tierra, poder politico y reforma

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  • 8/9/2019 Tierra, Poder Politico y Reforma

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    CUADERNOS TIERRA Y JUSTICIA No. 1

    TIERRA, PODER POLTICOY REFORMAS

    AGRARIA Y RURALDARO FAJARDO MONTAA

    Antroplogo, Universidad Nacional de Colombi

    ISBN 958-9262-19-8

    Daro Fajardo Montaa

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    CONTENIDO

    GUA DE LECTURA

    Parte ITIERRA Y PRODUCCIN

    1. RASGOS DEL COMPORTAMIENTO.2. REFLEJOS DE LA APERTURA Y MS3. CAMBIA LA AGRICULTURA4. DISTRIBUCIN DE LA TIERRA Y USOS5. Cultivos proscritos AL SON QUE NOS TOQUEN

    Parte IITIERRA, TERRITORIOS Y CONFLICTO ARMADO

    6. DERROTEROS E ITINERARIOS7. CONFLICTOS POR EL TERRITORIO Y PERSPECTIVA DE ORDENAMIENTO8. RACES AGRARIAS DE LA CONFRONTACIN ARMADA

    9. LA TIERRA Y EL PODER MILITAR

    Parte IIIPOLTICAS Y SOLUCIONES

    10. UN DEBATE TERRENAL

    11. VOLUNTAD POLTICA EN (IN) ACCIN12. NUEVO MARCO PARA UNA REAL SOLUCIN

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    GUA DE LECTURA

    E l cuaderno que usted tiene en sus manos muestra elproblema agrario del pas en tres partes:La primera parte se concentra en la caracterizacin delproblema en trminos econmicos y se titula Tierra yproduccin .La segunda parte se vierte hacia la caracterizacin delproblema en su dimensin poltica y se titula Tierra,territorios y conflicto armado.La tercera parte se llama Debates, polticas y soluciones yrene los trminos de las discusiones bsicas que se dan en elpas en torno a la tierra, el conjunto de medidas msimportantes con respecto a la situacin del campo y sugierecaminos de solucin a los problemas del sector rural.La pgina de contenido que antecede a esta presentacin es unmapa de estas tres partes. La primera parte se compone, comousted puede verlo, de 5 captulos. La segunda, contiene delsexto captulo al noveno y la ltima parte se forma de loscaptulos 10, 11 y 12.

    Esperamos que al final de la lectura quede usted con unavisin integral de lo que ocurre en los campos de Colombia yde lo que puede ayudar a mejorar la vida de sus habitantes ydel pas.

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    1RASGOS DEL

    COMPORTAMIENTOEn Colombia, la problemtica agraria se releg por varios aos, comoresultado de las tendencias que se impusieron desde mediados de losaos 80 en la poltica econmica de una gran mayora de pases.Recientemente, debi reconsiderrsela, dada la incidencia que tenagran nmero de factores de base rural sobre el desempeo poltico,econmico y social de la nacin y sobre sus perspectivas.

    EL MS CRUCIAL DE LOS PROBLEMAS :LA CONCENTRACIN DE LA PROPIEDAD

    Al iniciarse el nuevo milenio, Colombia se encuentra sumida en un vastoconflicto que hunde sus races en viejos problemas no resueltos. Quizs,la gran concentracin de la propiedad de la tierra sea uno de los msrelevantes pues de l se derivan unas determinadas relaciones econmicas,polticas y sociales.

    Sobre este aspecto existen informaciones no siempre coincidentes, peroque muestran la misma tendencia. Esas informaciones las registramos en loscuadros 1, 2 y 3.

    El cuadro 1 nos muestra cmo los predios muy grandes (ms de 200hectreas) que en 1996 correspondan al 2,8% del total de fincas,concentraban el 39,9 de la tierra. A la vez, las fincas ms pequeas(entre 0 y 5 hectreas), que correspondan a 46,8% del total de predios,posean slo el 3,2% de la tierra.

    El cuadro 2, que proviene de otra fuente, presenta la evolucin quetuvo entre 1984 y 1996 la distribucin de la propiedad de la tierra, entrepropietarios y fincas, segn el tamao de los predios. Como se anticip,los datos difieren con los del cuadro 1, pero muestran al igual que l laconcentracin de la propiedad de la tierra en propietarios de fincasgrandes. Adems, puede verse que es una tendencia que se afianz en elperiodo 1984 - 1996.

    Estas tendencias parecen afirmarse nuevamente en el estudiorecientemente publicado por el IGAC y Corpoca [2002], en los momentos enlos que se produce este documento. En este estudio, se presentan cifrassobre distribucin de la propiedad (cuadro 3) en rangos que han de sercompatibilizados con los datos del cuadro 2, pero ilustran en los rangosextremos (fincas menores de 3 hectreas y fincas mayores de 500 hectreas)la tendencia continuada hacia la concentracin de la propiedad.

    Si observamos a la vez los cuadros 2 y 3 vemos que en 1984, las fincasmenores de 5 hectreas que correspondan al 65,7% de los propietarios,controlaban el 5% de la superficie; en 1996, este rango representaba el66,8% y controlaba el 4,3% de la superficie. Y en 2001, las fincas menoresde 3 hectreas, pertenecientes al 57,3% de los propietarios, controlabanel 1,7% de la superficie. Entre tanto, en 1984, las fincas mayores de 500

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    hectreas correspondan al 0,5% de los propietarios y controlaban el 32,7%de la superficie; en 1996, este rango corresponda al 0,4% de lospropietarios y controlaba el 44,6% de la superficie. En el 2001, lasfincas de ms de 500 hectreas correspondan al 0,4% de los propietariosque controlaban el 61,2% de la superficie.

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    Cuadro 1

    Distribucin de las fincas, segn superficie y uso agrcolay segn tamaos 1996

    Tamao % de % de % usolas fincas la tierra agrcola

    Muy grande(ms de 200 hectreas)2,8 39,9 2,5Grande

    (50 a 200 hectreas)10,2 33,3 6,9Mediano(20 a 50 hectreas)12,8 13,8 12,7Pequeo(5 a 20 hectreas) 27,5 9,9 22,9Muy pequeo(0 a 5 hectreas) 46,8 3,2 38,6

    Fuente: Valderrama y Mondragn 1998, con base en la Encuesta Agropecuaria, DANE, 1995.

    Cuadro 2 Distribucin de la propiedad rural 1984 y 1996

    Tramos 1984 1996

    (hectreas) No. No. Superficie No. No. Superficiepredios propietarios (hectreas) predios propietarios (hectreas)[%] [%] [%] [%] [%] [%]

    500 6.845 11.136 11.612.884 7.459 11.570 22.631.747[0,4] [0,5] [32,7] [0,3] [0,4] [44,6]

    Total 1.904.746 2.431.533 35.490.910 2.410.596 3.268.816 50.710.066[100,0] [100,0] [100,0] [100,0] [100,0] [100,0]

    Fuente: Salgado y Prada [2000], a partir de Absaln Machado.

    Cuadro 3Relacin entre el rea predial rural nacional y los propietarios, segn tamao de

    predios 2001

    Tamao de Propietarios SuperficiePredio

    (hectreas) (rea predial rural registrada)

    < 3 57,3% 1,7%

    >3, 100, 500 0,4% 61,2%

    Total porcentaje100,0% 100,0%Fuente: IGAC, Corpoca [2002, volumen 4, pgina 83]

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    LA DISCUSIN : QU IMPORTANCIA TIENE LA TIERRA ?

    En torno al tema de la tierra se plantean dos debates centrales: unosobre su importancia como factor productivo y de poder. El otro, sobre sila estructura agraria es integrada o bipolar . El primer debate se abordaen seguida y en este mismo captulo se dan avances del segundo, que setratar a profundidad en el captulo 10.

    Se dice en algunos lugares que la tierra ha perdido importancia comofactor productivo y que el acceso a la misma no genera poder econmico, nipoltico; por tanto, los esfuerzos encaminados a su redistribucin seranuna inversin intil, que no lograra otra cosa que crear pobres contierra.

    En contraposicin, otro planteamiento reconoce el significadoestratgico que tienen para el desarrollo en general y para el del campo,en particular, una distribucin equitativa de la tierra, lademocratizacin del acceso a los dems recursos para la produccin, comola tecnologa y el crdito; acceso ms democrtico a los mercados, lacapacidad real de agregar valor a los bienes de origen agropecuario, desdela finca y la localidad. Reconoce tambin la importancia del equilibriocampo-ciudad en la distribucin de los beneficios del desarrollo y ademsla construccin de una institucionalidad democrtica.

    Este segundo planteamiento se basa en cifras oficiales como laspresentadas en los cuadros anteriores sobre la imparable tendencia haciala concentracin de la propiedad, el aumento de las tierras dedicadas a laganadera extensiva, la disminucin de la produccin de alimentos y laagudizacin de los desplazamientos forzados de las comunidades campesinasasentadas en los departamentos con mayor concentracin de la propiedadrural [vanse Codhes 1998, Machado 1998, Salgado 2000].

    CRISIS SEMIPERMANENTE

    Uno de los temas que han renovado la preocupacin en torno al campo y ala agricultura es su desempeo econmico a partir de comienzos de los aos90, cuando se perfila en Colombia la crisis semipermanente de laagricultura [Jaramillo 1998]. Por crisis semipermanente se entiende lafase en la que convergen tres elementos para producir un retroceso en laproduccin y en el empleo generado en el sector agropecuario,especialmente en los cultivos temporales. Esos elementos son: el manejomacroeconmico, las condiciones climticas y las tendencias de lapropiedad territorial.

    Efectivamente, segn varios analistas, entre ellos Jaramillo [1998],las causas de la crisis que se desat a partir de comienzos de los aos 90fueron la incidencia del manejo macroeconmico, en particular larevaluacin del peso, y el comportamiento climtico, que afect laagricultura a mediados de la dcada (Fenmeno del Nio). Estos factores,ciertos, convergieron, sin embargo, con las condiciones impuestas por lapropiedad territorial a la produccin agrcola y pecuaria, con el sesgofinanciero de la poltica econmica del Estado colombiano y, sin lugar adudas, con los impactos del conflicto armado.Esa crisis se evidencia en:

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    La reduccin de las reas en produccin, no concomitante con aumentosde la productividad (vase cuadro 4).

    La disminucin de la produccin. La prdida de empleos en la agricultura.En contraste, ha sido vertiginoso el incremento de las importaciones deproductos agrcolas:

    En 1997 se sembraron 3,1 millones de hectreas (de cultivos semestralesy permanentes), frente a los 3,7 millones de 1990. Los cultivos semestrales pasaron de 2,5 millones de hectreas en 1990,

    a 1,6 millones, en 1997. La reduccin de las reas sembradas en cultivos semestrales condujo a

    la prdida de 119.600 empleos. En consecuencia, las importaciones crecieron a un ritmo anual del

    26,8%: pasaron de ser el 5,5% del PIB, en 1990, a ser el 46,9%, en1997.

    En tanto, las exportaciones solamente crecieron a un ritmo anual de7,4% [Jaramillo, 1998, 17].

    La produccin tuvo un descenso sin antecedentes: de las 130 miltoneladas de algodn exportadas por Colombia en 1975, se descendi a4.707, en 1996, y a 427, en 1997 [Misin Rural 1998, 43].

    En junio del ao 2000, el pas estaba importando seis millones detoneladas de alimentos, ocho veces ms que hace una dcada [CGR2000].

    Cuadro 4 reas cultivadas 1990 y 1997. Miles de hectreas

    Cultivo 1990 1997 Crecimientoanual promedio

    (porcentaje)

    Cultivos semestrales 2.495,5 1.620,8 - 6,2

    Arroz 521,1 390,0 -4,1

    Papa 161,4 166,8 0,5

    Maz 836,9 573,4 -5,4

    Vegetales 87,6 95,8 1,3

    Algodn 200,5 61,3 -16,9

    Sorgo 273,0 102,6 -14,0

    Soya 116,2 43,5 -14,0

    Frjol 164,6 135,3 -2,8

    Trigo 56,7 23,6 -12,5

    Cebada 54,3 9,6 -24,8

    Otros cultivos semestrales 123,3 18,9 -3,5

    Cultivos permanentes 2 1.243,7 1.448,2 2,2

    Caa de azcar 114,8 168,3 5,5

    Pltano 344,8 379,1 1,4

    Caa de panela 199,6 209,9 0,7

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    Aceite de palma 89,7 145,1 6,9

    Yuca 207,3 181,8 -1,9

    Frutas 70,9 129, 8,5

    Banano 32,4 42.0 3,7

    Cacao 120,7 109,6 -1,4

    Otros cultivos permanentes 363,5 74,6 2,7Total cultivos semestrales

    ms cultivos permanentes3.739,2 3.069

    1. Ajonjol, man, tabaco rubio2. Excluye caf y flores3. Fique, yuca, pltano de exportacin, coco y tabaco negroFuente: Datos del Ministerio de Agricultura [1998], tomados de Jaramillo [1998].

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    2REFLEJOS DE LA APERTURA

    Y MSLa dcada del 90 se caracteriz por la aplicacin de las polticasde apertura. Ya iniciadas a comienzos del decenio anterior, bajo laorientacin de los centros decisorios internacionales (Fondo MonetarioInternacional, Banco Mundial, Organizacin Mundial del Comercio), seintensific su ritmo a comienzos de la dcada, durante la administracinde Csar Gaviria y se atenu un poco bajo el gobierno de Ernesto Samper[Jaramillo 1998, 12-13]. Sin embargo, cualquiera fuera el ritmo, en laexposicin de la produccin nacional a los mercados internacionales sepercibi la baja competitividad de la agricultura colombiana.

    En efecto, para entonces, la reduccin de aranceles para lasimportaciones de origen agrcola de 34% a comienzos de la dcada, a 11%en el momento crtico de la apertura (1994) hizo sentir sus efectosfrente a la oferta nacional, gravada por las deformaciones que lasrelaciones polticas y econmicas propias del pas haban impreso en laproduccin nacional. No poda ocurrir de manera diferente, pues laestructura de los costos de produccin refleja las condiciones en las queparticipan en el mercado los factores de la produccin (la tierra, latecnologa, el capital y la fuerza de trabajo) y refleja tambin elcontrol que los distintos sectores sociales tienen sobre ellos.

    As, una elevada concentracin de la propiedad territorial se traduceen una renta del suelo igualmente elevada. El acceso del pas a latecnologa agrcola de la Revolucin Verde (agroqumicos, mecanizacin)est mediado por nuestro desarrollo industrial y por los acuerdoscomerciales internacionales suscritos por el pas. Por otra parte, loscostos de los intereses reflejan el peso econmico y poltico del capitalfinanciero y, por ltimo, los costos de la mano de obra traducen tanto laoferta como las condiciones que restringen sus capacidades negociadoras.

    UN GRANO DE MUESTRA

    En el cultivo de arroz se evidencian todas esas relaciones, dada suimportancia en la dieta de los colombianos: en el pas, el consumo per cpita anual del grano es de 30 kilos y su desarrollo productivo mostrabaa mediados del pasado decenio del 80 el prctico cierre de su brechatecnolgica.

    Desde el punto de vista del rea sembrada, es el segundo de loscultivos semestrales, despus del maz, con el 24% de la superficiededicada a estos productos (cuadro 4, ao 97). Por otra parte, durante ladcada del 80 fue sin duda el cultivo que mayores avances alcanz enproductividad, con niveles cercanos a los de Estados Unidos. Sin embargo,las importaciones durante los aos 90 subieron de 0,1 millones de dlaresen 1990 a 71,7 millones de dlares en 1997 [Jaramillo 1998, 17].

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    Segn informacin recolectada por la Federacin Nacional de Arroceros,Fedearroz, la renta de la tierra en 1987 participaba con el 20% de loscostos de produccin de este cultivo. Luego esta participacin baj al15%, pues disminuy su rentabilidad durante la siguiente dcada,comportamiento que guarda relacin con las condiciones variables de losmercados, pero que lleva impreso el gravamen del monopolio de la propiedadterritorial. El cuadro 5 muestra la importancia relativa de los costos de

    la tierra en Colombia, con respecto a otros pases de la regin. En l sepuede apreciar que la renta de la tierra en el pas participa en mayorproporcin en los costos que en los dems pases comparados. Esto esparticularmente vlido en el caso de un cultivo como el arroz de riego,para el cual la disponibilidad de tierras adecuadas y dotadas deinfraestructura es limitada y en el que su propiedad ha estadotradicionalmente concentrada [Garca 2000, Machado 1998].

    En lo referente a los costos del capital, el gremio arrocero estima queel 90% del rea arrocera est sujeta a crdito y el 77% de las unidadesproductoras de arroz tienen crdito de insumos. Esta modalidad seintrodujo por iniciativa de los distribuidores de insumos y con ella segenera una transferencia a favor de las multinacionales productoras de los

    agroqumicos, que se aade a los trminos del intercambio comercial.Productos importables como la soya han jugado de igual manera en elmercado nacional. Los niveles especialmente limitados de los arancelespara la importacin de las oleaginosas no han sido obstculo para losproductores de aceites, quienes, de acuerdo con la oferta, han acudido almercado boliviano, en donde los costos de produccin, con unaparticipacin de la renta de la tierra del 1%, compiten favorablemente conlos de Colombia, en donde la participacin de este rubro est por encimadel 11% [Moscardi y otros 1994].

    Otro cultivo en torno al cual se generaron grandes expectativas fue elde palma de aceite. Su expansin ha producido desplazamientos forzados depoblacin campesina y a ella se han vinculado dirigentes gremiales y altosfuncionarios del Estado. La voluminosa demanda de los mercadosinternacionales condujo a su rpida expansin en tres frentes deproduccin: Magdalena Medio, Llanos Orientales, sur de la Costa Pacfica.

    Adems, ha llevado a los grandes productores a buscar capitales enMalasia, primer productor mundial y cuya frontera agrcola, ya devastada,no cuenta con posibilidades de expansin.

    No obstante, la perspectiva de estas inversiones se enmarca dentro dela tendencia de asignar a Colombia (como en el caso de nuestros demsproductos exportables) la produccin en los niveles primarios y cada vezmenos rentables. As lo indica la tendencia de los precios internacionalesde los aceites. Segn la Federacin Nacional de Cultivadores de Palma de

    Aceite, Fedepalma, los precios decrecieron del 24,7% al 44,6%, entre2000 y 2001 [El Palmicultor 2001] y se inscribe dentro de la tendencia delcomportamiento de los precios de los productos agrcolas en la economainternacional.

    Cuadro 5Costos comparados de la produccin de arroz por hectrea (dlares)

    Argentina Brasil Uruguay Ecuador Colombia*1999 1999 1999 1995 jul. 1999

    Tierra 73 157 78 131 202

    Maquinaria 310 249 248 213 123

    Semillas 68 60 71 47 153

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    Agroqumicos 55 65 43 82 281

    Fertilizantes 40 77 56 69 152

    Mano de obra 87 85 65 ND 89

    Agua 175 230 151 ND 33

    Impuestos 24 21 33 ND 20

    Otros 271 263 263 ND 301

    Total 1.103 1.207 1.008 846 1.354Produccin(ton/hectrea) 5,8 5,4 5,9 3,8 5,9

    Costo/tonelada 190 224 171 223 229 *La tasa aplicada para Colombia fue de 1.981,6 pesos por dlar.

    Fuente: Garca 2000

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    El concepto de compet i ii i t i ii i v i ii i dad

    La afirmacin de las tendencias y polticas orientadas hacia laliberacin de los mercados (apertura) se ha expresado en laimplantacin de varios conceptos, propuestos como objetivos y pautas. Uno de ellos es el de competitividad . Segn este concepto, losproductos que ofrecen precios ms favorables, calidades superiores yvolmenes adecuados a la demanda son capaces de capturar los mercados.Este supuesto terico entra en contradiccin con las condiciones realesde la produccin, vale decir, con las circunstancias en las que ocurrela produccin en cada uno de los pases que participan con su oferta enlos mercados.En las confrontaciones blicas y comerciales se ha visto que ladependencia de los mercados internacionales para asegurar ladisponibilidad alimentaria bsica de una nacin constituye unavulnerabilidad estratgica. Por esta razn, los pases desarrollados

    (Estados Unidos, Japn, la Unin Europea, Canad) han hecho nfasisespecial en la proteccin de su produccin alimentaria y asignanentonces grandes recursos para subsidios directos (a sus productores) eindirectos (recursos para la investigacin en ciencia y tecnologa) yfijan aranceles proteccionistas. Curiosamente, estos mismos pasescalifican como competencia desleal y dumping (abaratamientoartificial) los recursos y medidas con los que los pases dependientesapoyan su produccin y al mismo tiempo han presionado con xito paraque las naciones dependientes reduzcan la proteccin arancelaria de suproduccin.La competitividad, tal como la plantean los pases desarrollados. noreconoce la proteccin, subsidios y transferencias que ellos brindan a

    su produccin, al tiempo que exige eliminarlos a los pasesdependientes.

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    3 CAMBIA LA AGRICULTURA

    Como hemos podido apreciar, el comportamiento de la agricultura esel resultado de una serie de factores internos y externos que hanconfluido en una coyuntura en la que la produccin nacional, anteriormenteprotegida, se expone ante los mercados internacionales. Al tiempo, seevidencia la incapacidad de los dems sectores de la economa (industria,comercio, servicios) para absorber la mano de obra expulsada de laagricultura. Un efecto de todo ello es el crecimiento del desempleo en elpas, estimado en el 20,5% de la oferta laboral para comienzos de 2001 y,como consecuencia, la informalizacin del empleo que en una ciudad comoBarranquilla se estima en el 75% de la ocupacin.

    A la confluencia de los factores mencionados, a saber, la eliminacinde instrumentos de proteccin, el comportamiento de los costos deproduccin, en particular las tasas de inters y la renta del suelo, y elmanejo de las tasas de cambio, se aaden los efectos de la guerra, enparticular, los desplazamientos forzados. Esto y el descenso de larentabilidad de las actividades agrcolas parecen haber generado un cambioprofundo en la configuracin de la agricultura.

    Los componentes ms relevantes de este cambio, segn las evidencias,son: El aceleramiento de la desagriculturizacin del empleo. El aceleramiento de las migraciones internas rural-urbanas y rural-

    rural en el pas.

    La disminucin de las reas sembradas. La recomposicin de la produccin agrcola en trminos de reduccin decultivos temporales y de ampliacin de cultivos permanentes (vase enel cuadro 4 que mientras creci el rea de cultivos permanentes en2,2%, decreci la de cultivos semestrales en 6,2%).

    La expansin de la frontera agraria en un 30,2%, en el lapso de 12aos, al pasar d e 35,4 millones de hectreas en 1984 a 50,7 millones en1996 (cuadro 2) 1 1.

    La gran propiedad aument: las fincas mayores de 200 hectreas, que en1984 eran el 1,3% del total de fincas y abarcaban el 47,3% de lasuperficie agrcola pasaron a ser el 1,1% de las fincas en 1996 y a

    controlar el 55,2% de la superficie, es decir, hubo menos fincas peroms grandes. Si hacemos una comparacin con la informacin producida enel 2002 (IGAC, Corpoca) el crecimiento de gran propiedad puede verse

    1 Aunque histricamente se ha observado un aumento de la frontera agrcola,los datos que entrega el ltimo estudio del IGAC y Corpoca [2002] sugierenuna disminucin, en relacin con la informacin entregada en el cuadro 2.Este estudio seala que el rea predial rural registrada en 2001 es de47.147.680 hectreas, mientras que la superficie registrada en 1996, como seanot, es 50.710.066 hectreas.

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    as: en 1984, las fincas mayores de 500 hectreas correspondan al 0,5%de los propietarios y controlaban el 32,7% de la superficie; en 1996,este rango corresponda al 0,4% de los propietarios y controlaba el44,6% de la superficie. En el 2001, las fincas de ms de 500 hectreascorrespondan al 0,4% de los propietarios que controlaban el 61,2% dela superficie. Esto implic tambin un aumento de las reas dedicadas aganadera extensiva.

    En efecto, el cuadro 1 sugiere el hecho de que a medida que crece lasuperficie de la propiedad se dedica menos a la agricultura. Adems, seobserva que a medida que se utiliza menos en agricultura, se emplea msen pastos para ganadera.

    Al tiempo con este proceso de aumento de reas dedicadas a la ganaderahan disminuido la produccin y las exportaciones de origen agrcola yse ha incrementado la importacin de alimentos.

    HAY UNA CRECIENTE DUALIDAD?

    En torno a la tendencia hacia la concentracin de la propiedad se

    discute si la estructura agraria es un sistema bipolar o un sistemaintegrado. Se insiste en sealar, sobre la base de cifras y estudiosdisponibles, el carcter dual o bipolar de la estructura de la propiedad,que se expresa en una creciente polarizacin entre la minifundizacin ymicrominifundizacin , de un lado, y la ampliacin del control de la tierrapor la gran propiedad:

    La caracterstica bsica de la ltima dcada (1984-1996) es el avance de lagran propiedad, el deterioro de la mediana y la continua fragmentacin dela pequea, tres fenmenos acompaados de violencia, desplazamiento depobladores rurales y masacres continuas en las que fuerzas paraestataleshan ido conformando, a sangre y fuego, dominios territoriales en un procesode acumulacin de rentas institucionales al estilo de una acumulacinoriginaria [Machado 1998, 55-56].

    Esa caracterizacin bipolar implica que los dos polos actanindependientemente, o dicho de otra manera, cada uno forma parte de unaestructura.

    A esta caracterizacin se agrega el hecho de que los cambios ocurridosen la participacin de los distintos tipos de aprovechamiento de la tierra(cultivos temporales, permanentes, ganadera extensiva, etctera) muestranalgunas modificaciones en la tenencia de esta ltima. Es el caso dedistintas modalidades de arriendo y aparcera , que implican distintosniveles de participacin, arreglos entre iguales y arrendamientosinvertidos, en los que grandes empresas entran en estas relaciones con

    pequeos propietarios carentes de acceso a recursos de capital [Lastarria1998]. En algunos casos, estas circunstancias favorecen a pequeos ymedianos campesinos que se colocan en disposicin de aprovecharcondiciones locales de los mercados para insertar ventajosamente algunosproductos (frutas, verduras).

    No obstante, lo que se observa es que estos casos, aunque son reales,no parecen contradecir las tendencias centrales que afectan el conjuntodel comportamiento de la agricultura y del campo [Machado y Jaramillo] yque permiten plantear que la estructura agraria es una estructura cuyoselementos se interrelacionan y dependen unos de los otros. Con esto se

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    DISTRIBUCIN DE LA TIERRAY USOS Colombia se encuentra dentro de los pases latinoamericanos conmenor abundancia relativa de suelos arables. nicamente el 3,6% de latierra total puede incluirse dentro de los suelos mecanizables (FAO). Aesta limitacin se aade el uso inadecuado de los suelos [IGAC]. { |

    CONFLICTOS DE USOS DEL SUELO

    En Colombia, el 52% del rea nacional continental est parcial ointensamente transformado con actividades econmicas productivas yextractivas. De este porcentaje, ms del 60% presenta conflictos de uso delas tierras, es decir, un uso inadecuado, tanto por sobreutilizacin comopor subutilizacin en diferentes grados de intensidad [IGAC, Corpoca2000, volumen 4, pgina 87].

    En 1987, ao del penltimo estudio de usos del suelo [IGAC, ICA] enColombia haba 9 millones de hectreas aptas para la agricultura, pero seutilizaban para este fin nicamente 5 millones. En cambio, para laganadera haba 19 millones de hectreas aptas y se utilizaban ms de 35millones. De estas ltimas, solo 5 millones tenan pastos mejorados,

    mientras que el resto (30) se explotaban de manera extensiva.Hoy el problema es ms agudo. Las tierras con usos predominantementeagrcolas ocupan el 3,6% de la superficie total nacional, lo que indicauna disminucin considerable de esta actividad productiva en los ltimos15 aos (4,66% en 1987). Entre tanto, los usos ganaderos ocupan el 36,7%de la tierra (35,11% en 1987).

    SE RECOGEN TEMPESTADES

    La distribucin de la propiedad est acompaada por un patrn de usodel suelo que no favorece a la agricultura [Encuesta Agropecuaria del DANE1996]: como vemos en el cuadro 1, las unidades ms pequeas (menores de 5hectreas), que constituyen el 46,8% de las fincas y que al mismo tiempocontrolan solamente el 3,2% de la tierra, destinan el 38,6% de susuperficie a usos agrcolas, en tanto que las unidades mayores de 200hectreas, que corresponden al 2,8% de las fincas y controlan el 39% de latierra, solamente destinan a estos usos el 2,5% de su superficie, sin quesean evidentes diferencias en la productividad que sugieran un mejoraprovechamiento por unidad de superficie en las explotaciones mayores.

    Esta informacin ilustra simultneamente dos tipos de problemas:

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    La persistencia del patrn concentrador, contrario al afianzamientoefectivo de la mediana propiedad, la que, segn distintos analistas,proporciona las bases ms confiables para el desarrollo [Bejarano1998].

    El uso del suelo se caracteriza por la predominancia de losaprovechamientos extensivos, fundamentalmente ganaderos, en detrimento,aparentemente, de la agricultura: las fincas de mayor tamao dedican ala ganadera, principalmente a la extensiva, el 72,3% de su superficiey en ellas se localiza el 42,1% de las tierras ganaderas [Encuesta

    Agropecuaria del DANE 1996].

    Impactos

    La distribucin y uso del suelo se proyectan necesariamente en laproduccin y en el empleo z . A su vez, las tendencias de la agricultura,de los precios agrcolas y de la rentabilidad del sector se manifiestan deuna u otra manera en el uso del suelo. Precisamente, un argumento a favorde las economas campesinas es que ellas tienen mayor capacidad de generarempleo, en comparacin con la baja generacin de empleo de la agriculturamecanizada y con la an ms reducida de la ganadera extensiva.

    En el contexto de la crisis de los aos noventa y a pesar de susefectos diferenciados por regiones y cultivos, sus impactos se sintieronespecialmente en los cultivos comerciales. Distintos analistas coincidenen reconocer los efectos de la crisis en la disminucin de las superficiescultivadas y en la reduccin del empleo y de la produccin.

    En 1993, poca de profundizacin de la poltica de apertura econmica,el Producto Interno Bruto (PIB) agropecuario cay en 2%, pero lanaturaleza de la crisis fue heterognea: si se miran productos, o por susdimensiones regionales o en los factores que la generaron. Ese ao, ademsde las medidas de apertura, confluyeron otros factores, lo que dificultatrazar una relacin lineal entre las polticas de apertura y la crisis del

    sector agropecuario, como se ver a continuacin.

    A la severa y prolongada sequa iniciada a mediados del 91, seaadieron varios elementos: La cada en los precios internacionales de productos exportables y de

    los productos importables. La revaluacin de la tasa de cambio. La reduccin y el encarecimiento del crdito. La intensificacin de la violencia rural. El desmantelamiento de las entidades promotoras de desarrollo social.

    La crisis de la Caja Agraria.

    Los efectos mismos de la integracin andina. Las dificultades de algunos sectores para ajustarse a las nuevas

    polticas macroeconmicas y sectoriales. Las dificultades generadas por el ajuste en los precios relativos,

    producto de la liberacin del comercio. El deterioro en el gasto social rural. Los problemas fitosanitarios de distinta ndole, entre los que se

    destaca la broca en el caf.

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    Ms pobreza, ms brecha?

    Las informaciones en torno al diagnstico de la situacin social delcampo parecen contradecirse. De una parte se dice que los niveles de vidamejoraron entre 1990 y 1997 y de otra, que la pobreza rural aument. Esto

    puede verse a la luz de los indicadores que se toman para medir lapobreza.Las condiciones de pobreza en el campo necesariamente han recibido el

    impacto de la crisis agrcola. La disminucin de la produccin indujomigraciones hacia centros urbanos y hacia reas de colonizacin en buscade compensacin para los ingresos. Estas migraciones a su vez disminuyeronla oferta laboral para la agricultura y, en consecuencia, elevaron lossalarios, correlaciones que sustentaran la disminucin de la poblacin encondiciones de pobreza y miseria. Colateralmente, el incremento de lasinversiones pblicas en servicios para las reas rurales apoyara estatendencia analizada por Jaramillo [1998, 25-27]:

    A pesar del pobre desempeo global del sector agropecuario, los niveles devida mejoraron significativamente para buena parte de la poblacin ruralentre 1990 y 1997. El grueso de la poblacin experiment ingresoscrecientes, con mayores ganancias para las familias ms pobres. Los efectosde las cadas en la produccin de cultivos semestrales se compensaronampliamente con la mayor demanda de trabajo en cultivos permanentes,actividades rurales no agrcolas y oportunidades de trabajo en el sectorurbano. Las mejoras en los niveles de bienestar de la poblacin ruralparecen estar relacionadas con el auge de los mercados laborales urbanos,la expansin de cultivos no transables, el aumento de oportunidades deempleo en el sector rural de servicios y el fuerte incremento en el gastopor parte de las entidades territoriales [27].

    En contraste con las anteriores apreciaciones, se observa que en elperodo 1990-1993, la diferencia entre los ingresos reales per cpita delsector rural y del sector urbano se ampli a 36 puntos porcentuales. Estabrecha es la mayor que se ha registrado en Colombia en las ltimas cuatrodcadas. En 1950, el ingreso urbano per cpita fue tres veces mayor que elrural; en 1977, la relacin haba disminuido a 1,7 veces y en 1993 seincrement a 3,5 veces. En trminos de la pobreza rural medida poringresos, el porcentaje de personas pobres en las zonas rurales aumententre 1990 y 1994 del 67%, al 72%.

    En el primer caso, las mediciones sobre la pobreza se sustentan enindicadores de gasto pblico y, por tanto, en un incremento de lacobertura de los servicios que atienden necesidades bsicas. En el

    segundo, sin embargo, se destaca como rasgo dominante la persistencia decondiciones de pobreza ms amplias y acentuadas que las de los mediosurbanos, en trminos del ingreso de los individuos y de los hogares y delacceso a los servicios pblicos [May 1995].

    Esta imagen de una brecha social, que se sostiene en el tiempo y seampla en el espacio, adems de tener ocurrencia en Latinoamrica[Figueroa 1996], es un componente comn en los pases en procesos demodernizacin [Huntington 1968]. Sin embargo, en Colombia se asocia conlos fenmenos que han facilitado el arraigo de la violencia y de la

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    narcoeconoma, que reducen sin duda las posibilidades de supervivencia delmodelo poltico y social vigente.

    Abusos sobre la tierra

    Uno de los problemas que a menudo se presenta en la agricultura, es la

    utilizacin de las tierras en aquello para lo cual no tienen vocacin,o su utilizacin en actividades, por encima de su capacidad deproduccin. En ambos casos se producen desequilibrios negativos, que semanifiestan en bajos rendimientos econmicos y en un deterioroprogresivo de los recursos suelos y aguas, que repercuten en el hombre,usuario de ellos.La constante presin que ejerce el hombre sobre las tierras hadesencadenado una serie de usos inadecuados que han llevado a ladegradacin de extensas reas en el territorio nacional; de igualmanera, el desequilibrio en la distribucin de las tierras, ha obligadoal hombre a utilizar los suelos de ladera en forma desordenada y pocoplanificada, esto trae consigo aumentos progresivos en los procesoserosivos que, en casos extremos, conducen a la degradacin de lastierras.

    IGAC, Corpoca 2000, volumen 3, pgina 15

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    Dominan los pastos Las tierras en pastos presentan una superficie de 41.669.796 hectreas,que corresponden al 36,7% del rea del pas. De este porcentaje, el 26%es de pastos naturalizados o introducidos, con o sin rboles y congrado variable de manejo de la cobertura; el restante 10,7% estrepresentado por las gramneas y otras herbceas de la vegetacinnatural y seminatural de sabanas. El rea cubierta por pastos ydedicada actualmente a actividades ganaderas de diversa intensidad ypropsito aument, desplazando reas agrcolas y forestales en todaslas regiones naturales de Colombia.

    IGAC, Corpoca 2002, volumen 2, pgina 82

    El 22% de las tierras en pastos naturales y/o naturalizados, selocalizan en zonas con vocacin agrcola, especialmente para cultivossemipermanentes y permanentes semiintensivos y cultivos transitoriosintensivos y semiintensivos, con lo cual se confirma la subutilizacinde estas tierras. El 55.3% de tierras con esta cobertura se halla enzonas agroecolgicas recomendadas prioritariamente para usos forestalesde proteccin y proteccin produccin, verificndose as lasobreutilizacin en grado moderado a severo.Casi la mitad del rea cubierta con pastos manejados en el pas, (47%del rea reportada), se ubica en las mejores tierras con vocacinagrcola, subutilizndolas ligera a moderadamente. El 28% del rea sehalla bien sea en tierras con las mismas coberturas recomendadas parausos forestales y de conservacin de los recursos hdricos, o entierras para usos agroforestales; ello representa sobreutilizacin engrados moderados a severos.

    IGAC, Corpoca 2002, volumen 4, pgina 76

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    5Cultivos proscritos

    AL SON QUE NOS TOQUENEl desarrollo de las actividades aso ciadas con el narcotrfico,desde la produccin y procesamiento de los psicotrpicos, hasta lasarticulaciones de los narcotraficantes con diferentes medios del poderpoltico, econmico y militar, ha tenido gran incidencia en la vidanacional desde mediados de la pasada dcada del 70. Inicialmente, esasactividades tuvieron efectos sobre algunos entornos locales, pero luegocreci su radio de influencia, en la medida en que se ampliaron la

    produccin y las ganancias.Se conoce ampliamente que la implantacin de los cultivos proscritos se

    inici a finales de los aos setenta con la marihuana, en zonas de laCosta Atlntica, particularmente en la baja Guajira, la Sierra Nevada deSanta Marta y Urab. Luego, la produccin se extendi en algunaslocalidades del Meta.

    A la marihuana siguieron los cultivos de coca, en los aos ochenta ynoventa y, en este ltimo perodo, comenzaron los de amapola. Lainformacin ms reciente asigna aproximadamente 130 mil hectreas a lasplantaciones de coca, 10 a 12 mil, a la amapola y 8 a 10 mil, a lamarihuana. Todos los cultivos estn diseminados por la casi totalidad delos departamentos del pas [El Tiempo junio 17, 2001

    Algunos estudiosos agudos de la problemtica de las drogas en la Regin Andina [De Rementera 2000] enmarcan la expansin del narcotrfico en latendencia recesiva de los precios de los productos exportables de origenagrcola [vase Ocampo y Perry 1995, grfica 2.3]. Aducen que por esatendencia recesiva, los pequeos y medianos productores, en especialcampesinos, han tenido que competir, limitados como estn para acceder alas tierras y a las tecnologas de ms elevada productividad y carentes desubsidios, con las exportaciones agrcolas de los pases centrales. Porsupuesto, sus resultados han sido ruinosos. En estas condiciones, la nicaposibilidad de reducir prdidas ha sido incorporar la produccin de loscultivos proscritos.

    La produccin, el procesamiento y el comercio afectaron directamente aregiones marginales de difcil acceso para las autoridades. All, losnarcotraficantes construyeron redes de poder con participacin de lasautoridades y de distintos sectores de las comunidades locales. Parteimportante de estas redes de poder fueron algunas inversiones funcionalescon las actividades ilcitas, entre ellas, la adquisicin de tierras, laganadera y otras explotaciones, que actuaron como fachadas y mecanismosde lavado de activos.

    SE FORTALECEN LOS TERRATENIENTES

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    Por otra parte, frente a los estrechos marcos que ha ofrecido el pasen su economa y en sus sistemas de representacin poltica, el rpido yvoluminoso enriquecimiento derivado del narcotrfico signific un velozascenso en los niveles de consumo y de poder poltico para algunossectores asociados con esa actividad. No obstante, en el transcurso deunos pocos aos fueron cooptados por el poder tradicional, particularmenteen el caso del poder terrateniente, que result beneficiado al reforzar

    sus mecanismos de dominacin con los recursos del narcotrfico.Varios analistas sealan la convergencia ocurrida a partir de los aos80 de la tendencia hacia la concentracin de la propiedad agraria con laampliacin de las inversiones de los capitales del narcotrfico comoprocedimiento para el lavado de activos. Estas inversiones se tradujeronocasionalmente en la modernizacin de algunas actividades, por ejemplo,algunos hatos ganaderos o agroindustrias frutcolas en el Valle del Cauca,ingenuamente consideradas por algunos como modelo de gestin en eldesarrollo agrcola colombiano. La tendencia generada por el ingreso deestos recursos fue el reforzamiento de la concentracin de la propiedad ydel autoritarismo, expresin de la imposicin del latifundio como relacinsocial.

    De acuerdo con las cifras comentadas, este afianzamiento del control dela propiedad territorial reforz las tendencias preexistentes: incidinegativamente en el comportamiento de la produccin y del empleo, afectla estructura de los costos de produccin y limit la competitividadnacional frente a ofertas protegidas o construidas con menores costos.

    Estas tendencias parecen afirmarse con la informacin publicada por elIGAC y Corpoca en el ao 2002 y comentada al principio de este captulo(cuadro 3 y grfica 1). Esta tendencia hacia la concentracin de lapropiedad territorial puede estar afectando la produccin si se mantienela correlacin negativa ya comentada segn la cual a mayor tamao de lospredios corresponde una menor dedicacin a usos agrcolas y que parecieracomprobarse con los actuales volmenes de importacin de alimentos que nomuestran disminucin con respecto a los registrados a finales de los 90[CGR 2000].

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    6DERROTEROS E ITINERARIOS

    Las caractersticas del desarrollo histrico, econmico y polticode nuestro pas no se han traducido en un proyecto estratgico de largoalcance en la ocupacin del territorio , como los que han orientado laconstruccin territorial en pases como Estados Unidos, Mxico, Brasil o

    Argentina. Entre nosotros, la ocupacin de los espacios nacionales haderivado de las formas de apropiacin privada de los espacios, resultado,en un principio, de la administracin colonial espaola y, posteriormente,del enajenamiento que hiciera el dbil Estado republicano a favor de lossectores ms poderosos de la sociedad de entonces. Eso es lo quepredomina, aunque hay tambin algunas excepciones regionales, como la queorient la Carretera al mar de los antioqueos, o la de los proyectos delgeneral Rafael Reyes en la Amazona.

    Con este teln de fondo queremos ahora presentar una hiptesis generalsobre lo que ha determinado la ocupacin territorial en el pas, o dichode otro modo, sobre las relaciones poblacin-territorio (vase tambin elcaptulo 10).

    La hiptesis surge de una interpretacin de las migraciones internasque ocurren en Colombia desde los pasados aos 50 y est por desarrollarsede manera sistemtica. Incluye varios fenmenos que confluyen: laconcentracin de la propiedad rural, el desplazamiento forzado y laexplotacin del trabajo. Esa confluencia de fenmenos se asocia con otroscomportamientos de la economa, especialmente con el de los mercadoslaborales.

    HACIA UNA LEY DE POBLAMIENTO

    La hiptesis es la siguiente: los sectores dominantes del pas, losdueos de grandes extensiones de tierra, en su afn por garantizar lapresencia de trabajadores rurales para sus propiedades (campesinosmestizos, afrodescendientes e indgenas), en un territorio de granmagnitud como el que hay en Colombia, han optado por restringir a la

    poblacin el acceso a la tierra y a los mercados . A causa de dicha restriccin, las reas tradicionales de asentamientos

    campesinos, limitadas para expandirse segn las necesidades delcrecimiento de las familias, se han afectado por la microminifundizacin ,es decir, por la subdivisin cada vez mayor de las parcelas, a lo que sesuman otros efectos como la prdida de suelos, aguas y biodiversidad,derivadas de la precariedad de las tecnologas aplicadas en esosasentamientos y la falta de produccin y empleo surgida por la expansindel latifundio. Todo ello genera una gran inestabilidad en las comunidadesrurales y las fuerza bien a recomponerse como campesinos en las reas decolonizacin, bien a constituirse en mano de obra itinerante en mercadoslaborales circulares (campo-ciudad).

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    Esa inestabilidad de la gente del campo y sus necesidades de empleo nose resuelven en las explotaciones agrcolas comerciales por laestacionalidad de la demanda de trabajadores. El rumbo entonces tiene pornorte los mercados laborales urbanos, crecientemente informalizados, locual ampla su sobreexplotacin. Para los sectores sociales afectados porestas condiciones, una alternativa al desempleo y a la sobreexplotacin esel retorno al campo, la bsqueda de empleo en las reas rurales de

    frontera (colonizaciones, economas extractivas, cultivos proscritos). Supresencia y trabajo valorizan estos territorios.La suerte de los colonos est lejos de ganar estabilidad, el latifundio

    vuelve a expandirse sobre la base de arrebatarles sus tierras, valorizadascon su esfuerzo, lo que les impide apropiarse de este valor. La situacinlos obliga a continuar en los ciclos migratorios.

    Estos ciclos ocurren en cada una de las grandes regiones pero con loscambios en la economa y la ampliacin del conflicto armado lasmigraciones se extienden al conjunto del territorio nacional.

    Razn y utilidad de la hiptesis

    Estas tendencias de la dinmica de la frontera en el pas, similares aotros casos en la historia agraria [Binswanger y otros 1994], contemplanentonces la expansin del control monoplico de la tierra como va paraforzar a colonos, jornaleros sin tierra y otros pequeos campesinos aofrecer su fuerza de trabajo a las grandes explotaciones, en la medida enque estn excluidos del acceso a tierras de mejor calidad. En Colombiaesos elementos se conjugan con una industrializacin cada vez masdebilitada, con la informalizacin y la precarizacin del empleo.

    Estos procesos guardan estrecha relacin con la ampliacin delconflicto armado y, en general, con la disolucin social del pas. Poresta razn, al explorar polticas y estrategias encaminadas a la solucinde sus causas de fondo ha de tenerse en cuenta la construccin de nuevasrelaciones campo-ciudad que permitan estabilizar a la poblaciones ruralesen condiciones que satisfagan sus derechos fundamentales, susrequerimientos bsicos de empleo e ingresos y sus expectativas polticas yculturales.

    Una consideracin insoslayable es la claridad sobre el papel que juegala persistencia y expansin del poder territorial del latifundio como razde los desplazamientos forzados: su funcin en el acaparamiento deespacios estratgicos, en el cerco a las economas campesinas asociado ala persistencia de una economa especulativa. Consecuentemente, susuperacin slo se alcanzar liquidando el poder poltico asociado a laconcentracin de la propiedad, garantizando al mismo tiempo laterritorializacin de las comunidades campesinas, de afrodescendientes eindgenas, a travs de un reordenamiento social territorial y polticoefectivo, encaminado a la racionalizacin de la ocupacin y uso delespacio y el respecto a los derechos humanos y al patrimonio de lascomunidades, generalmente las vctimas ms comunes del desarraigo forzado.

    La comprobacin de la hiptesis desarrollada permitir profundizar laspropuestas para las polticas y decisiones que permitan la estabilizacinde la poblacin, la definicin de una poltica de tierras y desarrollorural y la proteccin efectiva de ecosistemas y recursos naturalesestratgicos.

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    EL PAPEL DE LAS CONCESIONES

    En esa lnea predominante se inscribe la poltica de concesiones delEstado, ya desde la segunda mitad del siglo diecinueve. En esa poca,forzado por la necesidad de construir algunas vas de comunicacin, elgobierno entreg extensos territorios en concesiones a particulares, loque, al tiempo que materializ su incapacidad para valorar estosterritorios, gener vastos conflictos con los colonos, ocupantes de factoque viabilizaban la construccin del territorio y del mercado. Adems,fortaleci con ello la implantacin del latifundio como forma dedominacin.

    En los casos de las concesiones, los procesos de enajenacin delterritorio que hace el propio Estado y la asignacin a particulares noestabilizan los asentamientos. Por el contrario, la ampliacin de lafrontera agrcola revela ms la fragilidad del Estado que su fortaleza enla funcin territorial.

    I NCIDENCIA DE LOS MERCADOS EXTERNOS

    Tanto en la poltica de concesiones como en la ampliacin de lafrontera agrcola han incidido de manera determinante y, prcticamentedesde sus principios, los mercados externos: durante el perodo colonialespaol, la bsqueda de los veneros aurferos y de las minas de plataconfigur buena parte de los distritos de la administracin territorial.Luego del agotamiento de estos recursos ocurrieron los ciclos de lasquinas, el ail, el tabaco, la ganadera (en la Costa Atlntica), el caf,el caucho, la tagua, las pieles, el petrleo y, finalmente, los cultivosproscritos, como dinamizadores de las sucesivas ampliaciones de lafrontera agrcola.

    LA ELEVADA CONCENTRACIN En la retaguardia de esta dinmica han actuado los patrones histricos

    de tenencia de la tierra y los efectos del modelo de desarrollo acogidopor las dirigencias nacionales.

    La tenencia de la tierra en el pas se caracteriza, definitivamente,por una elevada concentracin de la propiedad [Rincn 1997, Heath &Deininger 1997, Machado 1998]: los expertos del Banco Mundial sealan queentre 1960 y 1988 el coeficiente de Gini solamente se desplaz de 0,86 a0,84, tendencia confirmada por la Encuesta Agropecuaria de 1995 [DANE1996] y que Rincn concluye se increment de 0,85 en 1984 a 0,88 en 1996.

    A su vez, esta tendencia se ha conjugado con un modesto desarrolloproductivo, centrado fundamentalmente en la mediana y la pequea propiedad[Mesa 1990].

    Por otra parte, las condiciones de la poltica macroeconmica para laproduccin agrcola y la produccin pecuaria, en particular, las tasas deinters y cambiarias y en conjunto la sobreproteccin brindada por elEstado al sector financiero, han confluido con la concentracin de lapropiedad y las consiguientes rentas monoplicas de la tierra. Eso hagenerado una agricultura no competitiva, desligada de sistemas eficientesde procesamiento agroindustrial y comercializacin.

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    Con la tendencia a la concentracin de la propiedad y las polticasmacroeconmicas, las posibilidades de reasignacin de recursos a otrossectores productivos de la poblacin se han hecho particularmentelimitadas y traumticas. Esa poblacin ha sido expulsada del campo, talcomo lo recomendara Lauchlin Currie a comienzos de los aos cincuenta, poresas condiciones y por las formas de violencia asociadas a ellas. De loanterior son dicientes las cifras actuales sobre desplazados del campo por

    los conflictos armados. El resultado ha sido el incremento de lainformalidad y la pobreza urbana, dentro de un panorama de extendidodesempleo de carcter estructural [Lpez y otros 2000].

    TENDENCIAS DEMOGRFICAS

    En este contexto, marcado por la reconocida debilidad del Estado, esfcil comprender las tendencias demogrficas de la rurala colombiana, enlas que se distinguen dos aspectos: La continuidad de las migraciones campo-ciudad en las reas centrales

    del pas.

    La ampliacin de los procesos colonizadores de las tierras bajasclidas de nuestros bosques hmedos (Amazonia, andn Pacfico, Vallemedio del Magdalena, Urab).El afianzamiento de la concentracin de la propiedad territorial rural

    ha ocurrido con fuerza particular en las tierras de mejor vocacinagrcola y pecuaria, aun cuando no exclusivamente en ellas, como lodemuestra la Encuesta Agropecuaria mencionada

    Al margen de estos espacios han quedado otros territorios (relictos delos pramos y el grueso de los bosques tropicales), que al tiempo queconstituyen santuarios de biodiversidad, por la configuracin de sussuelos y sus caractersticas climticas, no ofrecen atractivos para laproduccin agrcola o pecuaria dentro de los patrones tecnolgicosdominantes. Se convierten as en reas marginales propicias para elasentamiento de las poblaciones expulsadas del interior de la fronteraagrcola, en correspondencia con tendencias claramente reconocidas en elmundo, de los procesos que han conducido a conflictos econmicos ypolticos derivados de la concentracin de la propiedad rural y laexclusin de los pequeos campesinos del acceso a la tierra [Binswanger1993].

    ALGUNOS HORIZONTES

    El desorden caracterstico de la ocupacin del territorio nacional fue,como ya se seal, el resultado de ausencias de Estado, de vacos en lajerarquizacin de los componentes del espacio nacional, de la carencia depolticas y orientaciones para el poblamiento, la formacin de losasentamientos humanos y el acceso a la tierra. El resultado ha sido,adems del profundo deterioro ambiental y de la ampliacin de la pobreza,el surgimiento de condiciones que ponen en jaque el modelo social,econmico y poltico vigente.

    De otra parte, la Carta poltica reconoce la creciente demanda de lascomunidades por incidir en la gestin del Estado, del territorio y delpatrimonio ambiental. De esa manera, queda en el pasado la pretensin de

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    ordenar la casa desde arriba, de imponer un ordenamiento del espacionacional desde la cpula del Estado central, pretensin que demostr concreces su plena inoperancia.

    No obstante, el propsito central de la sociedad en su conjunto, dealcanzar un desarrollo sostenible en trminos ambientales, econmicos ypolticos, solamente podr ser viable con una gestin participativa perotambin tcnicamente orientada. Es ac en donde se abren las demandas para

    desarrollar mtodos participativos y eficientes de ocupacin yorganizacin del territorio.Las colonizaciones de la frontera agraria en el pas se han orientado

    por la necesidad de resolver las formas de subsistencia ms que por lacapacidad del Estado de apoyar procesos de asentamiento que requierenapoyo y gua para conformar modos racionales y acertados en el usufructodel suelo y de los recursos naturales.

    Como ya se advirti, las tendencias en la ocupacin del territoriomarchan en contrava de una verdadera poltica de poblamiento comoinstrumento que permita estimular o desestimular la ocupacin dedeterminados espacios por medio de la asignacin de recursos parainfraestructura y produccin, apoyos fiscales, etc. Se penaliza el uso de

    determinados recursos o el simple asentamiento. Es evidente la ausencia deun proyecto sostenido de ocupacin y manejo del espacio nacional en el quese exprese la valoracin y conocimiento de nuestros propios recursos.

    RACES DEL CONFLICTO ARMADO

    Al lado de lo anterior se ha materializado un agudo conflicto armadocon races histricas. Los oponentes en esta confrontacin han podidoalinear, por distintas razones, a la poblacin rural y actan dentro deescenarios de guerra cada vez ms extendidos. Son escenarios agravados porel narcotrfico y que gradualmente permean medios urbanos afectados por la

    marginalizacin propia del modelo de sociedad establecido. A propsito,los analistas del conflicto armado en Colombia consideran con pesimismolas capacidades actuales de la sociedad colombiana y de su Estado paraalcanzar una pronta solucin a la confrontacin [Bejarano 1995, Rangel1996].

    No sobra advertir que estos y otros autores no desestiman los efectospositivos que en ese sentido tendra una poltica de Estado de largoalcance, que trascienda las limitaciones de las iniciativas propias decada administracin. Una poltica dirigida a incorporar al campo en unproyecto de desarrollo con democracia.

    Esta poltica de Estado habra de contar con instrumentos jurdicos yde poltica que puedan aplicarse en espacios geogrficos estratgicos ycon propsitos de impacto duradero en la organizacin econmica, social ypoltica del pas. Sera indispensable contar, como parte de esa poltica,con una reforma agraria dentro de los marcos del ordenamiento territorial(reforma rural) capaz de asumir la bsqueda de soluciones a los problemasque han dado lugar a los conflictos armados, que se consideran de manerasumaria a continuacin.

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    Hitos y trabas en elordenamiento territorial

    Catherine LeGrand [1988] muestra que el ordenamiento territorial siempre ha rondado los momentos fundacionales de la Nacin: el Decretode Tierras, del Libertador, que tienen fecha del 20 de mayo de 1820; laley 200 de 1936, cuando se intent echar las bases de la reformamodernizadora de Lpez Pumarejo; la ley 135 de 1961, que acompa alproyecto del Frente Nacional; la ley 160 de 1994, pretendida intrpretede los cambios planteados por la Constitucin de 1991.No obstante, las fuerzas econmicas y polticas dispuestas a preservarel status quo han conseguido desde entonces preservar la gran propiedadagraria. A ellas se suman hoy ncleos de narcotraficantes y sustestaferros, convertidos en uno de los grandes poderes terratenientes.Tambin se aaden las empresas multinacionales, que dirigen susintereses hacia algunas agroindustrias (palma africana, plantacionesforestales) o hacia grandes proyectos viales y energticos afincados enel control de tierras y territorios.

    Sociedad Burila: el atropello de unaconcesin

    Una vasta regin vallecaucana limtrofe con Caldas por el Quindo,habitada por 30.000 campesinos-colonos adems de poblados comoCaicedonia sufra una despiadada ofensiva de la firma usurpadora detierras conocida con el nombre notarial de Sociedad de Burila. Loscampesinos-colonos eran despojados en masa de sus cultivos, quemadossus ranchos y arrojados a los campos por la polica y el ejrcito Aeste enorme problema se le poda mirar por dos frentes: 1. Comprar latierra a los usurpadores, ya valorizada por el trabajo, que era lo quequeran los grandes seores de la firma y que muy pocos podran hacerloa causa de su pobreza. 2. Presentar resistencia colectiva contra losdespojos, gestionar la revisin del ttulo de la que se presuma ilegalSociedad Burila y la justa adjudicacin de las tierras a suscultivadores, poseedores de buena fe [Torres 1978, 795].Naturalmente, acogimos el segundo frente. Denunciamos pblicamente elbrutal atropello de que estaban siendo vctimas los pequeosagricultores. Organizamos grupos de resistencia. Agitamos en general elproblema de las tierras en Colombia y al mismo tiempo investigamos elttulo de la Sociedad Burila, expedido el 25 de abril de 1840 enPopayn y pudimos establecer que era fraudulento. A base de estas yotras investigaciones realizadas por abogados amigos de la CON[Confederacin Obrera Nacional], la Seccin Campesina dirigi unmemorial a la Cmara de representantes, en el cual se hablaba ademsdel caso de Burila y de otros, de una necesaria reforma agrarianacional.

    Ignacio Torres Giraldo 1978, 795.

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    COEFICIENTE DE GINI

    Indicador que oscila entre dos valores: 0 y 1 y seala el grado de concentracin de la propiedad o el grado concentracin del ingreso. Si hay mucha concentracin, el valor se acerca a 1. Si hay poca concentracin, tiende Decir que el coeficiente de Gini en concentracin de la tierra oscila entre 0,84 y 0,88 quiere decir que est m

    cercano a 1, es decir que hay una alta concentracin de la propiedad. Y si adems solo oscila entre esos valores,significa que la tendencia se mantiene.

    Los megaproyectos y El Pacfico colombianoLos grandes proyectos de infraestructura, viales y energticos, y losproyectos de extraccin de recursos naturales se conocen entre nosotroscomo megaproyectos . As se describa la problemtica del Pacficocolombiano asociada con ellos en 1995:Se sienten en El Pacfico cambios acelerados [] que estntransformando paulatinamente el mapa social, poltico y ecolgicoregional. Entre los factores sobre los que parece necesario llamar laatencinpor los peligros que entraan para la sobrevivencia de lascomunidades indgenas y afrocolombianasvale la pena sealar lossiguientes. El crecimiento econmico del pas en un contexto de neoliberalismo y

    de apertura econmica, que ha generado en la regin nuevas ycrecientes demandas de recursos naturales, especialmente maderas yoro, ocasionando una mayor presin econmica y social sobre losterritorios indgenas, ricos en estos recursos.

    La inversin pblica que le da prioridad a la construccin de obrasde infraestructura econmica con el fin de permitirle al pas unmejor acceso a la Cuenca Internacional del Pacfico [] Muchas deestas obras afectan directamente los territorios indgenas y []pueden llegar a favorecer procesos de colonizacin sobre frgileszonas [].

    La honda crisis social y poltica y las crecientes expectativasgeneradas por el nuevo ordenamiento constitucional []. [EnriqueSnchez 1995, 41].

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    7CONFLICTOS POR EL

    TERRITORIO Y PERSPECTIVA DEORDENAMIENTO

    De algunos aos a esta parte, la ten dencia hacia la concentracinde la propiedad territorial apoyada en la violencia ha ampliado suespectro al control de territorios de valor estratgico. Ahora se pretendeadems del control de la tierra, el de las aguas y otros recursos:

    mineros, reas para futuros desarrollos viales y energticos(megaproyectos). De eso son evidencia los desplazamientos generados en lasreas de influencia de la represa de Urr ante la expectativa de laconstruccin del canal Atrato-Truand; la irrupcin de los desplazamientosviolentos en el Urab chocoano y otros eventos similares.

    Otro tanto ha ocurrido con territorios de significado estratgico-militar y, en ltimas, geopoltico, como los del sur de Crdoba (Nudo deParamillo), sur del Tolima (Rioblanco) y alto Putumayo.

    Estas tendencias, en las que poblaciones enteras resultan profundamenteafectadas por la prdida de sus territorios ocurren cuando convergen sobreel pas distintos procesos que favorecen la formacin de la concienciaambiental y el reconocimiento de los derechos territoriales de las

    comunidades.

    EN MEDIO DE EXPRESIONES CIVILES

    Desde principios de la pasada dcada del 90 comenzaron a escucharse enel pas demandas en torno a los problemas ambientales y a la necesidad deimpulsar polticas y acciones sobre manejo racional y sostenible de losrecursos naturales. Sus promotores han sido sectores internacionales ynacionales de origen muy variado (entidades ambientalistas estatales,organizaciones no gubernamentales, agencias financieras).

    Esta convergencia, ocurrida prcticamente en todos los pases, puso enevidencia la magnitud de la crisis ambiental colombiana, asociada con

    varios factores: Los patrones de consumo. La concentracin de la propiedad de la tierra. La prevalencia de tecnologas depredadoras con los suelos, las aguas,

    los bosques y todos los dems recursos renovables y no renovables.Puso tambin en evidencia las demandas de diferentes comunidades,

    sensibilizadas por el deterioro de su hbitat y conscientes de sus propiasresponsabilidades y de las correspondientes al Estado y al resto de lasociedad.

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    I NCIDENCIA EN LA CONSTITUCIN NACIONAL

    Este conjunto de manifestaciones logr expresarse en la Constitucin yen la legislacin ambiental derivada de ella, que contempla componentespolticos novedosos con respecto a la filosofa y al cuerpo de normasexistentes con anterioridad. ~

    La exposicin de motivos de la ley 99 de 1993 destaca la profundidad dela crisis ambiental que afronta el pas, pero plantea otros aspectosquizs ms reveladores que ese: Propone con amplitud el significado estratgico de los recursos

    naturales. Da cabida al concepto poltico de la participacin de los ciudadanos en

    la toda la gestin pblica, incluida la del medio ambiente.

    Reconoce el valor de la diversidad regional, cultural y biolgica quecaracteriza a la Nacin.

    LA SOCIEDAD Y EL TERRITORIO

    Estos elementos constitutivos de la Carta fundamental abren mayoresposibilidades de eficacia a las normas ambientales, en la medida en queconcilian las funciones del Estado con la realidad del pas. Como seexpone a continuacin, la complejidad de las articulaciones entre lasociedad y su territorio es mayor que la de aquellas que ligan al Estadocon la sociedad, pues las relaciones generadas en el proceso de ocupacindel territorio traducen todas las particularidades de nuestro desarrollohistrico, que son en general las siguientes: Una gran heterogeneidad ecolgica y cultural. Economas dbiles, sustentadas en ciclos de corta y mediana duracin. Frgiles desarrollos de la sociedad civil. Un Estado caracterizado por muy bajas capacidades para proteger los

    espacios fsicos y polticos del inters pblico.Frente a estas condiciones, la bsqueda de un tipo de sociedad capaz de

    garantizar la sostenibilidad de su base ambiental hace indispensable elreconocimiento de las comunidades como agentes capaces de resolver, con elapoyo del Estado, la gestin de sus territorios y recursos productivos.

    La existencia de normas y polticas ambientales, apoyadas en unaconciencia social creciente de la necesidad de un manejo racional de losrecursos, constituye una base apropiada para producir cambiossignificativos en este campo. A nivel de la produccin agrcola y pecuariase han ampliado las exigencias en el manejo ambiental y el aprestamientode capacidades para atender este manejo.

    Sin embargo, la magnitud de los avances en la racionalizacin delmanejo de los recursos naturales, en la responsabilizacin ciudadana entorno a esta gestin de los mismos y en resultados concretos de aplicacin

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    de estas normas ha sido particularmente magra. No parece suficiente conque el Estado y la sociedad hayan ganado en conciencia .

    LMITES QUE PONE LA ESTRUCTURA

    As es. No obstante los avances en estas materias, el carcterestructural de los factores que inciden en esta crisis hace muy lenta sumodificacin o remocin. Es el caso de la concentracin de la propiedad dela tierra. Esta concentracin impide la ampliacin de los espaciosproductivos a las economas minifundistas, genera mayores presiones sobresuelos sobreexplotados con tecnologas depredadoras y fuerza eldesplazamiento de las poblaciones excedentes hacia las fronterasagrarias, ya localizadas en reas de bajo potencial productivo y en lasque se han extendido los actuales procesos de colonizacin, tanto en lastierras bajas clidas como en tierras altas marginales.

    Los colonos, estimulados por la necesidad de encontrar posibilidades deresolver las urgencias econmicas, o por la necesidad de proteger la vidamisma, no han encontrado en el Estado al interlocutor que requieren. Son

    parte de comunidades dbiles y carentes de medios para afrontar laexigente empresa de construir nuevos asentamientos en medios adversos alas formas tradicionales de ocupacin del espacio en nuestro pas. Elresultado ha sido la ampliacin de la pobreza rural, el deterioro deextensos territorios de la frontera agrcola y la expansin de muchos delos conflictos que hoy caracterizan a la sociedad colombiana [Fajardo yotros 1998].

    COLONIZACIN COMO ESTABLECIMIENTO

    El tema de las colonizaciones corresponde, esencialmente, a la

    ocupacin del espacio y ms especficamente, al establecimiento en reasdeterminadas de asentamientos con nuevos sistemas de poblamiento. Alhablar de establecimiento se hace referencia a un proceso de algunaduracin, durante el que se desarrollan actividades dirigidas aposibilitar la subsistencia de un colectivo humano a partir delaprovechamiento de recursos disponibles en ese espacio. Tales actividadesse cumplen sobre la base de la existencia efectiva de los recursosdisponibles, cuyo aprovechamiento requiere del conocimiento de suexistencia, de sus atributos y de las formas de utilizacin y del acceso aellos.

    La ocupacin de espacios dentro de la dinmica colonizadora tiene otras

    implicaciones.Desde los lugares de origen

    De una parte, resulta del desplazamiento de las poblaciones que accedena ellos, a partir de sus lugares de origen, motivados por razones dedistinta ndole: El agotamiento de los recursos que garantizaban su existencia

    previamente.

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    El crecimiento demogrfico que desborda la capacidad de su espacionativo para sustentar a los nuevos miembros.

    Las presiones efectivas de otras comunidades para apropiar los recursosque sustentaban a la poblacin original.

    Hacia las tierras marginales

    De otra parte, el afianzamiento de la concentracin de la propiedadterritorial rural ha ocurrido con fuerza particular en las tierras demejor vocacin agrcola y pecuaria, aun cuando no exclusivamente en ellas(vase Encuesta Nacional Agropecuaria). Al margen de estos espacios hanquedado otros territorios (relictos de los pramos y el grueso de losbosques tropicales), que al tiempo que constituyen santuarios debiodiversidad, por la configuracin de sus suelos y sus caractersticasclimticas, no ofrecen atractivos para la produccin agrcola o pecuariadentro de los patrones tecnolgicos dominantes.

    Esos otros territorios se convierten entonces, como se dijo antes, enlas reas marginales propicias para el asentamiento de las poblacionesexpulsadas del interior de la frontera agrcola. Con ello se siguentendencias claramente reconocidas a nivel mundial, de los procesos que hanconducido a conflictos econmicos y polticos derivados de laconcentracin de la propiedad rural y la exclusin de los pequeoscampesinos del acceso a la tierra.

    En otros trminos, las colonizaciones campesinas tienden a dirigirsehacia espacios que, por sus caractersticas edafolgicas (de suelo) yclimticas, han generado amplios contenidos de especies biolgicas, altiempo que presentan limitada potencialidad para las prcticas agrcolas ypecuarias dominantes.

    Elementos del ordenamiento

    Confluyen en este cuadro dos grandes componentes de un ordenamientoterritorial: La valoracin de los territorios y sus recursos, resultante de la

    difusin, en muchos sectores de la sociedad, de conocimientos yapreciaciones prcticamente universales, sobre la biodiversidad y laurgencia de su conservacin.

    El surgimiento de condiciones polticas que, eventualmente, puedenfacilitar acuerdos entre los pobladores y el Estado en torno a laorganizacin del territorio y al manejo de sus recursos.

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    8RACES AGRARIAS DE LA

    CONFRONTACIN ARMADALa ampliacin de las confrontaciones blicas en el pas hagenerado, entre otros efectos y como una reaccin positiva,manifestaciones de distintos sectores de la sociedad, dirigidas a renovaresfuerzos en la bsqueda de soluciones negociadas a la guerra, para llegara una paz sostenible. Estas expresiones se producen cuando la extensin delos conflictos reduce espacialmente la gobernabilidad, debilita lasinstituciones y pone en riesgo la propia soberana nacional. ~

    GUERRA POR TERRITORIOS Y DESPLAZAMIENTOS La expansin de los escenarios de los conflictos y su profundizacin

    los plantea en la actualidad de manera mucho ms clara como competenciasblicas en torno a territorios. Eso ha conducido a generalizar losdesplazamientos de las poblaciones afectadas. Algunos estudios recienteshablan de cerca de 2 millones 600 mil personas expulsadas por causa de laviolencia ejercida contra ellas durante los ltimos 17 aos [ObservatorioCodhes].

    Los desplazamientos por la violencia son un fenmeno de vieja data enColombia. Durante los conflictos desarrollados entre fines de los pasadosaos 40 y mediados de los 60, la guerra civil de entonces motiv una parte

    importante de las migraciones campo-ciudad. Al mismo tiempo, la eviccinforzada de habitantes de varias regiones del pas dinamiz la aceleradaampliacin de la frontera agrcola producida a partir de los aos sesenta.

    Sin embargo, los desplazamientos que ocurren en la actualidad llaman laatencin de la sociedad nacional y de entidades pblicas y privadas deotros pases por su magnitud. Una magnitud asociada necesariamente con elempobrecimiento de esta poblacin y con prdidas en la produccin y en losesfuerzos sociales representados en infraestructuras, desarrolloinstitucional y otras modalidades del patrimonio pblico y privado.

    POLTICAS ANTE LAS DEMANDAS

    El asentamiento masivo de desplazados en nuevas localidades planteanuevas exigencias en generacin de empleo y financiacin de vivienda yservicios en estos lugares, con lo que se agravan las deficienciaspreexistentes. Como lo sealan las cifras y diagnsticos disponibles, laampliacin de las distintas manifestaciones de violencia ocurre tanto enescenarios urbanos, como en escenarios rurales, pero la magnitud de laguerra puede apreciarse de manera ms evidente en el campo. Al mismotiempo, los conflictos que se expresan en los medios citadinos tienen su

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    origen en procesos propios de estos medios, pero tambin se derivan deltraslado de conflictos rurales hacia las ciudades.

    Desde principios de la dcada del 90, los sectores dirigentes del pasy los planificadores de sus orientaciones, con algunos matices,consideraron superados los problemas agrarios manifiestos en las dcadasanteriores. Dentro de la lgica de asignar los recursos segn demandasactivas configuraron patrones presupuestales que redujeron sensiblemente

    la inversin pblica en el campo [Perfetti y Guerra 1994], al tiempo quese redujo la proteccin ejercida previamente sobre la produccin agrcola.Este fenmeno no ocurri de manera exclusiva en Colombia: ha tenido lugarde manera generalizada [Banco Mundial 1997], pero las connotaciones ennuestro pas son particularmente crticas como agravantes de conflictos yaexistentes.

    El ejercicio de polticas para la apertura comercial puso en relieveseveros problemas estructurales del campo colombiano, entre ellos, losasociados con la concentracin de la propiedad rural. Frente a ella, lareforma agraria planteada desde 1961 result inocua [Machado 1987,Binswanger y otros 1993] y, por el contrario, a travs de masivastitulaciones de baldos, facilit la replicacin de los patrones

    latifundistas en las reas en donde se expandi la frontera agrcola, sinpermitir, prcticamente como norma, la estabilizacin de las economascampesinas y su evolucin empresarial, supuesto mvil, entonces comoahora, de las leyes de reforma agraria.

    Las tendencias preexistentes de concentracin de la propiedadterritorial se afianzaron particularmente en las reas de recienteincorporacin a la frontera agrcola a partir de dos circunstancias: El desarrollo de la narcoeconoma y las estrategias de lavado de

    activos asociadas a ella. La prctica consuetudinaria de liquidar a las organizaciones campesinas

    y a los opositores, utilizada como mecanismo de hegemonizacin poltica(vase Encuesta Agropecuaria de 1995, DANE 1996].

    Estas tendencias han activado los conflictos de creciente magnitudreseados anteriormente. Frente a ello, es urgente contar con unapropuesta de paz de largo alcance, concebida en trminos de una polticade Estado, que trascienda los lmites de una administracin.

    PERSPECTIVAS

    Al advertirse repetidamente el carcter estructural de los conflictosagrarios [Varios 1996] y las profundas relaciones existentes entre estosconflictos y el conjunto de la crisis nacional, surgen dos planteamientos: La necesidad de construir relaciones de equidad en el campo y reconocer

    el papel de una reforma agraria efectiva para este propsito [Machado1998, Gmez 2001].

    La relevancia central de superar los conflictos del campo, enparticular los asociados con el reparto agrario y la modernizacin desus estructuras productivas y polticas, para solucionar la crisisnacional.Estas reflexiones introducen un componente poltico y altamente

    conflictivo del rgimen de propiedad agrario: su relacin con el poder

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    militar, que cuenta con profundas races histricas, reforzadas enescenarios ms recientes de la historia nacional.

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    9 LA TIERRA Y EL PODER MILITAR Una observacin persistente frente a la sociologa polticacolombiana es el profundo desconocimiento del pas sobre sus Fuerzas

    Armadas y el marginamiento que caracteriza a esta institucin en elconjunto de la Nacin.

    Al examinar la formacin de los ejrcitos en Venezuela y la NuevaGranada durante la guerra de Independencia, un agudo analista de lahistoria nacional, Fernando Guilln Martnez, destac que en el primero,por las circunstancias polticas y sociales,

    se fue formando un espritu de cuerpo, claro y preciso en los cuadros de laoficialidad e hizo de la carrera de las armas una profesin regimentada,lgicamente ordenada por ascensos sucesivos, a pesar del desorden y de la

    improvisacin que inevitablemente ocasionaba o impona la propia batallapoltica [Guilln 1979, 297].

    En la Nueva Granada se form este espritu de cuerpo, pero alservicio de intereses de grupo y no, como en el caso de Venezuela, alservicio de la Nacin. Los generales hacendados alcanzaron un pesopoltico determinante en la alta oficialidad y, aliados con los demsmiembros de la lite, se orientaron a debilitar el ejrcito que formBolvar como herramienta para la emancipacin y la construccin denaciones libres e independientes, capaces de producir un equilibriopoltico frente a los grandes centros del poder internacional.

    El proyecto poltico de los hacendados de la Nueva Granada se orient

    hacia el fortalecimiento de los poderes regionales, en desmedro de losgrmenes de un poder central y de su expresin militar. Esta orientacin,sumada a la debilidad fiscal del Estado, condujo al manejo de los baldosnacionales como fuente de ingresos fiscales y como recompensa militar.Esto contribuy a la formacin econmica, poltica y social del latifundiorepublicano.

    La oposicin de la lite neogranadina a la formacin de un ejrcitoprofesional fue entonces un rasgo de la historia poltica del pas en elsiglo diecinueve. Inicialmente se tradujo en oposicin al Libertador, algeneral Rafael Urdaneta y a la oficialidad venezolana, para afianzarse mstarde, con la derrota de los artesanos y de su adalid, el general JosMara Melo, en 1854. A finales del siglo, la correlacin de las fuerzaseconmicas y polticas del pas configur un nuevo momento fundacional.Su expresin fue la Constitucin de 1886 y su signo poltico, elautoritarismo, claves dentro de las que se cre el Ejrcito Nacional.

    A partir de la conformacin regular del Ejrcito, el reclutamiento desu oficialidad ha ocurrido principalmente entre las capas medias deprovincia, caracterizadas por su peculiar tradicionalismo poltico,religioso y cultural, que ha facilitado el reforzamiento de los nexosentre terratenientes y militares: los jvenes oficiales destacados, almando de unidades locales, en particular a partir de la violencia de losaos cincuenta, han sido atrados sistemticamente por los terratenientes

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    mediante compaas y facilidades para adquirir tierras y ganados, con elnico fin de garantizar la proteccin militar. Los vnculos as creadosexplican la formacin de una nueva capa de exgenerales hacendados,elemento esencial de la constelacin latifundiaria, caracterstica enregiones como el Magdalena Medio, el Meta y Caquet.

    DOCTRINA CUMPLIDA Esta situacin poltica interior, en la que las lealtades del Ejrcito

    continuaban comprometidas con los poderes regionales, confluy con eldesarrollo de la Doctrina de la Seguridad Nacional de Estados Unidos, quedesdibuj los objetivos de los ejrcitos como defensores de lanacionalidad y los suplant por la defensa a ultranza de los interesesestadounidenses. De ese modo, las Fuerzas armadas se convirtieron enejrcito de ocupacin de su propio pas.

    La Doctrina de la Seguridad Nacional de los Estados Unidos incorporlas experiencias de las guerras contrainsurgentes de Argelia, Indochina yotros pases y dentro de ellas abri espacio a la formacin de grupos

    especiales, encargados de la guerra sucia. El ejrcito colombiano adopta profundidad esta doctrina y tradujo en ella la propia experienciaconstruida durante los aos de la llamada primera violencia , con lospjaros y chulavitas, embriones de los futuros paramilitares (vase ElTerrorismo de Estado en Colombia , Bruselas, 1992).

    LAS LITES OPTAN

    Opuestas de manera violenta y reiterada a una reforma agraria efectiva,las lites colombianas, dieron como nicas alternativas a los campesinossin tierras, contratos de aparcera o colonizaciones en regiones

    marginales. A su vez, la crisis de la agricultura condujo a generar enestas ltimas el escenario obligado para implantar los cultivosproscritos, precisamente a finales de la dcada del pacto de Chicoral(aos 70).

    Los grandes narcotraficantes encontraron as una poblacin forzada aproducir los cultivos proscritos como nica alternativa de ingresos. Aella se le oblig por medio del terror a trabajar o a entregar a bajosprecios su produccin. En estas condiciones, la guerrilla entr a mediar afavor de los colonos, su base social, a travs de impuestos sobre lacompra de la base de coca y el ltex.

    As se definieron nuevos campos de confrontacin, en los que lasfuerzas institucionales entraron a apoyar a los narcotraficantes en las

    zonas de produccin de sus cultivos y adems en todos los escenarios de lavida del pas: desde los reinados de belleza y el Parlamento, hasta en lasoperaciones militares, en su planificacin, organizacin y ejecucin.

    En sntesis, el desarrollo de esta poltica, aplicada adems paraapoyar la expansin del control de tierras y territorios, como se dijoanteriormente, tiene races en las viejas relaciones de los hacendados conlas instituciones armadas del Estado. Esas relaciones se preservan, en uncontinuum que se extiende desde los enfrentamientos de los hacendados concolonos y agregados en la dcada de 1920, la formacin y operacin de losgrupos parapoliciales durante la Violencia (pjaros) en el decenio de

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    1950 y la cadena del paramilitarismo, actuante desde la dcada del 80hasta hoy, animada por las alianzas estratgicas con losnarcotraficantes [Betancurt y Garca 1990].

    De lo anterior se desprende el porqu de tan obstinada resistencia del estamento militar a cualquier posibilidad de cambio en el rgimen agrario y ms an a una reforma agrariademocrtica.

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    10UN DEBATE TERRENAL

    En torno a la tierra se presentan hoy dos debates centrales: unogira alrededor de su valor , de su importancia como factor productivo ycomo factor de poder. El otro debate se refiere al carcter de laestructura agraria: se discute si es un sistema bipolar o un sistemaintegrado (constelacin). Los trminos del primer debate se examinaronen el primer captulo. Tambin all se abord rpidamente el segundodebate, que ahora se retoma con ms amplitud.

    UNA BASE ESTRUCTURALISTA

    Los planteamientos tericos que han servido de fundamento a las

    propuestas de poltica tienen una base ideolgica. En particular, lasposiciones estructuralistas sirvieron de apoyo a la formulacin de laspolticas de reforma agraria y de los postulados neoliberales que hoyexcluyen el tratamiento de la tierra como factor de poder asociado con elcomportamiento del sector. z

    Tambin en este cuaderno se elige una mirada estructuralista. Sustentanuestra escogencia la percepcin de las tendencias que contina ofreciendola estructura de la propiedad, el comportamiento que paralelamente sigueel sector y los procesos polticos colaterales asociados directamente conla guerra.

    Evidentemente, la propuesta estructuralista se plante al advertirse lanecesidad de producir cambios estructurales en el ordenamiento econmico y

    social de los pases que entraban en procesos de industrializacin, cuyoslogros fueron variados y que en nuestro caso tuvieron una ocurrenciadiscreta. Hoy subsiste un viejo y agravado problema en nuevos contextos,ante lo que ser necesario asumir soluciones que confronten los obstculosy sus implicaciones actuales. Como lo sealan distintos autores, se tratade un problema an no resuelto, cuyos alcances continan gravitando y sehacen ms perceptibles en una economa abierta.

    UNA CONSTELACIN SOCIAL

    Segn esas correlaciones, se considera pertinente la construccin

    terica elaborada por Antonio Garca sobre el latifundio como constelacinsocial . De acuerdo con esa construccin, no existen latifundios sinoestructuras latifundistas , que funcionan como sistemas de economa y depoder articulados con la organizacin poltica del Estado, el sistemanacional de mercado y las estructuras de transferencia intersectorial derecursos tecnolgicos y financieros [Garca, 1973, 65]. Esta propuestapermite aproximarse a las vinculaciones innegables entre el monopolio dela propiedad territorial, la ampliacin del conflicto armado y laprofundizacin de la crisis agraria.

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    Absaln Machado [1998] caracteriza la estructura agraria colombianacomo bimodal o bipolar , es decir, constituida por un polo de granpropiedad y otro polo opuesto centrado en las pequeas unidades, polos quetiene cada uno su propia dinmica. En oposicin a esta caracterizacin, lahiptesis de la constelacin permite comprender las interrelacionesfuncionales y dinmicas entre uno y otro polo. Dicho de otra manera, envirtud de esas interrelaciones, es la concentracin de la propiedad la que

    impide que una poblacin rural creciente en trminos absolutos [Valderramay Mondragn 1998] se estabilice como pequea productora en el marco de laeconoma campesina.

    Una constelacin dinmica

    La dinmica que se imprime es la siguiente: a partir de laconcentracin de la propiedad, la poblacin rural tiene limitadasdisponibilidades tecnolgicas y por tanto ejerce sobre los suelos y losdems recursos naturales una gran presin. Esa presin causa su deterioro

    y por lo tanto su fragmentacin y la prdida gradual de su potencialproductivo. Esa poblacin rural, cuya fuerza de trabajo resultaexcedentaria en la unidad de produccin familiar, participa en variosmercados laborales, que se resumen en dos: El de las fincas campesinas que demandan mano de obra para algunas

    labores (preparacin de la tierra para siembras y cosechas). El de la agricultura empresarial, que demanda igualmente para las

    cosechas y labores varias en los mercados urbanos menos calificados.No obstante, el limitado crecimiento econmico impide estabilizar esta

    articulacin laboral. Las alternativas que se encuentran son entonces laocupacin informal y el regreso a algunas actividades agrcolas como lasque surgieron desde finales de la dcada del 70 con la produccin y

    procesamiento de los cultivos proscritos y que acompaan la ampliacin dela frontera agraria.

    Como se ver ms adelante, esta circulacin de la poblacin ruralcolombiana tiende a ocurrir preferencialmente dentro cada uno de losgrandes espacios regionales del pas: Norte-Nororiente. Centro-Centroriente. Norte-Occidente. Sur-Suroccidente. Suroriente.

    En ellos se reproduce la estructura econmica bsica constituida por:

    reas de minifundio, en donde se reproduce y desborda la poblacin. reas de agricultura comercial, en donde ocurre su enganche temporal. Epicentros urbanos, hacia donde se dirigen excedentes de poblacin para

    vincularse a la economa informal. reas de latifundio ganadero, que junto con algunas de las destinadas a

    la agricultura comercial encarnan la tendencia a la concentracin de lapropiedad.

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    reas de expansin de la frontera agraria (colonizacin), objeto devalorizacin por el trabajo campesino y que luego son apropiadas dentrode la misma tendencia hacia la concentracin.

    Espacios regionales y dinmicas

    La estructura econmica bsica de las regiones del pas (formacionessocioespaciales) contempla entonces en su interior una gran heterogeneidadeconmica, soc