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UN SOLDADO HACÍA FILA PARA OCUPAR UN LUGAR EN EL CIELO. Era un soldado raso quien mientras caminaba por un sendero de penumbras, misterioso y frío, llevaba una sonrisa intensa, algo no muy usual en el purgatorio, “aquel lugar donde las almas en pena esperan con fervor el juicio que determina la condena por sus culpas, o un lugar en el cielo por sus buenas acciones”. La fila era realmente larga, pero a el no le importaba y seguía caminando, pensando en todo lo que había pasado antes de estar allí, un hombre no muy joven que caminaba delante de el con sus ojos untados de lagrimas por la tristeza que le causaba dejar todo los placeres terrenales, no podía creer lo que veía. La sonrisa de este hombre lo inquietaba, le hacia pensar en las posibles causas de su alegría, pero al ver que aquel hombre no hablaba decidió preguntarle. –dime ¿cuál es el motivo de tu alegría? a caso ¿no tienes temor de ser juzgado e ir al infierno?-. El hombre interrumpió su sonrisa y con voz alentadora respondió –por que he de estar triste si no se bien cual es la razón por la que voy a ser juzgado. No muy conforme con la respuesta aquel hombre volvió a preguntar – ¿no te da tristeza dejar a los que quieres?- el soldado fijo su mirada en el horizonte y el silencio no se hizo esperar, tomo aliento y mirándolo a los ojos le dijo: -se que te inquieta la sonrisa en mi rostro pero te voy a explicar el motivo de mi agrado-. Y le empezó a relatar mientras avanzaban en la fila todo lo que había sucedido y el motivo por el cual estaba allí. Le dijo que la noche anterior había soñado que estaba en una marcha del 20 de julio por la calle séptima en la ciudad de bogota, todo era hermoso, era su sueño reprimido, pues como se unió a las filas del ejercito las primeras semanas de julio estaba muy recluta apara hacer parte de la marcha, pero en su sueño todo era posible, estaba encabezando un pelotón de 30 hombres, con morral de campaña, un fusil y su rostro pintado de milicia, una marcha perfecta; realmente era feliz, cuan fue su orgullo al ver a su padre entre la multitud, su madre le enviaba besos desde las vallas, su hermana le sonreía; se percibía en el rostro de su familia una expresión de orgullo, como si fuese un héroe, vio gente que jamás en la vida había visto pero que también se sentían orgullosos de el y aquellas personas que había dejado de ver hace tiempo le hacían una leve reverencia, este soldado no lo podía creer era demasiado perfecto; cunado se escucho entre el bullicio de la multitud el himno nacional sintió como su alma se estremecía, sentía cosquillas en todo el cuerpo y hasta sintió que tenia ganas de llorar. Era una melodía

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UN SOLDADO HACÍA FILA PARA OCUPAR UN LUGAR EN EL CIELO.

Era un soldado raso quien mientras caminaba por un sendero de penumbras, misterioso y frío, llevaba una sonrisa intensa, algo no muy usual en el purgatorio, “aquel lugar donde las almas en pena esperan con fervor el juicio que determina la condena por sus culpas, o un lugar en el cielo por sus buenas acciones”. La fila era realmente larga, pero a el no le importaba y seguía caminando, pensando en todo lo que había pasado antes de estar allí, un hombre no muy joven que caminaba delante de el con sus ojos untados de lagrimas por la tristeza que le causaba dejar todo los placeres terrenales, no podía creer lo que veía. La sonrisa de este hombre lo inquietaba, le hacia pensar en las posibles causas de su alegría, pero al ver que aquel hombre no hablaba decidió preguntarle. –dime ¿cuál es el motivo de tu alegría? a caso ¿no tienes temor de ser juzgado e ir al infierno?-. El hombre interrumpió su sonrisa y con voz alentadora respondió –por que he de estar triste si no se bien cual es la razón por la que voy a ser juzgado. No muy conforme con la respuesta aquel hombre volvió a preguntar – ¿no te da tristeza dejar a los que quieres?- el soldado fijo su mirada en el horizonte y el silencio no se hizo esperar, tomo aliento y mirándolo a los ojos le dijo: -se que te inquieta la sonrisa en mi rostro pero te voy a explicar el motivo de mi agrado-. Y le empezó a relatar mientras avanzaban en la fila todo lo que había sucedido y el motivo por el cual estaba allí. Le dijo que la noche anterior había soñado que estaba en una marcha del 20 de julio por la calle séptima en la ciudad de bogota, todo era hermoso, era su sueño reprimido, pues como se unió a las filas del ejercito las primeras semanas de julio estaba muy recluta apara hacer parte de la marcha, pero en su sueño todo era posible, estaba encabezando un pelotón de 30 hombres, con morral de campaña, un fusil y su rostro pintado de milicia, una marcha perfecta; realmente era feliz, cuan fue su orgullo al ver a su padre entre la multitud, su madre le enviaba besos desde las vallas, su hermana le sonreía; se percibía en el rostro de su familia una expresión de orgullo, como si fuese un héroe, vio gente que jamás en la vida había visto pero que también se sentían orgullosos de el y aquellas personas que había dejado de ver hace tiempo le hacían una leve reverencia, este soldado no lo podía creer era demasiado perfecto; cunado se escucho entre el bullicio de la multitud el himno nacional sintió como su alma se estremecía, sentía cosquillas en todo el cuerpo y hasta sintió que tenia ganas de llorar. Era una melodía perfecta, todos lo entonaron y lo cantaron a todo pulmón, era la primera vez en su vida que había escuchado que entonaban tantas personas y con tanto ímpetu las notas de tan excelente himno, su emoción se hizo mas fuerte cuando vio como los aviones de la Fuerza Aérea llenaban la plaza con humo de colores alusivos a la bandera, y el caer del confetis que se esparcía por toda la calle, sintió que sus rodillas se doblaban, no aguanto mas el sentimiento y de repente sus pupila se dilataron y unas lagrimas de emoción se hicieron evidentes; era el sueño mas hermoso que había tenido en sus 19 años de vida.

No terminándolo, despertó de repente y volvió a su realidad en aquel pequeño cuarto donde dormía o esperaba el turno para patrullar por el pueblo, habían pasado 5 meses después de salir del batallón done había recibido la formación necesaria para convertirse en un soldado al servicio de la patria.

Pero ese día, aquel soldado quería que todo fuese diferente, se levanto mas temprano que de costumbre, brillo sus botas como nunca; pues si bien era evidente que al patrullar por las calles sin pavimentar no valía la pena poner tanto esfuerzo en brillarlas, a el ese día no le importo. se puso el mejor uniforme que tenía, de los que se ponía los domingos día de mercado en pueblo , limpio su fusil y salio a la formación para patrullar, no se sacaba aquel sueño de la cabeza todas y cada una de las voces de mando le recordaban ese sueño tan especial, ese día quiso encabezar ese pelotón aspiraba sentirse como en

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el sueño y caminaba sacando pecho orgulloso de si mismo, vivía en una fantasía constante, a tal punto que no se dio cuanta que piso un artefacto que le arrebato la vida, su cuerpo quedo esparcido por todos lados era una situación horripilante, pero en un abrir y cerrar de ojos estaba allí haciendo una fila muy larga, esperando ser juzgado y a la misma vez buscando el significado de su sueño, estaba alegre porque aunque no se despidió de su familia, en su fantasía vio como se sentían orgullosos de el y eso era suficiente; mientras caminaba en la fila recordó la oración patria, relacionando todo lo que le había sucedido con la frase “Morir por Defenderte”, y calló en cuenta de que era realmente lo que el había hecho por su patria, que a pesar de que fue el quien piso ese artefacto, pudo haber sido un niño inocente, una mujer embarazada o simplemente alguien que no tiene nada que ver con la guerra, allí comprendió que su misión en la tierra era salvarle la vida a otra persona aunque esto fuese a cambio de la suya, y eso le daba aliento. El hombre que le preguntaba, al oír cambio su actitud y empezó también a sentir orgulloso por su compañero de fila, entendió el significado que tiene morir por la patria, aquella que muchos quieren, que otros odian y de la que unos cuantos se alejan esperando encontrar mucho pero que no encuentran nada que se le parezca. El soldado llego a las puertas del cielo y un calor acogedor lo rodeó, y de rodillas exclamo - ¡Dios perdóname si he pecado contra tu gente o contra ti!-, una voz fuerte pero suave respondió: -¡no tengo nada que perdonarte pues tienes el cielo comprado!-.

Por:

Esteban Muñoz