antístenes: un testigo directo de la teoría platónica de las formas (1)

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Néstor Luis Cordero Antístenes: un testigo directo de la teoría platónica de las Formas (1) Summary. Antisthenes, one of the so many listeners of Socrates, was a direct witness of (he philosophical activity of Plato, that was about twenty-five years younger than he. Since each reality is, for Antisthenes, an entity already qualified, to which it denominates TO TTOlÓV ("the qualified one"}, with particular proper- ties, individualized by a name, it does not agree with Plato in the necessity to postulate supreme kinds (yÉVll, EL81l). These, for Aruisthenes, are only naked fictions, qualities in herselj. If the ontological status of Forms is left of side (non- existent realities,jor Antisthenes; supreme reali- ties,jor Plato), the interpretation of Antisthenes agrees with the examples presented by Plato in its dialogues: the Equality, the Greatness, the Parity, the Whiteness, etc. But in the case of substantial realities (like the man, the mud, the bed, the fire), the Plato of the dialogues does not have a clear and precise answer. Antisthenes seems to reproach to him that, so that its theory has universal value, it would be necessary to postulate the Equinity as Form of the horse, or the Humanity as Form of the mano And Plato seems to have accepted the challenge because in anecdotes related by Diogenes Laertius it would have spoken of the Cup-ness or the Spun- ness. Nothing of that is found in the dialogues, but perhaps the challenge of Antisthenes moved Plato to modify in the Sophist the ontological status of Forms and to consider them like givers communicability. Key Words: Platón, Antisthenes, Forms, Ideas. Resumen. Antístenes, uno de los tantos oyen- tes de Sócrates,jue un testigo directo de la activi- dad filosófica de Platón, que era unos veinticinco años menor que él. Dado que cada realidad es, para Antístenes, una entidad ya calificada, a la que denomina precisamente "lo calificado" (TO TTOlÓV), con propiedades particulares, individua- lizada por un nombre, no concuerda con Platón en la necesidad de postular géneros supremos (yÉVll, d81l). Éstos, para Antistenes, son solo fic- ciones desnudas, cualidades en sí, hispotasiadas a partir de lo ya calificado. Si se deja de lado el status ontolágico de las Formas (inexistentes, para Antístenes; realidades supremas, para Pla- tón), la interpretación de Antístenes coincide con los ejemplos presentados por Platón en la mayor parte de sus diálogos: la Igualdad, la Grandeza, la Paridad, la Piedad, la Blancura, etc. Pero en el caso de realidades sustanciales (como el hombre, el barro, la cama, elfuego), el Platón de los diálo- gos no tiene una respuesta clara y distinta. Antís- tenes parece reprocharle que, para que su teoría tenga valor universal, habría que postular la Equinidad como Forma del caballo, o la Huma- nidad como Forma del hombre. Y Platón parece haber aceptado el desafio porque en anécdotas relatadas por Diágenes Laercio habría hablado de la Tazidad o de la Cucharidad. Nada de eso queda en los diálogos, pero quizá el desafio de Antístenes llevó a Platón a modificar el status ontológico de las Formas en el Sofista y a consi- derarlas como dadoras comunicabilidad. Palabras clave: Platón, Antístenes, Formas, Ideas. Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XLVI (117/118),119-128, Enero-Agosto 2008

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Page 1: Antístenes: un testigo directo de la teoría platónica de las Formas (1)

Néstor Luis Cordero

Antístenes: un testigo directo dela teoría platónica de las Formas (1)

Summary. Antisthenes, one of the so manylisteners of Socrates, was a direct witness of (hephilosophical activity of Plato, that was abouttwenty-five years younger than he. Since eachreality is, for Antisthenes, an entity alreadyqualified, to which it denominates TO TTOlÓV

("the qualified one"}, with particular proper-ties, individualized by a name, it does not agreewith Plato in the necessity to postulate supremekinds (yÉVll, EL81l). These, for Aruisthenes, areonly naked fictions, qualities in herselj. If theontological status of Forms is left of side (non-existent realities,jor Antisthenes; supreme reali-ties,jor Plato), the interpretation of Antisthenesagrees with the examples presented by Plato inits dialogues: the Equality, the Greatness, theParity, the Whiteness, etc. But in the case ofsubstantial realities (like the man, the mud, thebed, the fire), the Plato of the dialogues does nothave a clear and precise answer. Antisthenesseems to reproach to him that, so that its theoryhas universal value, it would be necessary topostulate the Equinity as Form of the horse, orthe Humanity as Form of the mano And Platoseems to have accepted the challenge becausein anecdotes related by Diogenes Laertius itwould have spoken of the Cup-ness or the Spun-ness. Nothing of that is found in the dialogues,but perhaps the challenge of Antisthenes movedPlato to modify in the Sophist the ontologicalstatus of Forms and to consider them like giverscommunicability.

Key Words: Platón, Antisthenes, Forms,Ideas.

Resumen. Antístenes, uno de los tantos oyen-tes de Sócrates,jue un testigo directo de la activi-dad filosófica de Platón, que era unos veinticincoaños menor que él. Dado que cada realidad es,para Antístenes, una entidad ya calificada, a laque denomina precisamente "lo calificado" (TOTTOlÓV), con propiedades particulares, individua-liza da por un nombre, no concuerda con Platónen la necesidad de postular géneros supremos(yÉVll, d81l). Éstos, para Antistenes, son solo fic-ciones desnudas, cualidades en sí, hispotasiadasa partir de lo ya calificado. Si se deja de ladoel status ontolágico de las Formas (inexistentes,para Antístenes; realidades supremas, para Pla-tón), la interpretación de Antístenes coincide conlos ejemplos presentados por Platón en la mayorparte de sus diálogos: la Igualdad, la Grandeza,la Paridad, la Piedad, la Blancura, etc. Pero en elcaso de realidades sustanciales (como el hombre,el barro, la cama, elfuego), el Platón de los diálo-gos no tiene una respuesta clara y distinta. Antís-tenes parece reprocharle que, para que su teoríatenga valor universal, habría que postular laEquinidad como Forma del caballo, o la Huma-nidad como Forma del hombre. Y Platón parecehaber aceptado el desafio porque en anécdotasrelatadas por Diágenes Laercio habría habladode la Tazidad o de la Cucharidad. Nada de esoqueda en los diálogos, pero quizá el desafio deAntístenes llevó a Platón a modificar el statusontológico de las Formas en el Sofista y a consi-derarlas como dadoras comunicabilidad.

Palabras clave: Platón, Antístenes, Formas,Ideas.

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Los historiadores de la filosofía discutendesde hace siglos si es lícito hablar de una "teo-ría" platónica de las Formas, ya que cuandoPlatón habla de la solución que propuso paraexplicar la realidad de "las cosas" prefirió utilizarla noción de "hipótesis" (cf. Fedón, 9ge-IOla).No obstante, si interpretamos la palabra "teoría"etimológicamente, y si la escribimos con "th", lapolémica desaparece, ya que "theoria", en griego,del verbo "theoráo", es literalmente una visión,una mirada, y en ese caso no caben dudas de quePlatón observó la realidad a partir de una pers-pectiva propia, y el resultado de esa mirada, o,ahora podemos decir, de esa "theoria", es lo quellamamos "la filosofía de Platón". Y el núcleocentral de dicha filosofía está constituido por lasnociones de EL80S' y de L8Éa, conceptos retorna-dos a veces por ciertas fórmulas que describenrealidades en sí, inteligibles, que son la garantíade la multiplicidad sensible. Hasta acá, con ciertooptimismo, podemos hablar de unanimidad entrelos estudiosos.

Pero no caben dudas de que la unanimidaddesaparece cuando se trata de interpretar la teo-ría de las Formas de Platón (conservo la palabra"teoría" por comodidad, y prefiero hablar de For-mas -sin que ello implique que soy adepto de losintérpretes anglosajones- debido a la equivocidaddel término "idea"). Las posibilidades de inter-pretación de dicha teoría son tan numerosas quees mejor no decir nada. Gran parte de los intentosde interpretación son víctimas de esquemas ana-crón icos (kantianos, hegelianos, analíticos, etc.).Los estudiosos más responsables, en cambio, hanhecho esfuerzos titánicos para intentar ubicarseen el contexto de la época, para ponerse, imagi-nativamente, en la situación privilegiada de unestudiante de la Academia o de un colega filósofoque hubiese estado escuchando al maestro Platón,en vivo y en directo, como en la televisión. Pero siacabo de utilizar el adverbio "imaginativarnente"es porque nadie pudo llevar a cabo ese viaje haciael pasado, que sólo existe en las obras de cienciaficción.

Esta conclusión más bien pesimista ¿suponeque nunca sabremos cómo recibieron sus con-temporáneos la filosofía de Platón? En absoluto.Contamos con un testigo de primera mano, conel comentario de alguien que siguió de cerca el

itinerario de Platón, tan de cerca que la relaciónentre ambos fue más bien tempestuosa, pero que,para criticar al maestro, tuvo que escucharlo oleerlo, es decir, comprender su "theoria", y, sinuestra hipótesis de trabajo es válida, este coetá-neo fue incluso escuchado por Platón, si damosfe a ciertas anécdotas. Este testigo directo de laactividad platónica fue Antístenes, Antístenes deAtenas.

Antes de decir dos palabras sobre este per-sonaje debemos reconocer que su testimonio esinvalorable, y esto por dos razones. En primerlugar porque todas las interpretaciones de la filo-sofía de Platón que conocemos son tardías, inclu-so la de Aristóteles, que era unos sesenta añosmás joven que Antístenes; y, fundamentalmente-segunda razón- porque, a diferencia del primerAristóteles, que habla a veces de "nosotros, losplatónicos", Antístenes es un enemigo declaradode Platón, que no intenta ni adaptar ni adoptarsu filosofía, y de las razones que invoca para nocompartirla surge, como ocurre con el negativo deuna fotografía, el lado positivo de la concepciónplatónica. Mao dijo que nadie nos conoce mejorque nuestros enemigos. Seamos provisoriamentemaoístas e intentemos conocer a Platón gracias aAntístenes.

Ahora sí, ¿quién era Antístenes? Era unode lo tantos seguidores de Sócrates, entre diez yquince años más joven que él, hijo de un atenien-se y aparentemente de una esclava tracia, debidoa lo cual no era considerado como ciudadano. Lopoco que se sabe sobre él se encuentra en estudiosconsagrados a los cínicos, ya que Diógenes elcínico fue discípulo suyo. Si esto es verdad -eslo que se dice, pero si tenemos en cuenta la fechade llegada de Diógenes a Atenas, Antístenes eraya casi centenario- suele atribuirse ya al maestroalgunos rasgos de la marginalidad que caracteri-zó a los cínicos, y, un poco exageradamente, serelaciona esta marginalidad con el origen socialun tanto espurio de Antístenes. La única conclu-sión que puede extraerse de esta situación es unacierta afinidad con la personalidad de Sócrates,quien, voluntariamente en su caso, se considerabaa sí mismo como un individuo "marginal". De ahía deducir que esta suerte de "solidaridad de cla-ses" habría acercado a Antístenes más a Sócratesque el aristocrático Platón, y que esta preferencia

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habría suscitados los celos de Platón, es bastanteazaroso.

Dijimos que Antístenes fue uno de los tantosseguidores de Sócrates, pero Diógenes Laercioafirma que fue también "oyente" de Gorgias(VI.l). Si el dato es fidedigno, Antístenes parecehaberse interesado en la filosofía ya desde joven.En efecto, si Gorgias permaneció en Atenasentre 427 y 425, Antístenes tenía por entoncesalrededor de veinticinco años. Esta inferencia esinteresante porque siempre se ha visto una alusióna Antístenes en una frase sibilina de Platón en elSofista acerca de "los viejos que se inician en lafilosofía" (251b). Una forma de hacer coincidirambos testimonios consiste en suponer que, paraPlatón, alguien que podría reivindicar una heren-cia gorgiana no era digno de ser consideradofilósofo, pero que sí pudo pretender serio recién alllegar a una edad avanzada, aproximadamente alos ochenta y cinco años, es decir, cuando leyó-ycriticó- la obra de Platón. Llegamos así, natural-mente, al punto central de nuestra comunicación:es muy probable que Antístenes criticara a Platóna partir de su propia filosofía, ya sea que ésta seencontraba sólo en ciernes, o ya completamenteelaborada. Sea como fuere, sabemos que la con-temporaneidad en el tiempo de Antístenes y dePlatón (incluso si el primero es unos veinticincoaños mayor que el segundo) posibilitó un diálogofilosófico, tempestuoso pero fecundo, que nopuede dejamos indiferentes.

Como es sabido, Antístenes fue un autor muyprolífico, pero quizá por no encabezar una institu-ción, sus obras se perdieron y, como en el caso delos Presocráticos, sólo quedan citas sus trabajos,recogidas por autores de la antigüedad que tuvie-ron la suerte de poseer sus libros. De los títulosde sus sesenta y tres obras, conservados porDiógenes Laercio (VI), se deduce que Antístenesse interesó especialmente en el lenguaje, o, si seprefiere, en la noción de lógos en tanto discurso ynombre de las cosas (volveré sobre este punto). Yes a partir del origen de los nombres que Antís-tenes interpreta, polémicamente, el papel queen ese sentido juegan las Formas en Platón. LasFormas, para Platón, son "nominadoras": tanto elonomárein como los onómata dependen de ellas.Basta citar el conocido pasaje del Fedán 102b,"cada una de las Formas existe y todas las otras

cosas al participar de ella, adquieren su nombreespecífico (érnovuuúi)", Para Antístenes, en cam-bio, como para él las Formas no existen (ya queson sólo "nociones desnudas", como veremos),pareciera (y utilizo el potencial porque, comotambién veremos, es difícil conocer con precisiónla filosofía de Antístenes), pareciera, entonces,que el nombre surge naturalmente de cada cosa,como una suerte de descripción de la misma. Siesto es así, no sería exagerado afirmar, comoya había dicho Schleiermacher, que Antístenespuede esconderse tras la máscara de Cratilo en elCratilo de Platón(2).

Una cuestión previa, antes de continuar: ¿Porqué es difícil conocer el pensamiento de Antíste-nes? Algo ya dijimos: sólo quedan algunas citastextuales de sus libros, y una gran cantidad deanécdotas. Ahora bien: las anécdotas suelen serútiles cuando provienen de contemporáneos y serefieren a ideas, y no sólo a actitudes, que pode-mos cotejar con los textos auténticos. Pero en elcaso de Antístenes la mayor parte de las anécdo-tas parecen haber sido elaboradas a posteriori,en función de su discípulo cínico Diógenes. Dosejemplos, apenas: Antístenes habría dicho "pre-fiero la locura al placer", y habría deseado a susenemigos que sus hijos vivan en el lujo, es decir,en plena decadencia. Respecto de las escasas citasliterales, dos de ellas, quizá las más importantes(ya las veremos) se encuentran en Aristóteles, enun contexto violentamente crítico e incluso iróni-co, lo cual nos invita a tomarlas con precaución.

Veamos Antístenes, entonces, con los recau-dos ya anunciados, pero debemos tomar unadecisión acerca de un posible círculo vicioso:¿debemos comenzar por descifrar las ideas deAntístenes y, en función de ellas, exponer suinterpretación de las Formas de Platón, o, en cam-bio, comenzaremos por su crítica de las Formas ydeduciremos luego qué propuso Antístenes comosolución personal para expl icar la realidad delas cosas? En ambos casos llegaremos al mismopunto de partida, como ocurre en todo círculo (yaHeráclito lo había explicado en su fr. 103), perouna solución podría ser la siguiente: (a) comenzarcon el punto que Antístenes critica en Platón; (b)deducir luego, a partir de esta crítica, cuál es laposición filosófica de Antístenes, y (e) finalizar

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con la interpretación de la filosofía de Platón quejustifica su crítica.

La presentación del primer punto, (a), sucrítica de Platón, será muy breve: Amonio afirmóque para Antístenes "los yÉvr¡ y las formas (EL'8r¡)son nociones desnudas (tj;LAaLS"ETTLVOLaLS")"(InPorph. Isag. 40.6); de ellas no hay sensación,pero, como no hay nada superior a la sensación-que es propia de los seres vivos- no es posibleelevarse hacia las mismas con el lógos. Dejosin traducir la palabra lógos porque se trata delnúcleo central de la filosofía de Antístenes, alpunto de que, según Diógenes Laercio, "fue elprimero (rrprirroc) en definir (úipLuaTo) el lágos".Pero, para comprender qué sentido tiene la pala-bra lógos en Antístenes, debemos pasar a nuestropunto (b), ¿qué interpretación de la realidad pro-puso nuestro filósofo?

(b) Para Antístenes no hay conceptos genera-les (para Platón, "Formas") y, por consiguiente, nopuede haber definiciones, ya que éstas pretendendefinir esencias. ¿Qué es lo que hay, entonces?Hay sólo entidades individuales caracterizadas,ya, por un conjunto de cualidades. Lo individualno se explica por la presencia en ellos de cualida-des en sí, sino que cada cosa se presenta ya "cali-ficada", y por esta razón cada entidad individuales llamada TO rroi.óv, lo calificado, y cada rroróv,es un cuerpo compuesto a partir una síntesis de"propiedades", como veremos en un texto Simpli-cio (In Cato 8 b 25). Ahora bien; lo calificado estáindividualizado, caracterizado, por un nombre, ypor esa razón, cuando el nombre está bien aplica-do a una cosa, basta con conocer el nombre paraconocer la cosa. Antes de explicar esta frase, locual nos llevará cierto tiempo, digamos que todasemejanza entre Antístenes y un nominalista,que parecería imponerse, es ilusoria. ¿Por qué?Porque para Antístenes el nombre consagra unarealidad objetiva, un conjunto de propiedadesque hacen que cada cosa sea ya algo cualificado.0, si se prefiere, Antístenes va de la realidad alnombre, y no del nombre a la realidad.

La originalidad de Antístenes consiste enafirmar que el nombre de cada cosa encierrasu significación, su sentido. Es por esta razónque, en un texto auténtico transmitido por Epic-teta Antístenes dice que "el principio (dpXTí)de la educación (o, si se prefiere, de la cultura,

(rraL8ECa) es el examen (ErrLuKEtj;lS")de los nom-bres (ovdu«rc)" (Conversaciones, 1,17.11-2).No debe extrañar entonces que para Antístenesónoma y lógos sean sinónimos. Hemos llegado demanera totalmente natural a la concepción antis-ténica del lógos, que, como habíamos anunciado,es muy especial. Lógicamente, el examen de losnombres, para que ellos puedan educar, debebasarse en la utilización correcta, pertinente, delos mismos. Según Diógenes Laercio, Antísteneshabría escrito incluso un libro titulado Sobreel uso de los nombres (VI.I7). Llegados a estepunto, y a falta de textos auténticos que nos per-mitan justificar su posición, Antístenes pareceríaincurrir en un círculo vicioso, ya que para cono-cer algo bastaría con analizar su nombre cuandoéste está utilizado correctamente, pero para sabersi un nombre está utilizado correctamente, hayque conocer perfectamente, y con anterioridad, larealidad a la cual se aplica.

Sea como fuere, como para Antístenes no hayesencias, el conocimiento de cada cosa surge desu nombre, que describe "cómo es" algo (rrotovEUTlV), y no "qué es", lo cual es lógico ya quecada cosa es, de por sí, un "rrotov". Cuando Aris-tóteles critica esta posición, dice que para saberqué es la plata, Antístenes no responde al "TO TLéoru. ", sino que afirma que es "como el estaño"(Met. H.3.1043b). Este comentario de Aristótelesforma parte de su crítica general de la posiciónde Antístenes que niega todo tipo de definición,lo cual, dentro de su sistema, es coherente, ya quesólo hay definición de la esencia, y para él no hayesencias. Esta crítica de Aristóteles nos permiteentrar de lleno en la posición más original deAntístenes, su concepción del lógos (tan originalque, como dijimos, Diógenes Laercio lo consideracomo el primero que definió ellógos).

En el pasaje citado, Aristóteles dice que paraAntístenes la definición (óoov) sería un lógosj.1aKpóS",un gran lógos. ¿Qué es ellógos, entoncespara Antístenes? Veamos la ya mencionada defi-nición que se encuentra en Diógenes Laercio. "Ellógos, dice Antístenes, muestra (o "es mostradorde": (8r¡AWV)lo que era (TO TL ~v) o lo que es (TiEun)" (VI.3). Un análisis detallado de esta defi-nición nos alejaría de nuestro tema. En todo caso,es evidente que Antístenes ya se ha alejado deGorgias, para quien el lógos ni muestra ni revela

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(fr.3 § 83-7), Yque lógos no se compromete con elfuturo: muestra lo que era, por ejemplo, el ónoma"dinosaurio", lo que era un dinosaurio, o lo quees, por ejemplo, el ónoma "pollo", lo que es hoyun pollo; pero el lógos no puede comprometersecon el futuro, porque quizá, genéticamente, seconsiga algún día producir pollos cuadrúpedos,para satisfacer las demandas del mercado.

El lógos, entonces, muestra, y nada muestramejor lo que es algo que su nombre, su ónoma.En otro pasaje de la Metafísica Aristóte1es, unavez más en un contexto fuertemente crítico diceque, para Antístenes, "sólo es posible enunciarel lógos propio (OLKELO<;AÓYO<;):uno para cadauno (EV E<j>'ÉVó<;)", mientras que en realidadel lógos de algo puede ser tanto único, el desu esencia, como múltiple, el de ésta más susaccidentes (~.29.1024b26). En efecto, en vez desuponer un [WKpÓ<;lógos, Antístenes reduce ellógos al ánoma, como se deduce de la anteriorcita de Aristóteles. Decimos «se deduce» porquela mayor parte de los intérpretes traduce la frase«uno para cada uno» como si ella se refiriera a«un lógos (Ev) para cada cosa (É<j>'ÉVó<;)>>,lo cuales una aberración, ya que EV, neutro, no puedehacer alusión a lógos, masculino. La traducciónliteral es «un ánoma, neutro, para cada cosa». Yese ónoma es su lógos propio.

La concepción del lógos de Antístenes nospermite comprender cómo el filósofo interpretó latheoría de las Formas de Platón, que era nuestropunto (e), Ya vimos que, como el nombre-lógossurge naturalmente de cada rrorov, no es necesa-rio suponer una instancia superior «nominadora»,como sería la Forma platónica. Ahora bien: cadarrorov es un particular concreto, o, como leemosen Simplicio, es «un cuerpo (coíuo) y un com-puesto (eJUV8ETOV)>>(ya que es un conjunto decualidades o propiedades) (In Cato 8 b 25). Elstatus ontológico del rroióv, lo ya calificado, nosupone que previamente exista una cualidad; éstasería para Antístenes una abstracción elaboradaa partir de lo calificado. Éste, en tanto corpóreo,es captado por la sensación, y, a lo sumo sería lacausa (TO Év aLTlou TdeEL) de la cualidad, quelo seguiría en tanto efecto (TO w<;o'rrore'Xecuc)(Simplicio, pasaje citado). Dado este carácterhipotético de la Forma, no hay de ella lógosposible. Por esta razón, dice Simplicio en el texto

ya citado, «lo calificado es más conocido y máspróximo que la cualidad; tanto es así que hayquienes suprimen la cualidad, como si no tuvieraninguna subsistencia, mientras que nadie suprimelo calificado».

O sea que Antístenes interpreta las Formascomo cualidades hipostasiadas, es decir, forjadasa partir de cualidades que la sensibilidad detectaen lo ya calificado. Para Antístenes, como sóloexisten realidades individuales ya calificadas,la cualidad o la propiedad, que es forzosamenteuniversal -pues debe aplicarse a la multiplicidadindividual- privada del soporte concreto, es sólouna «noción desnuda». Pero -y éste es el puntomás interesante de la posición de Antístenes-estas «nociones desnudas», como son hipostasia-das a partir de lo calificado, devienen cualidadesen sí.

Ahora bien: las Formas platónicas ¿son reco-nocibles en esta interpretación de Antístenes? Essabido que Platón nunca definió claramente cuáles el status ontológico de sus Formas, de esasrealidades en sí a las cuales alude frecuentementemediante fórmulas tales como «lo que es real-mente X», o «lo X en sí mismo», o «la realidadreal (ousía) de X». Así y todo, hay un hechocomprobado: en la inmensa mayoría de los casos,«X» es un adjetivo, a veces sustantivado, y Platónno tendría inconveniente alguno en admitir quelas Formas son cualidades en sí, pero reales (enel Fedro utiliza la fórmula «oúoto OVTW<; oVeJa»,«realidad realmente real», 247c7), y no merasnociones desnudas. En realidad, suponer que lasFormas son cualidades en sí resuelve los proble-mas planteados por la participación y por la pre-sencia, esenciales para su filosofía. Y sin duda poresta razón, Platón inventa el término «cualidad»,rrorc rnc. Los historiadores de la lengua griega,comenzando por Chantraine (111, 921), así loafirman. El evento tiene lugar en el Teeteto (l82a)cuando la discusión gira en torno de la igualdado la paridad que se encuentra en las cosas, ySócrates dice que todo es diferente cuando setrata de la rrOLÓTTj<;,término que seguramenteparecerá «extraño» (cinÓKOTOV)a su interlocutorcuando se lo usa «en general» (dópoov) ¿Por quéextraño? Porque el contexto acaba de estudiar«casos» particulares de TO rrordv (cosas pares o

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impares) cuando la discusión debe tener en cuentaespecialmente ~ TTOLÓTllS.

Desde el momento en que las Formas estánexpresadas por adjetivos (a veces sustantivados),afirmar que son cualidades, entonces, parece res-petar la ortodoxia platónica, si bien hay algunasexcepciones, que ocuparán nuestra atención enla conclusión de este trabajo. Veamos en primerlugar la regla general. Ya desde los primerosdiálogos, la noción de Forma es utilizada comogarantía del conocimiento, de la denominación yde la existencia de los casos particulares. Y desdeel Eutifrón hasta Las leyes, los ejemplos de For-mas se refieren a cualidades, propiedades o valo-res, lo cual es mucho más evidente en griego queen las traducciones: lo piadoso, lo bello, lo bueno,la igualdad, la grandeza, la pequeñez, lo seme-jante, lo diferente, lo par, lo impar, lo mismo. Entodos esos casos, la Forma «transmite» su physis,que es una cualidad (por ejemplo, la piedad estápresente en las acciones piadosas en el Eutifrán,la igualdad en los trozos de madera iguales, y lagrandeza o la pequeñez en Sócrates, según la per-sona a la que se lo compare en el Fedón, etc.).

O sea que la interpretación de Antístenes nosólo es pertinente sino que hasta permite a Platónjustificar la participación de lo individual en laForma, y la presencia de ésta en lo individual,puntos centrales de su filosofía. ¿Por qué? Porqueuna cual idad está -digamos- programada paradevenir atributo o propiedad, lo cual nos permitehablar de un caballo blanco, o de una acción pia-dosa, individuos (el caballo o la acción) que par-ticipan de la «blanquidad», en griego AEUKÓTllS ode la «piadosidad», en griego OOLÓTllS, términosemparentados, en griego, a TTOLÓTllS. El esquemaes claro y distinto, y sólo problemas de traducciónlo hacen problemático, ya que no es fácil detectar(especialmente en lenguas que no son el griego)el carácter de «cualidad» que poseen ciertos adje-tivos substantivados. En realidad, la Forma de laJusticia es la Justicialidad y la del coraje, la Cora-jidad. O sea que, dejando de lado la valoraciónde las Formas (para Platón, realidades supremas;para Antístenes, «nociones desnudas»), encararlascomo cualidades en sí es extremadamente útilpara Platón.

Es en este momento en que Antístenes entraen escena ... Si, como dice Platón, las Formas son

dadoras de esencia y de existencia, todo ámbitode la realidad debe reconocer una Forma comogarantía, como paradigma, o, como subraya coninsistencia Sócrates en el Fedán, como causa.No puede haber excepciones. Pero en la realidad,además de cual idades, propiedades y atributos,hay «substancias», como el ser humano, los ele-mentos, los animales. Si Platón es coherente, tieneque admitir que hay también una Forma comogarantía de cada entidad sustancial; y, para quedicha Forma pueda estar presente en los casosindividuales, y para que éstos puedan participarde ella, ella debe ser una cualidad. Como siquisiera recordarle esta exigencia de coherencia,Antístenes, en un texto probablemente auténtico(ya que hay varios testimonios del mismo, inde-pendientes entre sí), habría cuestionado a Platónacerca de la forma correspondiente al caballo,que no puede ser otra que la Equinidad, es decir,la propiedad o cualidad de ser caballo. En eltexto de Simplicio que hemos citado en variasocasiones, después de afirmar que Antísteneseliminaba (dvm.poüot) la cualidad (TTOLÓTllS)

para sostener sólo la existencia de lo calificado,TO TTOLÓV, el autor neoplatónico agregaba: «Esasí como Antístenes admite ver el caballo, perono [admite] ver la equinidad». El caballo es, paraAntístenes, un conjunto (aúv8ETov) de «cuali-dades» (mamífero, cuadrúpedo, domesticable,etc.) que se encuentra ya en lo calificado. ParaPlatón, esta realidad individual, TO TTOLÓV, seexplicaría por la existencia de una cualidad en sí:la Equinidad, que, a partir de la introducción de laparticipación de las Formas entre sí en El solista,podría interpretarse como una combinación de laMamiferidad, de la Cuadrupidad, de la Domesti-cabilidad, pues un caballo es un mamífero cua-drúpedo domesticable. Es decir que si bien porcomodidad hoy podemos hablar de la Forma delCaballo, Platón pudo haber hablado de la Formade la Equinidad, ya que sólo una cualidad puedetransmitir (<<participar», en la jerga platónica)cualidades o propiedades.

Pero la referencia a una cualidad del tipo dela Equinidad no es un caso único, aislado. Antís-tenes, en el texto de Amonio ya citado, repite lafórmula «veo el caballo, pero no veo la Equini-dad», y agrega: «veo el hombre pero no veo laHumanidad (o «la Horninidad»: dv8pwTTÓTlls)

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(In Porph. Isag., 40.6). Esta misma fórmula seencuentra repetida literalmente en un epigra-ma recogido por Tzetzes (Chil. VII, 605-9). Aestos textos hay que agregar los testimonios delcomentador Elias (In Porph. Isag. p. 47, 14-19) Yde David, un filósofo del siglo V (In Porph. Isag.p. 109, 12-16).

Los ejemplos elegidos por Antístenes cons-tituyen el talón de Aquiles de Platón, ya quedebieron haber obligado a éste, para universalizarsu teoría, a fabricar neologismos que transformanlos sustantivos en cualidades, y posibilitar así laparticipación y la presencia de los mismos en loscasos individuales. En efecto, tanto el caballocomo el ser humano son oúcúu., y éstas, en elcaso de la participación son forzosamente «suje-tos». No pueden ser, en sí, predicados, salvo quese los transforme en cualidades para poder serobjeto de participación. Un sujeto, en cambio, nopuede dividirse en partes para poder «participar»,dificultad que Platón tratará en el Parménides.

Lo cierto es que, ya sea llevado por unaevolución lógica de su pensamiento, ya sea moti-vado por el desafío de Antístenes que lo obligaa asumir estos neologismos que transforman lassustancias en cualidades (sobre los cuales volve-remos), en el diálogo siguiente al Teeteto -si acep-tamos la cronología tradicional-, el Parménides,Platón debe ocuparse del espinoso problema de la«cantidad» de las Formas, es decir, ¿de qué hayFormas? ¿De todas las cosas -como debiera ser-?Si la respuesta es positiva, Platón está condenadoa transformar sustancias en cualidades. ¿Sólo dealgunas? Si la respuesta es positiva, Platón deberáadmitir una aplicación restringida de su teoría. Laalternativa es angustiosa.

Lo cierto es que Platón aprovecha el «reju-venecimiento» de Sócrates en el Parménidespara hacerle exponer, de manera simple e inclusodogmática, no sólo los lineamientos generales desu concepción de las Formas, también sus dudas,como si buscara una respuesta a la alternativa enla que parece haberlo encerrado Antístenes: obien las Formas comunican naturalmente y soncualidades en sí (y habría entonces que admitirla transformación de las sustancias en cualidadessustantivadas, como en el caso del caballo y laEquinidad), o las entidades sustanciales quedanprivadas del sustento de las Formas.

Interrogado por Parménides (que es, sin lugara dudas, el alter ego del Platón de la vejez, quedialoga con en Platón precedente, representadopor Sócrates) sobre la «población» -digamos- deluniverso de las Formas, Sócrates admite inmedia-tamente, sin discusión, que existe la Forma de lasemejanza, de la unidad, de la pluralidad, de lojusto, de lo bello, del bien, es decir, repite cuantoPlatón le había hecho exponer hasta entonces. Nocaben dudas de la existencia de Formas cuandose trata de propiedades, cualidades, valores. PeroSócrates -o sea, el Platón previo al Parménides,anterior quizá también a su diálogo con Antíste-nes- se encuentra en un dificultad (év drropúi ...yÉyova) cuando se trata de admitir Formas delser humano, del fuego o del agua (y, suponemos,de los otros elementos), y es radicalmente hostila admitir Formas del cabello, del barro o de labasura (130c).

Este pasaje es de una importancia capital,ya que el ser humano, los elementos, el cabello,el barro y la basura son realidades sustanciales,ousiai, como el caballo del ejemplo de Antístenes(quien habría también aludido ya al ser humano).No caben dudas de que estamos en una etapaen la que Platón examina su pasado en formacrítica. En efecto, en diálogos anteriores, aunqueen forma excepcional, Platón había hablado yade Formas que no se referían a propiedades ocualidades, sino a lo que podemos llamar «esta-dos», como el movimiento o el reposo (que seránretomados en El solista), o la perfección (dperri)en el Menón e incluso la vida, en el Fedón 106d,cuando Platón dice que la Forma de la vida esinmortal. Y podemos agregar el caso de Formasque se refieren a realidades substanciales, comolas abejas del Menón, o a arte/acta, como la camaen la República y la lanzadera en el Crátilo.

De la misma manera en que ciertas afir-maciones formuladas en forma un tanto lige-ra en ciertos diálogos, recién encuentran sujustificación tiempo después (un ejemplo clásicoes la combinación de las Formas, presente envarios diálogos anteriores y recién justificadaen El sofista), el Platón precedente, disfrazadode Sócrates en el Parménides, duda o rechazaproponer Formas como garantía de las realidadessustanciales, sean éstas neutras o directamentesin valor(3). Pero recién dijimos que este pasaje es

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de una importancia excepcional porque, cuandoSócrates se niega a admitir Formas de dichas rea-lidades, el Platón «actual», el que está escribiendoel Parménides, le dice, por boca de Parménides,a su alter ego, el Platón joven representado porSócrates: «Lo que ocurre es que todavía eresjoven, Sócrates, y la filosofía no te ha aún atra-pado como, estoy seguro, te atrapará cuando nodesdeñes ninguna de estas cosas. Por el momento,y en razón de tu edad, tienes todavía en cuentalas opiniones de los hombres»(4). En otro pasajefundamental, antes de reemplazar a Sócrates porun interlocutor menos dogmático, Parménides (esdecir, el Platón de hoy) le dirá al Platón de ayer(es decir, al joven Sócrates) que no tema dedicarsu tiempo a eso que la masa llama «charlatane-ría» (135d).

Ahora bien: después de haber escrito elParménides, y para que su teoría de las Formastuviese valor universal, es decir, para que pudieradar razón no sólo de las cualidades sino tambiénde los estados y de las realidades sustanciales,¿decidió Platón tomar el toro por las astas y enca-ró, en algunos casos límites, la transformaciónen cualidades de ciertas realidades sustanciales?Nunca lo sabremos, pero, según un testimoniode Simplicio, cuando, dialogando con Platón,Antístenes reconoció ver el caballo pero no laEquinidad, Platón le habría respondido: «porquesólo posees los ojos con los que se ve el caballo,pero no posees aquello con que se contempla(6EWpELTaL) la Equinidad (lTTTTÓTTjS-)>>(In Catop. 208). O sea que Platón habría asumido comopropia la noción de Equinidad, al punto de acusara Antístenes de ser incapaz de percibirla.

Lamentablemente, ningún diálogo (ni ante-rior ni posterior al Parménides) registra esta clasede neologismos, pero no sería extraño que elloshubiesen circulado en el interior de la Acade-mia. Diógenes Laercio (VI.53) relata que en unaocasión en que Platón dialogaba (8WAEyO[l.ÉVOV)sobre las Formas (TTEPi. l8EWV) utilizando losnombres de «mesidad» (TpaTTE(óTTjTa) y de«tacidad» (Kua6óTTjTa), Diógenes el cínico, queestaba presente, le dijo que él veía la mesa y lataza, pero de ninguna manera la «mesidad» o la«tacidad», a lo cual Platón respondió -como lehabría respondido a Antístenes, según el testi-monio de Simplicio- que ello se debe que a que

él no posee los ojos con los que se ve (~AÉTTETaL)la «mesidad» y la «tacidad». Aunque es probableque Diógenes Laercio atribuya a su homónimoDiógenes el cínico un pretendido diálogo que Pla-tón pudo haber entablado con su maestro Antíste-nes, una vez más Platón reivindica estos absurdosneologismos que, pragmáticamente, le permitenuniversalizar la tarea de las Formas.

Como ya dijimos, no quedan rastros en losdiálogos platónicos de este intento de extender aotros neologismos la tarea de onomatourgás (cf.Cratilo, 389a) que ya se permitió ejercer cuandocreó la palabra TTOLÓTTjS-. Si bien parece exage-rado considerar el diálogo con Antístenes comoparte de un libro de éste, el Sáthon (difícilmenteel autor se hubiese dejado acusar por parte de suenemigo de ser incapaz de captar la Equinidad),los numerosos testimonios del intercambio depalabras entre ambos filósofos encierran segura-mente algo de verdad.

Ha llegado el momento de poner un pocode orden en este trabajo un tanto deshilvanado.Cuando se encara el pensamiento de un filósofo,es casi imposible hacerlo sin ciertas ideas pre-vias, que luego pueden confirmarse o revelarseinadecuadas. En mi caso personal -y mi posiciónno es nada original- desde hace tiempo encaro lafilosofía de Platón como una búsqueda constante,lo cual será heredado por su discípulo Aristóteles.Esta búsqueda lo lleva a tratar las mismas cues-tiones desde perspectivas diversas, a confirmara posteriori ciertas ideas avanzadas a priori, y,fundamentalmente, a hacerse eco de los proble-mas filosóficos del momento; es por eso que en laacción dramática de los diálogos abundan las pis-tas que se ofrecen al lector para ubicar el momen-to de los encuentros, de las conversaciones.

Este diagnóstico general se confirma cuando,poco después de haber cumplido los sesenta años,Platón regresa de su prolongado segundo viaje aSicilia, y, sin duda para poner un poco de ordenen sus ideas y para exponer sus puntos de vistasobre el tema que empieza a estar de moda, lafilosofía del lenguaje, en especial la relación entreel discurso y la verdad (y la consiguiente dificul-tad de explicar el logos falso), Platón escribe tresdiálogos atípicos: el Teeteto, el Parménides y Elsofista. En el primero no consigue demostrar quées el conocimiento -después de haber consagrado

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La república a explicarlo en sus detalles másprecisos- porque no puede explicar el origen deldiscurso falso: las tres soluciones que proponeno son satisfactorias. En el Parménides hace unasuerte de inventario de los defectos que encuen-tra en su propia teoría, especialmente en lo queconcierne al status ontológico de las Formas, yofrece la receta para evitar el dogmatismo quepercibe en el joven Sócrates, o sea, en sí mismo,hasta entonces. El remedio es la gimnasia mental,el cuestionamiento de aquello que creemos comodefinitivo. Y en el tercer diálogo, El sofista, asis-timos a una verdadera revolución, pues un nuevoportavoz se atreve a decir aquello que Sócratesnunca dijo: que para que las Formas puedan cum-plir su misión, deben ser dinámicas, y que sólo laadmisión de un cierto tipo de no-ser (aunque seasólo relativo) podrá justificar la posibilidad deldiscurso falso.

Coloquemos ahora nuestro tema al interiorde este esquema general. Seguramente antes deque Antístenes se lo dijera, Platón había conside-rado que sus Formas son cualidades en sí. Inclusouna lectura superficial de sus diálogos anterio-res justifica esta interpretación; y en el Teetetoaprovecha una discusión marginal para inventarjustamente el término TTOLÓTT]S', «cualidad». Peroel mismo Platón debe admitir que como su teoríade las Formas pretende justi ficar todo tipo de rea-lidad, ya en diálogos anteriores, si bien en formaexcepcional, la había aplicado ya sea a estados yasea a entidades substanciales. En la revisión crí-tica de algunos puntos de su filosofía que esbozaal comienzo del Parménides, Platón se pregunta:¿hice bien? ¿Puede haber Formas de realidadessustanciales como el hombre, los elementos, elcabello? La respuesta es negativa. Pero ¿puedoadmitir un uso restringido de mi teoría?

Es en ese momento en que su enemigoAntístenes parece desafiado: la teoría puede teneraplicación universal si se transforman en cualida-des las sustancias, y si se encara una ousia, porejemplo el hombre o el caballo, como aquelloque es capaz de otorgar Equinidad u Hominidada casos individuales es decir, como cualidades.Nada lo impide. La cama de la República reci-biría la camidad de parte de la cama en sí, que,en realidad, sería la Camidad, con mayúscula,como en el caso de otras cualidades, la Piedad, la

Igualdad, la Paridad, etc. En esta supuesta inter-pelación, Antístenes diría a Platón que, si éstaes su solución, él, Antístenes, no la comparte, yaque la Forma, aunque sea una cualidad en sí, noexiste. Ya era difícil ver con los ojos (los únicosque Antístenes admite, los de la cara) la Piedad ola Igualdad, y más difícil sería ver la Equinidad,que, para Antístenes, sólo se podría forjar a partirde ver un caballo.

Curiosamente, Platón parece haber aceptadoel desafío ya que él, Platón, tiene los ojos del noosque le permiten ver la Equinidad, y las anécdotasrelatadas por Diógenes parecen confirmar que«cuando dialogaba sobre las Formas», Platónechaba mano de estos neologismos. Pero nadade ello queda en los diálogos. ¿Por qué? Porqueel cambio de portavoz en el diálogo siguiente, Elsofista, le permite encontrar una solución másadecuada (y, terminológicamente, menos ridí-cula) para explicar la aplicación universal de suteoría de las Formas. Los mencionados juegos depalabras habrían quedado relegados a conversa-ciones o conferencias que seguramente el mismoPlatón prefiere olvidar.

¿Qué es lo que ocurre en El sofistal Dospalabras, apenas, ya que este diálogo no concier-ne directamente nuestro tema. Platón proponepor primera vez una definición del hecho de ser,y su definición tiene consecuencias considerablesen el status ontológico de las Formas. Despuésde llevar a cabo una historia de la filosofía ya«antigua», de la cual su propia filosofía, hastaese momento, forma parte, el nuevo portavozde Platón afirma de manera clara y distinta que«existe realmente (OVTWS', término aplicado conanterioridad sólo a las Formas) todo aquello queposee la capacidad (8úva~1LS') de actuar o depadecer» (247d-e). Este breve pasaje certifica elacta de defunción del XWpLCJ~óS' entre lo sensibley lo inteligible. Va de suyo que lo sensible actúao padece: es su característica esencial, o sea quesu existencia real está garantizada. Pero tambiénlo inteligible actúa, ya que está presente en losensible, y «padece», porque «es conocido» (vozpasiva del verbo conocer). ¿Qué diferencia hayentonces entre las Formas y lo sensible? Sondos modos diferentes de existir, simplemente:las Formas son autónomas y actúan como para-digmas, y lo sensible posee una existencia real

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(OVTWS) pero no verdadera, sino dependiente delmodelo, que sólo él es verdadero. Platón exponeesta diferencia en el decisivo pasaje 240, dondees cuestión del status ontológico de la imagen (yque debe leerse tal como Platón lo escribió y nosegún las modificaciones introducidas por filólo-gos alemanes, aceptadas por Burnet/Sj). En tantomodelo, la Forma puede ser tanto una cualidadcomo un estado como una entidad sustancial,no importa; en todos los casos lo sensible es unreflejo de la misma, que ya no necesita recibir deella su real idad real.

Y, si queremos prolongar nuestro examendel status ontológico de la Forma más allá de Elsofista, comprobamos que las dudas formula-das en el Parrnénides subsisten, ya que, cuandoSócrates retorna la palabra, por ejemplo, en elFilebo, reduce las Formas a ciertos «principios»,lo infinito, lo limitado, la mezcla de ambos,y, fundamentalmente, «la causa de la mezcla»(23c-d), suerte de deus ex macchina que fabricatodas las cosas imponiendo límites a lo ilimitado.Como puede observarse, en este nuevo esquemaPlatón no se pronuncia sobre el status ontológicode las Formas. Y, si admitimos la cronologíatradicional, otro tanto ocurre en el Timeo, dondePlatón recurre a un artesano que, observando lasFormas (cuyo status preciso no se aclara: ellasson consideradas eternas e inalterables, y nadamás), plasma todo lo sensible en el interior de unainstancia «tercera y oscura» (TpLTOV ... El80s ...d~u8póv, 49a). Y nada nuevo se encuentra en elCritias ni en Las leyes.

Retorno el título de nuestro trabajo, «Antís-tenes, un testigo directo de la teoría platónica delas Formas», para agregar una especie de mora-leja: cuando un filósofo examina la teoría de uncolega, precisamente porque es un filósofo, o sea,alguien que desea saber, no puede permanecerindiferente. Fue el caso de Aristóteles con Platóny, creemos, fue también el caso de Antístenes conPlatón. Su interpretación lo condujo naturalmente

a una crítica, pero, si nuestra hipótesis de trabajoes válida, fue precisamente su interpretación laque pudo haber llevado a Platón al extremo deconsiderar que todas las Formas podrían interpre-tarse como cualidades en sí, aún si ello suponíala creación de ciertos neologismos, que Platón,a priori, hubiese aceptado de buen grado. Peroel nuevo giro que tomó su filosofía a partir deEl sofista los relegó al olvido. Ello no invalida lainterpretación de su primer enemigo, Antístenes,que bien merecía ser el tema de este trabajo.

Notas

I. Víctima -voluntaria- de un prejurcio que con-siste en sostener que el fondo y la forma de untrabajo son indisociables, he conservado en laversión escrita el estilo oral de esta ponencia.Algunos puntos de este trabajo fueron esbozadosen "L'interprétation antisthénienne de la notionplatonicienne de 'forme' teidos, idea)", en La phi-losophie de Platon, ed. Michel Fattal, Paris, 2001.y en «La problérne des Formes des substanceschez Platon», en «Mais raconte-moi en détall.,.».Mélanges offerts a. Lambros Couloubaritsis,ed. M.Broze, B.Decharneux, S.Delcomminette.Ousia-Vrin. Paris-Bruxelles, 2008.

2. F.D.E.Schleiermacher, Über die Philosophie Pla-tons . Vorlesungen über Sokrates und Platon. zwis-cxhen 18/9-1823, herausgegeben P.M.steiner,Felix Meiner Verlag, Hamburgo, 1996, p. 239.

3. Un error muy difundido consiste en creer que esel aspecto despreciable del barro, la basura y elcabello el que los priva de un respaldo formal;nada eso: es su carácter de entidades sustancialesla que los condena. Además, ¿qué puede tener dedespreciable el cabello?

4. ¿Hay en esta frase hay una alusión a las 8óem~POTWVde Parménides? En todo caso, hay cierta-mente una invitación a seguir un camino propio,sin dejarse influir por las críticas.

5. Al respecto, ver nuestro trabajo «11faut rétabl ir laversion originale de Sophiste 240b7-9». Elencos,XXVIII. 2007 (2).

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