resena la extrana-derrota marc bloch
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Reseña de sobre el libro de Marc
Bloch “La extraña derrota”, escrita entre
los meses de julio y septiembre de 1940.
La extraña
derrota
Testimonio escrito en 1940
Vladimir Martínez Tapia
BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA
DE PUEBLA
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS
COLEGIO DE HISTORIA
HISTORIOGRAFÍA GENERAL II
PROFRA. DRA. EVELYNE J. P. SANCHEZ
1 Reseña: Marc Bloch. La extraña derrota
La extraña derrota de Marc Bloch es una obra donde hace un análisis de la caída de
Francia ante Alemania, pero no sobre el momento mismo en que Alemania decide invadir
Francia, Marc Bloch se propone encontrar las causas más profundas que dan paso a la derrota
francesa. Redactada como un diario por el autor entre los meses de julio y septiembre de 1940, no
se publica sino hasta 1946, pues fue el autor que pidió que esta obra se entregara al público hasta
que Francia hubiera alcanzado liberarse del dominio alemán. Como ya se ha dicho anteriormente,
el autor hace un análisis de las principales y verdaderas causas de la derrota francesa, a lo largo
de su obra va desmembrando los acontecimientos para llegar hasta la raíz de la debacle, que
piensa el autor es la descomposición de la sociedad y las instituciones. Estudia la actuación de los
mandos de Francia, principalmente, y de manera sesgada da algunos vistazos al proceder alemán,
para hacer una comparación con la actuación de los mandos franceses, y desde ahí percibe que se
encuentran en desventaja. Los alemanes si supieron pensar esta guerra, “el triunfo de los
alemanes fue esencialmente una victoria intelectual” (Bloch, 2003, p. 57)
La obra se encuentra dividida en tres partes, incluyendo una sección de anexos. En la
primera parte, La extraña derrota, se hace el estudio de las causas que llevaron a Francia a
sucumbir ante Alemania, es la parte más importante, pues en sus tres secciones va desgranando la
causa de dicha derrota. La segunda parte consta de sólo dos cuartillas y refiere al testamento que
Marc Bloch redactó en vida, donde resalta ese espíritu de lucha y entrega a la nación francesa,
pues siempre dijo que a pesar de ser judío, antes que todo era francés. La tercera parte es un
compilado de escritos donde perfila la reforma de la enseñanza, pero también funge como un
contestatario a las diferentes obras y escritos de aquellas figuras que considera como impulsores
y conservadores de esa sociedad en descomposición a la que achaca La extraña derrota. Dentro
de los anexos encontramos algunos reportes que Marc Bloch iba realizando, una bitácora de sus
actividades.
El apartado uno, de la primera parte del libro, titulado Presentación del testigo es el
preámbulo de su obra donde, a grandes rasgos, nos dará un pequeño vistazo de lo que tratará su
obra. Considera que los acontecimientos de un solo soldado no son tan relevantes como los de
todo un batallón o regimiento. Lo que escribe no son sus memorias, pues con ello podría caer en
la subjetividad en la cual muchos escritores han caído y adornara sus escritos, lo que presenta es
un relato crudo, de primera mano, de los acontecimientos bélicos y al mismo tiempo haciendo un
análisis de las posibles causas, pues considera que todo buen historiador está obligado a escribir
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historia y a enseñarla. Desde su puesto, como aprovisionador de carburantes, tuvo un panorama
amplio de la situación que acontecía con el ejército francés.
Para realizar su obra debió enfrentar las grandes penurias de la guerra, sorteando los
inconvenientes y evitando ser capturado. Comienza escribiendo este libro con la idea definida
que en algún momento alguien deberá leerá, no sabe cuándo pero ese es uno de los objetivos que
persigue, pues sabe que “sin inclinarse sobre el presente, resulta imposible comprender el
pasado” (Bloch, p. 30). Pero también existieron momentos donde piensa que nunca se llegarán a
leer. Marc Bloch abriga un sentimiento muy grande por la patria, a diferencia de muchos de sus
congéneres judíos enorgullecidos de su ortodoxia antes que de su país. A él ni le enorgullece ni le
avergüenza ser judío, se declara francés, y de la misma manera lo hará en su testamento como
apreciaremos más adelante en la segunda parte del libro.
En este primer apartado comienza a delinear las causas por las cuales Francia ha sido
subyugado por Alemania. Define que son los altos mandos aquellos en los que recaen las
mayores responsabilidades. Marc Bloch siempre se definió como un respetuoso de las leyes y los
ordenamientos que como ciudadano francés debía acatar, sin embargo, cuando es requerido a los
cursos de perfeccionamiento de la milicia, pretextando su trabajo de historiador, no asiste a esos
cursos, en su obra acepta no tener razón, pero ya bien sabe que esos cursos de la Escuela de
Guerra no le dejarán ningún aprendizaje. Considera que la Escuela de Guerra no tiene los mejores
instructores y su atmósfera se encuentra viciada por la burocracia, pues en el campo de batalla
parece que hay más oficiales que tropa y “cuando el número de jefes superpuestos es
excesivamente elevado, la responsabilidad se diluye entre ellos hasta el punto de que ninguno se
siente personalmente involucrado.” (Bloch, pp. 104-105)
El mismo se reprocha en algún momento haber sido presa del burocratismo, pero rescata
algo importante, la oportunidad de estar presente en hechos trascendentales para analizar la
cúpula de poder que se encontraba viciada. Pudo observar aquellos criterios de ascenso basados
en el mero paso del tiempo o el amiguismo, y que muy pocas veces respondían a los méritos. El
caos reinaba en el ejército francés, dentro de ese diario que llevaba, plasma como las órdenes
dadas por los altos mandos reflejaban dicha situación, y algunos errores les costaban mucho
tiempo, un factor que en tiempos de guerra es fundamental. Pero además de errores y malas
planeaciones, también existía un gran apego a las viejas costumbres, lo cual propiciaba decisiones
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y conductas ridículas como el que existieran oficiales que sin excusa alguna, respetaban su
horario de trabajo, es decir, no trabajaban hasta después de las nueve de la mañana que llegaran a
sus oficinas. Finaliza esta sección declarando que él no podía conocerlo todo sobre el desarrollo
de la guerra, sólo habla de lo que vivió y las cosas que sabía, para acercarse más a la realidad de
los sucesos, en el futuro, será necesario que algún investigador junte todas las piezas sobre los
hechos acontecidos en la guerra y pueda presentar un panorama más amplio de lo acontecido.
El segundo apartado, Deposición de un vencido, nos habla de la descomposición de los
altos mandos, la ineficiencia y la evasión de responsabilidades son sus principales características,
pero nos deja ver que si han actuado de manera errónea, la causa es directamente por incapacidad
y no por desdén, pues esos jefes estuvieron mal capacitados. Además nunca se aplica un castigo a
los que fracasaron, al contrario, los dirigentes los vuelven mártires. Caso contrario sucede con los
héroes de guerra, que muy pocas veces son reconocidos, pues la cúpula dirigente teme que sus
hazañas y triunfos puedan desbancarlos. También los altos mandos nunca entendieron que la
guerra que estaban librando, era una guerra de velocidad, y por las técnicas y prácticas francesas,
parecía como si estuvieran repitiendo el accionar de la primera guerra, sólo que los alemanes si
habían evolucionado en sus tácticas militares.
Marc Bloch no sólo busca culpables, devela la causa principal. Para él todo reside en la
mala enseñanza de la Escuela de Guerra, a la cual rehúye a sus cursos de profesionalización.
Muchos de los errores se debían al desconocimiento de las necesidades de la tropa, con tantos
niveles de oficiales, las órdenes se perdían en el papeleo de la burocracia y las solicitudes de la
tropa se perdían en el mismo camino. Los altos mandos no supieron pensar esta guerra, los
alemanes sí, por eso obtuvieron la victoria. Francia nunca entiende que se trata de una guerra de
velocidad, además de no tomar en cuenta el factor distancia y la evolución del mismo. Y los
errores cometidos son el fiel reflejo de una descomposición de la sociedad francesa.
Dentro de todo ese cúmulo de errores, existía la consigna que cuando era designado un
nuevo General, quien llegaba hacía borrón y cuenta nueva, es decir, no existía continuidad en los
mandos, y esto es en gran parte a los celos profesionales entre militares. El ejército francés
parecía desconocer todo sobre su enemigo, pues en el trabajo de inteligencia, los datos eran
erróneos. Y lo malo no era que se equivocaran, sino que no hacían nada por corregir estos
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errores. Bloch piensa que mucha culpa tiene Billote1, pues los errores que tuvo no los supo
corregir a tiempo y esta ideología permearía toda la Escuela de Guerra.
El autor responsabiliza a todos aquellos instructores que tuvieron a su cargo la
preparación de las tropas francesas y sus estrategias, pues una era la guerra que sucedía en las
oficinas de los altos mandos y otra era la que sucedía en el campo de batalla. Desnuda las
diferencias en las mentalidades de ambos bandos, mientras los alemanes “Creían en la acción y
en lo imprevisto. Nosotros habíamos hecho profesión de fe en el inmovilismo y en la tradición”
(Bloch, p. 67). No sólo era nuestro autor quien pensaba que los mandos estaban mal, otros
autores confirmarían este sentimiento, como Bertrand de Jouvenel2 o el Duque de Fezensac
3.
Además, por qué siempre se tomaban como ejemplo a seguir a aquellos líderes que habían
fracasado, si a la mano tenían ejemplos tan claros y valiosos como el de Joffre4, pero la respuesta
es sencilla, simplemente porque nadie tenía la capacidad suficiente como para emularlo.
La respuesta a los problemas acaecidos en la guerra por el ejército francés, dice Bloch, se
hubieran podido corregir si todos los franceses, no únicamente los militares, se hubieran sacudido
esa apatía tomando la iniciativa, además era necesario olvidar las viejas tradiciones y rencillas,
pues el caos del ejército alcanzó hasta la colaboración con los ingleses, esta mala colaboración
entre tropas se debía al acendrado odio francés por las viejas rencillas históricas. ¿Cómo era
posible que tuviera más valor ese viejo odio que el ánimo por obtener el triunfo? También los
ingleses guardaban ciertos rencores contra los franceses, pero cuando se percataron del caos
francés, deciden hacerse a un lado por temor a ser arrastrados en ese caos.
Los errores hubieran pasado de largo para el mismo autor, de no ser que como historiador
había aprendido a recabar información y a volverla útil cuando era necesario. Si esta misma
1 Gaston Billote nació en Sommeval, Francia en 1875. Tenía a cargo el comando del 1er Grupo Armado de Francia y
más tarde fue nombrado cabeza de todas las tropas Aliadas en Holanda. Es recordado principalmente por su papel en
el fracaso para contener a las tropas alemanas invasoras en mayo de 1940. Murió en 1940, después del accidente que
tuvo el carro donde se transportaba después de una conferencia con el General Maxime Weygand. (Reference Center for Marxist Studies Pamphlets, 2002) 2 Bertrand de Jouvenel elabora un demoledor testimonio, La Décomposition de l'Europe libérale, sobre las malas
costumbres de las segundas oficinas mucho antes de la Guerra. 3 En sus memorias el duque de Fezensac relata la arbitrariedad y la mala comunicación que mantiene con el Mariscal
Michel Ney en las Guerras Revolucionarias Francesas y las Guerras Napoleónicas, sucedidas a principios del siglo
XIX. 4 Joseph Jacques Césaire Joffre, (12 de enero de 1852 - 3 de enero de 1931) fue un militar francés. Comandante en
Jefe del Ejército Francés de la Primera Guerra Mundial, durante los años 1914 y 1916. Principalmente conocido por
la retirada del Ejército Aliado y la derrota alemana en la Primera Batalla del Marne en 1914. Debido a su
popularidad se le dio el apodo de Papa Joffre.
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posición hubiera sido adquirida por los altos mandos, otra sería la historia, pero imaginaron que
las guerras podrían repetirse, y por carecer de las técnicas del historiador, nunca se percataron de
que factores como el entorno y las condiciones en las que se desarrollaban cada guerra cambian.
Pero existe un culpable de todo esto, las conferencias de Foch, que fueron seguidas al pie de la
letra por la gerontocracia militar, aquellos que había combatido en la Primera Guerra y que
habían llegado a la cúpula del poder militar, simplemente pensaron que evitando los fallos y
emulando los aciertos podrían ganar esta Segunda Guerra.
En el tercer apartado, Examen de conciencia de un francés, ahonda más en las causas por
las cuales se sucumbió ante el ejército alemán. Mucho tuvo que ver los errores militares, pero la
causa es más profunda. El mal accionar de los militares responde a “los instrumentos que les dio
el país” (Bloch, p. 129) para su labor, es una consecuencia del entorno francés existente al
momento de las hostilidades. Esa actitud del ciudadano francés, constructor de la sociedad, de la
cual hace un intenso análisis reconociendo tanto los puntos buenos como los malos, así mismo de
todo aquello que como nación se les había inculcado, “es duro tener que descubrir las
deficiencias de una madre dolorosa” (Bloch, p. 129), reconoce.
La mala composición del estado francés ha sido el culpable de la derrota, donde la
burguesía juega un papel determinante como componente de la clase dirigente. También el
ciudadano civil francés tiene su parte de culpa, pues cuando más se le ha necesitado, se esconde
de sus deberes con la patria, pues encara la guerra como un caos y no como una defensa a las
afrentas cometidas por extraños. Esto se observa dentro del mismo ejército, pues muchos
oficiales optaron por huir de la guerra solicitando puestos burocráticos que estuvieran lo más
alejado de la guerra, cuando esos puestos bien pudieron ser ocupados por mujeres o gente de
avanzada edad. Bloch considera que todo ciudadano debe estar dispuesto a defender su patria, de
no hacerlo, puede perder su libertad y con ella verse obligado a adoptar la mentalidad de la
nación invasora.
Dentro de los principales culpables en la sociedad francesa se encuentran los líderes
sindicales y sus asalariados, quienes estuvieron más preocupados porque se les respetaran los
horarios de trabajo y sus salarios, dejando de producir los avituallamientos necesarios para el
desempeño del ejército, optando por un beneficio individual, siendo egoístas y en tiempos de
guerras, ese sentimiento sobra. De tal modo, que dichas prácticas también se observaron en todos
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los integrantes de la sociedad francesa. Esos líderes sindicales, a los que sólo les interesaba las
ganancias, pensaron que una vez ocupada Francia por los alemanes, podrían hacer negocios con
ellos, sin embargo, más tarde se darán cuenta que no es así. Sin embargo, las ideas de estos
líderes no hubieran fecundado en los trabajadores, si estos no hubieran hecho eco en sus mentes
de ellas, pero como la sociedad estaba dormida, no existió el debate intelectual para sopesar
cuáles podrían ser las consecuencias de su apatía. Y esos debates intelectuales debieron ser
arengados por las mentes “pensantes” de Francia, sin embargo, aquellas mentes tampoco había
tenido una debida formación para realizar dichos debates.
La gente no estaba preparada y no podía estarlo pues no existían los espacios adecuados
para obtener esa preparación. El francés promedio aún añoraba ese folclor que antaño lo
caracterizó y ahora sólo se dedicaba a trabajar y divertirse, haciendo de lado el plano intelectual.
La burguesía dirigente se había cerrado a los cambios, no se actualizaron, no pensaron o no
quisieron hacerlo, pues se arrastraba con un viejo sentimiento de la derecha, que es la propensión
a la derrota. La educación francesa se cerró ante nuevas problemáticas, sólo siguió con su plan
que la mantenía tranquila y sabiendo que todo ya estaba escrito y que eso era lo mejor para el
pueblo. Es decir, desairó a la Educación Total. Dicho desaire se debe a que la burguesía
gobernante se sentía incómoda con los logros de los trabajadores, pensaban que no era justo que
aspiraran a las condiciones que sólo les pertenecían a ellos.
Y con tantos errores, al final, Francia ya no les pertenece a ellos, sino a los invasores que
han triunfado. Sin embargo, Bloch no pierde la esperanza y cree que en lo recóndito de Francia
estará el detonador que recuperará la patria.
La segunda parte concierne a “El testamento de Marc Bloch”, donde declara su
sinceridad, detestando la mentira. Reafirma su condición de francés antes que judío, pues no es
muy afecto a las efusiones de la ortodoxia.
En la tercera parte del libro, Escritos clandestinos, encontramos varios artículos que
realizó durante el transcurso de la guerra y que fueron anexados a esta obra, habla de la
alimentación humana, que como buen medievalista sabía que era un tema primordial. También
hace una crítica de las intenciones a medias de los escritos de diferentes personajes que, a su
manera, intentaban mostrar al pueblo una solución, y que fueron tan publicitados, pero lo que no
le decían, en esos escritos, al pueblo, es que todo ello iba con el único objetivo de lograr sus
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objetivos particulares. Del mismo modo, refiere a algunos escritores olvidados con buenas ideas,
como es el caso de la obra de Chauvienau, la cual no obtuvo la misma difusión que aquellos
escritos egoístas.
En la sección de anexos encontramos lo que podemos llamar como su bitácora de trabajo,
además de las menciones honoríficas que recibió el autor en las dos guerras. Se encuentran
también varios escritos y correspondencia, del autor, referentes a la creación de la U.G.F.I.
(Unión General de los Israelitas en Francia) por el régimen de Vichy.
La obra de Marc Bloch es en demasía revelante, no se dedica sólo a señalar culpables,
sino que hace todo un estudio para encontrar el problema de raíz. Ayudado por su condición de
historiador, logra detallar la verdadera causa de la derrota francesa a manos de los alemanes. Lo
escalofriante de esta lectura, es que mientras se va leyendo, de repente nuestra mente recuerda
hechos en demasía similares con lo que sucede a nuestro alrededor, es decir, de lo que nos está
sucediendo como país, a México, y de acuerdo a lo que nos relata el autor, el camino que hemos
emprendido sólo nos llevará a una sola meta, la subordinación tajante a otra nación, la pérdida
total de nuestra libertad.
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Bibliografía
Bloch, M. (2003). La extraña derrota. Testimonio escrito en 1940. Barcelona, España:
Gallimard.
Reference Center for Marxist Studies Pamphlets. (2002). Reference Center for Marxist Studies
Pamphlets. Recuperado el 1 de febrero de 2013, de http://marxistlibrary.org/gaston-
billotte-biography/