taller evangelio de san marcos

Taller

Evangelio de San Marcos

José Johnson Mardones

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TALLER EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS José Johnson Mardones

CONTENIDO

INTRODUCCION.

PARTE I: ELEMENTOS INTRODUCTORIOS

Tema 1: ¿Qué es un Evangelio?.a) La Buena Noticia.b) Qué son y qué no son los evangelios.c) Claves de lectura.

Tema 2: Marcos y su comunidad.a) El autor.b) Fecha y lugar.c) La comunidad de Marcos.

Tema 3: Esquema del Evangelio de Marcos.a) Las preguntas de Marcos.b) Esquema del libro.c) El estilo de Marcos.

PARTE II: CONTENIDO DEL LIBRO

Sección 1: ¿Quién es Jesús?

Tema 4: Presentación (1,1-13).a) La voz que grita en el desierto...b)”Tú eres mi hijo amado, en quien me siento complacido”...c) El Espíritu lo empujó al desierto...

Tema 5: El anuncio de la Buena Nueva (1,14-20).La llegada de Jesús a Galilea.El anuncio de la Buena Nueva.Los primeros cuatro discípulos.

Tema 6: Un día en la vida de Jesús (1,21-34).a) Una doctrina nueva, con autoridad...b) Libre del mal, dispuesta al servicio...

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c) Un pueblo liberado...

Tema 7: Misión en Galilea (1,35-4.41)a) Oración y decisión de marchar (1,35-39).b) Triunfo de Jesús (1,40-45).c) Conflicto con los escribas y fariseos (2,1-3,6).d) Triunfo de Jesús (3,7-19).e) Conflicto con sus parientes y los escribas (3,20-35)f) Triunfo de Jesús (4,1-41)

Tema 8: Viaje a Gerasa (5,1-20).

Tema 9: Vuelta a Galilea (5,21-7,23).a)Triunfo de Jesús (5,21-43).b) Conflicto en Nazareth (6,1-6).c) Triunfo de Jesús (6,7-13).d) Conflicto con Herodes (6,14-29).e) Triunfo de Jesús (6, 30-56).f) Conflicto con los escribas y fariseos (7,1-13).g) Triunfo de Jesús (7,14-23).

Tema 10: Viaje a las regiones paganas (7,24-8,26).a) Triunfo de Jesús (7,24-8,10).b) Conflicto con los fariseos (8,11-13).c) Triunfo de Jesús (8,14-26).

Tema 11: ¿Quién es Jesús? ( 8,27-33).

Sección 2: ¿Qué significa seguir a Jesús?

Tema 12: Viaje a Jerusalén: Seguir a Jesús (Mc. 8,34-10,52).

a) Un nuevo comienzo (8,34-9,32).b) La comunidad de los que siguen a Jesús (9,33-10,27).c) La nueva dinámica del Reino (10,25-52).

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Tema 13: El fin del conflicto: Jesús en Jerusalén (11,1-14,11)

Tema 14: La pascua de Jesús (14,12-15,47).

Tema 15:Jesús está vivo (16,1-20).

CONCLUSION.BIBLIOGRAFIA.

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INTRODUCCION

Por muchos años, el Evangelio de Marcos fue el “pariente pobre” en los estudios y reflexión sobre los evangelios. Su brevedad y el hecho de que casi todo lo que nos cuenta Marcos está también en Mateo y Lucas, había hecho que se prefiriera fijar la atención en estos dos últimos más que en el primero.

Hoy, con los modernos estudios bíblicos, impulsados enormemente por el Concilio Vaticano II y por la reflexión que desde América Latina han hecho teólogos y comunidades, han permitido devolverle a Marcos un lugar de importancia. Y es que Marcos nos presenta a Jesús como alguien cercano, lleno de sentimientos y actitudes humanas, comprometido con su pueblo y buscando la voluntad de Dios en medio de la acción y el camino.

Sumemos a ello la opinión casi universalmente aceptada que considera a Marcos como el más antiguo de los evangelios y como modelo y base para Mateo y Lucas. Este hecho nos permite encontrarnos con la fe de las primeras comunidades, sus inquietudes y esperanzas, la forma como veían los primeros cristianos a Jesús y su seguimiento, etc.

Con este fin, hemos ocupado tres criterios principales para abordar el evangelio de Marcos. Estos no invalidan otros acercamientos, pero nos permiten captar con claridad la visión que de Jesús nos ha querido entregar el evangelista:

Leer a Marcos sólo con Marcos. Estamos demasiado acostumbrados a leer los textos de Marcos desde las versiones de los demás evangelistas, o completar lo que Marcos no dice con lo que dicen los otros. Si consideramos a Marcos como el primero, debemos interpretarlo sólo desde él y considerar todo lo que los demás agregan como eso, agregados.Leer desde la Galilea del año 30. Como segundo elemento tendremos en cuenta el sentido que los actos y palabras que

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Marcos nos transmite de Jesús, podrían tener en el contexto histórico de Jesús, en la Galilea y Judea del año treinta, para así captar toda la fuerza que ellos tienen.Leer desde la comunidad de Roma. Por último, no debemos olvidar que Marcos busca responder a las inquietudes de su comunidad, por lo que debemos leer su texto teniendo en mente las inquietudes y conflictos de las comunidades de Roma en el año 60, para los que Marcos escribe.

Estos tres criterios nos permitirán ir siguiendo a Jesús como uno más de los discípulos, llevando encima la incertidumbre y la certeza que ellos sintieron, en comunión con la comunidad de Roma y sus inquietudes. Son dos polos que no pueden perderse en la interpretación bíblica: La referencia a la experiencia histórica de Jesús y la referencia a la comunidad que proclama su fe en ese Jesús, en su misterio y en su palabra.

La Buena Noticia en Marcos tiene la frescura y simpleza del seguimiento de Jesús recién estrenado y de la búsqueda por parte de las comunidades de comprender mejor su persona y su mensaje. Marcos es la puerta, por él podremos acercarnos mejor a los otros tres textos que nos hablan de Jesús y su mensaje, y al conjunto del Nuevo Testamento, en una aventura que busca hacer también de nosotros verdaderos discípulos de Jesús, continuadores de su tarea en nuestro mundo de hoy, proclamadores a toda la creación de “la Buena Nueva de Jesucristo, el Hijo de Dios”(Mc. 1,1)

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PARTE IELEMENTOS INTRODUCTORIOS

Tema 1: ¿Qué es un Evangelio?

Antes de comenzar a leer juntos el Evangelio de Marcos, parece importante revisar lo que es y no es un evangelio, junto con algunas pistas para su lectura. Esto nos permitirá comprender mejor lo que el autor quiso comunicarnos, y más allá de ello, lo que Dios quiere decirnos a través de estos textos.

a) La Buena Noticia.

Evangelio viene del griego Euangelia (Euangelia) y significa “buena nueva” (eu=bueno; angelia=noticia, mensaje, novedad). La buena noticia es el mensaje de Jesús, su persona, su vida, muerte y resurrección. Por ello sólo hay un Evangelio, un mensaje. Por analogía, se llamaron también evangelios a los libros que relatan esta buena nueva, de los cuales aceptamos como inspirados y canónicos sólo cuatro, el de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. De ahí que en la liturgia se inicie la lectura diciendo “evangelio según...” y no “evangelio de...”, porque el Evangelio es uno sólo, contado por cada uno de los evangelistas.

b) Qué son y qué no son los evangelios.

Los evangelios, como obra literaria, son únicos en su género. No existe otra obra en paralelo. No se parecen a las biografías de la época o a las epopeyas de héroes y dioses, aunque presentan algunas semejanzas débiles. También difieren en parte de los escritos del Antiguo Testamento, aunque resulta evidente que fueron redactados tomándolos como base. De todo ello, podemos hacer algunas afirmaciones importantes:

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Los evangelios no son biografías de Jesús, en el sentido moderno del término. Tampoco son vidas semejantes a las de la época, donde tienen una gran importancia la descripción física e intelectual del personaje, o el relato de la infancia o juventud, elementos que están ausentes en los evangelios. Por ello, es equivocado buscar en ellos la precisión histórica que hoy se exige a una biografía, o detalles sobre Jesús que satisfagan nuestra curiosidad.

Son, en cambio, testimonio de fe en Jesús, libros que recogen la forma cómo la comunidad vivía el mensaje del Maestro y cómo era visto El por sus discípulos. Los evangelios suponen la fe y la adhesión a Jesús y contienen lo que un discípulo debería saber o vivir para ser un fiel seguidor de Jesús. Por ello, el punto de partida de la narración no es el nacimiento, sino su resurrección, y a partir de ella, se releen los hechos y palabras del Maestro. Son, ante todo, anuncio de Jesús como Mesías, muerto y resucitado, y de su mensaje para hoy.

Escritos de la Comunidad y para la Comunidad. No se trata de textos de propaganda, hechos para difundir el mensaje de Jesús más allá de la Comunidad. Son textos escritos a la luz de las tradiciones sobre Jesús que circulaban en las comunidades y para ser usados por esas mismas comunidades en la liturgia, la catequesis o de apoyo a la predicación. Por ello no son sólo recuerdo de lo que Jesús hizo y dijo, sino respuesta, a partir de la vida de Jesús, a los problemas y preguntas de la comunidad hoy. El objetivo primero no es saber qué dijo o hizo Jesús, sino qué dice o hace Jesús en medio de la comunidad frente a los problemas que ella vive, los conflictos que enfrenta, etc.

Basados en testimonios directos. Si no podemos afirmar que los evangelios son historia, en el sentido más técnico de la palabra, tampoco podemos afirmar que son fantasía. Su base es el testimonio de los apóstoles y los seguidores de primera hora, tal como afirma Lucas en su prólogo. Son ellos los que predican a Jesús y es su predicación la que va

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quedando escrita en los evangelios. Podemos decir que son más bien historia releída, interpretada y vivida en el hoy de cada comunidad, pero siempre verídica y fiel. A la honestidad intelectual que se espera de los autores hay que sumar, en el caso de los evangelios, el valor de la fe. Ellos escriben sobre lo que creen, sobre verdades que marcan su vida y sobre un camino con el que se han comprometido, y aunque esto condiciona su forma de leer el pasado, también asegura que no escribirían nada que no fuese cierto, nada en lo que no creyeran profundamente.

Según la personalidad de cada autor. Los autores entregan una visión de Jesús y su mensaje, marcado por sus preocupaciones y las de su comunidad. Escriben según su capacidad y pensando en aquello que es necesario para iluminar el camino de los creyentes. Por ello seleccionan el material para ir descubriendo nuevos elementos que iluminen el camino de las comunidades. Es un dato importante para comprender bien las diferencias y el enfoque de cada evangelista.

Inspirados por el Espíritu Santo. Es un dato que no hay que olvidar. Creemos que el Espíritu Santo inspiró a Jesús en su predicación y su vida. Luego de El, inspiró a los apóstoles y discípulos en la predicación y en la formación de las comunidades. Por ello, al ser los evangelios testimonio de esa predicación y de esas comunidades, afirmamos que también son inspirados por Dios y testimonio seguro sobre la doctrina y vida de Jesús. Los textos son inspirados porque inspirada es la comunidad de los discípulos que siguen a Jesús y que dio origen a los textos. Por ello, la actualización del mensaje no es distorsión o deformación, sino el paso lógico de una comunidad que cree que el mensaje y presencia de Jesús sigue vivo y tiene algo que decir en el hoy de nuestra vida.

Escritos también para nosotros. Los evangelios son, en definitiva, el testimonio del ejercicio que hace la comunidad cristiana a lo largo de los siglos: releer la experiencia de Jesús, para interpretar el presente y proyectar el futuro. Por ello son

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también para nosotros que seguimos haciendo el mismo camino, pues se trata en el fondo de vivir también hoy la Buena Nueva anunciada por Jesús y vivida y proclamada por la comunidad hasta hoy y en los siglos futuros.

c. Claves de lectura.

Vamos a revisar algunas claves de lecturas que resultan útiles para comprender el mensaje de los evangelios y vivirlo hoy.

Leer caminando. Los Hechos de los Apóstoles atestiguan que nuestra fe, antes de llamarse “cristianismo” era conocida como “el camino” (ver He. 9,2). Y esto tiene algo que decirnos. Para comprender los evangelios es necesario caminar tras los pasos de Jesús, caminar con el grupo de los discípulos. No se lee para saciar la curiosidad o adquirir más conocimientos, sino para seguir más fielmente a Jesús. No debemos olvidar esta perspectiva: leer el camino del pasado para caminar hoy tras las huellas de Jesús.

Leer desde los símbolos. Para el creyente, la pregunta sobre qué tan históricos son los relatos es una pregunta interesante, pero secundaria. Los hechos se cuentan porque nos dicen algo, nos recuerdan algo importante para seguir a Jesús. Por ello debemos aprender a leer los símbolos que se encuentran tras los hechos y descubrir el mensaje que contienen. Tanto los hechos absolutamente históricos como aquellos que cuenta el evangelista para explicar algo, tienen un profundo significado que debe ser descubierto. Si aprendemos a descubrir el mensaje de Dios tras los relatos de los evangelios, aprenderemos a descubrirlo también en los hechos de nuestra vida y nuestra historia hoy.

Leer en conjunto. Hemos dicho ya algo sobre esto. A ello debemos agregar que existen muchos hechos que se repiten en más de un evangelista. Esto es particularmente notorio en los tres primeros, llamados por ello Sinópticos, porque se pueden ver “de una sola mirada”. Pero aunque repiten los

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hechos introducen variantes que permiten descubrir nuevos sentidos, los intereses del autor, los problemas de la comunidad a la que escribe, etc. Por ello las aparentes contradicciones entre los evangelistas son una riqueza y aseguran la veracidad de su testimonio, porque no hay nada más dudoso que una verdad absoluta repetida igual por todos. Los evangelios no son una “verdad oficial” construida desde intereses particulares, sino el testimonio de comunidades que siguen a Jesús y lo descubren en su vida.

Leer desde la práctica. Todo lo escrito por los evangelistas nos enseña una forma de vivir, una práctica a seguir. No es sólo recuerdo, o una teoría sobre Jesús, sino camino a seguir, vivencia del mensaje, práctica concreta en seguimiento de Jesús, algún elemento que el cristiano está llamado a vivir. Por ejemplo, la encarnación del Verbo no es sólo doctrina y admiración, sino también práctica, es decir, también nosotros debemos encarnarnos en nuestro mundo, para desde ahí anunciar el mensaje de Jesús. Buscar a Dios encarnado en la historia, hasta en los hechos más cotidianos o mundanos. Ahí está Dios encarnándose siempre. Podríamos abundar, baste con esto como ejemplo de una lectura de los evangelios que pueda resultar provechosa.

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Tema 2: Marcos y su comunidad.

Para comprender mejor el evangelio de Marcos, vamos a detenernos a conocer mejor a su autor y a la comunidad para la que escribe. Estos elementos nos permitirán reconocer la visión de Jesús que Marcos nos ofrece y las inquietudes y preocupaciones de su comunidad, lo que nos ayudará a revisar nuestra propia visión de Jesús y a responder a nuestras preguntas y preocupaciones hoy.

a) El autor.

La tradición de la Iglesia, desde el siglo II a la fecha, atribuye el segundo evangelio a San Marcos. Los documentos del siglo II que lo señalan como autor se hacen eco de una tradición anterior, por lo que su identificación parece segura. Pero más allá del nombre, ¿Qué sabemos de este Marcos?.

Papías, Obispo de Hierápolis, a principios del siglo I12( 112d

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o41qe le interesaba era no omitir nada de lo que había oído y en no escribir ninguna cosa que fuese falsa”1 . Hay muchos otros testimonios, pero este es el más extenso e importante. Papías atribuye esta tradición a un Juan, el presbítero, que sería contemporáneo de los apóstoles. Del testimonio de Papías podemos obtener lo siguiente:Marcos fue intérprete y discípulo de Pedro.Escribió tal como recordaba la enseñanza del apóstol.No hizo un relato ordenado, pero sí exacto y verdadero.

Tenemos otra fuente que puede darnos luz para conocer mejor a Marcos. Los Hechos de los Apóstoles nombra varias veces a un “Juan Marcos”. Dos veces lo nombra en relación a Pedro (He.12,12) y luego en viaje junto a Bernabé y Pablo (He.12,25; 13,5; 14,37-39). Agreguemos a ello que Pedro lo llama “Marcos, mi hijo” (1Pe.5,13)2. Podemos señalar con seguridad que existió un personaje llamado Marcos asociado a Pedro y Pablo, misionero de la primera generación cristiana.

Los datos nos permiten identificar a Marcos con cierta seguridad y respaldar su testimonio sobre Jesús con su cercanía a Pedro y Pablo, además del reconocimiento de la tradición de su calidad de autor. Pero Marcos no escribe su evangelio por aburrimiento, sino por necesidad. Los evangelios pretenden iluminar el camino de las comunidades concretas y responder a sus interrogantes. Por ello, nos detendremos un momento considerar el tiempo y lugar de la redacción del evangelio.

b) Fecha y lugar.

La fijación de fecha y lugar para el evangelio de Marcos es materia aún discutida. Todos los estudios fijan su redacción definitiva antes de la destrucción del Templo (70 d.c.). Las fechas varían desde el 50 al 65 d.c, bordeando el año 60 como fecha más popular.

1 Op.Cit. en Los Padres Apostólicos, por J.B. Lightfoot. Editorial CLIE.2 El total de citas sobre Marcos o Juan Marcos en el nuevo testamento es: He.12,12; He12,25; He.15,37; He.15,39; Col. 4,10; 2Tim. 4,11; Fil. 1,24; 1 Pedro 5,13.-

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El lugar también cuenta con varias posibilidades. La tradición menciona a Roma3 o Alejandría4, mientras que algunos modernos piensan en Antioquía. Lo más probable es que se haya escrito en Roma, dado el testimonio favorable de la Tradición, así como la tendencia de Marcos de explicar palabras griegas pensando en destinatarios romanos5.

En definitiva, podemos concluir que el evangelio de Marcos se redactó definitivamente cerca del año 60 d.c., en la ciudad de Roma.

c) La comunidad de Marcos.

Una vez que hemos conocido mejor a Marcos, podemos fijar nuestra mirada en la comunidad para la cual escribe su evangelio. Hemos visto que dicha comunidad se ubicaría en Roma, alrededor del año 60 d.c. Nos surge entonces la pregunta: ¿Qué características tenía la comunidad de Marcos en Roma? ¿Cuáles eran sus inquietudes y sus problemas? ¿Qué imagen de Jesús nos transmite esta comunidad?. Vamos a contestar a estas preguntas.

La comunidad de Marcos parece formada por cristianos de origen pagano y que desconocían Palestina. Se preocupa muy poco de enmarcar la vida de Jesús con los textos del Antiguo Testamento, incluso se permite juntar en una profecía dos textos diferentes y atribuirlos ambos a Isaías (ver. Mc.1,2-3). Siente la necesidad de explicar las costumbres judías (7,3-4; 14,12; 15,42), de traducir las palabras arameas (3,17; 5,41; 7,11.34; 10,46; 11,36; 15,22.34), de dar algunas explicaciones de la geografía del lugar (1,5.9; 11,1) y marcar el sentido que el evangelio tiene para los paganos (7,27; 10,12; 11,17; 13, 10). Se trata de una comunidad pequeña (o quizás varias comunidades pequeñas) cuyos rasgos podemos rescatar del Nuevo Testamento, por ejemplo, en la Carta los Romanos, los

3 Entre otros: Clemente, Jerónimo, Eusebio, Efrén.4 Crisóstomo.5 El caso más evidente es Mc. 12,42: “Llegó una viuda pobre y echó dos leptos, que hacen un cuadrante”. La explicación supone que los lectores no conocían lo Leptones, moneda común en Palesdina, pero sí el Cuadrante, moneda romana.

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Hechos de los Apóstoles y el mismo Evangelio de Marcos: Comunidades pequeñas que se reúnen en las casas (Rm. 16,5), comparten la vida, los bienes y celebran la presencia de Jesús en la eucaristía (Mc. 14,13-16.22-25) y buscan permanecer fieles a Jesús y su memoria, reconocerlo como Señor en la capital misma del imperio (Mc.13,33-37).

Las inquietudes y preocupaciones de la comunidad de Roma las encontramos principalmente en la Carta de Pablo a los Romanos, la que resulta ser bastante cercana en su redacción al Evangelio de Marcos. Los judíos habían sido expulsados de Roma por el emperador Claudio en el año 49 d.c. y repatriados en el 54. La carta pretende explicar las relaciones entre judíos y gentiles, considerando que ambos forman parte del Pueblo de Dios.

Esto hace pensar que la comunidad de Roma, pagana en su mayoría, tuvo dificultades para acoger a los judíos que volvían a la ciudad y se reintegraban a la comunidad. El problema de la Ley y su cumplimiento cruza toda la carta, por lo que podemos suponer que era uno de los problemas más agudos, ¿Los cristianos paganos están obligados a cumplir la Ley de Moisés tal como los judíos? ¿Qué valor tiene la antigua alianza? (ver. Rm. 2,17ss). Pablo llamará a los cristianos de Roma al amor mutuo y la mutua tolerancia (Rm. 12,1ss) ya que la salvación de Cristo es universal (ver. Rm. 10,1ss).

Otro problema que parece marcar la vida de la comunidad es la actitud ante las autoridades. Por el tono y la fuerza con que Pablo insiste en la obediencia a ellas, podemos suponer que en la comunidad había opiniones que llamaban a la desobediencia y al descompromiso con la vida civil, provocadas por el contacto cercano con el centro de poder del Imperio y sus excesos e injusticias, lo que provocaba desconfianza hacia las autoridades y una justa indignación.

En el capítulo 16 Pablo envía una larga lista de saludos, de dónde podemos descubrir que la comunidad de Roma era bastante activa, con hombres y mujeres en cargos de

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importancia. La comunidad de Roma era, sobre todo, una comunidad abierta y tolerante, diversa y acogedora, que vivía los problemas que provocaba esta diversidad y el encontrarse en una ciudad poderosa y opresora.

Podemos sintetizar los elementos de la comunidad de Marcos en los siguientes puntos:

Comunidad abierta al mundo. Constituida mayoritariamente por paganos, incluyendo también judíos. Tiene mucho contacto y relaciones con otras comunidades.

Comunidad en crisis. La situación de Roma y Palestina era tensa y ya se veían las primeras señales del desastre. En Palestina comenzaban las revueltas que terminarían con la destrucción del Templo y la Ciudad Santa, y en Roma aumentaban los atropellos que llegarían dentro de poco a la primera persecución, en el reinado de Nerón.

Comunidad organizada. Los textos revisados nos ayudan a comprender que la comunidad de Roma poseía una organización clara, con hombres y mujeres guiando comunidades, reuniéndose en casas, celebrando la eucaristía y recordando las palabras de Jesús.

Comunidad en busca de identidad. Todos los elementos señalados provocaban una crisis de identidad. ¿Cómo ser cristianos en un mundo cambiante, en el centro de tantas culturas, situaciones y maneras de pensar? ¿ Qué actitud tomar frente al imperio y sus desvíos? ¿Cómo descubrir el rostro de Jesús en medio de todo esto y seguirlo con fidelidad?.

Es para esta comunidad y para responder a sus problemas concretos, desde la práctica de Jesús, que Marcos escribe su evangelio.

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Tema 3: Esquema del evangelio de Marcos.

a) Las preguntas de Marcos.

Marcos divide su libro en dos secciones claramente separadas por el texto de Mc. 8,27-33 (“¿Quién dice la gente, ustedes, que soy yo?). Antes del texto, nos muestra a Jesús actuando en medio de las multitudes, predicando la llegada del reino y haciendo milagros, por galilea y las regiones paganas. Luego del texto, Jesús viaja a Jerusalén al enfrentamiento final con los poderosos de su tiempo, enfrentamiento que lo llevará hasta la cruz y la resurrección.

Estas preguntas son el eje sobre el cual gira todo el relato del evangelio de Marcos. Las dos secciones se centran en responder a esas preguntas e iluminar con ellas el camino de las comunidades. Estas preguntas son:

¿Quién es Jesús?

Lo dice la primera línea del evangelio (1,1), Pedro ante la pregunta de Jesús (8,30), la voz de Dios Padre (1,9-11;9,2-13), Jesús mismo (8,31;9,31;10,33), los demonios (1,24;3,11;5,6-7) y el centurión romano al pie de la cruz 15,39). La primera parte dedicará su atención a responder esta pregunta, mostrando lo que Jesús hace y dice, cómo reacciona la gente frente a él y las autoridades de su tiempo. En la segunda sección también estará esta pregunta, pero en menor grado.

Recordemos el detalle, además, que cada sección comienza y termina con la declaración de quién es Jesús.

Mc. 1,1: “Comienzo del Evangelio de Jesús, Mesías, Hijo de Dios.”

(primera sección)Mc. 8,29: “Pedro le contesta: «Tú eres el Mesías.»”

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(segunda sección)Mc. 15,39: “Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.”

Esto nos muestra que la pregunta sobre quién es Jesús cruza todo el libro y es la pregunta que además, cruza todos los siglos. Es vital encontrar la respuesta y para eso Marcos ha escrito su libro.

¿Qué significa seguir a Jesús?

Resolver la pregunta sobre quién es Jesús no es un acto de curiosidad, sino de compromiso. El reconocer a Jesús como Mesías e Hijo de Dios, y comprender lo que esto significa, lleva necesariamente a definirse frente a él. Por ello, el evangelio es una invitación al seguimiento de Jesús, a sumarse a su proyecto. Pero, ¿Qué significa, en concreto, “seguir a Jesús”? ¿Cómo debe comportarse un verdadero discípulo?. A esto dedicará Marcos la segunda parte de su libro, el viaje a Jerusalén, donde nos muestra a Jesús formando a sus discípulos, anunciándoles su pasión, enfrentando a los poderosos y muriendo en la cruz por haber permanecido fiel y resucitando, como muestra de victoria.

b)Esquema del libro

Hacer un esquema del evangelio de Marcos no es tarea fácil. Los relatos se suceden sin un orden aparente. Los hechos que se cuentan pueden haber ocurrido en cualquier momento y lugar. Lo importante para Marcos no es hacer un relato ordenado de la vida de Jesús, sino relatar hechos de s ia

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a ecciones en que Marcos dividió su libro, las que podemos simplificar en el siguiente esquema:

Sección 1: ¿Quién es Jesús?.

Presentación (1,1-12).Comienzo de la Buena Nueva (1,14-20).Un día en la vida de Jesús (1,21-38).Misión en Galilea (1,39-4.31) Viaje a Gerasa (5,1-20). Vuelta a Galilea (5,21-7,23). Viaje a las regiones paganas (7,24-8,26). ¿Quién es Jesús? (8,27-33).

Sección 2: ¿Qué significa seguir a Jesús?.

Viaje a Jerusalén: Seguir a Jesús (8,34-10,52). El fin del conflicto: Jesús en Jerusalén (11,1-14,11). La pascua de Jesús (14,12-15,47). Jesús está vivo (16,1-20).

Este esquema nos ayudará a comprender mejor el evangelio de Marcos. Es sólo una ayuda, no pretende reemplazar al texto mismo. Lo importante es acercarnos a la Biblia para encontrar el verdadero rostro de Dios, manifestado en la vida y el mensaje de Jesús de Nazareth y en la comunidad que busca ser fiel a esta vida y mensaje.

c) El estilo de Marcos.

Resulta importante fijarse un momento en la forma cómo Marcos escribe su evangelio. La inspiración divina no anula la personalidad del autor humano, sino que actúa precisamente a través de esa personalidad. Cada uno de los evangelista marca más algunos aspectos sobre otros, lo que permite una visión más amplia y completa de Jesús y su mensaje. Vamos a

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detenernos en tres elementos del estilo de Marcos que nos pueden ayudar a comprenderlo mejor.

Uniones y lugares. Marcos escribe su evangelio a partir de relatos y textos anteriores. Su lenguaje es sencillo y directo y se caracteriza por dos aspectos en especial: La forma de unir los relatos y la forma de situarlos en el tiempo y en el espacio.

Con respecto a las uniones, podemos decir que Marcos va uniendo las ideas usando elementos simples, como la “y” (kai) que se repite constantemente. Por ejemplo:

“Y otra vez se puso a enseñar a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a él que hubo de subir a una barca y, ya en el mar, se sentó; toda la gente estaba en tierra a la orilla del mar”. (Mc.4,1)

Este detalle da cuenta de un texto poco elaborado y más parece un discurso que un libro. Eso nos permite reafirmar la idea de que el evangelio es el fiel reflejo de la predicación oral de los primeros cristianos, traspasada a un texto.

Con relación a la ubicación que Marcos hace de los hechos, en espacio y tiempo, podemos decir que no es muy específico geográficamente hablando. Siempre nos muestra a Jesús y sus discípulos “saliendo de la casa”, “Entrando en la sinagoga”, “en la orilla del lago”, “en el camino”, etc. Esta imprecisión se debe a que sus destinatarios no conocían la Galilea o Judea, por lo que poco podía importarles los nombres de lugares. A ello se agrega una lección: los hechos y palabras de Jesús no están limitados por un lugar, sino que pudieron ocurrir en cualquier momento, son lecciones para el día a día, para una vida cotidiana que pretende encarnar en las pequeñeces de cada día el mensaje de Jesús.

El tiempo también es particular en Marcos. El evangelista usa en un mismo relato los verbos en presente y en pasado, dando la sensación de Jesús hablando y actuando ahora y aquí. Por ejemplo:

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“Entró de nuevo en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía la mano paralizada. Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle. Dice al hombre que tenía la mano seca: «Levántate ahí en medio.» Y les dice: «¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?» Pero ellos callaban. Entonces, mirándoles con ira, apenado por la dureza de su corazón, dice al hombre: «Extiende la a

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tnr114l tnin114del auditorio, como en un cuento para niños. Este detalle da la sensación de relato vivo, de movimiento y de sorpresa típicos de los cuentos hablados y coherente con la idea de que el evangelio es historia contada, narrada, que luego se escribe.

Gestos más que palabras. En Marcos Jesús habla poco. No encontramos los largos discursos de Mateo o Juan, excepto el conjunto de parábolas del Reino en Mc. 4,1-34 y del discurso de Mc.13,1-37, sobre la destrucción de Jerusalén y la llegada definitiva del Reino. A diferencia de los otros tres, Marcos pone más atención a los gestos de Jesús, nos muestra al Señor actuando, expresando sentimientos. Comparemos, por ejemplo, el relato de la curación de la suegra de Pedro.

Marcos1:30 La suegra de Simón estaba en cama con fiebre; y le hablan de ella.1:31 Se acercó y, tomándola de la mano, la levantó. La fiebre la dejó y ella se puso a servirles.

Mateo8:14 Al llegar Jesús a casa de Pedro, vio a la suegra de éste en cama, con fiebre.8:15 Le tocó la mano y la fiebre la dejó; y se levantó y se puso a servirle.

Lucas

4:38 La suegra de Simón estaba con mucha fiebre, y le rogaron por ella.4:39 Inclinándose sobre ella, conminó a la fiebre, y la fiebre la dejó; ella, levantándose al punto, se puso a servirles

El Mesías oculto y descubierto. Esta es una de las ideas base de Marcos, más conocida bajo el nombre de “secreto mesiánico”. Se trata de la persistente orden de Jesús de no decir a nadie quien es en verdad. Lo ordena a los demonios

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La razón de fondo refleja la genialidad de Marcos. La persona de Jesús, proclamada como Mesías e Hijo de Dios, sigue siendo un misterio, más hondo y grande que lo que alcanzamos a comprender. A Jesús no se le reconoce por argumentos o teorías, sino por experiencia. Marcos nos pone ante los ojos el misterio de Jesús y nos hace experimentar su presencia liberadora y desconcertante. Jesús está presente, pero oculto a nuestros ojos, por lo que debe ser descubierto y experimentado.

A Jesús se le conoce al ponerse en su seguimiento, al asombrarse ante su acción y su mensaje, al callar frente a su misterio y vivir la experiencia del Reino de Dios que comienza oculto en la historia y se va revelando poco a poco, misteriosa y desconcertantemente. El evangelio no nos invita a la seguridad de las cosas sabidas, sino a la aventura de seguir a Jesús que siempre nos desconcierta y nos desafía a vencer todas las formas del mal y esclavitud, para encontrar la verdadera libertad.

Este estilo de Marcos permite proyectar una imagen de Jesús actuando, presente hoy y cercano, afectuoso y sensible. Esto nos recuerda que el Evangelio es primero una práctica, una forma de vida, un ponerse en camino tras los pasos de Jesús.

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PARTE IICONTENIDO DEL LIBRO

Sección 1: ¿Quién es Jesús?

Tema 4: Presentación (1,1-12)

Marcos abre su evangelio con una frase solemne: “comienzo de la Buena Nueva de Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios” (1,1). Este es el título del libro y su finalidad. Marcos va a contar cómo comenzó la Buena Nueva de Jesús, la Buena Nueva que su comunidad buscaba vivir en su realidad, Buena Nueva que no se acaba en Jesús, sino que perdura luego de su muerte y resurrección. Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios. ¿Qué es lo que significan estos títulos y por qué se señala con ellos a Jesús?, es lo que Marcos va a responder a lo largo del Evangelio.

En esta parte, el evangelista nos señala tres hechos distintos, con los que nos permite conocer el contexto en el que Jesús comenzó su misión. Son textos breves, de una riqueza enorme. Vamos a detenernos en cada uno de ellos.

La voz que grita en el desierto...

El relato comienza con la figura de Juan el Bautista, predicando en el desierto la conversión. Marcos señala en Juan el cumplimiento de la profecía de Isaías (Is. 40,3) y Malaquías (Ml.3,1). De esta forma, la historia de Jesús queda enmarcada dentro de la historia de Israel y la tradición de los profetas. Jesús viene a dar claridad a esa historia y llevarla a su plenitud, y para eso Juan bautizaba a la gente, en espera del que “viene detrás de mí, pero es más fuerte que yo” (1,7).

Juan predica en el desierto. El desierto es la imagen típica de la soledad, la austeridad y la pobreza, del silencio

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para buscar y encontrar a Dios, del espacio de la prueba y la tentación. El pueblo de Israel se purificó durante cuarenta años en el desierto, luego de la esclavitud de Egipto. Así también, en el desierto debe empezar la purificación antes de entrar en la verdadera libertad, la que trae Jesús.

El bautismo de Juan es sólo un símbolo, que pretende demostrar el compromiso por cambiar de vida y mejorar en espera de la llegada del Mesías. Porque para que el Mesías llegue hay que hacer algo concreto, vivir de una manera distinta, comprometerse con la transformación de nuestro mundo y no sentarse a esperarlo. Es a eso a lo que Juan nos invita, con la promesa de recibir de parte de Jesús el Espíritu Santo, la fuerza para perseverar en la tarea y el compromiso.

b)”Tú eres mi hijo amado, en quien me siento complacido”...

La imagen de Juan predicando sirve de escenario para la aparición de Jesús, que también viene a bautizarse. Nosotros, desde nuestra fe, podríamos preguntarnos: ¿Por qué Jesús se bautiza, si no tenía pecado?. La respuesta está en lo que dijimos anteriormente. El bautismo de Juan no era sólo un signo de arrepentimiento por los pecados personales, sino compromiso de conversión personal y colectiva, señal de que se está dispuesto a luchar por liberar al pueblo de su pecado y de las consecuencias de este pecado. Por eso Jesús se bautiza, para sumarse a la tarea de liberar al pueblo de todo mal y de todo pecado.

El bautismo de Jesús se marca por varios signos que recuerdan hechos del Antiguo Testamento, que ayudan a comprender mejor quién es él y a qué viene.

Los cielos abiertos. Esta expresión siempre señala una manifestación de Dios en medio de su pueblo. De la misma forma, el cielo cerrado señala la ausencia de profetas, el silencio de Dios y su abandono. Con Jesús los cielos se vuelven a abrir, Dios vuelve a actuar en la historia, vuelve a intervenir para liberar a su pueblo y guiarlo.

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Como una paloma, bajaba sobre él. La imagen de la paloma sobre el agua recuerda hechos importantes. Recuerda el principio de la creación, cuando “el espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas” (Gen. 1,2). También señala la imagen del diluvio, cuando Noé soltó una paloma sobre las aguas y esta volvió con una rama de olivo, comprobando con ello que las aguas comenzaban a descender y la vida a resurgir (ver. Gen. 8, 6-12).

Con este símbolo, Marcos nos recuerda que con Jesús comienza una nueva creación, un tiempo nuevo al que somos invitados, tiempo de plenitud y de gracia, de libertad y justicia, tiempo que hay que construir, que se inaugura con Jesús y se prolonga hasta el fin de la historia.

La voz desde el cielo. La escena termina con la voz que desde el cielo proclama: “Tú eres mi hijo amado, en quien me siento complacido” (1,11). No se nombra el origen de la voz, sólo se afirma que viene del cielo. Es una forma de señalar a Dios sin nombrarlo, tal como en la expresión “reino de los cielos” que significa “reino de Dios”. La voz de Dios desde el cielo la escucharon los patriarcas, los profetas y los reyes, así como numerosos creyentes, hombres y mujeres, a lo largo de la historia. Ahora esa voz se dirige a Jesús, señalándolo nada menos que como el hijo amado, en quien Dios se siente plenamente satisfecho, absolutamente complacido, totalmente realizado.

Se trata de una experiencia íntima, misteriosa, que sólo puede describirse a través del símbolo. A partir del bautismo de Juan, Jesús experimenta su cercanía con Dios y el sentido de su misión. Es el hijo amado, llamado a liberar a su pueblo de su pecado, de todo mal y de toda opresión. Es la humanidad penitente, sufriente y pecadora la que Jesús ha venido a llamar, para que se transforme también ella en la plena complacencia del Padre.

c) El Espíritu lo empujó al desierto...

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Luego de esta experiencia, en que Jesús descubre su propia misión, recibiendo el Espíritu que lo consagra como Mesías, es llevado al desierto. El texto tiene un sentido fuerte, de obligar, empujar. Es que Jesús se ha transformado en instrumento de Dios, y su voluntad la ha sometido libremente a la voluntad del Espíritu de Dios. Por ello, es llevado al desierto, al lugar de la prueba y la soledad.

Jesús, antes de comenzar su misión, busca la soledad para pensar y comprender en profundidad lo que ha vivido en el bautismo de Juan y lo que eso significa. Del desierto saldrá con la certeza de lo que debe hacer para vivir su vocación recién descubierta y confirmada. El período de desierto es de cuarenta días, como cuarenta días duró el diluvio, como cuarenta años pasó Israel en el desierto. Y es que una realidad nueva, un mundo nuevo, requiere de un tiempo de incubación en el silencio, tal como una nueva vida pasa nueve meses creciendo oculta dentro del vientre materno.

Tres elementos nos aportará Marcos para contarnos esta experiencia de Jesús, y los veremos en detalle.

Tentado por Satanás. La experiencia de Dios y el compromiso con la Buena Nueva y la liberación, hacen pasar a Jesús, y a todos los creyentes, por la tentación. Satanás (el adversario, el enemigo) tienta a Jesús durante su discernimiento y meditación en el desierto. Marcos no nos detalla las tentaciones, como Mateo y Lucas, y prefiere el silencio ante el misterio. Cada compromiso tiene sus riesgos, sus posibles desvíos, la experiencia del desánimo y la desesperación. Jesús también pasó por esta experiencia, pero triunfó sobre ella al discernir con sabiduría lo verdadero de lo falso, y buscar ante todo la voluntad de Dios, su reino y su justicia.

Vivía entre las fieras. En el desierto no hay fieras, por lo que debemos buscar qué nos quiso decir Marcos con este detalle. Los seres humanos no vivimos entre las fieras, sino

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que nos alejamos de ellas. El Génesis nos cuenta, sin embargo, que antes del pecado el hombre puso nombre a cada animal (Gen.2,20) con quienes convivía y hablaba. Agreguemos a esto la visión de Isaías sobre el tiempo del Mesías, en que “vivirán juntos el lobo y el cordero, y el leopardo se echará junto al cabrito” (Is. 11,6ss).

Así Jesús, una vez superada la tentación, vive la armonía original con la naturaleza y realiza el ideal mesiánico de una era de paz y concordia entre todos los seres. Esto es lo que Marcos nos quiere decir a través de los símbolos: que Jesús es el Mesías y que traerá la paz y la concordia, pasando primero por la tentación y el desierto.

Los ángeles le servían. Jesús, al superar la tentación, vive también la relación plena y sana con Dios y el mundo espiritual. Es lo que señala la imagen de los ángeles, mensajeros de Dios y sus instrumentos, puestos al servicio de Jesús, el hijo amado. Hay también un interés por señalar la dignidad de Jesús, superior a los ángeles, hijo amado y predilecto de Dios.

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c o d ,a Bena Nueva y su realización a través de los gestos y acciones del Maestro. El relato se ubica luego del arresto de Juan Bautista y en la región de Galilea, donde todo comenzará y donde volverá Jesús y sus discípulos luego de la resurrección, para comenzar de nuevo y prolongar la misión del Mesías.

Marcos parece dar a entender que el arresto de Juan es el hecho que hace comprender a Jesús que debe comenzar su misión. Los tiempos de los profetas terminan, el tiempo nuevo del Mesías comienza con él y se prolonga hasta el fin de la historia. El evangelista describe este comienzo a través de tres hechos importantes: La llegada de Jesús a Galilea, el anuncio de la Buena Nueva y los primeros cuatro discípulos.

a) La llegada de Jesús a Galilea.

El relato da la sensación que Jesús se quedó en Judea luego de la experiencia del desierto, o que una vez saliendo del desierto se enteró del encarcelamiento de Juan y decidió comenzar su misión en Galilea. En ambos casos relaciona el comienzo de la misión del Maestro con el fin de la del Bautista, separando con ello el tiempo de la preparación, con el tiempo del cumplimiento de las promesas de Dios, el tiempo del Mesías.

La misión de Jesús está en continuidad con la de Juan, pero esta es una “continuidad discontinua”, es decir, una lleva a la otra, pero la forma y la intención son distintas. Jesús no predicará en el desierto, como Juan, sino en medio del pueblo, entre los pobres de la Galilea. Jesús anunciará la llegada del Reino y no sólo su preparación. Juan vivirá en austeridad del desierto, comiendo poco y en una vida de penitencia, Jesús en cambio vivirá en medio del pueblo, prestando poca atención a las prácticas de ayuno y penitencia. Juan dirá que el Mesías está próximo, Jesús mostrará con su vida y su palabra que el Mesías ya está en medio del pueblo, y que Dios ha escuchado el clamor del pueblo y ha bajado a liberarlo, tal como en el éxodo (Ex. 3, 8ss).

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Jesús era de Nazareth de Galilea. Entonces, ¿Por qué Juan nos dice que Jesús “marchó a Galilea”, siendo que era de ahí?. El detalle tiene un sentido profundo. La Galilea, región al norte del país y rodeada de paganos, era una zona despreciada y marginada6. Es ahí, en medio de los marginados, donde Jesús comenzará el anuncio de la Buena Nueva. Por eso Jesús marcha a Galilea, es decir, decide iniciar su predicación en medio de los pobres y excluidos, no se trata de una casualidad, sino de una opción. Lo mismo señalarán Mateo y Lucas, aunque con estilos diferentes (ver Mt. 11,4-6; Lc. 4, 18-19).

La actitud de Jesús señala también un rasgo mesiánico. Isaías anunciará la liberación del reino de Israel, el reino del norte, y el retorno de los deportados. La misión de Jesús, misión del Mesías, también será liberar al pueblo de la opresión y la injusticia, consecuencias del pecado y la infidelidad:

“Como en un primer tiempo la tierra de Zabulón y Neftalí fueron ultrajadas, el tiempo siguiente honró el camino del mar, más allá del Jordán, la galilea de los paganos.

El pueblo que andaba a oscuras vio una luz grande. Los que vivían en tierra de sombras fueron iluminados (...) Porque el yugo que les pesaba, el látigo sobre su hombro, la vara del opresor, tú los has destruido como en el día de Madián. Porque la bota que pisotea fuerte, y el manto manchado de sangre, serán quemados, pasto del fuego” (Is. 8,23-9,5)

La opresión de la Galilea no viene ahora sólo de un poder extranjero (los romanos), sino dentro del propio pueblo, de sus autoridades (Herodes), de sus líderes religiosos (Sanedrín,

6 El nombre de Galilea quiere decir “círculo”, “rueda”, “distrito o comarca”, y alude al hecho de estar rodeada por regiones paganas (Sirio-fenicia, Traconítida, Decápolis y Samaria). Se trata del territorio que antiguamente ocupaban las tribus del norte, es decir, menos Judá y Benjamín, que luego formarían el Reino de Israel, hacia el 931 a.c. Desde entonces, la enemistad y el desprecio mutuo entre los reinos de Judá e Israel se hizo cada vez más fuerte. Con la conquista de Israel por Babilonia en el 722, esta enemistad se profundizaría más aún, unida a la sospecha de impureza e influencia pagana. Esta opinión perduraría hasta después de los tiempos de Jesús. Los evangelios dan testimonio de esta opinión. (ver Jn 1,46; 7,41; 7,51).

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Saduceos, Fariseos) y de la enemistad entre regiones (Galilea contra Judea, Judea y Galilea contra Samaria, etc).

Por ello, Jesús comenzará en Galilea el anuncio del tiempo nuevo, tiempo de justicia y fraternidad, tiempo de liberación y esperanza. Habrá que convertirse, transformarse en un pueblo justo, para que llegue el día de la liberación, tal como en el tiempo de Isaías, tal como en el día de Madián (ver Jueces, 7, 15-25).

b) El anuncio de la Buena Nueva.

Jesús comienza a anunciar en Galilea “la Buena Nueva de Dios”, el Evangelio. El término no fue creado por los cristianos. En el mundo judío y grecorromano, las “buenas noticias” eran el anuncio de alguna victoria militar o la llegada de un nuevo rey o emperador. También era “Buena Noticia” la recompensa que recibía el mensajero. Como Marcos escribe para los cristianos de Roma, acostumbrados a las “Buenas Noticias” del Imperio (que generalmente eran malas noticias para el pueblo), aclara que Jesús anuncia la Buena Noticia de Dios, no la del imperio. Este Evangelio es resumido por Marcos en una corta frase, pero de un profundo sentido:

“El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado, conviértanse y crean en el Evangelio” (Mc. 1,15)

El tiempo se ha cumplido. El griego tiene dos palabras para “tiempo”: “Kronos” (Krono)es el tiempo de las horas y minutos, el tiempo que corre, de ahí las palabras castellanas “cronómetro”, “cronológico”, etc. “Kairós” (Kair/oj) es el momento propicio para algo, la oportunidad, la ocasión. El Nuevo Testamento ocupa este segundo término.

El tiempo que se ha cumplido no es un plazo fatal, un tiempo cronológico, una especie de fecha predicha e inevitable (Kronos). Jesús anuncia la oportunidad (Kairós) para que se realice el reino de Dios, el momento propicio para liberar al pueblo, la ocasión en que están dadas las

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posibilidades para que nazca una nueva realidad, un nuevo comienzo. Es el momento para sumarse a ello, para poner el propio empeño y la propia vida en la construcción del Reino de Dios.

El reino de Dios se ha acercado. El reino de Dios no es una especie de institución política que remplace a los reinos del mundo. Se trata de una nueva dinámica, una nueva forma de relacionarse entre las personas y los pueblos, más fraterna, justa y verdadera. La base de esta nueva forma, de estos nuevos valores, es reconocer que Dios es Rey sobre todos, y que todas las autoridades, reinos y pueblos deben vivir según su voluntad, que es voluntad de amor, justicia, fraternidad y verdad.

Si el pueblo es fiel a Dios y acepta su voluntad, entonces Dios será su rey y luchará por su liberación. Para Jesús, la causa profunda de la injusticia es la infidelidad a la alianza entre Dios y el pueblo. Cuando el pueblo rechaza a Dios como rey, entonces llega la opresión y la injusticia, se vuelve a la esclavitud de Egipto, se rompe la alianza (ver 1Samuel 8, 1-10ss).

La oportunidad de retomar el camino de la alianza “se ha acercado”, se ha puesto al lado, está al alcance de la mano. Es la hora de sumarse al camino que el pueblo ya empezó a hacer con Juan, pero que debe avanzar hacia una verdadera transformación, hacia una nueva sociedad, justa y libre, hacia el reino de Dios. Tal es la invitación de Jesús.

Conviértanse y crean en la Buena Nueva. Para reconocer a Dios como rey y aprovechar la oportunidad que Jesús ofrece, es necesario cambiar de mentalidad, de camino y de forma de vida. Es lo que el texto nos dice con la palabra “matanoeite” que viene de “metanoia” (metanoeite . metanoia), que significa más literalmente “transformarse” , cambiar de forma de ser, nacer de nuevo, ser otro. Por ello, no se trata de un cambio de prácticas religiosas, o de creer ciertas verdades, sino de transformar la propia vida y nuestro mundo, para

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hacerlo más acorde con la voluntad de Dios. Sólo hombres y mujeres transformados podrán transformar el mundo.

La invitación es a transformarse y a creer en la posibilidad de la transformación, a creer en el anuncio de Jesús y sumarse a su proyecto. No se trata sólo de creer en Jesús, sino de creer también a El. Creer en su sueño y sumarse al esfuerzo por hacerlo realidad. El Reino de Dios es posible, Jesús viene a anunciar esta posibilidad como cercana, real y a invitarnos a hacerla posible.

c) Los primeros cuatro discípulos.

El primer paso para aprovechar la oportunidad que Jesús anuncia y provocar la realización del reino de Dios, es formar comunidad. A través de la vivencia comunitaria del mensaje de Jesús se va realizando el Reino prometido y va avanzando la realidad nueva que este Reino significa y realiza.

El relato del llamado de los cuatro primeros discípulos es imagen del llamado de todos los discípulos y de toda comunidad creyente que se esfuerza por vivir el seguimiento de Jesús. Centremos nuestra atención en algunos detalles que nos permitirán profundizar en el sentido de este texto:

Los discípulos son hermanos. Los llamados son dos pares de hermanos, Simón y Andrés, Juan y Santiago. El lazo que une a la comunidad son los lazos de la hermandad. No se trata sólo de seguir un ideal o luchar por una sociedad mejor, se trata más profundamente de hermanarse y vivir la fraternidad verdadera, que es la base de la realidad nueva que Jesús viene a anunciar.

Estaban arreglando las redes. Jesús llama a los discípulos en medio de su trabajo, en la realidad de cada día. Este es uno de los rasgos más importantes en Jesús: que el Reino se

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descubre y se vive en medio del mundo, en la realidad de cada día, y se realiza también en medio del mundo, en los hechos de la historia del pueblo, de los pobres y sencillos. Quien desee encontrarse con Jesús no debe, por tanto, buscarlo en el desierto (como Juan), sino en medio de la gente, entre los pobres de la Galilea.

Les haré pescadores de hombres. Jesús llama a sus discípulos desde su realidad, desde su lenguaje. Por ello los invita a sumarse al Reino hablándoles de redes y de pesca, valorando con ello su identidad de trabajadores, de sencillos pescadores, dejando de lado los prejuicios que ellos cargaban en su época.

La frase refleja también una idea importante. El sumarse a la construcción del Reino es una invitación también a sumar a otros, a vivir abiertos a los que no han descubierto la oportunidad que el Evangelio anuncia, a buscar formas y maneras de “pescar a otros hombres” y hacerlos descubrir la realidad nueva a la que Jesús los invita.

Y dejándolo todo, lo siguieron. El seguimiento de Jesús es una experiencia radical. Implica abandonar las seguridades acumuladas, dejar la propia barca, las redes que hemos tendido y a los que queremos, para poner a Jesús y su Reino como lo más importante. Esta libertad profunda y radical frente a todas las cosas que parecen darnos seguridad, hace posible que el discípulo pueda seguir a Jesús y estar disponible para vivir la “metanoia”, el cambio de mentalidad y forma de vida, requisito imprescindible para comprender la dinámica del Reino y poner el propio esfuerzo para construirlo.

En este pequeño relato, Marcos señala los elementos necesarios para aceptar la llamada de Jesús y seguirlo. Son elementos que deben estar siempre presentes a lo largo del camino, y no sólo al comienzo. Se trata de un proceso que se va viviendo cada día, pero que requiere decisión y desprendimiento.

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Tema 6: Un día en la vida de Jesús.(1,21-34)

Marcos ya ha hecho las presentaciones. Después del primer anuncio de la Buena Nueva y del comienzo de su realización por medio de la marcha a Galilea y la formación del primer grupo de discípulos, el evangelista da un paso adelante. Nos muestra la actividad de Jesús en un día, qué hace, con quién convive y cómo reacciona el pueblo frente a El.

Conocer un día de la vida de Jesús no es un simple acto de curiosidad, se trata de un día-tipo, de una jornada a la que también son invitados los discípulos de Jesús, la Comunidad Cristiana, para vivir también cada día la Buena Nueva que Jesús ha anunciado. Será este día el espejo donde debemos mirar nuestra realidad personal y comunitaria y descubrir lo cerca o lejos que estamos de continuar también nosotros la misión del Mesías.

Marcos divide este día de Jesús en tres momentos distintos, que marcan la realización de la Buena Nueva por medio de curaciones y de la reacción de la gente. Vamos a ver cada uno de estos momentos con mayor atención.

a) Una doctrina nueva, con autoridad...

El día de Jesús transcurre en Cafarnaúm. El texto dice “Llegan a Cafarnaúm”, es decir, Cafarnaúm será el lugar donde Jesús comenzará su trabajo, donde establecerá su “centro de operaciones” y desde ahí saldrá en los distintos viajes. Cafarnaúm era una ciudad costera, a orillas del mar de Galilea. Bastante grande, era el centro comercial de la zona, donde se vendían y compraban los productos del mar y las cosas necesarias para las otras ciudades alrededor del lago. Así Jesús asegura una amplia difusión a su labor y mensaje. Desde Nazareth no habría logrado mucho, por ser una aldea alejada y pequeña.

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El día Sábado entraron a la Sinagoga. El sábado era el día principal de la semana, donde no se trabajaba, y se dedicaba el día a la familia, al amor en pareja y el culto a Dios. No deja de ser curioso que precisamente el día de descanso se muestre a Jesús pleno de actividad, contradiciendo el sentido de inmovilidad con que se había cargado el sábado con el paso de los años. Para Jesús, el sábado es el día en que se da espacio a la vida, al amor y al descanso. Por ello, su labor liberadora comenzará en sábado, pues el verdadero descanso no llegará hasta que el pueblo haya sido liberado.

Jesús comienza a enseñar. Marcos no nos dice que es lo que enseñaba, pues ya lo ha resumido en la sección anterior y lo irá contando más con hechos que con palabras. Pone su atención, en cambio, en la reacción de la gente: “Quedaban asombrados de su doctrina, porque enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas”. De esta frase podemos comprender algunos elementos del mensaje de Jesús y de su forma de entregarlo:

Su mensaje asombraba. Jesús sacaba conclusiones nuevas de la tradición de su pueblo y de los textos sagrados. La gente se había acostumbrado a escuchar lo mismo, a leer sin comprender y sin practicar las consecuencias que la fidelidad a la alianza exige. Por ello Jesús asombra, porque los textos no son para recordarlos, sino para vivirlos y comprometerse en la tarea de hacerlos realidad.

Enseñaba con autoridad. Jesús, constituido como Mesías e Hijo predilecto de Dios, enseña con la autoridad que el Espíritu le ha dado. Toma los textos sagrados y los actualiza, no se limita a repetir lo que los textos decían o lo que enseñaban otros maestros, sino que se atreve a tener ideas propias y a vivir el mensaje de la Ley y los profetas con creatividad liberadora.

No como los escribas. Este modo nuevo de comprender la tradición de Israel, provocaba una diferencia radical entre su

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enseñanza y la de los escribas, que eran los encargados de escribir las copias de los textos sagrados y de enseñar su correcta interpretación. Jesús hace que los textos tengan vida, que motiven la conversión y el compromiso con la Buena Nueva. Por ello, el conflicto con las autoridades ya se vislumbra y el asombro de la gente irá creciendo cada vez más. Se hacía necesaria una opción: o seguían leyendo los textos sagrados como hasta entonces, o escuchaban a Jesús y se comprometían, con lo que quedaba en entredicho la autoridad de los escribas.

Este asombro frente a la novedad del Evangelio va a poner a todos frente al dilema de comprometerse con el Reino o desaprovechar la oportunidad de realizarlo, poniéndose en su contra por su sola falta de compromiso. Lo dice también el dicho popular: “el que no ayuda, estorba” y muchos estorbarán la llegada del Reino, por cuidar de sus propios intereses o su posición.

Este conflicto se ve reflejado en la irrupción del endemoniado, que no soporta el mensaje que Jesús trae y se pone a gritar: “¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazareth? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé que tú eres el Santo de Dios”.

En la mentalidad bíblica no existe la separación entre el mundo espiritual y el corporal, entre los demonios y ángeles y los humanos. Así, toda presencia del mal (opresión, enfermedad, injusticia) es un signo de la presencia del demonio, así como los signos de liberación y vida son señales de la presencia de Dios (sanación, liberación, vida, dignidad, etc)

Por eso, el rechazo y la incapacidad de aceptar la Buena Nueva son, en el fondo, vivir sometidos al mal, al demonio y su acción. Quien se niega a cambiar para sumarse a la construcción del Reino se pone a sí mismo, aún sin saberlo, al servicio del Maligno, provocando división e intolerancia. La inquietud del endemoniado era la inquietud de los poderosos

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y de los que se solidarizaban con ellos. Con su predicación, Jesús parecía venir a destruir el orden establecido, contradecir la tradición e incitar al pueblo a la rebelión. Desde su óptica, la del mal y del poder, Jesús es un tipo peligroso, que viene a acabar con su influencia sobre el pueblo y liberarlo de una religión inmovilizadora y esclavizante.

Esto puede ser la expresión bíblica a nuestra actitud de sospechar de todos los que llevan las consecuencias del Evangelio más allá que nosotros, de los que se comprometen con la liberación del pueblo o con una religión abierta a las inquietudes del pueblo. Hoy los llamamos revolucionarios, subversivos, terroristas o herejes.

El endemoniado lo llama “de Nazareth”, recordando su pueblo de origen, pueblo que tenía la fama de ser un lugar lleno de revoltosos y revolucionarios, de dónde no podía salir nada bueno. La expresión “El santo de Dios” aludía al Mesías, el que había de liberar al pueblo de la opresión. Con estos dos títulos, el endemoniado hace sospechar de las intenciones de Jesús. Lo que ha dicho, parece decir el demonio, no es más que una manipulación de la verdadera fe y sólo pretende sumar gente al movimiento zelota y alborotar al pueblo.

La orden de Jesús (“cállate y sal de él”) hace que el demonio pierda la partida y quede en evidencia que lo que Jesús enseña es la voluntad de Dios, y que los que se niegan a aceptarlo sólo sirven al demonio, oponiéndose a que pueblo se libere. La reacción de la gente deja claro que Jesús lleva la razón y confirma que su doctrina nueva viene de Dios, de su autoridad y su poder. El impacto de Jesús es grande y comienza a crecer cada vez más, junto con la oposición de los que se niegan a cambiar y son solidarios con el sistema de poder e injusticia.

b) Libre del mal, dispuesta al servicio...

Saliendo de la Sinagoga, Jesús y sus cuatro primeros discípulos van a la casa de Simón y Andrés. Era costumbre en

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sábado compartir una comida entre amigos y por ello van a celebrar juntos. Pero hay alguien que no participa de la fiesta: la suegra de Pedro, que está con fiebre, en cama.

La fiesta del sábado, fiesta de descanso y alegría, de libertad y fraternidad, no puede empezar mientras haya alguien que no puede participar, que no ha sido liberado. Por eso Jesús se acerca a la enferma, le toma la mano y la levanta. El hecho pretende significar no sólo el poder de Jesús sobre el mal, sino su misión en medio del pueblo: sanar, liberar, levantar al que está abatido e inmovilizado por el mal, para integrarlo a la fiesta.

La enferma es una mujer, considerada como persona de segunda categoría en aquella época. De hecho, las mujeres no participaban del culto del sábado, ni leían los libros sagrados, sólo observaban desde un lugar aparte. Jesús viene a levantar a la mujer desde su situación abatida e integrarla a la vida y la salud. Su acción refuerza lo ocurrido en la sinagoga: El triunfa sobre el mal y devuelve la dignidad y la importancia a los marginados y excluidos.

La mujer ya recuperada de la fiebre, “se puso a servirles”. Jesús libera a los marginados y reivindica su dignidad, pero no para sí mismos, sino para que se pongan al servicio de los demás. Quien está sometido al mal, ya sea por enfermedad, opresión o cualquier otra forma, no es libre y por ello no puede sumarse a la tarea de construir el Reino. El que se ha liberado, está disponible para servir, para poner sus energías a favor de la liberación de los demás, liberación que pasa primero por la propia dignidad y por la vida fraterna y solidaria. Cuando la mujer ha sido liberada del mal, puede ponerse al servicio del Reino, entonces puede comenzar la fiesta.

c) Un pueblo liberado...

Durante el día Jesús ha ido liberando. A los de la sinagoga, de una religión inmovilizante y represiva. Al

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endemoniado, del mal que no le permite comprender la Buena Nueva y aceptarla. A la suegra de Pedro del mal que la inmoviliza y no le permite levantarse y servir a los demás. Ahora el día se cierra con una curación y liberación masivas.

El pueblo entero se va a la casa de Pedro “al atardecer, a la puesta del sol” cuando el descanso del sábado había terminado. Entonces ya se atreven a cargar a los enfermos y llevarlos a Jesús para que los sane. El cambio de mentalidad es algo lento y el pueblo aún no se ha liberado de la inmovilidad del sábado. Buscan a Jesús como sanador y, aunque admiran su nueva forma de entender la religión, no han conseguido comprenderla totalmente.

Jesús sana a muchos enfermos y libera a muchos endemoniados. A los demonios les prohíbe hablar, para que no confundan al pueblo, pues el mal, en cualquiera de sus formas, no aceptará nunca perder su poder sobre el pueblo sin tratar de frenar el avance de la Buena Nueva. Los demonios intentarán repetir lo dicho en la sinagoga, pero Jesús se adelanta.

Generalmente, nos quedamos en lo extraordinario de los milagros de Jesús y olvidamos su significado. El día de Jesús está marcado por los esfuerzos por liberar al pueblo de los prejuicios, la mentalidad opresora y de todo aquello que limite la vida. Jesús libera a los que se topa en el camino, sea en la sinagoga o en la casa, su presencia y mensaje libera, sin preocuparle si se trata de un endemoniado, una mujer enferma o todo un pueblo. La tarea de la liberación es agotadora, a veces incomprendida, pero necesaria e inevitable, si se quiere de verdad seguir a Jesús y aprovechar la oportunidad de construir el Reino.

Podemos resumir el día de Jesús en los siguientes elementos, que pueden servirnos para revisar nuestra labor como comunidad y como personas:

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Jesús se dirige donde la gente está y anuncia su mensaje en medio de ellos, sea en la sinagoga o en una comida en casa.

Libera al pueblo de una mentalidad represiva e inmovilizadora, para hacerlo comprender que el Reino ya empieza y hay que ponerse a su servicio.

Se enfrenta a los que pretenden desfigurar su mensaje y confundir al pueblo. Jesús los hace callar y demuestra que su negativa es obra del mal y no de Dios.

Reivindica a los que son marginados y levanta a los que se sienten abatidos, para que se pongan al servicio de sus hermanos.

Libera a todo el pueblo del mal y la opresión, simbolizado por curaciones y liberaciones, porque sólo un pueblo libre puede aceptar la Buena Nueva.

No se preocupa por quienes son los que buscan la liberación ni pide requisitos para liberar. Aunque el pueblo no comprenda bien sus intenciones, no por eso les niega la participación en la libertad y fraternidad que el Reino trae y provoca.

Otro elemento que es importante recalcar, es que este día de Jesús que Marcos nos presenta va de menos a más. Primero proclama su mensaje, luego detiene a los que pretenden confundir al pueblo descalificándolo, luego sana a una persona y al final al pueblo entero. Así avanza la Buena Nueva, paso a paso, de menos a más, siempre con oposición de los que están sometidos al mal o son cómplices de él, pero siempre avanzando sin detenerse, en los pequeños triunfos de cada día. Cada liberación, por pequeña que sea, aporta decisivamente al logro de la liberación de todo el pueblo, a la construcción del Reino de Dios que Jesús viene a anunciar y realizar.

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Tema 7: Misión en Galilea. (1,35-4.31)

Marcos nos relata en esta sección, la primera misión de Jesús y sus discípulos en Galilea. En este bloque, el evangelista agrupa los siguientes elementos:

Oración y decisión de marchar (1,35-39).Triunfo de Jesús:

Curación de un leproso (1,40-45).Conflicto con los escribas y fariseos:

El perdón de los pecados (2,1-12).Cercanía con los pecadores, llamado de Leví (2,13-17).Relativización del ayuno (2,18-22).Relativización del sábado (2,23-28).El sábado es para salvar la vida (3,1-5)Decisión de sus enemigos de eliminarle (3,6)

Triunfo de Jesús:El pueblo sigue a Jesús (3,7-12).Los Doce, modelo de un pueblo nuevo (3,13-19).

Conflicto con sus parientes y los escribas :Sus parientes piensan que está loco (3,20-21).Los escribas lo desprestigian (3,22-30).Los discípulos, La verdadera familia de Jesús (3,31-35).

Triunfo de Jesús: El discurso de las parábolas (4,1-34).Calma la tempestad (4,35-41).

En el esquema anterior podemos descubrir con mayor desarrollo, los dos elementos señalados en el primer día de Jesús y que estarán presentes durante toda su vida y por ello, también presentes en la vida de la comunidad de sus discípulos: El triunfo y el conflicto. El triunfo de Jesús, el avance de la Buena Nueva provoca conflictos con las autoridades del pueblo, que lo ven como algo peligroso. Un nuevo triunfo, provoca el conflicto con los escribas y con la parentela de Jesús. A pesar de ello, la Buena Nueva sigue

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avanzando, por medio de la enseñanza y predicación de Jesús y su poder para liberar y enfrentarse a las fuerzas del mal.

Con un esquema muy simple, Marcos afirma dos verdades valiosas para la comunidad de los creyentes: Que el Reino de Dios triunfa y avanza sin que el mal pueda detenerlo, y que este avance provoca el enfrentamiento con las fuerzas del mal, que harán lo que esté a su alcance para intentar frenar su avance. El fin del viaje es claro: El Reino siempre triunfa y la tensión del conflicto irá siempre en aumento, hasta el desenlace final en la muerte y resurrección del Maestro.

a) Oración y decisión de marchar (1,35-39).

Jesús, en la madrugada del domingo, se va a un lugar solitario a hacer oración. Necesita orar y meditar sobre lo ocurrido el sábado para descubrir el camino a seguir. El triunfo frente a sus adversarios y las fuerzas del mal ha sido evidente y eso provoca la tentación del éxito fácil. Los discípulos lo interrumpen, seguramente cuando ya ha amanecido: “todos te buscan”. El pueblo está contento con la presencia de Jesús en medio de ellos. Su mensaje los libera del miedo y les da esperanza, además de sus curaciones y expulsiones de demonios.

Pero Jesús no se engaña. Todos lo buscan, porque ha sanado a muchos y desean ver sus milagros y contar con su ayuda. Todos lo buscan como sanador y milagrero. La libertad que Jesús trae no busca el relajamiento y el descompromiso. El ha liberado al pueblo de la mentalidad que lo oprimía, para que puedan libremente acoger la oportunidad que Dios les ofrece y por eso evita la tentación de quedarse y transformarse en el sanador del pueblo. Cafarnaúm quería apropiárselo, pero Jesús es libre incluso frente a los que lo apoyan, por eso dice: “vayamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para que también ahí predique: pues para esto he salido”.

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Jesús no se queda en el terreno ya conquistado, sino que siente la inquietud por aquellos que aún no han escuchado la Buena Nueva y no se han recibido la oportunidad de sumarse al Reino. Esta inquietud, diríamos “misionera”, de Jesús y esta libertad para dejar el terreno seguro y arriesgarse a la aventura, son dos actitudes que Jesús mantendrá durante toda su vida y que deben mantener también los discípulos de Jesús, la Comunidad Cristiana de entonces, hoy y siempre.

Es en la oración donde Jesús discierne. Oró en el desierto y encontró la claridad sobre su misión. Ahora ora y descubre la trampa del éxito fácil, y opta por el camino que Dios indica. Cada momento importante, cada decisión de Jesús, es preparada en la oración. Su actividad nace de ella, se nutre de la relación con el Padre y de ahí saca fuerzas y claridad para el día a día. Es algo que no hay que olvidar.

La última frase resume en dos aspectos la acción de Jesús en Galilea: predicaba en las sinagogas y expulsaba demonios, es decir, anunciaba el mensaje de la Buena Nueva e iba liberando al pueblo de la opresión del Maligno, reflejada en enfermedad, error, opresión o desesperanza.

b) Triunfo de Jesús (1,40-45)

Curación de un leproso (1,40-45).

La primera acción que Marcos nos cuenta durante este viaje, es la curación de un leproso. El leproso “se le acerca”, lo que estaba prohibido, actuando con la confianza y libertad que ha obtenido de la predicación de Jesús. Jesús lo toca (lo que también estaba prohibido) y lo sana. Le ordena ir donde los sacerdotes, para que certifiquen su mejoría y no difundir el milagro, para evitar la confusión que se produjo en Cafarnaúm.

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Los judíos llamaban lepra a toda mancha o impureza en la piel. El leproso debía mantenerse lejos del pueblo y se consideraba impuro. Nadie debía tocarlos, y en caso de hacerlo, quedaba impuro también. Pero Jesús lo toca, y no sólo no queda Él impuro, sino que purifica al leproso. La nueva actitud de Jesús reintegra al leproso a la vida del pueblo y le quita la mancha de impureza, lo hace digno.

La alegría del leproso, liberado de la culpa y de la marginación social, es tanta que desobedece la prohibición de Jesús: “pero él, apenas se fue, se puso a pregonar con entusiasmo y a divulgar la noticia”. La alegría de quien ha encontrado a Jesús y ha sido liberado de prejuicios y marginaciones, hace que le resulte imposible guardar silencio, y se impulsa a anunciar la noticia a los demás.

La reacción de la gente es tremenda, al punto que Jesús debe quedarse fuera de los pueblos, e incluso así van de todas partes a verlo. Jesús cuida de que el pueblo no se confunda. El no ha venido a solucionarlo todo, sino a mostrar el camino para hacerlo. Los milagros pretenden mostrar cómo cambian las cosas cuando se abandonan los criterios que esclavizan, marginan y dividen, y se acoge la Buena Nueva que libera, integra y une.

c) Conflicto con los escribas y fariseos (2,1-3,6).

La tremenda aceptación que tienen Jesús y su mensaje en medio de la gente, provoca la preocupación de las autoridades religiosas. En este bloque vemos a Jesús actuando según los criterios del Reino, que son opuestos a los de los escribas y fariseos. Lo primero en la alianza no es el cumplimiento de las normas y preceptos, sino la justicia y la fraternidad. Eso es lo primero y lo demás debe ser relativizado si es que se vuelve un impedimento para la vida de los pobres.

El perdón de los pecados (2,1-12).

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La curación del paralítico, provoca el primer conflicto directo con los escribas. Jesús dice al paralítico: “hijo, tus pecados te son perdonados” , lo que provoca la ira de los escribas, pues sólo Dios puede perdonar los pecados. Algunos pensaban que la enfermedad era un castigo de Dios por los pecados cometidos por la persona o sus padres (ver Jn.9,2), por eso sanar a alguien milagrosamente podía entenderse como perdonarle los pecados. De ahí la molestia de los escribas, pues los pecados del pueblo se limpiaban con sacrificios en el Templo y no con la palabra de un Galileo.

Jesús mismo plantea el dilema: “¿Qué es más fácil decir al paralítico: Tus pecados son perdonados, o decir: Levántate, toma tu camilla y anda?” . Evidente que lo primero es más fácil de decir, por ello Jesús dirá lo segundo y sanará al paralítico, para que quede claro que lo primero que le dijo (tus pecados son perdonados) también se ha realizado. Así Jesús libera al pueblo del sentimiento de culpa y suciedad que siempre cargaba, necesitado cada día de sacrificios para que Dios los perdone. Para Jesús, lo importante no son los pecados cometidos, sino levantarse y ponerse en camino para cambiar de vida y sumarse al Reino que el trae y anuncia. Con su acción, desautoriza a los escribas, que se creen justos y que no han pecado (porque no están enfermos), pero que su corazón no puede aceptar que Dios perdone a un enfermo y lo libere del mal gratuitamente.

Hay un detalle importante en el relato que es necesario recalcar. Jesús sana al enfermo no por su fe, sino por la fe de los que lo trajeron. El texto dice: “viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico...”. Es decir, la fe de los creyentes es capaz de liberar y levantar incluso a los que no tienen fe, a los que han perdido la esperanza. La fe, como la desesperanza, es contagiosa, y los creyentes están llamados a contagiar de esperanza a los que los rodean. Al ver la mentalidad nueva que los discípulos de Jesús tienen y viven, se renueva la esperanza en todos, la fe en que las cosas pueden ser distintas, en que una nueva realidad ha comenzado, en que el Reino de Dios se ha acercado a nosotros.

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Cercanía con los pecadores, llamado de Leví (2,13-17).

El segundo conflicto con los escribas y los fariseos es el escándalo que produce Jesús al acercarse a los pecadores, llegando incluso a llamar a uno como discípulo, entrando en su casa y compartiendo con ellos.

El sentido de “pecador” es diferente del que hoy le damos y varía de acuerdo al contexto en los escritos del Nuevo Testamento. En el texto que estamos revisando, se trata de un grupo social y no necesariamente de una conducta moral opuesta a la voluntad de Dios. Pecadores eran llamados todos aquellos que no cumplieran la Ley o mostraran relajación o despreocupación con respecto a ella. También eran llamados pecadores los que ejercían profesiones despreciadas, como los recaudares de impuestos, las prostitutas, los que criaban animales impuros, los que no guardaban el sábado, los paganos, etc. Esta visión era alimentada principalmente por los Fariseos, que buscaban el fiel cumplimiento de la Ley como forma de apurar la llegada del Mesías y de ser considerados justos ante Dios.

Jesús rechaza esta visión marginadora, y demuestra que es precisamente a este grupo, a los despreciados y marginados, a quienes El se dirige. El verdadero pecado ante Dios no es dejar de cumplir los mil detalles que los Fariseos habían agregado a la Ley, sino negarse a aceptar la Buena Nueva que Jesús viene a ofrecer y oponerse al avance del Reino. Quien no reconoce a Dios por Rey y no busca cumplir su voluntad, está en pecado, aunque cumpla con todos los detalles de la Ley.

La actitud de Leví (considerado pecador debido a su colaboración con los romanos, que ocupaban la tierra de Israel y por el contacto con los paganos) contrasta fuertemente con la de los “justos” escribas y fariseos. Mientras Leví aceptó la propuesta de Jesús inmediatamente, sin preguntas ni dudas,

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los escribas y fariseos murmuran contra Jesús y se niegan a aceptar la Buena Nueva.

Con esta actitud, Jesús niega la “justicia” de los que pretenden acumular méritos frente a Dios por su fiel cumplimiento de la Ley (y por tanto esperan de Dios una recompensa merecida), y señala que la verdadera justicia es la de el que acepta la Buena Nueva y se pone al servicio del Reino con un corazón abierto a Dios, reconociendo su pequeñez y aceptando gratuitamente lo que Dios ofrece por su sola generosidad, actitud que Jesús encuentra, precisamente, entre el grupo de los “pecadores”.Relativización del ayuno (2,18-22).

La actitud de Jesús hacia los “pecadores” ha escandalizado a los escribas y, probablemente, también al pueblo. Jesús se presentaba como un hombre que habla de parte de Dios, pero no actúa como se suponía que un hombre religioso debía hacerlo. La “gente buena” evitaba la compañía de los pecadores y hacían prácticas de piedad y devoción, como el ayuno.

El ayuno era una práctica muy valorada entre la gente, sobre todo por los Fariseos. El privarse de los alimentos era una forma de agradar a Dios, de pedirle perdón por los pecados cometidos y reconciliarse con El. Por eso los Fariseos y su gente ayunan, y también los discípulos de Juan Bautista. Pero Jesús y los suyos, no.

La pregunta refleja la perplejidad de la gente: ¿Puede este Jesús ser de verdad un enviado de Dios, si nisiquera ayuna como es debido?. La respuesta del Maestro ayuda a la gente a comprender mejor. El ayuno es para el tiempo de tristeza y penitencia. Pero Jesús viene a comenzar un tiempo de alegría, de liberación y compromiso, una fiesta en que el pueblo tiene la oportunidad de volverse a Dios y unirse a El para siempre, como en una boda. Por eso, el ayuno no es importante, sino sumarse a la construcción del Reino y festejar con Dios la boda a la que los ha invitado.

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El ayuno es para la tristeza. Aquél que está triste, no quiere ni comer. El que está alegre, come y celebra. Por eso Jesús dirá que los suyos ayunarán “cuando el novio les sea quitado”, es decir, cuando la oportunidad de aceptar a Dios y construir el Reino haya pasado, cuando Jesús sea asesinado en la cruz y sus discípulos se dispersen. Esa sí es razón para no comer, pues sentirán que se ha perdido toda esperanza.

Esto no es fácil de comprender para sus oyentes. Deben cambiar de mentalidad, olvidar sus esquemas de lo que es bueno o malo a los ojos de Dios, y acoger la mentalidad nueva que Jesús tiene y enseña. Es imposible que comprendan a Jesús si siguen pensando como siempre. El vestido viejo de una religión desgastada no se puede parchar con la tela nueva que Jesús trae. Es necesario desnudarse del vestido viejo para ponerse el traje nuevo, es decir, hay que abandonar las viejas costumbres, los viejos esquemas y la mentalidad opresora, para así estar libres para vestirse con los criterios del Reino, con la mentalidad nueva que Jesús propone.

No hay punto de armonía entre la forma de Jesús y la de los escribas. No se puede agregar lo nuevo de Jesús a lo que enseñaron los escribas, porque responden a dos mentalidades distintas. El pueblo debe hacer una opción por lo nuevo, o quedarse con lo viejo y perder la oportunidad que Jesús trae. Si tratan de quedarse en la comodidad de lo ya sabido y en la seguridad de una religión opresiva, terminarán deformando el mensaje de Jesús y el resultado será peor que si no hubiesen escuchado su palabra.

Así Jesús pone las cosas en su punto, El no viene a remendar los errores o reformar la religión o el sistema dominante en los detalles. El viene a hacer un cambio tan radical y profundo que compromete la vida entera e implica abandonar todo lo que se ha aprendido y aprender el camino que Jesús viene a mostrar. Por eso el compromiso debe ser en serio. Para Jesús, si no se está dispuesto a cambiar radicalmente, es preferible quedarse con sus esquemas y su

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mentalidad, aunque parezca un vestido viejo y roto, o un recipiente de cuero reseco, que se rompe al contacto con el vino nuevo que Jesús trae.

Relativización del sábado (2,23-28).

Jesús y sus discípulos cruzan un campo en sábado. Para abrirse camino van arrancando espigas. En sábado estaba prohibido cualquier trabajo, incluido cosechar y trillar un campo, dejando así un día a la semana para la vida y el descanso. Pero los fariseos habían exagerado esta norma a puntos ridículos, considerando como trabajos prohibidos cosas como prender una lámpara, caminar más allá de una milla o arrancar un par de espigas.

El texto da la sensación de que la actitud de Jesús y sus discípulos es una provocación. La respuesta de Jesús tiene relación con el comer en caso de necesidad, por lo que podemos suponer que además de abrirse camino en el trigal, iban comiendo “descaradamente” los granos de trigo que iban arrancando. Así Jesús toma la iniciativa, provoca la discusión, para poder explicar y hacer entender al pueblo la nueva mentalidad que El trae.

La idea clave del texto es: “El sábado fue instituido para el hombre y no el hombre para el sábado, el Hijo del Hombre es Señor del sábado”. La institución del sábado era la más importante del sistema religioso y social de Israel. La mayoría de los mandamientos se preocupan por la forma de guardar el sábado. Ahora Jesús dice que El es “Señor del Sábado”, es decir, que tiene derecho a hacer lo que sea necesario para su vida o la vida del pueblo, aunque sea sábado. Esto era tan escandaloso para ellos, como lo sería hacer un asado al frente de la catedral un Viernes Santo.

Para Jesús, lo importante es el ser humano, y su bienestar está por sobre cualquier sistema o institución. Las

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leyes y personas deben estar al servicio del pueblo y no pueden estorbar la vida. Cuando sea necesario optar, siempre hay que elegir por el ser humano y por su vida. El valor absoluto para Jesús no es la Ley (como los Fariseos) sino el hombre y mujer concretos, el pueblo. Este criterio va a quedar aún más claro con el siguiente enfrentamiento entre Jesús y las autoridades, esta vez, en plena sinagoga durante un sábado.

El sábado es para salvar la vida (3,1-5)

Jesús entra en la sinagoga y desafía abiertamente a los fariseos. Entre los asistentes hay un hombre con una mano paralizada. Los fariseos, conociendo la mentalidad de Jesús, su amor por los pobres y oprimidos, están atentos para ver lo que hace. Jesús no alude el conflicto, más aún, lo hace evidente. Pone al hombre en medio y pregunta abiertamente: “Qué está permitido hacer en sábado, ¿Hacer el bien o el mal, salvar una vida o destruirla?”. Y es que para Jesús, lo importante del sábado no es lo que no se puede hacer, sino un espacio de descanso y libertad para hacer lo que hay que hacer: Salvar la vida de los pobres, hacer el bien.

El hombre de la mano paralizada era un pobre. El estar impedido de una mano le impedía trabajar y limitaba su vida. Además era un marginado a los ojos de los fariseos, un impuro. Por eso Jesús habla de salvar la vida, porque no sanarlo significa mantenerlo en su condición marginada y en su pobreza. La respuesta al dilema es evidente (hay que salvar la vida) y por eso los fariseos callan. Esta cerrazón provoca la indignación de Jesús, porque no quieren reconocer que Jesús lleva la razón, aunque saben que es así.

El milagro confirma la opinión de Jesús: Las normas deben servir para salvar la vida, para liberar al pueblo de todo lo que limita su vida, particularmente la vida de los pobres. Así Jesús pone las prácticas religiosas (ayuno, sábado), la religión en su totalidad, en su sentido verdadero. Todo sistema social, político, económico o religioso que limite la

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vida es contrario a la voluntad de Dios, que e voluntad de vida y fraternidad. Por eso relativiza las instituciones y las normas, aunque sean las más importantes (como el sábado). La respuesta de sus enemigos no se deja esperar.

Decisión de sus enemigos de eliminarle (3,6)

Jesús ha puesto en duda la mentalidad represiva y opresora de los escribas y fariseos. Ha señalado como injusto un sistema que margina a algunos simplemente por su condición social o su oficio. Ha mostrado como equivocado vivir la religión con tristeza y sentido de culpa y ha llamado a abandonar la mentalidad dominante y asumir una mirad nueva. Por último, ha provocado escándalo al relativizar y reubicar la institución del sábado, una de las más sagradas de Israel, poniéndolo al servicio de la vida de los pobres.

Todo esto pone en evidencia que Jesús pretende un cambio radical y no una simple reforma. Jesús busca que el pueblo se libere y retome el ideal de la alianza, lo que significa dejar atrás todas las instituciones o normas que hagan desviarse de ese ideal. Por eso los fariseos se juntan con los partidarios de Herodes Antipas, sus enemigos absolutos7, para sacar del camino a este enemigo común, que pone en peligro los privilegios de ambos.

Jesús ha firmado su sentencia de muerte al denunciar el sistema injusto que se ha impuesto a la Galilea, y ha dejado en evidencia que, a pesar de las apariencias, tanto los de Herodes como los Fariseos protegen sus propios intereses, y no buscan la voluntad de Dios ni ponerse al servicio del pueblo. La contradicción es absoluta: Jesús salva la vida en sábado, mientras que los escribas y herodianos deciden

7 Los fariseos, además de celosos del cumplimiento de la Ley, eran profundamente nacionalistas. La única Ley que los hijos de Israel deben obedecer es la de Dios y no la de los romanos. Por eso, todo el que colabore con los romanos, como los cobradores de impuestos o Herodes y sus aliados, son impuros y pecadores. Frente a la amenaza que representa Jesús, olvidan su posición radical y hacen un acuerdo para eliminar al enemigo común. La predicación de Jesús también ponía en peligro la estabilidad de Herodes, que sólo era un títere en manos de los romanos. Su llamado a la liberación y a la justicia podía provocar una sublevación, lo que podía costarles el puesto a Herodes, Tetrarca de Galilea y los suyos, tal como ocurrirá años mas tarde durante una sublevación.

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destruir la vida de Jesús, y con ello, la posibilidad de una vida mejor para todo el pueblo.

d) Triunfo de Jesús (3,7-19).

El pueblo sigue a Jesús (3,7-12).

A pesar de la oposición de los Fariseos y de los escribas, la misión de Jesús avanza cada vez más. El pueblo sigue a Jesús, pero no sólo la Galilea, sino que se suman ahora “también gentes de Judea, Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, de los alrededores de Tiro y Sidón”, es decir, el movimiento de Jesús ha alcanzado casi la totalidad del territorio de Israel.

Jesús repite frente a todo el pueblo de Israel, lo que había hecho en Cafarnaúm: Los libera del mal en cualquiera de sus formas, enfermedades o posesiones, e incluso los demonios lo reconocen y se le someten (“se arrojaban a sus pies”). Jesús guarda cuidado con estas muestras de apoyo popular, incluso de los que no lo comprendían y se le oponían, y que ahora se muestran dispuestos a sumarse. Les ordena que no lo descubran, pues su entusiasmo puede provocar confusiones en la gente.

Los Doce, modelo de un pueblo nuevo (3,13-19).

El movimiento ha crecido y el pueblo parece haber comenzado a entender y aprovechar la oportunidad de construir el Reino, de liberarse de todo mal y ponerse al servicio de la Buena Nueva. Jesús ha convocado en torno suyo a gentes de todo el territorio y este numeroso apoyo requiere una estrategia nueva.

Así como el pueblo de Israel se fundó a partir de doce patriarcas, la transformación del pueblo será simbolizada en Doce discípulos. Los Doce son instituidos “para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar y con poder para expulsar los demonios”. Es decir, estos Doce son símbolo de la

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comunidad de los discípulos, y su misión se resume en tres frases sobre las que conviene detenerse:

Para que estuvieran con él...

Los colaboradores de Jesús primero deben conocerlo, aprender de El y permanecer con El. Es en la intimidad con Jesús donde el creyente puede descubrir la profundidad del proyecto de Jesús para su pueblo, encontrar la fuerza y claridad para orientar al pueblo en su camino, realizar el camino personal de conversión profunda que los hará aptos para guiar con honestidad al pueblo y no desviarse del camino.

Y para enviarlos a predicar...

La experiencia íntima de Jesús no puede quedar en un grupito cerrado. El Reino debe propagarse y la principal misión de los Doce será ponerse al servicio de esa propagación, principalmente por medio de la predicación. Así Jesús logra multiplicar los esfuerzos, para que el pueblo deje su mentalidad equivocada y se sume al proyecto que Jesús propone. La transformación del pueblo en un pueblo nuevo no lo hará un hombre solo, ni siquiera si ese hombre es Jesús, sino que será el trabajo de una comunidad reunida en torno a Jesús y enviada por El, es decir, será el trabajo de la Comunidad Cristiana.

Y con poder para expulsar los demonios...

La tarea de los Doce no termina en la predicación, sino que incluye también esfuerzos concretos para liberar al pueblo del mal en cualquiera de sus formas. Este papel liberador no es sólo un acto de buenas intenciones, es una responsabilidad. Los Doce, la Comunidad Cristiana, han recibido de Jesús el poder de derrotar a las fuerzas del mal, de expulsar al demonio de en medio del pueblo, manifestado en enfermedad, opresión, injusticia, ceguera, etc. Predicación y

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liberación van de la mano, alimentadas en la intimidad con Jesús y su cercanía.

Así Jesús consolida su proyecto. Ya no es sólo El, sino un grupo que está dispuesto a seguir su camino. Así el pueblo contará con líderes de verdad, que buscan verdaderamente la voluntad de Dios y la liberación del pueblo, al contrario de los escribas o los de Herodes, que sólo buscan su propio interés y se niegan a aceptar la Buena Nueva que Jesús trae.

e) Conflicto con sus parientes y los escribas (3,20-35).

Luego de relatar el triunfo de Jesús, representado en la difusión del movimiento por todo el territorio y la formación de los Doce, Marcos pone ante nuestros ojos un nuevo conflicto. Esta vez, sus protagonistas serán sus familiares y nuevamente los escribas. El tono del conflicto es más intenso que el anterior, donde Jesús se enfrentaba a la mentalidad opresora y proponía una nueva mentalidad liberadora, recuperando el ideal de la alianza. Ahora la disputa gira en torno a la persona de Jesús, quien es visto por sus familiares como un loco y por los escribas como un endemoniado.

La figura de Jesús es tremendamente carismática y su mensaje se ha ido difundiendo y calando a fondo en el pueblo. Multitudes van tras él y sus discípulos para escucharlo y para liberarse del mal, al punto de no quedarles ni tiempo para comer. Frente a esta realidad, sus enemigos deciden atacar directamente, desprestigiando a Jesús delante de la gente, buscando así frenar el avance del Reino. Por otra parte, sus parientes no lo entienden y ven que su vida corre peligro, que Jesús se está arriesgando más allá de la cuenta, lo que podría ponerlos en peligro también a ellos.

Sus parientes piensan que está loco (3,20-21).

En el tiempo de Jesús, se consideraban parientes cercanos un grupo mucho más amplio que en el nuestro, incluyéndose en la familia a primos, sobrinos, tíos, abuelos,

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nietos, etc, como un solo grupo familiar. Incluso se podrían considerar familia a los que vivían en un mismo pueblo, sobre todo si era pequeño, como el caso de Nazareth. Es este grupo, más o menos emparentado con Jesús y vecinos de Nazareth, los que deciden ir donde vive Jesús, a su casa de cafarnaúm, para llevárselo con ellos.

Del texto podemos comprender que la familia de Jesús no lo comprendía y no compartía el proyecto en el que Jesús se había involucrado. Jesús, siendo un simple galileo de Nazareth, se estaba enfrentando a las autoridades del pueblo y los criticaba duramente. Incluso estaba organizando un grupo de seguidores (los Doce), que aludía directamente al ideal de la liberación que el pueblo esperaba, lo que generaba muchas expectativas e intranquilidad. Según sus parientes, Jesús no debía estar muy bien de la cabeza, parecía sufrir “delirios de grandeza” y no comprender bien en lo que se estaba metiendo y los peligros que eso implicaba, tanto para él mismo como para sus cercanos.

Por eso deciden “apoderarse de él”, es decir, llevárselo a Nazareth como fuera, incluso a la fuerza, y detener esta locura antes que todo termine mal. La actitud de los parientes de Jesús nace de una legítima preocupación humana, no de una mala intención. Ellos, en la lejanía de Nazareth, con una vida cotidiana y sin grandes sobresaltos, no podían comprender lo que estaba pasando con Jesús y deciden actuar, para salvarlo a él de una muerte segura y a ellos mismos.

Esta situación se repite en la historia con todo aquél que opte por ser diferente y se comprometa con su pueblo. Ir a contramano de la opinión socialmente aceptada, sobre todo cuando esa opinión es religiosa, tiene un costo alto: el costo de la incomprensión y de la soledad. Al relatarnos el hecho, Marcos nos pone sobre aviso: Quien pretende seguir a Jesús debe comprometerse con su proyecto de verdad, aunque eso implique ponerse a todo el mundo en contra, parientes incluidos. Sólo quien es capaz de actuar con esa libertad

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podrá de verdad sumarse al proyecto de liberación que Jesús propone y realiza.

Los escribas lo desprestigian (3,22-30).

Unos escribas vienen de Jerusalén a escuchar a Jesús. Su predicación y su práctica han llegado a oídos de las autoridades de la capital y quieren saber de qué se trata. Su conclusión, como expertos en la religión y enviados desde Jerusalén (quizá por el Sanedrín) no puede ser más negativa: “Tiene a Beelzebú y por el poder del príncipe de los demonios es que expulsa a los demonios”.

El texto no afirma que Jesús estuviera en ese momento haciendo exorcismos, sino sólo que estaba en casa con mucha gente. El que los escribas resuman su acción y su mensaje en la expulsión de demonios confirma la idea que hemos señalado anteriormente: Toda enfermedad, sufrimiento, opresión, mentira o injusticia, todo lo que limite la vida, es una manifestación de la presencia del demonio en el mundo, del poder del mal que actúa a través de los que se solidarizan con el mal y su poder. Suponer que se trata siempre y únicamente de posesos, llevaría a pensar que en la Galilea abundaban los posesos, ya que se les expulsa tan a menudo, y que la misión de Jesús sería la de un curandero, lo que llevaría a preguntarse el porqué de la preocupación de las autoridades hacia su persona.

Lo que los escribas quieren decir con esta expresión es que Jesús pretende engañar al pueblo. Les hace creer que busca su liberación y que es enviado de Dios, pero en el fondo busca manipular al pueblo para conseguir poder político. Acusan a Jesús de ser solidario de las fuerzas del mal y que por eso tiene poder para (aparentemente) luchar contra ellas y derrotarlas. Los escribas dicen esto a la gente, no directamente a Jesús, es decir, buscan desprestigiarlo, desautorizando su predicación y su persona.

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Jesús enfrenta el conflicto. Los escribas han actuado ocultamente, pero él les responderá abiertamente. Por eso los llama de en medio de la gente y los deja al descubierto, mostrando la falsedad de su acusación. Jesús ha ido liberando al pueblo del poder del mal, de una mentalidad represora que lo inmoviliza, de las autoridades que se sirven de él para sus intereses, de una religión esclavizante y negativa. Las fuerzas del mal van retrocediendo por la acción de Jesús, y si el mal está siendo derrotado resulta obvio que quien lo derrota es más fuerte que él. Jesús ha sido ungido como hijo predilecto de Dios, ha recibido su Espíritu y por eso puede derrotar a las fuerzas del mal.

El argumento de los escribas es tan débil, que incluso si fuese cierto sería positivo. Si Jesús actuara verdaderamente movido por el mal y contra el mal, quiere decir que el mal pelea contra sí mismo, por lo que su poder no puede durar y la liberación del pueblo está cerca. Pero la verdad es muy distinta y los escribas lo saben, aunque se niegan a reconocerlo.

Jesús actúa por el poder de Dios, que es poder para liberar y sanar. La acción del Espíritu de Dios en él es evidente y el pecado de los escribas está en no querer reconocerlo. Al decir que la liberación que Jesús trae y propone es una acción del mal, cometen blasfemia, es decir, niegan la acción de Dios y se ponen en su contra. Queriendo confundir al pueblo frenan el avance del Reino y dificultan la acción de Dios, por lo que su pecado no tiene perdón.

La cerrazón de los escribas es tan grande que les impide ver lo que Dios está haciendo por su pueblo. Por eso ese pecado los condena eternamente, porque les impide abrirse a la oportunidad que Jesús trae y sumarse a la construcción del Reino.

Los discípulos, La verdadera familia de Jesús (3,31-35).

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Luego del enfrentamiento con los escribas, Marcos retoma el tema de los parientes de Jesús, que han venido a buscarlo. El texto precisa ahora que se trata de “su madre y sus hermanos”. Es el mismo grupo de parientes que se mencionó anteriormente, designado ahora genéricamente como hermanos, junto con María, su madre. Los parientes le mandan recado desde fuera, porque es mucha gente la que rodea a Jesús. De esta manera, saliendo Jesús solo, puede resultar más fácil convencerlo de que abandone la locura que ha comenzado o llevarlo a la fuerza si no se deja convencer.

El tema de los “hermanos del Señor” ha provocado polémicas durante siglos entre las distintas confesiones cristianas. La Iglesia Católica ha sostenido desde siempre y unánimemente que María no tuvo más hijos, lo que es cuestionado por otras confesiones. El texto no pretende demostrar que Jesús tuviese más hermanos, sino mostrar la actitud de la parentela de Jesús con respecto a su misión8.

Jesús comprende las intenciones de su familia y por eso no sale. Ellos no han entendido lo que Jesús quiere hacer y por eso el Maestro busca aclararles su misión. Por eso pregunta a los que le traen el recado: “¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?”.

La madre y los hermanos representan los lazos más cercanos que tiene una persona. Al no entenderlo, la familia de Jesús se ha distanciado de él. Los más cercanos a Jesús son los que cambian de mentalidad y se ponen al servicio del Reino, esos son los verdaderos familiares de Jesús, los que hacen la voluntad de Dios, es decir, los que aceptan la propuesta de Jesús y creen en la Buena Nueva.

A la familia de Jesús les costó comprenderlo. Luego de la resurrección, muchos de esos parientes se unirán a la 8 Como dato anexo, recordemos que el hebreo tiene un solo término para señalar a parientes cercanos, como hermanos o primos. La traducción griega de los LXX traduce este término por “adelphos” (hermano), aunque el griego distingue entre hermanos (adelphos) y primos (ampesios). Los escritores sagrados, al ocupar el griego, mantienen el sentido del término en hebreo, es decir, parientes cercanos, no necesariamente hermanos de sangre. Un caso significativo es el de Lot, que en Gén 14,14 es llamado hermano de Abrahám, aunque en Gén. 11,26-28 se nos informa que era su sobrino.

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naciente comunidad cristiana y formarán un grupo bastante influyente, conocido como “los hermanos del Señor”, cuyo personaje más conocido es Santiago, hermano del Señor, autor de la carta que lleva su nombre y mencionado varias veces en el Nuevo Testamento (ver He. 12,17; 15,13; 21,18; Mc. 6,3; Gal. 1,19, etc). Además de esto, hay que recordar el papel ejercido por María, la madre de Jesús, en la naciente comunidad, sobre todo en Pentecostés.

f) Triunfo de Jesús (4,1-41).

El Reino avanza y triunfa no sólo por los actos de liberación o por desenmascarar la falsedad de los poderosos. Es necesario también formar al pueblo, explicar de manera sencilla y didáctica la nueva forma de pensar que Jesús propone. Esto lo hace a través del primero de los discursos que Marcos nos relata, el discurso de las parábolas.

A través de comparaciones tomadas de la vida cotidiana, Jesús va explicando la nueva dinámica del Reino, su crecimiento y la actitud que los discípulos deben tener para sumarse a su construcción. Además de esto, Jesús comienza a hacer una distinción entre las multitudes del pueblo y el grupo de los discípulos, organizado en torno a los Doce. Ellos serán los llamados a dar testimonio de ese Reino nuevo que empieza, a ser una señal que oriente al pueblo y le ayude a renovarse, a creer en la Buena Nueva y disponerse a realizar las transformaciones necesarias para cumplir de verdad la voluntad de Dios, reconociendo su soberanía sobre el pueblo. La comunidad cristiana será la imagen de la alianza entre el pueblo y Dios, alianza que se renueva por el mensaje y la práctica de Jesús. Sólo así el pueblo será libre de verdad y el reino se irá haciendo presente en medio de ellos.

El discurso de las parábolas (4,1-34).

El discurso se abre con la parábola del sembrador. Jesús se dirige a la multitud en general, a los que lo siguen

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para escucharlo o para que los sane. Jesús no se deja engañar por el aparente éxito, él sabe que no todos han comprendido su mensaje y que no todos han hecho un compromiso sincero por el Reino. A través de la imagen del sembrador y de los distintos terrenos, Jesús invita a cada uno a evaluarse y descubrir si su compromiso es sincero o no. También pretende evitar que los discípulos pierdan el sentido de la realidad y que crean que el pueblo ya se ha transformado y ha comprendido la oportunidad que Jesús ofrece. Cada terreno representa la actitud de la multitud frente a Jesús y su mensaje:

Algunos han venido a escuchar a Jesús y a ver sus milagros. Son espectadores que asisten a un espectáculo y no les interesa transformarse ni sumarse a la construcción del Reino. Oyen a Jesús, pero no lo escuchan. Son como semillas caídas al camino, que vienen los pájaros y se las comen. Como diríamos nosotros: “Les entra por un oído y les sale por el otro”.Otros escuchan a Jesús y se entusiasman. Lo que él dice les parece bien, es novedoso y esperanzador. Pero no basta el entusiasmo, se requiere mirar la realidad con profundidad y comprensión, con una mentalidad crítica, para descubrir las consecuencias de la Buena Nueva que Jesús trae. Quien mira la realidad ingenuamente, no está preparado para recibir la Buena Nueva ni sumarse a la construcción del Reino, la semilla cae en ellos como entre piedras, duras, que no se dejan penetrar, y por ello se marchita sin dar fruto.Hay otros que comprenden lo que Jesús busca y se entusiasman con la propuesta. Incluso tienen la intención de cambiar y comprometerse con el Reino, pero están tan preocupados de sus vidas y sus pequeños intereses, que el entusiasmo se les pasa pronto y pierden la oportunidad que Jesús ofrece. Son como un terreno lleno de espinas, sus muchas preocupaciones, sus “obligaciones”, ahogan la buena intención y marchitan el intento de construir el Reino.Por último, hay quienes escuchan a Jesús y comprenden su intención, se suman a la construcción del Reino y transforman su manera de pensar y vivir. Son pocos, pero su decisión y su

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esfuerzo contribuyen decididamente a la construcción del Reino y su propagación.

Así Jesús nos invita a no dejarnos engañar o ilusionarnos ingenuamente. La semilla siempre es buena y si no da fruto, es porque el terreno no está listo. Por otro lado, sea el terreno que sea, es necesario tirar la semilla, ofrecer la oportunidad de descubrir el Reino y no sólo hacer llegar el mensaje a los “buenos terrenos”, a los que ya han aceptado el Reino, sino estar siempre abiertos a los que no han comprendido aún y esperan la oportunidad de comprender a Jesús.

La última frase de Jesús es una invitación a revisarse: “el que tenga oídos, que oiga”. Es como si dijera: “esto es importante, que cada uno se revise a sí mismo y ve cuán comprometido está”.

Cuando Jesús se queda junto a sus discípulos y a los Doce, éstos le preguntan por el sentido de la parábola. Se han sentido tocados por la crítica de Jesús y no tienen muy claro qué terreno son ellos. La crítica al poco compromiso ha sido directa, tan directa, que los discípulos creen que han entendido mal. Ellos creían ser mejores que los otros porque seguían a Jesús, ahora él los hace revisarse más a fondo.

La respuesta de Jesús va al centro del asunto: “a ustedes se les ha dado el misterio del Reino de Dios, pero a los que están afuera todo se les presenta en parábolas, para que por mucho que miren no vean, por mucho que oigan no entiendan, no sea que se conviertan y se les perdone”. Quien se ha sumado al Reino y ha aprovechado la oportunidad que Jesús ofrece, cambiando de mentalidad y de vida, está preparado para comprender la nueva lógica del Reino, su misterio. Quien no ha cambiado de mentalidad, no puede comprender, y el mensaje le parece confuso y enigmático. Los discípulos deben cambiar de mentalidad y no ser como “los de fuera”, para comprender “el misterio del Reino de Dios”. Los que no se comprometen no pueden comprender, quien no ha cambiado de mentalidad no llegará al fondo del misterio.

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La segunda parte de la respuesta de Jesús es una cita del profeta Isaías (ver Is. 6,9ss), se trata de la misión que Dios encomienda al profeta cerca del 740 a.c. Es la misión de anunciar al pueblo el peligro en que se encuentra frente a los asirios, y la necesidad de convertirse para evitar el desastre y el destierro. Pero el pueblo no escuchará al profeta y, aunque Dios lo protegerá por un tiempo, terminará desterrado por su dureza de corazón.

Jesús recuerda a sus discípulos lo que ocurrió con Isaías y que también ocurrirá con Jesús y sus discípulos. En tiempos de Jesús, el pueblo de Israel enfrentaba una etapa crítica. La impaciencia y la alergia contra los romanos habían subido de tono y algunos ya buscaban una salida armada para recuperar la independencia. Jesús parece advertir que ese no es el camino, ya que un intento de este tipo sólo traería la destrucción del pueblo. Lo más urgente para Jesús no es sacarse a los romanos de encima, sino recuperar el ideal de la alianza, reconociendo a Dios como rey y construyendo una sociedad justa y solidaria, terminando con las injusticias y divisiones al interior del pueblo. Sólo un pueblo justo y solidario podrá reclamar contra la injusticia de los invasores, y será escuchado por Dios y liberado.9

Lo que sigue del discurso tiene como oyentes a los discípulos y los Doce, el grupo de los seguidores de Jesús. En él, Jesús explicará en qué consiste el Reino que él anuncia y realiza, es decir, enseñará “el misterio del Reino de Dios”, como lo había dicho anteriormente. La parábola del sembrador era sólo una evaluación de la respuesta de la gente a la propuesta de Jesús, las parábolas de ahora buscan revelar algo más profundo. Por eso Jesús dice: “¿No entienden esta parábola (la del sembrador)? ¿Cómo, entonces, comprenderán todas las parábolas?”.

9 La comunidad de Marcos también atravesaba una situación crítica. El conflicto con el imperio estaba aumentando y terminaría en la persecución del año 64 ordenada por Nerón. Junto con esto, el 66 se producirá un alzamiento en Israel que terminará restableciendo el Reino independiente durante cuatro años. En ese período, los desacuerdos entre los distintos grupos debilitaron la resistencia, hasta que en el 70 la ciudad de Jerusalén es tomada por los Romanos y destruido el Templo. Desde entonces, el territorio de Israel pasará a formar parte de la provincia romana de Palestina.

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La incomprensión de los discípulos es constantemente remarcada por Marcos (ver: 6,52; 7,18; 8,17-18, 21,23; 9,10; 9,32; 10,38). Y es que Jesús y su Buena Noticia son siempre un misterio que debe ser comprendido más profundamente. Nunca se agota el misterio de Jesús y Marcos tampoco pretende dar una respuesta absoluta, completa y definitiva. El nos presenta a Jesús y su mensaje con toda su complejidad, con la perplejidad del discípulo que no alcanza a comprender plenamente y que sigue a Jesús en el misterio. La comunidad de los creyentes deberá mantenerse siempre abierta a nuevas aplicaciones del mensaje de Jesús y nunca debe apropiárselo ni encerrarlo en ideas fijas. Los discípulos siguen a Jesús, no son sus propietarios. Es algo que la comunidad de Marcos necesitaba recordar.

Como respuesta a la incomprensión de los discípulos, Jesús les da ciertos consejos útiles, antes de hablarles del Reino y su misterio. Lo que Jesús enseña no debe quedar oculto dentro del grupo de los discípulos, sino que debe ser predicado y anunciado a todos. Los discípulos no son una secta, sino un grupo al servicio del pueblo para construir el Reino de Dios. Es lo que significa la parábola de la lámpara, que no se oculta, sino que se pone en lo alto, así también Jesús invita a sus discípulos a comunicar lo que él les dice en privado y a manifestarlo públicamente. La conversión no es algo solamente personal o interno, es algo que debe manifestarse a los demás, es algo que tiene consecuencias y que conlleva un compromiso con el pueblo y su liberación.

La tentación de mantener en secreto el mensaje de Jesús y constituirse en un grupo privilegiado, no es la única tentación del grupo de los discípulos. Existe también el peligro de sentirse superiores a los demás, despreciar a los que no se han hecho discípulos y juzgarlos con dureza. Por eso Jesús advierte: “Con la medida con que midan, se los medirá a ustedes, y con creces”. Los discípulos de Jesús han aprendido de él a tener una mirada crítica y más profunda de su sociedad i $eben medir La realidad $ecde esda neeva percpec$ifa. @ero antes de medir a loc demá# deben medirce a cí mismo#, es $e#ir, s%r concecuendes co. la

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enseñanja de Jecús. Si no efi$an este peligbo p%r$ebán $odo lo !ue (an recibido y caebán %n l! micma mentalidad que Jesús pretende cambiar.

Hechas las advertencias, Jesús pasa a explicar el Reino, siguiendo con el ejemplo de la semilla. La evaluación hecha en la parábola del sembrador pu%de dejar una sensación Pesimi3ta. Los discípulos creían que eL movimiento avanzaba rápido y Jesús les ha mostrado que el número es una ilusión, incluso han descubierto que ellos mismos aún no han cambiado lo suficiente ni descubierto de verdad de qué se trata el Reino.

Jesús responderá con la parábola de la semilla, recordándoles que el Reino es una nueva realidad en germen, y que su crecimiento es un proceso que no depende de los esfuerzos humanos (“dormido o levantado”) ni de los avatares de la historia (“de día o de noche”), pues la fuerza que lo hace crecer se encuentra en Dios mismo (“el grano crece y brota sin que él sepa cómo. La tierra da fruto por sí misma”) y llegará a su plena consumación en el tiempo oportuno (“y cuando el fruto lo admite, enseguida se le mete la hoz, porque ha llegado la siega”).

No será mérito de los discípulos si el Reino crece, sino de la situación favorable o no del pueblo (los distintos terrenos) y de la fuerza que el mismo Reino tiene por sí mismo. No hay que ser ingenuo, pero tampoco pesimista. Más allá de nuestros esfuerzos o de las circunstancias, la nueva realidad que Jesús viene a anunciar y provocar se abre camino por sí sola, incluso más allá de nosotros mismos.

Todo este proceso no es evidente. Aunque a primera vista la respuesta del pueblo no parezca muy alentadora, en las entrañas de ese mismo pueblo se va dando un proceso lento y silencioso, oculto y misterios, en que el Reino crece y se desarrolla, proceso que sólo puede descubrir quien mire con ojos atentos y se haya puesto él mismo al servicio de ese Reino. Lejos de la visión del Maestro la mentalidad efectista e

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inmediatita, que procura lograr éxitos rápidamente y con una evidencia deslumbrante o aquella mentalidad pesimista que siempre ve retrocesos y fracasos. El Reino, como la semilla en la tierra, germina en lo oculto de los corazones y en la historia del pueblo y sólo una mirada serena será capaz de descubrir su acción.

La siguiente parábola comienza con una pregunta: “¿Con qué compararemos el Reino de Dios o con qué parábola lo expondremos?”. La pregunta la hace Jesús, pero la hace en plural, en “nosotros”. Es la comunidad la que debe dar respuesta a esta pregunta, buscar siempre la forma de exponer la nueva mentalidad del Reino de Dios, en cada momento y lugar, y la forma de construirlo. A esto se suma otra lección: La respuesta a la pregunta es siempre una comparación, un “como sí”, un “parecido a”, es decir, ninguna respuesta es absoluta, ninguna forma de construcción del Reino lo agota totalmente, sino que debe estar abierta a nuevas revisiones y perfeccionamientos.

La comparación que Jesús toma es nuevamente la semilla. Esta vez se trata de “la más pequeña de las semillas del campo” que una vez que crece, se transforma en el arbusto más grande, al punto de ofrecer cobijo a las aves. Jesús parece intentar algo grande con muy poco, es decir, habla de transformar al pueblo y su historia, de cambiar de mentalidad y liberar al pueblo, pero sus palabras y acciones son sencillas y apuntan más a la vida cotidiana. Los discípulos quizás esperaban alguna acción espectacular de Jesús que fuese la chispa que provocara la revolución, y sin embargo, Jesús sigue evitando la espectacularidad y liberando al pueblo en el día a día.

Lo que la parábola del grano de mostaza pretende es mostrar a los discípulos que el Reino de Dios tiene que ver con una nueva mentalidad, que pone a Dios por sobre todas las cosas y busca vivir de acuerdo a su voluntad, construyendo una sociedad justa y solidaria. Y una nueva mentalidad implica también nuevos métodos. El Reino se

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construye con pequeños pasos, con el día a día, con la consecuencia y el servicio cotidianos. No sirve de nada una revolución que busque una sociedad nueva si el pueblo sigue siendo el mismo, pensando lo mismo y actuando como siempre. Es necesario renovarse y comprender que el Reino es una realidad inicialmente pequeña, pero con un poder de crecimiento impresionante.

Jesús llama a sus discípulos a no subestimar los pequeños logros o la importancia de la vida cotidiana. Cada liberación, por pequeña que sea, tiene una capacidad de crecimiento tremenda y permite avanzar mucho más allá de ella y hacer posible la realidad del Reino. Los que creen en la Buena Nueva son pocos, pero el reino avanza seguro a través de ellos y más allá de ellos, y llegará a cambiar el mundo entero si los discípulos saben ser consecuentes.

El grano de mostaza se convierte en un arbusto grande no para dominar a los demás árboles, sino para que “las aves del cielo aniden en su sombra”, es decir, crece para servir a otros, para contribuir a un pueblo que vaya más allá de los discípulos y ofercer abrigo y cobijo a quienes no lo tienen. El Reino está puesto al servicio de quienes necesitan un lugar para anidar, para encontrar la respuesta a sus inquietudes de una vida mejor al servicio del pueblo, y esa será la misión de los discípulos en su servicio al Reino.

Por último, las parábolas son un llamado a la esperanza. El Reino no es una ilusión utópica ni una realidad inalcanzable. El éxito del Reino es una realidad incuestionable, presente y cotidiana, tal como los ejemplos que Jesús a puesto para compararlo. Es cierto que el grano más pequeño se transforma en arbusto, también es cierto que la lámpara se pone en lo alto y es cierto que una semilla en un terreno bien dispuesto se multiplica por treinta, sesnta o cien. Si todo esto es cierto y posible, también el Reino lo es y por ello los discípulos deben tener la certeza de que no trabajan en vano.

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Marcos termina el discurso aclarando quelas parábolas eran la forma como Jesús predicaba a la gente “según podían entenderle”. En eso no se diferencia de otros predicadores de su época, acostumbrados a explicar con ejemplos sencillos su mensaje. A sus discípulos, en cambio, les explica todo en privado, para estar seguro de que por lo menos la comunidad de los discípulos ha entendido de verdad el sentido de sus palabras.

Calma la tempestad (4,35-41).

El conjunto de la misión por Galilea temrina en un viaje al otro lado del mar, hacia la región de la Decápolis. Jesús les dice, el mismo día de la predicación a la multitud y de la conversación privada con los discípulos, que pasen a la otra orilla. Ya es el atardecer y el viaje se hace de noche. Era costumbre salir a pescar de noche (ver Lc. 5,4; Jn.21,3). El texto da a entender que van todos los discípulos, no sólo los Doce, pues “iban otras barcas con él”, es decir, Jesús va en la misma barca donde estaba predicando, junto a los Doce, y el resto de los discípulos van en otras barcas.

Durante el viaje se produce una tormenta repentina de viento, común en el mar de Galilea. Los discípulos tratan de sostener la barca, mientras Jesús se pone a dormir en la popa. La reacción de los discípulos da la sensación de que Jesús, intencionadamente, se ha puesto a dormir en plena tormenta: “Maestro, ¿No te importa que nos ahoguemos?”. Ante el miedo de los discípulos, Jesús se levanta y ordena al mar: “¡Cállate, enmudece!”. Jesús ordena al mar con autoridad, ordenando que se calle, es decir, que calme el viento, y el viento se calma. Entonces se vuelve a los discípulos y los reprende: “¿Por qué están con tanto miedo? ¿Es que no tienen fe?”.

El relato resume en un gesto todo lo hecho en el viaje por la Galilea. Durante el viaje Jesús se ha enfrentado al mal y lo ha derrotado, se ha enfrentado a la enfermedad y la ha derrotado, se ha enfrentado a las autoridades del pueblo y las

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ha derrotado, se ha enfrentado a sus parientes y los ha derrotado. Los discípulos se han fijado más en los conflictos que Jesús ha provocado y en el peligro que representa, y por eso tienen miedo. Frente a la tormenta olvidan los triunfos de Jesús y creen que todo está perdido.

Jesús fue el de la idea del viaje y los ha puesto en peligro, tanto en el viaje por la Galilea como ahora en el mar, y parece no hacer nada para protegerlos. Se trata en el fondo, de una crisis de fe, puesta a prueba por Jesús en el viaje por el mar. Por eso los reprende duramente, porque El ha derrotado al mal y el Reino sigue avanzando, no hay que deseperarse. El viaje por el mar era el momento de demostrar si habían entendido a Jesús y habían asimilado su enseñanza. La reacción de los discípulos demuestra que no. Más aún, al ver a Jesús y su forma de actuar, llegan a preguntarse si en realidad lo conocen: “¿Quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?”.

La comunidad de Marcos también vivía una situación similar. En medio de la tormenta de preocupaciones y conflictos que enfrentaba, parecía que Jesús se había quedado dormido después de embarcarlos en la aventura del Reino. Las cosas iban mal y Jesús no hacía nada. Con el ejemplo del viaje por el mar, Marcos les recuerda que Jesús triunfa sobre las dificultades y conflictos, y que hay que mantener la fe y la esperanza. Si las cosas parecen insuperables es que hemos dejado que Jesús se duerma y no lo conocemos realmente.

El viaje termina con la pregunta desconcertante sobre quién es Jesús, a quien obedecen los endemoniados, las enfermedades e incluso las fuerzas hostiles de la naturaleza. Así Marcos nos revela a Jesús y nos mantiene en la perplejidad. Jesús es más que lo que creemos que es y su misterio siempre nos supera. Ser discípulo de Jesús es comprometerse con El, no comprenderlo plenamente ni darlo por conocido. Se trata de seguirlo en medio del misterio, no de apropiárselo y manipularlo según nuestro interés.

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Tema 8: Viaje a Gerasa (5,1-20)

El viaje a Gerasa sirve de visagra entre el discurso de las parábolas y el relato de la vuelta a Galilea, marcada por vairas curaciones y nuevos conflictos. El relato se centra en la curación de un endemoniado y la reacción de la gente fbente a la pro uesda de eCú#.

Jesjs t%rmi.ó se diccurco a la gente i ,a192confebs!ción con Los discmp%los s)n hacer n)ngún -i,a'ro, sino qu% ce f%e a la otba o"illa t l192como es$aba (Mc. 4,3%), %s decir, ci. "a*a"se $e la "a"c .192A#í Jesjs q%ierE evit!r la confusión de la gente, qee no `arece h!ber entendido que las curaciones #on signos de La pre3e.cIa de Dios act5ando en medio de su pueblo, c%ando ese mismo pueblo lo reconoce como su rey y hac% su volun4ad,192y no la acción De u. mago podErosO.

A, otbo lado del lago, desenbarcan en Gerasa, en la región de la Decápolis, región habitaba por paganos. Cerca de la otra orilla está un cementerio, construído entre las cuevas, como era costumbre en el tiempo. En esas cuevas vivía un hombre endemoniado, “y a quien nadie podía ya tenerle atado ni siquiera con cadenas”. Era un hombre loco, fuera de control y que se hería a sí mismo, lo que era atribuído a la acción de los demonios, según ya se ha comentado.

El hombre se acerca a Jesús gritando: “¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes”. El caso es diferente de los otros endemoniados, a los que Jesús les impone silencio, para que no confundan a la gente. Aquí la acción del mal no se manifiesta en una oposición al Reino o una mentalidad opresiva, sino en la total deshumanización que vive el hombre de Gerasa.

El endemoniado vivía solo, haciéndose daño a sí mismo y sin poder comunicarse o controlarse. Jesús lo sana entrando en diálogo con él, preguntándole por su nombre, a lo que él

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responde: “Mi nombre es Legión, porque somos muchos”. Una legión era un grupo de soldados romanos, formado por unos 6000 hombres como máximo. La comparación con la Legión no deja de tener cierta ironía.

Para la gente, el ejército romano era el signo de toda la ferocidad, opresión e injusticia y por ello, los demonios se llaman “legión”, porque detrás de toda opresión e injusticia está la acción del mal, representada por los demonios. La verdadera legión, el verdadero origen del mal, no es el ejército romano, sino el mal que está dentro del mismo pueblo, y que hace que un hombre se deshumanice hasta perder la razón. Antes de pensar en expulsar a las “legiones de demonios” de fuera (el ejército romano), hay que expulsar a las “legiones” de dentro (la mentalidad opresiva, el egoísmo, la mentira, etc.), los males que impiden que el pueblo viva con justicia y solidaridad.

Los demonios suplican a Jesús que no los expulse de la región, sino que los envíe a una piara de cerdos (unos dos mil, nos aclara Marcos). Esto refleja algunas creencias sobre los demonios que tenía la gente. La acción de los espíritus impuros estaba relacionada a lugares fijos, como los cementerios o los lugares solitarios, donde ellos vagaban sin descanzo, hasta que pudiesen entrar en algún cuerpo vivo, seres humanos o animales, donde reposaban (ver Mt. 12,43ss), causando a los seres vivos que poseían la enfermedad, la locura o la opresión.

Los cerdos eran animales impuros para los judíos (ver Lev. 11,3), pero no para los paganos, que sí podían comerlos. Siendo los demonios seres impuros, deben entrar en algo que sea impuro, como los cerdos. En el caso de los humanos, los demonios podían entrar en aquellos que eran impuros, y por eso la enfermedad, la locura o la pobreza eran vistas como signos de impureza y pecado. Los cerdos, una vez entrando los demonios, se arrojan al mar, volviéndose locos, y quedando el hombre sano.

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La noticia provoca la intranquilidad en la gente de los alrrededores. 2000 cerdos muertos es una pérdida económica muy grande, y por eso piden a Jesús que se aleje del lugar. Para ellos, era preferible tener al endemoniado lejos y controlado, que perder a los cerdos a cambio de su sanación. Para Jesús los criterios son distintos: la vida, la dignidad y libertad de un ser humano valen cualquier precio, aunque se trate de 2000 cerdos, y es necesario estar dispuesto a pagarlo si se quiere de verdad construir el Reino.

El Reino exige un cambio de mentalidad, un cambio en los criterios y en la forma de vivir, ,o qee sIgnifi#a tambiin perdeb `restigio i comodidadec paba mecho#, c/nctbu)endo asm %na cocied!d igualitaria y fbaterna. La ge.te de Geras! refiebe segei" en s% ci#tema injuct/ ) no perdeb #uc indebeSe# o `r)vileg)oc, con#truidos mesch!s vec%s a cosda de la deshumanización de los pobres y oprimidos.

Jesús decide irse ante la petición de la gente. El Reino es una oportunidad y no una imposición. El hombre que había estado endemoniado quiere ser su discípulo (“le pedía estar con éL”), per/ Jesús no lo permite. La gente de Gerasa se ha cerrado a la novedad del Reino, pero la oportunidad debe seguir abierta, para ser acogida en su momento. Esa será la misión del hombre de Gerasa: “vete a tu casa, donde los tuyos, y cuéntales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido compasión de ti”. Los familiares del hombre debían cargar con la mancha social de un endemoniado en la familia, y por ello el hombre debe volver donde ellos y mostrarles la compasión de Dios.

Jesús libera al hombre para reintegrarlo a su mundo y a la convivencia fraterna con los suyos. Esa convivencia será el mejor signo de la Buena Nueva que los de Gerasa pudieran tener. Jesús manda al hombre a su familia, pero él va más allá de eso: “El se fue y empezó a proclamar por toda la Decápolis todo lo que Jesús había hecho con él, y todos quedaban maravillados”. Es otra vez la lógica de Marcos del silencio y la palabra, del anuncio que queda aún en el misterio.

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El hombre de gerasa es el primer enviado entre paganos, porque el Reino, Jesús ya lo está mostrando, no es sólo para el pueblo de Israel, sino para todos los pueblos de la tierra. Esta universalidad de Jesús se irá acentuando cada vez más y será una de las certezas más profundas de la comunidad cristiana después de Pentecostés. Recordemos, por último, que la comunidad de Roma estaba formada por gente de diversas naciones, además de judíos. Con esta historia, Marcos les recuerda que el Reino es para todo el que quiera acogerlo, cambiando de mentalidad y reconociendo a Dios por Rey, sea judmo o p!gano.

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De-a 9* Fuel$a a Galilea (5,2!-',"3)

n ect% nuev/ fiaje, de fuelda a Galilea, Marcos condinúa con el ecq%ema tbienfo-con&licdo s%ñalado andebiorme.te.196Dos s/n196los temas sobbe los q%e g)ra el viaje.: el tema de ,ac Curacion%s y e, de las tradiciones religiosac como señal de fidelidad a Dios. El esquema es el siguiente:

* Triunfo de Jesús.La petición de Jairo (5,21-24).La mujer enferma (5,25-34).Niáa, levántate (5,35-43).

* ConflictO en Nazareth.Jesús en Nazareth (6,1-6).

* Triunfo de Jesús.Un pueblo nuevo: La misión de los Doce (6,7-13).

* Conflicto con Herodes.Las preguntas de Herodes (6,14-16).Martirio del Bautista (6,17-29).

* Triunfo de Jesús.Pan para todos (6, 30-44).Camino sobre las aguas (6,45-52).Curaciones en Genesareth (6,53-56).

* Conflicto con los escribas y fariseos.Las tradiciones y el mandato de Dios (7,1-13).

* Triunfo de Jesús.Lo puro y lo impuro, un nuevo criterio (7,14-23).

A través de este viaje, Marcos nos va a ir contestando la pregunta que quedó abierta en la sección anterior, (“¿Quién es éste?”) mostrando a Jesús actuando con nuevos criterios, lo

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que provoca nuevos conflictos, más fuertes y más complejos. La nueva mentalidad que Jesús quiere formar necesita signos que la demuestren y una nueva actitud frente a la fidelidad a Dios, no basada en la ley o en ritos, sino en la acogida fraterna y en una sociedad basada en el respeto a la vida, en justicia y solidaridad.

a) Triunfo de Jesús (5,21-43).

La petición de Jairo (5,21-24).La mujer enferma (5,25-34).Niña, levántate (5,35-43).

b) Conflicto en Nazareth (6,1-6).

Marcos nos ha mostrado a Jesús manifestando el Reino a través de signos, cambiando la mentalidad de la gente, invitándolos a dejar una mentalidad llena de temores y prejuicios, y a tomar una nueva forma de pensar, basada en la fe y el compromiso.

La gente ha comprendido un poco más esta nueva mentalidad y es lo que ha quedado claro con las curaciones. Una mentalidad abierta a la esperanza, incluso cuando las probabilidades son nulas, logra liberar al pueblo del mal en cualquiera de sus formas, de todo lo que limite la vida, incluso la muerte. La fe y el compromiso con la propuesta de Jesús lo han hecho posible.

Ahora Marcos nos mostrará lo que sucede en el caso contrario, cuando el pueblo se cierra a la propuesta de Jesús y se niega a abrirse a la novedad del Reino. Esto lo veremos a través de la visita de Jesús a Nazareth y la respuesta de sus parientes y vecinos.

Jesús en Nazareth (6,1-6).

Jesús decide ir a Nazareth, su patria, junto a sus discípulos. La fama de Jesús ha crecido y ha llegado a oídos de

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sus convecinos. Sin embargo, la recepción no es muy buena. Marcos nos dice que Jesús “llegado el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga”, lo que deja entrever que Jesús llegó a Nazareth antes del sábado y tuvo que esperar a la asamblea del día sagrado para predicar.

En la sinagoga, cualquier judío adulto podía intervenir y comentar las escrituras. Por eso sus compatriotas no pueden evitar escucharlo, porque Jesús está ejerciendo un derecho básico que no se le puede negar. A los nazarenos no les interesa escucharlo. Su mensaje es peligroso y esto los tiene nerviosos, incluso habían tratado de frenarlo a la fuerza, sin lograrlo. Estar con Jesús no era prudente para ellos, y por eso lo evitan mientras pueden.

El mensaje de Jesús asombra a la gente: “¿De dónde le vienen estas cosas? Y ¿Qué sabiduría es ésta que le ha sido dada?”. La mirada de Jesús es radicalmente distinta de lo que ellos habían aprendido, y de lo que Jesús mismo había aprendido con ellos. Por eso la gente se pregunta de dónde ha sacado esta nueva forma de entender las escrituras y de vivir la fidelidad a la alianza.

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implica enfrentar el conflicto con las fuerzas que se oponen al Reino y estar dispuestos a llegar hasta la muerte. El conflicto y la persecución no son para los seguidores de Jesús una posibilidad, un peligro posible, sino una certeza, una consecuencia inevitable de la fidelidad al Evangelio de Jesús y el proyecto del Reino de Dios. Esto es lo que Marcos quiere recordar al relatarnos la muerte del bautista.

Martirio del Bautista (6,17-29).

El relato del martirio de Juan tiene tres personajes protagónicos, con tres actitudes distintas frente al profeta: Herodes Antipas, Herodías y su hija.

Herodes Antipas encarcela a Juan por insistencia de Herodías, mujer de Filipo, hermano de Herodes, que había dejado a Filipo para casarse con Herodes. Juan denunciaba su pecado (ver Lev. 18,16), lo que molestaba profundamente a herodías, que buscaba la forma de matar a Juan, sin poder hacerlo, porque Herodes lo respetaba y le temía. De hecho, el texto señala que “lo protegía, y con lo que le oía quedaba perplejo, y lo escuchaba con gusto”.

La fascinación de Herodes con Juan compite con la atracción hacia Herodías y la fascinación que siente por el baile de su hija. Esta mezcla de atracciones hace a Herodes prisionero de sí mismo y de los acontecimientos, siendo obligado a asesinar a Juan, a pesar suyo.

Una vez obligado a decapitarlo, producto de una promesa imprudente, tiene la deferencia de dejar a los discípulos de Juan sepultar su cuerpo. Pero la imagen del profeta que admiraba y temía lo perseguirá desde entonces, casi obsesivamente, al punto de ver en Jesús la reaparición de Juan vuelto de la tumba, para vengarse de su asesino, provocando la llegada del “día del Señor” para acabar con su reino.

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Herodías abandona a Filipo, su esposo, y odia a Juan por denunciar su infidelidad. Busca la forma de acabar con él, sin lograr convencer al Rey, que lo respeta como a un hombre justo. Por eso, aprovecha una fiesta, el cumpleaños del Rey, para tenderle una trampa y obligarlo a decapitar a Juan. Herodes está “con la guardia baja” y se deja atrapar por el encanto del baile de la hija de Herodías y del plan preparado por su esposa.

La hija de Herodías es sólo un instrumento ingenuo en el plan para acabar con el profeta. Ella sale a bailar en el cumpleaños de su padrastro y su encanto provoca una promesa del Rey que su esposa no va a desaprovechar: “cualquier cosa que me pidieras te la daré, aunque sea la mitad de mi reino”. La mezcla de fascinación y alcohol hace que Herodes prometa lo que no puede, pues no estaba en posición de entregar su reino a nadie, con suerte podía conservar su corona siendo sumiso al poder de Roma.

La muchacha no sabe qué pedir y se lo pregunta a su madre. La promesa del Rey la ha pillado de sorpresa y su madre aprovecha la confusión, haciendo la petición que le dolería a Herodes mucho más que la mitad de su reino: “Quiero que ahora mismo me des sobre una bandeja la cabeza de Juan el Bautista”. El rey accede, comprometido por su propia palabra y decapita a Juan. La muchacha entrega la cabeza a su madre, ya que es ella la que deseaba la muerte del profeta.

La intriga para matar al profeta es un adelanto de lo que sucederá con Jesús y con sus discípulos luego de él. La conciencia deformada de los poderosos, el mal que los domina, los hará instrumentos del mal para detener el avance del Reino, a veces a pesar de ellos mismos, presos de sus propios cercanos y su propia palabra. Juan estaba ganando al rey para el Reino y Herodías detiene el proceso antes que el rey se convierta y termine devolviéndola a Filipo.

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Jesús también será asesinado en medio de la mentira, la conspiración y la envidia, pero al igual que Juan, su mensaje y su persona sobrevivirá a la muerte, transformándose en algo mucho más amenazante y poderoso que cuando estaba vivo.

Los discípulos de Jesús no deben olvidar la lección. En medio del éxito aplastante de la misión de los Doce, Marcos nos recuerda el fin de Juan como un anuncio y una advertencia: Los poderosos no se quedarán de brazos cruzados viendo avanzar el Reino, sino que harán lo posible para detenerlo, incluso llegando al asesinato y la mentira, la utilización de los ingenuos o la ocasión favorable. Quien sigue a Jesús no debe olvidar esto, y debe estar dispuesto y preparado para seguir dando testimonio en medio de la persecución y la muerte.

e) Triunfo de Jesús.

Con la muerte del profeta no se detiene el Reino, sino todo lo contrario, los acontecimientos se aceleran y el movimiento de Jesús crece aún más. Los Doce vuelven de su misión agotados y las multitudes siguen a Jesús sin darle descanso. La compasión del Maestro hace que se olvide del descanso y se pone a enseñarles largamente. Marcos no nos dice qué enseñaba, pero nos lo dirá con un signo poderoso y espectacular: la multiplicación de los panes, escasos al principio, abundantes al final. El pan nuevo de Jesús no debe ser mezclado con la levadura de los escribas y fariseos, que buscarán corromperlo y destruir todo el proyecto de Jesús.

La primera de multiplicación de los panes que nos relata Marcos, abre una sección nueva en su evangelio, donde el tema del pan y de la comida será central. Para comprender estos textos, es necesario tomarse de este “hilo conductor” para encontrar el mensaje central que ellos nos transmiten.

La sección se abre con la multiplicación de los panes (6,30.44) y más adelante encontramos la discusión con la mujer pagana sobre el “dar el pan de los hijos a los perros” (7,27). Después de esto, una segunda multiplicación de los

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panes (8, 1-10), para finalizar con la advertencia contra la “levadura de los fariseos y Herodes”, que pretenden corromper el pan nuevo que Jesús trae y reparte.

Toda esta sección prepara la curación del ciego y la confesión de Pedro, con lo que se abre la segunda sección de Marcos, centrada en la pregunta sobre lo que significa seguir a Jesús. Se trata, entonces, de una especie de síntesis de la misión de Jesús en el norte del país, marcada por el símbolo del pan, así como el discurso del Reino estaba marcado por el símbolo de la semilla.

A través del pan nuevo de Jesús, versus la levadura añeja de los fariseos y de Herodes, de la propagación del mensaje y la recepción de las multitudes versus la incomprensión de los discípulos, Marcos nos terminará de pintar el cuadro tenso de la situación del avance del Reino y de la oposición a él, tensión que llegará a su máximo con la subida a Jerusalén y el enfrentamiento con las autoridades, con la consecuente muerte de Jesús y su resurrección.

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Pan para todos (6, 30-44).

Jesús siente compasión por el pueblo que lo ha seguido de todas las ciudades, “pues estaban como ovejas que no tiene pastor”. La compasión no tiene que ver con la lástima, sino con sentir la misma pasión, el mismo deseo, que el otro (com-pasión). El pueblo sentía la necesidad de reunirse, de sumarse a la propuesta de Jesús y de encontrar un camino para realizar el Reino de Dios. Jesús sentía el mismo deseo, la misma pasión, y esta sintonía, esta com-pasión, hace que les hable largamente y se preocupe por ellos.

La idea de Israel como rebaño y de Dios como su pastor es recurrente en la Bilbia (ver Salmo 23). También el Mesías era señalado como un pastor bueno, a imitación de David, el Rey-pastor. De hecho, Ezequiel recordará la esperanza en la llegada de un Pastor que Dios suscitará “para ponerlo al frente de ustedes y para que los apaciente como un solo pastor” (ver Ez. 34,11-23).

Los pastores (líderes) del pueblo no seguían la voluntad de Dios, sino que oprimían al pueblo y velaban por sus propios intereses. Jesús y los Doce, aparecen como pastores verdaderos, servidores del único pastor de Israel: Dios. Por eso el pueblo va tras ellos, porque han comprendido que con estos pastores es posible construir el Reino de Dios y vivir de verdad el ideal de la alianza.

El día se alarga y los discípulos están preocupados. La gente no ha comido (y ellos tampoco), así que piden a Jesús que despida a la gente para que vaya a comer a los pueblos cercanos, y para que ellos puedan comer sus cinco panes y dos peces con tranquilidad. Pero Jesús piensa de otro modo: “Denles ustedes de comer”. Los discípulos reponen lo imposible de comprar comida para tanta gente, sin siquiera mencionar la comida que ellos mismos tienen: “¿Vamos nosotros a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?”, pero Jesús no se convence y les pregunta sobre lo

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que ellos tienen, cinco panes y dos pescados, y los invita a ponerlo en común, aunque sea poco.

La mentalidad de grupo cerrado era bastante fuerte entre los discípulos, y los hacía incapaces de descubrir que el pueblo estaba cambiando de mentalidad y sumándose al proyecto. Ellos, los discípulos, deben actuar de acuerdo al Reino, y poner lo propio en común, para ser de verdad el inicio de un pueblo nuevo.

La gente se sienta organizadamente sobre el pasto (nueva imagen del pueblo y del rebaño), y Jesús pronuncia la bendición y pasa la comida a sus discípulos. Así Marcos nos muestra plásticamente la predicación de Jesús: La nueva mentalidad fraterna y solidaria, el desapropio para bien del pueblo, la organización y comunión como caminos para vivir de verdad el ideal de la alianza.

Las imágenes del Antiguo Testamento son varias. Se trata de gente acampando, como en el Éxodo y que son alimentados por la intervención de Dios, como con el maná del desierto. Eliseo, el discípulo de Elías, había hecho algo parecido (ver 2Re. 4, 42-44). Todos estos elementos hicieron al pueblo comprender claramente que el ideal del Reino de Dios se estaba viviendo y que la oportunidad que Jesús anunciaba era posible si el pueblo se organizaba y se comprometía, guiado por pastores verdaderamente puestos a su servicio.

Todos comen y sobran 12 canastos, uno por cada apóstol. A diferencia del Maná, el pan puede guardarse, para seguirlo repartiendo después. Así, la misión de los Doce no es sólo la de predicar, sino que conlleva también comprometerse con el pueblo, poniendo lo propio a su servicio. La orden de Jesús “denles de comer” no termina, sino que sigue a lo largo del caminar de la comunidad de los discípulos de Jesús.

El pan, siendo poco, alcanza para todos, porque ha sido compartido. Se trata de un símbolo del mensaje de Jesús y de

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sus seguidores, que son pocos, pero que se multiplican más allá de lo que parece posible, tal como en el caso de la semilla que crece por sí sola. Se trata del pan de viaje, sin levadura, que no debe corromperse, para que dure durante todo el camino. La comunidad cristiana es peregrina, y se alimenta del pan sin levadura, sin corromper, que es Jesús mismo, su vida y su mensaje.

También hay otra lección: La misión de la comunidad no es sólo “espiritual”, sino que tiene que ver con toda la realidad del ser humano. No se puede ser “hermanos espirituales” si no se comparte también la vida y el alimento, los sueños y esperanzas, la pasión y el compromiso. El Reino es una realidad integral, y los discípulos de Jesús son llamados a hacerlo presente en cada circunstancia y lugar.

Camino sobre las aguas (6,45-52).

Jesús obliga a sus discípulos a subir a la barca y navegar hacia Betsaida, en la Traconítida, al otro lado del mar de Galilea. Se trata de una región pagana, al norte de la Decápolis. Los discípulos nuevamente se han dado cuenta que les falta por descubrir las consecuencias de la nueva mentalidad que Jesús trae y vivirla en la vida diaria. Creen en El, pero no lo entienden, y en el fondo, siguen manteniendo las costumbres y prejuicios de sus compatriotas.

El éxito de la multiplicación de los panes ha sido evidente, y Jesús, en vez de aprovechar su arrastre ante la multitud, decide ir hacia los paganos, y para colmo, los manda a ellos por delante. Para Jesús, la idea es otra. Los discípulos deben asumir un mayor protagonismo en las acciones y en la construcción del Reino, y realizar ahora entre los paganos lo que habían hecho en la Galilea. El Reino es una realidad nueva abierta a todos, sin prejuicios ni marginaciones, y uno de los prejuicios más fuertes en los israelitas, tanto del norte como del sur, era la discriminación a los extranjeros.

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Jesús despide a la gente y se va a orar. El signo ha sido poderoso y la tentación de aprovechar el éxito es fuerte. Por eso necesita orar, dialogar con su Padre para no perder el camino, y sumar al Reino incluso a los extranjeros. Al mirarlos desde la orilla, los ve remando con dificultad “pues tenían el viento en contra” y decide acompañarlos, llegando hasta ellos sobre el agua.

La imagen es parecida a la tempestad calmada de la sección anterior. Sumar a los paganos al anuncio y construcción del Reino no era tarea fácil, ni para los discípulos ni para la comunidad de Marcos, pues había que vencer prejuicios y desconfianzas por ambas partes. El viento está en contra y el prejuicio dificulta el avance del Reino. Pero la confianza de lograr avanzar no deben ponerla en la fuerza de sus brazos, sino en la presencia y oración de Jesús, que acude en ayuda de la tarea incluso cuando parece imposible. Si Jesús pudo caminar sobre las aguas para ayudar a sus discípulos, quiere decir que puede ayudarnos en cualquier circunstancia, aunque la misión parezca imposible.

Pero Jesús va pasando de largo, va primero que los discípulos, que la comunidad, hacia los otros, para demostrarles que es posible hacerlo y que El es el primero en hacerlo posible. Pero los discípulos no comprenden el signo y piensan que es un fantasma, por o que se asustan y gritan de miedo. Jesús los llama a la calma, sube a la barca y el viento se calma, junto con la calma de los discípulos. Es la misma imagen de la tempestad calmada. La misión no es fácil, pero el primer obstáculo que hay que derrotar es el miedo que paraliza y la desesperanza que provoca desaliento. La confianza hay que ponerla en Jesús, en su presencia y su poder. Si navegamos con El, las dificultades se calman, y hasta lo imposible se hace posible, se trata de tener fe y comenzar a pensar según la mentalidad nueva de Jesús.

Marcos nos señala que los discípulos no comprendieron, sino que “quedaron sorprendidos (Thaumazo), pues no habían entendido lo de los panes, sino que su mente estaba

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embotada”. El evangelista asocia el no entendimiento de la caminata sobre el agua con el no entendimiento de la multiplicación de los panes. Se trata, entonces, de dos signos que están enlazados. En ambos casos, Jesús quiere que los discípulos se liberen de la mentalidad marginadora en la que están sumergidos, y que les impide compartir lo que es de ellos y ponerlo a servicio del pueblo (los cinco panes y los dos peces), acercarse a los extranjeros con una actitud de acogida (viento en contra) y creer que la aventura del Reino es posible, incluso cuando todas las posibilidades son nulas (cinco panes para cinco mil, caminar sobre el agua, derrotar el viento).

En ambos casos, la mente embotada de los discípulos se centra en tratar de explicarse cómo ha sucedido la multiplicación de los panes, y cómo ha hecho Jesús para caminar sobre el agua y calmar el viento. Por eso no comprenden, porque lo importante no está en el cómo, sino en el qué, es decir, en comprender qué significan esos signos, qué quiere recordar Jesús con ellos, cómo estos signos revelan la nueva mentalidad que hace posible el Reino y que Jesús viene a proponer y provocar. Es un error que también nosotros podemos cometer, más preocupados a veces de explicarnos racionalmente los “milagros” de Jesús, que en comprender su significado.

Curaciones en Genesareth (6,53-56).

Aunque el viaje era hasta Betsaida, desembarcan en Genesareth, en Galilea. Seguramente, las dificultades del viaje nocturno continuaron y decidieron esperar en Genesareth a que las condiciones mejoren. Esta demora, provoca que nuevamente se junte una multitud en torno a ellos, por lo que deciden recorrer la región, sanando los enfermos. La fe en Jesús es tan grande que, “donde quiera que entraba, en pueblos, ciudades o aldeas, colocaban a los enfermos en las plazas y le pedían que les dejara tocar siquiera la orilla de su manto, y todos los que la tocaban quedaban sanos”.

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La acción es la misma de la mujer que sufría hemorragias. El acto casi sacrílego de tocar el manto sagrado (Talit) de Jesús por parte de los enfermos (impuros y pecadores, según la mentalidad de la época) los sana y los libera. La mujer superó la mentalidad equivocada secretamente y llena de miedo, ahora es todo la región la que hace lo mismo con toda libertad. Es la última acción masiva de Jesús en tierras de Galilea y muestra que el pueblo se ha liberado de prejuicios y ha acogido la mentalidad nueva de Jesús.

Esta apertura y libertad provocará la indignación de las autoridades religiosas, que ven cómo Jesús ha convencido al pueblo de ir en contra de las prácticas religiosas que ellos inculcaban en la gente y por eso buscarán detener este abuso, demostrando que Jesús no vive las tradiciones del pueblo, sino que actúa en contra de ellas, por lo que no puede ser un verdadero profeta de Dios. El avance sorprendente del Reino provoca también el aumento del conflicto con los que se oponen a él. Es lo que Marcos nos relatará a continuación.

f) Conflicto con los escribas y fariseos.

Hemos señalado el profundo significado simbólico de la multiplicación de los panes, como símbolo de la llegada del Reino de Dios, por medio de la acción de Jesús y sus discípulos. El pueblo ha comprendido el símbolo y se ha liberado de la mentalidad opresiva que lo inmovilizaba, siguiendo a Jesús y actuando contra las tradiciones religiosas, poniendo primero la vida y la salud.

Las tradiciones y el mandato de Dios (7,1-13).

Todo esto provoca la reacción de los fariseos y de los escribas enviados desde Jerusalén para seguirle la pista a Jesús. Le preguntan directamente a él, no ya a los discípulos ni a la gente, lo que señala la tensión creciente del conflicto que Jesús está provocando: “¿Por qué tus discípulos no viven

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conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen con manos impuras?”.

La crítica de las autoridades apunta a hacerle ver a Jesús que no puede pretender realizar el Reino de Dios y liberar al pueblo como Mesías, si se salta las tradiciones sobre la pureza, que eran un signo de la continuidad con los antepasados y con la Ley. Al saltarse este gesto ritual del lavado de manos, según la mentalidad de las 7autoridades, Jesús ha hecho de la comida mesiánica (la multiplicación de los panes) una comida impura, y no un signo del Reino de Dios.

Así, las autoridades religiosas pretenden desconocer el signo hecho por Jesús y deslegitimar su acción en medio del pueblo. Jesús se olvida de la tradición de los ancianos (las autoridades religio3ac) y ha %n#e!ado aL `u%b,o a209olv)d!r,a, o.sidr!nDo q%e209e, #a-i.o para ,a209c/nct"u#cióN $e, ein/ $e D)o# a#a por una n%e&a men$alidad, d)sdint! $e l! de l/s anc)a.o, l!s aetoridad%s.

e#ú# e#p/nde a la crmt)ca #on ,ac pa,abras de s!ías* ƒEcte ueb,o me honra on loc ,a"i/s, e"o s% cobaJón esdá209l%jos de -í. n vano -e r)n$e

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cult/, ya aue en#e!a. oCt"i.ac !u% so. recepdoc de h/m"res.210La #i$a ec $e I#ama# "9,1# ) #o.tin*a d)cie.d/: “ o" %so Io sigo (acieno m!r!v)l,a# Con %s% `ueblo

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(aciendo m!ravillas poderosas; perderé la sabiduría de sus sabios y eclipsaré el entendimiento de sus entendidos”.

La cita de Isaías es una respuesta dura. Los escribas decían que Jesús no cumplía con la tradición y por lo tanto no podía ser un profeta verdadero ni un maestro. Con su respuesta, Jesús los desconoce a ellos como autoridades verdaderas. Los escribas no querían reconocer las maravillas que Dios estaba haciendo en medio del pueblo, preocupados hasta el ridículo de los mil detalles de la tradición, dejando de lado lo central de la alianza. A través de su crítica, se cierran a la oportunidad de sumarse al Reino y por eso su saber ya no sirve.

A continuación, Jesús refuerza la idea con un ejemplo: El cuarto mandamiento del decálogo (diez palabras) manda: “Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que Yahveh tu Dios, te va a dar” (Ex. 20,12). Es el primero de los mandamientos que se refiere al prójimo y es el primero que conlleva una promesa, habitar largos años en la tierra. Por eso, el mandamiento que los escribas se saltan no es cualquiera, sino uno de los más importantes. Y lo saltan con un truco que no estaba dispuesto en la ley: Quien declara Korbán (ofrenda) al Templo sus bienes, no puede ayudar con ellos a sus padres, porque debe conservarlos íntegros, pues se entregarán al Templo una vez que haya muerto. El trato era conveniente para las autoridades, que administraban el Templo, pero ofendía a Dios al dejar de lado la primera y principal solidaridad que un creyente debe mantener, el cuidado de los padres una vez que ellos se han vuelto viejos.

Lo tremendo para Jesús es que ocupan el nombre de Dios para saltarse las obligaciones principales de la alianza, deformando así la verdadera fe y confundiendo al pueblo. Por eso su saber ya no sirve, porque la multiplicación de los panes no es signo de impureza, sino una señal q ue manifiesta la presencia del Reino, y descalifica una religión que mantiene las formas externas y olvida lo esencial de la alianza.

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g) Triunfo de Jesús.

Lo puro y lo impuro, un nuevo criterio (7,14.-23).

A partir de la discusión con los fariseos, Jesús plantea a la gente el nuevo criterio que marca si un creyente es grato a Dios y fiel a la alianza o no, es el criterio del Reino, el criterio que Jesús viene a inaugurar. Para comprenderlo, vamos a detenernos un poco sobre el sentido de la pureza en el tiempo de Jesús y sobre las leyes que la normaban.

Las principales leyes sobre la pureza están contenidas en el libro del Levítico, capítulos 11-16 y en otros textos asilados. Estas normas regulaban la alimentación, la limpieza, las quemaduras, la calvicie, la vida sexual y el día del perdón. Hacía impuro al creyente:

Comer algún animal prohibido. tocar el cadáver de algún animal que no haya sido

matado para comer. el objeto que tocara un bicho muerto. la mujer al tener un hijo, durante treinta días, en los

cuales “no tocará ninguna cosa santa” (el manto de oración del varón era una cosa santa), si era niña, la impureza duraba 66 días.

Una mancha en la piel que pudiera ser lepra. La lepra en todo el cuerpo. El que tiene una quemadura que se infecte. Al que se le cae el pelo y aparece una llaga en la cabeza. El tocar vestidos con señales de pudrición (lepra de los

vestidos). Las manchas de humedad o pudrición en las casa (lepra

de las casas). El flujo seminal en el hombre, la cama en la que duerme,

y donde se siente. El que toque esos objetos, y al impuro mismo, también queda impuro.

La mujer durante sus períodos. El que la toque queda impuro, donde se siente o acueste es impuro.

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La mujer que tenga flujo contínuo es impura mientras dure su enfermedad. El que toque donde ella se acuesta o se siente queda impuro.

Me he extendido en la enumeración para que quede más claro qué cosas hacían impuro a un creyente. Muchas de estas normas tienen un crácter práctico, de higiene, pero a ello se sumaba el peso de la condena religiosa y social. Los escribas habían ido comentando estas normas, añadiendo muchas cosas que no estaban en la Ley, llegando a veces a la exageración.

La impureza era entonces, una cuestión externa. No se era impuro por la conducta buena o mala, sino que se adquiría la impureza por enfermedad o contacto con algo impuro. Para salir de la impureza, era necesario lavarse ritualmente, y a veces presentar un sacrificio. En el tiempo de Jesús, el tema de la impureza se había vuelto casi enfermizo, existiendo muchos lugares con piscinas para purificarse.

Jesús llama a la gente y declara con fuerza: “Escúchenme todos y entiendan, Nda hay de fuera que, entrando en él, pueda contaminar al hombre (hacerlo impuro), sino lo que sale del hombre, eso es lo que lo contamina. Quien tenga oídos para oír, que oiga”. Con esta declaración, Jesús no sólo no se excusa de su falta de pureza al no labarse las manos ritualmente, sino que declara que las leyes de pureza están equivocadas. La higiene es importante, y las leyes sobre pureza habían sido útiles para educar al pueblo y portegerlo de la enfermedad, pero lo importante no era la limpieza exterior, sino la conducta buena o mala del hombre.

Así Jesús establece un nuevo criterio, tan nuevo, que sus discípulos no lo entienden y piensan que está hablando en parábolas: “Y cuando se hubo apartado la gente, entró en la casa y sus discípulos le preguntaban sobre la parábola”. El Maestro les explica el nuevo criterio de “pureza” que deben seguir los que se comprometen con el Reino: Las acciones del hombre, sus pecados y crímenes, son los que lo hacen impuro

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ante Dios, es el corazón (la interioridad del hombre) el que debe permanecer limpio.

La nueva perspectiva termina de echar por tierra la autoridad de los fariseos y libera al pueblo del sentimiento de suciedad e impureza que cargaban encima, obligados a constantes purificaciones delante de Dios. También desconoce la “pureza” de los piadosos fariseos, pues su corazón está lleno de suciedades que ofenden a Dios e impiden el avance del Reino.

La misión de Jesús por Galilea, termina con esta declaración sorprendente y escandalosa. Desde entonces, evitará la figuración pública y se preocupará de formar a los discípulos, antes del conflicto definitivo en Jerusalén. La vida de Jesús corre peligro, por eso decide irse a las fronteras de Galilea, a las regiones paganas, para evitar una muerte temprana que interrumpa la formación de los Doce y los discípulos.

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Tema 10: Viaje a las regiones paganas(7,24-8,26)

El viaje por las regiones paganas sirve como una especie de entretiempo, entre la misión por Galilea y el comienzo de la segunda parte del evangelio, marcado por la pregunta sobre lo que significa seguir a Jesús. Es hora, por tanto de hacer un resumen.

El pueblo ha ido comprendiendo a Jesús y asumiendo su nueva mentalidad, primero tímidamente, luego abierta y escandalosamente. Los discípulos, por su parte, han tenido también que ir abriéndose a los nuevos criterios que Jesús trae, lo que no siempre ha sido fácil. Marcos nos ha ido mostrando quién es Jesús, y al mismo tiempo, mantiene el misterio de su persona, mostrándonos que Jesús es siempre más que lo que alcanzamos a comprender.

La tensión con las autoridades religiosas ha ido en aumento, llegando a la descalificación mutua y al enfrentamiento directo. Jesús ya no está seguro en la Galilea, el grupo de escibas venidos de Jerusalén le siguen la pista, y por eso decide irse a las regiones paganas, en los límites de Galilea y al otro lado del lago, para formar con clama el grupo de los discípulos y preparar el enfrentamiento definitivo en Jerusalén.

Esta nueva etapa, Marcos termina la “sección del pan”, para preparar con ella la proclamación de Pedro sobre la identidad de Jesús y el comienzo de la segunda parte del evangelio. Esta sección tiene los siguientes elementos:

* Triunfo de Jesús.El pan es también para los perritos (7,24-30).Los sordos oyen y los mudos hablan (7,31-37).Una mesa abierta al mundo (8,1-10).

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* Conflicto con los fariseos.Una señal para los ciegos (8,11-13).

* Triunfo de Jesús.La levadura que contamina (8,14-21).Comenzando a ver (8,22-26).

La comunidad de Marcos estaba formada por paganos y judíos, viviendo juntos en las comunidades de Roma, buscando en medio de la vida el ser hermanos, más allá de sus diferencias. El viaje por las regiones paganas será la respuesta de Marcos a sus conflictos, mostrando la actitud de Jesús abierta a todos los que se muestran dispuestos a acoger la novedad del Reino.

a) Triunfo de Jesús (7,24-8,10).

El pan es también para los perritos (7,24-30).

Jesús se ha marchado a la región de Tiro, al norte de Galilea, buscando refugiarse del peligro que para él representaba la persecución de las autoridades, por ello “quería que nadie lo supiese, pero no logró pasar inadvertido”. Una mujer siriofenicia escuchó hablar de él y vino a pedirle que curara a su hija enferma, “poseída por un espíritu inmundo”.

La mujer acude a Jesús como una medida desesperada, a pesar de que las probabilidades de una respuesta positiva eran escasas. El hecho de ser mujer, pagana y de entrar en una casa ajena para hablar con un judío, hacían improbable que Jesús acogiera su petición. Ella se postra en tierra y le ruega por su hija, recibiendo una respuesta por parte de Jesús que parece dura a nuestros oídos: “Espera que primero se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos”.

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Para los judíos, los hijos predilectos de Dios eran ellos, los demás pueblos eran “perros paganos”10, a los que se referían como “las naciones”, sin diferenciar unos de otros. Las promesas de Dios eran para el pueblo de Israel, no para las naciones. La respuesta de un j%d-o e#t"i#t¤ ebí :217“

10 kuon (kuvwn), se utiliza en dos sentidos: (a) natural (Mat_7:6; Luk_16:21; 2Pe_2:22); (b) metafórico (Phi_3:2; Rev_22:15), de aquellos cuya impureza moral los excluirá de la nueva Jerusalén. Los judíos utilizaban este término para designar a los gentiles, con la idea de impureza ceremonial. Entre los griegos se trataba de un calificativo denotando impudicia. El término lat. canis y el castellano can están relacionados etimológicamente con kuon. En el texto el término usado es kunarion (kunavrion), diminutivo de kuon, cachorro, perrillo.

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/c%p!n$o e, mismo refrán que excluía a los paganos para intergrarlos al Reino.

La mujer comprende la intención de Jesús y se siente acogida. Tanto es así que se atreve a insistir, ocupando la misma imagen del refrán que Jesús ha modificado: “sí, Señor, pero también los perritos comen bajo la mesa las migajas de los niños”. La respuesta de la mujer impresiona enormemente a Jesús. Ella ha comprendido la intención de Jesús y sabe que los “paganos” pueden esperar en él una participación de los hijos, y que deben esperar el momento para eso. Pero insiste, argumentando que la sanación de su hija no quita el pan a nadie, sino que es sólo una migaja de la mesa, suficiente para que su hija se recupere.

Jesús sana a su hija, precisamente por lo que la mujer ha dicho: “por lo que has dicho, vete, el demonio ya ha salido de tu hija”. La mujer recibe un pequeño anticipo (una migaja) del pan que Jesús repartirá a todas las naciones. Los perritos pueden esperar con confianza, llegará el tiempo en que también se sienten en la mesa de los hijos. Esto, parece decir Marcos, es la misión de la comunidad cristiana, sentar a la misma mesa a todos, pues no se harán impuros los cristianos de origen judío por comer con paganos, sino por cerrarse a la fraternidad universal que Jesús ha venido a inaugurar. Los sordos oyen y los mudos hablan (7,31-37).

Frente al hecho de haber sido reconocido, Jesús decide dejar Tiro y marchar hacia Sidón, cruzar la Decápolis y llegar hasta el mar de Galilea. Al llegar, es nuevamente reconocido y le presentan un sordomudo, “y le piden que imponga las manos sobre él” para curarlo. Era el gesto típico de los que tenían algún poder sanador. Jesús evita el gesto y lleva al hombre lejos de la gente, le mete los dedos en los oídos y le toca la lengua con saliva. Luego de eso pronuncia la palabra “Effatá”, “ábrete” y el hombre ocmienza a oír y hablar.

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El gesto de Jesús marca claramente que la sanación del hombre no nace de un poder milagroso que tuviese el Maestro, como si fuera un mago que invoca fuerzas misteriosas, sino en su propia persona y en el Reino que El trae. Marcos nos ha conservado la palabra aramea, lo que indica su importancia. Es una forma de mostrarnos que el sentido de la sanación es más profundo e importante.

Para comprender el Reino que Jesús trae es necesario abrirse, escuhar de verdad y prestar la propia palabra a la difusión del mensaje. Quien no se pone a la escucha de Jesús no puede hablar del Reino ni comprender su lógica. La cerrazón a la propuesta de Jesús no es siempre un acto de maldad, sino una imposibilidad de abrirse. Quien no se abre a la duda y a la novedad, a la posibilidad de estar equivocado, no puede abrirse al mensaje del Evangelio.

Seguramente, el trato de Jesús a la mujer siriofenicia dejó desconcertados a los discípulos. Con esta sanación, Marcos nos da una primera respuesta a su incapacidad de comprender: No pueden comprender a Jesús, porque tienen los oídos cerrados, y por eso tampoco pueden hablar. Jesús suspira frente a los oídos tapados del sordomudo, como suspirará más adelante frente a los oídos tapados de los fariseos y de los mismos discípulos.

Jesús pide que no cuenten la sanación, pero los que lo vieron lo van publicando por el camino. Y todos se maravillan y dicen: “todo lo ha hecho bien, hace oír a los sordos y hablar a los mudos”. La frase recuerda el relato del Génesis, cuando Dios va creando el mundo y viendo “que todo estaba bien” (ver Gén. 1,1ss). La acción de Jesús es acción de Dios, por eso está bien hecha, y esa acción consiste en abrir los oídos a u

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ei¤n r sobre ella, comparándola con la primera.

La primera multiplicación era en Galilea, en tierra de Israel y para Israelitas. La segunda es en tierra pagana y para paganos.

En la primera son los discípulos los que dicen a Jesús que despida a la gente, en la segunda es Jesús quien se compadece de la gente y decide alimentarlos.En la primera los discípulos se disculpan por falta de dinero, ahora argumentan que no hay donde comprar, porque para comprar deberían ir a los pueblos paganos.En ambos casos se reaprten siete productos. En la primera son cinco panes y dos pescados, en la segunda son siete panes y algunos pececillos de los que no se da el número.En la primera llenaron doce cestos, como doce eran las tribus de Israel. En la segunda son siete canastas, señalando la totalidad (siete) de las naciones.

De esta comparación, podemos sacar algunas conclusiones. La comida que inaugura el Reino en Galilea no es exclusiva para los Israelitas, sino que se abre a todas las naciones. Los hijos se saciaron en Galilea, y a partir de lo dicho por la mujer, Jesús acorta la espera de los perritos para sentarse junto a los hijos en la mesa común.

Todas las naciones participarán del mensaje de Jesús, de la nueva lógica del Reino, del pan partido y compartido. Los discípulos siguen con recelos frente a los paganos, por eso

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deberán abrirse (Effatá) al nuevo criterio, para ser de verdad los seguidores de Jesús y los constructores del Reino.

En esta segunda comida también sobra el pan, para ser repartido a todas las naciones. La tarea no termina con la multiplicación, sino que continúa con la comunidad cristiana, que deberá seguir multiplicando el pan nuevo de Jesús, para que llegue a todos los que estén dispuestos a acoger el Reino.

b) Conflicto con los fariseos (8,11-13).

Jesús despide a la gente inmediatamente y se va Dalmanuta, lugar que no es fácil de precisar. Es probable que esté en la Galilea, ya que se embarcan para llegar ahí. Es al volver a la Galilea, de pasada, para alejarse del entusiasmo de la gente, cuando se produce el conflicto con los fariseos.

Una señal para los ciegos (8,11-13).

Al enterarse que Jesús ha llegado, los fariseos lo enfrentan y se ponen a discutir con él. La discusión debe haber sido fuerte, porque los fariseos llegan a pedirle una señal del cielo que certifique su pensamiento, tan diferente y contradictorio con el de ellos. Los argumentos de los fariseos se agotan frente a Jesús, por eso piden una señal, para justificar con su ausencia su falta de fe.

Jesús “dio un profundo suspiro”, más profundo que el que había dado frente al sordomudo. Al ver a ese hombre, había visto simbólicamente a todos los que se cerraban a su propuesta. Ahora, al ver a los fariseos, suspira más profundamente, porque estos son mas sordos que ese pobre hombre. Entonces pregunta: “¿Por qué esta generación pide una señal?” . Los signos de la llegada del Reino son evidentes, lo refleja la reacción del pueblo, las sanaciones, la derrota del mal y el demonio. Frente a signos tan poderosos y evidentes, ¿Por qué piden una señal?, porque se niegan a creer y están buscando argumentos absurdos para desconocer la acción de Jesús. El poder de Dios y el Reino que Jesús trae no están al

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servicio de los caprichos de unos pocos, por muy autoridades que sean, y no intentan convencer por el miedo o la espectacularidad. El Reino es una propuesta, y el que está abierto a ella la acoge y se suma. Sólo entonces podrá comprender las señales que Dios está realizando en medio de su pueblo, en la tierra, no en el cielo.

La respuesta de Jesús es durísima: “Yo les aseguro, no se les dará ninguna señal”. Jesús se embarca dejándolos solos, negándose a ser un espectáculo para los que se niegan a creer y abrir su corazón. Las señales de Dios no son para satisfacer la curiosidad de nadie, sino para confirmar a los que se han comprometido con el Reino. Los que no creen ni se comprometen no verán ninguna señal. Para los creyentes, toda la vida y la historia está llena de señales.

El pequeño enfrentamiento, bastante breve al lado de los otros que nos ha relatado Marcos, refleja la tensión entre Jesús y las autoridades. Ya ni siquiera hay diálogo o argumentos, sino la total sordera por parte de los fariseos y el silencio por parte de Jesús y del poder de Dios.

c) Triunfo de Jesús (8,14-26).

La levadura que contamina (8,14-21).

Al parecer, el término de la conversación con los fariseos y la subida a la barca de Jesús y sus discípulos, fueron bastante bruscos e intempestivos. Al punto, que los discípulos no tuvieron tiempo de tomar las provisiones necesarias: “se habían olvidado de llevar panes y no llevaban en la barca más que un pan”. Esto los preocupa enormemente, al punto de ir pendientes todo el viaje de los panes que no trajeron y del pan que llevan.

Jesús va pensando en otra cosa. El pan nuevo que el trae, el mensaje y la oportunidad de sumarse a la construcción del Reino, corre el peligro de ser contaminado con una levadura mala, con los enredos y malas intenciones

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de los fariseos, con la prepotencia de Herodes y con la incomprensión de los mismos discípulos. Todas estas “levaduras “ pueden echar a perder el proyecto de Jesús, y por eso advierte a sus discípulos, para que tengan una mentalidad crítica y se cuiden de los que pretenden confundirlos y apartarlos del camino.

Pero los discípulos, como ya es típico en Marcos, entienden todo al revés: “Ellos hablan entre sí de que no tenían panes”, es decir, piensan que Jesús les está recriminando irónicamente el no haber llevado provisiones suficientes. Cada nueva incomprensión de los discípulos es una nueva oportunidad para aclarar el sentido profundo del pan en esta sección.

Jesús no está hablando de los panes para comer, sino de su mensaje que se reparte como pan, tal como en la multiplicación de los panes, pan que alcanza para los paganos y para todo el que sienta hambre de una realidad nueva, de una oportunidad para construir un mundo nuevo, según Dios. Por eso la respuesta dura de Jesús: “¿Por qué están hablando de que no tienen panes? ¿Aún no comprenden ni entienden? ¿Es que tienen la mente embotada? ¿Teniendo ojos no ven y teniendo oídos no oyen?”. Son expresiones que ya hemos visto a lo largo del evangelio, aplicadas a los personajes que se niegan a aceptar la nueva mentalidad del Reino y ahora aplicada a los discípulos, tal como en la caminata sobre el agua.

El poco entendimiento y poca fe de los discípulos es tan evidente que incluso si Jesús hablara efectivamente de los panes que no trajeron el comentario estaría de más. Esto lo muestra Marcos al señalar que llevaban un pan en la barca y al recordarles Jesús cómo había multiplicado los panes dos veces. Si el pan es la preocupación de los discípulos, deberían despreocuparse, porque Jesús ha demostrado que puede solucionarlo. Si pudo multiplicar 5 para 5000, ¿Por qué no podría multiplicar uno para 12?. Esto muestra la turbación de

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los discípulos, que aún no comprenden el significado profundo de todos los hechos de la “sección del pan”.

El texto termina y deja en el aire una pregunta desconcertante: “¿Y todavía no entienden?”. La sección del pan, que nos ha mostrado bajo ese signo el proyecto de Jesús, termina con la incomprensión de los discípulos y con la pregunta inquietante de Jesús. Pero no es sólo para los discípulos de la barca, sino para todos los discípulos de Jesús, para los de las comunidades de Roma a los que Marcos escribe y también para nosotros.

Marcos no nos invita a las certezas, sino a las constantes preguntas que nos invitan a redescubrir nuevamente a Jesús y su misterio, a cambiar una vez más y reconocer que nuestra mente embotada no puede comprenderlo y muchas veces se niega a cambiar. Es necesario hacer un camino para ese cambio de mentalidad, y ese camino comienza por reconocer nuestra ceguera y poco entendimiento. Es lo que Marcos nos mostrará con el relato del ciego.

Comenzando a ver (8,22-26).

Termina el viaje por el lago y desembarcan en Betsaida, en la Traconítida. Al bajar le presentan un ciego. Jesús lo toma de la mano, lo aleja de la gente, le pone saliva en los ojos y le impone las manos. Al preguntarle si veía, el hombre le contesta: “Veo como árboles, pero deben ser hombres, porque se mueven”. Jesús le pone las manos por segunda vez, y ahora el hombre ve claramente.

El ciego es curado en dos momentos, lo que resulta extraño tratándose de una sanación, por lo que debemos prestarle atención. La ceguera de corazón, la falta de

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capacidad para ver las cosas según la mirada de Jesús, no se sana de un momento a otro. Se trata de un proceso lento, que va provocando una sanación progresiva desde la ceguera, pasando por la vista borrosa y terminando en la total claridad.

Al leer el relato anterior, quedamos con una sensación de perplejidad. Nos damos cuenta que nosotros tampoco entendíamos nada y que nuestra mente también estaba embotada. Pero Marcos no pretende desilusionarnos, sino abrirnos los ojos para que comprendamos. Por eso nos presente al ciego como imagen del camino que hay que hacer para cambiar de mentalidad y comprender de verdad quien es Jesús.

El ciego va curándose poco a poco, hasta la claridad total. La comunidad de Marcos tampoco veía muy claro su camino, por eso Marcos está escribiendo su evangelio, ven las cosas confusamente (como árboles que caminan). A través de su libro, Marcos los pone al frente de Jesús, para que los sane y les dé la claridad.

En el camino hecho hasta ahora, hemos podido conocer mejor a Jesús, aunque aún sigue siendo un misterio. Su figura desconcertante y encantadora nos deslumbra y nos invita a seguirlo. A la mitad del evangelio, ya vemos un poco, aunque borrosamente. Al terminar la segunda parte, el viaje a Jerusalén, nos volveremos a topar con un ciego, que ve con total claridad y sigue a Jesús hasta Jerusalén.

El ciego es una invitación, la puerta por la que entraremos a la segunda sección del evangelio de Marcos, marcado por la pregunta sobre qué significa seguir a Jesús. Pero antes de eso, es necesario tener claro quién es Jesús verdaderamente, porque no se puede seguir a quien no se conoce. Después del largo viaje por la Galilea, ya deberíamos tener una respuesta. Es lo que Jesús nos preguntará en el próximo relato. “Después de todo lo que hemos caminado y reflexionado, de lo que han visto y oído, después de todo este tiempo... ¿Quién dicen ustedes que soy yo?...”

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Tema 11: ¿Quién es Jesús? (8,27-33)

En medio de las dos secciones de Marcos, encontramos el relato de las preguntas de Jesús a sus discípulos y declaración solemne y breve de Pedro: “Tú eres el Cristo (Mesías)”. Los discípulos han seguido a Jesús por la Galilea y por las regiones paganas. Jesús va camino de Jerusalén y los discípulos deben seguirlo también hasta allá, pero antes de seguirlo hasta el cvonflicto definitivo es necesario tener la claridad sobre quién es este Jesús y sobre lo que pretende.

Jesús ha despertado al pueblo y ha ido liberándolo de las fuerzas del mal. Esto ha provocado el conflicto directo con Herodes y las autoridades religiosas. Por eso ha preferido tomar distancia y meditar a solas con los discípulos. El sabe que el conflicto aumentará y deberá definirse en algún momento. No basta con la Galilea, mientras el pueblo no se defina abiertamente por su propuesta, y eso pasa por llegar a jerusalèn y desafiar abiertamente a las autoridades y al pueblo.

Con todo, Marcos todavía no nos informa del objetivo del viaje, tan sólo nos dice que iban “por el camino” en la región de Cesaréa de Filipo, en la Traconítida. Los discípulos, ya puestos en camino, se enfrentan a la pregunta curcial del Evangelio “¿Quién es Jesús?”. El relato tiene una lección importante: Para descubrir la id%n$i$a$ $e J%ss h!y q%e259p/nre259e. a-i.o259ta# u sg%ii%no.

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La respuesta de los discípulos es la misma que daban Herodes y los suyos: “Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros que uno de los profetas”. De esta frase podemos concluir algunas cosas. La gente veía a Jesús como un profeta, un enviado de Dios. Primero, como el que había heredado la misión del Bautista, continuando el proceso iniciado por Juan. Otros, más osados, piensan que es Elías, el profeta que había de volver antes del Mesías, a preparar al pueblo para su llegada, tal como lo vimos anteriormente. Otros, sin mucha claridad, piensan que es un profeta, pero sin tener claro cuál y porqué.

Jesús es un profeta, él mismo lo declaró en Nazareth, por lo que la gente no está muy equivocada. Jesús ha anunciado el Reino de Dios y su oportunidad, por lo que tampoco andan equivocados los que lo asocian al Bautista o Elías. Pero el misterio de la identidad de Jesús no se agota en estas dos respuestas. El es más que eso, y los discípulos deben atreverse a profundizar en su misterio.

Jesús da un paso más: “Y ustedes, ¿Quién dicen que soy yo?”. La pregunta es crucial. Se supone que la respuesta de la gente ha estado cerca, por no ha dado en el clavo. La respuesta de los discípulos debe ir más a fondo, más cerca de la verdadera identidad y misión de Jesús. Ellos han “estado con él”, por lo que deberían tener una respuesta más exacta. Jesús no lo ha dicho, por lo que la respuesta nace de una busqueda. La identidad de Jesús es un descubrimiento, descubrimiento que se hace en el seguimiento.

Pedro es el que toma la palabra y dice: “Tú eres el Cristo”. Cristo es la traducción al griego de “Mesías”, cuya raíz tiene relación con la idea de consagrar, reservar, ungir,

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escoger. La figura del mesías será clave en la esperanza de Israel, el mesías ungido, como los sacerdotes y los reyes, cumpliría la función de conducir al pueblo a la verdadera fidelidad a la alianza y a la plenitud de la vida. En boca de Pedro, resulta ser la esperanza de los discípulos en Jesús, El es el escogido, el Mesías.

Jesús no ha sido ungido con aceite, ni por profeta o autoridad alguna. En el bautismo de Juan, fue ungido por Dios mismo, quien lo reconoce como su “Hijo amado”. Por ello, en boca de Pedro, debe querer decir algo más allá que la idea corriente que sobre el Mesías tenía la gente. Jesús no ha venido a “restaurar el reino de Israel” (Hch. 1,6), sino ha inaugurar el “Reino de Dios”, con una dinámica distinta y abierto a todas las naciones.

Jesús es el Mesías, pero ¿Qué Mesías?. La gente no lo reconoce como tal, porque Jesús hacía muchas cosas buenas (“todo lo ha hecho bien”), pero no estaba haciendo lo que esperaban que el Mesías hiciese, por lo que suponen que está preparando la llegada del Mesías, que sí hará lo que ellos esperan. El Mesías debía restablecer la autonomía del Reino de Israel unificado, y volver este reino a la gloria que tuvo en los tiempos de David. Ello implicaba, en el contexto del tiempo de Jesús, liberarlos de los romanos y del Rey-títere Herodes, establecer un reinado justo y estable, marcado por la fidelidad a la Alianza y la independencia política.

Jesús ve las cosas distintas y les ha enseñado a los discípulos a verlas distintas también. No busca directamente la independencia del país, sino su verdadera libertad. Incluso si fuera posible la independencia, no bastaría con ello, porque el pueblo no vive la fidelidad a la Alianza, sino que es injusto y marginador. Es necesario antes que nada cambiar de mentalidad y reconocer la propia injusticia, vivir de verdad el ideal de la alianza y sólo así será posible una verdadera libertad. Si se tratara de cambiar solamente a los que gobiernan, el pueblo cambiaría de dueño, pero no alcanzaría la verdadera libertad que Dios quiere para ellos.

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Los discípulos, al reconocerlo como Mesías, están reconociendo esta mirada distinta de Jesús. La transformación no pasa por un solo hombre, aunque se trate del Mesías, sino por un pueblo que asuma su papel y se muestra dispuesto a cambiar y liberarse. Será labor de los discípulos aclarar en el pueblo la mirada, para descubir de verdad quién es Jesús. Por eso él “les mandó enérgicamente que a nadie hablaran acerca de él”, es decir, que no repitieran que era el Mesías, porque la gente aún no había comprendido el sentido que Jesús le da a ese nombre.

Jesús aclara un poco más ese sentido, haciendo un relato de lo que le espera a un Mesías de este tipo: “Y comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre debía sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar a los tres días”. Jesús reconoce un avance, tanto en el pueblo en general como en el grupo de los discípulos, pero no es un ingenuo. El sabe que el pueblo o las autoridades no estarán dispuestas a reconocer un Mesías como Jesús, que no acepta el papel de “solucionador de problemas”, sino que llama a cada uno a asumir su propia responsabilidad frente a la propuesta del Reino.

Los discípulos puede que también previeran la posibilidad de un conflicto y de un fracaso, pero no lo decían. Jesús está siendo un “pájaro de mal agüero” al hablar abiertamente de la posibilidad del rechazo y de la muerte. Y no sólo eso, sino que lo plantea como una certeza: El será rechazado y luego del total fracaso, resucitará”.

Pedro reacciona y no se fija en la última parte, el triunfo de la resurrección, sino en el fracaso y la muerte. Por eso “tomándolo aparte, se puso a reprenderle”. Los discípulos se niegan a aceptar la realidad del conflicto y de la debilidad del movimiento frente a las autoridades, se han entusiasmado y les parece que Jesús los asusta precisamente cuando ellos lo han reconocido como Mesías. La respuesta de Jesús a Pedro es durísima, pero no en el sentido que generalmente lo

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entendemos: “¡Detrás de mí, Satanás!, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino de los hombres”.

La respuesta de Jesús no es un rechazo de Pedro (lo que significaría un rechazo de la comunidad por parte de Jesús), sino una invitación a volver a su lugar, detrás de Jesús, siguiéndole, incluso por el camino duro del conflicto y el rechazo. Pedro se ha vuelto “un satanás”, un opositor, uno que sigue pensando como “los hombres” que no ven claro de qué se trata el mesianismo de Jesús, y por lo mismo, un mesianismo deformado y no según los pensamientos de Dios.

El camino es duro y asusta, pero Jesús invita a Pedro y los discípulos a seguirlo. El conflicto y el rechazo, con sus resultados de muerte y sufrimiento, no son dificultades del camino que hay que evitar, sino que son el camino mismo. Si Pedro (la comunidad) quiere ser fiel y consecuente con lo que ha proclamado (“tú eres el Cristo”), debe ponerse detrás de Jesús y marchar hacia Jerusalén, enfrentar el conflicto hasta las últimas consecuencias. Ese es el único camino para el verdadero éxito, la resurrección.

Sólo a través del camino del conflicto y de sus consecuencias, se puede de verdad ser fiel y vivir la propuesta de Jesús. Jesús los ha invitado a comprometerse con el pueblo y su liberación y ese compromiso, a estas alturas, implica aceptar el fracaso y la muerte como consecuencias de ese compromiso. Es la paradoja de Jesús: Su identidad sólo se descubre al seguirlo y ese seguimiento implica el conflicto y el fracaso. Es el fracaso el camino para el éxito verdadero.

Este dilema nos deja descolocados. En el momento preciso de la claridad sobre la identidad de Jesús, se nos abre una nueva incertidumbre. ¿Qué es lo que pretende Jesús al caminar hacia su propio fracaso y más encima, pedirnos que vayamos detrás de él? Marcos no nos lo dice, y deberemos descubrirlo precisamente poniéndonos detrás de él, haciendo

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el camino hacia Jerusalén, junto a los discípulos. Tal es el objetivo de la segunda parte del evangelio de Marcos.

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Sección 2: ¿Qué significa seguir a Jesús?

La segunda sección del evangelio de Marcos, se centra en descubrir qué significa seguir a Jesús, que actitudes está llamado a tener el discípulo, cuál es la misión de la comunidad de los creyentes en Jesús y cuáles son las consecuencias de esas actitudes y de esa misión.

Pero este tema no está desconectado del anterior. Al principio de su libro, Marcos nos ha mostrado a Jesús como “el Mesías, el Hijo de Dios” (1,1). En la primera parte hemos descubierto qué significa que Jesús sea el Cristo (Mesías), descubrimiento puesto en boca de Pedro. Esta sección terminará con la declaración del centurión al morir Jesús en la cruz: “verdaderamente este hombre era Hijo de Dios” (15,39), con lo que se completa la revelación-misterio de Jesús.

Por eso, para descubrir qué significa seguir a Jesús es necesario preguntarse nuevamente quién es Jesús. Desde el ciego del comienzo hasta el Centurión, iremos descubriendo de a poco el sentido de este título y, junto con ello, el sentido del seguimiento de Jesús. Ambos pasos van de la mano.

El tema que cruza toda la sección, como un oscuro telón de fondo, es el trágico final al que se dirige la aventura de Jesús, al decidir caminar hacia Jerusalén al enfrentamiento definitivo, en medio de nuevos conflictos y de la tensión que comienza a reinar entre los Doce y el grupo de los discípulos. Pero sobre este telón oscuro, Marcos nos presenta señales luminosas, que nos anuncian previamente que la cruz y la violencia no tendrán la última palabra. Jesús resucitará después de su muerte trágica, iniciando con este suceso el Reino definitivo, del que la Comunidad Cristiana deberá ser testigo y anuncio hasta su concreción definitiva.

Tema 12: Viaje a Jerusalén: Seguir a Jesús (8,34-10,52)

Habíamos dicho que Marcos dividió su evangelio en secciones, agrupando los hechos en torno a los viajes de

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Jesús. El viaje a Jerusalén es largo e impreciso, por lo que debemos buscar las secciones internas en otro elemento. Hemos señalado también que el tema del fin trágico de Jesús y su resurrección será como un telón de fondo durante todo el viaje. De hecho, durante el trayecto, Jesús señala tres veces el resultado del viaje a Jerusalén y el conflicto definitivo, lo que no puede ser casual. Por ello, vamos a dividir el viaje a Jerusalén, tomando como punto de división estos tres anuncios, el primero de los cuales ya lo hemos visto. Siguiendo este criterio, el esquema del viaje a Jerusalén es el siguiente:

Primer anuncio de la muerte y la resurrección (8,31-33).

a) Un nuevo comienzo.El que quiera seguirme (8,34-9,1).Este es mi Hijo amado (9,2-8).Elías ya vino (9,9-13).El mal, la fe y la oración 9,14-29).Segundo anuncio de la muerte y la resurrección (9,30-

32).

b) La comunidad de los que siguen a Jesús.Una comunidad de últimos y servidores (9,33-37).Una comunidad abierta a todos (9,38-41).Una comunidad consecuente (9,42-50).Una comunidad que ama de verdad (10,1-12).Una comunidad solidaria (10,13-16).Una comunidad pobre y sin seguridades (10,17-22).Una comunidad esperanzada (10,23-27).Tercer anuncio de la muerte y la resurrección (10, 32-

34).

c) La nueva dinámica del Reino.Sentarse a la mesa con Jesús (10,25-40).El poder hecho servicio (10,41-45)El ciego de Jericó (10,46-52).

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A través de este esquema, iremos detrás de Jesús, tal como los discípulos, expuestos a la incertidumbre del viaje y al misterio que rodea a la persona de Jesús. Es el viaje crítico, donde la Comunidad deberá preguntarse por el motivo de su esperanza y por la razón del aparente fracaso de la misión de Jesús.

a) Un nuevo comienzo (8,34-9,32).

La primera sección comenzó con el anuncio de Juan, la invitación a los primeros discípulos a seguir a Jesús y la experiencia del mismo Jesús en el bautismo, al ser llamado por Dios como “su hijo amado”. El descubrimiento de algo más de la identidad de Jesús exige replantearse el camino, y decidir nmuevamente si se está dispuesto a seguir a este Jesús que hemos descubierto. Por eso el viaje a Jerusalén comenzará con una nueva invitación al seguimiento, y con una nueva revelación de Jesús como “el Hijo amado”. Luego Jesús invita a los discípulos a revisar los motivos de su esperanza y descubrir que ya se está realizando, lo que implica también descubrir que vencer al mal no es tarea fácil, sino que requiere esfuerzo y perseverencia, fe y confianza en Jesús y su proyecto.

El que quiera seguirme (8,34-9,1).

La declaración de Jesús sobre su final trágico en Jerusalén y sobre su posterior resurrección, ha dejado confundidos a los discípulos. Ellos lo habían seguido hasta ahora con la esperanza del éxito a pesar de las dificultades, lo habían visto derrotar al mal y enfrentarse a las autoridades y vencerlas. Ahora Jesús les ha mostrado las consecuencias de todo eso: el conflicto con las autoridades ha ido aumentando y deberá decidirse en un enfrentamiento directo, donde Jesús tiene las de perder, al menos, aparentemente.

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Esto exige de los discípulos una nueva decisión, ¿Están dispuestos a seguir a Jesús por el camino que él ha propuesto?, ¿Son capaces de aceptar la propuesta del Reino sabiendo que eso les acarreará el conflicto y la muerte?. La decisión no es fácil, pero Jesús la exige antes de seguir. Por eso llama a toda la gente, y a los discípulos en medio de ellos, a decir si quieren seguirlo o no, y lo que implica ese seguimiento. Es como si indirectamente dejara a los discípulos libres de su compromiso, y los llamara de nuevo de entre todos los que lo escuchan. El llamado de Jesús es directo y claro: “Si alguno quiere venir detrás de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame, porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará”. Vamos a detenernos en la primera parte:

“Venir detrás de mí”. Es la misma respuesta que Jesús dio a Pedro cuando éste le reclamaba por lo que había dicho. El camino del discípulo es el de quien sigue el camino de otro. Jesús recorrerá primero el camino, y los discípulos deben ir detrás de él, por el mismo camino. Lo que hace al discípulo no es su buena intención o su piedad, sino el hecho de seguir el mismo camino de Jesús, camino que pasa por el compromiso con el Reino, por el conflicto y la muerte.

“Niéguese a sí mismo”. La propuesta de Jesús es una propuesta de liberación, de compromiso por la construcción del Reino. Esto implica olvidarse de los intereses personales que alguien pudiera ambicionar al sumarse a su proyecto, evitar instrumentalizar el proyecto del Reino en beneficio propio y poner toda la vida en función de esta tarea. Todo ello, conlleva también una negación. No es posible comprometerse con Jesús y seguir con la vida simple de cada día, como si nada ocurriera. Es necesario poner el proyecto del Reino antes que nada, incluso antes que las legítimas aspiraciones personales, para tener de verdad la libertad necesaria para seguir a Jesús por el camino que él ha trazado.

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“Tome su cruz y sígame”. La cruz era el instrumento de ejecución de los romanos para los sediciosos y revolucionarios. La muerte era terrible y tenía un sentido ejemplarizador y desmovilizante. El mensaje era claro: Todo el que pretenda oponerse al sistema romano, terminará igual que éste. Se unía esto a la vergüenza pública que sufría el condenado, la humillación de estar desnudo y en una agonía lenta en público.

Quien decide seguir a Jesús debe estar dispuesto a comprometerse hasta las últimas consecuencias, estar dispuesto a asumir los costos de una vida diferente y a contracorriente del sistema religioso-político de la sociedad, incluso si esas consecuencias llevan la humillación y la soledad, la persecución y la muerte. La cruz era temible, y Jesús llama a los que quieran seguirlo a asumir desde ya la realidad de terminar colgado de una debido al compromiso con el Reino y su justicia.

La declaración de Jesús debe haber dejado preplejos a sus oyentes. Por eso, el Maestro da tres razones para que comprendan el porqué es tan exigente:

“El que quiere salvar su vida la pierde…el que pierde su vida la gana”. El que vive pensando en su propia seguridad, en mantener y sostener su propia vida, termina perdiéndo toda su vida en ese intento. La vida humana tiene un final en la muerte, el que es inevitable, y los afanes de riqueza y ambición no son otra cosa que tratar de retardar o ignorar ese destino. En cambio, el que arriesga su vida y se la juega por algo que vale la pena, termina también en la muerte, pero con una vida llena de sentido.

Salvar la vida es instalarse, olvidarse de los conflictos e injusticias y preocuparse de no vivir el conflicto, pensando que las cosas están bien o que no se puede hacer nada por cambiarlas. La tentación de los discípulos, del pueblo y de la comunidad, era la de la indiferencia o la desesperanza, por

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eso Jesús los llama al compromiso a favor de la vida, que es la única forma de salvarla.

“¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida?”. Quien busca ganar y triunfar, aún a costa de los demás, gasta toda su vida en ese intento, y al fin de ella se encuentra sin nada. No se trata para Jesús de ganar y construir otro imperio, sino de gastar la vida entera para que ya no haya imperios contra los que luchar. Jesús ofrece un sentido para la vida, que pasa justamente por perderla a favor de los demás.

“Si alguno se avergüenza de mí en esta generación adúltera y pecadora, el hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles”. Se trata un llamado a la valentía y la decisión. Es fácil mostrarse comprometido con el Reino y el proyecto de Jesús en medio de la gente que lo apoya o que no tiene poder. Otra cosa es mostrar el mismo compromiso al frente de los poderosos y cuando la seguridad propia está en riesgo. La generación es adúltera porque ha sido infiel a Dios, su esposo, yendo tras otros dioses (ellos mismos, el dinero, la injusticia, etc) y es pecadora porque no cumple lo central de la alianza. Qien guarda silencio frente a esto, se hace cómplice de ellos, y por buscar la aceptación de los poderosos, es rechazo por Jesús cuando alcance su triunfo definitivo. La “generación adúltera y pecadora” puede ser el mismo pueblo que no ha asumido su compromiso por su propia liberación y, sobre todo, las autoridades, aliadas con los poderosos y actuando a favor de sus propios intereses y en contra de la Alianza y del pueblo de Dios.

Jesús llama a definirse con claridad. La definición es urgente y no tiene vuelta atrás. A partir de ahora, los que se decidan por seguir a Jesús compartirán el riesgo y la incomprensión, la persecución y la muerte. Pero Jesús también hace una promesa: “Les aseguro que entre los aquí presentes hay algunos que no probarán la muerte hasta que vean venir con poder el Reino de Dios”. El mal no tendrá la

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última palabra y no todos morirán, siempre quedarán algunos para continuar la misión y verán el poder el Reino avanzar y consolidarse. A pesar de lo poderoso que pueda ser el sistema, no puede frenar el Reino que ya comienza, a partir de la práctica de Jesús y de la decisión de cada uno de los que deciden seguirlo.

Este es mi Hijo amado (9,2-8).Elías ya vino (9,9-13).El mal, la fe y la oración 9,14-29).Segundo anuncio de la muerte y la resurrección (9,30-32).

b) La comunidad de los que siguen a Jesús (9,33-10,27).

Una comunidad de últimos y servidores (9,33-37).Una comunidad abierta a todos (9,38-41).Una comunidad consecuente (9,42-50).Una comunidad que ama de verdad (10,1-12).Una comunidad solidaria (10,13-16).Una comunidad pobre y sin seguridades (10,17-22).Una comunidad esperanzada (10,23-27).

c) La nueva dinámica del Reino (10,25-52).

Sentarse a la mesa con Jesús (10,25-40).El poder hecho servicio (10,41-45)El ciego de Jericó (10,46-52).

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Tema 13: El fin del conflicto: Jesús en Jerusalén (11,1-14,11)

Tema 14: La pascua de Jesús (14,12-15,47)

Tema 13:Jesús está vivo (16,1-20)

CONCLUSION.

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taller evangelio de san marcos

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