suplemento panóptico #31: marihuana y medicina alternativa

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U n día común y corriente en la vida de cualquier persona funcional: la primera conexión con la realidad perceptible se da abruptamente; el sonido intermitente del despertador retrae de las visiones oníricas y hace sacar uno de los pies fuera de la cama. La siguiente idea es lograr que el cuerpo responda mediante un buen regaderazo. Llegando al espacio productivo (trabajo, escuela, empresa, facultad, secretaría y las instituciones que se te ocurran) cae uno en la cuenta que los procesos mentales aún cargan con el obvio sopor de las ocho de la mañana, por consiguiente, se necesita una pequeña ayudita: un café bien cargado que potencializa el accionar. A las doce del día, después de que el efecto del café ha desaparecido y se empieza a sentir ese concepto contemporáneo de hastío llamado estrés, es más que necesario un poco de estímulo relajante: un buen cigarro que anuncia al cuerpo la hora de la comida. A las cinco de la tarde, integrado una vez más a las actividades productivas, la pesadez en los ojos y el hormigueo en el cuello, nos revela que el cuerpo y la mente se quedan sin ganas, sin fuerzas. Pero tranquilo, aún faltan algunas horas para dejar de ser funcional, entonces, un poco de líquido revitalizante ayudará, y qué mejor si es un buen estimulante: 600 mililitros de azúcar y cafeína mezclada, etiquetada con un atractivo color rojo. Las siete de la noche, por fin. En el caso más funcional posible, este estándar de individuo necesitará de más café para finalizar las tareas pendientes; de lo contrario, quizá sólo se siente frente a la TV para buscar ese momento enervante que antecede a la hora de dormir, el último atisbo de alienación en el día con Javier Alatorre. Finalmente, se regresa a donde se inició en el día; se busca un último estímulo, aunque no sea este el que cumpla el fin buscado: un poco de leche caliente que despierte el sueño, a pesar de haberlo negado durante todo el día, a pesar de la aparente contradicción. Lo interesante aquí no es el concepto de funcionalidad implícito, ni los placebos que buscamos o las drogas que utilizamos, sino más bien, la obvia idea que trato de presentar. Desde que nacemos (con una nalgada), en el proceso de aprendizaje (la tesis estímulo-respuesta que matiza toda nuestra vida educativa prácticamente), hasta la aparente irrelevancia que tiene el regaderazo por las mañanas. Nos encontramos sumergidos en una vida social e individual repleta de estímulos: somos funcionales en base a estímulos, con sentidos que se asocian a estímulos, estímulos, estímulos. Y nuestro desenvolvimiento en la vida se ve condicionado por un universo de estímulos (físicos, psíquicos, sociales, del tipo que se te ocurran) que operan continuamente como motor vital. Son parte de nosotros, los creamos, aceptamos, compramos, internalizamos, reproducimos, los necesitamos. Nos anteceden, son nuestra cultura y, como tal, están sometidos, en cierta medida, a una lógica capitalista de funcionalidad (lógica que determina desde la organización de la UAQ, pasando por el actuar del gobierno federal, hasta las relaciones familiares de autoridad), donde aquel estímulo que no es rentable, que no genera la acumulación de un capital, que no es productivo ni beneficioso a la ética y moral correspondiente a esa lógica, es negado, segregado, omitido, carente de sentido, nombrado como disfuncional y, debido que se sale de esta visión reduccionista y rígida de “la vida normal”, atenta contra esta misma: es el mal materializado, la improductividad, la falta de normas, la decadencia, la muerte. Entonces, la marihuana (Cannabis Sativa, mota, maría, hierba, café o lo que se te ocurra) es una droga estimulante vegetal que es políticamente incorrecta, socialmente inaceptada, económicamente no rentable y culturalmente inapropiada. Aquí se haya la tesis de arranque para la explicación de muchos de los problemas sociales que giran en torno a la marihuana, y también la idea inicial de las posibles soluciones a dichos problemas. Por consiguiente, la marihuana aparece ya no con todas las connotaciones negativas que le cuelga la lógica, moral y ética capitalista, tampoco pretendo vestirla positivamente. Lo que intento es una observación fría y objetiva de lo que es en realidad la marihuana, las drogas y los estímulos (lo que son y lo que representan) para la vida social humana. Por tanto, la Cannabis es uno más de los muchos estímulos que hay y que buscamos para continuar, resistir, acentuar, sobrellevar, matizar, aclarar, acortar y alentar nuestra concepción de la vida. El problema con los estímulos es que siempre hay efectos colaterales y, lo queramos o no, a fin de cuentas, tendremos que asumir las consecuencias negativas que contienen, sin pasar por alto los obvios hechos positivos de cualquier estímulo que utilicemos. PRÓXIMAMENTE ESPERA LOS EVENTOS POR NUESTRO SEGUNDO ANIVERSARIO CICLO DE CINE - 22-24 NOV CONFERENCIA - 24 DE NOV GRAN FIESTA PANÓPTICA 1 DE DICIEMBRE

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Versión digital de Suplemento Panóptico No.31, la cual en esta ocasión está dedicada a la MARIHUANA y a la MEDICINA ALTERNATIVA... En este número encontrarás colaboraciones visuales y/o escritas de Amisadai Martínez, Betty Velázquez, Cikzz Weeds, Adán Pop, Karla Trejo, Manuel Noctis, Calexico Ramirez, Eduardo Rodriguez Garcia, Kmewi Leon Aguila Moreno, Saga Lanuit, Ivonne Mendez, Martha Galván, José L. Durán, Rafael Gutiérrez y Gabriela Reséndiz, entre muchos otros...

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Page 1: Suplemento Panóptico #31: Marihuana y Medicina Alternativa

Un día común y corriente en la vida de cualquier persona funcional: la primera conexión con la realidad perceptible se

da abruptamente; el sonido intermitente del despertador retrae de las visiones oníricas y hace sacar uno de los pies fuera de la cama. La siguiente idea es lograr que el cuerpo responda mediante un buen regaderazo. Llegando al espacio productivo (trabajo, escuela, empresa, facultad, secretaría y las instituciones que se te ocurran) cae uno en la cuenta que los procesos mentales aún cargan con el obvio sopor de las ocho de la mañana, por consiguiente, se necesita una pequeña ayudita: un café bien cargado que potencializa el accionar.

A las doce del día, después de que el efecto del café ha desaparecido y se empieza a sentir ese concepto contemporáneo de hastío llamado estrés, es más que necesario un poco de estímulo relajante: un buen cigarro que anuncia al cuerpo la hora de la comida. A las cinco de la tarde, integrado una vez más a las actividades productivas, la pesadez en los ojos y el hormigueo en el cuello, nos revela que el cuerpo y la mente se quedan sin ganas, sin fuerzas. Pero tranquilo, aún faltan algunas horas para dejar de ser funcional, entonces, un poco de líquido revitalizante ayudará, y qué mejor si es un buen estimulante: 600 mililitros de azúcar y cafeína mezclada, etiquetada con un atractivo color rojo.

Las siete de la noche, por fin. En el caso más funcional posible, este estándar de individuo necesitará de más café para finalizar las tareas pendientes; de lo contrario, quizá sólo se siente frente a la TV para buscar ese momento enervante que antecede a la hora de dormir, el último atisbo de alienación en el día con Javier Alatorre. Finalmente, se regresa a donde se inició en el día; se busca un último estímulo, aunque no sea este el que cumpla el fin buscado: un poco de leche caliente que despierte el sueño, a pesar de haberlo negado durante todo el día, a pesar de la aparente contradicción.

Lo interesante aquí no es el concepto de funcionalidad implícito, ni los placebos que buscamos o las drogas que utilizamos, sino más bien, la obvia idea que trato de presentar. Desde que nacemos (con una nalgada), en el proceso de aprendizaje (la tesis estímulo-respuesta que matiza toda nuestra vida educativa prácticamente), hasta la aparente irrelevancia que tiene el regaderazo por las mañanas. Nos encontramos sumergidos en

una vida social e individual repleta de estímulos: somos funcionales en base a estímulos, con sentidos que se asocian a estímulos, estímulos, estímulos.

Y nuestro desenvolvimiento en la vida se ve condicionado por un universo de estímulos (físicos, psíquicos, sociales, del tipo que se te ocurran) que operan continuamente como motor vital. Son parte de nosotros, los creamos, aceptamos, compramos, internalizamos, reproducimos, los necesitamos. Nos anteceden, son nuestra cultura y, como tal, están sometidos, en cierta medida, a una lógica capitalista de funcionalidad (lógica que determina desde la organización de la UAQ, pasando por el actuar del gobierno federal, hasta las relaciones familiares de autoridad), donde aquel estímulo que no es rentable, que no genera la acumulación de un capital, que no es productivo ni beneficioso a la ética y moral correspondiente a esa lógica, es negado, segregado, omitido, carente de sentido, nombrado como disfuncional y, debido que se sale de esta visión reduccionista y rígida de “la vida normal”, atenta contra esta misma: es el mal materializado, la improductividad, la falta de normas, la decadencia, la muerte.

Entonces, la marihuana (Cannabis Sativa, mota, maría, hierba, café o lo que se te ocurra) es una droga estimulante vegetal que es políticamente incorrecta, socialmente inaceptada, económicamente no rentable y culturalmente inapropiada. Aquí se haya la tesis de arranque para la explicación de muchos de los problemas sociales que giran en torno a la marihuana, y también la idea inicial de las posibles soluciones a dichos problemas. Por consiguiente, la marihuana aparece ya no con todas las connotaciones negativas que le cuelga la lógica, moral y ética capitalista, tampoco pretendo vestirla positivamente. Lo que intento es una observación fría y objetiva de lo que es en realidad la marihuana, las drogas y los estímulos (lo que son y lo que representan) para la vida social humana.

Por tanto, la Cannabis es uno más de los muchos estímulos que hay y que buscamos para continuar, resistir, acentuar, sobrellevar, matizar, aclarar, acortar y alentar nuestra concepción de la vida. El problema con los estímulos es que siempre hay efectos colaterales y, lo queramos o no, a fin de cuentas, tendremos que asumir las consecuencias negativas que contienen, sin pasar por alto los obvios hechos positivos de cualquier estímulo que utilicemos.

PRÓXIMAMENTEESPERA LOS EVENTOS

POR NUESTRO

SEGUNDO ANIVERSARIO

CICLO DE CINE - 22-24 NOVCONFERENCIA - 24 DE NOVGRAN FIESTA PANÓPTICA

1 DE DICIEMBRE

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El peso moral y ético que conlleva la destrucción (en cualquier área, en cualquier sentido o dimensión, al final es eso, destrucción; el asunto de comprenderla y asumirla con conciencia corresponde a otro tema) del humano por sí mismo mediante la utilización de drogas (que, como ya dije, las hay en todos lados y en todas formas, en función o en sustancia, son parte de la vida diaria) y otros centenares de medios, recae en nosotros mismos.

Mucho se podrá debatir sobre el devenir y la funcionalidad de la marihuana, se podrá, o no, aceptar socialmente, se despenalizará; en casos extraordinarios se legalizara, incluso se construirán subculturas que la tengan como parte del eje ideológico de ciertos y peculiares grupos. Se cocinarán miles de pastelillos mágicos, pero al final, son los consumidores los que deciden de qué manera utilizarla, orientada hacia qué fines, con qué pretensión y bajo qué normas. La banalización, trivialidad, sobredimensión, sobreestimación, incluso, la adicción y el sentido mismo de la marihuana, se encuentra en las acciones concretas que desata el liar un porro. En los estados de conciencia que buscas estimular, los espacios de ocio que pretendas llenar, los momentos altamente reflexivos que pretendas encontrar o la simple embriaguez que quieras sentir. Tengamos siempre en cuenta que somos seres pensantes, sensibles y humanos, antes que superfluos consumidores o entes “funcionales” que solamente “operan” bajo ciertos “incentivos” para determinados intereses. Empecemos por quitar en nosotros mismos las condiciones alienantes de los estímulos. A fin de cuentas, eres tú quien decide darse las tres, ¿o no?

En la antesala del Segundo Aniversario de Suplemento Panóptico y en el inicio de nuestro tercer año como una

publicación que ha buscado la integración de todos los enfoques posibles, así como una vinculación directa con los grupos que están interesados en expresarse mediante formatos no tan rígidos, damos la bienvenida al lector que tiene en sus páginas este número dedicado a la Medicina Alternativa y a la Marihuana.

En un principio fue el hombre, después devinieron las enfermedades y los cataclismos. Con el cuerpo materializado en carne, surgieron los traumas y los inevitables dolores físicos. Unos se trasformaron en otros y viceversa. Fue tanto el dolor que la mente quedó casi estática; fueron tantos los sentimientos que enfermó al cuerpo. La mala conducta de los hombres impropios se tradujo en la mala conciencia de los incautos.

El remedio lo encontraron en la naturaleza, en lo las plantas, flores, raíces, en el polvo de las rocas; luego esto no bastó,

llamaron a los dioses de las alturas y de las cavernas para que aliviaran sus males. Lo que no sabían los hombres es que el dolor y el desgarramiento es algo inherente a la vida; aquel no siente dolor es alguien que está al borde de la muerte pues se ha desprendido de su cuerpo.

Los dioses fueron el alimento perfecto para calmar las dolencias de los hombres; los dioses fueron esos entes espirituales que solucionan hasta la vida eterna, más allá de la muerte; son la misma enfermedad, tal como un círculo vicioso, el que se acerca no puede salir de ese trauma que lo envenena… un placebo.

Luego vino la ciencia, que trajo el cuchillo para abrir cuerpos y escindirlos en pedazos aún más pequeños; venía equipada con químicos tan potentes como para dormir a elefantes de diez metros con tan sólo un pinchazo. Se fabricaron los aparatos más sofisticados para desentrañar las enfermedades más recónditas, y se crearon teorías científicas para describir las enfermedades mentales, aquellas que no se ven.

Toda una parafernalia surrealista: la naturaleza, los dioses y la ciencia. Esto ha funcionado para mitigar los males que acongojan la existencia misma de la raza

humana. Suplemento Panóptico, por tanto, ha decidido tratar en este número el tema de la naturaleza como un mecanismo de remedio y, por otro lado, la marihuana como un acto de libertad e independencia y, a su vez, una señal de protesta.

Por un lado la Medicina Alternativa y, por otro, la Marihuana, que tienen un punto de anclaje muy parecido entre la sociedad, ya que las dos, una dentro de otra, son formas alternativas de ver las cosas; aquellas personas que consumen la planta milenaria alucinógena no precisamente con fines médicos, están haciendo uso legítimo del “derecho al caos”, están experimentado con sustancias psicoactivas que revolucionan sus ideas y que los hace plasmar productos culturales únicos; el derecho de hacer lo que quiero (o necesito) sin molestar ni dañar a nadie.

La Marihuana, más allá de la Medina Alternativa, como un estimulante (al igual que el café, el cigarrillo o el alcohol) que hace sostenible los males de una sociedad cada vez más viciada dentro del vicio de su propia destrucción, una forma que se establece entre lo ilegal y legal, entre el deber ser y el querer ser… una dicotomía que enfrenta al hombre a tomar una decisión y a visualizar el mundo de otra manera.

Nace en Dénver, California, uno de los más grandes artistas

del hip-hop experimental y de la música electrónica en general, Josh Davis mundialmente conocido como DJ Shadow. Nace el primero de enero del ‘72, Josh empezó su carrera musical como DJ para la cadena KDVS. Ese período fue uno de los más importantes en el desarrollo del estilo hip hop experimental, asociada al sello discográfico Solesides en California. “Endtroducing...” es uno de los mejores albunes que podrás escuchar (según varias revistas como la Time, DJ Concept, o Slant Magazine). Los únicos instrumentos que utilizó para crear esta pieza maestra fue el sampler AKAI MPC60 12-bit, un par de tornamesas, y una que otra checada con el Pro Tools, generando así, un disco que extrae muestras de jazz, funk, psicodelía, y hip-hop, todo con una sola herramienta: los samples. Un album que representa todo lo que es el trabajo de un DJ, escuchar cambiar, reconstruir, transformar.

Ahleuchatistas es una banda de origen estadounidense

formada en el 2003, y conformada por Derek Poteat, Sean Dail y Shane Perlowin. “The Same and the Other” fue un álbum lanzado en el 2004 bajo el sello Noreaster Failed Industries pero no fue hasta 2008 que re-apareció bajo el sello de Jonh Zorn, Tzadik Recordings dándole un reconocimiento internacional. La música de “Same and the Other” no es otra sino una forma de un math-rock maquiavélico, crujiente, osado por melodías feroces, agresivas y políticamente enardesidas a medida que crean una atmósfera exhaustas de un rock instrumental violento y complejo. Sin mucha necesidad de intelectualizarlo Ahleuchatistas (pronúnciese ‘aluchatistas’) es una agrupación para disfrutarse una y otra vez.

Sea la energía incontrolada, el desequilibrio espiritual

o la patología somatizada, el ser humano busca adentrarse para la cura de sus dolencias y pesares. Es la búsqueda por la armonía del cuerpo conocida como salud la que ha originado las llamadas “Medicinas Alternativas”, las cuales -en el transcurrir del tiempo- formulan esa necesidad y deseo por desenmarañar el terreno del dolor y el sufrimiento que aqueja al cuerpo humano; éstas han hecho volcar una serie de conocimientos ancestrales, terapias y maneras de alivio basadas en el gran libro de la naturaleza y, así, no sólo acabar con la patología sino equilibrar

el espíritu, el cuerpo y la mente, en nuestro caminar y con lo que nos rodea.

Esto se ha convertido en la disyuntiva principal con lo que conocemos como Medicina Tradicional al pensar que carece del rigor científico; sin embargo, las raíces que nutren a toda ciencia llevan el entendimiento del hombre con la naturaleza.

Es el entendimiento de sí mismo lo que se hace medicina, es el deseo de interiorizar lo que nos cura, es la manera de expresarlo lo que alivia, y la manera de compartir medicina lo que genera armonía.

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Me embrujo con tu aliento enervante especie.Tus ideas hurtadas por mí, son voces que se apagan y se prenden entre satisfaccionesque se acercan a la felicidad. Intensa maldad no existes.A pesar de que te aprendí y te siento,no pienso nunca realmente en ti,te fecundas como flores envolventesde olores exquisitos,sólo cercanos a la paz... cercanos a la ignorancia. Distancias hermosas:¡Tiren eternos vacíos sobre mí!extravíen y pierdan mis remordimientosque datan de días enseñados,aprendidos mecánicamente! Y ¡A mirar el mundo de cariciasy a mirar el mundo de caos,a mirar este mundo! Disfruta tu espaciodesde el mismo puntodonde enajenacionesse codean con el cuadro de ideas vivas.¡Plásmalo!Aunque tus ojos se llenen de cicatrices.

¿Por qué no empezar por el final? ¿Cómo es que un texto está escrito por varios? Como dicen Gilles

Deleuze y Félix Guattari, al principio de Rizoma: “Como cada uno de nosotros era varios, en total ya éramos muchos” (Deleuze, Guattari, 2008, p.9). Una planta no concentra o jerarquiza interpretaciones, por el contario experimenta en la conexión, en la heterogeneidad, en la multiplicidad, en la ruptura asignificante del rizoma. Se experimenta como conexión con otras cosas. Un libro, un cuerpo, una planta como rizoma no se interpreta, se experimenta. Ruptura asignificante, cuarto principio del rizoma, “un rizoma puede ser roto, interrumpido en cualquier parte, pero siempre recomienza según esta o aquella de sus líneas, y según otras” (Deleuze, Guattari, 2008, p.22). En el rizoma cualquier punto puede ser conectado con cualquier otro. De esta manera, la asignificancia es un proceso de desterritorialización, una línea de fuga. La sociedad no se contradice según paradigmas; lo social se fuga, fluye, se escapa por todas partes. Estas líneas de fuga constituyen un rizoma, a propósito de la conexión con las plantas. Es importante reconocer el poder del discurso actual, el de un capitalismo del desastre del siglo XXI, respecto a gestionar los ilegalismos, desde paradigmas, como el de la enfermedad,

el de la comunicación, el de la seguridad. La idea es alejarnos del centro, del paradigma actual de la marihuana y conectarnos con lo múltiple del rizoma. Las plantas son conexión, devenir, desterritorialización y territorialización. La planta, en este caso la marihuana como rizoma, conecta con intensidades de distintos tiempos y espacios. Sin concentrarnos ni jerarquizar, la idea es la conexión posible por un devenir planta del humano y un devenir humano de la planta. Las plantas son siempre conexión, conexión con otras intensidades, con otros agenciamientos. Como un libro rizoma: “…en un libro no hay nada que comprender, tan sólo hay que preguntarse con qué funciona, en conexión con qué hacer pasar o no intensidades, en qué multiplicidades introduce y metamorfosea la suya” (Deleuze, Guattari, 2008, p.2). Con esto es posible pensar, repensar o despensar lo social como algo que se fuga, que se escapa por todas partes de una maquinaria productiva (político-económica-significancia), desde el devenir planta del humano. El cuerpo social ha sido parte de procesos históricos de normalización, en la actualidad es parte de una suerte de gestión internacional de los ilegalismos. Más allá del paradigma, la pregunta es en relación al rizoma, en: ¿en conexión con qué la planta hace pasar o no intensidades?, ¿en qué multiplicidades

introduce? Las plantas, como rizoma, es el en principio de conexión; tal vez, los demás principios del rizoma no conecten con las plantas, pero sí con las plantas como rizoma, con un devenir planta del humano y un devenir humano de la planta. No es cuestión de interpretación, la experimentación con las plantas ha sido y es una posibilidad de desterritorialización y de territorialización en la que el cuerpo y el cuerpo social, escapan de sí mismos, por todas partes. Una cronología de lo anacrónico, las conexiones y las intensidades siempre son históricas pero atemporales. Los procesos de desterritorialización y territorialización, humano-planta, planta-humano; las plantas como rizoma dependen de la tierra, el aire, el agua y el fuego. Lo interesante es que el rizoma no tiene centro y puede conectarse con cualquier lugar. En este sentido, las plantas como rizoma, como conectividad múltiple, contribuyen a que el cuerpo escape… y se abre a los principios de conexión, heterogeneidad, multiplicidad y de ruptura asignificante. “En un rizoma no hay puntos o posiciones, como ocurre en una estructura, un árbol o una raíz. En un rizoma sólo hay líneas” (Deleuze, Guattari, 2008, p.20).

BIBLIOGRAFÍA:Deleuze y Guattari, F. (2008), Rizoma, Editorial Pre-textos: España.Internet: http://bibliocdd.6te.net

¿Porqué a pesar de que hoy en día el padecimiento de enfermedades como

el cancer, la diabetes, la hipertención o el tabaquismo cobran miles de vidas al año, no se ha concretado un cambio real en nuestros estilos de vida desde las políticas de salud pública?

La respuesta es simple y todos la sabemos, ese cambio no se ha dado del todo debido a los intereses económicos que fluctuan por debado de los servicios de salud (ya sean públicos o privados), donde la industria farmacéutica, la industria alimenticia, las agencias aseguradoras y claro, las tabacaleras, se disputan un gran motín de millones mientras que la salud de la mayor parte de las personas es puesta en jaque.

No hay otra manera de explicar el hecho de que un inhalador para los pulmones cueste 120 dólares en EUA, donde la privatización de los servicios de salud es total, y que en Cuba, donde los servicios de salud son enteramente gratuitos, tenga un costo de 5 centavos de dolar, tal y como lo mostró Michael Moore en el documental Sicko. Así mismo, no hay otra manera de explicar el hecho de que apesar de que se disparó al obesidad infantil en nuestro país y se tuvo la intención de reformar el consumo de

chatarra en escuelas primarias, el asuntó quedó al final en eso, sólo un intento.

Algo alarmante es que a partir de los inventos industriales y la utilización de nuevos materiales se han detonado nuevas y más enfermedades (como en el caso del cáncer) y sin embargo, no se cuenta aún con una relación formal difundida masivamente que reporte los efectos negativos en el cuerpo humano que causan ciertas subtancias de uso habitual en productos cotidianos.

Resulta inadmisible el hecho de que se lucre con la salud de millones de personas a costa de la ignorancia de una mayoría conformista o despistada.

El conocimiento del cuerpo y su funcionamiento ha sido reemplazado por un abuso y dependecia de medicamentos. La medicina tradicional está cada vez más comprometida con las organizaciones lucrativas que la definen (a raíz de la visión mercantilista) y no con el paciente ni con la curación del cuerpo humano. De ahí se origina la oposición estre la medicina alópata y las otras formas de medicina como la homeópata, la herbolaria o la medicina alternativa, en el hecho de que estas últimas intentan recuperar un conocimiento funcional del cuerpo que nos permita curarnos sin la necesidad de atascarnos de pastillas.

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Nuestra vida cotidiana está compuesta por enormes dosis de utilidad y eficiencia, pero no basta con eso, ya que también procuramos

darle sentido a las cosas, siendo así, la realidad se nos muestra como atractiva o desagradable de vivirla; la realidad se muestra también en su dimensión eminentemente afectiva. Pablo Fernández (1999) menciona que la afectividad es una actitud que acompaña todo lo que pensamos, una imagen que no se puede mencionar pero que subyace y sostiene al discurso; por lo tanto, es aquella parte de la realidad que antecede y/o excede al lenguaje. Igualmente, los afectos son la parte sustancial de los motivos, valores,

significados, aspiraciones y desilusiones de las colectividades. De lo anterior, consideramos que hay mucho que decir al respecto de la afectividad en las acciones colectivas, y en el caso específico que inspiró estas letras: de una movilización estudiantil.

Recuperando los aportes teóricos de Alberto Melucci (1999), entendemos la acción colectiva como el

resultado de la interacción entre objetivos, recursos y límites guiados por una orientación intencional dentro de un sistema de acción que es multipolar, ya que, cuando la gente actúa colectivamente, entran en

juego relaciones internas y externas producto de una construcción cultural. Por lo tanto, lo que va a permitir la acción es la capacidad de los actores para definirse a sí mismos y a su campo de acción; si las personas no tuvieran la capacidad de identificarse, de definirse a sí mismas frente a una situación, de identificar a los culpables de ésta; la injusticia no se podría percibir como tal. De esta manera, el autor sostiene que en la construcción

interactiva y comunicativa de la acción colectiva, los investigadores no podemos seguir evitando preguntar por las inversiones emocionales presentes en estos fenómenos sociales. Barrington Moore (1989) menciona que sin los fuertes sentimientos morales de indignación, los seres humanos no actuarían en contra del orden social. Así, la historia de todas las luchas políticas refleja el choque de pasiones, convicciones y sistemas de creencias.

Pablo Fernández (1994) sostiene que existe una geometría política de los afectos, en donde la afectividad tendría una función de conservación, de destrucción y de creación en las colectividades. Trataré de explicarlo esto un poco más con el caso de la movilización estudiantil que ocurrió en la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ). A inicios del 2008, estudiantes de diferentes facultades se organizaron en contra del aumento de cuotas de inscripción y trámites administrativos, así como de la implementación de las Credenciales Inteligentes en la UAQ .

Los estudiantes reconocieron que la forma en que estas medidas se implementaron fue de manera arbitraria, ya que se enteraron de éstas al momento de realizar sus pagos o de solicitar sus credenciales. En un inicio, sin conocer las causas y posibles consecuencias de este evento inesperado, los estudiantes reaccionaron con enojo ante los hechos, como lo expresó uno de ellos: “y sin la experiencia de saber qué proceso estábamos abriendo, qué estábamos haciendo. Simplemente fue el encabronamiento de esa injusticia” (Entrevista a uno de los integrantes de esta movilización, marzo 2010). De esta manera, el enojo, la rabia, el coraje, aparecieron como afectos conservadores, ya que detectaron que algo andaba mal y sirvieron como una advertencia ante la aparición de una injusticia. La afectividad conservadora permite denunciar situaciones que ponen en riesgo los lazos sociales.

Los aumentos realizados por las autoridades universitarias y la firma de un convenio con el banco Santander para implementar las Credenciales Inteligentes, significaron medidas tendientes a la privatización de la universidad pública. El acceso de muchos aspirantes se vería amenazado por cuestiones económicas; también, la autonomía era puesta en peligro, ya que estas acciones representaron

una más de las medidas a las que la Universidad se somete constantemente para acceder a recursos extraordinarios. Así, una de las razones principales de los estudiantes para movilizarse fue la preocupación por los otros y por defender un proyecto de universidad que percibían como suyo; con el cual se identificaban.

En los primeros momentos de la movilización, el hecho de ver a otros sintiendo lo mismo, la misma preocupación y el mismo encabronamiento, fue fundamental para la organización. Como lo expresó una estudiante:

“Y se siente en ese momento y es algo como básicamente indescriptible, ¿no? Sí, no sé cómo se llame, no se puede definir esa emoción que se siente al estar trabajando con personas que están sintiendo lo mismo en ese momento y que éramos así todos como un corazonsote sintiendo eso por lo que queríamos hacer” (Entrevista a uno de los integrantes de la movilización, abril 2010).

La identificación de un sentimiento que es compartido con otros, la identificación de los culpables de un agravio y el compartir la idea de que es necesario hacer algo al respecto, forman parte de la afectividad conservadora, aquella que permite mantener unida a una colectividad y que impide que el poder la rompa. La afectividad conservadora, sería entonces un contrapoder. Por otra parte, los sentimientos alineados con la afectividad destructiva son aquellos relacionados con el poder. Si bien el poder es necesario para fundar colectividades, paradójicamente las pone constantemente en peligro al vigilar el cuidado de sus creaciones; la más de las veces, por la fuerza y llegando al extremo de hacerlas desaparecer.

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En el caso de la movilización, el hecho de que los estudiantes tuvieran una posición de desventaja en términos de fuerzas con las autoridades universitarias, marcó todo el desarrollo de la movilización; hechos como la intimidación, el hostigamiento y la deslegitimación de sus demandas a través de los medios de comunicación, fueron elementos que determinaron en gran medida el desánimo en la organización. Sumando los conflictos que siempre existen en toda organización, el que el tiempo y las formas fueran dictados por las autoridades, minó las acciones de los estudiantes; añadiendo también el miedo. Sin embargo, también surgieron ideas de actuar de acuerdo a los propios tiempos y formas, de utilizar otras vías que no fueran los espacios de acción y representación instituidos. Aunque cabe mencionar que pareciera que la duración de estas experiencias siempre es muy corta, que sus resultados o “madurez” nunca dejan verse o que estas movilizaciones son casi siempre terminadas por la fuerza: con la represión.

Por otra parte, retomamos la idea de que las acciones colectivas tienen distintos momentos: momentos de visibilidad y momentos de latencia. Como lo plantea Melucci (1999), la visibilidad es el momento en que las acciones se hacen públicas y la latencia, el momento en que se crean las redes y los vínculos en las movilizaciones. Así, después de que los estudiantes protestaron públicamente en el II Informe del Rector y sus demandas llegaron a más sectores de la población, su movilización fue vista por más gente y las autoridades se vieron obligadas a responder algo. De esta manera, Rectoría decidió echar marcha atrás a los aumentos, devolver el dinero a los estudiantes que ya habían pagado, y estableció de manera opcional el uso de las Credenciales. Con esta respuesta, algunos consideraron satisfechas las demandas, otros, consideraron que se había cortado el impulso que comenzaba a crear una organización estudiantil y, que de nuevo, la solución y las formas estuvieron puestas del lado de los fuertes.

Entendiendo a la acción colectiva en estos momentos de visibilidad y latencia, esta movilización no continuó, pero se formaron redes entre los estudiantes y también colectivos que comenzaron a trabajar, en su mayoría, fuera de la Universidad. Una estudiante comentó sobre la organización: “Y no que no nos reunamos quiere decir que haya muerto, creo que está dormido, creo que está en coma, ya lleva mucho rato, pero en cualquier momento yo siento que va a volver a emerger” (Entrevista a uno de los integrantes de la movilización, abril 2010).

Por otra parte, cabe mencionar que ante el sentimiento de tristeza generado por el fin de una colectividad, existe siempre una posibilidad, justo al lado de esa melancolía está la esperanza. El hecho de sentir que no se alcanzaron los objetivos, de que algo falta, hizo que varios de estos estudiantes continuaran haciendo acciones. Como lo menciona Fernández (1994): en el fondo de la melancolía se encuentra la creación,

el conocimiento, el amor, la necesidad de crear una nueva colectividad ante la desgracia de haber perdido la propia. Estamos hablando entonces, de una afectividad creadora.

Llegando a las conclusiones, es necesario reconocer la importancia de acciones como las que realizaron estos estudiantes. Esta movilización representó un alto al avance de las políticas privatizadoras en la

educación pública, también significó un freno a la mirada privada de la vida universitaria que se expresa en la lógica del mercado y que exige que en la universidad “los estudiantes se dediquen [sólo] a estudiar, los maestros a enseñar, los investigadores a investigar y los administradores a administrar” (Carrizales, 2001, p.64).

Los estudiantes mostraron que conservan capacidad de crítica y asombro ante las circunstancias que suceden al interior de la Universidad y también reconocieron como una injusticia o un agravio la arbitrariedad y el hecho de que las medidas implementadas perjudicarían a otros jóvenes. Por lo tanto, estas acciones significaron volver necesaria e interesante la participación estudiantil al interior de la UAQ: para continuar con los ejercicios de democratización de la institución , para advertir a la autoridad de que los estudiantes aún pueden organizarse y para ser solidarios con otros que aspiran a entrar a la Universidad.

Cabe señalar que la mayoría de los estudiantes que participaron pertenecían a carreras del área de Humanidades, en donde los contenidos que se estudian suelen ser de tipo crítico y reflexivo. Asimismo, algunos de éstos conocían experiencias de organización a través de amigos o familiares. Sin embargo, además de estas particularidades, consideramos que la conciencia causada por el agravio fue determinante para que ellos se movilizaran, en donde fue necesario no sólo reconocer “lo injusto” de una situación, sino poder sentirlo; y aún más determinante fue poder sentir esa injusticia con otros. Sobre una conciencia surgida del agravio, Sergio Rodríguez menciona que ésta es distinta a la conciencia que surge de las contradicciones económicas, de la conciencia reivindicativa o de la conciencia que surge de la preparación intelectual. Lo característico de esta conciencia es que nace de vivir un agravio y de enfrentar la injusticia, es algo que se siente en la piel, como algo que me sucedió o le sucedió a alguien cercano, que se expresa en la pérdida del miedo al poder y sus instituciones.

“Esa conciencia tiene la característica específica de ser mucho más explosiva, porque no depende de nadie en particular, ni de un partido, ni de un sindicato, ni de un intelectual. Le pertenece completamente al agraviado, a la agraviada. Es mucho más fácil de extenderse, en tanto que nace de las entrañas mismas del pueblo” (Rodríguez, 2010, p.12).

Asimismo, a la luz de una perspectiva centrada en la afectividad, esta movilización plantea varias interrogantes acerca de las formas de participación en la acción colectiva, concretamente sobre la acción frente al poder y la capacidad de que otros se sumen a las iniciativas. Al respecto, la mayoría de las veces los actores colectivos se encuentran en desventaja respecto a los medios, los recursos y las fuerzas. De igual manera, la vía privilegiada para la resolución de conflictos en una forma pacífica: el diálogo, que parece no ser una salida viable debido a la desconfianza legítima que se han ganado los interlocutores que se encuentran en las condiciones más ventajosas o de poder. Entonces, ¿por dónde la acción?

Un camino posible podemos encontrarlo en lo que Fernández (1999) plantea acerca del contrapoder como afectividad que conserva la colectividad y que impide que el poder rompa sus límites. El contrapoder no es un trabajo de contraataque, ya que equivaldría a funcionar de la misma forma que el poder; el contrapoder es resistencia. Este mismo autor plantea que los sentimientos que se alinean en esta trayectoria son aparentemente pasivos, o por lo menos inofensivos: la paciencia, la resignación, el humor. La paciencia contribuye a que las acciones puedan adquirir su ritmo y temporalidad propia, la resignación significa aceptar la renuncia al poder y el humor funciona como un mecanismo que desactiva al poder, porque burla su presencia. También al mismo tiempo que se resiste, se puede crear.

Gustavo Esteva menciona que la resistencia tiene que aparecer como un trabajo bello, digno y divertido. Bello, en el sentido de que la participación y la construcción de condiciones más justas es una tarea que nunca termina, que jamás estará completa y que obliga a siempre caminar hacia ella (Fernández, 1999). Digno, al reconocer que los esfuerzos por lograr condiciones más justas, son valiosos y necesarios, a pesar de que para la mayoría, parezcan esfuerzos inútiles o causas perdidas. Cabe recordar que la dignidad como una imagen de alto contenido estético, permite a la gente andar con la frente en alto. Y la acción como algo divertido, sería la consecuencia de disfrutar lo que se ha elegido hacer.

En suma, la mirada desde lo afectivo permite poner especial atención en la necesidad y la importancia de cuidar el deseo y las ganas de hacer las cosas, lo cual, resulta igual, o más necesario, que cuidar la preparación teórica, ideológica o práctica dentro de una acción colectiva. Ya que se tiene que sentir y querer que el mundo sea otro para poder construir caminos y atreverse a caminar en ellos.

BIBLIOGRAFÍA

CARRIZALES C. (2001). Paisajes universitarios. México: Ed. Praxis. FERNÁNDEZ, P. (1994). La afectividad colectiva y su geometría política. Comportamiento, 3(2), 99-111. Recuperado el 6 de octubre de 2009, de http://www.comportamiento.dsm.usb.ve/revista/vol3_n2_94.pdf. FERNÁNDEZ, P. (1999). La afectividad colectiva. México: Alfaguara. MELUCCI, A. (1999). Acción colectiva, vida cotidiana y democracia. México: El Colegio de México. MOORE, B. (1989). La injusticia: bases sociales de la obediencia y la rebelión. México: Universidad Nacional Autónoma de México. RODRÍGUEZ, S. (2010). Lo nuevo, lo verdaderamente nuevo. Rebeldía, (72), 6- 19.

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Me agrada escuchar que mi cerebro es más pequeño que el del hombre, porque así al menos cabe en todas partes.Me agrada que me digan que carezco de lógica, porque entonces puedo crear una menos fría y más vital.Me agrada que me digan que soy vanidosa, porque puedo mirarme al espejo sin sentir culpa alguna.Me agrada que me digan que soy emotiva, porque puedo llorar y reír a gusto.Me agrada que me digan que soy histérica, porque entonces puedo lanzar los platos a la cabeza de quien intente hacerme daño.Me gusta que me llamen bruja, porque así puedo cambiar la dirección de los vientos a mi favor.Me gusta que me llamen demonio, porque puedo quemar el lecho donde me abusan.Me gusta que me llamen puta, porque entonces puedo hacer el amor con quien me plazca.Me gusta que me digan débil, porque me recuerdan que la unión hace la fuerza.Me gusta que me digan chismosa, porque nada de lo humano me será ajeno.Pero lo que más agradezco, lo que más me agrada, lo que más me gusta y lo que me hace más feliz, es que me digan loca, porque entonces ninguna libertad me será negada.Una y mil veces me quemó la Inquisición y aprendí a nacer de las cenizas.Me encerraron en un harén y no dejé de reír.Me pusieron un cinturón de castidad y adquirí las artes de un cerrajero.Cargué fardos de leña y me hice más fuerte.Me pusieron velos en la cara y aprendí a mirar con Otros ojos.Me despertaron los niños a medianoche y aprendí a mantenerme en vigilia.No me enviaron a la escuela y aprendí a pensar por mi cuenta.Transporté cántaros de agua y supe mantener el equilibrio.Pasé días bordando y tejiendo, y mis manos aprendieron a ser más exactas que las de un cirujano.Segué trigo y coseché maíz, me quitaron la comida, pero aprendí a vivir con hambre.Me sacrificaron a los dioses y a los hombres, pero aprendí a valorar un beso con amor.Me golpearon y perdí los dientes, pero me volvieron a crecer y alcé la voz aún más fuerte.Me asesinaron y me ultrajaron, pero volví a nacer.Me quitaron a mis hijos, pero procreé lágrimas de coraje.Con tanta fortaleza acumulada, con tantas habilidades y destrezas aprendidas, mujer, si lo intentas...¡Puedes volver el mundo al revés!

Comencemos con un poco de datos generales; botánicamente está clasificada dentro de la familia

Cannabaceae y el género Cannabis. Se diferencian al menos tres especies: C. sativa, C. indica y C. ruderalis. El Cannabis se ha convertido en una de las plantas más difundidas y diversificadas, ya sea que crezca de forma silvestre o como planta cultivada, por todo el mundo con una gran variedad de climas y suelos. Entre los usos más comunes, su cáñamo se utiliza para fibras para textiles, papel y cuerdas; sus semillas son utilizadas como alimento para pájaros (también de humanos); su aceite para fabricar jabón y encender lámparas, barnices y pinturas, y claro, no está por demás mencionar que tiene un gran uso medicinal. Para aquellos que no lo han notado, la planta de Cannabis tiene dos sexos aunque separados, es decir, hay plantas masculinas y femeninas. Los componentes químicos responsables de los bellos efectos tóxicos y medicinales se encuentran principalmente en una resina exudad por las flores femeninas para proteger a las flores del calor y preservar la humedad (Grinspoon & Bakalar 1997).

La planta de mariguana contiene más de 460 sustancias conocidas, de las cuales, más de 60 tienen la estructura típica de los cannabinoides (carbono-21). El único cannabinoide altamente psicoactivo, y que se encuentra en gran concentración en la resina, es el tetrahidrocannabinol, también conocido como delta-1-THC y delta-9-THC (Mehling, 2003). A diferencias de los compuestos extraídos de otras plantas, los cannabinoides no tienen nitrógeno en sus estructuras, son alcoholes, no

alcaloides. Muchas de sus propiedades farmacológicas son atribuidas a que estos alcoholes son liposolubles, lo que conlleva a una rápida absorción y acumulación en las membranas celulares (Netzahualcoyotzi-Piedra et al., 2009). El THC fue sintetizado por primera vez los años 60, y tres décadas después se describieron receptores en el cerebro, después fueron clonados y los cannabinoides endógenos fueron aislados e identificados (Zuardi et al., 2011). ¿Esto qué nos quiere decir? Que existe una versión propia del cuerpo de THC. El sistema endocannabinoide es el responsable de modular las respuestas al dolor, mantenernos lejos de los recuerdos innecesarios (memoria a corto plazos), regulación de la respuesta inmune, entre otros. Este sistema se compone principalmente por los lípidos N-araquidoniletanolamida y 2-araquidonilglicerol, el primero conocido como anandamida; palabra proveniente del sánscrito que significa “bendición interior” (Netzahualcoyotzi-Piedra et al., 2009).

Cannabidiol y Tetrahidrocannabidiol

Aunque el THC es el compuesto en mayor cantidad en la marihuana y es el responsable de los efectos psicoactivos, otros estudios han demostrado la participación de otro alcohol: el cannabidiol, que puede constituir hasta un 40 por ciento de los extractos de cannabis. Algunos estudios han demostrado efectos antagonistas de estas dos sustancias administradas simultáneamente. El THC induce un estado de euforia (risa espontánea), analgesia, ansiedad y pánico, mientras que el CBD, parece moderar esos efectos del THC con

un efecto ansiolítico (Zuardi et al., 2011) y se le ha atribuido un papel neuroprotector, al comprobar su acción antioxidante en las neuronas (Marín-Aguayo, 2001), he ahí su uso en la esclerosis múltiple y Alzheimer.

María en México

La planta de Cannabis spp., fue introducida en los virreinatos de Perú y de México por los conquistadores españoles, y en Canadá y Estados Unidos por los colonos francés e ingleses. La planta fue usada principalmente para la obtención de fibras, y sus propiedades psicoactivas fueron descubiertas posteriormente. Pasó de ser una planta con interés económico a ser una planta de uso recreativo y para fines religiosos. Pero en enero de 1920, en una sesión de Consejo de Salud, la planta fue condenada como “una de las manías más perniciosas de nuestro pueblo”. En los años 40 en nuestro país ya se iniciaba la lucha contra el uso de la marihuana y se encontraba a la “vanguardia” junto con Estados Unidos, que abogaba contra el uso de la cocaína y opioides (Netzahualcoyotzi-Piedra et al., 2009) Con un poco de estadísticas, la Encuesta Nacional de Adicciones describe que en el 2008, 4.2 millones de mexicanos entre 12 y 65 años consumen marihuana. La marihuana ha ocupado los primeros puestos en esta encuesta desde 1988. Ahora, la pregunta es: ¿dejará la población de consumir a pesar de todos los regímenes prohibicionistas habidos y por haber, cuando la mariguana se cultiva y se consume desde hace ya 10 mil años, mucho antes que Jesucristo naciera?

Netzahualcoyotzi-Piedra C., Muñoz-Arenas G., Martínez-García I., Florán- Garduño B., Limón-Perez D. La Marihuana y el sistema endocanabinoide: de sus efectos recreativos a la terapéutica. Revisón Biomédica 2009; 20:128-153. Disponible en: http://www.revbiomed.uady.mx/pdf/rb092026.pdf

Zuardi A.W., Crippa J.A.S., Hallak J.E.C., Moreira F.A., Guimarães F.S.. Cannabidiol, a Cannabis sativa constituent, as an antipsychotic drug. Braz J Med Biol Res [serial on the Internet]. 2006 Apr [cited 2011 Oct 31] ; 39(4): 421-429. Available from: http://www.scielo.br/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0100-879X2006000400001&lng=en. http://dx.doi.org/10.1590/S0100-879X2006000400001.

Grinspoon L., Bakalar J. B. 1997. Marihuana: La medicina prohibida. 1° ed. Yale University. España. Mehling R. 2003. “Marijuana”. 1° ed. Chelsea House Publishers. United States of America.

Marlín-Aguayo C., “Cannabinoides”. BMJ, Vol. 323(7303); julio 2001: 13-16.

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Preámbulo

Se podía haber dicho otra cosa cuando la señora Watts estaba ahí, al lado de la cama. Cuando volteaba a ver unos ojos con la luz apagada esperando algo de entusiasmo aún fuera en el mismo fondo de ellos. No encontró ningún brillo y prendió la luz al momento que dijo:

-¡Señor Saga!

Él se quedó en su orilla de la cama, quieto, diminuto.

Saga Lanhuit no encontraba ninguna palabra para explicar lo que en el interior sentía, por su lengua se escurrían imágenes muy absurdas, pero para Watts nada placenteras. Se volvió loco. Pasivamente en el exterior y enloquecido por dentro, diminuto. Aquel lugar lo recibió no hace mucho tiempo, él permanecía ahí desde entonces. El transporte en el que viajó hasta ese sitio fue el de la señora Watts. Durante su estancia el cuarto nunca perdió la magia hasta esa noche. Los cuadros y los adornos en las paredes; los huecos con figuras y piedras; pero sobre todo la señora Watts con todas esas historias que contar y escribir.

I

Las dos cabezas se llenaban con planes al sentir las pataditas provenientes de aquella envoltura en creciente.

¡Muchísima ilusión en la creación! ¡Tanto amor que había y se formaba en los fluidos!

Era aceite contrastante de las torrentes logrando la inesperada mezcla heterogénea, bendita mezcla acrecentándose entre las manos de placenta que no aprietan pero tampoco acceden a liberar la pureza. La envoltura de la envoltura sigue creciendo hasta que finalmente vence toda oposición, viene una luz a descubrir senderos repletos de voces desconcertantes y, al mismo tiempo, seductoras para la conciencia en blanco desplegándose por primera vez. Ella, en este preciso momento, es un cesto al cual comienzan a lanzar desorientaciones.

-Shhht, shh, shhht! ¡Ya no leas lo que estás leyendo! ¡Ya no escuches lo que estás escuchando! ¡Ya no veas lo que ves! ¡Cállate los ojos! ¡Cierra el libro! ¡Apaga

el discman! ¡Desconecta lo conectado! ¡Observa al frente que el comedor se llenó de gente!

-Viene por ti Saga, no puedes quedarte-, decían dos personas al momento que lo tomaban cada uno por un brazo llevándole hacia la puerta de salida. La señora W los miraba, decía que lo sentía mucho pero que ella nada podía hacer.

El espejo lleno empieza a ser partido, se alinea el polvo, se dobla un billete y se apura por el poro que te quieres chingar. Ya se fue el Sr. Saga. En el lugar donde está piensa en la Sra. Watts:

Una chela, un whisky. Otro día. Con todo el tiempo para hacerlo y para hacer muchas otras cosas más. Una pila, un foco; una llama encendida, envoltura de conversación, corazón y oídos, y orejas… Quedarse sin heridas fue imposible. Nuestro personaje principal no iba a creer que la estancia en ese lugar se reconoce sólo por el recorrido que hacen sus ojos, ahí mismo, aunque aprecien lo que ven, no es suficiente. ¡Prende tu radio! ¡Establece las coordenadas precisas! El transporte por donde viajan las ondas nos puede desconectar. ¡Mírame! ¡Viajemos juntos! Ella sólo sonríe, un abismo se extiende sin respuesta al llamado.

-Gracias por estar aquí- dice al momento que ve sus ojos vacíos. -No te engañes, te quiero, no te fugues, no te paranoiquees, confía en mí. Te quiero Saga. Y así será-.

Mi papá nos tenía, nos depositó en mamá y ella nos portó durante nueve meses. Tuvimos un lazo muy especial, una fusión. Todos sabíamos que desde siempre éramos algo diferente, no éramos mamá, no éramos papá. Nos portaban y transportaban, pero algo de personalidad nos separaba, el vínculo resultaba eterno, sin embargo, cada cual tenía su laberinto secreto. Y heme aquí, sentado al fondo de esta mesa rectangular, con la mirada perdida, sintiendo cómo se termina todo, pero incapaz de verlo y aceptarlo por completo. Con la actitud de me voy hasta que me corran. Sólo bebo y no escucho cómo ella pide dinero prestado para la raspadita, ya que quiere terminar con esa voz interior que le habla y le habla.

Un escabroso sentimiento de felicidad, estertóreo, casi nulo y turgente

como la noche que se alza en el horizonte, se esparce por todo mi cuerpo cuanto te acercas. Si es la noche, si eres tú, si es ambas cosas, tendrá que pasar -irremediablemente- entre los dedos que te alcanzan como los años. Los recovecos más profundos son los de tus ojos, el laberinto más entrañado es el de tu ombligo y te alzas como una esfinge, mitad humana, mitad bestia. Todos los sentimientos vienen cuajados con la esencia del primer animal que se acercó a nuestro nacimiento. Las sombras hurgan entre mis fantasmas. Libremente cohabito con ellos. Son tan dulces y transparentes, parecen algodones de azúcar. La mejor fuente para llegar a ellos es escurriéndose, como si uno fuera un mar, una herida abierta que nunca se cierra. Rajados de par en par, por eso estamos abiertos, por eso sufrimos las intemperies. Te acuestas y te dibujan los bordes de tu cuerpo los pliegues de las sábanas; un emancipado instante, fuera toda de realidad, porque en tus ojos se dibuja la crueldad de los que saben amar.

Como un río derramado entre la selva húmeda donde se alzan con altivez los árboles frondosos que no fueron arrastrados por las corrientes de las primeras lluvias; como el palo seco que se aferra a una tierra árida y resiste los embates del viento; como unos labios que no dejan de besar incesantemente la roca pulida por el sol. Así, tierna y dura, te nueves entre este mundo. Sabes menester de las caricias, sabes de la humedad indispensable

en tu entrepierna. Ay de ti que flotas entre los años, como un ánima en pena buscando refugio entre la arena. Te sabes siempre recta y siempre dispuesta. Has aprendido que lo único que se puede saciar fácilmente es el odio del otro. Su oquedad intrínseca, nauseabunda… un decoro, el lirio que se abre con la caricia de la abeja.

¿Qué has aprendido durante todos esos años? Te dicen que has desperdiciado tu tiempo, otros con una rabieta y una mueca de zozobra en la comisura de la boca, entre sentimientos oscuros y lascivos, te vaticinan un mundo entre aguas, donde los heliotropos pierden su color violáceo. Sabes que volarás igual que un pez en las montañas regresando al origen, donde todo comenzó. Un azul celeste como manto te baña de lágrimas. Dicen que tienes la carne demasiado blanda, como un mazapán, que te pueden hacer daño fácilmente no porque seas mujer sino de leche. Los que rozan la piel de tu alargado cuello con su lengua y te estrujan las nalgas sin delicada soltura, los que muerden tu pezón un poco más de lo permitido por el suspiro obsceno, los que amamantas con tu saliva seca, los que miras a través de una cortina de agua desdibujando sus formas y los que te quieren coger, todos, absolutamente todos, merecen tu desprecio… y no hay mayor desprecio que el olvido.

Te sabes piedra de dos filos. Un delicado instante apenas. Alargas la mirada y la mano no alcanza; cuando caminas, ¿pasas y vas dejando todas las cosas, o las cosas pasan sobre ti y te van dejando? No eres

tan importante como piensas; te sabes de piedra y los que te comen adivinan el polvo de tu constitución. Te imaginas dura, sin daño alguno y no puedes ver las talladuras, la forma de lo que han querido que fueras. Buscas entre tus dedos el menor indicio de lo que vas dejando de ser. Miras atrás, adelante, por todos lados, por arriba y por abajo… no te encuentras, has mutado en otra cosa, algo fácil de degustar. Tal vez en algo así -como lo dice Buñuel- “en ese oscuro objeto deseo”. Lo más oscuro que tiene el deseo es aquello donde nunca entra el sol, ya sea una cueva subterránea o un corazón henchido de violencia o ese resquicio más profundo de tu cuerpo, donde se agolpan todas las miradas.

La fragilidad con que te despojas de todo lo que nutre tu delicadeza, te has vuelto tierra, un signo de lo que ya no pudo ser. Has quedado como un aborto porque merecías más de ti misma y, sin embargo, permaneces encomiablemente petrificada, por eso: piedra tallada. ¿Qué miran de ti que no encuentran en otras personas?, ¿te lo has preguntado? Seguramente estarán buscando la desdicha, no alcanzas para más. La felicidad es inexorablemente fugaz: apenas la ves y se deshace. Como un monte tapizado de orquídeas o como una alfombra de jacarandas te confundes entre cada una de ellas, eres idéntica, hasta con la misma fragancia, la misma textura, pero cientos, miles, voltearán hacia ti. Mirarán detenidamente tu cabello y lo confundirán con el sereno de la mañana, cuando te instales ya de pronto bajo la niebla espesa, entre una bruma cegadora, podrán aún observar el contorno grácil de tus caderas y el brillo intenso de tu mirada. Una ninfa, ¡no!, no pensarán en una ninfa. Intuirán la muerte; cuando algo inesperadamente nos arrebata lo que somos.

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Llegué a San Cristóbal de las Casas, Chiapas; quería establecerme allá. Llevaba poco dinero, pero un puñado de

ilusiones y ganas de encontrar un trabajo para poder rentar un cuarto de los que allá hay de 60 varos la noche. Anduve caminando, buscando un restaurante, un bar, un cyber o hasta una panadería donde solicitaran personal. No era la primera vez que iba a San Cris, por eso me movía con mayor facilidad. El chiste es que ese día no encontré nada porque me decían que mis dreads y mi apariencia fachosa no me servían para la imagen de los negocios.

Ese dinero que traía rascándole chido me alcanzaba fácil para tres días de renta y para comer un poco. Cuando quisiera sacar para las chelas me pondría a vender las revistas -un proyecto literario que había echado a andar con un camarada-. Eso sólo mientras no encontrara trabajo. En las noches rolaba por los bares El Cirko, el Madre Tierra, el Independencia y otros que están por la misma zona. Ahí cambiaba mis revistas por chelas o no faltaba que morro ya bien pedo me las invitaba. Un día me encontré con un camarada artesano de Morelia, le di asilo en mi depa. Al día siguiente el morro se lanzó para Ciudad Antigua, Guatemala; me dejó unos collares para venderlos y eso me hizo paro porque saqué la renta para otros dos días más.

Esa noche, platicando con el gerente del bar El Cirko, me dijo que me podía dar chamba, pero que me presentara al día siguiente con mi solicitud, antes de que se abriera el bar, para arreglar todo el rollo. Así quedamos, ya me veía trabajando de mesero y me puse a pistear chela tras chela: “Al fin ya voy a ganar mi varo” -pensé. Y que me agarra la peda, y con los toques de mota que me pongo loco, no supe ni como se armó de pronto el desmadre, volaban sillas de un lado a otro, botellas, ceniceros, cualquier cosa y que me pega un madrazo un cabrón y que le entro, dos tres putazos por aquí dos tres putazos por acá. Después de un rato cayó la poli y a varios morros se los cargaron, yo alcancé a salir del lugar.

Al día siguiente el gerente del bar me mandó a la chingada. El problema ahora era que me había quedado sin dinero por andar de pisto-alegre. ¡Valió madre el asunto! Ese día la señora de la renta iba ir por el dinero. Me salí tempra con mis revistas, a ver si vendía unas aunque sólo fuera para sacar los 60 varos del día, pero esas madres ni se vendían, era más efectivo cambiarlas por chelas. Fui con un conocido de ahí de San Cris, a ver si me prestaba dinero.

Lo topé en su casa, me prestó varo para la renta de una semana con la condición de que nos hiciéramos socios para vender galletas de mota. Desde ese momento me empezó a ir poca madre, claro que las primeras dos semanas, mientras conectaba a la banda, no salía chido la venta, pero de ahí en adelante traía el puro varo. Las galletas rolaban en todos los bares, en los tokines, las fiestas, los raves, vendíamos también por encargos y hasta en el mercado. Era toda una red de vendedores y distribuidores de galletas de mota; la banda las conocía como las verdehalago.Después de más de un mes allá, ya tenía banda con la que se hacían las fiestas. Traía una morra bien chida, de Monterrey, se llamaba Luisa, era un desmadre, le entraba duro a la mota. Con ella le bailábamos bien recios las cumbiancheras en el Madre Tierra. Nos lanzábamos a los rituales del jikuri y todo el pedo. Para ese tiempo ya rentábamos una casa con otros tres compas -dos morras francesas y el otro era de guanatos-. Una noche que teníamos fiesta en la casa llegaron todos los camaradas, se hizo un desmadre, liberación sexual, todos quemando ganja, el reggae hasta el amanecer.

Cuando desperté me puse dizque a recoger la basura, las botellas y que me doy cuenta que el mueble donde tenía guardado el paquete de cien verdehalagos estaba entre abierto ¡Puta madre, se comieron las galletas! ¡No mames! Creo que hasta yo había comido en la noche y ni cuenta me di. ¿Qué iba a hacer ahora? El compa iba a ir por ellas al medio día ¡Vale madre!

Cuando el morro se enteró se encabronó, me dijo que me daba chance hasta la noche para pagarle. Mi vieja y yo juntamos un varo durante la tarde y se lo llevamos. El morro se prendió más y me dijo que en la mañana le diera el resto o se mancharían con los dos ¡Chale! Pensaba en cómo se podía acabar este sueño así. Definitivamente no teníamos manera de conseguir el dinero en tan poco tiempo. Le dije a Luisa que me iba ir a Guatemala con mi compa el artesano mientras se calmaba el asunto, que si me acompañaba o qué onda- Y simón, nos fuimos los dos a Ciudad Antigua.

En Guatemala estuvimos tres días, casi ni salíamos. El pedo era que allá había conectes con los galleteros y de alguna manera se enteraron que ahí estábamos, no sabíamos qué hacer. Un día me topé con dos tiradores, ya me tenían bien checado, me la hicieron de pedo y se armó la gresca, ya me andaban dando baje y me les desafané casi milagrosamente. Le platiqué a Luisa de todo el desmadre y que me quería ir de ahí, pero esta vez antes de que yo le preguntara ella me dijo que no se iría conmigo, que ella quería una vida más relajada, sin pedos. La morra se fue a Oaxaca con unas amigas que andan recias en el desmadre de los viaje hongo y yo, sin otra opción, me regresé a Morelia, en donde ahora tengo mi propio negocio de galletas de mota.

El frenesí y movimiento incesante de los tiempos

actuales repercuten de variadas maneras en nuestra existencia. Física, mental y espiritualmente estamos propensos a caer presas de alguno de los males que azotan diaria e incansablemente nuestro camino. Definida de manera tradicional, una enfermedad es un estado de alteración, en el que se rompe el equilibrio y buen funcionamiento de algún sistema u organismo. Por lo que se puede concluir que estamos rodeados (quizá sea más apropiado decir,

invadidos) de patologías en todos los ámbitos de los que somos parte. Actualmente existen enfermedades devastadoras para las cuales no se han generado tratamientos que logren erradicarlas (o al menos eso nos comentan), refiriendo a la cuestión meramente física. Sin embargo, sabemos que existen, conocemos sus síntomas y, de una u otra forma, se hacen notar... ¿Y qué tal que estamos enfermos y ni siquiera nos damos cuenta?¿ Qué tal que la enfermedad más peligrosa es aquella que nos consume

día a día sin siquiera darnos por enterados? Quizá algunos estamos enfermos de indiferencia, de conformismo, de pasivismo, de falta de criterio, de mediocridad, de “quejumbrismo”, de falta de acción, de carencia de empatía, etc. ¿Cómo tratar estas patologías cuando por todos lados se nos bombardea con placebos que nos desvían la atención y nos hacen creer en un ideal premeditado y pretensioso de salud y de éxito? Como expresa la famosa frase: el primer paso es aceptarlo.

“La prohibición hizo al tráfico de marihuana más atractivo y

rentable, alentó la criminalidad y la corrupción en todos los niveles. Dada esta situación, la polémica no puede reducirse a la guerra contra la marihuana o la permisividad. Hay que tomar por fin el toro por las astas: cómo puede implementarse la legalización. Para poner fin a la guerra inútil, perniciosa y egoísta que los países consumidores inflingen a los productores. El problema es una cuestión fundamental ética y política, que sólo puede definirse claramente mediante un acuerdo internacional”