andes del sur nº 6, 2012
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ANDES DEL SUR Nº 6, 2012
Fundación del fuerte de Temuco. Cuadro del pintor Héctor Robles.
Fuente: Huellas de Temuco, Blog Miguel Espinoza Inostroza.
Publicación de la Carrera de Pedagogía en Historia, Geografía y Educación Cívica. Departamento de Ciencias Sociales. Facultad de Educación, Ciencias Sociales y Humanidades. Universidad de La Frontera. Temuco, Región de La Araucanía
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Editorial: En este número publicamos el trabajo historiográfico de Miguel Espinoza Inostroza, profesor de Historia, Geografía y Educación Cívica de la Universidad de La Frontera. Este ensayo sin duda trasunta las dimensiones de una labor historiográfica desde la íntima experiencia de un escritor que reflexiona sobre la identidad de la aldea, del territorio y los imaginarios de sus habitantes vistos desde sus improntas sociales, desde sus personalidades humanas de un tiempo que pervive en la memoria, mientras sus expresiones materiales se desvanecen reemplazadas por la búsqueda de una modernidad monetarias que sólo deja olvido. Acompañamos estas letras humanistas de nuestro amigo Miguel Espinoza con el registro de 1881, del Ministro del Ministerio del Interior Manuel Racabarren sobre la campaña de fundación de los fuertes de Quino, Quillén, Loncoche (Lautaro), Pillanlelbun y Temuco que dieron origen a las aldeas, villas y ciudades de la Frontera del río Cautín.
INDICE Miguel Espinoza Inostroza: Temuco, apuntes para una historia de las
relaciones humanas 3-84
Manuel Recabarren: Fundación de los fuertes de Quino, Quillem,
Loncoche, Pillanlelbun y Temuco 85-105
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TEMUCO, APUNTES PARA UNA HISTORIA DE LAS RELACIONES
HUMANAS.
Miguel Espinoza Inostroza
“ningún lugar está aquí o está ahí
Todo lugar es proyectado desde adentro...”
Oscar Hahn
“La mirada recorre las calles como páginas escritas: la
ciudad dice todo lo que debes pensar, te hace repetir su discurso,
y mientras crees que visitas Tamara, no haces sino retener los
nombres con los cuales se define a sí misma y a todas sus partes”.
Italo Calvino, Las Ciudades Invisibles
“Si seguimos nuestras costumbres y hábitos de vivir nunca
seremos mirados con cariño ante la civilización y ante los
gobernantes y nos mirarán con indiferencia hasta que
sucumbamos”. Carta de Carlos M. Huenulaf, Un indígena que
llora por su raza. Diario Austral, 17 de marzo de 1920.
INTRODUCCION
La historia no es la reconstrucción del pasado1. La historia es la reconstrucción
del pasado desde la mirada del observador y como tal, antes que nada, es una invitación
a compartir esa mirada del pasado, la aceptación de esa invitación a compartir una
mirada del pasado es lo que llamamos “la realidad histórica”. Por lo cual, la historia es
una mirada desde el presente y si consideramos que la aceptación de esta invitación
implica un proceso que involucra compartir explicaciones sobre el pasado podemos
concluir que “la realidad histórica” no tiene mucho que ver con lo ocurrido en el
pasado2. Desde esta perspectiva y aceptando esta explicación, consideremos por un
instante la historia de cientos de pueblos, millones de personas y sus culturas que han
quedado en la nada, no en el olvido, que es otra forma de memoria, sino en la nada, en
la completa invisibilidad, totalmente invisibles a nuestra mirada. La mirada del
historiador es selectiva y siempre tiende a dejar en la oscuridad lo que no responde a sus
1La base teórica de este ensayo en parte está elaborada a partir en los siguientes trabajos: North, Douglas
C. Instituciones, Cambio Institucional y Desempeño Económico, México, Fondo de Cultura Económica,
1993. Calvino, Italo Las ciudades invisibles, Biblioteca Calvino, Editorial Siruela, 2005. White, Hayden
Metahistoria. La imaginación histórica en la Europa del siglo XIX, México, Fondo de Cultura
Económica,1992. Maturana, Humberto. Emociones y lenguaje en Educación y Política, Hachette-
Ced.1992. 2 White, p. 5.
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intereses del momento, que son los mismos intereses de los que aceptan la invitación a
compartir su explicación sobre el “pasado”. En este sentido, el tiempo puede ser una
camisa de fuerza o la guía de navegación del historiador. Las diversas miradas sobre el
pasado que aceptamos como “realidad histórica “están en permanente reconstrucción,
desde esta perspectiva las observaciones consensuadas que hemos aceptado como
“realidades históricas “tienen la peculiaridad de ser generativas, es decir, dan origen a
otras explicaciones que tienen como aval las explicaciones originales ya aceptadas por
todos, con el correr de los años en el oficio de la historia, estas explicaciones pueden
transformarse en la ceguera del historiador. Un buen ejemplo de esto es el trabajo sobre
la Independencia de Chile publicado por Tomás Jocelyn-Holt y en donde se pasa revista
a varias “explicaciones “sobre la independencia que damos por verdades establecidas3.
Nos referimos al ojo ciego desde dos perspectivas, en primer lugar, desde la perspectiva
del historiador que interpreta la historia local o regional con un instrumental teórico
utilizado en la explicación de la historia nacional, acomoda los conceptos a la realidad
local y desecha todo lo que no caiga en la definición de esos conceptos. Esa es la
primera “mirada del ojo ciego”. La segunda tiene que ver con el fenómeno urbano, poco
considerado en la historia regional, entendido este como un fenómeno multidimensional
que escapa a la mirada del transeúnte o del investigador, la ciudad se expande en
múltiples dimensiones y ese fenómeno se traslada a las relaciones que se dan en el
ámbito urbano y más allá. Hay un mundo que no se percibe y es el que está fuera de las
relaciones urbanas y que se pueden dar dentro del espacio urbano, pero no son visibles
por estar fuera del dominio relacional de sus habitantes, ¿tiene este fenómeno una raíz
histórica ?,esa es la pregunta que queremos responder. La Araucanía nace en los fuertes
de la frontera, donde el espacio relacional se definía por los que “están adentro del
fuerte” y los “que están afuera del fuerte”. En las aldeas que se forman alrededor o
dentro de estos fuertes imperan relaciones sociales que se caracterizan por la aceptación
de sus habitantes como legítimos en la convivencia. En las ciudades que crecen a partir
de estas aldeas se organiza una forma de relacionarse institucional, que se desprende de
las relaciones de aldea o relaciones sociales con un fuerte componente emocional. El
paso de una a otra forma de convivencia deja rastros históricos que en este ensayo
queremos identificar. Este no es un estudio histórico definitivo, es un trabajo
3 Jocelyn-Holt Letelier, Alfredo La independencia de Chile. Tradición, modernización y mito, Biblioteca
del Bicentenario, Planeta-Ariel, 2001, pp. 325-353
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exploratorio que pretende servir de base de discusión para construir una historia distinta,
que muestre las raíces humanas, emocionales y sociales de todo fenómeno histórico.
Hace veinte años que los estudios sobre la historia de la Araucanía se vienen
dando en forma continua, no en la abundancia que se esperaría, pero se ha ido
formando un cúmulo de aportes que antes no estaban, la mayoría se han centrado en el
periodo de la “Ocupación de la Frontera”, estudiada desde diferentes perspectivas han
propuesto explicaciones que van desde la intolerancia de no aceptar una cultura
diferente4, o el aumentar las tierras cultivables para satisfacer la demanda de mercados
externos5, o la ocupación como una necesidad de responder a la crisis de 1857 al 1861
del modelo exportador6. En ellos se hace un aporte indudable a la comprensión de la
historia regional pero en este ensayo quiero poner en relieve un proceso que no ha sido
destacado suficientemente y es el de la constitución de los espacios urbanos dentro de
un territorio que se consideraba “la frontera” del país, en donde chocaba el proceso
integrador de la república, en un territorio conocido por leyendas mezcladas con
realidad, es la historia de una ciudad que ocupa un lugar central en esta etapa: Temuco
y la forma en que se constituye como sociedad urbana en un territorio sin pasado
urbano, pienso que este hecho marca el desarrollo de la ciudad y de la región y explica
dos fenómenos que tienen que ver con el proceso de formación de la sociedad
temuquense y que son el centro de este ensayo.
El primero tiene que ver con la constitución misma de la ciudad en un hecho que
debo destacar por su importancia posterior; Temuco nace como una “Trinidad
Espacial”, es decir, desde el mismo momento de su fundación nace como plaza –fuerte,
como villa y como ciudad, tres procesos espaciales en un solo lugar desenvolviéndose
en el tiempo histórico que va desde fines del siglo XIX y primera mitad del siglo XX.
Es una plaza fuerte porque en este lugar se asienta el ejército que ocupa lo que hoy se
llama administrativamente la región de “La Araucanía”. Es una villa porque en ella se
empieza a concentrar una forma aldeana de intercambio entre campesinos, emigrantes
de otras zonas del país, extranjeros y los habitantes originales del territorio de la etnia
mapuche y es una ciudad porque desde el mismo momento en que se funda, el
ingeniero Teodoro Schmidt traza las dos calles que salen de los costados del
4 Bengoa, José Historia del pueblo mapuche, siglo XIX y XX, Ediciones Sur, Santiago, 1985, pp. 249-258 5 Villalobos, Sergio Relaciones fronterizas en la Araucanía, Santiago, Ediciones Universidad Católica de
Chile, 1982. 6 Pinto Rodríguez, Jorge La ocupación de la Araucanía en el siglo XIX, ¿solución a una crisis del modelo
exportador chileno?, Nutram, Año VI, Nº3, 1990.
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fuerte(calles Benjamín Vicuña Mackenna y calle Arturo Prat),alrededor de las cuales se
configura el plano de cuadricula original de la ciudad7.
El segundo fenómeno tiene que ver con la organización institucional8 de este
espacio que se nos aparece organizado de dos formas distintas y antagónicas; por un
lado existirá una forma aldeana9 de relacionarse que proviene de los primeros años de la
ciudad y que representa a los campesinos y habitantes originales, es una forma
espontánea donde se acepta la diversidad social en el entramado habitacional del
espacio urbano mezclándose los ranchos con las casas de tablones, las lecherías con las
chancherías y almacenes. Por otro lado, se instala lenta pero sostenidamente una forma
de habitar el espacio urbano propio del ciudadano y de su institucionalidad que se basa
en la legislación municipal con reglamentos, ordenanzas y multas, definiendo el espacio
urbano con un centro cívico, comercial, productivo y habitacional que ira tomando
cuerpo durante las primeras décadas del siglo veinte y desplazando la forma aldeana de
vida10. El proceso se resume en la desaparición de las relaciones sociales y la
consolidación de las relaciones institucionales11, ya sea de trabajo, de autoridad y de
subordinación fortalecido este proceso por las características étnicas y culturales de la
zona, teniendo como consecuencia de esto que lo que no aparece dentro de la
institucionalidad urbana desaparece de la vista del ciudadano. Desde esta perspectiva, la
invisibilidad de una parte de la población local no nace de un prejuicio racial sino de un
proceso histórico que parte desde el mismo momento en que se funda el fuerte que
divide el espacio entre lo que está dentro de él y lo que esta fuera. Sobre esto último me
permito un alcance que tiene que ver con la importancia de la ocupación de estos
espacios a través de fuertes lo que influyo en las formas de relacionarse la población,
por ejemplo, en 1887, el Intendente de Arauco al referirse a los nuevos centros de
población explicaba: “En efecto, las enormes distancias que separan los centros de
población últimamente creados, como Carahue, de la capital del departamento de
Cañete, ha obligado a los numerosos industriales o habitantes de aquella región a vivir
7 Guevara, Tomás Historia de la Civilización de la Araucanía, Santiago, Imprenta, litografía i
encuadernación Barcelona, 1902, tomo III, p. 451. 8 North, p.16. 9Wirth, Louis El urbanismo como modo de vida, Bifurcaciones, 2005, N°2. 10 Wirth, 2005. 11 Maturana, pp. 63-66.
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sometidos a un régimen simplemente militar, con todos los inconvenientes que él
entraña.”12.
La relaciones sociales son aquellas que se constituyen en la aceptación mutua13,
y se dan preferentemente, en un contexto histórico y social que identificamos
espacialmente con la aldea, por eso, no todas las relaciones humanas son sociales, es
más, la gran mayoría de nuestras relaciones no lo son, y la sociedades urbana
generalmente sustituyen la perdida de esas relaciones sociales con una institucionalidad
que se hace cargo de la diferencia social que aparece y es evidente en la convivencia
cotidiana, pero el gran drama de esta sociedad fronteriza es que se pierde la capacidad
de generar relaciones sociales o comunitarias y la sociedad que se forma no se hace
cargo del proceso que las reemplaza, es más, combate la diferencia y al final la ignora,
la hace invisible. Pero este fenómeno no es nuevo, ni se origina en esta sociedad
fronteriza, su aparición responde a una respuesta que nace de las profundidades de
nuestra historia. Sus raíces son anteriores y se pierden en nuestro pasado14, así, hay un
trasfondo que cubre el proceso y que identificamos con el sistema institucional en el
cual se desenvuelve la sociedad fronteriza y las organizaciones que se crean para
reproducir ese orden, que no es original en la frontera, sino que corresponde a una
matriz común a Latinoamérica y que algunos definen como exclusión. Sobre este punto
nos detendremos más adelante pero ahora quisiera acotar la idea central relacionada al
aspecto productivo y apunta a que la sociedad urbana que se crea en 1881 es una
sociedad basada en un marco institucional que promueve desde un inicio las actividades
redistributivas y no productivas, crea monopolios en vez de condiciones de competencia
y va paulatinamente restringiendo las oportunidades en vez de acrecentarlas, la
inversión en educación no induce la productividad sino que favorece la formación de
una sociedad estamental privilegiando la formación de estudios para la
profesionalización de la elite y la mala educación de la gran masa. Los organismos que
aparecen en esta sociedad, llámense casas comerciales, agentes de comercio, rentistas,
etc., se fortalecerán para hacerla más improductiva y más especulativa y la estructura
básica institucional cada vez estará más disociada de lo productivo, por último, los
agentes de cambio productivo serán una excepción en este marco institucional y van a
12 Memoria del intendente de Arauco. Lebu.1º de marzo de 1887. En Memoria del Ministerio del Interior,
1887, tomo II, Santiago, Imprenta Nacional,1887. 13 Maturana, p.63 14 Ver: Gonzales de Nájera Alonso, Desengaño y reparo de la guerra de Chile. Colección Escritores
Coloniales de Chile Santiago, Editorial Universitaria.1980.
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desaparecer lentamente en la década del cincuenta como vestigios de algo que pudo
ser15.
Lo anterior nos permite ver algunos procesos de la historia regional y del país,
desde una perspectiva distinta, considerando que se inician en 1881 en la región pero
que tienen antecedentes en la historia nacional, junto a ello, analizamos la ciudad como
un fenómeno espacial y social complejo y a partir de esta definición la vemos como una
estructura dinámica que se constituye con su propia personalidad, absorbiendo sobre sí
misma una serie de procesos que vemos desde la ciudad y sus habitantes como un
universo sobre el cual gira la historia, desde esta perspectiva nos preguntamos ¿qué es
lo que se conserva a través del tiempo?, la respuesta se sugiere en este artículo. Por
supuesto que es una perspectiva personal, tentativa, explicativa y como toda explicación
es una proposición de la reformulación de una situación particular la cual se acepta o no
y si se acepta opera un criterio de aceptación que acepta o rechaza esta explicación16.
Siguiendo esta idea sostengo que las sociedades urbanas se constituyen cuando
desarrollan una estructura legal que sirve de colchón frente a la perdida de las relaciones
sociales y constituyen mecanismos de coordinación conductual entre las personas
cuando se relacionan sin un sistema social. El sistema social es un fenómeno
espontáneo que se da en la aceptación mutua, yo sostengo que esos procesos van a ser
relegados paulatinamente en la formación de la ciudad y en el retiro paulatino de la
convivencia de aldea y que en su reemplazo se establecerá un sistema legal que
justificara racionalmente modos de convivencia con discursos y argumentos que van a
servir para hacer efectiva la negación del otro. La preponderancia de relaciones del tipo
jerárquicas y de trabajo van a ser y son lo común en nuestras sociedades urbanas, por
eso, las relaciones sociales van a quedar relegadas a la vida entre cuatro paredes o a
sectores marginales donde el marco legal no llega todavía o es difuso. Incluso los
espacios sociales diseñados para desarrollar estas relaciones, como las plazas y quintas
de recreo, se verán lentamente debilitados en sus momentos de espontaneidad por un
permanente control de la autoridad. La incapacidad de nuestra sociedad para construir
espacios sociales va a ser una constante en nuestra historia como ciudad y de eso trata
este ensayo que se hace desde la mirada en que la aceptación del otro no es un
fenómeno cultural, es un fenómeno espontáneo, es un fenómeno biológico que la
15 A principios del siglo veinte la industria manufacturera tendrá un gran auge en la ciudad pero poco a
poco se ira extinguiendo. 16 Maturana, p. 63
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sociedad urbana acepta o rechaza de acuerdo a los intereses que sus habitantes
privilegian, este fenómeno lo explico desde una perspectiva histórica identificando el
proceso por el cual la forma de vida de la villa es desplazada por el desarrollo de la
urbe que no crea mecanismos institucionales de aceptación de estos grupos y de las
personas que no aceptan este modo de convivencia17.
Mi objeto de estudio es una ciudad, ubicada al sur de Chile y parte de un
territorio que se incorpora al dominio efectivo del Estado Chileno a partir de la segunda
mitad del siglo XIX y entre sus características podemos destacar la gran población
mapuche agrupados en diferentes espacios ecológicos y una riqueza forestal y agrícola,
la ciudad se inserta en el centro de este territorio, por eso, para su estudio me valgo de
un instrumental teórico que se relaciona con el urbanismo, la historia de la cultura, el
folklore, la antropología, la sociología, el periodismo, etc., pero lo importante es la
inspiración de gente que ya hizo aproximaciones al tema desde los mismos inicios del
siglo veinte como Augusto Winter, Cremilda Manríquez o Elisa Figueroa, desconocidos
para la gran mayoría pero importantes en el momento de pensar en la cultura y la
identidad de esta región.
Tal como dice Zunino18, el papel esencial de la ciudad es político, es el punto
físico donde echa raíces el poder, “el Estado crea la ciudad” y la ciudad es “productora
de sociedad” y no al revés, por eso el estudio de las practicas sociales urbanas nos
muestra, no solo una forma de pensar lo urbano en cuanto discurso que orienta la
creación de espacios temporales, también debemos considerar que la práctica de los
habitantes genera dispositivos para disciplinarlos, configura un sujeto ideal, un modelo
al cual se debe atener todo el que entre en su hábitat. Así, la ciudad de Temuco se nos
aparece desde el momento de su fundación como un ser vivo, como un organismo que
construye un discurso asumido por un sector de la sociedad que no es un sector
dominante, estamos en una sociedad de frontera en la cual las vicisitudes externas ponen
en jaque permanentemente a los que detentan el poder y desde esa condición la
formación del ciudadano es algo abstracto, responde a un ideal que se nutre de lo
nacional, del folklore, de los mitos y sobre todo de la ciudad misma que como
fenómeno urbano es una trilogía espacial, fuerte, villa y ciudad, con todas las prácticas
de esos espacios asumidas dentro de ella, por eso es que escapa a un sector de la
17 Wirth, p. 3. 18 Zunino E., Hugo. Marcelo Formación institucional y poder; investigando la construcción social de
ciudad, EURE, vol.28, no.84, 2002, pp.103-116.
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sociedad, escapa a la mirada del ciudadano, que es una mirada parcelada, fragmentada
por la incapacidad de controlarla en todos sus procesos. La ciudad con toda su historia y
con todas esas prácticas espaciales genera una práctica histórica que subyace a sus
habitantes19.
El término “aldea” está de acuerdo con Wirth quien sostiene que antes que se
desarrolle la sociedad urbana hay un modo “folk” o de “aldea” de vivir, como modo
previo dominante de asociación, con granjas, haciendas y villas20. Los vínculos de
solidaridad de esta sociedad aldeana donde priman las relaciones emocionales
profundas21, son reemplazados en la ciudad por mecanismos de competencia y control
formal donde prima lo intelectual, bajo estas condiciones el mapuche que pasa por la
ciudad, será definido como “inapropiado” en su conducta, propia de una cultura aldeana
o de comunidad y sufrirá la descalificación por realizar en público conductas que los
ciudadanos solo se permiten en privado22.
Para algunos teóricos los cambios entre una vida de “aldea” a una vida “urbana”
son profundos y dramáticos, los contactos cara a cara se transforman en superficiales,
segmentados e impersonales, proliferan las profesiones y estas son vistas como la cara
de una sociedad, son la expresión de las relaciones institucionales, la división del
trabajo que demanda logros parciales y no reflejan la personalidad sino la capacidad. Se
promueve esa división del trabajo que permite controlar su entorno espacial; el dentista
atiende en una dirección, los servicios públicos, los abogados, las matronas tienen una
calle y desde la segunda década del siglo veinte, un numero de casa por el cual ubicarse,
la ciudad crea una estructura que parece invisible al ojo y que se adueña del espacio
moldeando los pasos de sus habitantes y al mismo tiempo, como consecuencia de esto,
ejerce el control de los caminos que llegan a ella y por consecuencia, combate el libre
tráfico que existe en una sociedad aldeana. Todo interés personal se hace efectivo a
través de la representación ya sea de profesionales o de autoridades o de documentos
por eso no es considerado fundamental la relación interpersonal. A esto me refiero
cuando señalo que Temuco es una sociedad que históricamente pasa de ser una aldea a
una ciudad en pocos años y no crea en su sistema institucional mecanismos que
permitan la expresión de las relaciones sociales.
19 Maturana, p. 65 20 Wirth, p.4. 21 Simmel, George La metrópolis y la vida mental, Bifurcaciones, 2005, N°4. 22 Ver: Mansilla, Luis Las Misiones franciscanas en la Araucanía, Angol, Imprenta del Misionero
franciscano, 1904, p. 27
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Las señales del mundo urbano van a ser las pesas, las boletas, las señaléticas, las
calles con un sentido, en el fondo, el tránsito y la mercancía, dos fenómenos nuevos en
un espacio indómito, serán el sello del mundo urbano23.
Los servicios públicos de la ciudad operan asignando categorías que nivelan al
individuo y lo encasillan en segmentos, “lugar de residencia”, “edad”, “estado civil”,
“extranjero”, “comerciante”, “mapuche”, etc. en definitiva se llega al “ciudadano”, al
habitante de la ciudad que tiene una identidad común a todos los demás y que es
reconocible por características compartidas y es a partir de esa categoría que se nivela a
las demás. La ciudad poco a poco, en las dos primeras décadas del siglo veinte, crea a
su habitante, el urbanita. Igualmente, el espacio es definido con categorías nuevas, lo
“urbano y lo rural” serán distinciones repetitivas desde los orígenes de la ciudad, pero
junto a estas, existirán otras que veremos más adelante.
Las unidades de intereses reemplazan en la mirada del urbanita a la aldea .Esta
mirada ve una realidad urbana y niega otras, así, se habla de “el barrio cívico”, “los
chincheles”, los “sitios inmundos”, “el ciudadano”, “las cuarterías” y en la prensa se
hablará del “noble sport”, los “dollars”, el “sportmans”, “el team Temuco”, “el leader”,
los “goals” y el “pick-nick”, quedando para la periferia el paisaje de los mapuches con
su chamall negro, usado desde la cintura en los hombres y desde los hombros en las
mujeres o la iquilla, el chal grande de las mujeres mapuches que lo usan con prestancia
natural, el sonido de los llepo, la fuerza de la mahuen, el tráfico desesperado en invierno
del machulla, los misterios del llapuyero, el meneo de una mujer cancona, el sonido
hipnótico del llamacán o canto ceremonial de las mujeres mapuches cuando realizaban
algún trabajo, curiosidad que paso a muchos chilenos del sur que tomaron esa
costumbre de tararear melodías mientras trabajaban sobre todo en las labores de campo,
Pero esta sociedad que empieza a ser invisible para el urbanita sigue existiendo,
es esa otra sociedad aldeana, que establece sus espacios en el corazón mismo de la
ciudad, lo territorial termina siendo un anacronismo, lo urbano y lo rural son
distinciones que no presentan mayor utilidad que la de hacer invisibles al ojo una
cantidad de procesos que se dan desde el mismo momento en que se funda la plaza
fuerte: el permanente ir y venir de los campesinos chilenos y mapuches entre los bordes
de la ciudad y sus territorios
23 Ver en: El Diario Austral, 5 de marzo de 1929, los infractores en la venta de pan y el cuadro que se
reproducen más adelante en este ensayo.
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Pero el urbanita no descansa, en su mirada proliferan las barreras físicas en el
interior del tejido urbano; el río, las montañas, los esteros, junto a líneas divisorias como
el ferrocarril, los puentes, la línea urbana/rural, hay cicatrices como sitios que se
convierten en plazas, espacios entre áreas residenciales y elementos primarios o sitios
vacíos que se mantienen por décadas, hay poblaciones o hábitat de grupos que el
urbanita ve y usa como barrera para fortalecer su espacio. ¿Para qué? ¿Contra qué?, la
respuesta es la villa y sus formas de relacionarse que no son asumidas por la ciudad
fronteriza.
Hay una identidad inacabada; no se construye en función de lo que es, una
sociedad de múltiples culturas que se expresan en la construcción de espacios distintos,
se construye de acuerdo a lo que se aspira ser, una ciudad moderna, por eso se instala
una forma de desarraigo entre los habitantes de una ciudad que es una contradicción
entre lo inacabado (esa aspiración de metrópoli moderna y progresista que dura hasta
hoy) y lo permanente (la sociedad de múltiples culturas y realidades dispares y
contradictorias), lo que prevalece y permanece en el tiempo desde 1881 hasta hoy es la
ciudad fronteriza y su carácter transitorio. Debido a esto los monumentos
arquitectónicos casi no tienen sentido en una urbe que tiene como esencia lo inacabado.
En esta introducción quiero pedirle al lector que haga un esfuerzo por mirar el
pasado de estas tierras a través de la historia de la ciudad de Temuco para ver un
fenómeno nuevo, la ciudad, que rompe con el paisaje en forma abrupta y violenta
creando una nueva realidad, es la aparición del “espacio urbano” que ordena el territorio
y a sus habitantes de una forma distinta nunca antes vista y de acuerdo a las pautas
occidentales. Un fenómeno que se presenta por primera vez después de trescientos años
de existencia y contactos entre españoles y nativos al sur del Bio Bio; las ciudades,
estructuras que van a cambiar el paisaje humano de este territorio en forma definitiva y
se van a constituir en el eje del proceso de integración territorial. Su manifestación
simbólica va a ser el plano urbano que para Gorelik24 es el triunfo del discurso
científico, positivista, por sobre el sistema narrativo de la experiencia de viaje que
impero hasta ese momento y cuyo principal ejemplo son los libros de viaje y antes, las
crónicas, verdaderos mapas verbales de estos territorios y en los cuales la naturaleza y
sus habitantes aparecían vistos a partir de las experiencias individuales del cronista,
ahora todo será distinto, la región empieza a ser conocida como una realidad “objetiva”
24 Gorelik, Adrián Imaginarios urbanos e imaginación urbana. Para un recorrido por los lugares comunes
de los estudios culturales urbanos, Bifurcaciones, 2005, N°4.
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y no como parte del relato de un viajero, cronista o faraute. El mapuche pasa de ser un
héroe o un valiente a un ser casi invisible en esta nueva realidad, no existe en las
ciudades, es un habitante del mundo marginal, de los contornos de la ciudad, de la parte
invisible donde el ojo no llega y la memoria no alcanza y donde se mezcla con otros
grupos sociales que comparten, para el ojo del ciudadano, la misma existencia invisible.
Al establecer el trazado de la ciudad, el ingeniero Teodoro Schmidt hace algo
más que distribuir el espacio, crea una realidad nueva y esta nueva realidad es una
imagen planimétrica, “el ojo de Dios” de la edad media25, el dominio de la metrópolis o
el ojo del poder, desde la torre la ciudad es un panóptico... (edificio construido de modo
que se pueda ver todo su interior desde un solo punto), esa es la sensación que deja el
mirar un mapa de la ciudad o plaza fuerte como fue conocida en un principio, todo el
espacio queda ordenado de acuerdo a un orden establecido y con una perspectiva de
futuro, lo curioso es que fuera del mapa o del croquis establecido por Schmidt existe
otra realidad, la pedestre la que se da a ras de tierra, la que se da caminando la ciudad y
ahí, en la ciudad pedestre, “proliferan los ardides” que se escapan a la línea pura del
mapa, la gente le da un sentido y un camino a la historia de ese nuevo espacio que no es
el que su creador esperaba, por eso es que después de unos años, Schmidt renuncia
desencantado de eso que algún día pensó sería algo distinto, casi tan puro y planificado
como sus mapas. La realidad pedestre es una ilegitimidad proliferante pero ilegitimidad
en relación a lo proyectado en los mapas, lo cierto y lo entretenido es que ambos
procesos son parte de la historia y uno puede interpretar esa realidad histórica desde
ambas perspectivas, analizando un mapa de Schmidt o de Boloña o de Kissner y ambas
miradas serían parte de la explicación histórica que podríamos dar, pero además hemos
tomado en cuenta y reivindicado los itinerarios como serie discursiva de operaciones
sobre los mapas. Por lo anteriormente dicho podemos ver a Temuco como una ciudad
echa de lugares con una red de significados que se constituyen en el devenir histórico y
son leídos o ignorados por nuestro ojo; la ceguera es una posibilidad más del urbanita.
¿A qué me refiero con esto? Me explico siguiendo a Feal26, la ciudad tiene un aspecto
dimensional imposible de captar en una sola acción o mirada, solo el recorrido hace
posible la lectura de las páginas del libro urbano y solo la memoria puede hacerlo
ayudada por la imaginación que reconstruye algo que no es lo visto ni lo recordado, es
algo distinto, “la ciudad” que todos llevamos dentro y que se percibe, no solo por el ojo,
25 Gorelik, p. 5. 26 Feal, Norberto La ficcionalización del territorio. Bifurcaciones, 2005, N°4.
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sino sobre todo en la reconstrucción de la memoria,¿ y si no hay memoria ? no hay
percepción y tampoco hay ojo capaz de leer las páginas de la ciudad, sus calles, sus
nombres, su ir y venir de la gente o sea los trayectos que son la firma de una ciudad, su
estampa, si no ocurre eso nos hemos ganado sin esfuerzo la mirada del ojo ciego.
Esta ceguera tiene que ver con la aparición en las ciudades modernas de
“lugares” o espacios apropiados por los sujetos a través de estrategias de delimitación,
construcción y evaluación en donde el tiempo o la temporalidad juega un rol central
como mecanismo de valoración de los espacios a través de la acumulación de
experiencias, la proyección de deseos o la nostalgia de lo que fue, así, el valor practico
actual es menos importante que el valor practico del pasado27, que se transforma en un
uso simbólico actual como herencia de la historia, como ejemplo de esto tenemos el uso
del espacio donde hoy se ubica la Feria Municipal, punto tradicional de encuentro entre
los pequeños campesinos y la comunidad que se ha mantenido hasta hoy, por otro lado,
la Avenida Alemania símbolo de la modernidad, comenzó como casas quintas, quintas
de recreo, paseo y avenida que conecta el centro de la ciudad con el sector residencial
pero siempre conservando su esencia de modernidad y renovación urbana.
El uso de estos espacios tiene un peso histórico en la medida en que no influye
en su uso actual el análisis racional de aprovechamiento del espacio o comodidad de los
ciudadanos, sino que al preguntar ¿por qué se ha usado ese espacio de esa forma?, la
respuesta que se repite es “que siempre ha sido de esa forma”, frase que esconde en si
misma lo que estamos explicando. Son lo que se denomina “lugares de la memoria” o
una “unidad significativa, de orden material o ideal, a la que la voluntad de los hombres
o el trabajo del tiempo convirtieron en un elemento simbólico de una determinada
comunidad”28, nos referimos a la “Feria Pinto” y la Avenida Alemania”, agregamos
también “el Cerro Ñielol” y el “Pichi Cautín”, un brazo del río Cautín que tiene
profunda significación para los sectores populares de la ciudad.
Pero estos “lugares de la memoria” corresponden a una ciudad fronteriza en
donde la transitoriedad es su característica más importante, no es casualidad que de los
lugares que mencionamos, dos de cuatro sean parte del paisaje y los otros dos son
lugares de transito o de ocupación momentánea, la ciudad de Temuco como ciudad de
frontera está construida sobre un permanente cambio material, la transitoriedad es su
27 Campos M., Luis; López G., Loreto. Identidad y memoria urbana. Recuerdo y olvido, continuidades y
discontinuidades en la ciudad. Revista de urbanismo, Nº10, 2004. 28 Campos y López p. 6.
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signo histórico, a diferencia de casi todas las demás ciudades del país aquí lo moderno
es la permanente transformación de su materialidad, por eso, su historia tiende a la
invisibilidad, a perderse en la falta de memoria y en la ceguera del pasado .Aquí no se
da el conflicto entre la conciencia patrimonial y la renovación urbana, toda la ciudad es
permanente renovación y transitoriedad29. En el caso de nuestro estudio, los espacios
invisibles siguen siendo los mismos y se mantienen marginales del ámbito propiamente
urbano siendo el río Cautín el gran contenedor de esa invisibilidad con todas las
poblaciones que crecieron y siguen creciendo a su alrededor y los caminos que conectan
la ciudad con su ámbito rural como si todavía la ciudad conservara una impronta de
fuerte y sus calles estuvieran imantadas atrayendo sobre si misma el eje de la región.
El instrumental teórico al que recurrimos es de origen diverso tiene que ver
esencialmente con la constitución de las relaciones humanas desde una perspectiva
histórica, para eso nos valemos del concepto de “relaciones sociales “de la biología del
conocer, el concepto de institución de North y la mirada de la ciudad que tienen una
serie de cientistas sociales cuyo centro de preocupación la ciudad. No es necesario
recalcar algo que salta como una evidencia: la inspiración de los trabajos del escritor
italiano Italo Calvino, especialmente su libro Las Ciudades Invisibles. La información
histórica corresponde a archivos, documentos y libros sobre la ciudad de Temuco y la
Región de la Araucanía.
29 Campos y López, pp. 7-9
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EL OJO PEDESTRE. CALLE NÚMERO UNO: QUEUPÁN.
No existe un mestizaje urbano, no hay compenetración de culturas en la ciudad,
hay una estructura legal que se impone al territorio y que permite el desarrollo de un
“sistema urbano “de vida, es por ello que la vida desde la fundación de la ciudad gira en
torno a las instituciones que se crean en ella y todo lo demás, las calles, las leyes, los
reglamentos, los horarios, los tráficos y los traficantes llenan la visual del habitante de
la frontera, se corta la historia, se corta el relato de este espacio como era antes de
fundarse la ciudad, el cacique Queupan, su dueño, pasa al olvido, pero la mitología
pervive, se mete entre las grietas de esta nueva sociedad y proyecta su contenido en el
discurso racional de la cultura fronteriza, el pueblo se toma espacios vacíos que no
tienen trascendencia urbana y lo llena de un significado que permanece en las sombras y
que se reproduce durante esos primeros años libremente. La única forma de develar esa
historia es pasear por la ciudad, caminándola, oliendo la “poética del lugar”30.
Puedes bajar en la estación de Temuco, vienes en el tren de las 9.20 de la
mañana, es el tren número 12, bajas de él y sientes el traqueteo de la gente que se
abalanzan sobre ti los vendedores ambulantes, Clotilde Carrasco, Zoila Pedreros,
Francisco Mardones y otros, son una especie nueva, que viene todos los días de los
barrios populares detrás de la estación, de Coilaco, La Puntilla. Los Laureles, de la
Quinta Kolossa, o de la Quinta Pomona, alguien cuenta que gran parte de ese sector se
empezó a formar con la separación de la sociedad comercial de la casa “La Fama” de
Albalá y Chamé que dentro de sus propiedades tenía una hijuela de 27 hectáreas frente a
la Maestranza, entre la Quinta Pomona y la población Santa Rosa31, sabemos sus
nombres porque ya los han detenido varias veces, pero vuelven a la estación, dejaron de
trabajar en el campo porque hay trabajo solo algunos meses y ya se acostumbraron a la
ciudad, al anonimato, a la oscuridad de las calles de tierra, al peligro de irse a oscuras a
sus barrios en que mal viven pero en los cuales ya no tienen patrón, se mandan solos y
tienen hijos que han nacido aquí, sus padres o sus abuelos llegaron con todas sus cosas
desde el norte o desde el sur, por el camino de la costa trayendo sus cosas en un viaje de
meses arriba de sus “monjas” echas de junquillo y con cuatro bueyes, con la cocina
prendida todo el día y los más jóvenes a pie acompañando y protegiendo sus cosas de
los ladrones y bandidos. Por el camino aprendieron a beber el muday sin miel y los
30 Feal, 2005. 31 El Diario Austral 3 de agosto de 1916.
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miltrines, el pan echo con la papa uno que se ponía bajo el chorro de agua de vertiente
por meses, el charqui de caballo y el de vacuno de la gente más pudiente. Sus padres
venían huyendo aburridos del “huasqueo” practicado por los camperos para
disciplinarlos en las haciendas del sur, buscaban libertad, independencia, dejar de ser
“caminero” el hombre o “camarada” las mujeres para transformarse en gañan de
trabajos esporádicos en la ciudad o la mujer o las hijas trabajar de “tamborileras”,
“cantoras”, o dedicadas al lavado, al planchado, la costura y cuando las cosas no iban
tan bien a otros oficios que no se podían mencionar. Y ahora como ellos sus nietos
aspiran a una vida mejor y hacen el mismo trayecto entre el campo y la ciudad, en el
verano a “pajarear” en el campo cuidando sembradíos con un tarro con piedras y los
lanza piedras, hondas, bramadores y cantos especiales (“¡Guaaa....pajaroooo, nico, nico
no le comay el trigo al rico!”). Otros tienen sus abuelos que llegaron del “norte”, de la
zona llamada “la montaña” y los pueblos de sus alrededores, cerca de Concepción y de
Chillán, descienden de antiguos labradores que acogieron, por el año de 1818 a las
monjas Trinitarias de Concepción en su deambular por Nacimiento, Angol, Tucapel,
Nahuelbuta, el Fundo Sara, Palo Botado, Tucapel, “El Valle de la Rosa” al norte de
Lebu, huyendo de los patriotas, aterradas junto a más de 700 familias, también se
establecen en Quilapalo al este de Santa Bárbara con más de cuatro mil personas,
mujeres y niños que salen con las monjas por los alrededores a pedir limosnas, dejan los
pies recorriendo “a todo imperio” por Tucapel, Mohuilli, Lincoyan, Pilmaiquen,
Paicavi, Ancalemo, Vutaleuvu, Tomelemo, Cayucupil, Llicura, hasta volver a
Concepción, luego de pasado el terror de saberse sin rey y sin corona, ¡5 años
después!32, por el camino han dejado campesinos y labradores que mantendrán sus
costumbres ancestrales pegados a la montaña que cuando vean la oportunidad de
emigrar más al sur se irán y llegaran a Temuco, al igual que los que venían de Valdivia
o de la Costa, en sus carretas cargadas de esperanzas por una vida más llevadera. Y tú
miras para todos lados y te sorprende la gran cantidad de gente que pulula por todos
lados y de todas las condiciones, escuchas gritos de vendedores callejeros, la tortillera
con su pan de grasa, el turronero, el manicero con su canasto lleno de maní tostado, los
músicos callejeros, el organillero con sus melodías antiguas y su cajilla de cedula con
monos o loros, el lustrabotas lisiado y su acento de bajo pueblo con su paño, las
escobillas y el golpecito que avisa el fin del trabajo, la tejedora con su carga a cuesta
32 Ver: Campos Menchaca, Mariano José Nahuelbuta, Buenos Aires, Editorial Francisco de Aguirre
S.A.1972. Especialmente el capítulo IV, “Lemunantu”, La Iglesia en la Araucanía.
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ofreciendo las mantas y chamantos, no te das cuenta que ella no te ofrece nada solo se
anuncia con su presencia y un suave murmullo en un idioma mezcla de español y
mapudungun te hace saber que está ahí, y más allá en la gran avenida Barros Arana
divisas a lo lejos al hojalatero con su fogón a cuesta, los empajadores con la poza de
agua a la orilla de la vereda por la trenza mojada, los compradores de botellas vacías o
fierro viejo que van gritando por la calle y que ya van pasando hacia la ciudad, al igual
que los últimos repartidores de leche con su carro tirado por un caballo y su pito, las
carretillas repartidoras de pan que van en busca de su clientela e innumerables gente
anónima que circula por la calle y que tu piensas que pueden ser trabajadores del campo
que vienen a darse una vuelta por la ciudad, peones, mejoreros, inquilinos, gañanes,
arrieros, velloneros, algunos con sus mujeres y sus hijos que vienen en carreta o se
bajan del tren a conocer y algunos a tentar suerte, los vaquéanos con su andar
parsimonioso recorren con la mirada el paisaje tan distinto al de las montañas que
conocen de memoria, se hacen notar porque no están en su ambiente. Adentro de la
estación un enjambre de carrilanos, carrunchos o tiznados van y vienen preparando el
movimiento de los trenes. Tu piensas si quedarte en el Hotel Temuco al interior de los
ferrocarriles, de propiedad de Luis Costadvat o allí al frente en el Hotel de France de
Eugenio Cambaire que tienen solo tres años de antigüedad y 25 “piezas para alojados y
pasajeros”, pero alguien te habló de una Quinta de Recreo al final de la calle Manuel
Montt, es de propiedad de Manuel Hidalgo y está pasando la lechería Holandesa, al
sector lo llaman Avenida Alemania pero todos hablan del Paseo de las Quintas, aunque
se sabe que el señor Juan Tuke y otros pidieron ese nombre desde el límite urbano de la
ciudad en Manuel Montt hasta la quinta del señor Reusch. Suspendes la decisión, se ve
tentador ir para allá, te contaron que tiene alamedas y bosquecillos como si estuvieras
en la selva del sur pero con las comodidades de la ciudad, con kioscos especiales donde
“tomar sombra” en los días de sol o guarecerse de una lluvia imprevista, un restaurant a
la chilena con mozos expertos, “corral con cabalgaduras,” corridas de vacas con
topeaduras los domingos y tribunas para dos mil personas, te dicen que viene gente de
los pueblos cercanos a divertirse en ese lugar y todas las grandes proclamaciones de los
candidatos de la Alianza o la Unión Nacional se hacen ahí .Miras hacia fuera de la
estación, el panorama en la gran Avenida Diego Barros Arana es impresionante, un
colorido ir y venir de gente de todas las condiciones sociales, los tranvías y los pocos
coches van y vienen, la gente de a pie esquiva los caballos, algunos pasan a media
rienda y otros más retenidos, las carretas empiezan a formar filas a un costado de las
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bodegas y la gente al frente se arremolina para escuchar a los charlatanes o van a ver el
recién inaugurado edificio de Capurro, Marsano y Cia., con todos sus locales, solo tiene
cuatro años y ya es un centro de atracción para la ciudad, a su alrededor crecen locales
de dudosa reputación donde decenas de personas se entregan en forma desenfadada a la
pasión endémica de esta región de frontera, el naipe, los herederos de los Albures, la
basiga, la malilla, el mediator, el tonto, el tresillo, la banca, el monte, el paro, la
primera, el revesino, y el andabobo, nombres de juegos centenarios que ahora, ahí en
esos locales que ves frente a la estación cambian de nombre pero son los mismos que
jugaban los soldados en los fuertes de la frontera y los mismos que jugaron los soldados
en el fuerte de Temuco allá por 1881 y ahora lo juega el pueblo y tienen como
observadores todo tipo de gente y la policía hace la vista gorda ya que saben que no
sacan nada con detenerlos porque al otro día están de nuevo ahí como si fuera una
costumbre, una pasión incontrolable, la plata fácil tan querida, tan deseada. Escuchas a
los charlatanes que al lado de los jugadores hacen su negocio con los incautos de
siempre cuentan la historia de un hombre que ha perdido las fuerzas por haber apaleado
una culebra en el campo y no la ha matado y el bicho huye y el hombre queda sin
fuerza por el resto de su vida, o les explican a sus espectadores embobados como la
gente mala pone una papa a la gallina clueca y no la saca hasta que esta incuba y le da
de comer esa papa a su enemigo y es solo comerla y volverse loco el hombre, la gente
queda espantada ante semejante maldad pero el charlatán que se ve convincente ante su
rendidos espectadores dice que tiene el remedio para esas cosas y muchas más, desde
una culebra gruesa y corta que es el mejor talismán para la buena suerte o una chaucha
sacada del mayor balay que jamás ser humano a visto con más de trescientas culebras
trenzadas una tras otra y en el medio de ellas esa chaucha que él hace bailar en sus
hábiles manos y que adquiere propiedades fabulosas para el que la porte y ahí la tiene y
pagando un módico precio puede ser de cualquiera, también tiene la flor de la plata que
nace del lugar en donde se ubican estos llepos, pero él las ofrece a un precio módico,
también tiene remedios simples y eficaces que cualquiera puede obtener por unas
monedas, el azúcar de perro para la diarrea, polvo de varrilla para enfermedades de la
orina tan comunes en esa época, su voz se pierde mientras tú te alejas, pero ¿para dónde
vas? miras al sur de Barros Arana se ve vacío y contrasta con las multitudes que se
mueven a tu alrededor, te han contado que cerca de la estación todavía no es muy
seguro hay “guaridas de pillos”, de “rateros” y “pungas” que trabajan en la estación y en
las calles cercanas junto a casas de gente humilde que se gana la vida en el comercio
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local, aquí mismo, en la Estación hay un verdadero “barrio Chino” lleno de puestos de
frutas y tendales, son más de cien alrededor de la calle Barros Arana y empiezan a
copar por la Avenida Pinto y sigue creciendo todos los días, y aunque es de mañana ya
empiezan a salir los olores de las cocinerías que no paran en todo el día haciendo
desfilar la comida popular, los encebollados con cebolla en trocitos mezclada con
huevos, la chanfaina de castilla, el pepiano, las refalosas, las patoscas, los furundungos,
los caldillos, las carbonadas, las empanadas de pinu, los chupe, las guatitas, el pan
español, el pan chileno la telera y la guañaca, pero también hay comidas de la tierra
como el cercan, el soplillo o huelan, los changles con deliciosos brotes de roble
mezclados con migas de pan, cebolla y ají, los huitrines, los mitrines, el anchi de trigo,
los catutos, todas comidas para saciar el hambre por un buen rato, porque de eso se trata
aquí, de “asegurar el estómago”, para no andar con cara de debilucho en una hora más.
Y para tomar tienes el infaltable vino tinto del año de uva mollar, un añejo, un
blanquillo, un moscatel, una chupilca si es otoño, con lagrimilla y harina de maíz, un
Lucas de aguardiente y culen, un gloriado un candiel para el frío y el infaltable pisco,
que antes llamaban granadero o cazador, la chichita, el maqui, el “chivato” o
aguardiente con culen y canela, la chicha de manzana, de maqui o de frutilla ciudad.
Pero ahora, escuchas el deambular del tráfico urbano, el tranvía eléctrico en toda
su majestad frente a tus ojos y que pone a Temuco a la altura de las grandes ciudades
del país, es el símbolo de progreso, alguien te habló de su recorrido y de que
remplazaron a los carros urbanos que a duras penas resistieron hasta enero de 1919,
sabes que esa fecha es importante en estos años, el día del roto chileno se celebra con
gran pompa y desfiles, es una fiesta nacional, no es casualidad que las calles más
importantes de la ciudad lleven los nombres de los grandes próceres de la segunda
mitad del siglo XIX, los que hicieron posible la expansión nacional, son un reflejo de un
“imaginario colectivo” de otra época encarnado en las calles de Temuco, un imaginario
poético que nadie recuerda hoy en día, pero en esta época, 1922, está vigente, ¿por
dónde seguir?, te cuesta decidir, puedes tomar el tranvía eléctrico aquí en la estación y
seguir en el por Barros Arana, doblar por Manuel Rodríguez y llegar hasta Manuel
Bulnes seguir por esa cuadra hasta la Plaza Aníbal Pinto, en su lado derecho, doblar por
Antonio Varas hasta la calle Arturo Prat, el fin del recorrido, en pleno centro de la
ciudad pero no te convence, quieres llegar a la Quinta de Hidalgo, alguien te dice que el
servicio ya está ampliado hasta las mismas quintas de la avenida Alemania por Manuel
Montt pero ya no lo escuchas, has tomado tu decisión, quieres ir caminando, te han
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hablado de las calles del centro y quieres verlas, quieres pasar por ciertos lugares que ya
están en tu propio imaginario y reconoces que de una u otra forma ya la ciudad se está
metiendo dentro de ti, esto ha comenzado con la formación de itinerarios que solo están
en tu mente pero que son reales para ti, es la libertad que te da el ser un urbanitas, un
habitante de la ciudad, quieres ver donde la gente camina, donde compra, donde vende,
donde se distrae, donde se juntan para plantear sus problemas a la comunidad, donde se
ocultan los vicios, donde se encuentran con Dios, donde se educan, quieres verlo todo,
quieres ver los nuevos árboles de la plaza Aníbal Pinto, unos tilos recién plantados.
¿Voy por la calle Diego Portales?, la calle de los sastres, Russo, Testa, Nahmias e hijo y
Nahamias y Toledo, ahí mismo puedo ver la zapatería de Cerda o la Imprenta de
Arsenio Espinoza o la gran tienda de muebles de Álbala, Chame e Israel, o la fábrica de
alambres de Luis Torres o la tienda de abarrotes de Sessarego o la casa de préstamos de
Esteban Hiriart, o la oficina de comisionistas de Azzael y Leuy y preguntarles por los
niveles de venta al exterior de madera y otros productos y si va a subir el precio de la
tierra, en el corazón de la Araucanía hay gente que maneja esos datos, o conversar en su
tienda con el señor Yudilevich, aquí al inicio del viaje en la calle Diego Portales con la
Avenida Diego Barros Arana casi frente a la estación de ferrocarriles, preguntarle cómo
les va a sus cuatro vendedores que se mueven entre Concepción y Chiloé o caminar
unos pasos, solo unos pasos más allá de Barros Arana por Diego Portales, atravesar el
desvío Aracena y quedarte conversando toda la mañana con los hermanos Ellena en su
tienda, o en el depósito de madera “El Sol” y averiguar por el tipo de madera que están
explotando, ¿es verdad que están exportando Araucarias a Estados Unidos?, pero no te
decides, piensas, actividad propia del ciudadano de la urbe, piensas, luego circulas,
piensas en otro trayecto, ¿quizás por la calle Manuel Montt ? corre en la misma
dirección sur-poniente que Diego Portales y en ella te puedes encontrar con “la calle de
las zapaterías”, Arriagada, Bianchi, Llao y otras más pequeñas y desconocidas, la
talabartería de Manuel Espinoza con 10 operarios a los que paga dos mil pesos en
jornales al mes, le preguntarías si la gente le pide frenos, cabezadas, riendas, bozales,
bajadores, estriberas y si hay gente que tiene todavía todo eso de plata, alguien me contó
que tiene una colección de coscojos, unas rodajuelas con puntas que se ponen en los
frenos o bocados de brida para domar caballos y que tiene algunos antiquísimos que
datan del siglo XVI, ¿si tiene algún antiguo mandil de esos que se llamaban carona y
que eran de cuero e iban debajo de la montura?. También pasaría por la sastrería de
Segismundo Carmine y las mercerías de Carlos Massmann, Uldaricio Veloso y Oscar
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Rodríguez, la tienda “El Cóndor” de Isa Abu Mohor o la de Nicolás Mohor en la calle
Manuel Montt con la Avenida Vicuña Mackenna, también podemos llamar a la calle
Manuel Montt “la calle de las boticas” como la de Antonio Álvarez en Manuel Montt
con Manuel Bulnes que existía desde 1903, o la de Maximiliano Bobadilla en Manuel
Montt esquina Arturo Prat o la de Escala Eneas en la calle Manuel Montt con la
Avenida Arturo Prat, la tienda de abarrotes de David Croxatto, la hojalatería de los
Walper en Manuel Montt 1122 o la curtiduría de Domingo Álvarez con 70 operarios o
la de Emilio Cerda ...pero en verdad no es una cosa de tomar una calle, me confiesas
que deseas ir a lugares específicos, las fábricas de cervezas de los Walper en General
Mackenna o la de Francisco Hertling o la Fundición y Maestranza de Dickinson o la de
Rafael Robles para preguntarles por la fabricación de molinos y prensas para fabricar
chicha de manzana o las cocinas de piedra para harina integral o la reparación y venta
de molinos, les preguntaría si les venden a los mapuches y si les pagan con dinero o
con productos, si hacen trafkin con ellos y que hacen con esos productos, ¿tienen
tiendas de abarrotes en donde lo venden? O ¿se lo venden a algún comerciante?, no te
decides, te quedas mirando un largo rato las calles y te confiesas a ti mismo:
- En verdad, quiero ir a otro lado...
Caminas por Francisco Antonio Pinto hacia el norte, caminas lentamente y no
necesitas hacer mucho esfuerzo para verlo, se te presenta desde el momento en que giras
la cabeza para encaminarte hacia el norte, la calle se ve gigantesca y los pocos edificios
no alcanzan a tapar sus faldas, parece una serpiente dormida, llegas a la Avenida José
Manuel Balmaceda y miras el paisaje en donde hasta hace unos años atrás se realizaban
las carreras de caballo “en pelo” de cuadra y media y con jinete libre, la revancha era
con tiro y lado, ahí está, “el Cerro Fiscal”, a lo lejos se divisan sus árboles más
grandes, como una cabellera verde que cubre la variedad de paisajes interiores y crees
ver laureles, huahuanes, ulmos, lingues con sus flores pequeñas amarillas formando
panojas, layas y pubescentes con su fruto redondeado negro violáceo poniéndose las
hojas de color amarillo anaranjado en otoño, Tineo en los suelos más húmedos con sus
flores de color blanco crema pasando a rosa y rojo al madurar y sus frutos de cápsula
roja. Boldos un árbol dioico con flores blanco crema y su fruto como una drupa que
madura a comienzos del verano y es de buen sabor, avellanos y...¿queule? la patagua en
las quebradas del cerro y en las zonas más húmedas formando bosquetes que protegen
los riachuelos o ahí en esas quebradas junto a canelos, arrayanes, con sus flores
campanuladas y blancas y sus frutos rojos, el radal, el tayu, el lun, el peumo, la luma, la
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pitra, el tepú y más abajo en las profundidades de este cerro fiscal la vegetación que
hace impenetrable el lugar, las enredaderas como el voqui colorado o voquiparrilla, el
quilo, el pifu o voqui negro, el pilpilvoqui con su cáliz verde rojizo en semisombra o
sombra produciendo varias guías por año, las lianas como el quilinejo o esparto bueno
contra el reumatismo, el paulún, el sinchul, el voqui del picaflor o voquivoqui y las
plantas trepadoras, el copihue, el quilmay, el quiraco, las gramíneas gigantes como la
quila, el coligue y la quililla
Miras a todos lados por el trazado de la calle y ves a lo lejos y también cerca, en
las esquinas de la Avenida Balmaceda y Manuel Antonio Matta los planchones que
hacen posible circular entre la humedad y el lodazal en que se entrampan las carretas,
varias de ellas hacen esfuerzos por moverse, la calle parece un campo de guerra, es la
lluvia del día anterior que deja su firma y adivinas a lo lejos, detrás del cementerio o a
la salida de la nueva población Dreves o acá, más cerca aun, a la salida norte de la
ciudad, los pantanos, los dahuiles, los ñadi, los mallines cerca del cementerio los
interminables pantanos que rodean la ciudad como la persistencia de lo que fue esta
tierra y te imaginas al cerro fiscal y los pantanos como personajes de una antigua batalla
mitológica entre Caí Caí, la serpiente marina y Tren Tren el dragón salvador que
duerme en el cerro. Pero la ciudad es lo nuevo, lo que se impone y aparta a estos dos
contendores y a sus voceros, los aísla, los encadena a sus nichos y los hace aparecer ante
tus ojos como reliquias del pasado, ¿tan poderosa es la ciudad?, si puede hacer eso con
los mitos ancestrales, ¿qué no puede hacer con las personas?,¿qué no puede hacer con el
flujo de capital?, el dinero que va y viene ni siquiera rosa la piel de esta urbe, se afianza
sobre sí misma, se estructura como algo más poderoso, invisible, oculto, reemplaza a las
serpientes y los dragones, ocupa el espacio del capitalista, deja subsistir al usurero, al
rentista, al comerciante, al artista, inmoviliza todo lo que amenace su existencia, ahí,
todavía subsisten algunos restos de lo que fue y lo que cantaron los poetas asombrados
por la antigua fuerza que no tiene semejante en la actualidad y que al menos ellos
lograron percibir, ahí está el mallín, terreno bajo húmedo, anegado en invierno y en
verano lleno de pasto para los animales, el ñadi, terreno pantanoso que se podía
transitar con trechos de girón y charcos de agua, o el gualve un terreno pantanoso con
más agua que el mallín y el temido menuco, pantano hondo cubierto en la superficie con
pasto donde sucumbieron muchos soldados atrapados esperando su final, ¿era así el
pantano donde sucumbió Pedro de Valdivia?, no lo sabemos, lo podemos imaginar, pero
no es este el último lugar que deseo visitar en Temuco, hay otro lugar, cercano, deseado,
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por el que ya pasé viniendo hacia el cerro y que no quiero dejar de ver, está en la calle
Lautaro con la Avenida Manuel Antonio Matta, pero el urbanita que quiero visitar ya no
está viviendo ahí, se fue a la capital y está escribiendo poesía con otro nombre, yo
quería ver a Neftalí y pedirle que me mostrara su ciudad, las partes que el recorría todos
los días, su caminar al centro, al liceo, ¿se iba por Lautaro hacia la plaza Brasil?, no lo
sé, me lo imagino caminando con su traje oscuro bajo la lluvia incesante del invierno de
Temuco, de esa ciudad en que todo estaba mezclado, las clases sociales, los oficios, los
corazones, las fiestas privadas o familiares y las fiestas de la ciudad, cuando esto era
una ciudad -aldea, mitad campo mitad urbe, en 1887 o en 1905, luego dejo de tener
sentido lo urbano y lo rural, todo empezó a ser urbano y lo demás dejo de existir,
desapareció de las pupilas del urbanita, pero él vivió esa época y te hubiese gustado
subirte al tren que iba a Carahue con él, te lo imaginas acompañándote en el trayecto,
saliendo un día domingo muy temprano de la estación de Temuco en las locomotoras a
vapor y por unos 600 metros seguir la línea del camino a Pitrufquén, como dice un
cronista que “atraviesa una parte poco valiosa de la población” ubicada entre la
barranca y el estero Pichi Cautín, pero luego, en el kilómetro dos sube al valle alto del
Cautín, que como un plano de suave pendiente que baja en el sentido del trazado llega al
kilómetro 27 donde baja al llano del río Imperial. A la salida de Temuco atravesamos el
río Chol Chol en su confluencia con el Cautín, son terrenos bellos y accidentados donde
aparecen unas cadenas de cerros que dirigen sus contrafuertes hacia el Imperial y el
Chol Chol con curvas que se mantienen hasta el kilómetro 38, es como si la naturaleza
nos pusiera un decorado que no permite darse cuenta que vamos cayendo, nos vamos
sumergiendo en otro mundo, en un espacio donde el agua reina y la ciudad se aleja y de
repente estamos en el extenso valle del Imperial, que las lluvias convierten durante casi
todo el año en una inmensa laguna, por eso, el tren se encamina hacia su destino por las
faldas de los cerros hasta el kilómetro 52, donde desaparece el valle y la falda de los
cerros cae al rio con una fuerte pendiente con curvas y rectas que hacen que el tren haga
movimientos cortos y esforzados, desde el kilómetro 53 se vuelve a seguir la falda de
los cerros, cruzando en el kilómetro 54.800 una puntilla pronunciada de 200 metros
hasta la estación, hemos pasado por el paradero Labranza, que después será estación,
luego por Peral, siguiendo por la Estación de Nueva Imperial, el paradero de Ranquilco
y la estación de Carahue .En el trayecto mi acompañante me habla de su amigo “el
señor Winter”, me lo imagino un caballero respetable, anciano y reposado, me dice que
no es tan así, que a veces se queda en silencio por largo rato mirando el mar desde la
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altura en Puerto Saavedra, entonces me acuerdo que nuestro viaje no termina en
Carahue, que ese lugar es el inicio de otro viaje en un pequeño vapor por el río Imperial
hasta llegar a Puerto Saavedra, pero él me dice que también hay vehículos que hacen el
trayecto por la ribera sur del río Imperial, aunque también, me confiesa entrando en
confianza, que prefiere el vapor, me cuenta que el “señor Winter “es una persona muy
sabia que le ha enseñado a conocer la literatura del mundo, aunque sus favoritos son los
libros de aventura de Salgari, también me habla que el “señor Winter le ha enseñado el
manejo de la chifla, un hierro acerado que se usa para raspar el cuero de los libros y
dejarlos impecables, relucientes, limpios, digno de los mejores versos, “como una cuna
de sueños”, me dice y al decírmelo sus ojos brillan y me parece que su figura menuda
crece en un instante y lo veo gigantesco, más grande que el tren, más grande que los
volcanes, como si su voz fuera de trueno, pero es solo una ilusión producto de sus
palabras no escuchadas nunca antes, un instante, menos de un segundo y sigue hablando
sobre el arte de afinar la cubierta de un libro, dice que es algo que solo los amantes de
los libros saben apreciar, un arte de cálculo y belleza extrema,
- “Que toda la cubierta del libro quede parejita y sobresalga por
todas partes igual, como el horizonte cuando cae la tarde en el mar”,
Solo lo escucho, ya no lo miro y guardo esas palabras en mi memoria, le convido
un “pan de viaje” y ambos guardamos silencio durante un rato mientras saboreamos
nuestros alimentos, y es un buen pretexto para hablar de comidas, le pregunto por la
pesca en la costa, en el lago Budi y en el mar, me cuenta que en el mar los pescadores
sacan collofes o cochayuyos, lua, luche, erizos apancoras, changayes, choritos, dalle,
piures, maico y en el río sacan camarones y choros de río, pero del Budi también sacan
peces como la lisa, el huaiquil, robalo, llancanis, pejerreyes, puyes o sardinas, corvinas,
robalos, urungues,
- De hambre no se muere nadie por estos lados, le comento.
Pero él no hace ningún comentario, te das cuenta que habla como ausente y eso
te pone nervioso, pero te sigue hablando de los pueblos donde vamos y te conversa
sobre Carahue, que antes se llamaba La Imperial y donde quedó el testimonio de
muchos religiosos que murieron predicando su fe y me habla en corrido del Mercedario
Fray Antonio Rondón y Sarmiento que murió en Angol un 13 de diciembre de 1535,
estuvo dos años en Perú como capellán castrense ocupándose de los soldados y los
indios auxiliares, en 1535 pasó a Chile predicó en el norte y luego se inscribió en la
expedición de Pedro de Valdivia en 1540, fue guía de este y a lo mejor influyó en la
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elección de la ruta de Tarapacá y Antofagasta señalándole los altos donde descansar y el
tiempo correcto para ello, cuando llegan al Mapocho grande fue la sorpresa de los
españoles porque los indígenas del Perú ya lo conocían y en 1545 salvó muchas vidas
por ser conocido de Michimalonco y evitó el deseo de sangre y de venganza de
Valdivia, atribuyendo la reacción de los indígenas a los abusos de Monroy. En 1562
aparece en el cerco de Arauco realizado por Antihuenu, algunos dicen que tomo las
armas y otros cuentan que les hablaba a los naturales en su lengua para que se
sosegasen, estuvo trece años en La Imperial, fue cura de españoles y misionero entre los
mapuches, solo, sin ayuda de nadie. Al morir Valdivia derrotado por Lautaro, la
hambruna lleno estas tierras y el socorrió a muchos. Vivió sus últimos años en Angol y
cuando predicaba en una capilla cerca de Angol lo ultimaron a garrotazos, lo sepultaron
en la Iglesia de la Merced de Angol y no hay cruz que lo marque.
La voz de tu joven compañero de viaje sonaba lacónica, como si estuviera
consciente de la fuerza de lo que contaba, no lo quisiste interrumpir y preguntarle si esas
cosas se las enseñaba su amigo “el señor Winter”, lo dejaste que siguiera hablando... te
relata la historia de los padres Bernabé Rodríguez, Diego Jaime y Juan Zamora, que
vinieron con Valdivia en 1540 y fijaron su residencia en 1548 en La Imperial, viviendo
una vida monacal y predicando, pero fueron emboscados en una quebrada cerca de la
ciudad, a los padres Jaime y Rodríguez le cortaron las cabezas y los brazos y el
corregidor de la ciudad, Nicolás Garnica recibió los testimonios, el Padre Juan Zamora
se ocultó en el bosque y después siguió viviendo en el convento de La Imperial, fue
sepultado ahí y un rosal creció en su tumba cubriendo todas las ruinas, le haces el
comentario de lo trágico de estas vidas y él te contesta que hay historias de guerreros y
caciques mapuches más terribles con mucho sufrimiento pero que eso daría para varios
viajes y amenaza con contarte historias más edificantes como la del mercedario Fray
Antonio, que era de origen portugués y llevaba una vida mundana hasta que un día un
barbero encargado de asesinarlo le confiesa sus planes antes de llevarlos a cabo, es tal el
impacto del suceso que el hombre se transforma, decide venir a Chile y el barco en el
que venía naufraga y se encomienda para hacer votos en la Merced, se salva y entra a la
orden y lo mandan a La Imperial, aquí entra a los nativos por el canto y la música y
forma una orquesta con la que llama desde la colina a misa, los últimos días de su vida
los vivió en La Serena. Recuerda a los franciscanos Fray Pedro Solís que anduvo en La
Imperial y Fernando Aguilera y Gabriel Vega predicando en Arauco, el Dominico
Bustamante que murió alanceado en Villarrica junto con Obando y te da una larga
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charla descriptiva de la vida del padre Correa que divulgó en Chile el culto a la Virgen
de la Merced y que murió en La Imperial donde fue enterrado en su Iglesia. En todos
resalta con entusiasmo las vidas llenas de giros, soldados sanguinarios que se salvan de
milagro y se convierten en devotos soldados de la Iglesia, hombres que son ejemplos de
santidad y entrega más allá de lo humano, te cuenta las minucias como si hubiese estado
presente y entiendes que ese muchacho se apasiona por lo humano, lo desmenuza, lo
recrea, lo muestra en todos sus detalles y tú, para no ser menos te defiendes hablando
de comidas y contándole que el charquicán, aquel plato que tantos recuerdos le trae del
invierno tiene sus orígenes en un plato marino llamado vailcan, una gran batea de
mariscos guisados con ají, de ahí viene el charquicán y el luchicán .
- “Los Carahuinos no se bañan en el lago después de una lluvia y
bailan la cueca de los turuntunes”,
Te dice y tú te quedas sorprendido porque van en el kilómetro 45 y ya queda
poco para llegar a Carahue, el muchacho se nota un poco cansado por el trayecto pero
no pierde la compostura, habla de la literatura y de las historias que conversa con su
amigo “el señor Winter”, te cuenta la historia del Bicho Vivificador, un pájaro mágico
que resucita una pareja mapuche y mantiene la protección del varón que conserva la
fidelidad de la pareja pese a la traición de la mujer de la cual se venga al final, llegando
a ser gobernador de una ciudad portuaria....El muchacho está mirando por la ventana del
carro, la humedad ha llenado el paisaje de dahuiles por todos lados, manchas de agua
que pelean con el verde por ganar notoriedad, charcos y más charcos gigantescos, el
muchacho se da vuelta y me mira, parece que se va a desvanecer pero me alcanza a
decir:
- La soledad de la comida chilena, de platos que nacen en la guerra
como el valdiviano y perviven en la necesidad de los meses de invierno...
Tú te estremeces al escuchar esas palabras como si te las sacaran de la punta de
la lengua, sientes que no podrías resumir mejor la historia de las comidas de Chile y la
mirada de ese muchacho que se desvanece es igual de penetrante que sus palabras, el
tren ya llega a la estación de Carahue y tú ahora miras la Avenida Balmaceda que se
pierde en la línea recta que va hacia el nor oriente, lejos, al cementerio municipal, van a
ser las doce del día y no te has movido del barrio Estación,
- Como si me hubiesen echo hui33, piensas...
33 Güi, perder la orientación. Perderse en el bosque por efecto de brujería. La frase en la cultura fronteriza
es: “Le hicieron Güi”.
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y vuelves a recordar el mito de Tren Tren y Caí Caí, por esas cosas rara te
cuentan que el primero en hablar de ese mito mapuche fue el padre Diego de Rosales en
su Historia en el libro primero, en las páginas de la tres a la siete, es el mismo hombre
que en 1648 estuvo en la misión de Boroa, pero antes ya había participado en la batalla
contra Butapichón en 1630,junto a Alonso de Córdoba y en 1641 en el Parlamento de
Quillín, presencio el gran terremoto del 15 de marzo de 1657,sabia de lo que hablaba ¿y
porque habla del mito?, no te responde nadie, es solo una intuición, algo que no te sacas
de la cabeza,¿ por qué un hombre tan culto como él pone al inicio de su libro este
mito?,¿qué quería decirnos? O ¿decirse así mismo?, vuelvo a mirar hacia el cerro fiscal
y repito con el poeta:
“Y si bien creo subir, en la medida
que suben estos versos hacia el sol,
he bajado a una cumbre desmedida:
a tu cumbre profunda ¡oh Ñielol!”34.
La serpiente salvadora, Tren Tren parece dormida esperando una nueva
batalla...piensas...” el urbanita le da la espalda a los mitos que explican algo más
profundo, algo que permanece”. Sigues caminando hacia el centro de la ciudad, ahí a la
plaza Aníbal Pinto donde los primero de mayo los obreros hacen concentraciones y
desfiles para luego participar de sus actos en el Teatro Edén donde se cuentan otros
mitos urbanos más persistentes y que alimentan el ojo y adormecen la memoria, siempre
desde esos años ha existido un cine, que después se llamó Cine Central y ahora...no
recuerdas. Ab Urbe Condita...35.
34 Cid, Teófilo Camino del Ñielol, Temuco, Talleres Gráficos Roa, 1954. 35 Traducción: “Desde la fundación de la Ciudad”.
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EL OJO PEDESTRE. CALLE NUMERO DOS: CAI CAI Y TREN TREN.
El habitante de estas tierras, en los inicios de su ocupación, se mueve de un
fuerte a otro fuerte, de un pueblo a otro pueblo, y es el que va poblando el espacio y
asumiendo un lugar en la ciudad
En Temuco, en sus orígenes, hay una tendencia por desarrollar calles lineales
como la Avenida Pedro de Valdivia y la Avenida Aníbal Pinto, donde se agrupan las
manufacturas en la primera y el comercio popular en la otra, pero su fuerza de
expansión no resiste el ímpetu del plano de cuadricula y son absorbidos por este que se
impone en toda la ciudad a finales de los años veinte. Excede este ensayo el reflexionar
e intentar explicar la forma de las calles y su asociación con el tipo de actividad que en
ellas se desarrollan, en el caso de estas dos avenidas es claro el desarrollo
manufacturero y comercial36.
Los caminos que conectan el sector donde se emplaza Temuco van a ser usados
para que esta ciudad se abastezca de los recursos básicos que su población requiere
para subsistir, pero estos no son caminos que permitan una conexión abierta con la
región, es como si la ciudad que crece tan velozmente mantuviera su carácter de plaza –
fuerte, imponiendo una permanente diferenciación entre su espacio interior y el entorno,
la ciudad parece luchar por imponerse a un espacio que la población ve como hostil, es
la imagen sacada del Domingo Faustino Sarmiento de los años 1841-1845 que
preconizaba que si “España es el problema, Europa es la solución”, incentivando la
inmigración desde ese continente, pero su conocimiento en terreno de la realidad
Europea en 1845 y la constatación de sus profundas diferencias en el desarrollo de las
regiones internas de cada país lo hará cambiar de opinión, volverá a entender la labor de
los Borbones y la importancia de la educación más que la raza o la cultura como un
factor clave. Esto quedará reflejado en las profundas diferencias que hay entre su libro
“Civilización y Barbarie” y “Recuerdos de Provincia”. Lamentablemente en Chile la
influencia del primer texto nombrado será más importante37.
36 En numerosas notas de la prensa local se registra el ir y venir de estas manufacturas, como la Fábrica de
Cecinas de Menzel, la Fundición y Maestranza de Guillermo Dickinson, y otras que no están en estas
calles pero que desarrollan una red de proveedores con pequeñas manufacturas que se asientan en Pedro
de Valdivia. 37 ¿Para qué la inmigración? Ideología y política inmigratoria en la Argentina (1810-1914). En Donghi
Halperin, Tulio El espejo de la historia. Problemas argentinos y perspectivas latinoamericanas, Editorial
Sudaméricana.1987 pp. 189-239.
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Los primeros treinta años de vida de la ciudad se mantendrá esta característica
de una ciudad emplazada en un territorio hostil y desconocido, situación que quedará
marcada para siempre en los trabajos y descripciones de poetas y escritores de esa
época38, y solo el tren, como manifestación de la fuerza de la modernidad podrá
oponérsele a esa naturaleza implacable y aplastadora, su aparición es una prolongación
más eficiente del proceso iniciado con la fuerza física de los colonos y la fuerza de sus
bueyes, simboliza la capacidad del hombre por imponerse a la naturaleza, aunque sea en
forma momentánea, pues las sucesivas avenidas del río en invierno, las lluvias
torrenciales con sus consiguientes inundaciones y aislamientos y las tormentas de polvo
en verano serán un recordatorio permanente del poder de esa naturaleza que tanto
impresionaba al urbanita39. Por eso la llegada de cada tren es una fiesta y la estación de
ferrocarriles comienza rápidamente a formar un espacio urbano de desarrollo propio,
orientando la población hacia el sector norte de la ciudad y haciendo crecer Temuco
más allá de sus límites urbanos con una población obrera y campesina que llena
rápidamente este espacio con poblaciones que llevaran los nombres o de los primeros
propietarios de estos terrenos o de acuerdo a la función que desempeñan en el lugar
como Perlwitz, Kolossa, Ziehm, Maestranza, Paredes, Patzke, La Fama, Santa Rosa,
Osthaus40.
Los caminos rurales serán la prueba de los limites ficticios del mundo urbano
frente al mundo rural que se presenta como salvaje y sin ley (recordemos al mencionado
Sarmiento), en este espacio limítrofe que conecta la ciudad con los sectores aledaños se
producen salteos, crímenes, asaltos, y a partir de principios del siglo veinte, cuando las
ferias espontáneas que se realizaban en el centro de la ciudad desaparezcan y la aldea
sea cada vez más ciudad, la compra y venta de la producción campesina por parte de
especuladores que logran grandes ganancias con la reventa en la ciudad de carbón, leña,
y verduras. El ferrocarril también ayuda a fortalecer en el límite urbano los
comportamientos especulativos y comerciales de los agentes económicos en los sectores
38 Ver por ejemplo: Valle, Juvencio La Flauta del hombre Pan, Nueva Imperial, Editorial Azules, 1929,
con poemas como “Oñoico”, y este verso “...y los viejos leñadores, perfumados de eternidad”, p. 161.
También podemos reseñar a Teófilo Cid que en su poema “Camino del Ñielol”, dice “El hombre no
puede ya vivir junto al encanto sin herirlo con la oscura enfermedad que le roe el cerebro”. Dejamos sin
citar a Pablo Neruda o Jorge Tellier o Elena Navarro o Augusto Winter. Pero en todos los textos la
naturaleza aparece como un ser indomable, temible, no sujeto a reglas humanas, ante la cual, el ser
humano tiembla y se recoge. La belleza de esta naturaleza es melancólica. 39 Sobre el urbanita ver: Feal, 2005. Gorelik, 2005 y Wirth, 2005. 40 Ver Empresa Guía –Interamericana, Santiago, Imprenta Cervantes,1924, incluye el mapa de Temuco
de Nicolás Boloña.
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populares y tal como los grandes comerciantes y especuladores sondean mercados para
la madera y el trigo, el pueblo, los sectores menos acomodados especulan con los
productos de la tierra dejando una marca permanente que penetra el llamado “mundo
rural”. No es por casualidad que los negocios más numerosos en los primeros años son
las casas comerciales, la venta de frutos del país y las mercerías. Temuco pasa de 3.345
habitantes en 1885 a 28.546 habitantes en 1920,la gran mayoría provenientes de la zona
sur,(Valdivia) o de Concepción, es población de origen campesina deseosa de hacerse
un porvenir rápidamente y para eso no titubearan en ponerse con venta de licores en las
cercanías de la ciudad o venta de carne sin pagar derechos en el matadero, el paradigma
urbano de este proceso será la estación de ferrocarriles, situada en el límite urbano de la
ciudad, se transforma en el punto de contacto de estos dos formas de ver la vida urbana,
la espontánea y la formal.
Temuco crece tan rápido y tan espontáneamente que cuando la comisión
tasadora de la ciudad quiera hacer su trabajo en 1916 no podrá realizarlo por las grandes
dificultades que le pondrá la falta de caminos, en ninguna cuadra una persona se podía
desplazar en invierno con comodidad, cada cierto trecho las calles reclamaban un
planchón por donde pasar hacia la otra calle o la opción era quedar sumergido en el
barro y regresar a la casa para cambiarse de ropa y volver a intentarlo41.
La ciudad la va ordenando la naturaleza y no la racionalidad humana, el
habitante va detrás, acomodándose, donde puede habitar ahí se queda y por supuesto,
los terrenos de más altura van a ser los más apetecidos, mientras más alejados del río
mejor, pero esa es historia que pasa después de los años veinte, antes, desde fines del
siglo XIX hasta 1922 la ciudad es una mezcla de personajes que se reflejan en su plano
y en el uso que se le da. Del centro original, ubicado en la Plaza Recabarren donde los
soldados en los primeros años practicaban sus ejercicios que después trasladaron atrás
del fuerte en lo que empezaron a llamar “la isla” del Pichi Cautín El centro se traslada
desde la Plaza Recabarren al barrio Estación, centro comercial y de trafico de toda la
ciudad hasta fines de los años sesenta y la ciudad crece espontánea por necesidad de sus
nuevos habitantes, llenan el espacio alrededor de la estación de poblaciones y casas de
obreros y trabajadores del ferrocarril, locales comerciales, mercerías y restaurantes. Este
espacio lo llenan personas que viven y sobreviven entrando y saliendo de diferentes
oficios, es un mundo indiferenciado, donde la gente cría sus animales en los patios de
41 Diario Austral del 21 agosto de 1916.
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sus casas en pleno centro de la ciudad, las lecherías y la venta de productos de chacras y
huertas le dan un aspecto de pueblo pequeño semirural. Pero no nos engañemos, esto
que ve el ojo son los vestigios de la aldea que se empieza a retirar, porque en estas
calles recién diseñadas son los lugares por los que pasa el gran capital, que no deja
huella todavía a principios del siglo veinte. Es a partir de los años cincuenta cuando
empezara a notarse un mirada distinta, una mirada cosmopolita, al urbanita empezara a
molestarle el aire rural que todavía mantiene la ciudad y su forma y contenido volverá a
ser reinventado, aparecerá “el balneario de los boldos”, el antiguo Cerro Fiscal se
transformara en ”el cerro Ñielol” y las plazas y calles serán lugares por donde el
urbanita reinventado pasee y se sienta más dueño, más en propiedad de un espacio que
ya es urbano ciento por ciento, es el dominio absoluto de su espacio, el dominio de las
calles, el cierre de las fronteras, el momento en que la ciudad le pertenece, durará hasta
1965 y su gran culminación será el Estadio Municipal de Temuco, primera y última
gran gesta fundacional del espacio urbano, obra maciza y de gran factura para una
población de 80.000 habitantes urbanos aproximadamente, luego aparecerán otros
dilemas, otras tensiones, que tendrán otro rostro pero no el mismo fondo....
Los bordes de los caminos vecinales son de encuentro y de entrada, no son de
salida, cuesta volver a salir, la gente que entra se queda en los chincheles, en las ventas
de alcohol, en los prostíbulos gigantescos que se van alejando del centro, solo el camino
del norte permite una salida expedita y por ahí se sale, solo a partir de 1930 se empieza
a llenar, si se le pregunta a sus habitantes te hablan de lugares, pero nadie tiene en la
cabeza la imagen completa, solo retazos, pedazos de territorio que se transan como
mercancía, así se forma la ciudad y sus calles, su entorno y sus mitos, como si un
weupife ancestral42 esparciera cuentos por todos lados; dicen43 que Valdivia enterró sus
tesoros entre Pucón y Villarrica, dicen que el señor Cartes poseía un cofre lleno de
monedas antiguas, muy antiguas, de esas que llegaban con el Real Situado, e incluso
algunas traídas por García Hurtado y que su local en Claro Solar esquina Arturo Prat,
frente al Banco Alemán vio pasar en las tardes, en la oscuridad, a gente de todas las
latitudes, especialmente españoles, que venían a comprarle sus tesoros que no eran los
choapinos, lamas, pontros, fajas o platería mapuche, no, se hablaba de almoneda que
saltaba a los ojos de antiquísimos arcones con su letra “plus ultra”, la colunaria de plata,
acuñada en Potosí o en Lima, el cinquen, el apreciado carlín de plata, o el flamenco
42 El narrador de cuentos en la cultura mapuche 43 Piam: “se dice”, en mapudungun, como una repetición permanente que va cortando el relato.
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carolas, el agnus dei con la imagen del cordero de San Juan y la letra del Rey Juan I,
otros decían que se encontraron cajas con castellanos, algo que nadie podía creer, o
los montones de cequis que algún vecino dijo que tenía, o los Áureo de ...
La vocación fronteriza se refleja en la persistencia en el tiempo de un espacio
inacabado, una ciudad que desde su origen se nos aparece como incompleta y un apego
de las elites a administrar el espacio según el valor económico que este tenga, por ello el
centro se mueve permanentemente, desde el fuerte en 1881 al 1900, al sector del
Ferrocarril en 1900 a 1940, luego al centro cívico entre 1950 y 1980 y la Avenida
Alemania posteriormente.
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PRIMERA EXPLICACIÓN DEL ORIGEN...
Los primeros meses todo estuvo bien pero cuando empezaron las lluvias no
supieron o no quisieron entender que el nombre de la ciudad no era casualidad y que el
nombre de la provincia tampoco, que algo significaba “Cautín” o “Siempre Verde” o
“Lugar de Patos”, indicaban los dominios de algo superior a las fuerzas del ser humano,
qué los antiguos habitantes del lugar ya sabían, los nombres siempre son algo esencial
de los lugares y esta no era la excepción, pero si algo entendieron estos primeros
habitantes era que tendrían que hacer algo, que no podían quedarse esperando, que la
tierra no les daría sus riquezas así como así, que si no intentaban algo rápido en unos
meses más “eso” se los comería vivo, los abrazaría hasta ahogarlos con su fuerza y
andarían por ahí igual que el polvorista Pérez y todos esos renegados. Pero entre ellos
hay gente que conocía la fuerza de “eso” y le habían ganado la batalla, venían de
Concepción y de sus pueblos interiores, también de Valdivia, eran herederos de los
antiguos, de aquellos que construyeron fuertes para refugiarse sin dominar el territorio,
herederos de aquellos pobladores de la “goda Chillán” o de la estancia Cucha Cucha,
“tierra de la “godería” que en 1810 tuvo que volver a empezar porque eran fieles al rey
y no entendían eso de la “república”44. Sin su monarca, desorientados, sus abuelos se
fueron pal monte, hacia la montaña huyendo del nuevo mundo que se les venía encima y
estuvieron meses y años entre quebradas y bosques, soportando el “penetro”, comiendo
frutos silvestres, haciendo trafquin con los araucanos y aprendieron que una ruca es un
cuenco al revés, que en vez de recibir se cerraba sobre sí mismo para poder contener a
sus moradores y que no tiene ventanas porque se sabe lo que hay afuera y todo lo que
significa es una rabiosa afirmación de sí misma, como baluarte frente a la tormenta
invernal, resistencia, permanencia, nada más merece permanecer en esas tierras que uno
mismo. Conversaron con ellos y ellos ya estaban en la tarea, al igual que los soldados
zapadores, de limpiar la tierra y despejarla y con los primeros tablones armaban sus
casas de acuerdo a lo conversado, esquivando los arroyos, algunos más crédulos
alejando la serpiente que los mapuches llamaban Caí Caí, ayudados por Tren Tren y
otros haciendo oídos sordos a todo eso que decían los nativos en una lengua que solo
algunos entendían y ahí, en esos momentos iniciales de la plaza fuerte de Temuco, allá
44 Vicuña Mackenna, Benjamín La Guerra a muerte, Buenos Aires, Editorial Francisco de Aguirre
S.A.1972, pp. 259-26
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por el año de 1881,nació una nueva especie nunca antes vista en estos territorios :el
urbanita, el ciudadano45.
SEGUNDA EXPLICACION DEL ORIGEN...
Preguntas : ¿Hay un decálogo del urbanita?, no lo sabes, alguien dice que el
urbanita es el territorio o el territorio es una red de intereses sobre un espacio que se
llama ciudad y sobre esa ciudad imperan reglas y costumbres aceptadas por todos, pero
esa red va más allá de los limites urbanos, se extiende por los campos, los montes, los
volcanes, los lagos, la vegetación, toda la naturaleza, tan poetizada y hace que en esa
relación la mirada que impera es la del urbanita o ciudadano, dejando en la invisibilidad
lo que sus ojos no ven. La mirada del urbanita es una mirada selectiva.
Una forma de relacionarse que se respeta como una ley no escrita en ninguna
parte pero marcada con fuego en el alma del urbanita es la experiencia original que se
transmite de generación en generación, es lo innombrable, lo original, lo totémico, lo
que guía su razón de ser, eso que lo lleva a “reflejar el pasado que llevamos en lo más
hondo de los nervios”46, ese mundo visto por los fundadores, mundo que vio el hombre
bíblico antes del diluvio universal, mundo que vio el nativo antes, durante y después de
la gran batalla entre Caí Caí y Tren Tren y que los hizo vivir entre ellos como viven,
con la gente de su sangre, agrupados, defendiéndose, pero el urbanita no tiene solo la
sangre para estar unido, es algo más y es algo menos también, porque esto que
construye esta echo para neutralizar los sueños inoportunos, los sueños de Caí Caí y
también para dormir a Tren Tren, porque uno va con el otro y nada de lo que viene de
ese otro mundo entra en el mundo del urbanita sin ser pesado y medido, transformado
en mercancía, ese es el antídoto contra el caos, la explosión y el exterminio que
simbolizan “eso”. Por eso es que los nativos van a tener “odio a las poblaciones”47. Pero
en los primeros meses nada era definitivo y la batalla se dio en estas calles, todos sabían
hacer de todo y los dos mundos convivían sin destruirse, sin pelear, pero el urbanita
trabaja para dominar. Ese era el tiempo de “la casa sin ciudad”48, el tiempo original que
cantan los poetas, el tiempo de “los bosques vacíos”, ¿vacíos de qué? De nosotros que le
damos sentidos a todo, que pesamos y medimos, que ordenamos y nombramos todo
45 Ver: Gorelik, pp.125-136. 46 Cid, en Camino del Ñielol escribe “Reflejar el paisaje que llevamos en lo más hondo de los nervios.” 47 Domeyko, Ignacio La Araucanía y sus habitantes, Santiago Imprenta Chilena, 1846 48 Neruda, Pablo poema “La Frontera” escrito en 1904 y reimpreso en Canto General, Editorial América
1950.
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cuanto hay. Pero en verdad, al transcurrir de los años ya en 1930, Temuco y los demás
pueblos fundados en la región son “pueblos encarcelados por los temporales”49, todos se
ayudan, pero el urbanita sigue en su labor fundacional, y aunque no hay una batalla final
si hay combates, todos los años y no es casualidad que las principales calles se llamen
“Avenida”, porque ahí entraba Caí Caí como río Cautín convertido en una serpiente
destructiva que trataba de expulsar a su enemigo y a su dama, la ciudad.
Y el viento como un emisario fiel, sabiendo que la derrota estaba cerca, soplaba
cada vez más fuerte, asustando a los vecinos, urbanitas o ciudadanos y dejando marcado
en el alma de los jóvenes poetas, allá por el 1900 su fuerza irrenunciable
TERCERA EXPLICACION DEL ORIGEN...
Te explicaron que a estas tierras húmedas llegó una expedición desde el norte,
no venían solo soldados, también venían proveedores, capitalistas, ansiosos por entrar
en nuevas tierras y detrás de ellos, pobladores del norte, de Concepción y de todos los
pueblos de esa zona que fundan fuertes, como esos fuertes del siglo XVI y XVII, pero
ya no eran como decía el cronista fuertes “que no ofenden ni defienden”50, estas nuevas
plazas fuertes, aunque son hijos de aquellos fuertes, son distintos, ya no se encierran en
ellos “como carneros”, ni los soldados son cebados por los indígenas “para domarlos y
desarmarlos” como en siglos anteriores ofreciéndoles frutas y murque (harina)que traían
en sus escarcelas y zurrones Algo esencial ha cambiado, el ejército viene con sus
proveedores y comerciantes que cambian el escenario, los modernos vivanderos que
también son farautes de un nuevo lenguaje donde las palabras “precio” y “deuda” son
como pinceles de un diestro pintor que pinta una nueva realidad y son ellos los que
ofrecen, son ellos los que desarman al indígena y crean un mundo nuevo sobre una
tierra antigua, sobre la tierra de los guerreros aucas se funda desde el primer momento
el espacio del urbanita, el ciudadano que mueve cosas, mercancías, personas y poder
con la palabra y la firma. Es un nuevo paisaje que se impone sobre el antiguo paisaje y
aunque se siguen las mismas directrices de siglos pasados para construir las plazas
fuertes tal como decía Carlos V en su Reglamentación para la fundación de ciudades de
1523:
49 Tellier, Jorge, en “Poema de las 23,15”. 50 Gonzáles de Najera,1980, pp. 66-84.
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“y cuando hagan la planta del lugar, repártanla por sus plazas, calles y solares a
cordel y regla, comenzando desde la plaza mayor y sacando desde ellas las calles a las
puertas y caminos principales”51.
Por eso el topógrafo de la ciudad, el ingeniero don Teodoro Schmidt establece el
emplazamiento del fuerte y tira dos calles que parten de sus costados y se prolongan
hacia el norte siguiendo una línea directa hacia Santiago como si fuera un cordón
umbilical con el centro administrativo que daba vida a su existencia. Pero más
importante que esto es la instrucción que especifica construir estos fuertes en sitios
“medianamente levantados que gocen descubiertos los vientos del norte y mediodía y si
hubiera de tener sierras o cuestas sean por la parte del levante y poniente”, se construye
en altura no solo por la costumbre de siglos basada en estos instructivos sino también
porque aquí es una necesidad debido a las lluvias que inundan todo durante casi todo el
año, se debe elegir un lugar levantado y así se hace, el lugar que da inicio a las Avenidas
Vicuña Mackenna por el costado poniente y la Avenida Arturo Prat por el levante
enmarcan el fuerte que mira hacia el norte y se cubre las espaldas con el brazo del río
que se llama Pichi Cautín Frente a la plaza fuerte estará la plaza Recabarren y a su
alrededor el primer pueblo-aldea, la cárcel en el poniente, la recova al frente del fuerte
y más allá los edificios administrativos, más calles, más plazas, más casas precarias y
sostenidas más por la voluntad que por la calidad de sus edificaciones, porque estos
primeros pobladores no diferencian entre la ciudad y el campo, están deseosos de poner
una tienda y hacerse de tierras, expandir la ciudad y con ello al urbanita por todos lados,
por eso es que el pueblo-aldea se transforma en ciudad al delimitar los puntos que la
conectan con el espacio. Los caminos hacia “lo rural” serán su primera afirmación ;
primero, lo que será conocido por sus habitantes como “el camino a cajón”, pequeño
pueblo al norte de la ciudad, que conecta la ciudad con Lautaro y con el antiguo fuerte
de Quillem y más allá con Santiago y con la línea del tren que llegara en 1887,este
camino servirá para que las carretas que vienen de Cajón y los fundos cercanos traigan
la leña, el carbón y los cereales pasando directamente a Temuco, dejando aislado el
sector que después será conocido como Población Ziem o, más adelante, Pueblo Nuevo
donde vive el mundo obrero o “los pobres de solemnidad” como les decían en esa
época, pero en un primer momento, son igual de importante los otros caminos, que
construyen la relación de la ciudad con su entorno como el camino a Pitrufquén que
51 Encina, Francisco Antonio, Historia de Chile, tomo 1.
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conectara la urbe con una población mapuche inmensa desde Padre las Casas, Quepe,
Metrenco y todos los habitantes del borde sur del Cautín, desde el Niagara a Truf Truf,
lo que los habitantes de Temuco conocían como “los habitantes del sur del río” y que
también abastecían a la ciudad de carbón, leña y verduras. Caminos y puentes que
durante parte del invierno quedaban cortados por las lluvias y que en tiempo de alto
tráfico reportaban a sus propietarios grandes entradas, como el puente de Truf Truf cuya
propietaria Domitila Cares cobra una tarifa de $0,20 centavos por carreta y $0,10
centavos por caballo y solo $0,5 centavos a los que andan a pie52.
El camino a Chol Chol al nor poniente de la ciudad, cruzando el “puente de la
chispa” va a mantener un tráfico incesante de mapuches, nacionales y extranjeros, en
ese lugar se han instalado los chincheles que expanden alcohol a los campesinos que
van o vienen a Temuco “sin control alguno”53. Pero estos negocios se repiten por todas
las entradas a la ciudad, en las cercanías de la línea férrea o en el acceso de los puentes,
pero aquí, en el camino a Chol Chol va unido con “albergue” de bandidos y sitio de
asesinatos y “volteos” y aunque hay un retén de tres guardias a la entrada del barrio de
Pedro de Valdivia, ocurre que en el “Monte del Muco”, se refugian los asaltantes, este
es un monte de quilas que forma un ángulo con los caminos a Tromen54 (que significa
“ser blando”, “ser sobrio” y a Chol Chol55 (que significa “aglomeración de ñilhues”),
“allí se esconden los salteadores y sin abandonar casi el monte pueden asesinar a sus
víctimas”56. Aquí también, te cuentan casi en susurros, que el señor Menzel tiene su
fábrica de cecinas a orillas del estero Temuco que cruza el sector hacia el sur poniente,
con un gran galpón, te dicen, convenientemente distribuidos se engordan alrededor de
200 cerdos, pero los chiqueros son aseados diariamente con esmero y cada semana se
les hace un baldeo general, la corriente del Temuco se encarga de arrastrar todos los
residuos e inmundicias, te recalcan que el departamento destinado a la elaboración tiene
piso de concreto y el necesario declive para ser aseado con facilidad y las aguas
lanzadas al estero. Las maquinarias son movidas por fuerza motriz y se mantienen en el
más perfecto estado, faena semanalmente entre 14 y 18 cerdos, tiene un alumbrado
propio de gas acetileno y es “la primera en su género en la provincia”57.
52 El Diario Austral 18 de octubre de 1917. 53 El Diario Austral 18 de marzo de 1919. 54 Ibidem 55 Ibidem 56 Ibidem 57 El Diario Austral 20 de agosto de 1916
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En las primeras décadas la arquitectura privada deja su rastro en el paisaje de
acuerdo a criterios comerciales (ollas, arados, olletas, botas, caballos), es la ciudad que
se acomoda al individuo que la habita, no importa que no sepa leer, viendo las figuras
que se muestran en el frontis de las casas comerciales se ubica, como si un gigante, el
gigante que ve la ciudad desde un solo punto, como si fuera un panóptico natural,
ordenara los lugares para atrapar al que trafica por sus calles y le dijera por donde
moverse según su intereses, no importa que venga de otros pueblos o del campo, la
ciudad lo atrapa para no soltarlo más, no importa que se vaya en su carretela al caer la
noche, mañana o la próxima semana volverá por más.
Lo que se construye sobre la plaza –fuerte, sobre la aldea-pueblo, sobre el
esbozo de ciudad que aparece desde la fundación de Temuco es un urbanismo cerrado,
como si fuera una prolongación de la plaza fuerte, que es aparentemente disperso e
intersticial, mezclando, como en una aldea, las casas, locales comerciales, chancherías,
quintas de árboles frutales, lecherías, etc., con un entramado permanentemente
reorientado de acuerdo a las contingencias del momento y en permanente lucha con la
naturales que inunda las calles y las casas en invierno o reseca las avenidas con lluvia de
polvo que cae por horas en el verano, por eso es un espacio fronterizo, inacabado, con
procesos de autoagregación de calles, plazas y pasajes que incorporan a la ciudad más
cuadras y un patrón de suelo disperso, extensivo y ubicuo que tiene a las plazas y la
Estación de Ferrocarriles como tímidos referentes ante el marco natural que forman el
rio Cautín y el Cerro Fiscal, ignorados por el urbanita, hay una autoagregación y
destrucción permanente de lugares; es el producto de la mezcla en un mismo espacio y
en un mismo tiempo histórico de la plaza-fuerte, la aldea y la ciudad. Pero el tráfico de
todos los días va a ir creando identidad, y no solo tráfico de mercancías sino también de
personas, de historias, de comidas, de relaciones que se darán dentro de ese espacio
cerrado. El urbanita, motor de ese tráfico, junto a la mercancía, van a ser parte del
escenario creado, serán parte de las calles, las plazas, las ferias, la estación de
ferrocarriles, la avenida, el local, todo como un solo paisaje que terminara
absorbiéndolo todo: la ciudad.
Un día me contaste el siguiente sueño: Soñé con una ciudad donde hay cines,
hay supermercados, hay plazas, hay oficinas públicas, hay servicios, pero esta ciudad
tiene una característica que la hace diferente a todas las demás,(o eso me dicen en el
sueño) que mientras das un paso, la ciudad da dos hacia delante, se esconde, crea
laberintos, es una ciudad móvil que funciona amigable para el que sabe el saludo, para
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los demás se les escabulle y tú los ves, persiguiendo calles, tratando de entrar a edificios
públicos e incluso más allá de los limites urbanos, la gente del campo también tiene
problemas al entrar, algunos pueden hacerlo pero a otros se le escapan los caminos y
quedan en sus micros dando vueltas por el vacío sin nombre y se convierten también en
vacío en algo sin nombre, en gente sin sombra, en rostros que se olvidan al momento de
verlos, y cuesta mucho verlos, hay que hacer un esfuerzo para adivinar sus siluetas, son
invisibles y la ciudad parece que tuviera una piel suelta sobre otra piel pues cuando tu
entras, (esto lo cuentas para los que nunca han entrado), la ciudad se presenta sólida,
amigable y firme, como si no tuviera un pliegue, pero desde afuera se ve distinta y tú
nunca sabes, desde adentro, si en ese instante se está replegando para alguien o si algún
individuo persigue algún camino o una puerta corriendo con todas sus fuerzas, quizás a
centímetros de tu rostro. Lo que no se ve no existe...
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EL MIRADOR PANOPTICO58: TEODORO SCHMIDT Y LA
TRINIDAD ESPACIAL.
El sistema institucional en el cual se inserta la ciudad es propio de un estado
unitario, republicano y profundamente centralista, por lo cual, la institucionalidad que
crea la ciudad representa a ese estado. Las instituciones, según la definición de North,
son limitaciones que se imponen los seres humanos a sí mismos59, pero como son una
creación humana evolucionan y cambian con este, su principal función es reducir las
incertidumbres que surgen en la sociedad, estableciendo una estructura estable de las
interacciones humanas, pero no cien por ciento eficiente, y evolucionan en todos sus
componentes, códigos de conducta, leyes, acuerdos, normas de comportamiento,
derecho escrito y contrato entre individuos. Muchas veces este cambio es tan lento que,
como dice North “debemos echarnos para atrás como historiadores para percibirlos”60, y
eso es lo que hacemos al mirar cómo se desarrolla la institucionalidad en Temuco y las
organizaciones que se crean dentro de ella. Observamos y describimos algunas de las
transformaciones de las normas, las limitaciones formales e informales dentro de la
ciudad y los procesos de institucionalización de conductas a través de sistemas
coercitivos que apuntan a cambios en las conductas de la sociedad aldeana y que chocan
con procesos más profundos que involucran transformaciones culturales que al no darse
generan aislamiento o invisibilidad de una parte de la población y de sus
manifestaciones sociales. Estas conductas, vistas desde una perspectiva histórica como
limitaciones informales, al no poder penetrar en costumbres, tradiciones y códigos de
conducta, más resistentes e impenetrables a las políticas deliberadas, se transforman en
“la medida del ciudadano”, lo que le da identidad frente a ese otro mundo que se resiste
a su coerción y se cristalizan como esencia de la sociedad y de la forma de relacionarse
entre los ciudadanos. En este caso lo que historiamos es la explicación del proceso de
cambio de conductas sociales que tienen que ver con los espacios relacionales de un
fuerte, villa y ciudad, para lo cual sostenemos que Temuco nace como una trinidad
espacial, es decir, nace plaza fuerte, nace villa y nace ciudad en 1881 y desde ese
momento su desarrollo estará marcado por la supremacía en su interior del sistema
más complejo, la ciudad, que absorberá a los otros dos, pero que no los eliminara,
58 Panóptico: edificio construido de tal forma que se puede ver todo su interior desde un punto de mira. 59 North, p.16. 60 North, p. 17.
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quedando como prueba de esto las costumbres, tradiciones y códigos de conducta
propias de una villa insertas en un medio urbano donde las relaciones tenderán a ser
cada vez más impersonales, institucionales, o representativas. Uno de los ejes de este
proceso es su manifestación concreta en el plano de la ciudad, donde la villa establecida
en unos primeros momentos con una ocupación del centro urbano indiferenciada,
mezclando casas habitaciones, sitios eriazos, criaderos de chanchos, establos, ranchos,
cuartos redondos y conventillos, sufrirá un proceso incremental de urbanización,
alejando de ese centro a los campesinos y gente humilde que se relacionan entre sí a
través de relaciones sociales donde el componente emocional juega un papel central. La
nueva sociedad, la sociedad urbana del urbanita niega esa posibilidad de convivencia y
apunta su norte hacia una vida urbana que institucionaliza las relaciones sin preocuparse
por llenar el vacío que deja la sociedad aldeana, eso se traduce en la ausencia de
experiencias comunitarias profundas y en la homogenización de uso del espacio urbano,
en donde lo privado, lo individual, prevalece sobre lo público y lo comunitario....
El sistema institucional que se instaura en la ciudad determina el abanico de
oportunidades que en esta se dan y las organizaciones y organismos que se crean dentro
de este sistema van dirigidos a aprovechar estas oportunidades, pero tal como lo dice
North, los sistemas institucionales difieren en su capacidad de lograr desarrollo61, así,
existen algunos, especialmente en América latina, altamente ineficientes porque los
costos de transacción que hay dentro de ellos son muy alto y los mercados no son
dinámicos, la incertidumbre de los intermediarios y la especulación son altas y la gente
que tiene capital prefiere dedicarlo a la especulación y a la renta más que a la creación
de empresas productivas, el nivel de riesgo es bajo producto de esta incertidumbre, el
derecho de propiedad se transforma en una mercancía especulativa, recordemos los
remates y los palos blancos, además de la practica sostenida hasta los años cincuenta del
arriendo como forma de obtener ingresos, todo esto desemboca en una economía
agrario-mercantil, que frenara cualquier intento por desarrollar proyectos empresariales
de largo alcance, las pocas empresas que se desarrollan al inicio de la ciudad tienen un
auge rápido y una muerte lenta y la rentabilidad de la agricultura es ahogada porque el
centro de gestión y transacción de su producción va a estar en los mercados
internacionales, así, los “frutos del país” van a ser capturados por las grandes agencias
con presencia en la ciudad y ellos van a imponer los precios y los mercados. Las pocas
61 North, p. 21
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empresas “modernas” van a tener un impacto marginal en la sociedad y no
representaran una señal de progreso sólido62. A nivel popular el proceso será parecido,
un sector poblacional que está al margen del sistema productivo urbano se ira
desplazando desde el centro de la ciudad al sector de la estación de ferrocarriles y sus
calles anexas y a la ultra estación, no son mano de obra para la industria, son
campesinos desplazados o pobladores de pueblos de más al norte o del sur que vienen a
buscar mejor suerte y que se mantendrán con trabajos esporádicos. Lo que ellos
representan es algo distinto, la villa, el pueblo anterior que quiere sobrevivir a través de
redes de relaciones sociales que no son las establecidas en la ciudad, el urbanita o
ciudadano lo vera como un obstáculo en el desarrollo de la ciudad.
Si pensamos en la historia de la propiedad y como se constituye en la región a
partir de la segunda mitad del siglo XIX podemos entenderla como un producto del
marco institucional en el que queda inserta la región. En relación a los indígenas, por
ejemplo, en el territorio que va entre los ríos Bio Bio y Toltén se constituyen dos mil
reducciones indígenas creadas con mercedes de tierra y a nombre de un cacique titular,
para los nacionales también van a existir áreas de colonización con pequeñas
propiedades familiares transformadas, con el correr de los años, en minifundios pobres.
Además, el Estado Chileno va a crear áreas de colonización extranjera, con la idea de
formar con pequeños y medianos agricultores una ciudadanía modelo, pero no tardaran
en aparecer los fundos y una agroindustria subsidiaria del proceso de exportación
primaria que tendrá un auge importante a partir de 1912 por la primera guerra mundial,
la ciudad se constituye en actor clave que convierte a toda la población que entra en
contacto con ella en urbanita. A partir de 1881 la fundación de fuertes y plazas fuertes
como Victoria, Aníbal Pinto (Lautaro),Temuco, donde se instala el ejército y hacia la
costa con Chol Chol, Carahue, Nueva Imperial y las expediciones a Lonquimay,
Curacautín y Llaima van a incorporar un territorio de leyenda a la vida nacional, se
descorre el velo de la invencibilidad de sus habitantes originales y se empieza a tejer el
de la invisibilidad ya que estos territorios quedan borrados por la aparición de los
pueblos y ciudades. En ingeniero Teodoro Schmidt colabora en un principio de forma
entusiasta con el proyecto, hace los planos y levantamientos de las comunidades y
reservas indígenas entre 1884 y 1887, en sus trabajos, de gran detalle y dedicación se
62 Hay numerosos ejemplos de empresas temuquenses entre 1900 y 1930 que florecen y se marchitan
lentamente frente a la presión de la producción penquista o Santiaguina
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ven los pequeños propietarios en terrenos indígenas y la extensión de los terrenos
militares.
A partir de la ley 1866 los fiscales de tierras del sur del Malleco entregan tierras
por mercedes de tierras a los indígenas y por remates públicos a los particulares, en
1883 a través de la comisión radicadora de indígenas se da inicio al establecimiento de
indígenas en espacios reducidos, cercados y cambiando sus hábitat natural, las tierras
sobrantes se empiezan a entregar en dos remates realizados en Traiguén que se reanudan
en 1883 con lotes de 200 hectáreas y que tenía como condición el no comprar por un
particular más de un predio, pero empiezan a aparecer los palos blancos que no hacen
más que traer la modernidad urbana a la región, la “representación “de alguien, que
quiere ampliar su dominio, la ciudad empieza a tender sus brazos sobre el campo.
Existirá también una propiedad de colonos nacionales, algunos de ellos suboficiales de
ejército que obtendrán predios de 40 hectáreas en sectores como la cordillera de
Nahuelbuta, la precordillera de Lautaro y otros sectores de la zona.
Temuco, a pocos años de fundarse, será parte de la provincia de Cautín que se
crea el 12 de marzo de 1887 con dos departamentos, Temuco e Imperial. El mismo año,
el 1º de septiembre se fijan los límites de las subdelegaciones y distritos de ambos
departamentos y ya en 1891 se crean en el departamento de Temuco las
municipalidades de Temuco y Lautaro y en el departamento de Imperial, los municipios
de Nueva Imperial y Carahue63. Este desarrollo administrativo de la región fortalece el
desarrollo institucional de la llamada “frontera” y la incorpora a la institucionalidad
nacional como una provincia más del país. La interpretación tradicional tiende a definir
este periodo como un época en que la economía gira en torno a la producción agrícola,
cerealera y la producción forestal: explotación de la madera y actividades agrícolas,
pero debajo de esa actividad existe otro fenómeno más profundo y permanente que
persistirá al auge, desarrollo y caída de la producción cerealera y forestal y esa es la
consolidación de la ciudad como eje del proceso y de la estructura social que consolida
su permanencia en el tiempo
La ciudad se va a consolidar lentamente desde 1881 hasta aproximadamente
1940, en un proceso caracterizado por un paulatino establecimiento de la urbe y de los
urbanitas, habitantes de la ciudad que irán relegando a los espacios externos todo lo que
involucre la aldea antigua. Al relegarse la aldea del espacio urbano se produce en la
63 XIV Censo nacional de población y III de vivienda, Localidades Pobladas. Cautín. Santiago, INE,
1970.
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ciudad un proceso de fortalecimiento de la opinión pública local que coincide con la
instalación de un discurso higienista. El discurso que prevalece a partir de los años
veinte tiene como eje la ciudad como un espacio que resume los valores y conductas
urbanas.
Vemos el territorio desde arriba y nos damos cuenta que la ciudad no está sola,
la acompañan asentamientos, pueblos y futuras ciudades recién creadas. Señalamos
anteriormente el proceso de avance mediante el cual Temuco se convertiría en una plaza
fuerte y eje de la ocupación integra del territorio, pero esta ocupación comenzaría
mucho tiempo antes, cuando en 1869, por decreto del 23 de agosto se dividía el
departamento de Imperial en las subdelegaciones de Toltén, Imperial, Pitrufquén y
Queule y se creaba también Angol y Lebu, y aunque sea en el papel el territorio
empezaba a ser instalado en la memoria de los chilenos, faltaba incorporar las personas,
“la raza indómita”, el mito viviente. Después de crear el fuerte de Temuco, el 23 de
febrero de 1881 el ejército al mando del comandante Carter y 250 hombres se dirige
hacia Chol Chol, el 18 o 22 de noviembre de 1881 y en el sitio que ocupaba el cacique
más bravo de la comarca, Ancamilla, se instala el nuevo fuerte con la ayuda de
Sommeyer que delineo las calles en la parte alta del lugar. Todo esto lo presenciaba
desde lejos el cacique Ancamilla, hasta ese día, amo y señor del lugar. En 1888 se
instaló la Misión Franciscana, solo el 15 de noviembre de 1900 se instaló el registro
civil, y en 1910 la Misión Inglesa64.
El 26 de febrero de 1882 el ministro de Guerra Orozimbo Barboza y el coronel
Gregorio Urrutia ordenan la construcción de un fuerte en la parte alta a orillas del Trai-
Traico y el cacique Lemunao vende en $220 las 400 hectáreas para la nueva ciudad de
Imperial, por ley del 12 de marzo de 1887 se nombró como cabecera de departamento
con el nombre de ciudad, trasladándose la gobernación desde Toltén.
El pueblo de Almagro al suroeste de Nueva Imperial, tiene una historia antigua
que comienza en 1867 en el Parlamento de Imperial con Gregorio Urrutia y los
indígenas habitantes del sector. Estos habitantes, la gente al suroeste de Nueva Imperial
llamados “rulo che” (“gente que vive en terreno bajo”) se comprometieron a terminar
con los malones y guerrillas contra los “huincas” y entablan amistad con las autoridades
presentes, eran los Tranamil, Ancamilla, Quintremill y Reimill.
64 Álbum del cincuentenario del departamento de Imperial, 1887-1937, Nueva Imperial Editores: G.
González y H. Vigueras.
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Don Orozimbo Barboza y don Gregorio Urrutia se quedaban a dormir en sus
rucas y los comerciantes ambulantes salían a cambiar telas y utensilios por animales en
todo el territorio, entre ellos estaba Sebastián Parra que fundía plata y la cambiaba por
animales que vendía en Temuco y Puerto Saavedra. Este chileno fue adoptado por el
cacique Quintremill y poco a poco se fue quedando como su heredero y en los inviernos
cuando estaban aislados usaba sus canoas para desplazarse por el territorio, pero luego
junto a sus parientes, instalaron una balsa y luego una lancha ubicada al suroeste del río
Cautín, un poco más debajo de la desembocadura del río Quepe, donde hoy está la villa
de Almagro. Sebastián Parra, Francisco y Ambrosio Parra y Roberto Artigas se
instalaron con negocios de refresco, cantinas y almacenes en el paso de los indígenas
hacia la costa obteniendo permanentes ganancias de sus negocios y consolidando al
pueblo con todas las características del territorio de la Frontera.
Posteriormente, se mandó al teniente de marina Marcial Guzmán para que
practicara estudios que permitiesen ubicar un puerto en la desembocadura del río
Imperial y aunque el informe fue desfavorable en 1886 fue fundada en la
desembocadura del rio Puerto Saavedra, los primeros vapores que navegaron por el
fueron el “Ancud”, el “Maule”, y el “Fósforo”. En ese mismo año bajan desde Angol, el
coronel Duble Almeida, el empresario José V. Bunster y el ministro diplomático de
EEUU. Practicaron un reconocimiento del rio desde Carahue, venían con un vapor de
Bunster llamado Ester. La comuna se creó en 1895 y su primera municipalidad en 1896.
Puerto Domínguez data de 1902 cuando el concesionario español Eleuterio
Domínguez se establece ahí, y en 1903 trae una colonia de canarios, aragoneses y
catalanes que se mantiene a duras penas unos años, pero al final fracasa. Posteriormente
se va a destacar en este pueblo la obra del padre Tadeo de Visent.
Carahue, Imperial, Puerto Saavedra, Almagro, Puerto Domínguez, a diferencia
de Temuco, son en gran parte hijos de la voluntad personal de mucha gente,
comerciantes, empresarios, militares, pobladores que se asientan con un primer impulso
del Estado, pero en su gran mayoría como expresión de la voluntad individual. En la
fundación de Temuco es el Estado el que impulsa su asentamiento y lo acompaña la
iniciativa particular del pueblo en todas sus expresiones sociales, pero es una obra del
Estado que sostiene la ciudad con un apoyo permanente en sus primeros años,
recordemos que el ministro de Interior personalmente es el que participa en su
fundación.
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A Temuco podemos verla como se ve en el plano de Nicolás Boloña, pero si lo
comparamos con los datos históricos que se nos asoman de los documentos que
examinamos, el plano se nos aparece con otros ojos, podemos distinguir cosas que se
escapan a la visión positivista y que permiten la “construcción de sentidos”, el
acercamiento a la “dimensión simbólica de la ciudad”, a la ciudad como fenómeno
social, como fenómeno socio cultural, como ciudad de frontera65. A partir de ahí
apreciar que en el año de 1920 están los inicios de procesos de desterritorialización a
través de una creciente movilidad de su población, en el sector central de la ciudad
aparece la formación de espacios urbanos sin rastro de la aldea anterior, delimitados por
líneas invisibles y otras visibles y más que territorios hablamos de “lugares” o espacios
puestos a disposición y apropiados por los sujetos con estrategias de delimitación,
construcción y evaluación individual y colectiva, uno de esos ejemplos más
significativos son las “ferias” que aparecen y desaparecen a través del siglo veinte como
un vestigio de otra época, son verdaderos “lugares de la memoria” cuya funcionalidad
practica está supeditada a la densidad simbólica que representan y que todos sus
habitantes comparten, como parte de un recuerdo de la aldea original en que los
primeros habitantes, los mapuches, llegaban con sus productos a cambiarlos a las
afueras de la plaza fuerte y todos se reconocían como si fuera un fuerte del siglo XVII o
XVIII, cuando los españoles salían a escondidas de sus jefes a buscar frutas y murque
para apagar el hambre de los meses de encierro, a cambio de llaves y manillas de
arcabuces, partes de sus armas que intercambian en estas “ferias” clandestinas ( ), ahora,
en 1881 cambian pañuelos, adornos y ropa y luego, unos meses después, como
clausurando el trafkin, ese comercio espontáneo de cara a cara, aparece el dinero y con
él se termina una época y comienza otra, la del dominio del urbanita, el habitante de la
ciudad que pesa y mide todo lo que pasa por sus manos66. Todo eso se produce en las
ferias y el rastro de su significado se pierde en los siglos anteriores....Pero en 1917 ya
estaban los puestos de fruta frente a la estación de ferrocarriles, en marzo de 1921 se
establecía la feria libre de Temuco los días sábado desde las seis de la mañana en la
calle Manuel Montt, entre General Cruz y Zenteno, era una feria propiedad de Ladislao
Palma, otra “feria libre” se establecería ese mismo año en la propiedad fiscal llamada
“Pueblo Nuevo” de la población Ziem67.
65 Morse, Richard Ciudades periféricas como arenas culturales, Bifurcaciones, 2005, N°4 66 Diario Austral del 25 de marzo de 1921. 67 Diario Austral del 13 de febrero de 1921
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Junto al funcionamiento de estas ferias se comienza a hacer permanente en la
crítica de la opinión pública una serie de términos que poco a poco se harán comunes
cuando se hable de progreso y se describa estos lugares y otras costumbres ajenas al
urbanita o ciudadano, términos tales como “sitios sucios” para definir los terrenos
ubicados en el centro de la ciudad, que se mantenían en total abandono, ocupadas por
“rancherías” o “cuartos redondos”, ubicados en las veredas de las calles Manuel
Antonio Matta, Francisco Bilbao, General Cruz, Avenida San Martín, Manuel Montt,
General Carrera y calle Miraflores o los “basurales inmundos” de la calle Manuel
Bulnes al llegar a la calle Bernardo O’Higgins, lo mismo en algunos sectores
residenciales, como por ejemplo, la Avenida Alemania, cuyo origen primero son las
Quintas de los colonos alemanes, transformadas en paseos durante la primera década
del siglo veinte y luego lugar de residencia de familias de emigrantes alemanes (“el
chalet de los alemanes” como decía el poeta Juvencio Valle en su poema “Oñoico”),
para luego, en los ochenta transformarse lentamente en un espacio que conecta con los
nuevos sectores residenciales y hoy como el nuevo espacio de consumo de la ciudad.
Las plazas de la ciudad con una fuerte carga simbólica durante el siglo veinte, desde que
eran sitios eriazos o cicatrices dentro del espacio urbanizado pasan a ser plazas
ornamentales a fines de los cincuenta y los sesenta, paseo y centro de reunión durante
los setenta, lugar de encuentro o nodo vehicular en la actualidad. Durante toda su
existencia fueron espacios de reunión, primero para hacer ejercicios militares frente a la
plaza fuerte (Plaza Recabarren) y centro de reuniones políticas y sociales durante las
décadas del treinta, cuarenta, cincuenta y sesenta (Plaza A. Pinto), hoy en día son
lugares ornamentales y de paso, quizás son el mejor ejemplo de la decadencia del
urbanita en su aspecto más esencial, el de la convivencia y participación en rituales
sociales, a lo más, son utilizadas para ferias comerciales. Los espacios invisibles se van
ampliando, la ubicuidad de su centro (la Plaza de Armas o Plaza Aníbal Pinto) se pierde
a partir de fines de los años cincuenta, su capacidad de ser “centro” se diluye, se va
haciendo más invisible cada día, en su lugar se asoma la descentralidad, las avenidas
parecen llevarse como un río invisible Nerudiano la memoria malquerida, caí caí ha
ganado una batalla, tren tren duerme...
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COORDENADAS PARA ATRAPAR LO INVISIBLE.
¿Cómo pasa Temuco de ser una plaza-fuerte, ubicada en el sector del actual
Regimiento Tucapel y sus alrededores, a ser una aldea, luego una ciudad y más adelante
el eje urbano de la región? La respuesta que deseo explicar pone de realce y une los dos
fenómenos señalados anteriormente; el proceso institucional que impone las relaciones
formales y el espacial con su lenta pero sostenida construcción de un espacio “urbano”,
ambos procesos traen como consecuencia la aparición de una forma de vida distintas a
las existentes hasta ese momento en la ciudad, se pasa de las relaciones sociales a las
relaciones institucionales y con ello a un cambio en la ocupación del espacio, el
fenómeno se da en Temuco pero se repite en el resto de la región, dándose aquí con
mayor intensidad ¿por qué? la respuesta puede estar dada por la combinación de una
voluntad estatal junto a la libre consolidación de las oportunidades que se dan en la
ciudad. A continuación, enumeramos algunos antecedentes, sin dejar de lado la tesis
central de este trabajo que se basa en la aparición del fenómeno urbano como eje del
proceso histórico que vive la región y que en el caso de Temuco se da como una
trinidad espacial en la cual conviven distintos sistemas de relaciones sociales e
institucionales hasta que la ciudad impone su organización al espacio urbano y rural.
entro de los factores a analizar quizás el más importante sea el poblacional y tal como se
ve en el siguiente esquema:
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Si observamos este cuadro podremos destacar el aumento poblacional del
departamento de Temuco en 1920, pero lo verdaderamente interesante es el salto que
ocurre entre 1895 y 1907 logrando superar en población al departamento de Imperial y
doblando la población urbana en esos 12 años, fenómeno que casi se repite entre 1907 y
1920, para después continuar con una tasa de aumento sostenido, pero ya no a ese nivel
de crecimiento. Lo anterior consolida a Temuco como un mercado interno sobre el cual
girara una creciente población urbana y rural más allá de los límites de la comuna.
Teniendo como base este fenómeno podemos enumerar una serie de características que
consolidan a Temuco como ciudad y como eje urbano regional.
1
A partir de 1920, debido al crecimiento poblacional, económico y organizacional
de la ciudad se consolida dentro de los ciudadanos de Temuco un grupo de
profesionales que poco a poco empiezan a ocupar un espacio destacado en la ciudad y
en la provincia y sus actividades se imponen en Temuco como referencia de la
ciudadanía, pasando a ser parte integrante de su eje dirigente junto a los terratenientes y
comerciantes .Como consecuencia de su prestigio social, este grupo, lentamente
51
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imponen a Temuco como un centro de servicios sin competidor en la región, así, de 12
médicos,10 tendrán sus consultas en Temuco, de los abogados 15 de 18, los 6 dentistas
atenderán en Temuco, y las 7 matronas disponibles en esa década del veinte trabajaran
en Temuco68.
2
A partir del siglo XIX se inicia en forma sostenida la fundación de una serie de
colegios que van ayudar a consolidar a un grupo social dirigente relativamente
homogéneo. Los más importantes son; La Salle (1904), Santa Cruz (1915), Bautista
(1932), Claret (1937). En el siglo XIX ya se habían fundado el Liceo de Hombres,
Liceo de Niñas, Colegio Alemán y Colegio Providencia69.
3
La constitución de casas comerciales con representación de firmas extranjeras,
sobre todo inglesas y norteamericanas van a consolidar la integración de los mercados
locales con los mercados financieros internacionales. Se destacarán en este proceso las
firmas de J.B. Duhart y Cia, Williamson y Cia., Miño, Olave y Cia., Israel y Negrín,
Massa, Sessarego y Cia., Duncan, Fox y Cia., Gibbs y Cia., The Temuco Agencies y
Cia., junto a los corredores de comercio y los bancos como el Banco de Chile, Banco
Español, Banco de Chile y Alemania y Banco Alemán Trasatlántico70.
4.
Si observamos desde una perspectiva histórica el espacio urbano de Temuco
vemos que las manifestaciones del desarrollo institucional y el comportamiento de la
trilogía espacial que es Temuco como fuerte, villa y ciudad podemos constatar que la
ocupación del espacio urbano fronterizo tiene características que ponen de relieve un
proceso común a toda la ciudad; es un espacio contradictorio, como todo espacio urbano
de América Latina, de limitaciones institucionales que no permite la expresión de lo
diferente y por otro lado, en sus márgenes urbanos, en esa periferia que no es más que
una prolongación de lo urbano y que depende de este pero que desde ese momento se
hace invisible con el nombre de “rural” es un espacio de libre circulación donde llega
todo lo que se expulsa de su centro que como patrimonio del ciudadano, del urbanita,
no admite lo diferente, es ahí donde conviven los habitantes que no se atienen a sus
68 Empresa guía- interamericana, 924. 69 Álbum de la zona austral de Chile, Santiago: Editor propietario Juvenal Valenzuela, 1920 70 Ídem.
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reglas aunque estos habitantes sean parte de su esencia, como los sectores indígenas, los
sectores populares y los ciudadanos empobrecidos que buscan a través de trabajos
informales escapar de la miseria. Esto produce que la ciudad fronteriza sea una mala
copia de sí misma, nunca será pulcra visualmente, no es integradora de los diferentes
grupos sociales que la habitan, como si todavía fuera un fuerte que separara a través de
una empalizada los de adentro y los de afuera, es una mezcla constante de modas y
estilos arquitectónicos que se destruyen y reemplazan permanentemente como si fuera
una metrópoli, semejando un fuerte fronterizo del siglo XVII es una ciudad volcada
sobre sí misma, empanada71, aislada institucionalmente de su entorno, en ese contexto
se produce una ceguera que parte de la separación de lo urbano y lo rural.
El plano de Temuco se estructura alrededor de 1920 de una forma que nos
permite identificar las siguientes unidades morfogenéticas: la línea del tren ubicada al
nor este, la planta original en el lado sur de la ciudad, las avenidas que interceptan la
ciudad y le dan una clara orientación, la Avenida Alemania, el Cerro Fiscal, el río
Cautín y su brazo característico, el Pichi-cautín. Pero este proceso de ocupación del
espacio tiene una mirada panóptica, es decir desde arriba, observando sus espacios
como líneas que se mezclan y cruzan, crecen o desaparecen y una mirada pedestre
donde vemos al ser humano como parte de una estructura social y apreciamos los
vaivenes de la ocupación de los lugares y los barrios. En esta parte del ensayo vemos la
ciudad desde ambas miradas, como si fueran dos ojos de una misma persona que se
esfuerzan por enfocar la ciudad para verla en sus dos dimensiones o, mejor dicho, verla
con un poco de “realidad histórica”.
1. Desde la mirada Panóptica a la mirada Pedestre.
A partir de 1905-1908,después de los grandes incendios que afectaron al sector
central de la ciudad tiende a producirse un proceso de organización del uso del suelo
que refleja el paso de una plaza militar a villa y luego a ciudad, el centro indiferenciado
en su uso en los primeros años comienza durante esa década (1908-1918) a formar
unidades específicas: el espacio institucional se desplaza desde la Plaza Recabarren a la
plaza Aníbal Pinto y sus alrededores, junto a los bancos y algunos colegios, el comercio
se expande por todo el plano central mezclado todavía con un uso habitacional cada vez
más marginal, quedando residuos de la aldea durante toda la década del veinte y del
71 Según el RAE, empanado es una pieza cercada por otros cuartos y no recibe los primeras luces ni aires.
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treinta, junto a esto, comenzaran a aparecer poblaciones o “barrios obreros” y “barrios
residenciales”, como la Avenida Alemania que empezara a ser parcelada
sostenidamente entre 1915 y 1920,la parcelación de la Población Dreves por voluntad
de don Federico Dreves (1910) y la creación de otras poblaciones entre 1910 y 1922
indica un sentido oportunista de algunos personajes destacados de la ciudad, y son una
muestra del marco institucional en el que opera el habitante urbano, mezcla de
racionalidad económica y oportunismo social, son los que poseen los terrenos detrás de
la estación de ferrocarriles donde se ubican las masas de trabajadores que vienen de
pueblos más pequeños y del campo, propietarios que conservan la tierra y arriendan
pequeños lotes para estas familias o arriendan el terreno como “sitios para pobres” o el
sistema llamado “arrendamiento a piso” en el cual el propietario ofrecía en arriendo el
terreno y el “gañan” o campesino llegado a la ciudad se las arreglaba para levantar su
rancha como mejor pudiese, por supuesto que estos espacios van a estar ajenos a los
servicios básicos de la ciudad y van a ser, para el dueño del terreno, un capital electoral
cautivo importante a la hora de recoger votos72. Los ranchos, construidos con retazos de
otras construcciones, serán la primera muestra de ocupación de esos sectores, pero antes
que ellos existirán, cerca de los limites urbanos y por todo el sector rural, las llamadas
“puebla” o casas de los mapuches que reemplazaban a la ruca, luego aparecerán “los
cuartos redondos”, frente a la estación y en las poblaciones que se forman en las calles
aledañas a la estación, son cuartos sin ventilación con una única abertura y sin terreno
adicional y donde se van a generar tragedias producto del encierro, intoxicaciones por el
carbón en invierno o incendios por las velas en verano, luego se expandirán más allá del
perímetro de la estación, en la calle Barros Arana, en Basilio Urrutia, en la avenida José
Manuel Balmaceda, por calle Lautaro, pero tomando otro aspecto, más comercial sobre
todo si los cuartos dan a la calle donde se podía vender todo tipo de alimentos,
instalándose cocinerías amontonadas unas después de otra y puestos de bebidas.
Formaban lo que se conocía como las cuarterías que le daban el aspecto abigarrado a las
calles alrededor de la estación de ferrocarriles. En 1905 existirán 148 despachos de
licores muchos de ellos “cuartos redondos” y más de 40 manejados por mujeres .En
estos espacios suburbanos se conservaran las relaciones sociales basadas en la
solidaridad que harán inexplicable para los sectores ilustrados de la población la forma
de sobrevivencia de esa población cada vez más numerosa a partir de la década del
72 Romero, Luis Alberto ¿Qué hacer con los pobres? En Elite y sectores populares en Santiago de
Chile.1840-1895, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1997, Cap. V Arrabales.
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1920.Pero este tipo de convivencia se irá perdiendo rápidamente con la expansión de la
urbe, con la llamada “vida de la gente puertas adentro” y como dice Laborde empieza a
gestarse a contrapelo de esta forma de vivir propia de la villa, una forma más
impersonal donde en la mayoría de los sectores populares y medios ”no hay un
proyecto, hay una vida adolorida, melancólica”73.
La función de la ciudad cambiará rápidamente durante estas primeras décadas,
pasará de ser en sus inicios, desde 1881 hasta 1900 una plaza fuerte que cumplirá con
conectar el espacio regional, sobre todo el valle central y la avanzada hacia la costa,
para luego consolidarse como ciudad agrícola comercial, y más adelante como urbe que
conecta servicios y producción local con el resto de la región.
Para el transeúnte distraído, entre 1920 y 1930, la ciudad irá apareciendo como
una gran estructura moderna, de edificios neoclásicos en el centro y con una bullente
actividad en el sector de la estación de ferrocarriles, pero su base económica es
cambiante, a momentos de auge y bienestar le suceden súbitas crisis de mercados
trigueros, agotamiento de recursos, encarecimiento y especulación, la población
dedicada a oficios agrícolas encontrara actividades anexas con las que palear la falta de
trabajo en el campo y la más importante será la especulación con algunos productos. La
ciudad es un centro de atracción que paulatinamente ira haciendo girar sobre su eje toda
la actividad del territorio, su fuerza de atracción será sostenida durante los primeros
veinte años a través del apoyo estatal y manteniendo una lucha sorda con el sector
terrateniente que no logrará imponer sus términos. Con la llegada de los emigrantes
europeos a partir de 1905 Temuco cobra mayor presencia y empieza a dictar los ritmos
y las pautas del desarrollo, la “clientela cautiva” de los grandes propietarios de tierras
entran en la lógica de la ciudad y empiezan a escapar del control de estos. Su
comportamiento que fluctuaba entre la salarización en épocas de bonanza económica y
de campenización en épocas de crisis, cuando el “patrón” entregaba un pedazo de tierras
marginal para que se sostuvieran, no podrá sostenerse con el fortalecimiento de la
ciudad que empieza a ofrecer al habitante pobre y marginal de los campos posibilidades
de sostenerse permanentemente viviendo de diferentes trabajos y sin la presión y el
control del terrateniente. Pero la ciudad disciplinara esta población de una forma más
profunda y eficaz que los “patrones”, y no habrá posibilidad de escape, el campesino sin
darse cuenta se convierte en “urbanita”, en ciudadano y aunque sea de segunda
73 Warnken, Cristian No sabemos habitar las ciudades, en entrevista a Miguel Laborde, Bifurcaciones,
2005, N°2.
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categoría, invisible, no podrá escapar a la fascinación de perderse en la ciudad en un
casi anonimato social, los pequeños trabajos, mal remunerados o la delincuencia serán
manifestaciones de las crisis de este grupo social y los barrios detrás de la maestranza
sus espacios, el Temuco rural no será más que un nombre para un sector que vivirá y se
desarrollara al ritmo de la ciudad.
2. Desde la mirada Pedestre a la mirada Panóptica.
Al mirar la historia de la ciudad de Temuco desde una perspectiva pedestre es
necesario situarnos en el contexto temático que preocupaba al habitante de esta ciudad y
que se relacionaba con los sectores estudiados. Los ciudadanos enfocaban el problema
que ocasionaba el crecimiento de la ciudad y la aparición de barrios y poblaciones desde
una perspectiva común al resto del país y de América Latina; el higienísmo y la teoría
social de la enfermedad, son dos elementos que enfocaban la mirada de los ciudadanos
al analizar el crecimiento de Temuco.
El higienísmo es una corriente del pensamiento medico desarrollado a fines del
siglo XVIII, su fundamento es la gran influencia del entorno ambiental y el medio social
en el desarrollo de las enfermedades. Para esta corriente de pensamiento la enfermedad
es un producto social, lo importante para este ensayo es que en la explicación de las
causas de las enfermedades destacan los factores epidemiológicos, los geográficos,
económicos y sociales.
Dentro del higienísmo74, la teoría miasmática originada por G.M. Lancisi (1654-
1720) concede una gran importancia a los “vapores” emanados de los pantanos, a los
que llama “miasmas” en orden a establecer el origen de las epidemias. Las temperaturas
altas destilan las “aguas pantanosas”, los vapores como efluvios volátiles los traslada el
viento produciendo diferentes tipos de morbidez, estos productos inorgánicos se unen
otros organites producto de la descomposición formando los “miasmas” que al estar en
la atmósfera afectan al ser humano.
La Teoría Social de la Enfermedad. Para esta teoría lo económico-social es
relevante a la hora de explicar el impacto de determinadas enfermedades: pobreza,
exceso de trabajo, mala alimentación, hacinamiento tenían como producto indeseado las
epidemias; tifus, viruela, fiebre amarilla. Sus antecedentes más antiguos en Chile están
con Juan Bruner en 1857, el doctor Elguero en 1858, la Revista Médica y la Revista
74 Alvarez, Luis Origen de los espacios públicos en Valparaíso: el discurso higienista y las condiciones
ambientales en el siglo XIX, Revista de urbanismo, 2005, N° 2.
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Chilena de Higiene que datan de esa misma época van a entregando un compendio
teórico a los que se explicaban los fenómenos sociales de los sectores populares desde
esta perspectiva, en la cual no podemos dejar de reseñar un cierto prejuicio a los grupos
populares que, tal como dice Romero75, se ven adjetivados en términos como
hacinamiento, promiscuidad, inestabilidad familiar e ilegitimidad y cuya constatación
física eran las epidemias de tifus, viruela, cólera, sífilis, tisis, etc. Las páginas siguientes
son una ejemplificación concreta de esta forma de ver la realidad y de cómo esa forma
de ver la realidad esconde procesos más profundos que no solo influyeron en la
formación y emplazamiento de cementerios, mataderos, alcantarillado, las poblaciones
de obreros, edificios públicos, tecnología, preceptos médicos, etc., sino que es un
precedente para tornar invisibles los flujos y actividades no deseadas, así como también
a las personas y grupos sociales que se identificaban con esos flujos y esas actividades.
75 Romero, Cap. IV Rotos y Gañanes.
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LA MIRADA DEL CIUDADANO: LA CIUDAD COMO LA MEDIDA DE
TODAS LAS COSAS
La ciudad como tal es un fenómeno físico, es un fenómeno cultural y es también,
como lo han estudiado urbanistas y expertos de la historia urbana, un fenómeno mental.
Pero en este ensayo trataremos de no pasar más allá del estudio de Temuco como un
fenómeno espacial, que desde una mirada histórica nos permite explicar fenómenos que
se prolongan en el tiempo y se manifiestan en su estructura física, tanto arquitectónica
como social. Desde esta mirada, la historia de la ciudad cobra un sentido más en
perspectiva si la analizamos considerando el contexto nacional, especialmente en lo
relacionado con el marco legal que configura el paisaje urbano, este punto se hace
necesario distinguir en el periodo que estudiamos la ciudad (1881-1940), un fenómeno
político curioso y es que a pesar de la violenta derrota que tiene el balmacedismo en la
Revolución de 1891, sus ideas liberales se irán abriendo paso durante los años
posteriores hasta ser incorporadas al discurso cotidiano de la política nacional y local,
un gran porcentaje de población que no existía en el discurso político empieza aparecer
y esto se ve reflejado en la política partidaria y en las leyes que se dictan en este
periodo, recordemos que el partido liberal democrático o balmacedista data de 1894 y
participa en la lección de los presidentes Jorge Montt (1891-1896), German Riesco
(1901-1906), Pedro Montt (1906-1910), Juan Luis Sanfuentes, (1915-1920), durante
todo este periodo se dan una serie de cambios legales que instalan a una gran parte de
esos sectores sociales en el discurso político, como una constatación de ello están las
leyes de habitaciones obreras de 1906,la ley de retiro y previsión social del personal de
ferrocarriles del estado, la creación de liceos de hombres y de niñas y los liceos
comerciales, la ley de accidentes del trabajo de 1916,la ley de descanso dominical de
1917,la aparición de las sociedades mutuales y la identificación de los sectores
populares ya no como una masa poblacional sin rostro sino como “gañanes”, carrilanos,
artesanos y obreros, lo que va a ir marcando una tendencia hacia la inclusión en el
discurso político y en la estructura legal de estos sectores sociales. Esto también
impactará en Temuco, pero a diferencia del resto del país, la ciudad opondrá a este
despertar de sectores populares una mirada autorreferente, como un espejo que se mira a
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sí mismo, no habrá inclusión sino un discurso de modernidad donde la ciudad como un
ente vivo será la medida de todas las cosas76.
Por la ley de habitaciones obreras que data de 1906 se crea el Consejo Superior
de Habitaciones Obreras con atribuciones para favorecer la construcción de habitaciones
obreras baratas para vender o arrendar, además va a tener atribuciones para tomar
medidas que permitan sanear las habitaciones existentes y fijar las condiciones de las
nuevas viviendas destinadas a los grupos proletarios, también declaraba propiedades
inhabitables y estas se podían demoler, estas medidas traerán como consecuencia el alza
en los alquileres.
Más adelante, en 1925, la ley de habitaciones baratas, la ley de arrendamiento y
el decreto ley 261 o ley de vivienda van a determinar la reducción del 50% de la renta
del alquiler de las propiedades declaradas insalubres. Se crearon los tribunales de
vivienda, se produjo el “arrendamiento de piso” o arriendo de una porción del suelo
donde lentamente se levantaba una “mejora”, formando la periferia de las ciudades.
Muchos deterioraban su propiedad a propósito para obtener el 50% de rebaja.
La ley de habitaciones baratas de 1925 reemplazo las “habitaciones obreras” por
“habitaciones baratas”, debido a esto ya en 1930 aparecen las cooperativas de vivienda
y los conjuntos residenciales o “poblaciones”, las agrupaciones de viviendas
unifamiliares inspiradas en la “ciudad jardín, reemplazando a los “cités”. Las
poblaciones vinieron a beneficiar a la clase media y media baja, los demás siguieron en
conventillos aumentando el “arrendamiento de piso”. En el caso de Temuco son
permanentes las denuncias que hace la opinión pública de los conventillos insalubres77.
Pero a nivel local si analizamos el proceso desde la perspectiva de la opinión
pública, como un reflejo de lo que piensa el ciudadano, vemos que paralelo al marco
legal que se instala en el país existe un discurso permanente de exclusión que se
sostiene a través del tiempo y que va a producir efectos en el desarrollo de la ciudad
Todavía en 1934, después de más de cincuenta años de su fundación, se decía
que “la ciudad es la más sucia de chile” y se describía en su sistema de aseo de la
siguiente forma: “Las calles no se barren, no se riegan, no se les arranca el pasto, no se
conserva el pavimento, se los deja llenarse de polvo, de papeles, de mugre; en una
76 Remmer, Karen L. The timing, pace and sequence of political change in Chile,1891- 1925,
H.A.H.R.V.57, N°2 1977, Duke University Press. 77 Diario Austral 28 de enero de 1921
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palabra no se hace nada y porque nada se haga la ciudad no está dispuesta a continuar
pagando alcaldes, inspectores, etc...”
Obviamente no se puede separar la vida urbana de las contiendas políticas y
frente a esta crítica aparecen los vecinos “siempre generosos y llenos de espíritu
público”78.
Dos años después se volvía a las críticas sobre las calles de la ciudad,
especialmente en Basilio Urrutia donde: “hay en todo lo largo de esta calle conventillos
bastantes insalubres, habitados por gente pobre para ganarse la vida que se dedican a
toda clase de negocios y en muchos de ellos se infringe la ley...” y luego se describía en
detalle: “Picanterías que se hallan en la entrada por Avenida J.M. Balmaceda y Basilio
Urrutia, en donde se expenden fritos y otros comestibles hasta altas horas de la
noche”79. Las críticas se volvían a repetir seis años después criticando ahora las casas
habitaciones, de las cuales se decía que eran: “Pocilgas inmundas. En algunas sus
propiedades tienen hasta engordas de sucios marranos”80.
La explicación de la situación era nueva pero la realidad era permanente desde
los primeros años de la ciudad y se hizo crítica después de los grandes incendios del
periodo 1905-1908, cuando el centro de la ciudad en veinte cuadras casi desapareció por
completo y su recuperación fue lenta.
En los primeros años, a partir de 1881, los arriendos fueron baratos para la
población obrera y asalariada al ser baratos los sitios y la madera, quizás por eso el
centro urbano que abarcaba unas 200 manzanas tenía una ocupación dispersa y
accidentada con grandes vacíos entre sus cuadras, intercalando casas habitación con
industrias, bodegas, quintas y chancherías, lecherías, comercio y sitios eriazos. Era la
aldea que no encontraba obstáculos para seguir existiendo. Pero ya en 1927 se daban
tres elementos más que explicaban los cambios en esta situación y las subidas de los
arriendos:
1. El fuerte aumento de la población; se pasó de 28.546 habitantes en 1920 a
35.748 habitantes en el sector urbano de la ciudad.
2. El radio urbano sigue siendo el mismo que el de principios de siglo.
3. Baja inversión en construcción.
78 Diario Austral 30 de octubre de 1926 79 Diario Austral 19 de agosto de 1928 80 Diario Austral 30 de noviembre de 1934
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Por ello se decía que “lo que más abunda en el centro mismo de la población son
los sitios eriazos”81. O, dicho en otras palabras, lo barato del centro conspiraba para que
Temuco pasara de ser una aldea a ser una ciudad.
Debido a esto, a partir de 1930, comienza el abandono del centro de la ciudad
por parte de los sectores populares, especialmente obreros y se van a vivir a los barrios
suburbanos en donde el valor de las propiedades y los arriendos van a estar más en
relación con los recursos económicos que poseen. Pero este proceso fue lento como lo
atestigua una ordenanza de seis años después que ordenaba al jefe de patentes clausurar
los locales donde se crían cerdos en el radio urbano de la ciudad82. El descuido de esa
época alcanzaba también las plazas de la ciudad, especialmente la Plaza Brasil y la
Plaza A. Pinto, que no tenían banca ni flores.
Lo cierto es que el crecimiento de la ciudad y las crisis de fines de los veinte que
se hacen sentir en la región a partir de 1930 hacen su efecto en Temuco y aunque estas
críticas se arrastran desde la segunda mitad de los años veinte se hacen más intensas en
la primera mitad de los treinta, sobre todo por el aseo de la ciudad, se exigía el barrido
de las calles bajo multa de $50, pero, ya en años anteriores, el clima de la ciudad ponía
en duros aprietos a los trabajadores de aseo: pues el estado de las calles impide que en
el invierno el carretón pueda hacer un servicio eficiente.
La presión de las poblaciones suburbanas para que se les declarase urbanas y
poder exigir a la municipalidad el cobro de los gastos por calles y alumbrados va a ser
un indicador de la adaptación de los sectores populares a la forma de vida urbana.
Las calles tienen desde un principio, cuando se instala el fuerte de Temuco, una
jerarquía que va acorde con el proceso de desarrollo del espacio urbano, así, tenemos
que la Avenida Balmaceda era una carretera de acceso al cementerio por el lado norte
para los cortejos fúnebres, obligando “por esto a hacer grandes recorridos”. En invierno,
cuando se inundaba, los vecinos tenían “que salir en caballos de sus casas porque a pie
era imposible hacerlo”83.
Por otro lado, la calle Lautaro y su conexión con la zona rural de Chol Chol a
través de la calle Prieto era de vital importancia para la vida cotidiana de la ciudad, esto
se ve destacado cuando se pide la pavimentación de esta hasta Vicuña Mackenna,
justificando la petición porque la calle Lautaro era la entrada principal del camino de
81 Diario Austral 23 de agosto de 1927 82 Diario Austral 5 de mayo de 1936 83 Diario Austral 12 de agosto de 1927
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Chol Chol a Temuco, con un movimiento permanente de carretas, carretones y
vehículos por ser la arteria que conduce directamente a los ferrocarriles del Estado
desde la Avenida Prieto, que es la entrada obligada de los vecinos de Chol Chol y
alrededores. La ciudad era el puente entre dos culturas y el símbolo de su contacto la
calle y el ferrocarril.
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7
LOS “POBRES DE SOLEMNIDAD” SEGÚN LOS CIUDADANOS:
CESANTES Y VAGABUNDOS.
En una sociedad dependiente de la actividad económica del campo, los ciclos de
bonanza van a estar acompañados de periodos de crisis que dejaran sus efectos en la
ciudad, la miseria infantil, por ejemplo, era sentido como un encubrimiento de la
cesantía de los padres y la mendicidad era vista como una prolongación de los efectos
de estas crisis. Producto de esto y como una forma de anticiparse a la llegada de los
“pobres de solemnidad” al centro en la década del veinte el municipio dictara una serie
de ordenanzas que pretendían controlar la circulación de los vendedores ambulantes y
vagabundos por el centro de la ciudad, posteriormente, al aparecer la crisis del 29 en la
ciudad estas ordenanzas serán sobrepasadas.
En 1927 se redactó un reglamento para los vendedores ambulantes de artículos
alimenticios recalcando que se les daría a quienes: “acrediten no sufrir de enfermedades
contagiosas y repugnantes y no tener malas costumbres”84.
Debido a esto en la ordenanza de 1927 se les prohibió circular por el centro de la
ciudad y se multaba con $5.0 y $10.0 a los que transgredían la ley, permitiendo la
mendicidad solo los días sábados.
La prolongación de la crisis del 29 se vio reflejada en la extensión de la
mendicidad por el radio urbano de la ciudad, hasta 1934 se describía su deambular por
el centro, tendidos en el suelo, atravesados en las veredas, en los umbrales de las
puertas, impidiendo el paso de sus moradores .Por todos los medios se trata de evitar la
evidencia de esta crisis en el sector urbano, pero igual, “los mendigos harapientos” se
estacionan y deambulan entre la Plaza de Armas, la Pastelería Central y el Correo,
molestando a la gente que circulaba por esos lugares85. Los quiebres comerciales de
1931 hacen que aumente “la cantidad de vagos”, por eso se pedía terminar con los
albergues de cesantes “porque se dedican a robar. En 1931 existían en Temuco 2400
cesantes y la única solución que se veía era la apertura de nuevas fuentes de trabajos.
En 1932 se le dio una solución al acortar la jornada laboral a 8 horas, pero
muchos de ellos van a preferir trabajos temporales y no permanentes, pero al
mantenerse los albergues se ira controlando el deambular y las manifestaciones serán de
poca relevancia, quedando reflejadas en la crónica policial de la ciudad, como ejemplo
84 Diario Austral 12 de agosto de 1927 85 Diario Austral 10 de marzo de 1930
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de estos momentos críticos de esta etapa es cuando la bodega de Miguel Cerda en
Avenida Balmaceda con A. Pinto sea asaltada sacándole 13 sacos de fríjoles86.
Se criticaba la falta de aseo interior y exterior de las casas, pero por sobre todo el
problema de alcantarillado y sus consecuencias más molestas; la putrefacción de las
aguas. Los adjetivos que califican la ciudad se van repitiendo a través de los años y se
van mezclando con situaciones cotidianas que pasaban lo pintoresco como las
persecuciones a los perros vagabundos87.
Se destacaba esta situación porque se daba en el casco central de la ciudad, el
espacio de los urbanitas, pero esto mismo pasaba en las afueras de ese casco, en lo que
conocemos como las poblaciones y ese espacio no aparece en la crónica diaria, es un
espacio invisible, desconocido en la crónica normal de la ciudad.
El diario decía que había que superar formas de ocupación fronteriza y
desarrollar una conducta acorde con una ciudad moderna. La apariencia de la ciudad la
explicaban como una herencia de la pacificación: “en que Temuco lejos de ser una
ciudad era simplemente una agrupación de barracones”88.
El deterioro urbano de la ciudad será el fundamento de descripciones que
apelaban al asombro de los urbanitas respecto a su situación: “la gente duerme con
paraguas amarrados a los catres cuando llueve”89.
ALCOHOL
La venta de alcohol es uno de los negocios más lucrativos desde los inicios de la
ciudad, en él se concentrara una población de los más diversos orígenes pero con una
característica común : el deseo de enriquecimiento rápido, lo que no era ajeno a las
capas más ricas de la sociedad pues era una conducta común que traspasaba los grupos
sociales y que se mantendrá durante todo el periodo que va de 1881 a 1940,
trascendiendo el espacio definido como “urbano” y demostrando con su extensión que
la ciudad y sus habitantes ya no tenían límites físicos sino espacios territoriales que
ampliaban o achicaban de acuerdo a las redes de intereses que se iban desarrollando. La
separación de campo y ciudad es como un velo que no deja ver la extraordinaria
movilidad de uno a otro espacio en el que importaban los “negocios “que se hacían y no
el origen de cada uno. La permanencia de esta actividad se ve reflejada en esta
86 Diario Austral 15 de noviembre de 1932 87 Diario Austral 23 de marzo de 1931 88 Diario Austral 29 de Julio de 1936 89 Diario Austral 29 de Julio de 1936
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observación echa después de 56 años de la fundación de la ciudad: “existen cantinas
clandestinas que perjudican la ejecución de las obras pues los obreros se embriagan
constantemente” 90.
Son espacios en los que la gente, urbana y rural, generalmente de estratos
sociales bajos establece relaciones sociales de igualdad que nada tenían que ver con el
tipo de relaciones que mantenían en el ámbito urbano. Esto provocaba ausentismo
laboral, riñas y prostitución lo que ayudaba a los defensores de la ciudad a caracterizar
en forma negativa estos espacios y a pedir su persecución y exterminio. Ya en 1926 se
denunciaba en el sector de Roble Huacho, cerca de Temuco, un grupo de más de 20
carretas vendiendo alcohol para los días entre pascua y año nuevo. Pero en el sector
urbano la situación se presentaba más crítica, la población se quejaba de los chincheles
instalados en la salida norte de la ciudad en un lugar llamado puente de la chispa donde
se expende licor: “para tentación de la gente campesina que pasa por allí con el fin de
llegar a Temuco, ya sea para vender sus productos o para hacer sus compras”91.
La salarización del campesinado, que se ocupaba en las grandes obras viales de
la época y en el trabajo de los campos originaba una oleada de gente que se dejaban caer
a la ciudad desde los campos con dinero que era gastado en los lugares donde no se
sentían rechazados y eran aceptados tal como eran, y estos eran los limites reales de la
ciudad; el sector de la Estación y los barrios populares. Pero el urbanita lo ve esto con
horror ya que es una conducta que se escapa al control urbano y se establece en sus
límites y así se hacía sentir en la prensa: “En el desarrollo y la profundidad que ha
tomado el comercio y el vicio alcohólico que esta cercenando los haberes del obrero y
causando su ruina moral en términos que tiene alarmados a los habitantes de esta
zona”92.
Pero esto también era una forma de obtener ganancia rápida frente a las
fluctuaciones de la actividad forestal y agrícola: “Porque viendo aún los mismos
inquilinos que el licor mantiene a tanto boliche tratan de tentar suerte, de ganarse unos
pesos y con los primeros pesos que juntan compran primero su damajuana, después su
barrilito y más adelante, su tonel de centenares de litros, abandonando sus hábitos de
trabajador, porque ve que le es más fácil vivir de la venta del alcohol sin ninguna clase
90 Diario Austral 22 de enero de 1938 91 Diario Austral 18 de agosto de 1926 92 Diario Austral 17 de mayo de 1937
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de restricciones”93. Lo que, si reiteramos, es la persistencia del fenómeno como proceso
histórico que deja huellas perceptibles en costumbres, en la ocupación del espacio y en
el lenguaje.
En la ciudad la mayoría de las cantinas se ubicaban en los barrios suburbanos,
especialmente Padre Las Casas, Pueblo Nuevo y Santa Rosa que formaban un cordón de
barrios alrededor de Temuco. También en la salida del camino a Chol Chol y en la
salida a Cajón los negocios mantenían una venta de alcohol que la prensa calificaba de
descarada: “y llegó a tal extremo, que los campesinos que vienen en sus carretas en el
día para regresar en las últimas horas de la tarde se embriagan y siempre hay en el
mismo boliche en que se vende licor alguien que está listo para alivianarle los bolsillos
o dejarlo en paños menores94.
Se calificaba a las poblaciones como los reductos de estos locales y se decía en
forma cotidiana que en Pueblo Nuevo abundaban las cantinas (“por cada 100 metros a
cuatro boliches”) y en la población Santa Elena en una cuadra existían 5 bodegas
autorizadas95.
La situación se hacía critica en las fiestas de fin de años cuando: “cardúmenes de
ebrios circulan por las calles de nuestra ciudad”96.
Cualquiera podría pensar que esta venta y consumo de alcohol era privativo de la
zona rural, pero en la zona urbana el consumo era mayor y aunque no tenemos una
estadística de consumo detallada y tampoco es el objetivo de este ensayo, tenemos una
serie de apreciaciones que nos permiten darnos una idea del fenómeno en la ciudad, por
ejemplo, un periodista con gran asombro relataba que en una sola cuadra de Basilio
Urrutia había contado 36 borrachos.
En 1935 se consumían en Temuco unos 15 mil litros de vino diarios, con una
población urbana aproximada de unos 38.000 habitantes, la cantidad de patentes
alcanzaba a 325 bodegas, 10 cantinas, 6 hoteles, 4 cabaret y 20 casas de pensión sin
contar los locales clandestinos que triplicaban este número.
Este comercio se desarrolló a pesar de las medidas de la autoridad como la
creación de las “zonas secas” en 1927, en las salidas de la ciudad a los campos o
ciudades vecinas, se declaraba zona seca a Padre las Casas, Los Laureles y Pueblo
93 Diario Austral 8 de mayo de 1936 94 Diario Austral 12 enero de 1935 95 Diario Austral 21 de septiembre. de 1934 96 Diario Austral septiembre de 1930
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66
Nuevo97, pero ese año se produjeron 5.875 detenciones por ebriedad en Cautín. Debido
a esto se decidió mantener abiertos los locales del radio central de la ciudad, entre
Avenida Balmaceda y el río Cautín, único sector que podía ser controlado por la policía,
lo que mostraba que el problema era un fenómeno que sobrepasaba las fuerzas de
control urbana, era una especie de frontera ya no entre lo urbano y lo rural sino entre un
espacio donde impera una institucionalidad urbana, donde hay control urbano y otro en
los que todavía se mantienen las reglas de la Villa, con relaciones sociales amplias.
El crecimiento sostenido del consumo del alcohol lo podemos explicar solo si
nos remitimos a una historia de contactos de más de tres siglos y que va conformando a
través del tiempo una serie de costumbres que después de la independencia van a
consolidarse en la población y que no eran más que la demostración de una forma de
relacionarse, excluyente, aislada, silenciosa, invisible a los ojos de la autoridad, no
podemos sostener que el alcoholismo sea una expresión de resistencia y sobrevivencia
social al espacio urbano, pero no podemos negar que al sumarle la transacción de otros
productos fuera del radio urbano y la mantención de otras costumbres nos asalta el
asombro frente a la facilidad como perviven ciertas formas de relacionarse que expresan
algo más profundo y atávico en nuestra sociedad. La persistencia de estas actividades en
el tiempo, nos hacen sospechar que existen motivaciones más profundas que el simple
negocio, es la “forma” en que se negocia y la “forma” en que se consume lo que se
conserva.
DELINCUENCIA
La delincuencia es de carácter doméstico, menor, cotidiana, de hurto, de robo
pequeño que se comercializa de inmediato en la ciudad o en los pueblos cercanos, en
donde el hombre aparece recurrentemente pero también la mujer sobre todo en delitos
de prostitución, estafas y manejo de clandestinos, apareciendo también como “traperas”
o ladronas de objetos menores, generalmente ropa. Aunque no está cuantificado es
importante destacar el delito donde están involucrados menores. Es una población
advenediza, no domesticada bajo las reglas de la ciudad y que se mueve entre las
poblaciones suburbanas, el centro de la ciudad y el campo, pero en invierno, cuando los
caminos se cortan y Temuco queda convertido en una isla, los delitos aumentan, desde
mayo a septiembre y luego disminuyen desde octubre hasta abril. Uno de los casos
97 Diario Austral septiembre de 1927
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67
emblemáticos de esta época es el del “tuerto Palacio”, un viejo ladrón jubilado que
amparaba en su casa de calle Carrera a “embajadores” (ladrones jóvenes de otras
ciudades) quienes se movían por Temuco con el pretexto de vender ropa usada o
recolectar botellas98. Se realizarán campañas permanentes contra la delincuencia y
contra los charlatanes que, tal como se los describe en la prensa: “van de casa en casa,
con autorización municipal falsa, venden desinfectantes” o venden chucherías o
ungüentos maravillosos para curar toda clase de enfermedades: extracto de un árbol de
propiedades medicinales excepcionales que solo existe en Bolivia, etc.99.
Entre los remedios más potentes de esos años se señalaba “el cuero de serpiente
boliviana”. El remedio más común era una misteriosa caja que la labia del vendedor la
hacía originaria de exóticos países, pero que solo contenía un jabón.
Junto a los charlatanes van a estar los curanderos, meicas y meicos, fuertemente
resistidos por la autoridad y los gremios de practicantes. Debido a esto el 24 de junio de
1932 se funda la sociedad de practicantes cuyo objetivo será eliminar “la gran plaga de
curanderos y charlatanes que se dedican a ejercer nuestras actividades .Detrás de todas
estas medidas estaba la sociedad urbana temuquense deseosa por “controlar todas las
actividades adscritas al espacio urbano” y sobre todo la consolidación de las
profesiones que tienen más prestigio en la ciudad, en eso, la salud y el derecho van a ser
las más importantes y sus principales enemigos “las meicas o curanderas” y los
“tinterillos” que en décadas anteriores habían sido imprescindibles en la formación de la
ciudad. No está de más señalar que bajo el nombre de “meicas” o “brujos” se van a
incluir a toda clase de manifestaciones de la cultura popular y la cultura mapuche en una
mezcla que confunde los charlatanes con los llapuyeros, brujos mapuches especialistas
en preparar el llapuy o remedio para atraer el cariño de la persona amada y que eran los
más solicitados en esos años.
PROSTITUCION
Espacialmente la prostitución se ubicaba en la ciudad desde sus orígenes en dos
espacios bien definidos, cerca de donde había estado el emplazamiento original del
fuerte de Temuco, entre las calles Andrés Bello y Patricio Lynch, y posteriormente, a
partir del 1900 se trasladaría mayoritariamente al sector cercano a los ferrocarriles en la
calle Basilio Urrutia.
98 Diario Austral 24 de diciembre de 1937 99 Diario Austral 25 de junio de 1937
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68
Los tipos de negocios que amparaban la prostitución eran de tres tipos: los
negocios encubiertos o cabaret, los negocios sin patente o “casas particulares” y las
“piezas con mujeres”, generalmente en malas condiciones de salud.
Frente a esta actividad se formarán dos opiniones: el prohibicionismo que se la
jugará por suprimir la actividad, pero ante la imposibilidad de lograrlo se transformará
en una acción meramente administrativa, la segunda tendencia pretenderá reglamentar
la actividad dentro del radio urbano, evitando la propagación de las enfermedades
venéreas.
Las causas, que la opinión pública daba de esta actividad, serán atribuidas a la
ignorancia, la falta de educación, el hambre, la corrupción del medio y el vagabundaje,
todo lo cual indicaba que la gente se contaminaba de estas actividades al vivir en un
medio alejado de la civilización, ¿cuál era ese medio?, la respuesta era el de los barrios
suburbanos.
Las mujeres van a falsificar sus tarjetas de salud y cuando la edad y la vida de
sacrificios las deteriora en forma irreversible se van a los pueblos pequeños, como
Villarrica, Loncoche, Pitrufquén, Freire o Puerto Saavedra.
Unos años antes también se indicaban como espacios donde se practicaba la
prostitución a los centros de baile: “donde la juventud, empleados de comercio o
también hijos de familia pasaban a integrar las noches”100.
También existían las “casas de cena” que en muchas ocasiones eran lo que su
nombre indicaba, es decir, pensiones de mesa, pero otras eran solamente fachadas que
escondían las casas de prostitución.
De los llamados “clandestinos” se daba una descripción detallada: “disfrazados
de cocinerías o puestos de verduras, expenden licor a toda hora y ejercen la prostitución
clandestina101.
100 Diario Austral 19 de junio de 1927 101 Diario Austral 6 de julio de 1929
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8
LA ALIMENTACION DEL CIUDADANO (O URBANITA)
PAN
Antes del año 1927 la producción de pan estaba a cargo de panaderías instaladas
en la ciudad y bajo control de la autoridad, tal como lo señala la Guía Prado de 1905
nombrando a las panaderías de Domingo Chávez, Hiriart y Etchevers, Otto
Keinkenbuch, Enrique Reineki, Guillermo Schmidt y Desiderio Walper, nombres que se
repitieron en estos primeros años de la ciudad en diferentes empresas, además de otros
que se irán agregando más tarde, como José Zavala de la panadería “La Vascongada”
que defenderá la calidad de su pan de las panaderías clandestinas, ubicadas en los
barrios obreros donde tendrán una permanente demanda por parte de los sectores
populares que se van a ir constituyendo a la sombra de los ferrocarriles y esparcidos por
la urbe que todavía tenía el aspecto y las costumbres de una villa.
Preferido de la población será el llamado “pan de mujer” que se suponía echo
por mujeres obreras en las poblaciones y consumido con preferencia por los obreros y
sus familias, será vendido en las panaderías de los llamados “barrios obreros”, lo cierto
es que este pan será una forma de sobrevivencia suburbana de grandes conglomerados
de población campesina que llega a la ciudad y desarrolla habilidades para mantenerse
en ella durante todo el año , moviéndose los hombres en trabajos estacionales en la
ciudad durante los meses de invierno y primavera y saliendo al campo durante el verano
hasta abril . Lo que el nombre de este pan denota (“pan de mujer”) es la aparición de las
mujeres en actividades productivas debido a que en la ciudad deja de estar subordinada
a las órdenes del marido o compañero y debe asumir, en los meses de abandono, en la
primavera y el verano, el sostén de su casa. La familia gira en torno a la madre, se puede
cambiar de pareja, pero no de núcleo familiar, y tal como se describe en la cita que a
continuación transcribimos acerca de los habitantes de la población Ziem, los sectores
poblacionales mantienen un constante movimiento que les permite sobrevivir en la
ciudad: “Esta clase de gente, que vive en continuos movimientos, es lo que obliga a los
pobres guardadores de la propiedad a pasar unas vidas inquietas y por lo demás
sacrificadas, pues como ya lo hemos manifestado, ocupan los días y las noches en
continua vigilancia sin disponer ni siquiera de una sola hora para reposar o disipar en
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70
algo la pesada tarea a que están empeñados” 102. Se refería a la situación que sufrían los
cuatro vigilantes puestos en la Población Ziem que ya contaba en 1916 con seis mil
habitantes.
Los sectores populares van a elegir siempre el precio más bajo demostrando con
esto que a pesar de no pertenecer al espacio urbano o del “ciudadano” como
formalmente se definía en esa época, ya desarrollaba un elemento básico de la
ciudadanía moderna que tiene que ver con el consumo definido como una “racionalidad
sociopolítica interactiva”103, elegía lo más barato aunque eso no simbolizara “el orden
urbano” que se intentaba imponer.
Un actor importante en el comercio del pan es el vendedor de almacén que,
como intermediario entre el productor y el consumidor, especula con el peso del kilo, lo
que provoca la permanencia del consumo clandestino que equilibra la fuerte alza de los
precios del comercio establecido. Ya en 1927 se tenía claro el problema: “…y no
sabemos por cual decidirnos: ¿por aceptar el abuso comiendo pan de treinta centavos
solamente para cotizarnos como “gente bien” o rechazar la aristocrática idea de los
industriales comprando unidades de menor calibre?”104.
El proceso de formalización de la venta, comercialización y consumo del pan se
inicia en la segunda mitad de la década del veinte cuando se crea la Unión de
Fabricantes de Pan de Cautín (U.F.P.), el 18 de noviembre de 1927, con un numero
pequeño de industriales dueños de las panaderías más grandes, detrás de los cuales se
aglutina un grupo importante de productores de la Provincia, para luchar por:
1. Libertad de trabajo.
2. Supresión de los revendedores.
3. Revisión de las leyes sociales que afectan a la industria.
4. Rebaja de los fletes ferroviarios.
Todos estos objetivos iban dirigidos abaratar el costo de producción,
permitiendo la actividad nocturna, consolidando la panadería sin revendedores y el
abaratamiento de los fletes que incidían en el costo de producción.
Pero al formalizar la producción y comercialización del pan se origina dentro
del contexto urbano un problema más complejo pues se trata de superar un sistema
productivo propio de la villa con un componente de autoproducción y de
102 Diario Austral 2 de junio de 1916 103 Yudice, George Las Industrias Culturales: más allá de la lógica puramente económica, el aporte
social, Pensar Iberoaméricano. Revista de Cultura.O.E.A. 104 Diario Austral 2 de julio de 1927
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71
relacionamiento social más simple por un sistema productivo con procesos productivos
urbanos, formales, donde se separan las relaciones sociales que se entretejen en los
barrios suburbanos por una relación formal e impersonal, lo que provocara una
resistencia en esos sectores por adherirse al nuevo sistema.
Pero esta resistencia a la formalización no saldrá de la nada ni se sostendrá en el
tiempo basado en discursos, sus raíces son profundas y corresponden a la lucha de una
forma de organizarse y vivir que no va con la vida urbana, es la vida de la “aldea”, bajo
la cual se había desarrollado una gran parte de la población suburbana y urbana en
Temuco.
Ya desde 1926 se establecía que: “… en otras panaderías chicas, donde trabajan
amasadoras se violenta la ley en todas sus disposiciones, obstaculizando así a los
panificadores y a las autoridades”105, y en 1927 antes de la creación de la U.F.P. se
volvía a insistir en ordenar el trabajo en panaderías que debería comenzar a las 4 a.m. y
solo con dos obreros que podían trabajar desde la una de la mañana en preparación y
fermentación de la masa, se prohibía también el trabajo de las mujeres, fiscalizándose
con guardias municipales de 8 p.m. a 8 a.m.106.
El primer intento por terminar con la producción informal data de noviembre de
1927 cuando la U.F.P. establece un acuerdo mediante el cual se pone un plazo de quince
días, desde el 7 de diciembre para que se terminen las panaderías clandestinas. Pero la
autoridad no estaba en condiciones de cumplir ese acuerdo por falta de vigilantes e
inspectores, así como también por lo difícil de pesquisar107. Por ello, la autoridad
buscará un industrial que se comprometa para abastecer la ciudad. En un primer
momento se conversará con Enrique Hansen, quien ofrece 6000 kilos a $0.80 el kilo,
pero imponiendo una serie de condiciones:
1. La Municipalidad debe depositar el valor de un año de producción.
2. La Municipalidad se cancelará a final de mes.
3. Todo el pan no vendido será cargado a la municipalidad.
4. Como garantía del acuerdo se pondrá su panadería.
Pero este acuerdo no se llevará a la práctica, por falta de dinero y personal108.
La opción de la autoridad municipal durante las primeras décadas del siglo
veinte será privilegiar el desarrollo y expansión de las panaderías establecidas y mejorar
105 Diario Austral 12 de noviembre.1926 106 Diario Austral del 21 de mayo 1927 107 Diario Austral de Diciembre.1927 108 Diario Austral 5 de febrero de 1927
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la higiene de la producción y el cumplimiento del reglamento municipal, entre las
exigencias estaba el estar vacunado contra la viruela y poseer certificados de
enfermedades contagiosas o repugnantes (1927) esto ocasiona una persecución
permanente de las panaderías clandestina ubicadas preferentemente en los barrios
obreros, la persistencia de este conflicto queda graficado en la descripción que hace el
inspector Matus siete años después, en 1934 sobre la manufactura de este “pan de
mujer”: “… entre sabanas usadas, al lado de tiestos de uso íntimo, en piezas donde
duermen 5 a 10 personas, con agua de pozo, elaborados por personas que limpian sus
manos en la masa, en esta forma se hace este sabroso pan que tanto se defiende”109.
En el año 1934 los industriales del pan se quejaban porque las amasanderías
clandestinas” que están en todo su apogeo”, les han hecho reducir su producción en un
50%. Durante este año se incrementó el cumplimiento del reglamento oficial para
controlar las horas de trabajo nocturno lo que producía una intensa vigilancia, no
permitiéndose el trabajo de mujeres.
Durante los treinta la U.F.P. se irá fortaleciendo y presionará para dominar el
mercado local, imponiendo el precio y las reglas de producción a través de un reclamo
permanente ante la autoridad por la producción clandestina. Pero al mismo tiempo los
fabricantes locales se van a ver afectados por las contingencias nacionales, el alza o la
baja del trigo, la harina o el flete en Santiago o Valdivia. Todo esto repercute en la
ciudad que tiene un papel marginal en el proceso productivo del trigo, pese a tener una
gran producción regional no controla sus procesos productivos, los centros productivos
en Traiguén y Osorno se conectaban por el ferrocarril con Valdivia y Talcahuano,
Temuco quedaba fuera de la circulación productiva y solo el ferrocarril la conectaba,
pero a un costo muy alto para los productores; el flete encarecía el precio del trigo y de
la harina. Esto va a producir que los fabricantes de la ciudad sean muy sensibles a las
fluctuaciones de los precios, si a esto le sumamos lo restringido de los mercados
internos tendremos el marco completo que explica la existencia de fuertes oposiciones
del sector industrial frente al comercio clandestino, a eso se suma la dependencia de los
créditos externos para mantenerse en las épocas de crisis.
109 Diario Austral 12 de mayo de 1934
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73
EL PRECIO DEL PAN
Los industriales del pan tenían una base muy frágil, dependían del transporte y el
precio de materias primas, en 1930 decían que no podían vender el pan a menos de un
peso el kilo y aunque deseaban subir el precio este era uno de los más altos de la región.
La especulación producida en el precio del kilo de pan tendrá una causa doble,
por un lado, la acción de los intermediarios y por otro lado la falta de fiscalización en su
comercialización. Por eso, aunque se fija el precio del kilo de pan en $0.80 en 1927, el
alza de harina y la venta diaria de las panaderías clandestinas que alcanzaba a los 60qq
diarios abasteciendo un gran sector popular, continuara por toda la década, así, por
ejemplo, en 1935 se mencionaban 25 denuncias por infracción a las ordenanzas
municipales. La explicación de la permanente alza del precio del pan, divulgada por el
diario y los comentarios en todos lados era que el precio no bajaba por que las
panaderías y los clandestinos “se hacen competencia”.
Era común el negocio o almacén que tenía un apartado donde se vendía pan,
pero estos locales obtienen ganancia especulando con el peso, transformando, por arte
de magia un kilo en 800 gramos. Lo cierto es que los sectores modestos tienen una
forma de abastecerse que se basa en las relaciones interpersonales a través del crédito, la
libreta, el “fiado” “la casera” y con este nuevo sistema aparece un nuevo tipo de
relación, más institucional, propia de la ciudad, el comprador pierde el control del
vendedor y por extensión, pierde control sobre el producto dando margen a una
especulación desmedida, que no se ve solamente en la comercialización del pan sino en
todas las actividades de la sociedad que quedan sumergidas en el tráfico de intereses y
personas y en la maraña legal que se construye sobre las relaciones y que tiene una
manifestación espacial, pues se dará preferentemente en los “barrios populares” y en los
márgenes de la ciudad. No está de más destacar en este punto la explicación que se daba
por la aparición de estos negocios calificados “de dudosa moralidad”; su origen estaba
en la aparición de poblaciones en las cercanías de la línea férrea o en los accesos a los
puentes carreteros donde se practicaban formas de comercio distintos a los urbanos y
como fenómeno que agravaba la situación era que existía la especulación con
revendedores no solo de pan, a través de almacenes que eran abastecidos por panaderías
clandestinas, sino también de carbón en invierno, carne, leña y legumbres. En ese
sentido, las ferias que se instalan en la ciudad son un remanente artificial de la
comercialización que se hacía espontánea en la villa original y la aparición de estos
74
74
revendedores es producto del desarrollo de un mercado especulativo en los sectores
populares a semejanza del que estaba establecido en el trigo y la madera.
Nos concentramos en la venta y consumo del pan como un producto que ha
quedado registrado en la prensa y en la documentación de la época por ser esencial para
los sectores modestos. Esos sectores no compraban el pan por kilo sino en cantidades
más pequeñas, así el pan de $0.20 pesaba solo 50gr. Por lo que el kilo se terminaba
vendiendo a cuatro pesos; en los negocios se consideraba un kilo a siete piezas de
125gr. (875gr.) que se vendía a $1.40, lo cual no se podía controlar por la falta de
inspectores y de balanzas y solo se fiscalizaba en panaderías y puestos, pero no al
comerciante pequeño. El pueblo consumía el “pan de diez” y a los productores les
convenía vender el pan grande.
En 1934 se elige vender el kilo a $1,30 suprimiéndose el “pan de diez” para
evitar la especulación de los intermediarios. El problema no tenía fácil solución, porque
al elegir la producción más barata con panes grandes se perjudicaba a los sectores
obreros y al propiciar la venta del pan en pequeñas unidades se favorecía al dueño de
almacén.
Los sectores populares se abastecían de pan y otros productos basados en una
forma de relacionarse entre ellos y no solo como una forma de comprar, el aspecto
multidimensional de la vida poblacional se aprecia en esto, no compran por kilo, no
compran por calidad sino por precio, piden “fiado”, establecen relaciones barriales que
detienen el paso de una relación impersonal, en otras palabras, conservan una forma de
vida aldeana en la cual el consumo está relacionado con otras variable no
necesariamente con las del mercado. Pero este sistema de vida será lentamente
permeado por la urbe sin contrapeso.
La uniformidad del corte de pan, el control del peso, la fiscalización a través de
inspectores, el uso de la balanza, serán elementos que solo tendrán una integración lenta
a través de la década del cuarenta, pero seguirán existiendo en los barrios populares las
amasanderías donde se venderá el “pan de mujer”, pero ya no en gran cantidad sino
como un recuerdo de otra época.
Cuadro: Infractores a la venta de pan
Nombre Calle Infracción
Víctor Fuentes San Martín Puesto no independiente del de abarrotes
Fleivida Mora San Martín al lado del Nº 382 Sin balanza
Pedro Zúñiga Avenida Prieto 901 Sin balanza
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José Aguilera Aldunate 802 Por recibir el dinero la misma empleada
Panadería Paris Andrés Bello 572 (puesto) Empleada sin papel de sanidad
Ema La Fuente Antonio Varas 609 Sin papel de sanidad
Antonio Llorena Claro Solar 1195 Sin papel de sanidad
Alberto Campísto Manuel Montt 298 Sin papel de sanidad
Luis Araya Lautaro 591 Sin balanza
Agustín Segura Lautaro 1090 Sin balanza
Laura de Claro S / D. Sin patente de sanidad
Amador Salazar Lautaro Sin papel de sanidad
Fuente: El Diario Austral, 5 de marzo 1929.
LECHE
La producción y comercialización de la leche se hace con decenas de pequeños
productores establecidos cerca de la ciudad o en los establos que se esparcían por la
ciudad. Junto a ellos estaba una numerosa población indígena que también
comercializaba su producción en la ciudad. La calidad de la leche era fiscalizada por el
laboratorio químico municipal, pero este, por las limitaciones de personal solo podía
controlar la producción de algunos agricultores quedando la gran mayoría sin fiscalizar.
Debemos considerar que en esos años, la leche era vista y patrocinada en la
población como símbolo de una “vida sana” en oposición al consumo de bebidas
alcohólicas, presentándola como el alimento “más precioso”, “el más nutritivo”,
“estimulador del desarrollo”, “reconstituyente”, “reparador de energías”, pero junto a
estas descripciones venidas de una mirada higienista también se criticaba las
condiciones de producción sobre todo a la higiene diciendo que: “...el operario que
ejecuta esta tarea ni siquiera se ha lavado las manos. La leche es recibida en depósitos
sucios y las trasvasijan en cualquier forma, recibiendo las emanaciones y miasmas de
los excrementos de los animales”110. Debido a esto en 1928 la autoridad va a empezar a
controlar periódicamente los establos de la ciudad, haciendo énfasis en los siguientes
puntos:
1. La desinfección.
2. Cocer la leche de las vacas enfermas.
3. Exigencia de personal con revisión médica cada dos meses.
4. Examen periódico del veterinario municipal.
110 Diario Austral 22 de octubre de 1926
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5. Fuertes multas por el no cumplimiento de las disposiciones, que fluctuaban
entre $100 a $180111.
En la década del veinte la producción y comercialización de la leche no sufrirá
grandes cambios, se moverá por los intereses espontáneos de una demanda sostenida en
una sociedad con carácter aldeana que considerara la calidad de la leche asegurada
por las relaciones interpersonales en las que la conversación con el “casero” será la
garantía de un buen producto, los mismos consumidores veían diariamente como una
gran cantidad de estos productores sacaban la leche en los establos que estaban en la
ciudad y los conocían personalmente. Pero esto ira cambiando lentamente a finales de
esa década cuando la producción se comience a organizar bajo un modelo industrial,
eliminando la producción casera y pastoril y causando la resistencia de los sectores
suburbanos a consumir leche pasteurizada.
La Cooperativa Agrícola de Lechería Cautín Ltda se crea por decreto del 7 de
noviembre de 1929 (decreto supremo 4760) y sus integrantes serán los más importantes
agricultores de la región. El edificio de la Cooperativa va a quedar ubicado en Manuel
Montt en el vértice que forma con José Miguel Carrera y Avenida Caupolicán y el valor
de su construcción será de $600.000112. Los costos de producción de la cooperativa van
a variar permanentemente y el precio de la leche oscilará todo el tiempo lo que hará
surgir en la prensa la pregunta: ¿se debe consumir la leche pasteurizada, más cara y de
mejor calidad o la leche de establo, más barata pero peligrosa por las enfermedades que
podía acarrear su consumo? La pugna se dará entre la Cooperativa y los vendedores
clandestinos esparcidos por el radio urbano y el espacio rural de la comuna.
El 2 de abril de 1930, periodo de Carlos Ibáñez como presidente de Chile y su
“nuevo Chile”, se fija el precio del litro a $0.80 aduciendo los gastos de pasteurización,
pero este precio solo se mantendrá hasta que la junta de vecinos de la ciudad decida
apoyar a los sectores populares (suburbanos) pidiendo la fijación del precio del litro en
$0.50 y demostrando que entre estos dos espacios vecinales existían lazos
comunicantes. Las relaciones van a irse dando en espacios dimensionales acotados a los
intereses particulares de cada sector de la ciudad dejando de lado las relaciones sociales
tal como las hemos definidos en el inicio de este ensayo. El problema estaba planteado
y se va a dar entre dos opciones; por un lado, la ampliación del consumo y por otros el
acceso a leche más barata, pero sin pasteurizar.
111 Diario Austral 25 de febrero de 1928 112 Diario Austral 20 de febrero de 1930
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77
Esto mismo va a provocar que en algunos periodos el precio y la venta va a
quedar liberado, en 1932, época convulsa, entre la República Socialista y el gobierno
del caudillo Arturo Alessandri, para evitar la ruina de la cooperativa, la municipalidad
va a poner en el mercado urbano la venta del litro de leche a $0.40 para facilitar el
consumo de las clases populares. Pero esta medida va a fracasar debido a “la natural
resistencia de mucha gente para confesar la situación de pobreza en que se
encuentran”113, indicando con esto una especie de segregación a la inversa, pues la
gente que habitaba el sector central de la ciudad, de aproximadamente una treinta
manzanas tendrá constituida una forma de relacionarse en la cual las apariencias van a
empezar a ser claves. En 1932 se produce un intenso debate para autorizar la venta de
leche sin pasteurizar, los obreros apoyaban la medida y los concesionarios se
comprometían a rebajar el precio de $0.20 a $0.30 por litro con repartición a domicilio
sin necesidad de envase. La autoridad decide apoyar esta medida y aplica la ley 4849 y
el decreto supremo 775, junto a ello se decide destinar 300 litros para los hogares de
escasos recursos, vendiéndose el litro a $0.80.
Desde el punto de vista de los productores las causas de la permanente alza del
precio eran:
1. Disminución del consumo.
2. Aumento de los vendedores clandestinos.
Lo primero lo explicaban porque la cooperativa vendía solo 1.300 litros al día,
mientras que las ventas clandestinas estaban por sobre los 3000 litros al día, afectando a
la cooperativa (1934). Anteriormente en junio el litro había alcanzado un precio de
$1.10 principalmente por la falta de forraje, la gente pide la venta libre y los obreros
amenazan con un paro, pero no pasa de ser más que una crisis momentánea debido a los
meses de invierno donde los costos suben y el consumo era mayor. A partir de
septiembre la cooperativa baja el precio a $0.80 pero se mantendrá alto, aunque ya en
1933 (21 de marzo) se había fijado una lista de precios de común acuerdo para todo el
año:
Cuadro: Fijación precio del pan, 1933
Enero $ 0.50
Febrero $ 0.60
Marzo $ 0.70
113 Diario austral 4 de junio de 1932
78
78
Abril $ 0.80
Mayo a Noviembre $ 0.70
Diciembre $ 0.50
Fuente: El Diario Austral 21 de marzo 1933
Sin embargo, en verano el precio se mantendrá a $0.70 debido al monopolio que
mantenía la Cooperativa, pese a la abundancia del producto.
Lo anterior provocaba una distribución espacial del consumo; en los barrios
suburbanos se consumía la leche sin pasteurizar con un precio de $0.80, mientras que en
los sectores centrales o urbanos subía el precio a $1.20 por la pasteurización y el escaso
consumo, este fenómeno se prolongara hasta bien entrada la década del cuarenta.
Nuevamente en 1935 y a causa de una epidemia de fiebre aftosa, va a bajar la
producción de la Cooperativa debiéndose recurrir a la venta libre. El año anterior la
municipalidad trato de reemplazar la producción de la cooperativa por la de Pedro Mena
Larraín que poseía una planta lechera en General López (Fundo Curileo), pero sólo
producía 300 litros diarios, frente a esto la Cooperativa reaccionara prometiendo bajar a
$0.85 el litro si aumentaba el consumo y bajaban los costos. Por ello se inicia una
intensa fiscalización de los vendedores clandestinos a quienes les advierten que serán
tomados presos si no pagan las multas114.
Pero esta lucha de la Cooperativa irá paulatinamente disminuyendo en
intensidad ya que los grandes productores como Wilfredo Cooper les va a convenir más
comercializar los subproductos como mantequilla y queso en mercados tan lejanos
como Perú.
La llegada de nuevas maquinarias para la producción de leche, como la
descremadora Lanz (ofrecida por Gildemeister y Co.) que era capaz de producir entre
400 y 3000 litros por hora, va a impactar la producción local modificando
irreversiblemente la oferta de producción .Solo consideremos que en 1936 los establos
producían 4000 litros originando en los productores el problema de ampliar su
demanda constantemente para poder seguir creciendo como empresa y la única forma de
vender sus excedentes será ampliando la demanda y eliminando la venta clandestina
caracterizada por la venta de los pequeños productores indígenas del Temuco
suburbano, la ciudad imponía sus condiciones y su dominio sin considerar las
114 Diario Austral 24 de enero de 1935
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79
producciones rurales e integrando en su ámbito de influencia todo el espacio rural a
través de una red de influencia productiva.
El conflicto entre la Cooperativa y los productores clandestinos tendrá como eje
la preferencia de los sectores populares por un precio más barato sin importar la calidad
higiénica, ya en 1934 se acusa de monopolio a la Cooperativa pero su gerente, Edgardo
Altman expresaba que no existía ese monopolio debido a que cualquiera “puede
integrarse a la cooperativa y el precio se fija de común acuerdo”115.
Debido a todas las polémicas se empieza a considerar, propiciado por la junta de
vecinos, la idea de permitir en los establos de la ciudad tomar la leche “al pie de la
vaca” (1934). Por su parte, la Cooperativa, ese mismo año, argumentaba que las clases
populares “no consumían leche” para comprobar esto se denunciaba que en expuesto del
Mercado Modelo solo se vendían 12 litros de leche debido al desinterés del público, y
acusaba fines electorales para tomar esas medidas y aconsejaba como solución, “la
ampliación del consumo” que incluía dentro de las medidas el término del comercio
clandestino.
Dos años después los problemas seguían aumentados por las crisis locales, ese
año de 1936 llegaba a Temuco desde el Departamento de Cooperativa de Santiago,
Rodolfo Raurich con el objetivo de solucionar el problema en Temuco reconociendo
que el negocio clandestino de la leche se ha transformado en algo habitual haciéndole la
competencia a la leche pasteurizada. El mismo delegado daba una descripción certera
de la producción en los establos urbanos ubicados a tres cuadras de la Plaza de Armas
donde: “Mujeres sucias ordeñan la leche en verdaderos chiqueros y venden por litros a
quien va a comprarles. Usan para ello tarros inmundos y en una casa o mediagua una
vaca era ordeñada dentro de un dormitorio donde reposaban en medio del mayor
desaseo las personas que ordeñaban”116.
En ese mismo año de la visita de Raurich, 1936, la polémica nuevamente va a
tomar un tinte político trascendiendo lo meramente administrativo, sobre todo cuando el
partido Demócrata pida el libre expendio de la leche basándose en cuatro razones que
nos permitimos enumerar para entender mejor el problema:
1. Se criticaba el monopolio de la cooperativa.
2. Se señalaba la ineficacia de la pasteurización, que encarecía el precio del
producto.
115 Diario Austral 6 de mayo de 1934) 116 Diario Austral 14 de febrero de 1936
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3.La Cooperativa no trabaja a perdida, como ellos lo sostenían, pues se
beneficiaban con los subproductos como la crema, el queso y la mantequilla, “cargando
al costo de la leche los gastos que demanda la obtención total de estos artículos que en
realidad son utilidad líquida para esta institución”
4. El consumo de la ciudad alcanzaba a los 2.000 litros diarios mientras que la
producción de los fundos cooperados alcanzaba a los 6.000 litros, quedando un
excedente de producción que no tenía mercado.
Debido a estos problemas, la autoridad local va a optar por defender los intereses
de los sectores populares estableciendo la venta de leche sin pasteurizar en establos.
Para esto, el alcalde Zenobio Gutiérrez se apoyó en el artículo segundo del reglamento
sanitario de la leche y productos lácteos (Julio de 1936). Pero esta decisión va a durar
exactamente un año ya que el 1º de julio de 1937, por una circular del Ministerio del
Interior se denunciaba que en los sectores adyacentes a Santiago, Temuco y Valdivia se
infringía la ley de pasteurización trayendo como consecuencia que:
1. Afectaba a la salud pública.
2. Los capitales invertidos eran muy altos y no podían perderse.
Debido a esto se ordenaba que la brigada de carabineros se hiciese cargo de su
fiscalización117. Pero el problema se va a mantener ese año denunciándose que la
mercadería clandestina de leche, al igual que la carne, el carbón y otros productos, llega
por tren o por los caminos adyacentes.
En el año 1939, en pleno gobierno del radical Pedro Aguirre Cerda y con las
banderas de la política de “defensa de la raza” a tope se decía que el precio estaba
“fuera casi de las clases modestas”, era mala y la gente prefería la de los indígenas.
Además, que la ley de pasteurización no regía en los establos urbanos.
Entre las conclusiones que podemos extraer de este proceso podemos enunciar
las siguientes:
1. La producción de leche va a estar dirigida a satisfacer las necesidades de un
sector limitado de la sociedad Temuquense. La mayoría de la población preferirá la
producción clandestina por su menor precio.
2. La autoridad intentara respaldar la acción de la cooperativa a través de
acciones legales y respaldo policial. Sin embargo, existirán algunas excepciones, como
117 Diario Austral 1º de julio de 1937
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la del alcalde Zenobio Gutiérrez, que pospondrá los intereses particulares por los
intereses de los sectores populares.
3.La resistencia de los sectores populares a consumir la leche pasteurizada va a
producir, en momentos de crisis, conflictos que van a afectar la convivencia política de
la ciudad. Este conflicto se resolverá a favor de la Cooperativa aumentando la
integración de la ciudad al país y consolidando una forma “urbana “de vida.
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CONCLUSIONES
...O ENTRE LA BUSQUEDA DE “EL DORADO” Y “EL CEMENTERIO
DE ELEFANTES”.
1
El pasado es presente verbalizado y la historia es una coordinación conductual
consensuada que se mantiene al compartirla. La arquitectura mantiene el edificio
antiguo como remanente de discursos clausurados por el tiempo y que se recuerdan
permanentemente como una forma de vencer al tiempo, pero en Temuco no se da, hay
exterminio del pasado, un estado de frontera permanente, lo único que permanece es la
naturaleza, libre de significado y hasta cierto punto, invisible, muda e intercambiable.
Es tanto así que los únicos intentos por darle un contenido histórico a la ciudad se
basaron en una mitología urbana creada por un grupo de comerciantes de la década del
cincuenta sustentada en la figura de una patagua y en el cerro Ñielol como supuesto
epicentro de la pacificación de estas tierras. Lo anterior es muestra palpable de nuestra
“mirada de ojo ciego”, que ve lo que no existe y este ciego a lo evidente, por una
diversidad de razones que se disuelven al enfocar nuestra historia desde una perspectiva
distinta: las distintas formas de relacionarnos a través de nuestra historia.
Del fuerte a la ciudad hay un proceso de convivencia y relacionamiento
profundo e histórico, lo que no significa que este “historiado”, parodiando la cita clásica
podríamos decir que “toda historia es historiada por alguien” y su explicación es una
invitación que aceptamos o no. La invitación que hago es a abrirse a la interpretación de
nuestro pasado con herramientas del presente y dejar descansar las herramientas
desgastadas del siglo XIX. No se trata de volver la mirada al pasado románticamente y
buscar en el un “Dorado” social en que las personas se aceptaban tal cual eran, pero
tampoco podemos caer en ver esta constatación como un simple ejercicio intelectual que
se termina con archivar el texto en el “cementerio de elefantes” que son muchos
archivos particulares e institucionales.
Cada lugar urbano tiene una red de significados que se constituyen en el devenir
histórico y son leídos o ignorados por nuestro ojo, la ceguera es una posibilidad más.
Temuco tiene un aire épico, fronterizo, ahogado por la permanente construcción,
destrucción, reconstrucción, como una afirmación de esa identidad fronteriza.
Sostengo que en la historia de Temuco en las primeras décadas se forman
brechas detrás de las cuales se mantienen espacios de pervivencia de un modo de vida
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social aldeano que contrasta con la sociedad urbana y que esta perseguirá. Se forma en
los orígenes y su manifestación espacial e histórica es la mantención de lazos
comunitarios, de relaciones sociales permanentes en todas las actividades del territorio.
Los vínculos de solidaridad de la aldea son reemplazados por mecanismos de
competencia y control formal. El aumento del número de población limita el
conocimiento mutuo de esta, las relaciones humanas se segmentan, hay contacto cara a
cara, pero este es segmentado, impersonal y transitorio. No existe en esta sociedad nada
que reemplace las relaciones sociales originadas en la sociedad aldeana, ni en su espacio
institucional ni en su espacio informal. Ese es el vacío que debemos constatar
La ciudad como objeto reconstruido en la memoria es el telar en donde se tejen
significados personales y sociales, si digo “plaza de armas “muchos de los lectores van
a concordar conmigo en dos o tres cosas, pero si digo “Pichi Cautín “serán menos los
que tendrán conmigo recuerdos o imágenes concordantes. Además “el recorrido” hace
imposible la reconstrucción por el ojo, solo la memoria puede hacerlo y la falta de esta
es la falta de historia y la falta de historia es la incapacidad para ver el paisaje que
estamos recorriendo. Podemos discutir si en la actual sociedad de consumo es necesario
tener esa capacidad o no, pero si debemos reconocer que si tenemos la necesidad de
mejorar esta sociedad necesitamos de esa mirada, necesitamos recuperar el ojo de la
memoria
Con el correr de los años, la ciudad se ira convirtiendo en una excentricidad
permanente; pasara la plaza Recabarren, luego la Estación de Ferrocarriles y sus
alrededores, más tarde, la plaza Aníbal Pinto y su centro cívico y finalmente, la Avenida
Alemania como ejemplo de la transitoriedad en la ocupación del espacio, que resume la
esencia de una ciudad de frontera; tráfico y comercio, circulación y consumo. En la
ciudad, hoy en día, sobre lo activo esta lo interactivo, hay un espacio ecuménico
continuo que se extiende más allá de lo “urbano”. Es una territorialidad reticular,
basada en múltiples redes de interés; comerciantes que van de un pueblo a otro,
profesionales que van de un pueblo a otro, trabajadores conectados por redes técnicas,
“societarios” por su pertenencia a sistemas de gestión, las redes van más allá de lo
urbano, nos desplazamos todo el día.
2
Me dices: “las redes van más allá de lo urbano”, no te entiendo al instante
porque no me señalas la imagen, el ejemplo, tú me entiendes, vivimos una época en que
el ojo es la boca, el cerebro, todo. Me cuentas que la gente se junta para conseguir
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cosas y que todos se mueven por algo, la ciudad espera que le sirvamos y nosotros
esperamos servirnos de ella, hay reglas y redes para mantener el negocio funcionando y
que dios nos pille confesados...y algunos privilegiados, los urbanitas pueden moverse
por muchos territorios, conocen los códigos, la pobreza es la incapacidad de salir de una
red y entrar en otra. La pobreza no es solo falta de oportunidades, es la incapacidad de
crear espacios donde la gente se encuentre, un nodo social que reemplace la incapacidad
de ser uno mismo, un vértice que conecta posibilidades, la pobreza es el naufragio
permanente de los que no tienen posibilidad de entrar en redes ni acceder a territorios
virtuales que les permitan salir de su estado de aislamiento, la ciudad aísla si no tienes
rutas por las cuales moverte. El campo, lo rural no puede existir sin la ciudad.
En la historiografía chilena tradicional las formas de relacionarse que se explican
son parte del paisaje, un decorado que no influye en los hechos, que es invisible a los
procesos que fluyen a través del tiempo. Espero que este breve ensayo sea un aporte a la
reflexión del presente a través de nuestro pasador a Imo Pectore. (...de todo corazón...).
Tco. Stgo. Sthm.
1984-2006.
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FUNDACION DE LOS FUERTES DE QUINO, QUILLEM, LONCOCHE,
PILLANLELBUN Y TEMUCO, 1881 118
Manuel Recabarren.
Señor Presidente:
Paso A dar cuenta a V.E. de la comisión que se sirvió confiarme, de acuerdo con el
Ministerio de guerra, para adelantar nuestra frontera en el territorio araucano, hasta las
márgenes del Cautín
Apenas terminada la campaña activa contra los aliados del norte, se decidió V.E.
a realizar el pensamiento que de antiguo se abrigaba, de dar solución definitiva a la
cuestión de Arauco, que había sido siempre una constante preocupación para toda la
administración del país y un motivo de alarma permanente para las poblaciones
civilizadas inmediatas al territorio dominado por la barbarie y sustraído al imperio de
nuestras leyes.
Correspondiendo a este pensamiento, presentó el Gobierno, y el congreso aceptó
unánimemente, el proyecto que autorizaba para proceder desde luego al estudio de un
ferrocarril que, uniendo a Angol, término actual de nuestras líneas férreas por el sur, con
la ciudad de valdivia, atravesara el territorio araucano.
Este voto unánime de las dos ramas del Congreso, que manifestaba la opinión
del país sobre esta cuestión, imponía al Gobierno la necesidad de emprender sin pérdida
de tiempo la obra cuya ejecución se me ha encomendado, porque sin ella se dificultaba
sobre manera o se hacía imposible el cumplimiento de la ley dictada para continuar el
ferrocarril.
Pero, la consideración que pesaba más decisivamente sobre el ánimo del
Gobierno para resolverse a proceder desde luego, era la de los últimos lamentables
sucesos ocurridos en la frontera, que habían empezado a producir ya la alarma y
desconfianza entre los pobladores, y la convicción manifestada por jefes
experimentados en estos asuntos, que el avance de nuestras líneas de ocupación hasta el
Cautín haría cesar este estado de cosas.
Resuelta y decidida de la obra, la dificultad que principalmente se oponía a ella
era lo avanzado de la estación en que únicamente es posible realizar trabajos de esta
118 Memoria del Ministerio del Interior, Imprenta Nacional, Santiago de Chile 1881, pp. 223 a 243.
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naturaleza, pues que encontrándonos ya en los últimos días de enero, podíamos apenas
contar con dos meses para darle termino y no encontrarnos sorprendidos por el invierno.
Para ver si era posible obviar esta dificultad y a fin de que existiendo la
posibilidad, se diera lo más pronto principio a los trabajos, me traslade a Angol, donde
llegue el 28 de enero, habiendo V.E. impartido las ordenes convenientes para que se
pusieran a mi disposición los batallones Biobío y Ñuble, cuyas numerosas bajas debían
llenarse luego, y el escuadrón Carabineros de La Frontera, con los cuales se compondría
más o menos una fuerza de 2.000 hombres, considerada suficiente para el objeto.
Tan luego como llegue a Angol, fueron mis primeras preocupaciones la de
adquirir el conocimiento más exacto acerca del territorio, para formar idea de los puntos
que convenía ocupar, y la de averiguar los elementos de que el Estado pudiera disponer
en la frontera a fin de obtener aquellos que nos fueran necesarios.
Para lo primero no podía contarse con nada fijo y determinado, por cuanto las
indicaciones de los mapas o cartas topográficas solo dan idea de un territorio que no ha
sido suficientemente reconocido. Me fue menester pues, principiar por establecer este
antecedente, procurando formar un croquis, más o menos exacto, trazado en virtud de
las noticias que pude proporcionarme de algunos que se decían conocedores del
territorio. Era menester también averiguar qué recursos ofrecían los lugares que íbamos
a recorres y aquellos en que debíamos establecernos, para el caso de que nos viésemos
obligados a suplir con ellos lo que nos fuera posible conducir, o aquellos que para ser
transportados exigieran grandes y costosos medios de movilidad. Y necesitaba todavía
saber si existían caminos por donde pudiesen traficar carretas, hasta los puntos que, en
vista de los estudios previos, fueron señalados como el asiento probable de los
proyectados, puesto que era indispensable llevar hasta ellos, junto con el material y
herramientas necesarias para el trabajo, el equipo de los cuerpos, las municiones y los
víveres.
La adquisición de estos datos, de la mayor importancia para juzgar de la
practicabilidad de la empresa en las condiciones en que la intentábamos, fue para mí el
objeto de largas y serias investigaciones. Hice venir a mi presencia e interrogue a más
de veinte personas y con diversas y casi siempre contradictorias declaraciones,
aceptando aquellas que juzgaba más verosímiles puede formar el croquis que ya he
tenido el honor de enviar a V.E. el cual me sirvió de base para dar cuerpo al proyecto de
ocupación.
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Resultado de esa investigación fue también el que supiera que nadie pudiera
contar con caminos en algunas partes y con la posibilidad de abrirlos en la montaña a
costa de algún trabajo en otras, para lo cual pedí una cantidad considerable de hachas
esperando que, cualesquiera que fueran las dificultades, se vencieran con el empleo de
todos los elementos.
Estos testimonios no bastaban, sin embargo, para formar convicción absoluta,
sea porque en muchos casos los declarantes, interesados en dificultar la empresa,
ocultaban la verdad, sea porque en otros había transcurrido muy largo tiempo desde que
habían recorrido los lugares, o bien porque casi todos ellos eran prácticos únicamente en
el territorio de las reducciones pacíficas y solo conocían los caminos trillados por donde
trafican los comerciantes y que conducen hacia la parte de abajo del Cautín, pasando
por el poniente de la cordillera de Ñielol, asiento y guarida de los indios malhechores.
Mientras que para que la ocupación fuese eficaz y produjese los resultados que con ella
se proponía obtener, era necesario establecerse en el corazón mismo de las tribus
hostiles, repartirlas entre la mencionada cordillera de Ñielol y de los Andes, de modo
que, estando, por decirlo así, entre ellos mismos y teniéndolos siempre bajo nuestra
inspección y a nuestro alcance, quedáramos en situación de impedir sus movimientos, o
de perseguirlos fácilmente, si habiendo podido burlar nuestra vigilancia, traspasaban las
líneas actuales y llegaban a cometer depredaciones en el territorio ocupado por la
población civilizada. Para realizar este propósito era menester, además, ligar la nueva
línea de fuertes con los de Malleco al oriente y los del Traiguén al poniente encerrando
a Ñielol, guarida de los indios malo y punto de partida de sus expediciones
devastadoras, e incomunicando a Quechereguas, paso obligado para los asaltantes
contra la primera de las mencionadas líneas.
La ejecución de este proyecto imponía la necesidad de fundar siete fuertes: uno
en Collico, que sería el ultimo, uno sobre Quino, otro sobre el Quillem, tres sobre el
Cautín y el séptimo, al poniente de Ñielol, dándose la mano, por medio de fortines, con
Cautín, Traiguén y Lumaco. Cada uno de ellos debía tener cuarteles, galpones para el
acopio de víveres y forraje, caballerizas y otras dependencias con capacidad para alojar
cómodamente a 300 hombres y 50 caballos.
Como estos trabajos debían ejecutarse simultáneamente en todos los fuertes, en
el breve espacio de tiempo de que podíamos disponer, era, lo repito, cuestión muy
importante la de saber con qué elemento y con qué recursos se contaría en la frontera
misma en los lugares que debía recorrer la expedición.
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A fin de no dejar nada al azar era preciso no contar con otros elementos que
aquellos que condujésemos nosotros mismos desde
Nuestro centro de recursos, y por esta razón se imponía, como la primera, la
cuestión de los transportes, que como se verá, era la importancia decisiva en el asunto.
Consignaré aquí la apreciación hecha sobre este punto, después de hacer un
cálculo prolijo sobre el paso de los materiales de construcción, herramientas, víveres,
etc., que debíamos conducir, después de eliminar la mayor parte de la madera, que
según mis investigaciones, había de encontrarse en las orillas de los ríos, sobre los
cuales se fundarían los fuertes y se echarían los puentes absolutamente indispensables,
como así mismo las provisiones de boca para dos mil hombres durante tres meses, desde
el 7 de febrero hasta el 7 de mayo, que por contrato se obligó a suministrar a don José
Bunster.
Necesitamos acarrear 3.600 quintales de carga, desde el mismo Angol hasta el
Cautín y los fuertes de la ribera, recorriendo para la mayor parte de ellos una distancia
de 28 leguas. Esta carga se componía de 30.000 tablas, 16.000 planchas de fierro
galvanizado para techos, el forraje para 300 caballos durante cuatro meses de invierno,
los artículos de alimentación para el ejército durante igual tiempo, las herramientas y las
municiones.
El estado no disponía en Angol medios de movilización sino de diez
carretoncitos y cuarenta bueyes, cuando lo que se debía acarrear exija 3.060 carretadas y
cuando pude convencerme de que no podía contar con fletadores, porque estos en la
época de la cosecha y contando con que, en vista de la necesidad, nos encontraríamos en
el caso de buscarlos a cualquier precio, esperaban también esa circunstancia para
ofrecer sus servicios.
Esta dificultades inesperadas me decidieron a alterar en parte mi proyecto, y
resolví aprovechar los recursos mismos del territorio eliminando la conducción de las
tablas con introducir una pequeña variación en los edificios, dejando de acarrear parte
del forraje de los animales, contando con que los terrenos lo proporcionarían suficiente
y hasta suprimiendo, si a ello nos veíamos obligados, los techos de fierro galvanizado,
que reemplazaríamos por el excelente material de que los naturales se sirven para sus
viviendas.
De esta manera y aun contando con el transporte de zinc, se reducía la carga a
solo mil carretadas, dejando asegurada y almacenada en cada fuerte, para todo el
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invierno, la provisión del ejército y el forraje que en las noches de esta estación y en los
días de mucha lluvia debía darse a los caballos y animales de trabajo.
Y para no dejar nada al azar en una empresa como la presente era absolutamente
necesario contar con la certidumbre de que no nos faltarían los medios de conducción.
Seguro ya de no contar oportunamente con los medios de acarreo a flete. Me resolví a
adquirir el número de carretas y de bueyes suficientes para este servicio, calculando que
vendiéndose estas luego que hubiera llenado su objeto, la diferencia entre el precio de
compra y el de venta, que nunca podría ser excesivo suponiendo que fuera desfavorable
se saldría con el valor razonable del transporte usual.
Encargue de las adquisiciones de esos elementos a los señores intendentes de
Ñuble y Bío-Bío y al Gobernador de Nacimiento, quienes me remitieron a Angol por
ferrocarril las 336 carretas aperadas de que actualmente se dispone.
Entretanto había pedido al V.E. en los materiales, útiles, herramientas y equipo
militar que necesitaba y mientras estos elementos llegaban para emprender la marcha,
me ocupaba en Angol en acordar los planos y detalles de los fuertes y edificios, en
contemplar los datos recibidos acerca del territorio, y disponer y preparar la marcha de
los cuerpos que debían esperarme en Traiguén.
II
El 8 de febrero, estando ya todo dispuesto, llegaron a Angol lo elementos que
aguardaban y despachados al día siguiente, el 10 por la tarde me puse en marcha hacia
Traiguén, donde llegué en la mañana del 11. El 12 adelantándome con las fuerzas de
caballería, en todo unos 300 hombres y seguido poco más tarde del resto de la fuerza,
me dirigí de Traiguén al SSE, en demanda del punto que en las orillas del Quino había
creído de ante mano el más probable asiento del primer fuerte.
A causa de la mala dirección dada por el practico que nos guiaba y aunque nos
inclinó mucho hacia el poniente, para buscar el paso del río me vi obligado a alojarme
en la noche en la ribera sur y al día siguiente al amanecer, subiendo contra su curso para
ganar hacia el oriente lo que el día antes habíamos perdido, me fui a reconocer los
puntos a propósito para fijar la situación del fuerte.
Verificando prolijamente el reconocimiento y encontrando el paso más
favorable, designe en la ribera norte del Quino el lugar que me pareció más conveniente
y en la misma mañana, trazado el foso de circunvalación y delineado el terreno para los
edificios, se dio principio a los trabajos.
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Para determinar la situación de los fuertes me había propuesto elegir aquella que
dominando algún vado en cada río ofrecieran además de las condiciones requeridas para
hacer eficaz la ocupación y reducción del territorio, las suficientes para que al lado y
bajo el amparo del establecimiento militar, pudiera desarrollarse y prosperar con el
tiempo una población de importancia.
Me fijaba, en que encontrándonos como nos encontrábamos en la medianía del
valle central y por consiguiente en el probable trayecto del ferrocarril para el sur, era de
gran importancia situarse en un lugar inmediato a esa línea, tanto para proteger los
trabajos, como para obtener después los beneficios de la línea férrea para el fuerte y
para la población que no tardaría en levantarse a su abrigo.
No he dejado tampoco de tomar en cuenta otras condiciones de secundaria
importancia; pero destinadas a favorecer inmediatamente a la empresa, como son la
proximidad del bosque para el corte de las maderas, las facilidades para el regadío de
los terrenos vecinos y las condiciones naturales para formar a poco costo potreros
cerrados para las caballerías.
Creo, y conmigo lo creen todos los que me acompañaban, que tanto el punto
elegido para el fuerte Quino, así como el en que respectivamente se estableció después
cada uno de los otros, reúne todas las condiciones apuntadas.
Como he dicho poco antes, tan luego como se hubo designado el sitio, se dio
principio al trabajo según instrucciones que había dictado de antemano. Mi idea y mi
propósito eran las de utilizar toda la gente que llevaba, para poder obtener la mayor
suma de trabajo en corto espacio de tiempo. Con el fin que pedí una cantidad crecida de
herramientas.
Así, destinado a los fosos a todos los soldados que pudieran tener cabida en ellos
y a la corta y labranza de maderas, hasta quinientos hombres, pues toda la división se
componía de labradores y contaban con quinientas hachas, debíamos tener en dos días
los fosos terminados y la mayor parte de las maderas preparadas.
Desgraciadamente este propósito no pudo cumplirse y fue necesario limitarse a
la apertura del foso de circunvalación y al arreglo de algunos malos pasos del camino
recorrido dejando en la inacción a la mayor parte de las tropas, Las hachas que me
habían sido enviadas desde Valparaíso no sirvieron absolutamente y a los pocos
minutos de trabajo fue menester renunciar a seguir haciendo uso de ellas porque todas
las empleadas quedaron en el mismo o peor estado que la que tuve el honor de remitir a
V.E. como una muestra de la mala calidad de las herramientas vendidas al Estado. Las
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picotas y las palas, de que tanto necesitábamos también, no fueron de mejor clase y
aunque han hecho su trabajo, muchas se han inutilizado completamente.
En las circunstancias en que nos encontrábamos y cuando todo mi empeño se
dirigía a recuperar con la actividad en el trabajo el tiempo perdido por lo atrasado de la
estación, esta contrariedad me causo un profundo desagrado. En el momento mismo
pedí a Concepción un número suficiente de hachas de buena calidad, contando con
tenerlas en cuatro cinco días y redoblar el esfuerzo para alcanzar el objeto propuesto.
Esto ocurría el 13 y solo el 25, después de doce días llegaban aquellas al primer fuerte,
por dificultades que hubo para su envío. Felizmente la herramienta adquirida en
Concepción es de muy buena clase y el empeño que todos demuestran en la labor me
produce la convicción de que se ha de renovar pronto aquel contratiempo.
Dejando en Quino 225 hombres del Ñuble y 20 carabineros con encargo de
continuar los trabajos y con las instrucciones y planos necesarios para proceder y dotado
del fuerte de la cantidad de herramientas y útiles correspondientes, me puse en marcha
el 15 con el resto de las fuerzas, en dirección a Quillem, como cinco leguas al sur de
Quino, con una ligera inclinación al este.
A causa de haber errado los prácticos el paso de la quebrada de Perquenco,
situada en el intermedio de los dos ríos Quino y Quillem, nos vimos obligados a alojar
al norte de aquella y al día siguiente por la mañana llegamos al lugar deseado, donde
procuramos conformarme a las condiciones ya consignadas, empezamos en la ribera
norte de este último río al trabajo preparatorio de demarcaciones y fosos.
Cuando estos tuvieron ya adelantados dejé allí una guarnición igual a la anterior,
perteneciente también al Ñuble y procediendo de la misma manera, continué la marcha
al SSE a fin de buscar en Cautín el punto conveniente para el primer fuerte de la nueva
línea de frontera sobre este hermoso río.
Seguimos por el camino a que los indios dan el nombre de El Saco por la
fotografía especial del terreno. Después de algunas dificultades que tuvimos que vencer
para el pasaje de carretas, llegamos a las orillas del Cautín en la mañana del mismo día
18. Como en la marcha nos habíamos inclinado mucho hacia el oriente de la dirección
del fuerte Quillem por seguir el camino de El Saco, bajamos por la orilla del Cautín
hasta colocarnos en una excelente posición, sobre la barranca que en esa parte tiene 12
metros de elevación y quedando a dos y media leguas al SSE. del fuerte anterior, frente
a las posiciones de los indios alzados de Soncoche (sic).
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El 21, después de dejar instalada dentro de su recinto a la guarnición con la
planta mayor del Ñuble, nos dirigimos siguiendo siempre el curso de Cautín que corre
primero rectamente al sur y en seguida al poniente, hacia el lugar que se considera
conveniente para restablecer el cuarto fuerte. Este fue elegido a cuatro leguas
próximamente el primero en el sitio de unas posesiones abandonadas recientemente por
los indios a las orillas del río, que en esa parte como en el fuerte anterior, forma una
carranca profunda y escarpada. Este lugar que es conocido con el nombre de
Pillanlelbún, como todo el llano que le precede está encerrado entre el Cautín y el curso
de un estero que va a caer a aquel río, de modo que la posición de este fuerte constituye
su principal seguridad.
Nos detuvimos aquí para adelantar el trabajo, hasta el 24, día en que, con el resto
de la fuerza, seguí hacia el poniente para llegar hasta Temuco, punto que yo me había
señalado para la colocación de otro fuerte. Temuco está situado a cuatro leguas de
Pillanlelbún, frente a las pobladas reducciones de Maquegua, y un poco al oeste del
lugar en que los últimos cerros de la cordillera de Ñielol caen al Cautín en terrenos de
los indios que ya se llaman pacíficos amigos y aliados del Gobierno.
Como en los anteriores, elegido el lugar conforme con las condiciones
requeridas, se procedió a abrir los fosos, empleando en ello a toda la gente disponible,
hasta que tuvieron el 27 suficientemente adelantados.
Ese día, dejando en el fuerte 50 hombres más del completo de la dotación que
había de tener cada uno de ellos, esto es, 350 con el resto de las fuerzas compuestas de
80 soldados del Bio Bio y de 50 carabineros de Angol, que habían acompañado durante
la expedición, regresé al punto de partida, pasando por cada uno de los fuertes para
imponerme des estado de los trabajos y de las necesidades que hubieran de llenarse y
deteniéndome un día en Traiguén. Para dictar allí algunas disposiciones de importancia
tendentes a asegurar el éxito de la obra el éxito de la obra comenzada, llegué a Angol en
día 2 del actual.
El territorio que se extiende al sur del río Traiguén hasta el Cautín, está
constituido por la extensa planicie del Valle Central entre las cordilleras de la costa y de
Los Andes, alterada únicamente, en parte, por los cordones de serranía de Chuquen y de
Ñielol, que se interponen corriendo de norte a sur, continuando la misma planicie, así
interrumpida, a uno y otro flanco de dichas serranías.
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La planicie se interrumpe también en la dirección de oriente a poniente por la
hoya de los ríos Quino y Quillem y por algunas quebradas, entre las cuales las más
notables es la de Perquenco, que se encuentra entre ambos ríos.
A excepción de estas alteraciones, el terreno es perfectamente plano, de tal
manera que, en algunas partes del camino recorrido, se pierde completamente la vista de
los cerros que lo limitan.
Por la naturaleza del suelo, adaptable a toda clase de cultivo, por estar cubierto
de bosques con excelentes maderas de construcción, y por ser mucho de los planes
susceptibles de un fácil regadío, los terrenos que se entienden entre Traiguén y el Cautín
tienen una importancia hasta hoy desconocida y son de un gran porvenir para la
agricultura del país.
Al pasar por los fuertes a mi regreso tuve el cuidado de tomar una muestra de la
tierra de cada uno, para que, analizadas en Santiago, pudieran ser apreciadas sus
condiciones productivas.
Estos campos son muy abundantes en pastos, en aguas, en maderas; y
principalmente, la parte que está cercana a las riberas del Cautín contienen numerosos
potreros de esos que los indígenas dan el nombre de Guapi isla que consisten en
pastosos completamente despejados, de formas regulares, comúnmente elípticos y
rodeados de espesos y abundantes montes, de modo que, con un gasto insignificante, así
nulo, se tiene excelentes y seguros potreros
Las maderas son, como he dicho, abundantes, y los árboles más comunes son el
roble pellín, el ciprés, el coigue, el mañíu y el laurel. A cada paso se ve en las orillas del
Cautín, robles de considerables dimensiones, de tan manera que no es raro encontrar
árboles de 20 a 25 metros de elevación y de dos o tres de circunferencia, perfectamente
rectos hasta una gran altura y de los cuales se pueden obtener grandes maderos para
puentes y construcciones pesadas.
De los ríos, el Quino y el Quillem no tienen grandes proporciones, en esta época
del año son vadeables casi en todas partes y para tener el paso expedito en el invierno,
se va a echar sobre el primero un puente de 75 metros y uno de 25 sobre el segundo. El
quino tiene riberas escarpadas, y aunque el Quillem las tiene también, lo son menos que
las del anterior.
El Cautín es un río que de entre los conocidos tiene semejanza con el Ñuble; es
caudaloso y corre con velocidad; su lecho es de piedra pequeña y redonda; las riberas
son escarpadas, formando, con cortas excepciones, ya a un lado, ya al otro, según la
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dirección que sigue, grandes barrancas cortadas a pico. El ancho es comúnmente
grande, en la parte reconocida, variando entre 800 metros que tendrá en el primer fuerte;
105 que tendrá en Pillanlelbún. En esta época tiene algunos vados, pero seguramente
será invadeable en el invierno; mientras que en toda su extensión podrán ser fácilmente
destruidos los que se formen en otra estación fuera de los que dominan los fuertes recién
establecidos.
Una vez fijada el puerto para cada fuerte, me apresuraba a estudiar la posibilidad
de abrir un camino lo más recto posible, para ligarlo con el anterior, trazándolo
conforme a las necesidades de la ocupación y desentendiéndome de las sendas trilladas
de los indios, que nos obligaban a dar grandes rodeos.
De esta manera y despachando desde cada punto partidas exploradoras,
quedaron rectificados los caminos entre Traiguén y Quino, entre el Quillem y el Cautín,
entre este y Pillanlelbún entre Pillanlelbún y Temuco.
En la mayor parte de su trayecto, el camino va por terrenos planos y lomajes
suaves, sobre todo desde el Traiguén al Cautín en el resto hay algunas quebradas que
salvar, de las cuales la principal es la de Perquenco ya mencionada, entre Quino y
Quillem, la de la de Lunhinco, entre Pillanlelbún y Temuco, y de Chanco y de
Chicauco, entre Traiguén y Quino. Todas ellas con excepción de las últimas, están
cubiertas de bosques impenetrables por los cuales nos abríamos paso y dejamos un
camino suficiente para las necesidades del momento. Se ha dispuesto que los convoyes
de carretas que deben conducir la provisión y el forraje para los distintos fuertes y que
deben ir escoltados por gruesos destacamentos, llevan consigo las hachas, palas y
picotas necesarias para dar el al camino, en los lugares que lo requiera el ancho y el
declive correspondientes. Estos perjuicios que cada fuerte envíe desde luego un numero
proporcionado de hombres que habiliten y franqueen los malos pasos del trayecto. De
esta manera creo que aun el rigor del invierno, no se inhabilitará este para el tráfico
carretero.
Para conseguir esto mismo y asegurar la comunicación sin dejarla expuesta a
imprevistos accidentes, he dispuesto la construcción de puentes sobre el Traiguén, sobre
el Quino y sobre el Quillem, para los cuales se ha empezado ya a cortar la madera
necesaria. Estos puentes, dirigidos, como están, por un obrero competente, llenarían
todas las necesidades y estarán terminados oportunamente. Los dos últimos importarían
un gasto insignificante y solo costará más el Traiguén, avaluado por el señor Poisson en
tres en tres mil pesos.
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Así las cosas, el comercio principia ya a llevar sus carretas con toda clase de
artículos de primera necesidad y promete tomar pronto gran incremento. La
construcción de los cuarteles y sus dependencias, de galpones para víveres y forraje, la
construcción de todos los elementos para asegurar la subsistencia de la guarnición de
cada fuerte en el invierno bajo el supuesto de que durante esta situación fuera
absolutamente imposible el acarreo y el mantenimiento de la comunicación entre todos
los puntos de la nueva frontera, eran las cuestiones cuya solución acertada y segura
constituía toda la dificultad del proyecto.
En cada uno de los fuertes se está construyendo un cuartel de 60 metros de frente
con dos laterales de 20 metros cada uno, con capacidad para alojar cómodamente a 300
hombres, un galpón para guardar la provisión y forraje necesario y otro para 50
animales correspondiente a la dotación ordinaria del fuerte.
A pesar del atraso causado por la falta de las hachas, tal como se ha organizado
el trabajo y tal como se está dando principio a el, estos cuarteles estarán prestando sus
servicios en la primera quincena de abril.
La cuestión más delicada y que por lo mismo le he prestado y que por lo mismo
le he prestado preferente atención, es la de la subsistencia y forrajes. Ya he dicho que
existe un contrato que aseguran la provisión hasta el 4 de mayo y he expuesto que
razones me indujeron a celebrarlo, de manera que mi empleo ha consistido en proveer,
durante el tiempo comprendido entre esa fecha y el 7 de septiembre a la tropa de su
rancho y a los animales de su forraje, es decir, en asegurar 4 meses de subsistencia,
hasta la llegada del tiempo que permita el acarreo sin dificultad, suponiendo que durante
esos cuatro meses el rigor del invierno no permitiera conducir cosa alguna.
Calculado en tres libras de alimento diario en crudo por cada hombre para los
dos mil (2.000) destinados a las guarniciones de los nuevos fuertes, se necesita contar
con 60 quintales diarios que sumaran en los cuatro meses supuestos 7,200 quintales de
provisión de dicha cifra se deduciría dos mil (2.000) quintales de trigo que tenemos
puestos en Traiguén y 640 quintales que deben ser reemplazados con las ocho raciones
de carne que es costumbre dar al soldado en el mes y que serán suministradas por el
ganado en pie que es fácil llevar en todo el tiempo. De manera, resulta que lo tenemos
que concluir desde Angol en este ramo consiste en 4560 quintales, esto es, 456
carretadas, de diez quintales cada una.
En cuanto al forraje para la caballería de la primera línea, está calculado de una
manera: Un almud diario de afrecho y ballico en la proporción de dos porciones de
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afrecho y uno de ballico, hacen la ración auxiliar de un caballo. En cinco meses y para
250 caballos son 2.000 1uintales por 1.000 quintales de ballico, los que pueden ser
transportados en 250 carretadas.
Ahora bien, disponemos actualmente de 346 pertenecientes al Estado y
compradas especialmente para este servicio, las que en dos viajes habrán conducido
todo lo que en materia de provisión y forraje es necesario llevar para asegurar el
sostenimiento de los fuertes en el invierno, aun poniéndonos en el peor caso imaginable.
Pero además, des estas consideraciones fundadas en los cálculos precedentes, existen
otras que deben tomarse en cuenta para afirmar que, en ningún caso, quedarían las
guarniciones de los fuertes expuestas a sufrir por falta de subsistencia; desde luego
porque nunca dejarían de estar los caminos transitables para los ganados y en seguida,
porque sin alterar las condiciones de seguridad, podría retirarse a los fuertes socorridos
un tercio o dos tercios de la fuerza para mientras durase la imposibilidad de conducción.
Y esto podría hacerse más fácilmente mejorando los elementos de defensa en cada
fuerte, colocando, por ejemplo, en todos ellos unas ametralladoras y levantando, por la
parte interior de los fosos, una paliza de maderas gruesas y pesadas, tal como se ha
hecho ya en algunos de los establecidos y se principia a hacer en los otros, para ponerse
abierto de toda sorpresa.
Por lo que hace a las caballerizas, pienso que podrían bastar los recursos
naturales del terreno, pues formando a inmediaciones de los fuertes de la manera
facilísima con que allí puede practicarse uno o dos potreros cerrados para cincuenta
animales, podrían mantenerse en estado de servicio y mucho más si a esto se agrega la
provisión ya indicada. Los caballos que se inutilizaren por falta de forraje o por lo
pesado del servicio, pueden ser enviados al norte como V.E. lo que piensa también para
cambiarlos y reponerlos en buenos pastos.
Este mismo procedimiento he indicado que se adopte con los bueyes de que no
haya necesidad, una vez que terminen los acarreos para la provisión del invierno, a fin
de que sean vendidos en Santiago en donde la competencia puede darles su verdadero
precio.
Para adquirir los diversos artículos de consumo de que sea menester me he
dirigido y he dejado establecido que si se procede a las autoridades de los
departamentos productores de la especie pidiéndoles los precios respectivos para optar
por la más ventajosa oferta. La dirección de este servicio y la administración de toda la
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parte económica del ejército destinado a la ocupación, la he dejado encargada a una
intendencia creada especialmente.
Siendo Traiguén el punto de partida y la base de la nueva línea de frontera un
centro de población ya formado, soy de opinión que debe hacerse todo lo posible para
dar impulso a su desarrollo.
Para mi debía ser Traiguén el asiento de la dirección militar de la frontera,
porque estando Angol a treinta a treinta leguas de distancia de la nueva línea es natural
que la acción de la autoridad tenga que resentirse de lentitud y de vacilaciones
inevitables.
De paso por aquella población, a mi regreso del interior, dispuse en
consecuencia, la construcción de dos grandes galpones para la guarda de materiales y
provisiones uno y otro para hospital, destinado a la recepción de los enfermos que no
pueden ser atendidos en el mismo fuerte con los recursos de que cada uno debe estar
dotado.
He pedido para cada guarnición un botiquín provisto de todo lo necesario y el
nombramiento de un practicante que tenga el cuidado de las enfermedades leves,
debiendo estar todos estos empleados bajo la dirección de un practicante jefe residentes
en Traiguén, donde debe prestar sus servicios, sin perjuicio de visitar e inspeccionar los
fuertes.
Considero también conveniente que haya en Traiguén dos cirujanos en vez de
uno solo que hay ahora, para lo cual bastaría disponer que uno de los que hay en la
guarnición de Angol, ya bastante reducida, se trasladase a aquel punto. De esta manera
el hospital de Traiguén estaría siempre atendido y habría disponible un cirujano para
acudir en un caso de muy urgente necesidad donde fuese preciso.
He entrado en todos los detalles para desvanecer la falda idea que se haya
formado los que no están al cabo de lo que se ha hecho y puedan temer que la obra
importantísima que se ha emprendido corre riesgo de no producirse sus resultados. El
interés egoísta de unos poco podría, sin estas explicaciones, desfigurar los hechos y
conseguir que lleguen a la distancia sin prestigio y completamente alterados,
consiguiendo así dificultar o retardar los frutos que debemos obtener.
La especificación llevada a cabo de una manera tan repentina e inesperada fue
una sorpresa para los indios, que no tuvieron tiempo para prepararse a resistirla o
estorbarla, Aunque tenían el aviso de que habían llegado nuevos batallones a Angol, no
se imaginaron que el objeto fuera el de ir, en estas circunstancias, a establecerse en el
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Cautín. Estaban acostumbrados a que estas operaciones de avance de frontera o
fundación de fuertes fueron siempre precedidas de conferencias o de negación en que se
les trataba de potenciar a potencia.
Por eso fue que, mientras marchábamos tranquilamente sin ser molestados, solo
tenían tiempo para enviarse correos de unas reducciones a otras, a fin de ponerse de
acuerdo y tomar una determinación.
En Quillem recibí yo unos enviados que me pedían que les explicara cual era
nuestro intento, y otro tanto sucedió en Pillanlelbún, donde fueron a buscarme
mensajeros de los caciques abajinos con cartas que me estimulaban a proceder en contra
de los indios arribanos a quienes culpaban de todo y me pedían que no pasara de lo que
llamaban la raya de separación de unos y otros, que fijaban en el estero Lluhuinco,
como a dos leguas del poniente del fuerte.
Les contesté que siendo, como decían que eran, amigos del Gobierno y
obediente a las leyes, esto mismo les imponía el deber de respetar las decisiones de
aquel, que nada tenían que temer, puesto que no se trataba de castigarlos por faltas
anteriores, sino de prevenir para lo sucesivo los males y depresiones de los malhechores
y que ya no podían hacerse respetar ni evitar los crímenes, el Gobierno debía colocarse
en los puntos convenientes para velar por la seguridad de todos y destruir sin piedad las
personas y las haciendas de los que continuaran en el robo y el asesinato, los más
importantes de entre ellos, como son Coñuepan (cacique general) Paillal (su teniente).
Painemal y otros acompañados de unos 500 o 600 mocetones a caballo, como para
hacer una demostración de sus fuerzas, Me repitieron sus suplicas de no pasar más
adelante y me hicieron presente el recelo que les infundía el establecimiento de los
fuertes y de las poblaciones, lo que para ellos significa siempre la perdida de sus
terrenos y la sumisión a las leyes, cuyo significado no comprendían.
Insistí en la contestación que les había dado, manifestándoles que no era mí
animo engañarlos con falsas promesas y que debían resolverse a aceptar las decisiones
del Gobierno, quien les otorgaría toda clase de garantías para sus derechos, siempre que
no dieran motivos para obrar de otro modo. Les agregué que el Gobierno disponía de
numerosas fuerzas y que el interés de ellos estaba en evitar las causas que pudieran
obligar a traerlas en su contra, como lo pedían muchos y como tendían que suceder si
sus promesas de tranquilidad no confirmaban con los hechos.
No obstante de que mi intención era de no continuar hacia el poniente, por
cuanto las fuerzas de que disponía deduciendo la guarnición de Temuco, alcanzaba, por
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consecuencias de las bajas de los cuerpos, solo a ciento y tantos hombres, no me pareció
conveniente comprometer la palabra del gobierno, haciendo concesiones que no podían
cumplirse y que tendrían que ser desmentidas pronto.
Pero como me habían hecho tantas protestas de su adhesión y como fundaban
sus pretensiones en la conducta de presidencia que habían observado siempre en los
alzamientos, les hice comprender que a esa circunstancia y a la de ser hombres
trabajadores y tranquilos deberían únicamente que se guardase con ellos
consideraciones especiales.
Las reducciones llamadas de los abajinos, que son las de los indios habitantes en
la parte occidental del valle y las de Maquegua y Boroa, situados al sur de Cautín desde
frente a Temuco hasta el Imperial, han alcanzado cierto grado de civilización y forman
una clase aparte de la del resto de los naturales. Tienen algunas propiedades
deslindadas, siembran el terreno, crían ganados y gozan de algún bienestar el que no
quieren, naturalmente, ver comprometido en una guerra.
Aunque los indígenas se dan ya cuenta cabal de lo que significa para ellos la
operación realizada, no han intentado hasta hoy ningún movimiento serio, como era de
presumir que lo hicieran, limitándose a permanecer en observación de lo que pasa a fin
de ver si pueden dar una sorpresa en los caminos. No obstante en previsión de cualquier
suceso posible, es menester estar precavido como si realmente fuera a suceder lo que se
teme.
Para evitar que esto ocurra he dictado algunas medidas de orden que si son
estrictamente cumplidas, evitarán toda desgracia. Ningún convoy puede ir de un fuerte a
otro si no va suficientemente escoltado por infantería, y el jefe de la escolta, que debe
ser siempre un oficial, tiene la obligación de adoptar en la marcha todas las medidas de
precaución para evitar sorpresas que, atendida la topografía del terreno, solo pueden ser
preparadas en determinados puntos.
La escolta que sale de un fuerte llega hasta el siguiente y permanece en el hasta
conducir otro convoy al lugar de su partida, de suerte que reforzando para este efecto las
guarniciones de los dos extremos de la línea de ocupación, deben tener todos los fuertes
constantemente el total de dotación, sin que las disminuya el auxilio prestado a los
convoyes.
Los comerciantes o fletadores que quieran ir al interior deben esperar la salida de
algunos de aquellos, para aprovechar de la custodia de la fuerza, siéndoles prohibido
ponerse en marcha desde Traiguén para el sur sin esa circunstancia.
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Entre los fuertes principales ya establecidos se va a proceder luego a la
construcción de fortines capaces de contener cincuenta hombres y destinados a servir de
refugio o alojamiento a los transeúntes y en caso necesario prestarles auxilios. Todas
estas medidas de seguridad se completarán con la colocación de telégrafo para lo cual se
espera únicamente el alambre que ya se ha perdido. En cada fuerte, y aun en cada fortín,
debe haber una oficina telegráfica, empleándose en este servicio, para que no imponga
gastos considerables a individuos del ejército a quienes se consideren aptos y
señalándoles una gratificación, como se ha practicado en la frontera anteriormente.
La conducta observada para con los indígenas fue pacifica, respectándoles sus
bienes y prohibiciones absolutamente a la tropa apoderarse de objeto alguno que les
perteneciera y cuando a pesar de la orden esto llegaba a ocurrir le imponía la inmediata
devolución, obrando a la vez con previsión, energía y justicia.
Al principio recelosos y suspicaces, los indios huían a nuestra aproximación
quemando sus habitaciones y ocultando sus animales en el monte, pero a medida que se
disipaban sus recelos y desconfianzas se pudo ver, de una manera indudable, el fruto
que podía alcanzarse a favor de la misma guarnición, pues en algunos de los fuertes
había ya a mi venida un pequeño y constante comercio de aves, animales, leche, etc.
Que proporcionaba a nuestra gente con un alimento más variado, la ocasión de vender
con provecho algunas baratijas, pañuelos, camisas, calzado y otros objetos.
En algunas partes los actos de hostilidad se limitaron a pequeñas demostraciones
contra los convoyes y las partidas de reconocimientos; pero no llegaban a atacar. Una
sola vez el 20 de febrero ocultos en la quebrada de Vergueno, intentaron sorprender y lo
consiguieron en el primer momento, a un pequeño número de carretas con provisiones,
que iban para el Cautín de cuenta del Señor Buster y con solo 20 soldados, contrariando
a lo que se había ordenado. Repuestos los nuestros de la sorpresa, rechazaron a los
asaltantes que serían unos cuarenta, atándoles ocho e hiriendo a varios. Entre los
muertos quedaron Menchiqueo Melín, autor e instigador de todas las correrás que tanto
daño han causado a los vecinos del territorio y Neculen, hermano de aquel. Por nuestra
parte murieron tres soldados y cuatro más que fueron heridos se hallan en Traiguén ya
restablecidos.
Pero el suceso más lamentable ocurrido durante esta expedición y debido a la
imprevisión de las mismas victimas fue el que acaeció el 27, en el camino que por el
poniente de Ñelol conduce desde Temuco a Traiguén. Varios comerciantes y fletadores
entre los cuales no faltaba alguno que tenía cuentas pendientes antiguas con indios
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creyendo seguro el camino indicado, que es el que recorren diariamente los
comerciantes y con el ánimo de cortar el trayecto, no quisieron aguardar el día siguiente,
para marchar por el camino de los fuertes justo con las carretas de la intendencia. El
resultado de su temeridad no se hizo esperar fueron atacados en el camino, sorprendidos
y asesinados sin combatir.
La mayor parte de las tropas de infantería que me acompañaban, carecían
absolutamente o tenían muy poca instrucción militar, hasta el punto de no haber hecho
sino una vez ejercicio de fuego, por orden y a vista mía antes de emprender la marcha.
Por este motivo dispuse que mientras una parte de la gente se ocupaba en las
faenas del fuerte, la otra empleara su tiempo en la instrucción del tiro, para
acostumbrarla a manejar el fusil, pues había muchos que le temían y se resistían en
dispararlo.
Pero es satisfactorio manifestar a V.E. que, a pesar de las contrariedades
inherentes en el primer momento a la ejecución de una empresa para la cual nada había
preparado de antemano y que realizamos reconociendo y fundado al mismo tiempo
todos los jefes y oficiales que han tomado parte en la obra han trabajado
empeñosamente por secundar los propósitos del gobierno y son por ello dignos de
elogio. Las privaciones y la falta de techos, las marchas y contra marchas penosas a pie,
que con frecuencia les ha impuesto el servicio, no ha debilitado su ardor en la
prosecución de los trabajos que, principiaban a veces una o dos horas antes de amanecer
para continuar hasta la noche. Igual recomendación me permito hacer a los señores
Poisson, Mathiew, Rioseco y Schmid, cuya cooperación tanto a contribuido al buen
éxito de la empresa.
Como mi idea era llegar hasta el Cautín más o menos, por la medianía del valle
central, me pareció que era conveniente aprovechar esta oportunidad para hacer un
reconocimiento que sirviera para los estudios previos del ferrocarril por lo que pedí al
jefe de la comisión encargada de dichos estudios que me acompañaran con ese fin.
Después de reconocer el territorio me ha manifestado el Sr. Poisson que la
realidad de las cosas ha sobrepasado a la idea que había formado por las noticias
adquiridas y que se ha sorprendido de encontrar mayores facilidades que las que había
imaginado para la construcción de la vía férrea propuesta, de tal manera que cree se
disminuirá notablemente el cálculo aproximado del costo que se ha consignado en el
preámbulo del proyecto presentado al honorable Congreso.
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En general una vez siguiendo por el curso del río Reigue, desde Angol hasta
Choquechoque y tomando ahí el estero Leluan hasta Traiguén, se pasa al sur del río de
este nombre, el trayecto es facilísimo hasta el Cautín, según lo que ya ha dicho de la
topografía de esos lugares. Mi idea seria, Excmo. Señor la de la construcción inmediata
por cuenta del Estado hasta donde fuere posible, puesto que con ello, al mismo tiempo
que se obtiene una economía considerable, se consigue dar ocupación a las tropas que
no puedan ser disueltas todavía, Este también el pensamiento del señor Ingeniero
Poisson quien cree que en pocos meses se tendría una larga extensión de la vía,
prestando sus servicios al Estado y a los particulares.
En este caso podría considerarse verdaderamente asegurada la obra de la
reducción de Arauco en que estamos empeñados, mientras que si hubiéremos que
esperar que los trabajos de planos, presupuestos y cálculos se terminasen para pedir
propuestas, se retardaría por lo menos en dos años la consecución de aquel propósito.
Junto con el ferrocarril debe marchar la población y la explotación de las tierras
entregadas al interés de la especulación privada y en este sentido la conveniencia del
Fisco y la del país estaría en que no se sacara en licitación una sola hijuela antes de que
el ferrocarril haya empezado a ofrecer sus servicios, o por menos, a infundir a todos los
interesados la convicción de que la obra ya comenzada no detendrá su marcha. Solo
después que se vea que se están tendiendo rieles, y que se principia a correr la
locomotora, podrá contarse con haber creado esa convicción.
Así se consultará la conveniencia del Fisco porque de esta manera los terrenos
habrían aumentado su valor considerablemente y del país, porque lo que se desea ante
todo es la colonización, la posesión de las tierras por los pequeños propietarios; no se
pasen al poder de los especuladores para dejar fuera de la explotación inmediata grandes
extensiones de terrenos.
Tal sucederá si las enajenaciones se acordasen prematuramente sin contar
todavía con la seguridad necesaria para el trabajo y sin las ventajas que ofrece al
desarrollo de la producción la facilidad de los transportes. Obligados a esperar la
concurrencia de estas condiciones, los pequeños capitales no entrarían en la
competencia para verse obligados a permanecer improductivos durante un periodo de
incierta duración; mientras que sin aquella competencia, los grandes capitales estarían
en situación de adquirir, por un precio relativamente bajo, lo cual haría que no les
importase la falta de producción inmediata.
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Es incalculable la riqueza que para el país encierra La Araucanía y cuando se ha
visto y se ha podido comprender la importancia que tiene este rico territorio para
provenir de la agricultura, uno se sorprende de que no se haya agotado antes todo
sacrificio y de que tan largos años transcurridos no se hubiese intentado cualquier medio
para dar una solución definitiva a una obra a que no solo están vinculados intereses de
honra y de dignidad nacional, sino que comprende también consideraciones económicas
de la mayor importancia.
La obra que acaba de cumplirse no importa por si sola la solución del problema;
la constitución regular de la propiedad el reconocimiento nacional y la protección a los
derechos de los naturales; el desarrollo del comercio y de la agricultura, mediante el
ferrocarril, son otras tantas cuestiones que se relacionan a aquella completándola y que
por lo mismo han preocupado la atención del Gobierno.
Abrigo por mi parte, la convicción de que nunca mejor que ahora puede
encontrarse el país en condiciones de realizar esta obra de un interés tan primordial y la
de que todo sacrificio que ella imponga ha de ser suficientemente compensado.
Resumiendo, señor Presidente, todo lo dicho en esta nota, en que ha sido preciso
entrar en ciertos detalles fatigosos y demasiado prolijos para explicar con toda claridad
mi pensamiento y dar a conocer los móviles que impulsaron al Gobierno a no diferir la
ejecución de tan trascendental proyecto, no obstante el angustiadísimo tiempo que
quedaba para ello, puedo terminar diciendo que lo hecho ha tenido en vista tres puntos
principales.
1.- Asegurar a la agricultura y al comercio la posesión pacífica y tranquila de los
territorios comprendidos entre las líneas del Malleco y del Traiguén, por medio de otra,
apoyándose en los dos extremos de esta conexión en toda la red de fuertes, dando por
resultado en encerrar las boscosas serranías del Ñielol, guarida y refugio seguro de los
indios alzados y malhechores, causantes de la intranquilidad y angustias en que vive la
gente trabajadora de la Frontera;
2.- Hacer eficaz la sanción de nuestras leyes por la represión inmediata de toda
depredación o acto vandalaje ejecutado por los indios, estableciéndonos en el corazón
mismo de la Araucanía, en medio de sus mismas poblaciones. El temor de una represión
severa y rápida mantendrá a raya a los más díscolos; pondrá de nuestra parte a los que
tienen algo que perder; y la agricultura y el trabajo honrado contribuirán al progreso y
desarrollo de las riquezas que el territorio araucano, preparando el camino a la
civilización y;
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3.- Haber posibles y fáciles los estudios para la continuación del ferrocarril de Angol a
Valdivia, en un territorio que solo se conocía por datos contradictorios.
Me es grato comunicar a V.E. que se ha alcanzado de una manera satisfactoria
este triple objeto de la expedición confiada a mi mando. Los fuertes ya construidos en la
nueva línea y los dos que se construían próximamente aseguran por completo el
cumplimiento de los dos primeros propósitos, y dejan, además en disponibilidad para
entregar a la agricultura, en apropiadísimo terreno, una extensión considerable, cuya
venta producirá millones a nuestra hacienda pública.
La nueva demarca el proyecto probable del futuro ferrocarril, pues el señor
Poisson, después de un estudio a golpe de vista no solo lo cree el más a propósito, sino
también el más económico, hasta el terreno de que el presupuesto de gastos para la línea
reconocida será tal vez reducido en más de un tercio de los dos y medio millones de
pesos, que por los datos suministrados anteriormente debía costar la obra el Cautín.
Siendo Ñielol y Quechereguas como lo he dicho antes, el lugar en que se ocultan
y viven los indios asesinos y ladrones, que no están entregados a ningún género de
industria, que aborrecen el trabajo y todo lo que contribuye a poner coto a los avisos de
su libertad ilimitada, y que son siempre los autores de cuanto malon se lleva a cabo
contra la gente civilizada, creo de urgente necesidad que se haga una barrida general en
esos dos puntos impidiendo para después que more en ellos un solo indígena. De este
modo, con los fuertes y fortines de la nueva línea de Frontera y con las precauciones
que se ha mandado observar, estarán libres de sorpresas los convoyes, y el comercio
hará bien pronto su camino por aquellas regiones, dando vida y animación a las
poblaciones que luego principiarán a nacer al abrigo de cada recinto fortificado.
M. RECABARREN
Santiago, marzo 9 de 1881.