quince soplos de ventisca

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Juan Fernández Fernández Quince soplos de ventisca COLECCIÓN DE POESÍA DEL IES PABLO NERUDA

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Primer poemario de Juan Fernández

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Juan Fernández Fernández

Quince soplos de ventisca

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PRÓLOGO

Con esta colección abrimos la serie de Las llaves de la literatura, en una suerte de editorial virtual que ofrece al mundo los textos y las ediciones de quienes formamos o hemos formado parte de la comunidad del IES Pablo Neruda. Los versos de Juan Fernández me son especialmente gratos: biografía y ficción, emociones y sentimientos en poemas que anuncian lo que ya sabemos. En palabras de otro poeta joven (en este caso, uno de los clásicos del futuro), este libro es verdadera poesía.

Ojalá el año solamente fuera una rotación completa del pensamiento, eso -lo mismo exactamente- que según Paul Valéry es un poema.1

1 Juan Antonio González Iglesias, Eros es más, Visor, 1997, “Tabla de la diversidad de los días”.

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I. HIJO DE LA TORMENTA Son mis manos, arraigadas en el cielo como dos candentes hierros y elevadas en el aire, las que evocan tu linaje de agua, tormenta y trueno. Yo te llamo, oh, mi ángel de la guarda, empuñando mis palabras sobre aquesta tempestad. Que por la lluvia abrazado, madre, y hermanado con el viento renazco de lo que siento sintiendo lo que me place. Me llaman ciego ciclón; mas no soy sino el estruendo de la voluntad loable del rayo que no cesó.

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II. YO Tú, tú que miras a lo lejos entre suspiro y suspiro y que avanzas entre olivos con botas y pies de plomo. ¿Dónde se perdió tu fuego, dónde tu mirar de acero? Tu sonrisa ya no brilla como un alfanje de plata, ni tu corazón palpita para la sangre escarlata. Los versos de seda y oro se disuelven en el viento que con soplar ceniciento narra el sentir de tus ojos.

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III. PRODUCTO DE FACTORES ERRÓNEOS ¿Cuántas veces ha sabido el guerrero que su espada no es más que una vaharada del aliento que ha perdido ? ¿Cuántas veces ha intuido que no son de su camada los lobos que le rodean y que tanto le han mordido? Se siente solo y vacío al ver correr por el río esas gotas de rocío de las que no se ha olvidado. Le golpea ahora el viento helado oteando la lontananza, viendo trozos de metralla destruir lo abandonado. Atrás su casa ha dejado. Llevado por el orgullo ha abandonado a los suyos. Pues es la peor de las hambres esa odiada sed de sangre que nos ahoga en un murmullo. Espera paciente la carga, mientras sostiene su lanza nota brotar la hiel amarga perdiendo toda esperanza que quedase en sus costillas.

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Vuela despierto a hurtadillas, pidiendo en mil alabanzas regresión de manecillas de bravuras y bonanzas. Mas el primero en la fila su cuerno de ébano alcanza, tocando en furor suicida esas notas homicidas que incitan a la barbarie. ¡Qué actitud tan deplorable, feroz, atroz… divertida!, la de empuñar un alfanje para arrebatar la vida; quien había soñado antes con dar marcha atrás a andares y volver a los lugares donde de verdad se viva.

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IV. MONÓLOGO DEL POETA Lágrimas de tinta caen en lenguas de papel blanco. Hoy me enfrento al infinito como tantas veces hice, dejo correr mis sentidos en esta vasta planicie. Tras mucho pensar me dije ¿sobre qué escribo el poema? Las manos van y bendicen ¿pues no está bien claro el tema? Como buen poeta me exigen que escriba en vida mi lema. Yo, sobre tres que me envuelven haré girar el dilema. Lágrima, amor y tinta. La primera inevitable, la segunda aunque distinta aún menos controlable. La tercera es optativa mas para mí inalterable. Pues ella musa y yo escriba, un equipo inigualable. Por eso con mi misiva de príncipe destronado, me despido enamorado de tres razones en vida. Lágrimas de tinta caen en lenguas de papel blanco.

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V. REFLEXIONES DE UN POEMA DESCONTENTO Te miro. Lánguido y esquelético. Suspiro. Tan medido y estético. ¿Por qué tuve que nacer tan jodidamente métrico?

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VI. TIEMPOS DE MELANCOLÍA Son amargas las sonrisas que han sido heridas de muerte y perdidas en la brisa vuelven a tiempos mejores. Lo son. Los sueños emprendedores que con las alas cortadas lloran sobre pedestales de verdades reveladas. Lo son. Las paginas exiliadas escritas por el amor que sobre el piso tiradas gritan rotas de dolor. Lo son. Tus lágrimas por temor a la soledad y al tiempo que ahogan mi corazón arrastradas en el viento. ¿Te parecen suficientes motivos para tiempos de melancolía?

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VII. COMO SUEÑOS EN EL CIELO Como un pirómano al fuego, como insectos a la luz nuestros sueños se desvelan, y como pájaros vuelan buscando el aire del sur que los avive de nuevo. Cual ilusión yo escapé culebreando entre las sombras. Jinete de las alondras de vida fui mercader Sentí tu alma desde el cielo recorrer calles ocultas, y del sol a la penumbra me deslice hasta tu fuego. Yo, aunque no llegué tardío, ya tenia los pies helados. Aterricé inesperado fundiéndome en el estío. Hallándote entre el gentío como buen enamorado. Hoy le grito a mi cuaderno lo que me duele el olvido al pensar que me ha inducido a vivir en el invierno. Cuán será lo que te extraño que temo que se separen nuestras almas inmortales tanto como hacerte daño.

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Recuerdo como fría estaca en el pecho atravesada, la disputa enrevesada que tanto cristal nos saca, mermando nuestra paciencia cual lento reloj de arena, haciendo correr por mis venas finos hilos de inconciencia. Medio año de mi vida tan cerca y lejos de ti, lo son todo para mí. Ya que tú eres la salida por la que escapan mis sueños, cisnes huyendo del dueño

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VIII. A LA MAR, LE ESCRIBO De nuevo solos tú y yo tu arrullo es una canción. Mi alma flota entre tus olas y ,oculto tras caracolas, me meces con tu vaivén. Con los cabellos al aire, enfrentados y distantes nos hemos visto otra vez. La arena fina se cuela entre rendijas de olvido, abrazando los latidos del corazón de la tierra. Sobre las crestas, la guerra de los besos de salitre de salpicaduras viste los pies, el pelo y el alma. Como el alba abraza el mundo tus brazos mellan la roca, y si el pez muere en la boca vivirá por tus entrañas. Danza eternamente , mar, suspirando por la luna, que por mar y por ventura recibí la libertad.

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IX. LOS POETAS… ¿QUÉ SON? Sin recuerdos no hay persona, Sin personas no hay recuerdos, Sin esta espada no hay muertos Y sin muertos no hay poesía. La poesía es un canto A lo inerte y al dolor. Siervos de melancolía Ávidos de corazón. Esos son los poetas.

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X. DÉCIMA DE SEGUNDO Van pasando, vacilantes como los golpes de un péndulo, duros, vivos y oscilantes los hijos del titán Cronos. Mas como siempre, a nosotros, hormiguitas a sus ojos, nos toca pagar bien caro el pisar de los zapatos del vástago de un dios loco.

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XI. NUNCA GUSTÉ DE HIPOCRESÍA - ¿Cuál es tu patria? – me dijiste. - Rocas y oleaje, – respondí , lo que tengo y que resiste, la estabilidad de abril; mi amor y sus ojos tristes.

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XII. SENTIR DE CENIZA Suele doler más amar Que morir. Bien pues, mas, Si me muero poco a poco; ¿qué es lo que siento por ti?.

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XIII. TRECE PÉTALOS DE ROSA NEGRA Trece lágrimas se deslizan río abajo, tan vivas y tan hermosas que eclipsan un horizonte por el llanto marchitado. Son pétalos destapados de rosa, de rosa negra, mas a la vida se aferran. Y con el ciprés se esconden allá por el cementerio; adentro, casi al fondo, junto a la dura y fría roca y a los restos de ceniza, de hiel y tierra cobriza donde se estrella el arroyo.

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XIV. COMO SIEMPRE Sonríes. Bajo el peso de las nubes que ocultan el sol naciente, y sobre el viento omnisciente que en áridas tierras fluye. Sonrío. -- -- -- Me miras. Llamándome a tus pupilas a través de ventanales, permaneciendo distante a pesar de mis heridas. Te miro. -- -- -- Todo es como ha sido siempre…

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XV. VÍCTIMAS DE UN MUNDO GRIS Tristes son los ojos que miran al infinito, perdidos en la penumbra de un mañana incierto. Víctimas…, verdugos de los vivos y los muertos que forman con su recuerdo insuperables hitos. ¡Qué tradición tan horrible es vivir en el llanto¡ Sentir lentamente cómo se corroe el alma tras la pérdida de la inocencia de la infancia… El corazón se encoge y respirar duele tanto como ver morir un sueño y mantener la calma. Por Juan Fernández Fernández, Castilleja de la Cuesta, a 3 de febrero de 2008, domingo.