20 | literatura y alcohol | revista diez4

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Número 20 | Octubre de 2011

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Un paseo por los escritores más notables y al mismo tiempo, más alcohólicos. ¡Hic!

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Diez4 Realidades y casualidades de la urbe. www.diez4.com. [email protected]. Sirak Baloyán #1917, interior 210. Zona Centro, Tijuana, Baja California, México. Código postal 22000. Tel: (664) 378-2524

Diez4, año 1, número 20. Octubre de 2011. Revista mensual editada y publicada por Editorial Diez4. Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier sistema o método del contenido, incluyendo cualquier medio electrónico o magnético sin previa autorización por escrito del director. Derechos de autor reservados en forma y concepto. El contenido de las imágenes, la publicidad y los artículos incluidos en Diez4 reflejan solamente la opinión de sus autores o anunciantes y no representan el punto de vista de Editorial Diez4. Esta publicación se encuentra protegida y registrada ante el Instituto Nacional del Derecho de Autor, Secretaría de Educación Pública, según consta en la Reserva de Derechos No. 04-2011-090909291600-102. Esta revista es producida gracias al Programa “Edmundo Valadés” de Apoyo a la Edición de Revistas Independientes 2011, del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Diez4 se imprime en Cias. Periodísticas del Sol del Pacífico S.A. de C.V. Dirección: Rufino Tamayo #4 Zona Urbana Río Tijuana.

Marco Tulio [email protected]

Wilberth ChongJefe de diseñ[email protected]

Carlos [email protected]

Alejandra Del ToroCoeditor [email protected]

Elma CorreaCoeditor web

Dalia ChávezEditor de [email protected]

Luis Mario [email protected]

VENTAS

Lina ContrerasJefa de ventas y [email protected]

Rigoberto [email protected]

Nidia [email protected]

Abril ValdezVentas y [email protected]

PORADAAnai Cano Jimenez

COLABORADORESSamantha Luna, Jesús Brijández, Jorge Damián Méndez Lozano, Vladimir Galindo, Alfonso López Corral, Imanol Caneyada e Ivan Vazquez.

CONSEJO EDITORIALJuan Pablo Proal, Rafael Fregoso, Ruth Ramírez, Quitzé Fernández.

Literatura y alcohol

Si bien es relativamente nueva la relación entre el alcohol y la literatura, la cual ha arrojado joyas literarias de incuestionable calidad, ambos han encontrado la manera de complementarse desde tiempos inmemoriales. Las relaciones verdade-ramente fructíferas empezaron a revelarse por allá en el siglo XIX con los franceses, especialmente con Baudelaire y sus paraísos artificiales.Esta vez quisimos hacer un tributo a aquellos autores que escribieron desde la dipsomanía. Ya sea que lo utilizaran para impulsar la imaginación o inspiración, o simplemente se tratara de una adicción al alcohol sin ningún fin creativo, existe una arraigada concepción de la figura del escritor que no puede dejar la botella y la necesidad de desprenderse de sus cinco sentidos para llevar el proceso de escritura al límite en busca de la genialidad literaria. Es por eso que en esta edición intenta-mos desmentir esta idea romántica y mostrar las dos caras de la moneda, con ejem-plos actuales y otros no tanto.El alcohol, directa o indirectamente, nos guste o no, ha desempeñado un papel importante en la literatura, desde los cuentos o novelas de Faulkner, Poe y Bu-kowski, crónicas de aspirantes a escritores sonorenses alcoholizados en busca de su musa inspiradora o de un secreto no revelado desde 1967, hasta un editor de revista tratando de mantener a flote una revista sin fines comerciales, a riesgo de ser abandonado por su esposa.Es por esto que los invitamos a ir por su elixir favorito y dar vuelta a las páginas.

Diez4 se incubó en:

Directorio

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Beber para escribir, olvidar o celebrar

EL ALCOHOL PRODUCE DISCURSO Y VERBORREA

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las mujeres que alguna vez amé en secreto, o de dirigirme al mercado a empujar un carrito repleto de viandas y botellas de alcohol; después, en un acto de psicoterapia, arrastraré los pies hasta la sección de embutidos a presionar delicadamente algún paquete de carne molida, de esta manera recuperaré el ánimo. De no recuperarlo, volveré a casa a seguir recorriendo los versos: “No sé cuántas botellas de cerveza consumí mientras esperaba que las cosas mejoraran. No sé cuánto vino, whisky y cerveza, principalmente cerveza consumí después de haber roto con una mujer esperando que el teléfono sonara esperando el sonido de los pasos, y el teléfono no suena sino mucho más tarde y los pasos no llegan sino mucho más tarde...”

pasatiempo. Cualquier escritor que comparte la escritura con la bebida sabe de esto. Se escribe para tener un pretexto y se recurre a la borrachera para vivir pre-textos.Bukoswki escribió sobre lo anterior en su novela Hollywood (1989):“Ese es el problema con la bebida, pensé, mientras me servía un trago. Si ocurre algo malo, bebes para olvidarlo; si ocurre algo bueno, bebes para celebrarlo; y si no pasa nada, bebes para que pase algo”.Uno de los casos más emblemáticos y, claro, no el único, de consistencia literaria lograda a partir del alcohol, es precisamente el del escritor alemán pero angelino hasta la médula, Henry Chinaski. Con Cerveza (1977), uno de los poemas más poderosos y honestos del narrador y poeta, he experimentado el impulso de marcar por teléfono a todas

Jorge Damián Méndez LozanoIlustración: Ivan Vazquez

Nada se compara con la vergüenza de estar sobrio. Cualquier escritor que comparta el gusto extremo por el alcohol y las letras sabe que la sobriedad encapsula todo menos orgullo y honradez. Ibargüengoitia, en voz del protagonista del cuento Conversaciones con Bloomsbury, explica que la sobriedad es uno de los peores defectos de las personas. La escritura es un castigo para quien la realiza. Se escribe por odio; no a los demás sino a uno mismo. En los escritores alcohólicos la escritura es una enfermedad que sepulta a la mente en la reiteración. El alcohol produce discurso y verborrea. Lo esencial de la escritura está dentro de la botella. Dentro de la botella está la metafísica. La metafísica es convertirse en la cañería del edificio que es uno mismo. Se escribe para desaparecer.Los buenos escritores, como los buenos boxeadores, nunca saben cuándo retirarse. Por eso recurren al alcohol, apenas él puede ayudarlos a vencer la angustia de la finitud. De la falta de prudencia también hay ejemplos. Monsiváis, el Púas Olivares y Julio César Chávez no pudieron retirarse a tiempo, sólo hasta que estuvieron vencidos nos dijeron adiós. El único prudente ha sido Juan Rulfo.La única manera de salvarnos de la enfermedad de escribir es bebiendo toneladas de cerveza y ron. Beber rescata. El escritor Charles Bukoswki fue un ebrio de tiempo completo; ese era su oficio. La escritura sólo era su

¿No le parecen repugnantes los borrachos?Sí, la mayoría lo son.Al igual que la mayoría de los abstemios.

UN ESCRITOR DESMEMORIADO POR EL LICORLa fauna que arruina los bares

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Alfonso López CorralIlustración: Wilberth Chong

Una cantina vacía es deprimente, pero una cantina llena también lo es. La cantina ideal siempre tiene el número adecuado de parroquianos. ¿Qué cuál es ese número? Vaya a su recinto etílico favorito, párese en el marco de la puerta y lo sabrá. Apenas los aficionados son capaces de discriminar entre una cantina y otra: ponderar las ventajas del espacio, de la hechura de las mesas y las sillas; de la miserable pintura que araña las paredes, de los baños, del mesero o del cantinero; de la música de la rocola, de la temperatura adecuada de las siempre insuficientes bebidas, de la fauna nociva o, mejor dicho, de sus fieles asistentes; de la mejor hora para asistir, de la ubicación en el plano de la ciudad, etc. Es debido a estos aficionados, que eligen por temporada una cantina para colmarla, como si eligieran un destino turístico o el trayecto más corto a casa, que hasta la cantina más venerable puede volverse repulsiva para los que nunca juegan con emborracharse. Apenas los aficionados, porque un verdadero borracho, un santo bebedor, apenas reparará en detalles tan insignificantes: para ellos la cantina es un estado de excepción, un limbo; el santuario donde se preserva del mundo. Para mí, una de esas cantinas era el Pluma Blanca, en Hermosillo, hasta que algún payaso catador de miados corrió la voz de que era el lugar de moda y comenzaron a sitiarla seres de todo tipo, rango y posición. Creo que alguna vez, parado de puntitas y asomándome desde fuera porque ya no cabía una botella de cuartito más, vi a Sean Penn vestido como jipi de secundaria acaparando la barra y abrazando a dos estudiantes de enfermería de la Unison. Fue cuando puse los pies en la tierra y me desterré de allí. Esa cantina ya no me pertenecía. Decidí trasladarme una cuadra y meterme a la de la competencia, a la siempre más aséptica Seven o Eleven.Siempre supe que el Seven o Eleven no era el sitio donde hallaría la felicidad, pero que al menos no haría ningún esfuerzo, si deformo un poco más las palabras de

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un taxi a las dos de la mañana. Al día siguiente desperté pasadas las dos de la tarde, con el tiempo escaso para llegar al periódico. Sentando en el escritorio, después de dos cafés y cuatro aspirinas, me vinieron destellos de la noche anterior. Me acordé de Ismael, de su historia, pero cuando quise recordar las famosas palabras que me había confesado no pude hacerlo, no me acordaba de ellas. Pasé la tarde imaginando el momento en el que me hablaba en la oreja pero nomás no pude saber qué fue lo que me dijo, cuál había sido su secreto. Lo intenté recordar todavía dos o tres días más y no pude. Recordaba las imágenes de la noche, no estoy seguro si los diálogos eran correctos, pero ni siquiera podía formular la idea de lo que me había dicho. Nada.Tiempo después el Pluma Blanca pasó de moda. Toda la fauna nociva emigró a La Verbena como esas plagas de insectos que van de campo en campo destruyéndolo todo. Ismael pudo volver a su cantina, a bailar junto a su rocola. Yo no me atreví a regresar, se había corrido la voz de que era un asiduo del Seven o Eleven y no quise decepcionar a nadie desmintiéndolo.

Onetti. Me resigné a ver deportes de todo tipo en la televisión, a sobresaltarme con el choque de las bolas de billar, a pagar cada botella que me iban destapando, a encontrar siempre ocupado el lugar que un día antes me había parecido cómodo. A beber, ahora sí, hasta la inconciencia.Fue en una de estas noches de desilusión que me hallé sentado a un lado mío al escritor Ismael Mercado Andrews, fundador y socio deshonorario del Pluma Blanca, el primer parroquiano en contar con su propio busto de cera en su cantina favorita. Al principio no lo reconocí porque lo vi sentado, no bailando paganamente como es su costumbre, elevando sus brazos al cielo como dos pitones que se calientan al sol después de un frío invierno. Me le quedé mirando hasta que su doble figura se hizo una. ¿Ismael?, pregunté.No me dejaron entrar, no me dejaron entrar, repitió incrédulo con su voz de ladrillo.Ah, sí... Supe que cambiaron al guardia de la puerta, fue lo único que le dije, pero Ismael ya no me escuchaba o yo en realidad no había dicho nada. No lo sé.Bebimos sentados en la barra por dos o tres horas, apenas alzando un dedo para exigir la siguiente cerveza. Dos buitres desplumados. Decidí invitarle una botella a Ismael, cuando al cabo de un rato vi que no pedía otra. En esta cantina no tenía cuenta abierta, debía pagar el consumo al instante.Te voy a decir lo que le dije al rector en el 67 para tumbarlo me dijo.Yo creí que escuchaba mal, sin embargo supe que eso había dicho porque tenía su boca muy pegadita en mi oreja y me miraba con misterio, o a lo mejor confundí esa mirada con su problema de estrabismo.

La leyenda dice que Ismael Mercado Andrews, el escritor de El día que explotó la rabia y No quiero ser como el amanecer que termina con todas las fiestas, dirigente del movimiento de protesta estudiantil en la Universidad de Sonora en 1967, fue quien consiguió que el rector de la Unison dejara el cargo de la máxima casa de estudios en Sonora. En las borracheras, Alonso Vidal, el poeta sonorense, siempre nos decía que Ismael había apartado al rector Moisés Canale en las escalinatas del teatro Emiliana de Zubeldía, y que después de un breve dialogo, el rector bajaba y anunciaba su renuncia. La eterna pregunta para Ismael era qué le había dicho al rector para convencerlo de renunciar. Esa pregunta no tenía respuesta, porque también era de todos sabido que Ismael no hablaba de ese episodio a nadie.Y acababa de decir que me lo confesaría. Recuerdo que volteé a mi alrededor para cerciorarme de que nadie más lo había escuchado, aunque el ruido del estéreo casi nos hacía gritar para darnos a entender. ¿Qué le dijiste al rector, Ismael?, le pregunté para no darle tiempo a que se arrepintiera. Me imaginé escribiendo un libro con esa historia, me imaginé con el poder secreto de esas palabras. Imaginé que en mi vida miserable se abriría por fin una tregua, un descanso. No sé qué otras tantas cosas idiotas imaginé. Estábamos borrachos. Yo estaba muy borracho.Ismael clavó aun más la boca pastosa en mi oreja y confesó su secreto. Yo asentí ante el ruido. Luego se levantó, el abanico de pedestal movió sus ropas como si estuvieran sujetas de un tendedero, dijo algo más que no entendí y marchó. Salí de la cantina a las dos de la mañana. Mejor dicho: alguien me echó a

ALLAN POE YBAUDELAIRE PRENDIDOS DEL HADA VERDE

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ESCRITORES DROGADOS,ESCRITORES GENIOS.

Imanol CaneyadaIlustración: Diez4

Melville dijo de Allan Poe que no era humano. No se refería a que era un Dios, sino a que de verdad no era humano. ¿Entonces, qué era Allan Poe? Un tipo que amaneció tirado en una calle de Baltimore sin saber cómo había llegado ahí ni por qué llevaba la ropa de otra persona. Mientras tanto, Baudelaire escribía: “Como un cadáver tendido junto a otro, pensaba, al lado de aquel cuerpo vendido”, dedicado a una puta judía que le había contagiado la sífilis. Baudelaire odiaba a su padrastro e imaginó diferentes formas de asesinarlo pero no dio con ninguna. Igual lo mató muchas veces, con cada poema.Allan Poe se cogía a su sobrina de 13 años, incluso se casó con ella. Luego la muchacha se murió. Le escribió algunos poemas, algunos cuentos. Poe repugnaba a la gente,

representaba todo lo que más odiaban: una suerte de caos que se expande como una garrapata. Baudelaire escribía en un burdel. Su obra dio paso a tres escuelas de la época: simbolismo, decadentismo y el parnasianismo. Baudelaire podía haber sido militar. En ese tiempo la hombría se basaba en matarse unos a otros con elegancia. Se agradece la elegancia, claro.El buen Baudelaire conoció la obra de Allan Poe. Cada línea que tradujo del inglés al francés fue un viaje al abismo. Este pinche gringo (ha de haber pensado) lo vive en cada palabra.Pero gracias a que Baudelaire tradujo la obra de Poe, éste dejó de ser el pinche gringo y fue aceptado en el canon europeo. Si no, ¿cómo se explica que en todas las jodidas biografías mencionen el hecho de que fue traducido por Baudelaire? Como

si esto de inmediato valorizara la obra de Poe.Poe, él solito, lanzó cuatro subgéneros a la historia: policiaco, terror, ciencia ficción y fantástico. En todos ellos retrató el infierno, el mismo de Dante.A Baudelaire lo mató la sífilis. A Allan Poe la angustia de comprobar que la mayoría de sus congéneres tenían los ojos cerrados a la realidad. Únicamente Baudelaire lo entendió.Además, los dos consumían opiáceos y estaban bien prendidos del hada verde. El francés se la cogía, el gringo ardía en ella.En la actualidad, la absenta es una bebida proscrita en algunas partes, controlada en otras y desacreditada en todas. Mucha de la obra que se creó en el siglo XIX se escribió bajo sus efectos.

Un bisoño en busca de inspiración

CRONICA DE UN ESCRITORALCOHOLIZADO

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Letras: Vladimir Galindo

Ilustración: Diez4

¿Que si tengo sed de locura o que si tengo sed loca o que si mi locura es sedienta? Soy un aspirante a escritor y estudio literatura, así que me voy con la primera opción; tengo sed de locura y el alcohol es uno de los medios por los que uno puede llegar a saciar esta necesidad. Aún no me juzguen, la palabra que me define sí es dipsómano, pero no soy un borrachazo sin causa, tengo mis motivos honestos que conllevan una disciplina rígida y, por supuesto, encuentro en el beber un medio para llevar a cabo un proceso creativo. Digamos que tengo una tendencia por la escritura, la cual me agrada llevar al límite. También podemos decir que es una licencia literaria,

igual de poderosa que la licencia poética. Poe lo sabía, Capote, Lowry, Baudelaire, Hemingway, Thompson, entre otros. Es un recurso que pongo en práctica de forma perpetua, pero el día en que patea mi hígado es el sábado debido a que siempre bajo al centro de Tijuana porque allá está pleno de letras embotelladas. Dios (quienquiera que ese sea) sabe que no me quiere manejando de regreso a casa ni que mi carro caiga en las corruptas cadenas de las grúas; por eso, tomo un taxi

y bajo en la Plaza Santa Cecilia. Lo primero que observo es a los temerarios mariachis que juegan a ser toreros en medio de la calle y siempre me hacen recordar la incógnita de saber quiénes fueron los primeros en colocarse en esa esquina a ofrecer su música. Pero inmediatamente me olvido de eso por mi caminata rápida que me hace pasar al siguiente paisaje, lleno de bombillas que iluminan los restaurantes a los que entraré algún día que agarre valor. Los dejo atrás y entro al primer bar al que fui cuando llegué a esta ciudad. Sólo lo visito para pagarle mis respetos e iniciar el calentamiento con una buena Vicky de 27% más. Me siento en la barra, el mejor lugar para verme en el espejo detrás de las botellas adulteradas

y darme cuenta cuando mi vista comience a padecer de sus facultades. Además, desde ahí la televisión me queda cerca y en ocasiones ponen porno. Me tomo rápido la primer caguama y la segunda también, siempre tratando de controlar la indomable sensación de perder la noción del tiempo y verme de sorpresa en medio de una multitud repentina. Demasiados parpadeos y el lugar parece un corazón latiente que se vacía y se llena. La gente entra y sale y a veces la veo y otras

no. Los vendedores de chicles, botanas y cigarros entran uno tras otro y a ninguno me atrevo a mirarles la cara. Tal vez no me he dado cuenta y todos son el mismo sujeto que sólo mide el tiempo y espera a que te emborraches y cambies de parecer respecto a su mercancía (¿a quién le importa esta idea estúpida?). Casi siempre la necesidad de escribir algo viene después de la primer media hora de andar bebiendo, pero si no surge, uno debe irse a otro lugar, moverse. El movimiento en este tipo de ejercicio (ebrio-escritura) es tan importante para el usuario como lo es para un tiburón. Afuera, ya con un filtro más sucio en mis retinas, puedo ver mejor el panorama que comienza a lucir como una puerta

giratoria con gente yendo en todas direcciones. Veo hombres, mujeres y andrógenos. Personas saliendo y entrando; sujetos comiendo y otros vomitando; caricias grotescas, lenguas sueltas, dedos sucios y perros pepenando. Hay de todo en un breve espacio del que prefiero salir avante. Sin irme muy lejos entro un rato fugaz a uno de los bares fuera de la plaza para bailar con la musa dorada de la rockola, mientras me bebo tan sólo unos vasos de gin tónic para que mi esposa Ginebra siga contenta.

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en proceso. Me topo con infantes vendiendo flores y uno que otro pidiendo un centavo. Camino veloz para evitar a cualquier intruso. Dejo atrás a los molestos porteros de los congales que insisten en hablarme en inglés. Evito la mirada de todos. Sólo quiero llegar a beber un poco más en la barra de algún bar y maquinar la creatividad o lo que sea. No quisiera platicar con nadie a menos de que se tratase de alguna chica hermosa con la misma tenacidad por la bebida que tengo yo. Carajo, hasta mandaría

lados y eso es precisamente lo que más me interesa a mí (y la escritura, claro). Voy de esquina en esquina, de tugurio a piquero a cantina. Voy vaciando mi billetera y ahogando mi cabeza en busca de la chispa literaria; cualquier cosa que se quede en algún rincón de mi cerebro y permanezca ahí hasta el día siguiente que me pueda levantar y escribir. Pero nada relevante acontece. La calle sexta está incómodamente repleta de gente al igual que sus bares y ya estoy tan ebrio que platico con

orgasmo, es intensa y se va rápida, por eso hay que beberse hasta el alma en busca de la locura (que es donde se encuentran las verdaderas pasiones del ser), y una vez encontrada, plasmarla en la inmortalidad de la literatura para que perdure y trascienda.¡Salud!

Salgo rápido antes de convertirme en piedra y me aventuro por la vereda donde el tiempo transcurre lento, inmoderadamente lento, minuto a minuto l-e-n-t-o, en lo que observo cada una de aquellas bellas mujeres paraditas que hacen ver a Tijuana como a una verdadera Madre Teresa que abre su corazón y adopta a todas sin discriminar. Me voy flotando entre pellizcos, jalones y besos al aire; entre suspiros, respiros y chiflidos hasta que llego a la vieja, cansada y artrítica avenida Revolución con dirección a la inmadura, fresca y renovada calle sexta.Esquivo gente inconsciente y orinada en los establecimientos cerrados. También les saco la vuelta a los gringos viejos que salen de las farmacias con erecciones

a volar a Jesucristo Superestrella si tratara de sacarme plática mientras bebo, a él y a sus estúpidas farsas. Sólo quiero beber y dejar que mi cerebro y mis ojos viajen por el túnel místico de la borrachera feroz. Así que llego a la sexta, donde inmediatamente una corriente amorfa me secuestra en su vaivén despistado e incongruente. Es gente de todas las clases y razas, de todo tipo de mentalidades y tamaños, de diferentes brújulas y relojes. Me encuentro en la zona ecléctica donde caminan punkosos, greñudos locos, fresas, cremas, ebrios, junkys, cumbieros, electros, holgazanes, ninis, nerdos, payasos y a los hipsters. La variedad es grande y el ambiente diverso, pero el alcohol es el mismo en todos

alguien que no está y que nunca estuvo. La música y el parloteo se mezclan en el aire generando la melodía ruin que contamina nuestras mentes mientras muchas cosas pasan y a la vez nada. Todo es una simple repetición. Deja vu constante. Recuerdos inventados o reales. Confusión. Ebriedad. ¡Elevador abajo! Me resbalo en algún horrible baño y mis manos y ropa se mojan de orina oscurecida por la suciedad de las suelas de cientos de borrachos. Y desde ahí, en el suelo, mientras observo los pantalones en los tobillos de dos personas que fornican en el cubículo del escusado, la chispa brilla y las letras se van tecleando en la máquina de escribir de mi mente: la vida es como un

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Alejandra Del Toro

El vino, el licor, el trago y todos los demás catalizadores de frutos y cereales que alteran la percepción y que permiten al simple mortal satisfacer sus “ansias de infinitud”, como expresaría el poeta francés Charles Baudelaire, son parte de un amplio antidotario que el hombre ha utilizado, desde que vive en sociedad, para celebrar sus alegrías o calmar sus ansiedades. El alcohol como ritual, como diversión o como recurso de autoflagelación tiene una larga lista de usos y costumbres. Sin embargo, lo que nos concierne aquí es el binomio alcohol-literatura. Ya sea como motor de trabajo para algunos escritores o ingrediente imprescindible para memorables personajes de novela, la lista de libros escritos bajo sus efectos o de ilustres escritores embrutecidos por él es tan larga como la propia literatura.

Estados Unidos: la república alcohólica Todo lo que genere adicción es un aspecto central en la cultura norteamericana. La mayor influencia que el alcohol ejerció sobre la literatura no fue precisamente en Europa, sino en Estados Unidos, nación a la cual los propios europeos se referían como la república alcohólica. Desde la fundación de las trece colonias el alcohol fue motivo de preocupación para los grupos conservadores, al grado de vetarlo por un largo periodo, mas esta medida no evitó que perviviera el amor hacia el alcohol en los escritores norteamericanos del siglo XX. La mayoría de ellos siempre estuvieron convencidos de que la forma correcta de aproximarse a las musas era bebiendo con frecuencia. Para ponernos estadísticos: de los siete premios Nobel de la literatura norteamericana, cinco sucumbieron a las tentaciones del alcohol: William Faulkner, Ernest

Hemingway, John Steinbeck, Eugene O’Neill y Siclair Lewis.

La generación perdida La máxima exponente de la relación alcohol-literatura en los escritores norteamericanos del siglo XX fue, sin duda, la generación que Gertrude Stein denominaría como La Generación perdida (aunque no lo andaba tanto en las letras). Perdida por el desengaño, decepción, amargura e indignación de sus integrantes ante el espectáculo que ofrecía el país en el periodo de entreguerras, malestar que unos quisieron hacer desaparecer al abandonarlo y refugiándose en el viejo continente (París) o quedándose en él y defender sus ideales en su patria. El hecho de prohibir el alcohol en esos años sólo provocó, como con cualquier otra prohibición, el efecto contrario, y el acto de beber se convirtió en un signo de resistencia contra el puritanismo que aun prevalecía. Es con este conjunto de escritores que aparecen

ALCOHOL EN LA VIDA Y OBRA DE ALGUNOS ESCRITORESEntre la pluma y la botella

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las obras más originales publicadas entre 1920 y 1940, entre ellos Ernest Hemingway,William Faulkner y F. Scott Fitzgerald. Sus personajes proyectaban imágenes modernas para su época, donde la borrachera era sinónimo de tener “estilo” y ser cool. Su literatura está marcada tanto por las dos guerras mundiales (cada uno de ellos tuvo contacto con la guerra, unos más que otros), por la sociedad mojigata e hipócrita a la cual pertenecían y el eterno sueño americano. El alcohol jugaría un rol muy importante en sus vidas, pero más allá del mito, tendría repercusiones negativas a largo plazo en su escritura.Pero esta relación no se limitó sólo a Estados Unidos, ahí tenemos al poeta galés Dylan Thomas, quien bebía para luchar contra el tedio y la rutina (¡el horrible vicio del que hablaba Baudelaire!), y aunque en su caso su afición por el alcohol no se introdujo a su literatura, si acabó con su vida: murió

de una crisis etílica a causa de una compulsiva ingesta de 18 whiskys. Por otro lado tenemos al escritor francés Emilio Zola, cuya obra en ocasiones contó con el alcohol como personaje, como cuando presentó la brutalidad del proletariado víctima del vino y la explotación patronal en su novela Germinal.

William Faulkner“La civilización comienza con la destilación”.El hecho de haber nacido y crecido en Misisipi afectó mucho en su literatura, ya que en ella escudriña los valores y la autoridad en todos los niveles en la sociedad sureña, así como el abuso contra los negros. Su afición a la botella se vio proyectada en casi todos sus libros plagados de humo de tabaco y violencia. Nunca dejó pasar la oportunidad de destacar entre párrafo y párrafo el whisky de centeno, característico del sur de los Estados Unidos.

La mayor parte correspondió a whisky destilado ilegalmente, como se nota en su relato Cuestión de leyes: «... no estaba dispuesto a permitir que ni George Wilkins ni nadie viniera a la región en la que él había vivido durante 45 años y se pusiera a hacerle la competencia en un negocio que, desde sus comienzos, venía trabajando cuidadosa y discretamente por espacio de 20 años; desde que montó su primer alambique (...) No tenía miedo de que George lograra robarle parte de su clientela de siempre con aquella especie de bazofia para cerdos que había empezado a fabricar hacía tres meses y a la que llamaba whisky».Al escribir Absalom! Absalom!, Faulkner bebía dos o tres tragos antes de cenar (incluso llegando a cuatro o cinco cada cuantos meses), para después reemprender su costumbrita de tomarse un traguito al despertar y seguirle mañana, tarde y noche para acabar internado en una clínica. Faulkner no creía en la visión romántica

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de la bebida como medio para estimular el proceso creativo, pero su esclavitud a ella terminó por reflejarse en su posterior incapacidad de continuar con el estilo que le caracterizaba.

Ernest HemingwayUn escritor más parco y minimalista en su estilo, sus protagonistas son muchas veces violentos y embriagados ya sea por el peligro, el amor o el alcohol. Fue corresponsal de guerra y además participó en ella, tanto así que estuvo a punto de perder una pierna si no hubiera sido por la pronta intervención de una enfermera, de la cual terminó enamorándose.Este fue mucho más resistente al alcohol e incluso pensaba que si alguien era incapaz de hacerlo bien, mejor se abstuviera de hacerlo. También se la pasaba criticando a Fitzgerald de los ridículos que pasaba, junto a su esposa Zelda, a causa del alcohol. Su novela The Sun Also Rises, era para él un “libro sobre borrachos”, y en

cuanto a Paris era una fiesta, todos sus capítulos tienen referencias a algún tipo de bebida, por no decir que es el tema central de la obra. En uno de los cuentos, Hemingway refiere que cuando trabajaba en su hotel de Montmartre «guardaba una botella de kirsch que trajimos de la montaña y echaba un trago cuando se acercaba el fin de un cuento o el final de una jornada de trabajo».

F. Scott FitzgeraldFitzgerald fue el representante por antonomasia de la era del jazz, del sueño americano junto con sus ambiciones y decepciones, lo cual logró plasmar con genialidad en El gran Gatsby. Fue el dandy de este trinomio de escritores y el más alcohólico de ellos, cuyas extremas fiestas y comportamiento alocado eran la eterna burla de Hemingway. Deseoso de alcanzar el éxito literario, escribió guiones de cine (al igual que Faulkner) para ganar dinero y así quitarse

de preocupaciones económicas, sin embargo, los derroches de su extravagante esposa no ayudaban mucho. La sociedad decadente a la que plasmaba en sus obras era lamisma a la que él pertenecía. La fama de juerguista rebelde que le rodeaba contrastaba con la imagen que deseaba proyectar: la de un escritor serio y entregado a su oficio. Una vez metió su carro, a propósito, en un estanque. Escandalizaba a las personas que acababa de conocía, presentándose como “F. Scott Fitzgerald, el renombrado alcohólico”. En su obra introducía personajes novedosos, como muchachas fumando y bebiendo cokctails. En The Beautiful and Damned, Anthony Parch se convierte en alcohólico “debido a su deseo de mantener la vieja ilusión de que la verdad y la belleza están de alguna manera unidas”.Desde 1933 ya estaba declinando como escritor: fue internado dos veces ese año, otras dos en 1934 y cuatro más entre 1935 y 1936, periodo durante el cual llegaba a tomar entre 20 y 30 cervezas para poder seguir escribiendo. Murió a los 46 años, mientras trataba de retomar su carrera como escritor cinematográfico en Hollywood.El papel que juega el alcohol en el proceso creativo ha tenido distintas concepciones por autores de todas las nacionalidades, ya sea que creyeran que actuaba como un estimulante al momento de escribir, que se manifestara como un elemento trascendental en sus obras o simplemente no pudieran vivir alejados de la botella. Así, el alcohol y la literatura seguirán unidos, entregándonos obras desiguales en cuanto a calidad se refiere. En la actualidad, ser periquero o borracho no es garantía de genialidad, aunque se vale intentarlo.

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CARLOS MARTÍNES RENTERÍA: ENTRE EL LICOR Y LA NECEDADDe pronto, alguien echó a perder la fiesta

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Marco Tulio CastroFotos: Cortesía Carlos Martíneza

Lo dejó su mujer por alcohólico y por no tener dinero. Aferrado a no convertir una publicación en negocio, se dedicó a divertirse editando Generación, una revista que en noviembre, cumple 23 años en circulación.Se trata de Carlos Martínez Rentería, y lo entrevisté hace algún tiempo en Tijuana en medio de una embriaguez moderada. Moderada para él, que podía hablar y caminar.En 2008, a propósito de una entrevista sobre el 20 aniversario de Generación, dijo: Lo que más me preocupa de mi revista es hacer una tontería, ser obvios. Un número que se hizo libro fue el de alcohol y creación. En Generación han colaborado algunos de los borrachos más chingones de México. Unos ya murieron.Ahora, en esta frontera lo tengo frente a mi, agarrado del vaso de ¿ron? Sentado en la librería Grafógrafo, Martínez recuerda aquella edición que dedicó a Tijuana donde escribieron las plumillas de siempre: el Rafael Saavedra, el Heriberto Yépez, la Gabriela Martínez y así porel estilo.

—Eso te sirve, porque el nombre de Tijuana es muy rentableFíjate que sí, porque este número se agotó muy rápido, aunque finalmente las características de la revista que yo hago no tienen esa prioridad. No es una revista comercial (creo que debería serlo, ja) Digamos que de una manera necia creo que podría considerarse equivocada: pues hemos apostado por posturas y propuestas editoriales que no son comerciales.—Y Tijuana tiene siempre cosas qué contarSí, y que concentra muchas expectativas para el trabajo cultural. Por eso la edición se tituló Violencia y Creación, porque la violencia no se desasocia de una circunstancia cultural y política, aunque simultáneamente es un fenómeno que no tiene más de 20 años de esta fuerza de aglutinar experiencias y confrontaciones artísticas de vanguardia experimentación y talento de pintores, escritores y artistas en general. Se presenta como una paradoja de las condiciones inhóspitas de convivencia, del gran conflicto de ser una zona fronteriza, la migración, explotación, del mundo de las drogas.

—Pero todo esto lo tienen más ciudadesSí, sobretodo de frontera, pero más que curioso es significativo que esas fuerzas que parecieran las condiciones más inhóspitas para la creación se han convertido justamente en una fuerza cada vez más consolidada de creadores y pensadores que incluso se dan el lujo de pelearse entre ellos mismos, ja.—Qué papel juega tu revista Si yo hiciera una revista más, no creo que tuviera mucho sentido. Si revisas el panorama de publicaciones en puestos y tiendas, hay una repetición infinita de los mismos artistitas y de las mismas mentiras institucionales de un mismo juego que corresponde a una lógica de mercado. Desafiar esa lógica se convierte en un reto que a mi me parece importantísimo. No soy yo la persona indicada para defender mi proyecto, aunque tampoco no me queda de otra. ¡Lo odio!...—¿Por qué?… Estoy bromeando, pero sí tiene que ver con complicarte muchas cosas de la vida. Entre otras me abandonó mi mujer por no tener un trabajo formal, no ganas el dinero que gente de tu generación sí gana porque tiene un trabajo más formal.

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Es muy interesante escuchar a gente que dice yo tenía 15 años y conocí generación o revistas que se hicieron en Tijuana, y ese tipo de lecturas les cambió algo en sus vidas. Resulta que no era verdad que no todo estaba escrito o armado de alguna manera. De pronto alguien echó a perder la fiesta de lo que debe ser, de lo que es imposible de transgredir. Echar a perder la fiesta del poder, la fiesta institucional, de lo que debe ser la cultura.—¿Eso es bueno?Más que bueno es lo que único que le puede dar sentido a seguir aquí en este pinche país de mierda donde pareciera que no hay alternativas. Siempre van a ser los políticos del partido que sean los que condicionen lo que pasa. Donde Televisa y TV Azteca marcan los cánones de la sociedad y donde unas iglesias vuelven a la gente en zombies. Este tipo de esfuerzos es un poco idílico decirlo, pero muestran que hay otras perspectivas, esta imposible posibilidad de que este país sea diferente, ese es el pequeño y gran sentido que le doy a este tipo de publicaciones. Creo también que la equivocación es una condición de este tipo de propuestas y tratar de verlo de otra manera es el reto.

Opinión

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SÁLVESE QUIEN PUEDA

DeGeneración-No sé si en mi revista participan los mejores escritores, pero te puedo asegurar que sí tengo a los borrachos más chingones de México-leí en una entrevista que le hicieron a Carlos Martínez Rentaría, editor la Revista Generación.,-Eso es irrefutable- pensé, pues dentro del dossier de colaborados de algunos de los números reconocí los nombres de varios amigos de parranda y hermanos de copas. Días después me lo topé en el peor bar de la ciudad: El Dandy del Sur, junto con mi hermana Elm, el escritor Mauricio Bares y la comadre Nat, todos profesionales del levantamiento de tarro –y otras cosas .Horas-fiesta y mucho alcohol después el número siguiente ya estaba armado, todos los antes mencionados invitados a colaborar y celebrando caguama en mano. No mintió en su declaración. ¡Qué viva la fiesta!

Y hablando de fiestas, el concierto de Andrés Calamaro fue una perfecta celebración a la vida, al amor y a la música: un concierto que guardaré siempre en mi corazón –qué cursi- y es que el hombre a pesar de tener cincuenta años en el escenario es un vigoroso joven de veinticinco. –Es un maestro- dijo Octavio, -Es un genio- repliqué y acto seguido brinqué al escenario para confinar mi presencia en el concierto con un beso largo y profundo. Los guardias de seguridad amablemente me sacaron del escenario y terminaron con mi protagónica y ebria escena de fan desquiciada, luego su novieceta ordenó: Sacála, ché que no quiero que termine en la cama de Andrés. Me salí con una sonrisa esbozada de sien a sien, me salí con la mía. Luego, sentada en la banqueta espere a que terminara Sin Documentos la canción que cantó para mí y que yo sólo pude escuchar afuera del antiguo cine Bujazán. Terminé el Dragón Rojo, donde mis amigos festejaron conmigo mi gran hazaña, durante toda la noche me convertí en La Morra Que Besó A Calamaro. Genial, en ese momento no importaba acordarme de mi nombre.

Trago amargo, de Francisco Haghenbeck es un libro fenomenal que leí durante un viaje a valle de bravo, una combinación ideal entre drinks y literatura. Nos ofrece con maestría un recetario de los mejores cócteles del mundo haciendo antesala a una excelente novela policiaca situada en los años cincuenta, en el contexto hollywoodense y desarrollada en Puerto Vallarta. Si buscas una lectura alivianada, ésta es ideal para hacerla acompañada de una botella de tu preferencia. ¡Salud!

CINE PARA TODOS

Amy Winehouse por siempreHay algo que todo cineasta debe tener en cuenta, incluso antes de siquiera empezar a hacer cine: La fiesta. Es en los partys donde conoces a los otros cineastas (esos que tampoco hacen cine y los pocos que sí). Y a lo mejor no es tanto el party. Muchas veces apestan. Lo que sin duda hace la diferencia es el alcohol. Cerveza tras cerveza, y depende como lo veas, te vuelves más invasivo u honesto. A veces ambas cosas. A veces una es consecuencia de la otra. Entre abrazos e interferencias al espacio personal del otro, frente a frente, las ideas fluyen casi tanto como las idas al wáter.Aunque no son misterio para nadie los efectos secundarios de pistear, todos aquellos que hemos crecido con un tío mexicano lo sabemos de pies a cabeza. Para la gente creativa representa una urgencia de contar todo. Proyectos en ciernes. Proyectos sin terminar. Colaboraciones que nunca serán. Colaboraciones nacidas del cielo. Visiones, revisiones y posibles nuevas emociones. Toda la gama, en partes o completa, a domicilio, gracias al alcohol.Ser un pedo social difiere bastante de ser un briago solitario, de esos que “toman para tripear”, o incluso de hacer drogas. Cualquier realce psicotrópico que nos damos en la privacidad de la compañía imaginativa corre bajo nuestro propio riesgo, nos haga grandes o nos haga chiquitos. Ser un Straight Edge o Amy Winehouse es cosa tuya. Pero en la calle, las reglas cambian. No hay que ponerse hasta el culo para alcanzar el séptimo sentido. Si tenemos un milímetro de ambiciones vamos a ir a los parties que valen la pena. Again, no por la calidad de la pachanga, sino por la cantidad de alcohol que no nos va a costar (tanto) y por la gente. Verdad: todos los cineastas son mínimo clase-medieros que, agarrándolos de buenas, te pueden pichar una caguama.Flashback. En Tijuana hay una omnipresencia que se llama “ausencia de algo relevante”. En todos los eventos cine-relacionados de la ciudad, los pichurrientos 3 y medio que hay al año, siempre dominan las mismas personas: los conectados y los que creen que están conectándose. Y esto es hablando de los que están impresos con un logo del gobierno. Los underground nos conformamos con que vaya tu mamá y nuestros compas del Facebook y, la neta, por más hipster que se oiga, ser underground no es un cumplido. Los únicos que deben estar bajo la tierra son los muertos. Sea la que sea tu situación, al final de cada evento, de los chidos y de los no tanto, en algún salón, club, antro, bar, casa o banqueta, en cualquier rinconcito donde podamos chelear, con una rockola o un buen deejay, apretaditos en la conversación o en el danceo, respirando el oxígeno de tu sudor, borrachos hasta las agujetas, todos venimos del mismo chango. ¿Cuántas primeras impresiones no me han cambiado después de echarnos unos tarros? ¿A cuántos colegas he mandado a la verga después de lidiarlos ebrios? ¿Cuántas veces no me he enamorado? La respuesta para todas está en tu corazón.La lección es, joven cineasta, incluso antes de hacer cine, ponte a festejar como si fuera 1999..

Samantha Luna Jesús Brijandez

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Editor: Titha Romero

¿Quieres anunciar tu evento?mándalo a [email protected] sujeta a cambios sin previo aviso.Agenda

De la lectura al arte“Orgullo y Prejuicio y Zombis”, de Seth Grahame-SmithLectura de una versión ampliada de la clásica novela de Jane Austen, donde los lectores participan con su propia interpretación de la historia por medio del debate, la escritura y el dibujo.Viernes 7, 14 y 21. 5:00 p.m.Sala de Lectura, CECUTEntrada libre

Atisbos. Colectiva del taller de fotografía de la UABC, Tijuana Coordina Manuel Bojorkez Viernes 14. 7:00 p.m.Galería Álvarez Malo, Casa de la Cultura Playas Entrada libre

Carmina Burana: Un clásico contemporáneo de Ópera-BalletCon la Compañía de Danza de Baja California Viernes 14 y sábado 15. 8:00 p.m. Escalinatas de la casa de cultura AltamiraPreventa $100 m.n. Día de la función $150.00 m.n.

La Dama de NegroSala de Espectáculos, CECUTSábado 15. 7:00 y 9:30 p.m.$400.00, 300.00 y 200.00 m.n. Descuentos autorizados, sujetos a disponibilidad.

Apertura de la exposición fotográfica “Belleza Cautivante”, de Alfredo CornejoPasillos de la Delegación de la Presa. Lunes 17 Entrada libre

“Heridas de 9 pulgadas” Performance presentado por el Grupo Metamorfosis. Miércoles 19. 7:00 p.m.Galería Benjamín Serrano, Casa de la Cultura Tijuana. Entrada libre.

5ta Muestra Plástica del Taller de Arte “La Llave”Primer nivel y Galería Benjamín Serrano, Casa de la Cultura Tijuana.Viernes 21. 7:00 p.m.Entrada libre

El Collar del TigreCristóbal Jodorowsky presenta una serie de “relatos increíbles, encuentros mágicos y grandes dosis de surrealismo”, invitándonos a acompañarle en un viaje fascinante a través de los seres más asombrosos de su insólita biografía.Vestíbulo de El Cubo, CECUTViernes 21. 4:00 p.m. Entrada libre

LiteraturaI Encuentro de Círculos de LecturaConferencia y lectura en voz alta.Sala de Usos Múltiples, CECUTRegistro: 5:30 p.m.Miércoles 26. 6:00 a 8:00 p.m.Entrada libreComo parte de las actividades del Círculo de lectura del CECUT.

HamletOrquesta de Baja CaliforniaDirector musical: Eduardo García BarriosDirector escénico:Ángel NorzagaraySala de Espectáculos, CECUT

Jueves 27. 8:00 p.m.$150.00, 100.00 y 50.00 m.n.Descuentos autorizados, sujetos a disponibilidad.

El mundo del MangaVen a leer y conocer sobre los cómics japoneses.Dirigido al público en general.Sala de Lectura, CECUTViernes 28. 5:00 p.m.Entrada libre

El VampirascopioMonster Party 2011“Movies, cheve, disfraces y música”Viernes 28. 6:00 pmLa Bodega AragónAve. Negrete, entre 8va. y 9na. Zona Centro

Obra dancística “Onírica” Con el grupo Subterráneo Danza Contemporánea Dirección: Gregorio Coral Teatro, Casa de la Cultura Tijuana.Sábado 29. 8:00 p.m.Cooperación $80.00 pesos