revista artículo libro Álbum

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Editorial En junio de 1999 se realizó el III Seminario Internacional del Banco del Libro. El tema a discutir era, según nuestro parecer, uno de los grandes inventos del siglo XX: el libro-álbum. Entre los asistentes e invitados había toda clase de gente: creadores, editores, libre- ros, maestros, bibliotecarios, diseñadores gráficos, promo- tores de lectura y alguno que otro amateur en el área de los libros para niños. Durante una semana inten- siva, llena de talleres, char- las, conferencias, mesas de trabajo y con poco espacio para dispersar nuestras mentes de la literatura para niños, nos dedicamos a estudiar este entrañable género desde todos los ángulos posibles. Para que nos guiaran en este proceso de conocimiento y discer- nimiento, tuvimos la buena fortuna de contar con invitados como Margaret McElderry, Maurice Sendak (virtualmente con una teleconferencia), Max Velthuijs, Jane Doonan, Sara Ellis, Verónica Uribe, Monika Doppert, Antonio Ventura, Angela Lago, Yvan Pommaux, Fernando Krahn, Klaus Flügge, Daniel Goldin, Anne Pellowski e Irene Savino. Este fue un verdadero festín para quienes disfru- tamos golosamente de los libros ilustrados. Y aunque no es posible reproducir esta semana para ustedes, decidimos editar en Enlaces con la crítica algunas de las conferencias del seminario para que —en cierta medi- da— ustedes puedan disfrutar del sabor mixto de imáge- nes y texto que tuvimos entre dientes y sienes por aquellos días. Para este número, hemos escogido la conferencia “El libro- álbum moderno: suficiente- mente bueno para niños” dictada por Jane Doonan, una importante investiga- dora inglesa que ha hecho muchos aportes al estudio de este género. En esta conferencia, Doonan selecciona cuatro libros que para ella son paradig- mas finiseculares de lo que ha llegado a significar el libro-álbum en nuestros tiempos. Los dos artículos que le siguen pertenecen a dos miembros del Comité de Evaluación de Libros y del Centro de Estudios del Banco del Libro: Lourdes Morales y César Segovia. Ambos han escogido escribir sobre dos grandes creadores del libro-álbum. Lourdes Morales nos ofrece un abreboca íntimo y cáli- do a la obra de John Lewis Steptoe, ganador del Caldecott y reconocidísimo autor-ilustrador estado- unidense, no sólo por haber comenzado tan temprano y con tan buen pie en el mundo de los libros para niños (publicó su primer libro a los 19 años), sino también por haber sido, junto a Erza Jack Keats, uno de los primeros autores en abrir un espacio a la cultura afroamericana en los álbumes para niños. César Segovia hace una agradable aproximación desde lo onírico y la tradi- ción japonesa al original y a veces extravagante trabajo de Satoshi Kitamura. Para su reflexión toma como punto de partida las peculiares imágenes de sus libros y a partir de ellas nos hace un interesante recorrido por el mundo de fantasía e imaginación que crea este autor. Brenda Bellorín CENTRO DE ESTUDIOS Y PROMOCIÓN DEL LIBRO I NFANTIL Y J UVENIL rítica número enero-marzo,2001 con la Enla c c 2 es EL LIBRO-ÁLBUM MODERNO: SUFICIENTEMENTE BUENO PARA NIÑOS . JANE DOONAN UN CREADOR INCESANTE: JOHN LEWIS STEPTOE . LOURDES MORALES SATOSHI KITAMURA: JUEGOS ONÍRICOS EN EL DESVÁN... . CÉSAR SEGOVIA

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Page 1: revista artículo libro ÁLBUM

Editorial En junio de 1999 se realizóel III Seminario Internacionaldel Banco del Libro. Eltema a discutir era, segúnnuestro parecer, uno de losgrandes inventos del sigloXX: el libro-álbum. Entrelos asistentes e invitadoshabía toda clase de gente:creadores, editores, libre-ros, maestros, bibliotecarios,diseñadores gráficos, promo-tores de lectura y algunoque otro amateur en el áreade los libros para niños.Durante una semana inten-siva, llena de talleres, char-las, conferencias, mesas detrabajo y con poco espaciopara dispersar nuestrasmentes de la literatura paraniños, nos dedicamos aestudiar este entrañablegénero desde todos losángulos posibles. Para quenos guiaran en este procesode conocimiento y discer-nimiento, tuvimos la buenafortuna de contar con invitados como MargaretMcElderry, MauriceSendak (virtualmente conuna teleconferencia), MaxVelthuijs, Jane Doonan,Sara Ellis, Verónica Uribe,Monika Doppert, AntonioVentura, Angela Lago,Yvan Pommaux, FernandoKrahn, Klaus Flügge,Daniel Goldin, AnnePellowski e Irene Savino.

Este fue un verdadero festín para quienes disfru-tamos golosamente de loslibros ilustrados. Y aunque no es posiblereproducir esta semanapara ustedes, decidimoseditar en Enlaces con la crítica algunas de lasconferencias del seminariopara que —en cierta medi-da— ustedes puedan disfrutardel sabor mixto de imáge-nes y texto que tuvimosentre dientes y sienes poraquellos días. Para estenúmero, hemos escogido la conferencia “El libro-álbum moderno: suficiente-mente bueno para niños”dictada por Jane Doonan,una importante investiga-dora inglesa que ha hechomuchos aportes al estudiode este género. En esta conferencia, Doonanselecciona cuatro librosque para ella son paradig-mas finiseculares de lo queha llegado a significar ellibro-álbum en nuestrostiempos.

Los dos artículos que lesiguen pertenecen a dosmiembros del Comité deEvaluación de Libros y del Centro de Estudios delBanco del Libro: LourdesMorales y César Segovia.Ambos han escogidoescribir sobre dos grandescreadores del libro-álbum.Lourdes Morales nos ofreceun abreboca íntimo y cáli-do a la obra de John LewisSteptoe, ganador delCaldecott y reconocidísimoautor-ilustrador estado-unidense, no sólo por habercomenzado tan temprano y con tan buen pie en elmundo de los libros paraniños (publicó su primerlibro a los 19 años), sinotambién por haber sido,junto a Erza Jack Keats,uno de los primeros autoresen abrir un espacio a lacultura afroamericana enlos álbumes para niños.

César Segovia hace unaagradable aproximacióndesde lo onírico y la tradi-ción japonesa al original y a veces extravagante trabajo de Satoshi Kitamura.Para su reflexión tomacomo punto de partida laspeculiares imágenes de sus libros y a partir de ellasnos hace un interesanterecorrido por el mundo defantasía e imaginación quecrea este autor.

Brenda BellorínCENTRO DE ESTUDIOS Y

PROMOCIÓN DEL

LIBRO INFANTIL Y JUVENIL

ríticanúmero

enero-marzo,2001

con laEnlac

c2

es

EL LIBRO-ÁLBUM MODERNO: SUFICIENTEMENTE BUENO PARA NIÑOS.JANE DOONAN

UN CREADOR INCESANTE: JOHN LEWIS STEPTOE.LOURDES MORALES

SATOSHI KITAMURA: JUEGOS ONÍRICOS EN EL DESVÁN... .CÉSAR SEGOVIA

Page 2: revista artículo libro ÁLBUM

Por JA N E DO O N A N

stoy encantada de hablar sobre el libro-álbum, un

género que ha cambiado con el tiempo y que ha evolu-

cionado con sus lectores. En cuanto a sus orígenes, las ver-

siones que registran el nacimiento de este tipo de libros se

encuentran soterradas en los estudios sobre la evolución

del libro ilustrado, o bien el tema es enfocado desde la pers-

pectiva de la historia del arte. Más que hacer un repaso de

la historia de este género, me referiré sólo a algunos libros

que han aparecido en la década de los 90 desde la pers-

pectiva que plantea la siguiente pregunta: ¿Cómo este

objeto de arte tan particular funciona como un medio?

y además ¿qué podemos decir acerca del libro-álbum a

finales del presente milenio?

En el libro-álbum convergen muchos géneros distintos y

este tipo de libros puede asumir distintas formas: cuentos

tradicionales, dramas domésticos, libros de conceptos, his-

torias de juguetes y animales, libros de información, ver-

siones de películas y publicaciones novedosas —libros

con troqueles, solapas, etiquetas y aberturas—. Para llevar

a cabo mi propósito, he elegido libros-álbum literarios que

soportan una visión cuya naturaleza está indicada en el

título de esta ponencia: suficientemente bueno para

niños... Sólo lo mejor es suficientemente bueno para niños.

Referirme a todos los países que tienen que ver con el ori-

gen del libro-álbum representa una larga tarea. Por ello, he

elegido a Estados Unidos, Gran Bretaña, Australia y

Grecia como países representativos. El escaso espacio del

que dispongo me impide incluir ejemplos de la obra de

Binette Schroeder, Lizbeth Zwerger, Frederick Clement y

otros grandes creadores de Europa continental.

Los libros a los que me referiré son muy distintos en cuan-

to a tema, estilo y tono. We Are All in the Dumps withJack and Guy de Maurice Sendak, revela una dimensión

espiritual, en una forma que resulta apta para una época

secular; Voces en el parque, de Anthony Browne, es un

ejemplo de un libro-álbum metaficcional; The Drover’sBoy de Ted Egan y Robert Ingpen, presenta hechos de la

historia social dentro de una narración de ficción, en un

libro que resulta genuinamente multicultural; The Storyof Rosy Dock, de Jeannie Baker, es un libro que presenta

complejos temas ecológicos. Y el final de este recorrido se

lo dedicaré a A Cultivated Wolf, de Pascal Bliet.

En cada uno de los libros-álbum elegidos he tratado de

seleccionar sólo una o dos de sus fortalezas particulares.

Sin embargo, creo que la visión panorámica de éstos revela

algunas de las percepciones que tenemos en torno a la

infancia, lo que esperamos del libro-álbum, así como tam-

bién cuáles son las transformaciones sociales que afectan

la presentación de conceptos como el de familia, género y

ecología, entre otros, que podemos ir definiendo cuando ya

está acabando el milenio. El libro-álbum muestra por sí

mismo lo compleja que puede llegar a ser su estructura, y

cuántos riesgos están dispuestos a asumir sus creadores.

Comenzaré con uno de los más arriesgados, Maurice

Sendak. ¿Quién puede igualar su inventiva formal, el ran-

go de temas y la profundidad con la cual están explorados;

el bien ponderado humor y la seriedad; la espiritualidad

que encontramos entre las tapas de sus libros-álbum? No

muchos. Cuando apareció Donde viven los monstruosen 1963, se produjo un cambio en las percepciones de lo

que un libro-álbum podía ser, tanto en tema como en apa-

riencia. Los recursos narrativos y gráficos que resultaban

tan osados, adecuados y altamente innovadores para aquel

momento, se han convertido en lo que hoy es práctica fun-

damental a la hora de concebir un libro-álbum.

En Outside Over There (1981), Sendak introduce al lec-2

Esuficientementebuenopara niños

El libro-álbum moderno:

Page 3: revista artículo libro ÁLBUM

tor en un concepto en el cual la imagen de la infancia —

que encuentra sus orígenes a finales del siglo XVIII, el

“niño romántico”— y mucha de la iconografía de este libro

sugiere su reinvención de los símbolos predilectos del arte

romántico germánico de principios del siglo XIX.

A finales de los 70, Sendak se había sumergido en el

mundo del pintor Philip Otto Runge (1777-1810). Runge

pintó infantes vistos como realidades empíricas y como

nobles símbolos, y también trabajó los detalles milagrosos

de la naturaleza como reflejos de lo divino. La obra de este

pintor alemán se identifica por la utilización de fuentes

misteriosas de luz, árboles de lila tan grandes como man-

zanos, misterios orgánicos, un tipo de vitalidad romántica

en la cual los niños son uno con las energías mágicas de la

luz solar y el desbordado paisaje. Todos estos aspectos pic-

tóricos están ejemplificados en el retrato de los niños

Hulsenbeck. La reinterpretación de los detalles que hace

Sendak de este famoso retrato se encuentran en OutsideOver There.

La influencia de Runge es aún más fuerte en QueridaMili, texto que estaba incluido en una carta que Wilhelm

Grimm escribió a una niña en 1816. Cuenta la historia de

una madre que envía a su hija al bosque para salvarla de

la guerra. La niña es cuidada por un anciano amable,

quien sin ella saberlo es San José; la niña también conoce

a su ángel guardián, un infante igual que ella. Cuando la

niña regresa a casa, se percata de que han pasado treinta

años y al reunirse con su madre, ambas mueren. Sendak

encuentra el misterio en el corazón de la historia al retratar

todo en un nivel metafísico; no existe distinción entre lo

humano y lo divino. Las figuras cohabitan el mismo mundo

y representan un retrato alegórico del sufrimiento de los

inocentes en tiempos de guerra. Mili es una verdadera

descendiente del “niño romántico”: una realidad empírica

y un símbolo de nobleza. Ella deambula en medio de un

paisaje desolado donde los colores son desteñidos, los

árboles parecen escuálidos miembros humanos y los edi-

cios de Auschwitz pueden ser vistos a lo lejos. Por con-

traste, Mili florece en jardines paradisíacos rodeada de

inmensas plantas que la sobrepasan; su vestido comparte

el tono coral de las rosas y los colores propios de las alas

de los ángeles, detalle que la vincula con el crecimiento,

la vitalidad y la belleza. La narrativa visual, repleta de

alusiones culturales y símbolos, son una expresión del

compromiso continuo de Sendak con la tradición romántica

del norte.

El niño pobre de We Are All in the Dumps with Jackand Guy es otra versión del “niño romántico”. Este libro-

álbum confronta realidades sociales, políticas y económi-

cas del mundo actual, tal como es vivido por los niños

menos afortunados de las calles de los Estados Unidos e,

implícitamente, del lado equivocado del camino en cual-

quier parte del mundo. La fantasía es ambientada en una

ciudad de cartón ocupada por un grupo de niños sin hogar,

vestidos con harapos y envueltos en papel periódico. Sus

líderes, Jack y Guy, sin querer, se ven involucrados en el

rescate de un niño negro que es secuestrado por ratas —una

imagen de hambruna y plaga—. Sendak representa a dos

nanas crípticas, añade diálogos en burbujas de cómic, e

introduce palabras en anuncios publicitarios de periódicos

que fungen de texto. Este libro transmite la inmediatez de

una representación teatral y los personajes parecen estar

sobre un escenario con grandes telones de fondo, plasma-

dos con contornos fluidos y con colores que afectan la

atmósfera y controlan el ritmo.

La fantasía —testimonio de la necesidad tenaz de los

niños de sobrevivir— se interpreta en un nivel simbólico

como un cuento popular moldeado de forma tal que alien-

ta la inventiva. La historia también es una obra espiritual,

definición a la que no nos aproximamos de manera senci-

lla actualmente. Me trae a la memoria las palabras que

Vincent Van Gogh le escribió a su hermano después que

renunció a sus votos para convertirse en un pintor a tiempo

completo: “Eso no me exime de tener una terrible nece-

sidad de —debo decir la palabra— religión. Luego salgo

a pintar las estrellas.” We Are All in the Dumps withJack and Guy ejemplifica el poder de redención del amor

mediante las relaciones cambiantes y evolutivas entre

Jack, Guy y el bebé. Sendak ofrece el tema de forma

emblemática en la sobrecubierta con la reinterpretación

que hace del cuadro del siglo XV, Descenso al limbo, de

Andrea Mantegna. También sugiere que la vida, aun en

sus peores momentos, es un abismo del cual puede sal-

varnos el amor. La imagen de la sobrecubierta también

actúa como símbolo del proceso creativo y del riesgo que

presupone. Sendak cree que el proceso creativo es caótico

y que el artista debe ser valiente y sumergirse en él, hacer

lo que desee o deba hacer y no preocuparse por lo que

dicen los demás. We Are All in the Dumps with Jack

3

Voces en el parqueAnthony Browne

Donde viven los monstruosMaurice Sendak

Page 4: revista artículo libro ÁLBUM

4

and Guy no tiene título en la portada y la ilustración de la

cubierta no apunta directamente al contenido de la histo-

ria; sólo tiene significado directo para aquéllos que están

familiarizados con el arte religioso. Es un riesgo que

Sendak asume, junto con el riesgo de ofender la sensibili-

dad de quienes pretenden proteger a los niños de temas y

sujetos que pudieran afectarlos.

Descenso al limbo, de Mantegna, muestra una planicie

rocosa con una inmensa boca de caverna al fondo, que da

paso al mundo subterráneo ubicado en el centro. Cristo

aparece de espaldas, mirando hacia abajo a una figura que

vemos a medias, un hombre barbudo que intenta escalar y

salir de la cueva. Un viento feroz surge del hoyo dia-

bólico y hace que la túnica de Cristo se enrosque alrede-

dor de sus piernas y que su cabello se levante por enci-

ma de su cuello. De forma similar, el cabello y los ropa-

jes del hombre que está abajo —y que es observado por

Cristo— también se arremolinan. Este movimiento de

telas tiene un doble y emotivo efecto: mientras introduce

movimiento al movimiento, también alude al sufrimien-

to infernal. La boca de la cueva está rodeada de figuras,

entre las que destacan Adán y Eva a la izquierda y un

santo a la derecha.

El cuadro, extrañamente hermoso y a la vez aterrador, con-

trasta la esperanza de la salvación y el temor de la condena

para los portadores de un tiempo anterior y de más fe. A su

manera, la versión de Sendak hace algo similar en el con-

texto de nuestra época secular, donde los temores se relacio-

nan más con circunstancias de esta vida que con aquéllas

de la vida que está por venir. La boca de la luna sustituye

la boca de la cueva. Adán, Eva y el santo se convierten en

tres de los niños sin hogar, envueltos en sus periódicos. El

bebé emerge del “abismo que es la vida y el caos”, como

dice Sendak; Jack y Guy, como Cristo, lo alcanzan y logran

salvarlo. Dos figuras sostienen tallos flexibles de centeno,

que producen una sensación de movimiento, equiparable

a la generada por el movimiento de la túnica en el cuadro

de Mantegna.

Continuamos observando la reinvención de la iconografía

cristiana en una página de imágenes que presenta motivos

asociados con el Descendimiento. La luna está justo enci-

ma del horizonte. Jack, que quería golpear al bebé en el

cráneo, ahora lo retira de la superficie de la luna, literal y

metafóricamente. La luna se convierte en un símbolo

iconográfico y es representada como un disco de luz dorada

—ominosa en su tamaño y luminosidad— que cumple la

misma función que el halo dorado del arte temprano: actúa

como un aura para los tres personajes. La posición del

bebé —dramatizada por una sombra esquelética que se

proyecta sobre la superficie lunar— tiene fuertes asocia-

ciones con la figura de Cristo en el momento en que es

bajado de la cruz.

La historia termina donde comenzó, en el

basurero. Jack, Guy y el bebé dormido con-

forman una unidad estable y triangular, una

no-sagrada/sagrada familia. “Triunfo de

Niños” muestra un titular en el periódico que

viste un niño en la contraportada. Esto puede

interpretarse como un tributo a lo que

Sendak considera el aspecto más conmove-

dor de los niños, “su pugnaz audacia, su

fuerte necesidad de ser amados y crear una

familia... cualquier clase de familia.” El

bebé del basurero puede ser apenas el brote

de una planta en comparación con el magní-

fico y prominente crecimiento orgánico de la

hermana de Ida en Oustside Over There,

pero tiene tanto asidero a la vida como ella.

Él simboliza las ganas de vivir.

A continuación, veamos Voces en el parque de Anthony

Browne. Por medio de este libro podremos abordar el con-

cepto de metaficción. Luego de veintiún años de la publi-

cación de A Walk in the Park, Anthony Browne acude al

mismo territorio para crear Voces en el parque, estruc-

turando la historia a partir de una narrativa polifónica.

Para acercarse a este libro es importante tomar en cuenta

tanto lo que sucede en el parque como la forma en que está

contada la historia. Pueden destacarse los siguientes

aspectos:

• La forma en que Browne utiliza los ambientes.

• Lo que el sonido particular de la voz del narrador revela

literal y psicológicamente y cómo esto moldea la interpre-

tación del oyente.

• Cómo los efectos son explotados mediante el uso de

distintas tipografías.

• Cómo se muestra la contribución al significado que otros

textos y discursos tienen sobre la historia.

• Revela a Browne asumiendo que su audiencia puede

obtener placer en la intertextualidad.

Page 5: revista artículo libro ÁLBUM

5

Principalmente mediante el uso de dis-

continuidades narrativas y pictóricas,

Browne brinda a su lector la experien-

cia imaginaria de estar en un espacio

abierto, escuchando fragmentos de una

conversación, viendo imágenes fugaces

de personas que vienen y van, con la

perspectiva continuamente cambiante.

Al igual que en la relación intertextual

con su hipotexto, A Walk in the Park,

Voces en el parque es intertextual en

sí mismo por su estructura narrativa,

pues en vez del mundo único de A Walkin the Park, con un narrador que pasa

desapercibido, nos encontramos ante la

conjunción de una pluralidad de mun-

dos, cada uno de ellos narrado por alguno de los personajes

principales —una voz— pero que considerados en con-

junto dan como resultado una historia completamente

diferente, sin una estructura lineal. Las cuatro secciones

que conforman el libro están señaladas en el encabezado

de cada uno de los capítulos, Primera voz, Segunda voz, y

así sucesivamente, revelando lo que ese paseo al parque

significó para cada una de la voces. Cada capítulo tiene un

narrador que da un enfoque determinado. En cada sección

se usan tipografías distintas, acompañadas de un conjunto

de ilustraciones que varían en estilo. Los diferentes patro-

nes visuales y las distintas posibilidades semióticas crean

uniones metafóricas y psicológicas entre las secciones.

Los ambientes son representados plenamente excepto en

una ilustración, y Browne muestra los paisajes afectados

por los cambios de estación. Cada personaje es asociado

con una de las cuatro estaciones y, recurriendo al uso siste-

mático de esta imaginería estacional, se revelan las actitudes

de cada personaje y se controla la respuesta del lector.

Estos ambientes se relacionan con la mente de los Smythes

y los Smiths.

El otoño es el atributo de la primera voz que escuchamos,

la de la sra. Smythe, una mujer madura y de clase media.

El parque que ella visita es un lugar controlado, al igual

que ella ejerce control sobre su perro y su hijo. Los árboles

y arbustos están recortados en formas tan rotundas e

inflexibles que se identifican con la personalidad de la sra.

Smythe. Mientras está sentada en el parque, ojos cerrados,

boca con mueca de disgusto, ordenando a un “perro calle-

jero desaliñado” que se vaya, los árboles que apreciamos

detrás de ella son una masa de ardiente naranja otoñal.

Después de encontrar a su hijo conversando con un “niño

de aspecto muy tosco”, madre e hijo abandonan el parque.

El silencio que consume a la madre revela su indignación

y desaprobación. Ella y Carlos se mueven dentro de la

sombra que proyecta el muro del parque. Detrás de sus

talones yace un camino de hojas marchitas.

Para la segunda voz, la del sr. Smith, el invierno es un

motivo más que se suma a su descontento. Una vez en el

parque se instala en un banco y lee el periódico con la

esperanza de encontrar alguna oferta de trabajo. Desconec-

tado del resto del mundo, no tiene idea de lo que le sucede

a Mancha. De camino a casa, su hija logra levantar el ánimo

del sr. Smith, y entonces el paisaje urbano se transforma.

El poeta Wordsworth escribió: “[...] un niño, más que todos

los demás regalos que el mundo puede ofrecer al hombre

decadente, trae esperanza y reflexiones sobre el mañana.”

Mancha Smith es otro ejemplo de “niño romántico”.

La tercera voz, la de Carlos, es la más perturbadora. Al prin-

cipio, Browne utiliza un estilo gráfico con colores poco satu-

rados y una línea sensible; presenta al niño de pie y como si

estuviese atrapado. La primavera es la estación que corres-

ponde a este personaje, y el lector puede observar cómo

cambia el clima cuando Carlos logra escapar de su madre.

La sociable Mancha es la cuarta voz. Acude al parque con

su padre y su perro. Por medio de los ojos de Mancha, el

parque parece un mundo fantástico.

Podemos detenernos y observar el espacio que existe entre

ambos libros para entender nuestra percepción del mundo

infantil y el contenido y la forma de los libros que están

hechos para niños. En el hipotexto —A Walk in thePark—, Browne refleja que los padres son la autoridad y

los niños, salvo por un corto período de libertad, están bajo

su control. La acción está centrada en los niños, por

quienes el lector sentirá empatía; los padres no hacen

mucho. Incluso hay una imparcialidad en la presentación

de los padres, no sabemos absolutamente nada de sus

vidas emocionales y Browne no exige que los compren-

damos. Él se conforma con transmitir la idea de que los

adultos no tienen los maravillosos poderes de imaginación

que pueden desarrollar los niños. Da por sentado que

esperamos distintos resultados de la vida de los demás, y

que hacemos juicios de la apariencia de sus casas, de lo

que dicen y de cómo se expresan. Browne presenta estas

nociones sobre clase social y permite que su lector dote de

A walk in the parkAnthony Browne

Page 6: revista artículo libro ÁLBUM

sentido al texto. De esta manera, asume que sus lectores

tienen mayores capacidades de interpretación que los de

hace dos décadas, al igual que nosotros captamos que

Browne ha desarrollado su poder como autor y ha profun-

dizado sus formas de comunicar. En Voces en el parque,

el adulto tiene su propia vida interior. La sra. Smythe tiene

un espíritu avaro y es una esnob, mientras que el sr. Smith,

aunque alienado y con una sensación de desesperanza

frente a su condición de desempleado, tiene imaginación y

hay una mayor noción de lo lúdico en su historia. Sólo

Mancha vive sin que esta situación la perturbe.

Voces en el parque es un ejemplo extremo que sirve para

colocar en un primer plano las formas por medio de las

cuales se construye la ficción narrativa y también para

entender qué es un libro-álbum. De principio a fin,

Browne está experimentando con distintas formas que

muestran lo que sucede a distintas personas, interna y

externamente, en diferentes lugares, secuencialmente y de

forma simultánea. Un ejemplo de su logro es el balance

que existe entre los efectos de distanciamiento y la función

afectiva por medio de la cual nos involucra con los perso-

najes hasta hacer que nos preocupemos realmente por ellos.

The Drover’s Boy y The Story of Rosy Dock nos per-

mitirán acercarnos a las nociones de realidad y ficción.

The Drover’s Boy de Ted Egan e ilustrado por Robert

Ingpen, es un raro ejemplo de lo que puede ser un libro

genuinamente multicultural. Muchas de las obras que

dicen ser multiculturales obvian las referencias directas a

los colonos que expoliaron a los indígenas de las tierras

que de alguna u otra forma ocupaban, reclamaban y gana-

ban para sí. The Drover’s Boy también es un libro que

nos permite cuestionar la noción de género. En las dos últi-

mas décadas han aparecido reinterpretaciones —muchas

en el género del cuento popular— en las cuales los roles

masculinos y femeninos han sido intercambiados, aun

cuando los valores no han variado (encontramos discursos

masculinos aplicados a figuras femeninas). La princesa le

gana al príncipe, tanto en pensamiento como en acción.

¿Acaso lanzar al príncipe sobre su hombro y arrancar

galopando hacia el horizonte es señal de igualitarismo

femenino o simplemente parodia barata? Una aproxi-

mación distinta al tema de lo multicultural y al discurso de

género se presenta en The Drover’s Boy, un libro-álbum

con una dimensión moral, histórica y política, una obra de

ficción basada en hechos reales. En Australia del norte,

desde finales del siglo XIX hasta la primera mitad del siglo

XX, cientos de mujeres aborígenes fueron llamadas los

“muchachos del ganado”, debido a que tenían que vestirse

como hombres para burlar la ley que les prohibía hacer

trabajos masculinos. Algunas mujeres vivieron virtual-

mente en situación de esclavitud. En otros casos, un amor

genuino surgió entre ellas y sus jefes blancos. Estas pioneras

hicieron una inmensa contribución a la industria ganadera

de Australia, mérito que no fue reconocido hasta que Ted

Egan escribió la canción titulada The Drover’s Boy como

tributo a ellas. La canción está ambientada en los años 20,

tiempo en el que los actos de brutalidad e injusticia contra

los aborígenes usualmente no eran penados ni condenados

por la comunidad blanca. A la vez que reclama a la

Historia, Egan canta contra el tropo del “buen salvaje”.

Ingpen ilumina las palabras con impactantes imágenes de

una mujer que hace el trabajo de un hombre. La colaboración

dramatiza la rudeza, la explotación y la discriminación. Las

letras, reproducidas verso por verso en aberturas que se alter-

nan, forman el texto del libro-álbum.

El diseño del libro-álbum, la composición y los estilos de

transcripción son metáforas que exploran el espacio que

existe entre las reglas impuestas por el gobierno y la vida

privada de los individuos. Con este propósito, Robert

Ingpen ha diseñado una narrativa visual en dos sistemas

de representación que unen la ficción y los hechos.

Oponiéndose a los versos están las ilustraciones, que pre-

tenden ser páginas del cuaderno manchado y estropeado

del vaquero donde éste ha pegado fotografías, bosquejos,

trozos de papeles personales y oficiales, un mechón de

cabello. El diseño se utiliza como representación concep-

tual y sugiere una lectura que puede seguir cualquier

rumbo, el camino deseado por cada lector. Estudiando

estos recuerdos personales y la percepción del vaquero,

entendemos cómo se sintió con el “joven” que acababa de

morir y que secretamente era su mujer, mas no su esposa.

Las alusiones a las Actas Gubernamentales enmarcan la

experiencia personal en un contexto social. Una serie de

paisajes del territorio de los vaqueros representa quizá el

pensamiento de estos hombres, que el autor da a conocer

por medio de una narrativa expansiva. El utilizar ambas

representaciones —diseño conceptual y narrativa expansi-

va— no constituye una innovación dentro del libro-álbum,

pero en este caso sirve tanto para la construcción de la historia

6

Voces en el parqueAnthony Browne

Page 7: revista artículo libro ÁLBUM

como para introducir los supuestos ideológicos a los que se

quiere llegar. Las imágenes, que están diseñadas para ser

vistas subjetiva u objetivamente, mueven el discurso del

plano personal al general, del dominio privado al público;

acercan al lector a la intimidad de estas personas y, a la

vez, lo alejan para hacerlo reflexionar sobre los valores que

están siendo revelados. En el discurso, resuenan las etapas

dolorosas que esta tierra y su gente tuvieron que atravesar.

The Drover’s Boy carece de nombre y, en la página de

título, la muchacha no tiene rostro; ella representa la inca-

pacidad de reconocer aquello que se es. Pero al mismo

tiempo, Egan e Ingpen revelan la genuina autonomía de su

posición y de su dignidad como una persona que es amada.

Los libros-álbum de Jeannie Baker, actualmente residencia-

da en Australia, sugieren distintas preguntas que apuntan

a reconocer la responsabilidad del hombre con respecto a

las relaciones que ha establecido con el mundo natural.

The Story of Rosy Dock plantea inquietudes ecológi-

cas, ya que muestra cómo una inmigrante europea, que

introduce una acedera en su jardín, cambia involuntaria-

mente el medio ambiente del centro-sur de Australia. La

introducción de la planta muestra sutilmente las implica-

ciones que puede conllevar la devastación de hábitats

nativos por la introducción de hábitats foráneos.

Construcciones de collage hechas con materiales naturales

auténticos y con tonos ardientes de naranja-rojo, ocre y

cobalto, capturan el desierto y el cielo. En los textos,

extremadamente poéticos, se utiliza una mezcla de presen-

tes continuos para indicar la atemporalidad del ambiente.

El recuento de los hechos en relación con la inmigrante

femenina y la inundación es contado en pretérito y con

muchas marcas temporales: “algunos años después”,

“hasta que eventualmente”, “[...] y luego”. Por ello, la cons-

trucción temporal-espacial se mueve con fluidez entre un

lejano pasado y el presente, dentro de una misma área

geográfica. Mediante la perspectiva, Baker ubica al lector

en la posición de observador, ofreciendo el desierto y todas

las cosas vivientes como ítems de información, como obje-

tos para nuestro escrutinio. El ángulo de representación es

abierto, frontal, sea alto o bajo. Estamos a cargo de la

situación. Irónicamente, el hombre también está “a cargo”

del medio ambiente, aunque frecuentemente asume esta

responsabilidad irreflexivamente y con avaricia.

Esta historia incorpora distintos aspectos irónicos. La

anciana mujer no quiso hacer daño alguno. La acedera

asume el lugar de un personaje central cuyo destino

seguimos. Y, ciertamente, la planta florece. ¡Hurra! ¿Un

final feliz? Realmente no. Un desastre ecológico se desata

mientras que la hierba salvaje amenaza el frágil medio

ambiente del desierto. ¿Y qué debemos pensar sobre las

demás evidencias de los cambios que se generaron a raíz

del asentamiento europeo? En el primer despliegue se

aclara que los aborígenes eran los únicos habitantes

humanos de esta tierra.

Los finales de las historias dependen del género desde el

cual se asuma su escritura. ¿Podría un libro-álbum de

tema ecológico tener un final feliz? La ilustración colorida

de la última doble página —una paradójica y desoladora

mirada al futuro— suscita la discusión. Este es un atributo

común de los libros de Baker. Todas sus historias per-

siguen crear conciencia de los problemas que los humanos

pueden provocar en el mundo natural.

Si considero los libros-álbum que he estudiado breve-

mente hasta ahora con el fin de encontrar una característi-

ca común entre ellos, entonces resulta evidente que la

forma en que están contadas las historias exige a los lec-

tores un alto nivel de tolerancia hacia la ambigüedad. El

final feliz es algo que muchos adultos asocian con la litera-

tura para niños y, de hecho, la mayoría de los libros tradi-

cionales tiene un final feliz, al menos a primera vista. Sin

embargo, apreciamos que recientemente algunos autores

optan por un “final abierto”, dejando en manos del lector

la construcción de lo que ocurre.

We Are All in the Dumps with Jack and Guy finaliza

donde comenzó, con los niños en sus cajas debajo del

puente. Sendak recuerda que su propia hermana se queja-

ba, “¿Por qué la luna los llevó de nuevo al basurero, en vez

de llevarlos a un buen vecindario?” Para ella resultaba

triste, pero como dijo Sendak, “la luna no trabaja en bienes

raíces. La luna va a salvar sus vidas, no va a mudarlos al

Upper West Side.” El final feliz se enmarca más dentro de

circunstancias psicológicas que dentro de circunstancias

físicas. Lo más importante es que el pequeño niño está

seguro en los brazos de dos personas que se han compro-

metido a cuidarlo.

Con respecto a Voces en el parque, de Anthony Browne,

puedo contar una experiencia que tuve con tres niños con

quienes compartí este libro-álbum. Todos ellos pensaron

que el sr. Smith se había ido contento a casa y había

encontrado un trabajo en los anuncios del periódico. Y así

7

Page 8: revista artículo libro ÁLBUM

8

llenaron una brecha que Browne les había dejado.

Pensaron que quizá Mancha volvería al parque, pero tal

vez a Carlos no le darían permiso para jugar con ella.

Después de discutir diversas posibilidades, como si la fic-

ción de Browne fuese un caso real, dije, “Voces no tiene

un final perfecto —como un cuento de hadas—, ¿o sí?”

Ojalá pudieran escuchar ahora la sorna con la cual el niño

de nueve años me reprendió: “Bueno, eso es un tipo de

cosa común, ¿no? –como 'Había una vez... y todos vivieron

felices por siempre...' Todo el mundo dice eso. Esta no es

una historia del príncipe Tal de Cual, esto no es algo

común.” Y luego el niño dijo, sencillamente, que no podía

tener un final feliz porque sabíamos demasiado sobre los

Smiths y los Smythes.

Es posible distinguir estos libros-álbum a los que he hecho

referencia de aquéllos de los años 30, que vivieron un

surgimiento de una nueva era de la ilustración en el libro

para niños. Cabría preguntarse si se trata de un acer-

camiento más profundo a nuevos temas. No lo creo. Jean

de Brunhoff hizo sus seis libros-álbum de Babar entre

1931 y 1937 con temas que exploran relaciones familiares

como también temas políticos bien disfrazados. En el reino

de Babar, un emprendedor elefante, el bienestar de todos

es importante, la bondad triunfa y la muerte es presentada

y aceptada como una parte natural de la vida. En

Ferdinando, el toro, que apareció en 1936, Munro Leaf

y Robert Lawson asumieron una postura pacifista al hablar

de un toro que prefería las flores a las peleas. Ante el tras-

fondo político de la Europa de aquel entonces, Ferdinando

era un modelo subversivo para los niños.

Y ¿qué puede decirse con respecto al diseño del libro-

álbum? Si nos acercamos a Orlando the MarmaladeCat y A Camping Holiday, de Kathleen Hale (1938),

encontraremos representaciones conceptuales y narrativas

que se alternan, distintos hechos que ocurren simultánea-

mente sobre el plano del dibujo en un libro-álbum diseñado

antes de que Anthony Browne naciera. Pero el concepto de

libro-álbum metaficcional, como Voces en el parque,

implica un lector muy por encima de los lectores de libros-

álbum de hace cincuenta años.

La diferencia que existe entre la muestra que pudiese

haber armado hace cincuenta años y la que conformo hoy

reside en el sistema de mercadeo y publicación, pues en

los 70 y los 80 el libro-álbum se convirtió en un producto

internacional. Ciertos temores han sido expresados con

respecto a la eliminación de la creatividad individual en

aras de complacer un mercado global, pero todavía puede

observarse una diversidad floreciente de estilos y aproxi-

maciones. En teoría, vender a nivel mundial los derechos

de una obra de arte y de una historia trae dos ventajas para

el consumidor: el costo se reduce y, lo mejor del asunto, la

visión original de los artistas, escritores y diseñadores más

creativos en el área de los libros para niños se vuelve acce-

sible a todos. Esto si se tiene la suerte de vivir en un país

donde se importen libros valiosos de otras latitudes.

Al acercarme al final, estoy consciente de que no he incluido

mucho humor en mi selección de fin de milenio, así que

para hacer algo al respecto hablaré de The CultivatedWolf. Este libro será el epílogo a estas disquisiciones. Se

trata de un nuevo tipo de cuentacuentos, uno que lee con

confianza y pasión. Débil y hambriento, Lobo ataca de sor-

presa una granja, sólo para constatar que Vaca, Pato y

Cerdo están demasiado ocupados disfrutando de una

buena lectura como para prestarle atención. Lobo está

intrigado. El texto de Becky Bloom es ingenioso, y el arte

de Pascal Biet se construye con una línea ágil y un color

juguetón; las posturas de los animales son convincentes,

expresivas y maravillosamente absurdas. La lectura pro-

porciona buena diversión, requiere un gran esfuerzo, mejora

tus modales, tu apariencia y proporciona confianza. En

otras palabras, leer es algo bueno para cualquier lector.

Esta conferencia fue dictada en el marco del III Seminario InternacionalBanco del Libro “El mundo del libro-álbum para niños”.

Jane DoonanEs Jefe de Inglés y Teatro en una escuela de la ciudad de

Bath y es tutora asociada de la Escuela de Educación de

la Universidad de Bath. Estudió Lengua y Literatura

Inglesas y se especializó en arte medieval. Ha escrito

muchos estudios sobre el libro-álbum para la revista

Signal. Su libro Looking at Pictures in Pictures Books es un

valioso aporte para incorporar la educación visual en el

aula. Ha participado como conferencista en numerosos

eventos en su país y en el exterior.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Baker, Jeannie (1995). The Story of Rosy Dock, Random House. Biet, Pascal (1999). The Cultivated Wolf, Siphano Press.Browne, Anthony (1977). A Walk in the Park, Hamish Hamilton. Browne, Anthony (1999). Voces en el parque, Fondo de CulturaEconómica.Egan, Ted y Robert Ingpen (1997). The Drover's Boy, Lothian Books.Leaf, Munro y Robert Lawson (1978). Ferdinando, el toro. Lóguez Editores.Sendak, Maurice (1993). We Are All in the Dumps with Jack and Guy, HarperCollins Publishers.

Page 9: revista artículo libro ÁLBUM

9

Por LO U R D E S MO R A L E S

John Lewis Steptoe(I)Un creador incesante:

oberto está reclinado sobre un sillón y, aunque no

logramos ver su rostro, la atmósfera y la ventana a través

de la cual se pierde su mirada permiten imaginarse la nos-

talgia de un niño que logra sentir la presencia de un amigo

una vez que éste ya se ha ido.

Este fue mi segundo encuentro con la obra del autor-

ilustrador afroamericano John Steptoe (1950-1989), y

debo decir que la imagen de Roberto junto a la ventana

ilustra también lo que sentí al llegar a la última página de

Stevie (1969). Fue definitivamente una sensación extraña,

de alegría por haber encontrado un libro como éste, y de

saudade por no haberlo encontrado antes; no porque el

libro llegara tarde a mi encuentro, sino porque de seguro

hubiera disfrutado más, a mi edad, si las imágenes de

Steptoe hubieran significado más un recuerdo que un des-

cubrimiento. Pero la sentencia “nunca es tarde para...” me

animó a escribir estas palabras

Se acercaba el evento “ Los mejores libros para niños”, así

que los evaluadores estábamos algo apurados revisando

todos los libros que serían postulados. Alguien tenía que

revisar un libro de Steptoe que hacía tiempo esperaba en

el anaquel, así que lo tomé. Las bellas hijas de Mufaro(1987) —la última obra de Steptoe— era mi referente

inmediato de la obra de este autor-ilustrador. Como supe

un poco después, este libro respondía a la madurez creativa;

ilustraciones hiperrealistas, grandes escenarios naturales,

África se desborda en cada doble página y la historia de la

Cenicienta late como hipotexto en este relato.

El encuentro con Stevie significó descubrir a otro Steptoe,

un encuentro con un joven entusiasta dedicado de lleno a

la creación de libros para niños. Las imágenes no guardan

ningún parecido con lo que puede verse en Las bellashijas de Mufaro pero, a pesar de que la técnica es total-

mente distinta en ambos libros y la ubicación de ambas

historias es totalmente diferente, el elemento negroide está

presente a lo largo de toda la obra de este autor-ilustrador.

Steptoe contó y pintó su mundo y en algún momento dijo

que quería crear libros para gente negra1. A través de sus

ojos vemos la cultura negra de los Estados Unidos y de vez

en cuando —aunque el autor nunca haya dado referentes

explícitos— hasta podría escucharse un soul o un blues en

cada una de sus páginas2. Steptoe habló desde las calles

que vivió de pequeño. Nació y vivió en un barrio de

Brooklyn, lugar que siempre vemos recreado en la mayoría

de sus obras.

Stevie es su primer libro y lo creó a la edad de 19 años.

En este libro, sorprende el manejo de una técnica pictórica

que tiene muchas remembranzas de la obra de Rouault,

pintor fauvista francés del siglo XIX. En el desarrollo crea-

tivo de Steptoe —recordemos que tuvo una corta pero

fructífera carrera— se aprecian cuatro etapas claramente

diferenciables. En un primer momento, él mismo se

R

1Something about the author, volume 63, p.159.

2John Steptoe fue maestro en

la escula de música de Brooklyn.

Page 10: revista artículo libro ÁLBUM

10

describe como colorista y sus tres primeros libros eviden-

cian esta tendencia [Stevie (1969), Uptown (1970) y

Train Ride (1971)]. Imágenes densas, gran interés por el

color, contornos fuertemente marcados. En Stevie, las

imágenes son difusas y la línea define grandes contornos

lejanos al detalle. Vemos al pequeño Roberto y a Stevie,

los apreciamos de lado, de espaldas, pero nunca logramos

darnos entera cuenta de sus facciones. La intención de

Steptoe es más la creación de una atmósfera que la

descripción detallada de sus personajes. Nuestra perspec-

tiva es la de los pequeños protagonistas de la historia:

espacios cerrados, la casa, la seguridad —que de vez en

cuando se abren para el juego, la calle y hasta el peligro—.

Hay una violencia tácita, la violencia del blues. Los niños

juegan con pistolas, y aunque son de juguete sentimos que

una cuadra más allá, esa cuadra que Steptoe no nos mues-

tra, tal vez un tiro resuene en un espacio ya solitario por la

huida.

Después de esta primera etapa, Daddy is a Monster...Sometimes (1980) denota un cambio de rumbo. En este

libro se aprecia que Steptoe se interesó por el manejo de

la luz y el claroscuro. Un prisma parece descomponer la

imagen y dejar al descubierto todo un proceso creativo. La

técnica va muy bien con esta historia que recrea una

relación algo ruda entre un padre y su hijo.

En OUTside/INside: Poems (1981, con textos de Arnold

Adoff) y The Story of Jumping Mouse: A NativeAmerican Legend (1984) Steptoe deja a un lado el color

y crea grandes atmósferas haciendo uso exclusivo del

blanco y del negro. Después de esta etapa, aparece un

libro que lo trae de vuelta al manejo del color que tuvo en

sus primeros años, pero con la destreza que había adquirido

en sus etapas de experimentación con la luz: Las bellashijas de Mufaro (1987), libro que lo hizo merecedor de

la Medalla Caldecott de Honor en 1988. Steptoe, cuya

obra primigenia estuvo circunscrita al gueto y al mundo

citadino, dijo con respecto a este libro: “creo que toda

experiencia puede ser usada como vehículo para un creci-

miento espiritual [...] Mufaro fue una experiencia curativa

para mí”3. Por medio de este libro, Steptoe logró recuperar

la voz de sus ancestros y hacerla familiar para los niños.

La intimidad familiarHay un momento muy importante en la vida de Steptoe

que tuvo influencia su obra posterior: el nacimiento de sus

dos hijos, Bweela, la niña, y Jakava, el varón. En

Birthday (1972), Steptoe nos muestra la intimidad del

ambiente familiar y celebra el cumpleaños de su hijo

varón. My Special Best Words (1974) recrea la relación

especial que existía entre él y sus pequeños hijos; muestra

el ambiente cotidiano de la familia (la cena, la hora del

baño) y la fuerte ausencia de la madre. Mother Crocodile(1982, con texto de Birago Diop) le valió el premio Coretta

Scott King —premio que en 1995 creo una categoría con

el nombre de Steptoe para nuevos talentos—.

Claudia Lewis dijo en cierta ocasión que no podía pronos-

ticarse la dirección de la obra de Steptoe, debido a que él

demostraba “una gran habilidad para moverse, cambiar y

exprimentar [...]”4. Esto es la obra de Steptoe. No hay un

punto y final, un libro que marque la última recta. Se trata

de un proceso creativo en constante movimiento. Hurgar

aquí y más allá, pasar de la intimidad a temas universales,

de pequeños espacios a grandes escenarios... Steptoe dijo:

“Si profundizo lo suficiente dentro de mí mismo, consigo

3The Horn Book Magazine.Boston,

volumen 64, No. 1 (enero-febrero, 1988).

4Twentieth Century Children’s Writers

(D.L. Patrick. Ed) Nueva York:

St. Martin Press, 1978, p. 1169.

Page 11: revista artículo libro ÁLBUM

11

algo básicamente universal. Espero conseguir algo que

todo el mundo necesita ver”. El hecho de que algunos

críticos trataran de dilucidar si los libros de Steptoe esta-

ban dirigidos a niños blancos o exclusivamente a niños

negros me parece de poca importancia y extemporáneo en

este momento. Él mismo reconoció en un momento el

lugar desde donde hablaba, y en un momento dijo que

quería escribir para “gente negra”, pero creo que Las bellashijas de Mufaro, ese encuentro con sus herencias

africanas, el descubrir que la Cenicienta no era una histo-

ria exclusivamente europea y pasar la vista por las ruinas

de Zimbabwe, le permitió descubrir que la autenticidad de

su trabajo residía en que siempre habló desde el lugar que

le era cercano. Un lugar que pronto descubrió inexplorado

por la palabra y la imagen. Un lugar —físico y mental—

que era necesario conocer para seguir adelante en su pro-

greso creativo.

Las bellas hijas de Mufaro dio grandes satisfacciones a

Steptoe y, de alguna manera, fue el mejor premio que él

mismo pudo darse. Su obra, como dice Claudia Lewis, ha

podido dar muchos otros descubrimentos de este tipo en

su incesante búsqueda. Pero su vida fue corta y hay algo

truncado que se convierte en deuda; un libro por venir,

una nueva propuesta. Buscando en la red los años en los

que Steptoe fue nominado al Newbery y al Caldecott

encontré anunciado un libro en el que su hijo Jakava

mostraba su trabajo. El título del libro me pareció reve-

lador y nuevamente me puso nostálgica: In Daddy’sArms I am Tall, y es que los lectores de John Steptoe —

avasallados por su obra— nos quedamos esperando un

nuevo libro de este autor-ilustrador que nunca cesó en su

búsqueda de brindar historias que —como él mismo

dijo— hicieran crecer a la gente que se acercara a ellas.

Lourdes MoralesLicenciada en Letras por la Universidad Católica Andrés

Bello. Miembro del Comité de Evaluación de Libros y de

toda actividad que requiera de su colaboración.

Investigadora del Centro de Estudios y Promoción del

Libro Infantil y Juvenil, se desempeña también como

editora de las publicaciones del Banco del Libro.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Children’s Literature Review, Vol.12.D.L. Patrick. “John Steptoe” en: Twentieth Century Children’s Writers. St. Martin Press. N.Y. 1978.Silvey, Anita. Children’s Books and Their Creators. Boston Houghton Mifflin Co. 1995Something About the Author, Vol.63.Steptoe, John. “Mufaro’s Beautiful Daughters” (1988) en: The Horn Book Magazine, Vol.64 Nº1.

WEB HEMEROGRÁFICA

www.leeandlow.com/booktalk/steptoe.htmlwww.ala.org

BIBLIOGRAFÍA DEL AUTOR*OBRAS ESCRITAS E ILUSTRADAS:Las bellas hijas de Mufaro (Trad: Clarita Kohen), Nueva York: Mulberry Books, 1997. Stevie (Trad: Teresa Mlawer), Nueva York: HarperCollins Publishers, 1996.

* Esta bibliografía responde a los libros traducidos al castellano que seencuentran en el Centro de Información y Documentación sobreLiteratura Infantil y Lectura del Banco del Libro.

Las bellas hijas de MufaroJohn Steptoe

StevieJohn Steptoe

Page 12: revista artículo libro ÁLBUM

12

uando hablamos de libros para niños, de libros

de imágenes, o más específicamente, de libros-álbum,

pensamos en una creación cuyas características están

regidas tanto por los parámetros de la sencillez como por

los de una particular complejidad. Textos e imágenes

entrelazados de tal forma que unos no tendrían el mismo

significado sin las otras, donde la escasez de palabras

está complementada por las sugerencias de las ilustra-

ciones, donde la brevedad, la precisión y la simplicidad

—en el buen sentido de la palabra— son factores funda-

mentales. Una obra cuyos receptores no se preocupan

por técnicas, métodos o estructuras, sino por una afec-

tividad, un gusto que responde a normas y niveles de exi-

gencia tan variados como variada es la producción

misma de los libros a los que hacemos referencia.

Entre los más destacados autores de este difícil género

literario se encuentra Satoshi Kitamura, un japonés naci-

do en Tokio el 11 de junio de 1956, quien ha dedicado

buena parte de su vida a ilustrar y escribir libros para

niños. Entre sus más importantes trabajos se ubican las

ilustraciones de varios libros escritos por Hiawyn Oram,

tales como Fernando Furioso —el cual obtuvo el pre-

mio Mother Goose en 1982 y resultó ganador del evento

Los mejores libros para niños de 1990—, Ned and theJoybaloo, En el desván, Alex quiere un dinosaurio,

entre otros, además de una gran cantidad de obras

escritas por su propia pluma, como por ejemplo Cuandolos borregos no pueden dormir, Ufo Diary, Sheepin Wolves Clothing, así como la serie de libros para

bebés de Gato y los libros de Pato, Perro y Ardilla,

entre otros. Además, existe una serie animada para tele-

visión, llamada Sheeps, basada en los personajes de

Sheep in Wolves Clothing. De esta manera, encon-

tramos a un autor-ilustrador que ha sabido insertarse y

desarrollarse en el mundo de los libros y de los niños,

cuya obra ha cobrado fuerza a medida que ha evolu-

cionado su técnica y estilo. La intención de este breve

trabajo es aproximarnos, con una mirada sutil y sin pre-

tensiones excesivamente escrutadoras a algunos de los

libros ilustrados —y también escritos— por Satoshi

Kitamura.

En los trabajos de ilustración así como en los libros

escritos e ilustrados por Kitamura es posible apreciar —

en primer lugar— una elaboración cuidada y

coherente de los ambientes y los personajes

representados: los tonos, los espacios, la

profundidad, el movimiento, las degrada-

ciones, los rostros y sombras, todo se

presenta con una armonía deslumbrante. Hay en las

ilustraciones de Kitamura un indudable conocimiento y

excelente manejo de los materiales con los cuales trabaja,

así como también una indiscutible habilidad y desem-

peño creativos que se relacionan directamente con la

tradición característica y particular de los japoneses. Un

estilo de imágenes —tanto visuales como verbales— tan

sencillo y contundente, tan claro y profundo, que al ver

estos trabajos no resulta difícil ni descabellado pensar en

la sabia y lapidaria cultura originaria de este creador.

Tal es el caso de Fernando Furioso (Caracas, Ediciones

Ekaré-Banco del Libro, 1989), donde el ritmo y la

brevedad de un texto que marcha y se intensifica en cada

página, se motoriza aún más con unas ingeniosas imá-

genes en las que Kitamura contrasta alternativamente

Por CÉ S A R SE G O V I A

Satoshi Kitamura:

C

Juegos oníricos en el desván...

Fernando FuriosoHiawyn Oram

Ilust: Satoshi Kitamura

Page 13: revista artículo libro ÁLBUM

13

ocres y rojos, al principio, azules y marrones, al final,

profundizando el entorno de los espacios representados y

sugiriendo un ritmo visual que consolida el texto de

Oram, al que brinda energía y movimiento vitales.

Fernando quiere ver en la televisión una película de

vaqueros, pero su madre le dice que es hora de ir a la

cama y el niño advierte que se pondrá furioso, muy

furioso. Y así lo hace. Su furia comienza como una tor-

menta que crece sistemáticamente a medida que los

miembros de su familia le dicen: “¡Ya basta!” Al compás

del estribillo “Pero no bastó” que —junto con las pers-

pectivas sensoriales presentes en las ilustraciones de

Kitamura— dan al libro una dinámica voraz que empuja

al espectador, casi sin aliento, a ir a la página siguiente.

Todos estos elementos se entretejen en los hilos de un

matiz onírico que contribuye al efecto de movilidad y

tiñe la obra con los colores de un extraño e interesante

ensueño.

En el desván (México, FCE, 1993), es el resultado de

un trabajo más pausado, más meticuloso y digerido. Las

ilustraciones de Kitamura, que vuelven a fundirse aquí

con los textos de Oram, se desarrollan con fluidez y pre-

cisión en un espacio enmarcado y determinado por la

imaginación del niño que narra su historia: una experiencia

de viaje y maravillas en el desván. Un niño se encuentra

hastiado en un mar de juguetes de todas clases y decide

subir al desván por la escalera de su carrito de bomberos

para distraerse averiguando qué puede haber en aquel

lugar. Una vez allí, consigue el sitio vacío, hasta que

comienza a descubrir una serie de elementos que, página

a página, van colmando el espacio del desván y aumen-

tando su espectro hasta alcanzar límites maravillosos:

abismales ventanas, cielos inmensos, fabulosas ciu-

dades, selvas vírgenes: “un juego que podría durar para

siempre porque cambiaba todo el tiempo”, como el pro-

pio niño lo indica. Así, al final de su aventura en el

Page 14: revista artículo libro ÁLBUM

14

desván, el pequeño baja y cuenta a su madre lo que

había estado haciendo: “Pero nosotros no tenemos

desván”, dice ella; y es aquí donde el velo onírico y

fantástico que se ha ido asomando en cada una de las

palabras y de las ilustraciones —donde la luminosidad y

fuerza de las imágenes están presentes en cada detalle—

cobran más fuerza y se apoderan de toda la obra, dando

un giro magistral con este guiño al lector: “Bueno, ella no

puede saberlo, ¿o sí? Ella no ha encontrado la escalera”,

dice nuestro simpático narrador, en un genial cuadro de

cierre, en el que aparece con su pequeño camión de

bomberos en un brazo y la parte trasera de su amigo el

tigre asomándose por la ventana del fondo, con la luna

llena al final, a lo lejos...

Alex quiere un dinosaurio (México, FCE, 1993),

cuenta la historia de un niño cuyo deseo es tener, no un

perro, un gato o una tortuga, sino uno de estos inmensos

y aparatosos animales prehistóricos. De esta manera,

y dentro de las mismas características artísticas

que hemos mencionado del trabajo de Kitamura,

se desarrolla el relato de este niño al que su

abuelo, por verlo tan triste y anhelante decide

llevar a buscar lo que tanto quiere: un

dinosaurio. Así, en la genial dino-tienda, vemos

como los textos y las imágenes se pasean magis-

tralmente por una inmensa diversidad de especies

de dinosaurio, y también, cómo el rostro pálido de Alex

y su muy lograda expresión ávida, se deleitan en este

espacio que lo colma con las visiones de lo que tanto

desea. Ya con el pequeño animal en casa —con ese

mismo ritmo y tensión crecientes presentes en las obras

antes mencionadas— podemos apreciar cómo van sus-

citándose las más normales situaciones que podrían

imaginarse al tener un dinosaurio en casa. Así, un día

que salen de paseo al campo, llegan a un paraje donde

habitan otros dinosaurios, y Fred, la dinosauria de Alex,

se precipita al encuentro de sus amigos para alejarse

definitivamente de su dueño. “¡Ahora sí, esto es dema-

siado!” dice Alex a su dinosaurio, y con un grito ahogado,

en una excelente transición, donde aparece de nuevo el

elemento onírico, Alex despierta de este extraño sueño, y

se restablece el orden habitual de su casa y de todo su

entorno. Allí recibe, con alivio, el regalo de su abuelo: un

conejo... un conejo que no se llamará Fred... en una esce-

na de cierre clara y luminosa, en la que la tranquilidad

del niño se siente en cada trazo, en cada color...

Para hablar de algunos de los libros escritos e ilustrados

por Satoshi Kitamura, debemos mencionar Cuando losborregos no pueden dormir (Madrid, Altea, 1986). En

este libro, Kitamura se vale de tonalidades menos

brillantes, más mates y sutiles, para relatar la historia

del viaje del borrego Madejo, a causa de su falta de

Fernando FuriosoHiawyn Oram

Ilust: Satoshi Kitamura

Page 15: revista artículo libro ÁLBUM

15

Ya para finalizar, resulta necesario destacar, dentro de la

obra más reciente de Satoshi Kitamura, una serie de

cuentos —en cartón plastificado para facilitar su manipu-

lación— creados especialmente para los niños más

pequeños. Historias sencillas y divertidas, donde se rela-

ta muy brevemente un episodio cotidiano en la vida de

un animal. En cada una de ellas el animalito en cuestión

debe pasar por una cantidad de impedimentos para

lograr un objetivo propuesto al principio: huir de la hora

del baño, encontrar un lugar agradable para dormir,

encontrar un amigo para jugar, mitigar la sed, guardar la

comida, etc., todos con un final tan gracioso como sor-

presivo y tonificante. Gato —como figura principal—

Perro, Pato y Ardilla, protagonizan unas simpáticas

historias, en las que la claridad, el color y los detalles

característicos de Kitamura se unen para proporcionar a

los niños encantadoras y atractivas lecturas en sus

primeros años de vida.

Mucho nos queda por decir de Satoshi Kitamura. Pero lo

que no está permitido pasar por alto es que nos encon-

tramos ante la figura de un artista cuya obra, llena de

destrezas pictóricas y sutiles detalles, colmada de per-

sonalidad y originalidad, se despliega contundente y

hábilmente en el marco de las creaciones pensadas para

el disfrute de los pequeños lectores, y se consolida entre

las más importantes y logradas del género que nos ocupa.

sueño. Madejo, en el hermoso espacio de la pradera,

acabada con tonos verdes que se diluyen y forman otros

verdes, decide salir a caminar sin rumbo fijo. En su

paseo, cuadro a cuadro, va consiguiendo a otros habi-

tantes del campo, primero uno, luego dos, luego tres,

luego cuatro... sin lograr conciliar el sueño. Una clara y

mágica noche, que progresivamente se consolida en cada

página, va cubriendo el cielo sobre Madejo, quien con-

templa el espectáculo plácidamente. Pero unos extraños

destellos zumbantes lo aterrorizan y huye despavorido.

En su escape, llega a una casa de muchas ventanas, doce

para ser exactos, la cual recorre realizando distintas

actividades, hasta que consigue una acogedora

habitación con una cama suave, donde, con el pensa-

miento de su madre, de su padre y sus hermanos, con-

tándolos uno a uno, logra por fin quedarse dormido. En

este hermoso cuento, concebido con ternura e intimidad,

se revela la conciencia y la maestría de un artista que

consigue representar en su obra, adaptando y autentifi-

cando lo que se podría ver como el estereotipo de contar

ovejas para dormir, la metáfora del desvelo, unida a un

extraño pero interesantísimo libro para contar: una

mariposa, dos mariquitas, tres búhos, cuatro murciéla-

gos, cinco manzanas, seis ardillas, siete peldaños... hasta

llegar a veintidós Z, que indican el sueño profundo de

Madejo... y, para cerrar, buenas noches.

Alex quiere un dinosaurioHiawyn Oram

Ilust: Satoshi Kitamura

Page 16: revista artículo libro ÁLBUM

César SegoviaTesista de la Escuela de Letras de la Universidad Central

de Venezuela. Miembro del Comité de Evaluación de

Libros y del Comité de Evaluación de Formatos

Digitales. Investigador del Centro de Estudios y

Promoción del Libro Infantil y Juvenil del Banco del

Libro. Su disposición permanente y espíritu conciliador

lo han convertido en un colaborador imprescindible en

las diversas actividades del Banco del Libro.

CENTRO DE ESTUDIOS Y

PROMOCIÓN DEL LIBRO

INFANTIL Y JUVENIL

COORDINADORA

María Fernanda Paz Castillo

COMITÉ DE EVALUACIÓN

DE LIBROS

Brenda Bellorín(Coordinadora del Programa de

Evaluación de Libros)

EVALUADORES

Ana AzcárateHripsime Bedrosian

Paula Cadenas Susan Castro

Maité DautantMaría Elena de la Rosa

Olga García LarraldeSashenka GarcíaSusana González

Fanuel Hanán Díaz Carolina Holmes

María Francisca MayobreMaría Beatriz Medina

Lourdes Morales BalzaIrene Ojer

María Fernanda Paz CastilloGustavo Puerta Leisse

César Segovia María Cristina Serrano

CONCEPTO Y EDICIÓN

Brenda BellorínLourdes Morales Balza

Sashenka García

DISEÑO

Ana Carolina Palmero

IMPRESIÓN

ARTE TIP

DEPÓSITO LEGAL

pp 200003CS203

ISSN1317-3146

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Doonan, Jane. “Satoshi Kitamura: aesthetic dimensions” (1991) en:Children's Literature. Vol. 19.Commire, Anne y Donna Olendorf. Something About The Author: Facts And Pictures About Authors And Illustrators Of Books For Young People, Detroit: Gale Research.

BIBLIOGRAFÍA DEL AUTOR*OBRAS ESCRITAS E ILUSTRADAS:Ardilla tiene hambre (Trad:Odette Smith), México: Fondo de CulturaEconómica, 1998.El baño de Gato (Trad: Odette Smith), Madrid: Anaya,1998.Cuando los borregos no pueden dormir: un libro de contar,Madrid: Altea, 1986.Gato busca un amigo (Trad: Odette Smith), Madrid: Anaya, 1998.Gato tiene sueño (Trad: Odette Smith), México: Fondo de CulturaEconómica, 1998. Pato está sucio (Trad: Odette Smith), México: Fondo de CulturaEconómica, 1998.Perro tiene sed (Trad: Odette Smith), Madrid: Anaya, 1997.

OBRAS ILUSTRADAS:Alex quiere un dinosaurio. Autor: Hiawyn Oram (Trad:CatalinaDomínguez), México: Fondo de Cultura Económica, 1993. En el Desván. Autor: Hiawyn Oram (Trad: Catalina Domínguez),México: Fondo de Cultura Económica, 1995.Fernando Furioso. Autor:Hiawyn Oram (Trad: Verónica Uribe),Caracas: Ediciones Ekaré-Banco del Libro, 1989.

* Esta bibliografía responde a los libros traducidos al castellano que seencuentran en el Centro de Información y Documentación sobreLiteratura Infantil y Lectura del Banco del Libro.

Cuando los borregos no pueden dormirSatoshi Kitamura