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RELIGIÓN, PATRIA, TIERRA Y HOGAR Esplendor y caída del catolicismo social agrario en La Rioja (1910-1928) Alfonso Ruiz Escudero* RESUMEN El artículo versa sobre la trayectoria del sindicalismo católico agrario en nuestra región desde sus inicios, en la primera década del actual siglo, hasta su final, en los últi- mos años veinte. Tras unas páginas introductorias al catolicismo social agrario, el estu- dio explica, para el concreto caso riojano, los rasgos más sobresalientes de la actuación social de estas organizaciones: relaciones con el poder político, vinculación con la Iglesia, peculiaridad de su supuesto carácter interclasista y medidas adoptadas frente a la conflictividad social. Además, el artículo se acerca a las prácticas cotidianas de los sindicatos y al funcionamiento de algunas de sus secciones, así como a las empresas cooperativas que la Federación Riojana de Sindicatos Agrarios Católicos fundó. Se concluye con algunas explicaciones sobre los factores que inciden en la devacle final de estas organizaciones y una breve consideración sobre la significación histórica del catolicismo social agrario. Palabras clave: religión, catolicismo social, agrario, La Rioja. L’article traite de la trajectoire du syndicalisme catholique agraire en notre région depuis ses commencements, pendant la première décennie de l’actuel siècle, jusqu’à sa fin, aux dernières années vingt. Après quelques pages d’introduction au catholicisme social agraire, l’étude explique, pour le cas concret de La Rioja, les traits les plus remarquables de l’actuation sociale de ces organisations: les relations avec le pouvoir politique, la liaison avec l’Église, la particularité de son prétendu caractère unificateur 229 BERCEO 138 229-261 Logroño 2000 * Licenciado en Filosofía y Letras, Sección Historia Contemporánea, por la Universidad de Zaragoza e Investigador Agregado del Instituto de Estudios Riojanos.

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RELIGIÓN, PATRIA, TIERRA Y HOGAREsplendor y caída del catolicismo social

agrario en La Rioja (1910-1928)

Alfonso Ruiz Escudero*

RESUMEN

El artículo versa sobre la trayectoria del sindicalismo católico agrario en nuestraregión desde sus inicios, en la primera década del actual siglo, hasta su final, en los últi-mos años veinte. Tras unas páginas introductorias al catolicismo social agrario, el estu-dio explica, para el concreto caso riojano, los rasgos más sobresalientes de la actuaciónsocial de estas organizaciones: relaciones con el poder político, vinculación con laIglesia, peculiaridad de su supuesto carácter interclasista y medidas adoptadas frente ala conflictividad social. Además, el artículo se acerca a las prácticas cotidianas de lossindicatos y al funcionamiento de algunas de sus secciones, así como a las empresascooperativas que la Federación Riojana de Sindicatos Agrarios Católicos fundó.

Se concluye con algunas explicaciones sobre los factores que inciden en la devaclefinal de estas organizaciones y una breve consideración sobre la significación históricadel catolicismo social agrario.

Palabras clave: religión, catolicismo social, agrario, La Rioja.

L’article traite de la trajectoire du syndicalisme catholique agraire en notre régiondepuis ses commencements, pendant la première décennie de l’actuel siècle, jusqu’à safin, aux dernières années vingt. Après quelques pages d’introduction au catholicismesocial agraire, l’étude explique, pour le cas concret de La Rioja, les traits les plusremarquables de l’actuation sociale de ces organisations: les relations avec le pouvoirpolitique, la liaison avec l’Église, la particularité de son prétendu caractère unificateur

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BERCEO 138 229-261 Logroño 2000

* Licenciado en Filosofía y Letras, Sección Historia Contemporánea, por la Universidad de Zaragoza eInvestigador Agregado del Instituto de Estudios Riojanos.

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de classes et les mesures prises face aux conflits sociaux. En outre, l’article fait allusionaux pratiques quotidiennes des syndicats et au fonctionnement de quelques-unes de leurssections, ainsi qu’aux enterprises coopératives que la Fédération de La Rioja deSyndicats Agraires Catholiques a fondé.

On conclut avec quelques explications sur les facteurs qui influent sur le désastrefinal de ces organisations et une brève considération sur la signification historique ducatholicisme social agraire.

Mots clés: religion, catholicisme social, agraire, La Rioja.

“Nuestras fuerzas, labriegos, juntemos, en cristiana,patriótica unión, Y a la lucha seguros marchemos, arbolan-do la Cruz por pendón.

No es nuestra lucha, lucha homicida, lucha sangrienta,lucha voraz.

¡Es para España fuente de vida! ¡Para nosotros fuentede paz!

Son los arados nuestros cañones, nuestras espadas, lashoces son; himnos de guerra, las oraciones que brotan purasdel corazón.

“Unos por otros” trabajaremos, que “Dios por todos”ha de mirar, por cuatro amores combatiremos: Religión,patria, tierra y hogar.

Después del triunfo será la gloria más explendente queel mismo sol. Si alguno impide nuestra victoria....

¡Ni es buen cristiano! ¡Ni es español!”

Himno de la Federación de Sindicatos AgrícolasCatólicos de la Rioja (Boletín de la Federación, 22-8-1919).

1. EL CATOLICISMO SOCIAL EN ESPAÑA

En 1891, año de aparición de la encíclica Rerum Novarum, se hacía evidente que elsistema económico liberal-burgués implicaba la existencia de fuertes desigualdades.Esta fecha supone un punto de inflexión en la actitud del Vaticano pues inaugura la “doc-trina social” de la Iglesia. En países como Francia, Alemania o Bélgica, ya existía una

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amplia trayectoria de reflexión y realizaciones prácticas en este sentido. En España, sinembargo, la Iglesia –más ocupada en asuntos políticos– había desatendido las cuestionessociales, por lo que la encíclica vino a despertar una conciencia nueva que lentamentecomenzó a enfocar estos problemas, no ya desde una mentalidad benéfico-caritativa pro-pia del Antiguo Régimen, sino desde otra más adecuada a los tiempos, basada en el con-cepto de justicia social1.

Con la primera década del nuevo siglo el movimiento católico social español sedota de instrumentos de propaganda y de organización. Surge el Consejo Nacional deCorporaciones Católico-Obreras y posteriormente la Junta Central de Acción Católica.Especial relevancia propagandística tuvieron las Semanas Sociales que, en su primeraépoca (1906-1912), constituían lugares de encuentro de los impulsores de la acción cató-lico social y medios de difusión de sus ideas. Tampoco se descuidaba la formación delos propios clérigos que, como iremos viendo, tenían un papel esencial en las obras cató-lico sociales. Así, muchos prelados se preocuparon por fundar en sus seminarios cátedrasde sociología con el objeto de formar en cuestiones sociales a los futuros sacerdotes.Además, la llamada “prensa social” –Revista Social Hispanoamericana o La Paz Socialson ejemplos de publicaciones de alta divulgación dedicadas a problemas sociales–,constituía una nueva forma de llegar a las masas. En este apartado, es preciso señalar laimportancia del diario El Debate y de la Asociación Católica Nacional dePropagandistas, nacidos ambos de Angel Herrera Oria, figura señera del catolicismopolítico y social español.

Ahora bien, el catolicismo social que venía de la mano de la Rerum Novarum sig-nificaba además un movimiento “recristianizador”, de respuesta defensiva ante la cre-ciente “descristianización” de un sistema político en esencia laicista (la democracia) yde unas clases populares que, especialmente en las ciudades, prestaban oídos a ideas sub-versivas del orden social (socialistas y anarquistas). La Iglesia, como el resto de las cla-ses dominantes, percibe el peligro que supone el proletariado para la pervivencia de susituación privilegiada. Por eso, el catolicismo social se esforzó en transmitir al pueblouna determinada interpretación del Evangelio que mantenía inalterable la jerarquíasocial y fortalecía la aceptación de una desigualdad desfavorable. Así, la “justiciasocial”, antes mencionada, quedaría reducida a una obligación estrictamente moral, porlo que las reformas que mejorasen la condición de los más desfavorecidos no seríansiempre necesariamente exigibles2.

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1. Una excelente introducción al estudio del catolicismo social en España y al impacto en nuestro país dela encíclica Rerum Novarum en MONTERO GARCÍA, F.: El primer catolicismo social y la Rerum Novarumen España (1889-1912), Madrid, CSIC, 1983.

2. Esta interpretación del catolicismo social en MONTERO, J. R.: “Los presupuestos ideológicos del catoli-cismo social”, en su obra La CEDA. El catolicismo social y político en la II República, Madrid, Editorial dela Revista del Trabajo, 1977, 2 vols., pp. 3-88. En una línea similar encontraríamos el trabajo de CASTILLO, J.J.: Propietarios muy pobres. Sobre la subordinación política del pequeño campesinado. (La ConfederaciónNacional Católica Agraria 1917-1942), Madrid, Servicio de Publicaciones Agrarias de Ministerio deAgricultura, 1979. Otros puntos de vista respecto al catolicismo social en TUSELL, J.: “Los antecedentes (fina-les del siglo XIX- 1931)” en La Historia de la Democracia Cristiana en España, Madrid, Edicusa, 1974, 2vols. pp. 9-135; BENAVIDES, D.: Democracia y cristianismo en la España de la Restauración, 1875-1931,Madrid, Editorial Nacional, 1978; CUESTA BUSTILLO, J.: Sindicalismo católico agrario en España, 1917-

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Por lo anteriormente expuesto, es fácil comprender que uno de los argumentos másrepetidos y queridos por los propagandistas católicos fuera el de la “armonía entre las cla-ses”, frente a la “lucha de clases” que preconizaba el movimiento obrero. La Iglesia espa-ñola nunca aceptó la inevitabilidad de cierto grado de enfrentamiento entre patrones yobreros. Así, vio en los gremios medievales, en los jurados mixtos y en la organizacióncorporativa instrumentos que favorecerían el establecimiento de unas relaciones armóni-cas entre las clases, basadas en el paternalismo de unos y la resignación de otros. Estemodelo integrador, que ya aparece en los primeros círculos católicos creados por el P.Vicent en los años setenta del siglo XIX y que se reproduce en los Sindicatos AgrícolasCatólicos, tendrá una amplia repercusión en la historia del sindicalismo español. Al res-pecto, resultan ilustrativas las palabras de Pierre Vilar: “En el mismo sindicato se reu-nían ricos y pobres, terratenientes y pequeños propietarios, pobres aparceros y Grandesde España. Pero en los comités superiores se hallan sobre todo condes y marqueses. Es lafórmula del “sindicato vertical”, del corporativismo fascista y salazarista. No es originalpero el interés reside en ver nacer el fenómeno en la base”3.

De lo referido hasta ahora, pueden extraerse los principales rasgos del ideario delcatolicismo social:

-Hostilidad al individualismo que impregna las formas socioeconómicas del nuevoorden surgido con la Revolución industrial y que implica funestas consecuencias para losgrupos sociales más desfavorecidos.

-Corporativismo como fórmula para lograr la armonía entre las clases y limar lasasperezas del sistema capitalista.

-Exaltación de la familia cristiana, tanto como célula básica sobre la que se asientala sociedad, como modelo de integración interclasista para las organizaciones católico-sociales.

-Defensa del orden social y afán contrarrevolucionario en pos del cual se instru-mentaliza la religión.

-Furibunda oposición al movimiento proletario.

Sin embargo, no fueron pocas las querellas internas mantenidas en el seno del cato-licismo social español. El sociólogo Severino Aznar, director de La Paz Social, el canó-nigo asturiano Maximiliano Arboleya o los padres dominicos Gerard y Gafo representanuna línea más “progresista” que la de la ortodoxia sindical católica. Tachaban de inefi-caces a los círculos católicos de obreros –la forma de actuación social más puesta enpráctica hasta la segunda década del presente siglo–, por su paternalismo y alejamientode la realidad. Defendían la formación de sindicatos puros, esto es, desprovistos de todainfluencia extra-obrera. No aprobaban la violencia para resolver los conflictos laborales,

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1919, Madrid, Narcea, 1978; el ya citado trabajo de MONTERO GARCÍA, F.: El primer catolicismo social...;o ARRIBAS MACHO, J. M.: “El sindicalismo agrario: un instrumento de modernización de la agricultura”,Historia Social, 4, 1989, pp. 33-52.

3. CASTILLO, J. J.: Propietarios muy pobres..., “Prólogo”, Madrid, Servicio de Publicaciones Agrariasde Ministerio de Agricultura, 1979, p. XII.

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pero sí la huelga y el boicot. Los objetivos debían ser estrictamente profesionales y elsalario justo la principal reivindicación. Incluso relativizaban la necesidad de la confe-sionalidad de los sindicatos. Eso sí, siempre defendieron el derecho natural a la propie-dad y su antisocialismo se mantuvo en todo momento fuera de duda. Pronto los sectoresmás ortodoxos del catolicismo social español, encabezados por el marqués de Comillasy con el inestimable apoyo de la jerarquía católica, pusieron freno a estas disidencias.

Los Sindicatos Católicos Agrarios, encuadrados a nivel regional o diocesano enFederaciones y a nivel nacional en la Confederación Nacional Católico-Agraria(CNCA), supusieron un cierto avance con respecto a los círculos del P. Vicent; ahorabien, su confesionalidad (sumisión completa a las autoridades eclesiásticas) y su carác-ter mixto (formados por patronos y obreros) hacen que se haya calificado a este modode sindicación como de “retrasado respecto a la época”4.

1.1. El sindicalismo católico en su escenario de mayor éxito: el minifundio cerea-lista y vitícola

Queda fuera de toda duda que los pequeños propietarios de la mitad norte del paísfueron los principales receptores del mensaje católico social. Un somero análisis de lascaracterísticas de la agricultura y de la sociedad de la zona muestra los motivos quecimentaron su triunfo allí y su no aceptación en las regiones latifundistas. En primerlugar, conviene aclarar que la España del minifundio se hacía socialmente homologablecon las tierras andaluzas, y ello a pesar de las diferencias en la estructura de la propie-dad, el clima y los modos de contratación de mano de obra. Las explotaciones medianas,aquellas que bastarían para mantener a una familia campesina, no constituían un mediode alcanzar un nivel de vida digno. Tampoco era mejor la situación de los arrendatarios,ya que las condiciones a que les sometían los contratos resultaban en exceso gravosas.Estamos ante una agricultura que, desde la grave crisis finisecular y sobre todo allí dondeera esencialmente cerealista, dependía en gran medida de los vaivenes de la políticaarancelaria del gobierno, quien además, hacía recaer sobre ella una parte desproporcio-nada del peso de la fiscalidad. La depauperada situación de los campesinos de estasregiones alcanzó tales extremos que para muchos la única salida factible fue la emigra-ción. Cerca de millón y medio de españoles marcharon a Ultramar entre 1904 y 1913, loque suponía un 8% de la población total5.

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4. TUSELL, J.: “Los antecedentes...”, p. 93.

5. Para una caracterización de la España minifundista véase, por ejemplo, MALEFAKIS, E.: Reformaagraria y revolución campesina en la España del siglo XX, Barcelona, Ariel, 1971; FONTANA, J.: “Transformaciones económicas y crecimiento económico en la España contemporánea”, en Cambio económi-co y actitudes políticas en la España del siglo XIX, Barcelona, Ariel, 1973, pp. 191 y ss.; ARÓSTEGUI, J.:Miseria del campesino castellano, Madrid, Narcea, 1977; los ya mencionados trabajos de CASTILLO, J. J.:Propietarios muy pobres... y de CUESTA BUSTILLO, J.: Sindicalismo católico agrario en España...; yHERMIDA, C.: “Coyuntura económica y agitaciones campesinas en Castilla”, en Estudios de Historia Social,18-19, 1981, pp.193-227. Para las corrientes migratorias en este período, ver el ya clásico trabajo de NADAL,J.: La población española (Siglos XVI a XX), Barcelona, Ariel, 1984, pp. 174 y ss.

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Ahora bien, el hecho de que muchos de estos campesinos tuvieran acceso a la pro-piedad, por muy pequeña que fuera, les proporcionaba una ilusión de independencia queles incitaba a invertir cuanto podían en su terruño. Como el capital escaseaba –a no serque se prefiriera caer en manos de usureros–, la única posibilidad era explotarse a sí mis-mos sobremanera, aumentando el tiempo de trabajo, soportando un nivel de vida másbajo, convirtiéndose en asalariado a tiempo parcial o roturando más tierras aunque fue-ran cada vez peores y menos rentables. En la posibilidad de mejora que el catolicismosocial presentó a este agricultor, ofreciéndole créditos, seguros, abonos baratos y otrasayudas económicas, residió la clave del éxito de los Sindicatos Católicos Agrarios, puespresentaron soluciones a corto plazo a los problemas más acuciantes del campesinopequeño propietario. Si a ello añadimos un ambiente rural alejado de la progresivapujanza del movimiento obrero en los centros urbanos, y en el que la Iglesia, en parti-cular la figura del párroco, ejercía aún una influencia muy considerable, tenemos un cua-dro explicativo bastante completo de la aceptación del sindicalismo católico en estasregiones.

1.2. Los Sindicatos Católicos Agrarios

Aunque posteriormente estudiaremos con más detenimiento estos sindicatos al cen-trarnos en nuestra provincia, conviene ahora adelantar algunas de sus característicasgenerales. Nacen al amparo de la Ley de Sindicatos Agrícolas de 28 de enero de 19066,que otorgaba a estas asociaciones exenciones fiscales y privilegios a la hora de benefi-ciarse de medios oficiales con vistas a la enseñanza agrícola y al desarrollo de la indus-tria rural. Su formación era muy simple, ya que bastaban diez personas para constituir-lo. De esta forma, se ponía en bandeja a los propagandistas católicos la creación de sin-dicatos. Juan José Castillo se detiene en describir cómo se desarrollaba en la práctica estafundación. En primer lugar, los propagandistas debían informarse, principalmente a tra-vés del párroco, del “estado de los pueblos” (situación de la usura, de las costumbres reli-giosas, sobre las personas más influyentes, las ideas políticas, la relación entre colonos,obreros y patronos...). Una vez en el lugar, el mitin versaría sobre la conveniencia de afi-liarse al sindicato, los males que padecía la agricultura, la inspiración cristiana de estasasociaciones, el alejamiento de esta obra de cualquier interés político, la perniciosa laborde las sociedades de carácter socialista, etc. El esquema variaría si en el pueblo se plan-teaba el problema obrero, o si se veía mal la figura del sacerdote. Para no errar en ladesignación de la Junta del sindicato, previamente, podía visitarse a personas designa-das por el párroco, para presionarlas a aceptar los puestos directivos. Luego en el mitinse dibujaría sin nombrarlas a las personas elegidas7.

Establecido el sindicato, el siguiente paso era la fundación de una caja rural, aun-que esto no siempre se llevaba a cabo. El modelo fue el ideado por el economista ale-mán Raiffeisen. La Sociedad formada se encargaba, a través de imposiciones, de dona-

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6. Gaceta de Madrid, nº 30, 30-1-1906, Tomo I, p. 384.

7. CASTILLO, J. J.: Propietarios muy pobres..., pp. 221 y ss.

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ciones o de préstamos conseguidos a bajo interés de otras sociedades, de conseguir elcapital necesario para los socios gracias a la garantía solidaria de todos ellos. Después loprestaba a un interés ligeramente superior al que ella pagaba, pero sólo a otros sindica-tos o a socios (que debían ser personas de confianza) y para gastos reproductores de cul-tivo, con lo que, en teoría, se aseguraba el reembolso a la vez que se iba constituyendoun capital social. Estas instituciones, junto a las compras o ventas en común, las coope-rativas o los seguros, que posteriormente explicaré, conformaron el caballo de batalla delos sindicatos frente a los principales enemigos del labrador: el intermediario y el presta-mista usurero.

Por otro lado, ya he mencionado anteriormente la confesionalidad y el caráctermixto de la sindicación católico-agraria. Detengámonos en explicar brevemente estosdos aspectos. La presencia de un sacerdote con el cargo de Consiliario (en teoría, unaespecie de consejero espiritual del sindicato) era condición sine qua non para la consti-tución del mismo. Con él, la Iglesia se aseguraba la sumisión de la obra sindical agraria8.Ahora bien, en la vida cotidiana del sindicato, su aportación resultó fundamental; paraello, evidentemente, su labor no se limitaba al terreno espiritual. A menudo, como vere-mos en la federación riojana, los curas fueron los auténticos gestores del sindicato ycuando, por mandato episcopal, se les obligaba a mantenerse al margen de la adminis-tración de los mismos, muchas de estas organizaciones se resentían.

Con respecto a la sindicación mixta, la razón esencial que, desde los cuadros direc-tivos de las federaciones y de la Confederación, se impuso para no consentir que los sin-dicatos se constituyesen exclusivamente de obreros fue el miedo a que derivaran haciael campo revolucionario. Es más, si en algunos momentos llegaron a establecerse sec-ciones obreras dentro de los propios sindicatos –máxima cota de autonomía alcanzadapor los socios trabajadores–, se hizo pensando más en las relaciones sociales de cadalugar y en el riesgo de proletarización de los campesinos, que en mejorar la defensa delos intereses de los jornaleros. A pesar de ello, en muchas ocasiones los obreros agríco-las compatibilizaron su adscripción a una sociedad de resistencia socialista o anarquistay al sindicato católico. No encontraban contradicción en pertenecer a ambos, y sí impor-tantes beneficios: la primera les ofrecía ventajas reivindicativas (aumento del salario,reducción de la jornada, trabajo en mejores condiciones,...) y el segundo les proporcio-naba ayudas económicas9.

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8. Además, para dimitir del cargo de presidente de la Federación Católico-Agraria de la Rioja o para acep-tarlo, había que solicitar la aprobación del Prelado, se fuese o no hombre de Iglesia. Así, Luis Díez del Corral,recién estrenado su cargo de presidente de la Federación, escribía en una carta al Obispo de Calahorra, de 12-4-1915, lo siguiente: “Una vez que D. Jesús Andrés estimó momento oportuno para someter a la elevada apro-bación de V. S. Ilma., su cese en la presidencia de esta Federación, y la designación para el mismo cargo, deeste humilde servidor de V. S. Ilma., y enterado asimismo de la contestación que V. S. Ilma. se ha servidoexpresar en el sentido de que aprueba por su parte el cambio habido en esta presidencia,...”, A(rchivo) de laD(iócesis) E(piscopal) de C(alahorra), 6/304.

9. Sobre la sindicación pura en los Sindicatos Católicos Agrarios, véase SÁNCHEZ JIMÉNEZ, J.:“Sindicalismo católico agrario en Andalucía”, Revista de Estudios Sociales, 17-18, 1976, pp. 75-100;CASTILLO, J. J.: Propietarios muy pobres..., p. 80 y MARTÍNEZ, M.: Tierra de Campos, cooperativismo ysindicalismo agrario. La Federación de Sindicatos Católicos del Partido de Villalón, 1919-1970, Valladolid,Institución Cultural Simancas, Diputación Provincial de Valladolid, 1982, p. 168 y ss.

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Con la sindicación mixta se forjaba una idea de unidad de la clase labradora frenteal enemigo externo, ya fuese este el Gobierno con su política arancelaria, los industria-les catalanes y vascos que pretendían reducir el precio del trigo o las organizacionesobreras. El sindicalismo católico agrario supo movilizar masas de pequeños campesinosy arrendatarios en apoyo de políticas que, si para estos suponían mejoras coyunturales,para sus dirigentes (capitalistas, burgueses, aristócratas y eclesiásticos) venían a favore-cer sus aspiraciones de mantenerse como grupo social dominante. Y es que la sociedadde la España del primer tercio del siglo XX había alcanzado ya un nivel de desarrollo enel que cualquier organización política y social que pretendiera tener algún éxito había decontar con un apoyo de masas. El catolicismo social se percató de ello, y en este senti-do fue un movimiento modernizador ya que se dirigió directamente a las masas de cam-pesinos mediante métodos modernos: mítines, propaganda, prensa periódica,...etc.Evidentemente, la legitimación que la Iglesia proyectaba sobre este proceso resultó fun-damental, dadas las características del grupo social al que se dirigía10. Ahora bien, todoello no es óbice para reconocer la labor de modernización agrícola que los sindicatos lle-varon a cabo: el crédito impulsado por las cajas rurales y los beneficios obtenidos por lacomercialización directa o los seguros abrían posibilidades de mejoras técnicas (maqui-naria, abonos); sus órganos de prensa contenían secciones en las que se asesoraba a loslabradores en técnicas de cultivo; incluso establecían campos de experimentación paracomprobar la efectividad de las novedades introducidas11.

2. LA FEDERACIÓN DE SINDICATOS AGRÍCOLAS CATÓLICOS DE LARIOJA

2.1. La agricultura riojana durante el primer tercio del siglo XX

Antes de centrarme en el desarrollo histórico de la Federación de SindicatosAgrícolas Católicos de la Rioja, es preciso referir algunas características de la agricultu-ra a la que se dirigía.

Una primera aproximación al agro riojano del período que nos ocupa nos muestraque encajaría dentro de la España minifundista, ya sucintamente descrita. Sin embargo,hay que introducir la importante variable de la especialización vitícola de nuestra pro-vincia, y con ella, la grave crisis filoxérica que en la primera década del siglo arrasó losviñedos riojanos. Las consecuencias sociales fueron la emigración (en el primer terciode siglo la provincia va a perder más de 40.000 personas) y la drástica disminución delnivel de vida para los campesinos que se quedaron. En un primer momento, la respues-ta a la crisis vino de la intensificación del cultivo del cereal y de la aplicación de super-

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10. Esta es, sucintamente, la interpretación que defiende CASTILLO, J. J. en Propietarios muy pobres...Sobre la importancia de la propaganda, los mítines y la prensa como métodos de llegar a las masas, véase, porejemplo, HERMIDA, C.: “Coyuntura económica y agitaciones campesinas...”, pp. 213-214 o MARTÍNEZ, M.:Tierra de Campos,..., pp. 148-151.

11. La tesis de los sindicatos católicos agrarios como instrumento de modernización de la agricultura lamantiene ARRIBAS MACHO, J. M.: “El sindicalismo agrario...”. En una línea similar, ya se situaba CUESTABUSTILLO, J. en Sindicalismo católico agrario en España...

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fosfatos. Ya en la segunda década de siglo las opciones se reorientaron hacia el viñedo(replantación de las plantas dañadas con vides importadas de América) y, en menormedida, la remolacha, lo que se tradujo en una merma del rendimiento del cereal. Comose ve, la agricultura riojana era incapaz de enfrentarse al desarrollo simultáneo de la pro-ducción en varias direcciones. El motivo debió ser la grave descapitalización en que lacrisis dejó a los campesinos que no optaron por emigrar. Durante el período 1925-1935,respecto al viñedo, se superarán definitivamente los efectos de la catástrofe de la filoxe-ra; también mejoró el cultivo del cereal, gracias al aumento del consumo de abonos y delarado de vertedera. Progresivamente, se lograba reajustar la oferta agraria a las condi-ciones cambiantes del mercado. Lo novedoso de esta situación es que los campesinosriojanos habían logrado, por fin, diversificar su producción de manera compensada12.

Es indudable que para llegar a la aceptable situación de los años treinta fue necesa-ria una renovación en la agricultura riojana que permitiera una cierta recapitalización delos labradores. Estimar con precisión la contribución a este proceso de la sindicaciónagrícola católica es una tarea que escapa a las pretensiones de este trabajo, pero la pujan-za que la federación riojana alcanzó, desde su fundación en 1910 hasta su práctica desa-parición en los últimos años veinte, invita a creer que su aportación no fue nada despre-ciable.

Tras este acercamiento al escenario de actuación de los sindicatos católicos agrariosen nuestra región, es preciso centrarse en su acontecer histórico. En primer lugar, se hacenecesario presentar a la Federación de manera que se perciba la preponderancia quealcanzó a nivel nacional. A continuación, trazaré un análisis en cinco planos: por un lado,la actividad política de los cuadros directivos de la Federación y su relación con las for-mas de poder y los diversos regímenes políticos, haciendo especial referencia a la figu-ra del presidente de la Federación desde 1915, Luis Díez del Corral y Bravo; en segun-do lugar, aludiré a la centralidad en la obra sindical del estamento eclesial; en un tercerapartado, analizaré las soluciones que la Federación ofrecía ante la conflictividad social(fundación de secciones obreras en los sindicatos, creación de pequeños propietarios,solución de contenciosos entre patronos y obreros, etc.); en un cuarto plano, me referiréal funcionamiento interno de los sindicatos, las prestaciones y los beneficios que laFederación les proporcionaba y las empresas cooperativas que llegó a fundar; en quintoy último lugar, expondré algunos rasgos de la vida cotidiana de los labradores en su rela-ción con la organización sindical.

2.2. La Federación riojana en cifras: sindicatos, socios y nivel económico

Cuando en enero de 1910 se funda la Federación de Sindicatos Agrícolas Católicosde la Rioja, ya existían en nuestra provincia algunas entidades católico-sociales. Según

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12. Estos son los planteamientos, obviamente muy resumidos, que para La Rioja se recogen en la exce-lente tesis doctoral de GALLEGO MARTÍNEZ, D.: La producción agraria de Álava, Navarra y La Riojadesde mediados del siglo XIX hasta 1935, Madrid, Editorial de la Universidad Complutense, 1986, 2 vols. Delmismo autor, “El sector agrario riojano (1855-1935): de la especialización vitícola a la diversificación de laproducción agraria”, Cuadernos de Investigación Histórica Brocar, 12, 1987, pp. 45-88.

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Parrish, el primer Círculo Católico de Obreros se estableció en Logroño en 1903 y para1910 ya existían 23 en toda la región. Algunos de ellos alcanzaban cierta entidad, comoel de Calahorra, que sumaba al menos 200 miembros13. En la vertiente rural, DomingoBenavides afirma que en abril de 1909, en la diócesis de Calahorra y La Calzada se con-taban siete sindicatos, de los 450 que existían en toda España. Se asentaban enCalahorra, Grávalos, Fuenmayor, Nájera, Anguciana, Alberite y Briones. Estos sindica-tos (salvo el de Calahorra) junto con los de Santo Domingo de la Calzada, Quel,Badarán, Torrecilla de Cameros, Bañares, Herramélluri y Leiva, además de las cajasrurales de Anguciana, Fuenmayor y Badarán, son las sociedades que acordaron federar-se. En total, trece sindicatos de los que tres contaban con caja rural14.

Para conocer el número de sindicatos y socios que se integraban en la Federacióncontamos con sus Memorias anuales desde 1913 hasta 1925, con la sola excepción de1923. En enero de 1911, ya eran 26 los sindicatos federados, y en 1912, 42. En relacióncon el resto de federaciones, la riojana era en 1916 la líder en número de sindicatos agru-pados con 12015. Esta espectacular progresión continuó hasta febrero de 1921, cuando sealcanza la cifra máxima de 173 sindicatos. Llegados a este punto, no se podía esperar uncrecimiento cuantitativo mayor, ya que agrupaba a la casi totalidad de los sindicatos delos pueblos de la provincia e incluso a bastantes de las provincias limítrofes, en especialde los municipios alaveses y navarros cercanos a la ciudad de Logroño. Tras esa fechase inicia un leve declive que nos muestran las cifras de septiembre de 1922, 160 sindi-catos, y de octubre de 1925, 145.

En cuanto al número de socios, las Memorias únicamente informan desde 1915hasta 1925. En el año mencionado en primer lugar, eran 9.237 los socios, cifra que fueelevándose hasta lograr su cenit en 1921, como en el caso del número de sindicatos, con16.727 socios. Al igual que lo visto anteriormente, el número de socios también descen-dió ligeramente en los años siguientes y, si en septiembre de 1922 aún sumaban 15.890,tres años después la cifra se había reducido a 14.454. Una idea más real de la magnitudde estas cifras nos la da el hecho de que en el censo de 1930, la población activa rioja-na dedicada al sector primario era de 33.113 personas16.

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13. PARRISH, T. C.: Agrarian politics and regional class formation in La Rioja, Spain, 1868-1975,Michigan, EE.UU., University Microfilms International, 1986, p. 138.

14. BENAVIDES, D.: Democracia y cristianismo..., pp. 294-295 y Reglamento de la Federación deSindicatos Agrícolas Católicos de la Rioja, Logroño, Imprenta y Librería Moderna, 1910, p. 13.

15. BENAVIDES, D.: Democracia y cristianismo..., p. 300.

16. BERMEJO MARTÍN, F.: La II República en Logroño: Elecciones y Contexto Político, Logroño,Instituto de Estudios Riojanos, 1984, p. 58.

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Cuadro I. Sindicatos y socios afiliados a la Federación.

AÑO SINDICATOS SOCIOS1910 13 ——-

1911 26 ——-

1912 42 ——-

1913 60 ——-

1914 73 ——-

1915 93 9.237

1916 120 12.584

1917 144 13.826

1918 153 15.115

1919 167 ——-

1920 170 15.956

1921 173 16.727

1922 160 15.890

1923 ——- ——-

1924 ——- ——-

1925 145 14.454

También respecto al volumen de actividad económica la federación riojana estuvoa la cabeza a nivel nacional. Según las Memorias, del ejercicio de 1912 hasta el de 1920(del resto no se ha hallado cifras en este aspecto) el superávit de la sociedad evolucionódesde 6.055 pesetas hasta 133.10117. Para el año 1916, la profesora Josefina Cuesta afir-ma que la riojana es la segunda federación de España en compras de abonos y la prime-ra en adquisiciones de otros artículos como maquinaria o semillas. Según una estadísti-ca comparada de las federaciones que integran la CNCA en 1917, la federación de nues-tra provincia es líder en el conjunto de compras y ventas en común. Asimismo arroja lacifra más abultada en cuanto a movimiento general de fondos, con 11.904.894 pesetas18.

RELIGIÓN, PATRIA, TIERRA Y HOGAR

239

17. Las Memorias de la federación riojana, de las que he extraído todos estos datos se encuentran en laBiblioteca del Instituto de Estudios Riojanos.

18. CUESTA BUSTILLO, J.: Sindicalismo católico agrario en España..., p. 51 y BENAVIDES, D.:Democracia y cristianismo..., p. 319.

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Lo dicho hasta ahora es suficiente para hacerse una idea aproximada del potencialdel sindicalismo católico agrario en nuestra tierra. No debió de pasar desapercibida estatrayectoria a las instancias oficiales, ya que en 1913, sólo tres años después de su fun-dación, la Federación fue laureada con el Premio de Honor (Medalla de Oro) en el ter-cer Concurso entre Asociaciones Agrarias organizado por la Asociación de Agricultoresde España19.

2.3. La Federación y la política

Como es fácil imaginar, las elites riojanas no podían quedar al margen de una orga-nización de tal enjundia. Desde sus orígenes, prohombres de la provincia aparecen en losconsejos directivos de la Federación. Allí estarán grandes hacendados y políticos “desiempre” como los conservadores Marqués de San Nicolás, Enrique Herreros de Tejadao Vicente Rodríguez Paterna; concejales y alcaldes de la capital como Julio de Leonardo,

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240

19. Sin embargo, las únicas referencias bibliográficas sobre catolicismo social agrario en La Rioja son lasobras de BILBAO DÍEZ, J. C.: “Los sindicatos agrícolas católicos de La Rioja. Bases para su estudio (1909-1923)”, Estudios sobre Historia de España (Homenaje a Tuñón de Lara), Universidad Internacional MenéndezPelayo, Madrid, 1981, tomo 2, pp. 55-61; El sindicalismo agrícola católico en La Rioja en el primer tercio delsiglo XX. Aproximación a su estudio, Logroño, I.E.R., 1983; y “Orígenes y filosofía del sindiacalismo agríco-la católico en La Rioja”, Coloquio sobre Historia de La Rioja, Cuadernos de Investigación, Historia, Tomo X,1, 1984, pp. 173-180.

Figura I. Superávit de la Federación

1912 1913 1914 1915 1916 1917 1918 1919 19200

100000

200000

60

55

10

36

2

20

45

2

28

68

7 56

06

8 78

12

6 10

52

92

12

07

90

13

31

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Primo de la Riva o Antonio Tomás Hernández (este último designado Gobernador Civilde Álava en 1925); diputados provinciales como el Conde de Hervías, Manuel Hidalgode Cisneros, José Antonio Polanco o Juan Manuel Encío20. Pero si alguien encarnó el sin-dicalismo católico agrario en nuestra provincia, ése fue Luis Díez del Corral y Bravo.

En marzo de 1910, presidía el recién creado sindicato de Logroño y cinco años mástarde sustituiría al sacerdote Jesús Andrés en la presidencia de la Federación, cargo queno abandonaría hasta la crisis final de ésta. Por otro lado, en abril de 1917 fue elegidovicepresidente de la CNCA, organización en la que ocupó puestos de responsabilidadhasta 1923. Principal editorialista del semanal Boletín de la Federación de SindicatosAgrícolas Católicos de la Rioja (órgano de prensa de la Federación), su labor propagan-dística traspasó los límites provinciales y en enero de 1919, junto al ya mencionadoAntonio Tomás Hernández, formó parte del grupo de los denominados por El Debate“apóstoles del bien”, que partió a Andalucía a promocionar la obra sindical católica. Fueeste de 1919 un año agitado para Díez del Corral, ya que en junio se presentó a las elec-ciones legislativas por el distrito de Torrecilla, si bien no resultó elegido. En diciembrede 1922, formó parte del directorio que rigió el recién fundado Partido Social Popular(ensayo de partido demócrata cristiano de breve existencia) y, al año siguiente, se le con-cedió la Gran Cruz del Mérito Agrícola. Con la dictadura de Primo de Rivera, la carrerapolítica de Díez del Corral alcanzará sus mayores cotas –paralelamente al inicio del decli-ve de la Federación–, pues tras ocupar puestos directivos en el Somatén provincial y enla Unión Patriótica Riojana, en octubre de 1924 fue nombrado Gobernador Civil de Jaény en febrero del siguiente año Gobernador Civil de Salamanca, cargo que ocuparía duran-te tres años y cuatro meses y del que dimitiría en junio de 1928 a consecuencia de las crí-ticas circunstancias que a la sazón atravesaba la federación riojana. De la importancia dela figura de Díez del Corral en la Federación dan buena cuenta sus propias palabras conocasión de su designación como gobernador de Jaén: “...sin pensarlo ni quererlo, antesbien, lamentándolo, la Federación Católica-Agraria de la Rioja, es obra personal”21.

Después de todo lo señalado referente a la actividad política de los dirigentes delmovimiento católico, podrían extrañar estas palabras del propio Díez del Corral:

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20. Es evidente que la mayoría de los citados a lo largo de su vida política no sólo ostentaron el cargo queles atribuyo. A título de ejemplo, Julio de Leonardo fue concejal de Logroño desde 1914 a 1918, durante ladictadura tuvo importantes responsabilidades en Unión Patriótica Riojana, y en 1929 fue diputado provincialdirecto. Sin embargo, todos ellos, en algún momento de su carrera política se acercaron a la Federación. A esterespecto se pueden consultar las Memorias de la Federación, donde figuran los integrantes de los sucesivosConsejos directivos. En relación con este tema, para conocer la definición socioeconómica y política de losdiputados provinciales durante la Restauración, la Dictadura y la II República, véase BERMEJO MARTÍN, F.y DELGADO IDARRETA, J. M.: La Administración Provincial Española. La Diputación Provincial de LaRioja, Logroño, Gobierno de La Rioja, Consejería de Administraciones Públicas, 1989, pp. 359-475. Por suparte, la obra de NAVAJAS ZUBELDÍA, C.: “Los cados y las comadrejas”. La dictadura de Primo de Riveraen la Rioja, Logroño, I.E.R., 1994, muestra la vinculación del catolicismo social riojano con la dictadura dePrimo de Rivera.

21. Boletín de la Federación de Sindicatos Agrarios Católicos de la Rioja, 17-10-1924. Al referirme a estapublicación sólo mencionaré la fecha y no el número del ejemplar, pues aparecía insertada en el Diario de laRioja, sin numeración propia.

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“Los sindicalistas católico-agrarios somos y debemos ser siempre enemigos juradosde la política partidista por estas tres razones: por mandato de arriba, de la Iglesiamisma, que no quiere acertadísimamente que se involucre lo social con lo político;por convicción propia, pues estamos convencidos de que la política al uso es la causade los males que nos afligen; y por conveniencia común, puesto que la política ennuestros sindicatos obraría como agente disolvente provocando su inmediata disolu-ción y ruina”22.

Los católicos dicen rechazar la política al uso, ya que, aseguran, está condicionadapor el caciquismo, del que se declaran enemigos irreconciliables. A él le dedican nume-rosas diatribas, acusándole de ser la causa de los males que acosan al labrador. Sinembargo, esta oposición frontal a los mecanismos de poder imperantes no impedirá quealcaldes, concejales, diputados provinciales o hasta senadores y representantes de losministerios figuren en los cuadros directivos de la Federación o en las mesas de presi-dencia de sus actos públicos. La explicación a esta aparente contradicción hay que bus-carla en las pugnas existentes en el interior de las clases dominantes por hacerse conmayores parcelas de poder en el Estado de la Restauración. El rechazo a la política porparte de los sindicatos se debe a que la agricultura no tiene, según ellos, valedores en lasmás elevadas instancias, allí donde se hacen las leyes23. Se sienten preteridos en favor delos intereses del que llamarán “funesto industrialismo”, especialmente en la cuestión delarancel, clave en la política económica de los gobiernos de la Restauración. A los dipu-tados de Madrid les acusan de desatender los intereses de los campesinos. Haciendo unafácil demagogia dirán de ellos,

“¿Qué les importa que el trigo sea la cenicienta en el régimen de subsistencias, o queal vino se le carguen impuestos hasta que su depreciación llegue a los suelos, si a ellosnada se les pierde ni en las piezas ni en las viñas?”24

Los sindicatos católicos agrarios, con su cada vez más voluminoso potencial huma-no, podían suponer un excepcional instrumento para captar el voto rural y aupar a susdirigentes a puestos de responsabilidad política. Algo así debió de pensar Díez del Corralcuando en 1919 se presentó a las elecciones legislativas por el distrito de Nájera-Torrecilla. Ahora bien, el discurso político debía establecer bien claras las diferenciasentre la política caciquista y el acto de servicio en favor de la clase labradora al que seprestaba el candidato.

“No es política la candidatura de Luis Díez del Corral porque a ningún partido perte-nece; no conoce ninguna jefatura y así terminantemente lo ha hecho conocer dondepreciso ha sido; no es más que el mandatario de la clase agrícola, a quien ha de repre-

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22. Boletín de la Federación..., 19-10-1918.

23. Evidentemente, este rechazo al que aludimos es sólo relativo, pues con el gobierno se está de acuerdoen lo fundamental: el mantenimiento del orden social. Por ello Díez del Corral dirá “Esa comunidad gober-nante no es nuestro ideal pero en las actuales circunstancias no se puede pedir otra cosa mejor; además, repre-senta el orden social y está bien orientada en el problema social, el obrerismo.” (Boletín de la Federación ...,18-7-1919).

24. Boletín de la Federación..., 11-10-1918.

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sentar [...]; pretendemos que en el Parlamento haya quien levante la voz con fuerzaen defensa de los intereses agrícolas injustamente olvidados”25.

Finalmente, a pesar de contar con el inestimable apoyo de muchos sacerdotes quepresidían las comisiones de los pueblos, Díez del Corral no salió elegido, si bien obtuvoun importante porcentaje de votos (41’5)26.

No hubo que esperar demasiado tiempo para que las reivindicaciones agraristas, olas de los dirigentes de los sindicatos agrarios, fueran por fin atendidas. Ese momentollegó con la dictadura de Primo de Rivera, a la que ya se recibió desde el inicio con losbrazos abiertos. El catolicismo social agrario definió el golpe como “...el espléndidopuntapié que de una bota bien calzada ha recibido el profesionalismo político en su acep-ción caciquil”27. Como ya vimos anteriormente, el régimen militar supone para los hom-bres del catolicismo social riojano su ascensión a cargos de tan elevada responsabilidadcomo los Gobiernos Civiles. La Federación se alistará oficialmente en las filas delSomatén provincial. Su apoyo e identificación con el régimen se evidencia con ocasióndel plebiscito sobre la acción de gobierno de Primo en septiembre de 1926. Desde elBoletín de la Federación se decía:

“¿Cómo puede la agricultura dejar de protestar con todas sus potencias y facultadessi cada momento, cada día que pasa halla nuevas pruebas de lo que la acción degobierno la protege? Para callar sería necesario que antes que labradores fuéramossuicidas y gracias a Dios no abundan los desesperados entre los obreros del campo”28.

2.4. La cuestión de la confesionalidad en los sindicatos

Anteriormente ya se ha mencionado algo sobre el carácter confesional de los sindi-catos agrarios. Respecto a nuestra provincia, señalaré dos circunstancias principales enrelación a este tema. En primer lugar, la trascendencia que podía tener para los socios delos sindicatos el incumplimiento de los preceptos religiosos; y en segundo, la vitalimportancia del trabajo de los Consiliarios en las tareas administrativas de los sindica-tos.

Uno de los requisitos precisos para formar parte de los sindicatos era el de obser-var buena conducta moral y religiosa. No era ésta cuestión baladí, ya que la Federaciónexigía a los Consiliarios que anualmente le enviasen un informe sobre el nivel de cum-plimiento del precepto pascual. En él debía incluirse una relación nominal de los sociosque lo incumplieran sistemáticamente. Se aconsejaba a los sindicatos que procedierancon ellos con firmeza, incluso que llegaran a la expulsión de los mismos o a la suspen-sión de los beneficios sindicales, no admitiéndoles más pedidos de géneros. Este estric-

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25. Boletín de la Federación..., 23-5-1929.

26. Sobre la campaña de Luis Díez del Corral y los resultados de las elecciones, véase REVUELTA SÁEZ,M. D.: Partidos políticos en La Rioja (1902-1923). Elecciones de Diputados a Cortes bajo el Reinado deAlfonso XIII, Logroño, I.E.R., 1988, pp. 30 y 248 y ss.

27. Boletín de la Federación..., 21-9-1923.

28. Boletín de la Federación..., 11-9-1926.

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to seguimiento de la religiosidad de los asociados representa, a mi juicio, un rasgo dearcaísmo en el mensaje católico social. Si anteriormente he señalado que el sindicalismocatólico agrario tenía características modernizadoras en su forma de acceder a las masas,algunas de sus prácticas habituales como la que acabo de referir, respiraban todavía unaacendrada ranciedad de tiempos pretéritos. Parece fuera de toda duda que fue la ofertade beneficios económicos la base del éxito de los sindicatos. Sin embargo, la Federacióninsistía en que no debía ser ese el principal objetivo de los sindicatos:

“¿Es el aumento de riqueza nuestro único fin? No. ¿Es acaso el principal?Tampoco.[...] Nos proponemos sobre todo alcanzar el mejoramiento moral de nues-tros asociados y como entendemos que esto no es posible sin la catolización de losmismos, por eso ponemos gran empeño en que los sindicatos acentúen su labor espi-ritual ordenada al alma”29.

Pero, por otra parte, los Consiliarios fueron los auténticos hacedores de los sindi-catos católicos agrarios. En muchos de ellos, los sacerdotes eran los encargados de lle-var toda la administración de las diferentes secciones de los sindicatos (cajas, comprasy ventas cooperativas, seguros, etc.). Seguramente, eran las únicas personas del lugarcon la suficiente capacidad para llevar a cabo estas tareas. Además, el hecho de que elcura se implicase en la vida de los sindicatos, daba credibilidad a la obra católico-agra-ria ante los ojos de los campesinos30. Desde las altas esferas eclesiásticas se trató de evi-tar tal situación, ya que suponía un serio riesgo para el prestigio de la institución. ElObispado sabía bien que un hipotético fracaso económico del sindicato traería consigoel descrédito del propio Consiliario, y con él, el de la Iglesia a la que representaba.

Así lo hizo saber a los directivos de la Federación desde el mismo instante de sufundación, pues en respuesta a la petición de aprobación del reglamento de laFederación, el Obispado remitió una carta, de fecha 24-12-1910, donde señalaba la nece-sidad de modificar el mencionado reglamento en algunos artículos. Estos artículos sereferían a la formación de un Consejo general de la Federación constituido por los miem-bros de su Consejo directivo y los Presidentes y Consiliarios de los sindicatos. Al res-pecto, se decía: “se señalan al mismo [al Consejo general], atribuciones que no son de laincumbencia de los Consiliarios como tales Consiliarios, y que caso de una gestión des-graciada, o no del gusto de todos, el descrédito del Consejo general traería el descréditodel cargo de Consiliario, acarreando esto último tal vez consecuencias muy desagrada-bles”31. Sin embargo, la necesidad obliga y la Diócesis se vio forzada a tomar una acti-

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29. Los requisitos para ser socio de un sindicato en Reglamento del Sindicato Agrícola Católico de...,Logroño, Imprenta y Librería “El Riojano”, 1916, p. 5; los consejos para actuar con firmeza contra los sociosque no cumplen los preceptos religiosos en Boletín de la Federación..., 17-6-1916; el entrecomillado enBoletín de la Federación..., 1-7-1916 (la cursiva es mía).

30. Sobre este particular es muy interesante la carta que el “cura párroco” de Nájera remite al Obispadoel 10 de enero de 1927, en la que declara que “han sido muchos los que a mí me han preguntado si podían con-tinuar confiados depositando dinero en la Caja de la Federación, y como tanto he oído decir contra ella, meconcreto a contestar que yo tengo confianza absoluta, y que los pocos ahorros de que dispongo, en la Caja dela Federación están depositados” (ADEC, 6/304).

31. ADEC, 6/304.

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tud menos severa. Por esa razón, en abril de 1912, se publicó una circular en la que, paracasos de verdadera necesidad, se estipulaba la concesión de licencias anuales para quelos sacerdotes que estuvieran al cargo de cajas, mutualidades, etc., continuasen con sulabor. Se hacía hincapié, además, en el carácter excepcional de esta medida y en laurgencia de buscar hombres laicos que se hicieran cargo de tales tareas32.

Pero a pesar de todo lo dicho, los curas debieron seguir manteniendo su actividaden la gestión sindical sin que nadie les relevase de su responsabilidad. La jerarquía ecle-siástica riojana decidió poner fin a esta situación y el 2 de febrero de 1922, Fidel García,a la sazón Obispo administrador de la Diócesis de Calahorra y La Calzada, publicó otracircular en la que disponía que, en un plazo de seis meses, los sacerdotes que ejercieranalgún cargo administrativo o económico en los Sindicatos Católico-Agrarios de laDiócesis dejaran dicha gestión, limitándose los Consiliarios a su esfera de dirección dela parte social y religioso-moral. Esta medida causó una gran mella en los sindicatos yde hecho llegó a decirse que podía significar su sentencia de muerte. Los paliativos quese barajaron (por ejemplo, formación administrativa impartida por los sacerdotes a per-sonas cercanas como el organista de la parroquia) no debieron tener un éxito generali-zado y, probablemente, esta separación de los sacerdotes de la gestión sindical tuvo queminar las capacidades de los sindicatos33. Sobre esto último, dejan muy poco lugar a laduda las palabras que el 4 de junio de 1928, momento en que la Federación agoniza ensus últimos estertores, Díez del Corral dirige al Obispo:

“No poco ha contribuido a la debilitación de la Obra la separación inmediata y activade los Consiliarios, a virtud de sus instrucciones, puras, prudentes, debidas y hastasantas si Vd. quiere, pero pugnantes con la absoluta necesidad que en los centros rura-les tienen los Sindicatos Agrícolas de que los Consiliarios lo hagan todo o casi todo,sin lo cual, no hay –hoy por hoy– obra posible. Federación que se abstengan losConsiliarios de actuar activa y materialmente, es Federación muerta en plazo más omenos lejano; más bien menos que más. Esta afirmación la he oído manifestar en mul-titud de ocasiones a los que viven en la acción católico agraria”34.

2.5. La Federación ante la injusticia social en el campo riojano

Según María José Lacalzada de Mateo, entre 1910 y 1920 las actitudes revolucio-narias fueron abriéndose paso en nuestra provincia entre elementos marginales. Las sec-

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32. La circular sobre la concesión de licencias, en Boletín Eclesiástico del Obispado de Calahorra y LaCalzada, Calahorra, Año LIII, nº 5, 29-4-1912, pp. 72-73.

33. La circular del Obispado en Boletín Eclesiástico del Obispado de Calahorra y La Calzada, Calahorra,Año LXIII, nº 2, 8-2-1922, pp. 54-55; la “sentencia de muerte para los sindicatos” en Boletín de laFederación..., 14-4-1922; y la alternativa de los organistas como relevo de los sacerdotes en las tareas admi-nistrativas, en Boletín de la Federación..., 16-2-1922.

34. ADEC, 6/304. Sin embargo, esta actitud del Obispo de la diócesis riojana contrasta con la de otroslugares como la vecina Navarra. Juan José Castillo recoge cómo el Obispo de la citada provincia asegurabaque “es igualmente lícita y plausible la intervención de los sacerdotes en la actuación económica de las insti-tuciones católico-agrarias”. CASTILLO, J. J.: Propietarios muy pobres..., pp. 258-259.

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ciones socialistas mostraron su presencia y los anarquistas emprendieron también huel-gas y acciones desestabilizadoras. En relación con esta cuestión, la Federación esgrimíaun discurso maniqueo que contraponía la acción bienhechora de los sindicatos católicosy la malicia e inmoralidad de la labor de las organizaciones “bolchevistas”. Por un lado,el amor y la fraternidad, por el otro el odio y la lucha de clases. Las doctrinas socialis-tas que propugnaban el indiferentismo religioso serían las causantes del divorcio entre elcapital y el trabajo porque estaban envenenando al trabajador rural, de por sí obedientea los mandamientos de Dios y respetuoso con quien le emplea35.

Pero, al margen de la consideración que al catolicismo social le mereciera el movi-miento obrero organizado, era evidente que se producían situaciones de injusticia y que,como ya se ha mencionado anteriormente, no pocos campesinos de la España minifun-dista vivían en precarias condiciones. En un primer momento, la federación riojana ofre-cía paliativos anclados todavía en una concepción benéfica de la actuación social.Amparándose en la idea de fraternidad de la clase labradora, los más acomodados debíanejercer la caridad con los desfavorecidos. Se aconsejaba a los patrones establecer condi-ciones de trabajo dignas y salarios suficientes para las necesidades de la vida –de la vidahumilde de las clases trabajadoras–. La receta era simple, aunque, como se demostró alpoco tiempo, ineficaz y alejada de la realidad: “con un poco de voluntad y otro poco deespíritu de justicia de una parte [las clases pudientes], y de resignación, de la otra [las cla-ses humildes], el problema desaparecería”36.

El mejor vehículo para canalizar la voluntad y espíritu de justicia de unos y la resig-nación de otros era, por supuesto, el sindicato. En los reglamentos se establecían cuotaseconómicas especiales para los obreros agrícolas, considerándose como tales a los queno tuviesen propiedad o la poseyesen en muy pequeña cantidad. Además, se les favore-cía por medio de arriendos económicos de maquinaria agrícola, anticipos, mutualidades,etc. Ahora bien, no todos los obreros agrícolas podían ingresar en el sindicato, pues entreotras condiciones, era preciso observar buena conducta moral y religiosa, no afiliarse acentros obreros de carácter laico, y no secundar huelgas injustificadas. Y es que, pese aque la Federación prohibiese la compatibilidad de la asociación a los centros de obrerosy al sindicato católico, esta se producía. La estrategia a seguir frente a tal problema com-binaba métodos expeditivos (expulsión ab irato) y otros más diplomáticos (diálogo, per-suasión)37.

Sin embargo, las alternativas benéficas que proponía la Federación resultaron insu-ficientes. No podían tener éxito en una sociedad que iba progresivamente introducién-

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35. LACALZADA DE MATEO, M. J.: La lucha entre dos modelos de sociedad. Aproximación al com-portamiento obrero riojano (1875-1975), Logroño, I.E.R., 1987, p. 95. Eso de las doctrinas socialistas y elindiferentismo religioso en Boletín de la Federación..., 6-12-1918.

36. Boletín de la Federación..., 1-10-1920.

37. Las medidas reglamentarias en favor de los obreros agrícolas en Reglamento del Sindicato AgrícolaCatólico de..., Logroño, Hijos de Alesón, Imprenta y Librería “El Riojano”, 1916, p. 5. Sobre los requisitosnecesarios para que el proletariado agrícola sea admitido en el sindicato, Boletín de la Federación..., 25-3-1916. Las estrategias frente a los socios que compatibilizan su pertenencia a la obra católica y al centro obre-ro en Boletín de la Federación..., 12-9-1919 y 30-4-1920.

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dose en un mundo capitalista que invalidaba fórmulas que ya hemos tildado como máspropias de Antiguo Régimen. La “ofensiva socializadora de la Federación” se manifes-tó en tres frentes: conversión de jornaleros en pequeños propietarios, establecimiento enlos sindicatos de Juntas Reguladoras de Salarios y Trabajos e implantación de seccionesobreras dentro del propio sindicato agrícola. Por otro lado, no debió ser casualidad queesta “ofensiva” se iniciase durante los años 1919 y 1920, justo en el umbral del trienioinmediatamente anterior a la llegada al poder de Primo de Rivera, período en que, segúnMaría José Lacalzada, se agudizó el enfrentamiento patrono-obrero en muchos lugaresde La Rioja38.

En abril de 1919, la Federación decide establecer un procedimiento de venta de tie-rras entre los socios obreros en condiciones muy ventajosas. Los requisitos para los com-pradores eran: no poseer tierras, observar buena conducta moral y religiosa, y ser casa-dos o viudos con hijos en ambos estados. Se les proporcionaría una parcela de tierra acada uno por valor de 300 pesetas, en tierras cercanas lo más posible a sus pueblos. Lossocios en cuestión abonarían a sus sindicatos cinco pesetas al año durante diez por cadaparcela. Al cabo de este tiempo, la Federación les otorgaría documento posesorio. Losbeneficiados serían diez socios obreros cada año, procediéndose al sorteo entre los inte-resados, caso de que superaran dicho número. El interés de la Federación por que lossocios obreros se convirtiesen en propietarios no quedaba ahí. En la celebración de laasamblea anual del siguiente año, se planteaban más medidas para favorecer el acceso ala propiedad y arrendamiento de tierras de los socios obreros. En caso de venta, el sin-dicato debía proporcionar un préstamo al comprador a módico interés y fácil amortiza-ción. Si se trataba de arrendamientos, la renta anual sería fijada por la Junta deRegulación de Salarios y Trabajos del sindicato interesado, la duración del contrato nohabría de ser inferior a seis años y las mejoras cederían a favor del arrendatario. Además,se alentaba a los socios pudientes a que proporcionasen tierras para venta o arriendo enestas condiciones, otorgándoseles premios económicos y diplomas honoríficos39.

En principio, estas medidas parecen un esfuerzo por mejorar las condiciones devida de los trabajadores del campo. Sin embargo, desde las filas del propio catolicismosocial, se alzaron voces críticas que percibían en ellas segundas intenciones. Un ejemploes Severino Aznar, para quien la conversión de obreros en propietarios beneficiaba mása los patronos, ya que suponía un seguro contra las pretensiones obreras de salarios altos.Por otro lado, ponía en duda su eficacia social, puesto que el nuevo propietario deberíaseguir trabajando a sueldo y mientras esa situación permaneciese, ni se daría estabilidada su familia ni se le inmunizaría contra la revolución. En la última negación de Aznar, sepercibe un objetivo añadido en estas propuestas sindicales. Al lema revolucionario “latierra para los trabajadores”, se oponía ahora el católico “que todo trabajador tenga su

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38. LACALZADA DE MATEO, M. J.: La lucha entre dos modelos de sociedad..., pp. 95-96. La propiaautora define la época como “pequeño ciclo revolucionario”.

39. El procedimiento para la conversión de obreros en propietarios en Boletín de la Federación..., 17-4-1919; las medidas para facilitar el acceso a la propiedad y arrendamiento de tierras en Boletín de laFederación..., 2-4-1920.

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tierra”. Y es que existía la convicción de que el acceso a la propiedad, se diese de laforma que fuere, era el mejor antídoto frente a la revolución. Por eso, desde el Boletínde la Federación se decía: “...nada hay que más blandura, discreción y amor al orden yal conservadurismo despierte en el hombre que la propiedad. El que nada tiene es fer-mento apto para todas ideas, sistemas y prácticas disolventes, pero a medida que setransforma en propietario, poco a poco va cambiando su ideario y procedimientos”40.

Con respecto a las Juntas Reguladoras de Salarios y Trabajos, la Federación publi-caba en agosto de 1919 las normas para su constitución en cada sindicato. La idea eracrear un organismo, con igual representación de patronos que de obreros, que estable-ciese las condiciones de trabajo en los diferentes pueblos y que sirviese de instrumentode conciliación de clases para evitar posibles conflictos que derivasen en huelgas o cho-ques violentos. Así, se dividía a los propietarios entre aquellos que principalmente tra-bajaban la tierra por obreros y los que los necesitaban sólo ocasionalmente. A su vez,entre los obreros se establecían dos grupos, los que no tenían ninguna o muy poca pro-piedad rústica, y los que tenían de ella suficiente como para no necesitar salario duranteparte del año. Los propietarios mencionados en primer lugar tratarían de ajustar por añosel número de obreros que necesitasen, abonando el salario fijado por la Junta. Se prefe-riría siempre a los obreros más pobres y más cargados de familia. Los patronos se con-certarían entre ellos para que los obreros pudieran pasar de unas casas a otras sin perderdías de trabajo. Asimismo habría una comunicación entre sindicatos para que cuando losobreros socios fuesen a trabajar fuera del pueblo, se les prefiriese frente a los extraños.Los jornaleros, por su parte, deberían trabajar bien y respetar y estimar a sus amos y alas propiedades de éstos. La Junta se compondría de ocho miembros, dos de cada cate-goría, más el Consiliario. Sus decisiones serían obligatorias bajo pena de expulsión. Encaso de discrepancia, se elevaría el asunto a la Federación, y si esta no satisficiera a másde la mitad de los socios de cualquiera de los grupos, se recurriría a la CNCA41.

De lo expuesto se desprende que la relación armoniosa entre las clases labradorasque propugnaba la Federación marginaba al obrero que no era socio del sindicato. Si lasJuntas funcionaban eficazmente, el jornalero no sindicado no encontraría patrón que leemplease y su única alternativa sería afiliarse al sindicato católico. Por lo tanto, valién-dose de un método proselitista de dudosa ética al que ponía un disfraz de fraternidadcampesina, la Federación minaba las posibles simpatías que en los campos riojanospudieran despertar las organizaciones obreras.

Anteriormente, ya he aludido a la articulación de secciones obreras dentro de lossindicatos católicos. El motivo que impulsó su formación fue la escasa eficacia reivin-dicativa que para el asalariado tenía el sindicato mixto, eficacia que sí encontraba en loscentros obreros independientes. El propio Díez del Corral explicaba así la situación:

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40. El entrecomillado en Boletín de la Federación..., 14-11-1919; la oposición de los lemas socialista ycatólico en CASTILLO, J. J.: Propietarios muy pobres..., pp. 229-230, y las ideas de Severino Aznar enMARTÍNEZ, M.: Tierra de Campos,..., p. 116.

41. Boletín de la Federación..., 1-8-1919.

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“Los jornaleros asociados a nuestros sindicatos han visto que perteneciendo a ellosobtenían ventajas económicas [...], pero a la vez han observado que, a trueque de esosbeneficios, hipotecaban su libertad para la debida defensa de sus aspiraciones profe-sionales, que son, sobre todo, otorgar al trabajo una justa remuneración y su organi-zación en forma conveniente; y pesado el pro y el contra, optaron, ante fáciles propa-gandas, por sindicarse profesionalmente en centros obreros sin dejar de pertenecer alSindicato, para continuar obteniendo de él las ventajas apuntadas.

Este hecho indubitable ha venido a desacreditar a los Sindicatos mixtos, y por esohemos reglamentado las secciones obreras dentro de ellos, pero con autonomíaamplia, rotunda, de dichas secciones a fin de que puedan ser defendidos los interesesprofesionales sin el lastre de la convivencia patronal”42.

La mencionada reglamentación llegó a finales de aquel mismo año de 1920. En ellase establecía explícitamente en su artículo 6º que no podrían pertenecer a esa sección losobreros inscritos en centros socialistas y sindicalistas de carácter más o menos encu-biertamente anticatólico, indiferente en religión o de tendencia revolucionaria.Asimismo se creaba una bolsa de trabajo para los obreros afiliados y se afirmaba la auto-nomía de la sección respecto al sindicato y las posibles presiones y egoísmos patronales.No debió de ser fácil la aceptación dentro del seno del catolicismo social agrario rioja-no de tales secciones. Muestra de ello fue que durante cinco semanas consecutivas elBoletín de la Federación se abrió con artículos que debatían sobre la conveniencia o node adoptar estas medidas43.

¿Hasta qué punto todas estas normativas y reglamentaciones llegaron a tener efec-to? Resulta difícil saberlo. Respecto a la conversión de obreros en pequeños propieta-rios, el Boletín de la Federación refiere que el procedimiento siguió repitiéndose, añotras año, hasta 1923. En cuanto a las Juntas Reguladoras de Salarios y Trabajos, un hechosignificativo es que se tuviera que recurrir a la subvención a los sindicatos que las esta-blecieran. Las Memorias refieren los pueblos en que finalmente se establecieron lasmencionadas Juntas, añadiéndose, además, la labor que desempeñaron (solución dehuelgas, arreglos de salarios). El máximo se alcanzó en 1921, con 32 Juntas en otros tan-tos sindicatos. Hay que recordar que la Federación agrupaba entonces a 173 sindicatos.Respecto al establecimiento de secciones obreras no se han encontrado datos.

En relación a las formas de protesta social, la federación riojana aceptaba en algunoscasos el recurso a la huelga, aunque nunca debería desarrollarse de forma violenta.Incluso creía necesario establecer Cajas de Resistencia para atender a los obreros queparaban. Ahora bien, esta conciencia obrera no iba más allá de los propios intereses. Asípor ejemplo, con ocasión de una huelga en las fábricas conserveras, la Federación cursa-ba un telegrama al Consejo de Ministros en el que se podía leer: “...ofrecémonosGobierno como representante autoridad y excitámosle reprima con energía actos atenta-

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42. Boletín de la Federación..., 14-5-1920.

43. Véase Reglamento de Secciones Obreras de los Sindicatos de la Federación Católico-Agraria de laRioja, Logroño, Imprenta General de Santos Ochoa y Compañía, 1920 y Boletín de la Federación..., 17-12-1920, 24-12-1920, 31-12-1920, 7-1-1920 y 14-1-1920.

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torios clases sociales vida patria”44. En otras ocasiones, los sindicatos llegaban a sabotearhuelgas de obreros, trabajando en su lugar los propios labradores. De tal forma lo expre-sa la carta que el sindicato de Calahorra envía al Boletín de la Federación, refiriendo suactuación durante la huelga de una fábrica azucarera:

“Antes de cumplirse el plazo concedido a los obreros de la fábrica de azúcar paraentrar a trabajar, mandaron estos que se retirara el poco personal que había quedado ali-mentando los hornos y calderas, con el propósito de que quedara la fábrica totalmenteparalizada y en gran parte inutilizada. Ante esta actitud provocativa, los labradores pusi-mos obreros que alimentaron los hornos y calderas y convocamos a una reunión generalde cultivadores. En vista de lo excitados que estaban los ánimos, los obreros de la azu-carera entraron a trabajar y al poco tiempo la normalidad era completa”45.

2.6. Diferentes secciones sindicales y federativas. Las principales realizacionesde la Federación

La clave del éxito de la acción social católica en el ambiente rural se debió princi-palmente al cúmulo de prestaciones económicas que facilitaba a los labradores. Una enu-meración bastante completa de las principales secciones federativas y sindicales podríaser ésta:

-Secciones sindicales: caja rural de ahorros y préstamos, seguro mutuo de ganados,cosechas, etc., cooperativa de consumos y producción, cooperativas de compras y ven-tas en común, guardería rural, graneros cooperativos, bodegas cooperativas, arriendo demaquinaria agrícola, socorros mutuos, seguros de vejez, accidentes e invalidez.

-Secciones federativas: Caja Central de Ahorros y Préstamos, seguros contra elpedrisco, almacenes de cooperativas y depósitos federales, secretariado para consultas,gestiones e informes, propaganda, conferencias, boletín, hojas divulgadoras, campoexperimental, inspección de los sindicatos, medidas de instrucción como formación dejuventudes católico-agrarias, bibliotecas o escuelas nocturnas.

Una explicación del funcionamiento de cada una de estas secciones, además deresultar un tanto farragosa, se escapa a las pretensiones de este trabajo. Sin embargo, sícreo conveniente referirme sucintamente a la práctica concreta de las más sobresalien-tes.

La sección de propaganda tiene una importancia singular porque la prensa, los míti-nes y las asambleas constituyen un instrumento moderno de acceder a las masas. ElBoletín de la Federación de Sindicatos Agrícolas Católicos aparecía semanalmente enel periódico católico Diario de la Rioja. Se conservan sus ejemplares desde el 11 demarzo de 1916 hasta el 18 de mayo de 1928 (fecha en que deja de publicarse), con laexcepción de los seis primeros meses de 1926. Sin embargo, su aparición debió ser ante-rior, ya que en las Memorias de la Federación se hace referencia a él desde 1913. Como

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44. Boletín de la Federación..., 18-8-1917.

45. Boletín de la Federación..., 3-12-1920.

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ya se ha podido ver, ha supuesto la principal fuente primaria para la elaboración de esteestudio. Ocupaba una cuarta parte de la portada del diario en el que se insertaba y teníauna extensión de dos páginas. Su contenido, aunque sufrió ligeras variaciones a lo largode su historia, solía ser: un editorial que ocupaba varias columnas y que solía escribir elpresidente de la Federación, breves artículos en los que se asesoraba a los lectores en téc-nicas de cultivo, informaciones sobre temas agrarios y cuestiones internas de laFederación con los sindicatos (suministro de abonos, marcha de las compras y ventas encomún, de la Caja Central de Ahorros y Préstamos, etc.) y finalmente una sección deofertas y demandas. Sin duda, era el principal medio de comunicación entre la direcciónfederativa y los asociados, y un excelente altavoz del discurso político y social del sin-dicalismo católico agrario. Por lo tanto, no es de extrañar que fuese obligada su lecturapública y posterior comentario en el domicilio social del sindicato cada domingo. SegúnJuan José Castillo, la tirada del Diario de la Rioja era de 3.000 ejemplares en 1913 y1920, y de 4.000 en 192746.

Por su parte, los dirigentes de la Federación realizaban una valiosa labor propagan-dística; baste recordar lo referido en páginas anteriores sobre la importancia de las con-ferencias y mítines en los pueblos a la hora de fundar sindicatos. De la relevancia de estatarea da cuenta el hecho de que se creara la figura del Inspector sindical, que recorreríalos pueblos para “enderezar, uniformar e impulsar la marcha de los sindicatos e ilustrara los socios mediante consejos, conversaciones y conferencias.”47

Anualmente, se celebraba en Logroño una asamblea general a la que debían venirobligatoriamente representantes de todos los sindicatos. A las sesiones inaugurales asis-tían las fuerzas vivas de la política riojana: diputados, el gobernador, el alcalde de lacapital, el obispo de la diócesis, etc. Solían durar dos días y en ellas se debatían temasque la Federación había publicado en las semanas previas en el Boletín. Estas reunionessolían finalizar el último día con un banquete social. Su repercusión debía ser importan-te a juzgar por el tratamiento que recibían en los diarios regionales. A nivel comarcal,durante los años 1922, 1923, 1924 y el invierno de 1926-27, se organizaron asambleasen cabezas de partido judicial y en otros pueblos de la provincia, o cercanos a la capi-tal logroñesa como Laguardia (Álava) y Viana (Navarra). Su desarrollo era similar al delas asambleas generales, pero ahora se daba una mayor participación de los párrocos yde los propios campesinos, que tomaban la palabra con mayor confianza al encontrarseen un ambiente más familiar48.

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46. Los ejemplares del Boletín de la Federación de Sindicatos Católicos Agrarios se pueden consultar enla Biblioteca del Instituto de Estudios Riojanos. La obligación de su lectura en Boletín de la Federación..., 9-2-1918, donde también se refiere cómo no debía ser un deber sindical bien acogido, ya que hubo de estable-cerse sanciones para los socios que incumplieran la obligación y bonificaciones para los sindicatos que regis-trasen una asistencia a la lectura superior al 80%. Los datos sobre la tirada del Diario de la Rioja enCASTILLO, J. J.: Propietarios muy pobres..., p. 472.

47. Diario de la Rioja, nº 4.055, 28-2-1918.

48. Véase, a título de ejemplo, la portada de Diario de la Rioja, nº 4055, 28-2-1918, donde a tres colum-nas se titula “Los Sindicatos Agrícolas. Asamblea de la Federación”; también a tres columnas, si bien en pági-nas interiores, encontramos el mismo titular en La Rioja, nº 9346, 27-2-1918. Sobre las asambleas comarca-les, Boletín de la Federación..., 20-1-1922 y Diario de la Rioja, nº 5.276, 25-4-1922.

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Respecto a las cajas de ahorros, ya he referido brevemente su funcionamiento enpáginas anteriores. Se aconsejaba que a la vez que se fundaba el sindicato se hiciera lopropio con la caja de ahorros, pero esto no era así siempre. Prueba de ello es que llegó aplantearse la imposición colectiva obligatoria (canon prudencial a los socios por super-ficie de tierra o unidad de cosecha) como medio para constituir el capital social de lacaja. Pero ni siquiera estas medidas debieron resultar muy efectivas ya que en 1921,momento álgido de la Federación, de sus 173 sindicatos, sólo 48 contaban con caja. Seisaños antes se había constituido la Caja Central de Ahorros y Préstamos de la Federaciónde Sindicatos Agrícolas Católicos de la Rioja, cuyo objeto era “recibir los fondos queimpongan los sindicatos federados e individuos particulares pertenecientes a los mismos,y facilitar préstamos a aquellos”49. Por lo tanto, la caja central sólo concedía préstamosa los sindicatos, mientras que estos podían ofertarlos a los socios labradores. En 1923,se fundaron cajas comarcales en Santo Domingo, Nájera y Viana (Navarra), y el añosiguiente, otra en Haro. Estas cajas funcionaban como sucursales de la central y la sus-tituían allí donde se implantaban.

Otra de las propuestas para la mejora de la situación económica de los hombres delcampo eran los seguros. Aunque se crearon más, sólo me referiré al seguro mutuo con-tra el pedrisco. Se constituyó en 1916 y estuvo vigente hasta 1921, año en que se implan-tó la Mutualidad Nacional del Seguro Agropecuario, y para la que la Federación fuedesignada agencia regional. Para inscribirse, había que entregar una póliza en el sindi-cato en la que figurara una relación de las fincas que se querían asegurar, su extensión,cultivo y valuación de frutos. El socio abonaría un 0’5% del valor asegurado. Al díasiguiente de ocurrir un pedrisco, el socio damnificado lo participaría al sindicato y tresperitos tasadores del sindicato del pueblo más próximo (de cada sindicato se elegíananualmente seis peritos tasadores) valuarían el daño, siendo su decisión inapelable.Fijada la cantidad a indemnizar a cada socio siniestrado, esta se obtendría mediantederrama a los sindicatos que tuvieran este seguro, haciendo los sindicatos lo propio res-pecto de los socios interesados. Ningún socio tendría que pagar más del 3’5% del capi-tal que figurase en su póliza y si algún año la cantidad a indemnizar fuese mayor que laque se pudiera reunirse, el fondo resultante se repartiría a prorrateo entre los socios dam-nificados, quienes no tendrían derecho a mayor indemnización. El seguimiento de esteseguro puede calificarse de aceptable, alcanzando, que sepamos, su momento de máxi-ma expansión en 1920, cuando socios de 45 sindicatos aseguraron sus cosechas50.

Atención especial merece el capítulo de las compras y ventas en común, sobre todoel de compras, porque facilitaba el acceso de los campesinos a medios de modernizaciónagrícola como maquinaria, vides americanas y otras plantas, aparatos vitícolas y, sobre

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49. Referencia a la imposición colectiva obligatoria en Boletín de la Federación..., 14-10-1916; ver tam-bién Memoria de la Federación de Sindicatos Agrícolas Católicos de la Rioja, 1921-1922, Logroño, Imprentay Librería Hijos de Merino, 1922, p. 20 y Reglamento de la Caja Central de Ahorros y Préstamos de laFederación de Sindicatos Agrícolas Católicos de la Rioja, Logroño, Imprenta y Librería de Hijos de Merino,1915 (el entrecomillado en p. 2).

50. Para el funcionamiento del seguro contra el pedrisco, véase Reglamento de seguro mutuo contra elpedrisco de la Federación de Sindicatos Agrícolas Católicos de la Rioja, Logroño, Tipografía y LibreríaCarlos Gil, 1916, pp. 3-7.

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todo, abonos. Como ya se vio, la riojana fue de las primeras federaciones, a nivelnacional, en este aspecto. El mecanismo por el que se regían estas compras era sencillo.Los sindicatos reunían a sus socios sabiendo previamente el precio que a la sazón regía.Firmadas las hojas de pedido de los socios, se hacía la general del sindicato englobandotodas las individuales. Una vez reunidos los pedidos de los sindicatos, la Federaciónajustaba en condiciones favorables la cantidad total pedida y fijaba el precio con suje-ción al coste global. Como se adquirían grandes cantidades, se lograban importantesbeneficios. Además, la Federación garantizaba la calidad de los productos mediante aná-lisis y pruebas al efecto. Por otro lado, para vencer el miedo de los socios más pobres ano poder pagar, la caja rural del sindicato podía prestarles dinero. Las compras en comúnse extendieron también a los artículos de consumo (tejidos, calzados, comesti-bles,etc.)51.

Aunque no despreciable, la aceptación entre los labradores riojanos afiliados a lasindicación católica del procedimiento de ventas en común fue menor que la de las com-pras. El objetivo era vender en grandes cantidades y en el momento en que los preciosde mercado fueran más favorables. Habitualmente, cuando llegaba el tiempo de la reco-lección, el agricultor, quizá apurado económicamente, vendía su cosecha inmediatamen-te y a precios bajos, puesto que entonces había exceso de oferta en el mercado. De estasituación se beneficiaban los intermediarios acaparadores que compraban las produccio-nes en el momento de la cosecha y posteriormente, cuando los precios subían, las ven-dían, obteniendo así pingües beneficios. Para poner fin a esta pérdida de unos capitalesque sólo a los labradores pertenecían, se establecieron almacenes y graneros de produc-ción sindicales, donde los labradores depositaban sus cosechas y percibían del sindicatoun préstamo equivalente al 75% del total de su producción en los precios corrientes.Posteriormente, cuando los precios se elevaban, el sindicato acordaba la venta conjuntade todo lo depositado y liquidaba con cada socio. El interés cobrado por el préstamo eraal 5-6%52.

Capítulo aparte merecen las que denomino cuatro grandes realizaciones de la fede-ración católico-agraria riojana: la Fábrica Cooperativa de Harinas, la BodegaCooperativa de los Sindicatos Agrícolas Católicos de la Rioja Alta, la Cooperativa deConservas Vegetales de los Sindicatos Agrícolas Católicos de la Rioja Baja y la CasaSocial de la Federación, actual Sala de Cultura Gonzalo de Berceo y antiguo Cine Rialto.

La Harinera se inauguró el 5 de abril de 1920. Se ubicaba en la calle Gonzalo deBerceo, junto a la estación ferroviaria, donde contaba con línea propia. Contaba contreinta trabajadores, dos autocamiones con una capacidad de 6.000 y 4.500 kg. y cuatrovagones de 20 toneladas. El funcionamiento de la cooperativa era muy simple: los sociosy sindicatos proporcionaban grano a la fábrica y luego esta les pagaba en harina y resi-

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51. Prácticamente en todos los ejemplares del Boletín de la Federación hay alguna referencia a las com-pras en común: listas de precios, avatares de los vagones que traen el abono, condiciones que tienen que cum-plir las hojas de pedido, etc. Para entender el funcionamiento de este mecanismo de adquisición de productosvéase por ejemplo, Boletín de la Federación..., 11-3-1921, 16-9-1921 y 3-6-1927.

52. Para conocer el procedimiento de las ventas en común, ver a título de ejemplo Boletín de laFederación..., 1-7-1916 y 19-6-1919.

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duos (piensos). De esta forma se impulsaba la economía de los pueblos, ya que al dis-poner de importantes cantidades de harina, los sindicatos podían plantearse constituirpanaderías y hornos cooperativos. De los beneficios de la fábrica participaba el personaly los sindicatos proveedores53.

El establecimiento de una federación entre las diferentes bodegas cooperativaslocales que ya funcionaban en los sindicatos de la región fue un proyecto largamente per-seguido por los dirigentes federativos. En abril de 1919, el Boletín de la Federaciónpublicaba unas bases para la fundación y funcionamiento de una red de Bodegas quecontemplaba la creación de bodegas cooperativas centrales establecidas en cada una delas cinco regiones vitícolas establecidas (Rioja Alta, Central, Baja, Alavesa y Navarra).Aunque este proyecto nunca se llevó a cabo en esos términos, pocos años más tarde, el12 de marzo de 1922 se colocaría en Haro la primera piedra de la Bodega Cooperativade los Sindicatos Agrícolas Católicos de la Rioja Alta. De ella podían ser socios todos ysólo los de los sindicatos de la región mencionada, recibiéndose aportaciones monetariasy de uva o vino. Se ponía el acento en recalcar el carácter de obra social que tenía labodega cooperativa, ya que en ella “...lo mismo el bracero que cultiva 1.000 cepas devid, como el modesto viticultor que llega a las 5.000 o el rico hacendado, cosechero demiles de arrobas de uva, dispondrán de una bodega magnífica, montada con elementosmodernos de elaboración y crianza, dirigida técnicamente por un capataz bodeguero,asesorado por eminentes ingenieros agrónomos, administrada escrupulosa y honrada-mente por un gerente.”54

En mayo de ese mismo año de 1922 nace en Calahorra la Fábrica Cooperativa deConservas Vegetales de los Sindicatos Agrícolas Católicos de la Rioja Baja, de la queformaban parte los socios de los sindicatos de Calahorra, Rincón de Soto y San Adrián(Navarra). Su existencia no debió de ser demasiado floreciente, ya que, salvo en elmomento de su fundación, no aparece información sobre ella ni en el Boletín ni en lasMemorias de la Federación55.

Por último, si se atiende al ámbito urbanístico de la capital logroñesa, sin duda laobra más interesante de la Federación es la Casa Social Católica, cuya primera piedra secolocó el día de San José del año 1924 y fue inaugurada por el rey Alfonso XIII –”el pri-mer agricultor de España”, al decir del catolicismo agrario–, con ocasión de una visitaa Logroño, el 14 de octubre de 1925. El proyecto se inició en mayo de 1923, momentoen que comenzó el plazo para la suscripción de obligaciones. En noviembre ya se había

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53. Véase el Reglamento de la Fábrica Cooperativa de Harinas, insertado en Boletín de la Federación...,26-3-1920 y también Memoria de la Federación de Sindicatos Agrícolas Católicos de la Rioja,...1920,Logroño, Imprenta y Librería “El Riojano”, 1921, pp. 26-28.

54. Las bases para la fundación y funcionamiento de una red de Bodegas Cooperativas por la Federaciónde S.A.C. de la Rioja, en Boletín de la Federación..., 11-4-1919. Sobre la Bodega Cooperativa de losSindicatos Agrícolas Católicos de la Rioja Alta, véase su proyecto de estatutos en Boletín de la Federación...,2-12-1921 y la colocación de la primera piedra en Diario de la Rioja, nº 5.239, 12-3-1922. El entrecomilladoúltimo en Diario de la Rioja, nº 5.376, 24-9-1922.

55. Las únicas referencias localizadas en Boletín de la Federación..., 2-6-1922 y Memoria de laFederación..., 1921-1922, pp. 11-12.

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encontrado el solar donde se construiría el edificio y en enero del siguiente año se adju-dicó la obra a Gamboa Domingo y Compañía. Así, el 19 de marzo, en un acto con granpompa y boato al que asistió el obispo de la diócesis y las fuerzas vivas de la provincia,comenzaba oficialmente la construcción del edificio. La Casa Social no sería para usoexclusivo de la Federación, su principal impulsora, sino para el de todas las institucio-nes católicas logroñesas dedicadas a tareas sociales. Contaría con oficinas, un teatro, unabiblioteca y diversos locales para usos múltiples56.

2.7. Moralidad, fiesta e inquietud cultural en los sindicatos

Como resulta obvio, los sindicatos disponían de un local a modo de domicilio socialcuya misión principal era la de lugar de reuniones de los socios. Sin embargo, su fun-ción no se limitaba sólo a esto, pues también podía albergar almacenes, salas de lectura–a este respecto, recordemos lo ya señalado sobre la lectura obligada del Boletín los díasde fiesta– y bar con mesas para juegos. Existía un reglamento de régimen interno de losdomicilios sociales que resulta ilustrativo de la férrea moralidad que se pretendía impo-ner a los labradores. Así por ejemplo, como regla general los juegos de azar no estabanpermitidos, las bebidas alcohólicas habían de usarse con morigeración, se prohibía rigu-rosamente la blasfemia y las palabras mal sonantes, al igual que la estancia en el localdurante la celebración de misas, procesiones y rezos del santo rosario. Además, existíanotras normas de carácter más bien político, como la sola admisión en el local de perió-dicos de corte católico o la prohibición de hablar de política en los locales. No debió sertodo esto en absoluto una cuestión banal, ya que los incumplimientos de obligacionesreligiosas –como ya se vio–, la blasfemia, la “desobediencia”, la “insolencia”, el “malejemplo” o el “mal comportamiento” suponían causas suficientes para la expulsión delsindicato57.

Sin embargo, no todo era rigurosa disciplina en el domicilio social y también habíalugar para la fiesta y la diversión; lo cual, por otra parte, suponía un atractivo más paraacercar a los labradores al sindicato. Especialmente en fechas señaladas como laNavidad, la Federación recomendaba a los sindicatos la organización de espectáculos,consistentes en representaciones de pequeñas funciones, veladas musicales o literarias,audiciones fonográficas, exhibiciones cinematográficas, rifas, etc. Además, el día de SanIsidro, patrón de los labradores, era día de fiesta grande en el sindicato y se desarrolla-ba un variado programa que podía incluir desde celebraciones puramente religiosas,

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56. Para seguir la evolución del proyecto de construcción de la Casa Social, véase Boletín de laFederación..., 25-5-1923 y Diario de la Rioja, nº 5.727, 4-11-1923. La colocación de la primera piedra del edi-ficio en Diario de la Rioja, nº 5.845, 20-3-1924; la inauguración por el Monarca en La Rioja, nº 11.820, 15-10-1925.

57. Desde la Federación se instaba a los sindicatos a que tuvieran un domicilio social a título propio, sinembargo, en 1922, momento álgido del sindicalismo católico en nuestra región, sólo 41 sindicatos lo tenían(Memoria de la Federación..., 1921-1922, p. 20). El reglamento de régimen interno de los domicilios socialesse recoge en Boletín de la Federación..., 17-3-1917 y las razones de índole disciplinaria para la expulsión desocios de los sindicatos en Memoria de la Federación..., 1924-1925, p. 22.

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hasta actos esencialmente lúdicos (aperitivos, recitales de jotas y bailes en el domiciliosocial), pasando por mítines y conferencias de propaganda católica58.

Por otro lado, la elevación del nivel cultural de la población rural fue otra de laspreocupaciones del catolicismo social riojano. La Federación hacía llamamientos a lossindicatos para que adquiriesen algunos libros de sociología y agricultura, para quequien lo leyera transmitiese en conversaciones ordinarias con el resto de socios los con-tenidos de tales obras. Pero este empeño no debió cosechar demasiado éxito, ya que fue-ron escasos los sindicatos que instalaron en su sede una “biblioteca social”, a pesar delos insistentes llamamientos de los dirigentes federativos. Otra iniciativa de carácter cul-tural que la Federación emprendió, y de cuyo seguimiento apenas si se han encontradoreferencias, fue la apertura de escuelas nocturnas para los socios y sus hijos, especial-mente durante los inviernos. De ellas se ocuparían, como es fácil de adivinar, losConsiliarios, que impartirían enseñanzas muy básicas (lectura, escritura, cuentas) ynociones elementales de sociología59.

A medio camino entre la preocupación educativa y el adoctrinamiento políticohabría que situar la formación en los sindicatos de Juventudes Católico-Rurales. A nivelnacional, estas secciones constituían, junto a los jóvenes católicos obreros y estudiantes,la Juventud Católica Española. Podían integrarse en ellas los jóvenes con edad com-prendida entre 14 años y la de mayoría legal. Recibirían en los domicilios sindicales lec-ciones y conferencias instructivas sobre asuntos agrícolas y sociales en las que se lesharía ver los abundantes bienes que derivaban de la sindicación. Para atraer a los jóve-nes, la Federación aconsejaba programar, además de las clases y lecciones, diversioneshonestas y variadas como deportes, concursos, festivales, etc. Tampoco esta iniciativadebió tener una gran aceptación, y en diciembre de 1927, tres años después de su pro-posición en la Asamblea anual, el Boletín de la Federación lamentaba que los sindica-tos aún no hubiesen procedido a formarlas60.

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58. La referencia a los actos lúdicos que en épocas señaladas podían realizarse en los sindicatos, en Boletínde la Federación..., 8-12-1917. En cuanto a las celebraciones del día de San Isidro, solía enviarse de cada pue-blo una crónica de lo acontecido a los principales periódicos regionales; ver por ejemplo “Fiesta de San Isidroen Arnedo” en La Rioja, nº 9.053, 18-5-1917, o “Fiesta del Sindicato de Baños de Río Tobía” en La Rioja, nº11.692, 20-5-1925.

59. Las Memorias de la Federación no recogen datos sobre los sindicatos que contaban con “bibliotecassociales”; sólo la correspondiente a 1918 dice al respecto que ocho sindicatos han comenzado a formar susbibliotecas (Memoria de la Federación..., 1918, p. 14). Sobre las escuelas nocturnas es muy ilustrativa la cartaque el sindicato de Quel envía al Presidente de la Federación participándole la fundación de una de ellas en elmencionado pueblo (Boletín de la Federación..., 15-12-1922).

60. La relación entre las Juventudes Católico-Rurales, las Católico-Obreras y las Católico-Estudiantiles enBoletín de la Federación..., 10-4-1925; las normas para la fundación de Juventudes Católico-Rurales, en Temasaprobados y acuerdos tomados en la Asamblea reglamentaria de la Federación de S.A.C. de la Rioja, cele-brada los días 22 y 23 de diciembre de 1924 (hoja divulgativa) y para la escasa repercusión de tal proyecto,Boletín de la Federación..., 4-12-1927.

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3. DECLIVE Y CRISIS FINAL DE LA FEDERACIÓN CATÓLICO-AGRARIARIOJANA

Ya vimos más arriba que tras 1922 la Federación iniciaba un leve declive en cuan-to a número de socios y de sindicatos. Hay pocas referencias estadísticas para fechasposteriores; sin embargo, son lo suficientemente elocuentes. Juan José Castillo da unacifra de 12.500 socios para el período 1925-1928 (casi dos mil socios menos que los queaparecen en la Memoria de la Federación del período 1924-1925), mientras que en esta-dísticas de 1929 ni siquiera figura ya la federación riojana. Por su parte, Juan CarlosBilbao habla, para 1927, de 40 sindicatos agrupados en la Federación (en 1925 laMemoria recogía una cifra de 145)61.

¿Qué sucedió para que una organización que en octubre de 1925 invitaba al mis-mísimo Rey de España a la inauguración de su sede social, desapareciera prácticamentemenos de tres años después? Tres son los factores que podrían incidir en este precipita-do declive del sindicalismo católico agrario en nuestra región: la retirada de los sacer-dotes de la administración sindical, la llegada del régimen primorriverista y la desidia delos sindicatos y los propios socios labradores. Se trata de factores con una estrecha inte-rrelación entre sí y que, en conjunto, explicarían el desastre final de la Federación.

Como ya he referido suficientemente más arriba, la firme determinación del Preladode la diócesis de apartar a los Consiliarios de toda actividad administrativa en los sindi-catos debió significar el ocaso de muchos de ellos.

Por otro lado, aunque resulte casi paradójico, la instauración de la dictadura dePrimo de Rivera, con la que, como se vio, tan de acuerdo y tan integrados se sentían losdirigentes de la Federación, desempeñó un papel negativo respecto al desarrollo de lasindicación católico agraria. El advenimiento del régimen dictatorial trajo consigo con-secuencias importantísimas que apuntaban directamente a los principales fundamentosdel catolicismo social agrario. De un lado, la lucha radical frente al movimiento obreroorganizado perdía ahora en gran parte su razón de ser. Desde el poder se lograba mante-ner a raya el movimiento proletario mediante la ilegalidad para los anarquistas y la pro-gresiva integración “controlada” de los socialistas. Además, la dictadura había aupado alpoder a figuras insignes del catolicismo social –esto está muy claro en el caso riojano–,por lo que las reclamaciones sobre marginación política de épocas anteriores perdíantambién su fundamento. A este respecto resultan muy interesantes las palabras deMaximiliano Arboleya, quejándose de que las altas esferas políticas y eclesiásticas ha-cían oídos sordos a su propósito de intensificar la acción social, y le respondían que nohabía nada que hacer, “pues el Gobierno dictatorial trataba con toda consideración a laIglesia y colocaba conocidos y excelentes católicos en los Gobiernos Civiles, mientrasamordazaba y acorralaba la revolución”62.

Ya vimos cómo la colocación de “conocidos y excelentes católicos en losGobiernos Civiles” se personificaba en nuestra provincia en Antonio Tomás Hernández

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61. CASTILLO, J. J.: Propietarios muy pobres..., pp. 295-298 y BILBAO DÍEZ, J. C.: El sindicalismocatólico agrario en La Rioja..., p. 18.

62. Las palabras de Arboleya se recogen en TUSELL, J.: “Los antecedentes...”, p. 134.

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o en el propio Díez del Corral. No poco debió afectar a la Federación la marcha de estosdirigentes, especialmente la de este último, ya que, como he recogido más arriba, élmismo reconocía que la obra católica agraria en esta región era prácticamente obra per-sonal suya63. Esto se hizo sentir, sin ir más lejos, a efectos propagandísticos. Así porejemplo, las ya mencionadas asambleas comarcales dejaron de celebrarse en septiembrede 1924 –un mes antes de que Díez del Corral partiera hacia Jaén–, y no volvieron hastadiciembre de 1926, pero entonces sólo se realizaron cuatro, cuando en los años anterio-res tuvieron lugar más de una docena de ellas.

Ahora bien, la crisis final se produjo a consecuencia de una bancarrota económica,y aquí hay que referirse al tercer factor explicativo de la caída de la Federación. Desdelos primeros ejemplares del Boletín de la Federación, se hace referencia en numerosasocasiones a incumplimientos de obligaciones económicas de los sindicatos y de sussocios. En un principio, las medidas tomadas al respecto se limitaban a no facilitar másgéneros a los deudores mientras no se pusiesen al día en los pagos o, como último recur-so, a la expulsión. Sin embargo, parece que en los años veinte las cuestiones económi-cas revisten ya una importancia muy considerable, puesto que en ocasiones se llega a lostribunales. Por ejemplo, el 9 de septiembre de 1922, el Boletín da noticia de que ha reca-ído sobre el Secretario del sindicato de Herce sentencia condenatoria por impagos a laFederación. El 20 de julio del año siguiente, se llevó a juicio a los que se negaron a pagaruna derrama entre los socios de un sindicato que debió recurrir a tal método para satis-facer sus débitos con la Federación. En una carta fechada el 19 de marzo de 1926, elsacerdote Cándido Marín refiere al Obispo de Calahorra el pleito por cuestiones econó-micas que el sindicato de Briones mantiene con la Federación. No era casualidad que elBoletín publicara en diciembre de 1927 lo siguiente: “Una reciente sentencia delTribunal Supremo ha venido a sancionar el principio de que nadie puede separarse de unsindicato agrícola sin hacerse cargo de las obligaciones que haya contraído dicho sindi-cato y que estén pendientes al producirse la separación”64.

Creo que no es aventurado afirmar que la retirada de los Consiliarios de la gestiónde los sindicatos, junto con la marcha de Díez del Corral, factótum del catolicismo agra-rio riojano, a lugares tan alejados como Jaén o Salamanca –aunque continuó en el cargode presidente de la Federación–, repercutió fuertemente en la marcha de los sindicatos.Esta repercusión se dejó ver, sobre todo, en una mayor dejación del cumplimiento de lasobligaciones económicas sindicales respecto de la Federación. La acentuación de todoeste proceso arrastraría a esta hacia su hundimiento final.

Para seguir las dificultades de los últimos años de la federación riojana, el Boletín–al igual que el resto de la prensa regional– resulta de escasa utilidad, ya que, salvo los

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63. A tal punto debía llegar la identificación de Díez del Corral con la Federación, que debió advertirseque, al marchar este a Jaén como Gobernador, se dejara de dirigir la correspondencia destinada a la Federacióna nombre de Luis Díez del Corral, y de igual suerte las transferencias del Banco de España, cheques, letras ydemás documentos de crédito (Boletín de la Federación..., 17-10-1924).

64. El entrecomillado en Boletín de la Federación..., 17-12-1927; noticias sobre impagos a la Federacióneran muy frecuentes en el Boletín, a título de ejemplo, ver Boletín de la Federación..., 4-11-1916; lo referen-te al sindicato de Herce en Boletín de la Federación..., 9-9-1922; el asunto de los socios que se niegan a pagarla derrama en Boletín de la Federación..., 20-7-1923 y la carta de Cándido Marín en ADEC, 6/304.

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repetidos llamamientos a socios y sindicatos a que solventen las cuentas pendientes conla Federación, poco más en él se dice. Por ello, posee un indudable interés la correspon-dencia que Díez del Corral mantuvo con Fidel García, Obispo administrador de la dió-cesis, conservada en el Archivo Episcopal de Calahorra65.

El 20 de enero de 1927, Díez del Corral refiere al Prelado: “Vamos haciendo fren-te a la situación, que únicamente en Logroño y sus alrededores sigue siendo crítica, por-que sigue en esa zona la retiración de imposiciones. En las demás no”. Once días mástarde, el mismo remitente decía en otra carta: “creo que no sólo se puede salvar la situa-ción, sino que acaso se logre sin necesidad de la operación de hipoteca que, por de pron-to, vamos a aplazar, viendo cómo se desarrollan los acontecimientos”. Al parecer, lasdificultades económicas alcanzaban ya cierta gravedad (retirada importante de imposi-ciones, solicitud de hipoteca), mientras que la fiabilidad contable de la Federación sehallaba seriamente menoscabada; pero para el presidente aún resultaba factible encon-trar una solución.

El 4 de mayo de 1928, la situación es ya mucho peor y la angustia se palpa en laspalabras de Díez del Corral: “Mi querido y respetado Prelado: Tengo el sentimiento departiciparle que la situación económica de la Federación se agrava, acentuadamente, porcontinuar sin interrupción las retiraciones de sus Cajas. [...] Va a llegar muy prontomomento en que no se pueda hacer frente a la situación; lo que tengo el triste deber denotificárselo. La única salvación por nuestra parte, es la petición y concesión de présta-mos del Crédito Agrícola a los sindicatos, para abonarnos la mitad siquiera de lo que nosdeben, que rebasa de 600.000 pesetas”.

El 17 de junio, Díez del Corral enviaba una carta al director del diario salmantinoEl Adelanto en la que se leía: “Requerido por críticas y por ende inexcusables circuns-tancias por que atraviesa la Federación de Sindicatos Agrícolas Católicos de la Rioja,que presido, y que la dignidad me obliga a afrontar con tranquilidad y espacio para lamayor solicitud en el cumplimiento de este deber, me he visto en el caso de dejar el cargode Gobernador Civil que he ostentado en esta provincia durante tres años y cuatromeses.”66 En este momento, la crisis de la federación riojana resulta ya irreversible. Losacontecimientos debieron sucederse a gran velocidad, ya que el 12 de octubre de esemismo 1928, la Comisión Liquidadora de la Federación de Sindicatos AgrícolasCatólicos convocaba a los acreedores de la misma a la celebración de una subasta de cré-ditos.

Meses más tarde, el 24 de abril de 1929, en otra carta a Fidel García, Díez del Corralrefería cómo estaba intentándose vender la Casa Social y la Harinera (finalmente, la CasaSocial salió a subasta en marzo de 1930). Además, también mencionaba que los sindica-tos iban pagando, pero que aún debían 300.000 pesetas y que se les iba a llevar a juicio.

Para concluir este capítulo sobre la crisis de la federación riojana sirva este largofragmento de una carta que Eustaquio de Echave Sustaeta, Presidente de la ya mencio-

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65. Las cartas que se mencionan a continuación se encuentran en ADEC, en el legajo 6/304.

66. La Rioja, nº 12.661, 21-6-1928.

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nada Comisión Liquidadora de la Federación, dirige a José María Gil Robles, por aquelentonces distinguido propagandista de la CNCA, cuya Secretaría General ocuparía enfebrero de 1930. A pesar de su extensión, he creído conveniente reproducirlo, pues nosólo arroja luz sobre el desastroso derrumbe de la Federación, sino que asimismo resul-tan de interés sus juicios sobre la acción social agraria, las cajas rurales, los Consiliarios,etc. Por otro lado, no puede olvidarse quien es el destinatario de la carta.

“Según reciente balance, el pasivo excede del activo en 620.000 pesetas; pero con-tando con poder vender la Casa social y la Fábrica de Harinas [...] y contando que lossindicatos paguen lo que deben, o sea 300.000 y pico de pesetas, importe de présta-mos, de géneros agrarios, etc, etc.

Pues bien, hay 60 sindicatos que deben esa cantidad y ni por Dios quieren pagarla.Tenemos cuatro pleitos con cuatro de ellos, que los ganaremos, pero después no habrámodo de ejecutar con éxito la sentencia, porque en los pueblos deudores están deacuerdo para no comprar las fincas de los socios que venda el Juzgado.[...]

Estoy seguro de que esto de la acción social agraria es una gran farsa en la cual secobijan los infinitos pillos y tramposos de los pueblos y las Federaciones unas enti-dades que se están llevando el ahorro de los imponentes para que se lo coman losprestatarios.[...]

¿Y la acción del clero en los sindicatos? Funestísima, pues los sacerdotes, llevadospor su espíritu de caridad han aconsejado siempre prestar al desvalido, al insolvente,no tener jamás un no para nadie, y así resulta que hay sindicatos con una deuda enor-me. Es que creen que el sindicato es una casa de beneficencia, un asilo de insolven-tes. Sindicato influido intensamente por sacerdotes, cosa perdida.

El Obispo de Calahorra, cuando vio que la Federación se tambaleaba, mandó a lossacerdotes que se retirasen de Consiliarios”.67

4. CONCLUSIÓN

Para terminar, sólo me gustaría añadir algunas consideraciones sobre el legado delcatolicismo social agrario.

En un plano económico, los sindicatos agrarios sirvieron de instrumento de moder-nización de una agricultura en tránsito hacia una economía de mercado. En el caso rio-jano, el hecho de que el período de mayor esplendor de la Federación coincidiera con lasalida de la profunda crisis agrícola que sufría nuestra región resulta muy sintomático.Las nada despreciables cifras económicas que arroja la Federación parecen señalar quealgún papel debió jugar en la progresiva recapitalización del agro riojano en los añosveinte.

Desde una vertiente estrictamente sindical, si el catolicismo social fue incapaz decrear una tradición asociativa duradera en la agricultura de nuestra región, donde tuvomomentos de verdadero esplendor, su modelo integrador de patronos y trabajadores ten-

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67. Carta fechada el 28 de diciembre de 1929 y que se halla también en ADEC, 6/304.

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drá una honda repercusión en el sindicalismo vertical del régimen franquista. A este res-pecto, Juan José Castillo destaca la íntima relación entre los católicos sociales de pre-guerra y los que redactaron y promulgaron el Fuero del Trabajo en 193768.

Desde una perspectiva política, varios autores de los citados a lo largo de este estu-dio (Juan José Castillo y José Ramón Montero son los ejemplos más claros) han insisti-do en la labor de “organización de masas” realizada por los sindicatos católicos; tareaque estuvo encaminada a crear una base social para la CEDA, en un primer término, ypara el régimen franquista, posteriormente. Con relación a esto, sólo quisiera subrayarpor mi parte la eficacia del discurso católico social que mitificaba las oposicionescampo-ciudad y agricultura-industria. Hábilmente, se supo deslizar esas oposicioneshacia otra distinta que enfrentaba al conjunto de los agricultores (sin distinguir entregrandes o pequeños propietarios, arrendatarios o jornaleros) contra el proletariado (clasesocial que generaban las industrias urbanas) y su ideología. Este proceso contribuyó acrear un acentuado sentimiento anti-socialista en amplias capas del pequeño y mediocampesinado, que hizo a este desconfiar de cualquier iniciativa de reforma agraria ins-pirada por las izquierdas, cuando estas en la II República tuvieron la posibilidad de lle-varlas a cabo69.

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68. CASTILLO, J. J.: Propietarios muy pobres..., pp. 394-395.

69. Sobre las dificultades que en una sociedad “iliberal” como la española en el período de entreguerras,tienen los movimientos socialistas para granjearse el apoyo del campesinado familiar, véase CASANOVARUIZ, J.: “Liberalismo, fascismo y clase obrera: algunas contribuciones recientes a la historia comparada deentreguerras”, Studia Historica- Historia Contemporánea, vol. X-XI (1992-93), pp. 101-124 (lo referente altema que nos ocupa en pp. 112-113).

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