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Carlos Reynoso – Relativismo lingüístico [Borrador] 1 Lenguaje y pensamiento: Tácticas y estrategias del relativismo lingüístico Carlos Reynoso Universidad de Buenos Aires http://carlosreynoso.com.ar Versión 9.19 – Setiembre de 2012 1 – Introducción ........................................................................................................ 2 2 – La relatividad lingüística antes de Whorf ........................................................... 15 3 – Hitos fundacionales de la Hipótesis de la Relatividad Lingüística ...................... 47 Franz Boas – Lingüística y antropología .............................................................. 49 Edward Sapir – Lengua y lenguaje ...................................................................... 54 Benjamin Lee Whorf – Lenguaje y pensamiento.................................................. 61 4 – Formas fuertes y débiles: Retóricas de la victimización ..................................... 80 5 – Desarrollos antropológicos: Los whorfianos epigonales ..................................... 93 6 – Campos, estilos y técnicas de la refutación ...................................................... 103 7 – Percepción y nomenclatura del color – Especulaciones evolucionistas ............. 128 8 – Antropología del color – El pasaje de la arbitrariedad a la evolución ............... 138 9 – El fraude de la nieve esquimal ......................................................................... 159 10 – Relatividad lingüística y diversidad: Las nuevas generaciones ....................... 177 Alfred Bloom y los contrafácticos en China....................................................... 181 La generación de los 90 ..................................................................................... 190 Lera Boroditsky: El espacio y el género............................................................. 197 11 – De la diferencia a la desigualdad: El caso Pirahã ........................................... 206 12 – Stephen C. Levinson: De la pragmática a la diversidad .................................. 250 13 – Conclusiones ................................................................................................. 284 14 – Referencias bibliográficas.............................................................................. 300 Apéndice I – Nombres para la nieve en el suelo..................................................... 348 Apéndice II – Tipos de Nieve entre los Inuktitut.................................................... 350 Apéndice III – Los nombres para la nieve de Phil James ....................................... 351

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Carlos Reynoso Relativismo lingstico [Borrador]

Lenguaje y pensamiento: Tcticas y estrategias del relativismo lingsticoCarlos Reynoso Universidad de Buenos Aires http://carlosreynoso.com.ar Versin 9.19 Setiembre de 2012

1 Introduccin ........................................................................................................ 2 2 La relatividad lingstica antes de Whorf........................................................... 15 3 Hitos fundacionales de la Hiptesis de la Relatividad Lingstica ...................... 47 Franz Boas Lingstica y antropologa.............................................................. 49 Edward Sapir Lengua y lenguaje ...................................................................... 54 Benjamin Lee Whorf Lenguaje y pensamiento.................................................. 61 4 Formas fuertes y dbiles: Retricas de la victimizacin ..................................... 80 5 Desarrollos antropolgicos: Los whorfianos epigonales..................................... 93 6 Campos, estilos y tcnicas de la refutacin ...................................................... 103 7 Percepcin y nomenclatura del color Especulaciones evolucionistas ............. 128 8 Antropologa del color El pasaje de la arbitrariedad a la evolucin ............... 138 9 El fraude de la nieve esquimal ......................................................................... 159 10 Relatividad lingstica y diversidad: Las nuevas generaciones ....................... 177 Alfred Bloom y los contrafcticos en China....................................................... 181 La generacin de los 90..................................................................................... 190 Lera Boroditsky: El espacio y el gnero............................................................. 197 11 De la diferencia a la desigualdad: El caso Pirah ........................................... 206 12 Stephen C. Levinson: De la pragmtica a la diversidad .................................. 250 13 Conclusiones ................................................................................................. 284 14 Referencias bibliogrficas.............................................................................. 300 Apndice I Nombres para la nieve en el suelo..................................................... 348 Apndice II Tipos de Nieve entre los Inuktitut.................................................... 350 Apndice III Los nombres para la nieve de Phil James ....................................... 351

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1 Introduccin

El hombre no existe con anterioridad al lenguaje, ni como especie ni como individuo. Roland Barthes (1972: 135) Admirable proprit de la parole, de montrer ainsi lhomme tout entier! Antoine de Rivarol (1784: 18)

Dado que no hay nada ms convocante y digno de simpata que una heterodoxia, no son pocos los que piensan que el relativismo lingstico es la manifestacin culminante del respeto por la alteridad en antropologa y que representa una actitud polticamente correcta en la vida prctica, una postura transgresora que privilegia los valores de la diversidad y un conocimiento iluminador que alcanzara para justificar, por s solo, haber escogido una ciencia social como vocacin. Una elevada proporcin de los estudiantes de lingstica y ciencias antropolgicas (as como numerosos profesionales de orientacin humanstica en variados credos tericos) manifiestan una animada fascinacin por esta clase de hiptesis, que habla de diferencias irreductibles entre las culturas, de significados incomunicables a travs de las lenguas y de visiones del mundo contradictorias o imposibles de armonizar. Para decirlo en pocas palabras, el relativismo lingstico establece que las diferentes lenguas ocasionan (o dictan, inducen, determinan o sugieren) diferentes percepciones de la realidad o concepciones del mundo. En la medida en que hablan lenguas desiguales, se dice, las sociedades conformadas por los hablantes de las diversas lenguas piensan, perciben y actan distinto. La postura rompe, a veces explcitamente (p. ej. Everett 2005; Evans y Levinson 2009a; 2009b), con el argumento antropolgico fundacional, que no puede ser otro que el de la unidad e identidad absoluta de la mente humana y de sus capacidades fundamentales. El propsito inicial de este libro es poner de manifiesto que la llamada Hiptesis de Sapir-Whorf (HSW), la formulacin ms clsica y poderosa de la relatividad lingstica (HRL), hace mucho ha sido merecidamente puesta en tela de juicio, incluso en sus manifestaciones ms dbiles, y sobre todo en esas formas ms sutiles y por ello ms insidiosas, as como en una mayora significativa de los ejemplos que proporciona, de las dudas que instila o de las conclusiones que infiere no slo sobre el lenguaje sino sobre la cultura o la naturaleza humana. Todava subsisten algunos malentendidos que sugieren lo contrario, pero las ltimas dos manifestaciones de lo que muchos se obstinaron en interpretar como sendos retornos triunfales de la HSW son declaradamente anti-whor2

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fiana la primera (Everett 2005: 623, 634, 638) y por completo carente de la ms leve referencia a Whorf la segunda (Evans y Levinson 2009a; vase Leavitt 2006 versus Darnell 2006). Sobre los signos vitales de Dios despus de Nietzsche podra discutirse un rato largo; pero en lo que a Whorf respecta y aunque pocos se atrevan a decirlo en voz alta hace tiempo se admite que est muerto o se ha tornado aceptable actuar como si lo estuviese. Aunque al expresarlo deba probar lo que afirmo y quede en minora, dir que no es lstima que as sea, en absoluto. Las refutaciones del relativismo, lejos de constituir una prdida, establecen una base de conocimiento de carcter universalista que de ningn modo niega la diversidad y que es, a mi juicio, cientficamente ms productiva e ideolgicamente ms sana de lo que habra resultado la hiptesis en caso de haber sido probada alguna vez. Dichas refutaciones tampoco demuestran que el lenguaje no tiene ninguna incidencia en el pensamiento, en la percepcin, en la cultura o en la prctica, sino que establecen que debemos redefinir primero buena parte de nuestro aparato conceptual, describir ms claramente los hechos que adoptamos como punto de partida y resignarnos luego a que la cosa sea bastante ms compleja y diversa de lo que un simple modelo causal o correlacional entre entidades antropomorfizadas y malamente definidas puede llegar a reflejar (cf. Astington y Baird 2005). Aunque por cierto hay mucho en l que debe corregirse, un universalismo bien entendido y templado en la polmica puede que contribuya a moderar el conformismo ingenuo de quienes imaginan que las diferencias que median entre las lenguas opondrn una resistencia invencible contra las fuerzas homogeneizadoras de la globalizacin, tal que las lenguas in-comparables que sobrevivan al cabo de la hecatombe neoliberal o posmoderna que est devastando el planeta constituirn en s mismas, sin que nadie mueva un dedo, una utopa realizada de diversidad suficiente, un motivo para que quede tranquila la conciencia y una garanta de que no todo el mundo estar constreido a pensar igual. Para decirlo con la amargura que el tema reclama, hoy parece evidente que la diferencia que pueda mediar entre las lenguas o el mero hecho de contar con el patrimonio invaluable de un nmero elevado de lenguas distintas, no posee la fuerza suficiente para preservar la integridad de las culturas, las identidades e incluso las propias lenguas contra las amenazas que ms que nunca se ciernen sobre ellas. Por ms que una comprensin adecuada de la diversidad lingstica resulte conveniente o iluminadora, en todo caso es a la accin poltica y no tanto a la HSW o al universalismo, a la prctica antes que a las teoras, a lo que habr que recurrir para su resguardo. El tema, en fin, es demasiado delicado como para tratarlo a fuerza de consignas. En materia de lingstica aplicada la prdica a favor de la preservacin de las lenguas en peligro debera examinarse caso por caso, puesto que en ocasiones ha demostrado ser ms para usufructo inmediato de investigadores, corporaciones evanglicas y ONGs que para beneficio de sus hablantes en el largo plazo (cf. Crystal 2000: 54; Corbett 2001; Errington 2003; Epps 2005; Wolgemuth y Dirksmeyer 2005; Harrison 2007; Moseley 2007). Otras veces la prdica a favor de la diversidad no ha sido ms que la cara pblica de los nacionalismos ms ultramontanos (cf. Zabaltza 2006). No siempre son tampoco 3

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los nativos, pueblos originarios o como se los llame ahora los que promueven la diversidad y dedican parte de sus vidas a bregar por ella. No ha faltado ocasin en que la posesin de una lengua nativa en plenitud se constituya (como en el publicitado caso de los Mashpee Wampanoag) en un requisito impuesto por el estado para el reconocimiento de la identidad tribal, dando por sentado que si se pierde la lengua se pierde la identidad y que una concepcin del mundo requiere una lengua especfica para manifestarse, e ignorando que stas son precisamente las hiptesis que cabe discutir (Clifford 1995; Errington 2003). Todo ponderado, sostengo aqu que aunque las estructuras peculiares de una lengua tengan poco que ver con formas distintivas de pensamiento, aunque resulte difcil probar que aqullas son suficientemente raras y aunque el estudio separado de cada uno de los siete mil idiomas existentes agregue muy poco al conocimiento cientfico del lenguaje en general, vale la pena respaldar la iniciativa de que una lengua conserve su lugar bajo el sol si es voluntad de sus hablantes que as sea. Debera quedar claro, no obstante, que ni los relativistas ostentan el monopolio de la defensa de las lenguas en riesgo, ni stas tendrn ms oportunidad de sobrevivencia si se confiere al relativismo una mayor tajada, ni el peligro de extincin que amenaza a tantas lenguas es proporcional o concomitante a la gravedad de las crisis peridicas que afectan a la HRL. La perspectiva relativista, despus de todo, se origina, desarrolla e impone como tpico de reflexin dcadas antes de que se comenzara a hablar de lenguas en peligro, un tema que se encuentra en avance expansivo y que es uno de los que merecen los subsidios de investigacin ms generosos, mientras que el whorfianismo tal como se lo conceba histricamente ha detenido su crecimiento hace mucho, est en franca retraccin o ha sido sustituido por otras ideas que apenas se le parecen. Volver sobre este asunto espinoso algo ms adelante. Antes de desviarme hacia la problemtica de las lenguas que se extinguen estaba diciendo que el movimiento relativista no est pasando precisamente por su momento ms creativo. En lo personal, insisto, creo que ha muerto hace ya mucho, un par de dcadas atrs o tal vez antes. Ahora bien, debido a que ninguna idea es tan extremadamente mala, fea o intil como para que nunca resucite, la HSW, aun desacreditada y vapuleada de mil formas distintas, encontrar seguramente el modo de retornar, tal como ya lo hizo en otras ocasiones. Eso es relativamente positivo, conjeturo, porque siempre conviene que los conocimientos afronten resistencia y que sus manifestaciones contrapuestas se alternen en el ejercicio de la hegemona y en la formulacin de los desafos. Aunque el estado del conocimiento todava diste de ser satisfactorio y aunque unas cuantas premisas resulten hoy menos convincentes de lo que parecan hace un tiempo, hasta el momento las discusiones en torno de la HSW y sus derivaciones epigonales han servido a la causa universalista y a quienes adoptan una posicin neutral para reflexionar cada vez con filo ms agudo ( y siempre sobre la base de un saber contestado) en torno a los atributos constantes de las lenguas, a lo que distingue a cada una de las dems y a la forma en que la diversidad de las lenguas se manifiesta en un conjunto de posibilidades mucho ms amplio de lo que se crea pero tan sistemticamente articulado

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como las lenguas mismas (cf. Haspelmath et al 2001; Croft 2002; Mairal y Gil 2006; Talmy 2008; Siemund 2011). Si estos saberes no fueran inherentemente polmicos y si no se los hubiera discutido con tanta dureza, es seguro que hoy se conocera a este respecto mucho menos que lo que se conoce. Huelga decir que en este libro no se dilapidarn esfuerzos en demostrar que las lenguas no difieren en absoluto o que lo hacen en escasa medida; por supuesto que s difieren, lo mismo que difieren los estilos musicales, las cosmovisiones o los saberes empricos a travs de las culturas. El problema con las diferencias entre las lenguas es que en el imaginario colectivo ( y con frecuencia creciente, en el uso acadmico) su estimacin suele venir adherida a juicios de valor. Conviene ser entonces cautelosos. Unas cuantas veces se creer encontrar que una u otra lengua se presenta ms apta que otras para determinados fines, pero las razones para ello pueden ser ms contingentes que estructurales. Un texto reciente discretamente encolumnado en un relativismo profundo, por ejemplo, comienza de este modo:Hay cuatro lenguas dignas de que el mundo las use, dice el Talmud: Griego para la cancin, latn para la guerra, sirio para la lamentacin y hebreo para el uso ordinario. Otras autoridades han sido no menos decididas en sus juicios sobre aquello para lo cual las diferentes lenguas resultan buenas. El Sacro Emperador Romano Carlos V, rey de Espaa, archiduque de Austria y hablante de varias lenguas europeas, profesaba hablar en Espaol a Dios, en Italiano a las mujeres, en Francs a los hombres, y en Alemn a mi caballo (Deutscher 2010: 1).

Tambin el polglota George Steiner afirmaba pensar en francs para la vida cotidiana, en ingls para el trabajo tcnico y en alemn para la filosofa. Uno de los fundadores del relativismo, Johann David Michaelis, pensaba que el griego era la lengua adecuada para la comunicacin cientfica y que el alemn era inepto para el intercambio erudito. JeanJacques Rousseau (1788: 222) sostena con llamativa autocrtica que para que cualquier expresin sonara inmodesta alcanzaba con traducirla al francs. Sin comulgar con la doctrina relativista, la psicolingista Susan Ervin-Tripp (1964) haba demostrado tiempo atrs que sujetos bilinges de francs e ingls a quienes se peda que narraran historias derivadas de la visin de imgenes elicitaban diferentes perfiles de personalidad en cada una de las lenguas que hablaban. As como Woody Allen afirmaba que despus de escuchar Wagner le venan ganas de invadir Polonia, la neo-whorfiana Lera Boroditsky, quien se dice bilinge, revel hace poco ( y lo dijo en serio) que cuando habla en ruso le vienen a la cabeza ideas colectivistas. El propio Benjamin Lee Whorf crea que el Hopi era ms apto que las lenguas occidentales para expresar conceptos de la fsica moderna. No son pocos los especialistas que sostienen que el Aymara es particularmente adecuado para pensar en trminos de lgica trivaluada o de aritmtica y lgebra de mdulo 3 (Arpasi 1996). Muchas lenguas indgenas americanas ( Navaho, Choctaw, Lakota, Meskwaki, Comanche, Cherokee) se usaron como medios de comunicacin secreta en las ltimas dos o tres Grandes Guerras alimentando la leyenda de su inmunidad al desciframiento criptogrfico, que es como decir el mito de la diferencia abismal entre algunas lenguas y algunas otras (Aaseng 1992). En su reciente y desafiante libro sobre el lenguaje como herramienta cultural Dan Everett (2012: 270-271) asevera que los Pirah

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utilizan su capacidad nica para percibir tonos en su lengua para desarrollar opciones de comunicacin que no estn disponibles para los hablantes de la mayor parte de los idiomas europeos. La diversidad es la regla y cualquier mito urbano deviene respetable. Parecera, en fin, que en este esquema diferencial inclinado a resaltar lo extico, algunas lenguas especficas hasta pueden servir primordialmente a fines distintos que el de meramente hablar. Hay veces en que uno mismo se puede ver tentado a razonar en esos trminos, sin detenerse a calcular (cuando se exaltan las virtudes, ductilidades o capacidades de una lengua) cul es el riesgo que se corre de denigrar o subestimar a alguna otra que se estructura conforme a otros cnones. En este contexto, la observacin de Whorf sobre el Hopi no ha sido nica pero pertenece a un estilo que slo se ve de tarde en tarde: tras dos o tres siglos de perseguir y recolectar diferencias ( y en ausencia de un metalenguaje comparativo neutro y universal), un porcentaje abrumador de los experimentos relativistas se ha dedicado a mostrar lo que los hablantes de otras lenguas no pueden hacer, decir o pensar, tanto ms taxativamente cuanto ms distintas son las lenguas que ellos hablan de la que se habla en casa. Si la lengua legisla sobre el pensamiento como sostienen los relativistas todo constreimiento a hablar de cierta forma involucra un impedimento a pensar de otra manera. Olvidando lo que la antropologa del conocimiento aprendi alguna vez sobre la adecuacin cultural de los experimentos, sobre la influencia de la escolarizacin y sobre los schemata culturales, y adoptando una posicin que presume de moderada, escriben por ejemplo John Gumperz y Stephen Levinson (1996: 26): Un hablante de esa lengua [el Tzeltal] no puede recordar un conjunto de objetos de la misma forma que usted o yo. El segundo objetivo principal de este libro, en consecuencia, se consagra a demostrar que aseveraciones de este gnero nunca debieron pronunciarse, tanto por ser imposibles de probar formalmente como por ser aberrantes de todo punto de vista, dado que no se cumplimentan (por ser igualmente impracticables) los requisitos de probar ya sea que nosotros no podemos pensar de cierta manera, que las lenguas son sistemas cerrados, que en todo pensamiento el contenido es subsidiario a la forma, que lo que no puede ser dicho no puede ser pensado o (sobre todo) que es concebible que existan ideas que algunos pueden pensar y otros no. Puede que a algunas lenguas, en razn de su historia contingente y sus contreimientos estructurales, ciertos matices de significacin se le hagan intrincados, difciles u onerosos; pero en lo que al pensamiento compete, mi idea es ms bien que un mismo pensamiento puede ser pensado por cualquiera, que todo el mundo es fundamentalmente igual a uno y que, como reza la cancin, die Gedanken sind frei. A pesar de este desplante no intentar afirmar en este libro que todas las lenguas son de igual capacidad expresiva en todas las reas o exactamente idnticas en su complejidad. Por supuesto es verdad que entre dos manifestaciones culturales humanas es posible sealar las diferencias que a cada quien se le antoje; pero segn nos ha enseado Nelson Goodman (1972) tanto la afirmacin relativista que aduce que dichas diferencias son enormes como el principio universalista que afirma que todas las lenguas son variantes apenas distintas de una misma arquitectura son a su modo verdad. Para los chomskya6

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nos el chino, el !X, el ting-Vit, el Waray-Waray, el Selknam y el ingls poseen exactamente la misma clase de estructuras; para Jorge Luis Borges dos frases idnticas de Cervantes y de Pierre Menard pueden resultar la mar de diferentes. Hasta los relativistas recalcitrantes ( y sobre todo ellos) saben o deberan saber por ende que es imposible consensuar con un grado de acuerdo absoluto si dos cosas son muy parecidas o muy dismiles: una comparacin no puede realizarse ms que con referencia a una escala y a criterios de diferenciacin y similitud que cada humano es dueo de administrar con libertad absoluta (cf. Shweder 1991: 93). Cualquiera sea la circunstancia, el consenso que pueda conseguirse respecto de los resultados y las implicaciones de los juicios que llamamos comparativos depender menos de la lgica que de la retrica. La reyerta acerca de la similitud o la inconmensurabilidad de las lenguas humanas es, por lo tanto, una disputa bizantina. No es sta la clave de la cuestin y (en un momento en que las fuentes de financiacin para la investigacin cientfica se han resecado y sus gestores se han puesto imposiblemente quisquillosos) es discutible que valga la pena dilapidar esfuerzo en querer cerrar un asunto que es inconcluyente por naturaleza y que, cualquiera sea su valor filosfico o su urgencia poltica, es dudoso que est entre los que detentan la ms alta prioridad. Esto no ha sido bice, por desdicha, para que buena parte de la discusin en los ltimos tres o cuatro aos se haya precipitado precisamente en ese atolladero, conduciendo a todo el campo de la HRL hacia un descriptivismo, un particularismo y una supresin del trabajo de construccin terica que ni siquiera Franz Boas se atrevi a demandar. Habindose sacado de encima el incordio de tener que demostrar la influencia del idioma sobre el pensamiento, el trabajo relativista es ahora ms asequible y cmodo de lo que nunca lo ha sido, pues todo lo que hay que hacer es inventariar lo que las otras lenguas no poseen: con encontrar que hay idiomas que slo tienen treinta verbos, o que se las arreglan con apenas seis consonantes, o que carecen de pronombres, marcadores temporales, embebimiento sintctico, fonemas especficos, aoristo, pluscuamperfectos, nombres para los dedos del pie, puntos cardinales o trminos de parentesco alcanza para proclamar que el imperativo del da es repudiar la lingstica cientfica, armar una lista cien por cien programtica de lo que habra que hacer y estar atentos para sumarse al squito de una doctrina superior a todas las que se conocen en cuanto a algn pensador carismtico se le ocurra alguna buena idea sobre cmo llevarla a cabo (v. gr. Evans y Levinson 2009a; 2009b). Ante esta coyuntura y en lnea con la mirada distante que aqu se propone, el libro que sigue adopta una metodologa con ciertos valores contrastantes con la tradicin dominante en la polmica. En primer lugar, se trata de una investigacin que se sale de los cauces disciplinarios tradicionales incorporando elementos de juicio recientemente desarrollados en modelado de complejidad, as como en ciencia cognitiva, etologa cognitiva, biolingstica y neurociencia social (Cacioppo y otros 2002; Glezerman y Balkoski 2002; Pulvermller 2002; Anderson y Lightfoot 2004; Stemmer y Whitaker 2008). Esto implica disponer de modelos ms ricos y variados que los que habitualmente se despliegan en la corriente relativista o en el conjunto de la antropologa lingstica cuando se

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trata de evaluar, por ejemplo, alguna propuesta experimental ligada al reconocimiento verbal de colores u orientada a medir las capacidades diferenciales de los hablantes de alguna lengua en materia de la conceptualizacin del nmero, la magnitud, el tiempo o la orientacin en el espacio. Mucho de lo que se ha aprendido en los ltimos veinte aos en el conjunto de las ciencias procede de nuevas experiencias en diseo modlico que han complementado (mediante metaheursticas, sistemas adaptativos emergentes, modelos reticulares y tcnicas de simulacin) los criterios y exigencias convencionales de adecuacin explicativa introduciendo otras clases de adecuacin y otras formas de entendimiento (cf. Reynoso 2006; 2010: 237-260). Si la ejecucin de experimentos de inferencia estadstica clsica por parte de ambos contendientes no puede ms que estancarse en un eterno pendular de resultados inconcluyentes o contradictorios que caern por tierra la siguiente semana, quiz ya sea hora, sostengo, de concebir otras modalidades ms imaginativas de lgica, modelado y representacin (v. gr. Hutchins 1996; Deacon 1997; Anderson y Lightfoot 2004; Hurford 2007; Mendvil Gir 2010). Tanto o ms importante que los aportes metodolgicos, sin embargo, hay todo un venero de hechos empricos que se han incorporado al campo transdisciplinario y que hacen que nuestras ciencias actuales ya no puedan fundarse en los mismos principios que alguna vez se juzgaron aceptables. Esta ampliacin del horizonte hermenutico involucra tambin que en el libro que sigue no se aceptar de ningn modo la alegacin de que alguna otra especie viviente haya superado alguna vez o vaya a superar en el futuro a los actores de una cultura humana en algn rubro del desempeo conceptual, que es lo que no pocos estudiosos relativistas han llegado a sugerir en el siglo que corre (cf. Pepperberg 1998 vs Gordon 2004; 2010; Everett 2005). Contra ese oscurantismo no siempre clandestino, se sostiene aqu que el pasmoso desarrollo de la cultura y de la corteza cerebral tienen que significar alguna diferencia: que otras especies vuelen ms alto, naden ms hondo o corran ms rpido, s; que piensen mejor que nosotros, no, bajo ninguna circunstancia y en ningn estado de conciencia, sea la lengua que nos haya tocado en la vida ingls, griego, Ynomam o Pirah. Los recursos metodolgicos y los hechos empricos referidos cuya puesta en valor se intentar en este libro distan de ser triviales en vista de la propensin de unos cuantos relativistas (tempranos y tardos) por infiltrar o reinstaurar teoras del dficit lingstico y cultural, sustentndolas en modelos que en otras disciplinas se ha aprendido que son inadmisibles (Lee 1949; 1950; Bloom 1981; Everett 2007a; 2007b; 2009; 2012). As como la psicologa diferencial y la psicometra se han extraviado en prcticas frecuentemente discriminatorias, la exaltacin de la diversidad (particularmente cuando se la engrana en un esquema evolucionario) ha degenerado en demasiadas ocasiones en la homologacin de lo que podra llamarse una lingstica diferencial o una logometra discriminatoria (p. ej. Herrnstein y Murray 1994; Evans y Levinson 2009a; 2009b). En segundo lugar, este ensayo no versa sobre la HRL o la HSW en tanto tales, dando cuenta detallada de sus propuestas metodolgicas, catalogando sus recursos categoriales, narrando las vicisitudes de sus celebridades o describiendo cada uno de sus miles de estudios de casos, sino que pone el foco en aquellas inflexiones que tornan distintivas

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sus posturas tericas cambiantes y que implican un enfrentamiento con la concepcin universalista sobre la relacin entre pensamiento, percepcin, cultura y lenguaje. No toca aqu tampoco definir de manera precisa cada una de estas criaturas conceptuales por cuanto no se trata tanto de ofrecer una alternativa terica a las muchas que ya existen, o de exhibir una terminologa ms prolija, sino apenas de describir y evaluar las batallas en las que ambas partes se han ensarzado y los recursos retricos, epistemolgicos, cientficos e ideolgicos que se han desplegado en su ejecucin. Que no exista ni un solo libro creble que resee la vida y obra de Benjamin Lee Whorf o que elabore el manual de campo del buen relativista raya en lo inslito y es lamentable; pero el que sigue no es un texto que haya venido a llenar ese vaco. En tercer lugar, la incorporacin de nociones algo ms severas de lo acostumbrado sobre modelado estadstico y complejo contribuir a deslindar las comprobaciones de carcter causal (el lenguaje canaliza o determina el pensamiento) de las meras correlaciones cuantitativas que en estas disciplinas acostumbran ser mdicas, marginales y en extremo sensibles al diseo y a las condiciones de la experimentacin. Mientras que en la literatura usual se da por sentada la aceptabilidad de los supuestos de normalidad, de los procedimientos de muestreo y de los modelos de estadstica paramtrica y no robusta en que reposa la experimentacin relativista, este libro se funda en la conviccin de la inconsistencia y la impropiedad (o por lo menos en el carcter incierto) de ese gnero de ideas (cf. Reynoso 2011). Ya hace mucho que, por aadidura, se ha probado que es trivialmente fcil demostrar correlaciones entre los factores que se quieran u organizar los datos para justificar ya sea una cosa o la contraria ( Huff 1954; Bakan 1966; Meehl 1967; McCloskey 1985; Spirer, Spirer y Jaffe 1998). Si la falta de impacto del lenguaje sobre el pensamiento o la conducta se redefine como la hiptesis nula de una indagacin operada en trminos de estadstica convencional, tendremos que es casi imposible incumplir el objetivo de probar lo que se necesite. Interrogando estos efectos perversos de la estadstica yo mismo he escrito hace unos meses:Husmeando un poco en la bibliografa se encuentra que ya Paul Meehl (1967: 109) haba demostrado de cualquier variable correlaciona con cualquier otra. Trabajando con datos de 55.000 estudiantes de Minnesota encontr relaciones estadsticamente significantes en el 91% de las asociaciones entre una congerie de pares de 45 variables miscelneas tales como sexo, orden de nacimiento, preferencia religiosa, nmero de herman@s, eleccin vocacional, pertenencia a clubes, eleccin de colegios, educacin de la madre, danza, inters en la talla en madera, gusto por ir a la escuela, etctera. Esto no es ms que un efecto matemtico trivial que se deriva del valor de los parmetros usados en el clculo. Despus de todo, el error estndar por ejemplo se calcula como (s2 /N)1/2 , lo cual hace que si la muestra es suficientemente amplia cualquier cosa diferir de cualquier otra: la inversa de la raz cuadrada de un nmero muy grande es a fin de cuentas un valor muy pequeo (McCloskey 1985: 202). Esto quiere decir que cualquier cientfico social con muestras de tamao muy modesto tiene todas las probabilidades a su favor para demostrar lo que se le ocurra, sea ello (glosando a Guthery) una opinin trivial relativa a la importancia del agua en la navegacin o (reivindicando a Arbuthnott) la hiptesis que afirma la existencia de Dios (Reynoso 2011: 46).

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En cuarto lugar, este libro se escribe deliberadamente enfatizando el relativismo antes que la relatividad nsita en la idea de la HRL. No han sido pocos los relativistas lingsticos que proclamaron que la relatividad de Sapir-Whorf estaba en armona con la de Albert Einstein (Pgase 1973; Rollins 1980; Alford 1981; Heynick 1983; Koerner 2000: 17). Basndose en lecturas presurosas de literatura de divulgacin, algunos exaltados hasta quisieron entronizar a Whorf como un visionario que teosofa mediante haba profetizado varios descubrimientos ulteriores de las ciencias duras, ofreciendo (simultneamente) valiosos elementos conceptuales para poner en jaque a la unanimidad de la ciencia y la tecnologa dominantes (Rollins 1980; 2008). Respecto de la concordancia con Einstein, concretamente, un puado de hermeneutas sostuvieron que era plausible que ella existiese, mientras la mayora de los estudiosos del relativismo no se expidi al respecto y un puado de entendidos sustent la creencia contraria (Feuer 1953: 96). Si aqu distingo entre ambos trminos es porque distan de significar lo mismo: nada hay en los textos de Einstein que sustente un relativismo conceptual, cultural o metodolgico en el sentido whorfiano. Relatividad no es, asimismo, despus de Einstein, un vocablo vacante ni un concepto opuesto a universalidad. La expresin E=mc2 se aplica cualquiera sea la circunstancia y el parmetro c es una constante universal. Las leyes de la fsica, en otras palabras, son las mismas para todos los observadores en movimiento uniforme relativo entre unos y otros: esto es lo que se conoce como principio de relatividad. Si bien dos observadores diferirn en el resultado de medidas concretas del tiempo y del espacio, las ecuaciones que relacionan las magnitudes fsicas tienen la misma forma con independencia del estado de movimiento. Esto es lo que se denomina principio de covariancia, un concepto fundante que est en la base de la relatividad general, que oblig a reformular las ecuaciones esenciales (la segunda ley de Newton, las ecuaciones de Poisson para los casos gravitatorio y electromagntico, la fuerza de Lorentz, etctera) y que no tiene correspondencias con ningn elemento de juicio y con ninguna estructura o pattern conceptual en ninguna de las variantes de la HRL (cf. Einstein 1920 [1916], en lnea; Einstein y Minkowski 1920, dem). Tampoco hay paralelismo alguno entre la teora especial y la teora general de la relatividad einsteiniana y el relativismo lingstico dbil y fuerte, respectivamente, que es lo que sugieren Peter Rollins (1980) y Danny Alford (1981) en dos de las lecturas de ambas ciencias ms forzadas de las que tengo memoria. Alcanza con asomarse un poco a la lectura de Einstein para comprender adems que el empirismo, el exceso de un sentido comn que no siempre es buen sentido y el bajo vuelo epistemolgico del relativismo lingstico, derivados de las premisas boasianas de la descripcin completa, la elicitacin meticulosa de las singularidades y la fijacin en el detalle, no son estrategias adecuadas para componer una teora en el debido nivel de abstraccin:No existe un mtodo inductivo que pueda llevarnos a los conceptos fundamentales de la fsica. Su incapacidad para comprender esto constituy el error filosfico bsico de muchos investigadores del siglo XIX. [] Hoy nos damos cuenta con especial claridad de lo

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equivocados que estn aquellos teorizantes que creen que la teora proviene inductivamente de la experiencia (Einstein 1936: 365, 366).

Quien pretendar objetar el hecho de que se est juzgando a una ciencia blanda con los parmetros de las ciencias duras har bien en pensarlo dos veces. Por ms que su relativismo distara de ser idntico a la relatividad, nadie menos que el propio Whorf, como veremos ms adelante ( pg. 45), pensaba exactamente de la misma forma que yo en lo atinente a la dureza y la exactitud de la lingstica como disciplina y de la misma forma que Einstein en cuanto a la precedencia de los conceptos por encima de los datos. En quinto orden, finalmente, en este trabajo se ha considerado una amplsima proporcin de la bibliografa relevante publicada en las principales disciplinas involucradas, incluyendo exploraciones de primera agua en las fuentes tempranas y en los papeles publicados e inditos de los autores de referencia en antropologa, psicologa y lingstica. A diferencia de lo que ha sido el caso en el trabajo intelectual hasta fines del siglo pasado, en los tiempos que corren disponemos de la virtual totalidad de la bibliografa esencial en una multitud de lenguas (clsicos fuera de imprenta inclusive) en tiempo real y en la mera punta de los dedos.1 Con este recurso a la mano ya no son posibles las atribuciones de originalidad a personajes que no han hecho sino reciclar una y otra vez las frmulas de la ms rancia ortodoxia como si fueran innovaciones insignes. Las figuras de paja, las ideas arrancadas de contexto, las afirmaciones sin fundamentacin documental y las referencias de segunda o tercera mano tampoco son ya ni tcnicamente inevitables ni intelectualmente susceptibles de excusarse. En esta tesitura, el primer mito que seguramente caer por el suelo es el que establece que Whorf es un autor incomprendido, que no ha dicho lo que por lo comn se le atribuye o que ha sido (por culpa inexorable de quienes le interpretan) blanco sistemtico de malas interpretaciones. El trabajo de la interpretacin seguir siendo, como lo ha sido hasta ahora, ms arte que ciencia; siempre habr margen para el insight creativo, para el error, la incertidumbre y el malentendido; pero ahora es posible exponer la hermenutica en pblico mucho ms luminosamente para que se purguen los equvocos en torno suyo y para poner en foco con mayor exactitud, inter- e hipertextualmente, qu es en concreto lo que ha de ser objeto de interpretacin. El segundo mito que conviene desterrar es el que afirma que los relativistas son los estudiosos ms comprometidos en el rescate y preservacin de las lenguas en trance de desaparicin. En primer lugar, muchas de las tcnicas de elicitacin y de anlisis replicable fueron elaboradas en el seno de las lingsticas conductistas, bloomfieldianas, posbloomfieldianas, distribucionalistas, funcionalistas, generativas, optimales, descriptivas o afines, las cuales han sido universalistas sin culpa, por defecto o por definicin; en e-

Las principales fuentes de textos antiguos y de dominio pblico en la Web son Internet Archive (http://www.archive.org/details/texts) y Open Library (http://openlibrary.org/). He incluido los punteros a las versiones en lnea de las obras alojadas en dichos portales en el hipertexto bibliogrfico de este libro.

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llas se han librado batallas y operaciones de salvataje desde medio siglo antes que se tomara conciencia institucional del asunto, que los whorfianos pensaran siquiera en lenguas amenazadas o que la Endangered Language Fund o los poscolonialistas culposos tomaran la iniciativa. Ha de ser mediante la confrontacin terica que el relativismo o el universalismo debern librar sus batallas, y no mediante el uso de las lenguas en peligro como escudo humano para resguardo de teoras al filo de la extincin. En segundo orden, el relativismo ha sido conspicuo en la ideologa de numerosas instituciones (el Instituto Lingstico de Verano en primer lugar) cuyo trabajo evanglico ha sido tanto o ms nefasto para lenguas, identidades y culturas de lo que pudieron haber sido las polticas estatales, el deterioro ambiental, la globalizacin o la explotacin corporativa (cf. Everett 2007b). En tercer orden, finalmente, la problemtica de la conservacin de las lenguas indgenas es ms seria y complicada de lo que parece y poco ha tenido que ver, histricamente, con premisas contrapuestas de diferencia o de universalidad; ni son las lenguas en mayor peligro las que ms difieren de las normas ureas, ni son las de mayor grado de exotismo, rareza o potencial cientfico (si eso pudiera dirimirse de algn modo) las que mereceran invariablemente salvarse primero en un escenario de decisiones imperiosas y recursos decrecientes (cf. Krauss 1996; Corbett 2001; Whiteley 2003).2 En el presente libro se opta, en consecuencia, por poner el foco sobre las cuestiones metodolgicas esenciales suscitadas por el relativismo, difiriendo la discusin de sus hechos heroicos en defensa de las lenguas humilladas para mejor oportunidad. El objetivo de recuperar y compartir en tiempo real las fuentes originales ayuda tambin a la causa de la desintoxicacin de los elementos de juicio, expulsando los lugares comunes y los excesos que la rutina ha naturalizado y que hoy en da constituyen la columna vertebral de los saberes disciplinares. La antropologa del conocimiento en general y el estudio de los factores lingsticos en particular han sido propensos a la desmesura, a la derivacin de conclusiones formidables a partir de premisas inciertas, a sospechar que en una clasificacin de (digamos) las enfermedades infecciosas, los parientes

Vase http://www.endangeredlanguagefund.org/ (visitado en abril de 2012). Tanto el imaginario popular como el folklore acadmico tienden hoy a interpretar la desaparicin de las lenguas en trminos apasionadamente whorfianos. Si se busca la expresin encomillada every time a language dies en cualquier buscador de la Web se encontrarn decenas de miles de expresiones en ese sentido: Every time a language dies, unique and irrecoverable knowledge is lost; Every time a language dies we lose another way of seeing the world; we lose part of the picture of what our brains can do; the world loses irreplaceable scientific knowledge as well as cultural richness; it takes along with it the cultural traditions and local knowledge it contains; it takes with it unique ideas and concepts that do not exist in any of the other major languages; you lose a culture, intellectual wealth, a work of art; its like burning down a little library (Jorge Luis Borges); it is as if the world had many faces and one of them was to vanish forever; it takes with it a repository of knowledge medicinal, botanical, scientific, existential to say the least; we lose data which can inform us on the interactions between cognitive constraints and culture; a whole culture, way of thinking & way of expressing those thoughts dies with it; we lose part of the picture of what our brains can do. Ni siquiera las excepciones a este sentimiento general dejan de ser whorfianas, como cuando el comentarista etnocntrico y neoliberal John Miller escribe en el Wall Street Journal que Every time a language dies it is time to celebrate because another primitive tribe has joined the modern world (Miller 2002, en lnea).

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cercanos, los pronombres o las patatas que se diferenciara apenas un poco de lo esperado podra esconderse una clave cardinal del pensamiento, la cultura, la humanidad o el lenguaje. No ha sido inusual que se tomara un dato puntual y anecdtico registrado entre los Bongo-Bongo (como deca en son de pulla Mary Douglas) o documentado entre los Pirah (como postulan seriamente Daniel Everett o Stephen C. Levinson) como elemento de juicio inapelable que invita a reformular la imagen que se tiene de la naturaleza humana o que obliga a redefinir todo lo que creamos saber del pensamiento y el lenguaje. Aqu propongo proceder ms despacio, trabajar sobre seguro y reducir la escala de las aspiraciones. Una vieja y olvidada ponencia cientfica me viene a la mente como expresin de la idea. En el mismo libro en el que Harry Hoijer (1954) acu la frase hiptesis de Sapir-Whorf, el recordado lingista Charles Hockett [1916-2000] escriba que el abordaje del problema de la relatividad lingstica se debe estudiar con el lenguaje hablado y sobre materiales relativos a asuntos triviales, tales como danzas folklricas o sistemas de parentesco porque no somos capaces todava de atacar el problema de las palabras del pensamiento (p. 247). Hockett analiza un puado de lexemas para acabar diciendo que rechazaba toda nocin de que estoy tratando de obtener una visin china del mundo con esto. Estoy hablando de cosas que estn a un nivel mucho ms bajo ( p. 253). No considerara que una diferencia particular entre el chino y el ingls hace una diferencia en el patrn de conducta de los dos pueblos. Dira ms bien que la diferencia [de la que me ocupo] es una diferencia digna de consideracin por derecho propio ( p. 250). Con esto en mente, se dira que el pecado de origen de la tradicin relativista no finca tanto en su propensin al error o a las vaguedades discursivas como en la prdida de conciencia de su pomposidad, en el esencialismo de sostener que su objeto de estudio es una Weltanschauung que emerge de la suma algebraica de las diferencias de lxico y gramtica entre nuestra lengua y alguna otra, y en el positivismo encubierto de imaginar que existen relaciones causales mayormente deterministas entre dos entidades ( lenguaje y pensamiento) que son, a ojos vista, ms heterogneas y diversas entre s de lo que podran llegar a serlo dos lenguas cualesquiera. Si hemos de ser estrictos, el mero hecho de predicar la influencia del lenguaje sobre el pensamiento contradice los principios ms bsicos del relativismo, dado que la naturaleza de esas dos entidades refleja formas abstractas y esencialistas de conceptualizacin, sustancias y atracciones que el propio Whorf (1956: 269-270; 1971: 301) considera ligadas a la forma en que construyen sus mundos determinadas familias de lenguas en particular. Hockett pudo ser un escritor rido y prosaico algunas veces; pero de hecho su advertencia result proftica. Despus de que ambas partes en disputa ensayaran sin xito ambiciosas reclamaciones sobre dominios enteros de la cognicin (el tiempo, el espacio, la percepcin, el nmero, la visin del mundo en su conjunto) hoy en da se percibe que la investigacin se contrae hacia el mbito de indagaciones atomizadas y circunscriptas que exploran un pequeo escenario a la vez: un posible nuevo foco de color en el idioma ruso, una indistincin intrigante en Yl Dnye, un sonido casi indescriptible de la

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lengua Chapakura que nadie ha sabido decir si es un fonema o no pero que complica una regin remota de la taxonoma, una tarea especfica de reconocimiento que se revela universal o bien local segn cual sea el hemisferio cerebral al cual afecte. Se trata ciertamente de indicios muy leves sobre aspectos de hondura y amplitud muy exiguas. Por ms ruido que haga a favor o en contra en un asunto de ese calibre y por ms respaldo institucional del que goce, con su desciframiento el autor no devendr ni un Darwin ni un Coprnico. A fin de cuentas result que Hockett tena razn, al menos en este punto. Por eso es que cuando de la metodologa se trata, una conciencia reflexiva como la suya (inesperada en un escritor de militancia conductista) es signo de un valor acaso el ms importante que valdra la pena recuperar.

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2 La relatividad lingstica antes de Whorf

Quelle est linfluence rciproque des opinions du peuple sur le language et du language sur les opinions? Academia de Berln, Competencia de Ensayos de 1757

Tentativamente podra organizarse el desenvolvimiento histrico del relativismo lingstico como si hubiera sobrevenido en etapas, o (ms exactamente) a caballo de oleadas cuya ritmicidad casi nunca responde a factores internos a la teora relativista (o a la antropologa, o a la lingstica) sino que son correlativas a eventos mayores del proceso contencioso de las grandes corrientes intelectuales y de las ciencias en general. Estimo que siempre ha sido de este modo aunque en el seno del movimiento este hecho no llegue a ganar conciencia reflexiva y aunque los ecos de las contiendas globales nunca afecten demasiado abiertamente los contenidos que parecen discutirse en su interior. Por ms que en este libro se mantendr fija la mirada en la dinmica interna de una polmica en particular, no creo ni por asomo que las fases de auge y decadencia de una idea cualquiera slo tengan que ver con la lgica del conocimiento y el poder dentro de una sola institucin profesional o (mucho menos) de una sola lnea terica en el seno de dicha institucin. Si bien en algn momento las batallas en torno de la HRL pueden parecer un episodio perifrico en la red de eventos que conforma el desarrollo de las disciplinas, ellas no son ms que indicadores de la dialctica que atraviesa las ciencias sociales y que concierne a la tensin entre la bsqueda de universales y la recoleccin de excepcionalidades, entre la generalidad que requieren las visiones sistemticas y las singularidades a las que se consagran los estudios de casos, entre el racionalismo y el empirismo, entre lo abstracto y lo concreto, entre las dificultades del descubrimiento de estructuras y los placeres de la descripcin densa, entre los constreimientos tediosos que impone la teora y el desorden anrquico en el que parecen flotar los hechos observables. Si hubiera habido una lingstica marxista estas dualidades se habran tipificado sin duda como sus Hauptwiderspruchen y habran figurado en el primer plano de la agenda. El hecho es que la zona de friccin entre el relativismo y lo que sea que est fuera de l se puede entender como una muestra que encapsula los rasgos esenciales de la contradiccin principal que atraviesa la epistemologa en las ciencias humanas. A nadie le importa un pice, despus de todo, si tal o cual rasgo puntual de la cultura, la percepcin o el pensamiento se encuentra o no probablemente condicionado, afectado o matizado por el lenguaje o por la configuracin de un idioma especfico. Nadie malgasta su vida en

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algo tan pequeo: aqu como en casi todas partes lo que siempre est en cuestin es (cientfica y polticamente) mucho ms que eso. Dependiendo de si esto se tiene en cuenta o si se pasa por alto, la historizacin de la HRL puede servir para aclarar los hechos o para legitimar una rutina de propaganda doctrinaria, que es lo que con frecuencia acaba sucediendo. En la mayora de los casos, efectivamente, se encuentra que los cronistas han puesto el acento mucho menos en los aconteceres que ellos refieren que en las perspectivas desde las cuales los contemplan (Lucy 1992 a; 1992b; Gumperz y Levinson 1996; Lee 1996; Niemeier y Dirven 2000; Ptz y Vespoor 2000; Stroiska 2001; Gentner y Goldin-Meadow 2003; Malt y Wolff 2010; Leavitt 2011, etctera). Procurar no replicar aqu este gnero de simulacros minimizando la autorreferencia y reprimiendo la tentacin de ofrecer alternativas superadoras, pues no es se el punto. En el libro que aqu empieza no interesa la historia como tal sino las lecciones que ella arroja sobre cules han sido los perfiles de las obsesiones recurrentes, de las preguntas sin respuesta, los callejones sin salida, los progresos y las prdidas, las mutaciones de sentido y las constantes ideolgicas que puntean la batalla, partiendo de la base de que la historia de la HRL no constituye una secuencia lineal de episodios, sino ms bien una dialgica bajtiniana, un juego de suma cero en el que todo avance se realiza siempre en detrimento de una idea contraria. Por ello es que en el campo que nos motiva se habla ms de un estado de la discusin ms que de un estado del conocimiento, como si en las ciencias humanas que valen la pena no hubiera un solo suceso significativo que no sea una contienda. Todo ponderado y pese a que hay sin duda infinidad de formas de organizar los datos histricos disponibles, se dira que las oleadas de florecimiento del relativismo lingstico fueron estas seis: El relativismo romntico y anti-iluminista, sentando las bases del relativismo neokantiano en la lnea de Marburgo. Los autores representativos han sido Johann Gottlieb Herder, Johann David Michaelis, Johann Georg Hamann, Antoine de Rivarol y en particular Wilhelm von Humboldt y Georg Runze. En esta fase es donde se fijan los rudimentos de la hiptesis del relativismo lingstico que habra de ser retomada por la corriente relativista europea (cf. Cloeren 1988). No pocos rasgos de este relativismo romntico proceden, paradjicamente, del manantial iluminista (Politzer 1963a; 1963b; Christmann 1967; 1981; Heinz 1969; Ricken 1994). Pese a que Edward Sapir (1907) escribi su tesis de maestra sobre el Tratado sobre los Orgenes del Lenguaje de Herder, la tradicin boasiana no engloba ni aglutina la totalidad de la historia: al menos una lnea humboldtiana lleg de Europa a Amrica antes que lo hiciera Boas y sin que Sapir registrara el acontecimiento. La lnea ms tarde se quebr, al punto que Whorf malgast sus aos tempranos leyendo a Fabre dOlivet (1815) y muri muy joven sin haber ledo a Humboldt. Hoy en da no est claro si el surgimiento de la HRL en Amrica se debi a una continuidad rutinaria, a una recreacin parcial o a una invencin paralela ( p. ej. Bunzl 1996).

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La corriente neo-humboldtiana europea, dividida entre las teoras urdidas en ( y funcionales a) la Alemania nazi (Leo Weisgerber, Jost Trier, Walter Porzig) y la versin ideolgicamente sana pero cada vez ms temperada del neokantiano Ernst Cassirer (1923; 1944). Junto con las doctrinas del sovitico Nikola Marr y las lecturas a que han dado lugar las teoras del cdigo restringido, las primeras se encuentran entre las formulaciones ms retorcidas y desagradables que han surgido en el seno de la lingstica. Al igual que en otros campos lo han hecho tantas otras tendencias, el relativismo siempre procur minimizar, negar o ignorar estos hechos polticamente vergonzantes, casi exactamente contemporneos a la codificacin de la HSW en Amrica ( p. ej. Martnez 2003); pero los testimonios comprometedores estn saliendo a la luz y las pruebas existentes son tan apabullantes como pocas veces lo ha sido algn testimonio en alguna polmica cientfica substancial. La formulacin de la HSW propiamente dicha a manos de Franz Boas, Edward Sapir y Benjamin Lee Whorf, con los dos primeros al menos tomando posicin en contra de la lingstica dominada por el formalismo y por la aspiracin de constituirse en ciencia exacta. La primera Edad de Oro de la hiptesis se consolid con la realizacin de las primeras conferencias en gran escala sobre la HRL (Hoijer 1954) y con la edicin pstuma de John Carroll de las obras selectas de Whorf (1956) el mismo ao exacto en el que Noam Chomsky (1956) inaugura el captulo lingstico de la revolucin cognitiva. El relativismo epigonal de los 1950s y 1960s, interrumpido drsticamente por el estudio de los antroplogos Brent Berlin y Paul Kay (1969, en lo sucesivo BK69) sobre los trminos bsicos para los colores (BCT) y por el primer apogeo de la ciencia cognitiva con Eleanor Rosch como la universalista ms destacada. Antes que esto sobreviniera los relativistas esenciales del perodo son tal vez Dorothy Lee y Harry Hoijer. Los primeros tres cuartos de los aos 70 fueron un tiempo de baja en el inters hacia Whorf con slo dos encuentros masivos contra cuatro que tuvieron lugar en tres aos de la dcada de 1950 (Koerner 1992: 182; McCormack y Wurm 1977; Pinxten 1976). A mediados y fines de los setenta hubo un pico moderado de florecimiento whorfiano en variantes que van desde las fundamentalistas hasta las formas hibridadas (Hymes 1974; Alford 1978; Friedrich 1979; Silverstein 1979); as y todo, el fin de los 70s y el comienzo de los 80s sealan quiz el punto ms bajo en la popularidad de la HSW a lo largo de su historia (Hymes y Fought 1981). La cuarta generacin relativista, acompaando desde mediados de los 80s y principios de los 90s el auge del movimiento interpretativo, el posmodernismo y los estudios culturales pero sin dejarse cooptar por ellos. Los estudiosos ms representativos son Joshua Fishman (con su propuesta un tanto anacrnica de whorfianismo del tercer tipo), Stephen C. Levinson, John Gumperz, John A. Lucy, Richard Shweder, Alfred Bloom. Como se ver detenidamente en el curso de este estudio, a excepcin de un puado de manifestaciones promovidas por unos

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pocos intransigentes particularmente esquemticos (Hill, Mannheim, Saunders, Schulz), el sacudn del posmodernismo y de sus rplicas ssmicas pas por el costado de la corriente principal promotora de la HRL. A la fecha no se registra todava ningn texto cardinal allegado a esta hiptesis escrito en dialecto lacaniano o cuya redaccin pudiera atribuirse pongamos a un Homi Bhabha. No creo que vaya a intentarse un posmodernismo relativista en el futuro o que la escritura del movimiento se salga de los moldes clsicos de la modernidad. Despus de publicados al menos ocho ensayos que se preguntan en sus ttulos qu fue el posmodernismo sera embarazoso resucitar una idea que ha sufrido tanto desgaste y que nunca aport a una hiptesis que le era tan afn ninguna inspiracin digna de memoria (cf. Olsen 1988; Spanos 1990; Frow 1991; Rosenthal 1993; Hassan 2000; McHale 2004; Wandler 2009; John 2011). Reaccionando contra los formidables avances de los modelos formales y de la re-materializacin implicada en los estudios neurocientficos del lenguaje, los intentos de revivificacin del modelo whorfiano en el episodio Pirah y en otras manifestaciones de las teoras del dficit, cuya parbola se inici en teora a mediados de los 80s pero arranc con fuerza a partir del 2004 (Boroditsky 2001; Gordon 2004; Everet 2005). En los ltimos aos la HRL es sustituida por la idea de diversidad, anticipada tempranamente por Joshua Fishman (1982) pero sin encontrar mucho respaldo en ese entonces. Pese a que argumentativamente est en bancarrota, en la actualidad la postura relativista neo-whorfiana es por amplio margen dominante en la opinin pblica, lo cual es sencillamente regresivo y unilateral en el proyecto de comprender la diversidad y de actuar en consecuencia. Los textos de la nueva lingstica de la diversidad pueden lucir bibliogrficamente abrumadores, pero no hay en ellos ninguna elaboracin ms contundente que la que un estudiante avispado podra armar en un par de noches de Google, JSTOR y Wikipedia. A las pruebas me remito: quiz ya nadie se atreva a afirmar que los esquimales tienen cientos de palabras para la nieve, que los griegos de la poca homrica no podan distinguir el color azul, que los nios Hopi de cinco aos consideran elementales las teoras de Einstein o (como el antroplogo Marshall Sahlins [1977] lleg a insinuar) que los pueblos que hablan lenguas que slo singularizan dos nombres de color slo pueden ver dos colores; pero todava hay quien asevera que existen aborgenes que no saben contar ni hasta 2, a los que no se les puede ensear a que nombren ningn nmero ms all de ese lmite o a dibujar una lnea recta, y cuya lengua es tan menesterosa que ni siquiera les es posible aprender alguna otra; o que los chinos (justamente), cuyo paradigma de conjugacin verbal carece de modo subjuntivo, son prcticamente incapaces de hacer suposiciones, de pensar en una disyuntiva imaginaria y de formular planes a futuro.

Lo primero que llama la atencin al cabo de la simple enumeracin de las corrientes y autores es la proporcin desmesurada de anti-iluministas, reaccionarios monrquicos, ultranacionalistas, irracionalistas, anticientficos, oscurantistas, creacionistas, pastores fundamentalistas y hasta simpatizantes documentados del nazismo que se encuentran en 18

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las filas del movimiento relativista y en sus derivaciones tempranas. Si bien los posmodernos relativistas que mencion ms arriba han hecho alarde de comunin con el multiculturalismo y el poscolonialismo crtico, se precian de subversivos, se han apropiado de las jergas emancipadoras y han repudiado ciertos hallazgos experimentales aduciendo que no existe un discurso privilegiado en el cual la verdad sea independiente de nuestras elecciones, temores y esperanzas (Saunders y van Brakel 1995: 170), no hay que llamarse a engao: los progresistas que en esta contienda han abrazado el relativismo son muy pocos y en materia de poltica acaso ninguno est a la altura del universalista Noam Chomsky en su combatividad y su compromiso. Chomsky ha sido, incidentalmente, miembro del Board of Directors de la Endangered Language Fund desde su fundacin, ha abordado el tema de la diversidad lingstica desde antes que lo hicieran los relativistas y ha pronunciado al menos una resonante conferencia en defensa de las lenguas en peligro.3 En otras palabras, y a pesar que en los ltimos aos Dan Everett confes su atesmo y Stephen C. Levinson se hizo evolucionista, no existe y no es probable que llegue a existir un relativismo de izquierda, o aunque ms no fuese un relativismo anti-anti-materialista que se arriesgue siquiera a seguir el ejemplo de Clifford Geertz (1984) y su antianti-relativismo. Tras una historia tan turbia tampoco ha habido jams un sinceramiento de los culpables, una autocrtica de los cmplices o una demarcacin de los disidentes; floreciendo primordialmente en los Estados Unidos el relativismo en general siempre difiri tratar estos hechos de su propia historia o los silenci sin ms trmite. Por ms que en nuestra disciplina nos llenemos la boca denunciando la construccin social de los saberes cientficos y la relatividad contextual del conocimiento, ningn historiador antropolgico del relativismo que me haya precedido se molest en referir los hechos que he sealado y seguir consignando a pesar que son evidentes hasta la nusea. En este campo ha prevalecido un doble estndar: mientras que el posmodernismo, el poscolonialismo y los estudios culturales se hartaron de poner en cuestin a la antropologa cientfica resaltando sus complicidades con el proyecto colonial, subrayando las asimetras inherentes a la autora etnogrfica o haciendo pblicas las bajezas humanas de Bronisaw Malinowski, nadie que yo conozca (ni siquiera Ferruccio Rossi-Landi) ha levantado mociones de sospecha por la proporcin desmesurada de evangelizadores, telogos, hermeneutas bblicos de lnea intransigente, promotores de cruzadas contra la barbarie o de la integracin forzada, negadores del holocausto Mura y hasta supremacistas de la arianidad que se encuentran en las filas del relativismo en las etapas que toca investigar en este captulo y hasta en los tiempos que corren.

La conferencia se difundi el 15 de noviembre del 2006. Fue anunciada en el Endangered Language Fund e-Newsletter de mayo de ese mismo ao (http://www.endangeredlanguagefund.org/lib/pdf/ELFNewsletter_5-2006.pdf). Desde entonces la conferencia se difunde desde la Home Page de la institucin y se la puede escuchar aqu: http://www.endangeredlanguagefund.org/chomsky.php. La disertacin (muy atpica en un campo en el que muy pocos se atreven a explicar algo) se titula, significativamente, Why are there so many languages: Diversification from an underlying unity (Chomsky 2006b).

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Sinteticemos los hechos para que no quepan dudas, pues la evidencia acumulada en el rbol genealgico del relativismo es ms que elocuente: Johann David Michaelis propici una utopa de erradicacin a los trpicos como solucin al problema judo, prefigurando el Apartheid; Antoine de Rivarol fue (por decir lo menos) un ferviente monrquico que aborreca todo pensamiento revolucionario y que pregonaba la superioridad de la lengua y del pensamiento francs; Johann Georg Hamann y Johann Gottfried Herder ( y todo el Sturm und Drang con ellos) se oponan vehementemente a los ideales democrticos e igualitarios de la Ilustracin; Hamann, en particular, crtico de la Razn, se hizo conocido como uno de los germanfilos/francfobos ms vehementes de todos los tiempos; Lazarus Geiger sostena que las razas superiores que hablaban lenguas arias (originadas en Alemania, arga, no en Asia Central) haban desarrollado ms la vista que el olfato, un sentido repulsivo que todava prevalece en las razas humanas inferiores; el humboldtiano Daniel Brinton aseguraba que existan diferencias en la capacidad cerebral de las razas blanca, amarilla, roja y negra (en orden descendente de centimetraje cbico), mientras que su noble rival, Franz Boas, admita no poder asegurar que no existieran; Benjamin Lee Whorf estuvo asociado a la teosofa (Atlntida incluida) y era opuesto a las teoras evolucionarias que hoy ciertos relativistas se apresuran a abrazar; Leo Weisgerber estuvo asociado a movimientos ultranacionalistas, a la derecha celta y al nazismo en crudo; Jost Trier escribi docenas de ensayos celebratorios de la raza aria, la Muttersprache y la superioridad moral de los alemanes; Walter Porzig fue miembro documentado del partido nazi ( NSDAP, n 3397875) y de la Liga Nacionalsocialista de Maestros ( NSLB, n 324430); Richard Shweder (1991), conservador reconocido y confeso, celebr el espritu romntico de rebelin contra los ideales de la Razn iluminista; Geoffrey Sampson, enemigo declarado de Steven Pinker y del innatismo, escribi un malhadado panfleto titulado No hay nada malo con el racismo (Excepto el nombre) en el que afirma que existen diferencias bien documentadas en las capacidades intelectuales de las diferentes razas (Sampson 2002); Dorothy Lee (1949), Alfred Bloom (1981) y ya ms cerca nuestro Peter Gordon y el pastor del ILV Daniel Everett han resucitado ideologas del dficit lingstico y del cdigo restringido que nadie creera aun viables en nuestras disciplinas (cf. Danzig 1995); estos autores, por ltimo, han construido su celebridad adjudicando limitaciones cognitivas y lagunas culturales que aducen emanadas del lenguaje a un pueblo que ha sufrido dos de los ms atroces etnocidios de la historia, sobre los cuales ningn relativista desde Michaelis a Levinson mencion jams palabra alguna (vase Wilkens 1819; Nimuendaj 1948: 266-267; Moreira Neto 1988; Treece 2000; Pantoja Caldas 2006: 9; Harris 2010: 82, 148-154; Boga 2011). Por aadidura, las veces que en el pasado se ha exaltado la diversidad ha sido para mantener domesticadas a las ciencias humanas que podran tentarse en la bsqueda de universales, para promulgar la imposibilidad de toda visin sistemtica, para priorizar mensajes sobre la disparidad de las lenguas en detrimento de la promocin de su igualdad, para multiplicar las traducciones de la Biblia al sinnmero de lenguas existentes sin que nadie se subleve en defensa de la diversidad religiosa y para promover opciones que van desde un reclamo nacionalista para los propios (Weisgerber) hasta un Apartheid como utopa a imponer a los extraos (Michaelis). No por nada el espaol Xabier Zabaltza 20

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(2006: 176, 236), en un estudio titulado Una Historia de las Lenguas y los Nacionalismos, referido a un pas donde ste es un problema polticamente agudo, ha denunciado que la HSW ha servido de coartada intelectual a todos los nacionalismos lingsticos. Mientras este libro est siendo escrito sin encontrar todava su formato definitivo este gnero de constataciones despierta sentimientos encontrados; sera a todas luces injusto generalizar este sustrato irreductible (que alimenta tanto la glorificacin del Volksgeist germnico como el tratamiento peyorativo de la mentalidad Pirah) insinuando que contamina a la totalidad del movimiento; pero tampoco parece razonable censurar las referencias a las notas de racismo, de pensamiento reaccionario e irracionalismo que bullen en la escritura de un nmero crecido de los autores implicados, por lo que no dudar en sealarlo cuando resulte a la vez indudable y relevante. Mediante esta tctica espero asimismo echar un poco de luz sobre las ideologas admitidas o inconfesas con las que las algunas estrategias del relativismo se sienten en armona, por ms que los mandatos doctrinarios o los frecuentes llamados al salvataje de lenguas en peligro parezcan estar comprometidos con el respeto al Otro y la promocin de la diversidad. En los tiempos que corren, despus de todo, la mala imagen de la HRL que prevalece en el exterior de la antropologa lingstica se encuentra tan acendrada que antroplogos que nada tenemos que ver con el relativismo debemos salir a veces a dar explicaciones por algo que dijo alguien que de puertas para adentro es un adversario cientfico. En una moderna enciclopedia sobre cerebro y neurociencia escriben por ejemplo los psiclogos John Kihlstrom y Lillian Park:La investigacin futura de la hiptesis de Sapir-Whorf debera reposar menos en las diferencias entre lenguas exticas y no exticas, un foco paradigmtico que a veces implica que los hablantes de las lenguas exticas son cognitivamente deficientes (Kihlstrom y Park 2002: 850).

As como Whorf (1956: 209) alega que una raza que slo viera el color azul probablemente no formulara una regla que lo especificase, del mismo modo los antroplogos quiz no percibamos los signos de etnocentrismo que hormiguean en nuestros propios textos, ni advirtamos que las teoras que deberan sustentar determinadas conjeturas que creemos robustas no estn ni siquiera esbozadas. En otro raro libro dedicado a examinar las retricas de la Revolucin Cultural china la comunicloga Lucy Xing Lu de la Universidad DePaul en Chicago dice:Las limitaciones de la Hiptesis de Sapir-Whorf tambin se revelan en la orientacin investigativa demostrada por Boas, Sapir y Whorf. Sus comparaciones de lenguas europeas y tribales (Boas y Sapir las llamaban lenguas primitivas) puede sugerir un sesgo etnocntrico y un sentido de superioridad de las lenguas occidentales. Ms aun, las discusiones de los estudiosos mayormente se centran en torno de los aspectos formales del lenguaje (estructurales y gramaticales); ellos tampoco sistematizan una teora con respecto al lenguaje y el pensamiento, ni proporcionan evidencia suficiente para soportar sus hiptesis (Lu 2004: 30).

Dicho esto y ya encaminados en la articulacin narrativa de los hechos histricos, el primer dilema que surge es (contrariando el principio epistmico de Foucault) que el eventual cronista es libre de remontar los orgenes de la idea de lo relativo y lo diverso (o 21

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de la idea que fuere) hasta un momento tan alejado en el tiempo como se quiera. Por ms que los antecedentes de cualquier nocin cientfica se puedan rastrear cmodamente hasta la poca de los presocrticos, la India antigua o el Auriacense, a la luz del carcter decididamente moderno de sus hiptesis encuentro aceptable comenzar la crnica de las teoras relativistas analizando un puado de ideas poco conocidas engendradas en un raro episodio de la sociologa del lenguaje. El hecho es que en 1759 la Academia de Berln lanz un concurso de ensayos cuyo tema era Cul es la influencia recproca de las opiniones de la gente sobre la lengua y de la lengua sobre las opiniones?. El ganador del concurso fue Johann David Michaelis [1717-1791], estudioso de la Biblia especializado en el tema de la reconstruccin de las vocales perdidas del hebreo. Su famosa disertacin fue publicada al ao siguiente junto con otros trabajos de menor entidad en un volumen titulado Dissertation qui a remport le Prix propos par lAcdemie Royale des Sciences et Belles Lettres de Prusse, sur linfluence rciproque du language sur les opinions et des opinions sur le langage (Michaelis 1760), cuya traduccin al ingls de 1769 (basada en la traduccin francesa de 1762 del original en alemn) he puesto al alcance del lector en el hipertexto bibliogrfico de este libro.

Figura 2.1 Johann David Michaelis. Retrato de Charles de Lafontaine, ca. 1790

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Los historiadores de la sociologa y la antropologa del lenguaje reconocen las ideas de Michaelis como proto-whorfianas (Salmon 1977). Ellas afirman fundamentalmente que una lengua natural refleja la visin del mundo de sus hablantes y que esa visin deriva del lenguaje en el que estn escritas las ideas que la conforman. Raoul Smith (1976), profesor de Lingstica de la Northwestern University, encuentra que la tesis de Michaelis constituye no slo la piedra fundamental de la HRL sino una de las mejores discusiones de la relatividad del lenguaje de todos los tiempos. Ms all de la originalidad del concepto, lo ms probable es que los mritos de la tesis no lleguen a tanto. Las ms de las veces Michaelis se entretiene con observaciones anecdticas que luego son convencionalmente generalizadas. Por ejemplo:Cada lengua, antes que haya pasado por manos filosficas, debe por necesidad ser escasa en trminos apropiados para denotar objetos tales como los que no vienen del mbito de los sentidos, y especialmente ideas metafsicas. Es as que [Hiob] Ludolph nos informa que los Etopes, no teniendo ms que una palabra para la naturaleza y la persona, no pueden distinguir esas dos cosas en la controversia concerniente a las dos naturalezas de Cristo (Michaelis 1771: 6).

La orientacin doctrinaria de Michaelis a veces se cobra su tajada, como se muestra en sus observaciones sobre las virtudes y los saberes escondidos en la etimologa, una de las figuras de la ideologa relativista que veremos aparecer ms tarde en los criptotipos de Whorf:Apenas puede imaginarse cunto bien est contenido en la etimologa. Es un tesoro de sentido, conocimiento y sabidura: incluye verdades cuyo interior la mayora de los filsofos no ha visto y que algn da inmortalizarn al filsofo que las descubra, sin mucho ms que por haber aprendido l mismo que, desde tiempos inmemoriales, ellas han estado en boca de todos. Esto no es del todo extrao. Las lenguas son una acumulacin de la sabidura y el genio de las naciones, a la que cada una ha aportado algo; que esto no se entienda [como algo relativo a] los instruidos solamente, quienes, por el contrario, a menudo slo tienen un genio estrecho, quienes estn aun ms enceguecidos por los prejuicios y quienes, despus de todo, apenas constituyen la centsima parte de la humanidad. El hombre comn de ingenio es quiz un contribuyente mayor, y el iletrado tiene a menudo una participacin ms grande, estando sus pensamientos, como podra decirse, ms estrechamente aliados a la naturaleza (Michaelis 1771: 12).

Ntese tambin que este relativismo rudimentario ya celebra, whorfianamente, la autenticidad de las lenguas de los iletrados (que ms tarde sern los grafos), su frescura, su numerosidad y su cercana a la naturaleza. Otra extraordinaria premocin de las discusiones relativistas del siglo XXI sobre la falta de trminos para designar los nmeros entre los Pirah aparece en estas frases asombrosas:Formarse ideas distintivas de los nmeros ms all de lo que la imaginacin puede captar en un instante sera extremadamente difcil sin una lengua y sin emblemas que suministren lo que se necesita. Algunos han juzgado que esto no ira ms all de tres; yo me inclino a pensar que estando el nmero de nuestros dedos continuamente ante nuestros ojos puede hacer que surja nuestra concepcin de cinco; pero sera difcil fijar la idea de cualquier cosa encima de cinco, y de todos los mltiplos de cinco. [] En Amrica hay pueblos que no pueden pensar ms all de veinte; lo que exceda ese nmero ellos lo compa-

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ran con el nmero de los cabellos; una expresin muy apropiada para denotar una cantidad confusa y, para ellos, indeterminada; para ellos, los grandes nmeros deben parecer algo de lo cual no se puede formar ninguna idea precisa (1771: 29).

Por ms que el relativismo ms reciente haya desarrollado ideas parecidas en formas distintas, desde nuestra perspectiva actual resulta curioso que Michaelis se ocupe de investigar las razones por las cuales diversas lenguas llegan a ser origen de problemas y errores. Michaelis sistematiza esas razones como sigue, afirmando que una lengua puede ser daina (1) por su pobreza, (2) por su copiosidad, (3) por sus equivocaciones, (4) por sus ideas accesorias y falsos juicios, (5) por sus etimologas o expresiones preadas de equivocaciones o productoras de errores y (6) por una propensin indebida hacia bellezas arbitrarias ( pg. 40). La lengua rica, austera e ideal que Michaelis tiene en mente es, por supuesto, el alemn. Uno de los temas pendientes en la historiografa lingstica concierne al impacto que las ideas de Michaelis pudieron haber tenido en el relativismo ulterior. A excepcin de unas referencias breves en el artculo de Raoul Smith (1976: 339), la mayor parte de los pocos historiadores relativistas que han odo hablar de l mantiene silencio sobre el hecho de que Michaelis lleg de alguna manera a incidir en la teorizacin en el continente americano (cf. Miller 1968; Cloeren 1988; Koerner 1992; Leavitt 2011). En el Catalogus Bibliothecae Harvardianae Cantabrigeae Nov-Anglorum compilado presumiblemente por Isaac Smith [1749-1829] se seala que en algn momento hubo en la biblioteca de la universidad seera de la Ivy League una copia de la disertacin (I. Smith 1790). Pero el dato ms curioso se refiere a un personaje famossimo aunque olvidado por las crnicas relativistas, Noah Webster [1758-1843], padre de la educacin en los Estados Unidos y editor del famoso Diccionario Merriam Webster. Webster describe a Michaelis como uno de los ms eminentes fillogos del siglo actual; Webster tambin escribi un ensayo que se llama casi igual que la tesis de Michaelis, esto es A dissertation concerning the influence of language on opinions, and of opinions on language, incluido en la portentosa A collection of essays and fugitiv writings: on moral, historical, political and literary subjects, cuyo puntero tambin he incluido en la bibliografa (Webster 1790: 222-228). La nota al pie que cuelga del ttulo del ensayo de Webster expresa que dicho nombre y muchas de las ideas siguientes, estn tomadas en prstamo de un tratado de Mr Michaelis, Director de la Sociedad Real de Gttingen. El prstamo, dicho sea de paso, nunca fue devuelto y el prestatario se qued con todo: Webster copia casi todas las ideas y ancdotas desarrolladas por Michaelis, incluida la referencia al pionero del africanismo Hiob Ludolf, a los etopes y a las dificultades que stos experimentan para comprender el misterio de la Trinidad (Michaelis 1771: 6; Webster 1790: 224-225). En fin, la conclusin es obligada: ms de un siglo antes que Boas viniera a Amrica trayendo las ideas de Wilhelm von Humboldt, algunos elementos bsicos presentes en doctrinas que prefiguran lo que ms tarde sera la HRL (no necesariamente los ms lcidos) encontraron la forma de pasar del viejo al nuevo mundo. Si bien la dimensin terica del trabajo de Michaelis puede resultar todava interesante por su curiosidad y su frescura, la parte aplicativa de su filosofa luce mucho ms pro-

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blemtica. Ninguno de los relativistas lingsticos que conozco y que se han referido alguna vez a Michaelis (Gumperz y Levinson 1996: 12; Smith 1976; Salmon 1977) menciona tampoco que este estudioso particip activamente en las discusiones sobre la cuestin juda en la Alemania del siglo XVIII, proponiendo como solucin final (teniendo en cuenta que los judos eran segn l propensos al delito y demasiado dbiles de cuerpo para el servicio militar) que se los enviase a una colonia tropical para que cultivaran la tierra y se hicieran capaces de beneficiar de este modo a la metrpolis colonial y a la sociedad en su conjunto (Hess 2000: 58-59). No quiero implicar que este diseo de poltica cultural antisemita que se esboz apenas acabado de acuarse el concepto de lengua, raza y cultura semtica haya encontrado el modo de reptar hasta el corazn de la HRL ulterior, afectando de algn modo la naturaleza ideolgica de todo el movimiento; pero no me ha parecido honesto callar este dato. Habr quien diga que Michaelis estaba persuadido de que sus intenciones eran nobles y honestas; pero los diseadores del Apartheid, un proyecto cultural relativista y preservador de la diversidad demasiado parecido al suyo, tambin posaban como si fueran gente de bien temerosa de Dios. Otra figura esencial en la corriente anti-enciclopedista que influy en las ideas relativistas ulteriores fue Johann Georg Hamann [1730-1788] quien, igual que Herder, fue un alumno dscolo de Immanuel Kant. La historiografa whorfiana lo recuerda como el primer escritor alemn que discuti sobre la relacin entre el lenguaje y el pensamiento, llegando a la conclusin de que la razn deba ser relativa al idioma hablado por un pueblo (Miller 1968: 17; Penn 1972: 14-15, 48; McAfee 2004; Hamann 2007). La idea de que siendo cada lengua un reflejo de las mentalidades nacionales (como se deca entonces) y que por ende un examen de las diferentes lenguas que pueblan la tierra sera la mejor contribucin a una comprensin del entendimiento humano no slo atraviesa toda la historia de la HRL sino que forma parte del programa contemporneo de Nicholas Evans y Stephen C. Levinson (Evans y Levinson 2009a; 2009 b; Miller 1968: 20). Uno de los trabajos ms importantes de Hamann en relacin con la hiptesis es su breve estudio Kreuzzge des Philologen (1762) o La Cruzada de los Fillogos. En l se encuentran ya articulados varios de los temas relativistas ms tpicos; el ms recurrente es la idea de que aunque hay similitudes entre las lenguas tambin hay entre ellas profundas diferencias, que a su vez son correlativas a disparidades en la forma de pensar. Lo ms radical en los enunciados de Hamman es la aseveracin de que el lenguaje no se origina en el pensamiento, sino que su origen es incluso anterior, por cuanto el pensamiento requiere un lenguaje para manifestarse. No es caprichoso encontrar una semejanza entre esta concepcin y la de Franz Boas cuando este antroplogo afirme, un siglo y medio ms tarde, que cuando tratamos de pensar con claridad pensamos con palabras (Boas 1911a: 71). Como habr de verse luego, por extravagante, conjetural y logocntrica que sea, la idea de que el pensamiento slo puede tener lugar verbalmente ha llegado

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a ser constitutiva y dominante en la corriente relativista.4 Nadie se ha detenido a especular, sin embargo, cules podran haber sido los temas de conversacin en ese momento fugaz del proceso evolutivo (digno de la imaginacin de un Jonathan Swift) en el que la gente era capaz de hablar pese a no tener pensamiento todava. Como sea que haya sido, diez aos ms tarde Hamann da a luz su Philologische Einflle und Zweifel (1772), un libro que por versar de filologa debera ser particularmente claro pero que es de lectura complicada por su sintaxis mstica y pomposa. Antes que tomara impulso el estudio de la lingstica de la poca, George Steiner encuentra en l, sin embargo, anticipaciones sorprendentes de las hiptesis que nos ocupan:Hamann adelanta sugerencias que ya anuncian el relativismo lingstico de Sapir y de Whorf. Parece afirmar que es la diversidad de las lenguas lo que determina las mltiples elecciones que hacen los hombres en ese ocano de sensaciones que sumergen su sensibilidad. Hamann afirma que ni las coordenadas cartesianas del razonamiento discursivo universal ni el mentalismo kantiano dan cuenta de la profusin de mecanismos fecundos, irracionales, mediante los cuales el lenguaje, nico para todas las especies pero tan mltiple como las naciones, da forma a la realidad y se halla, a su vez, sometido al influjo de la experiencia particular de los hombres (Steiner 2011 [1975]: 97).

O por mucho me equivoco, o en el ocano de sensaciones de Hamann palpitan imgenes primigenias, destellos sensoriales, metforas acuticas y arquetipos que son premonitorios de los que anidarn en el flujo caleidoscpico de Benjamin Lee Whorf (1971 [1940]: 240, 241). Apenas una generacin posterior a Michaelis y Hamann, el estudioso reputado como el fundador de la idea de relatividad lingstica es sin duda Johann Gottfried Herder [1744-1803], figura impulsora del movimiento Sturm und Drang y crtico acrrimo de los enciclopedistas (cf. Marchand 1982). El influjo de Michaelis sobre Herder es palpable. Afirmaba Herder en 1768 que el lenguaje estructura la cognicin humana y que la lengua refleja el carcter nacional y la Weltanschauung. Esta ltima es una palabra que se remonta a la Crtica del Juicio de Immanuel Kant [1724-1804], cuya invencin se atribuye errneamente a Wilhelm von Humboldt o al neokantiano Wilhelm Dilthey (de la Escuela de Baden) pero que Herder llev a su apoteosis. Lo importante de esta comedia de enredos de las atribuciones, las precedencias y los orgenes es que al final del da ha sido Herder quien llev a otras disciplinas el concepto original de un autor, Immanuel Kant, al cual ni l ni los relativistas en general han tenido en buena estima. No est

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Puede encontrarse una idea similar en The Descent of Man de Charles Darwin (1871) donde se lee: Un tren complejo de pensamiento no se puede llevar a cabo sin la ayuda de palabras, sean ellas habladas o silenciosas, ms de lo que un largo clculo puede serlo sin la ayuda de cifras o de lgebra. Tambin parece que incluso un tren ordinario de pensamiento casi requiere, o es grandemente facilitado por alguna forma de lenguaje, puesto que Laura Bridgman, muda, sorda y ciega, fue observada usando sus dedos mientras dorma. Por desdicha para la causa relativista, no obstante, Darwin rompe con la idea de la dependencia lingstica del pensamiento agregando: Sin embargo, una larga sucesin de vvidas y conexas ideas puede pasar a travs de la mente sin la ayuda de ninguna clase de lenguaje, como podemos inferir de los movimientos de los perros durante su sueo (Darwin 1871: 99). Imagino que si hubiera tenido en cuenta esta observacin (que parece salida de la etologa cognitiva contempornea) el movimiento relativista nos habra ahorrado unas cuantas observaciones de fantasa.

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de ms suministrar una traduccin depurada del momento en el que Kant funda una idea que habr de ser central al relativismo pero que en su contexto tiene sin duda un significado muy distinto:Si la mente humana es no obstante capaz de siquiera pensar el infinito dado sin contradiccin, debe tener dentro de ella misma un poder que es suprasensible, cuya idea del noumenon no puede ser intuida pero que puede aun considerarse como el sustrato subyacente a lo que es mera apariencia, a saber, nuestra intuicin del mundo [Weltanschauung]. (Kant, Crtica del Juicio, Parte I, Libro II, Seccin 26 [1790], mi traduccin). [Denn nur durch dieses und dessen Idee eines Noumenons, welches selbst keine Anschauung verstattet, aber doch der Weltanschauung, als bloer Erscheinung, zum Substrat untergelegt wird, wird das Unendliche der Sinnenwelt, in der reinen intellektuellen Grenschtzung, unter einem Begriffe ganz zusammengefat].

Haya tomado el concepto de Kant o de quien fuere, lo importante es que Herder fue una de las fuentes de inspiracin de Wilhelm von Humboldt, de quien nos ocuparemos un par de prrafos ms adelante. El antroplogo Clyde Kluckhohn y el arquelogo Olaf Prufer (1958: 8) comentaron que Boas lleg a comprar los 40 volmenes de la obra de Herder mientras era estudiante en la Universidad de Bonn, a los 19 aos. Casi tres dcadas ms tarde, Boas dira en su History of Anthropology que en su Ideen zur Geschichte der Menschheit (1784 a 1791) se encuentra quiz por primera vez, claramente expresado, el pensamiento fundamental de la cultura de la humanidad como un todo (Boas 1904: 514). En esos aos, ms precisamente en 1903, fue cuando Sapir se contact con Boas, se inscribi en su curso sobre lenguas americanas y decidi, con la venia del maestro, elaborar su tesis de maestra sobre las ideas desarrolladas en Ursprung der Sprache de Herder (Murray y Dines 1986: 125). Volviendo al siglo en el que estbamos, pocos aos ms tarde casi los mismos argumentos que hemos entrevisto en las obras de Herder vuelven a encontrarse en el monrquico anti-revolucionario Antoine de Rivarol [1753-1801]:Si la lengua es el propio pensamiento que se manifiesta, tambin debe ser verdad que el pensamiento es lenguaje interior y escondido. El hombre que habla es entonces el hombre que piensa en voz alta; y si se lo puede juzgar por sus palabras, del mismo modo se puede juzgar una Nacin por su Lenguaje (Rivarol 1784: 19).

Segn se puede inferir del contexto, la Nacin era por entonces (con atributos no del todo diferentes) lo que ms tarde se llamara una sociedad o una cultura. Despus de Michaelis, Herder y Rivarol uno de los precursores indiscutidos de la HSW ha sido Wilhelm von Humboldt [1767-1835], hermano del reputado navegante (Alexander) quien fue apenas levemente ms famoso ( Brown 1967; Stubbs 2002: 278-280). La obra de Wilhelm ms significativa a este respecto es su libro sobre el lenguaje, significativamente titulado ber die Verschiedenheiten des menschlichen Sprachbaues und seinen Einfluss auf die geistige Entwicklung des Menschengeschlechts (1836),5 publica-

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La diversidad del lenguaje humano y su influencia en el desarrollo intelectual de la humanidad. Vase http://www.archive.org/download/berdieverschied00humbgoog/berdieverschied00humbgoog.pdf.

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do en el volumen VIII de la edicin cannica de sus obras completas, disponible en el dominio pblico y hasta traducido al ingls y al castellano. Aunque polticamente se encuentran en las antpodas, se ha especulado que existe una influencia muy fuerte de la filosofa lingstica de la Ilustracin sobre las ideas de Humboldt (Aarslef 1977; Ricker 1994: 175; Carhart 2008); estudiosos alemanes de renombre, como Helmut Gipper (1981) y Wulf Oesterreicher (1981) impugnan esta concepcin. Aparte de su contribucin perdurable a la tipologa de las lenguas una piedra de toque para algunos, una pieza de poca para otros la importancia de Humboldt en la historia de la lingstica es imposible de exagerar. Su hermano Alexander (quien public ber die Verschiedenheiten, un ao despus de la muerte de Wilhelm y que le sobreviviera dos dcadas) escribi sobre l:[Wilhelm] vio cmo a su lado surga una nueva ciencia de la lengua, ciencia que l mismo impuls, una reduccin de la variedad de los tipos de lenguas que estn fundadas en las caractersticas del espritu humano: abarcando toda la Tierra en esa variedad, estudiando la estructura de cada lengua, como si fuera un nico objeto de estudio [...] fue el Inmortal que, no slo entre sus contemporneos, estudi el mayor nmero de lenguas; tambin fue l quien estudi de forma ms profunda la relacin entre todas las lenguas y su influencia en la formacin de la humanidad.

Figura 2.2 Wilhelm von Humboldt Dibujo de Franz Krger, 1827. Bildarchiv preuischer Kulturbesitz, Berln.

Dos siglos ms tarde la figura de Humboldt es celebrada por quien es acaso el ms eminente de los whorfianos independientes contemporneos:Introducirse [en la obra de Humboldt] equivale a entrar en contacto con un intelecto de otro orden. El juego de la inteligencia, la delicadeza de las observaciones y apuntes aisla-

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dos, la amplitud de la argumentacin confieren a sus escritos sobre el lenguaje, por incompletos que sean, una posicin nica. Quiz Humboldt es, junto con Platn, Vico, Coleridge, Saussure y Romn Jakobson, uno de los raros escritores y tericos del lenguaje que hayan dicho algo verdaderamente nuevo (Steiner 2011: 98-99).

En la cita anterior yo quiz sustituira al poeta romntico Samuel Taylor Coleridge por Noam Chomsky, cuyo impacto en el pensamiento cientfico y en la civilizacin ha sido y ser rdenes de magnitud ms grande y a quien Steiner (considerando la excelencia de sus estndares de lectura) se ha obstinado siempre en leer muy prejuiciosamente; pero fuera de ello