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INTRODUCCIÓN

SOPLOS DEL SÍNODO

Un aporte para momentos de encuentro y oración

Sínodo Arquidiocesano de Buenos Aires

Queridos hermanos de nuestra Iglesia en Buenos Aires

Les acercamos este material, que nos servirá de ayuda para recorrer las diferentes etapas del camino sinodal. Estas pági-nas tienen la intención de ofrecer breves notas de espiritua-lidad como aporte a la reflexión y profundización de nuestro estar en tiempo de Sínodo.

Deseamos que estas notas sirvan de renovada Iluminación, Escucha, Comunión y Encuentro para todos los gestos a los que nos llevará el hacer camino juntos en nuestra Arquidió-cesis.

En cada uno de los apartados, ponemos el acento en una cita Evangélica, motivando a despertar la participación y de-seo más hondo de involucrarnos en este 1° Sínodo de nues-tra iglesia particular. Creemos que puede servir a párrocos, ministros, dirigentes o coordinadores de las diversas comuni-dades, tanto como guía de una meditación grupal, adoración con toda la comunidad reunida, para meditar durante la Ce-lebración Eucarística del Domingo, o para proponerlo como oración familiar o personal.

En definitiva, estos Soplos son un aporte y una invitación, para que cada comunidad enriquezca y aproveche de acuer-do a su creatividad y posibilidades, con el objetivo de generar y profundizar el clima de renovada esperanza fraterna, co-munión y discernimiento que nos trae el Espíritu del Sínodo.

Los Soplos se componen de cuatro apartados, con la idea de que puedan acompañar diferentes momentos:

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I. Que todos sean uno, Jn 17, 21. Como camino inicial, previo a la presentación de la Consulta.

II. Aquí hay un niño que tiene 5 panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente? Jn 6, 9. Para valorar lo importantes y necesarios que somos todos, protagonistas de este Sínodo.

III. Que la única deuda con los demás sea la del amor mu-tuo, Rm 13,8.Para favorecer el encuentro, la escucha y los momentos co-munitarios entorno a la Consulta.

IV. Mientras tanto María conservaba estas cosas y las me-ditaba en su corazón, Lc 2, 19.Continuar animando el modo sinodal de ser Iglesia, renovar la misión 2018 desde la es espiritualidad de comunión.

Que María Madre del Buen Ayre, llena del Espíritu Santo, im-pulse en todos nosotros la alegría de robustecer nuestros vín-culos fraternos animándonos en el desafío sinodal de com-partir e intercambiar la riqueza de nuestra diversidad eclesial.

En fraterna comunión va nuestro saludo en Jesús Nuestro Maestro,

Equipo de Animación Sinodal


Arzobispado de Buenos AiresVicaría de Pastoral 4343 0812 Int. 234

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Oración para elSínodo de Buenos Aires

Padre Misericordioso,como Iglesia de Buenos Airesqueremos ponernos en camino.

A la escucha de la Palabra de tu Hijoy escuchándonos entre nosotros.

Queremos ser misioneros misericordiosos,aprender a detenernos,

y ser compasivos ante toda miseria humana.

Que tu Espíritu de amor nos impulse,para hacer de nuestro Sínodo

un espacio de comunión y renovación.

Madre del Buen Ayre, no nos desampares.San Martín de Tours, ruega por nosotros.

Amen

SOPLOS DEL SÍNODO


Que todos sean UnoI.


I. Que todos sean Uno

Como Iglesia de Buenos Aires estamos en camino, es un tiempo que nos ofrece la oportunidad de crecer en la espiri-tualidad de comunión, animados por el Espíritu Santo. Él nos hace participar de la vida y de la misión del Salvador. Por eso, desde nuestras dudas, temores, cansancios y debilida-des lo invocamos:

Ven, padre de los pobres, ven a darnos tus dones,

ven a darnos tu luz. “Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste.” Jn 17,21.Esta oración de Jesús, nos interpela a estrechar vínculos, a valorarnos unos a otros de corazón y apreciar la riqueza de la unidad en la diversidad, tan rica en nuestra Iglesia de Buenos Aires.

Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo,

tregua en el duro trabajo.

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Sentimos el llamado de Dios a hacer juntos el camino, a bus-car las coincidencias y superar los desencuentros para vivir como hermanos. Unos en la escucha de los otros y todos en la escucha del Espíritu.

Ven Espíritu Santo, riega nuestra aridez,Cura nuestras heridas,

Suaviza nuestra dureza.

Cuando celebramos, como Pueblo de Dios, la Eucaristía, es-cuchamos la Palabra y reconocemos en el Evangelio la voz de Cristo. Con Él de compañero de camino podremos escu-char y comprender mejor a nuestros hermanos y lo que el Espíritu quiera decirnos en esta etapa sinodal.

Ven Espíritu SantoPenetra con tu santa Luz

En lo más íntimo del corazón de tus fieles.

Madre del Buen Ayre, habituada a escuchar y a conservar las palabras y gestos de Jesús en tu corazón, te pedimos nos ayudes en este camino de comunión y unidad.

Ven Espíritu Santo, danos la eterna alegría de la Unidad y Comunión Fraterna, anticipando el Reino de Dios entre nosotros. Amén



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Amen

Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es

esto para tanta gente?

SOPLOS DEL SÍNODO


II.


II. Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?

Recibí este Soplo como una invitación a darte un tiempo de en-cuentro personal con Jesús meditando cada frase, tomándote un espacio de reflexión para cada una.

Ven, padre de los pobres, ven a darnos tus dones,

ven a darnos tu luz.

Ven Espíritu Santo, despierta en cada uno de nosotros la necesi-dad del encuentro, el sabernos y sentirnos parte de una historia de fe, que nos hace Pueblo de Dios. La conciencia de que hemos sido bautizados y que este Bautismo nos ha regalado ser templos del Espíritu Santo, miembros de la Iglesia, miembros del Cuerpo de Cristo.

Nos dice San Pablo: “Un solo Señor, una fe, un Bautismo; un Dios que es Padre de todos, que está sobre todos, actúa en todos y habita en todos” Ef 4, 4-6.

Ven Espíritu Santo, danos un corazón que contemple el Misterio de la Trinidad manifestado en Jesús. (contempla en silencio de profunda fe que reconoce y adora) “Le seguía una gran multitud al ver los signos que hacía…” Jn 6, 2.

Me dispongo a contemplarte Señor de la historia en mi propia his-toria de fe, a descubrir los signos de tu Presencia en mi vida… Mi historia de fe, es trayectoria de vida con fragilidades y fortale-zas. Un camino en soledad y junto a otros, de alegrías y tristezas.

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“Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe: —¿Dónde compraremos pan para darles de comer? –Él decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer–. Felipe le contestó: -Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan-. Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo: —Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados; pero, ¿qué es esto para tanta gente?” Jn 6, 5-9 (en silencio exterior e interior atiende a los gestos y palabras de Jesús y los discípulos)

Te pedimos Señor que nuestro Sínodo nos lleve hacia un reno-vado impulso evangelizador, conscientes que cada uno de los bautizados, aún de los que se han alejado por algún motivo, so-mos parte fundamental y necesaria en este caminar juntos como Iglesia.

¿Cuáles son mis cinco panes y dos peces? ¿Qué puedo ofrecer para que Jesús pueda obrar el milagro de saciar el hambre de una multitud? (medito y le expreso a Jesús mis propios cinco panes y dos pe-ces)

Te ofrecemos Señor cada una de nuestras vidas, nuestras his-torias de fe, nuestras búsquedas, inquietudes, dolores y deseos de profunda renovación.

Te lo ofrecemos para este tiempo que desea ser verdaderamen-te nuevo para nuestra Iglesia y por lo tanto para cada uno de nosotros.

Te pedimos que nos ayudes a animarnos y confiar en que todos somos necesarios e invitados a este Banquete de Encuentro que trae nuestro Sínodo.


Se trata de poner todo en tus manos, hacernos disponibles, sa-biendo que es un misterio grande que nos llames, así, tal como somos a tu encuentro.

“Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que esta-ban sentados. Lo mismo hizo con los pescados dándoles todo lo que quisieron. Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: “Recojan los pedazos que sobran para que no se pierda nada” Jn 6, 11-12

María, Madre nuestra que nos decís: “Hagan todo lo que Él les diga” Jn 2,5 ayudanos a escuchar a Jesús que nos pone a prueba como a Felipe y nos pregunta: “¿dónde compraremos pan para darles de comer a tanta gente? porque sabía bien lo que iba a hacer”. Jn 6, 5b-6.

Señor Jesús, desde la intimidad de nuestros corazones y comu-nidades, ponemos y renovamos entregarte en este momento de Consulta, “nuestros cinco panes y dos peces” para que puedas realizar en este camino sinodal de Buenos Aires todo lo que de-seas.

María del Espíritu Santo, Madre del Buen Ayre ruega por noso-tros, la pequeña porción del Pueblo de tu Hijo que somos, Iglesia de Buenos Aires.


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Que la única deuda con los demás sea la del amor mutuo

SOPLOS DEL SÍNODO


III.


III. Que la única deuda con los demás sea la del amor mutuo

En este “Caminar juntos”, recibí este Soplo animando el diá-logo fraterno en tu comunidad.

Ven Espíritu Santo, riega nuestra aridez,Cura nuestras heridas,

Suaviza nuestra dureza.

El Camino Sinodal en el que estamos es de largo aliento y necesitamos de la fortaleza espiritual que solo nos viene de la gracia.

Padre ayudanos a descubrir en el otro el rostro de Jesús, que nos comprometa con una actitud adecuada, sin prejuicios, desde un lenguaje claro y cordial, en el único camino que es el del encuentro.

“En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros” Jn 13, 35

Padre acompaña nuestra búsqueda sincera de reconocer y valorar todo lo bueno que has sembrado en cada hermano y aceptarlo como compañero de camino.

Ayudanos a hacernos cercanos, a mirarnos con ternura, a asumir el dolor y la herida del otro como propia, reconocien-

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do que nos pertenecemos, volviéndonos más familia y más pueblo.

¡Qué bueno y agradablees que los hermanos vivan unidos!

Allí el Señor da su bendición,la vida para siempre. Sal 133, 1.3b

Que este ejercicio de diálogo sinodal despierte en nosotros el deseo de ser una casa y escuela de comunión donde nos escuchemos unos a otros, con tolerancia, respeto y co-rrección fraterna. Que nos podamos nutrir de la riqueza del aporte personal en la diversidad de nuestra comunidad.

Madre del Buen Ayre, ayudanos a compartir la alegría de la fe, con la certeza que Dios hace nuevas todas las cosas. Renueva nuestro corazón, cambia nuestra mirada, para descubrirnos y valorarnos unos a otros de una nueva ma-nera.

San Martín de Tours, ejemplo de caridad, ruega por noso-tros, para que nos pongamos al servicio del otro, fortale-ciendo los vínculos fraternos en cada comunidad de nuestra Iglesia de Buenos Aires.Amén



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Amen

Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón

SOPLOS DEL SÍNODO


IV.


IV. Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón

En acción de gracias de lo caminado en esta primera etapa de escucha como nutriente para continuar el andar sinodal.

Ven Espíritu SantoPenetra con tu santa Luz

En lo más íntimo del corazón de tus fieles.

Padre Misericordioso, te damos gracias por ponernos en ca-mino. Queremos continuar caminando juntos, participando de la comunión de la Trinidad en nuestro modo de ser igle-sia. “Que se haga tu voluntad en la Tierra como en el Cielo.” Mt 6, 10b

Si el Señor no edifica la casa,en vano trabajan los albañiles;

Si el Señor no custodia la ciudaden vano vigila el centinela. Sal 127, 1

Señor Jesús, gracias por tu presencia viva entre nosotros. Hemos escuchado tu Palabra, nos hemos encontrado, he-mos compartido el Pan. Nos ayudaste a ver nuestros cinco panes y dos peces que te los ofrecemos para que continúes obrando el milagro de saciar el hambre de los que te buscan.

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¡Aclamen al Señor, hijos de Dios,aclamen la gloria y el poder del Señor!

¡La voz del Señor es potente!El Señor fortalece a su pueblo,

el bendice a su pueblo con la paz. Sal 29, 1.4a.11

Espíritu Santo que nos animaste a iniciar este camino como Iglesia de Buenos Aires, te damos gracias por los pasos de vida fraterna que van fortaleciendo y construyendo el ser casa y escuela de comunión. Que desde el fuego de tu amor salga-mos al encuentro y contagiemos la alegría de la salvación de Cristo en las exigencias de los tiempos nuevos.

Sólo en Dios descansa mi almade él me viene la salvación.

Sólo él es mi Roca salvadora,él es mi baluarte, nunca vacilaré. Sal 62, 2-3

María, Hija predilecta del Padre, Madre del Hijo único de Dios, Templo del Espíritu Santo, ayudanos a conservar en nuestro corazón lo vivido en este tiempo para que este sínodo vaya gestando un nuevo modo de ser Iglesia misionera y misericor-diosa. Y, que con vos digamos:

“Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estre-mece de gozo en Dios, mi salvador, porque él miró con bon-dad la pequeñez de su servidora” Lc 2,46-48. Amén.



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