trip tico

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EL PASTOR Y LA OVEJA PÉRDIDA Jesús enseñaba a las personas contándoles relatos. Un día contó la historia de un pastor que tenía cien ovejas. El pastor era muy bueno y bondadoso; mantenía a las ovejas a salvo de los animales salvajes y las cuidaba toda la noche. Un día, una de las ovejas se perdió. El pastor dejó a las 99 ovejas en un lugar seguro y fue a buscar a la que estaba perdida. Buscó en lo alto de las montañas y muy lejos en el desierto. Cuando por fin encontró la oveja, el pastor se alegró; la puso sobre sus hombros y la llevó a casa. El pastor reunió a sus amigos y les contó cómo había encontrado la oveja, y lo celebraron juntos. Jesucristo es como el pastor del relato, y nosotros somos como las ovejas. Jesús nos cuida y nos protege del peligro. No nos abandona cuando cometemos errores, y se alegra cuando nos arrepentimos y regresamos a Su evangelio. Es por eso que en las Escrituras se lo llama el Buen Pastor. EL BUEN SAMARITANO Lucas 10: 25 a 37 Un maestro de la ley le Preguntó la manera de conseguir la vida eterna. El Señor le aconsejó seguir las enseñanzas bíblicas. Y el hombre volvió a preguntar: “¿Quién es mi prójimo?” Jesús contó: “Iba un hombre de Jerusalén a Jericó, cayendo en manos de unos bandidos que le robaron, dejándolo medio muerto. Pasaron por allí un sacerdote y un levita, pero ambos tomaron el otro lado del camino. Entonces pasó un samaritano. Se acercó, curó sus heridas con aceite y se las vendó. Lo llevó a su hotel, alcanzándole unas monedas al encargado para que cuide de él” Luego Jesús le preguntó: “¿Cuál de ellos se portó como prójimo del herido?” El maestro de la ley, dijo: “El que se mostró Compasivo”. Y Jesús sentenció: “Vete y haz tú lo mismo”

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Page 1: Trip Tico

EL PASTOR Y LA OVEJA PÉRDIDA

Jesús enseñaba a las personas contándoles relatos. Un día contó la historia de un pastor que tenía cien ovejas. El pastor era muy bueno y bondadoso; mantenía a las ovejas a salvo de los animales salvajes y las cuidaba toda la noche.

Un día, una de las ovejas se perdió. El pastor dejó a las 99 ovejas en un lugar seguro y fue a buscar a la que estaba perdida. Buscó en lo alto de las montañas y muy lejos en el desierto.

Cuando por fin encontró la oveja, el pastor se alegró; la puso sobre sus hombros y la llevó a casa.

El pastor reunió a sus amigos y les contó cómo había encontrado la oveja, y lo celebraron juntos.

Jesucristo es como el pastor del relato, y nosotros somos como las ovejas. Jesús nos cuida y nos protege del peligro. No nos abandona cuando cometemos errores, y se alegra cuando nos arrepentimos y regresamos a Su evangelio. Es por eso que en las Escrituras se lo llama el Buen Pastor.

EL BUEN SAMARITANO

Lucas 10: 25 a 37

Un maestro de la ley le Preguntó la manera de conseguir la vida eterna. El Señor le aconsejó seguir las enseñanzas bíblicas. Y el hombre volvió a preguntar:

“¿Quién es mi prójimo?”

Jesús contó: “Iba un hombre de Jerusalén a Jericó, cayendo en manos de unos bandidos

que le robaron, dejándolo medio muerto. Pasaron por allí un sacerdote y un levita, pero ambos tomaron el otro lado del camino.

Entonces pasó un samaritano. Se acercó, curó sus heridas con aceite y se las vendó. Lo llevó a su hotel, alcanzándole unas monedas al encargado para que cuide de él”

Luego Jesús le preguntó: “¿Cuál de ellos se portó como prójimo del herido?”El maestro de la ley, dijo:“El que se mostró Compasivo”. Y Jesús sentenció: “Vete y haz tú lo mismo”

“Año de la Diversificación Productiva y del Fortalecimiento de la Educación”

GRADO: 2do “C”

TEMA: LAS PARABOLAS

PROFESOR:

NOBRE: VERENISE RAQUEL

APELLIDOS: REYES BENITES

2015

Page 2: Trip Tico

PRESENTACION

Yo, Verenise Reyes Benites, a continuación les presento tres parábolas donde aprenderemos un mensaje de cada uno de ellos, donde resaltan valores que debemos practicar día a día, espero que sea de su agrado personal.

Gracias

EL RICO Y LÁZARO

Evangelio según Lucas 16, 19-31

Había un hombre rico que se vestía con ropa finísima y comía regiamente todos los días. Había también un pobre, llamado Lázaro, todo cubierto de llagas, que estaba tendido a la puerta del rico. Hubiera deseado saciarse con lo que caía de la mesa del rico, y hasta los perros venían a lamerle las llagas. Pues bien, murió el pobre y fue llevado por los ángeles al cielo junto a Abraham. También murió el rico, y lo sepultaron.

Estando en el infierno, en medio de los tormentos, el rico levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham y a Lázaro con él en su regazo. Entonces gritó: «Padre Abraham, ten piedad de mí, y manda a Lázaro que moje en agua la punta de su dedo y me refresque la lengua, porque me atormentan estas llamas.»

Abraham le respondió: «Hijo, recuerda que tú recibiste tus bienes durante la vida, mientras que Lázaro recibió males. Ahora él encuentra aquí consuelo y tú, en cambio, tormentos. Además, entre ustedes y nosotros hay un abismo tremendo, de tal manera que los que quieran cruzar desde aquí hasta ustedes no

pueden hacerlo, y tampoco lo pueden hacer del lado de ustedes al nuestro.»

El otro replicó: «Entonces te ruego, padre Abraham, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, a mis cinco hermanos: que vaya a darles su testimonio para que no vengan también ellos a parar a este lugar de tormento.» Abraham le contestó: «Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen.» El rico insistió: «No lo harán, padre Abraham; pero si alguno de entre los muertos fuera donde ellos, se arrepentirían.»

Abraham le replicó: «Si no escuchan a Moisés y a los profetas, aunque resucite uno de entre los muertos, no se convencerán.»