relativismo

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FORO 3D EL RELATIVISMO Hemos elegido este tema porque sabemos que es uno de los preferidos de Benedicto XVI. Además, a comienzos de curso estudiamos en Filosofía y Ciudadanía la cuestión de la “verdad”, y pensamos que los dos asuntos tenían mucho que ver. Entendemos que para los relativistas, la verdad depende de la persona, la sociedad, la cultura, la lengua, el momento histórico; es decir, que no existe una verdad válida para todos los hombres de todos los tiempos. Una de las definiciones de relativismo que dio Benedicto XVI cuando todavía no era Papa es la siguiente: “es la actitud de renunciar a la indagación de las cuestiones fundamentales de la vida, con la consiguiente restricción del horizonte vital”. (Homilía de la Santa Misa del día anterior a su elección como decano del colegio de Cardenales). Nosotras nos preguntamos: en este mundo tan globalizado en que vivimos, ¿es todo tan opinable?, ¿está todo teñido de tanta subjetividad?, ¿podemos estar seguros de algo?, ¿podemos coincidir en algo, en lo fundamental al menos, en lo que puede hacernos ciertamente felices?, ¿existen unos valores objetivos, capaces de unir, que representen las aspiraciones más profundas del ser humano?, ¿existe un lenguaje ético común?, ¿podemos proponer un ideal de vida buena, sin atentar contra la libertad de pensamiento y de expresión, sin atentar contra los extremos fanáticos y fundamentalistas? Pensamos que sí, que las certezas no sólo están en el lado de la ciencia experimental (en el lado de lo que se ve, se toca, se mide, se experimenta, se comprueba, se confirma, se predice…), sino también en el lado de la vida, de la existencia personal y social, en el lado de la razón filosófica, sapiencial, religiosa… y que son precisamente esas certezas, esas convicciones, las que nos sostienen. Nuestro trabajo ha consistido en intentar descubrir si existe alguna “propuesta” humana (alguna teoría, por llamarlo de algún modo) que haya resistido el paso de tiempo, que haya superado el control de calidad de la “Inspección de la Historia”. Y, entre otras, hemos encontrado una: LEY NATURAL. Al hacer un recorrido histórico por las distintas tradiciones sapienciales, religiosas y filosóficas, hemos visto que avalan el pensamiento de la ley natural. Algunos preceptos pueden encontrar un paralelismo con el Decálogo de Moisés, y pueden preparar para el Mandamiento Nuevo del Amor del Evangelio de Jesucristo. En general, apoyan el principio básico de la “regla de oro” (no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti). Lo apreciamos en: el dharma de los hindúes; el nirvana budista; el juicio de los muertos del antiguo Egipto; la armonía con la naturaleza que está en el corazón del taoísmo y del confucionismo; el amor a la vida africana, la obediencia musulmana, etc. La Sagrada Escritura se hace eco de ese patrimonio ético universal principalmente en los libros sapienciales del Antiguo Testamento (Job, Salmos, Proverbios, Sabiduría, Eclesiástico,

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Page 1: Relativismo

FORO 3D

EL RELATIVISMO

Hemos elegido este tema porque sabemos que es uno de los preferidos de Benedicto XVI.

Además, a comienzos de curso estudiamos en Filosofía y Ciudadanía la cuestión de la “verdad”,

y pensamos que los dos asuntos tenían mucho que ver.

Entendemos que para los relativistas, la verdad depende de la persona, la sociedad, la cultura,

la lengua, el momento histórico; es decir, que no existe una verdad válida para todos los

hombres de todos los tiempos.

Una de las definiciones de relativismo que dio Benedicto XVI cuando todavía no era Papa es la

siguiente: “es la actitud de renunciar a la indagación de las cuestiones fundamentales de la

vida, con la consiguiente restricción del horizonte vital”. (Homilía de la Santa Misa del día

anterior a su elección como decano del colegio de Cardenales).

Nosotras nos preguntamos: en este mundo tan globalizado en que vivimos, ¿es todo tan

opinable?, ¿está todo teñido de tanta subjetividad?, ¿podemos estar seguros de algo?,

¿podemos coincidir en algo, en lo fundamental al menos, en lo que puede hacernos

ciertamente felices?, ¿existen unos valores objetivos, capaces de unir, que representen las

aspiraciones más profundas del ser humano?, ¿existe un lenguaje ético común?, ¿podemos

proponer un ideal de vida buena, sin atentar contra la libertad de pensamiento y de expresión,

sin atentar contra los extremos fanáticos y fundamentalistas?

Pensamos que sí, que las certezas no sólo están en el lado de la ciencia experimental (en el

lado de lo que se ve, se toca, se mide, se experimenta, se comprueba, se confirma, se

predice…), sino también en el lado de la vida, de la existencia personal y social, en el lado de la

razón filosófica, sapiencial, religiosa… y que son precisamente esas certezas, esas convicciones,

las que nos sostienen.

Nuestro trabajo ha consistido en intentar descubrir si existe alguna “propuesta” humana

(alguna teoría, por llamarlo de algún modo) que haya resistido el paso de tiempo, que haya

superado el control de calidad de la “Inspección de la Historia”. Y, entre otras, hemos

encontrado una: LEY NATURAL.

Al hacer un recorrido histórico por las distintas tradiciones sapienciales, religiosas y

filosóficas, hemos visto que avalan el pensamiento de la ley natural. Algunos preceptos

pueden encontrar un paralelismo con el Decálogo de Moisés, y pueden preparar para el

Mandamiento Nuevo del Amor del Evangelio de Jesucristo. En general, apoyan el principio

básico de la “regla de oro” (no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti). Lo

apreciamos en: el dharma de los hindúes; el nirvana budista; el juicio de los muertos del

antiguo Egipto; la armonía con la naturaleza que está en el corazón del taoísmo y del

confucionismo; el amor a la vida africana, la obediencia musulmana, etc.

La Sagrada Escritura se hace eco de ese patrimonio ético universal principalmente en los libros

sapienciales del Antiguo Testamento (Job, Salmos, Proverbios, Sabiduría, Eclesiástico,

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Eclesiastés, Cantar de los Cantares), y por supuesto en el Nuevo Testamento, donde se

muestra que la ley natural es, más que una ley moral, una Persona, la Persona de Jesucristo.

Por lo que se refiere a la cultura helenista no religiosa, hay que destacar el clásico texto de la

tragedia Antígona, escrita por Sófocles, en el que la protagonista, para cumplir con el deber de

piedad de enterrar a su hermano muerto, apela a las “leyes no escritas e inmutables”,

enfrentándose a la prohibición de sepultura dada por el rey Creonte. En la cultura filosófica la

aportación de Platón y Aristóteles sobre el derecho natural es muy importante.

Los Padres de la Iglesia, como San Agustín, hablan con frecuencia de la ley natural en sentido

platónico y aristotélico. En la Edad Media esta enseñanza alcanza una gran madurez en la obra

de Santo Tomás de Aquino, que presenta la ley natural como la “participación de la criatura

racional en la ley divina eterna”; no como un conjunto cerrado y completo de normas morales

sino “una fuente de inspiración constante” de la acción humana, y también como el

fundamento ético del orden político (es decir, como derecho natural: orden racional distinto,

aunque no separado, del orden propio de la revelación religiosa).

Los filósofos, de un modo u otro, siempre se han preguntado por la ley natural, aunque no

siempre la han entendido de manera adecuada. Pero la pregunta y la respuesta han sido y son

permanentes, como permanente es la cuestión de la dignidad humana.

Después de las dos Guerras Mundiales del s.XX en las que, desgraciadamente el hombre

mostró la capacidad que tiene de destruirse así mismo destruyendo a los demás, la

Organización de las Naciones Unidas promulgó la Declaración Universal de los Derechos

Humanos, que desde la perspectiva de nuestro trabajo podría entenderse como una versión

jurídica de la ley natural. El primero y más fundamental de los Derechos Humanos es el

derecho a la vida.

En definitiva, podemos descubrir unos valores universales comunes a todas las culturas; los

encontramos en Grecia, en Roma, en el cristianismo, en la Declaración de los Derechos

Humanos, en los Diez Mandamientos de Moisés, en las obligaciones de los egipcios, en las

leyes de los antiguos códigos legislativos, en algunas constituciones modernas, en los códigos

deontológicos, en las exigencias morales propuestas por personajes como Confucio, Gandhi,

en los sabios consejos maternos, etc, etc.

Por exigencias del formato establecidas en las bases del foro, no hemos podido incluir en

nuestro trabajo otras imágenes y textos que hubieran aclarado y completado más el tema,

como es por ejemplo, la apasionante cuestión del fundamento de la democracia en un sano

pluralismo aliado con el derecho natural, cosa muy distinta del relativismo.