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Número 19 | Sepembre de 2011

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Recogimos las historias más increíbles y salvajes de la zona más olvidada de Tijuana.

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Diez4 Realidades y casualidades de la urbe. www.diez4.com. [email protected]. Sirak Baloyán #1917, interior 210. Zona Centro, Tijuana, Baja California, México. Código postal 22000. Tel: (664) 378-2524

Diez4, año 1, número 19. Septiembre de 2011. Revista mensual editada y publicada por Editorial Diez4. Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier sistema o método del contenido, incluyendo cualquier medio electrónico o magnético sin previa autorización por escrito del director. Derechos de autor reservados en forma y concepto. El contenido de las imágenes, la publicidad y los artículos incluidos en Diez4 reflejan solamente la opinión de sus autores o anunciantes y no representan el punto de vista de Editorial Diez4. Esta publicación se encuentra protegida y registrada ante el Instituto Nacional del Derecho de Autor, Secretaría de Educación Pública, según consta en la Reserva de Derechos No. 04-2011-090909291600-102. Esta revista es producida gracias al Programa “Edmundo Valadés” de Apoyo a la Edición de Revistas Independientes 2011, del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Diez4 se imprime en Cias. Periodísticas del Sol del Pacífico S.A. de C.V. Dirección: Rufino Tamayo #4 Zona Urbana Río Tijuana.

Marco Tulio [email protected]

Wilberth ChongJefe de diseñ[email protected]

Carlos [email protected]

Alejandra Del ToroCoeditor [email protected]

Abril ValdezCrédito y [email protected]

Dalia ChávezEditor de [email protected]

Luis Mario [email protected]

VENTAS

Lina ContrerasJefa de [email protected]

Rigoberto [email protected]

Edgar De [email protected]

Nidia [email protected]

PORADAErnesto Lomeli

COLABORADORESSamantha Luna, Jesús Brijández, Manuel Villegas, Julio Reyes, Sofía Ángeles, Christian Zúñiga, Gonzalo González, Lizeth Velázquez

CONSEJO EDITORIALJuan Pablo Proal, Rafael Fregoso, Ruth Ramírez, Quitzé Fernández.

El este

Invasiones, hacinamiento, inseguridad y desinterés gubernamental son algunos de los problemas que se viven en la zona este de Tijuana. Y también en el norte, sur y oeste de la ciudad. ¿Por qué la Diez4 dedicó esta edición a esa zona de la ciudad? Creemos que el este merece ser explorado y contado por una razón sencilla: para algunos que no viven ahí, el este del municipio es un lugar desconocido, salvaje, un conjunto de barrios inhóspitos, y tienen razón, aunque no es todo.Sí: hay gente que piensa que Tijuana es el centro. No. Tijuana son muchas Tijuanas, como decía Rubén Vizcaíno.Y el este es una de ellas: es la zona donde coexisten los marginales y los empresa-rios, los líderes de colonias con los sometidos, los de abajo con los de arriba. Los Gregorios Barretos con los Juan Pueblo. Donde los secuestrados son vecinos de los secuestradores. Donde resulta igual de sencillo toparse con un productor de leche que con operador político o un invasor de terrenos federales. También encontrar a un tirador de ice fuera de alguna primaria.Incluimos un artículo sobre Los de abajo, obra de Mariano Azuela: “Los oprimidos no han desaparecido, la organización actual de la sociedad los sigue manteniendo en el atraso”, señala el texto.Y que esto se entienda como una invitación.

Diez4 se incubó en:

Directorio

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UNA REGIÓN AUTÓNOMA EN TIJUANA

La ciudad

que siempre

crece

Christian ZúñigaIlustración: Wilberth Chong

Los que pasamos por la adolescencia durante los años noventa crecimos con la idea de que más allá de la 5 y 10 existía otra ciudad. Algo parecido sucedía con Otay. Recuerdo perfectamente las noticias sobre la construcción del Gato Bronco y el Terán Terán. Al empezar la universidad, en el 97, entré también a trabajar en una compañía encuestadora. Trabajábamos en mercados y colonias. Recorrimos varias de las colonias que van desde la 5 y 10 hasta la salida del bulevar Cuauhtémoc. Anduvimos en el Centro, en Playas y en el Soler. Un día nos mandaron a hacer encuestas en un mercado que estaban construyendo por el Gato Bronco. La primera vez que nos llevaron, para conocer, se me hizo el trayecto más largo de mi vida, el Gato Bronco era un camino de terracería que se llenaba de carros que tardaban horas en avanzar… ese día renunciamos todos. Ya en la universidad, en más de una ocasión nos aventamos una carnita asada por el rumbo de Villa Fontana, en unas casitas más pequeñas que el patio de la casa de la mayoría de mis amigos, que no eran ni muy grandes ni muy chicas. Así, aquellos rumbos eran algo que la mayoría apenas conocíamos. Llegábamos a escuchar las noticias de los desplazados por las lluvias del 93 al fraccionamiento El Niño, de los asentamientos irregulares por el rumbo del Alamar. Una vez,

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haciéndome el galán, le dije una vez a una compa que le daba raite, ella me decía que no, que vivía muy lejos. ¿Qué tan lejos podía ser? La convencí, se sube al carro y me dice por dónde. Subimos por Fundadores, le dimos para la Obrera y pasamos por debajo del puente, entramos a un camino que no tardó en volverse terracería… y no llegábamos a nuestro destino. Mi compa sólo me decía que me lo había advertido, que estaba lejos. Ni siquiera llegué a su casa, se bajó del carro en la avenida y se fue caminando por un camino por el que apenas había unas cuantas casas. Hace un par de meses regresé a ese lugar. Tiene una plaza comercial con cine, una preparatoria pública y está lleno de casas. Si uno sigue derecho llega hasta el Jibarito, pero el camino sigue hacia el sur. Revisando un mapa de Google podemos comprobar que ese apéndice urbano está a punto de llegar a Santa Fe y al Océano Pacífico. Valle de las Palmas es otro extremo

del que diariamente vienen y van trabajadores que vienen a trabajar a la ciudad o, viceversa, los alumnos y maestros a los que les tocó ocupar el nuevo campus de la UABC.Ese pedazo indefinido de ciudad que está más allá de la 5 y 10, al que le llamamos zona este, representa la más reciente etapa de crecimiento de la ciudad. Es un tejido de invasiones, fraccionamientos y zonas industriales que se extiende por cerros, lomas y cañones, rodeando la ciudad desde la caseta Tecate-Mexicali hasta casi llegar al Océano Pacífico y a Rosarito. En Tijuana nos hemos acostumbrado a la idea de que la ciudad no para de crecer. Las noticias sobre proyectos de vialidades, de plazas comerciales o de fraccionamientos son el pan de cada día. Hay dos noticias que me han quedado grabadas. La primera fue sobre el “primer” habitante de Valle de las Palmas, como si aquellos espacios hacia donde se expande la ciudad de verdad estuvieran

deshabitados. La otra fue cuando Jorge Ramos, en su último año como alcalde, se aventó a celebrar la Independencia de México con dos gritos, uno en el Centro, en el viejo palacio municipal, y el otro en la Sánchez Taboada. Lo que antes estaba lejos de “la ciudad” ahora se ha desprendido de ésta. Para los que viven de aquel lado de la ciudad, si no fuera por el trabajo, no hace falta ir al Centro o a la Zona Río, ¿para qué? Todo está a la mano: la escuela, el mercado, el cine, el tianguis. La percepción general que se tiene de aquella zona es muy peculiar: un espacio feo, con casas pequeñas, lejano, depósito nocturno de los cadáveres del narco y muchas carencias en el asunto de los servicios públicos. Hay algunos que además se atreven a decir que eso no es Tijuana, que la ciudad se acaba en Otay y la 5 y 10, y lo que le sigue ya es otra cosa. Sin embargo, la mayor densidad de población está de aquel lado. Las estadísticas,

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los estudios y la planeación urbana nos hacen pensar que tarde que temprano la ciudad terminará por reacomodarse a partir de una geografía que mirará hacia la zona este. No se trata de un espacio aislado, ajeno a la dinámica urbana. Todo lo contrario, basta ver el tráfico que inunda el Bulevar 2000, el Gato Bronco o el Terán Terán a eso de las seis de la tarde. Es todo un fastidio manejar hasta allá. Si podemos evitar esas complicaciones, lo haremos, ya sea no yendo para allá o no saliendo de allá. Para colmo, la topografía y las vialidades no ayudan a que las diferentes áreas de la ciudad se puedan integrar. Hay que subir, bajar y aguantar el tráfico. En el cálculo del gasto en transporte público hay que considerar que es más fácil llegar al Centro o a la 5 y 10 que a la colonia de al lado. El panorama general de aquella zona es el de la insuficiencia: fraccionamientos aislados que tendrían que haber sido planeados

de otro modo, con casas en tamaños en los que una familia no puede vivir con dignidad. Hacen falta escuelas, bibliotecas y parques; los asentamientos irregulares deberían ser integrados para combatir la exclusión y la marginación. La industria maquiladora no es la mejor opción para el empleo y la economía local; la mancha urbana extingue los escasos ranchos y paisajes naturales que quedan, como el río Alamar, al que los planificadores gubernamentales y privados sólo se les ha ocurrido canalizarlo del mismo modo que se hizo con el río Tijuana, en vez de aprovechar su potencial como espacio público. Nadie se imaginaba en los noventa hasta dónde llegaría la ciudad. Ahora resulta complicado pronosticar el momento en que esta explosión se detendrá y comenzará a estabilizarse. La situación en el futuro no será menos complicada que ahora, tan sólo hay que pensar que recursos como el agua

insuficiente, que la introducción de infraestructura y servicios nunca ha ido a la par del crecimiento. Así que, cualquier cosa que se haga, no alcanzará para cubrir las necesidades de la ciudad. Si comparamos entre la ciudad de los noventa, la del “espacio vacío” y la actual, podemos encontrar grandes cambios. Pero aún con todos esos elementos en contra, la ciudad sigue creciendo. Aparecen escuelas, mercados, centros comerciales, hospitales… de todo, lo que quiere decir, al menos es lo que me parece más importante, que sus habitantes han construido un modo de vida en aquel sector de la ciudad. Por muy adversa o complicada que la situación le pueda parecer a algunos, la gente que vive en la zona este, en las invasiones, en los fraccionamientos de interés social o en los más acomodados, está haciendo la ciudad. La ciudad sigue y sus habitantes encontrarán el modo de plantar árboles en el concreto.

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BC, A UN PASO DE DEJAR DE PRODUCIR EL ALIMENTO

unapolitica

muy malaleche

Letras y fotos: Marco Tulio Castro

Su día empieza a las cinco de la mañana. Desde hace nueve años, Artemio sale de su casa que está instalada en un establo ubicado en la zona este de la ciudad para cumplir su jornada.Alimentar vacas, asear el espacio y luego ordeñarlas, es para este señor bigotón y rechoncho un trabajo encantador: “¿Qué porqué me gusta? Me encantan los animales, son muy nobles, me gusta jugar con ellos y tratarlos bien. Hacer la ordeña para alimentar a la gente me hace sentir útil. Este es un buen trabajo”.Platico con Artemio en el establo San Carlos, uno de los más viejos y grandes de Tijuana que llegó al Florido en 1976, luego que el gobierno ordenara su reubicación a donde ahora está la plaza Mundo Divertido.¿Y le gusta la leche? Dice que sí le gusta y que todas las mañanas la desayuna. ¿Cómo que no la toma pasteurizada? ¡Que no!, que su señora la hierve nada más, porque si no le quita lo bueno.Estoy de arrimado en el área de ordeña donde Artemio y otros tres desinfectan las ubres de las vacas, las secan con toallas blanquísimas y luego les conectan unas mangueras que succionan la leche para almacenarla en un tanque refrigerado.

Precios injustos para los productoresComo este establo hay 43 en la ciudad y todos están a punto de desaparecer. Así sucedió ya con 22. Las razones, muchas; la solución, una: que el gobierno meta en cintura a los cuatro monstruos que industrializan la leche en Baja California, y que en lo inmediato rescate a los productores con un programa para garantizar el abasto de leche en la entidad.Pero bueno, vamos por partes para dimensionar el problema. La cadena de producción de leche es la siguiente: Un productor, pongamos el nombre, Carlos Zárate Chávez, le vende a un industrial, pongamos una marca, Jersey. Esta pasteurizadora sabe que las 31

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mil vacas lecheras en la región producen 900 mil litros al día, aunque por alguna razón, sólo decide comprar 200 mil.Los dueños de Jersey no se dedican a producir leche, pero sí dinero, así que compran el litro de alimento a cinco pesos, aunque a Carlos Zárate, igual que a los demás propietarios de establos, le cuesta 5 pesos y 57 centavos producir un litro, claro, sin utilidad.Si hacemos números, el resultado es catastrófico: 57 centavos por 200 mil litros, deja una pérdida de 114 mil pesos, diaria.“Hace dos años tenía mil vacas en el establo, por las condiciones y la falta de apoyo del gobierno, ¡me quedan 100, cabrón! Ahorita vamos a ver los establos vacíos de muchos

productores. Estamos cayendo como peones en un juego de ajedrez”, me dice Carlos.¿Por qué está pasando esto? El creador del desastre tiene nombre y apellido. Se llama Herminio Blanco Mendoza y fue secretario de comercio y fomento industrial en el sexenio de Ernesto Zedillo Ponce de León. Este hombre promovió, en 1996, la liberación del precio de la leche. ¿Qué significa esto? Que el gobierno dejaba en manos de los industriales fijar el costo público de la leche, pero también la compra del litro a los productores. Y un día nublado, el precio del galón del producto básico se disparó a 45 pesos, aunque la compra del litro quedó en cinco.¿Injusto? Evidentemente: Un

estudio que realizó la Asociación de Productores de Leche de Tijuana muestra que —sigamos con Jersey—, la utilidad del industrial en la venta de un galón de leche es del 75 por ciento.Otros ejemplos: Lala se queda en algunos casos con el 63 por ciento; Imperial con el 54 por ciento y Optimo se embolsa el 16.“Aún así, Baja California es la cuenca número 13 a nivel nacional con mayor producción de leche en el país, pero ya estamos cayendo estrepitosamente”, dice Javier Jiménez, presidente de la asociación.Así que aquí tenemos uno de los primeros problemas de los productores.

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La leche en polvo: más competenciaPor la aduana de Tijuana entraron 600 toneladas de polvo blanco. Casi en secreto, durante enero y junio de este año, alguien en el Sistema de Administración Tributaria permitió el ingreso de leche en polvo, a pesar de la competencia desleal que ello implica para la venta de leche fresca en el mercado.Y este es el segundo problema de los productores de leche.“Esas 600 toneladas no sabemos dónde están. Nos dicen que es información privada y que no nos pueden dar los datos”, dice Jiménez. ¿Cuál es la preocupación? Que mientras más circule la leche en polvo, menos leche fresca se compra y menos leche pausterizada se vende. Los industriales son ventajosos: un kilo de leche en polvo produce 10 litros de leche líquida y es mucho más barata, aunque sin la calidad ni nutrientes de la leche que produce la vaca.Tal vez ventajosos es poco: los industriales han comenzado a comercializar la leche en polvo con títulos como Protileche y Nutrileche, o marcas como Nido y Carnation, que en realidad no es leche sino fórmulas lácteas. La cuestión es que las colocan junto a la leche fresca en los refrigeradores de los mercados, así que cuando la gente mire un litro de “leche” a menor precio, ¿cuál va a comprar?Otros, como Jersey, han decidido incluir en sus procesos la leche en polvo, así que cuando tienen gana, deciden comprar menos litros de leche fresca y pagarla a menor precio porque la van a usar para refinarla en polvo, y ¡así producir más!

Vacas sin alimentoEs cierto, muchos establos están abandonados. En uno hay dos obreros desmantelándolo, “ya se acabó aquí todo”. Son habitantes de la zona este que van quedándose sin trabajo “por culpa de esos cabrones de Jersey, que pagan lo que quieren”. Uno de ellos, con un marro en la mano, me pide que le retrate rompiendo un muro con el logotipo de la pausterizadora. En el fondo, tres vacas flacas que van a

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ser sacrificadas tragan un puño de forraje, y con ello, llegamos al tercer problema que tiene en crisis a los productores de leche.Resulta que los productores de alfalfa de Mexicali decidieron exportar a Estados Unidos su producto en cantidades mayores a las habituales. “Nosotros le dijimos al gobierno que se iban hasta 60 camiones al día por la garita de Mexicali, pero no nos hicieron caso”, dice Carlos Zárate, presidente de la Asociación de Productores de Leche de Tecate. Por alguna razón, el titular de la Secretaría de Fomento Agropecuario del Estado dijo que no era importante, y que los productores de leche tendrían forraje para alimentar a las vacas. No fue así. Especuladores acapararon el escaso alimento que quedó en la región e inflaron su precio: de 2 mil pesos por tonelada ahora cuesta hasta 2 mil 800. Lo que piden los productores es un programa de rescate por parte del gobierno estatal y federal para que

en lo inmediato puedan, al menos, comprar forraje a precio justo para alimentar a las vacas que quedan en Baja California.

Productores siguen presionando al gobiernoAhora, ¿qué está haciendo el gobierno? La verdad, es que hace poca cosa. Los productores de leche han sostenido reuniones de trabajo con Economía, Salud, Sefoa, delegados federales y diputados, con el fin de crear el programa para rescatar la producción de leche. Ninguna ayuda se ha concretado.Pero no todo es tragedia: el congreso del estado ya busca que el gobierno federal declare como zona de emergencia la producción de leche en Baja California y así se evite el colapso de la cadena que está por romperse.El punto de acuerdo que se aprobó apenas en agosto dice que “los

grandes industriales lecheros pagan el litro del producto a un precio humillante, aprovechándose de las necesidades básicas de los productores primarios”, y por lo tanto, “si el gobierno no toma medidas emergentes al respecto, en el Estado desaparecerá la producción primaria de leche”.Les pregunto a los productores cómo sería el programa de apoyo que buscan. Jiménez remata en tono serio: “no queremos que nos mantenga el gobierno, sólo queremos un programa en el que nos ayuden a importar el forraje donde quiera que esté, nosotros sabemos que hay en Estados Unidos pero a precio mayor que lo que se compra en Mexicali”.Lo que urge son 60 mil toneladas de alfalfa para alimentar a las 31 mil vacas de la entidad y, por lo tanto, alimentar también a la familia de don Artemio, junto a las otras 7 mil 750 familias de trabajadores dedicados a la producción de leche.

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MARIANO AZULEA Y SU SINCERA DECEPCIÓN

Los de abajo y los del

este

Julio ReyesIlustración: Lizeth Velázquez

Mariano Azuela, como testigo y actor del proceso revolucionario de 1910, se hizo responsable de la realidad de aquel momento. Más allá de la alabanza al heroísmo y la nobleza de los ideales por los que se luchaba, más allá de convertirse en panfleto ―como muchos escritores de la época lo hicieron― su novela “Los de abajo” atravesó la venda impuesta por posturas románticas y se hizo consciente del desencanto, del hastío de luchar por ya no sé qué causa, y utilizó su propia decepción como constante.Así contempló, como promesas

incumplidas, las luchas de principio del siglo XX; y de la misma manera, en la segunda década del siglo XXI, nosotros vemos el resultado de la revolución, de la dictadura, de la transición democrática y del combate al crimen organizado, como un desfile de traiciones y de muertos cayendo uno detrás de otro, acumulándose hasta donde alcanza la vista. Un sistema que continúa engendrando violencia, pobreza y descontento.

Donde no llegó la revoluciónLas denuncias de hace un siglo siguen vigentes. En el panorama del este de Tijuana la marginación es dolorosa. La delincuencia y las condiciones de vida son muy parecidas a las que fueron combustible para el conflicto armado de 1910 y las guerras consiguientes que sacaron al país de un caos para sumergirlo en otro, del que hasta la fecha no puede salir.Azuela nos muestra que después de años de lucha, los revolucionarios de abajo ―no los caudillos que aparecen en los libros de texto gratuito―, se dan cuenta de que la situación no cambió. Derrocaron a un monstruo sólo para abrir la puerta a otros tantos. El olvido social, la indiferencia ante la marginación y las traiciones en la cúpula seguían igual o peor. Es la misma situación están las colonias que rodean las faldas del Cerro Colorado, son los de abajo pero del este. Son los negados por un estado violento que los segrega, que los consume y los destierra. Los de abajo son los que viven de promesas, a los que no se educa, a los que se explota, a los que fuera mejor desaparecer, encerrar en una burbuja para que se acaben entre ellos, que se roben y se maten entre ellos. Los de abajo son los hombres y mujeres que del mismo modo que hace un siglo, se sienten impotentes para transformar el escenario desesperanzador de su vida cotidiana, controlada por personajes como el diputado priísta Gregorio Barreto, zar de las calafias, un cacique del siglo veintiuno que se enriqueció durante su servicio al municipio; o la delegada de Cerro Colorado, Iris Juárez, a quien no se le puede acusar de nada porque no ha hecho absolutamente

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nada desde que tomó el puesto, salvo priorizar temas religiosos sobre obra pública y colocar en nómina a su empleada doméstica con un sueldo de diez mil pesos mensuales, según cuentan los colonos.

Sin rebelión contra el estadoLos oprimidos no han desaparecido, la organización actual de la sociedad los sigue manteniendo en el atraso, la indiferencia sigue marginando a los de abajo. La distribución desigual de riquezas y oportunidades se mantiene invariable hoy en día, como si no hubiera ocurrido la Revolución, como si los muertos de entonces y de ahora fueran en vano. No hacen falta muchas explicaciones para darnos

cuenta, con tristeza, de que el texto de Azuela sigue vigente. Ahí reside la importancia de su obra.La historia es siempre continuación e inicio. La marginación y el olvido son hechos perpetuos, que a cien años de la promesa revolucionaria, nadie ha sido capaz de dominar. Los levantamientos armados de 1910 sacaron a la superficie el México rural que vivía marginado, negado por el estado. Con su narrativa, Azuela pone en escena estas regiones olvidadas para que el mexicano pueda verse a sí mismo lastimado y lastimando. No sólo da cuenta del abuso de los poderosos, sino denuncia también la falta de unión entre los que persiguen objetivos comunes y la división lacerante entre clases sociales. Rompe con el idealismo de la lucha social y la liberación del oprimido, demostrando que las mismas cadenas que se reventaron se utilizan para encadenar a otros. El oprimido que se vuelve opresor, el saqueado que se vuelve saqueador, la víctima que se vuelve victimaria. Azuela logra desmitificar tanto la realidad parcial que se nos presenta desde arriba, como la idea de que la nobleza es una virtud inherente del desposeído. Expone la naturaleza del mexicano como el oprimido que al liberarse no le interesa ser libertador, sino convertirse en la misma persona contra quien se rebeló. La sociedad mexicana es cruel y por eso engendra violencia en el corazón de los olvidados. Carentes de ideología o de causa, su única fuerza

es una rebelión no necesariamente contra el poder del estado: es una insurrección individual, es el caos de la guerra donde paga la persona a la que se le debe y no la que debe, donde se joden entre jodidos, ayudando de esta manera a justificar el sistema que los mantiene sumidos en la pobreza. En el cinturón que forman colonias como la Mariano Matamoros, El Florido y sus secciones Los Lobos, Cerro Colorado y El Refugio, se vive en un indiferencia que se repite y acentúa cada vez más, al grado de que parezca imposible otra manera de vivir, negados a ver el importantísimo papel que juegan en su propio bienestar, uno que va más allá de convertirse en delincuente o enclaustrarse en el sin remedio, en el ni modo.El problema es que al espíritu revolucionario del mexicano lo apagaron las traiciones, las masacres sin sentido, los saqueos. La guerra y la desgracia hartan y eso fue lo que trajo el movimiento de 1910: hartazgo del pueblo hacia los dos bandos. Malestar que se mantiene hasta hoy y que cada vez se profundiza más. Y de la misma manera en que Demetrio Macías, al final de la novela, parece como si hubiera caminado en círculos, repitiendo la misma canción infinita sin que nada cambie, así también el hartazgo de una sociedad víctima de la violencia y subordinada a un gobierno que se muestra ineficiente puede situarnos en el mismo punto que dio origen a la Revolución de hace un siglo.

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parte de la comida, pues en la pequeña cocina es prácticamente imposible. No puede dirigirse a su cuarto pues sus pequeños hermanos con quienes lo comparte han convertido su habitación en un salón de juegos insufrible. Concentrarse resulta complicado y asfixiante en una casa con dos recámaras y cinco integrantes (bueno, seis cuando llega la abuela) con distintas actividades y humores. En México existe una falla grosera en cuestión a los parámetros de espacios para la calidad de vida en hogar, ya que las medidas establecidas en nuestro país están 43% por debajo de la normatividad internacional, de acuerdo a un estudio de la Universidad Nacional

El este, hoy una de las áreas con más crecimiento en Tijuana, es un extenso territorio que con el paso de los años ha sido receptáculo de comentarios no siempre positivos. Se ha dicho que es la zona más contaminada, la que aún es en su mayoría rural, en la cual se ausentan los espacios de actividad alternativa y cultural. Debido a esto la incidencia delictiva es mayor, y dado que ahí reside más de la tercera parte de la población (unos 500 mil habitantes), se han creado diversos mega conjuntos o desarrollos de vivienda económica.Y este, señores, es nuestro tema.Al no contar con un restirador para realizar sus primeros proyectos, Darío tiene que hacerlos en la mesa donde su mamá prepara

Sofía Ángeles

Ilustración: Wilberth Chong

Darío es un morro como los otros. Salió de la preparatoria hace un semestre y hoy estudia la universidad. Tiene dos hermanos menores, un perro, dos cicatrices, una bicicleta oxidada, una extraordinaria suerte, un sentido del humor incomprendido y considera que sus papás le joden la existencia como cualquier otro que anda en los 20 años. Es introvertido, metódico, silencioso y quiere ser arquitecto. Vive en la zona este de Tijuana, el lugar donde a sus progenitores les alcanzó con su crédito Infonavit, para endeudarse un poquito menos que a perpetuidad.

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Autónoma de México (UNAM).Así que con excelentes y alentadores lemas para cambiarte la vida y hacer tu casa realidad, entre otras maravillas de la mercadotecnia, las desarrolladoras inmobiliarias vendieron al papá de Darío un “gato por liebre”, resultando en sorpresa devastadora de la familia que, al encontrarse con la dichosa “casa de sus sueños”, cayeron en cuenta de que la vivienda en realidad no cumplía con sus expectativas, vaya, ni con sus necesidades: una chiqui-casa de 30 ó 40 metros cuadrados para cinco personas, a la cual están irremisiblemente destinados debido a los tres salarios mínimos que perciben como más del 50 por ciento de los mexicanos.La cuestión es que la repetición masiva de vivienda en espacios reducidos y en medianas extensiones de terreno, resulta un negocio bastante redituable para las constructoras de todo el país. Y la zona este de la ciudad (el único espacio hacia donde crece Tijuana) no se queda atrás. Aunque la problemática no pertenece únicamente a esta área, sí resulta ser uno de los costados de la ciudad donde las consecuencias son mayores.

El tortuoso vaivén

Darío se siente distinto, dice que no se droga como el último amigo que tuvo en la cuadra, no ha formado parte de pandillas, le gustan más los videojuegos, las enciclopedias y los planos. Los vecinos lo han tachado más de una vez de retraído, miedoso, aburrido o simplón, pues cada vez que puede, se niega a salir a dar la vuelta. Pero Darío simplemente no disfruta de su ambiente. La inmobiliaria no les cumplió la promesa de una casa más cómoda. El parque se quedó a medio construir y ese difícil vecino de los narcocorridos y los arrancones en plena madrugada no deja pasar a nadie sin echar una miradita de

mírame y no me toques. Darío últimamente se ha dedicado al pasatiempo febril de hacerle minuciosos retratos a lápiz a su compañera de clase, que nunca le va a entregar, por coyón, pero también porque la última vez que encontró un pretexto creíble para acompañarla a casa después de clases, se vio en la dificultad de recorrer media ciudad para regresar por la noche a su casa, porque el camión como siempre va lentísimo y hasta el tope.No nos hagamos, si se trabaja y/o estudia en el corazón de la ciudad, lo más probable es que

al afortunado pasajero se le augure un aletargado viaje de al menos una hora que se torna en un verdadero fastidio. Eso sin tomar en consideración el gasto y las diferentes rutas a tomar para llegar al destino final, razones suficientes para que muchos de los habitantes de la zona este no realicen otras actividades fuera de las obligatorias, por evitar gastos que ya consideran innecesarios, aunque esto les evite acudir a divertirse y conocer más de la ciudad que habitan.

Acabar con las casas de muñeca

La cosa es así, en el marco de El Plan Nacional de Vivienda 2007-2012, proclamado por el gobierno federal y velado por los estatales

y municipales, se promete que durante el sexenio del presidente Calderón se entregarán seis millones de financiamientos y crédito para la adquisición de vivienda. Los números y las metas dulcifican la realidad y la pintan color de rosa, pero lo cierto es que cuando menos se espera, la inequidad asoma su perfilada e incómoda faz al hablar de la política de vivienda. Para Víctor Ruiz Gessenius, el delegado de Infonavit en Baja California, las mini-casas no existen: “No financiamos ninguna vivienda que tenga menos de 32 metros cuadrados”, y por eso exigen que las dimensiones sean de cuando menos 38 metros.A nivel local, preocupa el efecto en el aumento de estas casitas de muñecas sin magia ni color, que descomponen el paisaje social y que lejos de hablar de un crecimiento de ciudad exigen a gritos una mejora sostenible.Darío termina su día de actividades y regresa a su casa envuelto en cansancio pero al tiempo con ganas de cambiar una que otra cosa que no le parece de su entorno. Estudia arquitectura no como un chiste de mal gusto dedicado a su nada confortable condición de vivienda, sino como una meta significativa de superación a nivel personal y comunitaria. Se da cuenta de que las cosas no andan bien y decide que a partir de ese día no podrá quedarse conforme.

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DE USURPADORES A LIDERES DE COLONIAS

Los invasoresdel este

Manuel VillegasFotografías: Archivo y Dalia Chávez

Hace menos de dos décadas, ir a las colonias de la zona este de Tijuana significaba invertir más de medio día en recorridos por veredas, cañones, arroyos y montes, lodosos en temporada de lluvia y polvorientos todo el año. Allí donde el sol sale y calienta más, en el sitio que muchos identifican como “el este”, la Presa Rural, e incluso con el despectivo “El Florindio”, conviven diariamente vecinos de fraccionamientos de

catego con familias que apenas y tienen para malcomer. Aún hay zonas donde no existen los mínimos servicios, y aunque los tuvieran, la famita de alboroteros y peligrosos que se cargan los pobladores de esta otra Tijuana no se las quita nadie.

La semilla del esteEn el 97 el bulevar Héctor Terán ni sus luces, el Casablanca menos, y con el Corredor 2000 nadie soñaba, pero en esta zona ya empezaban a programarse las construcciones

masivas de fraccionamientos que ahora proliferan hasta en cerros, bajo curiosos nombres como Urbi-esto, Geo-lo-otro o Beta-lando, algunos muy pegaditos a las carreteras que llevan a Tecate y a Rosarito.Pocos recuerdan, y las nuevas generaciones tal vez no saben, que estas colonias surgieron gracias a los invasores del este, líderes ya fallecidos, algunos presos, otros enfermos, y hasta libres y sanitos transportistas millonarios que se repartieron miles de terrenos y formaron nuevos núcleos de

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población más allá del Cerro Colorado y más acá del antes conocido como “Palo Florido”. Entre los ochenta y noventa, igual que en los tiempos de “la leva” revolucionaria, reclutaban invasores los grupos de Ricardo Montoya Obeso, Manuel López Padilla, Alejandro Moreno Berry, Polo Campas, Agustín Luna y María Nieblas, entre los líderes más conocidos que repartieron esta zona, quienes por decenas se apostaban en los predios sin uso ni dueño ni cerco, ¡y sáquenlos si pueden!

Entre algunos más vivales están los que levantaban sus casitas de lonas y cartones en las orillas del arroyo Alamar. Familias provenientes de otros estados, en su mayoría trabajadores de las maquiladoras de Otay y de La Presa, inundaron los inundables terrenos durante años, resucitaron la antigua �cartolandia� y sólo se salían (o aceptaban que los sacaran) cuando el arroyo empezaba a crecer.

Eternas irrupcionesIniciaba diciembre de 1998, cuando todos los invasores del arroyo Alamar fueron invitados a dejar el cauce, pues las aguas iban a crecer en cuestión de horas y sus casitas podían ser arrastradas. María Dorantes trepó a la máquina de rescate con miedo. Este vehículo que puede andar entre piedras, lodo y agua y que a la fecha conocemos como La Oruga, dio varias vueltas llevándose a los residentes del Alamar, desde la altura de la central camionera

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y las albercas El vergel, hasta los bajos del ejido Chilpancingo, donde estaban las ladrilleras y corrales pletóricos de vacas lecheras.La mujer dijo que esperaban la reubicación, pero no tan pronto, y menos en ese lluvioso invierno. Un hombre se negaba a salir de su casita hecha de racas de madera y cartones, pero al ver a los militares que ya iban por él (o al menos eso creyó), se trepó a la balsa de los rescatistas.“No se esperen, vamos, vámonos de aquí”, decían los militares. “Llévense sólo sus documentos, no se preocupen por nada más, piel sólo tienen una”, recomendaba Antonio Rosquillas, el eterno director de Protección Civil Municipal y rescatista de vocación.La oruga se movilizó en los lodazales que se formaban frente a las albercas El vergel para sacar a las familias. Los mismos invasores ayudaron a los demás a subir algunas pertenencias a los camiones que el ejército puso a su disposición.“¿Y a dónde nos llevan?”, preguntó la mujer al periodista, mientras trataba de mantener unidos a los niños jalándolos del cabello y repartiéndoles coscorrones. “Quesque al Niño, mija, dicen que al Niño”, contestó una jovencita embarazada, quien tomaba café junto con su también joven esposo,

abrigaditos ambos, temerosos de que les tomaran fotos.El Niño, ya calificado como un “fraccionamiento”, fue el destino de 350 familias esa fecha. Todos amanecieron en amplios terrenos donde el lodo abundaba, allá por el ejido Valle Redondo, 260 metros sobre la superficie del mar y a dos horas del centro de la ciudad. Las reubicaciones crearon e hicieron crecer colonias ubicadas al este como son las de Planicie, Altiplano, Nido de las Águilas, todas las Terrazas, La Morita, El Niño y varias más.

Los invasores hoyEl fraccionamiento El Niño aún existe, ya tiene modernas vialidades de concreto, escuelas y todos los servicios. Actualmente, los ocupantes irregulares del arroyo, encabezados por líderes como Ignacio Acosta, del movimiento Antorcha, se plantan afuera del centro de gobierno para exigir un pedazo tierra a bajo costo y servicios públicos. En reportajes y recorridos por la zona este, durante más de una década he sido testigo del incremento en el número de casas de oración de diversas religiones, salones sociales, autoservicios, minimercados, autolavados, abarrotes con mini casinos cerca de escuelas, así como de la creación

de un nuevo campus universitario. Pocas preparatorias, muchas cantinas y multitud de expendios de alcohol.Entre septiembre y diciembre del 2008 en particular, cuando se desató una cruel racha de violencia que enrojeció calles y baldíos con cuerpos desmembrados, disparos al aire y robo de cajeros automáticos en mercaditos, la zona este también hizo una triste aportación a las estadísticas de inseguridad de esta frontera.No bastan ordenamientos judiciales, amparos, proyectos oficiales ni los riesgos de peligro para que las familias ya no hagan allí sus casas, los invasores del Alamar siguen allí, y ocupan varios kilómetros cuadrados de la zona federal. Algunos invasores quieren que empiecen ya las campañas políticas, o que ya de plano los gobiernos se enfaden de verlos acampando en estacionamientos y jardines públicos y les repartan terrenos en una nueva reubicación masiva, como aquella del 98, en la que Doña María y sus dos nietos treparon a la oruga mientras el agua arrastraba sus escasas pertenencias.

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Redaccion Diez4

¿Cuál es uno de los problemas de la zona este? El que voy a abordar aquí es que no tiene un espacio de convivencia social, fuera de algunos parques y centros comerciales, donde se cobra por entrar, al menos en carro.Cuando se planeó a medias Tijuana, el gobierno decidió construir junto a los gobiernos municipal y estatal, el parque central Benito Juárez, ese espacio de jardines, plazas y bancas, que ahora quieren echar al caño para construir un zócalo, es decir, una loza de concreto decorada con negocios.Y por eso decidimos hablar con Cipriano Carrazco, el experto en música que seguro conoces, al menos de vista.Cipriano también pinta. Su meta en las artes plásticas es el de sensibilizar a los ciudadanos que admiren su obra. Su última crítica es la serie de más de 40 láminas,

técnica mixta que dedicó al parque central que está a punto de perder la ciudad:“Esta es mi contribución para decirle a la gente que no estoy de acuerdo con la intención de quitar el parque central y construir la Plaza Zócalo 11 de julio sin el consenso ciudadano. Aquí también le digo a la gente que tenemos sólo un parque central, histórico y bello dónde convivir, pero que a veces

UN PINTOR CONTRA EL FIN DE LOSESPACIOS PÚBLICOS

UnaTijuana

sinparque

centralno se admira”.La obra de Carrazco tiene un trabajo de campo interesante: durante meses recorrió el parque, convivió con los peatones, con los expositores de arte, con los defensores del área (ahí hay un campamento permanente de personas que están en contra de la tala de árboles, bloqueando todo intento de obras del zócalo) y de todo tomó nota. Su intención era que, antes de sentarse a pintar, la

obra reflejara cómo se coexiste con el parque central.“El arte hay que ponerlo al servicio de las causas y en este caso defiendo el parque central de la ciudad, un espacio que nos pertenece a todos y que el gobierno no debe quitarnos”, dice Cipriano.La obra hecha con técnicas mixtas al pastel, pintura de aceite y cristalizada, es también un homenaje al extinto pintor Alfredo Villafaña.“La gente debe entender que Tijuana no sólo es un tiradero de muertos, ni una gran cantina, sino que tiene lugares bellos pero que pocas veces son admirados por la propia dinámica que vivimos”, afirma Carrazco.El propio pintor dice que lo mejor de su obra no son propiamente los cuadros:“No es que los cuadros sean bellos por sí mismos, lo maravilloso de todo esto es el tema, el propio lugar que reflejo”.

Y luego, a manera de remate, dice: “Lo que es bello no puede repetirse”.La obra de Cipriano Carrazco estará expuesta hasta la segunda semana de septiembre en la galería independiente Envogart, ubicada en el Pasaje Rodríguez. Por supuesto, en el centro de la ciudad.

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Opinión

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SÁLVESE QUIEN PUEDA

A otro perro con ese hueso… Muy “perritos” me encontré en el aeropuerto al equipo de jugadores Xoloitzcuintles de Caliente, mejor conocido entre sus seguidores como los Xolos, acompañados de su séquito de achichincles que portan la camisa inflando el pecho cual ave fragata en época de apareamiento, posando para las cámaras de los nuevos admiradores del equipo de fútbol “tijuanense”. Y aunque en sus primeros partidos jugando como equipo de primera división no han demostrado más que su ineficiencia en la cancha, ellos ya se dan ínfulas de grandeza.Ni tardos ni perezosos. A los pocos días de la tragedia del Casino Royale en Monterrey, el grupo Caliente (sí, los casinos) dio a conocer su distintivo como Empresa Socialmente Responsable -sí, ajá-, es decir, que tratan bien a su empleados, pagan su impuestos y tienen adecuadas rutas de evacuación para que nadie se chamusque ahí adentro en caso de que a algún mequetrefe se le ocurra hacer una fogata en la sala de apuestas.Narrativa de alto riesgo. Lados B es el nombre que lleva la antología de dos tomos, mujeres y hombres, publicada por la editorial independiente Nitro Press y compilada por el escritor Mauricio Bares. “Realizada por gusto”, dicho en sus palabras y con la participación de 21 escritores de diferentes generaciones y lugares del país, fue diseñada para agasajar al lector con las obras más interesantes y arriesgadas que no figuran en el ámbito donde predominan los reflectores, es decir, los Lados A. Búsquenla y léanla. Pueden adquirirla en www.nitro-press.com.Arte urbano, el de Tijuana, me dijo un joven originario de la caótica ciudad al terminar de ver la exposición Intersticios urbanos. Muestra internacional de arte urbano en el Centro Cultural España (D.F.). Con una expresión de signo de interrogación en la cara al salir del recinto, me quedé reflexionando si de verdad aquellas “muestras de arte urbano” reflejaban los murales de las calles, la lucha social plasmada las paredes –que evidentemente no se pueden llevar a los museos-, si de verdad aquello que dicen “urbano” se puede enmarcar en un cuadro bonito.

Samantha Luna

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Editor: Titha Romero

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Con futuro y con mañana, 30 años de rock tijuanenseParticipa: Mercado NegroSala de Usos Múltiples del CECUTSábado 10, 7:00 pmEntrada libre

Encuentro Mundial de Teatro y Danza Infantil y Juvenil 2011Obras teatrales y dancísticas de veinte países del mundo.Sala de Espectáculos y explanada del CECUTDel domingo 11 al domingo18$40.00

Inauguración del Festival Tijuana InterzonaConcierto con Ely GuerraEscalinata, Casa de la Cultura de TijuanaViernes 16, 7:00 pmEntrada libre

Kashyyyk, live set de tres horasDj’s invitados: Zacka vs Mafoombey (Mechanik Records, Dropland Records, Cosmikal/Biomechanix); Spectrum vs Embryo (Elofdar, Kamino Records); Umbra (5th Element Records); K-Town (Psycrew, Terrorist Records, Cosmikal Records); Necromental (Acidmaniacs Records); Krishna (Om Shanti); Cannabachus (Elofdar,

Cosmikal Records).Sábado 17, 8:00 pm$60 pesos 18+idYou Revolution bar, Revolución y Sexta

Retox, Batwings, Maniqui Lazer, Noise Beat Propaganda + Guaycura SoundsLa Bodega AragónAvenida Miguel Negrete (Zona Centro), entre calles 8va. y 9na.Sábado 17, 8:00 pm$40 pesos

All my friends Juan Cirerol y Martín del Prado, Maemachino, Mentira Mentira, Loopdrop, Visviva, Celofán, San Pedro El Corte, Electric Healing Sound, Dani Shivers, La Diabla, Latenitehowl, Perros Cobardes, El Hijo de la Diabla, Inkjet, Dasein, Krylon, Machino, Sweet Lullaby Toyland, Siete Catorce, Al-Be, Elephant Woman, Santos Balcones Durango, Kptn, Pek Pek, The Kunt set Duo, Hein.Rampa Altamira, Zona CentroSábado 17, 1:00 pm$70 pesosMás informes: www.amfmf.com

Teatro: Impro contact (Teatro físico)Improvisación de un solo que se hizo para ser ejecutado en soledad y ser visto en compañía.Creación e improvisación: Olga Gutiérrez, directora y coreógrafa de Laboratorio D. Sala de Usos Múltiples del CECUTSábado 17, 6:00 pm$100 pesos

Hablando de arte con… José Ramón Ponce“Surrealismo de Ponce”Casa de la Cultura El PípilaLunes 19, 10:00 amEntrada libre

Taller de fotografía documental contemporáneaImparte la fotógrafa Elsa Medina.Del miércoles 21 al viernes 24Espacio Freelance, Pasaje Rodríguez, planta alta informes: [email protected], 6641206808 Ximena Jasso

Inauguración de la exposición “El reloj, tiempo y fotografía”, de Julio M. Romero.Conferencia sobre la historia del Reloj Azteca, de la calle Segunda.Con Francisco Esparza.Jueves 22, 7:00 pmPasillo principal, Casa de la Cultura Tijuana.Entrada libre

Inauguración de la exposición “Cotidianidades Urbanas”Colectiva de fotógrafos: Vidal Pinto, Patty Roa, Rosa Vázquez, Alfonso Lorenzana, Manuel Bojórkez, Claudia Moreno, Yuri Manríquez, entre otros. Viernes 23, 7:00 pmGalería Pública, exterior del Antiguo Palacio Municipal

Hablando de arte con… Jesús Flores, escultor en hierro.Casa de la Cultura El PípilaLunes 26, 10:00 amEntrada libre

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