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7/21/2019 Zuberman Jos%e9
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Hubiese sido Ramn Mercader el asesino de Trotsky, de haber consultado un analista?
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Hubiese sido Ramn Mercader el asesino de Trotsky, de haber consultado un analista?
Jos Zuberman
S, dile que s respondi Ramn Mercader a Caridad del Ro, su madre, en la ladera de la
Sierra de Guadarrama. Haba sido convocado por ella de urgencia. Ramn lleg acompaado
del perro Churro desde el batalln republicano de Madrid, y Caridad acompaada por Luis, su
hijo menor, el hermano que ms quera Ramn y por quien se senta ms querido.
Leonardo Padura, autor de la novela El hombre que amaba a los perros describe as el
encuentro: Apenas lo divis, la mujer lo envolvi con su mirada verde, ms fra que la noche
de la sierra, y Ramn record que desde el da que se reencontraron, haca ms de un ao, su
madre no le daba uno de aquellos besos hmedos que, cuando era nio, sola depositar con
precisin en la comisura de sus labios para que el sabor dulce de la saliva, con un persistente
regusto de ans, bajara hasta sus papilas y le provocara la agobiante necesidad de preservarlo
en la boca ms tiempo del que le conceda la accin de sus propias secreciones.
Lo haba citado para preguntarle si estaba dispuesto a trabajar en cosas importantes de verdad
para la causa del proletariado y la revolucin. Kotov, el jefe sovitico lo quera para algo ms
trascendente que disparar con un fusil en una trinchera llena de agua y de mierda. Para esta
misin su madre le aclara que debe renunciar a todo lo que durante siglos nos dijeron que era
importante. Para Ramn escuchar a Caridad fue or la voz del Kremlin, de la Revolucin, y
su respuesta era la que enamorara a su amada novia frica, tan combatiente como ellos y a
sus amigos de la trinchera.
Ante el s de Ramn: Caridad sonri. Tom el rostro de su hijo y, con su precisin alevosa, le
estamp un beso demorado en la comisura de los labios. Ramn percibi que la saliva de la
mujer se filtraba hacia la suya, pero no pudo encontrar el sabor del ans, ni siquiera el de la
ginebra que le entregara la ltima vez que lo haba besado: solo recibi el dulzor asqueante del
tabaco y la acidez fermentada de una mala digestin. Le aclara antes de despedirlo que esta
reunin as la llama es absolutamente secreta.
Ramn no saba qu era renunciar a todo, saba que quera servir a la causa. En los aos de
encierro, dudas y marginacin a que lo conduciran aquellas cuatro palabras, muchas veces
Ramn se empeara en el desafo de imaginar qu habra ocurrido con su vida si hubiera
dicho que no.
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Porque la tarea que por la noble causa superior se impuso lo llevara no slo a dejar su Patria
querida como a tantos, no slo a abandonar a su querida frica y a sus ms preciados y
queridos, sino tambin su mismo nombre.
En la lejana Unin Sovitica se llam Ramn Pavlovich, Soldado 13, en Pars y Mxico fue el
belga Jacques Mornard. En Nueva York y Mxico fue el canadiense Franc Jacson, y
finalmente, Jaime Ramn Lpez ya enfermo en Cuba. Despus de ser instruido por idelogos,
filsofos, psiclogos, profesores de idiomas, militares, para poder matar, aparentar cada
identidad sin claudicaciones, se le hace manifiesta la tarea a que est destinado, siempre a
favor del futuro del socialismo. A l, gran comunista hispanohablante, buen mozo abnegado y
arriesgado, la tarea asignada era asesinar al exiliado, renegado, traidor y ya anciano Trotski, de
quien crey frreamente era el aliado de Hitler para destruir la gloriosa Patria sovitica. Quien
comandara la operacin a travs de sus emisarios sera ni ms ni menos que el camarada
Stalin que lo apreciaba y calificaba.
El querer ajustarse al Ideal de servir a la histrica causa lo lleva a soportar todo tipo de
sacrificios: su novia, sus amigos, su Patria querida. Ya nos enseaba Lacan: Edificar un Otro
que encierra un goce generalmente llamado Dios, con quien vale la pena jugarse al todo o nada
el plus de goce, ese funcionamiento se llama Supery, y que la vida provisional que se
apuesta por una posibilidad de vida eterna es el a, pero que solo vale la pena si el A no est
tachado, si es todo de una sola pieza.
El atractivo de servir a la causa histrica y tener la gloria eterna no fue patrimonio exclusivo
de los sacrificios msticos. En el Seminario de la tica, Lacan afirmaba que: La dimensin de
la pastoral nunca est ausente de la civilizacin y nunca deja de ofrecerse como un recurso
ante su malestar. Lacan la llama pastoral porque as se llam cuando se presentaba a cara
descubierta, pero aclara que es la misma pastoral que aparece encubierta en la infalibilidad de
la conciencia proletaria o en la adultez del postfreudismo. Y en el final del Seminario 11
agrega que el sentido eterno del sacrificio al que difcilmente se resiste es intentar encontrar
el testimonio de ese Otro que llamo aqu el Dios oscuro. Antes haba afirmado: Sostengo
que ningn sentido de la historia, fundado en las premisas hegeliano-marxistas, es capaz de
dar cuenta de este resurgimiento mediante el cual se evidencia que son muy pocos los sujetos
que pueden no sucumbir, en una captura monstruosa ante la ofrenda de un objeto de sacrificio
a los dioses oscuros.
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Si los dioses oscuros lo llevan a sucumbir a esta captura monstruosa, hay un Dios oscuro que
no es el Invisible e Inalcanzable sino es el viviente camarada Stalin que nunca se equivoca,
que todo lo planea y cuya mirada lo alcanza en el lugar del mundo que habite.
En Pars, viviendo en muy confortables lugares, disponiendo de todo el dinero que la misin
ameritaba para el Estado sovitico, debe enamorar a una mujer norteamericana, militante del
naciente Partido, quien viajaba al Congreso de la recin creada Cuarta Internacional. Aunque
le es sealado acercarse a un grupo debe optar siguiendo la indicacin de su superior por
enamorar a la menos atractiva, a Sylvia Ageloff. Sin transigir en su papel de Jacques Mornard
la seduce cual apoltico comerciante que slo se interesa por la msica, gusto que comparten.
Embelezada porque tan joven y apuesto buen mozo pos su mirada en ella, ser justamente
Sylvia, quien enamorada lo conducir hasta la misma fortaleza de Coyoacn, donde Trotsky
estaba reducido en Ciudad de Mxico. Deba hacer el amor con los ojos cerrados, regalarle las
flores que nunca le haba llevado a su amada, llenarla de invitaciones y halagos que la
americana no poda creerse merecedora. Renuncia a su novia querida, objeto a, y debe
someterse a este degradado erotismo por la Causa.
Los ideales, el Ideal del Yo, en tanto se le permite hablarlo, logra despuntar el objeto a que
esconde. El sacrificio es renunciar a los objetos que causan al sujeto para lograr la vida eterna
o el triunfo del ideal. All el Ideal queda subsumido a la ferocidad obscena del Supery.
La evocacin que hace Lacan del Padre de los Pueblos tiene una relacin con el padre real,
agente de la castracin en tanto lo usurpa. El padre real no es ms que un efecto del lenguaje
y no tiene otro real. La nocin de Padre Real ser cientficamente insostenible en tanto es
ms una marca que alguien empricamente verificable. Ni el Padre Eterno es el pap con quien
juego o me ensea y me mantiene ni el Padrecito de los Pueblos se presta a mostrarse muy de
carne y hueso discutiendo y conversando.
El forzamiento superyoico al que se somete Ramn Mercader nos queda claro en este atractivo
tan difcil de resistir del Dios oscuro. l deba ser el ejecutor del deseo de ese Otro absoluto
con su piolet. Toda su libertad fue elegir el modo y el objeto con que matara al Renegado, al
Exiliado.
Hubiese sido posible este sacrificio slo por amor a la Causa, al Partido y al camarada Stalin?
Hay un matiz que en la novela no puedo dejar de subrayar que es el beso de Caridad del Ro,
ese condimento ertico que lo lleva a Ramn Mercader a dar el S a esa misin.
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Si vale rescatar la sntesis que implica hablar del goce del Otro, no es menos valiosa la
diferencia que hace Lacan del Supery materno como ms estragante y ms arrasante.
Hubiese sido posible ese sacrificio de Ramn Mercader sin la mediacin de ese beso
materno? Lacan define el estrago como la demanda ilimitada de amor. Como objeto en la boca
del cocodrilo pronuncia Ramn Mercader esas cuatro fatales palabras que sern su condena.
Frente a cada desliz reaparece Caridad del Ro con su beso anisado justo en la comisura para
reforzar la sentencia superyoica de que su vida es su misin. Aparece en Nueva York, en Pars,
y en Mxico es la designada para decirle que si escapa con vida, ellos tienen planeada la fuga;
si lo atrapan ser protegido slo si jams habla. Lo despide con el beso de siempre.
Tras los veinte aos de crcel mexicana, donde siempre dijo sus nombres supuestos, an frente
a torturas, comprobaciones fehacientes de cnsules sobre su nombre y nacionalidad, se
reencontrar con su mentor sovitico quien le confesar que el plan del Camarada Stalin era
que fuese la propia guardia de Trotsky quien lo matase, lo cual aseguraba su silencio. Slo
para asegurar ese silencio es que lo asistieron abogados de primer nivel, tuvo visitas y cartas,
prebendas como detenido, todas pagadas por sus mandantes. Incluso le mandaron a visitarlo a
Roquelia, una admiradora y fiel stalinista quien sera luego, ya en Mosc su esposa y madre
adoptiva de sus dos hijos.
Nunca se puedo sacar de la cabeza la insistente pregunta sobre qu hubiese pasado de no
haberle dicho a Caridad esas cuatro fatales palabras como respuesta. Su aguante y su silencio,
su fiel obediencia, le dejaron un resto que padeci tambin como un ritornelo mientras vivi:
escuchar aquel alarido de dolor, sorpresa y rabia del revolucionario asesinado y sentir sus
dientes clavados en su antebrazo para hacerle soltar el piolet manchado de sangre y masa
enceflica. La vctima herida de muerte, le salv la vida al exigirle a los guardaespaldas que
no lo golpeasen ms pues era ms importante obligarlo a hablar. Esto aliment que el grito de
horror se aferrase a sus tmpanos. De la crcel tambin le volvan los escupitajos de Sylvia en
su cara, en cada careo a que era sometido con ella.
Estos padecimientos que vuelven una y otra vez no nos son de difcil interpretacin. Pero su
pregunta nos impone una reflexin: Qu hubiese pasado si en lugar de responder esas cuatro
palabras le hubiese dicho que no a Caridad del Ro? Toda su historia a partir de que acepta esa
misin es que no debe hacerse una sola pregunta, que no debe aflorar nunca su deseo, que l
como sujeto no existe. Si Ramn Mercader se hubiese dado un espacio para preguntarse qu
quera de su vida, cul era su deseo, no sabemos cul hubiese sido su destino. Quizs hubiese
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muerto muy joven como tantos compatriotas luchando por sus ideales; quizs hubiese estado
al lado de su amada frica y de su hija Lenina que no conoci y tambin muri en la batalla
antifranquista.
La ferocidad del supery, que incita al incesto, lo llev a responder as de apresurado a su
madre, beso anisado mediante, en la ladera de la Sierra de Guadarrama, y a padecer cuanto
padeci.
No es nuestra cuestin pensar si un no de Ramn hubiese cambiado la historia. Haba millones
de creyentes en las verdades del Camarada Stalin y centenares de jvenes apuestos y buenos
mozos hispanohablantes que hubiesen estado dispuestos a ir a Mxico para esa misin.
Nos atae la cuestin del sujeto que no se dio un espacio para considerar su singular deseo. Ni
an con la Orden de Lenin y la de Hroe de la Unin Sovitica entregadas por Brezhnev y
viviendo en un bello departamento frente al Ro Moscova pudo zafar de esas alucinaciones y
torturas. Haba adquirido dos galgos rusos, que su vctima le haba recomendado y que
tambin se lo recordaban diariamente.
En sus charlas con su hermano Luis, quien ya muerto Franco pudo volver a su Barcelona, y
que tras la cada del Muro de Berln, se atreve a editar la biografa del ya fallecido Ramn,
queda claro que en el tramo final de su misin ya no crea que su tarea era la que salvara al
Socialismo. Lo que s supe es que si antes de ir a Mxico hubiese ledo los libros de Trotsky
que le en la crcel, creo que no lo hubiese matado. Pero tienes razn, yo era un cnico el da
que lo mat. En eso me habais convertido. Fui una marioneta, un infeliz que tena fe y crey
en lo que tipos como el Ruso y Caridad le dijeron. En el tramo final ya no es el joven
idealista que elige la causa antes que nada, sino que el supery le impone la renegacin de su
condicin de sujeto. Es un cnico que reniega, para matar, guarda silencio para sobrevivir
sufriendo, y tambin para contar su historia y dejarnos aprender qu ocurre cuando un sujeto
no se da un espacio para pensar qu quiere de su vida, cul es su deseo, cuando cambia sus
objetos a por la Gloria Eterna.