24 la revista espirita luz y union

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  • Ao I. Bateeona, 3 1 de Oetbfe de 1 9 0 0 . fim. 24.

    L^ULz y "LJxiion. R E V I S T A E S P I R I T I S T A

    Ofgaoo Ofieial de la nn Esp i f i t i s t a KaPdeeiana de C a t a l u a 8e pablica los das 10, 17, ^4 y ltimo de cada mea

    Nacer, morir, volver li nacer y progresar siempre. Tal es la ley.

    No hay efecto sin causa.Todo efecto inteligente tiene una causa inteligenteLa potencia de la causa inteli-gente est en razn dla magnitud del efecto..4Wtt JCardec.

    Hacia Dios por el Amor y por la Ciencia. (Lcmafitndancntal del Espiyitis}ito.)

    Sin caridad no hay salvacin./i'arrfcc.

    Amaos los unos ;l los oiro-a.Jesiis.

    Ni la existencia, ni el trabajo, ni el dolor terminan donde empieza un sepulcro.Afar'a.

    El Fanatismo, por D." Amalia Domingo Soler.-.4 iiini Kota lij roci,pnr D." MiLildc Alonso. - /K/ I ' I la oran'iin! por D. M. Scrroi..l///.s') Espiri/iala en el Congreso le raris.-La Lii:, por D. lose E. Cnvii. P^nsainientos. -Don Vctor O^cariz. Proarcsnr por c /raliajo,yiov MmL'. M.UQ Mlgno'.. Dios, por O. Vctor Ozcariz y Lasa-gii.Seccin Bibliogrfic.

    EL FANATISMO

    II Puede decirse (sin temor de equivo-

    carse) que los grandes crmenes que ha cometido en todas las pocas la huma-nidad, han sido inspirados por el fana-tismo religioso; la diversidad de dio-ses ha sido la causa de que los hom-bres no hayan reconocido al Dios nico, al Dios de las leyes eternas, al Dios de la justicia y la igualdad, al Dios impersonal, sin trono, sin gerarquias celestes, sin cielo cerrado por murallas de diamantes, guardando sus puertas los Genios de los gentiles los santos de Roma. El Dios nico, sin hijos pre-dilectos, sin misterios, sin grandes sa-cerdotes, sin intermediarios entre El y los homlDres, no pueden concebirlo los fanticos de las religiones; slo la cien-cia lo vislumbra all lejos, muy lejos! Pero tambin la ciencia es fantica, y, en s fanatismo, suele negat la exis-tencia de Dios, porgue su orgullo la

    ciega, y niega la Causa de cuanto exis-te, de cuanto alienta: lo nico que hay aqu de ventajoso, es que el fanatismo de los sabios es menos perjudicial que el de los religiosos, porque un sabio no dice su contrario en ideas: cree muere, y un fantico religioso des-truye ciudades, tala los campos, que-ma fuego lento millares de seres, descuartiza, apalea, empareda, inventa los tormentos ms horrorosos para cas-tigar los herejes, y as como dijo una vctima de la Revolucin raocesa: Oh libertad!... cuntos crmenes se cometen en tu nombre!, de igual ma-nera yo digo: Cuntos crmenes se han cometido en nombre de Dios! La in-transigencia y la intolerancia religiosa rompe los sagrados lazos de la familia; ha habido padre tan cruel, que ha en-tregado sus hijas las iras del Santo Oficio, y l mismo ha llevado la lea verde la hoguera donde deban morir sus pobres hijas acusadas de herega; millones de mujeres en la or de su edad han pronunciado votos religiosos

    f

  • 2?4 LUZ y UNIN

    obligadas por el mandato de sus pa-dres, y clrigos y frailes han renun-ciado la vida de familia por splicas y lloros de su madre. Las religiones han sido siempre las crueles madras-tas de la humanidad; los dioses y los santos han sembrado los campos de cadveres, qu contrasentido! qu lo-cura! qu desvario! querer imponer una creencia millones de seres, cuan-do no hay dos hombres que piensen lo mismo, aunque rezen el mismo credo! qu ser cuando ei uno adore Jpi-ter y el otro al Cristo crucificado?...

    Deca San Agustn; Vanidad de vanidades, y todo es vanidad! y 3^0 digo: Ignorancia de ignorancias y todo es ignorancia! locura de locuras, y todo es locura! queriendo sujetar lo que Dios hizo eternamente libre, el pensamiento humano! Ya pueden tri-turar el cuerpo, ya pueden reducirlo polvo y aventar sus cenizas, el alma que lo animaba vuela libre por las in-mensidades de los cielos, y sigue ado-rando al dios, de sus sueos, al dios que le hicieron amar cuando empez sonreir en sta en aqulla existencia.

    , Cuanto ms lgico, cuanto ms ra-zonable, cuanto ms humano sera la verdadera tolerancia religiosa, sin que el insulto, sin que la mofa, sin que la ira ni la,venganza pudieran hacer uso de su malas artes! Cada ser adorando . su Dios, Dios apropiado su inteli-gencia, su sentimiento, su modo de ver y apreciar las cosas; porque no es posible que un ciego aprecie el va-lor de los colores, ni un sordo ei alcan-ce de los sonidos, y ciego y sordo es lodo aquel que no quiere salir de su templo, ni reconoce ms santidad que la de su santo predilecto. Cuanto se haga para hacerle variar de opinin es completamente, intil, trabajo que he creido innecesario, porque lo que se necesita es que domine en el hombre la buena f; que adore al Sol un santo cualquiera haciendo el bien por el len miamo, la reeocia ea lo de me-

    nos, el proceder del hombre es lo de-ms.

    Ya deba la humanidad ser menos ignorante, porque el progreso hace sen-tir su hlito vivificador; djese la cues-tin de los dioses, adrese Dios amndose los unos los otros y res-petndose como es debido; djese para las fieras las luchas crueles, que harto tiempo los hombres han rivalizado con ellas en ferocidad; vengan das, no de paz hipcrita, sino de franca y leal to-lerancia, acabe el fanatismo religioso su reinado de sombras y suplicios, brille la luz de la nica religin ver-dad: la proteccin mutua y el respeto recproco. Nadie diga otro: mi Dios es ms bueno que el tuyo, porqu no hay ms que uno solo: Dios dando vida y movimiento los mundos que vogan en los mares del infinito!

    AMALIA DOMINO SOLER.

    A UNA GOTA DE ^ OCO Cual chispa de diamante suspendida

    en el azul del cielo, te vi brillar, ol gota bendqcda! '

    aqa en el suelo. De la colora de una flor lozana, *

    caas temblorosa, era de Abril la plcida maana,

    yo silenciosa contempl tus cambiantes de colores,

    luz y destellos, cual del alba Jos ntidos albores,

    paisajes bellos. De tu belleza absorta y embebida,

    exttica qued, me dej tu pureza conmovida,

    no s por qu. Me parecas mundo en miniatura,

    travs de un cristal, ' una chispa de celeste altura

    que Dios manda al uortal. MATILDE ALOSSO.

  • LUZ Y UNrON 235

    iVlVf l liR ORHCIIMI

    Realmente las conclusiones aprobadas con entusiasta unanimidad por la Seccin Espi-ritista del Congreso Espiritualista celebrado en Pars, lian llenado mi alma de indecible gozo.

    La buena doctrina, la del buen sentido, la de la ciencia y del amor ha triunfado. Digo mal; no ha triunfado, porque no ha luchado, ya que, segn se ve en el relato que de di-cho Congreso hace el licrmano Aguarod, en el n." 21 de Luz Y UNIN, no ha tenido im-pugnadores. Esto es soberanamente conso-lador.

    Mas, la proposicin que de un modo espe-cial me ha colmado de alegra, ha sido la que presentaron nuestros delegados, refe-rente la necesidad de la oracin.

    Yo saludo, lleno de admiracin y entusias-mo, mis queridos hermanos Esteva y Agua-rod, por la fina y oportuna labor que han realizado durante su estancia en la capital francesa.

    Ms dira an, en su alabanza, pero, en cuestin de elogios hay que ser parco, para no despertar el orgullo, tan arraigado en la naturaleza humana, por ms que conozco perfectamente los referidos hermanos, y s que no han dado, con facilidad, pvulo tan perjudicial pasin.

    Y ha llenado mis deseos y me ha regoci-jado dicha proposicin, porque las otras ya haban sido proclamadas en los Congresos Espiritistas anteriores, en los cuales, queyo sepa, nunca fu la oracin tema de estudio y controversia. ^

    A que ser debido, pues, que en los Con-gresos anteriores no se creyese necesario tratar de tan interesante asunto y en ste, no obstante, se ha discutido y se ha definido en una conclusin?

    Dbese, mi entender, que, en estos l-timos afios, se ha desarrollado en el seno de la familia espiritista una corriente errnea y mal sana. Ciertos elementos, soi disans inte-

    ' lectuales, han sostenido que la oracin es una tontera y que es tiempo perdido el que e^n dicho acto se emplea. Se ha dicho ms,

    (y parece increble); se ha dicho que la ora-cin era una blasfemia: cmo ofusca el or-gullo!

    Se ha repetido que la oracin consista en el cumplimiento del deber y nada ms. Como

    si

  • 256 LUZ Y UNION

    para decidir si proceda no la construccin de un canal de riego. Los cuales, despus de mucho discutir y ahitos de teologa, infor-maron que no deba hacerse el canal, toda vez que si Dios, tan bueno y tan sabio, hu-biese querido que los terrenos que haban de regarse con el canal proyectado hubiesen sido de regado, ya lo hubiera hecho, puesto que, para ello, le .bastaba quererlo.

    A Dios roydndo y con el muzo dando, dice el antiguo proverbio. Eso mismo digo yo, pues en el progreso humano entran como princi-pales elementos el mazo y el ruego.

    Otro da, si tengo vaga", pienso ocupar-me ms por extenso en este importantsimo asunto. Hoy no hago ms que dar expansin la alegra que experimento, repitiendo mi entusiasta felicitacin los expertos repre-sentantes de la Unin Espiritista Kardecia-na de Catalua en Paris.

    M. SEEROT.

    MUSEO ESPIRITISTA e n e l C o n g r e s o d e P a r f s

    Lo que principalmente hay que notar en este Museo es:

    1. Diez moldajes de cabezas de espritus y dos de manos, enviadas por el profesor Chiaa, de aples; moldajes obtenidos en varias sesiones con la Eusapia Palladino.

    2.*^ Dos moldajes ms de manos de esp-ritus, pertenecientes M. Guillermo deFon-tenay, que se obtuvieron en las experiencias con la misma mdium realizadas en Monfort l'Amaury, en presencia de M. Camilo Flam-marin.

    3." Dieciocho grandes dibujos ejecutados medianimcamente, con sin luz, por Fer-nando Desmolins, el conocido pintor.

    4." Una serie de dibujos, representando figuras que no tienen nada de comn con lo que se v de ordinario, pero de una delica-deza absoluta.

    5. Un lbum enviado por madame d'Es-perance, la potente mdium americana, que contiene un gran nmero de fotografas es-piritas.

    6." Cierto nmero de fotografas repre-sentando ha^ta tres cabezas de espritus rea* nidos, coya identidad ba sido perfectamente establecida. . Podrian^itarse tambin varios otros ob-

    Jetos, tales como lbums, fotografas, etc., de los cuales algunos van acompaados de certificados de origen y de autenticidad. Particularmente pueden verse los dibujos espiritas que se dign prestar su autor M. Victoriano Sardou.

    Tal result ser, en conjunto, el Museo es-piritista del iiltimo Congreso.

    L i Z

    Spiiliiiii laiiiaiitem: Ahha Patcr. PAUL. C A L A T . iv. 6.

    I

    Cual bajel que, perdida su derrota, vaga merced de embravecido oleaje; cual cier-vo herido que, esquivando la jaura, deti-nese sbito, desorientado y jadeante, en mi-tad de la espesura, asi yo, un da.

    II

    Vagaroso peregrino, las sombras de la no-che habanme sorprendido en medio de la selva solitaria. Y fatigado el cuerpo, contur-bado el espritu, busqu el reposo sobre la alfombra de amarillentas hojas que hollaban mis plantas para esperar, tras l, la luz de un nuevo da.

    Difusa intermitente fosforescencia de es-casa luz estelar permitame, empero, colum-brar, all en lo alto, ora el nubarrn sinies-tro preado de amenazas, que cual mons' truosa ave nocturna, surcaba, rpido, el espacio, ora las altas ramas del bosque se-cular que, columpindose pesadamente, ya se aproximaban y entrelazaban como en fantstico abrazo de bienvenida, ya se se-paraban lenta y pausadamente, cmo tras lnguido y sentido adis; y, all en los re-motos confines donde los astros gravitan, el apenas perceptible titilar de las estrellas, tenaces, escrutadoras pupilas, que parecan atisbar mis acciones las ms nimias, inqui-rir y sondear en mis ms recnditos pensa-mientos.

    El rumor del torrente no lejano y, inter-valos, el silbido del viento entre la fronda, interrumpan, no ms, el mutismo de la Na-turaleza en aquella umbra intrincada y salvaje, y la selvatiquez natoral de aquella escena fabia substituido la imjponente sole-dad, el negro fondo d ima noche profunda.

  • LUZ Y UNION 237

    ni ;^Quc elctrico extremecimiento de supers-

    ticioso terror sobrecogi mi nimo de pronto? Imaginando, liorrorizado, que aquellas pu-pilas, cuanto lejanas penetrantes, urgaban y lean realmente en lo ms ntimo de mi con-ciencia, cerr con fuerza mis prpados, y cubrindome el corazn con ambas manos, qued fro inmvil sobro mi lecho de ama-rillentas hojas. ^.Pas as mucho tiempo? ^.Velaba? f;orma?

    Solo s que exaltada cada voz ms mi fantasa, cre ya sorprendidas las miserias, los secretos de mi pobre corazn. Difunda-los con su luz la nueva aurora; susurrban-los las hojas de la selva: repetalos el torren-te en su incesante murmurio; divulgbalos el viento por campos y ciudades, y el eco, en tanto, hacalos repercutir de monte en monte y de valle en valle. El monte, el lla-no, el bosque y la pradera, cielo y tierra; el Universo todo, referalos y comentbalos su sabor para mengua y vergenza de mi nombre, para tortura infinita de mi espritu.

    Y la tierra rehuy el contacto de m cuer-po, el aire rehus penetrar en mis pulmones, dbil y fro, el corazn negse proseguir sus rtmicos latidos.

    El vaco en que mi alma se anegaba, irra-diando desde lo ms intimo de mi ser, ro-debame y envolvame como asfixiante at-msfera de la que en vano aspiraba verme exento!

    Anhelante y febril, clam al cielo, frenti-co, por un rayo de luz que iluminase el d-dalo sin trminos en que mi espritu erraba desalentado y ciego. Pero... en vano! La cpula celeste era no ms que bveda ma-ciza de montono gris; las, un tiempo, cam-pias verdegueantes, vasto, desierto erial. Ni una estrella en el cielo, ni una flor en la tierra!...

    La mrbida excitacin de mi cerebro ha-ba alcanzado el paroxismo extremo, raya-no en la vesania. Mas, pugnando con un su-premo esfuerzo por sustraerme aqullas, las solicitaciones del abismo: Padre! Padre! grit al fin, con grito de angustia incoerci-ble que brot de lo ms recndito de mi alma.

    IV Lenitivo dolcisimo, suave alentador con-

    Buelo inici al panto el apacigaamietito del febricitante ardor que me abrasaba.

    La materia cedi al mpetu violento de tan aguda crisis. Al deshecho huracn segua la calma.

    Y lentamente empez desfilar en el ka-leidoscopo de mi imaginacin abigarrado conjunto de recuerdos impi'csiones de mi vida pasada: memorias plcidas de mi in-fancia feliz, remembranzas risueas unas, sombras otras, de los aos de mi borrascosa juventud; alegras y tristezas, reminiscen-cias de escenas familiares las ms nimias; efmeros triunfos, desvanecidos ensueos de ventura; remordimientos, culpas, yeri'os, lu-dias, odios: ilusorio espejismo, en suma, de ese eterno combate por la luz que apellida-mos vida; premonitorios engendros de la mente, quiz, que haban como animdose y personificdose para lanzarme al rostro en tal momento, unnime, concorde acusacin. La luz alboreaba en mi cerebro.

    Iracundos y amenazadores, aquellos fan-tasmas intangibles mirbanme de hito en hito, y me recriminaban, inexorables, exi-gindome estrecha cuenta de mi culpable pasado, de mis acciones y de mis pensa-mientos, mientras que yo, confuso y^ aterra-do, osaba apenas murmurar una plegaria.

    Y, al instante, como movidos por mgico resorte, desvanecironse todos en el ter.

    Radiante de esplendor y de belleza surga ant(! mis ojos, magestuosa visin deslumbra-dora: imagen adorada de un ser eterno en mis recuerdos, rutilante estrella que brill una maana en el horizonte de mi vida, pa-ra extinguirse sbita, sumiendo mi existen-cia en la melanclica penumbra de perdura-ble aoranza.

    Gracia! Piedad! murmur trmulo, exttico ante aquel nuncio de lo alto en cuya faz anglica se trasparentaba un.sentimiento de la ms tierna y profunda conmiseracin.

    Trabaja! Lucha! Ora y... espera! dijo aquel ser. Y se esfum en la altura.

    Entonces despert. Haba visto la luz. JOS E . COKP.

    P K N S A M I E N T O J S

    Una crtica injusta es un elogio indirecto. El verdadero valor consiste en saber surir.

    El porvenir del niSo es obra de su madi^

  • 33 LUZ Y NrN

    DON VCTOI^ OZCA^IZ

    Aquellos de nuestros lectores que leen la prensa poltica, sin duda se habrn enterado del atropello sufrido por nuestro ilustrado correligionario y colaborador de esta Revis-ta D. Vctor Ozcariz, que, bajo pretextos es-peciosos, le ha sido suspendido el haber que perciba como catedrtico jubilado, dejndo-le, con tal arbitrariedad, sin medios de sub-sistencia. Medida esta que no tenemos cono-cimiento se haya adoptado contra ninguno de los catedrticos reaccionarios que se en-cuentran en el mismo caso que el Sr. Ozcariz.

    A tener que ser odos, antes hubiramos levantado nuestra voz en seal de protesta por la injusticia cometida con el sabio profe-sor que ha sostenido siempre gran altura $u dignidad profesional y sus convicciones filosficas, polticas y religiosas; pero nues-tra voz no es oda todaavia donde se fraguan estas iniquidades y no nos gusta predicar en desierto. Hoy, sin embargo, salimos de nuestro mutismo, no para hacernos or de los poderes del Estado, los cuales no lle-gan nuestros ecos, sino para excitar la prensa liberal, y sobre todo la de gran cir-culacin, que remueva este asunto, que parece ha olvidado ya, hasta que se haga justicia al catedrtico lesionado en sus dere-chos adquiridos.

    Plcenos consignar que uno de los pocos diarios que no deja de pecho el asunto del Sr. Ozcariz, es El Graduador, de Alicante, y aunque la forma que emplea este peridico no 68 la que nosotros adoptamos en cuestio-nes de esta naturaleza, creemos que le debe-mos distinguir honrando nuestras columnas con lo que, propsito del atropello del se-or Ozcariz, dice en su nmero del 17 de este mes.

    Dice as: Oereches adquiridos

    Suceden en este pais nuestro cosas cual mis rara y prodigiosa, que por demis acreditan que en los al-tos centros ministeriales -se resuelve todo i gusto del que manda, sin plan ni concieito.

    En Insjtnicin Pbtic*, departamento indudaMe-mente el de mis importancia de la nacin, puesto que tiene i su cargo el fomento de la enseanza en sus dis-

    . tintos ramos y bajo sus diferentes formas, un ministro de ntada, el Sr. Carda'Alix, lo reforma y reorganiza todo y no dejx de la mano ni por una sola semana i lo asists del* Cauta.

    No'HttittBiM al Sr. Garca At ilustracin stR'

    cente para hacer todo lo que hace. Le negamos, eso s, competencia y autoridad, lo que realmente no cae en demrito de su persona, sino de los que ponen en sus manos asuntos de tanta importancia.

    Ese es el error de nuestros gobernantes. Considera-ron por mucho tiempo ministerio de entrada al supri-mido de Ultramar y all fueron los Castellanos, los Te-jada de Valdosera, los Fabi y tantos otros. Resultado de tanta indiferencia y de tatito desvo: el alzamiento y prdida de nuestras antiguas colonias.

    Por algo decimos todo esto. Sern bien pocos aque-llos de nuestros lectores que no conozcan, al menos por sus escritos, al ilustradsimo publicista y catedr-tico, D. Vctor Ozcariz.

    Hombre llegado la senectud de su vida, siendo sta modelo de virtudes y trabajos, cobraba una jubi-lacin de tres mil quinientas pesetas desde hace diez aos. Desde Agosto de 1888 figuraba como abscrito al Instituto de Avila en calidad de jubilado con susti-tuto.

    Indudable que sta era una situacin definitiva, pues haba derechos adquiridos y el tiempo de la pres-cripcin legal que los legitima.

    Adems, la jubilacin del Sr. Ozcariz fu confirma-da por el Tribunal de lo Contencioso del Consejo de Estado y la amparaba el reglamento de i ; de Enero de 1870.

    Sin embargo de ser todo esto tan concluyante, por disposicin reciente del negociado respectivo del JVli-nisterio de Instruccin pblica, el Sr. Ozcariz no ha cobrado sus haberes desde Julio del ao actual y se le est formando expediente para a^/arar su situacin de-finitiva.

    Es esto justo? Puede ser el profesor jubilado, clasificado por- segunda vez, sin dar i la ley efectos re- . troactivos? Puede suspenderse el percibo de sus habe- , res un jubilado, no mediando causa delito, grave?

    Preguntas son stas i contestar por letrados, que forzosamente han de hacerlo por razn de competen-cia mejor que nosotros.

    Pero lcito es El Graduador lamentar mucho que hombres de tas condiciones de talento y con-ducta ejemplarsimas del Sr. Ozcariz^ i la edad de sesenta y nueve aos, tenga que experimentar tales contrariedades.

    Ms consulese pensando que no le sucedan cosas ms extraordinarias, y esto que no pasa de ser una vulgaridad, tiene aplicacin en este pais nuestfo tan desdichado, donde los gobiernos hacen lo que quieren, sin pararse en detalles. ,

    Arrecie nuestro simptico colega en su campaa & favor del Sr. Ozcariz, que es tra-bajar por la justicia, por ^1 derecho, por la libertad, y no le faltar el apoyo y aplanso de todoiel elemento, avanzado, de ciiantas personas aman lo baeno y los jttsto.

    Ir el Sr.. Gtecarlz ya sabe ^ e tonuunos. parte n SU8 penas y estamos &m disposi-cin.

    \

  • LUZ Y UNIN i39

    PBOGRESAR POR EL TRABAJO ' (1)

    El espritu humano progresa: esta es la ley. Parecido un edificio gigante en el que

    cada generacin aade un piso ms, se le-vanta gradualmente, ascendiendo sin cesar.

    Y si el horizonte que abraza nuestra vista es ms extenso hoy que ayer, dbese que lo dominamos desdo la altura alcanzada por el trabajo de nuestros antecesores.

    Cada obrero al detenerse en el peldao de la escalera infinita, formada .por 61, mira con envidia los que prosiguen la ascensin.

    Estos son los jvenes, los do hoy, los nue-vamente llegados, que dicen: Nosotros, que no tenemos pasado, pero que nuestros ojos se llenan de visiones del porvenir, en 61 proseguiremos la obra y trabajaremos nuestra vez.

    Hemos comprendido rpidamente nuestra misin y nos damos cuenta de las nuevas ideas y de lo que se expresa de nosotros.

    Nos debemos nosotros mismos y debe-mos para los dems desbrozar y labrar sin descanso el campo que liemos recibido: pa-trimonio del cual somos solamente adminis-tradores responsables.

    Gabriel Delanne nos rlice: que es una obra de renovacin social que se impone cada uno de nosotros, como un deber y que cada espiritista debe ser apstol de la nue-va Ciencia.

    Es menester que sintamos la necesidad de sembrar estas verdades consoladoras que nos proporcionan la dicha y qu-e pueden sa-car de la duda, de la desesperacin infeli-ces que son hermanos nuestros.

    La Caridad nos impone el deber de de-mostrar los escpticos que hombres de gran mrito han comprobado la autenticidad de las experiencias espiritistas.

    Pues trabajemos, y si queremos realmen-te y con eficacia contribuir la obra gran-diosa del Espiritismo, empecemos, por ha-cernos cargo enriquecindonos con la obra de nuestros mayores y cultivemos y prepa-remos nuestras fuerzas.

    Y cuando nuestras facultades intelectuales y morales habrn alcanzado el debido des-arrollo, cuando por el estudio y la medita-cin habremos obtenido la autoridad nece-

    (l) Ledo por su autora en el Centro Barcelons de Estudios Psicolgicos. (Velada del sbado 25 Septiembre de'1900,) .

    saria, entonces podremos levantar el es-tandarte de nuestra doctrina y ayudar al progreso del espritu humano.

    Concluyo, queridos hermanos, diciendo todos: trabajemos, trabajemos en la propa-ganda del Espiritismo, sin temores, con vi-gor, apoyando nosotros con todas nuestras energas, todo nuestro cario, estos her-manos nuestros, tan nobles y tan grandes en abnegacin que nos dirigen; y un da, en el ms all, ellos y nosotros recogeremos con abundancia el fruto d nuestra siembra.

    MAKIE MKNOT.

    DIOS Cmo se forma el concepto de la existen-

    cia de Dios? Es hiptesis, evidencia certeza?

    Estudio filosfico y original de

    D. VCTOR OZCARIZ V L A S A G A .ibojjado y catciirtico

    (Conclusin) Condillae fu el representante de la Es-

    cuela Sensualista francesa. El carcter do la Escuela Escocesa y especialmente de Reid y Dagal Stewat, es la observacin exterior. En Alemania, deca Kant, que cuando afir-mamos que todos los radios del crculo son iguales, esto no es efecto de la experiencia, porque ello precede una idea de necesidad. La virtud necesita un objeto, que es Dios" Fihte afirmaba que la creencia en Dios es c fundamento de la actividad del yo. Schelling estableci la idea de que en Dios son idnti-cos el sujeto y el objeto. En el orden ideal, el ser absoluto se manifiesta en la ciencia bajo ol aspecto de verdad: en el de la Reli-gin, bajo el de bondad y en el Arte, bajo el de belleza. Segn Krause el desarrollo de la inteligencia principia -por los objetos cor-preos y termina en la idea de Dios, el cual es el principio de toda la vida, la sntesis de toda existencia y el norte donde caminan todas las criaturas racionales.

    Por esfk ligera resea de la Historia dla Filosofa, se v que la totalidad de los fil-sofos estn conformes en la existencia de la causa primera, aunque difieren en el modo de calificarla. Y sobre qu objeto, por ma-terial que sea, no han existido diversas opi-niones? Esta diferencia ha ekistido hasta en el clculo infinitisimal. Examinad las cien-cias de observacin exterior, la Medicina, la Fsica, la Economa poltica, leed su his-toria y veris que han ostado plagadas de

  • 240 XVZ V UNION

    errores. Si la idea de Dios fuese una hipte-sis, nuestra propia existencia seria una hi-ptesis; aunque Dios no se le puede poner dentro de una retorta para experimentarlo, como ligeramente dicen algunos, no obstan-te. Dios palpita en nuestro corazn y es la mdula de nuestra razn. Cuando yo niego que respiro, sigo respirando, pues no podra hablar sin respirar. El que niega Dios, prueba, sin embargo, que Dios existe, pues no podra negar si no hubiese Dios; porque tal hombre no existira. Sin Dios, qu obje-to tendra la inmortalidad del alma?

    Para qu entonces justicia ni virtud? Pa-ra qu la humanidad? Para qu el Univer-so? Pero como nada existe sin Dios son in-tiles estas preguntas. S. Atanasio deca que la Trinidad es un smil de los conceptos que se atribuyen Dios, el cual est sobre todo, al travs de todo y en todo. Sobre todo, en el Padre como origen y fuente; al travs de todo, por la palabra, el verbo, y en todo, por el Espritu Santo. Esta Trinidad representa, segn Tiberghien, la trascendencia, la inmi-nencia y la relacin de esencia. Y cmo ha-blar digna y cumplidamente Dios? Estos estudios en los cuales triunfa la evidencia de la razn y que veces es ausiliada por la revelacin divina, constante en la historia de la humanidad, estn amenizados, al mismo tiempo, por el eterno cntico de la Natura-leza. Los cielos cantan la gloria de Dios, y .el Firmamento es testigo de sus obras. Cascli enarrant gloriam Dei, et (era manum ejus unun-tiat firmamentnm. S. Gregorio deca: "Balhu-tiendo ut possumus, excelsa Dei rcsonamus." Hablamos balbucientes como nos es posible, de las-excelsas obras de Dios. El filsofo encuentra Dios en la conciencia, el na-taralistalo admira en el prodigioso organis-mo de los seres, y el poeta Melendez canta;

    La humilde yerbecilla Que huello, el monte que de eterna nieve Cubierto se levanta Y esconde en el abismo su honda planta; El aura que en las hojas Con leve pluma susurrante juega; Y el sol que en h alta cima Del cielo ardiente el Universo anima, Me claman que en la llama Brillas del sol, que sobre el raudo viento Con ala voladora Cruzas del Occidente hasta la aurora.

    Concluyo diciendo con el poeta Zorrilla al considerar la Magestad de Dios:

    Quin ante t parece? Quin es en tu presencia? Mas que una arista seca que ef aire va romper? Tus ojos son el da; tu soplo la existencia Tu alfombra el firm.-imento; la eternidad tu ser.

    Seccin Bibliogrfica

    Cosmogona .Origen y fin de los mundos, por Richard.Precio: 2 pesetas.Biblioteca de La Irra-diacin.Prim, 10, hotel, Colonia de D.*'' Carlota, Madrid.

    Esta obra, de la cual se agotaron en Francia en muy poco tiempo tres ediciones, es apropsito para ilustrar las clases populares, por las frecuentes ingeniosas comparaciones vulgares de que se vale el autor para hacer comprender todo el mundo las leyes cosmog-nicas, sin necesidad de estudios previos que suelen exigir las exposiciones cientficas. Citaremos i'inica mente como muestra, el empleado pira representar nuestro sistema solar con granos de trigo: Tomemos 14 decalitros de trigodice el autor sea 1.400.000 granos, y amontonmoslos en un rincn, de modo que resulte el conjunto de forma esfrica redondeada pa-ra aproximarse ms la realidad. Supongamos que ese volumen de grans de trigo representa el Sol, el de Mercurio estar representado por la dcima parte de un grano, Venus por un poco menos de un grano, la Tie-rra por uno entero. Marte por 1117, Jpiter por 1140, Saturno por 734, Urano por 82, Neptuno por 110 y la Luna por [50. Para fijar la distancia de esos astros, ert la relacin de sus representaciones, sera preciso co-locar Mercurio 29 metros del montn de trigo Sol, Venus 54, la Tierra 75, Marte 112, Jpiter 390, Saturno 712, Urano 1.422 y Neptuno 2.250, teniendo presente que para caber los 14 deca-litros de trigo en una esfera es necesario que sta ten-ga de dimetro 65 centmetros.

    Los 34 captulos de la Cosmogona de Richard son cual ms interesantes, ocupndose en ellos de la for-macin de los tomos, molculas, cuerpos, nebulosas, soles, cometas, planetas y satlites, del tiempo que tardar nuestro Sol en extinguirse, de cmo morir la Tierra y de otras muchas interesantes cuestiones que sentimos no contar con espacio para enumerarlas.

    Recomendamos nuestros lectores la suscripcin la Revista Biblioteca de La Irradiacin, que slo cues-ta seis pesetas al ao y publica sem^nalmerite 32 p-ginas encuadernables de obras de mrito instructi-vas.

    Las obras publicadas desde Enero son La Qifiro-mancia, El Amante Liberal, Los Eclipses, Secretos de la Naturaleza, Descubrimiento del Rio Maraan, y tiene en publicacin La Insurreccin por dentro, Los, "Soers, Qumica Topular. y El Mundo antes d* la Creacin, esta ltima del popular astrnomo Camilo Flamma-rin, obra de la que se han vendido 40.000 ejemplares en Francia, '

    -H4^i^ '--Tip. d e j Torrents, Triunfo, 4, Barcelona (S. Martin)