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Reflexiones en torno a una Arqueología de la Guerra Civil: El caso de Laciana (León, España) Reflections around an Archaeology of the Spanish Civil War: The case of Laciana (León, Spain) RESUMEN El presente trabajo pretende ser una reflexión acerca del tratamiento que los vestigios de nuestra Guerra Civil han tenido y deberían tener en un futuro. Se hace por tanto un sucinto repaso de algunos de los trabajos llevados a cabo hasta la fecha, a la vez que se intenta obser- var el fenómeno desde una óptica territorial. Analizaremos también las posibilidades de la puesta en valor del patrimonio bélico. Finalmente exponemos una breve consideración sobre la zona de estudio que dio origen a esta reflexión: Laciana. Nos planteamos si el conflicto, ade- más de un trauma colectivo, supuso un cambio de modelo socio-económico que, a través de la minería, rompiese con el Antiguo Régimen. ABSTRACT This paper aims to be a reflection around the processing that the archaeological remains of the Spanish Civil War have had and should have in the future. We will do a brief review of some works that have been done to date, at the same time that we attempt to examine the issue from a landscape point of view. We will analyze the value enhancement strategies that could be adopted with this heritage too. Finally, we expound a brief consideration about the subject of study which gave rise to this reflection: Laciana. We ask ourselves whether the conflict, in addition to be a collective trauma, meant a change on the socio-economical trends that could have broken the Ancient Regime traditional patterns. LABURPENA Artikulu hau gure Gerra Zibilak eragin dituen eta etorkizunean eragingo dituen aztarnen tratamenduari buruzko hausnarketa bat da. Hori dela eta, orain arte egindako lanak gainbegiratu eta fenomenoa lurraldetasunaren ikuspegitik aztertu dugu. Horrez gain, gerra-ondarearen balioaz ere idatzi dugu. Amaitzeko hausnarketa hau eragin zuen Laciana eskualdeari buruzko gogoeta labur bat ere sartu dugu. Gatazka hark trauma kolek- tiboa ez ezik, meatzaritzaren bitartez eredu sozio-ekonomikoaren aldaketa eta Erregimen Zaharraren haustura ere eragin ote zuen aztertu nahi izan dugu. Pablo ALONSO GONZÁLEZ (1) PALABRAS CLAVES: Arqueología Guerra Civil Laciana Paisaje KEY WORDS: Archaeology Civil War Laciana Landscape GAKO-HITZAK: Arkeologia, Gerra Zibila, Laciana, paisaia 1. INTRODUCCIÓN Presentamos aquí algunas de las reflexiones consecuencia de un proyecto de investigación arqueológica 1 en la comarca de Laciana, situada al norte de la provincia de León. Si bien el trabajo de prospección iba encaminado principalmente al conocimiento del poblamiento antiguo y medieval, el hallazgo de algunos vestigios relacionados con la Guerra Civil llevó al equipo a plantearse la nece- sidad – si bien en este caso a posteriori – de pres- tarles una atención particular dada su generaliza- da condición de abandono. En primer lugar, por tanto, desarrollamos una serie de reflexiones teóri- cas para después pasar a una sucinta exposición de nuestro caso de estudio. 2. ESTUDIOS ARQUEOLÓGICOS SOBRE LA GUERRA CIVIL Si bien la Guerra Civil es uno de los aconteci- mientos bélicos que cuenta con un mayor fondo bibliográfico, puede decirse que desde la Arqueología ha sido bastante olvidada. En otros países sin embargo la Arqueología bélica ha con- MUNIBE (Antropologia-Arkeologia) nº 59 291-312 SAN SEBASTIÁN 2008 ISSN 1132-2217 Recibido: 2008-11-04 Aceptado: 2008-10-29 (1) Arqueólogo responsable del Proyecto de Gestión Patrimonial y Desarrollo Local de la Junta de Castilla y León en Val de San Lorenzo. Calle Santa Lucía nº 24 1º. 24700 Astorga (León) - Tlf: 646114287 - Correo electrónico: [email protected] 1 “La transición entre el mundo antiguo y medieval en la montaña occidental leonesa. Poblamiento y estructuras socioeconómicas” Dirigido por Margarita Fernández Mier y financiado por la Junta de Castilla y León entre los años 2003-2005.

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Reflexiones en torno a una Arqueología de la Guerra Civil:El caso de Laciana (León, España)

Reflections around an Archaeology of the Spanish Civil War:The case of Laciana (León, Spain)

RESUMEN

El presente trabajo pretende ser una reflexión acerca del tratamiento que los vestigios de nuestra Guerra Civil han tenido y deberían teneren un futuro. Se hace por tanto un sucinto repaso de algunos de los trabajos llevados a cabo hasta la fecha, a la vez que se intenta obser-var el fenómeno desde una óptica territorial. Analizaremos también las posibilidades de la puesta en valor del patrimonio bélico. Finalmenteexponemos una breve consideración sobre la zona de estudio que dio origen a esta reflexión: Laciana. Nos planteamos si el conflicto, ade-más de un trauma colectivo, supuso un cambio de modelo socio-económico que, a través de la minería, rompiese con el Antiguo Régimen.

ABSTRACT

This paper aims to be a reflection around the processing that the archaeological remains of the Spanish Civil War have had and should havein the future. We will do a brief review of some works that have been done to date, at the same time that we attempt to examine the issue from alandscape point of view. We will analyze the value enhancement strategies that could be adopted with this heritage too. Finally, we expound abrief consideration about the subject of study which gave rise to this reflection: Laciana. We ask ourselves whether the conflict, in addition to bea collective trauma, meant a change on the socio-economical trends that could have broken the Ancient Regime traditional patterns.

LABURPENA

Artikulu hau gure Gerra Zibilak eragin dituen eta etorkizunean eragingo dituen aztarnen tratamenduari buruzko hausnarketa bat da. Hori delaeta, orain arte egindako lanak gainbegiratu eta fenomenoa lurraldetasunaren ikuspegitik aztertu dugu. Horrez gain, gerra-ondarearen balioaz ereidatzi dugu. Amaitzeko hausnarketa hau eragin zuen Laciana eskualdeari buruzko gogoeta labur bat ere sartu dugu. Gatazka hark trauma kolek-tiboa ez ezik, meatzaritzaren bitartez eredu sozio-ekonomikoaren aldaketa eta Erregimen Zaharraren haustura ere eragin ote zuen aztertu nahiizan dugu.

Pablo ALONSO GONZÁLEZ(1)

PALABRAS CLAVES: Arqueología Guerra Civil Laciana PaisajeKEY WORDS: Archaeology Civil War Laciana LandscapeGAKO-HITZAK: Arkeologia, Gerra Zibila, Laciana, paisaia

1. INTRODUCCIÓN

Presentamos aquí algunas de las reflexionesconsecuencia de un proyecto de investigaciónarqueológica1 en la comarca de Laciana, situadaal norte de la provincia de León. Si bien el trabajode prospección iba encaminado principalmente alconocimiento del poblamiento antiguo y medieval,el hallazgo de algunos vestigios relacionados conla Guerra Civil llevó al equipo a plantearse la nece-sidad – si bien en este caso a posteriori – de pres-tarles una atención particular dada su generaliza-da condición de abandono. En primer lugar, por

tanto, desarrollamos una serie de reflexiones teóri-cas para después pasar a una sucinta exposiciónde nuestro caso de estudio.

2. ESTUDIOS ARQUEOLÓGICOS SOBRE LAGUERRA CIVIL

Si bien la Guerra Civil es uno de los aconteci-mientos bélicos que cuenta con un mayor fondobibliográfico, puede decirse que desde laArqueología ha sido bastante olvidada. En otrospaíses sin embargo la Arqueología bélica ha con-

MUNIBE (Antropologia-Arkeologia) nº 59 291-312 SAN SEBASTIÁN 2008 ISSN 1132-2217

Recibido: 2008-11-04Aceptado: 2008-10-29

(1) Arqueólogo responsable del Proyecto de Gestión Patrimonial y Desarrollo Local de la Junta de Castilla y León en Val de San Lorenzo.Calle Santa Lucía nº 24 1º. 24700 Astorga (León) - Tlf: 646114287 - Correo electrónico: [email protected]

1 “La transición entre el mundo antiguo y medieval en la montaña occidental leonesa. Poblamiento y estructuras socioeconómicas” Dirigido porMargarita Fernández Mier y financiado por la Junta de Castilla y León entre los años 2003-2005.

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tado y cuenta a día de hoy con cierta proyección.Quizás un ejemplo paradigmático sea el de losEEUU, donde el National Park Service se encargade gestionar campos de batalla históricos fomen-tando su protección, investigación, valorización y laparticipación de las comunidades vecinas(MORRIS, 2001). En algunos países europeos,sobretodo norteños (SAUNDERS, 2007), existendiversas iniciativas de salvamento de vestigios delas conflagraciones mundiales, tanto de la primera (DUMENIL, 1998) como de la segunda – LíneaMaginot, Muro Atlántico, Campos deConcentración, etc. –. Que el patrimonio bélico esuna parte integrante esencial de la memoria históri-ca de un país es una afirmación plenamente acep-tada. En Inglaterra existen grupos específicos dedi-cados al estudio arqueológico de estos restos(FAULKNER, 2005). En Francia se realizan congre-sos que tratan el tema con rigurosidad y regulari-dad (MEDIEVAL EUROPE, 2007). Pero sin duda laempresa con más proyección práctica es la reali-zada por un equipo de arqueólogos dependientesdel estado belga que ya cuentan con varios añosde trayectoria. Analizan las dos guerras mundialescon metodología arqueológica haciendo despuésuna buena labor de difusión y puesta en valor de losresultados (SAUNDERS, 2002).

En España las intervenciones han sido míni-mas. Se carece de una legislación y de una ideaclara de cómo actuar ante los vestigios de nuestraGuerra Civil, tendiendo a asociarse la “recupera-ción de la memoria” – proceso esencialmente deraigambre política de limpieza de la crueldad einjusticias de la guerra – y las exhumaciones de res-tos humanos con una arqueología de la GuerraCivil. El resultado es un callado inmovilismo y unequilibrio inestable donde predomina el componen-te apolítico en todos los frentes imbricados con el“ente” arqueológico: empresas, administración einvestigadores. La mayor parte de las publicacio-nes sobre el tema provienen de aficionados y estu-diosos locales. Las iniciativas e investigaciones pro-tagonizadas por instituciones públicas o universi-dades son escasas, en general realizadas porpequeños centros de interpretación o museoscomo el “Centro de Estudios de la Batalla del Ebro”en Gandesa (<http://www.batallaebre.org/>,2008).La Arqueología de gestión, con más presión que laacadémica, tampoco puede aportar grandes nove-dades salvo gratas excepciones como el caso delyacimiento de Casas del Canal en Madrid, el pri-mero – aunque ya no el único – en ser excavado

arqueológicamente en nuestro país (SÁNCHEZ,BARROSO, ET ALII, 2004). Algunos organismosplantean actuaciones puntuales sobre el patrimo-nio, como el Centro Internacional de Investigaciónde la Guerra Civil Española con los restos del “Cerrodel Puerco” (< http://www.cigce.es/>), pero estasson aisladas y se presentan como insuficientes.Veamos como se desenvuelven las iniciativas plan-teadas en País Vasco desde la Sociedad deCiencias Aranzadi de cara a una racionalización dela investigación en torno a la guerra, quizás a día dehoy la una de las perspectivas más avanzadas ennuestro país a la estela de Asturias y Cataluña,región esta última en la que se han llevado a caboamplias investigaciones e incluso puesta en valorde los vestigios.

Los órganos surgidos desde ámbitos políticoshan sido esencialmente dos – Foro por la Memoriay Asociación para la Recuperación de la MemoriaHistórica – con una importante presencia en loque respecta a la recuperación de cadáveres delas víctimas de la guerra.

Hay sin embargo una mejora sustancial de lacalidad de los trabajos realizados por particulares,investigadores de toda condición por cuenta propiao integrantes de asociaciones. Dentro de estegrupo podríamos destacar por ejemplo los intere-santes proyectos del “Colectivo Guadarrama”(<http://www.colectivoguadarrama.org/index3.htm>, 2008) y en particular los trabajos de RicardoCastellano (CASTELLANO, 2004, 2005), o los delGrupo de Estudios del Frente de Madrid(<http://www.gefrema.org>, 2008). Para la zonaque nos atañe la publicación más completa proce-de un grupo de investigadores que ha catalogadoun ingente patrimonio en la Cordillera Cantábricadel llamado “Frente Norte” (AURELIO, PALOMA-RES, ARGÜELLES, 2007), además de los estudiosde la Asociación para la Recuperación de laArquitectura Militar Asturiana 1936/1937(<http://www.arama.org.es>, 2008).

En muy pocas de todas estas actividades men-cionadas podemos rastrear la presencia de un sóloarqueólogo, profesional en teoría responsable delestudio de los vestigios físicos del pasado. Estasituación deriva seguramente de las precarias con-diciones estructurales de la labor arqueológica ennuestro país tanto a nivel académico como empre-sarial, bien descritas ya por Antonio Malpica (MAL-PICA, 2000). Pero también de la propia mentalidadsocial y, en muchos casos, arqueológica, reticente

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todavía a asimilar una villa romana a una zona detrincheras. La Arqueología debería mirar a su alre-dedor para ser consciente del enorme patrimonioque deja de lado. Se crea así un vacío documentalimportantísimo: ni los historiadores de la contempo-raneidad se encargan de las trazas de la Guerra nison objeto de estudio arqueológico.

Consecuentemente, como es lógico, la visiónque ha primado es – por profunda que esta puedallegar a ser – la descriptiva–objetual. Los vestigiosson tenidos en cuenta como elementos mudos; nohablan porque no se les ha preguntado. Son valo-rados “en sí mismos” con un aire entre romántico ypostmoderno, como reliquias de un tiempo pasa-do, y no como documentos históricos. Visto enperspectiva, y teniendo en cuenta la pésima con-dición de las huellas de la guerra a día de hoy, lafilosofía podría ser esta. Es decir, cataloguemos ysalvemos los objetos para que sean estudiados enel futuro. Sin embargo, desde nuestro punto devista, si desde hoy mismo comenzamos a demos-trar la importancia y funcionalidad pragmática parael conocimiento histórico de estos restos, la con-cienciación social será mucho mayor: debemosempezar a hacer historia a partir del vestigio de laGuerra, ya que esa es el único factor que diferen-cia al arqueólogo de un mero técnico catalogador.Consecuentemente habremos alcanzado nuestroobjetivo – primero proteger para después poderestudiar – con una mayor solvencia y legitimidad.

3. ¿POR QUÉ AFRONTAR LA GUERRA CIVILDESDE UN PUNTO DE VISTA ARQUEOLÓGICO?

Desde un punto de vista estricto la preguntadebería ser por qué no. La Guerra Civil al igual quecualquier otro proceso bélico ha dejado su huellaen las mentalidades pero también en lo físico, enel territorio. Estas trazas, estos objetos esparcidospor la geografía nacional, desde la perspectiva delarqueólogo-historiador no son tales, sino docu-mentos. En teoría sólo el arqueólogo está prepara-do para hacer historia a partir del registro material,posea este la antigüedad que posea. Si él noaborda este análisis el patrimonio de la Guerraseguirá siendo un objeto-reliquia, descrito y quizáscatalogado, pero esencialmente inútil, consecuen-temente descuidado y desvalorizado socialmente.

No se trata solamente de que la arqueologíasea la más adecuada metodología con sus pro-pias herramientas para extraer restos del subsue-

lo científicamente. Creemos que ya pasaron lostiempos en los que excavación y arqueología eranconceptos prácticamente sinónimos. Diversasherramientas y técnicas permiten al arqueólogoextraer unas informaciones históricas bien diver-sas de las que aporta el documento escrito por sísolo, hecho que se ha manifestado en las distintasfases históricas en las que la arqueología ha idointerviniendo. A distintas preguntas, distintas res-puestas.

Otra cuestión resulta esencial para la valida-ción de la Arqueología como disciplina encargadadel estudio de la Guerra, y en particular de susdifuntos. Esta, además, escapa al universo de laciencia y entra de lleno en el ámbito social: será lasociedad la que democráticamente decida. Lasopciones son básicamente dos. O bien considerarla Guerra y sus matanzas como crímenes de gue-rra, caso en el cual los restos deberían ser extraí-dos por un forense con presencia de un fiscal tra-tando de determinar las causas y culpabilidadesde las muertes, o bien tratarlos como otra partemás de la historia, es decir, como patrimonio. Eneste último caso la Arqueología habría de ser laresponsable de la exhumación. Cualquiera deambas decisiones lleva implícita una importantecarga ideológica y sentimental, por lo que, comodecimos, la elección ha de quedar en manos denuestra sociedad.

La visión histórica que tenemos de la GuerraCivil – al parecer el segundo conflicto bélicosobre el que más se ha escrito tras la SegundaGuerra Mundial – es, desde nuestra perspectiva,bastante irreflexiva y deshumanizada. Muchosabemos sobre rencillas políticas, grandes hom-bres, materiales de guerra, intervención extranje-ra, épicas batallas, etc; muchos artistas han plas-mado con genio su impresión sobre la guerra,pero bastante poco conocemos sobre la realidad“humana” del momento. El ser humano acaba porser un conjunto de agrupaciones masivas queactúan maquinalmente: tropa, pelotón, regimien-to, etc. Como bien afirma Ruibal (GONZÁLEZ-RUIBAL, 2007), resulta increíble como la socie-dad ha olvidado a los que lucharon por la libertady el gobierno establecido (ni una estatua, ni un tri-buto a los mismos) y cómo los restos de la guerrapasan totalmente desapercibidos entre nosotros.Los escritos sobre el decurso de la guerra tiendena abstraer el discurso y crear narrativas historia-das donde los hechos – principalmente los políti-

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cos –se suceden sin una reflexión más profundaque los cohesione. En algunas ocasiones losdatos son tomados alegremente de partes deguerra, panfletos, diarios, etc. de marcado carác-ter tendencioso sin mayor reparo. Los condicio-nantes externos sólo se mencionan cuando sonextremos: el frío de la batalla de Teruel, el territo-rio arduo de Asturias, etc. En definitiva, una lógi-ca narrativa que se despega de la realidad y pier-de cierta credibilidad. La Guerra Civil Española,que fuera de nuestras fronteras es conocida prin-cipalmente como un mito – una representación –transmitido a partir de formas varias – escritos deOrwell, Machado o Hemingway, obra de Picassoy un largo etc. –, debe dejar de serlo entre nos-otros, también tendentes a politizar, santificar ysacralizar ciertos hechos y marginar otros, casisiempre en una actitud reivindicativa e impositiva:el Prado como santuario, el Guernica como altar.

La arqueología debería encargarse de llenarlos escasos huecos que, como en este caso, lahistoria contemporánea deja. No podrá señalarfechas exactas para un conflicto de tan cortaduración, ni tampoco una narrativa lineal que per-mita reconstruir una situación bélica al completo.Pero quizás sí que pueda tender el puente nece-sario que permita poner en contacto esa narrativaabstracta con las condiciones pragmáticas en lasque se practicaba la guerra y con las situacionesy condiciones particulares del individuo; territoria-lizar e individualizar el discurso.

Un complemento para cualquier escrito histó-rico al que necesariamente carga de un realismode otro modo imposible de conseguir. La disposi-ción sobre el terreno, los abastecimientos, elclima, los lugares de hábitat y las condiciones devida: la moral, el “campo de batalla” en su con-junto, aunque este fuese de baja intensidad, lostipos y calidades de las fortificaciones... son algu-nas de las variantes que pueden darnos pistassobre el comportamiento de cada bando y lo quela guerra pudo suponer para los individuos parti-cipantes según su circunstancia. Así por ejemplo,a través de un estudio en profundidad de doslíneas ideales fortificadas frente a frente podría-mos preguntarnos de qué modo se dispone cada

uno de acuerdo a las convenciones bélicas delmomento2, si el territorio determinaba el modo deproceder de los ejércitos, si las cualidades decierto tipo de fortificación otorgaban una ventajaestructural a unos u otros o si ciertos condicio-nantes físicos podían mejorar la moral de las tro-pas. Las posibilidades son tan grandes como lavariedad de situaciones ante las que nos pode-mos encontrar. Y por ello la interdisciplinariedadse presenta como un factor ineludible, algo noexcesivamente problemático para una arqueolo-gía acostumbrada a las colaboraciones y versátilpor regla general. Ingenieros de todo tipo, exper-tos en historia militar y geógrafos deberían sercooperaciones preferenciales. El desarrollo delíneas de investigación en este sentido mejoraríannuestro propio conocimiento sobre el conflicto yabrirían el diálogo con investigadores europeospara la respuesta a preguntas que resultan irre-solubles a nivel nacional, como por ejemplo, ¿quéelementos tomó la Guerra Civil de la Gran Guerray cuáles legó a la Segunda Guerra Mundial? Lasposibilidades, de nuevo, son ingentes.

Por otro lado, y dejando ya esta serie de con-sideraciones abstractas, no debemos negar queen un futuro no muy lejano el único recuerdo quequedará de la Guerra serán sus restos físicos,siendo dominante el olvido. Olvido bien por conti-nuidad o bien por la mudanza de la situación trasla Guerra. Sería interesante poder conocer estadistinción. Muchas zonas donde el conflicto nocobró una especial intensidad carecen de una“historia de su guerra” mientras que los últimostestigos directos poco a poco van desaparecien-do sin que se haya emprendido estudio alguno.La conservación e investigación de esos vestigioshabría de ser y será clave para la identidad y elrecuerdo de ciertas comunidades, que sólo a tra-vés del método arqueológico podrán saber algosobre su participación en la Guerra.

Otra factor a tener en cuenta es el que tieneque ver con la difusión de la historia de la GuerraCivil. En este sentido la aportación de laArqueología podría llegar a ser muy importante aldarnos una visión diferente de la Guerra y sacar ala luz un pasado que para muchos es mejor que

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2 Resulta obvio que las tácticas y estrategias mudaron a lo largo de los años de guerra tanto en las grandes operaciones como en la disposi-ción sobre el terreno y la planificación, a la par que el cambio de mentalidades y la evolución técnica lo permitían. Obviamente, a mayor moder-nización, mayor ventaja práctica real. Los grandes manuales militares franceses de la Gran Guerra – todavía los más difundidos en el ejércitoespañol de la época – ya no eran válidos en 1939. Conocer en qué medida y ritmo se produjeron estas variaciones en cada bando, que pre-conizaban ya las de la II Guerra Mundial, podría ser un campo de estudio interesante.

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permanezca enterrado. Se trata por lo tanto deuna labor social, que trate de acabar con lacómoda situación de estancamiento y olvido en laque se han instalado tanto la academia como laadministración. La Arqueología debería proveer“paisajes de contramemoria” (Hall, 2006) quehagan públicos pasados oscuros y olvidadosdando una oportunidad al debate social, esencialen una democracia que se pretende sana.

En definitiva, debemos afrontar la Guerra Civildesde una perspectiva arqueológica porque estanos permite un acercamiento diferente, directo yhumano, que complementa al discurso históricodotándolo de un mayor realismo o que extrae porsí mismo sus propias conclusiones. Puede llegara ser en ciertas ocasiones el único modo de apro-ximación a aquel período para ciertas zonasdonde se carece de otras fuentes de información,a la vez que supone una renovación y ampliaciónde las formas de difusión de la Guerra a través dela puesta en valor del patrimonio de cara al ciu-dadano. En sentido estricto, porque la arqueolo-gía es la ciencia encargada del estudio de losvestigios de la actividad humana en el pasadopara la elaboración de un discurso histórico.

4. ¿HACIA UNA ARQUEOLOGÍA DE LAGUERRA CIVIL?

Resulta difícil hablar de una arqueología de laGuerra Civil – por otra parte a día de hoy inexis-tente – en términos tan genéricos. En primer lugar,deberíamos aclarar que con esta designación noentendemos la definición de una metodologíapropia, sino la aplicación de los diferentes técni-cas arqueológicas a un grupo de vestigios comoson los de la Guerra Civil. Carece de sentido elestablecimiento de las divisiones temporales clá-sicas heredadas de la historiografía a la arqueo-logía que se han transmitido al mundo académi-co. ¿No sería más lógico enseñar los diversosconocimientos arqueológicos – excavación,arqueología de la arquitectura, del paisaje, etc. –y después aplicarlos a cada conjunto de restosteniendo en cuenta sus particularidades? ¿No seevitarían así las abstractas divisiones entre, porejemplo, arqueología antigua y medieval, tan per-niciosas tanto para el conocimiento históricocomo para la labor y aprendizaje arqueológico?Esta cuestión, que aquí no podemos abordar yque ha sido metafóricamente explicitada porChouquer (CHOUQUER, 2007), subyace en las

dificultades de la arqueología para aproximarse aperiodos históricos recientes.

Uno de los problemas esenciales que seplantean es el de qué arqueología será capaz deenfrentarse a los restos de la Guerra y a los ejesde la investigación en torno a la misma: paisajes,memoria, cultura material y procesos, segúnGonzález-Ruibal (GONZÁLEZ-RUIBAL, 2007).Desde nuestra perspectiva parece evidente quesólo cuando una corriente arqueológica hayatomado conciencia del relativismo característicode nuestra época posmoderna se podrá llegar auna Arqueología de la Guerra Civil que ha de ser,por fuerza, Arqueología de la interpretación – sinque esta signifique causalmente un alejamientodel objeto, base y referencia de la misma –. Lavisión procesualista, y en menor grado la funcio-nalista – que suele primar entre los trabajos de afi-cionados – poco podrán aportar a unaArqueología con fines de reconstrucción históricaen el caso de la Guerra. Y en el fondo de la cues-tión nos encontramos con el problema de la obje-tividad. Una objetividad imposible de defenderuna vez que asumimos las premisas del círculohermenéutico (VATTIMO, 1986), es decir, que lasrespuestas que obtengamos de cualquier inter-pretación se encuentran en cierto modo ya inclui-das en nuestras preguntas (GADAMER, 2007),evidentemente determinadas por condicionantespropios de nuestro tiempo y época histórica. Ensíntesis: debemos “elegir” que historia de laGuerra Civil queremos narrar, siendo sumamentecuidadosos ya que nuestra sociedad posmoder-na tiende a interpretar y radicalizar el sentido delos discursos (LIPOVETSKY, 2007), pudiendoreencaminarlos con fines ideológicos y políticos.No creemos, por tanto, que la Arqueología seapor sí misma esa “herramienta neutralizadora”que sirva para acabar de cerrar, y en cierto modoclausurar el recuerdo de la Guerra – algo quemuchos temen –, si no que, por el contrario,puede ser utilizada y dirigida como cualquier otranarrativa. Sólo los objetos son asépticos, cual-quier elucubración en torno a ellos pertenece yaal universo de la interpretación humana.

Que esta tergiversación no se produzcadependerá tanto del rigor y ética del profesionalde la arqueología como de un cierto control yregulación de la investigación que las institucio-nes deberían emprender democráticamente.Estamos totalmente de acuerdo con la posición

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de Ruibal cuando afirma que al tratar el pasadoreciente con metodología arqueológica esteparece perder gran parte de su encanto, de su“aura” (GONZÁLEZ-RUIBAL, 2007). Sin embar-go creemos que, aunque acertada, esta afirma-ción se encuentra excesivamente avanzada anuestro universo pragmático actual en el cualtodavía ni se ha comenzado a tratar el patrimo-nio bélico con metodología arqueológi-ca.¿Acaso la Arqueología no neutraliza y banali-za igualmente otros periodos históricos, sea laRoma Imperial, el periodo Visigodo, etc., usadostradicionalmente por la Historia como referenciapara la legitimación del poder o el discurso polí-tico, usurpándoles también su “aura”? ¿Será laruptura definitiva de las barreras entre Ciencia yArte la que permita una nueva forma de ligazón,más humana y profunda, con el pasado recien-te, o bien una vuelta a los objetos? Son pregun-tas a las que no estamos todavía en condicionesde responder.

En cierto modo la afirmación de una arqueo-logía de la Guerra se trataría de un proceso simi-lar al acontecido con la Arqueología Industrial,en la que las categorías de orden arqueológicose entremezclan con otras procedentes de muydiversas disciplinas en combinaciones variadaspara investigar el patrimonio industrial. Sinembargo, como es lógico, cada tipología devestigios reclama una cierta particularidad teóri-ca y metodológica que privilegia unas aproxi-maciones y excluye otras: poco tendrá quedecirnos la arqueología de la arquitectura res-pecto a fortines y construcciones utilizadasdurante como máximo dos o tres años.

En segundo lugar, que el tipo de estudio quese realice dependerá enormemente del tipo dearqueología ante el que nos encontremos. Enciertos casos, como el de Madrid, los vestigiosde la Guerra pasarán a formar parte práctica-mente del sistema de arqueología urbana debi-do a su expansión. En la arqueología de gestiónserá difícil que se tenga en cuenta el patrimoniobélico si este no consigue un reconocimientolegal claro, mientras desde el mundo académi-co prima el aletargamiento en lo que se refiere aesta problemática.

Realmente el campo de acción es abruma-dor: todo está por hacer. Análisis tipológicos defortificaciones y trincheras, de balística, excava-

ciones puntuales para conocer la vida cotidia-na... Sin embargo dos importantes factorescaracterizan el estudio de la Guerra:

- Los restos son en su práctica totalidad estruc-turas bélicas dispersas por el territorio de unmodo a priori planificado en mayor o menormedida. Dentro de este panorama entran nosólo los vestigios “directos” de la actividadpropiamente bélica como los también activosen retaguardia: cárceles, carreteras, minas,fábricas, etc. En consecuencia, las estructu-ras de habitación, producción, etc. podránser integradas en esta visión.

- Individualidad y particularidad de cada zonao contexto. Las diferentes estructuras ante lasque nos encontramos fueron concebidas deacuerdo con una serie de condicionantes quela acción bélica imponía, siendo cada una delas situaciones de lo más variado. No habráun “vestigio dominante”, como podrían serpor ejemplo las trincheras de la Gran Guerra.

Por lo tanto, lo más lógico y funcional seríauna “zonificación” de los diferentes escenarios dela guerra en unidades y subunidades que permi-tan englobar los estudios a nivel local con visio-nes de mayor radio que valoren la situación en suconjunto. De este modo las investigaciones másreducidas poseen un referente de menor escalaque el inabarcable conjunto nacional en el quetenderán a integrarse, facilitando una mejor com-prensión de cada realidad en su totalidad. Así porejemplo, podríamos tomar el Frente Norte en suconjunto como una unidad, incluyendo en él lasdiferentes realidades vasca, cántabra y asturiana.Dentro de Asturias, nos centramos en el caso delFrente de los Montes (el de León) y dentro de ésteen la comarca de Laciana. A medida que el cua-dro general se vaya completando podrá surgiruna visión holística y una comunicación entre lasdistintas regiones, que permitirá, por ejemplo, tra-zar una línea clara del frente con una exactitudfísica y cronológica más o menos significativa enlugar del indefinido trazo curvo con el que hoy seenmienda el problema en la mayor parte de losescritos historiográficos. Los criterios de defini-ción de unidades y subunidades pueden ser unabuen argumento para un debate inicial que plan-teamos aquí.

Las fuentes de que disponemos para elconocimiento de la Guerra Civil tanto a nivel

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general como para el apoyo a la localizaciónde restos físicos de la misma son realmenteabundantes. Dependerán como es lógico de larealidad a la que nos refiramos: una comarcacomo Laciana por ejemplo no contará con unaexcesiva cantidad de documentación.Podemos citar:

- Extensa bibliografía que la Guerra Civil espa-ñola ha generado.

- Archivos Históricos de toda condición: loca-les, provinciales, etc.

- Memorias y escritos de ex combatientes par-ticipantes en la contienda, entre los que cabedestacar los de militares de alta jerarquía:Vicente Rojo por ejemplo.

- Partes de Guerra.

- Cartografía militar que puede ser cotejadacon la actual.

- Diarios, revistas...

- Panfletos, carteles y todo tipo de propagandaen general.

- Documentación audiovisual: fotografía, vídeo,grabaciones...

- Testimonios orales tanto directos como indi-rectos, o que hayan quedado en la memoriacolectiva de una comunidad.

- Remanentes físicos:

• Escenarios bélicos: Lugares en los que sediesen acontecimientos de relevancia para lahistoria de la Guerra, como batallas o bom-bardeos.

• Fortificaciones: Fortines, nidos de ametralla-dora, trincheras, etc, con sus puestos deobservación y mando en caso de existir.

• Creaciones de carácter civil con una ligazóndirecta con la guerra: una fábrica textil recon-vertida para montar tanques, un refugioantiaéreo, etc.

• Vestigios funerarios: tumbas, lápidas, fosascomunes, etc. Muchos de estos elementostodavía tienen una ligazón sentimental con laactualidad con lo que se debe tener encuenta y valorar el problema ético que supo-ne su estudio.

• Restos “instrumentales” u “objetuales” conrelación con la guerra o no, principalmenterecuperables a través de la excavación.

Pueden ser de lo más variado, desde arma-mento y vestidos hasta tinteros, peines, etc.

A partir de aquí las posibilidades de interven-ción sobre los vestigios son variadísimas ydependen de factores de lo más diverso, esen-cialmente de la proveniencia del estudio – institu-ción pública, contingencias de la arqueologíaurbana y de gestión, universidad, asociaciones,etc. – y de las premisas y objetivos del mismo. Sinembargo hay una serie de iniciativas que se hanvenido realizando bastante distinguibles:

- Prospecciones, catalogaciones e inventariosdescriptivos. Sus calidades son muy varia-bles y suelen partir de asociaciones, gruposde aficionados o estudiosos a nivel local.Pueden ir enmarcadas en investigacionesmás amplias sobre la guerra, e incluir actua-ciones sobre el patrimonio: restauraciones,reconstrucciones, puesta en valor, creaciónde itinerarios, etc. En ocasiones publican susresultados e intentan lograr apoyos de institu-ciones públicas y privadas. En ocasiones soninstituciones públicas las que encargan aempresas realizar estos catálogos, como enel caso del Principado de Asturias. No cono-cemos iniciativas de este tipo desde unaperspectiva arqueológica.

- Excavaciones arqueológicas. Tampoco muynumerosas, aunque contamos con un buenejemplo publicado: la excavación de Casasdel Canal en Madrid (SÁNCHEZ, BARROSO,ET ALII, 2004). En ella se localizaron los res-tos de variadas estructuras defensivas ade-más de una gran cantidad de material mueblede todo tipo – tinteros, zapatos, hachas, can-timploras... – y municiones que, por su varie-dad, permitieron evidenciar la dificultad delejército republicano en mantener un arma-mento unificado. Sin embargo, este ejemploes la excepción. Mientras el patrimonio de laGuerra siga estando desprotegido la arqueo-logía de gestión – la que más excava – nopodrá hacerse cargo de él. En general lasintervenciones de este tipo no deberían crearexcesivos problemas al poseer tan sólo unafase de ocupación, siendo rápidamentevaciados y estudiados. El mayor interés resi-de en descubrir la morfología original del ele-mento excavado y en los restos materialesque podamos encontrar. Desde nuestro puntode vista resulta mucho más interesante, en

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caso de que la elección dependa de nos-otros, intentar extender territorialmente lavisión arqueológica en lugar de concentrarnuestra atención en un solo punto que no pro-veerá unas informaciones excesivamentevaliosas o útiles en comparación con las deun estudio más amplio espacialmente.

- Puesta en valor e integración en circuitosturístico-culturales, sin la existencia de unainvestigación previa necesariamente. Másadelante volveremos sobre esta cuestión.

En fin, descripciones, inventarios, catálogos...los restos de la Guerra Civil siguen siendo vistos“objetualmente” y el tratamiento que les propor-cionamos no se distancia en exceso del que delos románticos del XIX daban a los castillosmedievales. En ningún momento se plantea laintegración del remanente físico en una perspec-tiva histórico-científica dentro de la cual puedaaportar algo, o, por lo menos, dentro de la que seencuadre con una cierta lógica. Estamos todavíamuy lejos de una Arqueología de la Guerra Civil.

5. ¿UN PAISAJE DE LA GUERRA CIVIL?

Asumiendo la disolución de los límites entrecultura y naturaleza, y su consiguiente fusión, afir-mamos que la Guerra Civil generó un paisaje pro-pio y particular, un espacio cautivo de la confla-gración. Bien es cierto que si nos fijamos, comotradicionalmente se ha hecho, en el paisaje comoun conjunto de infraestructuras de comunicación,agrarias, etc., no percibimos transformacionesesenciales. Podría parecer que la Guerra pasópor cualquier espacio sin dejar huella, y sus res-tos – trincheras, fortines, etc. – simplemente sesuperponen en el terreno sin interactuar esen-cialmente con él; que la Guerra está sobre el pai-saje y no dentro del mismo. Sin embargo estosería adoptar de nuevo la perspectiva del “obje-to-vestigio” inerte.

Resulta evidente que para la mayor parte delos que vivieron la Guerra esta supuso un cambiototal de su panorama vital del que se apercibieronclaramente. Es cierto que dentro de la mismahubo muy diversas vivencias, pero muchas deellas son consecuencia misma de la guerra y seestablecen en relación a ella: la realidad de losparticipantes y la de los no participantes por ejem-plo. Las relaciones socioeconómicas y políticasdieron un vuelco total transformando consecuen-

temente el modo de entender el paisaje. Por otrolado, si conseguimos abstraernos y cambiar nues-tra perspectiva, deberíamos tratar de entenderque el conflicto produjo mutaciones en el territorioa una escala muy amplia, variando tendenciasregionales a todos los niveles que cambiaríanpara siempre la historia de cada región, incidien-do consecuentemente en la configuración de supaisaje futuro. También las fronteras pasaron a serdurante el periodo mucho más imperceptibles yfranqueadas, sobre todo en la poco conocida rela-ción con Portugal. En definitiva, el modo en quelos individuos se relacionaban con su entorno, sehacían con los recursos necesarios para desen-volverse y se socializaban era claramente particu-lar, generando una percepción diversa del paisa-je. Otra cosa es que la arqueología actual, acos-tumbrada a los paisajes generados por los proce-sos de “long durée”, no sea todavía capaz deenfrentarse a este tipo de situaciones esporádicasy de corta duración a gran escala, ni tampoco alos problemas derivados de la eclosión relativistapostmoderna en lo que se refiere a la reconstitu-ción de los paisajes históricos y su representación.

Debemos procurar conocer la estructura pai-sajística del momento de la guerra descifrandolas actividades que se desarrollaban dentro de undeterminado territorio, para después poder anali-zar las tergiversaciones que el conflicto produjoen las mismas intentando integrar los vestigiosfísicos en este tejido amplio de interacciones den-tro del cual pueden cobrar un sentido y una fun-cionalidad. En muchas ocasiones – principalmen-te en espacios rurales – el contexto territorial de laguerra sigue siendo el mismo que el actual o hasufrido escasas alteraciones. La “reconstrucciónterritorial histórica”, si es que esta es posible enalgún caso, resulta por tanto mucho más realistay aceptable que la de realidades como la medie-val o la clásica. De este modo conseguimosobservar cómo una determinada configuraciónbélica dispuesta sobre un terreno determinado –y también determinante para la misma actividadde guerra – trae cambios no sólo en las relacio-nes socioeconómicas habituales, ahora marca-das por una mayor intervención de las autorida-des según los intereses de cada bando: abaste-cimientos, traslado de tropas, producción dematerial para el ejército, etc., sino que tambiénpuede acarrear consecuencias perdurables enlas estructuras sociales y productivas, como en

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las minas, o con la conversión de industrias,variación de cultivos, etc.

Aún así la incidencia real del conflicto en laspoblaciones locales ha de ser relativizada ydependerá de cada situación. Hay que tener encuenta la alta capacidad de gestión y moviliza-ción centralizada por parte de ambos bandostanto de recursos como de hombres, que produ-ce un intercambio interregional e incluso interna-cional que complica enormemente el conoci-miento del grado de intervención en la escalalocal. Y he aquí uno de los mayores impedimen-tos para un estudio arqueológico de la guerra:esta no surge propiamente de la interacción hom-bre-territorio sino de un planeamiento centraliza-do desde arriba según intereses y necesidadesde grupos reducidos – cuerpos de mando –, cir-cunstancia especialmente acentuada entre losnacionales. Es decir, resulta difícil, casi imposible,deducir informaciones clarificadoras sobre elconflicto “desde abajo”, desde el vestigio físico.Éste poseerá mayor interés en zonas de geogra-fía compleja donde el terreno condiciona su dis-posición, particularmente en regiones montaño-sas que, como siempre, requieren de categoríasde estudio específicas.

Mucho más funcionales serán las evidenciasprovenientes de la racionalización de la guerra,es decir mapas y cualquier tipo de documenta-ción relacionada. Pero como ya hemos mencio-nado, para muchas zonas esa información sehabrá perdido o quizás nunca haya existido,siendo los restos sobre el terreno los únicos tes-tigos supervivientes de la guerra. Y estos enocasiones nos permitirán extraer alguna infor-mación de interés.

6. ¿UNA METODOLOGÍA DE ESTUDIO ARQUEO-LÓGICO DE LA GUERRA CIVIL?

Como ya hemos mencionado, no creemosque se pueda hablar de una metodología propia,sino de categorías distintas. Los métodos arqueo-lógicos científicos son una cosa y otra los perio-dos históricos a los que se aplican. Sí existen sinembargo ciertas técnicas de análisis más opera-tivos para cada época y proceso, siendo la apli-cación de unas u otras dependiente de las pre-misas y objetivos de cada investigación. Resultapor tanto prácticamente imposible la fijación de“modo de hacer” historiográfico único o preferen-

cial para un proceso tan complejo como una gue-rra. Conscientes de ello, dejamos de lado la posi-bilidad de elaborar un discurso único, carente derealismo, para intentar proponer una serie dereflexiones que puedan servir a modo de referen-cia para posibles futuros acercamientos al temaque nos ocupa. La discusión sobre la metodolo-gía idónea a emplear es otro debate al que aquíemplazamos.

- El hecho de hablar de una Arqueología de laGuerra Civil (AGC) no significa que se despre-cie la documentación escrita, sino simplemen-te que se integran en la investigación los ves-tigios físicos y el territorio desde un enfoquearqueológico. Resulta obvia la primacía de loescrito (incluyendo la cartografía), tanto por loreciente del conflicto y la abundancia de mate-rial, como por los ya anteriormente aludidosproblemas de la arqueología de cara a los pro-cesos de corta duración y “planeados desdearriba” como suelen ser las guerras.

- No podemos quedarnos en una arqueologíade la descripción sino pasar a la compren-sión. Debemos integrar los vestigios en laesfera compleja de interrelaciones que pro-dujo la guerra, fuera de la cual carecen desentido. Tipologías, catalogaciones, etc., sibien son de interés para el conocimiento deposibles ventajas materiales de unos tipossobre otros, se muestran escasamente prác-ticos para la construcción histórica.

- La AGC no ha de ser solamente la excavaciónde fosas o trincheras, o el inventario y puestaen valor de restos descontextualizados. Laarqueología posee otras herramientas quepermitirían acercamientos de interés a la pro-blemática bélica a través de una variación enlas categorías de análisis. La interconexión dereferencias humanas y objetuales ha de seresencial: cárceles, campos de concentración,refugios, cementerios almacenes, fábricas dearmas o carreteras forman parte del sistemabélico – y de los sentimientos de miedo, eufo-ria, terror, etc. de la población – tanto como unnido de ametralladora o un bunker.

- Cuando resulte factible y adecuado a losobjetivos de la investigación se debe recurriral testimonio oral tanto directo como indirecto,es decir, el que haya perdurado en la memo-ria de las comunidades afectadas, siempre

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con las debidas precauciones. Será claveen el inventario de restos y estudios a esca-la local.

- La AGC se debe abrir a nuevas perspectivasinterdisciplinares, tanto en lo teórico ( clave laconsulta de militares ) como en lo práctico (enlugar de análisis cerámicos se precisará deanálisis balísticos, por ejemplo).

- La AGC ha de ponerse en relación con los dosgrandes conflictos de la primera mitad delsiglo XX. La mentalidad, el modo de encarar laguerra por parte de cada bando, era en susinicios heredera de la Gran Guerra, pasandoen su fase final a ser un prolegómeno, a crearun legado, para la Segunda Guerra Mundial.Esta evolución, tanto en el modo de hacer laguerra y los materiales necesarios para ella,como en la forma de disponerse sobre el terri-torio u organizar la producción en retaguardia,ha de ser analizada con un importante papelde la arqueología. El diálogo y comparacióncon otras zonas europeas se presenta comointeresante y fructífero.

- La Guerra Civil estuvo siempre condicionadapor una estructura socio-económica previaque determinó su evolución, seguramentemás que la intervención extranjera o la propiaadecuación de las tácticas militares. Estaestructura (medios de comunicación, indus-tria, minas, agricultura, y también demografía,grupos sociales, etc.) ha de ser conocida ytenida en cuenta a todas las escalas, tanto anivel nacional como local. Del mismo modo lasconsecuencias en esa estructura a causa dela alteración de toda la constelación de inte-rrelaciones habituales que la Guerra produjohabrían de ser parte del campo de estudio. Noolvidemos además que, debido al complejoaparato de represión establecido y al movi-miento maqui el estado de guerra se mantuvohasta 1948 (GONZÁLEZ-RUIBAL, 2007).

- Del mismo modo, la Guerra Civil hubo deenfrentarse a diversos condicionantes geo-gráficos y territoriales. Si bien clima y terrenohan formado parte en ocasiones del relatohistoriográfico, lo hacían principalmente con-formando un “escenario” ideal carente de unacorrelación pragmática. Las distintas realida-des geográficas y ambientales afectabantanto al propio desarrollo y posicionamientobélicos como a la vida diaria de las personas

que la sufrieron y a la moral de los comba-tientes. Deben comenzar a ser tenidos encuenta en esa perspectiva. Una situaciónparecida en otro ámbito se produce con losfrentes: tienden a trazarse líneas abstractasdividiendo amplios espacios sin tener encuenta la realidad territorial: el símbolo no esla realidad, sólo la representa. La arqueologíapodría encargarse de crear una lógica territo-rial práctica y ajustada a los frentes.

- Las narraciones sobre la Guerra Civil, centrán-dose principalmente en luchas políticas, gran-des batallas, intervención extranjera, etc, hantendido a olvidarse del “individuo”. Una mira-da arqueológica quizás permita una recupera-ción del papel y la realidad individuales nosólo contando con factores como el clima o elterritorio, sino también con los lugares de habi-tación en los que gran número de personaspasaron mucho tiempo y sufrimientos, comorefugios antiaéreos, trincheras, etc, ademásde los materiales recuperables a través deexcavaciones que pueden hablarnos de larealidad del frente y otras muchas variables.

A partir de estas dispersas reflexiones nosplanteamos la elaboración de una muy genéricapropuesta de intervención. Esta presupone quenos encontramos ante una situación en la cualexiste una voluntad de investigación de caráctercientífico en un territorio determinado con el obje-tivo de generar conocimiento histórico.

1. Conocimiento de la bibliografía sobre laépoca en cuestión que nos pueda ser de uti-lidad, no sólo relatos históricos sino tambiénde cualquier otro campo que aporte informa-ción relacionada. Si bien será extraño queabunden escritos específicos que nos seande interés, sí que podríamos aprovechar paraconocer a una escala más amplia la zona enla que se integra nuestro territorio y las pro-blemáticas de la Guerra Civil al más alto nivel.

2. El manejo de esta bibliografía, en caso deexistir, puede habernos sido de alguna ayudapara la búsqueda de documentación escrita.Cartografía, periódicos, folletos, producciónadministrativa, etc. nos resultarán de granvalor. La disponibilidad y localización de estosrecursos será de lo más variada; desde archi-vos municipales, provinciales, generales oprivados, a hemerotecas o centros militares.

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El contacto con la población de la zona aestudiar puede aportarnos posteriormentealguna nueva indicación. Estas dos primerasfases deberían habernos permitido alcanzarun cierto grado de conocimiento sobre elcarácter de la región – su infraestructura – ytambién sobre los acontecimientos acaecidosdurante la Guerra Civil.

3. Si bien ya nos habremos hecho una idea pre-viamente, ahora sería el momento de analizarcon más detalle el territorio a través de carto-grafía y fotografía aérea (el vuelo americanode 1956 nos da una imagen prácticamenteidéntica a la de la Guerra), procurando cono-cer a fondo sus características. Tanto el pai-saje predominante, como la frondosidad, losdesniveles o la presencia de posicionesdominantes o fácilmente defendibles puedenservirnos para entender cómo pudo afectar ydesenvolverse la guerra en un lugar. Tambiéndebemos observar las comunicaciones, lahidráulica y la disposición de los núcleospoblacionales. El conocimiento espacial y sucomprensión ayuda además a una hipotéticabúsqueda de restos sobre el terreno en casode carecer de cualquier otro tipo de informa-ción al respecto.

4. Llegados a este punto es esencial que nosvayamos sobre el terreno.

A) Dado lo reciente del conflicto el testimoniooral se convierte en esencial. Esta fase del tra-bajo habría de proporcionarnos informacio-nes que pueden cambiar el curso de la inves-tigación. Pese a ello la tarea no es fácil ya quetodavía cuesta hablar de la Guerra y cada vezmás el testimonio es indirecto, o bien a travésde descendientes o bien por la memoria localcolectiva. Es necesario un buen conocimientoprevio tanto de la bibliografía como del terre-no para poder sacar provecho de esta fuente.

B) Partiendo de nuestro conocimiento del terri-torio, deberíamos comenzar una prospec-ción teniendo en cuenta los lugares prefe-renciales que hayamos podido encontrar, y alos que la información oral y escrita haganreferencia. Sería recomendable crear fichasadecuadas que conformen un catálogo ycontar con un buen equipo cartográfico (G.P.S, S.I.G., etc.) Es importante estar atentono sólo las características morfológicas de

los restos sino también su relación con elterritorio, su función ( tipo de actividad bélicapara el que fue concebido, construccióncivil, etc.) la posible jerarquización de ele-mentos y su estado y probabilidades de con-servación. En caso de localizar algún empla-zamiento destacable que pueda aportarinformación histórica relevante podríamosplantearnos su excavación, aunque esta noha de ser ni mucho menos un requisito indis-pensable.

5. Una vez contamos con todos estos datos –información histórica y vestigios de la guerrasituados sobre un mapa – podemos comenzara elaborar una síntesis general. Síntesis parala que, como es obvio, no existe un modeloúnico, menos aún teniendo en cuenta el des-equilibrio de datos que cada región aportará alas diferentes categorías de análisis. Lo idealsería poder integrar, interrelacionándolos, elmáximo número posible de elementos: estruc-tura socioeconómica, coyuntura bélica y políti-ca, claves territoriales, vestigios físicos, paradar respuesta a las preguntas que nos haya-mos planteado al origen de nuestra investiga-ción. No debemos olvidar, sin embargo, nues-tra perspectiva arqueológica, evitando caer enuna excesiva atención a los acontecimientospolíticos y consecuentemente en un retorno alrelato tradicional sobre la Guerra Civil.

7. ¿ HACIA UNA GESTIÓN DEL PATRIMONIO DELA GUERRA CIVIL?

Con los vestigios de la Guerra Civil se da unhecho seguramente paradigmático: existe unapreocupación y una realidad práctica de conser-vación y puesta en valor, integración en itinera-rios, etc. que supera con creces las investigacio-nes de cualquier tipo realizadas sobre o a partirde este material. Varias razones llevan a ello:

- Se trata de elementos fácilmente distinguibles asimple vista y comprensibles para el gran públi-co, al contrario de otros restos arqueológicos.

- Gran cantidad de aficionados tanto al sende-rismo como a la historia bélica dan un impor-tante impulso a este tipo de iniciativas de con-servación y puesta en valor.

- Al estar situados generalmente en entornosrurales encajan perfectamente en la creaciónde itinerarios por el territorio.

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- Han quedado fuera de todo campo de investi-gación científica histórica: ni la historia contem-poránea ni la arqueología se ocupan de ellos.

- Han quedado fuera igualmente de la mayorparte de las figuras de protección patrimonialclásicas de nuestro país.

Se configura así en definitiva una realidad untanto “furtiva” del patrimonio bélico. Es objeto deatención aquí y allá pero siempre fuera de todanormativa y por iniciativas particulares de entida-des, asociaciones e individuos. Esta situaciónenlaza con una de las principales complicacionesde la Guerra Civil: y es que, pese al tiempo queha transcurrido, todavía resulta difícil encontrarvisiones no implicadas o partidistas de uno u otromodo; la Guerra sigue siendo para muchos unsímbolo político. Por ello es esencial que desde elmundo académico se comience ya sin miedo adar una visión, si no objetiva – la objetividad noexiste –, lo más aséptica posible tanto en lo queconcierne a la investigación como a la puesta envalor. Y hemos de comenzar rápidamente: elpatrimonio bélico se encuentra en serio peligro.González Ruibal aduce tres causas esenciales:

- Falta de reconocimiento oficial. El patrimoniobélico, fuera de protección legal, como presafácil para la especulación inmobiliaria ysaqueadores varios.

- Desinterés de la arqueología académicaespañola por los periodos post-clásicos como“ no lo suficientemente viejos” o por ser abun-dantes en documentación.

- Los restos de la guerra pertenecen a un pasa-do que muchos prefieren mantener olvidado yenterrado (GONZÁLEZ-RUIBAL, 2007).

7.1 El estado legal de los vestigios

La situación a la que nos enfrentamos esprácticamente la misma que en ArqueologíaIndustrial. En el fondo, si bien la legislación sirvecomo marco de actuación, es mucho más impor-tante la concienciación general y una idea clarade cómo afrontar el problema de los restos de laGuerra Civil que permita a los responsables prác-ticos de la conservación del patrimonio (ayunta-mientos, gobiernos regionales y provinciales prin-cipalmente) seguir unas pautas claras. Y es queel futuro de los vestigios de la Guerra depende delas herramientas de estas entidades: integración

en listas de protección, cartas arqueológicasmunicipales, etc. Esta idea nos parece tan impor-tante como la de la consideración del “valor his-tórico” ya señalada por los investigadores deCasas del Canal (SÁNCHEZ, BARROSO ET ALII,2004). Según ellos, la clave reside en la valora-ción que se haga del patrimonio arqueológicocontemporáneo, generalmente despreciado pesea formar parte como cualquier otra manifestaciónfísica de la cultura material del ser humano.

En otras palabras, no es tan importante lalegislación como la actuación real. Deberían cre-arse por tanto pautas ejemplares o modelosdesde el mundo académico que mostrasen lasventajas del estudio del patrimonio de la Guerra,tanto a nivel científico-histórico como por sus posi-bilidades de cara a la gestión patrimonial. En tér-minos estrictamente legislativos, es bien sabidoque la Ley de Patrimonio Histórico Español no pro-tege los bienes con menos de 100 años de anti-güedad. Sin embargo, en su ambigüedad, deja unresquicio aprovechado reiteradamente por elmundo arqueológico: patrimonio arqueológicosería aquel “susceptible de ser estudiado conmetodología arqueológica”(Ver Ley de PatrimonioHistórico Español). Desde esta perspectiva, resul-ta necesario justificar lo antes posible la factibili-dad del estudio arqueológico de los remanentesde la Guerra: según han corrido las cosas hastahoy no podríamos atenernos salvo raras excep-ciones a esta opción. La posibilidad de exportarmateriales con menos de 100 años también per-mitiría el intercambio de bienes muebles de laguerra (SÁNCHEZ, BARROSO ET ALII, 2004).

Las renovadas normativas sobre patrimoniocultural de las Comunidades Autónomas esta-blecen una protección más avanzada. EnCastilla y León la inclusión más razonable enlas clasificaciones de patrimonio sería en“Zona arqueológica”, como “lugar o parajenatural en el que existen bienes muebles oinmuebles susceptibles de ser estudiados conmetodología arqueológica” (Junta de Castilla yLeón, 2002a) o bien como “Patrimonio arqueo-lógico” (JCyL, 2002b) en general.

“Tienen la consideración de actividadesarqueológicas las [...] que tengan por finalidad labúsqueda, documentación o investigación debienes y lugares integrantes del patrimonioarqueológico.”(JCyL, 2002c) No hay alusiónalguna a límites o barreras temporales. Otra posi-

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bilidad es la mencionada por Amalia-Juez, esdecir, la inclusión de estos restos en listas másgenerales de protección, como se ha hecho enalgunos casos con el Toro de Osborne para suconservación (PÉREZ-JUEZ, 2006).

En conclusión, podemos decir que existeuna cobertura legal bajo la que podrían integrar-se los vestigios de la Guerra. Pero para que ellosea posible estos han de ser, por un lado, estu-diados con metodología arqueológica, o bien,ser una parte importante de la memoria históricade una comunidad. Es decir, sólo a través delestudio arqueológico de los bienes – para tenercabida en la protección de la Ley – y de lademostración de la validez de los mismos tantopara el conocimiento histórico como para unagestión ordenada del patrimonio – para que losagentes “reales” protectores del patrimonio y lascomunidades le vean una utilidad práctica –conseguiremos una concienciación pública quepermita un verdadero cambio en las actitudesrespecto al remanente de la Guerra Civil.

7.2. Las posibilidades del patrimonio de laGuerra Civil para la puesta en valor

Como cualquier otro conjunto de restos histó-ricos las variables en la gestión y puesta en valordel patrimonio de la Guerra son prácticamenteinfinitas. Sin embargo sus características particu-lares condicionan el modo en el que las diversasiniciativas se pueden llevar a cabo. Aquí se divi-den los caminos de la Arqueología Industrial y dela Guerra Civil. El patrimonio industrial posee unaserie de ventajas de los que carece el bélico,como por ejemplo:

- Posible valor estético, catalizado por la armo-nía entre edificio y materiales.

- Funcionalidad de los edificios: construccio-nes sólidas, diáfanas y fácilmente readapta-bles para cualquier otra función. Al existirdiversas fases en el proceso industrial ydiversas tipologías de trabajo, tenemos laposibilidad de referir a tipologías, evolucio-nes y categorías muy variadas y ricas.

- Valor simbólico importante al representar un pro-ceso histórico como el de la industrialización,con las problemáticas sociales en su interior.

- Localización urbana excepcional. El creci-miento urbano absorbe las antiguas zonas

periféricas reordenándolas.

- Bajos costes de sus instalaciones y materia-les, estos últimos adquiribles sin intervenciónde ningún tipo ya que suelen estar donde seabandonaron.

Veamos ahora en contraste las característi-cas de los restos de la Guerra Civil y sus conse-cuencias en el tratamiento patrimonial.

- Su localización es esencialmente rural y dis-persa por el territorio. Salvo en grandesconurbaciones como la madrileña o barcelo-nesa, raramente encontraremos situacionesde contacto entre los restos y el mundo urba-no. Consecuentemente, su forma de estudioy puesta en valor ha de regirse por categorí-as similares, paisajísticas y territoriales: itine-rarios de la Guerra, integración en recorridosculturales o de senderismo, etc. La propiarealidad de las iniciativas que se han llevadoa cabo demuestran esta idea.

- Con todo lo relativa que puede llegar a ser laemisión de un juicio de valor de este tipo,consideramos que de acuerdo con los gus-tos de la sociedad actual, “carecen de unvalor estético” implícito. No podemos mos-trarlos por lo tanto como en un museo tradi-cional, sin más valores añadidos.

- No suelen ser estructuras excesivamentemonumentales ni válidas para un replantea-miento de su funcionalidad, no son diáfanosni poseen la amplitud y variedad de estan-cias necesarias. Su emplazamiento resultaigualmente poco atractivo. Sólo estructurascomo los refugios para los bombardeos seplantean como interesantes, al encontrarseen entornos urbanos y ser más amplios.Varios de estos elementos ya han sido pues-tos en valor en España.

- Los vestigios muebles – cuya recuperaciónrequerirá normalmente una intervenciónarqueológica –serán conocidos e inclusofamiliares para el posible público: escasavalencia de excepcionalidad.

- Se trata de un conjunto representativo de unperiodo de tiempo y un acontecimiento, sien-do la diversidad su esencia. Es decir, nohabrá un vestigio de la Guerra por excelen-cia, o tipologías preferenciales: cada zona encada momento contaría con sus propiasestructuras y materiales aunque estos pue-

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dan tener concomitancias con otros territo-rios en situaciones parecidas.

Es decir, los vestigios de la Guerra Civil sonbastante particulares de cara a la puesta envalor. No poseen ciertas valencias clave, como laestética, la antigüedad, lo artesano o la excepcio-nalidad. Pero a día de hoy parece obvio que lano monumentalidad de un yacimiento no ha decondicionar su valoración. Lo monumental sóloes creado como voluntad de perduración tempo-ral por sociedades complejas (CRIADO ET ALII,2002), los vestigios bélicos no tienen tal intenciónsino otra bien distinta: la de control espacial. Noqueda otra solución por tanto que acrecentar supoder en el imaginario – ya de por sí ingente – abase de estudio e investigación, aprovechandola siempre fuerte capacidad de los artefactospara crear un vínculo emocional con el pasado aquien interactúa con ellos. Se trata de añadir unvalor añadido a un objeto, sustanciarlo. Por otrolado, conocido su gran significado simbólico,atribuirle por ejemplo una función didáctica paralos más jóvenes. En resumen, a los valores tra-dicionales mencionados previamente debemosoponer otros como función didáctica, investiga-ción, originalidad y variedad, que permitan reva-lorizar el pasado material de la Guerra desde unaperspectiva neutra.

La sociedad a través de un intenso debatepúblico y asociaciones varias ya ha comenzadodesde hace tiempo a mostrar el valor simbólicoque para ella conservan estos vestigios: los restosde la Guerra son a fin de cuentas la única memo-ria material, física y directa, que nos quedará parael futuro. El museo sobre la RDA en Berlín puedeservir como ejemplo paradigmático: objetos de lavida cotidiana de hace dos décadas mostradosde un modo aséptico, sencillo y cercano gananinterés por su valor simbólico-político. Los museosafro-asiáticos, pero especialmente los sudameri-canos, que reflejan prácticamente la actualidad enocasiones, son también muestra de ello.

Si el patrimonio industrial es un legado de unaestructura socioeconómica particular, el patrimo-nio bélico lo es de una situación política – si biendeterminada por problemas más profundos deorden también socioeconómico – que tambiénpuede ser explicada a partir de él. Hasta hoy lasprincipales exposiciones sobre la Guerra se hanbasado en la propaganda, la documentación delos partidos políticos, los periódicos, los testimo-

nios orales... ya es hora de que la arqueologíacomience en este campo la labor de renovaciónque ha emprendido para las épocas medieval eindustrial erigiéndose como alternativa al discursohistoriográfico.

Del mismo modo que en el apartado anteriorofrecimos nuestra impresión en torno a una “inves-tigación ideal”, lo mismo haremos aquí sucinta-mente – el tema merecería, de por sí, una conside-ración individualizada – con una “puesta en valorideal”. De acuerdo con la dirección de nuestro dis-curso, consideramos la acción más indicada aque-lla que tenga en cuenta tanto la zonificación comola territorialidad y banalidad de los restos. La visiónpaisajística integral se presenta como la opciónmás pragmática y adecuada, en unos términossemejantes a los enunciados por Criado Boado ensus cadenas de valoración arqueológica, cuyospostulados son seguramente los más realistas yavanzados de la arqueología nacional (CRIADO,1996). Es decir, debemos adaptar nuestros objeti-vos a nuestra capacidad y zona de influencia:comarcal, regional, etc., a la que pretendemosabarcar desde un punto de vista paisajístico y cre-ador de valores añadidos. La posibilidad más rea-lista sería la que, desde uno o varios núcleos o cen-tros de interpretación dinámicos con el objetivo deestudiar y difundir el patrimonio, pudiese proyec-tarse en el territorio a través de la creación de itine-rarios y rutas, integrados o no con otras propues-tas, como podrían ser los Parques Culturales(SABATÉ, 2004) o Naturales. Las actividades deese centro de interpretación podrían ir desde lasinvestigaciones históricas hasta las exposicionestemporales, catalogación de restos o ciclos decine. La Guerra Civil puede servir de excusa paramostrar la estructura socioeconómica de la época,la situación de España en el mundo... Las posibili-dades son infinitas. De este modo se mantiene elcontacto con una población local, a la que sebeneficia gracias a la atracción de público, sin per-der la ligazón con el territorio y las huellas históri-cas, no sólo aprovechados de un modo sostenible,sino también valorizados y, consecuentementeprotegidos: la concienciación más que la ley sal-vaguarda los remanentes del pasado.

8. EL CASO DE ESTUDIO: LACIANA (LEÓN)

Como ya mencionamos al inicio, la investiga-ción que se realizó en la comarca de Lacianatenía como objetivo básico el conocimiento del

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poblamiento alto-medieval. Sin embargo, comoes lógico, no se discriminaron vestigios de distin-tos periodos históricos tanto en el registro comoen la interpretación pese a no ser objeto de aten-ción primordial. De ahí la identificación y registrode minería romana, túmulos, etc., y restos de laGuerra Civil como remanentes de otra fase histó-rica particular. Sin embargo somos conscientesde la parcialidad y escasa representatividad denuestro registro ya que una rápida ojeada a lageografía de la comarca hace evidente la necesi-dad de una metodología particular adecuada aunos restos invisibles en la fotografía aérea yescasamente evidentes en el paisaje. Algo similarnos ocurre con los vestigios industriales, sólo queestos sí que fueron discriminados a priori debidoa la enormidad del trabajo a realizar, teniendo encuenta que Laciana es una zona históricamentevolcada en la minería.

Presentamos aquí, por tanto, unas brevesconsideraciones previas y los datos “en bruto”resultado de nuestra prospección. Este trabajóserá en un futuro ampliado e integrado en unamonografía colectiva que recoja la visión del equi-po de investigación de los diferentes periodoshistóricos en la comarca.

8.1. Situación político-militar

Los complejos y en ocasiones azarosos pro-cesos político-militares ocurridos en los primeroscompases de la Guerra Civil dejan una Laciana ados aguas entre las provincias de León y Asturias.Pasa así a formar parte de la línea de fuego delFrente Norte hasta su caída, sufriendo, conse-cuentemente, una gran presión y combates cons-tantes pese a ser una zona de relativa “baja inten-sidad”. Asturias, con su fuerte tradición minera eizquierdista, se configurará como un baluarterepublicano sólido en el norte a excepción de sucapital, Oviedo, mientras León – tras el paso deunos 5000 confiados leales asturianos camino aMadrid – caerá en manos de los sublevados trasel levantamiento el día 20 de Julio de 1936 delCuartel, la Guardia Civil y la de Asalto. Sólo lascomarcas de composición socio-económica mássimilar a la asturiana, de fuerte presencia minera,como Laciana y El Bierzo, quedaron en manos

republicanas. Sin embargo, esta situación será unmero espejismo ya que, pese a las similitudes conla región asturiana, el componente geográficodejaba ambas a merced de la intervención de lossublevados: El Bierzo al encontrarse entre León yla Galicia nacional, Laciana al estar vinculada geo-gráficamente con el espacio leonés, siendo, portanto, de relativo fácil acceso tanto desde el estecomo desde el oeste. Ambas comarcas evidente-mente de claro interés estratégico por sus recur-sos mineros. De este modo, en Agosto del 36Villablino, la mayor parte de los pueblos y el puer-to clave al oeste de Laciana – Leitariegos – que-dan en manos de los rebeldes al igual que conmucha probabilidad el otro puerto esencial aloeste de Laciana, Somiedo3 (Ver Fotografía 1).Este se convertirá en el centro de los combatesdada su importancia estratégica, siendo la evolu-ción de las luchas bastante oscura: a partir de lospartes de guerra de ambas partes puede extraer-se con cierta seguridad que los republicanos loretoman en Octubre de 1936, siendo reconquista-do por los nacionales en Junio del año siguiente,cuatro meses antes de la caída definitiva del fren-te Norte en Octubre de 1937 (MARTÍNEZ, 1972).

8.2. Introducción geográfica

Un rápido vistazo a la geografía de Lacianadesde un punto de vista estratégico permiteobservar tres elementos claves:

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3 Para más información sobre la guerra en Somiedo consultar Alonso Marchante, J.L. Muerte en Somiedo. Una historia de la Guerra Civil enAsturias y León. Azucel, Avilés, 2006.

Fig 1. La comarca de Laciana y la ubicación de los vestigios encontrados.Remarcados en rojo se encuentran los puertos de Leitariegos (al oeste) ySomiedo (al este), claves para comprender el interés estratégico de la zonaya que eran puertas para Asturias, especialmente el segundo. La hidrogra-fía define perfectamente el decurso de los valles en dirección Norte-Sur.

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- La relativamente fácil comunicación en el ejeeste-oeste, sin obstáculos reseñables ni gran-des pendientes. Un valle del que parten endirección norte el resto de aberturas que dancobijo a pueblos. Es decir, la toma de la zonaprincipal resultaba relativamente fácil y similara la guerra en espacios llanos, siendo su con-quista y mantenimiento mucho más estable.

- Los valles en dirección norte-sur son parale-los y tienden a acabar por cerrarse hacia elnorte, encontrándose con grandes desnivelesque marcan las alturas que dividen León deAsturias en esta zona. Una trampa para cual-quier incursión que pretenda tomar los pue-blos en el interior de estos valles. Los frentesde las lenguas montañosas que separan losvalles N-S y que dan la cara hacia el sur alvalle E-O se convierten en puntos estratégi-cos esenciales; desde ellos se domina tantolos dos valles laterales como el valle centralde Laciana. Esto hace que, a diferencia de losterritorios llanos, la toma y defensa de pue-blos no sea la clave sino la de puntos estraté-gicos en altura. Igualmente, esto genera unatendencia a las incursiones de rapiña a pue-blos del otro bando que hace muy difícil lavida en los mismos: revanchismos y vengan-zas constantes con cada nueva incursión,robos, inestabilidad, miedo...

- Las grandes diferencias de altura entre valles ymontañas intermedias. El control de zonas ele-vadas permite no sólo una visión de práctica-mente todo el valle sino la posibilidad de esta-blecer defensas muy efectivas, aunque muyexpuestas, por otro lado, a ataques aéreos.Debemos pensar que estos puntos de obser-vación y defensa serían más tácticos que rea-les: el alcance de los fusiles Máuser delmomento no permitía ni mucho menos alcan-zar los valles (su precisión llegaría hasta los600 metros, siendo su alcance total de unos1000 metros [LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLAMES A MES, 2005]), mientras que la artilleríapesada no sería excesivamente abundante aesas alturas. Por el contrario, implican unacompleja red de avituallamientos difícil de esta-blecer sobre todo en el lado republicano, com-plicada aún más en el periodo invernal de1936 en que la nieve cubriría – como en laactualidad – prácticamente todas las alturas yen ocasiones los valles. (Ver Fotografía 2)

No debemos olvidar, sin embargo, que lascoordenadas en las que el territorio en cuestión semueve se encuentran directamente relacionadascon los procesos bélicos en otras zonas – avancenacional desde Galicia en el oeste de Asturias,repliegues y avances republicanos en la zonacentro del frente de León, donde se llegó bastan-te cerca de la capital – y especialmente con laimportancia de los pasos justo en sus extremoscomarcales: Leitariegos y Somiedo. El primeroparece que permaneció en manos nacionalesdurante la mayor parte de la guerra, poniendo enjaque la retaguardia republicana, mientras elsegundo fue centro de grandes luchas por su con-trol. Cuando este estuviese en manos nacionalesparece lógico pensar que toda la zona norte deLaciana sería abandonada por los republicanos.

A partir de unas reflexiones básicas comoestas podemos plantearnos unos principios ele-mentales para posibles futuros trabajos de camposobre el tema, que en nuestro caso no fueron posi-bles de realizar. Resulta evidente que una pros-pección por zonas de interés debería tener encuenta todos los cordales en altura dispuestos endirección N-S, sobre todo en la cara que mira alsur hacia el valle principal de Laciana. Especialatención debería prestarse a las zonas de dominiode los pasos de Leitariegos y Somiedo cuya den-sidad de vestigios ha de ser mucho mayor y máscompleja. Finalmente, otros lugares de interés sonlas zonas donde se cierran los valles en direcciónnorte y en altura, como por ejemplo el valle deLumajo al Este de Laciana.

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Fig 2. MDT en el que observamos el particular relieve de Laciana. A sud-oeste y este se encuentran los valles que dan salida a Ponferrada y Leónrespectivamente. Se hallan remarcados los cordales y zonas altas queseparan los valles, presumiblemente los terrenos de mayor interés arqueo-lógico. De los escasos restos encontrados, dos se orientan hacia el sur paracontrolar el valle principal de Laciana, evidenciando un control republicanode las alturas pero no del valle.

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8.3. Los vestigios

Como ya se mencionó en un principio el regis-tro de vestigios de la guerra resulta incompleto y elequipo es consciente de ello. Sin embargo, vistosa posteriori, los escasos datos con los que conta-mos cuadran con la lógica territorial planteada pre-viamente. Pasamos directamente a exponerlos.

- Los Parapetos. Conjunto de estructuras empla-zadas al norte de Robles de Laciana en la zonatopográfica conocida igualmente como “Losparapetos”, que controla tanto los accesosdesde el Sur como los dos valles circundantesal Este y Oeste. Los restos – a día de hoy unasquince agrupaciones de piedras más o menosdefinidos – se extienden a lo largo de unos 200metros con dos variables tipológicas: recintoscirculares que parecen haber albergado ame-tralladoras y recintos de planta cuadrada conaberturas, posiblemente para fusiles. Uno deestos últimos ha sido reconstruido por los habi-tantes del lugar. Al controlar tres zonas diversas– Sur, Este y Oeste – se crearon varias alinea-ciones que dejaban un espacio de seguridaden el centro otorgando al complejo una sólidaposición defensiva y ofensiva, con unos 300metros de elevación sobre su entorno. (VerFotografías 3, 4 y 5)

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Fig 3-4. Nidos de ametralladora en la zona de los parapetos, posiblemen-te construidos a toda prisa dada su escaso empaque, con material reutili-zado de antiguos corrales o chozas de pastor cercanos. El control visualdesde este emplazamiento resulta espectacular y alcanza tanto al vallecomo a los cordales situados inmediatamente a este y oeste.

Fig 5. Parapeto en la zona de Los Parapetos (Robles de Laciana). Fue reconstruido por los propios habitantes del pueblo. Al fondo se encuentra el Cornón,una de las alturas más dominantes del territorio.

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- Complejo de Lumajo. Espacio defensivo situa-do al norte del pueblo de Lumajo en la zonaelevada de “La Fichosa”, compuesto por tresnidos de ametralladora comunicados por trin-cheras y una estructura central con dos espa-cios definidos que podríamos definir comopuesto de mando o almacén, en mal estado deconservación. Todo el conjunto se encuentraarrasado en su parte central por una zanja arti-ficial resultado seguramente de una limpiezade montes, caso que ejemplifica perfectamen-te el abandono y tratamiento de este patrimo-nio. Aunque también domina el valle al Oestede su posición y tiene visión del elemento geo-gráfico preponderante en la zona también alOeste, el pico Muxivén, parece que su empla-zamiento se encuentra directamente relaciona-do con la defensa al Este del esencial paso deSomiedo, sobre el que se eleva unos 350metros. (Ver fotografías 6 y 7)

- Emplazamiento de El Puntigo. Trinchera,muro y estructura circular situados inmedia-tamente al norte de Villablino en una laderaque se eleva 300 metros sobre el centrourbano. Parece evidente que se trata de unaestructura dispuesta para el control del vallecentral de Laciana hacia el Sur, y en particu-lar de Villablino.

Estos vestigios documentados tienen encomún su fábrica, basada en la colocación depiedras a hueso bien sea para formar plantas cir-culares o cuadradas y que seguramente contarí-an con alguna cobertura de madera y vegeta-ción. Las construcciones parecen realizadas apri-sa y con materiales de la zona dada la dificultadde transportar material a esas alturas, con lo quecabría esperar la reutilización de muros ganade-ros, alguna estructura de brañas o cabañas depastor. Se caracterizan igualmente por encontrar-

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Fig 6. Fotografía realizada desde el complejo de Lumajo en la que se puede apreciar otra línea de trincheras arrasada por la pista. La detección de este tipode vestigios en zonas con tupida vegetación depende en muchos casos del grado de incidencia de la luz y del propio azar.

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se en posiciones semejantes: laderas y cordalesque controlan los valles adyacentes desde posi-ciones elevadas, con una sólida implantacióndefensiva respecto a su entorno más inmediato ala vez que una fácil posibilidad de abastecimien-to o huída en el Norte.

Este control defensivo sería estratégico dadaslas condiciones de un complejo territorio de mon-taña como el que define Laciana. Si aceptamosque la potencia artillera que podía desplegarseen ese espacio era reducida o nula, la potenciade fuego real de estos conjuntos no podría alcan-zar sus objetivos en el valle con fusiles o ametra-lladoras. Sin embargo, dadas las posiciones deestas estructuras – casi con seguridad pertene-cientes a un sistema más complejo que entraríadentro de este esquema de control de vallesdesde los cordales – se hacía imposible al ene-migo pasar de largo sin antes tomar estos núcle-os, ya que de lo contrario quedarían aislados en

un territorio enemigo perfectamente vigilado ycontrolado visualmente. Restaría por comprobarsin embargo la efectividad de este hipotético sis-tema en el duro invierno de Laciana, donde la visi-bilidad quedaría enormemente reducida y duran-te el cual desconocemos si se consiguieron man-tener las posiciones de altura bajo las grandesnevadas.

Tampoco podemos afirmar que las estructu-ras fuesen ocupadas constantemente durantetodo el periodo bélico, ni siquiera si lo fueron porel mismo bando. Encontramos, sin embargo, unaclara diferencia tipológica entre el complejo deLumajo y las estructuras de Robles de Laciana yVillablino. Estas últimas son de facción muchomás sencilla sin ningún tipo de labor de trinche-ra, simplemente levantando muros en alzado,con lo que se convertirían en un objetivo muyfácil para la aviación cuando los frentes comen-zaron a organizarse en el Otoño de 1936 y espe-

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Fig 7. Estructura de planta rectangular en el complejo de trincheras y nidos de ametralladora sobre el pueblo de Lumajo, posiblemente un centro de mando.Este conjunto arqueológico se encuentra parcialmente arrasado por una pista de montaña de reciente construcción. Otra prueba más del desinterés por la pro-tección del patrimonio bélico en nuestro país.

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cialmente a principios de 1937 cuando los efectivosde la Legión Cóndor desequilibran a favor delbando nacionalista la situación en el aire. El conjun-to de Lumajo posee una gran complejidad organi-zativa, con una estructura central y nidos de ame-tralladora alrededor, todo comunicado por trinche-ras excavadas. Los nidos de ametralladora, a dife-rencia de los anteriores, se encuentran tambiénbajo tierra y no en alzado. Parece por lo tanto quelos primeros fueron levantados urgentemente porfuerzas no profesionales al principio de la guerra yposteriormente abandonados, mientras el núcleode Lumajo participaría seguramente en los diversosy duros enfrentamientos por las posiciones deSomiedo detallados en los Partes de Guerra tantonacionales como republicanos, con una organiza-ción profesional heredada de los manuales bélicosmodelo posteriores a la Gran Guerra (manualesque comenzarían a quedar obsoletos en nuestraGuerra Civil y definitivamente abandonados tras laexhibición de “blitzkrieg” por parte de las tropas ale-manas ante una Francia ajena a las innovacionesque se estaban produciendo en la teoría militar).

Restos que en síntesis describen un panoramade guerra de montaña sumamente complejo y biendistinto al practicado en llano. Un campo en el quela audacia y una mejor percepción del territorio – ala vez que un sólido apoyo aéreo – jugarían unpapel mucho más importante que factores clavesen otros espacios, ya que ninguna tropa profesionalen la España del momento estaba preparada paraeste tipo de combate. Hemos podido comprobar lasemejanza de los vestigios de la Guerra Civil en otrazona con condiciones similares de guerra de mon-taña de baja intensidad en la zona de Cortes deArenoso ( Castellón ). Este municipio linda con laprovincia de Teruel y posee un importante compo-nente de media montaña en el que se desarrollóalguna escaramuza y pequeños combates, siendosus parapetos alzados con bloques de piedra reu-tilizados similares a los presentes en Laciana.

8.4. Conclusión y breve consideración histórica

Si bien resulta demasiado aventurado lanzaruna hipótesis definitiva a partir de los datos con losque contamos por el momento, sí que podemosadelantar algunas reflexiones que parecen ircobrando cierta lógica.

En cuanto a la adscripción de los restos pare-ce evidente que son de construcción republicana,con posibilidad de reutilización por parte de los

nacionales en algún momento. Esto es así porqueninguno de los tres conjuntos está enfocado a unadefensa orientada hacia el norte controlado por elbando republicano. Todo parece indicar que lapercepción de la guerra en la zona sería de una ini-ciativa ofensiva nacional y defensiva republicana.

Los restos de Villablino y Robles parecen perte-necer a una primera fase de la guerra, por su sim-plicidad y escasa funcionalidad; seguramenteAgosto de 1936 cuando los nacionales toman elvalle central de Laciana y los militantes republica-nos suben a las montañas siendo apoyados desdeAsturias. Las trincheras de Lumajo, por su comple-jidad y emplazamiento en la defensa de Somiedo,responderían a un periodo más tardío. Posiblementeformarían parte de un sistema de defensa prepara-do durante los meses de dominio republicano delpuerto, desde Octubre del 36 hasta Junio del 37,periodo durante el cual el valle central de Lacianasería disputado por ambos lados.

Resulta difícil realizar un balance del impactode la guerra sobre la economía y la sociedad dela zona. Cabe diferenciar dos espacios en primerlugar: la zona al sur del valle principal de Laciana,que no resultaría especialmente afectada al que-dar la mayor parte del tiempo en manos naciona-les, y la zona al norte – a la que se refieren bási-camente nuestras reflexiones – que sufriría conmayor crudeza el impacto de la guerra. En cuantoa la vivencia de la misma por parte de las pobla-ciones parece claro que tuvo que ser terriblemen-te dura. No sólo por la propia crudeza y penuriamaterial que todo conflicto lleva asociado, sino porel hecho de ser una zona que podríamos llamarde “guerra de baja intensidad” en la que el día adía resultaba bien distinto a las zonas de reta-guardia con una clara adscripción política desdeun primer momento. Situación que dificulta ade-más la tradicional representación de un frentecomo una línea invariable: aquí tendríamos queinterpretarla como una “zona de frente”. Estosespacios se caracterizan por un exiguo controlterritorial y la ausencia de grandes despliegues defuerzas o batallas considerables, por lo que:

- Muchos espacios y centros habitados (enespecial en un territorio de montaña) quedan entierra de nadie, siendo víctimas de incursionesde rapiña por parte de ambos bandos y la inse-guridad que eso comporta en la población.

- A la vez, los repetidos cambios de bando dealgunos núcleos – atestiguados en pueblos

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como Lumajo a través de testimonios orales –hacían que las venganzas se sucediesen yrecrudeciesen, siendo en muchas ocasionesproblemáticas mas relacionadas con rencillasentre vecinos que verdaderas cuestiones polí-ticas o ideológicas. Cualquier resquicio de soli-daridad social quedaría, por tanto, descartado.La percepción del conflicto sería por lo tantorealmente dura y angustiosa por parte de loshabitantes de la zona.

- Las actividades económicas tradicionales nopodían desenvolverse con normalidad.

Y es que las dos actividades preponderantesen la comarca – ganadería y minería – necesitande una cierta estabilidad y seguridad para su des-arrollo. De la importancia de la ganadería en estazona dan cuenta incluso los partes militares, queproclaman con orgullo en ambos bandos el robode una cierta cantidad de unidades de vacuno entierras del otro bando. Si aceptamos que esta seríauna practica cotidiana, como con toda probabili-dad fue, que una buena parte del ganado seríarequisado por necesidades bélicas – alimentación,transporte, etc. –, y que la mayor parte de los pas-tos, situados en altura, serían durante largos perio-dos inaccesibles y peligrosos, el impacto de laguerra en este sentido hubo de ser brutal paraunas familias que en buena parte de las ocasionesmedían su riqueza en vacas.

A la vez, desde finales del siglo XIX y especial-mente desde los años 20 y 30 cuando comienza afuncionar el ferrocarril que comunicaba la comarcacon Ponferrada, había comenzado a desarrollarseen la comarca una actividad paralela a la economíatradicional, mucho más lucrativa, que venía trans-formando irreversiblemente el panorama socio-eco-nómico y paisajístico de Laciana: la minería. Unatractivo que añadiría interés para el control de lacomarca por parte de ambos bandos, y que sinduda se encontró paralizado hasta los momentosprevios a la caída del Frente Norte, momento enque los nacionales comenzarían su explotaciónpara abastecer la intacta industria vasca que habíacaído en sus manos recientemente.

Parece bastante plausible afirmar que laGuerra reforzó la pujanza de las fuerzas moderni-zadoras representadas por la minería – y todo loque ella conllevaba: inmigración, cambios socia-les, mayor aperturismo y comunicación con elexterior, etc. – en choque dialéctico con una socie-

dad tradicional con una economía de subsistenciabasada en la ganadería vacuna. Aquella absorbe-ría, de hecho, gran parte de la mano de obrasobrante de un sector ganadero con menor des-arrollo y escasa proyección de futuro.

Una comarca en definitiva que, sin haber parti-cipado decisivamente en los movimientos que defi-nieron el Frente Norte y sus vicisitudes, fue modifi-cada sustancialmente por la Guerra Civil. Jugó, esosí, un papel dentro del complejo entramado de terri-torios, montañas y pasos, que conforman la monta-ña del norte de León en su linde con Asturias. Unmejor conocimiento a gran escala de lo que signifi-có el Frente Norte pasa por la comprensión detodos estos pequeños espacios e historias con suspropias dinámicas que escapan a una visión de laguerra a vuelo de pájaro. El que esto se lleve acabo o no dependerá del tratamiento que la socie-dad proporcione al patrimonio de la Guerra Civil,tanto material como inmaterial, y de las posibilida-des de investigación que se abran consecuenciade ese interés social. Por nuestra parte, esperamospoder ampliar el presente estudio, remitiéndonos auna publicación futura que en breve verá la luz.

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