sociedades adultocentricas

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    ULTIMADCADAN36,CIDPA VALPARASO,JULIO 2012,PP.99-125.

    SOCIEDADES ADULTOCNTRICAS:SOBRE SUS ORGENES Y REPRODUCCIN

    CLAUDIO DUARTE QUAPPER*

    A la familia Mart Escofetpor su cario

    RESUMEN

    Nuestra sociedad occidental puede ser caracterizada conceptualmente desde

    diversas nociones segn los ejes de observacin que se privilegien en el an-lisis. Para el caso de este ejercicio reflexivo, el eje principal es el de las rela-ciones entre clases de edad, especficamente juventud y adultez. Desde esa

    perspectiva, decimos que se trata de una sociedad adultocntrica,producidacomo resultado de diversos procesos econmicos y polticos que han consoli-dado materialmente este modo de organizacin societal, as como de la cons-truccin de su matriz sociocultural que en un plano simblico, potenciasu recreacin y reproduccin, construyendo imaginarios que afectan directa-mente las relaciones y los procesos identitarios de diversos sujetos sociales.La presente reflexin muestra procesos que han posibilitado la emergencia y

    reproduccin de sociedades adultocntricas, ledo desde las condiciones ysituaciones de las y los jvenes.

    PALABRAS CLAVE:LO JUVENIL,JUVENTUDES,SER JOVEN,PRODUCCINSOCIAL,NATURALIZACIN,SOCIEDAD ADULTOCNTRICA,

    IMAGINARIOS ADULTOCNTRICOS

    * Socilogo y Educador Popular. Magster en Juventud y Sociedad, Uni-versidad de Girona. Doctorando en Sociologa, Universidad Autnomade Barcelona. Acadmico del Departamento de Sociologa de la Univer-sidad de Chile, coordinador del Ncleo de Investigaciones en Juventu-des. E-Mail: [email protected].

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    SOCIEDADES ADULTOCNTRICAS:SOBRE SUAS ORIGENS E REPRODUO

    RESUMO

    Nossa sociedade ocidental pode ser caracterizada conceitualmente a partir dediversas noes segundo os eixos de observao privilegiados na anlise. Parao caso deste exerccio reflexivo, o eixo principal o das relaes entre as faixasetrias, especificamente juventude e adultez. A partir desta perspectiva, dize-mos que se trata de uma sociedade adultocntrica, produzida como resultadode diversos processos econmicos e polticos que consolidaram materialmente

    este modo de organizao social, assim como da construo de sua matrizsociocultural que em um plano simblico, potencializa sua recriao ereproduo, construindo imaginrios que afetam diretamente as relaes e os

    processos identitrios de diversos sujeitos sociais. A presente reflexo mostraprocessos que possibilitaram a emergncia e reproduo de sociedades adul-tocntricas, a partir das condies e situaes dos e das jovens.

    PALAVRAS CHAVE:JUVENIL,JUVENTUDES,SER JOVEM,PRODUO SOCIAL,NATURALIZAO,SOCIEDADE ADULTOCNTRICA,IMAGINRIOS

    ADULTOCNTRICOS

    ADULTCENTRISM SOCIETY:FOCUSING ON ITS ORIGIN AND REPRODUCTION

    ABSTRACT

    Our Western society can be characterized conceptually from different notions

    according to the axes of observation in the analysis privilege. In the case ofthis reflective exercise, the main focus is the relationship between age clas-ses, specifically youth and adulthood. From that perspective, we say that thisis an adult-centered society, produced as a result of various economic and

    political processes that have materially strengthened this mode of societalorganization and construction of sociocultural matrix, on a symbolic level,

    power recreation and play, imaginary building that directly affect relation-ships and identity processes of different social subjects. This reflection shows

    processes that have enabled the emergence and reproduction of an adult-centered society, read from the conditions and situations of young people.

    KEY WORDS:YOUTH,JUVENTUDES,BEING YOUNG,SOCIAL PRODUCTION,NATURALIZATION,ADULTCENTRISM SOCIETY,

    ADULTCENTRISM IMAGINARIES

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    1. INTRODUCCIN

    UNO DE LOS ASPECTOS ampliamente debatidos en los estudios sobrejuventudes alude al carcter de produccin social que ella posee. Deesta forma, se ha enfrentado una nocin paradigmtica anterior queplanteaba una condicin psicobiolgica como caracterstica definitoriadel ser joven, otorgndole a los caracteres propios del crecimientobiolgico y psicolgico la capacidad de definir y clausurar la constitu-cin de ciertos individuos en personas jvenes. Sin embargo, el debatede los ltimos treinta aos en Amrica Latina y en Chile ha abierto

    nuevas miradas, nuevos enfoquesque en dilogo con elaboracionesprovenientes de Europa y Estados Unidos han desplegado con diver-sos grados de sistematicidad, miradas que ponen de relieve otrosfactores al momento de conceptualizar el carcter de el ser joven-lapersona joven, como nfasis en la condicin de sujeto/a y/o actor quetendran los individuos socialmente considerados jvenes; la juventud,que en una acepcin ms mltiple puede referir a una etapa de la vida,grupo social, actitud ante la vida y que se enfatiza en su condicin dediversidad y pluralidad las juventudes(Duarte, 2001); lo juvenil-

    lo joven, como las producciones que las y los jvenes realizan, ascomo las que socialmente se elaboran respecto de ellos y ellas (Duar-te, 2005); la juvenilizacin, como proceso social que produce e impo-ne lo juvenil como una esencia que se autosustenta y que puede existirindependiente del resto de la sociedad (Margulis, 1996).1

    Un eje que cruza transversalmente estos cuatro modos de conce-bir refiere a que se trata de una produccin social, en que las claveshistricas, econmicas, culturales, polticas y socialesentre otras,

    han de ser consideradas y explicitadas como elementos definidores enestos ejercicios de conceptualizacin.2 Ello ha generado cambios y

    1 De los cuatro modos sealados, lo juvenil es a nuestro juicio la catego-ra ms comprensiva, en tanto da cuenta de la condicin relacional delser joven y de las distintas formas de concebir-producir jvenes, juven-tud (es) y juvenilizacin. Por ello, la nominacin que utilizo es sociolo-

    ga de lo juvenil, para poner de relieve el propsito de hacer un anlisiscomprensivo de esta condicin estructural y estructurante (Duarte,

    2005). La misma opcin asumo en este artculo.2 Bourdieu (1990) abri de manera potente este debate al sealar, concierta irona, que la juventud no es ms que una palabra, cuestiona-miento que retom, ahora desde la sociologa, las posiciones diferencia-das en los enfoques que relevaban naturaleza o cultura, y que haban

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    aperturas relevantes en los enfoques con los cuales se observan las

    juventudes y lo juvenil (Alpzar y Bernal, 2003; Duarte, 2005), lostipos de preguntas que orientan las investigaciones (Aguilera, 2009),los mtodos de estudio (Prez Islas, 2006), las nociones utilizadas(Dvila, 2004).

    De esta forma lo juvenil y las juventudes han sido incorporadosen el debate, como una produccin diferenciada que exige considerarlas posicionescon diversidad y dinamismoque las y los jvenestienen en la estructura social, las situacionesespecficas que en tantogrupos sociales experimentan y al mismo tiempo, las condicionesen

    las cuales despliegan-inhiben sus vidas (Martn Criado, 1998).Si consideramos lo juvenil desde este enfoque de construccinsocial, una delimitacin conceptual que hemos de hacer refiere al ca-rcter relacional que esa produccin tiene. Vale decir, la construccinde lo juvenil ha de elaborarse a partir de las mltiples e infinitas rela-ciones que establecen los sujetos jvenes de ambos sexos desde susdiversas posiciones sociales. Lo anterior apela a sus condiciones dejvenes que se producen por semejanzas y diferenciaciones; o si sequiere, por asimilaciones y resistencias, continuidades y rupturas.

    Esta produccin de sociedad remite a unas ciertas relaciones so-ciales que se despliegan y que pueden ser ledas a travs de diversosejesclase, gnero, etnicidad, entre otros. Para nuestro inters, porahora podemos enunciarlo como una lectura desde la nocin concep-tual de clases de edad, en tanto ella refiere en un momento del tiem-po, a la divisin que se opera, en el interior de un grupo, entre lossujetos, en funcin de una edad social: definida por una serie de dere-chos, privilegios, deberes, formas de actuar... en suma, por una

    esencia socialy delimitada por una serie de momentos de transi-cin que difieren histricamente: matrimonio, servicio militar, pri-mera comunin, certificados de escolaridad.... [...] Esta divisin declases de edad, por tanto, es una variable histrica: no depende de unaserie de naturalezas psicolgicasprevias, sino que se construye en el

    emergido sistemticamente a principios del siglo XXdesde quienes in-vestigaron sobre juventudes en Estados Unidos y que marcaron tenden-cias: Stuart Hall en la primera posicin (1984) y Margaret Mead en la

    segunda (1973). Posteriormente, estos enfoques contrapuestos no tuvie-ron la misma continuidad, asumindose como hegemnica la elabora-cin naturalizadora de lo juvenil y quedando como marginal la que bus-caba relevar aspectos contextuales. En las ltimas tres dcadas esta si-tuacin ha cambiado en la regin (Prez Islas, 2006).

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    seno de cada grupo social en funcin de sus condiciones materiales y

    sociales y, sobre todo, de sus condiciones y estrategias de reproduc-cin social (Martn Criado, 1998; 86).Esta nocin nos permite leer las sociedades occidentales3 como

    constituidas por la interrelacin entre clases de edad que cotidiana-mente definen desde sus diversas posiciones los modos de rela-cin que establecen, las decisiones que toman y el control que de ellaspueden tener (poder/autonoma), y los criterios desde los que sostie-nen sus prcticas, discursos e imaginarios (habitus). Dichas lecturashan de considerar los otros ejes constitutivos ya sealados y que se

    trata de ejercicios de objetivacin de realidades dinmicas en continuatransformacin, en que las delimitaciones de fronteras entre gruposson resultados y factores de las luchas de poder por la reproduccinentre los propios grupos (Martn Criado, 1998).

    Podemos explicitar entonces que nos posicionamos desde la consi-deracin del carcter de construccin social, ya no solo de lo juvenil,sino de las diversas clases de edad niez, adultez, adultez mayor,para desde ah reflexionar en torno a una caracterstica que posee nues-tra sociedad occidental y es su condicin adultocntrica. Ella remite a

    unas relaciones de dominio entre estas clases de edady lo que a cadauna se le asigna como expectativa social, que se han venido gestandoa travs de la historia, con races, mutaciones y actualizaciones econ-micas, culturales y polticas, y que se han instalado en los imaginariossociales, incidiendo en su reproduccin material y simblica.

    El presente texto surge como ejercicio reflexivo de sistematiza-cin, de un conjunto de conversaciones sostenidas en el marco deexperiencias formativas en organizaciones sociales de diverso tipo y

    docencia universitaria en varios pases de Amrica Latina y el Caribe,y apoyado en una investigacin bibliogrfica. La motivacin polticadel mismo radica en ofrecer una palabra fundada sobre una de lasideas que por aos he venido trabajando y sometiendo a discusin: elcarcter adultocntrico de nuestra sociedad y de las relaciones que enella desplegamos, para su comunicacin y profundizacin. La motiva-

    3 Franz Hinkelammert define la sociedad occidental como aquella forma-

    da durante la edad media y que se ha caracterizado por ser dominadoradel mundo entero a travs de la colonizacin, el racismo, el hambre,guerras, sistemas de dominacin extremos, fuerzas productivas que sesostienen en la depredacin, la ilusin de la libertad humana y como so-lucin a los problemas que ella misma crea (1991; 1998).

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    cin prctica es cerrar parte de mis estudios de postgrado, por lo cual

    agradecer a docentes y estudiantes de la promocin 2010-2011 delMagster Interuniversitario en Juventud y Sociedad, coordinado por laUniversidad de Girona, Catalua, por la rica experiencia vivida en estetiempo y por sus aportes, que con seguridad me han ayudado a crecer.

    2. ADULTOCENTRISMO COMO PROCESOHISTRICAMENTE PRODUCIDO

    Existen relatos sistemticos de fases de la historia humana o de socie-

    dades especficas en que se enfatiza en las relaciones que se producanentre clases de edad, a partir de evidenciar los procesos de emergenciade juventud y niez (Feixa, 1998). Relevaremos el carcter conflictivode estas relaciones en tanto constituyen asimetras que contienen yreproducen autoritarismo (Gallardo, 2006).

    En las sociedades primitivas sin Estado, la posible constitucin dejuventud estaba enmarcadadentro de una amplia diversidadpor laexistencia de ritos de pasos que sealaban el cambio de estatus de niosy nias, para comenzar a jugar roles vinculados a la participacin en las

    labores productivas, reproductivas y de defensa; lo que en algunos casosimplicaba el acceso a la vida adulta o en otros el ingreso en un gru-po de edad semidependiente previo al matrimonio (Feixa, 1998:20).Existan distintas ritualidades, por medio de las cuales se otorgaba legi-timidad a la nueva condicin de sus integrantes (Turnbull, 1984).

    Nos interesa debatir el carcter de estos procesos, ya que los siste-mas de edades sirven a menudo para legitimar un desigual acceso a losrecursos, a las tareas productivas, al mercado matrimonial, a los cargos

    polticos (Feixa, 1998:25). De esta manera, una caracterstica de estasrelaciones sociales primitivas es que se legitimaba la jerarquizacin entreedades, y con ello se aseguraba la subordinacin de los sujetos y sujetasconstruidos como menores. Estas jerarquizaciones productoras de asime-tras se originaron y sostienen hasta hoy, sobre las ya existentes de ordenpatriarcal, en que las mujeres perdieron las posibilidades de ejercicio depoder en sus sociedades y fueron relegadas a roles reproductivos y pro-ductivos domsticos, sin capacidad en el plano de las decisiones polticas,econmicas y sexuales (Simone de Beauvoir, 1998).

    Diversos autores plantean que el patriarcado es un sistema dedominacin que contiene al adultocentrismo: en trminos estrictos, elmonopolio patriarcal es ejercido por los varones designados social-mente como adultos. [...] Contiene [el patriarcado] la prctica de un

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    adultocentrismo, por el cual la autoridad legtima y unilateral reposa

    naturalmente en los adultos y tambin en las prcticas de discrimina-cin de gnero con dominio patriarcal (Gallardo, 2006; 230; Abaun-za et al., 1994). Este patriarcado se habra gestado por necesidades queimpuso la guerra, que gener ciertas ventajas a los varones (tamao,fuerza y mayor velocidad); y por el sostn y transmisin generacionalde la propiedad (herencia) mediante la atadura forzosa de la mujer.

    En la Roma antigua siglo II A. C. los cambios en el sistemaeconmico y social habran sido detonadores de la emergencia de unajuventud, por medio de legislaciones en que el Senado aprob un con-

    junto de leyes que trasladan el reconocimiento de la adultez desde lapubertad hasta los veinticinco aos. LaLex Plaetoria impeda la reali-zacin de negocios con personas menores de dicha edad y laLex VilliaAnnalislimitaba a estos menores para la participacin en cargos pbli-cos: La juventud o la adolescencia hacen pues su aparicin histricacomo una fase de subordinacin, de marginacin, de limitacin de dere-chos y de recursos, como incapacidad de actuar como adultos, comofase de semidependencia entre la infancia y la edad adulta (Lutte,1992:22). Si bien las leyes que se dictan son presentadas como medidas

    que buscaban defender a las y los jvenes, su efecto fue en el sentidoinverso, ya que al fundar esta nueva clase de edad, lo que pretenden msbien es garantizar una serie de transformaciones socioeconmicascuyo resultado es concentrar la riqueza y el poder en las manos de unasminoras privilegiadas con la finalidad de obtener derecho (Lutte,1992:22-23). Estos grupos dominantes son los grupos de clase alta,masculinos y de mayor edad, que se erigen como controladores de cam-pos econmicos y polticos de la organizacin societal.

    Esta dictacin de leyes y construccin de juventud incidi en va-rones de los sectores privilegiados de dicha sociedad; el resto de hom-bres y mujeres tardaron bastante tiempo en ser reconocidos como per-sonas y como jvenes, mientras tanto estaban en situacin de invisibi-lidad social lo que se agrav con las dominaciones ya existentes declase y gnero. De esta manera, comienzan a asentarse las bases de unmodo de relacin en sociedad respecto de las y los sujetos considera-dos menores, a quienes, a partir de su condicin de edad se les re-mite a posiciones de subordinacin.

    En esta perspectiva, la niez tambin es una construccin socialque ha existido en diferentes momentos emergiendo y desapare-ciendo de la historia europea (Aris, 1990; DeMause, 1982; Po-llock, 1990; Stone, 1986). Esta dinmica ha sido influida por variacio-

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    nes demogrficas producto del aumento de la esperanza de vida; la

    valoracin e importancia otorgada a los procesos educativos comoaccin diferenciadora de las responsabilidades de cada grupo de edadlos grupos adultos encargados de la formacin de los sujetos consi-derados menores, y la tarea de estos, dejarse formar para lograr seraceptados. La familia europea de los siglos XVIIIy XIXse constituyecomo el lugar principal para esta funcin social y espiritual, y mstarde la escuela ser la encargada de la formacin para la vida. Aris(1990) insiste en que un indicador de este proceso es el paso del im-pudor a la inocencia, siendo esta ltima construida como debilidad. De

    ah que la tarea de la educacin sea enfrentarla a travs de la ensean-za y la disciplina como mecanismo de fortalecimiento para el desarro-llo del carcter y de la razn.

    En la Edad Media, los nios vivan mezclados con los adultos y nohaba una definicin clara de proceso educativo, se careca de una rituali-dad que marcara diferencias entre uno y otro estadio. En la poca moder-na al emerger la escuela, lo que se instituye es un rito de paso que esta-blece una marca que diferencia en cuanto roles y posicin en lo so-ciala la niez y posteriormente a la juventud respecto de la adultez.

    La familia y la escuela retiraron al nio de la sociedad de los adultos. Laescuela encerr a una infancia antao libre en un rgimen disciplinariocada vez ms estricto, lo que condujo en los siglos XVIIIy XIXa la reclu-sin total del internado. La solicitud de la familia, de la iglesia, de losmoralistas y de los administradores priv al nio de la libertad de quegozaba entre los adultos. Esta solicitud le infligi el ltigo, las correccio-nes reservadas a los condenados de nfima condicin (Aris, 1990:542).Vale decir, se instituye un modo de ser nio, nia y joven asociado a la

    experiencia de la obediencia y la sumisin en el contexto de dos institu-ciones vitales para este modo de sociedad: la escuela y la familia.La escuela aporta a la sociedad, entre otros factores, la diferen-

    ciacin etaria de estudiantes, la especificidad de roles entre jvenes yadultos, la institucionalizacin de caractersticas que son impuestascomo esencias de las clases de edad: profesores/as (adultos) mandan ylos alumnos (nias, nios y jvenes) obedecen (Aris, 1990).

    La familia aporta, entre otros aspectos el carcter sobrerrepresivode la misma y su estructuracin en funcin de dicho propsito: autori-

    dad unidimensional y arbitraria, vulneradora de posibilidades, nega-cin de sujetos/as; todo lo anterior encubierto en cuestiones ideolgi-cas como exclusividad sexual, amor, proteccin, abnegacin y gratitud(Gallardo, 2006).

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    Parte de la investigacin histrica muestra que en el territorio que

    hoy es Amrica Latina y el Caribe, antes de la invasin espaola yportuguesa, en la amplia diversidad de culturas que la habitaban, lasrelaciones entre grupos de edad se caracterizaban por dos aspectos: deuna parte, en pueblos aztecas, la vinculacin de individuos jvenes aprocesos especficos de preparacin para la guerra y las labores reli-giosas, a travs de tareas de ayuda a los adultos encargados en esosmbitos, cuestin que les preparaba tambin para asumir posterior-mente responsabilidades de formar familia y tener descendencia (Ca-rrasco, 1979); y por otra parte, en la alta consideracin de nios y

    nias a quienes llamaban piedras preciosas, porque aseguraban lacontinuidad del grupo y las tradiciones (Rodrguez, 2007).4

    En Chile, la emergencia del sujeto joven y del grupo social juven-tudes est dado por la confluencia de al menos dos procesos: uno, laspaulatinas transformaciones en el modo de produccin econmico ypoltico dominante con posterioridad a la guerra de independencia: elpaso de las estructuras econmicas coloniales fundamentalmenteagrcolas, ganaderas, comercial y de pequea minerahacia la gesta-cin de estructuras capitalistas, sostenida en progresivos procesos de

    industrializacin, lo que trajo transformaciones profundas en la organi-zacin familiar y del trabajo. El segundo proceso, resultado del anterior,estuvo dado por la ampliacin y emergencia del sistema educacional enel pas, como preparacin para el mundo del trabajo, y de la necesidad-deber de participar de la formacin escolar que comenz a ser aceptadaen nuestra sociedad (Goicovic, 2000; Salazar y Pinto, 2002).

    A la institucin escolar fueron integrndose diferenciadamentegrupos, que anteriormente pasaban de niez a adultez por el rito de

    paso del matrimonio,

    5

    o la incorporacin a las tareas productivas delas nacientes Repblicas (Parra, 1985), y que comienzan a ser recono-cidos socialmente por jugar un rol hasta entonces desconocido en susfamilias y en el conjunto de la sociedad: ser estudiantes primarios,secundarios o de universidad (Duarte, 2005). Decimos diferenciadapara relevar que segn clase social, gnero, etnia y localizacin terri-4 Comparada con Europa, es muy poca la produccin investigativa sobre

    la situacin de las clases de edades menores en nuestro continente para

    dicho perodo. Lo que se ha producido suele tener como punto de parti-da el perodo colonial o el posterior a las guerras que buscaban indepen-dencia en el siglo XIX.

    5 O alguna figura de formacin de familia con responsabilidades en sumaterializacin.

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    torial (urbana o rural), la conflictividad social se expres en procesos

    de integracin/exclusin a la naciente escuela. Los jvenes varones dela clase oligarca fueron los que primero accedieron a este proceso,ms tarde los varones pobres y las mujeres de la oligarqua y muchodespus los sectores femeninos ms pobres de las emergentes ciuda-des y de las poblaciones campesinas (Illanes, 1991).

    Este dinmicoproceso de emergencia de sectores jvenes en la so-ciedad chilena, iniciado aproximadamente a mediados del siglo dieci-nueve, va a alcanzar un punto mximo de despliegue; es decir, se conso-lida en las diversas clases sociales, en ambos gneros y sectores territo-

    riales (rurales y urbanos) a fines de la dcada del sesenta y principiosdel setenta del siglo pasado. Uno de los factores estructurales que msincide en ello, es la ampliacin de la cobertura educacional en el nivelsecundario y terciario con asimetras de clase, gnero y localizacinterritorial (Oyarzn, 2000; Bellei, 2000), el acceso al mundo del tra-bajo para los jvenes de ambos sexos est ms abierto con precariascondiciones para los sectores ms empobrecidos (Figueroa, 2005) ysobre todo porque surgen en la escena nacional lo que se denominarexpresiones culturales juveniles (Zarzuri y Ganter, 2005).

    Adems de dinmica y diferenciada esta emergencia juvenil y lasrelaciones entre clases de edad, tambin essin fin. Es decir, se trata deun proceso infinito que an no concluye y que podemos hipotetizar,seguir mutando mientras el modo de produccin capitalista siga mo-dificando sus ejes de organizacin. La evidencia que sostiene estahiptesis es que la educacin superior se ha ido ampliando en matrcu-la y en duracin (Meller, 2010) a partir de las demandas que el merca-do laboral y de consumo imponen. Esto ltimo ha implicado que el

    momento de salida de la clase de edad juvenil se ha ido postergandopara los sectores con capacidad de acceso a esta modalidad educativa.En ese sentido podemos decir que tienen ms tiempo de juventud yque quienes no acceden a esta posibilidad transformada en privile-gio en Chileconflictan sus vidas al experimentar marginacin deestas modalidades de ascenso social (Zilveti, 2010).6

    6 Un matiz a esta hiptesis sugiere incorporar a la influencia del sistemaeducativo, la construccin social de juventudes que se hace desde el

    mercado, y que a travs de imgenes de xito por medio del consumoopulento, la productividad eficiente, y/o la modernizacin tecnolgica,imponen modelos de identidad a un conjunto de sujetos/as que se hacen

    jvenes a travs de estos mecanismos que se pretenden de integracinsocial (Moulian, 1997; Duarte, 2009). Este proceso es situado desde la

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    Las evidencias histricas muestran que esta emergencia y cons-

    truccin de juventudes en las sociedades latinoamericanas y caribeasposeen una cuarta caracterstica: diversos conflictosen torno al desen-cuentro entre las expectativas de los mundos adultos respecto de las ylos jvenes y de estos en torno a su papel y a las oportunidades socia-les. Esta conflictividad ha venido enfrentndose, desde fines del sigloXIX, con tendencias a propiciar la subordinacin de los grupos consi-derados menores, por medio de la gestacin de legislaciones y polti-cas sociales que han buscado su cooptacin en tensas relaciones entrelos nacientes Estados nacionales y los grupos de jvenes en cada pas

    (Goicovic, 2000; Salazar y Pinto, 2002).Debe considerarse que en estos procesos han existido episodios yprocesos de oposicin y resistencia de los jvenes, que enfatizan elcarcter conflictivo y dinmico de su emergencia. Para Lutte, citando aGiuliano, las bacanales acontecidas en Roma en los primeros siglos sonuna muestra de una rebelin de sectores de jvenes y mujeres empobre-cidos contra las nacientes formas de dominacin social y poltica (Lutte,1992). Para el caso de Amrica Latina, Salazar y Pinto muestran cmoen el siglo XIXse desarrolla una forma de rebelinpor rupturacon

    las generaciones de jvenes, que ya mencionamos, que huyen de suscasas para vagar por los campos y resolver su presente de manera es-pontnea. As se niegan a aceptar la herencia de subordinacin que elpeonaje les impona, evitando repetir lo que a las generaciones anterio-res les haba ocurrido (Salazar y Pinto, 2002).

    En el mbito poltico e institucional, esta emergencia y consoli-dacin de las juventudes se ha producido en relacin a un Estado queaparece como productor de violencias sociales.7 Es decir, las lites

    dominantes, las del mbito econmico y del poltico/cultural, lo hanfortalecido como un instrumento que se ha reducido en sus tareas debsqueda del bienestar social y se potencia como inhibidor de cual-quier protesta social y al mismo tiempo articula y organiza los meca-nismos que generan las condiciones de pobreza y exclusin social. Enese sentido podemos ubicarle como un actor de violencias estructura-les e institucionales.

    Cotidianamente en nuestras sociedades, a travs de leyes, polti-cas pblicas, normas sociales y otra serie de mecanismos de diverso

    posguerra en nuestro continente y se vincula con lo que ms adelanteveremos como la construccin sociocultural de juventudes.

    7 Recurro a ideas planteadas en Duarte, 2006.

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    tipo y origen, se impone la necesidad de mantener un cierto orden

    social de acuerdo a las definiciones hechas por quienes administraneste Estado. Para ellos, las situaciones de exclusin social y de pobre-za constituyen distorsiones que el mercado, en lo econmico, ha decorregir y resolver en la competencia entre individuos. Mientras queaquellas situaciones que van ms all de la ley (desde vagar por lascalles hasta ejercer delincuencia internacional), por ejemplo, han deser abordadas por los dispositivos que ese Estado posee para su co-rreccin y eliminacin, lo cual pasa necesariamente por reprimir a laspersonas sealadas como responsables.

    De esta manera, hemos de indagar en las diversas manifestacionesde violencias sociales contra jvenes, que amparadas en el discurso dela legalidad y el Estado de derecho se ejercen con la complacencia de lapoblacin, que en vez de cuestionar su uso ms bien refuerzan el castigohacia las poblaciones jvenes empobrecidas y de capas medias, en tantose han puesto al margen o han provocado a la norma social, es decir,eso les pasa por desobedientes (Duarte, 1996).

    Estos Estados han construido un conjunto de mecanismos: leyes,polticas pblicas y normas sociales que le permiten a los grupos do-

    minantes inhibir las expresiones de las poblaciones jvenes que mani-fiestan rechazo, cuestionamientos o alternativas a estas imposiciones.Desde normas que exigen-ordenan a ciertos hbitos y comportamien-tos a las y los jvenes en sus diversos medios de vida, a polticas p-blicas mayormente remediales que les ven como beneficiarios pasivosy no les consideran como actores protagnicos, hasta legislaciones enque no se les valida su palabra ni sus experiencias y se les cosifica entanto la edad que tienen, se verifican un conjunto de frmulas que

    expresan los diversos tipos de violencias sociales, en que el Estado dederecho aparece como un sistema aleatorio de violencia/orden en elactual contexto de globalizacin (Hinkelammert, 2005).

    Como se observa, la emergencia de juventudesy tambin de ni-ezen nuestras sociedades ha estado delimitada por una cierta con-flictividad social. Las dinmicas econmicas y poltico institucionales,como parte del modo capitalista de produccin, se han consolidadosostenindose en un estilo de organizacin que le otorga a las clases deedades adultas la capacidad de controlar a quienes define como meno-

    res, y de esa forma logra asegurar cuestiones bsicas como herencia,transmisin generacional y reproduccin sistmica. Este estilo de orga-nizacin desde los mundos adultos ha construido un sistema de domina-cin al que denominamos adultocentrismo(Duarte, 1994).

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    En un primer acercamiento, podemos conceptualizar a este adul-

    tocentrismo en un plano material, articulado por procesos econmicosy poltico institucionales, como unsistema de dominacin que delimi-ta accesos y clausuras a ciertos bienes, a partir de una concepcin detareas de desarrollo que a cada clase de edad le corresponderan,segn la definicin de sus posiciones en la estructura social, lo queincide en la calidad de sus despliegues como sujetos y sujetas. Es dedominacin ya que se asientan las capacidades y posibilidades dedecisin y control social, econmico y poltico en quienes desempeanroles que son definidos como inherentes a la adultez y, en el mismo

    movimiento, los de quienes desempean roles definidos como subor-dinados: nios, nias, jvenes, ancianos y ancianas. Este sistema sedinamiza si consideramos la condicin de clase, ya que el accesoprivilegiado a bienes refuerza para jvenes de clase alta la posibili-dad de en contextos adultocntricos jugar roles de dominio res-pecto, por ejemplo, de adultos y adultas de sectores empobrecidos; deforma similar respecto de la condicin de gnero en que varones j-venes pueden ejercer dominio por dicha atribucin patriarcal sobremujeres adultas.

    As, adultocentrismo es un sistema de dominacin que se fortale-ce en los modos materiales capitalistas de organizacin social. No esque antes del capitalismo no existiera, sino que como hemos visto enla historia reciente, este modo de produccin se sirve de dicho sistemapara su reelaboracin continua en lo econmico y poltico. Para repro-ducirse tambin se han desplegado mecanismos en el plano de lo cul-tural y simblico, que los abordamos a continuacin.

    2. ADULTOCENTRISMO COMO MATRIZ SOCIOCULTURAL

    Las transformaciones en la familia, la escuela, la poltica y el empleo,en Europa y en Latinoamrica y el Caribe, se verifican simultnea-mente con elaboraciones del mbito sociocultural. Ya entrado el sigloXX, estas producciones se hacen sistemticas incidiendo de formarelevante en el tratamiento simblico sobre las diversas clases deedad. La nocin a la base es que las concepciones circulantes sobreestas clases resultan y dan cuenta de polmicas y debates por estable-

    cer los sentidos hegemnicos de dichas elaboraciones, lo que muestrauna disputa de poder: la juventud y la vejez no estn dadas sino quese construyen socialmente en la lucha entre jvenes y viejos (Bour-dieu, 1990:164). En este debate, podemos distinguir bsicamente dos

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    perspectivas: la que plantea que la juventud es un estado natural de la

    vida humana, y aquella que seala que constituye una construccinsocial. Ambas hacen parte de lo que denominamos matriz sociocultural.

    a) Ser joven y lo juvenil como estado natural del ser humano

    La nocin originaria y hegemnica hasta hace unas tres dcadas en laregin (Alpzar y Bernal, 2003), es la que sostiene que la juventud cons-tituye una etapa de la vida por la que todos los individuos pasamos,dependiendo del comienzo de la pubertad y de los cambios fisiolgicos

    y hormonales asociados a ella. Esta concepcin, naturalizadora de lojuvenil, se despliega sobre la base de una concepcin biologicista de lavida, en que dicho mbito, de manera autnoma, resuelve las cuestionesrelativas al desarrollo humanolo cual se matiza con algunas corrien-tes que incorporan lo psicosocial como relevante, pero en dependen-cia de lo denominado biolgico (UNICEF, 2002; Pelez y Luengo, 1996).

    Desde la psicologa, a comienzos del siglo XXen EE.UU., StanleyHall elabora una visin quereleyendo a Rousseau y las teoras evo-lucionistas de Lamarck y Darwinsostiene la idea de que el desarro-

    llo del individuo reproduce el desarrollo de la especie humana (Hall,1904). Esto le lleva a concebir la adolescencia como un perodoprehistrico de salvajismo que requiere de la intervencin del mundoadulto, en especial del que se encuentra en el sistema educativo, parallevar adelante tareas civilizatorias con este grupo social (citado enLutte, 1992). Se configuran procesos de desconfianza hacia las y losjvenes, se despliegan polticas de control y sumisin a las que apor-tan de manera relevante las ciencias mdicas, sociales (Erikson, 1977;

    Coleman y Husn, 1989; Parsons, 2008) y educativas (Piaget, 1972).Estas contribuyen para que este sistema de dominacin se reproduzca,complementando su sustento material con la construccin de un con-junto de imaginarios sociales que le otorgan legitimidad.8

    8 Asumimos la nocin de imaginarios sociales como figuras interpretati-vas de nuestro entorno que le otorgan plausibilidad a una determinadainterpretacin de la realidad social, en la medida que dicha interpreta-cin en sus grandes rasgos es socialmente compartida (Baeza,

    2008:105; Cristiano, 2009). Para Bourdieu, en tanto, se trata de una re-presentacin ideolgica de la divisin entre jvenes y viejos (1990:163-164), una estructura de tipo similar a la de sexo o clase, que funcionan

    poniendo lmites para definir un cierto orden, estableciendo pautas decomportamiento y posicionamiento en dicha estructura. En este caso se

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    Despus de la Segunda Guerra Mundial y hasta nuestros das los

    distintos medios de comunicacin se integran sistemticamente en estatarea de producir juventud, y lo hacen reforzando la lgica de subordi-nacin de la misma. La clave central ha estado en mostrar ciertas ca-ractersticas que dicho grupo o tiempo de la vida tendra como unaesencia-valor, que se consiguen y es posible transar en el mercado yque refieren a: belleza, lozana, jovialidad, vigor (Feixa, 1998:42), oaparecen tensionadas con aquellas imgenes que le muestran comoportadora de problemas que son sealados como inherentes a su esta-dio de desarrollo, y para lo cual dichas ciencias han aportado ideas

    disciplinadoras (Foucault, 1990).Desde el concepto de objetivacin, como proceso social de sedi-mentacin de las subjetividades circulantes, podemos asumir la elabo-racin de esta perspectiva naturalizadora como parte de los procesosde reificacin, en tanto se cristalizan estos imaginarios que se hanproducido culturalmente y que consiguen ser aceptados como natura-les o suprahumanos (Berger y Luckmann, 2003), por lo tanto imposi-bles de cambiar.

    Algunas objetivaciones que podemos distinguir en esta perspecti-

    va naturalizadora son:9

    i) Mecanicismo: que elabora un itinerario de ciclo vital, lineal, as-cendente hasta la adultez, momento en que alcanzara su punto mximo, ydecadente hacia la vejez, en etapas sucesivas definidas por rangos deedad, en que se confunden caractersticas del ciclo denominado biolgicocon las expectativas reproductivas y productivas de la sociedad. Estaparcializacin de la complejidad social como mecanicismo reflexivo,

    objetiva desde la funcionalidad de la persona joven en tanto futuro adul-to/a, vale decir, futuro responsable y sostenedor de lo que suceda en susociedad. Esta lgica imperante tiende a volver rgidas las visiones yversiones acerca de la experiencia de juventud, y su existencia en el ciclovital y en la cotidianeidad de cada grupo social.

    acerca ms a la nocin de Moscovici (1986) sobre representaciones so-

    ciales, en el plano de orientacin de la percepcin, por lo tanto como unmecanismo.Imaginarios socialesimplican la elaboracin que resulta dela accin de dichos mecanismos, con este ltimo planteamiento de Bae-za (2008), trabajo en este texto.

    9 Recurro a ideas planteadas en Duarte, 2001.

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    El esquema construido para explicar el ciclo de vida humano

    acaba siendo el ciclo de vida, con un efecto tal que ya no es posiblepensar la vida y el crecimiento humano sino es con las imgenes linea-les de etapas, ascenso y descenso ya sealados. El esquema se cristali-za, adquiere vida propia y se autonomiza de sus condiciones de pro-duccin.

    ii) Universalizacin: que construye una imagen nica para definirqu es la juventud: edad determinada, clase media o alta, estudiantesecundario o universitario, varn, urbano, heterosexual, blanco y sindiscapacidad fsica.10Estauniversalizacin como homogeneizacinse

    objetiva produciendo la idea cristalizada de que son todos iguales,existe solo una juventud,singular y total al mismo tiempo.Planteo ms bien que si existiera lajuventud, ella no poseera ca-

    rcter universal. Ms bien ella constituye un referente conceptual queprecisa de contextualizacin y especificidad desde sus distincionesentre tipos de jvenes, entre gneros, razas, clases sociales, estilos(contra) culturales, entre otras claves de lectura.

    Lo que existe y que ha venido ganando presencia en nuestras so-ciedades son las juventudes,vale decir, diversas expresiones y signifi-

    caciones del entramado complejo que surgen desde un grupo social yque se expresan de maneras mltiples y plurales. La juventud niegaexistencia, porque ella cierra y mecaniza las miradas; rigidiza y vuelvesuperficial el complejo entramado social que denominamos las juven-tudes(Duarte, 2001).

    iii)Esencialismo: que a partir de la idea mtica de juventud comofuerza y vigor intrnseco, les impone la tarea de ser quienes estn lla-mados a transformar el mundo. Estaidealizacin de la juventud como

    objetivacin esencialistase sostiene sobre la imagen de que son lossalvadores del mundo (Kuasosky y Szulik, 1996). O sea, se endosaa las y los jvenes una responsabilidad como los portadores de lasesperanzas de cambio y de transformacin de las distintas esferas de lasociedad, por el solo hecho de ser jvenes. Su carcter intrnseco seraser crticos e innovadores.

    Esta versin del imaginario se halla muy difundida, incluso entreorganizaciones e instituciones sociales que llegan a la objetivacinmesinica de plantear que todo lo juvenil es bueno. La nocin adul-

    10 Este proceso de homogeneizacin ha llevado a la invisibilizacin, por

    ejemplo de las mujeres, en la produccin de conocimiento, investigacinsobre juventud tal como critican Alpzar y Bernal (2003) y Berga (2007).

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    tocntrica de que ser joven es poseer una capacidad natural para acti-

    varse por el cambio social ha llevado a una suerte de fascinacin conciertos procesos histricos y a tratar de explicar la participacin y elcompromiso poltico juvenil sin considerar las condiciones histricasque hicieron que dicho compromiso surgiera y se materializara.

    Ser joven y comprometerse con la transformacin social es unaopcin de vida que no est condicionada por las caractersticas deldesarrollo hormonal puberal. Ser joven y comprometerse con la trans-formacin social est en directa relacin con las experiencias sociohis-tricas que cada sujeto experimenta y los aprendizajes que desde ellas

    pueda elaborar. As su procedencia, socializacin, despliegue cultural,educacin, amistades y afectos, opciones laborales y sexuales, sueos,contexto de pas, etctera, incidirn en mayor o menor medida paraforjar lo que cada persona va decidiendo ser y hacer en su vida (Duar-te, 2003).

    iv)Estigmatizacin: que a partir de nociones de la juventud y susprcticas como un problema social, la objetiva como conflicto, maldadinherente y riesgo social. Esta estigmatizacin, que se hace del gruposocial juventud y de sus prcticas y discursos, resulta en una objetiva-

    cin invisibilizadora del tiposon un problema para la sociedad. Asla relacin que las distintas sociedades construyen con sus jvenes ocon su juventud tiende a fundarse bsicamente desde los prejuicios(Goffman, 2003). No se logran vnculos humanizadores, sino que sedan mayormente a partir de imgenes elaboradas desde las aparienciasy las miradas preconcebidas por otras y otros. Se tiende a patologizara la juventud, no se reconocen sus capacidades y potencialidades; deeste modo se les saca de la historia, se les sita como no aporte y co-

    mo una permanente tensin para el orden, el progreso y la paz social.Esta forma de imaginar a las y los jvenes desde los prejuiciosnegativosy como ya vimos en el esencialismo, pueden ser o preten-derse positivosincide de manera importante en los relatos sociocul-turales sobre jvenes y lo juvenil. Por ello es pertinente asumir el ca-rcter conflictivo que hemos sealado sobre la constitucin de juven-tudes en cada sociedad y cultura, as como el necesario debate y de-construccin a que debe postularse para que dichas construccionesapunten a la humanizacin tanto de las relaciones (inter e intra) gene-

    racionales como de las identidades juveniles (Duarte 2005).

    Un aspecto relevante y de carcter global en la construccin de estasobjetivaciones es el uso que se ha hecho de la edad como un dato de-

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    finidor de realidad. Si bien ha sido necesaria para el anlisis demogr-

    fico, la tensin aparece cuando se le utiliza como un factor explicativode estilos de vida, conductas esperadas, (grados de) madurez, (obten-cin de) identidad, entre otros tpicos: la edad es un dato biolgicosocialmente manipulado y manipulable; muestra que el hecho de hablarde los jvenes como de una unidad social, de un grupo constituido, queposee intereses comunes, y de referir estos intereses a una edad definidabiolgicamente, constituye en s una manipulacin evidente (Bour-dieu, 1990; 165). Este uso arbitrario y manipulador incide en la reifi-cacin de las imgenes producidas en torno a la edad, influyendo tanto

    en la construccin de juventud (Bourdieu, 1990) como en el anlisissocial sobre lo juvenil (Ghiardo, 2004; Martn Criado, 1998), desdeperspectivas que refuerzan cdigos de dominio adultocntrico.

    Para Sagrera, existira un sistema discriminatorio al que denomi-na edadismo, que tiene capacidad de rechazar, marginar, cosificar acasi todas las personas durante casi toda la vida (1992:12), y que seorganiza a partir de los imaginarios construidos en torno a las edades.Los efectos de este sistema seran la negacin de la condicin de per-sona humana, la construccin de grupos cerrados como razas enemi-

    gas y la obstaculizacin de la solidaridad entre clases de edad.A partir de estas objetivaciones reificadas, esta perspectiva natura-

    lizadora tiende a ordenar de manera asimtrica las relaciones socialesproduciendo imgenes que permiten interpretaciones orientadas aestablecer dominio y a reproducirloy que son compartidas en nuestrasociedad como imaginarios adultocntricos, ya no solamente respectode juventudes, sino tambin de niez, adultez y vejez.

    b) Ser joven y lo juvenil como construccin socioculturalLa perspectiva de construccin sociocultural de lo juvenil se sostieneen el ejercicio que historiza su emergencia vinculndola a las condi-ciones contextuales en cada poca, y a la nocin de conflicto socialque ya sealamos; en ese sentido, tambin se trata de un ejercicio deobjetivacin (Berger y Luckmann, 2003). Este ejercicio de objetiva-cin historizada tiende a producirse con intentos por tomar distanciade la perspectiva naturalizadora.

    El campo de la elaboracin de conocimientos sistemticos sobrelo juvenil, que se desarrolla desde la perspectiva de construccin so-ciocultural, puede ser caracterizado como constituyendo ciertos enfo-ques de pensamiento que buscan no producir (ni reproducir) reifica-

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    ciones. Para ello establecen criterios de vigilancia epistemolgica

    (Bourdieu y otros, 2008) que, para el caso de lo juvenil son, entreotros, la consideracin del dinamismo y de la infinitud en la construc-cin social de lo juvenil (Duarte, 2005). De esta manera, por lo menostres enfoques podemos distinguir en esta perspectiva:11

    i) Construccin social de tipo funcionalista: que define lo juvenilcomo un proceso cuyas caractersticas ms significativas estn dadaspor el contexto social, poltico, cultural y econmico en que se vive eltiempo que, cada sociedad en especfico define como juventud. De

    esta forma, aspectos identitarios como la clase social de pertenencia,el gnero, el origen racial, la localizacin territorial, la adscripcin(contra) cultural, entre otros, tienen un peso significativo en su con-formacin de identidad y en la experiencia de joven que se vivencia.

    Si bien este enfoque constituye un avance significativo respectode la perspectiva naturalizadora, no constituye una garanta de que selogre ir ms all de las miradas adultocntricas antes sealadas. Sereiteran en algunas producciones las lgicas de poder de dominio con-tenidas en dicha matriz, que ven a las y los jvenes como sujetos en

    espera para ser, cuestin que lograrn al hacerse socialmente adultos,integrndose en las vas institucionales previstas para ello, asumiendola subordinacin y obediencia como condicin para dicho proceso(Weinstein, 1994; Sandoval, 2003; CEPAL, 2004).

    ii) Construccin social de tipo culturalista: que realiza un girohacia la cultura enfatizando la construccin de un sujeto juvenilenmarcado por la cultura (Zarzuri y Ganter, 2005:10) y que concibelo juvenil a partir de sus producciones culturales propias y las relacio-

    nes con las lgicas de poder social (Hall, 1983; Hebdige, 1994), in-cluidas las tendencias de nueva sociabilidad a partir de procesos deneotribalizacin (Maffesoli, 1990). Un eje de atencin de estos enfo-ques es la espectacularidad de los estilos juveniles, en la medida enque se convierten en marcas de identidades de los grupos que los des-pliegan, a los que tambin se les denomina subculturas, contraculturaso microculturas (Zarzuri y Ganter, 2002).

    Algunos aspectos a debatir en este enfoque se relacionan con: a)la preeminencia del signo en sus estudios, que es asumido como uno

    de los componentes centrales del estilo juvenil, llevando a que en elanlisis dichas expresiones se vean totalizadas en s mismas por ese

    11 Recurro a ideas planteadas en Duarte, 2005.

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    estilo, lo que debilita muchas de las miradas sobre las prcticas juveni-

    les;

    12

    b) la nula y dbil vinculacin que se hace de esas realidades juve-niles estudiadas, con las condiciones de vida de las y los jvenes endeterminados contextos de desarrollo, que redundan en miradas muyacotadas que pierden capacidad comprensiva de relacionarse con loglobal y de ver en ello disputas de poder (Zarzuri y Ganter, 2005); c) lautilizacin mecanicista que se ha hecho de las nociones de neotribalidady tribus urbanas, que niegan continuidades entre los modos de agrupa-cin juvenil actuales con pocas anteriores y que homogeneizan lamisma diversidad a la que apelan tras estas nociones (Maffesoli, 1990).

    Hemos de considerar que existe diversidad al interior de este en-foque culturalista, ya que adems de lo sealado estn marcando unsendero interesante en la observacin de las juventudes los trabajos deFeixa (1998) sobre culturas juveniles en Mxico; los aportes de Roxa-na Reguillo (2000) y Carlos Mario Perea (2007) que incorporan laclave de accin poltica en las expresividades y producciones (contra)culturales juveniles.

    iii) Construccin social desde lo generacional. En continuidadcon el enfoque que seala la existencia de una matriz adultocntrica en

    nuestras sociedades y que lo juvenil emerge desde una construccinsocial, se ha venido desplegando una elaboracin que propone mirarlo social como constituido tambin por generaciones (adems de cla-ses, gnero, etctera), enfatizando en la existencia o ausencia de rela-ciones entre ellas y en las caractersticas de sus conformaciones y dedichas relaciones.13

    Si bien es incipiente su desarrollo, esta corriente aporta interesan-tes posibilidades en el debate estudiado, ya que permite: i) compren-

    der lo juvenil como relaciones sociales en permanente construccin(dinmicas, diferenciadas e infinitas); ii) leer generaciones en la histo-ria como construccin permanente: dinmicas, diferenciadas, infinitas.

    12 Mario Margulis seala: Como puede suceder en algunos enfoquesculturalistas cuando el aspecto signo invade la totalidad de un fenmenosocial, lo fragmenta y, por ende lo empobrece (1996:5).

    13 Es interesante el planteamiento de Enrique Martn Criado que sealaque la perspectiva generacional tiene su propio desarrollo desde Ortega

    y Gasset y Mannheim en la primera parte del siglo XX, pero no ha sidooportunamente retomada por lasociologa de la juventuden las dcadasposteriores (Martn Criado, 1998). Esta situacin ha comenzando a va-riar en Amrica Latina con las producciones de Margulis, 1996; Ghiar-do, 2004; Duarte, 2005; Muoz, 2009, entre otros.

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    Esto es lo que en sociologa se llamara complejidad, pero no en el

    sentido de lo complicado e inexplicable, sino en perspectiva de movi-miento y transformacin permanente, de lo multifactorial y de lo his-tricamente condicionado (Vivanco, 2010); iii) leer lo juvenil comouna construccin relacional permanente evitara lecturas juvenilizadasde lo social; iv) articular lo generacional como matriz de anlisis quedesnaturaliza conflictos generacionales y que permite historizarlos encada poca y cultura; v) comprender las relaciones de poder existenteentre generaciones y al interior de las mismas, tanto en sus variantesde dominacin como de liberacin; vi) comprender lo juvenil desde

    los vnculos generacionales con las condiciones de construccin deidentidades de gnero, clase, etnia, adscripcin (contra) cultural, loca-lizacin territorial, etc.; vii) construir nuevas concepciones de adultezy vejez, para que sean concebidas desde lgicas liberadoras no adulto-cntricas; viii) relevar la singularidad y diferencia de las generacionespara desde ah coconstruir procesos de movilizacin fundados en elrespeto a dicha diversidad; ix) orientar para el diseo de estrategias deaccin desde los propios mundos juveniles y en estilos de co-construccin con otros grupos sociales (Duarte, 2005).

    Dos indicaciones globales en esta perspectiva de construccin socio-cultural. Se hace parte de una polmica, de una disputa por establecersentidos en el debate sobre juventudes y lo juvenil en nuestras socie-dades. En una mirada epistemolgica global vemos que los diversosenfoques sealados en un ejercicio clasificatorio, que como tal esarbitrario y parcialdan cuenta tambin de concepciones de sociedady de cultura distintas que son parte de las que hoy pugnan por estable-

    cer ciertas hegemonas de pensamiento social, lo mismo en referenciaal enfoque naturalizador antes visto. En segundo trmino, y a partir delo anterior, la emergencia de este enfoque y su diversidad de corrien-tes en l dan cuentaen el esquema de Khn (1971)de la existen-cia de una cierta anomala, en que se ha salido al camino de las con-ceptualizaciones tradicionales, intentando instalar en la reflexin otroselementos no considerados hasta ahora para mirar, aprehender y com-prender a las juventudes en nuestras sociedades (Duarte, 2001:28).

    A partir de ambos enfoques, y en un segundo acercamiento con-

    ceptual, significamos a este adultocentrismo en un plano simblico,verificado en procesos del orden sociocultural, como un imaginariosocial que impone una nocin de lo adulto o de la adultezcomopunto de referencia para nios, nias y jvenes, en funcin del deber

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    ser, de lo que ha de hacerse y lograr, para ser considerado en la socie-

    dad, segn unas esencias definidas en el ciclo vital. Este imaginarioadultocntrico constituye una matriz sociocultural que ordena natu-ralizando lo adulto como lo potente, valioso y con capacidad dedecisin y control sobre los dems, situando en el mismo movimientoen condicin de inferioridad y subordinacin a la niez, juventud yvejez. A los primeros se les concibe como en preparacin hacia elmomento mximo y a los ltimos se les construye como saliendo de.De igual manera, este imaginario que invisibiliza los posibles aportes dequienes subordina, re visibiliza pero desde unas esencias (que se preten-

    den) positivas, cristalizando nociones de fortaleza, futuro y cambio paraniez y juventudes.Como seala Feixa, la adultez, desde Platn y Aristteles, se am-

    para en el elogio al intermedio justo, referido al varn de medianaedad, que es quien ejerce poder de dominacin en la sociedad (Feixa,1998:29), reafirmndose la vinculacin antes abordada entre patriar-cado y adultocentrismo.

    3. ACOTACIN FINAL

    Por ahora, al intentar redondear esta reflexin, es necesario plantearuna cautela analtica: el adultocentrismocomo matriz sociocultural noimplica contar con una clave que explica todo, y que por su solareferencialidad otorgar respuestas totales para diversas situacionessociales; ms bien se trata de un sistema de relaciones econmicas ypoltico institucionales y de un imaginario de dominacin de las so-ciedades capitalistas y patriarcales, que al ser develados como tales

    aportan en la mejor comprensin de las dinmicas sociales. Para ellorequiere de contextualizacin y consideracin de algunas especificida-des sociales en su utilizacin, tal que mantenga un rendimiento quepermita identificar las expresiones manifiestas y latentes de este do-minio, as como aquellas posibilidades de transformacin.

    Otra cautela analtica refiere a que este adultocentrismo, comosensibilidad dominante y violenta, es internalizado como subjetividady opera como una suerte de identificacin inercial en quienes obser-vamos como vctimas de este imaginario: nias, nios y jvenes. Es-

    tos/as llevan el adultocentrismo dentro de s, lo reproducen tanto ensus relaciones con las personas mayores en edad, como con quienesson considerados menores que ellos.

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    Hasta aqu hemos pretendido aportar elementos comprensivos de la

    condicin adultocntrica de nuestra sociedad: su emergencia y repro-duccin. El paso que queda pendiente, en la necesaria deconstruccinanaltica, es bosquejar pistas que permitan observar y sistematizar posi-bilidades de alternativas a los procesos de dominacin adultocntrica:

    A partir de las ideas presentadas es posible afirmar que en con-textos de sociedad adultocntrica:

    i) Como tendencia, las relaciones entre grupos de edad se hanplanteado como relaciones de tensin y conflictos;

    ii) Esas tensiones y conflictos han sido resueltos desde los mun-dos adultos, por medio del empleo de fuerza fsica, cuerpos legales,normativas, polticas pblicas y discursos autorreferidos como cient-ficos, en un proceso acumulativo de mecanismos que profundizan enlas condiciones de dominacin;

    iii) Dicha conflictividad vara y se actualiza, muta y se renueva,de acuerdo a las transformaciones que en cada poca las sociedades yculturas han adquirido, as como de acuerdo a los diversos roles quelos sujetos sociales desarrollan;

    iv) Dicha conflictividad se produce desde los mundos adultos porla bsqueda de ocupar posiciones de control y prestigio poder dedominacin en la estructura social, en las relaciones cotidianas, aldecidir lo que otros y otras han de hacer, pensar y sentir, sometindo-los a ello si es necesario;

    v) Dicha conflictividad emergi a partir de aspectos materiales deestas relaciones sociales y posiciones (herencia, acceso a bienes yservicios, liderazgos comunitarios y sociales), y en la contemporanei-

    dad, ella se ha complementado con aspectos de orden simblico ysubjetivo (prestigios, normas, identidades).vi) La emergencia y consolidacin del adultocentrismo como par-

    te del patriarcado ha permitido la concentracin de posiciones de po-der de dominio en varones adultos.

    vii) La emergencia de las y los sujetos jvenes en las sociedadescapitalistas ha sido dinmica, diferenciada infinita y conflictiva, lo quenos habla de diversidades y tensiones en su constitucin.

    SANTIAGO (CHILE),ABRIL 2012

    RECIBIDO,ABRIL 2012ACEPTADO,MAYO 2012

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