidad espiritual.

Amor por los pobres

De la oración ha brotado una fuente deamor por los pobres y los débiles, que repre-senta una columna en la vida de la Comuni-dad de San Egidio. Los pobres son nuestrosamigos porque la amistad es un rasgo fun-damental del servicio a los más pobres. Peropodemos decir que han sido también nues-tros hermanos y nuestros maestros.

Sí, maestros de unidad. De hecho, sonlos pobres los que nos piden estar unidos.La Iglesia-familia, la Iglesia-comunión esuna gran exigencia que viene del mundo delos pobres. Frente a la realidad del dolor y algran mundo de los pobres, cualquier refe-rencia y miramiento hacia uno mismo es laexpresión de una total miseria.

Esto nos pareció claro ya desde los oríge-nes de nuestra historia. Por eso, en el traba-jo con los más pobres, San Egidio ha busca-do siempre la unión con otros y con las fa-milias religiosas: en nuestros comedorespara los pobres, en las cenas itinerantespara los sin techo, en la comida de Navi-dad, se suman desde hace años muchos re-ligiosos.

Pero el servicio también es afirmación dela justicia y, por tanto, defensa de los po-bres. Pienso especialmente, en los últimosaños, en los inmigrantes y los gitanos.

Los muchos religiosos y religiosas quecomparten nuestros esfuerzos muestrancómo la sinergia de carismas antiguos y nue-vos representan un recurso de humanidad.

Habría muchos ejemplos, pero pondrésolamente dos.

El programa DREAM (Drug ResourceEnhancement against Aids and Malnutrition) 6

es la respuesta que desde 2002 la Comuni-dad de San Egidio está tratando de dar a laterrible plaga del SIDA en África, una tra-gedia que ya ha causado la muerte de 40millones entre adultos y niños, práctica-

22229999Experiencias

...en el trabajo con los más po-bres, San Egidio ha buscado siemprela unión con otros y con las familiasreligiosas: en nuestros comedorespara los pobres, en las cenas itine-rantes para los sin techo, en la comi-da de Navidad, se suman desde haceaños muchos religiosos..

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mente la eliminación de más de dos gene-raciones. Un drama ante el cual el mundoha preferido cerrar los ojos y esbozar solu-ciones evasivas, a pesar de que, desde el co-mienzo del nuevo siglo, esta pandemia sepuede contener gracias a los éxitos de lamedicina.

La idea de que también en la cura de lasenfermedades pudiera haber dos destinosseparados entre el Norte y el Sur del mundopareció intolerable y fue el impulso decisivoque produjo la puesta a punto de un proyec-to de curación ambicioso y extenso. El pri-mer país donde se experimentó fue Mozam-bique, pero muy pronto le siguieron otros,mientras los extraordinarios resultadoscientíficos recibían una atención cada vezmayor en los grandes organismos interna-cionales.

Para realizar enteramente sus proyectosen todo el continente, San Egidio nuncahabría sido suficiente, con sus solos recur-sos. La mayor red de ayuda desinteresada yde solidaridad gratuita que podría ser utili-zada para tal fin era justamente la constitui-da por los miles de experiencias en ese cam-po, concebidas y gestionadas por las nume-rosísimas congregaciones religiosas presen-tes en África.

Hoy, más de diez institutos de vida con-sagrada constituyen, junto con la Comuni-dad de San Egidio, el núcleo operativo deun gran programa de cuidados, que ha de-

vuelto la esperanza a países enteros y a cen-tenares de miles de enfermos y que nos hapermitido celebrar este año el nacimientode diez mil niños sanos de madres enfer-mas: una gran victoria de la vida.

La batalla contra la pena de muerte.Cuando, en vísperas del Jubileo del 2000, laComunidad de San Egidio lanzó una cam-paña para promover una moratoria mundialde las ejecuciones, parecía un sueño, y loera. A este sueño se unieron el Movimientode los Focolares, la Renovación Carismáti-ca, otros movimietnos y algunas congrega-ciones.

Una poderosa recogida de firmas permi-tió reunir, en pocos años, más de cinco mi-llones. En diciembre de 2007, aquellas fir-mas pesaron en la decisión de la AsambleaGeneral de la ONU para aprobar una mora-toria mundial de las ejecuciones: otra granvictoria de la cultura de la vida. La unidadde los carismas cristianos puede cambiar elmundo.

Unidos en un mundo que se divide

Para concluir, quisiera hacer una consi-deración: vivimos en una época y en unmundo fragmentado y disperso. La globali-zación, si nos tiene a todos más informados(en tiempo real) de lo que sucede en cual-quier rincón de la tierra, ha difundido sinembargo una especie de sorda indiferencia,y ha dado lugar a fenómenos identitarios in-cluso agresivos y violentos, hasta los con-flictos vinculados a las identidades étnicas yreligiosas.

No por casualidad se ha hablado, refi-riéndose al fenómeno de las comunidadesvirtuales, vinculadas al desarrollo de lasnuevas tecnologías, de «muerte del prójimo» 7.Es un fenómeno planetario, que embiste enparticular a las jóvenes generaciones. Conuna imagen eficaz, el rabino de Jerusalén

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El reto, o quizá sería mejor decirla misión que se nos confía, a laicosy consagrados, movimientos, nuevascomunidades, antiguas y nuevas for-mas de vida religiosa, es la de serprójimos en un mundo de solos,asustados y agresivos.

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David Rosen, en el encuentro de oraciónpor la paz entre las religiones –en el espíritude Asís– de la Comunidad de San Egidio deBarcelona, decía: «Tienes quinientos amigosen Facebook, pero luego no te entiendes con el ve-cino de al lado».

Un problema que nos interroga profun-damente. Vemos cómo esta humanidad desoledades cede con facilidad a explosionesde violencia, como la que en Roma llegó alasesinato, por un motivo banalísimo, de unamujer rumana.

El reto, o quizá sería mejor decir la mi-sión que se nos confía, a laicos y consagra-dos, movimientos, nuevas comunidades, an-tiguas y nuevas formas de vida religiosa, esla de ser prójimos en un mundo de solos,asustados y agresivos.

En el corazón de todos los carismas quehan engendrado los movimientos y las co-munidades, existe un anhelo universal–católico–, escrito en el corazón de todasnuestras realidades. La difusión planetariade las familas religiosas, como de los movi-mientos laicales, crea comunidades (novirtuales, sino reales) que superan la di-mensión local y nacional. Si soy de SanEgidio, no soy ante todo o solamente afri-cano, italiano o chino. Pertenezco a una fa-milia más amplia, que forja mi identidad,haciéndola más abierta, más “católica” ensentido pleno. Esto es así en cada uno denuestros movimientos y de nuestras fami-lias religiosas.

Antiguos y nuevos carismas tienen encomún este sentido de la catolicidad, de launiversalidad de la Iglesia. Como ya decíala Carta a Diogneto, para los cristianos«toda tierra extranjera es su patria y toda patriaes tierra extranjera».

En un tiempo de particularismos y deafirmaciones de la propia identidad, que amenudo provocan conflictos, «la experienciade los movimientos, como otras en la historia dela Iglesia, muestra de manera evidente que la fe yla vida eclesial hacen del cristiano un ciudadanodel mundo, grande y contradictorio, y un herma-no de muchos hermanos» 8.

Esto es también el signo de una misión,que hemos de vivir hoy juntos: dar testimo-nio de lo que un gran papa del siglo XX, Pa-blo VI, llamaba “la unidad de la familia hu-mana”. En la oración, en la solicitud por lospobres, en la apertura al distinto, al migran-te, en la promoción del diálogo y en la cons-trucción de la paz.

Una alianza para responder a los desafíosdel mundo de hoy. Este creo que es el senti-do de nuestro encuentro de hoy. Esta es laaportación que la Comunidad de San Egi-dio quiere ofrecer, con los demás carismas,al servicio de la Iglesia.

1 Cf. Pontificio Consiglio per i Laici, I movimen-ti nella Chiesa, Città del Vaticano 1999, p. 185.

2 S. Dziwisz, Una vida con Karol, Ed. Esfera delos libros, Madrid 2007.

3 I movimenti ecclesiali e la loro collocazione teologicaen I movimenti nella Chiesa, cit., p. 46.

4 La frase es del historiador francés Émile Pou-lat.

5 A. Riccardi, colloquio con J.D. Durand,Sant’Egidio, Roma, il mondo, Edizoni San Paolo, Ci-nisello Balsamo 1997, p. 10.

6 Para una completa ilustración del programaDREAM y de sus resultados, cf. www.santegi-dio.org

7 L. Zoja, La morte del prossimo, Einaudi, Torino2009.

8 Cf. I movimenti nella Chiesa, cit., p. 184.

Experiencias 33331111

En el corazón de todos los caris-mas que han engendrado los movi-mientos y las comunidades, existeun anhelo universal –católico–, es-crito en el corazón de todas nuestrasrealidades

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CCCCORRÍA el año 1209. Francisco deAsís llegaba, con un grupo de frai-les, a los pies del Señor Papa Ino-

cencio III, para que le aprobara su forma vi-tae, la vida del Evangelio que ya vivían consencillez y alegría y que deseaban ver confir-mada con la autoridad de la Iglesia. Ocho-cientos años más tarde, en abril de 2009, losfrailes han vuelto a reunirse para celebrar unnuevo “Pentecostés franciscano”: el segun-do Capítulo Internacional de las esteras.

El primero tuvo lugar en 1218. Así lo na-rra san Buenaventura en la Legenda Maior:“Cuando, con el correr del tiempo, los frai-les habían llegado a ser muy numerosos, elcuidadoso pastor empezó a reunirlos en ellugar de Santa María de la Porciúncula parael capítulo general, en el cual podía asignar acada uno de ellos una porción de obedienciaen el reino de los pobres, según la medidaquerida por Dios. En la Porciúncula había

escasez de todo; pero, aunque alguna vez sereuniese una multitud de más de cinco milfrailes, no faltó nunca la ayuda de la Bondaddivina, que procuraba lo suficiente para to-dos y a todos concedía la salud del cuerpo yla superabundante alegría de espíritu”.

Durante el Capítulo, los frailes de todalengua, raza y región (cf. Gal 3, 28), jóvenesy ancianos, ministros y siervos, sin barrerasde obediencias ni de tradiciones, uniforma-dos por el mismo ideal evangélico, por elúnico carisma y por los mismos ideales, ce-lebraron la gracia de los orígenes.

“Desde hace ochocientos años”

Lo que vivimos en 2009 en Asís fue unmomento eclesial histórico y una ocasión degracia para toda la familia franciscana. Nosreunía el aniversario de la aprobación de laRegla (1209) y el momento de fundación de

Unidad y Carismas

José Rodríguez Carballo, o.f.m.

El desafío de la comuniónen la familia franciscana

NUEVOS HORIZONTES

Intervención del Ministro general de la Orden de los Frailes Menores, en la que habla delCapítulo Internacional de las esteras, un evento de comunión vivido por las tres Familiasfranciscanas de la Primera Orden junto con la Familia de la Tercera Orden regular en 2009,que, en Asís y en Roma, contó con la participación de más de 2000 frailes, en representaciónde todos los frailes franciscanos esparcidos por el mundo.

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la Orden de los Frailes Menores. Igual que elaño de la aprobación significó para toda lacomunidad cristiana una concretización deldon del Espíritu Santo en un modo explícitode seguir a Cristo, la ocasión del 2009 ha re-presentado, no sólo para nosotros, que fui-mos seducidos por la forma de vida de vivirel Evangelio al estilo de Francisco, sino tam-bién para todos los creyentes, una graciaparticular que continúa anunciando a todosla profecía de la comunión.

El Capítulo de las esteras de 2009 nosbrindó la posibilidad de ver una vitalidadnueva del carisma que contiene el texto dela Regla, el carisma de Francisco de Asís;pero sin detenernos en él, sino para llegarhasta el autor del carisma: el Espíritu, quellama al seguimiento de Jesús de una formadeterminada. El encuentro quería suscitaren los participantes un movimiento dinámi-co: de los frailes allí reunidos para la Regla,desde la Regla al carisma de Francisco, y, através del carisma, hecho carne en los ocho-cientos años de vida de los frailes menores,al seguimiento fiel de Jesús de Nazaret. Dehecho, el programa del evento deseaba ha-cer este mismo recorrido, después de haber-nos acogido en este lugar santo dedicado aSanta María de los Ángeles: el testimonio,el ayuno y la penitencia y gratitud.

Todo el encuentro nos ha hablado de lafuerza de este tronco viejo y nuevo, quecuenta ocho siglos de historia y de caminoevangélico: las relaciones de los relatores,las celebraciones de la fe, los gestos sencillospero ricos de los participantes, el rostro detantos hermanos. Todo expresaba la alegríade la vocación y las esperanzas de nuestrasfraternidades.

¿Qué resultados concretos podemos des-cubrir después de la celebración de estosochocientos años de vida evangélica segúnla forma vitae que hemos profesado en laRegla? Quizá no se tienen signos concretos,ni resultados nuevos, sino un espíritu nuevo.

No hemos de buscar nada nuevo porquetenemos todo lo necesario, tenemos elEvangelio, la Regla, las mediaciones de lasobediencias y nuestras tradiciones; pero po-demos encontrar un modo nuevo de vivir-las: en comunión y respeto, en complemen-tariedad y diversidad, en interdependenciay colaboración estrecha.

El hecho mismo de vivir cerca, hermanosreunidos, conocerse, celebrar juntos la fe enlos altares del franciscanismo, el intercam-bio de experiencias, hacer fiesta por el donde la vocación... todo habla de un futuronuevo y de comunión. Una comunión quepara nosotros se va convirtiendo en un reto.

El reto de la comunión

Estamos vinculados por el mismo textode la Regla y por el mismo don carismáticoque iluminó la vida de Francisco; hemos ce-lebrado con alegría estos ochocientos añosde historia de vida evangélica; estamos lla-mados a vivir, en lo concreto y con modali-dades creativamente fieles, una comuniónaún más profunda y evangélica.

Efectivamente, el secreto del futuro de lavida religiosa y franciscana se halla en la co-munión. Por este motivo, deseo describiraquí algunas características de esta espiri-tualidad de la comunión.

Sin duda, la Iglesia y el mundo nos diri-gen a los franciscanos una llamada a hacerconcreta la comunión mediante una espiri-tualidad bien comprensible y una visiblepraxis de vida. Esta espiritualidad de comu-nión es ante todo y según las palabras delSanto Padre Juan Pablo II, «una mirada delcorazón hacia el misterio de la Trinidad que ha-bita en nosotros y cuya luz debe ser reconocidatambién en el rostro de los hermanos que están anuestro lado... es capacidad de ver ante todo loque hay de positivo en el otro, para acogerlo y va-lorarlo como... un don para mí» (NMI 43).

Y continuaba el papa reclamando la

33333333Nuevos horizontes

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atención de toda la Iglesia: «No nos hagamosilusiones: sin este camino espiritual, de poco ser-virían los instrumentos externos de la comunión.Se convertirían en medios sin alma, máscaras decomunión más que sus modos de expresión y cre-cimiento» (ibid.).

Esta misma llamada se dirige a nosotros.No podemos caer en la tentación, ante uncambio de los tiempos y de radicales trans-formaciones a las cuales está sometida lavida religiosa en general y el franciscanismoen particular, a seguir indicando como prio-ritario o esencial lo que ha sido el fruto delas circunstancias y de las vicisitudes de lahistoria. Ya no hay necesidad de reforzarnuestras seguridades extrínsecas para ser unsigno profético de comunión en la Iglesia.Se requiere el esfuerzo hecho experiencia detodo lo que para nosotros es central y esen-cial en el camino de nuestra forma vitae, te-nemos que vencer toda tentación de divi-sión y oposición que acecha la vida y elcompromiso de cada una de nuestras obe-diencias y tradiciones.

En el respeto a la diversidad podemos ha-llar la clave para poder comprender que ladiferencia no es un peligro para la comu-nión sino una riqueza. La familia francisca-na se ve invitada a hacer una opción funda-mental por la espiritualidad de las relacio-nes para ser «signo e instrumento de comunión»(LG 1). Esto significa que, si no nos presen-tamos en la Iglesia y ante el mundo comohermanos, si no hacemos visible hoy el espí-ritu de Jesús que está en la Regla y que noshace uno y diferentes, y por tanto abiertos,agradecidos y respetuosos... todo lo que ha-gamos, por auténtico, generoso y acertadoque nos parezca, sólo podrá ser una práctica“insignificante” y, por tanto, no hará visiblela unión deseada por Cristo como signo decredibilidad y fecundidad 1.

La Iglesia nos lo ha recordado de unmodo muy claro y explícito cuando pide «alas personas consagradas que sean verdadera-

mente expertas en comunión, y que vivan la res-pectiva espiritualidad como ‘testigos y artíficesdel proyecto de comunión que constituye la cimade la historia del hombre según Dios’» (VC 46).El significado de la comunión eclesial, aldesarrollarse como espiritualidad de comu-nión, promueve un modo de pensar, de de-cir y de obrar que hace que la Iglesia crezcaen profundidad y en extensión.

Aún más: «La comunión que los consagradosy consagradas están llamados a vivir va más alláde la familia religiosa o del propio instituto.Abriéndose a la comunión con los otros Institutosy las otras formas de consagración, pueden dila-tar la comunión, redescubrir las raíces comunesevangélicas y juntos acoger con mayor claridad labelleza de la propia identidad en la variedad ca-rismática, como sarmientos de la única vid. De-berían competir en la estima mutua (cf. Rm 12,10) para alcanzar el carisma mejor, la caridad (cf.1Co 12, 31)» (CdC 30).

Pero hemos de enteder bien. La comu-nión y la unidad, esencialmente, no signifi-can reducir la unidad a uniformidad. Poresto, la espiritualidad de comunión es paranosotros una llamada a tener en cuenta losdinamismos de la pluralidad y de la diversi-dad. La unidad de comunión se realiza en lapluralidad y en la diversidad, ya que esta esla consecuencia de la encarnación de Diosen nuestra historia concreta. La comuniónen la fe, en la misma forma de vida que he-mos profesado en la Regla, en el testimoniode vida evangélica, no suprime la diversidadde expresión y de realización, sino que, alcontrario, la genera.

La pregunta no puede ser: ¿en qué nos dis-tinguimos?, ¿qué podemos hacer?, ¿qué pue-den hacer ellos? La pregunta es: ¿quiénes so-mos?, ¿qué es lo que deseó para todos sanFrancisco de Asís? Desde la identidad pode-mos descubrir la diferencia, y esto no signifi-ca borrar las diferencias o caer en la igualdado uniformidad. ¿Somos o no somos un caris-ma que enriquece el corazón de la Iglesia?

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Una comunión operativa

La espiritualidad de comunión, patrimo-nio y tarea de la vida consagrada en gene-ral, y del franciscanismo en particular, noslleva a poner el acento en la comunión, par-tiendo de la propia vida, dando forma al te-jido de la participación y de la colabora-ción. Este es el camino que han experimen-tado las diversas ramas de la familia francis-cana, como expresión de la mejora de susrelaciones. Son muchas las iniciativas co-munes que manifiestan la unidad en lo quees esencial respetando la diversidad.

Deseo ahora, de forma sucinta, recordarnumerosas iniciativas y formas de colabora-ción y de comunión interfranciscana a nivellocal y nacional, que manifiestan este espíri-tu de comunión.

Conferencia de la familia franciscana (CFF)Los ministros de este ente son los Minis-

tros generales de la Orden de los FrailesMenores (OFM), de la Orden de los FrailesMenores Conventuales (OFMConv), de laOrden de los Frailes Menores Capuchinos(OFMCap), de la Tercera Orden Regular(TOR), así como la Ministra general de laOrden Franciscana Secular (OFS), el Presi-dente de la Conferencia Franciscana Inter-nacional (IFC), o sea, la Asociación Mun-dial de las Comunidades de la TOR/OSF.

La Conferencia desea promover la comu-nión entre todos y orientar y proyectar ini-ciativas comunes. Los Ministros generales,miembros de esta Conferencia, se sucedenen la presidencia. Desde hace unos años sereúnen al menos dos veces al año. La Con-ferencia de Ministros Generales de OFM,OFMConv, OFMCap y TOR, que ya existíacon anterioridad, funciona paralelamente.

Instituto Franciscano de Espiritualidad (IFS).Forma parte de la facultad teológica de laPontificia Universidad Antonianum (PUA)de Roma. El Instituto ofrece una formaciónacadémica y científica y pone a disposición

de los futuros profesores universitarios, for-madores y animadores, orientaciones prác-ticas en el ámbito de la teología espiritual.En el programa del Instituto se le da parti-cular importancia a la transmisión de la es-piritualidad típicamente franciscana.

El Instituto está regido por la OFMCap ypor la OFM, ya que la mayor parte de losprofesores pertenece a estas dos ramas de laPrimera Orden. El claustro de profesoresestá compuesto por expertos de otras comu-nidades y por algunos laicos. Desde haceunos años, dentro del Instituto y con la par-ticipación de formadores de las distintasobediencias franciscanas y de otros institu-tos religiosos franciscanos, está funcionan-do un master para formadores franciscanos,organizado por la PUA.

Curso de formación para misioneros. La casade los Frailes Menores de Bruselas, en cola-boración con los Frailes Menores Conven-tuales y Capuchinos, imparte cada año uncurso de formación para futuros misione-ros. El curso tiene dos sesiones anuales, unaen francés y otra en inglés, y está organiza-do por los secretarios de las misiones de lastres obediencias antes mencionadas. El cur-so intenta ofrecer una preparación teórica ypráctica para los frailes llamados a la mi-sión ad gentes.

Conferencia Franciscana Internacional.Abarca las comunidades y congregacionesde la TOR con los despachos internaciona-les de Roma. Aproximadamente tres cuar-tas partes de las 400 congregaciones de laTOR que existen en todo el mundo sonmiembros activos de esta Conferencia. Al-gunos monasterios de monjas contemplati-vas de la TOR son miembros asociados.

Franciscan International (FI). Es una orga-nización no gubernamental adscrita a laONU. Su finalidad es promover valores yobjetivos franciscanos (ayuda en favor delos pobres, compromiso por la justicia, lapaz y el respeto de la creación, etc.). Junto

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con la ONU, interviene en estrecha colabo-ración con otras iniciativas y grupos afinesen las cuestiones cruciales para el futuro dela humanidad.

Misión Central Franciscana (MZF). Tienesu sede en Bonn (Alemania) y constituye unorganismo de la Conferencia de MinistrosProvinciales de Europa Central. Además deellos, hay otros miembros “asociados”, osea, Provincias franciscanas OFM del he-misferio sur, unidas por vínculos personaleso históricos con la MZF. Aunque es una ins-titución propia de la OFM, trabaja paratoda la familia franciscana.

Otros ejemplos de cooperación inter-franciscana:

En América Latina. En 1995 existíanocho centros franciscanos en América Lati-na, cuyo objetivo era servir a la organizacióny la renovación espiritual de la familia fran-ciscana en este continente. Además del CIP-FE de Uruguay, hay centros franciscanos enArgentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Guate-mala, Paraguay y Perú. Igualmente, en Chi-le, Colombia y Méjico, los miembros de la fa-milia franciscana crearon una organizaciónpropia, sin fundar centros específicos. En Ve-nezuela existe una organización de la familiafranciscana y un centro de formación.

El nivel de colaboración entre las distin-tas ramas de la familia franciscana y la co-munión con los centros varía según los paí-ses. Probablemente esta cooperación fun-ciona mejor en Brasil. Los centros existen-tes organizan seminarios, retiros, publica-ciones, congresos, programas de formaciónen favor de la justicia, la paz y el respeto dela creación.

Centro Franciscano de Petropolis (FFB).Este centro se fundó en Brasil con el nom-bre de CEFEPAL. Sus fundadores percibie-ron claramente que una renovación auténti-ca era posible a condición de concentrar to-

das las fuerzas, conduciendo todas las ra-mas de la familia franciscana a la comunióny colaboración, a pesar de las diferencias. Elcentro se presenta como una fuente de nue-vos impulsos e ideas, significativas y válidaspara toda la familia franciscana que resideen Brasil.

Instituto Franciscano de Asia (FIA). Fuefundado en 1980 en Manila (Filipinas). En-tre los objetivos del FIA están los siguientes:el conocimiento de Francisco y de Clara, suvisión y forma de vida, el reforzamiento delmovimiento franciscano, la transmisión dela historia del movimiento franciscano, pro-mover experiencias de la vida franciscanacon la oración y otros compromisos, la bús-queda de formas de vida franciscana al ser-vicio de la Iglesia, la promoción del diálogocon las otras religiones del continente asiáti-co, y favorecer la búsqueda y la distribuciónde publicaciones franciscanas.

Todas estas iniciativas son sin duda sig-nos de la presencia del Espíritu. Signos quefortalecen nuestra identidad y pertenencia yal mismo tiempo manifiestan la riqueza denuestro patrimonio común, para el bien delmundo y de la Iglesia. El carisma francisca-no se presenta hoy como un “estímulo a vi-vir, a imagen de la Trinidad, en la unidadque Jesús ha querido y ha suplicado al Pa-dre para todos sus discípulos” (VC 101).

Es necesario que los signos de esperanzaprovenientes de la comunión y de la colabo-ración interfranciscana sean valorados yprofundizados. La familia franciscana, y es-pecialmente nosotros que hemos profesadola Regla del padre san Francisco, tenemosante nosotros el reto de la comunión, en fa-vor del Evangelio, de la Iglesia, de la vidaconsagrada y del hombre de hoy.

Comencemos, hermanos,... en comu-nión.

1 Cf. Jn 17, 20-26: EN 77.

Unidad y Carismas

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N.º 80 - Octubre-Diciembre 2011

EEEEL año 2011 ha tenido un significadoespecial para el Movimiento de lasreligiosas que participan en la espiri-

tualidad del Movimiento de los Focolares.Se ha querido recordar el 40 aniversario dela histórica audiencia del 14 de abril de1971 en la que Pablo VI, en la Plaza de sanPedro, se dirigió a un numeroso grupo dereligiosas de diferentes congregaciones ypaíses de Europa saludándolas como «reli-giosas adherentes al movimiento de losFocolares», y añadiendo la expresión de susmejores deseos y una bendición especial.

El bautismo del Papa

Estas fueron sus palabras: «Sé que oshabéis reunido para estar cerca del “focolar”, esdecir, del Corazón del Señor que irradia caridad,y queréis aprender así en la escuela del Señor,

junto al fuego (“focolar”) del Señor, para recibirsu calor e inflamar vuestros corazones con su ca-ridad. Os bendigo de corazón a todas, a vuestrasfamilias religiosas y también el deseo que tenéisde llevar a vuestros institutos la llama ardientedel Amor y de la caridad de Cristo. ¡Que Dios osbendiga!».

Naturalmente, fue grande la alegría detodas las religiosas allí presentes. ChiaraLubich escribió en seguida una carta a lasreligiosas que participaban en el encuentropromovido por el Movimiento de los Foco-lares. Entre otras cosas decía: «Me alegro convosotras por varias razones: en primer lugar por-que con este encuentro se ha dado inicio oficial ypúblicamente al Movimiento de las religiosas‘adherentes al Movimiento de los Focolares’ comoos ha definido el Papa.

También porque este nacimiento ha tenido lu-gar en la audiencia del miércoles, con la más alta

Antonia Moioli, s.b.g.

Recordando un momento de gracia:40 años del Movimiento

de las religiosas

NUEVOS HORIZONTES

Del 24 al 27 del pasado mes de marzo tuvo lugar un encuentro internacional de religiosasy consagradas de diversas congregaciones e institutos seculares provenientes de diversas partesdel mundo, que simpatizan con la espiritualidad del Movimiento de los Focolares. Se quisoconmemorar fundamentalmente el 40 aniversario del primer reconocimiento oficial por par-te del papa Pablo VI.

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bendición que sobre la tierra puede imaginarsedespués de la de Jesús: es como vuestro bautismopor parte del Papa.

Finalmente porque sé por experiencia que,cuando se pone en práctica aunque sólo sea unapalabra del Vicario de Cristo, ésta lleva consigouna gracia especial: produce un grandísimo fruto.

Ahora bien, así como Pablo VI les ha exhorta-do a llevar el fuego del ideal del amor a sus res-pectivas congregaciones y órdenes, si ustedes locreen firmemente –como María la creyente– susfamilias religiosas se transformarán una a una,haciendo nacer por todas partes cenáculos ardien-tes de la misma caridad de Cristo, con consecuen-cias que no podemos ni siquiera imaginar: la re-cristianización de los ambientes en los que semueven, conversiones, vocaciones a cada una desus familias religiosas, renovación de la sociedadpor medio del trabajo en los colegios, los hospita-les, los orfanatos, y en todas y cada una de lasobras apostólicas que Dios ha ido suscitando através de los fundadores y fundadoras. En fin,queridísimas hermanas, será un incendio…

María ha agregado así a la Obra de María aaquellas personas que más se le asemejan comomujeres que son, y vírgenes, y porque además sonmadres de Cristo en muchos hermanos; y ahora,con este Ideal, son también generadoras de Jesúspresente espiritualmente entre ellas, en sus casas,en sus órdenes y entre las órdenes…

Sí, será una invasión de amor en la Iglesia yen el mundo, porque Dios lleva a cabo sus obrasmás grandes precisamente a través de las criatu-ras más débiles…

Permanezcamos muy unidas, aunque estemoslejos físicamente; demos a María la alegría deverse reflejada al menos un poco en cada una denosotras. En su Corazón Inmaculado, Chiara».

Fueron palabras llenas de sabiduría, quese quedaron impresas en el corazón de lasreligiosas allí presentes y que se han intenta-do hacer realidad poco a poco en estosaños. Expresan el aprecio y el amor deChiara Lubich hacia toda la vida consagra-da, y su importante invitación a nosotras,

mujeres consagradas, a ser María, y que ellamisma se vea reflejada en cada una de noso-tras. Y no sólo eso. Muchas de nosotras,permaneciendo fieles al ideal de la unidad,hemos visto realizarse en estos años en laspropias familias religiosas aquello queChiara nos había dicho.

Años más tarde, con ocasión de nuestro25 aniversario, Juan Pablo II, saludándonostambién en una audiencia en la Plaza de SanPedro el 17 de abril de 1996, nos dio unaconsigna a la que hemos intentado ser fielesen los años sucesivos: «Saludo (…) en particu-lar a un nutrido grupo de religiosas adherentes alMovimiento de los Focolares, venidas aquí de to-dos los continentes. Queridas hermanas, la espiri-tualidad de comunión que la Obra de María pro-mueve y cultiva, constituye una dimensión esen-cial de la vida cristiana. Os animo a seguir ade-lante, a vivirla en vuestras comunidades, y en losdiferentes ambientes en los que os movéis».

La celebración del 40 aniversario

Al cumplirse ahora el 40 aniversario pen-samos que podía ser oportuno escribir una

Unidad y Carismas

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«Sus familias religiosas se transfor-marán una a una, haciendo nacer por to-das partes cenáculos ardientes de la mis-ma caridad de Cristo, con consecuenciasque no podemos ni siquiera imaginar: larecristianización de los ambientes en losque se mueven, conversiones, vocacionesa cada una de sus familias religiosas, re-novación de la sociedad por medio deltrabajo en los colegios, los hospitales, losorfanatos, y en todas y cada una de lasobras apostólicas que Dios ha ido susci-tando a través de los fundadores y funda-doras. En fin, queridísimas hermanas,será un incendio…».

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N.º 80 - Octubre-Diciembre 2011

carta a Benedicto XVI para manifestarlenuestra cercanía, oración y unidad con sumagisterio. Le hemos escrito, en nombre detodas las consagradas, agradeciéndolecuanto ha dicho sobre la comunión, y le he-mos expresado nuestro compromiso paraabatir muros y construir puentes, pidiéndolesu bendición.

Poco después nos llegó una respuestasuya que nos llenó de alegría: «Con ocasióndel 40 aniversario de vuestro comienzo, el SumoPontífice agradece su atento gesto, signo de comu-nión y de afecto espiritual, con el valor añadidode asegurar constantes oraciones; mientras pideabundantes dones del cielo y la materna protec-ción de la Virgen María para la apreciada apor-tación del Movimiento de los Focolares en la cau-sa de la unidad de los creyentes en Cristo, de co-razón le envía a Ud. y a las religiosas que siguenel carisma de Chiara Lubich y que se han unido aeste filial acto de homenaje, una especial Bendi-ción Apostólica, extendiéndola con gusto a las co-munidades religiosas a las que pertenecen y a susfamiliares».

En nuestro corazón brotó en seguida unsentimiento de gratitud hacia la Iglesia queen estos 40 años nos ha ido indicando el ca-mino a través de los Papas. Como religiosasy consagradas, de institutos seculares yclaustrales, el participar en la experienciaeclesial de la Obra de María nos ha hechoser mujeres consagradas que viven en comu-nión, teniendo un gran amor por nuestrapropia familia religiosa y, procurando ser,como decía Chiara, «nuestros fundadores yfundadoras vivos hoy».

Con ocasión de este encuentro de marzode 2011 hemos recibido otro don muy im-portante para nosotras: un vídeo mensajede María Voce, la Presidente del Movimien-to de los Focolares, que en esas fechas esta-ba en Estados Unidos. Agradeciéndonos lafidelidad al ideal de Chiara, y recordando atantas de entre nosotras que ya están en elparaíso, nos ha confiado tres desafíos: el del

diálogo a todos los niveles; el vivir la espiri-tualidad de comunión; y seguir el caminode cada uno de nuestros fundadores vivien-do en unidad con todos.

Somos conscientes de que todo aniversa-rio trae gracias especiales y por eso hemosquerido celebrar, aunque de forma sencilla,nuestro 40 aniversario, dando gracias a laTrinidad por los dones recibidos, por haber-nos hecho experimentar de forma constantela presencia del Hijo presente entre noso-tros, y por toda la Obra de María que nos hamirado y acompañado con delicadeza y sa-biduría como a hijas de nuestros carismas.La presencia de los primeros focolarinos yfocolarinas en dicha celebración, así comola de algunos de los responsables centralesdel Movimiento de los Focolares, nos ha de-mostrado una vez más todo el amor quesiempre han tenido hacia las religiosas.

Mensajes del mundo

Durante el encuentro, una tarde tuvimosuna conexión vía internet con distintos pun-tos del mundo, permitiendo así a muchasconsagradas y monjas vivir en directo y encomunión aquello que estábamos celebran-do en el Centro Mariápolis de Castel Gan-dolfo.

He aquí una impresión desde Porto Ale-gre: «Gracias por la espléndida transmisión denuestro 40 aniversario que nos ha unido estrecha-mente. Nos sentíamos con vosotras en la mismasala y en el corazón de la Obra de María. Nos he-mos sentido envueltas en la luz del carisma, y, alir recorriendo las etapas de nuestra historia, he-mos sentido una gran alegría y gratitud haciaChiara por habernos dado la posibilidad de viviry testimoniar la plenitud y la belleza de esta vida.

También nosotras hemos experimentado confuerza a Jesús vivo entre nosotras. El carisma dela unidad nos interpela e invita a ser nuestros ca-rismas vivos hoy, pero vividos en comunión. Esalgo que exige un verdadero cambio de mentali-

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dad de nuestra parte, algo que estamos llamadasa hacer realidad junto con toda la Iglesia; y que-remos corresponder positivamente a esta “voca-ción añadida” a la cual Dios nos ha llamado através de Chiara. Así ha nacido en nosotras es-pontáneamente el deseo de comunicar a muchasotras hermanas nuestras lo que hemos visto y vi-vido en estas horas de paraíso. Ahora estamosviendo cómo llevar esto a cabo. Muy unidas enesta gran familia que nos hace uno».

En este sentido hemos propuesto ademása muchas otras religiosas, monjas y consa-gradas que no han podido estar presentes ennuestro encuentro que celebren también el40 aniversario según sus posibilidades en lasdistintas zonas del mundo.

Las primeras en hacerlo han sido las reli-giosas de Vietnam: «Hoy, 27 de marzo, nos he-mos reunido para celebrar nuestro 40 aniversa-rio. Éramos 28 religiosas de 8 congregaciones: jó-venes, superioras, maestras de novicias. Hemosvivido un profundo momento de comunión, noshemos sentido todas hermanas, comprometidasen trabajar por llevar adelante cada día la uni-dad en la Iglesia. Hemos visto el mensaje deMaría Voce, el tema de la espiritualidad sobre lavoluntad de Dios, y comentado algo sobre nues-tra historia».

Desde Recife: «Hoy he vuelto más seriamen-te a aquello que conocí de pequeña y que sigo vi-viendo como religiosa. Quiero vivir con más serie-dad la comunión con Jesús crucificado y abando-nado, como verdadera esposa, y caminar así conmás decisión hacia la santidad. Para mí ha sidomuy fuerte vivir, renovar y profundizar con mishermanas lo esencial de nuestros carismas. Chia-ra Lubich es para mí un faro que me lleva al en-cuentro con el Padre».

Desde Australia: «Aunque estemos muy le-jos y no podamos participar en ese encuentro, nodudamos de estar en el centro del Movimiento.Esto es algo que nos da fuerza a las que estamosen el otro extremo del mundo».

Y una religiosa joven ha dicho: «Este 40aniversario es el comienzo de aquella aventura

que hace que el Movimiento de las religiosas hagamás bella la Iglesia. Son muchos los desafíos per-sonales y de nuestro mundo que se me presentancomo consagrada hija de Dios, sí, pero tambiénde este tiempo nuestro cada vez más fragmentado.De aquí surgió precisamente un impulso de reno-vación, y se repite hoy 26 de marzo de 2011, aho-ra. El 40 aniversario no es sólo un recuerdo delpasado, sino que es vida que va adelante, quesabe mirar con realismo nuestros fracasos y con-quistas; que da sentido a nuestro respirar y que lotransforma en deseo de Dios y voluntad de uni-dad. Sí, porque de esto es de lo que nosotros tene-mos necesidad y también la humanidad».

La fecha de nuestro 40 aniversario sigueiluminado nuestro caminar y nos deja elcompromiso de seguir trabajando por launidad. Creemos que así el testimonio decada una abrirá a tantas otras religiosas, so-bre todo jóvenes, nuevos caminos de comu-nión y de fraternidad. Con nuestra vida vi-vida así daremos una aportación, junto conotros, a la realización de la palabra de Jesús:«Que todos sean uno para que el mundo crea».

Unidad y Carismas

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«El Sumo Pontífice agradece su aten-to gesto, signo de comunión y de afectoespiritual, con el valor añadido de ase-gurar constantes oraciones; mientraspide abundantes dones del cielo y la ma-terna protección de la Virgen Maríapara la apreciada aportación del Movi-miento de los Focolares en la causa de launidad de los creyentes en Cristo, de co-razón le envía a Ud. y a las religiosasque siguen el carisma de Chiara Lubichy que se han unido a este filial acto dehomenaje, una especial BendiciónApostólica, extendiéndola con gusto alas comunidades religiosas a las que per-tenecen y a sus familiares».

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30. El amor de Dios Padre.

31. Vivir a Jesús que ora.

32. Propuestas de Pastoral Juvenil.

33. El Este europeo, más allá de las fronte-ras.

34. Fraternidad.

35. Martirio.

36. El amor sana.

37. Asís: diálogo entre carismas.

38. Esperanzas de inicio de milenio.

39. Habitar en armonía.

40. Evangelizar.

41. Caminar desde Cristo.

42. Fidelidad.

43. La Sabiduría.

44. Vida religiosa. ¿Respuesta a los signosde los tiempos?

45. De Subiaco a Montserrat. Monaquis-mo Benedictino en Camino.

46. El amor une.

47. El Rosario, camino de espiritualidad - I.

48. El Rosario, camino de espiritualidad- II.

49. La experiencia.

50. «Sed santos».

51. Un camino para la unión con Dios.

52. Laicos y religiosos juntos.

53. La vida religiosa y el corazón inquietode Europa.

54. Caminar con Jesús en medio de los su-yos.

55. La Eucaristía: llegar a ser Jesús.

56. Carismas para Europa y para el mun-do.

57. Religiosos jóvenes en la vida consagra-da.

58. Jesús abandonado y la vida.

59. La vida consagrada a la luz del carismade la unidad.

60. La vida consagrada en el diálogo inte-rreligioso.

61. Vivir la palabra.

62. La educación a la espiritualidad de co-munión.

63. Sentir a Dios.

64. Mi noche no tiene oscuridad.

65. Carismas para la ciudad.

66. Misioneros: Evangelio y Cultura.

67. ¿Quién construye la ciudad?

68. Para ser la palabra viva’

69. Caminando con san Pablo.

70. Chiara Lubich y los carismas.

71. Siguiendo los pasos de María.

72. El Dios de Jesús, no otro.

73. Un sacerdocio para todos.

74. Transmitir el carisma.

75. Carismas: dones del Espíritu en unaIglesia-comunión.

76. En la tierra como en el cielo.

77. «Interioridad dilatada».

78. Vino renovado en odres renovados.

79. Iglesia «semper reformanda».

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