derrida politico

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    D e i {RIDA POLTICO

    J a c q u e s

    C a t e r in a R e s P a t r ic io P e a l v e r

    M n ic a C r a g n o l in i

    E v e

    n a P a u l a P e n c h a s z a d e h E mm a n u e l B i s e t

    C o mp il a d o r e s

    iciRE M a rc C r p o n P a tr ic e V erm eren

    imone R e ga zz on i C a r lo s C o n tr e r a s)mez C r is tin a de P e r e tti L a u r a L le v a d o t

    3 I N L udue a R om andin i G a br ie l a B a lc a r c e

    G a l ia z o S e b a s ti n C h u n C la u d io V liz

    EDICIONES COUHUE

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    Derrida poltico /Jacques Rancire... [et. al.] ; compilado por Ana PaulaPenchaszadeh y Em manuel Biset. - Ia. ed. - Buenos Aires : Colihue , 2013.288 p. ; 23x16 cm.- (Colihue Universidad)

    ISBN 978-950-563-419-4

    1. Filosofia. 2. Ensayo. I. Biset, Emmanuel (comp.). II. Penchaszadeh, AnaPaula (comp.).

    CDD 190

    Diseo de tapa: Alejandra Getino

    Ilustracin de tapa: Sibila Gowland

    Cet ouvrage, publi dans le cadre du Programme d'aide la publication Victoria Ocampo,a bnfici du soutien de l Institut franais d'Argentine.

    Esta obra, publicada en el marco del Programa de ayuda a la publicacin Victoria Ocampo,cuenta con el apoyo del Institut franais d Argentine.

    Todos los derechos reservados.

    Esta publ icacin no puede s er reproducida , to ta l o parc ia lmente , n i regis t rada

    en, o t ransm it ida por, un s is tem a de recuperacin de inform acin, en n inguna

    forma ni por n ingn medio , sea mecnico , fo toqumico, e lect rnico , m agnt ico ,

    e lect ropt ico , po r fo tocopia o cualquier o t ro , s in perm iso previo p or escri to de la

    editorial.Solo se autoriza la reproduccin de la tapa, contratapa, pgina de legales e ndice,

    com pletos , de la presente obra exclusivamente para f ines promoc ionales o deregistro bibliogrfico.

    Ediciones C olihue S.R.L.

    Av. Daz Vlez 5125(C1405DCG) Buenos Aires - A [email protected]

    ISBN 978-950-563-419-4

    LA FOTOCOPIAMATA AL LIBRO

    Y ES UN DELITO

    He cho el dep osito qu e m arca la ley 11.723IMPRESO EN LA ARGEN TINA - PRINTED IN ARGENTINA

    http://www.colihue.com.ar/mailto:[email protected]:[email protected]://www.colihue.com.ar/
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    DERRIDA POLITICO

    E m m a n u e l B i s e t - A n a Pa u l a P e n c h a s z a d e h *

    1.De un tiempo a esta parte la cuestin poltica en los textos dejacques Derrida

    parece trazar el cam ino obligado de las lectu ras. Eso que genricam ente llamam ospoltica parece atravesar no solo los textos del autor en su ltima dcada, sinotam bin su recepcin. La publicacin de sus sem inarios no parece sino confirm aresta tendencia. Sin emb argo, estas afirmaciones generales despiertan un a serie decuestiones: dnde localizar la poltica en su pensamiento? existe un eje o variosejes que nos permitan atravesar esta preocupacin? en todos sus textos se esbozauna poltica? La creciente relevancia de la temtica abre, entonces, una serie deinterro gan tes en torn o a los alcances de un a lectura poltica de este autor.

    Nuestro punto de partida se encuentra en el sin tagma lectu ra poltica. Conello querem os in dica r que la apuesta del presen te libro no se ubica slo en u n tra

    bajo rig uroso en el o rden conceptual, sino que comprendemos la lectu ra, as comola publicacin, como u na intervencin en u n cam po de terminad o. No se trata de

    presenta r dos posiciones antagnicas al resp ecto , como si se tr atara de optar porla rigurosidad conceptual o la apuesta poltica, sino de partir de la lectura comoun a tare a que, en la paciencia del concepto, efecta una intervencin. Publicamoseste libro p ara intervenir en un determ inado campo.

    En los ltimos aos, por una iniciativa editorial anglosajona, proliferan unaserie de libros que tienen como form ato titula r un nom bre p ropio y la expresin ylo poltico, as por caso Derrida y lo poltico. Ahora b ien, esto supone u n doblemovimiento: por un lado, se parte de la distincin entre la poltica y lo poltico,llamad a habitualm ente d iferencia poltica, pa ra privilegiar el abordaje desde u no

    de esos polos; por otro lado, el y conlleva una relacin de exterioridad, en estecaso con lo poltico, pero que se podra trazar con una multiplicidad de aspectoscomo la esttica, la tica, la metafsica, etc. Hemos optado por el ttulo Derrida

    polticoen vistas a discutir ambas dim ensiones. Prim ero, p orque los textos de Derrida, desde nuestra perspectiva, dislocan una oposicin clara y prstina entre lapol tica y lo poltico . Oposicin que supone un movim iento por el cual es posibleaislar o diferenc iar lo poltico -e n tanto dim ensin conceptual u o ntol gica- de

    ' El t rabajo de com pilacin, tradu ccin y redac cin del presente m anus cr i to fue posible gra

    cias al apoyo del CON ICET, org anism o del cual son investigadores An a Paula Pen chaszad ehy Em m anu el Biset.

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    la poltica -las prcticas, instituciones, acciones-. Para nosotros se trata de pensarla contaminacin diferencialy la espectralizacin de am bos polos, o m ejor an, deindicar que la poltica comporta una equivocidad irreductible. Segundo, y comoconsecuencia, no buscamos trazar la relacin en tre un autor y un a dimensin den om inada poltica, sino de indag ar los diversos modos en que De rrida po ltico . Enltima instancia, d econs truir el proceso de inmunizacin que busca especificar ladimensin puram ente conceptual de lo poltico en un autor y ex tirpar as cualquierconsideracin sobre las actividades polticas trazadas en su biografa.

    Acentuam os que el libro se compone de un a diversidad de aproximaciones a la

    cuestin, es decir, busca presentar una multiplicidad de facetas del Derrida poltico.No buscamos agota r de este modo las posibles lectu ras al respecto , slo indic ar quela misma multiplicidad es un punto de partida. Existe una diversidad de modospara pla nte ar la cu est in poltica en Derr id a que no puede se r reducid a a la unidad de un nom bre propio. Una multiplicidad que no man tiene en tre s relacionespacficas. Una le ctu ra es pol tica porque es una apuesta en esa m ultip licidad quesiempre conlleva un nom bre propio, de ah que Derrida sostuviera estoy en gu erraconmigo mismo. Una lectura le hace algo al nombre propio que firma el texto ypor el cu al ya no puede se r l mismo: Derr id a lee a Derr ida. Lectu ra poltica, en

    tonces, porque no buscam os establecer el sentido definitivo de la cuestin polticaen D errida, ni an menos definir una verdad ltima que habitara desde siempresus escritos. Por el con trario, buscamos ab rir los textos, forzarlos, hacerlos m ateriade polm icas, en vistas a traza r el lugar de una intervenc in poltica: pa ra ser fielesa Derrida debemo s traicionarlo.

    2 .

    Antes de avanzar en una indagacin sobre el Derrida poltico, se puede se

    a lar que existen posiciones tomada s al respecto. En prim er lugar, hay autoresque sealan que la deconstruccin d erridiana n o apo rta nada al pensamiento delo poltico, es decir, que el mb ito pro pio de su desa rrollo es la esfera p rivada otica. Tal es el caso, por ejemplo, de Richard Rorty. Esta primera aproximacinse puede sintetizar en aquellos que con sideran que el pensam iento de Derrida,y en ltim a instanc ia sus textos, resultan irrelevantes para pe nsa r la poltica enel m undo contem porneo . D esde esta perspectiva, entonces, toda esa enorme

    producci n de texto s sobre polt ic a ela borados desde m ediados de la dcadadel 80 no seran sino ejercicios de deconstruccin, con sentido al interior deltrazado de una cierta operacin de lectura sin efectos relevantes sobre el pensamiento poltico.

    En segundo lugar, es posible ubicar una perspectiva que encuentra en ladeco nstruccin una ap uesta poltica de tintes reaccionarios. Para una tradicin,afirm ada en un u niversalismo irreduc tible, el ejercicio de la deco nstrucc in, alsocavar los pun tos de apoyo que han f un da do ciertos posicionam ientos crticosen poltica, disolvera cualquier posibilidad no slo de crtica sino de accinpolt ic a con vistas a la tra nsform acin del orden dado. Desde esta perspectiva,sostenida e n algun os textos po r Jrg en H aberm as, el riesgo que conlleva la

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    radicalizacin de la filosofa de la sospecha prod ucida po r la filosofa francesade la dcada del 60 es la disolucin de todo tipo de orientacin normativa dela accin poltica. Si se disuelven todos los patrones de certeza, el lugar de lacrtica com o capa cidad de juz g ar lo dado deja de ser posible. De m odo que elriesgo de la deconstruccin en su ejercicio infinito es que rompera con cualquier posibil idad de orientacin tanto normativo-tica como pol t ica, puestal pensamiento part ir a del presupuesto de una radical heteronoma y de laimposibil idad de toda em ancipacin.

    En tercer lugar, estn aquellos que ind ican que la decon struccin , tal comoes elaborada y reelabo rada por D errida, efecta un apo rte relevante para p ensar la po ltica. Es de n tro de esta p erspectiva q ue se ubica la mayor pa rte d e loscaptulo s de este libro (con excepcin , quiz, del cap tulo de Jacq ues Rancire),que indican la plura lidad de m odos en que pued e leerse polticam ente a Derrida.Como hemos sealado, no existe un acuerdo general sobre el ap orte del autora este campo. Sin embargo, diversos aspectos de sus textos han dado lugar aanlisis e intervenciones polticas. Esta multiplicidad tambin se puede ver enlos campos en los que ha sido utilizada la deconstruccin: feminismo, estudios

    culturales, animalstudies,anlisis crtico del derec ho , etc. A ho ra bien, es posibleindicar que una discusin h a hegem onizado buen a p arte de las aproximacionesa la cuestin: se trata del debate sobre la existencia o inexistencia de un girotico-poltico en Derrida. Como en la discusin en torno a la Kehreheideggeriana, en este caso se debate si la aproximacin a problemas ticos y polticosen el au tor se debe a un giro en su pen sam iento o, por el co ntrario , son derivasdesde sus primero s textos.

    Este debate es de pa rticu lar relevancia pa ra el tema ab ord ado en este libro,pues se ju eg a en l la (im )posib il id ad de c ircunscrib ir los texto s de este au tor a

    un a p erspectiva poltica. En el m arco de este deb ate se pued en indicar, po r lomenos, tres posiciones. Ante todo, estn aquellos que niegan la existencia detal giro poltico indicando que cuestiones ticas y polticas pueden rastrearsedesde los prim eros textos del autor. Luego, estn quienes a firm an que efectivamente se produce un giro. Afirmacin que abre una nueva discusin en tornoa la ubicacin del giro y sus consecuencias. Algunos lo ubican ya a comienzosde la dcad a del 70, otros a m ediados d e la dcada del 80 y hay quienes se alanque se trata de algo que adquiere visibilidad en los 90. En cualquier caso, sesuele coincidir en que la obra de Derrida gira hacia un abordaje explcito de

    pro ble m as pol ticos, giro que conllevara una crecie nte aproxim aci n a cie rto spla nte os ticos de Em m anuel Lev inas . Muchos ubic an esta preocupaci n ta rd ap or la pol ti ca en cie rtos cuestionam ientos que sufri la deconstrucci n enel mundo anglosajn al descubrirse archivos que vinculaban a uno de sus exponente s en la academ ia no rteam ericana, Paul de Man , con el nazism o. Estegiro es evaluado p or algu nos positivam ente, como p or caso Simn C ritchley, yp or otros negativam ente , es decir , como una despolit iz aci n de sus te xto s mstempranos, como por caso Ernesto Laclau. Por ltimo, es posible ubicar unaperspectiva que in ten ta pensar los desplazam ie nto s en los te xto s de D errida

    sin h acerlo desd e la figu ra del giro, que implica en tre otras cosas la nocin de

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    ob ra como totalid ad un ificad a. En este caso, ms que d iscu tir la existencia oinexistencia de tal giro, se trata de m ultiplicar los lugares de inda gacin polticade los textos da nd o cu enta de los desplazam ientos en sus diversas dimensio nes(biogrficas, histricas, filosficas, etc.)

    3.Una tem pran a discusin atraviesa los modos de aproximarse al pensam iento pol

    tico de Derrida. Se trata de la oposicin en tre deconstruccin de la poltica y polticade la deconstruccin. En el prim er sentido, la apuesta poltica de la deconstruccinse enc ontrara en la deconstruccin de un cierto concepto de poltica configuradodesde la tradicin metafsica. En este marco, la decon struccin pe rm itira criticarcierta red con cep tua l desde la que se concibe la poltica. En el seg und o sentido, laapuesta poltica se enco ntrara ya no en el orden conce ptual sino en la politicidadparr ic id a in scripta en todo ejercicio de deconstruccin.

    Es posible reconstruir esta discusin desde cierta recepcin temprana de ladeconstruccin . De hecho, el prim er coloquio organizad o en torno al pensam ientode D errida es convocado en el ao 1979 por Jean -Luc Nancy y Philippe Lacoue-Laba rthe. Dos nombres que no sern meno res en las discusiones polticas en tornoa Derrida. Este coloquio llevar por ttulo Los fines del hom bre reco rdan do untexto de Derrida firmado en mayo de 1968. Resulta significativo que el coloquiosea convocado bajo el ttulo de u n texto que discute el estatuto de la cuestin delhom bre en el pensam iento francs contem porn eo. De hecho, es el texto donde elautor habla d e u na relacin intrnse ca entre filosofa y poltica, al mismo tiempoque cuestiona los residuos de hum anism o incluso en autores como H egel, Husserly, ante todo, Heidegger. No es una indicacin menor este distanciamiento con elhum anism o p ara p ens ar la poltica; de hecho, ser el vector central d e la reflexin

    derridia na de ltima hora, como se hace claram ente manifiesto a pa rtir de la publicacin de su lt im o sem in ario sobre la cuestin anim al.

    Como sealbamos, la relevancia de este coloquio se ubica en que ser alldonde aparezcan los primeros planteos en torno al vnculo del pensamiento deDerrida con la poltica. O mejor, una serie de pregu nta s sobre cmo es posible leerla deconstruccin polticamente. Se trata, podemos decir, de cierta incomodidadque empieza a surgir entre lectores atentos del autor. En el marco del coloquio, sedesarroll un seminario titulado Poltica, donde se fijaron algunas posicionesque luego marcaron buena parte de los debates, discusiones e intervenciones en

    torno a la decon struccin.De un lado, se puede ubicar la apuesta de lectura propuesta por los mismos

    organizadores del coloquio. Se pued e sealar, as, que sern Jean-Luc Nancy y Philippe Lacou e-Laba rthe quienes fijarn un a de las posiciones en torn o al D errida

    pol tico que podemos llam ar deconstru cci n de lo poltico. Ya en la presentacindel seminario por Chistopher Finsk, se parte de un cierto diagnstico de poca

    para m ostr ar la im porta ncia del trabajo de la deconstrucci n. Los auto res elijenel trmino totalitarismo para calificar la poca, no en referencia al fenmenototalitario (fascismo, nazismo, comunismo), sino para pen sar una poca dond e la

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    dom inacin de la tcnica tam bin conlleva la totalizacin de lo poltico en iigura smetafsicas. Ms adelante, indicarn que se trata de la metafsica de la subjetividad m ode rna que constituye nuestras catego ras y formas polticas. Frente a ello,utilizan el trm ino retirad a para design ar la tarea de la deconstruccin. Retiradaque conlleva un doble sentido: la necesidad de retirarse de esa totalizacin de lopoltico y la necesidad de rein venta r lo po ltico. En todo caso, la apuesta polticapropia de la deconstruccin sera la retir ada de lo poltico.

    De otro lado, se puede ubicar una apuesta de lectura propuesta por algunosasistentes, como Gayatri Spivak ojac ob Rogozinski, que cues tionan la propuesta deuna deconstruccin de lo poltico. Y la cuestionan porq ue ven all un giro teoricistaque debilita el potencia l poltico de la deconstrucc in, esto es, que reduce la deconstruccin a un trabajo de ndole concep tual sobre lo poltico. Por el con trario, estosautores sealan que se trata de pensar la poltica de la deconstrucc in, all don dediferenciar e ntre la poltica y lo poltico supondra el trazado de un nuevo dualismo

    jerarquizante que ubic ara de uno de los lados slo los principios ms filosficosy generales, y del ot ro slo ejemplos empricos. Fren te a ello, la dec ons trucc in espoltica porque parte de que to da te ora es una prctica y conlleva, por tanto , unaserie de decisiones tico-polticas. En este caso no se busca socavar la constitucinmetafsica de lo poltico, sino de indag ar los modos en que la teor a es un a prctica.

    En cua lquier caso, el mismo D errida apoyar la creacin de un C entro de Estudios Filosficos sobre lo Poltico en laEcole Nrmale Suprieuredirigido po r Nancy yLacoue-Labarthe, lo que, de algn modo, indica cul era su posicin. Pero comosiempre, ms all incluso de las opciones tom adas p or los autores, es posible indica rque pa ra noso tros uno de los aspectos ms interesantes de la deconstrucc in es laimposibilidad de op tar de finitivamen te en tre la deconstrucc in de lo poltico y lapoltica de la deconstruccin. No quisi ramos m in im iz ar las posiciones implicadasall, pero s indic ar que tal oposicin puede ser socavada po r la misma dec ons truccin. De hecho, el paso del tiempo ha matizado las perspectivas de los propiosintervinientes (as, Jean-Luc N ancy ha cuestionad o severam ente la posibilidad dedistin gu ir lo poltico de la poltica). Q uiz se trate, com o sola sealar D errida, deun a doble apuesta: inda gar crticam ente el modo en que se ha configurado ciertoorden conceptual de la poltica e intervenir crticamente en ciertas prcticas institucionales solidificadas.

    4.Los ltimos sealamientos perm iten a brir una nueva indagacin en torno a la

    ubicacin, digamos disciplinar, de la perspectiva de Derrida. Es posible leer aD errida en la tradicin de la filosofa poltica? Se trata de una teora poltica envistas a construir un marco terico para el anlisis poltico? Es la deconstruccinun a de las formas de pen samiento impoltico contemporneas? Los nomb res arro

    jados -filosofa poltica, te ora poltica, pensamiento im polt ico- dan cuenta de ladisputa contempornea en torno al estatuto mismo del pensamiento poltico. Setrata aqu, al mismo tiempo, de las formas histricas de esa tradicin de discursollamada filosofa poltica y de la hostilidad u hospitalidad constitutivas entre el

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    orden filosfico y el orden poltico. Sabemos que una tradicin im portante de lafilosofa poltica contem porn ea, de A rendt a Esposito po r lo menos, indica que lafilosofa poltica sera una contradictio in terminis,pues la filosofa no habra sido sinoel intento recu rren te d e sofocar la poltica. Cmo se ubica D errida en la filosofapoltica contem pornea? Indudablem ente la ubicacin o calificacin de l pensamiento de un autor en una u otra nominacin es un ejercicio de interpretacin.Quisiramos indicar aqu, simplemente, una respuesta contradictoria: Derrida esy no es miem bro de la tradicin de p ensam iento poltico.

    La respuesta afirma tiva, por la cual se lo po dra ubicar en la larga tradic in dela filosofa poltica occidental, se fund a en q ue efectivamente D errida discu te el

    pensam iento de alg unos de los auto res centrales de esta tradic i n. Desde la tem prana le ctu ra de Rousseau, hasta los ltimos semin arios donde Hobbes adquiereun papel central, una y otra vez se realiza un a lec tura aten ta de au tores cannicosde esta tradicin. Si no fuera po r los nombres propios, es posible indicar que ciertos problemas o tem as aparecen con insistencia: la naturaleza de la decisin o dela responsabilidad poltica, la nocin de sob erana, la posibilidad de delim itar unconcep to de lo poltico, la pre gu nta p or un orden social justo. C on ello queremossealar, a su vez, que un a respuesta que ubique a De rrida en el exterio r del pensa

    miento poltico pu ede conllevar tam bin la peo r de las clausuras.La respuesta negativa, por la cual resulta imposible ubicar de modo simple a

    D errida en la tradici n d e la filosofa poltica, surge en tanto sus textos suponensiempre un cuestionamien to de los lmites establecidos para cons tituir una disciplina. Se trata enton ces de cues tionar los lmites establecidos po r la filosofa poltica,la teora p oltica o el pensam iento poltico en torno a qu debe ser indagado como

    poltica. Esto d esd e que, como ha sealado Derr ida, la poltica es constitutivamenteinad ecu ada a su concepto. No existe algo as como un concepto d e poltica que fijede u n modo claro y distinto los lmites de un a indagacin poltica y de aquello que

    no lo es. En fin, la deconstruccin cuestiona los lmites disciplinares que hacende la filosofa poltica un rea determinada de la filosofa con un objeto claro aindaga r, as como u n concep to claro y distinto de poltica.

    Esta doble estrateg ia es algo que aco m paa la deconstruccin desde sus textosms tem pranos y que tend r imp ortantes consecuencias polticas al evitar cualquier

    posic io nam iento simple o unid ireccio nal. Al mismo tiempo, este doble juego, dacuenta de un mo do de co m pren der el vnculo en tre filosofa y poltica que pu edeser trazado de sde la nocin de copertenencia. Con ello se evita pensa r esa relacindesde la exterioridad o la identificacin, sea la poltica como un objeto exterior

    ana lizado p or la filosofa, sea la filosofa iden tificada con la poltica. Frente a ello,se indagan las determ inacion es filosficas de la poltica y las determ inacion es po lticas de la filosofa. Por un lado, se indica que no existe algo as como un orden

    puro de la poltica exceptu ado de la filosofa, pues toda in st itucin, prctica o in tervencin poltica se encuentra'atravesada p or determ inad os filosofemas, o mejor,es con stituida po r ciertos conceptos. Por otro lado, se indica que no ex iste algo ascomo un orden filosfico puro inm unizado de la poltica, pues cualqu ier filosofaes la institucin de un a definicin de s misma y porqu e cierto marco institucionalconstituye aquello que entend em os p or filosofa.

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    5.Una lectura poltica corno la que proponemos aqu no se entiende como una

    politizacin exte rna de un auto r o de dete rm in ados textos. Como si desde fuera seconvirtiera algo en poltico. De cierto modo, y Derrida nos lo ha enseado, todotrabajo de lectura conlleva cierta politicidad. Lo que tenemos que discutir entonceses de qu m odo se politiza, esto es, no por la politicidad o no, sino po r las m ane rasde politizar un texto. Sin em bargo, una de las man eras de p olitizar es aque lla que

    se niega como tal, que busca fijar el sentido de una vez y para siempre evitandocualquier discusin al respecto. Si se pudiera fijar de modo definitivo el pensamiento poltico de De rrida, cu alquie r discusin al respecto se volvera superflua.Decimos que esta tam bin es un a lectura poltica en cuanto interroga desde u naconcepc in no slo de la autonom a de la verdad, sino de la tarea filosfica comofijacin de los sentidos ltimos de un pensam iento.

    Frente a ello, un a lectura poltica debe ser polmica y abierta. Se apuesta a un alectura que polemice con los textos, con las interpretaciones, con el autor, etc.; aun a lectura que ab ra la escucha a una diversidad de discusiones que no buscan ser

    saldadas o clausurad as. Se busca abrir, a su vez, un a in terpre tacin inestable y unalectura infin ita de los textos. Cada un o de los escritos reun idos aqu prop on e un alectura singular que asume la compleja tarea de trabajar rigurosa, minuciosa, delicadam ente un a serie de perspectivas de las que no se saldr ciertam ente inm une.

    Lectura poltica, decamos, porque se trata de una intervencin. Sabemos quesu alcances no pue de ser calculado ni previstos, pues esto supo ndra el peo r de losautoritarismo s. Una intervencin, como cualqu ier texto, abre a (des)apropiacionesinfinitas. Se interviene as en mltiples sentidos, en una comunidad acadmicageogrfica y tem po ralm ente situada, en el campo de los estudios sobre el autor, en

    el ma rco de las indagaciones co ntem porneas sobre la poltica, etc. Pero tam bin,intervencin p orque ubicamos el presen te libro en una doble impronta: en la rigurosidad , la pacienc ia, la atencin que requie re el trabajo filosfico y en la urgencia,la precipitacin, la exigencia que requiere la accin poltica.

    Desde estas breves anotaciones, sentimos particular felicidad en presentaruna serie de textos que asumen el desafo de pensar. Lecturas atentas, rigurosas,delicadas, convocadas desde un nombre propio pero que lo exceden. Particularfelicidad, entonces, de esa com unidad de escritores convocada aqu que d a cuen tatambin, cmo no, de un a cierta poltica de la amistad y potica de la hospitalidad.

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