tesis. sistema polÍtico y polÍtica exterior en venezuela 1999 2005

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UNIVERSIDAD SIMÓN BOLÍVAR Decanato de Estudios de Postgrado Maestría en Ciencia Política SISTEMA POLÍTICO Y POLÍTICA EXTERIOR EN VENEZUELA, 1999-2005: ESENCIA, CARACTERÍSTICAS Y PERSPECTIVAS. Trabajo de Grado presentado a la Universidad Simón Bolívar por Hector Alejandro Constant Rosales Como requisito parcial para optar al grado de Magíster en Ciencia Política Realizado con la tutoría de la Profesora María A. Hernández – Barbarito Octubre, 2007

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Page 1: TESIS. SISTEMA POLÍTICO Y POLÍTICA EXTERIOR EN VENEZUELA 1999 2005

UNIVERSIDAD SIMÓN BOLÍVAR

Decanato de Estudios de Postgrado Maestría en Ciencia Política

SISTEMA POLÍTICO Y POLÍTICA EXTERIOR EN VENEZUELA, 1999-2005: ESENCIA, CARACTERÍSTICAS Y PERSPECTIVAS.

Trabajo de Grado presentado a la Universidad Simón Bolívar por

Hector Alejandro Constant Rosales

Como requisito parcial para optar al grado de

Magíster en Ciencia Política

Realizado con la tutoría de la Profesora

María A. Hernández – Barbarito

Octubre, 2007

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iii

RESUMEN

Para la teoría de las relaciones internacionales la política exterior es una política pública que nace y se nutre, entre otros, de los elementos que constituyen el sistema político del Estado que la formula; en este sentido la política exterior es una prolongación del sistema interno hacia el plano mundial, un reflejo de la dinámica sociopolítica que caracteriza al Estado y, en fin de cuentas, una proyección del país hacia la esfera internacional. Tan íntima interconexión entre el sistema interno y la política exterior, bajo el entendido de que el primero supedita y condiciona la segunda, supone que las transformaciones que puedan producirse a nivel estatal promuevan cambios sustanciales en la formulación y ejecución en la política exterior. Esta investigación busca aproximarse al vínculo entre el sistema político y la política exterior de Venezuela entre 1999-2005, partiendo de la hipótesis de que las características del sistema político venezolano han tenido incidencias en la formulación y ejecución de la política exterior en ese período. Mediante el estudio de la literatura disponible y más relevante de la temática planteada, tanto oficial (discursos, leyes, Planes Nacionales) como particular (investigaciones particulares y artículos de opinión), el análisis despejará las principales transformaciones que conoce el sistema político venezolano desde la llegada de una nueva hegemonía de poder en 1999 liderada por Hugo Chávez. A partir de la caracterización, en tres etapas cronológicas, de esa dinámica interna – en la cual destacan factores como la sanción de un texto constitucional, la introducción de un modelo de democracia participativa, la reivindicación de la doctrina bolivariana y el reforzamiento del liderazgo protagónico del Presidente – se logrará evidenciar, también en tres etapas, la formulación y ejecución de una nueva política exterior apegada a los principios, agenda y estilo que sustentan el cambio político en la Venezuela contemporánea. Palabras clave: sistema político, cambio político, política exterior, Constitución Nacional.

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iv

ÍNDICE GENERAL

CAPÍTULO Página

CERTIFICACIÓN DEL TUTOR……………………..……..

i

APROBACIÓN DEL JURADO……………………….…...... ii RESUMEN…………………………………………...……….. iii ÍNDICE GENERAL………………………………..……….... iv INTRODUCCIÓN..................................................................... 1

I. SISTEMA POLÍTICO INTERNO Y POLÍTICA EXTERIOR. VISUALIZACIÓN TEÓRICA..........................

9

1. La política exterior como proyección del sistema político interno…………………………………………………………..

9

2. Cambio político y política exterior………………………... 20

II. CARACTERIZACIÓN DEL SISTEMA POLÍTICO VENEZOLANO A PARTIR DE 1999……………………….

25

1. Del sistema político tradicional………………………......... 25 2. La llegada de Hugo Chávez a la presidencia de Venezuela:

etapas del cambio político……………………………………...

30

2.1. Primera etapa: Gestación de un cambio por venir (fines de 1998-1999)…………………………………....

32

2.2. Segunda etapa: Definición del rumbo: transformación vs. resistencia (fines de 1999-2002)…...

37

2.2.1. Semblanza de la transformación………..... 37 2.2.2. Resistencia al cambio: ¿demostración de

que hay cambio?.....................................................

44

2.3. Tercera etapa: La etapa social del cambio político (2003-2005)…………………………………………….

49

3. Democracia participativa: símbolo del cambio político........ 55 4. Nuevos actores, nuevo estilo político…………………….... 62 4.1. Transformación de los actores políticos………….... 62 4.2. El liderazgo participativo y Hugo Chávez…………. 73

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v

III. LA POLÍTICA EXTERIOR BOLIVARIANA....................... 80 1. El cambio político y la política exterior de Venezuela desde

1999…………………………………………………………….

80

1.1. Fundamentos de la política exterior venezolana a partir de 1999…………………………………………...

84

1.1.1. Fundamentos doctrinarios: el bolivarianismo…………………………………….

84

1.1.2. Fundamentos constitucionales y programáticos…………………………………......

88

2. Reflejos de la nueva política exterior…………………….... 95 2.1. Primera etapa: La política exterior dilemática: entre

la continuidad y el cambio (fines de 1998 – 1999)..........

95

2.2. Segunda etapa: La política exterior como frente de batalla del cambio político (fines de 1999 – 2002)……..

102

2.3 Tercera etapa: Hacia una política exterior doctrinaria (2003 – 2005)……………………………………………

117

2.4. El estilo diplomático de Venezuela luego de 1999… 140 CONCLUSIONES…………………………………………….. 145 BIBLIOGRAFÍA……………………………………………… 158 Fuentes bibliográficas…………………………………... 158

Fuentes de internet……………………………………… 166

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INTRODUCCIÓN

Para la teoría de las relaciones internacionales la política exterior es una política pública

que nace y se nutre, entre otros, de los elementos que constituyen el sistema político del

Estado que la formula; en este sentido la política exterior es una prolongación del sistema

interno hacia el plano mundial, un reflejo de la dinámica sociopolítica que caracteriza al

Estado y, en fin de cuentas, una proyección del país hacia la esfera internacional. Tan

íntima interconexión entre el sistema interno y la política exterior, bajo el entendido de que

el primero supedita y condiciona la segunda, supone que drásticas transformaciones a nivel

estatal promuevan cambios substanciales en la formulación y ejecución en la política

exterior.

Estas aproximaciones teóricas resultan de especial interés a partir del hecho cierto de que

Venezuela vive desde 1999 un período lleno de transformaciones en todas las áreas del

quehacer público, y aún en la concepción misma del Estado y de sus relaciones con la

sociedad. Luego de ganar la contienda electoral en 1998 y con un proyecto abiertamente

crítico al sistema tradicional, Hugo Chávez asume la presidencia del país en 1999 con la

firme idea de adelantar un cambio sustantivo en la arena política venezolana.

La sanción de una Constitución a fines de 1999, cuyo articulado es expreso en buscar

“refundar la República”, genera el sustento legal a la nueva interpretación del Estado y

origina el marco conceptual dentro del cual deberá ser comprendido el sistema político

venezolano contemporáneo. Aún más, la llegada de Chávez al poder se acompaña del

surgimiento de una nueva hegemonía de poder que se consolida paulatinamente en el

sistema político y que genera una visión y una ideología propias.

Además del cambio nominal de una democracia representativa a una democracia

participativa y protagónica, y partiendo de una fuerte raíz doctrinaria bolivariana, la nueva

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hegemonía de poder liderada por el presidente Chávez ha venido progresivamente

incitando cambios en las formas de interpretación de la realidad social, política, económica

y cultural del país, así como en la aparición – además de la Constitución – de nuevas bases

jurídicas, nuevos objetivos, nuevos liderazgos y una recomposición de la interacción, peso

y características de los actores políticos nacionales.

Tan renovada forma de interpretar al Estado ha derivado en modificaciones en el diseño de

las políticas públicas en función de las prioridades, jerarquizaciones e intereses que

sustenta la nueva hegemonía de poder; asimismo, al variarse la agenda de los temas

internos y el estilo de toma de decisiones, la formulación y ejecución de las políticas

públicas, dentro de las cuales se ubica la política exterior, ha conocido variaciones tanto en

su formulación como en su ejecución.

Partiendo de la hipótesis de que las características del sistema político venezolano han

tenido incidencias en la formulación y ejecución de la política exterior entre 1999 y 2005,

nuestro principal interés, y objetivo general de este estudio, será desprender la relación

existente entre el sistema político venezolano y el diseño, fundamento y práctica de la

política exterior del país en el mismo período, con miras a vislumbrar si existe coherencia

entre los planes y acciones políticas internas y los planes y acciones de la política exterior

nacional; esto implica, sobre la base de la Constitución de 1999, presentar la nueva

estructuración y los principios que orientan la transformación política del país y que se

reflejan en la política exterior. No hemos deseado con ello estructurar un análisis

comparativo entre las características del sistema interno y la política exterior venezolanas

pre y post 1999, si bien estamos conscientes que ha sido eventualmente necesario acotar

elementos comparativos que pongan en evidencia la magnitud de los cambios sufridos

desde 1999.

Para alcanzar el objetivo general y evidenciar los datos que en esta introducción se señalan,

hemos creído pertinente dividir nuestro análisis en tres capítulos que se concatenan entre

sí. En el primero de ellos ampliaremos el vínculo teórico existente entre sistema político

interno y política exterior, a manera de demostrar teóricamente que una transformación en

el sistema político debe afectar la política exterior; en este sentido, se prestará particular

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atención a aquellas variables que tienden a sufrir – o a motivar – modificaciones dentro la

percepción internacional de determinada nación.

En el segundo capítulo desarrollaremos una caracterización del sistema político

venezolano luego de 1999. En primer lugar, se repasan brevemente algunas

consideraciones sobre el sistema tradicional, con miras a analizar la transformación del

sistema político desde 1999 en tres etapas cronológicas; gracias a esta división temporal se

aprecian más fácilmente la consolidación paulatina de la nueva hegemonía de poder, sus

valores subsidiarios, las normas legales que lo validan – particularmente la Constitución –

y aquellas experiencias societales que demuestran el cambio en las esferas política y

socioeconómica. Asimismo, además de dedicar un apartado a la aproximación de la

democracia participativa, se esbozarán consideraciones sobre la evolución de los actores y

del liderazgo en el país a partir del ’99.

El tercer y último capítulo estará centrado en el análisis de la política exterior a partir de la

llegada de Hugo Chávez a la primera magistratura nacional, para lo cual se tratarán los

fundamentos doctrinarios y legales de la actuación internacional de la República, así como

las distintas etapas que permiten evidenciar un cambio progresivo en la formulación y

práctica de la política exterior, en la medida en que la nueva hegemonía de poder se

consolida.

Metodológicamente, todo el análisis se ha sostenido sobre la base de una exploración

exhaustiva de los textos disponibles sobre la temática abordada. La revisión y

sistematización de la literatura sobre relación teórica política interior-exterior, política

interna venezolana y política exterior venezolana, buscó acompañarse de un análisis del

contenido de los escritos más relevantes sobre cada tema, tanto oficiales (discursos, leyes,

Planes Nacionales) como particulares (investigaciones particulares, artículos de opinión),

cuidando mantener un equilibrio de criterios en cuanto al tratamiento y percepción del

problema. Esta búsqueda y posterior sistematización de datos permitió constatar que existe

poco material que aborde integralmente la política exterior venezolana en el período 1999-

2005, y menos aún que la relacione con el sistema interno, lo cual espera constituir parte

del atractivo del presente Trabajo de Grado.

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4

A los fines de ofrecer una guía conductora que tanto en lo metodológico como en lo

teórico permita entrelazar los vínculos entre el sistema interno y la política exterior, se ha

considerado que la teoría sistémica, o teoría de los sistemas, constituye un andamiaje

referencial adecuado para hilvanar el desarrollo del análisis que permita estudiar tanto la

complejidad interna del Estado como la complejidad de su relacionamiento en el sistema

internacional. Tal y como señala González,

El análisis en sistema cambia el enfoque de la parte al todo que integra, y camina el conjunto como una totalidad organizada, que no resulta simplemente de la suma de las partes, sino que constituye una realidad cualitativamente superior. La parte, el objeto, el elemento, no puede ser entendido plenamente, sino en su relación con el todo que integra, en sus interrelaciones con el conjunto, en sus funciones y su estructuración dentro del conjunto. El enfoque sistémico examina junto con las funciones y la estructuración de los elementos que integran un conjunto complejo, la medida en que el sistema en su totalidad influye en cada una de sus partes y éstas en él, y la dialéctica compleja de esa interrelación.1

Tal afirmación, y dentro de los fines del presente trabajo, recrea la posibilidad de que

dentro del acontecer político venezolano exista una diversidad de relaciones sistémicas a

partir de las condiciones internas del país, una de las cuales es la relacionada con la política

exterior. De allí que, en el transcurso de los capítulos, y particularmente donde tratemos la

vinculación entre política interna y política externa, el enfoque sistémico nos lleve a

enmarcar el análisis dentro de una lógica de “interdependencia e interacción”.

Interdependencia e interacción son, pues, elementos claves de todo sistema. El estudio de los sistemas implica no sólo el análisis de su estructura, sino igualmente de las interacciones y actores que constituyen el mismo.2

Damos por sentado, al igual que lo hace la teoría sistémica aplicada al ámbito externo, que

la macro-unidad básica del análisis es el Estado-nación que, en definitiva, es el ente sobre

el cual se producen, y a su vez el que alienta, las modificaciones sobre el sistema interno y

la política exterior. Esta afirmación conlleva dos precisiones suplementarias de carácter

definitorio; en primer lugar, el Estado-nación está compuesto por una multiplicidad de

actores, quienes protagonizan los cambios, se oponen al cambio, y/o redefinen permanente

la dinámica Estado – sociedad en razón de sus intereses u objetivos. La existencia de tales

1 González Roberto (1990): Teoría de las relaciones políticas internacionales, Editorial Pueblo y Educación, La Habana – Cuba, pp.12-13. 2 Del Arenal Celestino (2000): Introducción a las relaciones internacionales, Ed. Tecnos, Salamanca – España, p.214. Del Arenal también señala más adelante que dentro de las ocupaciones de los autores de la teoría sistémica se encuentran, entre otros, “la organización interna y lo modelos de interacción de los elementos analíticos o reales que existen en cuanto sistema; […] la relación y las fronteras entre un sistema y su entorno; […] el mecanismo válido para el mantenimiento del statu quo o del equilibrio del sistema”, p.215.

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actores supone la existencia de distintos niveles de poder (según la influencia, capacidad o

recursos de cada actor) cuya interacción dependerá del marco socio-político-jurídico que

exista en el Estado. Esto quiere decir, desde el enfoque sistémico, que los distintos niveles

de poder estarán asociados con la formación y características internas del Estado, lo que

define, en fin de cuentas, la manera en que esos actores internos se relacionan y la manera

cómo el Estado termina relacionándose en el ámbito internacional.3

La segunda precisión se refiere a que dentro de esos actores, el gobierno juega un papel

destacado. Como cabeza del Estado-nación y ejecutor efectivo del poder, el gobierno es el

encargado de formular políticas públicas que sustentan la acción estatal; por tal, nuestro

análisis partirá del hecho de que es el gobierno el que diseña, formula y ejecuta la política

exterior de acuerdo con los fundamentos del Estado.

Los supuestos anteriores implican una tercera aclaratoria conceptual de mayor

envergadura: en la primera precisión que acabamos de efectuar, esto es la interacción de

los actores, nos estamos refiriendo implícitamente al concepto de sistema político, mientras

que en la segunda, al tratar del ejercicio de poder, se refiere al concepto de régimen

político. Sin querer caer en el extenso debate que ha caracterizado el estudio de ambas

nociones por la Ciencia Política4, es preciso definir cada uno de ellos toda vez que nuestro

análisis precise, en algunos casos, de las dos concepciones para la evaluación de la realidad

venezolana. En efecto, aunque el estudio se centra indefectiblemente en las

transformaciones del sistema político venezolano, en ocasiones el enfoque sistémico lleva

a la caracterización de componentes esenciales dentro del sistema como actores, valores y

estructuras de decisión.

3 Para González “La naturaleza misma de los Estados que integran un sistema internacional está condicionada por la formación económico-social dominante en ellos, que determinará su clase dominante y sus proyecciones en el ámbito internacional”, op.cit., p.14, cursivas originales. Con esto el autor parece indicar que las particularidades del Estado condicionan la aparición de aquellos actores con mayor peso para incidir en la formulación de la política exterior. 4 Una breve pero interesante aproximación a ambos conceptos puede leerse en: Marchionni José María (1997): Sistema y Régimen Político, Boletines (formato web) de la Cátedra 1 de Derecho Político de la Universidad de la Plata – Argentina, en http://www.derechopoliticounlp.com.ar/htlm/notas/sysreg_26.htm (recuperado el 18-06-05). El autor señala que: “En algunos casos, las expresiones «sistema político» y «régimen político» se emplean como sinónimos. Se las usa, indistintamente, para referirse al cuadro general en cuyo seno se desarrolla la actividad política. Esto ocurre, generalmente en el lenguaje común, en donde no se alcanza a distinguir la diferencia entre una y otra expresión. En cambio, en el ámbito de la Ciencia Política, de un tiempo a esta parte, existe un consenso bastante generalizado entre los autores acerca de la conveniencia de estipular contenidos diferentes para cada uno de estos vocablos, sobre la base de que se refieren a distintas realidades políticas.”, p.1.

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6

Entenderemos como sistema político al “conjunto de instituciones, de grupos y de procesos

políticos caracterizados por un cierto grado de interdependencia recíproca”5. Por régimen

político identificaremos al “conjunto de las instituciones que regulan la lucha por el poder

y el ejercicio del poder y de los valores que animan la vida de tales instituciones”6. Para

hacer todavía más precisiones en materia conceptual, Pegoraro y Zulcovsky – siguiendo al

conocido autor sistémico David Easton – recuerdan los tres componentes de un sistema

político:

1) la comunidad política: los ciudadanos y todo sujeto que esté expuesto a la decisión de las autoridades y a la forma de funcionamiento del régimen,

2) la autoridad, conformada por los detentadores de los cargos institucionales, y

3) el régimen, entendido como las normas, reglas, y procedimientos de formación y funcionamiento de las instituciones entre las que se encuentra, lógicamente la constitución.7

A su vez, el régimen mantiene elementos propios que permiten su identificación vis-à-vis

el sistema y que explicarían la influencia del primero sobre el segundo: “1) Ideología,

valores o creencias./ 2) Normas o reglas de juego formalizadas para la resolución pacífica

de los conflictos políticos./ 3) Estructuras de autoridad: a.-Estructuras de decisión:

distribuyen costos y beneficios dentro de la sociedad; b.- Estructuras de enforcement:

orientadas a la ejecución de las decisiones que fuerzan a la obediencia y redistribuyen los

recursos de la sociedad hacia el Estado”8. Las autoras profundizan sus comentarios y

aducen que incluso el mismo gobierno – identificado con las estructuras de decisión – se

desprende del régimen, definiendo así la manera cómo termina ejerciéndose el poder

dentro del Estado.9

5 Urbani Guliani en Bobbio Norberto, Matteucci Nicola y Pasquino Gianfranco (2002): Diccionario de Política, Editorial Siglo XXI, México, p.1464. 6 Levi Lucio en Bobbio, op.cit., p.1362. El autor sigue en su definición afirmando que “Las instituciones por un lado constituyen la estructura organizativa del poder político, que selecciona a la clase dirigente y asigna a los diversos individuos comprometidos en la lucha política su papel. Por otro lado las instituciones son normas y procedimientos que garantizan la repetición constante de determinados comportamientos y hacen de tal modo posible el desempeño regular y ordenado de la lucha por el poder y del ejercicio del poder y de las actividades sociales vinculadas a este último.” 7 Pegoraro Mara y Zulcovsky Florencia (2006): Gobierno en Aznar Luis y De Luca Miguel (comp.): Política. Cuestiones y problemas, Edit. Ariel, Argentina, p.130. 8 Idem., p. 131, cursivas originales. En este aspecto, las autoras siguen el análisis de Leonardo Morlino, autor que en la década de los ochenta se preocupara por estudiar los regímenes políticos y la relación existente entre los componentes del régimen y su estructuración dentro de un proceso de democratización. 9 Las autoras incorporan una cita de Orlando y Zelaznick que por su claridad creemos conveniente transcribir: “así, de la misma manera que régimen político no es sinónimo de sistema político, sino que constituye una parte de éste, el gobierno es, a su vez, un elemento constituyente del régimen político, de sus estructuras de autoridad y, más precisamente, de aquellas encargadas de tomar decisiones”. Idem., p.131. A partir de la forma en que las decisiones son tomadas, ha existido todo un debate sobre la tipología de los regímenes políticos, pasando por varias etapas históricas que sin

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7

En todo caso, lo cierto es que el análisis del régimen político puede ser esclarecedor dentro

del estudio general del sistema en el cual se inscribe, a partir de los cambios que puedan

sufrir los valores, ideologías o estructuras de poder del Estado y muy particularmente en el

caso que nos anima debatir relacionado con la influencia de los cambios del sistema

político venezolano sobre la política exterior venezolana entre 1999 y 2005. Aún más, para

el caso venezolano, será esclarecedor en algunos casos estudiar las modificaciones que se

hayan podido establecer sobre algunos de los elementos del régimen político; ello, lejos de

significar que las modificaciones del régimen alteren su tipología básica democrática,

significa en cambio que esas modificaciones han conllevado posibles alteraciones en el

sistema político y la política exterior.10

Sin desmedro de lo anterior – y para simplificar el análisis y reiterar que nuestro interés

estará en los cambios del sistema político – hemos querido acuñar en el Trabajo de Grado

una nueva categoría que hemos denominado “cambio político”. El cambio político se

referirá a todas aquellas transformaciones del sistema político que acontecen en Venezuela

embargo hoy fluyen hacia una corriente que reconoce una diversidad de regímenes sobre la base de las particularidades propias en que cada Estado construye su sistema. Como bien acota Levi con claridad “Hasta un época relativamente reciente se hizo uso de una tipología de los regímenes políticos heredada de Aristóteles, la cual distinguía la monarquía, o bien el gobierno de uno solo, la aristocracia, o bien el gobierno de pocos, la democracia, o bien el gobierno de todos. […] El criterio sobre el que se funda esta clasificación (el número de los gobernantes) es totalmente inadecuado para captar en su esencia la variedad de los regímenes políticos”, Levi en Bobbio, op.cit., p.1364. Luego de esta aclaratoria, Levi continúa una secuencia histórica en la que pasa por Montesquieu (quien además del criterio numérico de los detentores del poder combina elementos como la naturaleza del gobierno) hasta llegar al materialismo histórico (a partir del estudio de la superestructura y las fases de evolución de los modos de producción) y a criterios de “Razón de Estado” que llaman a la conformación de estructuras políticas capaces de sobrevivir en una confrontación con otros Estados. Lo que parece alentar Levi, es que la tipificación de los regímenes políticos conlleva una serie de definiciones que, de acuerdo a lo referido por Pegoraro y Zulcovsky, op.cit., llevan al estudio de elementos más amplios dentro de la conformación del gobierno y del Estado en general. 10 Aunque la literatura tiende a reconocer que los cambios más profundos de regímenes políticos se dan entre regímenes tradicionales a regímenes democráticos o autoritarios, de regímenes democráticos a autoritarios o de regímenes autoritarios a democráticos, no se niega que puedan establecerse experiencias históricas en que sucedan cambios entre regímenes democráticos a regímenes democráticos, es decir, transiciones entre democracias; a este tenor, Secundino González señala que el caso francés, en su cambio de la IV a la V República, puede ser visto como un proceso de transformación de los elementos institucionales y normas sustantivas entre dos regímenes democráticos. González Secundino: Los procesos de cambio político en Pastor Manuel (1999): Fundamentos de Ciencia Política, Ed. McGraw-Hill, Madrid – España, p. 234. En el caso de la formulación de la política exterior, refiere Urbani, el estudio de los regímenes políticos puede ser esclarecedor dentro de una perspectiva “cibernética” que contempla aquellos estímulos sociales y reglas de interacción (exigencias populares, decisiones de los gobernantes) con los cuales funciona la sociedad política. Urbani en Bobbio, op.cit., p.1468. Sobre este aspecto es también preciso citar a Lasagna cuando afirma que “Como propiedades del régimen [político] identificaremos a la naturaleza de las relaciones Estado y sociedad; a los principios y valores en que se sustenta el régimen y, finalmente, a los factores estructurales del propio régimen. Consecuentemente, cuando se produce una alteración de estas propiedades algunas dimensiones de la política exterior pueden ser modificadas, a saber: los objetivos, intereses, estrategias, el proceso de elaboración de la política exterior y el estilo diplomático”, Lasagna Marcelo (S/F): Cambio institucional y política exterior: un modelo explicativo, en http://usuarios.lycos.es/politicasnet/articulos/cambioinsti.htm (recuperado el 11-05-05), p.2.

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durante el período estudiado, por lo que incorpora transformaciones de las instituciones,

interacciones, valores, grupos y actores que hacen vida en el juego político nacional.

Mediante esta nueva categoría se pretende hacer notar que Venezuela vive desde 1999 un

drástico cambio político– convulso pero continuo – en varias etapas que, sin desplazar al

sistema democrático, plantea interesantes desafíos a la nación venezolana tanto en su plano

interno como externo: a lo interno, el desafío de fortalecer una sociedad incluyente con

vocación democrática; a lo externo, el reto de contar con una política exterior que honre los

intereses nacionales y se comprometa con fomentar un orden internacional más solidario.

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CAPÍTULO I

SISTEMA POLÍTICO INTERNO Y POLÍTICA EXTERIOR. VISUALIZACIÓN TEÓRICA.

1. La política exterior como proyección del sistema político interno.

El estudio teórico de la política exterior de los Estados ha generado, en las distintas

escuelas de la teoría de las relaciones internacionales, diversas interpretaciones sobre su

naturaleza y características; desde la perspectiva realista, la política exterior estatal

considera prioritariamente para su diseño el escenario internacional antes que el interno,

mientras que el “modelo de toma de decisiones” ubica a ambos fenómenos, el interno y el

internacional, como equivalentes en importancia para el diseño de la política exterior11. En

cualquier caso, en algo donde todas parecen coincidir es en que la política exterior es “la

actividad de un Estado en sus relaciones con otros Estados, la actuación de un Estado en el

plano internacional, su acción allende las fronteras”12. Sin embargo, como el propio autor

citado reconoce, esta sólo puede ser una definición provisional de la política exterior, una

definición que comprende sus insuficiencias y limitaciones y que debe ser complementada

11 Para un estudio más general sobre los distintos enfoques teóricos de las relaciones internacionales: González, op.cit., particularmente el capítulo referido a la política exterior de los Estados, pp. 31-65. Sobre el modelo de la toma de decisiones se puede consultar a Del Arenal, op.cit. Para el autor el “proceso de toma de decisiones” constituye un paso adelante en el desarrollo teórico de las relaciones internacionales pues supera el estudio del Estado como única fuente del análisis internacional y da paso a otras consideraciones, como las relacionadas al estudio de los “encargados de la política exterior”, pp. 249-258. 12 González, op.cit., p.31.

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con un conjunto de factores que enmarcan la actuación internacional del Estado13. Una

aproximación teórica de mayor complejidad sugiere que

…la política exterior [es] el área particular de la acción política gubernamental que abarca tres dimensiones analíticamente separables – político-diplomática, militar-estratégica y económica – y que se proyecta al ámbito externo frente a una amplia gama de actores e instituciones gubernamentales y no gubernamentales, tanto en el plano bilateral como multilateral.14

En razón de que el propósito de este apartado pretende estudiar el vínculo entre sistema

interno y política exterior nos centraremos fundamentalmente en este análisis, omitiendo,

sin dejar de reconocerle importancia, otros aspectos relacionados con los componentes de

la política exterior. La definición de Russell ofrece un primer acercamiento a la relación

entre sistema político interno y política exterior al reconocer a la segunda como un “área

de la acción política gubernamental”; en efecto, si resulta una de las áreas de la acción

gubernamental, la política exterior supone la influencia del gobierno en su formulación, y

al existir influencia del gobierno, supone igualmente influencia del sistema político del

cual el gobierno es parte.

En esta interrelación dialéctica entre la política exterior y la interior, la política exterior no resulta solo una mecánica continuación de la segunda, sino que a su vez reacciona sobre ella, determina en ocasiones, cambios o transformaciones sustanciales del proceso político interno.15

La influencia que juega el sistema político interno puede parecer lógica y evidente al

recrear la política exterior como una política pública de las tantas diseñada por el gobierno

para atender, de forma específica, sus necesidades internacionales; a su vez, las

características del sistema internacional pueden influir en el sistema interno, toda vez que

la envergadura de algunos temas de la agenda mundial o la existencia de tratados y pactos

en áreas específicas comprometan al Estado y condicionen su actuación internacional.16

13 Idem. En efecto, González señala que la política exterior debe considerar para su comprensión variables como el sistema político interno, la situación geográfica, la interacción estatal y la naturaleza del sistema internacional y el poderío estatal y la correlación internacional de fuerzas. 14 Russell Roberto: Política exterior y toma de decisiones en América Latina: Aspectos comparativos y consideraciones teóricas en Russell Roberto, ed (1990): Política Exterior y toma de decisiones en América Latina, Grupo Editor Latinoamericano, Argentina, p.255. 15 González, op.cit., p.34. 16 Tal es el caso, por ejemplo, de la defensa del medio ambiente que han asumido, en menor o mayor compromiso, los países del sistema mundial y que ha llevado a muchos de ellos a adoptar marcos legales internos de protección y no contaminación del medio ambiental. Volviendo a la teoría, convendría citar a Lasagna cuando afirma que: “Nosotros creemos que la política doméstica es un factor explicativo importante – no exclusivo – de la conducta de política exterior de un Estado. Las teorías basadas en el sistema internacional como fuente de la política exterior (v. gr. Realismo, neorrealismo, interdependencia y teoría de la dependencia) son capaces de explicar sólo las direcciones generales de la política exterior: estas teorías pueden explicar circunstancias donde Estados con atributos nacionales ampliamente diversos se comprometen de forma similar bajo semejantes limitaciones externas, sin embargo, no ayuda a explicar situaciones donde Estados de un mismo nivel en el contexto mundial responden de forma diferente a los mismos

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11

Esto es aún más cierto en tiempos de globalización17, como los actuales, donde tanto la

política exterior que sigue el Estado como la dinámica internacional ceñida a interacciones

globales crecientes, repercuten con fuerza en el interior del mismo Estado18.

Pero tal aseveración implica un análisis más profundo y detallado que permita sobresaltar

el proceso de formulación de la política exterior y los actores involucrados en su diseño;

ello nos permitirá acercarnos de manera más certera al vínculo sistema interno-política

exterior.

El papel autónomo del sistema político interno es, en ocasiones, decisivo en lo que se refiere a la formulación de la política exterior […]. Se trata aquí de examinar las formas en que se organiza el poder político dentro del Estado, es decir las formas de gobierno, así como la acción de los principales partidos políticos y otros grupos influyentes, las características de las personalidades políticas de significación, e incluso la cultura y las tradiciones políticas del Estado. 19

La formulación de la política exterior está generalmente ligada a otros conceptos como

objetivos, principios e interés nacional. Este último concepto ha sido utilizado como

esencia de la política exterior en la medida en que debe representar el conjunto de

demandas (económicas, militares, soberanas, políticas) que tiene un Estado y que debe

procurar alcanzar en el plano internacional. El interés nacional vendría a constituir el vaso

comunicante entre política interna y política exterior, el túnel a través del cual fluyen las

demandas desde el sistema político interno hacia el plano internacional. La disyuntiva se

estímulos o donde el mismo Estado altera significativamente su comportamiento a pesar de pequeños cambios en el contexto internacional…” Lasagna, op.cit., p.1. Podría agregarse al pensamiento del autor la disconveniencia de tales teorías para explicar el comportamiento de Estados de estructura diversa ante la complejidad de la agenda internacional en condiciones en que los términos de intercambio y los grados de desarrollo son desiguales. En todo caso, el ejemplo del medio ambiente es propicio para visualizar cómo este tema de la agenda internacional contemporánea se retroalimenta permanentemente de la interacción entre sistemas internos estatales (nivel doméstico donde se presenta el problema ambiental específico y donde se toman, o no, las acciones para corregirlo), política internacional (nivel global, foros internacionales de discusión del tema) y políticas exteriores (nivel doméstico-exterior, cómo el Estado construye su política exterior sobre el tema ambiental en función de su compromiso al respecto). 17 Aunque existen numerosas aproximaciones conceptuales al término “globalización”, una de ellas sugiere que es “la integración más estrecha de los países y los pueblos del mundo, producida por la enorme reducción de los costes de transporte y comunicación, y el desmantelamiento de las barreras artificiales a los flujos de bienes, servicios, capitales, conocimientos y (en menor grado) personas a través de las fronteras”. Stiglitz Joseph (2002): El malestar en la globalización, Ed. Taurus, Colombia, p.34. En las conclusiones de su obra, el autor señala algunos aspectos preocupantes de la globalización, entre los cuales uno alusivo a la democracia: “A los países de hecho se les avisa que si no respetan determinadas condiciones, los mercados de capitales o el FMI [Fondo Monetario Internacional] se negarán a prestarles dinero. En esencia son forzados a renunciar a una parte de su soberanía y dejar que los caprichosos mercados de capitales – incluidos los especuladores, cuyo único afán es el corto plazo y no el crecimiento a largo plazo del país ni la mejora en sus condiciones de vida – los «disciplinen» aleccionándolos sobre lo que deben y no deben hacer.”, p.308. 18 Para referir el impacto del fenómeno global, James Rosenau establece la existencia de un sistema global, o globalista, en el que las fuerzas estatales conviven con fuerzas multicéntricas desembocando en posibles escenarios internacionales en los que el Estado, las fuerzas descentralizadoras o ambos simultáneamente, juegan el papel preponderante. Rosenau en Carrillo Manuel (1998): El autonomismo en la política exterior de América Latina, el Estado en el proceso de globalización, Ed. Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, UCV, Caracas - Venezuela, p.44. 19 Ídem, p.36.

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presenta cuando el interés nacional se transforma en el interés de los sectores dominantes

y, por consiguiente, la política exterior deviene un reflejo del interés de estos sectores; es

por ello que, en nuestro criterio, debe hablarse, más que de interés nacional, de la

existencia de intereses nacionales.

El interés nacional es una noción muchas veces etérea que, a nuestro parecer, puede ser

modificada en función de 1) el desconocimiento popular sobre su sistema interno y su

política exterior; 2) la influencia de los sectores dominantes sobre las mayorías; 3) la

prioridad otorgada a los intereses de la clase dominante por encima del interés general; y 4)

la poca participación, que ella haya sido incentivada o no, voluntaria o no, de las mayorías

en la formulación de los intereses generales. Estas variables, numeradas sin orden de

prioridad, no son excluyentes entre sí y, por el contrario, suelen reflejarse de manera

mancomunada en la práctica; aún más, tienden a exacerbarse en sociedades donde el

conflicto entre los sectores antagónicos propicia el dominio de una sobre otra.

El concepto de interés nacional es muy generalizado en la escuela realista de las relaciones

internacionales. Para el realismo, los Estados luchan permanentemente en el marco de las

relaciones internacionales para obtener mayor poder, por lo que el interés es definido en

función de lograr alcanzar e incrementar ese poder: “En un mundo en el que todos los

Estados luchan por el poder, el interés nacional puede identificarse con la supervivencia

del estado, es decir, la protección de su identidad física, política y cultural, contra los

ataques de otros Estados” 20 La utilización del término interés nacional puede plantear

algunas limitaciones para su instrumentación y definición precisas, pues cada Estado puede

incorporar tantos elementos como considere necesarios a la hora de establecer su interés

nacional. Siguiendo a Pearson y Rochester,

el interés nacional parecería despertar tantas dudas y preguntas como las que puede resolver. La aceptación general del concepto de que los gobiernos generalmente actúan de acuerdo con lo que ellos consideran que va de la mano con sus propios y mejores intereses constituye una guía elemental […] para el entendimiento acerca de la conducta de la política exterior. Los gobiernos tratan de lograr sus metas básicas.21

El interés nacional está entonces constituido por metas y fines que esperan validar

internacionalmente las necesidades y exigencias del Estado. Dadas estas consideraciones,

20 Del Arenal, op.cit., p.136. 21 Pearson Frederic y Rochester J.Martin (2000): Relaciones internacionales, Ed. Mc Graw Hill, Colombia, p.160.

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preferimos distanciarnos de la concepción realista y comprender los intereses nacionales

como expresiones legítimas de las demandas (políticas, económicas, sociales, culturales,

militares) del Estado en el plano internacional, demandas que surgen de las normas y

principios fundamentales de los Estados y de la relación Estado-sociedad, en condiciones

en que para su diseño no existe dominación sino consenso.22

La discusión se torna más compleja en aquellos casos de un Estado petrolero donde el

sector fundamental de la estructura económica está representado por el sector capitalista de

Estado y en el cual el peso de los sectores sociales en la esfera pública (y en la

determinación del interés nacional) es menor al ostentado por el propio Estado. En efecto,

si del Estado procede la mayor proporción del ingreso nacional y es él quien ocupa el

primer lugar en las exportaciones, ¿en qué condiciones quedan los empresarios nacionales

y extranjeros frente al poder económico del propio Estado? ¿Podríamos considerarlo como

un simple instrumento de los sectores dominantes o hay que tomar en cuenta su poder

frente a ellos?23

En la medida en que las empresas del Estado se mantengan asociadas al capital

transnacional, en términos de empresas mixtas o subordinadas a él en materia de gestión,

tecnología, mercados, etc, estamos en presencia de un sector capital estatal subordinado y

dependiente que actúa contra los objetivos declarados retóricamente por el propio

gobierno (soberanía, autodeterminación, …)24. Aparece entonces una tecnocracia25

22 Con relación a la necesidad de satisfacer los intereses de las sociedades a través de la política exterior, señala Mateo que “En la actualidad no se puede planificar una política exterior extremadamente competitiva, pues el mundo se ha convertido en un sistema en el que las demandas internas de las sociedades tienen que ser satisfechas por los Estados”. Mateo en Tomassini Luciano (S/F): Criterios para la formulación de políticas públicas para la inserción en http://www.geocities.com/rivka_van_deijk/1Introduccion.htm#1.3 (recuperado el 17-05-05). 23 Este debate, al que está asociado una discusión sobre el subdesarrollo en países como Venezuela, surge de un conjunto de profesores de la Universidad Central de Venezuela, en la cátedra del subdesarrollo, desde los años de 1970, quienes ven el origen del subdesarrollo en las deformaciones estructurales producidas por la penetración del capital extranjero. Para ellos, subdesarrollo y dependencia van unidos. Córdova Armando y Silva Michelena Hector (1973): Aspectos teóricos del subdesarrollo, Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, Universidad Central de Venezuela. También Córdova Armando (1973): Inversiones extranjeras y subdesarrollo, Ediciones de la Biblioteca de la Universidad Central de Venezuela; y Aranda Sergio (1977): La economía venezolana, Editorial Siglo XXI, Bogotá – Colombia. 24 Aplicado al caso venezolano, pero posiblemente extrapolable a los casos de asociación con el capital transnacional, Mendoza Potellá refiere la aparición de un “poder petrolero” que es “la conjunción de cúpulas gerenciales públicas y sus asesores internacionales, con una reducida élite empresarial nacional e internacional, para el trazado de líneas acción en materia política petrolera, favorable a sus particulares intereses grupales.” Mendoza Potellá Carlos (1995): El poder petrolero y la economía venezolana, Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico, Universidad Central de Venezuela, p.15. 25 Una interesante definición de la categoría tecnocracia refiere que “la palabra significa, etimológicamente, el poder o la autoridad de la técnica. Su significación política es el gobierno de los técnicos, generalmente en materias económicas, quienes dejan de ser asesores o consultores, como es su función natural y obvia, y asumen directamente el poder político del Estado o ejercen una decisoria influencia sobre él. […] la tecnocracia es una forma inconveniente de gobierno porque

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constituida por ciudadanos nacionales, conocida como la alta gerencia petrolera, que sin

embargo tienden a responder a intereses foráneos y a desviar aquellos propósitos de un

determinado gobierno que pudieran catalogarse de nacionalistas; en estos casos el sector

capitalista de Estado es un aliado que refuerza el poder de la burguesía extranjera y

nacional26; un ejemplo fue lo que sucedió con la nacionalización petrolera venezolana de

1976 que permitió la firma de convenios de comercialización y tecnología dañinos a la

nación.27

No obstante, se supone que cuando un gobierno petrolero asume la gestión estatal dentro

de un proyecto democrático de transformación económica y social, se rompe este vínculo y

el sector capitalista de Estado – que sigue siendo el fundamental en la estructura

económica – se fortalece, con un enorme potencial de acción y transformación inexistente

en países donde el Estado carece de poder propio28. Así, en los Estados petroleros con

modelos democráticos, la manera como se maneje la actividad petrolera, en especial las

aperturas que se ofrezcan al capital transnacional, colocarán al Estado más lejano o más

cercano a los intereses de las mayorías y con posibilidades reales de atender las demandas

sociales.

El peso del Estado en la economía, en el caso de los países petroleros, abre igualmente una

discusión adicional sobre las probabilidades de accionar en función del interés nacional de

los técnicos o tecnólogos son personas de conocimientos circunscritos a su área de especialización. Carecen, por lo general, de una visión universal de la sociedad. La ven sectorizada y no integrada. En esas condiciones, no están en posibilidad de manejar asuntos cimeros del Estado ni de tomar decisiones de orden general.” Borja Rodrigo (2003): Enciclopedia de la política, Ed. Fondo de Cultura Económica, México, p.1334.Roger Garaudy habla también del concepto de tecnoburocracia, término que se crea para entender la estructura social de la Unión Soviética en la década de los ´70 del siglo XX. Garudy Roger (1972): La Alternativa, Editorial Edicusa. Madrid – España. 26 “A través de su control del sector más importante de la economía, los grupos monopolistas extranjeros se convierten en clase dominante de los países atrasados y la dependencia económica sirve de base a la dependencia política que termina en convertirlos en semicolonias de los países exportadores de capital” Córdova y Silva Michelena, op.cit., p.123. 27 Nuevamente sobre Venezuela, Mendoza Potellá es claro al afirmar que “Su núcleo matriz [de la política petrolera venezolana] lo constituyeron los hombres de confianza de las antiguas concesionarias, quienes, contando con el poderoso instrumento de los contratos de asistencia técnica y comercialización suscritos con sus antiguas casas matrices, -con la absoluta aceptación gubernamental de los términos presentados por éstas- se convirtieron en garantes del mantenimiento de los vínculos dependientes de la nueva empresa estatal con el capital petrolero extranjero.” Mendoza Potellá, op.cit., p.82, cursivas originales. Otro experto petrolero, Francisco Mieres, aduce ideas similares en Mieres Francisco (1998): La desnacionalización de la industria petrolera venezolana en Mezger Dorotea (comp): Petróleo y ecodesarrollo en Venezuela, Instituto Latinoamericano de Investigaciones Sociales y Ateneo de Caracas, Caracas – Venezuela. 28 Frente a una producción petrolera desapegada del capital transnacional, “La parte más importante del ingreso petrolero pasa por las arcas del Estado en forma de impuestos y regalías y debido a la importancia creciente de la cuota parte de la producción petrolera sobre la producción total, la Hacienda Pública se hace cada vez más independiente de las exportaciones agrícolas y el Estado se transforma en la correa de transmisión entre el sector petrolero y el resto de la economía. Se crean así las bases de un Estado poderoso, tanto por la importancia relativa de sus ingresos como por la capacidad de influencia de su política económica sobre el desenvolvimiento de la economía nacional.” Córdova y Silva Michelena, op.cit., p.140.

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las mayorías o de las minorías (sectores dominantes). Un Estado económicamente débil

deberá sumar voluntades de los partidos y grupos de opinión que reflejan los intereses de

los sectores sociales privilegiando los de los sectores dominantes. El Estado

económicamente fuerte, como el de los países petroleros29, puede accionar por encima de

estos intereses debido a su independencia y superioridad económica y siempre que su

dirigencia tenga el control efectivo del recurso, ya que históricamente ha sido más bien un

apoyo fundamental para el nacimiento y la expansión del capitalismo nacional.

En resumen cuando un Estado fuerte decide, debido a un cambio político profundo, iniciar

un proceso de transformación democrático, sus posibilidades de éxito son mayores, tanto

como lo son cuando ese Estado logra definir su interés nacional sobre la base de ese

proceso de transformación. De esta manera, se garantizaría un equilibrio entre las clases

sociales internas del Estado y la formulación de un interés nacional que responda,

pluralmente, a las demandas de todos los sectores sociales30.

Dejando a un lado el caso particular del interés nacional en países petroleros, Tomassini

señala que la política exterior se define sobre la base de tres aspectos: la agenda

internacional, los objetivos y el estilo, acotando que la agenda internacional son “los

intereses concretos que los países persiguen en su accionar externo”. Para construir esta

agenda plantea el autor tres pasos:

El primer paso es la identificación de los principales problemas y oportunidades que enfrenta un país en las distintas áreas en que se desenvuelven sus relaciones externas. El segundo paso es la jerarquización de los temas identificados como relevantes y la selección de los que deben ser incluidos en la agenda [...]; el tercer paso es la definición precisa de los temas e intereses específicos del país, es decir, definir cómo el tema es percibido por las distintas partes interesadas…31

Al otorgar tanta prioridad doméstica a la elaboración de la agenda internacional, parece

demostrarse que los intereses concretos de los que habla el autor no pueden desconocer los

temas del sistema político interno. El interés nacional (como compendio de los intereses 29 Los países petroleros tienen un potencial de acción que han ejercido en importantes momentos de la historia del siglo XX. Un recuento de los hitos de la historia de los países petroleros frente a empresas transnacionales puede encontrarse en Tamames Ramón y Huerta Begoña (1999): Estructura económica internacional, Alianza Editorial, Madrid – España, pp.420-423. 30 En cuanto a la capacidad autonómica del Estado señala Carrillo que “la capacidad de acción autonómica del Estado responde tanto a factores endógenos como exógenos; en lo interno es necesario señalar lo importante de la voluntad autonómica de las élites políticas, sociales y económicas, de los acuerdos que privilegien los intereses del país por encima de los intereses fraccionales.” Carrillo, op.cit., p.10. En el caso de países petroleros con objetivos transformadores, resulta más plausible el logro de la voluntad autonómica del Estado. 31 Tomassini, op.cit.

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concretos), que debe ser interés general, constituye así un elemento de peso considerable

como un primer puente de interacción entre sistema interno y política exterior32.

La selección de los temas de la agenda debe considerar el contexto en el que se

desenvuelve la selección tanto como las características, repercusiones y costos de los temas

abordados; esto debería implicar consultas con los sectores internos del país a manera de

saber qué tanto se pueden afectar o beneficiar, a manera de vislumbrar el consenso que

existe al respecto y a razón de otorgar legitimidad a la construcción de intereses nacionales

generales. De lo contrario se correría el riesgo de que los intereses nacionales queden en

manos del sector dominante y la estructuración de la agenda internacional sea un mero

formalismo administrativo33. Faltaría igualmente agregar a los planteamientos de

Tomassini que en la elaboración de la agenda internacional, tanto como en la formulación

general de la política exterior, el proceso de selección de los temas debe ser lo más amplio

y horizontal posible, para lo cual no pueden dejar de obviarse el proceso de toma de

decisiones y las características del sistema político estatal en el cual se inscriben.

Russell señala que la adopción de cualquier decisión, incluyendo aquellas relacionadas con

la política exterior, se inscribe en un “marco decisorio que alimenta y condiciona el

proceso”:

Este marco está compuesto por tres elementos: a) los estímulos y condicionantes externos y domésticos; b) el “contexto macropolítico” interno […] que abarca tanto las características generales del sistema político del país bajo estudio como las rasgos particulares de su política exterior; y c) el contexto específico de la decisión particular (nivel micro de la decisión).34

La toma de decisiones sobre política exterior no puede desprenderse de las condicionantes

domésticas pues desconocería el contexto en el cual es formulada y los actores que se

32 A este respecto podríamos citar a Tomassini cuando señala que “El análisis de la política exterior debe vincular un conocimiento sistemático del interés nacional que persigue el país, sus objetivos, estilo con que se plantean y toman las decisiones y, los desafíos que enfrenta como nación en su contexto externo, porque, cuando se desvincula y separa la política externa de la política doméstica, genera ‘el peligro de oscilar entre unas políticas exteriores meramente pasivas y otras de corte voluntarista’ ”, Tomassini en Naím Nayllivis (S/F): La política de integración de Hugo Chávez. Un proyecto para Latinoamérica, en http://www.insumisos.com/Articulos/la%20integracion%20que%20propne%20Chavez%20Hugo.pdf (recuperado el 14-05-05). En este caso, el interés nacional se interpreta como el compendio de variables que motivan la definición de una política exterior apegada a las necesidades y características del país que la formula. El internacionalista venezolano Manuel Carrillo reconoce, quizá con ánimo de contribuir a dilucidar la variedad de criterios existentes para definir el interés nacional, la presencia de diferentes tipos de intereses dentro de una misma sociedad entre los cuales se encuentran los intereses económicos, étnicos, laborales y sindicales. Carrillo, op.cit., pp. 50-55. 33 Ocurriría entonces lo que advierte Roberto González en relación con el posible secuestro de término “interés nacional” por parte de los sectores dominantes, caso que ha tradicionalmente ha tendido a ocurrir en América Latina. González, op.cit. 34 Russell, op.cit., p.256.

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involucran en la toma de decisiones. Tales condicionantes pueden constituir límites o

fronteras a la acción exterior del Estado y en último término pueden circunscribir tal

acción dentro de un perímetro determinado; así, las leyes nacionales, la dinámica de

fuerzas políticas o la influencia de determinados sectores de la población (minorías, grupos

de presión, sectores económicos o militares,…) constituyen elementos internos de la toma

de decisiones exteriores.

Esos condicionantes y estímulos internos guardarían íntima relación con la “macropolítica”

a que refiere Russell35 y que supone la interacción de todas las fuerzas que hacen vida en el

Estado; la interacción de las fuerzas a su vez estaría ligada con cierta estructura del Estado

(las características de su sistema político, esto es, su estructura organizativa y el entramado

de interacciones que lo componen) y a ciertas líneas (ideológicas, históricas, culturales)

que diferencian su política exterior del resto; finalmente la coyuntura en que se tome cada

decisión puede marcar diferencias en la medida en que el contexto socio-económico-

político o las determinantes históricas del momento otorgan a cada decisión un carácter de

originalidad. En definitiva, la toma de decisiones en política exterior es un proceso que

surge del sistema político interno.

…las características principales de sistema político (verbigracia, su naturaleza […], la organización jurídica del Estado o el papel de los partidos políticos, de los grupos de presión y de la opinión pública) influyen de manera importante en la estructura y dinámica del proceso decisorio.36

El proceso de toma de decisiones en materia exterior constituye un proceso de

retroalimentación permanente entre los diversos actores e instancias de la sociedad y de

acuerdo con determinados procedimientos y/o tradiciones que constituyen el legado

identitario del Estado de que se trate; es por ello que se hace necesario definir la manera en

que las decisiones son tomadas, los actores involucrados, el peso específico que éstos

representan en el juego político y aún los elementos jurídicos y socioculturales que

componen la identidad del Estado. En las sociedades contemporáneas los actores son

múltiples y los intereses también; por ello, la direccionalidad política y las instituciones

especializadas fungen de canalizadores y de integradores de la interacción de esos

múltiples actores.

35 Idem. 36 Idem, p.257.

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En los Estados actuales, a pesar de su heterogeneidad, son comunes algunos órganos de gobierno, que más allá de su base y objetivos clasistas tienen funciones semejantes en lo que se refiere a la política exterior. En el plano estrictamente gubernamental, hay que mencionar en primer lugar al jefe del gobierno, Presidente o Primer Ministro […]; el Ministerio de Relaciones Exteriores […]; los Ministerios de Comercio Exterior o Relaciones Económicas Internacionales […]; los Ministerios de Defensa […]; por último, los órganos legislativos, Parlamentos, Congresos, Asambleas o Cámaras Nacionales.37

Habría que mencionar además a los gobiernos locales, como gobernaciones o alcaldías,

que desarrollan relaciones con otros gobiernos, práctica que se conoce como diplomacia

intermedia y que ha venido cobrando auge con el pasar de los años.

Estos distintos órganos se relacionan, interactúan y definen líneas maestras de actuación

internacional que denotan la influencia del sistema político interno sobre la política

exterior. Pero más allá de las prerrogativas y funciones de los órganos institucionales del

Estado en materia exterior, conviene señalar que en la actualidad grupos organizados, entes

no gubernamentales, partidos políticos, sindicatos y simples ciudadanos participan cada día

más activamente en la discusión de la temática internacional del Estado. Incluso, en

oportunidades, la sociedad parece superar a los círculos académicos vinculados con las

relaciones internacionales y a los partidos políticos, fenómeno éste de reciente data que sin

embargo habrá que continuar incentivando con ánimo y optimismo.38 El peso de estos

37 González, op.cit., p.37. 38 En 1990 Russell señalaba, en honor a los estudios comparados de políticas exteriores de América Latina, un compendio de algunos de los fenómenos alusivos a la participación civil de los partidos políticos y de la opinión pública en la política exterior: “a) la participación e influencia de los actores no estatales en los procesos decisorios han sido muy limitadas; b) las mismas se han restringido a las cuestiones que afectan sus intereses concretos y sectoriales; c) que los partidos políticos han tenido un rol marginal o nulo en ese proceso; d) que la opinión pública en general ha mostrado un gran desinterés e indiferencia por los asuntos externos […] y; e) que la cultura política en cuestiones de política exterior, con la probable excepción de Chile, ha sido históricamente “acrítica” o, al menos, sumamente “parroquial”. Russell, op.cit., p.268. Entre 1990 y la actualidad la mayoría de estos fenómenos se han modificado, ya sea porque la participación en algunos casos se ha incrementado, ya sea porque ha disminuido. En el caso de los Partidos Políticos, la crisis que conocen en la mayoría de los países de América Latina los ha llevado a perder protagonismo en la discusión de temas de relevancia nacional: “Los partidos políticos (PP) han sufrido una crisis de representatividad y vigencia a lo largo de la América Latina como instituciones representativas de los ciudadanos y como mediadores entre éstos y los centros de poder. Esta crisis se acompaña de una creciente presencia del individuo como protagonista político de su entorno, lo que reduce el campo de acción y la función esencial del PP. Sin duda que la proliferación de actores internacionales (ONG, individuos, redes de internet), un cambio de percepción de los problemas globales (hoy los problemas globales son de “todos”) y la incuantificable cantidad de elementos que conforman la agenda de la relaciones mundiales en la actualidad (pobreza, Medio Ambiente, Derechos Humanos, integración económica, imperialismo – anti-imperialismo,...) han contribuido en la imposibilidad de los PP para abordar de manera satisfactoria la representación del individuo en cada uno de sus temas de interés. Pero además, las crisis políticas en la región parecen derivarse de la desconfianza que los ciudadanos han manifestado vis-à-vis los PP”, Constant Rosales Hector (2005): Relaciones internacionales y partidos políticos, en Revista Debate Abierto, Año VIII, Vol. IX, Caracas - Venezuela. Uno de los trabajos que citamos en este artículo trata justamente el tema de los PP y la política exterior; allí se refleja cómo los debates sobre política interna prevalecen sobre los debates sobre política exterior en el seno de los PP. Los PP, dice la autora, omiten voluntaria y recurrentemente partes de la realidad internacional que, por ser demasiado complejas y no poder abordarlas, podrían trastocar su imagen. Ver

Page 25: TESIS. SISTEMA POLÍTICO Y POLÍTICA EXTERIOR EN VENEZUELA 1999 2005

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actores define, en buena medida, la orientación exterior del Estado, según que el peso de

las decisiones recaiga en el Ejecutivo, en el Legislativo, o bien según la presión que los

distintos sectores sociales sepan y puedan ejercer en determinado momento (cabildeos

económicos, militares, protestas sociales, comunicados académicos públicos, etc.)

La interacción de los actores dependerá asimismo de la estructura jurídica y sociocultural

del Estado. República, monarquía, sistema presidencialista, Constitución, marco jurídico,

tradiciones, historia, cultura, son todos elementos que condicionan el proceso de

interacción social, la toma de decisiones, la dinámica del sistema político interno y en

última instancia la definición de la política exterior. En el aspecto jurídico, la relación entre

el sistema interno y la política exterior puede ser visualizada de la siguiente manera,

La política exterior debe promover el concepto de la seguridad jurídica, que debe ser considerada en dos aspectos. La seguridad jurídica supone, a nivel interno, el estado de derecho; […] En el orden externo, la seguridad jurídica supone que los acuerdos pactados en el área internacional deben ser cumplidos.39

Como conclusión a lo anteriormente dicho, se puede señalar que la política exterior refleja

la estabilidad del sistema político del Estado y proyecta su imagen en el plano mundial;

representa asimismo una radiografía de las características más notables del Estado, una

manifestación de la identidad del país en el exterior, un conglomerado de sus valores,

carencias y virtudes. La política exterior refleja la naturaleza del Estado y la esencia misma

de su ordenamiento político, económico y social. Tan estrecha interrelación entre política

exterior y sistema político interno hace que la primera pueda ser vista como un proyección

de la segunda40 o aún que la política exterior aparezca como meramente subordinada a la

interior.

Morgestern Mercedes (2000): Los partidos políticos y la política exterior, en http://www.iigov.org/dhial/?p=18_01, (recuperado el 28-02-04). Si bien en el estudio no podemos concluir que el ciudadano superará a los partidos políticos como instancias de representación política, su participación en la discusión de la agenda internacional ha tendido a aumentar últimamente, encontrando en la actualidad una opinión pública más y mejor informada del acontecer mundial. La proliferación de los medios de comunicación y la influencia que temas internacionales tienen en la población (relación dialéctica política internacional – política interna – política exterior) han facilitado el interés de la opinión pública por estos temas. No obstante, reconocemos que los intereses sectoriales señalados por Russell tienden a permanecer y que el reto es aún grande por despertar mayor interés en una población latinoamericana todavía maltratada por problemas de atención perentoria. 39 Tomassini, op.cit. 40 Luis Suárez Salazar construye la definición de “proyección exterior” para anteponerla al uso de “política exterior”. Aplicada al caso Cuba, en palabras de Suárez: “Utilizo el concepto proyección externa y no política internacional para denotar acontecimientos y definiciones que, aunque strictu sensu forman parte de su política interna, contribuyen (o no) a materializar los objetivos estratégicos que en sus interacciones con el mundo tiene el Estado cubano” en Suárez Luis (1998): La proyección externa de la revolución cubana: oportunidades y desafíos, S/E.

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20

Considerar los elementos domésticos como esenciales en la formulación de la política

exterior no supone despreciar otros factores como el sistema internacional, o la influencia

de la tendencias históricas en que determinada acción exterior es concertada. Si bien el

estudio de tales factores no son objeto del presente análisis, es preciso resaltar la visión

dialéctica señalada por González mediante la cual política exterior y política interior se

complementan y se retroalimentan; se agrega a esta ecuación la política internacional como

un tercer elemento que influye en las dos primeras pero que se ve a su vez influenciada,

“consecuencia del vasto proceso de internacionalización de la vida social a escala de todo

el planeta”41.

La relación política interna – política exterior – política internacional deriva en distintos

niveles de actuación estatal en donde la retroalimentación es permanente y deseable; pero

sobretodo deriva en reconocer que la política exterior, en tanto reflejo de la política interna,

no tiene independencia interior en su formulación ni autonomía en su ejecución, visto que

la influencia de la política internacional tendrá antes que todo repercusión en el sistema

interno, que será el que finalmente reaccionará a los estímulos internacionales mediante la

estructuración de su política externa.

2. Cambio político y política exterior.

El estrecho vínculo entre política exterior y sistema político interno supone que, a priori,

cambios en las características fundamentales del sistema político se traduzcan en un

cambio de política exterior, habiendo quedado claro que ambas políticas se complementan

pero que la política interna priva sobre la externa.

Cambios sustantivos en las estructuras de decisiones de un Estado así como cambios

drásticos en los actores que ostentan el poder (nueva hegemonía dominante, por ejemplo) y

en los valores que los acompañan – elementos del régimen político que afectan

ostensiblemente el sistema político – pasan por una redefinición profunda de la estructura

41 González R., op.cit., p.34. La relación integral entre política exterior – política interna – política internacional fue considerada con el ejemplo del medio ambiente referido anteriormente en donde se lograban despejar los niveles correspondientes a cada una de las tres políticas.

Page 27: TESIS. SISTEMA POLÍTICO Y POLÍTICA EXTERIOR EN VENEZUELA 1999 2005

21

del Estado, de las diversas relaciones de poder que en él coexisten (relación Estado-

sociedad, relaciones inter-sistémicas, relaciones entre actores, entre otros), así como de los

valores que lo fundamentan. Una transformación de esta magnitud tiende a alterar el

diseño de las políticas públicas del Estado, toda vez que el proceso de toma de decisiones

suele ser distinto, producto de las convicciones y percepciones de los actores y/o la

existencia de nuevos mecanismos político-institucionales; en efecto, en caso de que

lleguen a sufrirse cambios esenciales sobre los principales elementos del régimen político,

ello implicaría la renovación del Estado en función de los principios que sustentan al

nuevo régimen; y esta renovación afecta obligatoriamente todos los niveles de la vida

social, incluido el de la política exterior42.

El tema de los principios y de los actores resulta esencial en un proceso de cambio político.

Por ejemplo, un nuevo régimen que se impone modifica la esencia del Estado mediante la

negación de los principios que alentaban al régimen anterior; en otros términos, la

aplicación de principios antagónicos con aquellos del régimen superado, con las

subsecuentes modificaciones que ello conlleva para la estructura estatal, suele caracterizar

el cambio de regímenes políticos. El ejemplo clásico más simple se presenta en aquellos

casos en que un régimen autoritario es superado por uno democrático o vice-versa: la

estructura del Estado se modifica, teóricamente, hacia la democratización o centralización

de la toma de decisión y los niveles de retroalimentación Gobierno –sociedad se

flexibilizan o se restringen según sea democrático o autoritario el nuevo régimen político.

Pero más allá de las consideraciones sobre el carácter democrático o autoritario del nuevo

régimen, el ejemplo anterior busca destacar que existen cambios políticos de tal magnitud

(como los cambios de régimen político) que afectan las raíces de la sociedad y provoca la

modificación sustancial de las políticas estatales. Por ende, un simple cambio de gobierno

en Estados donde las reglas sociales, políticas, electorales no se modifiquen no puede ser

considerado un cambio de régimen político.

42 A este tenor opina Lasagna que “…la política exterior puede ser entendida como una política pública más del régimen. Los cambios que se registran en el ámbito de las estructuras y procesos políticos deberían, por tanto, tener una cierta influencia en ella. […] De hecho, poca duda cabe de que la quiebra de un régimen político dé paso a momentos cruciales de creatividad e innovación sobre las políticas a seguir”. Lasagna, op.cit. p.2. Más adelante, el autor considera que “Si hay cambios en la estructura interna del régimen, esto es, en las reglas del juego y el conjunto de roles políticos, éstos pueden afectar notablemente la política exterior”, Idem, p.6.

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Concomitantemente, los protagonistas del cambio político influyen con su estilo y

personalidad la transformación y estructuración del sistema político. Es lo que Lasagna

define como el “political makeup de los gobernantes”43, conjunto de acciones y principios

que adoptan en este caso los gobernantes y que nosotros preferimos generalizar hacia el

conjunto de actores que participan en las transformaciones del sistema político. El líder – o

líderes – político imprime un sentido de orientación al cambio político al constituirse en la

imagen del conjunto de principios que se desean implementar; el líder puede ocupar,

indistintamente, el rol de representante del cambio o de impulsor del nacimiento del nuevo

ordenamiento, aunque, generalmente, ocupa ambas posiciones y logra consolidar su

liderazgo sobre la base de las exigencias, malestares y esperanzas de la población que lo

sigue.

Es líder quien hace estas tres cosas: a) Traduce los sentimientos inconcretos de malestar en exigencias concretas que se plantean al sistema político; a esto es a lo que el autor denomina ‘proceso de formulación de exigencias’. b) Creación de una ‘ideología’ adecuada a esa formulación; consiste en implantar las exigencias en las mentes de las personas de la población. c) El resultado de los dos procesos anteriores es la generación de una ‘visión’ en la cual se presenta un futuro más satisfactorio que se contrapone al malestar presente44.

En todo caso, independientemente de que sean o no inspirados por el líder – o líderes –

político, los principios en los cuáles se sustenta un nuevo ordenamiento político crean el

marco ideológico en el cual el régimen enmarcará su actividad y estructurará las políticas

que permitan validarlo.

Como reflejo, proyección o continuidad del sistema político interno, la política exterior

reflejará el nuevo estilo y los nuevos principios adoptados en un cambio político de

grandes magnitudes. Así como afirma Lasagna, la implantación de un régimen político

implica un cambio de percepción de los temas de la agenda internacional y una

reclasificación de las prioridades externas del Estado; debe igualmente suponer la

modificación de los objetivos, metas, e intereses nacionales de acuerdo a los nuevos

principios del cambio operado; finalmente puede fomentar la aparición o desaparición de

alianzas, pactos o tratados que validen, o desvaliden, la nueva concepción estratégica del

43 Lasagna, op.cit., p.3. 44 Zonis en Martínez Amparo y Morales Francisco (S/F): El debate en torno al locus del liderazgo político, Facultad de Psicología. Universidad Nacional de Educación a Distancia, http://cpsa.cop.es (recuperado el 12-11-03), p.2.

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régimen. En todos los casos, se impone la adaptación de la política exterior de acuerdo a

los nuevos cánones ideológicos y percepciones del cambio político45.

Lasagna define tres dimensiones modificables de la política exterior. Para el autor, un

cambio político drástico como el de régimen político afectará básicamente 1) los intereses,

objetivos y estrategias de política exterior; 2) el proceso de elaboración de la política

exterior y; 3) el estilo diplomático46. Las dos primeras dimensiones ya han sido tratadas de

una u otra manera cuando señalamos que en la medida en que la naturaleza del Estado

cambia, las percepciones, intereses, objetivos y metodología de toma de decisiones del

nuevo sistema político se adaptan a su marco ideológico.

El estilo diplomático vendría a ser la manera en que el Estado actúa en la escena

internacional, la forma de la conducción de la política exterior47. Se conjugan en esta

dimensión las dos dimensiones anteriores (reformulación de intereses y toma de decisión)

sumadas a ciertos factores subjetivos como la personalidad del líder (o líderes), los valores

y elementos tradicionales del Estado (la tradición diplomática del país) e incluso los

patrones de conducta de los encargados de ejecutar la política exterior. Según sea la

profundidad del cambio de régimen político en alguno o todos estos factores, tenderá a

modificarse de mayor o menor manera el estilo diplomático del Estado.

Los valores tradicionales del Estado constituyen el conjunto de variables que lo definen en

la arena internacional, en lo que sin duda influye su posición geográfica, su estructura

económica, su identidad cultural, su legado histórico y su apego, o no, a ciertos

compromisos en el transcurso del tiempo. Sin embargo, no es ilógico pensar que un

cambio político en el que los elementos del sistema se vean sustancialmente modificados,

puede igualmente afectar la modificación total o parcial de estos valores tradicionales, en

la medida en que tales tradiciones nieguen la esencia misma del cambio que se está

impulsando, o bien en el deseo de crear nuevas tradiciones acordes con los nuevos

principios. El estilo diplomático que surge en momentos de cambio político reconoce la

posibilidad de la coexistencia entre los elementos de continuidad y de cambio que pueden 45 “La orientación del régimen refleja […] la coalición de intereses sociales, económicos y políticos asociados al régimen. La premisa teórica de este concepto es que un grupo o coalición dirigente deja su impronta tanto en las metas y objetivos del Estado en asuntos externos, como en la naturaleza de la reacción del Estado ante estímulos internacionales. Esto último se refleja en el estilo diplomático que adopta un régimen.” Lasagna, op.cit., p.5. 46 Lasagna, op.cit., pp. 7-8. 47 Idem, p. 7.

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caracterizar a una política exterior, pero no niega (por el contrario parece alentar) que los

cambios sean mayores que las continuidades.

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CAPÍTULO II

CARACTERIZACIÓN DEL SISTEMA POLÍTICO VENEZOLANO A

PARTIR DE 1999.

Ha quedado claro que, en tanto reflejo del sistema político interno, la política exterior se

construye sobre la base de los principios de la política interna. Es por ello que dejando

coyunturalmente a un lado el análisis de la política exterior, nos centraremos en identificar

las características esenciales del sistema político venezolano desde 1999, toda vez que la

llegada del presidente Hugo Chávez al poder alienta un conjunto de cambios al sistema

político tradicional que entra en crisis por su ilegitimidad.

1. Del sistema político tradicional.

Con la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez se constituyó en Venezuela un nuevo

sistema político democrático en el que la representatividad popular garantizaba la

consolidación y permanencia de la democracia nacional. El Pacto de Punto Fijo (suscrito

en 1958 por los líderes de los tres principales partidos políticos Acción Democrática AD,

Comité de Organización Política-Electoral Independiente COPEI, y Unión Republicana

Democrática URD) y la Constitución promulgada en 1961 otorgaban respectivamente al

incipiente sistema político su legitimidad y su legalidad. Según la Constitución del ’61:

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Art.3: El Gobierno de la República de Venezuela es y será siempre democrático, representativo, responsable y alternativo48.

A partir del advenimiento de una nueva etapa política en Venezuela, se construye un

sistema basado en la negociación de las clases dominantes y la construcción de un

entramado institucional, en las áreas política, económica y social, que oxigena el sistema

político durante las primeras décadas de su existencia. El Pacto de Punto Fijo, como una

opción partidista-reformista de recuperar la democracia post-perezjimenista fue,

…el deseo de los partidos políticos primordiales de entonces (AD, COPEI y URD), así como de grupos claves en sectores decisivos (empresarial, sindical, militar y eclesiástico) de asegurar el funcionamiento de un sistema de democracia representativa, en el cual los conflictos no tuviesen el carácter de antagonismos irreconciliables49.

En todo caso, más allá de la construcción de un modelo democrático basado en la

negociación de las principales élites políticas, “sistema populista de conciliación de élites”

en palabras de Juan Carlos Rey50, tanto el Pacto de Punto Fijo como la Constitución de

1961 proyectaron un conjunto de características definitorias para el sistema político

venezolano, especie de grandes lineamientos que sustentarían el sistema tradicional: en lo

económico se planteó la renta petrolera como factor dinamizador de la micro y

macroeconomía; se consolidó progresivamente el intervencionismo estatal en todas las

esferas del país; y se originó un cuerpo de normas y preceptos jurídico-institucionales que

formalizaron el sistema y garantizaron la preeminencia del Estado y de los partidos

políticos en la esfera pública51. Como bien lo destaca Rey, fue un período económico que

se apoyó en la recepción de una renta petrolera producida por las transnacionales más

poderosas en el ámbito mundial; sólo con motivo de la crisis energética durante las

décadas de los ´70 y ´80 se intentó rescatar el manejo directo de la fuente fundamental de

ingresos del país, pero se realizó de manera negociada con el gran capital, manteniendo así

al frente de las industrias básicas a buena parte de la gerencia formada por las ex-

concesionarias y sometida a ellas en espíritu y acción.

48 Constitución de la República de Venezuela (1961), Gaceta Oficial Nº 662. 49 Romero, Aníbal (1989): Situación y perspectivas del sistema político venezolano, en Romero Aníbal et al.: Sistema político venezolano, clubes franceses y tendencias electorales, Publicaciones del Consejo Supremo Electoral, Caracas, p.24. 50 Rey Juan Carlos (1998): El futuro de la democracia en Venezuela, Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, Universidad Central de Venezuela, 2ª edición, Caracas – Venezuela. 51 Kornblith, Miriam (1994a): Crisis sociopolítica, nuevas reglas y estabilidad de la democracia en Venezuela: estructura y coyuntura en la crisis del sistema político venezolano, en Politeia N° 17, Instituto de Estudios Políticos, UCV, Caracas.

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En cuanto a lo político, se establece un conjunto de reglas, no obligatoriamente formales,

que desembocan en un estilo político que prioriza mecanismos de tipo utilitario para

garantizar la supervivencia del sistema; este estilo político utilitario será utilizado a lo

largo de décadas para implementar, desde las altas esferas del poder, un juego basado en

premios y sanciones que, a la larga, contribuirán con el deterioro y corrupción del

sistema52.

Si bien, con sus matices, existieron a partir de 1958 un conjunto de partidos políticos en el

quehacer nacional, dos de ellos resultaron los principales beneficiarios del sistema de

negociación política y del ejercicio del poder: AD y COPEI. En sus primeros años, los

gobiernos de estos dos partidos políticos ofrecieron a una población cansada de la opresión

dictatorial ilusiones de libertad y mejoría socioeconómica; la construcción de obras

públicas, la sanción de leyes relativamente beneficiosas para las mayorías y la bonanza

petrolera que permitió cubrir con dinero abundante los principales males de la sociedad,

fueron algunas de las medidas que garantizaron la estabilidad del régimen y sistema

tradicionales. La creación de novedosas Instituciones y aún el proceso de descentralización

logrado con la elección directa de gobernadores en los ’90 proporcionaron un clima de

aparente armonía democrática y progreso político.

Mientras los ingresos provenientes de la renta petrolera llenaban las arcas del Estado y

permitían la construcción de grandes obras de infraestructura y la implementación de

políticas destinadas a ofrecer soluciones coyunturales a problemas de envergadura, el

aumento de la población, el paulatino endeudamiento nacional externo e interno y la crisis

monetaria post – 1982 empezaron a constituirse en factores de socavación de la legitimidad

del sistema. El Estado protector - paternalista venezolano, enfrentado a su ineficacia para

resolver los grandes males sociales, coadyuvó de esta manera a un descontento y cansancio

popular que se generalizaba progresivamente.

52 Juan Carlos Rey contribuye a dilucidar los mecanismos utilitarios presentes en el sistema político venezolano tradicional. El nuevo “estilo político” surgido post-1958 se fusiona con aquellas reglas formales sancionadas desde la llegada de la democracia a Venezuela y permiten que la conciliación entre élites políticas se desarrolle en un juego en el cual ninguno de los actores dominantes es conminado a desaparecer. Ver Rey, op.cit., p.292 y siguientes.

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Para la década de los ’90 se presentaba airosamente una disyuntiva en términos de

legitimidad del sistema bipartidista53 venezolano: por una parte, el desconocimiento de las

demandas generales fomentaba la ilegitimidad de un sistema incapaz de satisfacer a su

población; por otro lado, el apoyo de la Fuerza Armada y sobre todo del poder económico

nacional y transnacional proporcionaban al sistema estabilidad y un aire de legitimidad

incontestable54. Pero en la medida en que transcurrían los años el cansancio popular se

hacía cada vez más notorio y la población empezó a recurrir a mayores protestas para

transmitir su descontento.

La crisis de las variables que sustentan al sistema populista de conciliación de élites,

notable ya a finales de los ’80, resulta un aditivo esencial para el cuestionamiento del

sistema tradicional55. Por una parte, el colapso de la renta petrolera dificulta la subsistencia

del modelo económico venezolano, colapso que se presenta con el continuo decrecimiento

de los precios del petróleo y que determina que los mecanismos de distribución del ingreso

petrolero sean cada vez más reducidos y menos eficientes, así como un paulatino

endeudamiento internacional de Venezuela. Por otra parte, y corolario de lo primero, las

expectativas sociales ansiadas y el desarrollo socioeconómico pregonado por los distintos

Planes Nacionales adelantados desde los sucesivos gobiernos bipartidistas no logran

concretarse de manera satisfactoria para la población. Finalmente, el propio modelo de

representación democrática entra en crisis cuando la omnipresencia de los partidos

políticos deriva en una especie de “partidocracia” dentro de la cual la corrupción, el

clientelismo y la poca relación partido político – electorado son las principales

características.

Se argumenta que la excesiva dominación de los partidos “asfixia” a la sociedad civil, que los partidos han devenido en organizaciones exclusivamente centradas en sus propios intereses

53 El “bipartidismo” hace alusión a una etapa política en Venezuela, posterior a la firma del pacto de Punto Fijo, en la cual se produjo una alternabilidad de los partidos políticos AD y COPEI en la primera magistratura – URD quedando excluido del poder – y en los principales cargos de elección popular. Particularmente hegemónica a partir de 1973, la tendencia bipartidista disminuye con la aparición de nuevos partidos pero sobre todo la llegada de gobernadores, alcaldes y diputados pertenecientes a terceras toldas políticas luego de los ’90. Kornblith Miriam (1994b): La crisis del sistema político venezolano en Nueva Sociedad, N° 134, noviembre – diciembre 1994. No obstante esto, el lenguaje político coloquial contemporáneo reconoce muchas veces en el bipartidismo el período político 1958-1998, en la medida en que la Presidencia de la República estuvo en manos de personajes provenientes de AD o COPEI. 54 Esta estabilidad tiene mucho que ver con la institucionalización de los referidos mecanismos utilitarios en la esfera política, donde las decisiones gubernamentales suponían transacciones entre los actores principales: “se desarrolló un sistema informal que incluía en la consulta para las decisiones gubernamentales fundamentales al empresariado (a través de Fedecámaras), a los trabajadores (a través [sic] de Fuerzas Armadas (a través del Alto Mando Militar) y a La iglesia Católica (a través de su más alta jerarquía).” Rey, op.cit., p.301. 55 Kornblith (1994a), op.cit.

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político – electorales, que se han convertido en maquinarias pragmáticas y corruptas, ajenas a controles democráticos y éticos56.

La crisis del modelo de representación democrática viene asociada a una de las

consecuencias que el propio modelo generó: producto de la negociación y conciliación

inter-élites, de la institucionalización de mecanismos utilitarios y del crecimiento excesivo

de dos partidos políticos, las masas poblacionales empezaron a ser vistas como simples

masas electoras que debían ser controladas para evitar el desbordamiento del sistema

político. A partir de esta premisa, cualquier movimiento de reivindicación social resultaba

sospechoso y era, en el mejor de los casos, desarticulado o integrado al sistema de reparto

utilitario.

En resumen, en su funcionamiento el sistema genera una tendencia desmovilizadora y antiparticipativa cuando no autoritaria: se tiende a que todas las demandas populares sean canalizadas a través de unas pocas organizaciones confiables, pues se teme que de no ser así pueden convertirse en incontrolables e inmanejables.57

La no satisfacción de los intereses de la mayoría y el descontento generalizado vis-à-vis el

sistema tradicional, esto es, la ineficacia de las sucesivas gestiones gubernamentales,

propulsaron así la crisis del antiguo sistema.

La falta de legitimidad y estabilidad del sistema representativo se hacen evidentes cuando

los estallidos sociales y las críticas al gobierno se separan del marco pacífico de la

democracia representativa a principios de los ’90. El “Caracazo” de 198958 y dos intentos

de Golpe de Estado se desarrollan bajo el mandato del Presidente Carlos Andrés Pérez

(1989-1993); posteriormente, el Presidente Pérez es llevado a juicio y destituido por el

Congreso Nacional: la crisis de legitimidad del sistema parece confirmada. El período de

transición del Presidente Ramón J. Velásquez (1993-1994) y el período del Presidente

Rafael Caldera (1994-1999) pueden ser entendidos como la preparación final para el inicio

de un cambio político en Venezuela. De hecho, el Presidente Caldera llega al poder con un 56 Idem, p.41 57 Rey, op.cit., p.304 58 El cúmulo de políticas sociales erradas, la pobreza campante y el sentimiento generalizado de que el Estado es ineficiente conllevan a la explosión social del Caracazo en febrero de 1989, justo unos meses después de que un nuevo Presidente bipartidista, Carlos Andrés Pérez, asume el poder y anuncia un paquete de medidas y ajustes de corte neoliberal. Aunque el Caracazo se asemeje más a un estallido imprevisto de un pueblo cansado de ser ignorado que a una respuesta preparada ante las medidas anunciadas por el Presidente Pérez, no se puede desconocer que la magnitud de ese momento histórico refleja la crisis política del bipartidismo: los sectores más pobres de la capital, y aún de otras ciudades grandes del país, saquean y destruyen a pesar de las medidas de seguridad y coerción adelantadas por el Ejecutivo. Para un recuento detallado se puede consultar a López Maya Margarita: La protesta popular venezolana entre 1989 y 1993 (en el umbral del neoliberalismo), en López Maya Margarita (ed.) (1999): Lucha popular, democracia, neoliberalismo: protesta popular en América Latina en los años de ajuste, Ed. Nueva Sociedad, Caracas – Venezuela.

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escaso 30% de los votos59, lo que pudiera ser catalogado como una falta de legitimidad si

asumimos la participación popular en las elecciones como legitimante del sistema político

democrático.

El fracaso del gobierno de Rafael Caldera y, sobre todo, su inconsecuencia con las promesas electorales hechas – forjar un modelo económico alternativo al neoliberalismo y adelantar una reforma constitucional que mejorara y profundizara la democracia – combinados con el colapso de los precios del barril petrolero en el mercado internacional en 1998, empujaron a los venezolanos a una temeraria radicalización: ese año eligieron a un líder absolutamente ajeno y adverso al viejo sistema político, que prometió una asamblea constituyente para refundar la República, el desplazamiento de las élites políticas tradicionales y un modelo económico antineoliberal.60

2. La llegada de Hugo Chávez a la presidencia de Venezuela: etapas del cambio político.

Es en este contexto de crisis sistémica que debemos enmarcar la llegada de Hugo Chávez

al poder en 1999 con un importante porcentaje de votos61, y la introducción de importantes

cambios, bajo las denominaciones de “participativo” y “bolivariano”, en la esencia y

práctica del sistema político venezolano. Siendo nuestra intención caracterizar el sistema

político desde 1999 hasta 2005, es preciso señalar que uno de los cambios más

significativos en el sistema político venezolano bien pudiera constituirlo el advenimiento

de una nueva hegemonía de poder, uno de los elementos fundamentales del régimen

político62.

59 El porcentaje fue de 30,46% de los votos válidos emitidos, lo que correspondió a 1.710.722 electores. López Maya Margarita (2005): Del viernes negro al referendo revocatorio, Ed. Alfadil, Venezuela, p.161. En los primeros capítulos de este libro, López Maya considera algunos de los factores de la crisis política del “bipartidismo”. Asimismo, en las pp. 211-217 se ofrece un panorama de las condiciones del país bajo la administración de Rafael Caldera. 60 Medina Medófilo y López Maya Margarita (2003): Venezuela: confrontación social y polarización política, Ediciones Aurora, Bogotá – Colombia, pp. 141-142. 61 El porcentaje fue de 56,20 %, correspondiente a 3.673.685 electores. López Maya (2005), op.cit., p.229. 62 Recordando a Levi, el régimen político es entendido como el “conjunto de las instituciones que regulan la lucha por el poder y el ejercicio del poder y de los valores que animan la vida de tales instituciones”, Levi en Bobbio, op.cit., p.1362. A su vez, siguiendo nuevamente a Roberto González y sin desestimar la definición de sistema político que destacamos en la introducción general de este trabajo, para orientar la caracterización del sistema político nos interesará, entre otros, destacar “…las formas en que se organiza el poder político dentro del Estado, es decir las formas de gobierno, así como la acción de los principales partidos políticos y otros grupos influyentes, las características de las personalidades políticas de significación, e incluso la cultura y las tradiciones políticas del Estado”, González Roberto, op.cit., p.36.

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La presencia de nuevos actores, la desaparición o modificación de actores tradicionales, el

cambio de normas institucionales, el cambio de los valores o normas imperantes y aún el

cambio en la forma de gobierno serán algunos de las variables que tratarán de

desentrañarse en distintas etapas temporales entre 1999 y 2005. No obstante ello, es

preciso señalar que el análisis sistémico que sigue no pretende abarcar la totalidad de los

fenómenos atinentes al sistema político venezolano, sino aquellos que se consideran

relevantes para evidenciar su transformación, ya que como refiere Urbani,

…el sustantivo “sistema” no se refiere nunca a la totalidad de los aspectos y de las filiaciones de un fenómeno dado (por ejemplo, la totalidad de los hombres, de las instituciones, de los valores de un régimen político determinado), sino sólo a un cierto número de ellos; […] Dicho en términos técnicos, el objeto del análisis sistémico no es la totalidad sino la generalidad de un fenómeno…63

En tanto protagonista de los Golpes de Estado de 1992, el Comandante Chávez atrae la

simpatía de los sectores populares del país así como de amplios sectores nacionales

cansados del clientelismo, corrupción e ineficacia del sistema tradicional; desde su

campaña electoral Chávez habla de una V República, contrapuesta a una IV República

representativa de todos los males del país, que espera producir serias transformaciones en

las áreas económica, social y política y reivindicar a los excluidos.

La candidatura de Chávez y las fuerzas que se aglutinaron a su alrededor introdujeron en la contienda la esperanza de un cambio profundo, tanto de la clase política como de las propuestas de país hasta entonces presentadas. Su discurso, además, fue el único que le dio preeminencia a los sectores empobrecidos y excluidos, y los valoró como sujetos del sistema político democrático.64

El cambio político podría ilustrarse parafraseando los postulados de la transitología

aplicados por González65, quien señala la existencia de al menos tres etapas básicas para el

cambio de regímenes políticos: transición, instauración y consolidación; sin embargo, en

razón de que el análisis de González se refiere sobre todo al cambio de regímenes

autoritarios a regímenes democráticos, hemos creído conveniente rescatar las tres fases de

que trata sin las tipificaciones teóricas que cada una conlleva en el análisis realizado por el

autor; es decir, asumiremos una caracterización propia del sistema político venezolano

sobre la base de tres etapas que, en significado práctico, mucho se asemejan a una

63 Urbani en Bobbio, op.cit., p.1465, cursivas originales. 64 López Maya (2005), op.cit., p.231. 65 González Secundino, op.cit. En este artículo, que ya citamos en la introducción del trabajo, el autor realiza un estudio de los factores que motivan el cambio de un régimen político por otro y de las variables que legitiman, o deslegitiman, al régimen político.

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transición, a una instauración y a una consolidación. Igualmente, en razón de que los

cambios son igualmente visibles tanto en el ámbito político como en el económico, cada

etapa contemplará un esbozo de la situación económica que facilitará la comprensión

dialéctica de la transformación del sistema político.

2.1. Primera etapa: Gestación de un cambio por venir (fines de 1998 - 1999).

La primera fase de los cambios políticos en Venezuela, muy breve, que catalogaremos

como transición y que ubicamos en la victoria electoral y los primeros meses del nuevo

gobierno del presidente Chávez, sería el momento en que llega al poder el “outsider”

político en diciembre de 1998 y comienza a adelantar su gestión: nombra su nuevo tren

Ministerial y asume oficialmente el poder. Como actor emergente, la llegada de Chávez

inicia lo que será, en los años siguientes, la formalización de una nueva hegemonía política

en el país.

Los resultados de diciembre de 1998, con mayor radicalidad que los de 1993, abrieron para la sociedad venezolana un mapa político nuevo e iniciaron el proceso de implantación de una nueva hegemonía. El desempeño de AD y COPEI dejó atrás, de manera definitiva, el bipartidismo fundamentado en el Pacto de Punto Fijo.66

No deseamos centrarnos extensamente en el análisis de esta primera fase pues es sólo el

preámbulo del gobierno del Presidente; además, a pesar de que el Programa de Gobierno

presentado durante de la campaña electoral sugiere un conjunto de modificaciones en el

sistema tradicional, es muy pronto aún para poder precisar su alcance. La transición hacia

un cambio sustancial del sistema político, cambio cuya base todavía está en fase

embrionaria, se manifiesta primeramente en el llamado presidencial a una Asamblea

Constituyente.

Constituyente habrá en Venezuela y nadie podrá evitarlo, porque esa es la voluntad del pueblo soberano de Venezuela. Hoy en horas del mediodía en el Palacio de Gobierno de Miraflores tuve el honor de conducir el Primer Consejo de Ministros del Gobierno Bolivariano que hoy comenzó en esta Venezuela de fines de siglo, y en ese primer acto de gobierno, en ese primer Consejo de

66 López Maya (2005), op.cit., p.231.

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Ministros, he firmado hoy el Decreto Presidencial llamando al pueblo a que se pronuncie si quiere o no quiere la Asamblea Constituyente.67

Esta primera fase estaría así marcada, principalmente, por el espíritu de la constituyente

aunque ya desde finales de 1998 se producen indicios de que nuevos actores están

emergiendo en la arena política venezolana: en las elecciones celebradas para elegir los

representantes al Congreso en noviembre de 1998 los tradicionales partidos políticos son

desplazados por fuerzas emergentes por primera vez desde 195868; asimismo, en las

elecciones regionales celebradas en el mismo mes, vemos que el Polo Patriótico, conjunto

de fuerzas políticas aliadas del presidente Chávez69, alcanza un importante número de

gobernaciones dentro de las cuales se encuentra la región natal del Presidente, estado

Barinas, que queda en manos del propio padre del Primer Mandatario. Ambas elecciones

parecieron marcar una clara preferencia del electorado venezolano a un mes de la

contienda presidencial.

Las elecciones presidenciales de diciembre de 1998 aparentemente marcaron un cambio. Por primera vez en cuarenta años, el Presidente electo no formaba parte de la élite política tradicional. En noviembre del mismo año fue electo un congreso en el cual participan, en gran medida, partidos emergentes como lo fueron el Movimiento V República (MVR) y el Proyecto Venezuela; el bloque parlamentario mayoritario, el Polo Patriótico, estaba conformado por el MAS, Patria Para Todos (PPT) y el MVR.70

Sin embargo, así como la llegada de fuerzas emergentes al Congreso venezolano denota un

cambio político considerable, la íntima relación entre los poderes Ejecutivo y Legislativo,

y el solapamiento que produce el primero sobre el segundo, se mantendrá desde 1999 y,

aún más, se reforzará en los años siguientes: a pesar de llegar nuevos actores en el

escenario político, se reproduce una de las características del sistema político tradicional en

el cual el presidencialismo opaca cualquier iniciativa no presidencial.

…en un estudio realizado [Crisp,1998] se señaló que desde 1959, el 80% o más de los proyectos discutidos por el poder legislativo tenían su origen en el poder ejecutivo. Esto parecería mostrar la debilidad del Congreso puesto que se ha caracterizado por tener pocas iniciativas propias y ha

67 Chávez Hugo: ¡Constituyente habrá en Venezuela y nadie podrá evitarlo! Discurso ante el pueblo de Caracas con motivo de su toma de posesión como Presidente Constitucional de la República de Venezuela, Paseo Los Próceres 2 de febrero de 1999, en Chávez Hugo (2003): Discursos Fundamentales, ideología y acción política, Foro Bolivariano de Nuestra América, Caracas. 68 López Maya (2005), op.cit., p.228, presenta una tabla en donde se puede apreciar la conformación del Parlamento luego de esas elecciones. 69 El Polo Patriótico estuvo formado por los partidos políticos Movimiento V República (MVR), Movimiento al Socialismo (MAS) y Patria para Todos (PPT). 70 Jácome Francine (1999): Reformas Políticas en Venezuela: una evaluación preliminar, en Ciencias de Gobierno, Instituto Zuliano de Estudios Políticos, Económicos y Sociales, Maracaibo – Venezuela, p.71.

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legislado, mayoritariamente, en función de las propuestas elaboradas por los presidentes, reforzando de esta manera el presidencialismo.71

La transición es una etapa en la cual todavía los indicios del apego al sistema tradicional

son evidentes. Por una parte, el tren ministerial nombrado por el Presidente en los primeros

meses de su gobierno deja entrever una gran brecha de pluralidad de criterios: habrá de

notarse la presencia, por ejemplo, de Maritza Izaguirre como Ministra de Hacienda, quien

venía de desempeñarse como Ministra del Presidente saliente y figura connotada del

“puntofijismo”, Rafael Caldera,. Por otro lado, se continúa aceptando la negociación

política con representantes del criticado “bipartidismo” para la toma de decisiones, en

virtud de que el Polo Patriótico no cuenta con mayoría en el Congreso. La inexistencia de

un liderazgo opositor que aglutine a los detractores del modelo político de Chávez, aunado

al tradicional “período de gracia” generalmente presente en un período inmediatamente

post-electoral, permiten que la transición sea una etapa de relativa paz social.

En el ámbito económico, el gobierno se somete a la tecnocracia petrolera72 heredada que

desarrolla una estrategia de debilitamiento de los precios internacionales del petróleo para

forzar la quiebra de la industria y su consecuente re-privatización73, aunque ya el

presidente Chávez manifiesta su voluntad por accionar hacia el fortalecimiento de los

precios y de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), como ente rector

de los precios internacionales del crudo, y en pocos meses se ordena el recorte de la

71 Idem., p.71. 72 Rafel Quiroz presenta una publicación sobre el papel de la cúpula dirigente petrolera, que bajo la definición de “meritocracia”, manipula la dirección política de la estatal petrolera venezolana. Aduce el autor que el término ha perdido su concepción original (“sistema donde se impone el mérito, el talento, la destreza y la inteligencia”, p.22) para erigirla como un “dogma intocable, y paradigma irrompible, quienes creen que son sólo ellos los que pueden manejar la industria petrolera, y que por tanto son imprescindibles, indispensables e insustituibles”, Quiroz Rafael (2003): Meritocracia petrolera: ¿mito o realidad?, Ed. Panapo, Caracas – Venezuela. En relación con el término “meritocracia” también puede consultarse su debate conceptual en un análisis de Lorenzo Fisher en Bobbio, op.cit., donde señala las limitaciones de la práctica social de la meritocracia y la posibilidad de que a través de su aplicación permanezcan sendas desigualdades dentro de la sociedad, pp. 961-962. 73 Para finales de los ’90 del siglo XX el tema de la re-privatización de PDVSA era frecuente en opiniones de algunos dirigentes petroleros con importantes cargos en la industria venezolana. Un análisis crítico de la apertura petrolera – apertura que incluía “la entrega de PDVSA al capital transnacional” – se encuentra en Quiroz Rafael (1999): La desmitificación petrolera (1994-1998). Crónicas de una crisis previsible, Ed. Panapo, Caracas – Venezuela. Dentro del texto puede leerse: “…hasta el propio presidente de PDVSA [Luis Giusti] llega al descaro de plantear abiertamente sus pérfidas intenciones de vender la corporación y creer, o mejor dicho, hacer creer que la mayoría de los sectores del país están ganados para tan antivenezolana idea, cuando dice: ‘Aún existen sectores del país que se oponen a una privatización de Pdvsa, pero en cualquier caso se están dando los pasos correctos para hablar en un futuro del tema’. Esta afirmación de Luis Giusti, hecha en enero de 1998, no es nueva, ya que en forma reiterada siempre ha dejado entrever su inclinación y preferencia porque se venda PDVSA”, p.69.

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producción petrolera venezolana logrando un aumento del precio del barril a lo largo de

199974.

La aplicación – desde el señalado mes de febrero [de 1999] de una política petrolera más ajustada al verdadero interés nacional y el respeto concomitante a los compromisos contraídos en el seno de la OPEP, han dado frutos evidentes: los precios de la cesta venezolana se han más que triplicado, superando el nivel cumbre en los últimos nueve años, de los 26 dólares el barril, aparte de que las perspectivas del mercado se presentan auspiciosas por la confluencia de otros factores. Además, el énfasis privatizador ha sido arrinconado, por ahora, por normas constitucionales en cuya redacción me cupo el honor de asesorar a los constituyentes Gastón Parra Luzardo y Luis Vallenilla.75

Se elabora además un “Programa de Transición Económica” llamado a iniciar el cambio

del sistema económico del país76 y se estructura una Ley Habilitante que permite la

sanción de algunas Leyes (Ley de Promoción de Inversiones y Ley Eléctrica, por ejemplo)

y medidas (como el decreto del Impuesto al Débito Bancario) que sin embargo no serán de

tanto alcance ni generarán tanta resistencia como las que se promulgarán en años

posteriores.

En todo caso, se empieza a interpretar que la transformación política vendría acompañada

de una transformación económica que haría realidad el cambio político nacional, cuya

visión inicial es expresada por el mismo Presidente como un anuncio de los cambios

futuros.

…si nosotros no transformamos el Estado, y no solamente el Estado [sic], el Estado no es el gobierno, el Estado son las instituciones nacionales, el Estado es el gobierno y el Poder Ejecutivo, el Poder Judicial, el Poder Legislativo, son las Gobernaciones y los poderes locales, todo está carcomido, no hay capacidad, se perdió para impulsar una dinámica nacional de desarrollo. No la hay, por eso nuestro empeño en acelerar el proceso constituyente en contra de viento y marea, no importa, eso va adelante y no tiene marcha atrás, porque eso es parte del proyecto económico, no es viable, insisto, ningún proyecto económico en Venezuela si no solucionamos el problema de la gobernabilidad del contorno, de la eficacia de las instituciones, de la honestidad de las

74 “Recortamos la producción […] vamos a demostrarle al mundo la importancia de la OPEP, PDVSA va a respetar todo esto. Fíjense ustedes el movimiento. Venimos de 7 dólares el barril en diciembre y enero, y ya nuestro barril está por 14.9 dólares…” Chávez Hugo: Discurso del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela con motivo de los 100 primeros días de gobierno, Palacio de Miraflores, 13 de mayo de 1999, en 1999: “Año de la Refundación de la República”, Selección de Discursos del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Tomo I, Ediciones de la Presidencia de la República, Caracas – Venezuela, 2005, p.169. 75 Mendoza Potellá Carlos (2000): Crónica petrolera contemporánea. Crónicas disidentes sobre la apertura y el poder petrolero (1996-1999), Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, Universidad Central de Venezuela, p. 1. 76 “…nosotros hemos iniciado […] el Programa de Transición Económica para dos años: 1999 y 2000 […] que forma parte de la médula del Proyecto Nacional Bolívar 2000”. […] Este programa tiene cuatro frentes […]: las finanzas públicas; […] la producción nacional; […] el empleo y […] el aparato institucional” Chávez Hugo: Discurso del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela con motivo de anunciar las nuevas medidas económicas, Palacio de Miraflores, 25 de marzo de 1999, en Idem., p.79.

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instituciones, de la eficiencia, eso es algo urgente, no podemos esperar ni un día, no podemos perder ni un día y esa es la vía constituyente, la vía pacífica que es la que queremos todos.77

La celebración del primer referendo consultivo en la historia del país, para convocar la

Asamblea Nacional Constituyente (ANC), es llevado a cabo con tranquilidad y sin la

elocuente campaña propagandística que caracterizará las elecciones subsiguientes. Esta

elección marca un importante paso en el sistema político del país ya que es la primera vez

que se consulta la opinión de la población sobre su deseo de sancionar una nueva

Constitución, esto es, sobre su deseo de transformar la nación.

El referendo es elaborado sobre la base de dos preguntas, una de las cuales señala de

manera bastante clara que el objetivo de la ANC es “transformar el Estado y crear un

nuevo ordenamiento jurídico que permita el funcionamiento efectivo de una Democracia

Social y Participativa”78, enunciado que refleja la intención de cambios en el propio

modelo de democracia. A pesar de presentarse un alto nivel de abstención tanto en el

referendo como en la posterior elección de los representantes a la Constituyente79, la ANC

sesiona con una mayoría casi absoluta de los candidatos apoyados por el Polo Patriótico,

situación que derivaría, a todas luces, en la sanción de una Constitución que reflejara el

nuevo modelo país propuesto por el Primer Mandatario nacional.

La ANC resulta un espacio que facilita la emergencia de nuevas personalidades políticas,

muchas de las cuales finalizada su labor constituyente ocupan diversos cargos de

representación popular o nombramiento ejecutivo80. Más todavía, la ANC resulta ser el

primer paso hacia la instauración de un nuevo orden político en el país.

La ANC fue utilizada como una poderosa herramienta política. Tuvo varias funciones, hábilmente concebidas y empleadas por la nueva coalición gobernante en función de sus objetivos de poder: fue un instrumento para reordenar jurídica e institucionalmente al estado aun antes de promulgada la Constitución; sirvió para trastocar la correlación de fuerzas existente y fortalecer a los sectores emergentes; se usó para promover nuevos líderes políticos y desplazar a los existentes, y –casi

77 Idem., p.64. 78 Idem., p.71. 79 Idem. Asimismo, Kornblith también realiza un estudio de los resultados de los referenda celebrados durante 1999, en el cual se puede apreciar la alta abstención que privó en esas elecciones. No obstante, como afirma la propia autora, “la baja participación no deslegitimó ni obstruyó la marcha del proceso constituyente”. Kornblith Miriam (S/F): Elecciones y referendos en Venezuela: “quién le teme al soberano?”, Instituto de Estudios Políticos de la Univesidad de Venezuela – Instituto de Estudios Superiores de Administración IESA, en http://www.imca.org.ve/Lic_Mirian_Kornblith.htm (recuperado el 21-09-06). 80 A título de ejemplo pueden nombrarse dos casos, uno de representación popular y otro de nombramiento ejecutivo: Tarek William Saab, constituyente y posteriormente electo Diputado a la Asamblea Nacional; y José Gregorio Vielma Mora, constituyente y posteriormente designado Presidente del Aeropuerto Internacional de Maiquetía y Superintendente Nacional Tributario.

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secundariamente- redactar una nueva Constitución, con el propósito de generar un nuevo conjunto de reglas, valores, actores e instituciones para trastocar las bases tradicionales de ordenación de la sociedad venezolana.81

2.2. Segunda etapa: Definición del rumbo: transformación vs. resistencia

(fines de 1999-2002).

2.2.1. Semblanza de la transformación.

La segunda fase, semejante a una instauración, que en nuestro criterio comprende el

período fines de 1999-2002, es una fase mucho más activa pues en ella se producen

transformaciones esenciales. La nueva Constitución es sancionada y aprobada también por

referendo popular en diciembre de 1999, planteando unas nuevas reglas del juego

democrático y alterando principios básicos del sistema tradicional: incluso el nombre de la

República se modifica, con lo cual se quiere dejar claro que Venezuela ya no es la misma.

Esta Constitución será la esencia del nuevo orden político y la marca distintiva de que el

sistema político conoce cambios sustantivos en su esencia.

La sorprendente victoria electoral de Chávez en 1998, y los cuatro procesos eleccionarios ocurridos luego, entre 1999 y 2000, sirvieron para darle a estos bolivarianos […] el predominio de los cargos de elección popular a lo largo y ancho del país, el control sobre el Ejecutivo y Legislativo nacionales, y un instrumento institucional matriz: la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, con la cual pudieron comenzar a sentar las bases de un renovado sistema político.82

La sanción del nuevo texto constitucional representa el hito fundacional del cambio

político venezolano por lo que conviene detenerse brevemente en algunos de sus

postulados políticos básicos. El cambio de una democracia representativa a una

democracia participativa y protagónica es uno de los elementos centrales del cambio

político. Desde su Preámbulo la Constitución reza que

81 Kornblith (S/F): op.cit. 82 López Maya (2005), op.cit., p.179.

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El pueblo de Venezuela [...] con el fin supremo de refundar la República para establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural en un Estado de justicia [...] decreta la siguiente Constitución...83

y más adelante su artículo 6 estipula

Art.6: El gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y de las entidades políticas que la componen es y será siempre democrático, participativo, electivo, descentralizado, alternativo, responsable, pluralista y de mandatos revocables84.

La representatividad es excluida como característica del modelo democrático venezolano

del nuevo texto que establece toda una serie de disposiciones y mecanismos para garantizar

que el poder y la toma de decisiones sean de competencia popular y para asegurar que la

democracia participativa constituya, más que un modelo, una forma de vida.

No por casualidad el fin supremo de la refundación de la República que se plantea sugiere de entrada que esa Constitución busca llevar a cabo un cambio político radical de las instituciones y del sistema político y, a la vez, establecer una sociedad democrática “participativa” y “protagónica”, en la que la democracia sea más que un sistema político, una forma de vida que no sólo configure las instituciones políticas sino también las sociales.85

La eliminación de la categoría de democracia representativa en la nueva Constitución,

puede ser entendida desde dos perspectivas que no son excluyentes. Una primera

perspectiva explicaría este cambio en función de los resultados que el ejercicio societal de

la aplicación del modelo de democracia representativa arrojó sobre el país (exclusión

social, desmovilización, niveles de educación precarios). Una segunda perspectiva lo

explicaría como una necesidad, por parte de sus detractores, de crear nuevos cimientos

políticos para el escenario de la V República: al cambiar la designación del modelo

político venezolano, al propugnar la democracia participativa, se está replanteando la

relación Estado – Sociedad y se está fomentando el nacimiento de una nueva estructura

económica, social y política basada en la corresponsabilidad social.

Art.70: Son medios de participación y protagonismo del pueblo en ejercicio de su soberanía, en lo político: la elección de cargos públicos, el referendo, la consulta popular, la revocación del mandato, las iniciativas legislativas, constitucional y constituyente, el cabildo abierto y la asamblea de ciudadanos y ciudadanas cuyas decisiones serán de carácter vinculante, entre otros; y

83 Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999), Gaceta Oficial Nº 5.453, cursivas nuestras. 84 Idem. 85 Brewer Carías en Romero Carlos, Romero María Teresa y Cardozo de Da Silva Elsa (2003): La política exterior en las Constituciones de 1961 y 1999: una visión comparada de sus principios, procedimientos y temas, en Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, vol. 9, n° 1, Universidad Central de Venezuela, p.166.

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en lo social y económico: las instancias de atención ciudadana, la autogestión, la cogestión, las cooperativas en todas sus formas...86

Un elemento novedoso que fomenta la participación es la incorporación del Referendo

Popular en la Constitución. En su capítulo IV, sección segunda, la Constitución plantea la

posibilidad de que los temas “de especial trascendencia nacional” puedan ser sometidos a

referendo consultivo; también “podrán ser sometidas a referendo consultivo las materias de

especial trascendencia parroquial, municipal y estadal”87. Esto supone que la participación

de la población en las decisiones de carácter nacional o local rompe con el esquema

unilateral o reducido de toma de decisiones que había sido construido bajo el esquema

representativo. En cuanto a la revocación del mandato, es ésta una certera manifestación de

la voluntad participativa del texto constitucional: un mandatario electo puede ser revocado

si la población considera que su gestión no ha sido efectiva.

Además de propugnar por un cambio en el modelo político, la Constitución introduce otro

conjunto de variables novedosas que plantean el cambio sustantivo de la realidad

venezolana. Tal como lo expresa Escarrá, estamos en presencia de un cambio en la

concepción del Estado que ocasiona una reformulación de las políticas públicas diseñadas

por el gobierno, incluida la política exterior, con la finalidad de honrar esa nueva

concepción.

…lo primero que debe traerse a colación es que el texto constitucional consagra a nuestra República como un Estado Social, de Derecho y de Justicia, y en función de ello patentiza la idea de un Estado [sic] no puede permanecer inerte en la vida social, y en la serie de relaciones e interacciones que tiene lugar en el seno de la sociedad…88

Si bien la intención de este análisis no pasa por realizar un estudio exhaustivo de la materia

constitucional, se hace preciso reseñar que la adición de dos nuevos Poderes (Moral y

Electoral) a los ya clásicos Ejecutivo, Legislativo y Judicial, la incorporación de

legislación en materia ambiental e indígena, el reconocimiento expreso de la justicia social,

de la soberanía económica, de los derechos culturales y educativos y de la actividad

petrolera como estrategia nacional, son referencias que diferencian claramente la

86 Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, op.cit. 87 Art. 71, Idem. 88 Escarrá Carlos (2006): La política exterior venezolana, Material de consulta no editado, disponible en el Centro de Información y Documentación Especializada en Relaciones Exteriores, Instituto de Altos Estudios Diplomáticos “Pedro Gual”; Caracas – Venezuela, p.3

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interpretación del Estado pre y post 199989. Así pues, la nueva Constitución orienta

premisas básicas que plantean un cambio integral en Venezuela y asienta esta etapa de

instauración del cambio político en Venezuela; en cualquier caso, la Constitución es el

texto que, en materia programática-normativa, sintetiza los nuevos valores políticos, las

nuevas características de sus instituciones, y la nueva interpretación de la relación Estado –

sociedad.

En materia económica, la Constitución define un conjunto de principios que deben

caracterizar al régimen socioeconómico y a la nueva relación Estado – sociedad en materia

laboral, fiscal, industrial, agrícola y artesanal.

Art.299: El régimen socioeconómico de la República Bolivariana de Venezuela se fundamenta en los principios de justicia social, democracia, eficiencia, libre competencia, protección del ambiente, productividad y solidaridad, a los fines de asegurar el desarrollo humano integral y una existencia digna y provechosa para la colectividad. El Estado, conjuntamente con la iniciativa privada, promoverá el desarrollo armónico de la economía nacional con el fin de generar fuentes de trabajo, alto valor agregado nacional, elevar el nivel de vida de la población y fortalecer la soberanía económica del país, garantizando la seguridad jurídica, solidez, dinamismo, sustentabilidad, permanencia y equidad del crecimiento de la economía, para lograr una justa distribución de la riqueza mediante una planificación estratégica democrática, participativa y de consulta abierta.90

En el espíritu del Constituyente se deja claro que el Estado jugará un papel central

regulador de la economía, aunque asegurando la iniciativa privada y la relación

productividad – solidaridad91. Quizá el rasgo que más deba ser destacado en esta

concepción socioeconómica sea el relativo a la actividad petrolera, en la medida en que

como Estado productor – rentista, Venezuela mantiene una economía oxigenada

fundamentalmente por este hidrocarburo. Los artículos 302 y 303 de la Constitución

reservan para el Estado la propiedad de los recursos naturales y su explotación, enunciados

clave en el nuevo modelo de país en el que la actividad petrolera, a través de PDVSA, ha

sido punta de lanza para la implementación de las políticas públicas a partir de 1999.

Continuando con el conjunto de factores que caracterizan esta etapa política, una de las

primeras acciones que produce la sanción de la Carta Magna de 1999 es la convocatoria a

elecciones generales para la legitimación de los poderes constituidos, incluido el Ejecutivo.

En este último caso, el presidente Chávez y su proyecto – país cuentan con una oposición 89 Otras consideraciones sobre las novedades de la Constitución de 1999 pueden encontrarse en López Maya (2005), op.cit. 90 Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, op.cit. 91 Exposición de Motivos, Idem.

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escasa, por lo que el único candidato que puede hacerle un relativo contrapeso en las

elecciones presidenciales es su antiguo compañero de armas, Francisco Arias Cárdenas, al

cual vence fácilmente en las urnas. En cuanto a las elecciones regionales y legislativas, el

año 2000 representa el inicio de la instauración efectiva de una nueva hegemonía política

en el país: no sólo el Poder Ejecutivo, sino gran parte del Poder Legislativo y los poderes

regionales quedan en manos de partidarios del cambio político adelantado por Chávez. De

esta manera, una cantidad muy considerable de gobernaciones, alcaldías y escaños a la

recién estrenada Asamblea Nacional quedan como aliadas del proyecto adelantado por el

Presidente.

Esta intensa actividad electoral permitió el desplazamiento de una elite política dominante en el país desde 1958 y su sustitución por nuevos actores políticos emergentes. […] En los comicios del año 2000, Chávez y las fuerzas y organizaciones que lo respaldaron accedieron a una significativa mayoría de los cargos públicos en los diversos niveles, lo que les va a posibilitar desarrollar en los próximos años las propuestas que venían defendiendo para el país.92

En esta instauración del cambio político ya se hacen evidentes las primeras

confrontaciones entre los antiguos aliados del proyecto – país “bolivariano” durante la

transición: los comandantes protagonistas de las intentonas golpistas de los ’90, Yoel

Acosta Chirinos, Jesús Urdaneta Hernández y el referido Francisco Arias Cárdenas, dejan

de apoyar a Chávez, y otros personajes que en un principio fueron parte del círculo íntimo

de gobierno empiezan igualmente a distanciarse; tal es el caso de Alfredo Peña, quien

luego de ocupar el Ministerio de la Secretaría de la Presidencia y ser electo, apoyado por el

Polo Patriótico, Alcalde Metropolitano de Caracas, se convierte en un detractor público y

sonoro de los cambios políticos adelantados. Incluso los integrantes del Polo Patriótico

empiezan a aflorar diferencias que, en el corto plazo, provocarían divisiones en su seno y

el fortalecimiento del Movimiento V República como partido político de gobierno.93

En el transcurso de estos años se crean también una serie de Instituciones novedosas o se

cambia el nombre a las ya existentes: el Instituto Agrario Nacional se convierte en el

Instituto Nacional de Tierras, el Congreso Nacional deviene la Asamblea Nacional, el

Ministerio de Educación se transforma en Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, se

92 López Maya (2005), op.cit., pp.232-233. Sobre los resultados y análisis de las elecciones del año 2000, consúltese el capítulo 10 de la mismo obra, “Las elecciones de 2000: el nuevo mapa político del país”: 93 Para referencias más completas sobre las divisiones internas entre los partidarios del cambio político, se puede consultar la sección “Las peleas en la revolución y el problema de la organización” de Medina y López Maya, op.cit., p.75 y siguientes.

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crea el Ministerio de Ciencia y Tecnología, se crean el Instituto Nacional de la Juventud, el

Banco del Pueblo, el Banco de la Mujer, etc., todos organismos que esperan honrar los

postulados del cambio político y que reflejan un rechazo a gran parte de las instituciones

ya existentes.

Los sectores más pobres y tradicionalmente excluidos son ahora protagonistas de los

planes sociales adelantados por el Gobierno94 y se ven reivindicados en sus derechos

esenciales, como se verá más adelante; el Plan de Tenencia de la Tierra o el Plan Avispa95

son ejemplos, de tales políticas sociales. Asimismo, la instauración del nuevo orden

político pasa por la organización popular de los sectores pro-Chávez: se idean los Círculos

Bolivarianos como centros de debate, se crean Asociaciones voluntarias de distintos

sectores de las sociedad (Clase Media en Positivo, Asamblea Bolivariana de Educación,

Foro Constitución y Paz,...) y se generan planes de movilización en defensa del “proceso

bolivariano”.

En cuanto al aspecto económico, durante la instauración el Ejecutivo sanciona, en el año

2001 y mediante Ley Habilitante, cuarenta y nueve (49) Decretos-Leyes concentradas, en

su mayoría, en aspectos económicos y sociales. Leyes como la de Tierra, la de

Hidrocarburos, la de Pesca y Acuicultura, la de Asociaciones Cooperativas, la de creación

y estímulo del sistema microfinanciero, entre otras, buscan crear un marco para la

consolidación del nuevo modelo económico catalogado como “desarrollo endógeno”96.

El desarrollo endógeno se basa en la planificación y puesta en práctica de un desarrollo que fluya desde adentro y hacia fuera. Busca crear y consolidar una estructura productiva diversificada, eficiente y progresivamente autosuficiente, que permita atender las necesidades de desarrollo

94 La mayoría de los planes del gobierno son adelantados en aquellos sectores sociales y geográficos de menores recursos, como barriadas populares o pueblos del interior del país, teniendo un impacto significativo. Un ejemplo de ello sería el establecimiento de 227 Centros de Acopio, con la afiliación de 19065 bodegas, para atender a 134 municipios de la nación, lo que permitió cubrir a “3.500.000 personas pertenecientes a una población en estado de pobreza, mediante la venta de harina de maíz precocida, arroz, aceite, leche en polvo, sardinas leguminosas y leche fluida”, Gobierno Bolivariano de Venezuela. Logros 2003, Ministerio de Comunicación e Información, p.62. 95 El Plan Avispa consistió en el mejoramiento de viviendas en muy mal estado en sectores populares, sobre todo de Caracas. 96 Entre las claves del desarrollo endógeno se pueden señalar: “impulsar la transformación de los recursos naturales, construyendo cadenas productivas, eslabonando la producción-distribución y consumo; aprovechamiento eficiente de la infraestructura y capacidad instalada; incorporación de la población excluida; desarrollo de nuevas formas de organización tanto productiva como social; construcción de redes productivas de diversos tamaños y estructuras tecnológicas, como pueden ser las microempresas y cooperativas”. Lanz Carlos (2004): El Desarrollo Endógeno y la Misión “Vuelvan Caras”, Alcaldía de Caracas, Venezuela, p.27. El autor también hace referencia a los postulados de Oswaldo Sunkel, a quien se atribuye el concepto teórico del desarrollo endógeno.

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social y humano de las comunidades, en intercambio solidario con otras comunidades y con la nación en su conjunto.97

El combate contra el latifundio, el fomento a la micro-empresa y al micro-crédito y el

rescate y protección de las actividades productivas artesanales se inscriben así desde 2001

dentro de una estrategia económica tendiente al desarrollo de la economía productiva.

Asimismo, en el plano petrolero y en la medida en que el cambio político se afianza sobre

el cambio económico del país, se convoca la II Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno

de la OPEP en Caracas; en ella se establece una estrategia de fortalecimiento de los precios

que permitirá al proyecto-país contenido en la Constitución disponer de una estabilidad

económica y de una plataforma más sólida. Se comienza a frenar la posibilidad de re-

privatización de PDVSA, presente en la transición, respetando de esta manera la normativa

constitucional en materia petrolera.

Además de las Leyes mencionadas, a nivel programático se diseña el Plan de Desarrollo

Económico y Social de la Nación 2001 – 2007 que establece objetivos y estrategias

concisas para alcanzar la justicia social sobre la base de cinco polos fundamentales: el

económico, el social, el político, el territorial y el internacional98. Con el desarrollo de

estos cinco polos se pretende construir el desarrollo endógeno de Venezuela y garantizar su

presencia soberana en el escenario mundial. Pero por encima de todas estas leyes y

renovado andamiaje programático, es la Constitución, como se ha establecido previamente,

la principal herramienta definitoria de los cambios en el sistema.

Tanto como las transformaciones que se evidencian en esta segunda etapa del cambio

político, empieza a desarrollarse un movimiento opositor más consistente cuya actividad

recrea los primeros grandes enfrentamientos del cambio político en Venezuela: se produce

así una dicotomía entre transformación y resistencia a la transformación, dicotomía que se

exacerba una vez que la instauración conlleva la eliminación paulatina de cualquier

negociación con los actores tradicionales – contrariamente a lo vivido durante la transición

– y su exclusión de la toma de decisiones políticas.

97 Las Misiones Bolivarianas (2006), Folleto de difusión masiva, Ministerio de Comunicación e Información, Caracas – Venezuela, p. 20. 98 Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación 2001-2007 en www.mpd.gob.ve

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2.2.2. Resistencia al cambio: ¿demostración de que hay cambio?

Una manera de medir el alcance de los cambios adelantados en Venezuela se logra a partir

del estudio de la resistencia y la reacción que estas transformaciones han generado; si bien

en la fase de transición no existía prácticamente ninguna oposición al cambio político, la

instauración se desarrolla bajo un permanente clima de hostilidad entre oposición y

partidarios del cambio. Y no es para menos: las estrategias asumidas por parte de esa

oposición han develado, más que desacuerdo, experiencias que han trastocado la

estabilidad nacional99.

Durante los años 2001 y 2002; los partidos políticos opositores se organizan más

coherentemente y los principales medios de comunicación social se prestan para participar

en una campaña contra el cambio político. Además, un importante sector popular, bien

tradicionalmente opuesto a las medidas adelantadas desde 1999, bien defraudado por una

gestión gubernamental que no supo cumplir sus expectativas, empieza a movilizarse

continuamente y se deja guiar por el liderazgo de actores tradicionales (partidos políticos,

líderes sindicales e incluso líderes empresariales) del sistema.

El clima de polarización entre los pro y anti-cambio político deviene en múltiples

concentraciones, caldeos de discursos y una feroz campaña mediática adelantada por el

sector opositor que utiliza la plataforma comunicativa privada para divulgar mensajes

opositores y mantener a la población en un clima de permanente zozobra100. En el marco

de la polarización, el liderazgo de la oposición venezolana, conformada por sectores

heterogéneos aunque unidos (Iglesia, sindicatos, empresarios), se muestra cada vez más

99 Margarita López Maya y otros autores realizan un interesante comunicado en el que abordan la situación venezolana entre 1999 y 2002, justamente en el fragor de la tensión política creada por la polarización oposición – gobierno venezolanos. En el comunicado se abordan brevemente algunas de las causas de la violencia política, remontándose incluso a los antecedentes de la crisis de gobernabilidad pre-Chávez. López Maya Margarita et al (2002): Un diálogo por la inclusión social y la profundización de la democracia, Documento a la opinión pública, Caracas, 1 de mayo de 2002. 100 Sobre el clima de polarización, las movilizaciones de masas y la campaña adelantada por los medios privados de comunicación señala López Maya: “La cobertura de estos eventos [marchas y movilizaciones populares] por parte de los principales medios privados de comunicación siempre fue claramente sesgada. Según los medios, la relevancia de los actos de las fuerzas opositoras siempre sobrepasaron a las manifestaciones de apoyo al gobierno. Se presentaban las acciones de la oposición como expresión auténtica de la "sociedad civil", mientras que las de simpatizantes del gobierno como propias de "turbas" y "hordas". Se potenciaba el discurso de los sectores radicalizados de ambos bandos y se reducían aquellos que llaman a la ponderación y al diálogo, contribuyendo con ello a aumentar la sensación de zozobra en la población. Aunque con signo distinto, esta ausencia de pluralidad informativa, no es distinta en los medios estatales.” Idem, p.3.

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agresivo y más decidido a subvertir el sistema bolivariano que les niega privilegios

perdidos y se atreve a convocar “huelgas generales” de carácter cuasi-insurreccionales. La

unión coyuntural de actores como el sindical, empresarial y eclesiástico recuerda una de

las características del sistema político tradicional en que los mecanismos utilitarios

permitían que las decisiones gubernamentales fuesen consultadas con los actores

dominantes101; si bien durante las décadas del “puntofijismo” la alianza entre todos estos

actores era más tácita que oficial, este reagrupamiento público parece confirmar la lucha

agonal entre los partidarios del cambio y los defensores del sistema tradicional.

Para finales de 2001 se producen las primeras reacciones en contra de las Leyes

Habilitantes, cuya sanción representa para López Maya un momento de inflexión en la

polarización política pues “significó en la práctica que [las Leyes] no fuesen sometidas al

debate público, ni se hicieran esfuerzos por construir los consensos posibles en torno a

ellas”102. Medina103 aprecia igualmente en estas Leyes uno de los detonantes de la crisis

política venezolana, ya a que partir de allí se inicia un ciclo de protestas que desembocan

en un fallido Golpe de Estado de 2002 y en el posterior sabotaje petrolero de ese mismo

año, ambas reacciones frente a los cambios operados en las esferas política y económica.

La estrategia del liderazgo de oposición busca hacer ver al presidente Chávez como

tiránico, cercenador de las libertades públicas e ineficiente, y a su gobierno como un

régimen de corte comunista que viola las tradiciones y la identidad de Venezuela. La

importancia y el poder de los grandes poderes económicos, mediáticos y eclesiásticos

queda demostrada en la organización y ejecución de un Golpe de Estado en abril de 2002,

donde el presidente de Fedecámaras104 se convirtió sorpresivamente en Presidente de

Venezuela y en donde los medios masivos de comunicación y la Iglesia avalaron, los

primeros mediante la estrategia de ocultar las manifestaciones de apoyo al Presidente

Chávez y la segunda con la firma del Arzobispo de Caracas en el Acta de Instalación del

Gobierno de Transición, el derrocamiento de un gobierno democrático105.

101 Rey, op.cit. 102 López Maya en Medina y López Maya (2003), op.cit.,p.143. 103 Idem. El autor realiza un análisis de la Ley de Tierras, la Ley de Hidrocarburos y la Ley de Pesca y Acuacultura, pp.20 y siguientes. 104 Federación de Cámaras de Empresarios de Venezuela. 105 Algunos analistas muy bien documentados han afirmado categóricamente que incluso el gobierno de Estados Unidos estuvo involucrado en la fallida intentona golpista. Ver Golinger Eva (2005): El Código Chávez, Edit. de Ciencias

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Quizá es en este momento histórico contemporáneo donde mejor se compruebe que en

Venezuela existe un cambio político trascendente con el advenimiento de la V República:

el primer y único Decreto del Gobierno de Transición desconoce arbitrariamente el cambio

de nombre de la República, desconoce las Leyes Habilitantes, desconoce todos los Poderes

Públicos vigentes y se abroga el poder de destituir a autoridades electas106. En una palabra,

el Gobierno de Transición trata de reconstruir el sistema político tradicional desplazado.

Sin llegar a afirmar que la abrupta caída del Gobierno de Transición, ocurrida a escasa 48

horas de su instalación, fue consecuencia de la lucha entre las “fuerzas del cambio” y “las

fuerzas de la resistencia”, ciertamente la movilización de los partidarios del Gobierno junto

a la Fuerza Armada Nacional es factor decisivo para el regreso de la constitucionalidad al

país. Un aspecto interesante a notar es que las fuertes movilizaciones populares de

oposición que precedieron el Golpe de Estado no se reprodujeron en el momento en que

los líderes opositores huían del Palacio del Gobierno: parecía que hasta los mismos

sectores de oposición habían quedado sorprendidos con la actuación de una cúpula

dirigente que en mucho se asemejaba a una dictadura de facto107.

Sociales, La Habana – Cuba. Un recuento minucioso de los sucesos previos y durante el golpe de abril se puede encontrar en López Maya (2002), op.cit. Por otra parte, variados análisis han surgido explicando las razones y cronologías del Golpe de Estado, entre ellos el de García Ponce Guillermo (2002): El Golpe del 11 de abril, Instituto Municipal de Publicaciones de la Alcaldía de Caracas, Caracas – Venezuela. En este libro García Ponce narra los eventos desde su óptica privilegiada de testigo presencial de los eventos del 11 de abril en el Palacio de Miraflores y presenta argumentos para demostrar que detrás del componente político se encontraban sendos intereses económicos y petroleros de los sectores golpistas. Asimismo, la excelente cronología elaborada por la Cadena Capriles (S/A): Objetivo: Miraflores, retratos de un país herido, Cadena Capriles, Caracas – Venezuela, presenta el rostro social del golpe y del contra-golpe. En esta publicación, que se acompaña de una encomiable muestra de fotografías, se recoge la versión y la opinión de diversos testigos presenciales tanto de defensores como de detractores del presidente Chávez; asimismo, bajo el subtítulo de “Poder absoluto”, el análisis de los editores refieren el conjunto de dictámenes introducidos por el gobierno de facto, así como los principales personajes políticos que pretendieron otorgar, mediante su firma, legitimidad al gobierno constituido. Incluso personajes de oposición reconocieron prontamente el carácter de Golpe de Estado, como el intelectual Jorge Olavarría en una nota escrita el 12 de abril de 2002 donde afirma: “¿qué ha sucedido? Poco se gana con negar los hechos. Reconocerlos no es malo. Esconderlos o escamotearlos muy malo. En Venezuela ha habido un golpe de Estado. Los militares han coaccionado al Presidente a destituir al Vicepresidente y renunciar…”, Olavarría Jorge (2003): Historia viva 2002-2003, Alfadil Ediciones, Caracas – Venezuela, p.72. No obstante lo anterior, también se ha tipificado a los eventos de abril de 2002 como un vacío de poder, a partir de una sentencia del Tribunal Supremo de Justicia de agosto de 2002 que sobresee a los principales militares comprometidos con los acontecimientos. 106 El Decreto se puede consultar en http://www.analitica.com/bitblio/carmona_estanga/decreto1.asp#firmantes (recuperado el 10-11-06). Entre sus resolutos más sorprendentes se encuentran “Artículo 7°: El Presidente de la República en Consejo de Ministros podrá renovar y designar transitoriamente a los titulares de los poderes públicos, nacionales, estadales y municipales para asegurar la institucionalidad democrática y el adecuado funcionamiento del Estado de Derecho; así como a los representantes de Venezuela ante los parlamentos Andino y Latinoamericano. Artículo 8°: Se decreta la reorganización de los poderes públicos a los efectos de recuperar su autonomía e independencia y asegurar una transición pacífica y democrática, a cuyo efecto se destituyen de sus cargos ilegítimamente ocupados al presidente y demás magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, así como al Fiscal General de la República, al Contralor General de la República, al Defensor del Pueblo y a los miembros del Consejo Nacional Electoral.” Cursivas nuestras. 107 Ver García Ponce, op.cit; Cadena Capriles, op.cit.

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La crisis del Golpe de Estado de 2002 no es sin embargo el único momento en que la

dicotomía transformación vs. resistencia se hace presente en la realidad venezolana. Si

bien durante las semanas que siguieron el Golpe el país vive una obligada tranquilidad

política (recordemos que el propio presidente Chávez a su regreso al poder pronuncia un

discurso llamando al diálogo y a la rectificación general), ya en el mes de junio de 2002 se

empieza nuevamente a notar la confrontación política que desembocaría en la crisis

petrolera de finales de 2002 y comienzos de 2003.

Luego de hacer un nuevo llamado a las masas opositoras al gobierno, el liderazgo opositor,

aglutinado en su esencia en la llamada “Coordinadora Democrática” y nuevamente con el

apoyo de los medios masivos de comunicación social, convoca en diciembre de 2002 un

nuevo paro general (ya lo había hecho días antes del Golpe de Estado de abril) con la

variante de que esta vez buena parte el sector petrolero del país se une a los huelguistas108;

siendo el motor fundamental de la economía, una paralización de la industria petrolera

suponía, para la oposición, la desaparición del cambio político. Aunque voceros de los

huelguistas alegan que esta reacción tiene como detonante las acciones emprendidas por el

Presidente contra la meritocracia de la empresa estatal, se trata de la tecnocracia petrolera

aún anquilosada en la industria que, demostrando su fortaleza en el interior del Estado,

persiste en su estrategia privatizadora, pero poniendo en riesgo esta vez la continuidad

productiva de PDVSA al cerrar pozos que en adelante no podrían recuperarse, dañar

oleoductos y paralizar las refinerías y las exportaciones mediante el secuestro de

embarcaciones. Así, más que una lucha entre el gobierno y la gerencia mayor, el trasfondo

del conflicto es mucho más serio: se confrontan en ese momento dos visiones petroleras

antagónicas.

La insurrección de la plana mayor de la industria contra Chávez le dio una dimensión profunda al conflicto: mostró con transparencia cómo pugnan en la sociedad venezolana dos proyectos políticos petroleros antagónicos. Por un lado, el Estado con la nueva Ley de Hidrocarburos que, como ya lo señaláramos, busca recuperar su capacidad de formular y desarrollar la política petrolera; expresa su voluntad de mantenerse en la OPEP y defiende un ingreso fiscal satisfactorio, en su condición de dueño de los yacimientos; y, por otra parte, un proyecto liberal,

108 Para tener una visión de la polarización mediática a finales de 2002, puede consultarse a Defensoría del Pueblo (S/A): Los documentos del Golpe, Fundación Defensoría del Pueblo, Caracas – Venezuela. En este trabajo se recopilan, además de artículos de prensa referidos al Golpe de Estado del 11 de abril, artículos de prensa de los principales diarios de Venezuela sobre el sabotaje petrolero; destaca en esta ocasión la violencia con que algunos de los medios de comunicación impresos abordan la información y la presentan sesgadamente hacia los intereses de los sectores huelguistas. Es el caso del Diario 2001, cuyos titulares diarios a mediados de diciembre de 2002 incitaban claramente a la violencia y zozobra ciudadana.

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liderado por la gerencia y respaldado por la CD [Coordinadora Democrática], que continuaría la política de apertura de los segundos gobiernos de Caldera y Pérez, que defiende una «autonomía» de la compañía respecto del Estado, que busca alejarse de la OPEP y que propugna por una minimización del ingreso fiscal. En esta propuesta se mantendría como potestad de la gerencia de la compañía, la formulación y aplicación de las políticas petroleras que se consideren más convenientes.109

En el cenit de la crisis la Organización de Estados Americanos envía una misión encargada

de mediar en el conflicto oposición – gobierno pero las exigencias planteadas por la

oposición son prácticamente inverosímiles: la salida de poder del Presidente Chávez y la

convocatoria de elecciones anticipadas, medida no prevista por la Constitución que de ser

adoptada hubiese supuesto un rompimiento del Estado de Derecho venezolano. La

paralización de la industria llega a su fin en los primeros meses del año 2003 dejando

cuantiosas pérdidas materiales para la nación venezolana110 pero dilucidando la visión

petrolera que prevalecerá, la del Estado regulador y productor soberano de su recurso

natural. Asimismo, el fin del sabotaje petrolero cierra una etapa, la instauración, en la que

al igual que el dilema entre transformación vs. resistencia está presente tanto en lo político

como en lo económico: los cambios adelantados son rechazados por grandes sectores

económicos y actores tradicionales del sistema político (federación de cámaras comerciales

y grandes empresarios, entre otros) pero se fortalecen las medidas adoptadas desde el

Ejecutivo para profundizar el cambio.

Esta instauración del cambio político, ejemplarizada en la dicotomía transformación vs.

resistencia, debe ser vista como el período político de mayor trascendencia en la historia

venezolana de los últimos años: aunque pudiera pensarse que con el triunfo de Hugo

Chávez el sistema tradicional desaparece totalmente, es en esta etapa que logra

vislumbrarse la existencia de un cambio profundo en los cimientos políticos de Venezuela.

Sin negar la participación de actores nuevos, como algunas personalidades ligadas a

partidos políticos contemporáneos, el Golpe de Estado y el paro petrolero son

protagonizados por los actores clásicos de la sociedad venezolana: empresarios, sindicatos,

partidos políticos tradicionales, militares y representantes de la Iglesia, todos apegados al

sistema tradicional y todos actuando, en mayor o menor medida, para recuperar unas reglas

109 Idem, p.173, cursivas originales. 110 “El sabotaje petrolero, hemos estimado con los cierres contables del año 2003, nos produjeron 14.430 MM$ en pérdidas a PDVSA y la nación…” Ramírez Rafael (2005): Una política petrolera nacional, popular y revolucionaria, Serie “Plena Soberanía Petrolera” 1, Ministerio de Energía y Petróleo, Venezuela, p.26.

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de juego y unos privilegios que les permitieron, en el pasado, conciliar sus intereses intra –

élites al tiempo de ejercer el poder.

2.3. Tercera etapa: La etapa social del cambio político (2003-2005).

La fase posterior a la instauración es la consolidación. La consolidación del cambio, con su

hegemonía política, se inicia una vez superada la inestabilidad producida por el golpe de

Estado y el paro petrolero; así, con un aparente fortalecimiento de las adversidades, el

gobierno de Hugo Chávez asume nuevamente la conducción de sus aliados y llama a la

profundización del carácter participativo que el proceso político bolivariano alienta. Poco

antes asume definitivamente la conducción de PDVSA, fuente fundamental del ingreso

nacional, expulsa a la tecnocracia petrolera y coloca al frente de la industria a funcionarios

políticamente comprometidos con el proceso de cambios y apoyados por la fuerza laboral

que fue capaz de resistir la destrucción de la empresa estatal.

Contando con la recuperación progresiva de PDVSA y en atención a la Constitución y al

Plan de Desarrollo 2001-2007, se estructuran un conjunto de programas y Misiones

Sociales que buscan reivindicar los derechos de la población venezolana tradicionalmente

excluida y propiciar su activa participación en el desarrollo local, regional y nacional. Los

Comités de Tierra Urbana, las Mesas Técnicas de Agua, las Misiones Barrio Adentro,

Robinson, Ribas, Sucre, son algunas muestras de la transformación sustantiva que se

produce durante el proceso de consolidación del cambio político. Aunque todas han tenido

impacto en el país, referiremos sólo dos de ellas a manera de ejemplo.

Barrio Adentro, experiencia que ha contado desde el inicio con el apoyo del Gobierno y

población cubanos, es una iniciativa que ha venido creando a su alrededor una dinámica

comunitaria capaz de proporcionarle cohesión y sentido participativo al programa; el

objetivo general de la Misión es la “Construcción de Redes Sociales que permitan elevar la

Page 56: TESIS. SISTEMA POLÍTICO Y POLÍTICA EXTERIOR EN VENEZUELA 1999 2005

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calidad de vida de las comunidades” 111 por lo que durante su implementación se ha

logrado canjear el apoyo de las comunidades tradicionalmente desasistidas en materia de

salud. Sin poder avanzar eficientemente en la solución del problema hospitalario nacional,

Barrio Adentro logra convertirse, a pocos meses de su lanzamiento, en parte esencial de la

vida de cada barriada caraqueña, inicialmente, y cada barriada nacional en la medida en

que la experiencia es extendida a todo el territorio del país.

Mediante la incorporación de un importante contingente de galenos cubanos, lo que

granjea la crítica de varios sectores médicos venezolanos, Barrio Adentro es visto por los

opositores al cambio político como una manera sutil de ideologizar a la población

receptora de los servicios de salud. Sin embargo, el desarrollo del programa demuestra que

más que ideologización, se ha logrado engranar el avance de un sistema político con rostro

social e inclusión ciudadana.

En el caso de la Misión Robinson, destinada a la alfabetización de la población, su

desarrollo ha supuesto la reivindicación de un sector poblacional aislado de las bondades

de la educación mínima; según datos recogidos del censo 2001, la tasa de personas

analfabetas de 10 años y más era para ese año de 6,4%112. Pero desde el lanzamiento de

esta Misión, que en sus primeros meses logra incorporar muy rápidamente a más de un

millón de venezolanos iletrados, la cifra de analfabetos disminuye drásticamente, siendo

alcanzada en 2005 la cifra de 1.482.543 alfabetizados; esta cifra, cuyo alcance honra una

deuda social histórica del Estado venezolano, es reconocida incluso internacionalmente

cuando la UNESCO declara a la República, en octubre de 2005, como “territorio libre de

analfabetismo”.113

Aunque son escasos los análisis que señalan las desventajas de las Misiones Sociales en

término de su impacto, la crítica se ha enfocado en identificar las Misiones Sociales con

estrategias políticas tendientes a mantener, e incrementar, un electorado ávido de asistencia

social. Así, tanto los programas alimentarios como los educativos y los de salud serían

111 Barrio Adentro: Políticas transversales para el desarrollo socio-político de las barriadas caraqueñas (2003), Folleto de información editado por el Instituto de Desarrollo Local de la Alcaldía del Municipio Libertador del Distrito Capital, p.7. 112 Instituto Nacional de Estadísticas de Venezuela, www.ine.gob.ve 113 Centeno Zuleima (2006): Las Misiones Sociales: Logros Bolivarianos, en www.minci.gov.ve/reportajes1.asp?id=205 (recuperado el 01-10-06). También se puede consultar Gobierno Bolivariano de Venezuela. Logros 2003, op.cit.; y López Maya (2005), op.cit., p.356.

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…misiones “efectistas” y arbitrarias”, toda vez que tampoco están apuntando a las causas o raíces estructurales de la pobreza y de la exclusión social, a la vez que carecen de planificación y sostenibilidad financiera. En general la política social actual presenta fallas en cuanto a la capacidad institucional diseñada para su ejecución administrativa, y para lograr una articulación integral con el conjunto de las políticas públicas, por lo cual son ineficaces e ineficientes para ofrecer respuestas a las demandas sociales de grandes sectores de la población. Además de que no se compagina con la visión de una política social para todos los ciudadanos: prevalece la percepción de que los recursos públicos son un subsidio destinado a los pobres114.

En cualquier caso, los programas sociales o Misiones han sido un factor coadyuvante del

sistema político venezolano post-1999 en la medida en que han planteado nuevos

mecanismos de reivindicación social con el subsecuente incremento del nivel de apoyo

popular al gobierno del presidente Chávez. Pero más allá del apoyo popular que suponen, o

del altruismo que alientan, han sido las Misiones factor preponderante en la consolidación

del cambio político ya que enfocan problemas estructurales del sistema como la educación

y la salud. Aunque la pobreza sea un problema integral altamente complejo, empezar a

revertir la desasistencia social de la población pobre venezolana – ergo, de la mayoría de la

población – supone una reversión paulatina de la pobreza y supone la mejor estrategia para

transformar el sistema político venezolano. Garantizar el acceso a la educación, lejos de

constituir una práctica populista, constituye un aliciente para la construcción de la

corresponsabilidad y para la superación de los temibles índices de exclusión en que se

encontraba buena parte de los ciudadanos.

Estas políticas indicaban que el gobierno perseguía proyectar la imagen del gobernante volcado a gobernar, atendiendo los reclamos y necesidades de los sectores más excluidos en el pasado, que lo habían sostenido en las dificultades. Tal estrategia resultó desde inicios de 2004 en un ensanchamiento del apoyo político al gobierno, reconocido incluso en encuestadoras políticamente sesgadas hacia la oposición.115

En esta tercera etapa del cambio político, el nuevo modelo socieconómico busca diversas

formas de adelantar su implementación. Además de la normativa legal y líneas

programáticas, se introducen a partir de 2003, al igual que en las áreas educativa y de

salud, un conjunto de Misiones sociales pero esta vez de corte productivo que “representan

un eslabón imprescindible para la consolidación del proceso de desarrollo endógeno que

114 Alvarado Neritza (2004): Pobreza y Exclusión en Venezuela a la luz de las Misiones Sociales 2003-2004, en http://www.saber.ula.ve/db/ssaber/Edocs/pubelectronicas/fermentum/numero_39/articulo7.pdf (recuperado el 14-09-06). 115 López Maya (2005), op.cit, p.277. En esta sección, la autora señala el conjunto de iniciativas sociales que el gobierno emprende luego del paro petrolero, y entre las que se cuentan la implementación de políticas de seguridad alimentaria para sectores pobres; la formulación de políticas de reactivación de la economía, el plan masivo de alfabetización, los planes educativos y el plan de asistencia médica.

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adelanta el gobierno revolucionario”116. Las Misiones “Mercal”, para crear redes de

comercialización y distribución de alimentos subsidiados a los sectores más pobres, y

“Vuelvan Caras”117, para la producción de alimentos sobre la base de asociaciones de

micro-empresarios, son dos muestras del rostro social que desea adosársele a la economía

y del interés gubernamental por asegurar la seguridad alimentaria planteada en la

Constitución.

La Misión Vuelvan Caras, creada a comienzos del 2004, es el instrumento de vanguardia en la lucha contra la pobreza y la inclusión de las comunidades excluidas a la vida socioproductiva, así como en la transición hacia el nuevo modelo de desarrollo endógeno. […] Por medio del cooperativismo y las asociaciones de productores, se busca transformar las relaciones de producción capitalistas dependientes, para conformar una red de cooperativas y productores independientes mutuamente relacionados en base a intereses comunes, a su vez articulados en sus actividades productivas con los objetivos de desarrollo local y nacional.118

Por otro lado, luego de la reestructuración interna que acaece en PDVSA una vez

finalizada su crisis, se incorpora – cada vez con más ahínco – a las industrias básicas a la

función social de la economía y a los planes de desarrollo social del país. A este tenor, la

industria petrolera, con una clara orientación social, pasa a ser financista directa de las

Misiones sociales y a crear fondos especiales de financiamiento para programas sociales

ejecutados por el gobierno. Si previo a 1999 el futuro del petróleo se orientaba hacia la

internacionalización del recurso, luego de 1999 se encamina hacia su internalización, sobre

la base de una visión que ubica al petróleo como instrumento de utilidad pública: se

consolida así una orientación soberana de la política petrolera y un fortalecimiento del

sistema socioeconómico a través del aumento de regalías y de la distribución más

equitativa de la renta petrolera119.

Con la distribución popular de la renta, al invertirla en el bienestar del pueblo, su capitalización humana, su superación social y económica, al invertirla en obras de infraestructura, servicio e

116 Las Misiones Bolivarianas, op.cit., p.20. 117 Un estimado preliminar de las personas incorporadas a la Misión Vuelvan Caras especifica que unos 300.000 venezolanos y venezolanas se han incorporado a esta “dinámica productiva”, Idem, p.44, cifra estimable cuando se proyecta su posible efecto multiplicador. No obstante, sería de interés poder estudiar, en otro análisis, el impacto que esta Misión ha generado en la creación de circuitos alimentarios. 118 Idem, pp. 44 -45. 119 “En la vieja PDVSA era impensable que se dispusiera, como hemos hecho desde el año 2003 hasta ahora de más de 633 millones de dólares para la acción social directa en Misiones sociales: Misión Ribas, Misión Barrio Adentro, construcción de universidades, casas, escuelas, carreteras, entre otros programas sociales. Ahora podemos decir que tenemos una empresa nacional fortalecida en todas sus capacidades técnicas y además al servicio de su pueblo”. Ramírez Rafael (2006): El petróleo es la plataforma de la soberanía de Venezuela, Discurso del Ministro de Energía y Petróleo, Rafael Ramírez, durante el Taller de Cultura Petrolera dirigido a los cadetes de 5° año de las escuelas de formación de oficiales de la Fuerza Armada, 19 de enero de 2006, en http://www.pdvsa.com/interface.sp/database/fichero/publicacion/1100/34.PDF (recuperado el 21-11-06), p.14.

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inversiones para aumentar la producción nacional, la renta petrolera adquiere entonces una dimensión transformadora de los terribles desequilibrios y desigualdades sociales que paradójicamente están presentes en uno de los países con mayores riquezas petroleras del planeta.120

Durante esta tercera etapa, al igual que durante la instauración, vuelven a presentarse

nuevas situaciones que tienden a trastocar la estabilidad del sistema político transformado.

Aunque desgastada después del paro petrolero, la oposición política al gobierno vuelve

nuevamente a la calle denunciando las ineficiencias de la gestión gubernamental y lo poco

“democrático” del cambio político. Ya durante la consolidación se vislumbra un

interesante cambio en el liderazgo de la oposición venezolana: aunque algunos partidos

tradicionales, caso Acción Democrática, y otros personajes ligados a sectores sindicales no

pierden oportunidad para figurar, las masas opositoras tienden a aglutinarse alrededor de

figuras políticas emergentes surgidas de las crisis políticas anteriores; es el caso de la

dirigencia petrolera expulsada de la compañía Petróleos de Venezuela (PDVSA) luego del

paro de 2002 que empieza a configurarse como un nuevo liderazgo político. Si bien no

puede afirmarse que toda la masa poblacional opositora prefiere liderazgos emergentes,

este dato es un indicio de que el cambio político se consolida.

Las nuevas manifestaciones de oposición a las transformaciones políticas y económicas se

organizan mediante cierre de calles y avenidas en las principales ciudades del país, conatos

de desobediencia militar y llamados a desconocer las autoridades constituidas. Sin

embargo, la principal pugna política en este período es la convocatoria del Referendo

Revocatorio contra el primer mandatario nacional. Haciendo uso de mecanismos

contemplados en la Constitución, lo que constituye un avance en las formas de oposición

política, luego de terminada la mitad del período presidencial la oposición logra convocar

un Referendo Revocatorio con la esperanza de que la mayoría de los votos le fuera

favorable. No obstante, luego de una polarizada y movilizada campaña propagandística, el

Presidente logra aventajar ampliamente al sector que deseaba truncar su mandato121;

aunque el resultado fue desconocido por las fuerzas opositoras y denunciado como viciado

120 Ramírez (2005), op cit., p. 28. 121 El Presidente logró acumular a su favor un aproximado de 60% de los votos, contra un 40% de la población que deseaba su revocatoria. Para datos exactos y cifras específicas de los centros de votación consúltese la página del Consejo Nacional Electoral de Venezuela, www.cne.gob.ve. Opiniones diversas sobre el proceso del Referéndum son recopiladas en S/A (2004): Venezuela dijo ¡NO!, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana – Cuba.

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de nulidad, ninguna prueba es consignada para demostrar el supuesto “fraude electoral” y,

por el contrario, la nueva hegemonía de poder liderada por Chávez se fortalece.

Finalmente, el referendo revocatorio presidencial, que tuvo lugar en agosto de 2004, fue favorable al presidente Chávez. Con este evento, la lucha hegemónica alcanzó un nuevo estadio, al fortalecerse decisivamente el proyecto sociopolítico del gobierno. Los múltiples fracasos de la oposición a lo largo de este tiempo debilitaron sus fuerzas y legitimidad…122

El éxito del referendo se acompaña de una nueva victoria electoral en octubre de 2004,

durante las elecciones regionales, cuando el sector pro-gubernamental gana las mayorías de

las gobernaciones y municipios del país. Igualmente deben desatacarse las elecciones

parlamentarias de diciembre de 2005 en las que la oposición política decide abstenerse de

participar – aduciendo su desconfianza del árbitro y procedimientos electorales –

provocando que todos los escaños a la Asamblea Nacional sean ocupados por partidarios

de Chávez123. De esta manera, con unas instituciones nacionales, estadales, municipales y

aún legislativas afectas en su mayoría al cambio político liderado por el presidente Chávez,

el proceso de consolidación de los cambios continúa su avance.

A pesar de encontrar pugnas políticas en este período, se mantiene la idea de que la

dicotomía transformación vs. resistencia tiene su manifestación más destacada en el

período político de la instauración. Durante la consolidación la “resistencia”, representada

por el sector de oposición, ha tomado vías legales para manifestarse, lo cual es una

evolución significativa para la vida política del país si bien en algunos casos – como en su

inesperado retiro de las elecciones parlamentarias de 2005 – sus acciones facilitan el

fortalecimiento de la nueva hegemonía de poder. Sin embargo, hablar de consolidación

absoluta del cambio político parece un tanto prematuro toda vez que muchos de los

postulados que supone todavía no han sido consolidados (efectivo cumplimiento de las

normas sancionadas, control social de la gestión pública, entre otros), tanto como no ha

logrado disminuirse la brecha existente entre las bases teóricas y la experiencia práctica de

esos mismos postulados. Un ejemplo de ello sería la difícil instrumentación de la

democracia participativa y contraloría social en los distintos sectores sociales del país: a

pesar del sustento teórico y legal existente, la experiencia práctica parece distar mucho de

lo ideal. 122 López Maya (2005), op.cit., p.259. 123 Para datos exactos de los resultados electorales, consúltese la página del Consejo Nacional Electoral de Venezuela, www.cne.gob.ve.

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En este sentido parece conveniente ubicar al cambio político introducido desde 1999

dentro de una fase de instauración en proceso de consolidación, lo que quiere decir que si

bien no estamos en presencia de un nuevo sistema político, las transformaciones han sido

lo suficientemente profundas como para introducir serias modificaciones en la esencia y

funcionamiento del sistema tradicional.

3. Democracia participativa: símbolo del cambio político.

Anteriormente hemos afirmado que el deseo de superar la democracia representativa por la

democracia participativa es uno de los cambios esenciales del sistema político venezolano.

En efecto, alterar las reglas básicas representativas sobre las cuales se ha construido el

sistema político venezolano desde 1958 para adecuarlas a conceptos y prácticas más

participativas y corresponsables, supone un redimensionamiento de las instituciones del

Estado, una modificación del rol ciudadano frente a las autoridades electas y un

relanzamiento del protagonismo individual en todas las esferas de la vida nacional. Pero

ahora bien, ¿supone el cambio político vivido en Venezuela desde 1999 la eliminación del

modelo de democracia representativa?

Casi todos los debates teóricos que abordan el tema de la democracia participativa lo hacen

en función de la democracia representativa. La democracia participativa aparece como un

estadio superior a la representativa, modelo éste que es criticado y cuyas limitaciones

justifican la aparición de una nueva forma de gobierno más cercana a la población y que

hace de la participación su principal herramienta. Democracia participativa, lógicamente,

significa participación; incluso, participación popular. ¿Pero la democracia representativa

no implica igualmente participación en la toma de decisiones a través de los

representantes? En palabras de Dieterich

El mito de la representatividad es el siguiente: La soberanía política de la democracia radica en el pueblo. Dado que las mayorías no la pueden ejercer directamente, la delegan mediante elecciones en representantes, quienes, a su vez, constituyen los órganos estatales. Todas las ramas del poder estatal emanan, por lo tanto, directa o indirectamente, de la soberanía popular. Son, en otras palabras, poderes legítimos. Esta apología de la democracia parlamentaria es bonita. Pero nada tiene que ver con la realidad. En la realidad, los parlamentarios y senadores no representan a

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aquellos que les dieron el mandato sino que los sustituyen. Elegidos para servir al pueblo, sólo sirven a dos amos: a las élites y a sus propios intereses.124

A este argumento, ciertamente de peso, podría oponérsele uno nuevo, de no menos peso: si

la elección de los representantes es voluntaria, entonces podría suponerse que la

sustitución a que alude Dieterich es también voluntaria. O lo que es lo mismo: cuando yo

elijo a mi representante, lo elijo a sabiendas de que me va a representar, es decir, acepto

que me sustituya en mi rol de decisor. El problema se plantea cuando esta elección no es

voluntaria o cuando el elector no está consciente de que desea ser sustituido en las

instancias de poder; el segundo caso es el más emblemático ya que representa uno de los

factores de la crisis de la democracia representativa y del sistema político en Venezuela,

toda vez que, con la institucionalización de la democracia representativa, la población

venezolana se habituó al sagrado deber del voto como único elemento legitimante de la

democracia: cada X lapso de tiempo, concurría a las urnas electorales y elegía a sus

representantes.

La institucionalización de la democracia representativa, ergo, la institucionalización de la

elección periódica como signo legitimante de la democracia representativa, trajo consigo

una consecuencia todavía más preocupante para el venezolano: su desvinculación con el

sistema político que lo rodeaba. Al no sentirse parte de las decisiones y al observar la

frecuente ineficacia de los representantes electos, el ciudadano tendió paulatinamente a ser

más apático políticamente y a auto-excluirse de la política, fenómeno aunado a la tendencia

desmovilizadora y antiparticipativa alentada por el propio sistema tradicional125. De allí

que el agotamiento del sistema político tradicional y la desvinculación del electorado hacia

sus representantes coadyuvaran a que el discurso de una nueva democracia, más horizontal

en la toma de decisiones, pudiera ser atractivo para el venezolano común.

Sin embargo, independientemente de las novedades y bondades que pueda acarrear la

implementación de un nuevo modelo de democracia, es sensato afirmar que la democracia

participativa no niega la representación sino que la amplía, creando nuevas formas para

que la opinión de la mayoría sea tomada en cuenta y asegurando que las decisiones sean

124 Dieterich Heinz (2001): Democracia participativa y Protagonismo Social, Edit. Instituto Municipal de Publicaciones de la Alcaldía de Caracas, Caracas – Venezuela, p.31, las cursivas son originales. 125 Rey, op.cit.

Page 63: TESIS. SISTEMA POLÍTICO Y POLÍTICA EXTERIOR EN VENEZUELA 1999 2005

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refrendadas por las bases poblacionales. Frente a la exclusión que supuso la democracia

representativa, y que contribuyó con el fracaso del sistema tradicional, se plantea una

democracia participativa basada en la inclusión y la discusión horizontal de problemas

comunes.

...los teóricos de la democracia comunitaria encuentran insuficiente la participación en las actuales democracias representativas. Sin la oportunidad de participar directamente en los asuntos públicos, la ciudadanía no es más que un ejercicio limitado y pasivo.126

Desde su inicio, luego de sancionada la Constitución de 1999, el nuevo modelo ha tratado

de construirse sobre la base de dos niveles mínimos de instrumentación, uno micro (local)

y otro macro (nacional), en los cuales determinados mecanismos garantizan la

participación ciudadana en la toma de decisiones. Como ya se señaló con anterioridad, es

la misma Constitución la que, incluso desde su Preámbulo, rompe con la representatividad

mediante la definición de mecanismos de participación popular en el ya citado artículo 70:

Art.70: Son medios de participación y protagonismo del pueblo en ejercicio de su soberanía, en lo político: la elección de cargos públicos, el referendo, la consulta popular, la revocación del mandato, las iniciativas legislativas, constitucional y constituyente, el cabildo abierto y la asamblea de ciudadanos y ciudadanas cuyas decisiones serán de carácter vinculante, entre otros; y en lo social y económico: las instancias de atención ciudadana, la autogestión, la cogestión, las cooperativas en todas sus formas...127

Este artículo es vital para constatar que la democracia participativa no niega per se la

representación popular, de hecho la acepta al incluir la elección popular como un medio de

participación soberana. En cuanto al referendo, tanto el artículo 70 como el también

previamente citado artículo 71 que estipula que “podrán ser sometidas a referendo

consultivo las materias de especial trascendencia parroquial, municipal y estadal”128,

suponen el reconocimiento de los dos niveles que señalamos, el macro y el micro

(referendos nacionales (macro) y referendos locales (micro) ) lo cual permite diferenciar el

ámbito de competencia de los referenda y garantiza estabilidad y gobernabilidad al sistema

participativo.

Otro importante mecanismo de participación que se acopla con el nivel micro de la

participación se establece en el artículo 182, correspondiente al Poder Público Municipal

126 Casado Yolanda: Las democracias en Pastor Manuel, coord. (1999): Fundamentos de Ciencia Política, Ed. Mac Graw Hill,, Madrid – España, p.160. 127 Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, op.cit. 128 Idem.

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Art.182: Se crea el Consejo Local de Planificación Pública, presidido por el Alcalde o Alcaldesa e integrado por los concejales y concejalas, los Presidentes o Presidentas de las juntas parroquiales y representantes de organizaciones vecinales y otras de la sociedad organizada, de conformidad con las disposiciones que establezca la ley.129

Los Consejos Locales de Planificación Pública (CLPP) suponen la demostración

fehaciente de la democracia participativa. En la Ley de los CLPP podemos observar que

dentro de sus funciones se encuentran:

Art.5 [...] 2. Impulsar, coadyuvar, orientar y presentar dentro del Plan Municipal de Desarrollo las políticas de inversión del presupuesto municipal [...] 5. Controlar y vigilar la ejecución del Plan Municipal de Desarrollo. [...] 19. Elaborar el mapa de necesidades del municipio…130

Si bien las atribuciones de los CLPP son amplias, sería plausible pensar que su

conformación no lo es aún suficientemente; según el artículo 3 de la citada Ley el CLPP se

conforma por el Alcalde del Municipio, los Concejales, los Presidentes de las Juntas

Parroquiales y los representantes de las organizaciones vecinales en un número igual a la

sumatoria más uno de los demás integrantes mencionados. Tal conformación podría

molestar a aquellos que piensan la democracia participativa como la participación efectiva

de cada uno de los integrantes de la comunidad: en fin de cuentas, la participación popular

se basa en el protagonismo que cada persona debe asumir para conducir su desarrollo

personal y local.

Ante esta disyuntiva se han ideado para la planificación pública nuevos escenarios de

participación popular cada vez más cercanos a la población. Los Consejos de Planificación

Pública Parroquial (CPPP), por ejemplo, son “órganos descentralizados cuyo ámbito de

acción es la parroquia. Están integrados por delegados comunales electos en asamblea de

ciudadanos y ciudadanas por las comunidades que conforman una Unidad Territorial de

Organización Primaria (UTOP)”. La UTOP es “cualquier barrio, urbanización u otro tipo

de asentamiento vecinal debidamente demarcado”. Los Consejos de Planificación Pública

Comunal (CPPC) son “órganos descentralizados situados en las diversas Unidades

Territoriales de Organización Primaria que constituyen cada parroquia. En esta instancia,

el pueblo en ejercicio directo de su soberanía define, elabora, ejecuta y controla las

129 Idem. 130 Ley de los Consejos Locales de Planificación Pública (2003), Gaceta Nº 37.463, Ediciones de la Asamblea Nacional.

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políticas, los programas, los proyectos, los planes de trabajo y las acciones orientadas a la

creación de las mejores condiciones de vida en ese espacio territorial”131.

Pero a parte de los Municipios, entidades básicas del poder local, los estados federales

también han empezado a legislar sobre participación, tal y como lo demuestra la Ley de

Participación Ciudadana del Estado Miranda cuyo artículo primero refiere la interrelación

entre los niveles de gestión participativa.

Art.1 OBJETIVO DE LA LEY: Las disposiciones de la presente Ley tienen por objeto promover y regular la participación ciudadana en los asuntos públicos, y en los asuntos comunitarios del Estado Miranda, vinculando al gobierno estadal, municipal y parroquial con los vecinos y con las organizaciones sociales, con la finalidad de consolidar la democracia y avanzar hacia el desarrollo humano sostenible del Estado, de acuerdo con lo establecido en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y en la constitución del Estado Miranda.132

Más allá de los mecanismos políticos de participación, existe igualmente un marco legal

que busca proteger la participación en los ámbitos económico y social, con el fin de

asegurar que la democracia participativa se aplique integralmente en todos los sectores de

la sociedad venezolana. Es el caso de la Ley Especial de Asociaciones Cooperativas (2001)

y de la Ley de Creación, Estímulo, Promoción y Desarrollo del Sistema Microfinanciero

(2001), ambas destinadas a regular actividades cercanas a la socioeconomía mediante la

creación de espacios para la participación popular en el sistema económico nacional.

Dejando a un lado el sustento legal y pasando a experiencias prácticas del nuevo modelo

democrático, probablemente sea en experiencias comunales donde se haga más evidente el

modelo participativo. Experiencias como los Comités de Tierra Urbano (CTU) o las Redes

Sociales creadas alrededor de las Misiones Bandera del Gobierno tratan de respetar los

postulados participativos mediante la incorporación de la comunidad a su ejecución y al

proceso de toma de decisiones.

Los Comités de Tierra Urbana tienen la misión de activar en las comunidades para garantizar que se efectúen todos los pasos necesarios para que se concrete la regularización de la tenencia de la tierra en la que están ubicadas sus viviendas, pero además están llamados a participar activamente en los otros procesos de mejora y organización de los vecinos en beneficio de su comunidad.”133

131 Consejo Local de Planificación Pública (S/F), Folleto de información editado por la Comisión Permanente de Participación Ciudadana y Justicia de Paz, Concejo del Municipio Bolivariano Libertador del Distrito Capital. 132 Ley de Participación Ciudadana del Estado Miranda (2003), sancionada el 11-06-2003. 133 Comités de Tierra Urbana Integral (S/F), Folleto de información editado por la Comisión Especial para la Tenencia de la Tierra Urbana, Concejo del Municipio Bolivariano Libertador del Distrito Capital.

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Hasta ahora son numerosos los CTU conformados en Caracas; concomitantemente, la

participación de la comunidad se ha visto alentada por los beneficios que acarrea poder

tener el título de propiedad de las viviendas en las cuales han habitado, en algunos casos,

por cerca de medio siglo. Los CTU se erigen como mecanismos que integran la

participación y la dignificación popular y sus consecuencias son notables cuando se sabe

que ya han sido adjudicados unos cien mil (100.000) títulos de propiedad de tierra

urbana134. Los CTU reflejan una estructura flexible en la cual el ciudadano, sin intermedio

de ningún actor (partido político, ONG, instituciones), puede intervenir directamente en la

organización y ejecución de esta experiencia participativa; aún más, al obtener su título de

propiedad, el ciudadano fortalece la apropiación de los problemas comunales y se integra a

un sistema propietario en el cual tiene derechos pero también deberes (pago de impuestos,

pago de servicios públicos, entre otros).

La Misión Barrio Adentro, como lo señaláramos anteriormente, ha sido igualmente

emblemática para la construcción participativa. Partiendo en un primer momento de la

salud y de la creación de redes de atención primaria y de prevención, Barrio Adentro es

una iniciativa que pretende crear a su alrededor una dinámica comunitaria que la

proporcione cohesión y sentido participativo. El objetivo general del programa es la

“Construcción de Redes Sociales que permitan elevar la calidad de vida de las

comunidades”, y entre sus objetivos específicos están “1.- Crear Redes de Salud,

Educación, Alimentación, Deporte y Recreación, Economía Social y Cultura./ 2.-

Desarrollar Programas de Atención Integral./ 3.- Organizar las Comunidades”.135

La organización que contempla esta Misión tiene que ver con la formación de grupos

comunales que colaboran en la implementación de las redes sociales. Por ejemplo, en el

caso de las redes de salud, se han formado Comités de Salud integrados por miembros de

la comunidad que además de prestar apoyo al médico de la comunidad, reciben formación

y capacitación para convertirse en promotores de salud y en multiplicadores de la salud

preventiva. Por experiencia propia hemos podido observar el trabajo de estos Comités de

Salud, mayoritariamente integrados por las damas del sector (generalmente amas de casa),

134 López Maya (2005), op.cit., p.350. 135 Barrio Adentro: Políticas transversales para el desarrollo socio-político de las barriadas caraqueñas, op.cit., p.7.

Page 67: TESIS. SISTEMA POLÍTICO Y POLÍTICA EXTERIOR EN VENEZUELA 1999 2005

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en algunos barrios caraqueños y sorprende agradablemente notar el compromiso y

dedicación que acompañan su labor cotidiana. Barrio Adentro se ha constituido para

algunos defensores del Gobierno en el programa clave de la democracia participativa y del

cambio político al demostrar la capacidad de la población de organizarse en beneficio

propio.

Además de Barrio Adentro todas las otras Misiones adelantadas por el Ejecutivo

contemplan la participación popular. En las Misiones Educativas, Robinson, Ribas y Sucre,

los facilitadores son voluntarios, muchos ad-honorem, que desean contribuir con la

masificación de la educación. Asimismo, la Misión Mercal, de alimentación, contempla un

programa denominado de “protección total” que busca proveer de dos comidas diarias a las

personas más pobres de las comunidades; son igualmente voluntarias las damas que

preparan estas comidas con un empeño que hemos podido apreciar personalmente.

A pesar de las ventajas que recrea la democracia participativa en cuanto a mecanismos de

participación se refiere, su concreción todavía es precaria. Si bien las experiencias

participativas mencionadas anteriormente, a las que podríamos agregar aún otro conjunto

(Mesas Técnicas de Agua, Misión Vuelvan Caras,…), son espacios que desean asegurar la

pluralidad en la toma de decisiones, todavía el centralismo y la falta de claridad conceptual

son obstáculos para avanzar en el nuevo modelo democrático: existe una brecha entre el

modelo programático y la realidad cotidiana y existen aún interrogantes sobre la

compenetración del ciudadano en su rol de protagonista del nuevo modelo de democracia

venezolana.

No son pocos los desafíos que enfrenta la democracia participativa, pero lo importante a

destacar es que el deseo de implementar un nuevo modelo de democracia busca oxigenar

los mecanismos de participación popular y renovar el interés y confianza del ciudadano

común frente a las instituciones, frente al poder constituido y frente al sistema político en

general. Hacer de cada ciudadano un ente protagonista de su quehacer social, esto es,

lograr la internalización del concepto de corresponsabilidad social señalado en la

Constitución, plantea interesantes retos para la sociedad democrática venezolana.

Más allá de las críticas a la tardía, o precaria, implementación de la democracia

participativa, lo cierto es que ésta representa una oportunidad para que se logre superar la

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costumbre apática de que sea otro el que decida, y construya, el porvenir; de allí que, más

que un cambio en el modelo democrático, la democracia participativa sea un símbolo del

protagonismo y la renovación ciudadana y una oportunidad para superar los vicios del

sistema democrático tradicional.

4. Nuevos actores, nuevo estilo político.

Así como hemos denotado los cambios en el sistema político venezolano en función de sus

etapas y modelo político de democracia, se hace pertinente caracterizarlo, aunque

brevemente, a la luz de las transformaciones que han sufrido sus actores principales y su

estilo de interpretar la política, lo que nos permitirá acercarnos, en el capítulo que sigue, a

la estructuración y práctica de la política exterior desde 1999.

4.1. Transformación de los actores políticos.

Como señala López Maya136, la llegada de Hugo Chávez al poder trajo consigo la llegada

de nuevos actores que se contraponen a aquellos tradicionales en el escenario político

nacional; para la autora, los actores cuyos discursos incorporaban reivindicaciones de

sectores excluidos de la sociedad venezolana pudieron aprovechar las contingencias

electorales para ocupar lugares de representación política. Pero además de los actores

nuevos, existen una serie de actores esenciales que es imprescindible analizar para estudiar

la trascendencia del cambio político en Venezuela.

En su análisis del sistema político venezolano tradicional, Romero137 hace una distinción

entre un conjunto de actores que – en el período 1959-1989 – emergen y se consolidan o

no emergen y tienden a permanecer pasivos, actores cuya clasificación parece interesante

136 López Maya (2005): op.cit. 137 Romero (1989), op.cit., p.27 y siguientes.

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para profundizar la comprensión de los cambios del sistema político venezolano luego de

1999. La primera referencia que hace el autor se refiere a los partidos políticos, a quienes

ubica en el sistema tradicional como “los instrumentos primordiales de intermediación

entre la sociedad y el Estado”138. Tal y como se he reflejado en líneas anteriores, una de las

modificaciones sustanciales en el sistema político venezolano ha sido el desplazamiento de

los partidos políticos tradicionales por fuerzas emergentes, pero el análisis se complica

cuando se observa que el modelo de democracia participativa parece alentar una relación

directa entre el Estado y la ciudadanía sin intermedio de ningún actor. En todo caso, lo

cierto es que el agotamiento del sistema político tradicional vino acompañado en gran

medida del desprestigio del sistema de partidos y del mecanismo utilitario – clientelar que

se instaló durante las décadas del “puntofijismo”139.

…uno de los factores que más condicionaron en los años 90 las estructuras organizativas de los partidos políticos emergentes fue la atmósfera de rechazo a los partidos políticos tradicionales que envolvió a la política venezolana. El repudio a AD y COPEI, fortalecido por un contexto internacional y una matriz de opinión fomentada por medios de comunicación privados, que propiciaban el rechazo hacia la política y los políticos, fue generando una opinión negativa hacia los partidos como organizaciones en general, que llegó hasta el extremo de hacer que los actores políticos emergentes eludieran con frecuencia el denominarse partidos, prefiriendo ser reconocidos como “movimientos”.140

Esta animadversión, incluso semántica, sea probablemente la causa para que las fuerzas

políticas emergentes inicien su actividad política bajo la modalidad de “movimientos” o

“grupos organizados”, siendo el ejemplo más emblemático el Movimiento Bolivariano

Revolucionario 200 (MBR-200) que luego daría paso al Movimiento V República,

agrupación política nacida sobre una concepción de pluralidad que con el pasar de los años

pasa de un movimiento meramente electoral a un partido político estructurado141.

Los partidos tradicionales venezolanos son desplazados del control del poder de manera

paulatina en las sucesivas elecciones regionales y parlamentarias ocurridas desde 1998.

Aún cuando en ese año, tanto en las elecciones legislativas como regionales, todavía

contaban con significativos espacios políticos, las elecciones subsiguientes significaron

138 Idem., p.28 139 Una interesante aproximación a la crisis del sistema de partidos es elaborada por Roberts Kenneth (2001): La descomposición del sistema de partidos vista desde un análisis comparativo, en Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, vol.7, n° 2, Universidad Central de Venezuela. 140 López Maya (2005), op.cit., p.182. 141 Una secuencia del nacimiento del MVR se encuentra en Idem., pp.183-188.

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una pérdida cada vez mayor de los espacios tradicionalmente controlados142, tanto que en

las elecciones regionales del año 2004 la presencia de gobernadores no afectos al proyecto-

país “bolivariano” era prácticamente nula. Así como en materia de representación

electoral, su influencia en las instituciones del Estado (Tribunal Supremo de Justicia,

Ministerios, Entes descentralizados) igualmente decayó.

Más importante aún es que el desplazamiento de esos partidos políticos ha supuesto el fin

del sistema partidista en la medida en que si bien subsisten partidos tanto nuevos como

tradicionales, caso del Partido Comunista de Venezuela, la lógica política post-1999 ha

tendido hacia la construcción de un vínculo directo entre la ciudadanía y el poder

constituido, principalmente la Presidencia de la República y el Presidente mismo.

A partir de las elecciones generales de 1998 se produce un cambio radical en el sistema político venezolano. Uno de los indicadores de este cambio drástico es la transformación del sistema de partidos políticos. […] La alternativa a los partidos tradicionales ha estado concentrada, hasta ahora, en un líder “carismático”, Hugo Chávez, que aglutina y representa no sólo la esperanza de resolver la mayor parte de los problemas del país sino, sobre todo, la enorme frustración y desazón generada por la “partiarquía” que gobernó en las décadas precedentes.143

Así, los partidos políticos conocen auges de actividad en períodos de elecciones, pero

tienden a la desarticulación y pasividad en la cotidianidad política del país, sobre todo en

un panorama en el que el Poder Legislativo ha sido solapado por el Poder Ejecutivo de

manera creciente desde 1998, fomentando que las demandas sociales sean canalizadas

primariamente por el Presidente y permitiendo que la nueva hegemonía política se

consolide alrededor de la popularidad y arraigo del líder carismático. No obstante, es

necesario destacar la existencia de numerosas organizaciones sociales creadas al fragor del

nuevo modelo de democracia participativa que intentan solventar sus peticiones

directamente con los órganos de poder, independientemente de la pérdida de credibilidad

de los partidos políticos o de la consolidación de una relación líder – ciudadano.

Dentro del conjunto de actores que también señala Romero144 como actores emergentes del

sistema político tradicional, se encuentran también los militares, el sector empresarial

privado, el sector sindical y la Iglesia católica, todos con sus esferas de influencia y su

142 López Maya presenta cuadros estadísticos de algunas de estas elecciones. Idem. 143 Ramos Marisa (2001): Partidos y grupos políticos en Venezuela (1998 – 2000): dimensiones ideológicas y cohesión programática, en Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, vol.7, n° 2, Universidad Central de Venezuela, p.157. 144 Romero (1989), op.cit.

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participación en la estabilidad del sistema tradicional, pero todos con serias

transformaciones desde 1999. Los militares, por ejemplo, conocieron importantes cambios

en su concepción de seguridad y en su rol en la sociedad venezolana: la nueva Constitución

les otorga derecho al sufragio, redimensiona su labor de defensa – ampliando el concepto

de seguridad integral de la nación y la corresponsabilidad en materia de defensa nacional -

y los incorpora activamente en el desarrollo nacional145.

La influencia militar en el sistema político contemporáneo pasaría por una revisión

exhaustiva de las relaciones Fuerza Armada – Gobierno y Fuerza Armada – sociedad, que

escapan a la complejidad de este análisis. Sin embargo, es preciso mencionar que el papel

de la Fuerza Armada ha tendido a recrudecerse en vez de debilitarse en el transcurso de las

etapas del cambio político, lo que resulta lógico cuando sabemos que el actual Presidente

proviene de las filas castrenses; en un primer momento se ofrecieron muestras de que la

fuerza militar estaría firmemente subordinada al poder civil: en el año de 2001 se nombró a

un civil, José Vicente Rangel, como Ministro de la Defensa por la primera vez en la

historia del país; asimismo, el diseño del Plan Bolívar 2000 pretendía mancomunar la

gestión civil y militar en el tratamiento de problemas puntuales de la sociedad.146

Con el pasar de los años la relación entre Fuerza Armada y Gobierno se hizo no obstante

más íntima, llevando incluso a que los componentes castrenses tuviesen una participación

destacada en la etapa de la instauración del cambio político y en la dicotomía que se

presentara entonces entre transformación vs. resistencia. Sucre Heredia147 elabora un

análisis del estamento militar sobre la base de tres etapas claras: una primera de “apoyo” a

lo cambios políticos introducidos que va desde fines de 1998 hasta comienzos de 2001;

una segunda de “conspiración”, desde 2001 hasta el 11 de abril de 2002; y una tercera de

“apoyo condicionado sujeto a la Constitución”, a partir del 11 de abril de 2002. En líneas

145 Para una aproximación directa a los conceptos de seguridad nacional y al rol de la Fuerza Armada, además de la Constitución de la República, arts.326-331, se puede consultar a la Ley Orgánica de Seguridad de la Nación (2002), Gaceta Oficial N° 37.595. 146 El propio Presidente Chávez afirma “Creo que sin la participación de los militares en el Plan Bolívar 2000 – iniciado en el 99 y que continuó en el 2000 – quizás el proceso no hubiese avanzado en lo político con la rapidez con que lo hizo”, Chávez en Harnecker Marta (2002): Hugo Chávez Frías, un Hombre, un Pueblo, Edit. Instituto Municipal de Publicaciones de la Alcaldía de Caracas, Caracas – Venezuela. 147 Sucre Heredia Ricardo (2003): La política militar en la Constitución de 1999 ¿cambio o continuidad?, en Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, vol.9, n° 1, Universidad Central de Venezuela.

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generales, el autor concluye que la Fuerza Armada se transforma progresivamente en una

institución política, obediente y no deliberante148.

En todo caso, desde 1999 se ha construido una estrecha vínculo entre la nueva hegemonía

política y el estamento militar – en el cual muchas veces el estamento militar forma parte

de la misma hegemonía – que ha permitido que numerosos oficiales lleguen a cargos de

nombramiento ejecutivo y que la Fuerza Armada fortalezca su papel de actor de peso en el

sistema político venezolano.

En relación al sector empresarial, al sector sindical y a la Iglesia católica, todos estos

actores también han conocido modificaciones en su influencia en el sistema político.

Habiendo formado parte del conjunto de minorías privilegiadas del sistema tradicional y

habiendo ejercido distintos controles en su esfera particular al tiempo de beneficiarse de

los mecanismos utilitarios estructurados, cada uno mantenía cierto grado de autonomía

frente a los demás actores del sistema político tradicional. La crisis del sistema afectó la

credibilidad, sobre todo, de los sectores empresarial y sindical aunque, en la primera etapa

del cambio, el sector sindical haya sido el más afectado por los cambios políticos operados.

La hostilidad de Chávez contra la CTV se hizo expresa desde los días de la campaña electoral de 1998. Para el presidente Chávez el estado mayor de la CTV y las direcciones de AD y COPEI formaban el arco de las “cúpulas podridas” contra las cuales no veían los dirigentes “bolivarianos” posibilidad distinta a la guerra frontal.149

A pesar de que la nueva hegemonía política implantada en el país no logró penetrar la

Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV)150, lo que para algunos la convirtió en

un bastión de resistencia, su influencia y su credibilidad han mermado notablemente en los

últimos años. Tal pérdida de influencia es extensible a los otros dos sectores, empresario y

eclesiástico, que en la segunda etapa del cambio político – la instauración – se unieron al

sindical para tratar de revertir lo que finalmente resultó su desplazamiento de la toma de

decisiones políticas. En esa etapa, los tres actores parecían funcionar al unísono y actuar

como los líderes de una oposición política en la que los partidos tradicionales ya no eran

148 Otro análisis sobre la Fuerza Armada luego de 1999 es el del General Müller Rojas Alberto (2003): La nueva cara de la Fuerza Armada, en Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, vol.9, n° 3, Universidad Central de Venezuela. En este artículo Müller señala que a pesar de que existen militares que se pronuncian públicamente a favor o en contra del régimen político actual, la mayoría de ellos mantiene una reserva de su opinión fundamentándose en la “subordinación y obediencia legítima” que caracteriza a la Fuerza Armada, p.196. 149 Medina y López Maya, op.cit., p.52. 150 Referencias históricas sobre la CTV, e incluso sobre Fedecámaras en Idem., p.50-56.

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bienvenidos. Aunque comparativamente con la situación pre-1999 estos tres actores no

tengan prácticamente injerencia en los asuntos gubernamentales, el sector eclesiástico y el

empresarial, ya en la tercera etapa del cambio – la consolidación – logran propiciar un

acercamiento con la nueva hegemonía política que les permite cosechar nuevos dividendos

en sus áreas (en el caso empresarial, puede nombrarse la participación de sectores de

Fedecámaras en proyectos públicos; y en el eclesiástico destaca el nombramiento de un

nuevo Arzobispo de Caracas, gracias al visto bueno del Ejecutivo Nacional) y los mantiene

como actores de segundo orden del sistema político.

Finalmente Romero señala en su análisis a otro actor, “las masas y el ritual político”,

representado por la masa poblacional que sólo fue un actor en la medida en que se ajustó a

los mecanismos de control del sistema político tradicional. Conviene en este caso detenerse

transitoriamente visto que, justamente desde 1999, se ha conocido en Venezuela un

proceso de fortalecimiento de la población como actor preponderante del sistema político,

contraponiéndose drásticamente con la desmovilización y anti-participación que alentaba

el sistema tradicional.

Como se ha referido anteriormente el cambio del modelo de democracia en Venezuela ha

supuesto un redimensionamiento en el rol ciudadano en tanto copartícipe del desarrollo del

país: la democracia participativa, teóricamente hablando, fomenta la organización popular

y la participación activa del ciudadano en los asuntos públicos. Si bien este

empoderamiento ciudadano ha sido en su mayoría alentado por el propio Estado o, para ser

más precisos, desde el propio establishment político instaurado desde 1999 – con lo cual

parte de las “masas populares” podrían ser consideradas un actor subordinado a la acción

estatal – no puede desconocerse el interesante fenómeno de la ciudadanía como actor

consolidado del sistema político post-1999.

A pesar de su connotada intervención en la construcción de la democracia participativa, el

papel del Estado como principal promotor de la acción civil no ha sido el único aliciente

para la potenciación del actor “masas” luego de la llegada de Hugo Chávez al poder. El

agotamiento del sistema tradicional y la desconfianza ciudadana vis-à-vis los partidos

políticos propiciaron el paulatino rechazo de gran parte de la ciudadanía hacia cualquier

actor intermediario que los representase ante los órganos de poder. De manera tal que

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durante décadas el movimiento de las “masas” fue consolidándose deviniendo en lo que

hoy representa uno de los actores políticos más destacados del país.151

Cualquiera que revise la prensa diaria del año 1972 notará la ausencia de noticias protagonizadas por un actor de nombre “sociedad civil”. El tema era una preocupación de intelectuales más que de activistas sociales. Para 2002 la situación era diametralmente distinta: los medios de comunicación de masas destacan la actividad de la “sociedad civil” en diversos tipos de escenario, tanto políticos como sociales.152

Aunque no sea objeto de este análisis caer en estudios profundos, tanto teóricos como

exponenciales, del rol de la sociedad civil venezolana, el concepto de la sociedad civil, tal

como lo entiende Salamanca, viene dado por las “luchas [de la sociedad de ciudadanos]

por el logro de la ciudadanía, en la construcción de un vínculo del individuo con su orden

político”153. Cortina154, a su vez, identifica un sentido restringido de la sociedad civil

referido a las instituciones sociales ajenas al control directo del Estado, en las que se

encuentran organizaciones económicas, asociaciones voluntarias y opinión pública. En

cualquier caso, lo cierto es que para considerar el fortalecimiento del actor “masas” en el

sistema político, se hace necesario sumar la acción de esa sociedad civil emergente a la

acción de las organizaciones sociales surgidas al fragor de la democracia participativa, si

bien es cierto que ambas acciones no son excluyentes y muchas veces resultan hasta

coincidentes.

151 En el análisis que efectuaremos sobre el protagonismo del actor “masas” en el sistema político venezolano desde 1999, centrándonos en el desarrollo de la “sociedad civil”, no se ha querido prestar a confusión la utilización de los conceptos de “masas” y “sociedad civil”, toda vez que ambos términos puedan corresponder a distintas evoluciones (no obligatoriamente contradictorias) del pensamiento político. No obstante, para el caso venezolano, hemos preferido analizar el papel ciudadano a partir del concepto de sociedad civil, noción que además de estar presente en la Constitución de 1999 ha tendido a aparecer con frecuencia en el lenguaje coloquial contemporáneo. Como señala Bobbio, el concepto de sociedad civil ha pasado por una larga discusión histórica desde el iusnaturalismo, pasando por Rousseau hasta llegar a Marx y Gramsci, siendo éste último quien logra identificar la separación entre la sociedad civil de la sociedad política. Es el influjo marxista – ya desde el propio Marx, ya desde los aportes de Gramsci – lo que permite identificar las diferencias que existen entre la sociedad civil y el Estado, dejando para la primera todo el ámbito en el que se producen conflictos y demandas sociales, religiosos, ideológicos, económicos a los cuales el Estado debe responder, resolviéndolos o incluso suprimiéndolos. De allí que exista una interrelación permanente entre sociedad civil y Estado. Bobbio, op.cit, pp. 1519-1524. Habría también una tercera concepción posible dentro de la caracterización del protagonismo ciudadano venezolano desde 1999 – que no incorporamos sin embargo en nuestro análisis –, a partir del estudio de los “movimientos sociales” que vendrían a ser “organizaciones equivalentes pero diferentes a los partidos políticos o los grupos de interés, sino que son un actor más complejo e informal”, Rossi Federico (2006): Movimientos Sociales en Aznar Luis y De Luca Miguel (comp.): Política. Cuestiones y problemas, Edit. Ariel, Argentina; a pesar de lo anterior, el estudio de los movimientos sociales, por la estructuración interna mínima que conllevan, podría dejar a un lado el surgimiento espontáneo de manifestaciones ciudadanas como las protestas populares. 152 Salamanca Luis (2003): La sociedad civil en dos tiempos: 1972-2002 en Politea, Nº 30, Instituto de Estudios Políticos, Universidad Central de Venezuela, p.120. 153 Idem, p. 123. 154 Cortina Adela (S/F): La ética de la sociedad civil, en http://www.javeriana.edu.co/pensar/EA2.html (recuperado el 14-09-06).

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69

Como señala Salamanca sería un error pensar que la sociedad civil venezolana es un

invento mediático o, “a lo sumo, un producto de la clase media acomodada que no desea

ser confundida con el ‘pueblo’” 155; la sociedad civil del país conoce toda una evolución

que el autor separa en dos ciclos históricos (1936-1958 y 1970-2002) y tres etapas ligadas

a su desarrollo en la sociedad en las que diferencia una vieja (más cercana a la década de

los cincuenta y sesenta) de una nueva sociedad civil (configurada a partir de los años

setenta). La tercera de estas etapas, que el autor denomina “etapa de la politización en el

marco de la V República: la proyección política y mediática de la sociedad civil”,

corresponde a lo que sería la institucionalización del concepto de sociedad civil: la

Constitución promulgada en 1999 la reconoce como sujeto de derecho y le otorga deberes

y derechos en la sociedad156.

En el proceso de redacción de la Constitución fueron consultadas numerosas

organizaciones cuyas propuestas resultaron incorporadas al texto constitucional, sobre todo

en materia de participación popular en los asuntos públicos, con lo cual se produce una

experiencia inédita en un país acostumbrado a que sus decisiones políticas fuesen tomadas

al margen de las mayorías: “Esta amplísima gama de formas de participación generó una

fuerte expectativa en la sociedad civil que veía, así, reconocidas muchas de sus exigencias

a lo largo de los años”157.

No obstante, Salamanca refiere igualmente que las bondades de la Constitución en materia

de participación ciudadana tienden a ser opacadas por la proliferación de nociones con que

se reconocen e identifican a los sujetos participativos, lo que genera confusión y podría

suponer imprecisión jurídica: diferenciar entre sociedad civil, comunidad, sociedad,

población o vecinos, entre otros términos, puede en efecto representar un obstáculo

considerable en el afianzamiento de la democracia participativa. Sin embargo, tales

imprecisiones conceptuales no impidieron que la sociedad civil tuviera una actuación

creciente en el sistema post-1999, cuando “ante la falta de oposición política activa al

155 Salamanca, op.cit., p. 127. 156 Idem. 157 Idem, p. 142.

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70

Gobierno del presidente Hugo Chávez Frías, la sociedad civil vino a llenar el vacío durante

los años 2000 a 2002, hecho sin precedentes en el sistema político venezolano”158.

Así, la reivindicación inicial del concepto de sociedad civil da paso a que durante la

instauración y consolidación del cambio político en Venezuela, se fortalezca un

movimiento que, en muchas de sus reivindicaciones y reclamos, fusionará el aspecto social

al político. Este fenómeno es trascendente en la medida en que el rol de oposición política

tradicionalmente asignado los partidos políticos se desintegra casi-totalmente en beneficio

de nuevos actores y renovadas maneras de entender la política, comprobando que el

sistema clásico de partidos ha sido superado por uno más plural y participativo. De esta

sociedad civil surgen líderes renovados y nuevos movimientos organizados que tratan de

ocupar el papel perdido de los partidos políticos (organizaciones como “Queremos Elegir”,

“Asamblea de Educación” o “Gente del Petróleo” son ejemplo de asociaciones voluntarias

que, con apoyo de determinados grupos sociales, ejercen acciones políticas durante los

años 2000 – 2003); aun más, la ausencia de los partidos – y de grandes líderes capaces de

aglutinar a los sectores civiles de oposición – lleva a que estos prefieran confiar en otros

actores tradicionales – iglesia, sindicatos o empresarios – como representantes de sus

ideales, actores que sin embargo tampoco logran construir consenso en torno a las

demandas de quienes los apoyan, como parece haber quedado demostrado cuando Pedro

Carmona Estanga perdió toda solidaridad una vez expulsado de Miraflores luego del Golpe

de Estado de abril 2002.

Restringir sin embargo el concepto de sociedad civil venezolana a las organizaciones y

grupos de base opositores al cambio político emprendido por el presidente Chávez sería

reduccionista de nuestra parte159. En efecto, no son pocas las organizaciones y

movimientos proclives al cambio político que, incluso antes de la llegada de Chávez al

poder, ya adelantaban acciones sociales coincidentes a las planteadas desde 1999; es el

caso de Fundalatín, por ejemplo, movimiento creado en Caracas en 1978 y que trabaja

desde entonces a partir de la teología de la liberación para promover una cultura de justicia

158 Idem., p. 120. 159 En su análisis, Salamanca incorpora un extracto de una sentencia del Tribunal Supremo de Justicia, de fecha 30 de junio de 2000, que confirma la dificultad de definir con precisión el alcance y componente de la sociedad civil: “En la actualidad no hay disposiciones legales que reglamenten quiénes conforman la sociedad civil, y cómo ella hará la escogencia de quienes la representen – sociedad que es de todos los venezolanos – que se contrapone a las organizaciones políticas, y del cual deben excluirse – igualmente – las instituciones militares y eclesiásticas”. Idem., p. 145.

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71

y paz a través del contacto directo de sus integrantes con la comunidad160. Asimismo, el

aliento proporcionado por la democracia participativa a la organización popular ha sido

factor de estímulo para la aparición de novedosas formas de asociación que – en algunos

casos con apoyo gubernamental – parecen estar dirigidas hacia la construcción de una

sociedad civil “para el proceso”161: los “Círculos Bolivarianos”162 o el nacimiento de

múltiples medios de comunicación alternativos (tratando de construir análisis de opinión

pública distintas a las tradicionales) serían ejemplo de ello. En todo caso, tanto como en el

sector de la oposición, en el sector afecto a los cambios también aparecen nuevos líderes y

se producen, al igual que en los sectores de oposición, rechazos contundentes a los partidos

políticos que apoyan al presidente Chávez, probablemente basados en el mismo rechazo

generalizado de la sociedad venezolana hacia el sistema de partidos.

Ya sea pro o anti-cambio político, lo importante es resaltar que la realidad política

posterior a 1999 verá emerger un actor que, tradicionalmente excluido, crece

vertiginosamente para convertirse en protagonista de su entorno; las “masas”, o sociedad

civil en este análisis, demostrarán con su acción un cambio sustancial en el sistema político

venezolano al verse mayoritariamente involucradas en la esfera política nacional: para

apoyar, u oponerse, al cambio político, este actor se movilizará en un histórico ciclo de

protestas populares – en el marco de la instauración del cambio político y sobre todo en el

año 2002 – y se mantendrá incluso en un estado de movilización permanente que conoce

sus bajos y sus altos en dependencia de lo álgido del momento político que se atraviese

(por ejemplo, luego de 2002, las nuevas movilizaciones producto de la convocatoria del

Referendo Revocatorio de 2004).

La era de las más grandes manifestaciones de calle que se conocen en la historia de Venezuela, comenzó en el año 2002 y tuvo como protagonista a la sociedad civil y sus organizaciones. La

160 Fundalatín (2006), Fundación Latinoamericana por los Derechos Humanos y el Desarrollo Social, Folleto institucional. 161 “El proyecto de crear una sociedad civil “para el proceso” continuó en permanente ensayo que ha producido tendencias de organizaciones chavistas, de las cuales la más conocida son los círculos bolivarianos.” Salamanca, op.cit., p. 145. 162 En un documento explicativo de los Círculos Bolivariano puede encontrarse entre sus funciones: “elevar la conciencia social ciudadana; […] impulsar diversas formas participativas, asociativas, para activar la producción y la realización de obras de interés social comunitario en salud, educación, cultura, deportes….; […] ser parte de los nuevos sujetos de descentralización que la Ley contempla a nivel de las parroquias, las comunidades, los barrios y vecindades a los fines de garantizar el principio de corresponsabilidad en la gestión pública de los gobiernos locales y estadales”. Círculos Bolivarianos (S/F), Comando Supremo Revolucionario Bolivariano, Folleto de difusión masiva, pp.6-8. El subrayado nuestro quiere evidenciar la posibilidad de que los Círculos deseen participar en aquellas instancias que, desde la Constitución, están reservadas a la ciudadanía.

Page 78: TESIS. SISTEMA POLÍTICO Y POLÍTICA EXTERIOR EN VENEZUELA 1999 2005

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vieja y la nueva sociedad civil se encontraban por primera vez en la oposición al proyecto político gobernante. Los partidos, por entonces, carecían de presencia en la conducción de estas acciones e, incluso, brillaban por su ausencia en las mismas.163

Más allá de estas movilizaciones y protestas, la ciudadanía verá igualmente fortalecida su

participación en los asuntos públicos luego de 1999: si bien su intervención no refleja

todos los derechos que implica la democracia participativa, la crítica o el apoyo al cambio

político ha rescatado un interés generalizado, tan deteriorado bajo el sistema tradicional,

hacia todos los temas de la vida pública, con lo cual emerge una especie de contraloría

involuntaria que, emulando las bases de la contraloría social, se ejerce de manera indirecta

y cotidiana. Medios de comunicación, privados, locales o comunitarios, asociaciones

populares y grupos económicos, entre otros, han tendido a apropiarse de los asuntos

públicos y han reproducido, en el mayor de los casos, la polarización que enfrenta a los

principales contendientes políticos.

Los acontecimientos del mes de abril [de 2002] y los de los meses subsiguientes, indican que las protestas no eran acciones aisladas, sino convergentes con la lucha política entre el chavismo y la oposición. Estábamos en presencia de un ciclo de protestas dentro del campo de confrontación social y política generalizada, estimulada desde 1998. […] El ciclo de protesta y confrontación generó dos polos políticos definidos que tuvieron su encontronazo entre los días 10 y 14 de abril de 2002.164

Pero aun en medio de la polarización, resulta innegable el rol de la ciudadanía en el actual

sistema político, dejando atrás su papel pasivo – inducido por el propio sistema tradicional

– para transformarlo en un papel activo y protagónico.

Tanto como es interesante vislumbrar la consolidación del actor “masas” es igualmente

interesante denotar otro fenómeno político que, asociado a la emergencia del actor civil, se

ha tornado en característica básica del sistema político contemporáneo: si por una parte la

consolidación de la sociedad civil – ya como consecuencia o como resistencia a los

postulados participativos del nuevo modelo de democracia – ha supuesto nuevos

liderazgos, esto es, nuevas personalidades ajenas al sistema tradicional capaces de

convertirse en voceros de la población, por otra parte se ha producido igualmente una

polarización social en torno a la figura de un líder que se ha convertido en el actor político

en torno al cual parece rondar todo el sistema político actual.

163Salamanca, op.cit., p. 149. 164 Idem., pp. 149 – 150.

Page 79: TESIS. SISTEMA POLÍTICO Y POLÍTICA EXTERIOR EN VENEZUELA 1999 2005

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Aunque las transformaciones del sistema político luego de 1999 se hayan adelantado en

todos los planos de la vida nacional, se ha asociado el cambio político en Venezuela con la

personalidad y permanencia de Hugo Chávez en la primera magistratura nacional. Sin duda

que esta asociación viene dada en gran medida por el sentimiento de identificación o

rechazo que Chávez genera pero, sobre todo, por la enorme influencia con que cuenta en

todas las esferas de la sociedad y por la creencia, surgida en el imaginario popular pero

reforzada muchas veces por la propia acción gubernamental, de que todo el cambio

político está representado por él.

4.2. El liderazgo participativo y Hugo Chávez.

Promover y defender, por parte de la nueva hegemonía de poder instaurada en Venezuela,

un modelo de democracia participativa habría de suponer igualmente la promoción y

defensa de un liderazgo plural, heterogéneo y desconcentrado. Y es que la introducción de

un nuevo modelo de democracia basado en la corresponsabilidad y protagonismo social

debería conllevar a que cada ciudadano se convierta en un participante activo de la toma de

decisiones políticas, afirmación a priori un tanto exagerada dado que estaríamos en

presencia bien de una democracia directa, bien de una sociedad participativa “ideal” (con

dispositivos de información capaces de permitir que todas las decisiones sean consultadas

por “todos”; con suficiente claridad instrumental en su ejecución, etc.).

Aunque está lejos de nuestro objetivo estudiar las incidencias de la implementación de la

democracia participativa en el liderazgo político nacional, es prudente detenerse a analizar

el papel que ha jugado la nueva hegemonía política, ergo el liderazgo político, en la

conducción del país a partir de 1999, ya que si se ha reconocido con anterioridad que el

sistema político post-1999 es conducido por actores (individuales y asociados) distintos a

los actores políticos tradicionales, no es menos cierto que la conducción del poder y el

surgimiento de nuevos líderes han estado supeditados a la existencia de un líder único e

indiscutible: Hugo Chávez.

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Desconocer la trascendencia del liderazgo de Hugo Chávez en la escena política

venezolana de los últimos años es, más que una insensatez, un imposible, pues a partir de

su personalidad se ha tejido en la sociedad venezolana una red de amor y odio que le

garantiza presencia en cada discusión política adelantada. Su carisma y su estilo han hecho

mella en Venezuela desde el mismo momento en que lidera un golpe de Estado e inicia una

carrera política que lo lleva hasta la Presidencia de la República. Retomando una cita que

efectuáramos en el primer capítulo,

Es líder quien hace estar tres cosas: a) Traduce los sentimientos inconcretos de malestar en exigencias concretas que se plantean al sistema político; a esto es a lo que el autor denomina ‘proceso de formulación de exigencias’. b) Creación de una ‘ideología’ adecuada a esa formulación; consiste en implantar las exigencias en las mentes de las personas de la población. c) El resultado de los dos procesos anteriores es la generación de una ‘visión’ en la cual se presenta un futuro más satisfactorio que se contrapone al malestar presente.165

En tanto figura aglutinadora de los movimientos de protesta anti – sistema tradicional,

Chávez encaminó eficientemente, al menos desde 1994, las tres variables de las que habla

el autor: se apropió del sentimiento popular de descontento y lo tradujo en denuncias

concretas y en propuestas conducentes a la renovación del sistema político; asimismo

difundió y fortaleció una ideología – bolivariana con aditivos de Simón Rodríguez y

Ezequiel Zamora entre otros166 – que le permitió otorgar un marco referencial a las críticas;

en última instancia, Chávez generó una “visión” – la V República – que representaba la

panacea de las demandas sociales frustradas.

Chávez, paulatinamente, se convirtió de esta manera en un líder popular que, sobre la base

de sus críticas anti-sistema, logró ganar cuantiosa popularidad ayudado además por unos

rasgos físicos e idiosincráticos que permiten al venezolano común reconocerse

inmediatamente en su personalidad, así como por un discurso llano, informal y directo,

frontal en muchos casos, que se distancia enormemente de los cánones tradicionales del

liderazgo venezolano.

Muchos elementos se conjugan para darle a Chávez un aura irresistible para la inmensa mayoría de la población venezolana que es pobre o ha experimentado el empobrecimiento individual o de sus familias en las últimas dos décadas. Su extracción popular; su manejo de símbolos y

165 Zonis en Martínez, op.cit., p.2. 166 “…cuando hablamos de la ideología bolivariana, como ustedes saben lo venimos pregonando desde hace años, nosotros hemos hablado del árbol de las tres raíces: la idea bolivariana, la idea robinsoniana y la idea zamorana.” Chávez Hugo: Discurso del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela con motivo de la instalación de la Asamblea Nacional Constituyente, Palacio Federal Legislativo, 5 de agosto de 1999, en 1999: “Año de la Refundación de la República”, op.cit., p.290.

Page 81: TESIS. SISTEMA POLÍTICO Y POLÍTICA EXTERIOR EN VENEZUELA 1999 2005

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referencias culturales que apelan a los valores hegemónicos de la sociedad venezolana; la construcción de un discurso pugnaz incluyente de sectores excluidos y excluyente de las elites políticas llamadas por él y sus seguidores puntofijistas; la proyección de una imagen no contaminada con la política tradicional...167

La llegada de Chávez a la presidencia venezolana abrió un período de esperanzas para la

participación popular, esperanzas en buena parte encauzadas y honradas a través de los

distintos programas sociales ya señalados en este trabajo; pero a lo largo de las distintas

etapas del cambio político acaecidas en Venezuela desde 1999, la institucionalización de

tales formas de participación ciudadana se conjugaron con la consolidación del liderazgo y

presencia de Chávez como actor preponderante de la “revolución bolivariana” y del destino

que a ésta se le reserve. Así, paradójicamente, se han producido de forma paralela dos

fenómenos concatenados y complejos: una pluralización de las formas de participación y

una concentración de un liderazgo unipersonal; esto quiere decir que independientemente

de los cambios participativos introducidos en Venezuela, y de la aceptación o rechazo que

estos generen, existe la tendencia generalizada a relacionar intrínsecamente a Hugo Chávez

con el proceso político post-1999: apoyar, o no, los cambios en el sistema político, se ha

traducido por apoyar, o no, a la figura presidencial.

La asociación de la figura de Chávez con el cambio político ha derivado en varias

consecuencias que no son de poco interés para el país y para los fines de este análisis. En

primer lugar, en vista de que tanto el apoyo como el rechazo al cambio político se han

trastocado en apoyo o rechazo a las acciones del Presidente de la República, ha surgido en

Venezuela una polarización – especie de maniqueísmo – política de marcada acentuación;

en segundo lugar, la aparición de nuevos líderes “participativos” (líderes que, sobre la base

de la tesis participativa, sobresalgan en el plano municipal, estadal o nacional) está

supeditada al líder principal; finalmente, en tercer lugar, la consolidación del liderazgo

unipersonal ha permitido una concentración de las decisiones políticas en manos

presidenciales, con lo cual la mayoría de las políticas públicas son formuladas sobre la

base de sus ideas y de su estilo personal.

La primera consecuencia, la polarización política, ha suscitado la aparición de dos polos

que confrontan visiones políticas y, en numerosas ocasiones, visiones sociales de la

realidad venezolana. Aunque no pueda hablarse, strictus sensus, de una polarización ricos 167 López Maya (2005), op.cit., p.234, cursivas originales.

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vs. pobres en el sistema político contemporáneo, es menester reconocer que en la medida

en que el cambio político ha operado, el discurso presidencial ha calado en mayor medida

en los sectores desposeídos y tradicionalmente excluidos, afirmación lógica cuando se

aprecia que la mayoría de la acción gubernamental va dirigida hacia ese sector de la

población.

De esta manera, buena parte de la población pobre se reconoce en el discurso presidencial

y se organiza desde 1999 para garantizar la permanencia de Chávez en la presidencia. Para

estos sectores, el liderazgo, carisma e instrucciones del Presidente son básicos para la

estabilidad del cambio político y ningún otro liderazgo ni Institución es capaz de suplirlo.

Tanta compenetración y relación directa se ha creado entre Chávez y sus partidarios que el

cambio político post-1999 es generalmente catalogado como proceso “chavista” y sus

seguidores se auto-definen abiertamente de “chavistas”.

Cosa distinta opera en los sectores que adversan al Presidente, y que se encuentran

mayoritariamente entre clases altas y medias.

Pocas veces en la historia contemporánea venezolana se ha presenciado un carisma tan fuerte como el que evidencia Chávez, que suscite a la vez tanto rechazo en sectores sociales altos, medios e intelectuales.168

Para este sector que rechaza al Presidente y, por extensión, al proceso de cambios

adelantado por él, la eficacia es probablemente uno de los factores que más influye en su

percepción y opinión política. Al llegar al poder, el cambio impulsado por Chávez

prometió una política férrea para transformar el país y rescatarlo del atraso y vicios en el

cual estaba sumido. La lucha contra la corrupción, contra la pobreza, contra la inestabilidad

económica, la mejoría de los salarios, eran promesas que lucían atractivas ante la crisis del

sistema político tradicional venezolano, incluso para sectores que sin ser totalmente

excluidos de éste lo encontraban demasiado desprestigiado. Durante la fase de transición y

parte de la fase de instauración, la oposición al cambio político era prácticamente nula y

amplios sectores de la clase media esperaban la resolución de los males sociales. Con el

pasar de los años y debido a algunos errores gubernamentales, el incumplimiento de

promesas realizadas (erradicar en un año la indigencia infantil, por ejemplo) y la prioridad

168 Idem., p. 233-234.

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casi absoluta dispensada a los sectores populares, la oposición a los cambios y al discurso

directo, y muchas veces agresivo, del Presidente se fue consolidando.

Dos polos coexisten en la Venezuela post-1999, polos que se nutren del accionar

presidencial para construir sus sentimientos de apoyo o rechazo al cambio político, y que

han dificultado el surgimiento de nuevos líderes de masas en el sistema político criollo. En

efecto, la segunda consecuencia de la asociación de Chávez con el cambio político tiene

que ver con la dificultad, sobre todo para el sector que lo apoya, de promover nuevos

liderazgos con suficiente arraigo popular; en este sentido, es de notarse, como ya se ha

señalado, que una parte considerable de los líderes políticos actuales son líderes reclutados,

líderes que necesitan en primera instancia el espaldarazo del líder principal para poder

acceder a cargos de elección popular o de nombramiento ejecutivo169 pero que, más aún,

requieren del apoyo sostenido del líder para mantenerse en sus posiciones.

No quiere esto decir que no existan liderazgos naturales que surjan a niveles micro

(regiones, comunidades) ajenos a Chávez, o que no hayan existido liderazgos previos a

Chávez con una fuerte dosis de arraigo popular, como el caso de Didalco Bolívar,

gobernador del estado Aragua, o Ramón Martínez en la gobernación del estado Sucre.

Tampoco puede negarse el empoderamiento que ha generado la democracia participativa a

nivel local, sobre todo en sectores populares donde las Misiones Sociales han logrado

involucrar a los vecinos en iniciativas autogestionarias. Sin embargo, tanto como la

polarización política, buena parte del liderazgo político actual, en ambos polos, circunda

alrededor del Presidente Chávez, ya sea para surgir170, para mantenerse o para desaparecer.

Gobernadores y alcaldes previamente apoyados por Chávez han visto perder su

popularidad frente a una opinión del líder principal. Asimismo, antiguos líderes del

“chavismo” que se han transformado en líderes de oposición, y aún personalidades

tradicionalmente opuestas a Chávez, construyen su discurso y popularidad sobre la base

del enfrentamiento directo con el líder principal, con lo cual queda claro que aún para la

oposición, el liderazgo del Presidente es definitorio. 169 Se han referido anteriormente los casos de Tarek William Saab o José Gregorio Vielma Mora, como ejemplo de liderazgos que han contado con un respaldo inicial, y luego sostenido, del Presidente Chávez, en diversos cargos. 170 El propio Presidente parece reconocer su papel en el surgimiento de líderes cuando comenta en una entrevista con Luis Bilbao que “Otro logro político es la consolidación de liderazgos regionales que no teníamos, era yo sólo hermano. Yo me eché al hombro figuras desconocidas, buenos hombres y mujeres pero que nadie conocía”: Chávez en Bilbao Luis (2002): Chávez y la Revolución Bolivariana, conversaciones con Luis Bilbao, Ed. Le Monde Diplomatique, Colombia, p.60.

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Aunque un liderazgo tan arraigado como el de Chávez puede ser benéfico para la

conducción de un proceso de cambios políticos como el adelantado, en la medida en que

permite trazar líneas estratégicas de acción, no es menos cierto que un modelo de

democracia participativa debe contar con instrumentos adecuados para garantizar que el

liderazgo sea igualmente participativo. El liderazgo unipersonal debería ser entonces

canalizado hacia múltiples liderazgos en todos los niveles de la vida política, con lo cual se

garantizaría coherencia entre los postulados teóricos del cambio político y la práctica

societal.

…tenemos un líder revolucionario que, es un liderazgo unipersonal, pero hay razones históricas y políticas para que sea unipersonal, aunque hay que hacer esfuerzos para hacer del presidente Chávez un estadista revolucionario y construir una dirección colectiva con su potencial revolucionario, de compromiso y capacidad de trabajo, porque vamos a estar claro [sic] es el Presidente Chávez, el único que tracciona, quien dinamiza el movimiento popular y es el único quien tiene ese poder de convocatoria popular.171

Ciertamente la omnipresencia del Presidente también puede venir dada por la nociva

costumbre “caudillista” en Venezuela según la cual un individuo es capaz de solventar

todos los males de un país; el problema se presenta cuando esta costumbre no logra ser

superada a pesar de conocerse y cuando el nivel de eficiencia en la gestión pública, en

cualquier área (económica, sanitaria, educativa,…) o ámbito geográfico (nacional, estadal

o municipal) es menor al esperado y justifica una intervención permanente por parte del

líder principal172. De ello, y del marcado liderazgo de Chávez, se deriva la tercera

consecuencia de la asociación Chávez – cambio político: la concentración de las decisiones

políticas.

En un sistema político presidencialista, como el venezolano, no es desconocido el enorme

peso que mantiene el Presidente en todas las esferas de la vida pública. No obstante, el

arraigo popular del Presidente, e incluso, la carencia de liderazgos fuertes en el país, han

fomentado que desde 1999 Chávez ocupe además de su rol de Presidente, un rol de

Ministro, Alcalde, Gobernador o Diputado, con lo cual se distrae la acción del Ejecutivo al

171 Velásquez Gaspar: Orígenes y Fundamentos Ideológicos de la Revolución Bolivariana en Varios autores (2004): Para comprender la Revolución Bolivariana, Ediciones de la Presidencia de la República, Caracas – Venezuela. 172 En un comentario sobre la situación política en el año 2001, Chávez comenta “Los alcaldes, los gobernadores, no estaban cumpliendo su papel porque todas las quejas me llegaban a mí: que si estoy enfermo, que si no tengo donde vivir. Era un cúmulo de trabajo extraordinario que caía sobre mis hombros. Tenía que valerme de una serie de equipos pequeños para atender problemas que debían haber sido atendidos por los alcaldes y gobernadores. ¿Dónde estaban los cuadros del Partido que debían ayudar a esa gente?”, Chávez en Harnecker, op.cit., p.203.

Page 85: TESIS. SISTEMA POLÍTICO Y POLÍTICA EXTERIOR EN VENEZUELA 1999 2005

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tiempo que se debilita la institucionalidad descentralizada y desconcentrada del poder

público.

Hemos señalado en líneas recientes que la carencia de eficiencia en sectores de la gestión

pública ha sido un aliciente para la omnipresencia del líder principal, a lo que habría que

sumarle su deseo por saldar la deuda social acumulada por el Estado hacia los ciudadanos

venezolanos durante décadas. En todo caso, lo que conviene señalar es que más allá de que

el Presidente tenga un pronunciado papel en la formulación y ejecución de las políticas

públicas nacionales, éste ha impregnado con su estilo y personalidad cada una de las

acciones emprendidas. Se aprecia entonces que además de la concentración de poder, el

Presidente ha incidido igualmente en la estructuración de un nuevo estilo político que ha

sido secundado por el liderazgo que lo acompaña: un estilo directo, franco y, en muchas

ocasiones, con poca atención hacia la crítica.

Este nuevo estilo será esencial para el diseño y puesta en práctica de las políticas públicas,

incluida lógicamente la política exterior, que estarán impregnadas de los postulados,

retórica e ideología de la nueva hegemonía de poder post-1999, y marcadas por la opinión

y visión – finalmente decisiva – del líder principal, con lo cual se refuerza el fenómeno del

liderazgo unipersonal y la certeza de que Hugo Chávez, en tanto individuo, es un factor

preponderante en el sistema político contemporáneo.

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CAPÍTULO III

LA POLÍTICA EXTERIOR BOLIVARIANA

Demostrar teóricamente el vínculo entre sistema político y política exterior, la profunda

incidencia del primero sobre la segunda, evidenciar las reformulaciones que un cambio

político imprime en la política exterior y caracterizar las transformaciones del sistema

político venezolano a partir de 1999, han representado, hasta ahora, fines conscientes para

nuestros propósitos. Como proyección dialéctica del sistema interno, la política exterior

venezolana se encuentra desde 1999 ante la necesidad de ser repensada y adaptada para

poder ser coherente con los postulados del sistema político que la estimula; si el sistema

venezolano se ha transformado sustancialmente desde 1999, habría de suponerse que su

política exterior también.

1. El cambio político y la política exterior de Venezuela desde 1999.

Hasta 1998 pudieran reconocerse dos objetivos fundamentales en la política exterior

venezolana: la defensa de la democracia y el sistema representativo173 y la búsqueda de

condiciones favorables para la comercialización del petróleo174. Romero va más allá y

173 Una interesante aproximación al tratamiento de la democracia en la política exterior venezolana durante el período bipartidista e inicios del sistema bolivariano, se puede consultar en Romero María Teresa (2000): Promoción de la democracia en la política exterior venezolana de los 90, Trabajo presentado en la Conferencia de la Asociación de Estudios Latinoamericanos Miami – Florida. 18 de Marzo de 2000, en http://www.analitica.com/va/documentos/1764615.asp (recuperado el 17-05-05), pp. 8-9, cursivas nuestras. 174 Mora Brito ofrece una suscinta e interesante caracterización de la política exterior del período bipartidista: “Por encima de las diferencias que existen en la conducción de los asuntos exteriores con arreglo a los lineamientos fijados por

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establece una diferencia entre los objetivos formales y los objetivos reales de la política

exterior venezolana entre 1958 y 1990. Los formales serían un conjunto de enunciados de

tipo general mientras que los segundos caerían más en la praxis de la política exterior.

Dentro de los objetivos formales de la política exterior se encontrarían:

1) Asegurar y defender la “salud” del sistema político; 2) Jugar autónomamente en la política internacional; 3) Diversificar el comercio exterior; 4) Preservar el territorio nacional; 5) Participar activamente en las organizaciones internacionales; 6) Asegurar un clima de estabilidad en las regiones vecinas y con los países limítrofes.175

Por su parte los objetivos reales estarían concentrados en:

1) Mantener un equilibrio favorable a Venezuela en las relaciones con los Estados Unidos; 2) Contener una eventual expansión de la influencia cubano - soviética; 3) Preservar condiciones favorables para la venta del petróleo venezolano a sus mercados naturales; 4) Preservar las fronteras.176

Los objetivos reales denotan el verdadero interés exterior de la Venezuela anterior a 1999,

y la política exterior diseñada estuvo orientada, con lógicos matices y reformulaciones

gubernamentales, para lograr que el posicionamiento internacional del país estuviese

apegada a tales lineamientos177. Estos objetivos, así como los distintos frentes

internacionales desarrollados desde 1958 por el país, estuvieron apegados en todo

momento a las condiciones del sistema político interno, es decir, al sistema de conciliación

de élites en el cual los sectores dominantes participaban negociadamente en el proceso de

cada gobierno, es posible establecer una caracterización general de sus orientaciones antes de 1998. No quiere decir esto que cuarenta años de gestión puedan ser reducidos a una simple taxonomía o presentados como un bloque monolítico, desprovisto de fisuras o múltiples matices; sino que pueden rastrearse puntos en común que definen, en líneas muy gruesas, este extenso período. Visto así, es lícito aseverar que Venezuela fue siempre considerado un país occidental, con un pasado colonial hispánico, situado en América Latina, de fuerte vocación democrática, vastas reservas de crudo y estrechas relaciones, por esto último, con los Estados Unidos. En esa medida, sus objetivos centrales estaban dirigidos a profundizar y consolidar su régimen político, así como mejorar sus condiciones en el negocio petrolero.” Mora Brito Daniel (2004): La política exterior de Chávez en tres actos (1998-2004), en Aldea Mundo, Año 8, N° 16 en http://www.saber.ula.ve/db/ssaber/Edocs/pubelectronicas/aldeamundo/ano8num16/articulo16-8.pdf (recuperado el 17-05-05), p.2. Para una caracterización más amplia se puede consultar Cardozo Elsa (S/F): La política exterior que tuvimos, la que tenemos, y la que necesitamos en http://www.analitica.com/archivo/vam1996.06/asunext1.htm (recuperado el 10-05-05). 175 Romero Carlos (1990): Una aproximación al estudio del proceso de decisiones en la política exterior de Venezuela en Russell Roberto (Ed.): Política Exterior y toma de decisiones en América Latina, Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires – Argentina, p.208. A estos objetivos formales faltaría añadir a nuestro parecer el cumplimiento de los compromisos adquiridos en los esquemas de integración regionales y sub-regionales. 176 Idem, p.208. Aunque el segundo objetivo pierde vigencia con la caída de la Unión Soviética en los noventa, Venezuela continúa manteniendo relaciones cordiales pero distantes con el gobierno cubano, si no para evitar su expansión, al menos alineándose con la postura estadounidense anti – Cuba. 177 Un estudio de la política exterior correspondiente a cada uno de los períodos presidenciales de Venezuela entre 1958 y 1998, se encuentra en Romero María Teresa (2002): Política exterior venezolana. El proyecto democrático 1958-1998, Colección Minerva N° 12, Los libros de El Nacional, Caracas – Venezuela.

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toma de decisión con un consecuente distanciamiento de los intereses representativos de la

nación178.

Las orientaciones, la organización, los procedimientos decisionales, las reglas formales e informales y las estrategias que han caracterizado la política exterior venezolana han sido, en la perspectiva del sistema político venezolano, resultado de las condiciones de una democracia pactada basada en el modelo nacido del Pacto de Punto Fijo.179

El deseo de imprimir cambios en los objetivos e interpretaciones de la política exterior, y

de incorporar una visión renovada de la dinámica internacional, por parte de los

propulsores del cambio político iniciado en 1998 puede incluso encontrarse en el diseño

del programa de gobierno de Hugo Chávez previo a las elecciones de ese mismo año. Al

delinear una percepción sobre la realidad (nacional, económica, social, internacional) que

esperan sea compartida por la mayoría de los electores, los programas de gobierno son un

interesante objeto de estudio para aproximarse a la continuidad que los gobiernos

manifiestan hacia sus objetivos iniciales; sin dejar de reconocer que todo programa de

gobierno tiene y debe tener, durante su aplicación, sustanciales modificaciones producto de

coyunturas históricas o necesidades específicas, en el caso de Chávez se refleja una clara

intención de replantear las relaciones internacionales venezolanas que se convierte en

realidad cuando muchas de esas ideas quedan plasmadas en la Constitución de 1999 y son

aplicadas desde entonces en la política exterior del país180. Los lineamientos dejan de ser

enunciados programáticos para devenir líneas de acción estatales.

178 Para una aproximación al sistema venezolano de política exterior bajo la influencia del Pacto de Punto Fijo se puede consultar a Latouche Miguel Ángel (2002): Democracia y política exterior en Venezuela: desafíos y tendencias en Politeia Nº 28, Instituto de Estudios Políticos, Universidad Central de Venezuela, Caracas – Venezuela. En este artículo el autor, con la finalidad de estructurar propuestas para democratizar la política exterior, hace un análisis de los procedimientos que caracterizaron la formulación de la política exterior en el período del bipartidismo que conllevó a “que la política exterior se convirtiese en un acuerdo de élites, que sólo iba a garantizar beneficios a sectores bien delimitados y definidos dentro del conjunto social, sin tomar en consideración las necesidades de los sectores de menos recursos, ubicados en los estratos socioeconómicos más bajos de la organización social venezolana…”, p.121. 179 Cardozo de Da Silva Elsa (1998): Venezuela: Política exterior para la gobernabilidad democrática en Hillman Richard y Cardozo Elsa (comp.): De una a otra gobernabilidad: el desbordamiento de la democracia venezolana, Fondo Editorial Tropykos, Comisión de Estudios de Postgrado FACES – UCV, Caracas – Venezuela, p.80. 180 “...sus programas de gobierno [de Hugo Chávez] de 1998 y 2000 (año que corresponde a las elecciones de relegitimación de los poderes públicos) expresa [sic] estas mismas ideas nacionalistas y antiglobalizadoras que se conectan con la soberanía westfaliana y con la doméstica...” Jiménez Ingrid (2002): Venezuela y la OEA durante la era de Chávez, revista Politeia Nº 29, Caracas julio 2002, en http://www.scielo.org.ve/scielo.php?pid=S0303-97572002000200008&script=sci_arttext (recuperado el 17-05-05). Es preciso subrayar que las ideas y líneas de acción internacionales de Chávez son muy anteriores a las que se presentan en el programa de 1998. Desde que comienza la estructuración, en las filas militares, del movimiento bolivariano liderado por Chávez antes de los fallidos Golpes de Estado de 1992, el tema era abordado de acuerdo a una visión apegada a la doctrina bolivariana. Para consultar algunas de estas ideas de Chávez antes de 1998, Elizalde Rosa y Baéz Luis (2005): El Encuentro, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana - Cuba; en este libro se narra fundamentalmente la primera visita de Chávez a Cuba luego de que fuera indultado por el Presidente Caldera en 1994.

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La integración solidaria es un compromiso ético. La solidaridad entre los países no puede ser sustituida por la mercantilización de las relaciones diplomáticas [...] Se lucha por alcanzar un mundo en el cual la solidaridad sea el principio rector de la acción de los Estados que practican la colaboración y cooperación recíprocas. El pluralismo internacional constituye otro de los fundamentos de nuestra política exterior...181

Buena parte de los temas sobre los cuales se construye la política exterior a partir de 1999

siguen siendo similares a aquellos sobre los cuales se construía la política exterior en el

período del sistema tradicional (petróleo, democracia, integración,…); aunque ello podría

orientar nuestro análisis hacia el estudio de los elementos de continuidad y cambio que se

reflejan en la política exterior actual vis-à-vis la política exterior pre-1999182, creemos

pertinente señalar que los nuevos fundamentos del Estado venezolano originan, de manera

obligatoria, importantes cambios en la percepción, jerarquización y sobre todo actuación

venezolana en temas internacionales, por lo que la política exterior bolivariana tiende a

distanciarse progresivamente de las continuidades de la política exterior tradicional. Se

produce aquí un cambio en las tres dimensiones modificables de la política exterior,

impulsadas por un cambio político, identificadas por Lasagna183 y tratadas en el primer

capítulo: 1) los intereses, objetivos y estrategias; 2) el proceso de elaboración de la política

exterior y; 3) el estilo diplomático.

A partir de 1999 la política exterior venezolana incorpora un nuevo discurso y conoce un

dinamismo en el que el presidente Chávez ha jugado rol protagónico. En el capítulo

anterior, al caracterizar los cambios en el sistema político y el surgimiento de un régimen

político con una nueva hegemonía de poder (a partir de los importantes cambios de los

elementos que componen el régimen político), analizábamos el factor del líder y de la

Constitución como dos puntos focales dentro del proceso bolivariano; en las relaciones

internacionales de Venezuela desde 1999 la ecuación se repite y se demuestra con el diseño

de una política exterior explícitamente bolivariana, apegada a los preceptos

constitucionales y fuertemente marcada por el papel de la figura presidencial.

181 Hacia una política exterior de nuevo signo, Programa de Gobierno de Hugo Chávez, 1998, en http://www.mpd.gov.ve/prog-gob/prog_gob2/e_internacional.htm#III (recuperado el 17-05-05). 182 Cardozo estudia en varios de sus análisis los elementos de continuidad y cambio de la política exterior venezolana, con el objetivo de despejar sus consistencias e inconsistencias. Entre sus artículos referimos a Cardozo Elsa (2004): (Des)ajustes y (des)equilibrios en la política exterior venezolana / 1959-2004 en http://www.visionvenezolana.com/html/_Ensayos/E06.pdf (recuperado el 14-05-05). 183 Lasagna, op.cit. El autor se refiere sobre todo a aquellos cambios de regímenes que, en nuestro entender, como en el caso venezolano, afectan al sistema político en su conjunto.

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Partiendo de la imbricada relación entre sistema político y política exterior estudiada en el

primer capítulo, esta constatación es más que lógica cuando entendemos que, en primer

lugar, existe una redefinición de los objetivos y de la jerarquía temática internacional, un

nuevo basamento legal y un líder asociado, por una parte de los venezolanos, con la

esencia del sistema político actual. En todo caso, una reformulación de la política exterior

venezolana puede fácilmente apreciarse desde la llegada a la presidencia de Hugo Chávez

toda vez que sus acciones responden a ideas definidas mucho antes de alcanzar la

presidencia y están ajustadas a una línea de pensamiento, la bolivariana, que luego

encontraría sustancia legal en la Constitución. Existen pues nuevos fundamentos y un

nuevo estilo que, junto a la caracterización de la política exterior, esbozaremos en las

siguientes líneas a partir del nuevo marco referencial y jurídico de la actuación

internacional del país.

1.1. Fundamentos de la política exterior venezolana a partir de 1999.

1.1.1. Fundamentos doctrinarios: el bolivarianismo.

Hemos afirmado anteriormente que la sanción de una nueva Constitución dio surgimiento

a nuevos valores que impregnan toda la vida social de Venezuela: la corresponsabilidad, la

participación ciudadana, la independencia, la solidaridad, son valores plasmados por la

Constitución que además son reforzados desde el sector hegemónico en el poder, dando

inicio a lo que podría considerarse como un cuerpo doctrinario que circunda la acción

estatal. Aún más, este cuerpo doctrinario nace y se complementa del conjunto de principios

plasmados en el pensamiento y acción de Simón Bolívar, con lo cual se institucionaliza la

doctrina bolivariana como doctrina oficial, tal y como queda contemplado en el propio

texto constitucional.

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El pueblo de Venezuela, en ejercicio de sus poderes creadores e invocando la protección de Dios, el ejemplo histórico de nuestro Libertador Simón Bolívar y el heroísmo y sacrificio de nuestros antepasados aborígenes y de los precursores y forjadores de una patria libre y soberana...184

Esta afirmación es trascendente para los fines de la caracterización de la política exterior

toda vez que la(s) doctrina(s) de política exterior dominante(s) es vital para situar el marco

referencial sobre el cual se diseña y se ejecuta la acción internacional de la República.

Como parte del sistema político interno, debe prestarse especial consideración a las doctrinas de política exterior dominantes. Podemos definir una doctrina de política exterior “como un sistema de conceptos fundamentales sobre la política exterior de un Estado, expresados en su forma más concentrada y adoptados como guía o lineamiento oficial”. 185

Definiéndose entonces como bolivariana, la doctrina de política exterior dominante desde

1999 será aquella condensada primariamente en el accionar de Bolívar sumada a los

nuevos valores plasmados en la Constitución que serán tratados más adelante. Sin querer

profundizar en el extenso cuerpo de ideas que constituyen la doctrina bolivariana en el

campo internacional, es menester resaltar las principales características del pensamiento

exterior de Bolívar para aproximarnos a su aplicación por parte de la nueva hegemonía de

poder y del gobierno presidido por Hugo Chávez.

Dos de las vertientes más claras de la actuación y pensamiento internacional de Bolívar se

reflejan hacia la integración y a la multipolaridad. En numerosas ocasiones trata Bolívar el

tema de la integración planteándolo incluso como una solución ante la peligrosa coyuntura

divisionista que ponía en riesgo la independencia de las naciones suramericanas.

Expresamente latinoamericanista, la visión de la integración de Bolívar no negaba la

identidades ni particularidades de cada nación: la lucha del Libertador no fue sólo por

lograr la libertad en los campos de batalla, también fue una lucha por el logro de una

identidad común latinoamericana que permitiese a la región encontrar la distinción frente a

Europa y Norteamérica186. Sin embargo, a pesar de lo ideal de la integración

latinoamericana, Bolívar tenía perfectamente clara la imposibilidad de lograr una

184 Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, op.cit., cursivas nuestras. 185 González Roberto, op.cit., p.36. 186 Siguiendo probablemente las enseñanzas de su maestro Simón Rodríguez, quien afirmara repetidamente que la América no debía imitar modelos sino ser original, Bolívar aseveraba con clarividente certeza que “Nuestro Pueblo no es el Europeo ni el Americano del Norte [...] Pero sea lo que fuere de este Gobierno con respecto a la Nación Americana, debo decir que ni remotamente ha entrado en mi idea asimilar la situación y naturaleza de los Estados, tan distintos como el Ingles Americano y el Americano Español” Bolívar en Salcedo-Bastardo, J.L.(1978): Bolívar: un continente y un destino, Ediciones de la Biblioteca de la Universidad Central de Venezuela, Colección Temas Nº 49, Caracas – Venezuela, p.180.

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integración absoluta entre todas las provincias recién independizadas. Bolívar comprendía

que su búsqueda debía centrarse en lograr un conjunto de tratados de cooperación mutua

que permitieran a sus firmantes diseñar políticas y emprender acciones mancomunadas

para alcanzar su progreso económico, político, cultural, militar y social, y para defenderse

de los peligros externos. En fin, al tiempo de propulsar la unión, la integración de Bolívar

respetaba la soberanía de las Naciones.

En cuanto a la multipolaridad, hablaba Bolívar de la necesidad de alcanzar un “Equilibrio

del Universo” que asegurase una posición a las nuevas naciones americanas en el concierto

internacional y que sancionase reglas claras para garantizar la convivencia armónica entre

los Estados. Particular preocupación va a manifestar Bolívar hacia el incipiente

imperialismo norteamericano. Para 1825, quedaban planteados para el continente

americano dos posibles esquemas de convivencia y organización internacional. El primero,

de Monroe, se fundamentaba en el predominio de una Nación sobre las demás, con un

carácter proteccionista. El segundo, de Bolívar, expresado en el Congreso de Panamá, tenía

por base la igualdad de los pueblos, la solidaridad y la seguridad colectiva187. El esquema

de Monroe es fundamentalmente hegemónico y refleja en parte las ambiciones

expansionistas de los sectores dominantes del Sur de los EEUU. El esquema de Bolívar, en

187 El elemento más demostrativo del ideal integracionista, e incluso internacional, de Bolívar, queda plasmado con la convocatoria al Congreso de Panamá. Dejemos que sea el propio Libertador quien comente sus objetivos: “El Congreso de Panamá reunirá todos los representantes de la América y un agente diplomático del gobierno de S.M.B. Este congreso parece destinado a formar la liga más vasta, o más extraordinaria o más fuerte que ha aparecido hasta el día sobre la tierra [...] El género humano daría mil bendiciones a esta liga de salud y la América como la Gran Bretaña cogerían cosechas de beneficios. Las relaciones de las sociedades políticas recibirían un código de derecho público por regla de conducta universal. 1º El nuevo mundo se constituiría en naciones independientes, ligadas todas por una ley común que fijase sus relaciones externas y ofreciese el poder conservador en un congreso general permanente. 2º La existencia de estos nuevos Estados obtendría nuevas garantías. 3º España haría la paz por respeto a Inglaterra y la Santa Alianza prestaría su reconocimiento a estas naciones nacientes. 4º El orden interno se conservaría intacto entre los diferentes Estados y dentro de cada uno de ellos. 5º Ninguno sería débil con respecto a otro; ninguno sería más fuerte. 6º Un equilibrio perfecto se establecería en este verdadero nuevo orden de cosas. 7º La fuerza de todos concurriría al auxilio del que sufriese por parte del enemigo externo o de las facciones anárquicas. 8º La diferencia de origen y de colores perdería su influencia y poder. 9º La América no temería más a ese tremendo monstruo que ha devorado a la isla de Santo Domingo; ni tampoco temería la preponderancia numérica de sus primitivos habitadores. 10º La reforma social, en fin, se habría alcanzado bajo los santos auspicios de la libertad y de la paz, pero la Inglaterra debería tomar necesariamente en sus manos el fiel de esta balanza.” Bolívar Simón, Un pensamiento sobre el Congreso de Panamá, 1826, en Bolívar Simón: Escritos del Libertador, Sociedad Bolivariana de Venezuela, 1972, Caracas – Venezuela, cursivas nuestras.

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cambio, destaca por ser internacionalista y democrático188. Tal era el equilibrio

internacional que pregonaba Bolívar, un equilibrio que respetase la soberanía de las

naciones y donde la América hispana independizada pudiese devenir un polo de poder.

Para lograr los fines de la integración y de la multipolaridad Bolívar aplica varios

recursos, destacando peculiarmente la diplomacia y el entendimiento pacífico entre las

naciones como el medio más civilizado para negociar. La claridad de estratega y de

magistrado del Libertador es expuesta en su manera de conducir la política exterior de la

República de Colombia: sus ideas de integración y multipolaridad son adelantadas a la luz

del derecho internacional y de sólidas bases jurídicas que constituyen un incalculable

legado para el derecho internacional contemporáneo. En materia internacional, la política

colombiana puede vanagloriarse de apego a la soberanía y a normas democráticas y anti-

hegemónicas189.

A la par de encontrar el equilibrio internacional y de garantizar la integración de las

provincias americanas, la política exterior bolivariana sentará doctrinas jurídicas que

regularán las relaciones entre las Repúblicas nacientes. La multipolaridad tiene que pasar

por la enunciación de reglas claras que eviten cualquier dependencia de las naciones libres

y que controle las ansias expansionistas de los Estados hegemónicos.

El uti possidetis - expresión que, por cierto, referida a los límites interamericanos, es usada documentalmente por primera vez en 1823, por Pedro Gual – logra el compromiso conjunto de evitar los conflictos por motivos fronterizos, de afirmar claramente el respectivo ámbito de las soberanías y de garantizarse recíprocamente su seguridad, negando además, para siempre, la posibilidad de establecer colonias aquí. La unidad hispanoamericana repudia la existencia de sociedades dependientes en América. Este principio, por sí solo, acredita la visión revolucionaria del Libertador190.

Aún más importante elemento en la política exterior bolivariana es el respeto al desarrollo

humano y el interés por resguardar la vida y la integridad de todo aquel que viviera en

tierras americanas. En momentos en que Europa se debatía entre el principio del

legitimismo (defendido por la Santa Alianza) y el principio de las nacionalidades (aupado

188 Para un estudio de las visiones contrapuestas y de la trascendencia del Congreso de Panamá puede consultarse la obra de Ortega Díaz Pedro (2006): El Congreso de Panamá y la unidad latinoamericana, Edición del Parlamento Latinoamericano, Caracas – Venezuela. 189 “Su Derecho Americano [el de Bolívar], expresión de un anhelo común de la más sana conciencia de Latinoamérica, incompatible con cualquier sistema de hegemonías, es en todo caso instrumento defensivo, vía para la unidad suprema, y camino para orientar los esfuerzos que nuestra América aporta a la comunidad universal, al acervo cultural del hombre y a sus anhelos de porvenir”, Salcedo-Bastardo, op.cit., p.184. 190 Idem, p.186, cursillas nuestras.

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por movimientos nacionalistas de independencia)191, resalta nuevamente la visión

vanguardista de Bolívar al promover el desarrollo de una identidad y de una unidad

efectiva entre las naciones americanas. El sentimiento de los habitantes de América, tanto

como su protección, es considerado por el Libertador192.

Entendiendo pues la realidad de su contexto internacional y de la realidad política que lo

circunda, Bolívar establece cinco orientaciones diáfanas de política exterior que son

recogidas por la acción exterior venezolana a partir de 1999. Es una política exterior que

entiende que para que América ocupe un lugar preponderante en el equilibrio internacional

debe integrarse, y que la integración a su vez es un compendio de alianzas jurídicas

capaces de otorgar estabilidad a la región: es pues, en primer y segundo lugar, una política

exterior con vocación integracionista y multipolar. Es, en tercer lugar, una política exterior

pacifista y que recurre a la diplomacia como principal elemento de negociación. En cuarto

lugar es una política exterior anti-hegemónica y respetuosa de la soberanía de las naciones.

Es, finalmente, una política exterior humanista, precursora del derecho de los hombres.

1.1.2. Fundamentos constitucionales y programáticos.

Despejadas las que, a nuestro entender, constituyen las cinco características de la doctrina

internacional bolivariana, no resulta sorprendente evidenciar que la Constitución de 1999

asimile en sus postulados gran parte de este legado, ya que, como hemos establecido en las

líneas precedentes, está inspirada en el “ejemplo histórico de Simón Bolívar”193. Desde el

Preámbulo se deja claro que la nueva República deberá

191 Para la comprensión de sus diferencias y dl contexto en el cual surgen y se desenvuelven ambos principios, consúltese a Potemkin V.P. y otros (1966): Historia de la Diplomacia, Ed. Grijalbo, México. 192 “A la vista salta su originalidad entusiasta y visionaria. Al revelar y proclamar la unidad hispanoamericana y al consagrarse tan decididamente a servirla, Bolívar formula y actualiza el principio de las nacionalidades que bastante tiempo después habría de desarrollar Mazzini y triunfaría en el viejo continente: las asociaciones políticas deben cimentarse sobre un auténtico haz de vínculos nacionales.” , Idem, p.185. 193 “¿Cuál es la idea central o cuáles son las ideas que conforman el marco filosófico-ideológico que anima al texto, que le da vida al texto [constitucional]? No puede ser otra idea, que la idea del momento, que la idea que ha resucitado: El bolivarianismo.” Chávez Hugo: Discurso del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela con motivo de la instalación de la Asamblea Nacional Constituyente, Palacio Federal Legislativo, 5 de agosto de 1999, en 1999: “Año de la Refundación de la República”, op.cit., p.289.

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[promover] la cooperación pacífica entre las naciones e impulse y consolide la integración latinoamericana de acuerdo con el principio de no intervención y autodeterminación de los pueblos, la garantía universal e indivisible de los derechos humanos, la democratización de la sociedad internacional, el desarme nuclear, el equilibrio ecológico y los bienes jurídicos ambientales como patrimonio común e irrenunciable de la humanidad...194

Más adelante, en su sección dedicada a las relaciones internacionales señala el Texto

Magno,

Artículo 152. Las relaciones internacionales de la República responden a los fines del Estado en función del ejercicio de la soberanía y de los intereses del pueblo; ellas se rigen por los principios de independencia, igualdad entre los Estados, libre determinación y no intervención en sus asuntos internos, solución pacífica de los conflictos internacionales, cooperación, respeto de los derechos humanos y solidaridad entre los pueblos en la lucha por su emancipación y el bienestar de la humanidad. La República mantendrá la más firme y decidida defensa de estos principios y de la práctica democrática en todos los organismos e instituciones internacionales.

Artículo 153. La República promoverá y favorecerá la integración latinoamericana y caribeña, en aras de avanzar hacia la creación de una comunidad de naciones, defendiendo los intereses económicos, sociales, culturales, políticos y ambientales de la región. La República podrá suscribir tratados internacionales que conjuguen y coordinen esfuerzos para promover el desarrollo común de nuestras naciones, y que garanticen el bienestar de los pueblos y la seguridad colectiva de sus habitantes. Para estos fines, la República podrá atribuir a organizaciones supranacionales, mediante tratados, el ejercicio de las competencias necesarias para llevar a cabo estos procesos de integración. Dentro de las políticas de integración y unión con Latinoamérica y el Caribe ,la República privilegiará relaciones con Iberoamérica, procurando sea una política común de toda nuestra América Latina. Las normas que se adopten en el marco de los acuerdos de integración serán consideradas parte integrante del ordenamiento legal vigente y de aplicación directa y preferente a la legislación interna.

Artículo 155. En los tratados, convenios y acuerdos internacionales que la República celebre, se insertará una cláusula por la cual las partes se obliguen a resolver por las vías pacíficas reconocidas en el derecho internacional o previamente convenidas por ellas, si tal fuera el caso, las controversias que pudieren suscitarse...195

Estos artículos referidos a los asuntos internacionales venezolanos permiten arrojar algunas

consideraciones mínimas; como hemos señalado, se recoge en ellos la doctrina bolivariana

en sus cinco características pero además, se complementan con otros temas que amplían la

visión de Bolívar y sitúan a Venezuela, acertadamente, en el contexto internacional

contemporáneo: tal es el caso de los Derechos Humanos, el desarme nuclear y el Medio

Ambiente. Son ellos tres temas de la agenda internacional contemporánea que han

conocido particular auge en las últimas décadas y de los cuales difícilmente cualquier

nación podría verse ajena en la actualidad. Se mencionan igualmente las instituciones

internacionales, y por extensión, la dinámica deliberativa inter-estatal que en estas se

construye.

194 Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, op.cit, cursivas nuestras. 195 Idem, cursivas nuestras

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90

La comprensión del escenario internacional actual, así como los niveles de compromiso

que puede adquirir la República en áreas diversas, son incorporados en los preceptos

constitucionales; es el caso de su disposición para que la legislación acordada en esquemas

de integración (tema de vigencia regional) pueda privar sobre la legislación interna. La

adecuada interpretación del contexto mundial es esencial para cualquier política exterior

que no quiera pecar de desactualizada o de inalcanzable; asimismo, una política exterior

adaptada al contexto histórico es requerida para denotar la pertenencia del país a la

comunidad internacional, es decir, su nivel de compromiso con tendencias y problemáticas

de orden global. Esto demuestra que la política exterior venezolana será una política

exterior apegada a la dialéctica entre realidad mundial, regional y local y que su diseño

incorporará, también dialécticamente, las demandas internas de manera tal que no sean

incompatibles con la realidad internacional.

La Constitución de 1999 define el conjunto de valores aditivos que se sumarán a la

doctrina bolivariana como marco referencial y jurídico para la actuación internacional de

Venezuela. Lo primero que habría que entender es que el texto constitucional estampa

cambios sustantivos en el diseño de la política exterior pues,

…la mayor elaboración internacional de la Constitución de 1999 va acompañada de una propuesta ideológica más radical y revolucionaria que significa una ruptura con el marco ideológico reformista y liberal que prevaleció en la Carta Magna de 1961.196

Teniendo entonces una visión más radical y más ideológicamente expresada en la doctrina

bolivariana, la nueva Carta Magna fomentará el surgimiento de una política exterior

vinculada con la defensa y proyección de los cambios acaecidos en el sistema político

venezolano así como con el logro de los objetivos nacionales del nuevo modelo de Estado

que la propia Constitución define.

…debe tenerse en consideración el hecho de que expresamente el texto constitucional consagra con [sic] la característica de irrenunciable a la independencia, la libertad, la soberanía, la integridad territorial y la autodeterminación nacional, consagración ésta que aunado [sic] a los valores y principios constitucionales inciden de manera directa en la concepción de nuestra política internacional, ya que la misma deberá siempre, por expreso mandato constitucional, ajustarse y encuadrarse en el marco de los derechos irrenunciables de nuestra patria, ocasionando ello que la misma no sólo sea desarrollada en estricto respeto y cumplimiento de los mismos, sino también, en razón de la concepción de Estado Social y de Justicia, que los mismos sean buscados a través de la política exterior. Quiere decir ello que no solamente el Estado lucha por hacer valer tales derechos, sino que además emplea el desarrollo de su política internacional para la

196 Romero Carlos, Romero María Teresa y Cardozo de Da Silva Elsa, op.cit., p.164. En este artículo los autores realizan una minuciosa comparación entre las disposiciones internacionales contempladas en cada una de las dos Constituciones.

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consolidación y efectiva materialización de los mismos, lo cual realiza gracias al rol positivo y de acción que la concepción de Estado Social le impone en los diversos órganos encargados del ejercicio del poder público.197

De manera tal que la Constitución no sólo define cómo debe ser la política exterior, a qué

principios adecuarse, sino igualmente el conjunto de demandas que la política exterior

debe contribuir a cristalizar para el goce efectivo de los derechos que consagra el texto

constitucional. Así, la soberanía, la autodeterminación, la integración, la democracia

participativa, el desarrollo endógeno como pilar de un nuevo sistema económico, serán

incorporados simultáneamente como fundamento y fines de la política exterior a partir de

1999.

Particular interés tendrán para la materia exterior venezolana las disposiciones relacionadas

con soberanía, integración, democracia y petróleo. En materia de soberanía, se concatenan

explícitamente distintas acepciones de soberanía, incluyendo la territorial (soberanía

ejercida sobre el espacio geográfico de la República), la popular (soberanía ejercida por el

pueblo), la soberanía en materia internacional (soberanía ejercida por la República en sus

actos frente a otros actores internacionales)198 y una nueva acepción sobre soberanía

económica (aquella ejercida en función del goce de los derechos económicos y del alcance

de la seguridad alimentaria); acepciones cuyos conceptos y aplicación se concatenan

coherentemente en el texto constitucional, logrando recrear en la práctica la relación

teórica entre los principios del sistema interno y la formulación de la política exterior.

…la soberanía, que es única e indivisible, puede ser contemplada desde dos ángulos o aspectos: el interno y el externo. Desde el plano interno implica que el pueblo se otorgue su propio orden jurídico sin que nadie lo señale como debe de ser éste; los hombres libres deciden su forma de gobierno y designan quienes van a dirigir los órganos del Estado, de acuerdo con el ordenamiento jurídico. En el aspecto externo implica la libertad de todas las naciones y la igualdad entre todos los pueblos.199

En materia de integración, se amplía su visión superándose el sesgo exclusivamente

económico de los esquemas integracionistas e incorporándose una concepción promotora

de los aspectos sociales, culturales y políticos. Asimismo, se pregona la solidaridad entre

197 Escarrá, op.cit., p.9-10. 198 Sobre este punto en particular Escarrá es enfático al afirmar que la soberanía, excepto en aquellos ámbitos en que está expresamente contemplado en la Constitución (integración latinoamericano-caribeña y derechos humanos), “no puede sufrir distensión alguna por mandato del artículo 1 constitucional, que establece como derechos irrenunciables de la Nación: la independencia, la libertad, la soberanía, la integralidad territorial, la inmunidad y la autodeterminación nacional”. Idem, p.32. 199 Idem, p. 25.

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los pueblos y se incorpora la posibilidad de referendos aprobatorios para aquellos tratados

que puedan comprometer la soberanía o transfieran competencias a órganos

supranacionales200. En cuanto a democracia se refiere, el cambio de democracia

representativa a democracia participativa incide en la formulación de una política exterior

defensora de los principios protagónicos de la sociedad venezolana y proclive al respeto y

a la promoción de sus bondades en el concierto internacional. Se rompe de esta manera con

uno de los objetivos tradicionales de la política exterior venezolana relacionado con la

defensa del sistema representativo.

La no mención de objetivo de la defensa y la promoción de la democracia representativa en la Constitución de 1999 puede explicarse por la concepción de la democracia que guía esa Carta Magna, así como por la visión de mundo idealista y de izquierda – que desafía a la concepción ideológica liberal – que en ella subyace.201

En cuanto al petróleo, se otorga un papel central al Estado como propietario y principal

estratega de la industria; a este tenor, tal y como lo apreciamos en el capítulo previo, el

recurso energético es visto como palanca de desarrollo y como aliciente de la soberanía

económica y política el país.202

Finalmente, es menester realizar una consideración general que, vinculada con todo lo

expuesto anteriormente, aclara todavía más la formulación e implementación de la política

exterior luego de sancionada la Constitución. En el primer capítulo analizábamos al interés

nacional como un vaso comunicante entre sistema político y política exterior y

proponíamos la utilización del concepto intereses nacionales para reflejar la

mancomunidad y la amplitud de demandas de la sociedad; resalta entonces a la vista el

artículo 152 cuando afirma que las relaciones internacionales de Venezuela responden a los

intereses del pueblo.

200 Romero Carlos, Romero María Teresa y Cardozo de Da Silva Elsa, op.cit. 201 Idem, p. 166. 202 Al respecto Romero, Romero y Cardozo expresan “También en materia petrolera la Constitución de 1999 es más detallada que la de 1961, a la vez que es más expresamente estatista al establecer constitucionalmente el sustento para políticas que fortalezcan el control del Estado sobre la industria, limitando los ámbitos para la apertura y las inversiones privadas en el sector. Aunque el fortalecimiento del papel del Estado en la industria no está reñido con la apertura, este sustento constitucional expresa una concepción en la que el petróleo vuelve a ser considerado un recurso estratégico de poder y cada vez menos un recurso económico cuyo aprovechamiento deba ser evaluado en términos de la eficacia y proyección a futuro del negocio.” Idem, p. 172. Sin embargo, es necesario acotar que la política petrolera previa a 1999, y muy respaldada por una tecnocracia sustentada en una estrategia de apertura, conllevó a la disminución drástica del precio del barril y al peligro de privatizar PDVSA, lo que explica en buena medida la disposición constitucional de reafirmar al Estado como dueño soberano de su principal empresa y fuente de divisas.

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Sea interés nacional, o intereses nacionales (en definitiva son conceptos incluyentes), lo

cierto es que la Constitución de 1999 acepta la utilización del término y reconoce que el

pueblo debe ser el primer y principal beneficiario de la actuación internacional del país. En

el artículo 153 se utiliza nuevamente el concepto de intereses para señalar esta vez las

demandas económicas, sociales, culturales, políticas y ambientales de la región

latinoamericana y se refuerza la idea de garantizar el “bienestar de nuestro pueblos”

mediante la firma de tratados internacionales. Así, los intereses nacionales, que son para

Venezuela los intereses del pueblo, constituyen un puente de interacción entre su política

interna y su política exterior: con un sistema político que prioriza la democracia

participativa y protagónica, la corresponsabilidad y el desarrollo social, la política exterior

debe responder a ese nuevo modelo sociopolítico de desarrollo y honrarlo en el plano

internacional.

Cuando afirmábamos en el capítulo 2 que la Constitución es un instrumento vital en la

transformación del sistema político venezolano en virtud de haber sido refrendada

voluntariamente por el pueblo, dejamos de precisar que tal afirmación tiene una

consecuencia de especial trascendencia para la definición de los intereses nacionales del

país: si la Constitución de 1999 refleja el sentimiento de la mayoría de la sociedad

venezolana, representa también sus intereses nacionales. Por tal, los intereses del pueblo a

que alude la sección internacional de la Constitución, son los mismos enunciados de

desarrollo que la Constitución consagra y que están dirigidos, sin exclusión, a todos los

ciudadanos de la República por igual. En resumidas palabras, la política exterior, que surge

de los intereses del pueblo manifestados en la Constitución, debe estar orientada para

beneficiar los intereses del pueblo que la misma Constitución proclama.

Para honrar estos intereses, además de los mecanismos y principios establecidos en la

Constitución, se presentan, ya como plan de gobierno, los lineamientos establecidos en el

Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación 2001 – 2007 que en uno de sus cinco

polos, el internacional, define estrategias y sub-estrategias para alcanzar el objetivo macro

que no es otro que “fortalecer la soberanía nacional y promover un mundo multipolar”203.

Estas estrategias y sub-estrategias validan la Constitución Nacional, es decir, los intereses

del pueblo, y definen las líneas programáticas esenciales de la política exterior venezolana 203 Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación 2001-2007, op.cit.

Page 100: TESIS. SISTEMA POLÍTICO Y POLÍTICA EXTERIOR EN VENEZUELA 1999 2005

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desde el 2001 hasta el 2007. El Plan de Desarrollo de la Nación es una importante

herramienta para la comprensión del nuevo dinamismo internacional de Venezuela y de la

jerarquización que hace de sus prioridades exteriores; asimismo, se presenta como una guía

sobre las acciones exteriores del país y sobre la interpretación que se tiene del sistema

regional y global. En él se destaca el papel protagónico del gobierno que, en el caso de la

Venezuela petrolera, acciona a favor de las mayorías y no refleja únicamente los intereses

de los sectores dominantes.

Algunas de las sub-estrategias refieren a

Polo 5: Internacional

Objetivo: Fortalecer la soberanía nacional y promover un mundo multipolar.

5.1. Impulsar la multipolaridad de la sociedad internacional.

5.1.1. Configurar un sistema mundial más equilibrado.

5.1.2.Promover la democracia participativa y protagónica.

5.1.3.Coadyuvar a la promoción y protección de los Derechos Humanos.

5.1.4.Intensificar el apoyo al proceso de pacificación regional.

5.2. Promover la integración latinoamericana y caribeña.

5.2.1.Impulsar la integración política como opción estratégica.

5.2.2.Impulsar un nuevo modelo de integración económica en América Latina y el Caribe.

5.2.3.Potenciar el intercambio cultural y humano en el área latinoamericana y del Caribe.

5.2.4.Propulsar el acercamiento de América Latina con otros países y regiones.

5.3 Consolidar y diversificar las relaciones internacionales.

5.3.2. Fortalecer la cooperación Sur-Sur.

5.4. Fortalecer el posicionamiento de Venezuela en la economía internacional.

5.4.1 Afianzar la vigencia y la proyección de la OPEP.204

El Plan de Desarrollo Nacional constituye el elemento programático que guiará a la nueva

clase política para ejecutar una política exterior apegada a los principios constitucionales,

en el entendido, somos reiterativos en ello, en que sólo responden al marco definido por la

Constitución; efectivamente, es menester diferenciar a ésta última, que representa los fines

del Estado en su conjunto, a un Plan coyuntural que surge del Gobierno para responder a la

primera. Como esencia del nuevo sistema político, la Constitución delinea el marco de

actuación internacional de Venezuela y redefine el fundamento de su política exterior; por

204 Idem.

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su parte, el plan de desarrollo especifica los objetivos y las estrategias de tal actuación. De

esta manera un nuevo fundamento doctrinal y jurídico ha sido construido para honrar el

cambio político y para implementar una política exterior coherente con las

transformaciones.

2. Reflejos de la nueva política exterior.

Como apreciamos previamente, el cambio político en Venezuela, es decir, las serias

transformaciones del sistema político del país, puede recrearse cronológica y

separadamente en varias etapas desde 1999 hasta 2005. Aún cuando en el caso de la

política exterior sería plausible elaborar un análisis lineal que demostrase el tratamiento de

los diversos temas de la agenda internacional venezolana, se ha creído pertinente dividir

nuevamente el análisis por etapas cronológicas similares a las anteriormente tratadas con la

finalidad de hacer más evidente la influencia de las transformaciones del sistema político

sobre la formulación y ejecución de la política exterior.

2.1. Primera etapa: La política exterior dilemática: entre la continuidad y el cambio

(fines de 1998 – 1999).

Siguiendo el período cronológico de la transición, primera etapa del cambio político en

Venezuela, es esta una etapa de corta duración en la que si bien se recrean continuidades,

empiezan a denotarse indicios de cambios en la política exterior producto del

convencimiento de la nueva clase política de que el accionar externo del país debe

adecuarse a los cambios que empiezan a producirse.

El ministro de Relaciones Exteriores, José Vicente Rangel, ha dicho que la Cancillería venezolana se ha propuesto redimensionar la política exterior de Venezuela, acorde con los cambios políticos,

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jurídicos y de poder que se suscitan en el país y frente a los que dicta una dinámica mundial globalizada. Para atender estos desafíos se requiere de una política externa más audaz, que no se ocupe sólo de lineamientos políticos y protocolares, sino que esté adscrita a un esquema más realista, que sin dejar de cumplir con la naturaleza de esas funciones, le permita a Venezuela responder con propiedad a sus intereses políticos y económicos y asirse de un espacio más digno en el actual contexto internacional.205

Durante esta fase, y así como en el resto de las esferas públicas, el llamado a la Asamblea

Constituyente abre un debate sobre los aspectos más importantes de las relaciones

internacionales y la visión que sobre éstas debe recoger el nuevo texto constitucional.206

Este debate se ve complementado con la organización de algunos encuentros promovidos

por la Cancillería venezolana, que evidencian una gran pluralidad de criterios, con la

finalidad de fomentar la discusión de temas importantes para la política exterior del país.

Las I y II Jornadas de Reflexión del Ministerio de Relaciones Exteriores “Política Exterior:

un solo País”, ofrecen la oportunidad de construir documentos consensuados entre los

asistentes y de reunir en un mismo foro a empresarios, académicos, estudiantes,

funcionarios públicos y representantes de la sociedad civil con posiciones no

obligatoriamente similares. Estas Jornadas, que lamentablemente no se han repetido desde

entonces y que permitieron discutir temas trascendentes como la integración andina y los

derechos humanos, generan esperanza para aquellos que esperan un marco más

participativo en la formulación de la política exterior.207

Por otra parte, la victoria casi absoluta del Polo Patriótico en las elecciones para elegir a

los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente vislumbra el predominio de los

valores de la nueva clase política en la vida nacional y en el texto constitucional redactado

poco después. Estos valores, sumados a la nula oposición política al cambio que se

instaura, introducen los primeros elementos de cambio en la conducción internacional del

205 La Política Exterior del gobierno del Presidente Hugo Chávez Frías: cien días de gestión: transformar la Cancillería y relanzar la diplomacia comercial, Ministerio de Relaciones Exteriores, 1999, en http://www.mre.gov.ve/metadot/index.pl?iid=2348&isa=Newsitem (recuperado el 20-11-06). 206 Fue el caso de las Jornadas de Discusión “La Escuela de Estudios Internacionales debate sus propuestas para la Asamblea Constituyente”, celebrada en la Universidad Central de Venezuela en septiembre de 1999, y en la que participáramos con la finalidad de entregar un conjunto de propuestas a la Constituyente sobre materia internacional. 207 Las primeras Jornadas de Reflexión fueron organizadas en agosto de 1999 bajo el tema: Venezuela y la Comunidad Andina de Naciones: Realidades y Perspectivas. En esa ocasión tuvimos la oportunidad de participar en la mesa de trabajo titulada “Venezuela y Colombia: mecanismos de negociación directa”, entre la que figuraron Diputados, funcionarios de la Cancillería, académicos y empresarios. Las segundas Jornadas de Reflexión se realizaron un mes luego, en septiembre de 1999, sobre el tema: “Derechos Humanos: Derechos para Todos”; esta vez participamos en la mesa de trabajo “ La Progresividad y Limitaciones en la aplicación de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales. El Desarrollo Sostenible”, en la que se reunieron funcionarios de Cancillería, ciudadanos y representantes de organizaciones de Derechos Humanos.

Page 103: TESIS. SISTEMA POLÍTICO Y POLÍTICA EXTERIOR EN VENEZUELA 1999 2005

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país; es lo que Romero define como “líneas maestra” y que resume en cuatro aspectos:

crear un vocabulario y una visión del mundo distintas a las concebidas anteriormente;

priorizar las relaciones con países aliados no tradicionales como los de la OPEP, Cuba,

China e Irán; promover una diplomacia oficiosa hacia grupos ligados al “radicalismo

mundial”; y reorientar la conducta de Venezuela en foros multilaterales208.

Aunque algunos de estos aspectos tendrán repercusión creciente en los años posteriores,

como la creación de un estilo político-internacional con un vocabulario particular, se

aprecia que más que la formulación de “líneas maestra”, la actuación internacional del país

responde, incipientemente todavía en 1999, a la nueva interpretación de las relaciones

internacionales que manifiesta el gobierno bolivariano y a la adaptación dialéctica de la

política exterior a la realidad nacional que empieza a transformarse. De esta manera, se

mantienen dos objetivos esenciales de la política exterior venezolana, democracia y

petróleo, pero la manera de enfocarlos y promover su defensa es modificada notándose ya

para fines de 1999 los primeros indicios del giro de rumbo.

La inquietante realidad petrolera de 1998, con unos precios del barril inferiores a los ocho

dólares, así como la estrategia del sector tecnocrático petrolero de privatizar PDVSA,

abandonar la OPEP y priorizar el volumen de producción antes que el precio del crudo, son

factores que obligan al gobierno a diseñar una estrategia totalmente opuesta: el tratamiento

del petróleo empieza a conocer un redimensionamiento tanto a lo interno como a lo

externo del país. La alianza con países “no tradicionales”, como aquellos miembros de la

OPEP, es vista como una necesidad para rescatar el precio del crudo tanto como una

respuesta nacional ante una realidad internacional que resulta desfavorable para el país.

…la baja del precio del crudo está vinculada a la falta de cohesión y coherencia en el seno de la OPEP. En efecto, la Organización petrolera era considerada para el momento como un club de amigos que sólo se preocupaban por hablar, no por hacer, y cuyos miembros actuaban unilateralmente sin respetar lo acordado en colectivo. Alguien llegó a comparar la OPEP a un club de Pinochos, haciendo clara alusión al descarado irrespeto de la mayoría de sus socios, Venezuela entre ellos, al cumplimiento de las cuotas de producción. […] Dentro del país, importantes sectores académicos y económicos plantean la salida de Venezuela de la OPEP y la aplicación de

208 Romero Carlos (2003): Dos etapas en la política exterior de Venezuela en Politea, Nº 30, Instituto de Estudios Políticos, Universidad Central de Venezuela.

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una política total de apertura petrolera que implicaría la inundación del mercado mundial con el petróleo venezolano.209

Así como se inicia a partir de esta etapa una ofensiva diplomática con el fin de entablar

conversaciones con países petroleros OPEP y no OPEP que permiten mejorar rápida,

aunque levemente, el precio del petróleo, otras variables se suman al giro gradual y todavía

no muy profundo de la política exterior210. Si bien las relaciones con Estados Unidos,

principal socio comercial, se mantienen en un tono cordial, el inicio de una estrategia

tendiente al aumento de los precios del petróleo – corazón de la relación bilateral – y al

estrechamiento de las relaciones con los países OPEP que derivará en la convocatoria de

una Cumbre OPEP en el año 2000, debe ser visto como parte del posterior

redimensionamiento de las relaciones entre los dos países.

Los países de la OPEP todos están muy contentos con Venezuela por fin, hasta hace un año atrás nos señalaban todos con el dedo y tenían razón, porque la política petrolera de Venezuela fue irresponsable desde el punto de vista del respeto o el irrespeto a las cuotas de la OPEP y Venezuela contribuyó en parte al derrumbe petrolero del año anterior; ahora, en todos los países del Golfo Pérsico están felices con la nueva actitud que tenemos nosotros y ellos la acompañan, de limitar o de recortar la producción, de defender nuestros precios…211

Asimismo, Venezuela empieza a dar señas de una mayor autonomía en materia

internacional, ya no sólo iniciando una estrategia petrolera que atenta contra los intereses

de Estados Unidos sino igualmente modificando sus posiciones mundiales en función de

las nuevas alianzas y nuevas interpretaciones de la realidad. De esta manera Venezuela

abandona su tradicional abstención en la Comisión de Derechos Humanos de la

Organización de Naciones Unidas (ONU) para oponerse a la condenatoria de países como

Cuba – punto particularmente álgido para Estados Unidos – y replantea su posición con

209 Constant Rosales Hector (2002): El rol del actual gobierno venezolano en el afianzamiento de la Organización de Países Exportadores de Petróleo en Política Comercial Internacional, Revista Venezolana de Estudios Internacionales, Nº 4, noviembre 2002, pp. 83-84. 210 A este respecto, en un balance del primer año de gestión, señalaba Carlos Romero que “Este plano de la realidad gubernamental [la política exterior] es quizás el que ha experimentado menores transformaciones. Por una parte, el proceso de renovación del personal diplomático ha encontrado enormes dificultades, principalmente en referencia a un cuerpo diplomático acostumbrado a sus privilegios y redes clientelares que se niega a aceptar esta política de traslados del exterior al servicio interno, a la falta de nombramientos de embajadores en más de 18 destinos, a la ausencia de un plan rector de una política exterior que se ha guiado más por los viajes presidenciales y las declaraciones del presidente Chávez y la ausencia de una coordinación de las actividades internacionales del país, en referencia a otros organismos del Estado que hacen una política exterior paralela [sic] la del Ministerio de Relaciones Exteriores, como el Ministerio de la Producción y Comercio y Petróleos de Venezuela.” Romero Carlos (2000): Chávez: un año en el poder, en http://www.analitica.com/va/documentos/2312696.asp, Viernes 11 de febrero de 2000 (recuperado el 20-11-06). 211 Chávez Hugo: Discurso del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela con motivo de la presentación al país de los resultados de su viaje por Asia y Europa, Palacio de Miraflores, 30 de octubre de 1999, en 1999: “Año de la Refundación de la República” ”, Selección de Discursos del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Tomo I, Ediciones de la Presidencia de la República, Caracas – Venezuela, 2005, p.417.

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relación al Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA), principal estrategia de

Estados Unidos hacia la región latinoamericana. Otro factor disímil se presenta cuando

Venezuela comienza su defensa del modelo de democracia participativa en detrimento de

aquella representativa defendida con ahínco por el gobierno norteamericano.

….durante la XXIX Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos, realizada en la Ciudad de Guatemala en el mes de junio de 1999, el canciller venezolano José Vicente Rangel presentara un proyecto de declaración sobre “Democracia Participativa” que contrastó con la iniciativa norteamericana de fortalecer la tesis de la democracia representativa y de crear un grupo de países miembros de la OEA a fin de prestar asistencia institucional a países con problemas políticos.212

A pesar de estos cambios, la primera etapa de la política exterior también reproduce

continuidades: por una parte, y a pesar de todo, las relaciones con Estados Unidos se

mantienen bastante cordiales y sin mayor alteración ante los cursos de acción emprendidos

por Venezuela213, lo cual se refleja por ejemplo en la firma de un convenio para evitar la

doble tributación y prevenir la evasión fiscal en enero de 1999.214 Por otro lado, en el caso

de la integración económica regional, los mecanismos de integración sub-regionales

continúan su marcha y Venezuela participa en todas las negociaciones de la misma manera

en que venía efectuándolo en el pasado; probablemente de allí se entienda que desde el

punto de vista económico no se manifiesten mayores alteraciones en la actuación

internacional del país.

Desde la perspectiva económica y desde el ángulo comercial, la política exterior es menos radical y menos confusa durante este tiempo. En el plano mundial Venezuela ha honrado la deuda externa, la amortización de la misma y el pago de intereses, ha promovido las inversiones extranjeras privadas en el país, en especial en las ramas energéticas, de telecomunicaciones y áreas conexas a las industrias del hierro y el aluminio.215

Aún así, el presidente Chávez, que mantiene un discurso moderado y respetuoso de los

avances de la integración, trata de incorporar desde entonces discusiones sociales y

212 Romero Carlos, Romero María Teresa y Cardozo de Da Silva Elsa, op.cit., p.166. 213 “Venezuela ratificó el interés de ampliar y profundizar las relaciones comerciales y de cooperación con los Estados Unidos durante la visita que realizó el presidente Hugo Chávez Frías a la nación norteamericana en enero pasado. En esa oportunidad, el para entonces jefe de Estado electo, presentó su programa de estabilización económica al presidente Bill Clinton”. Política Exterior del gobierno del Presidente Hugo Chávez Frías: cien días de gestión: transformar la Cancillería y relanzar la diplomacia comercial, op.cit. 214 Los mercados para el petróleo venezolano y la posición de la República Bolivariana de Venezuela en el área energética – ambiental, documento elaborado por el Equipo de Investigación Energética, Despacho del Viceministro, Ministerio de Relaciones Exteriores, S/E, Caracas – Venezuela, 2004. 215 Romero Carlos (2003), op.cit., p.330.

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políticas en los foros subregionales216. En junio de 2000 recibe la Presidencia de la

Comunidad Andina y manifiesta su deseo de reforzar la idea de una integración más

centrada en la lucha contra la pobreza y la exclusión social, con lo cual se mantiene la idea

de una política exterior andina pero con nuevos matices de prioridad social antes que

económica.

En el caso de Colombia, se desarrollan acciones asociadas al mantenimiento de buenas

relaciones vecinales; más allá de algunos roces iniciales generados por declaraciones

venezolanas relacionadas con la guerrilla colombiana que propician cierta desconfianza del

gobierno de Andrés Pastrana, la relación continúa su marcha tanto bilateralmente como

dentro del esquema andino. La política exterior hacia Brasil, en cambio, evidencia el

interés venezolano por priorizar un mayor acercamiento con la nación sureña, lo que se

demuestra cuando el recién electo Hugo Chávez escoge al Brasil como primera nación a

visitar, sin duda por su deseo de acelerar, aún en el marco de la Comunidad Andina, la

incorporación venezolana al Mercosur217.

En el ámbito institucional, es necesario acotar por último que el Ministerio de Relaciones

Exteriores guarda todavía notable influencia en el diseño y ejecución de la política

exterior, aún cuando la diplomacia intermedia – desarrollada por alcaldías y gobernaciones

– y la diplomacia paralela – desarrollada por otras instancias gubernamentales –

incursionen en el campo internacional generando confusión en la posición-país de

Venezuela sobre diversos temas218. El Ejecutivo Nacional parece además decidido a

216 “Hay que reconocer con orgullo los avances: una zona de libre comercio, un arancel externo común […] Creo que mucho más importante, mucho más prioritario, mucho más urgente que la conformación de ese necesario espacio económico es la conformación de un sólido espacio político. […] Más integración social hacia dentro de cada país es fundamental para que ese gran espacio sea sólido de verdad, una integración de nuestro continente que vaya más allá de la Comunidad Andina…” Chavez Hugo (1999): Discurso pronunciado por el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela en el acto inaugural de la IX Cumbre Presidencial Andina, mayo de 1999, Cartagena de Indias – Colombia, en www.comunidadandina.org/prensa/discursos/dis_cart9B.htm (recuperado el 14-05-05). 217 “El vecino Brasil reviste especial relevancia para Venezuela, especialmente por su significación estratégica y en las aspiraciones nacionales de ingresar al Mercosur, de allí que la primera visita que realizó el presidente Hugo Chávez Frías como jefe de Estado electo fue al gigante país sureño. En ese marco de buenas relaciones, se realizó entre el 22 y 23 de abril, la VI Reunión Binacional del Grupo de Trabajo sobre Minería Ilegal entre Venezuela y Brasil, que concluyó con la aprobación de un plan de visitas a las áreas afectadas por la extracción ilegal de minerales. Se hizo énfasis en el papel que está cumpliendo el Proyecto de Zonificación Ecológico-Económico que se traduce en un Plan de Ordenamiento de Santa Elena de Uairén en Venezuela y Villa Pacaraima en Brasil.” Política Exterior del gobierno del Presidente Hugo Chávez Frías: cien días de gestión: transformar la Cancillería y relanzar la diplomacia comercial, op.cit. 218 Como ejemplo de lo señalado citamos a Romero cuando afirma que “el Ministerio de la Producción y Comercio llevó una tesis en la frustrada reunión de la OMC en la ciudad de Seattle [nov.-dic.1999] de carácter neoliberal que contrasta con las ideas expresadas por el Presidente Chávez con relación a sus ataques a la globalización. Por otra parte, PDVSA se ha negado a respaldar la promoción de una reunión de los países miembros de la OPEP ya que según sus voceros esto pudiera ser observado por el gobierno de los Estados Unidos como un paso para enfrentar de nuevo a los países

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emprender una “diplomacia informal” – es decir una diplomacia que permita un

acercamiento directo con las sociedades y que se contraponga a la diplomacia clásica entre

Estados – así como una “diplomacia comercial” que contribuya con la tarea de atraer

inversiones, promover la importación y fomentar la exportación de productos nacionales.

La llamada "diplomacia comercial, económica y financiera", emprendida por la Cancillería responde a la política de un estado promotor de inversiones y de importaciones, dispuesto a concretar acuerdos de cooperación internacional, enmarcados en la idea de que los asuntos económicos están sólidamente unidos al trabajo diplomático. En ese sentido, el Canciller José Vicente Rangel ha reiterado que no habrá desplazamiento hacia el exterior del Presidente de la República y del Canciller, sin una participación de los empresarios, en lo que constituye una nueva política de apertura económica que el presidente de Fedecámaras, Francisco Natera, definió como "la gran oportunidad por la que venía clamando desde hace mucho tiempo el empresariado para salir afuera junto al Estado venezolano a promover sus productos y a demostrar que sí somos competitivos". Este programa ha sido atendido por centenares de empresarios.219

Sin embargo, la Cancillería no se siente impregnada por el inicio del cambio político,

probablemente a causa de la permanencia en altos puestos de decisión de un buen número

de funcionarios con tradición diplomática que siguen el discurso presidencial pero que

reproducen el mismo estilo y procedimientos que en el sistema político tradicional.220

Aunque esto no puede ser visto como un apego a la institucionalidad ni como una fortaleza

de la política exterior de esta etapa, sí puede ser apreciado como un indicio de que la

transformación del sistema político todavía no ha calado en todos los ámbitos de la política

exterior.

Frente al dilema continuidad o cambio, esta primera etapa, llena de ambos, sienta las bases

de lo que será la política exterior en las etapas siguientes, una vez que se cuente con la

nueva Constitución y que se manifiesten transformaciones más drásticas en el sistema

político.

consumidores con los países productores de petróleo y que pudiera dañar lo que hasta ahora se puede clasificar como unas buenas relaciones energéticas entre Venezuela y los Estados Unidos.” Romero Carlos (2000), op.cit. Aunque no podamos ser tan enfáticos al decir que todos los voceros de PDVSA se negaron a respaldar la Cumbre OPEP, es esta una muestra de la posición asumida por la tecnocracia petrolera que será superada en las etapas posteriores de la política exterior. 219 La Política Exterior del gobierno del Presidente Hugo Chávez Frías: cien días de gestión: transformar la Cancillería y relanzar la diplomacia comercial, op.cit. 220 “En el campo internacional, el canciller José Vicente Rangel y los equipos de Cancillería, hemos estado – y el Presidente por supuesto al frente de la conducción de la política exterior – diciéndole al mundo, lanzándole al mundo señales muy claras de que aquí llegó un gobierno distinto, y que Venezuela comienza a ser soberana de verdad…” Chávez Hugo: Discurso del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela con motivo de los 100 primeros días de gobierno, op.cit., p.182., cursivas nuestras.

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2.2. Segunda etapa: La política exterior como frente de batalla del cambio político

(fines de 1999 – 2002).

Tratados anteriormente los efectos que la sanción del texto constitucional de 1999 suponen

para la política exterior, esta etapa estará signada por una influencia mucho mayor de las

transformaciones internas en el plano externo y en la cual no dejará de recrearse la

dicotomía transformación vs. resistencia presente en la etapa cronológicamente similar del

cambio político. Más aún, esta dicotomía y la dialéctica sistema interno– política exterior–

sistema internacional se recrearán de manera especial alrededor de dos temas que

constituyen el punto focal de la política exterior entre 2000 y 2002, Estados Unidos y

petróleo, y que serán recurrentes a lo largo de la etapa que caracterizaremos a

continuación.

Al plantear la soberanía del Estado sobre los recursos energéticos y la industria petrolera,

la Constitución facilita el avance de la nueva estrategia petrolera nacional que en el plano

exterior verá su consagración con la exitosa convocatoria de la II Cumbre de Jefes de

Estado y de Gobierno de la Organización de Países Exportadores de Petróleo en Caracas y

sus resultados, tanto en el plano nacional como internacional, a raíz del aumento

vertiginoso del precio del barril de crudo. Lógicamente esta política petrolera no es del

agrado de la administración norteamericana, menos desde el año 2000 cuando llega a la

Casa Blanca un gobierno con manifiestos intereses energéticos liderado por George W.

Bush que en poco emprendería un conjunto de acciones bélicas bajo la tesis de “guerra

preventiva” como consecuencia del ataque a las torres gemelas de Nueva York.

Para Chávez, sin embargo, la recuperación de los precios del petróleo es punto esencial no

sólo para financiar el modelo de desarrollo plasmado en la Constitución sino también para

reforzar la soberanía nacional que la misma Constitución dispone. La celebración de la II

Cumbre OPEP sirve para que el mandatario recupere el activismo de la Organización en el

plano internacional, recupere los precios del petróleo mediante la estructuración de una

banda de precios mínimos y máximos y proporcione a Venezuela un protagonismo en

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materia energética que no conocía desde hace décadas221. Aunque en un primer momento

posterior a la Cumbre las reacciones internacionales fueron retóricamente proclives al

discurso de “precios justos” propugnado por el presidente Chávez222 y al diálogo entre

países productores y consumidores, a partir de entonces comienza un período de tensiones

crecientes con Estados Unidos, fomentado principalmente por el tema petrolero y alentado

desde otros frentes de la agenda mundial, que todavía no se manifiesta sin embargo en la

dimensión en que lo hará en años posteriores223.

Ya en el año 2001, por ejemplo, Estados Unidos intenta acusar a la OPEP – que adelanta

una estrategia para frenar la caída de los precios – de activar prácticas antidumping

amenazando con enmendar la Ley Sherman224 (Ley antimonopolio), iniciativa que no

prospera posiblemente por su elevada y creciente dependencia de las importaciones

provenientes de los países del grupo petrolero, así como por la enérgica reacción de la

Organización. Al amenazar con la aplicación de la Ley Sherman, Estados Unidos recurre,

como lo hace con la Ley Helms-Burton para fortalecer el bloqueo a Cuba, al criterio de

extraterritorialidad de sus leyes, práctica que le ha generado severas críticas incluso entre

sus aliados.

En la medida en que la nueva hegemonía de poder se consolida, con la relegitimación en el

año 2000 de Chávez en la presidencia y con la llegada de nuevos actores afectos al

proyecto bolivariano a la Asamblea Nacional, gobernaciones y alcaldías, la política 221 Poco después de celebrada la Cumbre, resultó electo Presidente de la OPEP el venezolano Alí Rodríguez Araque, quien luego se desempeñaría como Secretario General de la misma Organización. En cuanto a las consecuencias de la celebración de la Cumbre, Lander y López Maya realizan un artículo en el que señalan que más allá de la recuperación del precio, otro factor incide en la clara molestia de Estados Unidos hacia las acciones venezolanas en materia petrolera: “El fortalecimiento político de la OPEP y sus países miembros no puede sino causar aprehensión, cuando no abierto malestar, en el gobierno de los EE.UU. No debe olvidarse que forman parte de la organización países que son tenidos por ese gobierno como sus “enemigos”: Irak, Libia, Irán”. Lander Luis y López Maya Margarita (2002): Venezuela, golpe y petróleo en Observatorio Social de América Latina, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Año III, N°7, Buenos Aires – Argentina, p.17. 222 “La necesidad del diálogo consumidores – productores es bien aceptada por algunos países como Francia, cuyo Primer Ministro propone a Chávez una reunión entre la OPEP y la Unión Europea para tratar los altos precios del crudo. Estados Unidos, por su parte, se pronuncia a través de su presidente, William Clinton, apoyando y considerando razonable el objetivo OPEP de lograr precios entre 22 y 28 dólares el barril.” Constant Rosales, op.cit., p.92 223 “Queremos ser amigos de todos pero con respeto. Cuentas claras conservan amistades ¡Soberanía! Somos amigos de Washington, pero también de La Habana, y cuál es el problema; y también de Pekín, bastante [sic] amigos en Washington y en La Habana…” Chávez Hugo: Discurso del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela con motivo del primer año de gobierno. Balance de gestión y perspectivas del año 2000, Palacio de Miraflores, 03 de febrero de 2000, en 2000: “Año de la Relegitimación de Poderes”, Selección de Discursos del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Tomo II, Ediciones de la Presidencia de la República, Caracas – Venezuela, 2005, p.81. 224 La Ley Sherman se aprueba en 1911 para eliminar las prácticas monopólicas de la Standard Oil Co of New Jersey, que controlaba el 90% de la producción, refinación y transporte de petróleo en Estados Unidos. Sin embargo, aún años después, en 1937, las filiales de la compañía seguían controlando el 20% de la producción. Adams Walter (1956): Estructura de la Industria Americana, Edit. Ariel, Barcelona – España.

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exterior venezolana conoce, en su formulación y ejecución, una reproducción creciente del

estilo, valores e interpretaciones dominantes. Las “líneas maestra” señaladas por

Romero225 tienden a reproducirse con mayor ahínco y el activismo el país, que empieza a

confundirse con el activismo internacional del Presidente, es recreado en distintos

escenarios y foros mundiales. Concomitantemente, ese activismo del Presidente lo lleva a

desarrollar una profusa cantidad de viajes internacionales que lo perfilan como un nuevo

“líder del sur”, y que le permiten engranar, mediante una retórica impregnada de doctrina

bolivariana, los cambios políticos que se adelantan a nivel nacional. 226

Aquí está [en la Constitución] un sistema ideológico y no es otro que el bolivariano. […] Es que esta Constitución recoge por mandato popular, el concepto y la idea bolivariana, en buena parte de sus dimensiones: En la dimensión humana, política, de Estado, de República, en la visión internacional. Aquí hay un concepto de Estado, un Estado que está naciendo apenas con cinco poderes ahora, incorporando la idea bolivariana de Angostura: un cuarto poder. Bolívar proponía que se llamase moral. Los venezolanos decidimos que se llame ciudadano. […] Un quinto poder que también está naciendo, el Poder Electoral, donde incluso se reconoce aquí la figura de asambleas populares.227

Si la efectividad de los viajes puede ser cuestionada en materia de logros concretos para el

país228, la diplomacia presidencial que se activa a partir de esta etapa presenta secuelas que

se profundizarán en lo sucesivo. Primeramente, algunos de estos viajes, y las declaraciones

del Presidente emitidas en el marco de los mismos, se alejan de los convencionalismos

típicos y de la actuación tradicional venezolana que hasta entonces se había circunscrito a

una especie de “alianza occidental” manejada sobre la base de posiciones comunes en

torno a temas “tabúes”. En este sentido, la visita del mandatario a Irak, como parte de la

visita a todos los países OPEP en preparación a la II Cumbre OPEP, y su crítica al

embargo que aquejaba a ese país son vistas como un distanciamiento de esa “alianza

occidental” y el diseño de una línea de actuación más autónoma y soberana229.

225 Romero Carlos (2003), op.cit. 226 Aunque este activismo, demostrado a través los cuantiosos viajes presidenciales, ya es notable durante 1999, los viajes del año 2000 resultan más significativos por la estrategia petrolera diseñada con el fin de convocar la II Cumbre OPEP. Para una caracterización de los viajes del Presidente entre 1994 y mediados de 2000, se puede consultar a López Ramón (2000): Un seguimiento a los viajes internacionales de Hugo Chávez Frías, Diplomacia Presidencial Ed. Talleres de Gráficas Escudero, Caracas – Venezuela. 227 Chávez Hugo: Discurso del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela con motivo de su visita al Congreso de Colombia, Congreso de Colombia, 04 de mayo de 2001, en 2001: “Año de las Leyes Habilitantes”, Selección de Discursos del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Tomo III, Ediciones de la Presidencia de la República, Caracas – Venezuela, 2005, p.165. 228 Romero Carlos (2003), op.cit. Consideramos sin embargo que los viajes relacionados con la materia energética son, ostensiblemente, de cuantiosos beneficios para el país en el corto y mediano plazo. 229 Richard Boucher, portavoz del Departamento de Estado norteamericano de entonces, calificó la visita de Chávez a Irak como de “particularmente irritante”, lo que causó, como era de esperarse, una respuesta inmediata del gobierno

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Por otro lado, el acercamiento directo con otros líderes y dirigentes de cada país visitado

genera un vínculo natural entre mandatarios que facilita en muchas ocasiones las

relaciones bilaterales, las cuales, finalmente, terminan planteándose no sólo en términos de

pragmatismos estatales sino también de amistades y coincidencias en el plano político; es

el caso por ejemplo de los países OPEP, con cuyos mandatarios Chávez establece

rápidamente cercanías personales que serán mantenidas mediante frecuentes visitas

presidenciales, y que en lo sucesivo se traducirán en beneficios tanto en el área energética

como en otras temáticas230. En tercer lugar, y esto será desarrollado más adelante, el inicio

de una diplomacia presidencial afectará la posibilidad de pluralidad en el diseño de la

política exterior, notándose a partir de entonces una influencia cada vez mayor del

Presidente en las relaciones del país hacia el mundo. Finalmente, las declaraciones y el

estilo directo del mandatario venezolano generan en el ámbito internacional reacciones

contrapuestas: mientras algunos alaban el continuo desafío a Estados Unidos, otros se

muestran preocupados por el futuro de las libertades venezolanas; Venezuela surge como

un tema de la agenda prioritaria mundial.

Desde ese entonces, la política exterior de Venezuela se va a confundir con “el tema de Venezuela”, dentro de una misma perspectiva informativa y analítica y desde dos ángulos complementarios: por una parte, la atención internacional sobre el proceso interno venezolano, y por el otro, la atención internacional sobre la diplomacia venezolana.231

La aparición del “tema Venezuela” en el escenario internacional se concatena con el

avance del cambio político en el escenario nacional. En la medida en que las

transformaciones son más evidentes sobre el sistema político y económico y que se

empieza a estructurar una oposición política al cambio, el “tema Venezuela” se refuerza

toda vez que la disyuntiva entre ambos polos políticos – gobierno y oposición – encuentra

un espacio de diatriba en el ámbito mundial. De esta manera, se empieza a construir una

matriz de opinión, alentada por sectores venezolanos ligados al sistema político tradicional

(notablemente empresarios y dirigentes de la otrora clase política) que plantea el cambio

político como un proyecto totalitario desapegado de las normas democráticas

internacionales.

venezolano. El canciller de la época José Vicente Rangel aseguró en el momento que “el Presidente [Chávez] llegará a Bagdad así sea en patineta o en camello”. Constant Rosales, op.cit. 230 Nos referimos en este caso a los resolutos de la Declaración de Caracas como producto de la II Cumbre OPEP y en la que se abordan, de manera novedosa, temas sociales, educativos, culturales y hasta ambientales. Idem, 231 Romero Carlos (2003), op.cit., p.331.

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Esta realidad obliga al gobierno, durante los años 2000 a 2002, a considerar la política

exterior como un frente de batalla para explicar el trasfondo de los cambios políticos, para

proyectar en cualquier espacio multilateral el alcance del proceso de transformación y para

defender el modelo de Estado plasmado en la Constitución. En este frente de batalla

intervendrá nuevamente el factor petrolero pues, logradas la recuperación de la OPEP y del

precio del crudo, el petróleo empieza a ser delineado como una herramienta para

consolidar los objetivos nacionales y concretar espacios de cooperación energética en el

plano hemisférico de acuerdo a lo planteado por la Constitución. Se empieza de esta forma

a delinear una política exterior energética enfocada hacia el tratamiento del petróleo como

propulsor de desarrollo para lo cual se extiende el Acuerdo energético de San José y se

firma el Acuerdo Energético de Caracas, en octubre de 2000, con países de Centroamérica,

Caribe y el de cooperación con Cuba.232

Aunque este tratamiento del recurso petrolero no es nuevo en la política exterior nacional,

el incremento de la cooperación energética con el Caribe y muy particularmente con Cuba,

ya no sólo en términos energéticos sino sociales y comerciales, representa una

transformación de uno de los objetivos tradicionales reales de la política exterior

venezolana vinculado, antes de los ´90, con evitar una posible expansión soviético-cubana

y, después de la caída de la Unión Soviética, con mantener una postura distante de la isla

caribeña. Esta reformulación de la relación con Cuba se profundiza progresivamente y

constituirá uno de los aspectos del frente de batalla de la política exterior nacional que

incorpora paralelamente dentro de sus objetivos la defensa de la cooperación con Cuba, la

multipolaridad y la solidaridad entre los pueblos frente al neoliberalismo económico.

Hasta el año 2001, las relaciones con Estados Unidos se mantienen en un tono cordial, a

pesar de la reivindicación que de Cuba efectúa abiertamente Venezuela – punto álgido para

Estados Unidos – y de algunos enfrentamientos verbales entre funcionarios de ambas

administraciones. Después de todo, algunas razones llevan a Estados a actuar con

prudencia frente al “tema Venezuela”:

232 “Nosotros no es que estemos regalando petróleo, no, ni es lo que nos han pedido nuestros hermanos; es un acuerdo de cooperación como los tantos que hay en el mundo. En todas partes del mundo hay acuerdos como éste aunque el neoliberalismo los ha venido echando de lado en los últimos tiempos” Chávez Hugo: Discurso del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela con motivo del acto de la firma del Acuerdo de Cooperación Energético de Caracas, Círculo Militar, 19 de octubre de 2000, en 2000: “Año de la Relegitimación de Poderes”, op.cit., p. 561.

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Primeiro: nao era recomendável uma atitude hostil a Chávez devido a sua ampla popularidade. Em contraste com Salvador Allende, que ganhara com un terço dos votos, Chávez obtuve 56% nas eleiçoes presidenciais de 1998 e foi ainda melhor nas três eleiçoes posteriores do ano pasado [1999] e na de 30 de julho último. Segundo: a política econômica de Chávez ainda tem de ser definida com clareza. O que o Departamento de Estado mais aprecia é que […] Chávez mantuve-se dentro dos limites dos acordos com o FMI negociados por seu predecesor. Um pouco antes das eleiçoes de 30 de julho [de 2000], Chávez acusou os credores estrangeiros de condenarem as naçoes do Terceiro Mundo à pobreza perpétua, mas acrescentou: “estamos pagando a dívida porque queremos continuar a relaçao com os organismos estrangeiros de crédito”.233

Pero la transformación de la política exterior venezolana, influenciada por el avance del

cambio político, se hace más evidente con el pasar de los meses, planteando serias

disyuntivas a las estrategias norteamericanas hacia el hemisferio. Haciendo uso de la

doctrina dominante bolivariana, Venezuela empieza a distanciarse paulatinamente del

ALCA, una vez que en la Cumbre de las Américas celebrada para firmar el ALCA en

Québec en abril de 2001, Venezuela introduce dos reservas asociadas a su promoción del

carácter participativo de la democracia. A ello se suma, lógica y coherentemente, la

convicción venezolana, ya planteada en la primera etapa de la política exterior, de defender

el modelo de la democracia participativa en cualquier escenario internacional, lo que colide

con la visión norteamericana de una democracia representativa – que además carece de

elecciones directas – y plantea una disyuntiva entre los dos países. 234

Esta transformación de las prioridades e interpretaciones de la política exterior, iniciadas

en 1998-1999 pero adelantadas realmente desde el año 2000, se verán confrontadas a una

oposición creciente ya no sólo en el ámbito interno sino también en el externo. La

dicotomía transformación-resistencia, característica de la etapa de la instauración del

cambio político, se exporta a la arena internacional profundizando el carácter de la política

exterior como frente de batalla. El final del año 2001 y el año 2002, al igual que en el

plano nacional, serán de particular agitación para la actividad internacional de Venezuela

producto de la interacción dialéctica entre sistema interno – política exterior y sistema

internacional.

233 Ellner en Duarte Villa Rafael (2004): Política Externa na administraçao Hugo Chávez en Política Externa, Vol.13, Nº 1, Sao Paulo – Brasil, p.106. 234 Para una explicación fundamentada de la posición venezolana en la defensa la democracia participativa, léase al entonces Representante Permanente de Venezuela ante la OEA, Valero Jorge (2001): Ética y democracia, 18 de julio de 2001, en www.analitica.com (recuperado el 13-11-03). En su artículo el Embajador Valero analiza la democracia en el hemisferio para llegar a la democracia participativa como una forma renovada de democracia que no niega la representativa sino que coexiste con ella.

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En el plano interno, la transformación del sistema económico mediante las Leyes

Habilitantes y la profundización de las transformaciones políticas a través del

desplazamiento de los actores tradicionales provoca cuantiosas reacciones de una masa

opositora que cuenta con una gran capacidad mediática para desplegar su opinión y que se

enfrenta con movilizaciones permanentes de afectos al cambio político. La convocatoria a

un paro general en diciembre de 2001, por parte de las Centrales de Sindicatos y

Empresarios, se suma al clima de crisis política y a una polarización creciente que

encuentra eco en el escenario internacional: el tema Venezuela es recurrentemente tratado

y su situación interna forma parte de la agenda mediática hemisférica.

Internacionalmente el panorama a finales de 2001 es igualmente delicado. El atentado

contra las torres gemelas de Nueva York en septiembre de ese año da pie para la

estructuración de la doctrina de “guerra preventiva” por parte de Estados Unidos, quien

poco después inicia su ataque contra Afganistán, cuyo gobierno es acusado unilateralmente

como defensor de terroristas. El presidente Chávez critica duramente la invasión a

Afganistán manifestando que “no se puede combatir terror con más terror”, posición que

incomoda la administración norteamericana y que contribuye a caldear las relaciones

bilaterales que, a partir de ahora, no serán tan moderadas como antaño235. En efecto, a

pesar de la baja repentina del precio del crudo producto del atentado, Estados Unidos

prescinde crecientemente de fuentes de energía confiables y seguras ya no sólo para

garantizar su consumo interno sino también para su despliegue bélico.236 Más allá de las

posiciones en torno a la democracia o al ALCA, el tema de Venezuela, y particularmente la

política exterior adelantada por el país en esta segunda etapa, preocupará ahora a Estados

Unidos desde la óptica de su seguridad energética.

235 “Obviamente isso prouziu uma reaçao imediata de Washington, que chamou sua embaixadora em Caracas para consultas, mas também produziu reaçoes duras de setores republicanos no Congresso norte-americano, que pediram uma revisao imediata das relaçoes entre os dois países.” Duarte, op.cit., p.105 236 El Plan Energético presentado por la administración Bush es muy claro al afirmar: “Our policy will increase and diversify our nation sources of traditional and alternative fuels in order to furnish families and businesses with reliable and affordable energy, to enhance national security, and to improve the environment. […]Increase Energy Security: Energy security must be a priority of U.S. trade and foreign policy”. Report of the National Energy Policy Development Group, Mayo 2001, en http://www.whitehouse.gov/energy/National-Energy-Policy.pdf (recuperado el 17-05-05), pp. 13-14, cursivas nuestras. Se nota la importancia que para EEUU tiene el mantenimiento de fuentes confiables de petróleo, considerando incluso el tema como un elemento de su seguridad nacional y una prioridad de su política exterior. Una política soberana y de precios justos como la defendida por Venezuela (fuente tradicional de petróleo) puede ser interpretada como un peligro para la seguridad estadounidense o, al menos, como un elemento de perturbación en su interés por tener garantizado un suministro creciente de energía.

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Las situaciones interna e internacional llevan muy probablemente a comprender el

surgimiento de reacciones al cambio político, tanto internas como externas, cada vez más

contundentes a finales de 2001 y apoyadas por una fuerte campaña mediática nacional e

internacional. El poder económico, adverso a las transformaciones político-económicas,

cuenta con amplias relaciones en Estados Unidos que empieza a utilizar como plataforma

para el desarrollo de planes anti-Venezuela.

En septiembre de 2001, la Embajada de los Estados Unidos en Caracas comenzó a enviar señales a Washington sobre la posibilidad de que pronto se produciría un cambio de gobierno y de que el hombre que se sentaría en la silla presidencial sería Pedro Carmona, presidente de Fedecámaras, la Cámara de Comercio de Venezuela. En un cable fechado en el propio mes, enviado por la Embajada en Caracas al secretario de Estado, al Departamento de Comercio y al Departamento de Energía en Washington, la embajadora, Donna Hrinak, notificaba sobre la próxima visita del Consejo de Empresarios Venezuela – Estados Unidos (CEVEU) a Washington. Pedro Carmona, uno de los miembros seleccionados, era considerado un líder empresarial de mucho prestigio e influencia que de manera consecuente ha desempeñado un papel fundamental en la promoción de los intereses comerciales de Estados Unidos. 237

Los primeros meses de 2002 sirven de escenario para que el conflicto entre oposición y

oficialismo continúe caldeándose y para que Estados Unidos recrudezca su interés en un

eventual cambio de gobierno que retornase a la “alianza occidental” y asegurase el

suministro de petróleo a precios bajos. Esto se produce efímeramente en abril de 2002

cuando se ejecuta un fallido Golpe de Estado que instala al presidente de Fedecámaras en

Miraflores por 48 horas, bajo la mirada complaciente de Estados Unidos.238 En el marco

del Golpe es imprescindible subrayar el anuncio efectuado por un gerente de PDVSA

quien asegura que no se venderá “ni una gota más de petróleo para Cuba”239, frase que

refleja por sí sola la resistencia en contra de la política exterior adelantada desde el ´99:

237 Golinger Eva (2005): El Código Chávez, op.cit., p.55, cursivas originales. 238 El agrado estadounidense por el cambio de gobierno producto del Golpe de Estado del 11 de abril de 2002 es público; en una declaración del 12 de abril el Departamento de Estado señala que: “En días recientes expresamos nuestras esperanzas de que todas las partes en Venezuela, pero especialmente el gobierno de Chávez, actuarían con moderación y demostrarían pleno respeto a la expresión pacífica de la opinión política. Nos entristece la pérdida de vidas. Deseamos expresar nuestra solidaridad con el pueblo venezolano y esperamos con ansia colaborar con todas las fuerzas democráticas de Venezuela para asegurar el ejercicio pleno de los derechos democráticos. Los militares venezolanos, de modo encomiable, se negaron a disparar contra manifestantes pacíficos, y los medios noticiosos, valientemente, mantuvieron informado al público venezolano. Los acontecimientos de ayer en Venezuela resultaron en un gobierno de transición hasta que puedan celebrarse nuevas elecciones. Aunque los detalles no están todavía claros, las acciones antidemocráticas cometidas o alentadas por la administración Chávez provocaron la crisis de ayer en Venezuela”. Declaración de Philip T. Reeker, viceportavoz, Venezuela: Cambio de Gobierno, 12 de abril de 2002, en http://embajadausa.org.ve/wwwh1795.html (recuperado el 17-05-05), cursivas nuestras. En el libro de Golinger Eva, op.cit., la autora relata todo el proceso de preparación del Golpe de Estado y la participación de la administración Bush en la fallida ruptura constitucional. 239 La frase es del entonces gerente Edgar Paredes. Un recuento del contexto en el cual se produce la declaración se encuentra en Petróleo venezolano llega a Cuba, viernes 13 de septiembre de 2002, en http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/latin_america/newsid_2255000/2255431.stm (recuperado el 25-07-05).

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paralizando la venta de crudo a Cuba se deja claro que la intención es volver al

distanciamiento tradicional que caracterizó las relaciones de Venezuela con la isla antes de

la llegada de Chávez, así como recuperar la alterada alianza con Estados Unidos.

En todo caso, y visto que nuestro objetivo no es analizar la intervención de Estados Unidos

en el Golpe de Estado de 2002, es necesario resaltar que la política exterior y la diplomacia

presidencial directa adelantadas desde 1999 parecen rendir frutos cuando una buena parte

de los países de la región, reunidos en Costa Rica en el Grupo de Río, “condenan la

“interrupción del orden constitucional” en Venezuela y llaman a la normalización de la

situación240.

Por otro lado, es preciso igualmente reconocer que la crisis política y el petróleo – factores

propios al sistema interno y al sistema internacional – inciden en la formulación de la

política exterior desde los últimos meses de 2001 hasta el final de esta etapa en diciembre

de 2002, período en el que se diseña conscientemente una política exterior informativa,

centrada en la denuncia de las actividades organizadas para alterar la estabilidad del país:

la política exterior profundiza así su carácter de frente de batalla al ser utilizada como

tribuna informativa de la nueva hegemonía de poder instaurada. No queremos decir con

esto que se abandone la búsqueda de los intereses nacionales contenidos en la Constitución

ni la consecución de los objetivos exteriores adelantados previo la crisis política (de hecho

la relación energética con Estados Unidos no sufre alteraciones). Sin embargo, la política

exterior venezolana, vía su diplomacia y la retórica de su Jefe de Estado, se convierte cada

vez más en una radiografía de la situación interna: ante la superación de la crisis del Golpe

de Estado, la política exterior reproduce la voluntad del gobierno para seguir desarrollando

el modelo de Estado adelantado desde 1999.

Y desde aquí, desde esta tarima, en nombre de ese pueblo [venezolano], expreso el agradecimiento profundo y sincero a tantos gestos de solidaridad que desde aquí salieron, desde Naciones Unidas, desde la Organización de Estados Americanos (OEA), desde gobiernos, y sobre todo, desde muchos pueblos de América, de Asia, de Europa, de África y de Oceanía, porque en Venezuela está en marcha un proyecto sui generis, comenzando el siglo, aquí está un proyecto antineoliberal, aquí está un proyecto revolucionario, pacífico y democrático, elaborado en constituyente por el propio pueblo, y hoy defendido e impulsado por él mismo.241

240 Declaración del Grupo de Río sobre la situación en Venezuela, San José, Costa Rica, 12 de abril de 2002, en http://www.cajpe.org.pe/mat_bol/Docs/GRUPO_DE_RIO.doc (recuperado el 20-11-06). 241 Chávez Hugo: Discurso del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela con motivo de la 57ma Asamblea de la Organización de las Naciones Unidas, Nueva York, 13 de septiembre de 2002, en 2002: “Año de la Resistencia

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Esta última afirmación deriva igualmente en otra consecuencia que se genera a lo largo de

2002: en la medida en que la crisis política continúa y que la política exterior informativa

conserva su objetivo de defender el cambio político, el “tema Venezuela” se profundiza

después del Golpe de Estado y permanece latente tanto en foros bilaterales como

multilaterales, donde la diplomacia venezolana despliega una intensa actividad para

legitimar su proceso político y denunciar cualquier tipo de insurrección, tal y como queda

demostrado a pocas horas de la intentona golpista cuando el Consejo Permanente de la

Organización de Estados Americanos “condena la alteración del orden constitucional e

insta a la normalización democrática en el marco de la Carta Interamericana Democrática”

242, curiosa paradoja si se toma en cuenta que la Carta Democrática Interamericana fue un

instrumento aprobado en 2001 justamente con la renuencia de Venezuela por referirse

prioritariamente al derecho de los pueblos a contar con modelos democráticos

representativos.

Con una política exterior engranada pues a una política informativa243, el año 2002

culmina con una nueva crisis política reflejada en la convocatoria de una nueva huelga

general con el atenuante de que esta vez la tecnocracia petrolera se suma al llamado

insurreccional, convirtiendo la huelga en sabotaje petrolero. En este momento, la dinámica

actividad diplomática multilateral de información, sumada no obstante al recrudecimiento

del “tema Venezuela” producto de la polarización política244, llevan a la instalación de una

Antiimperialista”, Selección de Discursos del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Tomo IV, Ediciones de la Presidencia de la República, Caracas – Venezuela, 2005, p.452. 242 Situación en Venezuela, Resolución del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos CP/RES 811 (1315/02), 13 de abril de 2002, en http://www.oas.org/main/main.asp?sLang=S&sLink=http://www.oas.org/oaspage/searchform.asp (recuperado el 21-11-06). 243 Un espacio multilateral en donde la dupla política exterior – política informativa es diáfana es la Organización de Estados Americanos, en la cual el representante venezolano pronuncia frecuentemente discursos en los que incorpora la visión de los cambios políticos y la denuncia de los conatos de inestabilidad: “Venezuela vive, distinguidos Representantes, un momento de cambios sustantivos en la dirección de su curso histórico. No se trata de un simple cambio de gobierno, de una simple fachada jurídica política de la representación tangible del poder, se trata de un cambio de época, se trata en definitiva de que en Venezuela hemos recorrido un ciclo histórico que ha colapsado”. Valero Jorge: Intervención del Embajador Jorge Valero, Representante Permanente ante la Organización de Estados Americanos, Washington, DC, 16 de octubre de 2002, en Venezuela ante la OEA, Discursos del Embajador Jorge Valero, Ed. Ministerio de Relaciones Exteriores, Caracas – Venezuela, 2006, p.50. 244 La presencia del “tema Venezuela” lleva a la OEA a convocar diversas sesiones extraordinarias para tratar la situación del país, como la celebrada en Washington el 13 de diciembre de 2002, en la que el representante criollo afirmaba: “Transcurridos ocho meses del golpe de Estado, que tuvo lugar el pasado mes de abril, una cadena de hechos va revelando la existencia de planes desestabilizadores, impulsados por sectores golpistas de la oposición para crear en el país un verdadero caos. […] Perversa estrategia para sacar a Chávez del poder es la huelga que se inició el 2 de diciembre, convocada primero parcialmente y ahora sin límite de tiempo […] Campaña que, como es obvio, se proyecta a escala internacional de la manera más grosera, tratando de convertir al gobierno democrático de Hugo Chávez Frías en un

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Mesa de Negociación y Acuerdos, integrada por el Gobierno y por la oposición, bajo

auspicios de la Organización de Estados Americanos y facilitada por su propio Secretario

General, César Gaviria.

A pesar de la facilitación de Gaviria, el clima de polarización no logra mejorarse

rápidamente y la oposición política continúa su estrategia de paralización de la empresa

petrolera hasta que el gobierno toma las riendas de la industria en el primer trimestre del

2003. Nuevamente el activismo presidencial y la política exterior adelantada en los meses

y años anteriores rinden su fruto cuando numerosos países apoyan al gobierno de

Venezuela o, en el peor de los casos, una salida negociada a la crisis política. Brasil, por

ejemplo, contribuye con envíos de gasolina para cubrir el déficit temporal interno;

igualmente, particular mención merece la declaración de los países de la OPEP quienes

declaran su solidaridad y su disposición para cubrir los compromisos de PDVSA que no

pudieran ser atendidos a consecuencia del paro.

La Organización de Países Exportadores de Petróleo, Opep, le envió un comunicado al ministro de Energía y Minas, Rafael Ramírez, por medio del cual del cual le expresa el apoyo y solidaridad de los ministros de Petróleo y Energía de los países miembros, así como a “su estimado Gobierno y al glorioso pueblo de la República Bolivariana de Venezuela”. La comunicación, firmada por Rilwanu Luckman, presidente de la Conferencia de la Opep, le asegura al ministro Ramírez que todos y cada uno de los miembros ministeriales de la organización “hará lo que esté a su alcance para ayudar a su excelencia y a la nación venezolana en este momento de crisis”. El apoyo de la Opep “incluye la voluntad de asistir temporalmente a Pdvsa, cuando fuese necesario, en el suministro de hidrocarburos a sus clientes domésticos e internacionales”.245

Antes de finalizar la caracterización de esta etapa de la política exterior venezolana, sería

imprudente no realizar algunas consideraciones generales sobre otros importantes frentes

de la acción internacional. Con Colombia, por ejemplo, la relación se mantiene en términos

cordiales aunque impregnados de vaivenes retóricos de ambos lados: se establece durante

el período una diplomacia de micrófono, asociada al tema guerrillero, que atenta contra la

estabilidad de la relación pero que no afecta el flujo comercial bilateral. Ya a partir del

2000, y de común acuerdo luego de la firma del “Compromiso de Santa Marta”246, se da un

régimen “forajido”, que vulnera sistemáticamente los derechos humanos”. Valero Jorge: Discurso del Embajador Jorge Valero, Representante Permanente ante la Organización de Estados Americanos, en la Reunión Extraordinaria del Consejo Permanente de la OEA: Situación en Venezuela, Washington, DC, 13 de diciembre de 2002, en Idem., pp.60-61. 245 Contreras César y Batiz César: El Gobierno está dispuesto a importar gasolina, Diario Últimas Noticias, viernes 13 de diciembre de 2002, en Defensoría del Pueblo (S/A): Los documentos del Golpe, op.cit. 246 En este documento firmado por los Presidentes Hugo Chávez y Andrés Pastrana, se modifica el nombre de la antigua Comisión Presidencial para Asuntos Fronterizos Colombo – Venezolanos por el de Comisión Presidencial de Integración

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paso significativo que guiará la política exterior entre ambas naciones: se logra

“desgeopolitizar” la relación lo que conduce a un menor tratamiento del tema del Golfo y

de la delimitación de las áreas marinas y submarinas entre las dos naciones. Aunque esto

pudiera tomarse como una renuncia tácita a una de las prioridades de la política exterior

tradicional venezolana (mantenimiento de las fronteras y de la integridad territorial), lo

cierto es que muy por el contrario ofrece la oportunidad para desarrollar una relación

desprovista de las continuas tensiones que el tema del Golfo generó en el pasado. Así, del

problema del “Golfo” se pasa a un tratamiento más integral de la “seguridad fronteriza”,

percepción que bien podría extenderse a Guyana y la zona en reclamación, país vecino que

incluso llega a ser incorporado dentro del Acuerdo Energético de Caracas en 2001.

[entre los pasos para el desarrollo de una agenda positiva con Colombia] o segundo passo para o desenho dessa agenda positiva, talvez o mais importante, seria com a desgeopolitizaçao das realcoes entre ambos os países em torno da área geográfica do Golfo da Venezuela – tema que, como reconhecia documento da Chanceleria venezuelana, “sempre envenenou as relaçoes entre os dois países”. A construçao dessa agenda positiva preferia chamar a atençao para a chamada “segurança fronteiriça”.247

Un punto álgido en la agenda bilateral lo constituye el asilo otorgado por Colombia a

Pedro Carmona Estanga, presidente de facto durante el Golpe de Estado, quien en mayo de

2002, luego de fugarse de su residencia, logra el asilo territorial de la nación neogranadina,

situación que plantea incomodidad a la administración venezolana. A esto se suma un

conjunto de temas en los que Colombia y Venezuela manifiestan divergencias, entre los

cuales se cuentan la visión de cada país ante la integración (Colombia es más proclive al

libre comercio que Venezuela); el desarrollo del Plan Colombia – que plantea un posible

desequilibrio militar entre ambas naciones producto de la cooperación y asistencia

estadounidense hacia la nación neogranadina –; la oposición de Venezuela de catalogar

como “terroristas” a los grupos insurgentes colombianos; la supuesta pasividad de

Venezuela frente al tema guerrillero en la frontera; y la ambigua posición asumida por

algunos miembros del gobierno colombiano durante el Golpe de Estado de abril de

2002248. Todos estos aspectos distancian, por períodos, los acercamientos entre las

y Asuntos Fronterizos (COPIAF). Romero Carlos (2006): Jugando con el globo. La política exterior de Hugo Chávez, Ediciones B, Caracas – Venezuela. 247 Duarte, op.cit., p.109, cursivas originales. 248 Romero (2006), op.cit.

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Cancillerías vecinas aunque, en términos comerciales pragmáticos, no se altera el carácter

estratégico de la relación.

Hacia Brasil se continúa el despliegue diplomático iniciado en la etapa anterior,

priorizando la relación con el Mercosur pero cuidando igualmente la diversificación de los

mercados venezolanos. Si bien Colombia continúa en su papel – al igual que Estados

Unidos a través del petróleo – de socio comercial esencial para Venezuela, el

estrechamiento de vínculos con la “fachada amazónica” empieza a ser visto como una

manera de romper la dependencia excesiva de los mercados tradicionales y como una

manera de incrementar una alianza política con un país que, ya para finales del año 2002,

se prepara para recibir a un nuevo presidente, Lula Da Silva, con una visión más cercana a

la del mandatario venezolano. En marzo de 2002, en el marco de la IX Reunión del

Mecanismo Político de Consulta Venezuela – Brasil, se reactiva la Comisión Binacional de

Alto Nivel con la finalidad de priorizar acuerdos y entendimientos en los ámbitos político-

comercial.249

En materia de integración, se continúa la crítica al modelo de integración tradicional,

basado en preceptos económicos, priorizando aquellos componentes políticos y sociales de

los esquemas integracionistas.

La integración es un hecho político, no es un hecho económico, creo que ahí estamos absolutamente equivocados en América Latina.[...] Aquí llegó esa perversa corriente de que la integración es un hecho económico. No, la integración económica debe ser, en nuestro criterio, consecuencia y no causa y por eso es que creemos que hay que volver a Bolívar y a San Martín...[...] Creo que tenemos que repensarnos profundamente... 250

Este cambio de percepción sobre la integración, que se nota en un descuido hacia la

Comunidad Andina y en una mirada cada vez más enfocada hacia el Mercosur, se

encuentra igualmente relacionado con la diversificación de los mercados tratada en líneas

anteriores: en términos políticos y económicos, una alianza estratégica a largo plazo con

países del sur, empezando por Brasil, puede resultar más beneficiosa que el fortalecimiento

creciente de la relación comercial con Colombia, cuyo gobierno mantiene una estrecha

alianza y colaboración con Estados Unidos a través, entre otros, del Plan Colombia. Así, el

249 Resumen de Gestión 2000 – 2002, Hugo Rafael Chávez Frías, Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Ministerio de la Secretaría de la Presidencia, 2002. 250 Chávez Hugo (2001): A la ofensiva por la integración, discurso pronunciado por el mandatario venezolano en la reinauguración del SELA en Caracas, 24-07-2001 en Oportunidades y riesgos del ALCA, revista Capítulos del SELA, Nº 62, mayo – agosto 2001, pp. 134-135.

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reforzamiento de la relación con Brasil va de la mano con la nueva percepción de

integración que ejecuta la política exterior nacional en esta etapa y que empieza a tomar

cuerpo cuando en la III Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Asociación de

Estados del Caribe, celebrada en marzo de 2001, el Presidente venezolano lanza la idea de

una “Alternativa Bolivariana para las Américas”, conocida desde entonces como ALBA.

En el campo multilateral, ya se ha referido el esfuerzo que adelanta Venezuela por crear

una tribuna informativa capaz de contrarrestar los efectos de la crisis política; en este

sentido, será el ámbito multilateral un espacio para proyectar la situación interna del país y

en especial la dicotomía transformación – resistencia propia de esta etapa del cambio

político. Concomitantemente, y sin menoscabo de lo anterior, Venezuela ocupa ciertas

responsabilidades como la presidencia del G-77, en la que se trabaja por la promoción del

diálogo Norte – Sur y en la que se reclama por una modificación de las condiciones de

intercambio comercial y el mejoramiento de la calidad de vida de las sociedades en

desarrollo; en ocasiones, estos espacios intergubernamentales son aprovechados por el

presidente Chávez para extender su interpretación de las relaciones internacionales, lo que

introduce un lenguaje más directo en el seno de las reuniones y lo que refuerza la

diplomacia presidencialista nacional. Justamente, en el marco de la Conferencia de

Naciones Unidas sobre la Financiación para el Desarrollo, celebrada en Monterrey,

México, en marzo de 2002, propone la estructuración de un Fondo Humanitario

Internacional partiendo de las críticas al modelo económico imperante en el mundo251.

La política exterior venezolana hacia lo multilateral, pues, constituye un frente de

exportación del nuevo estilo político construido por Chávez y forma parte del frente de

batalla internacional que el gobierno construye para la defensa del cambio político.

Igualmente, este esfuerzo multilateral se concatena con un mayor intercambio hacia otras

regiones del planeta, destacándose el caso de China, cuyo presidente Jiang Zemin visita

Caracas en 2001, fortaleciendo el intercambio y una cooperación técnica mediante la cual

251 La propuesta venezolana del Fondo Humanitario Internacional señala que: “Pese a los múltiples compromisos asumidos en las diferentes Conferencias Internacionales se plantean nuevos retos de sostenibilidad para la humanidad, a fin de asistir a una población mundial que cada vez empeora sus condiciones de vida. Con el animo de apoyar el esfuerzo que realizan las sociedades más vulnerables de los países en desarrollo, en la búsqueda de opciones y alternativas frente al problema de la pobreza, se propone la creación de un Fondo Humanitario Internacional.”, en http://www.mre.gov.ve/Noticias/FHI/index-propuesta.htm (recuperado el 14-05-05).

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“Venezuela recibe asistencia agrícola y tecnológica, así como una línea de crédito para la

adquisición de maquinaria agrícola”.252

Finalmente, en el ámbito institucional, durante esta etapa la Cancillería venezolana

empieza a ser vista como un ente meramente ejecutor, y no diseñador, de la política

exterior venezolana; se refuerza la influencia presidencial en la formulación de esta política

pública y se empieza a notar que el Presidente es a la vez el primer diplomático del país y

su vocero internacional. Así, la Cancillería venezolana se ve opacada por la acción directa

del Presidente, tanto como se ven opacadas las diplomacias paralela e intermedia

desarrolladas por distintas instituciones y gobiernos locales.

No quiere esto decir que la acción formal del Ministerio de Relaciones Exteriores

desaparezca, pero se reconoce una brecha creciente entre los formulado desde Miraflores y

lo ejecutado por la Cancillería que podría explicarse por varias razones: en primer lugar, el

activismo y las numerosas ideas y propuestas internacionales del Presidente dificultan

realizar un seguimiento certero por parte de la Cancillería, lo que hace que el Presidente

prefiera confiar en su equipo cercano más que en el personal del Ministerio; en segundo

lugar, la dicotomía transformación - resistencia subseguida por la crisis política de los años

2001 y 2002, llevan a que la política exterior – y la política informativa que se genera a su

alrededor – sean diseñadas exclusivamente por parte de la nueva hegemonía de poder.

A pesar de lo anterior, y sin duda en el marco de la renovación legislativa que se emprende

en esta etapa del cambio político a nivel nacional, se promulga una nueva Ley del Servicio

Exterior en 2001253 que contribuye con el reordenamiento del Servicio Exterior e introduce

importantes novedades. La nueva Ley permite a cualquier profesional universitario

ingresar por concurso de oposición a la carrera diplomática, cosa que en la antigua Ley de

1962 estaba reservada para los internacionalistas; aunque esto pudiera tomarse como un

retroceso en la profesionalización de la carrera diplomática, lo cierto es que muy por el

contrario representa un avance significativo, ya no sólo en términos de igualdad social sino

también en términos de garantizar la interdisciplinariedad diplomática; por demás, al

mantener la figura del Jurado Calificador con amplia representación de especialistas en

252 Bolívar Reinaldo: La Rusia de Putin se acerca a Venezuela, 8 de febrero de 2004, en Bolívar Reinaldo (2006): Desde Venezuela, Pixels Computaciones Impresiones, p.113. 253 Ley de Servicio Exterior (2001), Gaceta Oficial N° 37.254.

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asuntos internacionales, se asegura que el concurso favorezca a aquellos ciudadanos más

versados en la materia internacional pero sin menoscabo de su formación profesional. Otro

aspecto relevante del nuevo instrumento jurídico está relacionado con las disposiciones de

homologación del personal diplomático de “comisión”.

En vista de la poca apertura de concursos de oposición para ingresar a la carrera

diplomática entre 1962 y 1999, se asumió como práctica corriente incorporar profesionales

en rangos diplomáticos que, sin presentar concurso, terminaron haciendo carrera (en

algunos casos por décadas) como diplomáticos en “comisión”. Al incorporar la

homologación, la nueva Ley permitió que muchos diplomáticos en “comisión” fuesen

finalmente reconocidos como diplomáticos de carrera. Es el caso por ejemplo de Roy

Chaderton, quien resultó homologado como Embajador de carrera y quien estuvo al frente

de la Cancillería durante la mayor parte de esta etapa. En lo que concierne este análisis, el

papel de Chaderton al frente del Ministerio fue cónsono con el desarrollo de una política

exterior informativa e ideada como frente de batalla. Su manejo de la institucionalidad y

del lenguaje y usos diplomáticos resultaron altamente provechosos en momentos de

tensión política como los vividos. Aún así, frente a un reforzamiento aparente de la

institucionalidad, con un Canciller proveniente del propio Ministerio y con una Ley que

reordena la institución, se asiste a una pérdida de la influencia del Ministerio y a la

formulación de una política exterior más impregnada de elementos doctrinarios.

2.3. Tercera etapa: Hacia una política exterior doctrinaria (2003 – 2005).

La etapa política que se inicia en Venezuela en 2003 está marcada por la recuperación

paulatina de la industria petrolera nacional, luego del paro de diciembre de 2002 y enero

del año entrante, aspecto que tendrá repercusiones tanto en el plano interno como en el

externo que no son de poco significado para el fin que nos ocupa. En efecto, luego de

haber existido serias contradicciones entre el Ejecutivo y la tecnocracia petrolera (producto

de los estrechos vínculos de esta última con las ex-concesionarias) tanto durante el Golpe

de Estado como en el paro petrolero, se abre un período de consolidación del espíritu

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nacional en el seno de la empresa estatal que le crea un fuerte piso económico al gobierno

para avanzar en los objetivos de la Constitución Nacional. Habrá de tenerse en cuenta,

pues, que el afianzamiento del gobierno y la disminución de la influencia de la gerencia de

la empresa estatal a partir de 2003, permiten mayor autonomía al primero para honrar los

intereses nacionales previstos en la Constitución de la República.

Se produce de esta manera el caso que se apreciaba teóricamente en el primer capítulo, en

el cual el Estado petrolero logra distanciarse de la tecnocracia asociada a intereses

transnacionales para adelantar, ya con el control de su recurso natural, un proyecto de

transformación de manera más coherente y soberana. El sector capitalista de Estado,

representado en primera instancia por el Gobierno, puede entonces luego de 2002

convertirse en propulsor de cambio sustanciales y

…desarrollar una tarea fundamental de intervención y participación en la sociedad con la finalidad de sopesar las diferencias existentes en todo grupo social, con el propósito de asegurar la vigencia de los derechos fundamentales y de las condiciones de dignidad humana que merece toda persona y, a la vez, para desarrollar, regular y supervisar la ejecución de aquellas actividades de trascendencia para el Estado, que no pueden descansar libremente en la voluntad privada, por encontrarse revestidas de un interés público, y por ende de importancia vital en el existir del Estado.254

La mayor autonomía del Estado para disponer de los recursos de su renta petrolera,

permitirá al país contar con una mayor capacidad para relacionar el afianzamiento del

nuevo modelo de desarrollo con la búsqueda de los intereses nacionales – planteados en la

Constitución – que fortalezcan ese modelo de desarrollo, por lo que la política exterior

venezolana entra en un período de consolidación con relación a las dos etapas anteriores

siguiendo la pauta del mismo fenómeno en el cambio político nacional. Esta tercera etapa

de la política exterior desde 2003 podrá reconocerse en al menos tres características

transversales que trataremos de manera simultánea a lo largo del análisis: en primer lugar,

la consolidación del nuevo proyecto – país a lo interno pasa por afianzar en la arena

internacional las tesis venezolanas sobre una democracia participativa, un nuevo modelo

económico mundial y la construcción de un orden multipolar humanista; a través de estos y

otros postulados como el cambio de paradigma de la integración regional o el

estrechamiento de las relaciones con China, Rusia y Brasil entre otros, se busca garantizar

254 Escarrá, op.cit., p.4

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una inserción de Venezuela en el contexto internacional que no vulnere el proyecto

nacional adelantado desde 1999.

En segundo lugar, así como a nivel interno se logra disponer de la renta petrolera para

financiar proyectos socio-educativos, allende las fronteras esto se traducirá en la

utilización creciente del petróleo como herramienta de acción exterior. En tercer lugar, los

dos aspectos anteriores se verán impregnados, todavía más que en el pasado, de elementos

doctrinarios y postulados sociales que hacen que el discurso y prácticas internacionales del

país sean más enfáticos y apegados a la concepción revolucionaria de la nueva hegemonía

de poder liderada por el presidente Chávez.

Con una estrategia informativa que denuncia el imperialismo y busca revertir la matriz de

opinión que hace ver al gobierno de Chávez como poco democrático, se pasa igualmente a

un período de contra-ofensiva en que la denuncia se acompaña de propuestas y de cursos

de acción distintos. Es lo que Mora Brito refiere como una ruptura y una “radicalización

del proceso” que lleva al Presidente venezolano a distanciarse más y más de parámetros

internacionales establecidos.

En su trayecto hacia un discurso formal de ruptura, Chávez se detuvo intempestivamente en distintas latitudes de América Latina para transmitir su mensaje a grupos radicales de la llamada izquierda revolucionaria. Este esquema de diplomacia ad hoc apelaba a la confrontación con las oligarquías del continente, así como su principal mecenas, Estados Unidos. No se trataba del Chávez de corbata, jocoso e irreverente, que aplicaba una estrategia conciliatoria y casi hierática con sus principales socios; sino aquel insolente, de tono desafiante, que invocaba el poder de las armas para la definitiva emancipación popular. Un ejemplo fehaciente de lo anterior fueron las incendiarias declaraciones del presidente en su visita no-oficial a Porto Alegre a mediados de 2003. 255

Ciertamente, a partir del año 2003 se consolida todavía más la diplomacia informal

propugnada por la administración venezolana, lo que se evidencia con la frecuente

participación del mandatario criollo, en el marco de sus visitas bilaterales, en actos de

masas: universidades, foros sociales, encuentros de calle, organizaciones de base, son un

caldo de cultivo certero para el discurso del Presidente y para motivar a las audiencias a

mantener su solidaridad y simpatía hacia el proceso venezolano. Particular atención se

manifiesta hacia los movimientos populares latinoamericanos, lo que pretende reforzar la

idea de la participación de la ciudadanía en los esquemas de integración regional, pero lo

255 Mora Brito, op.cit.

Page 126: TESIS. SISTEMA POLÍTICO Y POLÍTICA EXTERIOR EN VENEZUELA 1999 2005

120

que redunda asimismo en el aumento de la popularidad del mandatario venezolano a partir

de su discurso, doctrinario y radical, de crítica contra la pobreza.

Sin embargo, las acciones de masa son emprendidas en paralelo con el afianzamiento de

las relaciones formales con los países visitados, con lo cual no podría preverse la

organización de insurrecciones armadas anti-sistémicas a que parece aludir Mora Brito; en

lo que sí acierta este autor, a nuestro entender, es en el diáfano llamado que hace Chávez

en la mayoría de sus intervenciones internacionales de masa en contra de Estados Unidos,

en contra del neoliberalismo o en contra del imperialismo, tres referencias que, en más de

una ocasión, se refieren a una misma.

La visión anti-imperialista de las relaciones internacionales venezolanas explica a su vez la

preponderancia otorgada a la multipolaridad y al respeto de la soberanía nacional, todos

principios de la doctrina bolivariana. La construcción de un mundo multipolar es entendida

como una sólida solución ante el imperialismo y una garantía de que la soberanía será

respetada sin conteste en el plano mundial. Multipolaridad y soberanía van de la mano en

la política exterior venezolana durante esta tercera etapa, llegando incluso a constituirse en

objetivos básicos para facilitar la inserción de Venezuela en el contexto mundial.

Los objetivos básicos que orientan la política exterior de la Revolución Bolivariana son: 1. Fortalecer la soberanía nacional y 2. Promover un mundo multipolar. Ambos objetivos son fundamentales para lograr el desarrollo económico y social internacional equitativo, erradicar la pobreza, superar el nocivo endeudamiento externo y alcanzar unos justos términos de intercambio comercial internacional que valoren adecuadamente las materias primas y los bienes de los países en desarrollo.256

Partiendo entonces de la necesidad de contar con un escenario internacional, si no proclive

al menos respetuoso del cambio político en Venezuela, se incrementa a partir de 2003 el

activismo diplomático del país en foros, asambleas, visitas bilaterales y cumbres

internacionales en los cuales, a la par de conciliar espacios para incrementar la cooperación

y la solidaridad internacionales, se defiende la necesidad de respetar la autodeterminación

de cada pueblo para seleccionar y construir su propio modelo de vida257. De allí se explica

256 Logros de la política internacional del Gobierno Bolivariano, 23 de junio de 2004, Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela, en http://www.mre.gov.ve/Noticias/JusticiaPazDemocracia/A2004/Reflexiones4.htm#11 (recuperado el 14-05-05) 257 Una caracterización genérica de las acciones emprendidas por Venezuela en materia de soberanía y multipolaridad refiere: “En contraste con las políticas de sumisión a los imperios aplicada por los gobernantes de turno, el Gobierno Bolivariano emprendió iniciativas como la participación activa en los mecanismos de cooperación Sur-Sur, dirigidas a

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que la acción venezolana continúe su diversificación de relaciones, con socios no

tradicionales del país – China, India y Rusia – lo cual, a la par de contribuir con lo

multipolar, ofrece al país nuevos mercados de exportación, nuevas fuentes de inversión

extranjera y de abastecimiento primario y tecnológico.

Simón Bolívar el gran Libertador de América hablaba del equilibrio del universo, un mundo pluripolar, Norteamérica, Surámerica, el África, la Europa, el Asia, varios polos de fuerza se levantan en el mundo, y uno de ellos, el que se levanta con más vigor precisamente es China, como epicentro del mundo asiático. [...]Vean ustedes de dónde venimos nosotros, el intercambio comercial con China, apenas 150 millones de dólares el 2003 y lo hemos llevado al 2004 a 1050 millones de dólares. Esto incluso lo comentó el Presidente Ju Jintao en su intervención en nuestra reunión, y le llamó poderosamente la atención. Resulta que Venezuela se ha convertido en el primer destino de las inversiones chinas en todo el Continente Americano.258

La multiplicación, o fortalecimiento, de relaciones con todas las áreas geográficas del

planeta, que será retomada a posteriori, no distrae sin embargo la atención venezolana de

su prioridad hacia la integración regional: al tiempo de continuar con la crítica al modelo

economicista de la integración, y particularmente al avance del ALCA, se pasa ahora a un

período propositivo que desemboca en proyectos que validan la tesis de integración

política defendida por la administración Chávez. Frente al ALCA, Venezuela rescata la

idea lanzada por su mandatario en 2001, la Alternativa Bolivariana para las Américas

(ALBA), y empieza a proyectarla como opción de unión continental. EL ALBA nace

formalmente con un acuerdo suscrito entre Venezuela y Cuba en diciembre de 2004,

notándose una vez más la denodada alianza entre ambos países y el avance teórico de la

propuesta desde su formulación en el 2001. 259

exigir un intercambio comercial justo con las potencias capitalistas, a mejorar los precios de las materias primas -principales productos de exportación del Sur- y exigir la necesaria y legítima transferencia tecnológica. Estos son algunos logros de la política internacional venezolana que apuntalan la Soberanía y la Multipolaridad: -Reivindicación de la identidad propia y los intereses de los Pueblos del Sur. -Fortalecimiento de la OPEP, logrando equilibrar y estabilizar los precios del petróleo. -Venezuela jugó un rol protagónico en el relanzamiento y fortalecimiento del Grupo de los 77 y participó activamente en la creación y fortalecimiento del Grupo de los 15. -Posición soberana en las negociaciones del ALCA y en la XI Cumbre de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y Desarrollo. -La propuesta venezolana de crear el Fondo Humanitario Internacional ha sido acogida para financiar el desarrollo socioeconómico en países perjudicados por el actual orden económico mundial. -Estrechamiento de vínculos de cooperación. -Diversificación de las relaciones internacionales y estrechamiento de los vínculos de cooperación pacífica entre las naciones. Acercamiento a China, India, Irán, Malasia, Rusia, los países africanos, árabes y petroleros y redimensionamiento de las relaciones con los países desarrollados.” Idem. 258 Chávez Hugo (2004): Mensaje del Presidente Hugo Chávez Frías a su llegada de la República de China, en http://www.mre.gov.ve/Noticias/A2004/LOGROS_2004/Balance_Presidencial.htm (recuperado el 14-05-05). 259 “...estuvimos en La Habana [en diciembre de 2004] firmando el acuerdo de integración del ALBA, y este es un paso importantísimo, es el primer acuerdo de integración que se firma entre dos jefes de estado en el marco de la Alternativa Bolivariana para las Américas. Y ustedes van a ver que esto va a seguir avanzando en el Caribe, en Suramérica.” Idem.

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Durante 2003, pero sobre todo desde 2004, el discurso anti-imperialista de Chávez se verá

complementado recurrentemente por lo que él cataloga como la “muerte” del ALCA,

visión que refleja, metafóricamente, la poca viabilidad que los gobiernos americanos

otorgan, ya para estos años, al esquema de integración planteado por Estados Unidos y

firmado en Miami en 1994. Así las cosas, la diplomacia venezolana continental secundará

el postulado del mandatario venezolano tendiente a la construcción de una red de proyectos

en el marco del ALBA: una empresa energética continental, Petroamérica, una televisora

latinoamericana, Telesur, un banco de desarrollo regional, Banco el Sur, y una Universidad

subregional, la Universidad del Sur.260.

El ALCA tal como fue planteado inicialmente hace una década está muerto, ahora ¿cuál es la alternativa? Venezuela la ha propuesto, Alternativa Bolivariana para la América, y sobre todo para nuestra América, América Latina y el Caribe y todo este proyecto de Petroamérica, de Petrosur, de un Banco del Sur, de una televisora del Sur, proyectos que cada día están tomando más forma y más cuerpo en esta tierra y en estos pueblos.261

El ALBA, y su fundamento de integración sociopolítica, se inscribe dentro de aquella

característica transversal de la política exterior venezolana desde 2003 llamada a dotar de

mayor contenido social y doctrinario a la actuación internacional criolla; ello guarda íntima

relación con la evolución interna del país que tituláramos líneas atrás como “la etapa social

del cambio político”. En efecto, tanto como surgen las Misiones Sociales para atender

problemas sociales y coadyuvar al fortalecimiento del nuevo régimen socio-económico, la

política exterior de Venezuela reproduce un lenguaje social y político tendiente a la

creación de una nueva institucionalidad de integración, tanto subregional como regional.

En esta oportunidad se firmó un considerable y variado número de acuerdos entre los dos países y se emitió una Declaración Conjunta. Esta última y el acuerdo general para la aplicación del ALBA pueden ser consultados en Elizalde Rosa y Baéz Luis (2005): El Encuentro, op.cit. Asimismo, existe una publicación sobre el ALBA que esboza desde sus líneas programáticas hasta consideraciones para su instrumentación: Correa Rafael (comp.) (2005): Construyendo el ALBA. “Nuestro Norte es el Sur”, Ediciones del XL Aniversario del Parlamento Latinoamericano, Segunda Edición, Caracas – Venezuela. En uno de las secciones de este texto, pueden apreciarse algunas de las propuestas que demuestran el avance teórico del ALBA como la relativa a la creación de Fondos Compensatorios para la corrección de asimetrías, a los fines de reducir las asimetrías entre los niveles de desarrollo de los países parte. Pp. 100-102.En cuanto al avance te 260 Existe un interesante portal web sobre el ALBA en el que se recogen importantes ideas sobre su conformación: www.alternativabolivariana.org. 261 Chávez Hugo (2004): Mensaje del Presidente Hugo Chávez Frías a su llegada de la República de China, op.cit. Otra explícita opinión que a este tenor ofrece el presidente Chávez refiere que: “…todo indica que el ALCA ha muerto. Solo que anda por allí como el Cid Campeador, cadáver sobre el caballo, amenazando o tratando de transfigurarse en otros múltiples acuerdos. […] Sin embargo, no podemos conformarnos con ello sino que tenemos que avanzar en la conformación de un verdadero y nuevo modelo de integración, al que nosotros hemos propuesto llamar ALBA, Alternativa Bolivariana para la América; un mecanismo de integración que se fundamente en nuevos principios de solidaridad, de reciprocidad, de respeto a las asimetrías y las diferencias de nuestras economías, de nuestras sociedades, de respeto a la soberanía de nuestros pueblos; pero de integración plena a lo Bolívar, a lo Martí.” Chávez Hugo, Palabras del Presidente en el X Aniversario de su visita a Cuba, 14 de diciembre de 2004, en Elizalde Rosa y Baéz Luis (2005): El Encuentro, op.cit., p.189.

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123

En el caso sub-regional, Venezuela se distancia francamente de la Comunidad Andina y se

focaliza cada vez más en su ingreso al Mercosur, logrando su incorporación individual

como miembro asociado en julio de 2004, en detrimento de las negociaciones CAN –

Mercosur para lograr un bloque único. Este distanciamiento de la Comunidad Andina

confirma el curso iniciado en las dos etapas anteriores de la política exterior, en la medida

en que la CAN es vista como un modelo neoliberal que se contrapone a la tesis humanista

defendida por el país, y que las negociaciones CAN –Mercosur no avanzan con la

celeridad, ni con la orientación política, deseadas. Asimismo se crea en diciembre de ese

año la Comunidad Suramericana de Naciones en el marco de la III Reunión de Presidentes

de América del Sur celebrada en Cuzco, Perú, y en la que, de acuerdo al mandatario

venezolano, los Jefes de Estado de la zona “decidieron colocar por delante la bandera de lo

social y trabajar en el corto plazo para un fondo de emergencia social que fue propuesto

por Venezuela y apoyado por todos”.262

En cuanto al caso regional, Venezuela defiende la creación de instrumentos jurídicos que

validen los derechos sociales de la población, teniendo como proyecto primordial la

institucionalización de la “Carta Social de las Américas”, ideada en 2001 desde el Grupo

Parlamentario venezolano del Parlamento Latinoamericano pero que logra entrar en el

debate formal de la OEA en la XXIV Asamblea General de la Organización, celebrada en

Quito, Ecuador, en junio de 2004. El discurso multilateral, particularmente en el caso

regional, deviene cada vez más un discurso enfocado en la lucha contra la pobreza y en el

debate ingente de los temas sociales.

Venezuela, en el seno de la OEA, viene proponiendo que se aborde la temática social y la lucha contra la pobreza como temas prioritarios. No es posible que exista una verdadera democracia donde existan y pervivan tan oprobiosas injusticias y desigualdades sociales. La pobreza, la inequidad y la exclusión social han alcanzado en el Hemisferio niveles sin precedentes, afectando el desarrollo y la gobernabilidad de numerosos países, lo que a su vez se ha traducido en agudos niveles de desnutrición, analfabetismo, propagación de enfermedades y un deterioro económico, social y moral de nuestras sociedades.263

262 Chávez Hugo en Nació la Comunidad Suramericana de Naciones enarbolando la bandera de lo social, 8 de diciembre de 2004, Ministerio de Comunicación e Información, en http://www.minci.gov.ve/noticias-prensa-presidencial/28/7121/nacila_comunidad_suramericana.html (recuperado el 22-12-06). 263 Valero Jorge: Intervención del Embajador Jorge Valero, Representante Permanente ante la Organización de Estados Americanos, Sesión Extraordinaria del Consejo Permanente de la OEA para conocer la situación política de la República de Haití, Washington, DC, 19 de febrero de 2004, en Venezuela ante la OEA, Discursos del Embajador Jorge Valero, op.cit., p.95.

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124

Todas estas iniciativas son adelantadas con objetivos preclaros: desconocer la tesis de la

integración economicista; construir un nuevo modelo de integración con inclusión social;

defender y promover la tesis de la democracia participativa; y exportar la doctrina

bolivariana en la región. Sin embargo, en el caso particular de la integración andina,

Cardozo señala que lejos de consolidar el proyecto bolivariano, la política exterior

venezolana ha más bien contribuido con el alejamiento de la meta de la integración

regional, tanto por su bilateralismo como por la actitud ideologizada impulsada desde

Venezuela.

…pese a la enérgica retórica de unidad latinoamericana y del proyecto del liderazgo bolivariano, la aproximación venezolana de las negociaciones comerciales finalmente ha contribuido a fortalecer la fórmula menos recomendable para conformar el proyecto suramericano. Subregional y regionalmente, en suma, el debilitamiento de la Comunidad Andina no ha significado el despliegue del proyecto de integración bolivariana – excepto en las afinidades no internacionales – ni el fortalecimiento de la posición de Venezuela en el conjunto.264

Aunque la nueva actitud regional es vista desde el gobierno criollo como una vía expedita

para lograr la unión de Suramérica y como un logro de la administración Chávez265, lo

cierto es que desde 2003 se ejecutan acciones exteriores en materia de integración

totalmente alejadas de la concepción prevaleciente antes de 1999: la integración es ahora

vista como un esfuerzo plenamente sociopolítico que sin dejar a un lado lo económico, lo

relega sin embargo al último plano de las prioridades, prevaleciendo además la

complementariedad, entendida en términos de complementación, antes que la competencia.

No es de extrañar que esta integración sociopolítica propugnada por Venezuela se

acompañe entonces de diversas acciones específicas como, por ejemplo, la búsqueda de

mayores canales de participación popular en los esquemas integracionistas o la exportación

en la región de los programas sociales aplicados en el país con éxito relativo.

La utilización de la política exterior venezolana como herramienta para la creación de

vínculos directos con la ciudadanía regional puede apreciarse en la promoción, 264 Cardozo Elsa (2004): Venezuela en la Comunidad Andina: retroceso en tres escalas, en Aldea Mundo, Año 8, N° 16, en http://www.saber.ula.ve/db/ssaber/Edocs/pubelectronicas/aldeamundo/ano8num16/articulo16-3.pdf (recuperado el 22-12-06), p.34. 265 Consultado sobre el ingreso de Venezuela como miembro asociado del Mercosur, el Vicepresidente venezolano José Vicente Rangel opinó en su momento que “existe una política exterior conducida por el Presidente Hugo Chávez muy eficiente, dinámica, que produce resultados sumamente positivos para el país. Hay una verdadera política exterior que antes en la cuarta República, no existía”. Acotaba además que el ingreso de Venezuela es “la importancia que tiene este paso porque es una definitiva vinculación entre la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y el MERCOSUR. Es un paso decisivo para la gran integración latinoamericana”. Vicepresidente: Ingreso a Mercosur anula tesis del aislamiento, 8 de julio de 2004, Radio Nacional de Venezuela, Ministerio de Comunicación y Información, en http://www.rnv.gov.ve/noticias/?act=ST&f=2&t=6596 (recuperado el 22-12-06).

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125

participación y organización de diversos encuentros populares en el marco de reuniones

presidenciales. Es el caso de la III Cumbre de los Pueblos de América, celebrada en el

marco de la IV Cumbre de las Américas en noviembre de 2005, en Mar de Plata –

Argentina, encuentro social que fue aprovechado por numerosos grupos y personalidades,

Chávez incluido, para denunciar al imperialismo norteamericano y para sentenciar la

desaparición del ALCA.266

En el caso de la exportación de los programas sociales venezolanos, responde esta acción a

la evolución de la tercera etapa del cambio político nacional: una vez ideadas e

instrumentadas las Misiones Sociales para atender problemáticas sociales internas, se

incluyen sus logros como parte de la oferta de cooperación venezolana. Así, se evidencia

nuevamente el vínculo entre política interna y política externa en Venezuela: la política

social a lo interno se complementa de una política social a lo externo que, en definitiva,

busca garantizar, promover y defender el cambio político.

Necesariamente lo nacional tiene un impacto internacional, lo cual no se puede esconder. Si este es un plan exitoso a nivel nacional, también va en concordancia con los nuevos esquemas de relación con los demás países, la manera como estamos haciendo las relaciones internacionales, rompiendo paradigmas, yendo mucho más allá de lo exclusivamente comercial […] Cuando hablamos que hay una nueva manera de integrarnos, una integración que va de pueblo a pueblo […] donde los principios fundamentales son la cooperación, la complementariedad y el respeto a la soberanía de los pueblos. Teniendo un plan exitoso, nosotros lo ofrecemos amparados en esos valores de humanismo, que están reflejados en nuestra Constitución.267

La exportación de las Misiones Sociales se hace efectiva con la creación de la Comisión de

Enlace para la Internacionalización de las Misiones Sociales, adscrita al Ministerio de

Relaciones Exteriores, en septiembre de 2005; siendo difícil promocionar todas las

Misiones socioeconómicas en el exterior, por el nivel de complejidad que supone su

instrumentación, es lógico suponer que el gobierno venezolano haya preferido seleccionar

aquellas que pudiesen contar con menor rechazo por parte de los gobiernos de la región, al

tiempo de arrojar resultados positivos; también resulta lógico pensar que, como oferta de

cooperación, la internacionalización de las Misiones se logra cuando algún gobierno de la

región permite su implementación. En este sentido, del conjunto de Misiones Sociales

266 Entre las muchas informaciones disponibles sobre la Cumbre de los Pueblos puede consultarse su convocatoria en http://www.cumbredelospueblos.org/article.php3?id_article=3 (recuperado el 22-12-06). 267 Giménez Gilberto: Las Misiones Sociales en Latinoamérica son expresión del ALBA, entrevista a Gilberto Giménez, Presidente de la Comisión de Enlace para la Internacionalización de las Misiones Sociales, en Política Exterior y Soberanía, Publicación trimestral del Instituto de Altos Estudios Diplomáticos “Pedro Gual”, Año 1, N° 2, Julio – Septiembre 2006, Caracas – Venezuela, p. 48.

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126

creadas, la Misión Milagro268, referida al tratamiento quirúrgico de enfermedades de la

vista, es hasta ahora la Misión venezolana que mayor acogida ha encontrado en América

Latina.

Si bien este programa nace en Venezuela en 2004, la internacionalización de la Misión

Milagro se concreta una vez que los gobiernos de Venezuela y Cuba deciden iniciar su

etapa internacional en julio de 2005269. A partir de aquí la Misión Milagro es presentada

como una de las estrategias de cooperación y solidaridad más acordes con el espíritu del

ALBA, toda vez que los pacientes provienen de las capas más desposeídas de la población

americana y no sufragan ningún costo de la operación. En una primera fase de la

internacionalización los pacientes viajan a Cuba bajo financiamiento venezolano aunque,

ya para el 2005, Venezuela se encuentra en capacidad de intervenir a pacientes

provenientes de diversas latitudes del continente.270

Llegados a este punto del análisis es preciso resaltar que esta política de cooperación, tanto

como el impulso ofrecido a la integración social y a la búsqueda de nuevas alianzas en el

plano mundial, no hubiese sido posible sin el considerable ingreso producto de la renta

petrolera. Tal y como se señalara en líneas anteriores, en esta tercera etapa de la política

exterior el petróleo es usado cada vez más como herramienta de acción exterior lo cual es

posible, sin duda, en vista de la recuperación de la industria y de la mayor autonomía

relativa que esto supone; el petróleo, cuyo manejo no escapa a lo doctrinario, es visto como

un instrumento para consolidar la integración pero también como la manera más idónea de

garantizar la inserción de Venezuela en el mundo. 268 La Misión Milagro es “Es una línea política del Ejecutivo Nacional, que se inicia el 8 de julio de 2004, bajo la rectoría del MSDS fundamentada en los principios de equidad, gratuidad, solidaridad, accesibilidad, universalidad, corresponsabilidad y justicia, que busca solucionar la deuda histórica con las personas que padecen de problemas del área visual respondiendo a estrategias promocionales de salud y calidad de vida, incorporándolos a la vida social, logrando su autonomía y garantizando el Desarrollo Humano Sustentable en el contexto nacional y local.” Visión y Misión de la Misión Milagro, en http://www.msds.gov.ve/msd/modules.php?name=Content&pa=showpage&pid=428 (recuperado el 23-12-06). 269 Misión Milagro, en http://www.misionesbolivarianas.gob.ve/misiones/mision-milagro.html (recuperado el 23-12-06). 270 Aunque no se encontraron cifras exactas para el año 2005, el acumulado de pacientes hasta el 06 de diciembre de 2005 era de 1429 pacientes provenientes principalmente de Colombia, Ecuador, El Salvador y República Dominicana. Misión Milagro: escenario Venezuela – América, en http://www.msds.gov.ve/msd/modules.php?name=Content&pa=showpage&pid=441 (recuperado el 23-12-06). Asimismo, es destacable el número de hospitales venezolanos que para finales de 2005 se incorporan al programa social, incluyendo algunos de renombre nacional e internacional como el Hospital Universitario de Caracas y el Hospital Universitario de Maracaibo. Misión Milagro: escenario Venezuela – Cuba, en http://www.msds.gov.ve/msd/modules.php?name=Content&pa=showpage&pid=434 (recuperado el 23-12-06). Otros datos más específicos sobre el proceso y visión de la internacionalización, así como de estadísticas totales entre los años 2005 y 2006, fueron extraídos del Informe acerca del estado actual de las Misiones Sociales, documento de la Comisión para la Internacionalización de las Misiones Sociales, Ministerio de Relaciones Exteriores, Caracas – Venezuela, S/E.

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127

Con el nacimiento y paulatino crecimiento de la propuesta del ALBA, el petróleo se ha

transformado en uno de los principales motores de este modelo de integración.

Probablemente esta realidad, que se expresa en Petroamérica y otras iniciativas regionales

y que surge de la disponibilidad financiera con que cuenta el país a raíz de los altos precios

del hidrocarburo, es también una manifestación del interés venezolano por utilizar su

fortaleza energética frente al resto de la región, relativamente vulnerable en este aspecto y

proclive a avanzar con mayor voluntad frente a propuestas de cooperación energética.

Todas las iniciativas energéticas que se adelantan en la zona resultan para Venezuela, pues,

una manera de viabilizar el ALBA sin que ello signifique que todos los países beneficiarios

hayan adherido expresamente a los principios rectores de ese modelo.

Alrededor de Petroamérica, que es entendida como el proyecto marco de cooperación

energética en la región y que fue concebida inicialmente como una empresa multinacional

integrada por las empresas petroleras estatales de la región, se construyen otras iniciativas

energéticas más concretas, ya bilaterales ya multi-estatales, con la misma concepción

preferencial de cooperación desde el país bolivariano. La idea es contribuir con la

transformación de las sociedades latinoamericano-caribeñas dentro de un proceso integral

“que promueva la eliminación de las desigualdades y el fomento de una mejor calidad de

vida”271. Así, surgen Petrocaribe, Petroandina y Petrosur, tres proyectos sub-regionales que

han conocido distintos progresos desde su enunciación.

Petrocaribe es ideado como un acuerdo de cooperación tendiente a contribuir con la

seguridad energética, el desarrollo socioeconómico y la integración de los países del

Caribe sobre la base de los principios del ALBA. Nace formalmente en junio de 2005

cuando trece países del Caribe suscriben el acuerdo de creación mediante el cual

Venezuela se compromete a suministrar cerca de 190.000 barriles diarios de crudo a las

naciones caribeñas; además, Petrocaribe mejora las condiciones del Acuerdo Energético de

Caracas de 2000, ampliando el lapso de pago de la factura petrolera de quince a veinticinco

años y extendiendo el período de gracia de uno a dos años, entre otros. 272 Como punto

focal de la cooperación, se crea igualmente el Fondo ALBA – Caribe, destinado al 271 Hernández – Barbarito María (2006): Petroamérica y la integración energética de América Latina y el Caribe, documento de uso académico, Instituto de Altos Estudios Diplomáticos “Pedro Gual”, Ministerio de Relaciones Exteriores, Caracas – Venezuela, S/E, agosto 2006. 272 Idem. Los signatarios son Venezuela, Jamaica, Antigua y Barbuda, Belice, Cuba, Dominica, Grenada, Guyana, República Dominicana, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas y Surinam.

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128

financiamiento de programas sociales en la sub-región y que se constituye sobre el aporte

inicial de cincuenta millones de dólares americanos de Venezuela; a través de este Fondo

se ha iniciado la construcción de algunas obras importantes como un Centro Oftalmológico

en Jamaica.273

Petroandina surge en 2005 como una iniciativa para vincular el sector de los hidrocarburos

de las naciones integrantes de la CAN, aunque el progresivo distanciamiento venezolano

de este esquema integracionista conlleva obligatoriamente a otorgar poco interés a la

integración energética andina. En el caso de Petrosur, a partir de 2005 se pretende construir

la plataforma energética de los países del Mercosur, iniciativa que contrariamente a la

anterior logra concretarse paulatinamente luego del ingreso de Venezuela como miembro

asociado al esquema sureño; las primeras acciones de Petrosur se adelantan entre

Venezuela y Argentina, cuando se negocia la reparación y construcción de tanqueros

venezolanos en suelo gaucho.274

Pero no sólo en el plano regional aparece el petróleo como dinamizador de la actuación

internacional venezolana. Convencido de la necesidad de un mundo multipolar y a partir

de las desavenencias crecientes con Estados Unidos, el gobierno del presidente Chávez

reafirma en esta tercera etapa su búsqueda de mercados alternativos para el crudo

venezolano, lo que combina, a juicio de Bautista Urbaneja, con el criterio de maximizar la

renta petrolera275. De esta manera, el afianzamiento de las relaciones bilaterales con

potencias o países en vías de devenirlo parece ser visto desde dos ópticas complementarias:

por un lado, se quiere hacer explícita la diversificación de los mercados importadores, tal y

como lo señalara el propio Chávez en diciembre de 2004 ante un grupo de empresarios

chinos al comentar que “ahora somos libres para poner el petróleo [venezolano] a

disposición de la gran patria china”.276 Por otro lado, y gracias a la importante renta

petrolera, se incrementa el intercambio comercial con estos países como una manera de

garantizar alianzas y amistades proclives al proceso de cambio político emprendido en

Venezuela. A esto habrá que sumarle, de manera lógica, el continuo esfuerzo en el seno de 273 Idem. 274 Idem. 275 Bautista Urbaneja Diego (2005): La política exterior de Venezuela, Real Instituto Elcano de estudios internacionales y estratégicos, ARI N| 41/2005, 31/03/05 en http://www.realinstitutoelcano.org/analisis/712/Urbaneja%20pdf.pdf (recuperado el 23-12-06). 276 Zweig David y Jianhai BI (2005): China’s global hunt gor energy en Foreign Affairs, Septiembre/ Octubre 2005, Volumen 84, N° 5, Estados Unidos, p.33.

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la OPEP por preservar el precio del crudo y disminuir la producción cuando fuere

necesario.

Otra arista de la presencia del petróleo como herramienta de acción exterior, y quizá la más

criticada, es la utilización abierta de la renta petrolera para efectuar donaciones a otros

países o la participación venezolana en proyectos foráneos que impliquen financiamiento

directo, lo cual es visto más que como un mandato constitucional, como una muestra de

generosidad altruista que sigue la línea de construir, o mantener, amistades e influencias

internacionales.277

Estas iniciativas energéticas, ergo, la presencia del petróleo como punto focal de la agenda

externa, es lo que Shifter278 denomina la “diplomacia petrolera agresiva de Chávez” y que

nosotros preferimos catalogar como diplomacia energética venezolana. Para Shifter, el

presidente venezolano ha ganado influencia internacional, particularmente regional, gracias

al dinero petrolero y al “anti-americanismo” que propugna, lo que incluso le otorga

responsabilidad en el resurgimiento de la izquierda en América Latina. Lo cierto es que la

presencia del petróleo en la política exterior venezolana desde 2003 ha permitido

consolidar la presencia venezolana en la arena internacional, permitiendo – al igual que a

lo interno – que mayores recursos petroleros sean utilizados en el financiamiento de

proyectos sociales pero dejando abierta una brecha de opinión que aprecia en la política

petrolera nacional una “política muy generosa hacia ciertos gobiernos […] cuyo favor

político se quiere asegurar”.279

No debe dejarse a un lado la permanente retórica bolivariana que acompaña el uso del

petróleo: la diplomacia energética no escapa al componente doctrinario y se ve cargada de

imágenes y principios asociados a la integración, humanismo, soberanía y anti-

imperialismo. En relación al último principio, el anti-imperialismo o anti-hegemonía,

pudiera pensarse que la relación energética con Estados Unidos sufre alguna variación en

esta tercera etapa como consecuencia de un endurecimiento de la política exterior 277 Ejemplo de esto sería la compra, en 2005, de varios cientos de millones de deuda argentina o la donación de importantes recursos en varias coyunturas internacionales, como la tragedia del huracán Katrina en Estados Unidos a finales de 2005, que motivó la donación de un millón de dólares más otros equipos a la población afectada de Nueva Orleáns. Bautista Urbaneja, op.cit; Venezuela dona un millón de dólares a EEUU para tragedia en Nueva Orleáns, 1 de septiembre de 2005, Radio Nacional de Venezuela, Ministerio de Comunicación y Información, en http://www.rnv.gov.ve/noticias/index.php?act=ST&f=2&t=22794 (recuperado el 23-12-06). 278 Shifter Michael (2006): In search of Hugo Chávez en Foreign Affairs, Mayo/ Junio 2006, Volumen 85, N° 3, Estados Unidos. 279 Bautista Urbaneja, op.cit., p.3.

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doctrinaria; sin embargo, sigue prevaleciendo una lógica pragmática en la relación

energética Venezuela – Estados Unidos basada indudablemente en la dependencia mutua

que ambos países se ven en la obligación de mantener: Venezuela no cuenta todavía con

suficiente seguridad para sustituir a Estados Unidos como principal mercado de consumo

petrolero, mientras que Estados Unidos, cada vez más comprometido con su invasión a

Irak iniciada en 2003, debe mantener fuentes cercanas de energía.

A pesar de esa dependencia energética, en la esfera política el panorama es diametralmente

opuesto: Estados Unidos, receloso de su seguridad energética y de sus acciones

internacionales, ve con creciente malestar a un gobierno que lo crítica permanentemente;

Venezuela, por su parte, continúa consolidando su política exterior doctrinaria, en clara

contraposición a la influencia estadounidense en el mundo y a través de acciones que

muchas veces son percibidas como desafíos para la administración de George W. Bush.

Desde el año 2004 Washington ha profundizado esas críticas [frente a emisiones verbales de la administración venezolana] sin llegar a la ruptura ni a la desclasificación del Gobierno venezolano. Es por ello que pudiera pensarse que la generación de diferencias estratégicas entre ambos países, al dejar Venezuela de ser un país seguro y confiable para pasar a ser un país sospechoso, significa en términos generales la concreción de una desconfianza cada día mayor por parte del gobierno del presidente Bush, dada la conducta externa e interna del Gobierno del presidente Chávez. Esta sospecha se basa principalmente en el hecho del acercamiento a Cuba, en la promoción de la democracia participativa, en el desarrollo de un modelo económico de clara orientación estatista y en la búsqueda por parte de Venezuela, de una política exterior más diversificada y promotora de un mundo multipolar, sin la presencia relevante de Estados Unidos.280

Estas acciones características de la política exterior venezolana, cargadas de una fuerte

dosis de bolivarianismo, enfrentan permanentemente a ambos gobiernos y llevan a

Venezuela a redefinir por completo la prioridad que juega Estados Unidos para el Estado

venezolano: si antes de 1999 la relación con el país norteño constituía uno de los objetivos

de la política exterior, el avance del cambio político en el país lleva a que Estados Unidos

sea visto como un socio meramente comercial que, idealmente, debería ser sustituido. La

confrontación de los dos países podría resumirse de acuerdo a lo que Romero identifica

como tres malentendidos en sus percepciones externas: diferentes visiones del mundo,

diferentes visiones hemisféricas y diferentes visiones sobre las relaciones bilaterales.281

280 Romero (2006), op.cit., p.168. 281 Idem.

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La divergencia de criterios es reforzada, a su vez, por dos aspectos: Estados Unidos ha

mantenido, principalmente después de 2003, una posición errática hacia Venezuela, unas

veces ignorando otras veces respondiendo verbalmente a las acciones de la diplomacia

venezolana y de su principal líder, con lo cual no ha permitido construir espacios de

consenso bilateral282. Por otra parte, nuevos indicios de la participación de Estados Unidos

en la esfera política nacional283 refuerzan el endurecimiento, tanto bilateral como

multilateral, del discurso venezolano frente al socio del norte y distancia la posibilidad de

un trato, al menos respetuoso, entre ambas naciones.

Se han creado [en Venezuela durante siete años] más de 700 mil puestos de trabajo, reduciéndose el desempleo en 9 puntos porcentuales, todo esto en medio de agresiones internas y externas, que incluyeron un golpe militar facturado en Washington, y un golpe petrolero facturado también en Washington, pese a las conspiraciones, a las calumnias del poder mediático y la permanente amenaza del imperio y sus aliados, que hasta estimula el magnicidio.284

Así como con Estados Unidos se redimensiona el criterio de prioridad y se recrudece la

tensión, hacia otros socios tradicionales también se modifica la percepción venezolana.

Siguiendo la pauta de distanciarse del esquema de integración andino, la política exterior

criolla desplazará la alianza sub-regional andina en beneficio de los países del sur de

América lo cual, sin hacer desaparecer los históricos lazos de comercio, influirá en una

toma de decisiones más desapegada de la clásica reserva y estabilidad vecinal. Nos

referimos esencialmente a Colombia, principal socio comercial no petrolero de Venezuela,

cuya relación conoce importantes altibajos durante esta tercera etapa de la política exterior.

Los mismos temas que distancian a Venezuela y Colombia en la segunda etapa de la

política exterior (visiones disímiles de integración regional, el tema de la guerrilla, la

concepción de seguridad vis-à-vis el Plan Colombia) continúan haciendo mella en la

relación bilateral, sobre todo luego de la llegada del conservador Álvaro Uribe a la

presidencia neogranadina, en agosto de 2002, quien plantea un fortalecimiento de la

282 Idem; Shifter, op.cit. 283 “Entre el año 2002 y 2003 el gobierno de George Bush destinó, a través de la NED [Nacional Endowment for Democracy], 800 000 dólares para “promover la democracia en Venezuela”. Los fondos fueron destinados a la Central de Trabajadores, Momento de la Gente, Instituto de Prensa y Sociedad, Primero Justicia, Liderazgo, Visión y Acción Campesina, como consta en su página web. La NED también ha financiado al Centro de Justicia y Derecho Internacional (CEJIL), para que promueva denuncias contra el Gobierno venezolano – en materia de derechos humanos – ante el sistema interamericano.” Lagarde M.H. (2004): Venezuela vs. Cia en S/A (2004): Venezuela dijo ¡NO!, op.cit., p.111. 284 Chávez Hugo: Discurso del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela con motivo de la LX Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, Sede de la ONU, Nueva York, 15 de septiembre de 2005, en 2005: “Año del salto adelante”, Selección de Discursos del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Tomo VII, Ediciones de la Presidencia de la República, Caracas – Venezuela, 2005, p. 485.

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cooperación con Estados Unidos y reitera “que la vía militar es el instrumento principal

para acabar con el conflicto interno”285, lo que supone un aumento del armamento militar

colombiano y el subsecuente desequilibrio bélico frente a Venezuela.

Tal desequilibrio en materia militar, sumado indudablemente al deseo manifiesto de

preparar la Fuerza Armada ante cualquier amenaza externa, conducen a la aparición de una

nueva modalidad, también sustentada en la cuantiosa renta petrolera, para la política

exterior venezolana a partir de 2003: la armamentista. Aunque en períodos anteriores era

frecuente la compra de armas, mayormente cuando se percibía un desequilibrio frente a

países vecinos, la administración Chávez ha sido particularmente activa en la adquisición

de armamento y en la diversificación de las fuentes de abastecimiento bélico.

Distanciándose a paso creciente de la alianza militar con Estados Unidos, Venezuela

decide abastecerse de armas en otros mercados como Brasil (a quien se compran aviones

de combate), España (mediante la compra de corbetas y lanchas) o Rusia, adquisición que

para Bautista Urbaneja286 es más llamativa que las anteriores.

Siguiendo el norte de la multipolaridad, Venezuela intensifica en esta tercera etapa sus

relaciones con la antigua potencia enemiga de Estados Unidos ya no sólo a través de

relaciones comerciales y energéticas sino también a través de relaciones militares; en su

tercera visita a Moscú, en noviembre de 2004 – las dos primeras fueron durante el año

2001 -, Chávez incorpora dentro de su agenda de trabajo el tema de la seguridad y la

defensa. Ya para 2005 se concreta la adquisición venezolana de cien mil fusiles AK 103 y

104, cerca de 50 helicópteros además de proyectar la compra de aviones de guerra MIG 29.

Este último dato, de acuerdo a Bautista Urbaneja, “es más difícil de entender. No parece

que Venezuela maneje hipótesis de guerra que hagan pertinente la adquisición de ese

armamento, como no sea para mantener sobre Colombia un márgen de ventaja en fuerza

aérea”.287

Aunque la dotación de armamentos ha sido justificada por el gobierno venezolano como

una medida normal en función de la modernización de su Fuerza Armada, el incremento de

el instrumental bélico nacional plantea un doble desafío para la relación con Colombia: al

285 Romero (2006), op.cit., p.149. 286 Bautista Urbaneja, op.cit. 287 Idem., pp. 2-3.

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alejarse de Estados Unidos en la compra de armas, Venezuela manifiesta nuevamente su

divergencia frente a Colombia en materia de seguridad regional; asimismo, al no tener

Venezuela una postura definida hacia el uso de las armas en la frontera binacional como

obstáculo para el avance de los grupos armados colombianos, la compra de armas, sobre

todo aquellas de guerra, se traduce en una mayor desconfianza colombiana hacia un vecino

que no parece lo suficientemente cooperante en su conflicto interno. En todo caso, la arista

armamentista de la política exterior debe ser, al igual que el resto de las acciones

venezolanas, entendida dentro de la lógica de la soberanía y el anti-imperialismo

doctrinales.

A pesar de los desencuentros en el caso armado, el principal nudo gordiano en las

relaciones colombo – venezolanas en esta etapa de la política exterior está referido al caso

Granda, situación que, mutatis mutandi, bien podría catalogarse como el primer incidente

de magnitudes trascendentes luego del episodio del Caldas en 1987. Rodrigo Granda,

conocido para muchos como el canciller de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias

de Colombia), es capturado el 13 de diciembre de 2004 en Caracas por agentes

colombianos, lo que genera una severa crisis diplomática entre los dos países frente a las

explicaciones poco convincentes, para Venezuela, otorgadas por Colombia.288

Desde entonces hasta el mes de febrero de 2005 las relaciones bilaterales estuvieron en su

punto más bajo y la atención regional se enfocó en la resolución del conflicto: Venezuela,

que alega el irrespeto a su soberanía, exige disculpas formales que el gobierno de Uribe se

niega a ofrecer, manteniendo firme su posición de combate a la guerrilla. El momento más

álgido de la crisis se produce el 14 de enero de 2005 cuando el presidente Chávez decide

retirar su embajador de Bogotá y suspende las relaciones comerciales con Colombia, hecho

sin precedentes en la historia binacional. Luego de un intenso período de declaraciones

gubernamentales de los dos lados, así como de llamados regionales a la normalización de

las relaciones, un encuentro presidencial entre Chávez y Uribe el 15 de febrero de 2005 en

Caracas da por terminada la crisis.

288 Una muy buena cronología del caso Granda, así como un análisis del conflicto bilateral desde la teoría de la negociación se encuentra en Monsalve Tulio (2005): Conflicto y Negociación. Caso: Chávez – Uribe – Granda, Editores Vadell Hermanos, Venezuela. Los principales fechas citadas provienen de este texto.

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Aunque a partir de esta fecha se recupera la relación, indudablemente gracias al millonario

intercambio comercial transfronterizo que obliga a los dos países a entenderse, es

importante destacar el distanciamiento de la política exterior venezolana de la clásica

reserva vecinal, lo que no supone sin embargo, la búsqueda de conflictos agonales o

decisiones extremas. En noviembre de 2005, un nuevo encuentro Chávez – Uribe en

Cartagena de Indias permite dialogar sobre temas energéticos, frontera y transporte.289

Con Suramérica, por el contrario, las relaciones conocen un significativo impulso, lo que

se explica por el ingreso de Venezuela al Mercosur pero por encima de todo por la llegada

al poder de diversos líderes que hacen sinergia con el mandatario venezolano. Luego de

Lula en Brasil, quien toma posesión de su cargo en enero de 2003, llega a la presidencia

argentina Néstor Kichner en mayo del mismo año. A partir de entonces empieza a hablarse

de una alianza tripartita que hace resurgir la izquierda continental y que fortalece la

posición venezolana en la subregión: sin Lula ni Kichner es muy probable que el ingreso

expedito de Venezuela al Mercosur no se hubiese concretado, tanto como es igualmente

probable que el mismo Chávez no hubiese enfocado su atención en el esquema de

integración del sur.

La empatía principal de Chávez con sus homólogos brasileño y argentino se debe

primeramente al discurso social que los tres mandatarios abrazan, así como al impulso de

una integración con mayor componente político. La política exterior venezolana prioriza

pues las relaciones comerciales y políticas con estos dos países, llegando incluso a

cooperar financieramente mediante la compra de bonos en la delicada situación de la deuda

argentina.290

Además de Brasil y Argentina, la actuación internacional venezolana post 2003, tanto

oficial como oficiosa, se dirigirá hacia otras latitudes de la subregión con el objeto de

consolidar esa izquierda recién resurgida y ofrecer apoyo a otros líderes populares que, en

el peor de los casos, pudieran simpatizar con el cambio político adelantado en Venezuela,

289 Romero (2006), op.cit. 290 Bautista Urbaneja, op.cit. En el caso de Brasil puede señalarse que “las relaciones comerciales […] crecen aceleradamente, lo cual se refleja en su balanza comercial, pasando Brasil a estar entre los 5 primeros socios de Venezuela. A ello se agrega la alianza energética y las inversiones brasileñas en el país como la del Puente sobre el Río Orinoco”. Bolívar Reinaldo: Lula en Caracas, RNV Noticias, 25 de agosto de 2003 en Bolívar Reinaldo (2005), op.cit., p.80.

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135

o, en el mejor de los casos, compartir las tesis políticas defendidas por el proyecto-país

“bolivariano”.

Así que todas aquellas voces de que Venezuela está aislada, de que Venezuela se queda sola, de que Venezuela está excluida del sistema interamericano, ahí tienen la más cruda y clara verdad. Hoy más que nunca las posiciones de Venezuela son asumidas ya no sólo por otros gobiernos, y no me limito sólo a Brasil y Argentina, hemos oído discursos y actitudes y diálogos que hemos sostenido, por ejemplo, con el Presidente de Paraguay, Nicanor Duarte Frutos […], y otros liderazgos, no necesariamente en el rango presidencial.291

Hacia Ecuador, por ejemplo, Venezuela y su Presidente se mostrarán complacidos por la

llegada a la primera magistratura del ex militar Lucio Gutiérrez en 2003, aunque poco

tiempo después esta complacencia se tornará en distanciamiento ante lo que Caracas

seguramente aprecia como un desvío de las propuestas originales del mandatario

ecuatoriano: no por casualidad, luego de ser desplazado del poder en 2005, Gutiérrez llega

a expresar que Chávez “pudo haber estado detrás de su derrocamiento como jefe de

Estado”292, haciendo alusión al posible apoyo de Venezuela a los grupos sociales que

promovieron su salida de la presidencia. Si bien es difícilmente comprobable la

participación venezolana en este suceso, no es menos cierta la simpatía del gobierno por

grupos populares latinoamericanos con aspiraciones políticas; ello se traduce, como ya se

ha visto, en el impulso a una diplomacia informal que se acerca directamente a los pueblos.

Esta diplomacia informal se expresa igualmente en el continuo intercambio con el

movimiento popular boliviano de Evo Morales, líder cocalero que asume la dirigencia de

la mayoría de la población indígena de su país y que visita en sucesivas oportunidades a

Caracas durante 2005, aflorando así la suspicacia sobre la asesoría venezolana en el

proceso boliviano.

Tanto el gobierno de Chávez como Morales han negado cualquier injerencia del gobierno venezolano en las actividades del líder cocalero, como no sea una ostensible afinidad ideológica, aunque resulta verosímil que el movimiento que encabeza Morales haya contado con la cooperación, al menos económica, del gobierno venezolano. […] Pero en Venezuela se da por sentado que tal colaboración existe y las negativas del gobierno son tenidas como retóricas.293

291 Chávez Hugo: Discurso del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela con motivo del Mensaje Anual a la Asamblea Nacional, Palacio Federal Legislativo, 15 de enero de 2004, en 2004: “Año de la gran victoria popular y revolucionaria”, Selección de Discursos del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Tomo VI, Ediciones de la Presidencia de la República, Caracas – Venezuela, 2005, p. 26. 292 Gutiérrez acusa a Chávez por Golpe de Estado en Ecuador, Editorial Cadena Global, 26 de septiembre de 2005, en http://www.vcrisis.com/index.php?content=esp/200509270914 (recuperado el 22-12-06). 293 Bautista Urbaneja, op.cit., p. 2.

Page 142: TESIS. SISTEMA POLÍTICO Y POLÍTICA EXTERIOR EN VENEZUELA 1999 2005

136

Apoyando o no a Morales y a otros grupos populares de la región, en cualquier caso el año

2005, en América del Sur, se presenta indudablemente distinto a como Chávez la consigue

en 1999: más allá de los casos de Brasil y Argentina, Paraguay – con Nicanor Duarte desde

2003 –, Uruguay – con Tabaré Vázquez como vencedor en las urnas electorales a finales

de 2004 –, y Bolivia – en donde Morales logra a finales de 2005 la presidencia del país –

ofrecen una realidad geopolítica mucho más favorable para el diseño y ejecución de una

política exterior doctrinaria. Se concatena una vez más la dialéctica sistema internacional –

política interna – política exterior: ante una realidad regional favorable y la consolidación

del cambio político en Venezuela, la política exterior del país puede reflejar ambas

realidades.

Antes de pasar a una breve revisión de la relación política interna – política externa en el

período 2003-2005, es menester señalar la estrecha vinculación que continúan

manteniendo Venezuela y Cuba. Con amplia participación en la estructuración de las

Misiones Sociales a nivel interno, e incluso en su fase internacional como se ha visto, la

nación caribeña tiene fuerte presencia en su par venezolana, lo cual se traduce en una

íntima relación de reciprocidad y creciente intercambio comercial: en el 2005 el comercio

bilateral fue de 2200 millones de dólares, drásticamente superior al de 1999 que se ubicaba

en 450 millones de dólares294. A partir de la empatía ideológica, la política exterior

venezolana hacia el mundo es diseñada muchas veces en consonancia con la alianza

cubana: la creación del ALBA, el anti-imperialismo, la proyección de las revoluciones

venezolana y cubana o la promoción de la diplomacia informal, son ideas y acciones

emprendidas conjuntamente.

La alianza cubano – venezolana ha sido fuertemente criticada por la oposición venezolana,

tanto nacional como internacionalmente, por dos razones fundamentales: la primera de

ellas, de tipo económico, está asociada con la desigual participación de los dos países en la

balanza comercial; en efecto, la mayor parte de la cifra antes citada corresponde al petróleo

y derivados que son enviados a la isla bajo condiciones preferenciales. La segunda, de tipo

político, se refiere al oxígeno que Venezuela otorga al gobierno de Fidel Castro con el

subsecuente temor de que “el modelo político venezolano transite por los cauces del

294 Romero (2006): op.cit., p.160.

Page 143: TESIS. SISTEMA POLÍTICO Y POLÍTICA EXTERIOR EN VENEZUELA 1999 2005

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modelo cubano”295. En todo caso, para el presidente Chávez y su estilo internacional

doctrinario, la política exterior hacia Cuba no puede sino recrear una referencia de

solidaridad para los pueblos del mundo. 296

Pasando ahora a la situación interna venezolana y a su relación con la política exterior

desarrollada entre el 2003 y 2005, no puede perderse de vista que toda la instrumentación

internacional de Venezuela en este período guarda vínculo directo con el avance del

cambio político. Tal y como señalamos al inicio del capítulo, la retoma de PDVSA luego

del paro petrolero de diciembre de 2002 e inicios de 2003 permite al gobierno nacional

hacer del petróleo la herramienta de acción exterior que hemos evidenciado en las líneas

precedentes. Pero así como la presencia venezolana se fortalece en el escenario

internacional a través de la renta petrolera, otros factores coadyuvan a mantener vigente el

“tema Venezuela” aparecido otrora al fragor de la crisis política de 2001-2002.

La pugna hegemónica entre partidarios y opositores a los cambios emprendidos bajo la

presidencia de Hugo Chávez, fomenta la permanente atención internacional,

principalmente regional, sobre la situación en Venezuela. Tanto es así que a la facilitación

del Secretario General de la OEA en el marco de la Mesa de Negociación y Acuerdos, se

sumará la creación, en enero de 2003, de un “Grupo de Amigos de Venezuela” integrado

por Brasil, Chile, España, Estados Unidos, México y Portugal para ayudar a disminuir la

tensión entre los sectores enfrentados y asegurar el respeto de los acuerdos logrados. Este

esfuerzo se complementará asimismo en mayo de 2003 mediante un acuerdo firmado, bajo

instancias internacionales, entre gobierno y oposición para encauzar la diatriba política en

el marco constitucional, lo cual constituye un avance significativo.

En mayo de 2003, gobierno y oposición, con los auspicios de la OEA, el Centro Carter y el PNUD [Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo], firmaron un acuerdo donde se comprometieron a encontrar una salida a la crisis política dentro de las pautas establecidas por la Constitución de 1999. En el punto 12 de ese acuerdo, explícitamente se comprometieron a respetar y seguir los requisitos del artículo 72 de la Constitución, que se refiere a los referendos revocatorios, y en el 13, a hacer esfuerzos para designar los miembros de un nuevo CNE.297

295 Idem., p. 160. 296 “Hemos tenido la suerte los venezolanos, la Revolución venezolana ha tenido la suerte de conseguirse en su camino a una hermana mayor, la Revolución cubana; a un pueblo hermano que ha venido a fortalecer y a reforzar las luchas y los logros que modestamente hemos venido logrando estos años.” Chávez Hugo, Palabras del Presidente en el X Aniversario de su visita a Cuba, 14 de diciembre de 2004, en Elizalde Rosa y Baéz Luis (2005): El Encuentro, op.cit., p.180. 297 López Maya (2005), op.cit., p. 285.

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138

Al igual que en la etapa anterior de la política exterior, y a pesar del acuerdo suscrito con la

oposición, la vigencia del “tema Venezuela” lleva al gobierno a mantener una política

exterior informativa y de denuncia ante lo que considera injerencias en el proceso interno

venezolano. De hecho, las divergencias entre Venezuela y Estados Unidos, por ejemplo,

motivan en más de una ocasión declaraciones de parte y parte que son apreciadas, en el

caso venezolano, como un irrespeto a la soberanía nacional. Si bien las aireadas respuestas

criollas se conjugan con la línea discursiva anti – imperialista característica del gobierno de

Chávez298, ello evidencia igualmente que la situación de Venezuela continúa siendo centro

de atención allende sus fronteras, tal y como lo evidencian algunos análisis de reconocidos

intelectuales internacionales de cara al Referéndum presidencial, que evalúan el proceso

referendario desde una perspectiva dicotómica entre el progreso – representado por el

cambio político sugerido por Chávez –, y el retroceso – representado entre otros por la

influencia estadounidense – de Venezuela y América Latina en general.

El 15 de agosto de 2004, los electores venezolanos tomarán una decisión en un referendo, que es de suma importancia histórica y estratégica a nivel mundial. […] El referendo en Venezuela surge como un importante choque entre: los Estados Unidos y la OPEP, el imperialismo estadounidense y nacionalistas latinoamericanos; el neoliberalismo y el nacionalismo social; entre autoritarias elites gobernantes respaldadas por Estados Unidos y trabajadores urbanos, desempleados, pequeños comerciantes, trabajadores rurales sin tierra y pequeños campesinos endógenos, socialmente conscientes. 299

Respetando los requisitos constitucionales, y luego de un proceso observado

cuidadosamente por el Grupo de Amigos y otras instancias internacionales como el Centro

Carter300, se lleva a cabo la primera experiencia revocatoria presidencial en agosto de

298 Una muestra del duro discurso en contra de Estados Unidos y el imperialismo es el pronunciado por Chávez en una marcha organizada en febrero de 2004: “El principal objetivo de esta monumental concentración, previa marcha, es decirle “No” al intervencionismo yanqui en Venezuela. Es decirle “¡Basta!” al gobierno del señor George W. Bush, gobierno intervencionista, invasor y colonialista como pocos han pasado por la Casa Blanca. [… ] Señor Bush, usted y su camarilla, que han estado apoyando aquí la desestabilización económica; que han estado violando nuestra soberanía, que han estado haciendo todos los esfuerzos para derrocar al gobierno legítimo de Venezuela, ha tenido usted una respuesta en el pasado reciente, aquí la tiene hoy señor Bush.” Chávez Hugo: Discurso del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela con motivo de la marcha – concentración “Venezuela se respeta”, Autopista Francisco Fajardo, Caracas, 29 de febrero de 2004, en 2004: “Año de la gran victoria popular y revolucionaria”, op.cit., p.133. 299 Petras James (2004): El mundo en juego en S/A (2004): Venezuela dijo ¡NO!, op.cit., pp. 33-34. En este libro también se consiguen otros artículos, en la misma línea, de intelectuales como Eduardo Galeano o Ignacio Ramonet. 300 Durante su trabajo, el Grupo de Amigos emite sucesivas declaraciones ante las diversas etapas de la convocatoria del Referéndum Presidencial. Un ejemplo de esto se encuentra en la declaración emitida luego del proceso de verificación de ciertas firmas – consideradas no totalmente válidas – por parte del Consejo Nacional Electoral en junio de 2004. En esta ocasión refieren: “El Grupo de Amigos del Secretario General de la OEA para Venezuela, compuesto por Brasil, Chile, España, Estados Unidos de América, México y Portugal, acompañó con atención el proceso de verificación (“reparos”) de las firmas recogidas para la eventual convocatoria de referendos revocatorios, de conformidad con el Artículo 72 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. El Grupo de Amigos observa con satisfacción que el período de verificación, llevado a cabo del 21 al 31 de mayo, se realizó conforme a lo previsto, lo cual constituyó una etapa

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2004, cuando el presidente Chávez ratifica su mandato en un proceso refrendado por

numerosos observadores internacionales. Esta victoria, agregada al triunfo en las

elecciones regionales de finales de 2004, conlleva al fortalecimiento de la nueva

hegemonía de poder instaurada en 1999 y, por ende, al fortalecimiento de su práctica y

retórica internacionales. Se entiende entonces que a lo largo de los años 2004 y 2005 la

política exterior consolide su carácter doctrinario.

Este fortalecimiento de la nueva hegemonía de poder y del cambio político influyen sin

duda en la redimensión institucional que conoce el Ministerio de Relaciones Exteriores a

partir de 2005. Manejando Venezuela una agenda externa mucho más amplia que antaño, y

con el preclaro objetivo internacional de la multipolaridad, el 2005 es recibido por la

Cancillería venezolana con un denso proceso de reestructuración del que surgen cinco

Despachos de Viceministros – antes existía sólo un Viceministro – para atender cinco áreas

geográficas estratégicas del mundo: América Latina y el Caribe, Europa, África, América

del Norte y Asuntos Multilaterales y Asia, Medio Oriente y Oceanía. A través de esta

división geográfica se espera garantizar la desconcentración de tareas con miras a

repotenciar las relaciones de Venezuela con cada región y hacer efectiva la aparición de un

orden internacional multipolar.

En el caso de África, por sólo citar ese ejemplo que también es extensible a la zona de Asia

con China, Rusia e India, el fortalecimiento de las relaciones bilaterales es notable luego

de la aparición del Viceministerio: en tan sólo ocho meses de gestión se logran establecer

relaciones diplomáticas con tres naciones – República Democrática del Congo, República

Democrática Somalí y República de Níger –, y concretar acuerdos de cooperación con seis

países – Malí, Sudán, Egipto, Senegal, Costa de Marfil y Benín – del continente en las

áreas política y cultural301. Todo ello se enmarca dentro de lo que se conoce como la

“Agenda África” que es un “conjunto de acciones diplomáticas, culturales, educativas, de

importante en la búsqueda de una solución pacífica, democrática, constitucional y electoral para la situación política de Venezuela.” Comunicado del Grupo de Amigos del Secretario General de la OEA para Venezuela, 1 de junio de 2004, en http://www.oas.org/OASpage/press_releases/press_release.asp?sCodigo=VE-0601S (recuperado el 20-11-06). 301 A dos años de la Agenda África, documento de investigación producido por el Equipo de Investigación y Análisis Estratégico del Instituto de Altos Estudios Diplomáticos “Pedro Gual”, Ministerio de Relaciones Exteriores, 2007, Caracas – Venezuela.

Page 146: TESIS. SISTEMA POLÍTICO Y POLÍTICA EXTERIOR EN VENEZUELA 1999 2005

140

salud y de cooperación en varios aspectos, y sobre todo el hecho de reconocernos como

afrodescendientes”.302

A tono con las características de la tercera etapa del política exterior, y con el uso del

petróleo como herramienta de acción internacional, el redimensionamiento de la

Cancillería es orientado a partir de noviembre de 2004 por un nuevo Ministro altamente

versado en la materia petrolera y en las relaciones mundiales: Alí Rodríguez Araque, quien

viene de desempeñarse anteriormente como Ministro de Energía y Minas, Secretario

General de la OPEP y Presidente de PDVSA. Con Rodríguez Araque a la cabeza, la

política exterior venezolana logra engranar sus acciones con la materia petrolera y

desarrollar todo el plan de cooperación energética hacia América Latina pues “la

integración energética debe ser el eje de la integración suramericana”.303

La reestructuración de la Cancillería, y la selección de Rodríguez Araque para dirigirla,

permiten al Ministerio recuperar relativa importancia en el diseño de la política exterior, en

la medida en que los cinco Viceministros designados pueden adelantar planes de trabajo,

siempre en consulta con la Presidencia de la República, que contribuyan a honrar los

intereses nacionales previstos en la Constitución. Sin embargo, y siguiendo la característica

ya presente en la segunda etapa, la ascendencia del presidente sobre la formulación y

ejecución de la política exterior se ha reforzado entre 2003 y 2005; en fin de cuentas, el

liderazgo y estilo de Hugo Chávez en la esfera política interna explican que su rol sea

igualmente influyente en el ámbito externo del país.

2.4. El estilo diplomático de Venezuela luego de 1999.

En el primer capítulo de este trabajo, al analizar la relación entre el cambio político y la

política exterior, apreciábamos el estilo diplomático como una de sus tres dimensiones

302 Bolívar Reinaldo: Los africanos ven con mucho interés el despertar de las relaciones con Venezuela, entrevista a Reinaldo Bolívar, Viceministro de Relaciones Exteriores para África, en Política Exterior y Soberanía, Publicación trimestral del Instituto de Altos Estudios Diplomáticos “Pedro Gual”, Año 1, N° 1, Enero – Marzo 2006, Caracas – Venezuela, p. 30. 303 Rodríguez Araque Alí, XV Cumbre Iberoamericana, Salamanca – España, octubre de 2005, en Hernández – Barbarito María, op.cit.

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141

modificables, definiéndolo como la manera en que el Estado actúa en el escenario

internacional. Se afirmaba entonces que el estilo diplomático estaba íntimamente

relacionado con la jerarquización de los objetivos internacionales, los elementos

socioculturales del Estado y la personalidad del líder, a lo que habría que sumarle la

doctrina de política exterior dominante – apreciada al inicio de este capítulo.

La hegemonía de poder de Venezuela juega, desde 1999, un papel preponderante en la

definición y jerarquización de los objetivos – integración del sur, afianzamiento de la

OPEP, multipolaridad, reivindicación de los pueblos, entre otros –, y de la percepción

internacional – el imperialismo estadounidense como enemigo declarado – del país. Y en

esta nueva hegemonía de poder, como ya ha quedado evidenciado, el presidente Hugo

Chávez, en tanto actor primordial de las transformaciones del sistema político, tiene una

participación esencial.

Aunque la experiencia política venezolana ha sido tradicionalmente presidencialista, y

aunque la Constitución de 1999 sea clara en sancionar que la dirección de las relaciones

exteriores es una atribución del Presidente de la República304, el paulatino debilitamiento

de los actores del sistema político y el proceso de transformación adelantado en el país

desde 1999, han propiciado un paulatino fortalecimiento de la figura presidencial en el

diseño y ejecución de la política exterior, toda vez que se ha asistido igualmente a una

concentración de las decisiones políticas en manos del Presidente. Esto, a su vez, conlleva

una consecuencia de importante significado: el estilo diplomático de Venezuela desde

1999 se ha nutrido del estilo personal de Hugo Chávez.

Tal afirmación es lógica desde la perspectiva teórica que explica que el – o los –

protagonistas del proceso de transformación se constituye generalmente en la imagen del

conjunto de principios que se desean implementar; así, Chávez, como su impulsor, fusiona

los nuevos valores sobre los cuales se sustenta el cambio – participación ciudadana,

humanismo, bolivarianismo –, y los agrega a un conjunto de valores patrios que se

consideran necesarios – reivindicación de figuras históricas como Ezequiel Zamora, Simón

Rodríguez, Guaicaipuro y demás ancestros aborígenes, soberanía, independencia – ,

impulsando de esta manera un nuevo estilo político del cual el propio Presidente resulta el

304 Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, op.cit., Art. 236.

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principal representante y promotor. De allí también que su estilo personal influya sobre

mesuradamente en la política exterior y en el estilo diplomático venezolanos.

Como actor preponderante del cambio político no es pues de extrañar que las convicciones

y el ideario del presidente Chávez hayan jugado un rol esencial en las acciones de política

exterior emprendidas desde 1999. Concomitantemente, la relación entre política interna y

política exterior se ha visto potenciada gracias al discurso del Presidente, quien

recurrentemente hace alusión paralela, frente a públicos nacionales o internacionales, a las

realidades internas y externas para explicar sus ideas.

…en resumen, amigas y amigos, la posición de Venezuela en el ámbito internacional reviste dos principios sencillísimos: primero, los pueblos del mundo tienen derecho a labrarse su futuro, como su proceso lo determine, como sus leyes lo establezcan y el segundo: la soberanía de la República Bolivariana de Venezuela no se discute en ningún ámbito; no se negocia en ningún cónclave ni se regatea en instancia internacional alguna, somos un país soberano.305

El estilo de Chávez ha influido igualmente en la manera de relacionarse de Venezuela con

el resto del mundo. Al manejar, reforzado por la doctrina bolivariana, una percepción anti-

hegemónica, el Presidente manifiesta una animadversión ante cualquier forma de

“imperialismo” – político, económico, cultural – y prioriza una relación directa con

pueblos, sociedades o grupos oprimidos. Su relación con otros líderes, presidenciales o no,

del mundo, tiende a reproducir un estilo – más cercano o alejado – que varía en

dependencia del grado de afinidad que exista entre Chávez y ellos; a partir de aquí se

explican las muestras de afecto (abrazos, palmadas o palabras de aliento) hacia personajes

como los presidentes cubano y brasileño, y las muestras de repudio – y hasta confrontación

verbal – hacia líderes como George W. Bush o José Aznar, de Estados Unidos y España

respectivamente. Consecuentemente, este estilo personal influye en el estilo diplomático

nacional al incidir en el fortalecimiento – o no – de las relaciones con aquellos países

cuyos líderes son afines – o no – al proyecto político liderado por el mandatario nacional.

Sumado a la tipología afectiva de Chávez hacia otros líderes o pueblos, uno de sus rasgos

más característicos e importantes está asociado con el lenguaje: el presidente venezolano

ha superado el tradicional lenguaje diplomático, especie de código encriptado propio al

305 Chávez Hugo: Mensaje del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela con motivo de la creación del grupo de amigos de Venezuela y las nuevas medidas económicas, Palacio de Miraflores, 22 de enero de 2003, en 2003: “Año de la contraofensiva revolucionaria y la victoria antiimperialista”, Selección de Discursos del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Tomo V, Ediciones de la Presidencia de la República, Caracas – Venezuela, 2005, p.57.

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protocolo y al ceremonial de Estado, por un lenguaje más directo, capaz de transmitir ideas

que sean de fácil comprensión para un mayor número de personas. Esta reproducción de su

discurso llano y franco en la política exterior conoce, análogamente, un efecto nacional y

otro internacional.

El efecto internacional se refiere al hecho que la diplomacia informal, apoyada por el

gobierno venezolano, se ha construido sobre la base de un discurso desprovisto de lenguaje

técnico, reivindicativo de quejas sociales universales (pobreza, hambre, injusticia, por

ejemplo), opuesto frontalmente al imperialismo y construido con claras alusiones a

personajes heroicos o grandes referencias históricas universales, mencionadas según el

lugar donde se pronuncie: en Uruguay Chávez o sus voceros hacen suyo el discurso de

Artigas, en España el del Quijote y en Rusia, el de Lenin. La mezcla de estos cuatro

elementos proporciona al discurso de Chávez, y por extensión al estilo diplomático

venezolano, particular atractivo e inciden en su popularidad – o impopularidad –

internacional.

Hoy ha vuelto, hoy ha vuelto, la profecía de Pablo Neruda creo que tenía, o tiene vigencia hoy en su canto a Bolívar: “Despierto cada 100 años, cuando despiertan los pueblos”. […] Con la verdad en la que creo ni ofendo ni temo, sólo alerto y llamo. No creo que sea posible la integración en el marco del neoliberalismo, el neoliberalismo es desintegrador, es contrario al espíritu de la integración […] ¿A quién le hemos preguntado nosotros, a qué pueblo se le ha preguntado, a qué campesino se ha convocado para que opine sobre la unión CAN – Mercosur? ¿A qué trabajadores, qué seminario se ha hecho para pedir opiniones de opiniones de los trabajadores, de los jóvenes, de los estudiantes de las universidades, de las amas de casa, de intelectuales, de pensadores, de críticos?306

En el plano nacional, el presidente Chávez ha logrado construir un discurso que involucra

al ciudadano común venezolano en los temas internacionales y que motiva una permanente

discusión, bien sea en prensa o páginas de internet interactivas como en espacios de debate

y diálogo organizados para este fin. Las continuas conferencias, foros y actividades

organizadas sobre aspectos de la agenda mundial307 y la estructura de los discursos

presidenciales se han convertido en instrumentos multiplicadores de la visión internacional

306 Chávez Hugo: Discurso del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela con motivo de la sesión extraordinaria de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), Montevideo, Uruguay, 16 de agosto de 2003, en 2003: “Año de la contraofensiva revolucionaria y la victoria antiimperialista”, op.cit., pp. 499 – 500. 307 Desde 1999, y sobretodo después del fallido intento golpista de 2002, Venezuela se ha convertido en escenario de importantes actividades nacionales e internacionales en las que se debate la situación internacional y, por extensión, el comportamiento y lineamientos exteriores de Venezuela. Entre algunos de ellos se pueden mencionar las Cumbres sobre la Deuda Social, los Encuentros de Solidaridad con la Revolución Bolivariana, el Congreso Bolivariano de los Pueblos y numerosas Conferencias sobre integración, temática petrolera y temas de la actualidad mundial organizados por Ministerios.

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venezolana: el estilo llano, franco y pedagógico permite a quien escucha apropiarse del

discurso, ya sea para defenderlo o para criticarlo, conocer de primera mano cuál es la

actuación de Venezuela y familiarizarse con el nuevo estilo diplomático surgido con el

cambio político.

Algo muy importante que ocurrió, China declaró a Venezuela destino turístico. Castro Soteldo, ¿ya llegaría Castro? ¿no se te ha presentado José Vicente? No ha llegado todavía. Bueno, la línea aérea Conviasa, tenemos que rápidamente fortalecer esa línea, porque me dice el gobernador de Shan Dong, que bueno, si tuviéramos un vuelo directo entre Shan Dong y Maiquetía, inmediatamente comenzaríamos a trabajar ¿ustedes saben cuántos turistas chinos salen al mundo anualmente? 90 millones, entre 90 y 100 millones de chinos por el mundo; y además les hablamos allá de las maravillas, y llevamos una película de Los Roques, del Orinoco, del Pico Bolívar [...]en fin, este tema del turismo es otro tema fundamental. Empresarios del turismo, vamos a trabajar, vamos a trabajar juntos. Aquí no estamos excluyendo a nadie. Convénzanse, Venezuela ahora es de todos. Antes estas cosas las manejaban así en chiquitico, no, no, aquí queremos que participemos, queremos participar todos en el impulso de la agricultura, del turismo, de la industria, del gas, de la petroquímica.308

Finalmente, la toma de decisiones en política exterior también se ha visto impregnada por

el mandatario criollo: al opacar al resto del liderazgo nacional, al fortalecerse como

representante del cambio político operado en Venezuela y al encontrar con el paso de los

años un escenario internacional – sobre todo regional – más proclive a sus ideas, se ha

consolidado la influencia de Chávez en la formulación y práctica de la política exterior

desde 1999. Este fenómeno, si bien permite que exista relación directa entre el cambio

político y la política exterior (en la medida en que Chávez actúa doblemente como

propulsor del cambio interno y como diseñador de una nueva política exterior), provoca

inevitablemente que la concentración de las decisiones conlleve a que el estilo diplomático

de Venezuela tienda a confundirse cada vez más con el estilo propio del presidente

Chávez.

308 Hugo Chávez (2004): Mensaje del Presidente Hugo Chávez Frías a su llegada de la República de China, op.cit.

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CONCLUSIONES

El estrecho vínculo teórico entre política interna y política exterior nos ha llevado a

evidenciar que un cambio profundo en el escenario político interno afecta notablemente la

política exterior de un país determinado. Las transformaciones en el sistema político,

fomentan la aparición de nuevos liderazgos, valores, estilos y percepciones que influyen

obligatoriamente en la conducción internacional del Estado. Partiendo pues de reflexiones

teóricas iniciales, nos propusimos estudiar las modificaciones que el cambio político en

Venezuela imprime al diseño, fundamento y práctica de su política exterior.

No son pocas las modificaciones del sistema político venezolano adelantadas desde 1999,

una vez que llega a la presidencia Hugo Chávez con claras motivaciones de “revolución”.

A la sanción de un nuevo texto constitucional en el que se redefinen tanto las relaciones

Estado – sociedad como las concepciones políticas, sociales, económicas y culturales del

país, habrá que sumarle la introducción de un nuevo modelo de democracia y la aparición

de una hegemonía de poder francamente distanciada de los actores políticos tradicionales.

Estas variables – de significativa trascendencia para la vida nacional – desembocan

obligatoriamente en el surgimiento de intereses, instituciones y valores propios a un nueva

realidad política que se edifica progresivamente.

Pasando de “transición” a una “instauración” y finalmente a una “consolidación”, el

cambio político se ha dividido, a nuestro juicio, en tres etapas que recrean su evolución y

el progreso de las modificaciones del sistema tradicional. En la primera fase una Asamblea

Constituyente abre el camino para las transformaciones políticas y económicas que luego

serán plasmadas, durante la segunda fase, en la Constitución, texto que constituye a partir

de entonces el elemento rector de las transformaciones; ya en esa segunda fase, el cambio

político se hace más profundo cuando se empieza a poner en práctica la democracia

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participativa y se constituye un marco normativo – teórico que sustenta los cambios en las

esferas política y socioeconómica. En este mismo período, se presenta una fuerte pugna de

intereses entre los partidarios y los opositores del cambio político que identificáramos bajo

la dicotomía “transformación vs. resistencia, conflicto del que finalmente sale fortalecido

el gobierno “bolivariano”. En la tercera fase, correspondiente a la consolidación, el

gobierno logra tomar control efectivo de la industria petrolera nacional con lo cual se

fortalecen los postulados participativos a partir de la utilización de la renta petrolera para

financiar programas o Misiones Sociales como experiencias de inclusión ciudadana.

A partir de estas tres etapas pueden resaltarse varias grandes conclusiones necesarias. En

primer lugar, la aparición de una nueva hegemonía de poder conducida por Chávez

construye un nuevo estilo político y alienta unos valores determinados que serán vitales al

momento de evaluar cualquier política pública, incluida la exterior, que se diseñe desde el

99. La preponderancia del estilo y de los valores asociados a la hegemonía de poder se

hacen más evidentes en la medida en que se consolida esa hegemonía. Si bien desde antes

de asumir la Presidencia de la República, Chávez manifiesta su afán de transformación, no

es menos cierto que su salida del poder luego del 99 hubiese supuesto un rudo desafío para

la consecución del cambio político. De esta manera, las sucesivas elecciones democráticas

– presidenciales, regionales, municipales y legislativas – en las que tanto él como sus

partidarios resultan victoriosos, así como la derrota del Golpe de Estado de 2002 y el

triunfo en el referéndum revocatorio de 2004, suponen un fortalecimiento de la nueva

hegemonía de poder y una tácita (y parcial) aprobación popular para proseguir el desarrollo

del cambio político.

El fortalecimiento de la hegemonía de poder ha conllevado a su vez varios efectos: por un

lado, se han debilitado paulatinamente la mayoría de los actores tradicionales del sistema

político – partidos políticos, iglesia, sindicatos, empresariado – siendo el actor militar el

único que conserva preponderancia en la actualidad. Por otro lado, ese mismo

fortalecimiento se ha traducido en un protagonismo creciente de la figura de Hugo Chávez

como líder de la hegemonía política; tal protagonismo es más que explicable en la medida

en que Chávez es el principal promotor – y defensor – del cambio político de los últimos

años. Sin embargo, su notable influencia ha originado una dinámica en la cual gran parte

del liderazgo nacional es reclutado y en la cual – al igual que en el sistema político

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tradicional – el presidencialismo opaca cualquier iniciativa no presidencial. Así, se

entiende que el estilo del Presidente impregne en buena medida el estilo de la nueva

hegemonía y que Chávez sea catalogado – para los venezolanos – como el representante

inequívoco del cambio.

En relación con los nuevos valores y estilo político, destaca particularmente el rescate de

ideas – fuerza dentro de la venezolaneidad: un discurso llano y franco, un trato directo con

la población tradicionalmente excluida, continuas imágenes relacionadas con la cultura

venezolana, y una permanente alusión a los grandes próceres nacionales y gestas

emancipadoras. Este conjunto de referencias – que López Maya calificaría como valores

hegemónicos de la sociedad venezolana309 – facilitan que el estilo de la nueva hegemonía

de poder cautive a un importante sector de la población del país. Asimismo, y de acuerdo a

lo que analizáramos en la sección dedicada al liderazgo participativo, el presidente Chávez

juega un rol protagónico en la construcción del estilo político – y diplomático –

contemporáneo en Venezuela: su estilo y su relación directa con la población es, en

muchos sentidos, la fuente tanto de su popularidad como de su impopularidad.

Como personaje central del cambio político, su papel también ha conllevado un progresivo

fortalecimiento de la centralización en la toma de decisiones, lo cual, a pesar de plantearse

como paradójico hacia uno de los valores centrales del régimen – la participación popular

– se desarrolla finalmente de forma paralela con la incipiente instrumentación de la

democracia participativa: si bien se alienta la participación en el micro – nivel (región,

municipios), en el macro – nivel (nación) el Presidente tiene una participación definitoria.

Este fenómeno está sin duda asociado con su figura de líder carismático e indiscutible pero

mayoritariamente con la ineficiencia que ha caracterizado en muchos casos la gestión

pública, tanto sectorial (Ministerios, entes descentralizados) como regional (gobernaciones,

alcaldías). En todo caso, la concentración de la toma de decisiones en manos del primer

mandatario ha reforzado el carácter presidencialista del sistema político venezolano,

opacando incluso otros poderes como el Legislativo, y ha dificultado en buena medida la

presencia de una sana autocrítica – que es necesario incentivar con urgencia – en el seno

del gobierno para lograr el avance de la dinámica participativa.

309 López Maya (2005), op.cit.

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Justamente una segunda gran conclusión que se desprende de las tres etapas cronológicas

del cambio político, y sin que ello sea negado por las líneas anteriores, tiene que ver con el

cambio nominal del modelo democrático representativo por uno participativo.

La introducción del modelo participativo en Venezuela, a partir de las disposiciones

constitucionales, tiende a reinterpretar simultáneamente el papel del gobierno hacia los

ciudadanos y el papel del ciudadano mismo; en el primer caso, mediante instancias como

los Consejos Locales de Planificación Pública o mecanismos como los Referenda

contemplados en la Carta Magna, se ha tratado de convertir al ciudadano en partícipe

activo de la toma de decisiones; en el segundo caso, mecanismos como la “contraloría

social”, como las redes de participación e inclusión social que se tejen alrededor de las

Misiones Sociales, o aún como la permanente movilización popular – independientemente

de la motivación política – que se conoce en Venezuela desde 1999, llevan a que cada

ciudadano se involucre en su quehacer cotidiano y accione como supervisor de la gestión

pública. Ambos efectos confluyen sincrónicamente en lo que podríamos catalogar como un

“empoderamiento ciudadano” que habrá que seguir fomentando y que tratáramos de

ejemplarizar, entre otros, con el análisis sobre la sociedad civil que efectuáramos en el

segundo capítulo.

Tal y como se señalara en su momento, no puede dejarse de notar sin embargo que la

teoría mantiene una importante brecha con respecto a la práctica: la implementación de la

democracia participativa, que no sustituye a la representativa sino que la complementa,

conoce todavía obstáculos en su ejercicio que se derivan, muy probablemente, de la poca

costumbre que la sociedad venezolana posee hacia una participación permanente en los

asuntos públicos luego de más de cuatro décadas de democracia representativa; igualmente

debe considerarse que un sector de la población mantiene reservas sobre la democracia

participativa aduciendo que una democracia representativa con mayor participación es

suficiente. Pero aún así, y recordando que la democracia participativa no niega sino

complementa la representación, lo cierto es que la construcción de canales participativos

que permitan generar consensos en torno a las acciones gubernamentales son, más que un

desafío, una necesidad.

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149

Una tercera gran conclusión se relaciona con el aspecto socioeconómico. Tanto como en lo

político, las distintas etapas del cambio también han influido en la creación de un nuevo

marco económico que complementa – y en gran parte condiciona – a las transformaciones

políticas. Mediante dos Leyes Habilitantes desde 1999 hasta 2005, el gobierno del

presidente Chávez ha contado con la facilidad de poder legislar en materias de primer

orden para el país: agricultura, pesca, cooperativas e hidrocarburos, entre otros. Aunque la

experiencia legislativa del Ejecutivo ha sido criticada por los defensores de la autonomía

del Poder Legislativo, debe subrayarse que el avance de la nueva hegemonía de poder en la

instancia parlamentaria ha facilitado una estrecha relación entre Poderes Legislativo y

Ejecutivo y – como ya se ha dicho – un gran influencia del primero sobre el segundo que

no parece próxima a desaparecer.

Todas estas Leyes, y particularmente las sancionadas mediante la controvertida Habilitante

de 2001, han reglamentado la acción económica del Estado plasmada primariamente en la

Constitución. Los valores participativos han tratado de incluirse dentro las actividades

alentadas por el Ejecutivo (como las Misión “Vuelvan Caras”) con la finalidad de

estructurar un régimen socioeconómico basado en principios de “justicia social,

democracia, eficiencia, libre competencia, protección al medio ambiente, productividad y

solidaridad”310. Este cambio económico, al igual que el político, ha conllevado serias crisis

entre actores de la sociedad venezolana: la dicotomía “transformación vs. resistencia” se ha

recreado en las divergencias en torno a la evolución económica del país; mientras para un

sector el Estado se extralimita en sus funciones – algunos actores empresariales se han

opuesto, por ejemplo, a la lucha contra el latifundio – para otro sector la presencia del

Estado es necesaria para equilibrar la dinámica del mercado.

La pujante presencia del Estado en las actividades económicas debe asociarse

particularmente con la renta petrolera. De hecho, uno de los efectos más notables del

cambio político en Venezuela está precisamente ligado con el petróleo: aunque la

Constitución asegura la propiedad de PDVSA y el gobierno establece una estrategia de

defensa de los precios a partir de 1999, no es sino hasta el 2003, una vez superado el paro

petrolero, que se logra hacer un uso más potestativo y efectivo de los dividendos del

hidrocarburo. Como se analizara teóricamente en el primer capítulo, en la medida en que 310 Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, op.cit.

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150

empresas del Estado se mantengan asociadas al capital transnacional, el sector capital

estatal debe mantenerse sujeto a éste. Incluso luego de la nacionalización de la industria en

1976, y a partir de las negociaciones establecidas con las transnacionales, el Estado

continuaba manteniendo una tecnocracia que tendía a manejarse aisladamente del

desarrollo nacional.

La crisis petrolera de finales de 2002 e inicios de 2003, mediante la cual se desplaza a la

tecnocracia del control petrolero, despeja el camino para que el sector capitalista de Estado

pueda desarrollar una gestión más soberana. Se concluye pues que el cambio político,

desde 1999 pero sobre todo desde 2003, permitió al Estado recuperar su papel rector frente

a los intereses de sectores dominantes y avocarse a una transformación sustentada en los

intereses nacionales plasmados en la Constitución. Igualmente, y aceptando que el sistema

político venezolano continúa presentando rasgos paternalistas, se concluye que desde el 99

estamos y continuaremos estando en presencia de un Estado fuerte que, gracias al control

de su recurso natural, puede accionar y encaminar el nuevo régimen socioeconómico y las

innovaciones en materia política interna y externa.

No en vano a partir del 2003 el petróleo ha sido utilizado para financiar la implementación

del “desarrollo endógeno” a través de las Misiones económicas, así como el resto de las

Misiones Sociales que tratan de validar la inclusión ciudadana y encauzar – con el

dividendo político que ello acarrea – la esperanza de los partidarios del cambio. No en

vano tampoco el petróleo ha sido utilizado a partir de entonces como una herramienta de

acción exterior, contribuyendo a dinamizar las relaciones internacionales de Venezuela. Y

es que el petróleo constituye obligatoriamente un buen ejemplo para patentizar la

vinculación entre el sistema interno y la política exterior en Venezuela: prescindiendo de

recursos ingentes para financiar el modelo de Estado (sistema interno), se requería de una

política exterior en materia petrolera soberana y defensora de las transformaciones, para lo

cual se relanza la OPEP en el 2000 y se mantiene la estrategia defensora del precio;

concomitantemente, ante la necesidad de honrar los postulados de cooperación plasmados

en la Constitución (sistema interno), la política exterior petrolera es vista como un

mecanismo capaz de promover la integración energética y diversificar los mercados

importadores.

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Pasando ahora al tratamiento específico de la política exterior, creemos pertinente recordar

ciertas frases de nuestro primer capítulo: “La política exterior representa una radiografía de

las características más notables del Estado, una manifestación de la identidad del país en el

exterior, un conglomerado de sus valores, carencias y virtudes. La política exterior refleja

la naturaleza del Estado y la esencia misma de su naturaleza política, económica y social.

Tan estrecha interrelación entre política exterior y sistema político interno hace que la

primera pueda ser vista como un proyección de la segunda o aún que la política exterior

aparezca como meramente subordinada a la interior”. Esta afirmación no niega que existan

experiencias políticas históricas en las que, sin transformaciones sustanciales en el sistema

político, puedan manifestarse sendos cambios en la formulación de la política exterior que

respondan, por ejemplo, a la figura de líderes imponentes (es el caso del presidente Carlos

Andrés Pérez en su primer mandato). Sin embargo, estos cambios tienden a ser más

coyunturales que de largo plazo, con lo cual en un momento determinado la política

exterior vuelve a reflejar las características de su sistema interno. Así las cosas, y dejando

por sentado que estamos en presencia de un cambio estructural, no es de extrañar que

desde 1999 se asista a una modificación sustancial de la política exterior venezolana.

Con una hegemonía que impulsa nuevos valores y nuevo estilo, la acción exterior nacional

ha pasado, al ritmo del cambio político, por varias etapas que recrean la evolución de las

transformaciones internas. Ya ha quedado claro que el enunciado de la Constitución define

el conjunto de intereses nacionales que Venezuela está llamada a buscar en el exterior; esta

afirmación puede complementarse con varias interpretaciones teóricas suplementarias que

explican la actuación internacional del país. En primera instancia, se ha asistido a una

redefinición de la “agenda internacional” venezolana: los problemas y oportunidades que

enfrenta la nación desde 1999 son percibidos de forma muy distinta a la percepción

tradicional. Un buen ejemplo de ello podría ser el siguiente: si antes del 99 uno de los

problemas internacionales para el país era la expansión cubano – soviética, luego de la

llegada de Chávez al poder el problema tiene que ver con la expansión del imperialismo en

el mundo; lo mismo ocurre hacia la integración regional – integración política antes que

integración económica – o hacia la manera de insertarse en las relaciones internacionales

contemporáneas – complementariedad antes que globalización competitiva.

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Con una percepción distinta de los problemas, y del mundo en general, se comprende que

la jerarquización de los temas internacionales relevantes para Venezuela haya conocido

variaciones, tanto como la forma de aprovechar las oportunidades que ofrece el sistema

internacional. Estas dos variables están íntimamente ligadas a lo que Russell define como

“marco decisorio” que alimenta el proceso de toma de decisiones en política exterior y que

está compuesto por los estímulos y condicionantes externos y domésticos, el contexto

macropolítico interno y el contexto específico de la decisión particular311. En vista de que

no podemos adentrarnos en el último de estos tres elementos – pues ese contexto sólo

puede ser conocido a profundidad por el decisor –, haremos algunas consideraciones sobre

los dos primeros.

En el plano interno, los estímulos y condicionantes se ligan íntimamente con el contexto

macropolítico: las características del sistema doméstico imprimen su sello en la

formulación de la política exterior. De esta manera, las variadas transformaciones del

sistema político a partir de 1999 han llevado a la formulación de una nueva actuación

internacional: la introducción de nuevos valores y un nuevo modelo democrático, la

pérdida de influencia de los actores tradicionales del sistema y aún las propias

contradicciones en la interacción de todos esos actores se han reflejado en la política

exterior; asimismo, y a tono con la situación interna, la presencia de un actor

particularmente trascendente – el Presidente – ha incidido en el estilo diplomático del país

y en su influencia sobre la formulación y ejecución de las líneas internacionales. No es

casual entonces que ante situaciones de crisis dentro del contexto macropolítico, la política

exterior refleje cierta inestabilidad y crisis propia; ello ocurrió por ejemplo en el período

2001-2002 que desemboca en un fallido Golpe de Estado, período convulso que fomenta la

aparición del “tema Venezuela” mientras que el gobierno se ve en la obligación de diseñar

una política exterior informativa para contrarrestar diversas matrices de opinión contrarias

al proceso venezolano.

En el plano externo, los estímulos y condicionantes tienen que ver con las características

del sistema internacional y regional, la agenda de debate multilateral y las tendencias

globales en general; de aquí surge la dialéctica sistema interno – sistema internacional –

política exterior que indica el grado de interdependencia y retroalimentación existente 311 Russell, op.cit.

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entre los tres niveles. La relación entre estos tres niveles, sin embargo, no siempre ha sido

considerada en la formulación de la política exterior venezolana moderna: desde 1999,

nuestra política exterior en algunos casos se ha ejecutado a contracorriente de las grandes

tendencias globales y regionales, lo cual lejos de constituir un error de apreciación de la

hegemonía de poder liderada por Chávez, constituye más bien un deseo de cambiar la

geopolítica mundial. En el caso de la integración, por ejemplo, como firmante del ALCA

en 1994, era posible que Venezuela prosiguiese las negociaciones dentro de una tendencia

de integración económica vigente en la región a la llegada de Chávez al poder. Empero,

desde 1999 la política exterior diseñada en materia de integración es claramente anti –

ALCA, lo cual tiene su expresión más concreta en la contrapropuesta del ALBA.

Con el pasar de los años, no obstante, el escenario internacional, y particularmente el

regional, ha conocido modificaciones que permiten a la política exterior criolla manifestar

mayor apego a la dialéctica tripartita ya mencionada; volviendo al ejemplo de la

integración regional, la tesis de integración política defendida por el país ha encontrado

eco en otras latitudes del continente, región que por demás conoce desde el 2003 una

reactivación de movimientos populares y líderes sociales más proclives a las propuestas

venezolanas.

En lo que respecta a este trabajo, las afirmaciones anteriores han quedado evidenciadas en

las tres etapas de la política exterior que analizáramos en el último capítulo. Con unos

intereses nacionales contemplados en la Carta Magna y con el pensamiento bolivariano

como doctrina dominante, la acción exterior del país ha ido diversificándose y adaptándose

progresivamente a la nueva hegemonía de poder. Pasando de una actuación dilemática en

su primera etapa hasta devenir una política exterior doctrinaria en su tercera fase, la

formulación y práctica de la acción externa de Venezuela entre 1999 y 2005 se ha visto

condicionada por las transformaciones del sistema político que la origina. No en balde la

evolución hacia lo doctrinario, cuyo avance es previsible en el corto y mediano plazo, debe

ser vista como un indicador de la consolidación del cambio político. Pero más allá de esto,

la política exterior en su fase doctrinaria actual merece unas conclusiones particulares.

Consustanciada con las cinco características internacionales despejadas de la doctrina

bolivariana (de vocación multipolar, integracionista, humanista, anti-hegemónica y que

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recurre a la diplomacia como principal vía de negociación), la política exterior venezolana

enfrenta no pocos desafíos en su instrumentación. A pesar de la aptitud diplomática que

conoce la actuación venezolana en momentos de crisis – se recuerda particularmente el

caso Granda con Colombia –, el matiz anti-hegemónico traducido en defensa de la

soberanía y anti-imperialismo, ha llevado a Venezuela a mantener un conflicto latente con

algunos líderes del mundo y muy especialmente con Estados Unidos.

La relación venezolano – estadounidense permite diferenciar dos caras de una misma

política exterior: a nivel económico, el flujo bilateral continúa intacto a través del

intercambio energético; a nivel político, el marcado anti – imperialismo venezolano remite

al histórico antagonismo entre los principios bolivarianos y los postulados hegemónicos

enunciados desde Monroe y alimentados durante dos siglos por una serie de diferentes

corolarios. La ecuación se complica todavía más ante la animadversión de Washington por

una un gobierno que a la par de mantener una estrategia petrolera de defensa de los

precios, parece intervenir cuasi – mesiánicamente en el resurgir de los movimientos

populares latinoamericanos. Estados Unidos teme, indudablemente, a una revolución

multiplicada en América Latina que pueda contrarrestar su dominio económico y su

influencia política; de ello se desprende la periódica arremetida de funcionarios o

personajes estadounidenses contra el Presidente Chávez y el cambio en Venezuela en

general, catalogándolos como un peligro para la región. 312

En vista de que es altamente probable que la vocación anti – imperialista defendida por el

gobierno criollo continúe consolidándose, se prevé que las tensiones con Estados Unidos

se mantengan latentes, tanto como lo ha evidenciado el año 2006 en que los

enfrentamientos verbales han minado la agenda bilateral: destaca en este sentido el recio

discurso del Presidente Chávez en Naciones Unidas en el cual criticó directamente a su

312 Declaraciones de un Senador estadounidense republicano en junio de 2005 son bastante contundentes en este sentido. Refiriéndose al debate interno de su país sobre la aprobación del CAFTA (Tratado de Libre Comercio con Centroamérica), aduce que Estados Unidos debe adoptarlo ante las influencias que pueden tener en esa región Hugo Chávez y Fidel Castro. “Supporters of Cafta said the pact was a crucial part of America's security strategy. Senator Jon L. Kyl, Republican of Arizona, said it was necessary for Central American countries to remain allies at a time when President Hugo Chávez of Venezuela and Fidel Castro, the Cuban leader, "are potentially creating a lot of problems in the region." Becker Elizabeth (2005): Central American Trade Pact Passes First Congressional Test, Diario The New York Times, 15 de junio de 2005, en http://www.nytimes.com/2005/06/15/business/worldbusiness/15trade.html?oref=login (recuperado el 19-06-05), cursivas y subrayado nuestro.

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homólogo George W. Bush y enfatizó que “la pretensión hegemónica del imperialismo

americano pone en riesgo la existencia de la especie humana”.313

Un reconocimiento de las coincidencias entre Venezuela y Estados Unidos no es

descartable para mejorar las relaciones; de hecho, el acercamiento venezolano a las

poblaciones estadounidenses de bajos recursos a través del suministro de combustible

subsidiado – interpretado bajo la lógica de la diplomacia informal – podría facilitar un

mayor acercamiento entre los dos países a partir de una agenda social común. Sin negar

que el rescate de la relación bilateral se torna complejo debido a las visiones antagónicas

de ambos gobiernos, sería igualmente preciso que Estados Unidos reconozca la legitimidad

del cambio político en el país; lo contrario implicaría continuar fomentando la necesaria

retórica cargada de soberanía y autodeterminación que ha caracterizado a la política

exterior venezolana desde 1999. Otros factores que también podrían incidir en el

mejoramiento de las relaciones serían una acción del Legislativo que frene la beligerancia

del Ejecutivo estadounidense o, en último caso, el cambio de gobierno en ese país.

A pesar de que nos resulta inobjetable el respeto a la doctrina bolivariana dentro de la

actuación internacional venezolana, existen sin embargo diversos matices que deben ser

cuidados para no transformarse en costos en un futuro cercano. Nos referimos

enfáticamente al estilo diplomático y al verbo directo con el que la política exterior

venezolana se ha acompañado; si bien en muchos casos las declaraciones venezolanas han

sido más reactivas que voluntarias, la práctica del presidente Chávez de criticar

abiertamente determinadas posturas regionales o de mandatarios particulares puede generar

lo que denominaremos la “actitud de Damocles venezolana”, esto es, aquella actitud que

critica pero que acepta mal ser criticada. Ampararse permanentemente en la soberanía no

debe convertirse en una práctica recurrente para buscar la cohesión popular frente a

“enemigos internacionales” que no siempre son enemigos. De allí que creamos innecesario

mantener en permanencia una retórica externa conflictiva para lo cual, sin abandonar los

elementos doctrinarios ni el respeto a la autodeterminación, una moderación del discurso

puede ser una solución bienvenida. En fin de cuentas, lo cortés no quita lo valiente.

313 Romero (2006), op.cit., p.170.

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Del mismo modo, para hacer que la formulación de la política exterior sea estructural y de

largo alcance, es preciso dilucidar ciertos temas y prácticas transversales que afectan tanto

la política interna como la externa. A partir de 2005, y durante todo el 2006, un nuevo

debate, que demuestra que el cambio político no está totalmente consolidado, se presenta a

la sociedad venezolana: el ideológico. La discusión planteada sobre el porvenir del

“socialismo del siglo XXI” y la instrumentación de una novedosa instancia de

participación popular directa como los Consejos Comunales, implican un ejercicio

democrático de discusión con miras a definir nuevas líneas orientadoras y un marco

referencial dentro del cual deberían rondar todas las acciones del Estado venezolano.

Socialista o no, la política exterior venezolana ha conocido importantes logros que no

pueden revertirse: la repotenciación de las relaciones con África y Asia, el empuje de la

integración política, la denuncia del imperialismo y el compromiso por la multipolaridad

son algunas de las características que permiten reconocer a Venezuela en las relaciones

internacionales contemporáneas. Pero estos logros deben acompañarse de claras

orientaciones internas y del diseño de acciones estructurales que respondan, lo más

consensuadamente posible, a una política exterior de Estado.

En la medida en que creemos que el cambio político continuará su consolidación, y que

por lo tanto se fortalecerá el diseño y ejecución de una política exterior doctrinaria, es

pertinente acotar que la eficiencia y mayor aceptación de los cambios internos y externos

del país deberían pasar por la adopción de un paliativo prospectivo. Tanto a nivel

doméstico como en su implicación exterior, el Presidente no puede ser el actor exclusivo e

indiscutible: su capacidad es limitada para actuar simultáneamente en todos los planos de

la vida nacional. Es por eso que en el plano interno se hace necesario fortalecer el

“empoderamiento ciudadano” con miras a evitar la centralización del poder en manos

presidenciales, profundizar la inclusión de todos los sectores del país en las experiencias

políticas y socioeconómicas adelantadas, contribuir con el surgimiento de nuevos actores y

propiciar la aparición de un liderazgo renovado capaz de afrontar la política nacional

indistintamente de la ideología que abrace.

En lo que se refiere al componente externo de la República, los integrantes de su Servicio

Exterior deben adoptar una conducta que facilite, con profesionalismo, ética y sensibilidad

social, honrar los intereses nacionales de la Constitución y coadyuvar al diseño de acciones

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estructurales que permitan a la Cancillería recuperar un papel de vanguardia. Pero más allá

todavía, debe hacerse un esfuerzo por abrir espacios institucionales para debatir la temática

internacional, especie de encuentros multisectoriales en los que la agenda internacional

pueda ser discutida por los distintos actores sociales. Ello redundará igualmente, a la par de

garantizar consensos, en una menor influencia presidencial en el diseño de la política

exterior. El consenso, a nivel interno como externo, parece imponerse.

Finalmente, el estudio realizado permitió validar nuestra hipótesis inicial referida a la

posible incidencia de las características del sistema político venezolano sobre la política

exterior entre 1999 y 2005: el cambio político en el país ha derivado en el surgimiento de

una actuación internacional coherente con la esencia del sistema transformado. Sin

embargo, el cambio político está lejos de terminar: el reto siempre será, para todas y todos

los venezolanos, garantizar una sociedad con mayores espacios de inclusión y convivencia

ciudadana que se expresen, a su vez, en una política exterior libre, respetuosa, defensora de

los intereses nacionales y consustanciada con la superación de las desigualdades

mundiales.

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