presupuestos minimos para la elaboracon de un protocolo federal

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  • 8/18/2019 Presupuestos minimos para la elaboracon de un protocolo federal

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    NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES EN CALLEPresupuestos mínimos para la elaboración de un protocolo federal.

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    Presupuestos mínimospara la elaboración de un protocolofederal de intervención en niñez en calle.

     Autores:

    Dr. Pedro KaufmannDr. Francisco Ghiglino

    Lic. Sandra Chicco

    _______

    Diseño:Hernán Chaves Muñoz - Grados Minutos Segundos_______

    Videos: Poloc

    _______Colaboradores: Equipo Amanecer Grupo Casa TallerLic. Mariana ChiorraDr. Leandro HalperínDra. Silvia García de GhiglinoEmanuel MercadoDra. Nancy TangaDra. Fernanda AnayaPablo Gastón Portillo

    Ignacio PortaLys Bodas_______

    Pie de imprenta:Gráfica Today 

    Edición y grabación de DVD:Juan Vazzana

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     Agradecimientos:

     A Jorge Ernesto Blasi (Foto),por su participación especial en la imagen y la palabra de este trabajo.

     A la SENNAF,  por su aporte para la elaboración del presente trabajo.

    _______

    Contacto:

     Asociación Civil Amanecer Grupo Casa Taller

     Viamonte 1876 (1º 4 y 5) CABA 

    Tel.: 011-4813-1890 4815-4323 4811-3299

    Correo: [email protected]

    [email protected]

    www.amanecer.org.ar

    _______

    ® 2012 Asociación Amanecer - Grupo Casa-Tallerpara Colección Observatorio Amanecer Infancia Adolescencia JuventudHecho el depósito que indica la ley 11.723.Todos los derechos reservados.

    Secretaría Nacional de 

    Niñez, Adolescencia y Familia

    Ministerio de

    Desarrollo Social

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    NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES EN CALLEPresupuestos mínimos para la elaboración de un protocolo federal.

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     Autores:

    Pedro Sebastián Kaufmann

    - Abogado (UBA). Consultor, asesor en materia de políticas públicas de niñezy de derechos humanos. Formador y capacitador de equipos de organismospúblicos y privados en materia de derechos del niño y de derechos humanos. Asesor ante el Senado de la Provincia de Bs .As.

    - Ha sido asesor penal de Abuelas de Plaza de Mayo.- Director Provincial de Promoción y Protección de Derechos del Niño de laSubsecretaría de Niñez de la Provincia de Buenos Aires.

    - Director de Protección de la Secretaría de Derechos Humanos de la Provin-cia de Buenos Aires.

    - Expositor en diversos ámbitos académicos y políticos vinculados a losDerechos Humanos y en especial a los Derechos del Niño.

    - Dictado de cursos en Derechos Humanos y Derechos del Niño.

    Francisco Javier Ghiglino

    - Es abogado. Fundador y Presidente de la Asociación Amanecer Grupo Ca-sa-Taller

    - Director de la Colección Observatorio Amanecer. Infancia-Adolescencia-Juventud.

    - Ex Delegado Consejero Electo Titular. Consejo de Derechos de Niñas, Niñosy Adolescentes del GCBA.

    - Integrante de la Junta Promotora del Foro de Derechos de Niñez y Adoles-cencia de la Ciudad de Buenos Aires, entre otros Foros Provinciales, ConsejosLocales y Redes.

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    - Ex Vice Presidente 2do y Presidente de FAPPIAR. Federación Argentina deProtección y Promoción Infancia y Adolescencia en Riesgo.

    - Asesor, Consultor, Capacitador y Supervisor de Equipos de Infancia y Ado-lescencia.

    - Autor, Jurado y Panelista de múltiples Jornadas, Seminarios y Congresosde especialización en Infancia, Adolescencia y Juventud.

    - Premiado y Declarado de Interés Legislativo, por su labor Social y Cultural afavor de Niñas, Niños y Adolescentes en situación de vulneración social.

    - Su labor ha sido reflejada en diversos libros y documentales, por investiga-dores y escritores especializados.

    Sandra Beatriz Chicco

    - Es Licenciada en Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Profesoraen Psicología y Asistente Materno Infantil. Postgrado en Violencia Familiar y Adicciones.

    - Tiene formación continua en temáticas referentes a niñez, adolescencia, juventud, familia, adicciones, violencia, suicidología, forense, inclusión so-cial, inclusión laboral, comunicación, mediación, coordinación grupal, espe-cialización en tratamiento de crisis y trauma.

    - Cuenta con numerosos trabajos presentados en diferentes jornadas y con-gresos en temáticas referentes a prevención del suicidio, inclusión social ylaboral.

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    _ A los lectores

    El material que ofrece esta edición, es elpunto de partida para el desarrollo de he-

    rramientas propias, para el trabajo de cadaagencia u organización en materia de niñezen calle. Nuestro equipo se abstuvo expresa-mente de generar un documento cerrado deaplicación genérica, pues entiende que el va-lor reside esencialmente en poder agregar elcolor local con sus necesidades y fortalezas,que han de enriquecer y afinar su contenido.

    Por esta razón, este trabajo estaría incomple-

    to si cualquiera de ustedes no pudiera con-tar con la experiencia de nuestro equipo enel desarrollo de este tipo de herramientas.

    Por ello, para cualquier consulta, por asesora-miento, generación de protocolos locales,supervisión de equipos y programas, capaci-tación de técnicos y profesionales, cada unode ustedes puede contar con nuestros datos

    de contacto.

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    PRESUPUESTOS MÍNIMOS PARA LA ELABORACIÓN DE UN PROTO-COLO FEDERAL DE INTERVENCIÓN EN NIÑEZ EN CALLE.

     A modo de introducción

    Es intención de nuestra Asociación colaborar en el curso del año, en la redacciónde un Protocolo que permita sistematizar la Intervención Técnica de la Niñez y Ado-lescencia en Calle. Ello permitirá ordenar y permitir la adopción de presupuestosmínimos, con un criterio federal, asociado a la mejora continua de las prácticas en elabordaje y acompañamiento que realizan tanto equipos dependientes de efectorespúblicos como privados, vinculados directa e indirectamente a la temática.

    Nuestra experiencia en el campo de la atención de comunidades vulneradas ensituación de calle, la permanente capacitación de operadores y educadores so-ciales en el abordaje específico; sumado a la tarea que desempeñamos y hemosdesempeñado como Supervisores Técnicos de Equipos de Callejeada de caráctermunicipal o privado, y finalmente nuestra permanente articulación con redes, forosy Consejos Locales, nos abre el camino hacia una sistematización que beneficie aquienes operan con la niñez y adolescencia en situación de vulneración y claro está

    con sus verdaderos destinatarios, muchas veces abandonados de toda intervencióno por el contrario centro de un sinnúmero de intervenciones superpuestas.

     A esos efectos le hemos solicitado el auspicio y acompañamiento a la SecretaríaNacional de Niñez, Adolescencia y Familia (SENNAF), para viabilizar dentro del con-texto federal del que somos parte, los presupuestos mínimos sobres los que deberádesarrollarse el protocolo marco, al que cada uno de sus miembros podrá contribuiry anexar las especificidades que regionalmente competan.

    En este tránsito, elegimos formularnos algunas preguntas, cuyas repuestas han deidentificarse sobre dos dimensiones, por un lado, asumiendo un rol como educa-

    dores, y por el otro, a fin de establecer un buen diagnóstico para los funcionariosresponsables de la ejecución de políticas públicas relacionadas con la problemáticade la niñez en calle.

    Primero tratamos de entender el qué y para qué, y nos contestamos las siguientespreguntas para saber en qué lugar nos posicionamos para realizar la tarea.Es también conveniente aclarar que las definiciones que se adoptan son simple-mente acuerdos sobre el significado que buscamos/encontramos en cada con-cepto. Cada uno de los lectores, analistas, trabajadores, funcionarios, podrá a suvez llegar a diversas conceptualizaciones, pero es imprescindible establecer ciertaspautas de acuerdo sobre las cuáles poder empezar a desenredar esta madeja.

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    ¿Qué es un niño?

    Partimos de la definición que adoptó la Convención Internacional sobre los Derechosdel Niño, en la cual se establece que un Niño es todo ser humano menor de 18 años,salvo que en virtud de la ley aplicable en cada país, haya alcanzado antes la mayoríade edad.

    La Convención entiende a los niños como sujetos sociales de Derechos y suaprobación es la culminación de un proceso de reconocimiento y protección de losDerechos de los Niños.

    Por su parte en cada ocasión que se mencione la palabra niño, ha de interpretarsecomo un concepto abarcativo y respetuoso de las cuestiones de género, que in-cluyen a niñas, niños y adolescentes.

    ¿Qué es un niño en riesgo?

    Utilizamos expresamente este concepto, aún a sabiendas de la equivocidad deltérmino, y su fuerte impronta de estrecha vinculación al Patronato de Menores. Aúnasí, siendo en la práctica un término de uso habitual y frecuente entre nuestra co-munidad, debemos asumirlo como una de las variables que subyacen a muchasintervenciones y es preferible entonces realizar algunas aclaraciones. Cuando eneste documento se aluda al concepto riesgo o situación de riesgo se alude a losiguiente:

    Se consideran de riesgo biológico aquellos niños que durante el periodo pre, peri

    o posnatal, o durante el desarrollo temprano, han estado sometidos a situacionesque podrían alterar su proceso madurativo, como puede ser la prematuridad, el bajopeso o la anoxia al nacer.

    Los niños de riesgo psico-social son aquellos que viven en unas condiciones so-ciales poco favorecedoras, como son la falta de cuidados o de interacciones ade-cuadas con sus padres y familia, maltrato, negligencias, abusos, que pueden alterarsu proceso madurativo.

      Anexo 1, Cuarta Parte del presente documento.

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    Con el término «riesgo» se recoge el incremento de la probabilidad de un resultadoo consecuencia negativa dentro de una población (por ej., el riesgo de consumo dedrogas en una población de hijos de alcohólicos). Al mismo tiempo, las característi-cas que incrementan dicho riesgo se definen como factores de riesgo.

    En ningún caso, se habrá de utilizar el concepto riesgo como una categoría que legi-time intervenciones sobre la persona que preceda a un análisis pertinente sobre cuálo cuáles son los derechos precisamente amenazados o efectivamente vulnerados.

    ¿Qué es un niño en calle?

    UNICEF nos remite a una distinción entre:

    Niños en la calle: son aquellos que pasan la mayor parte del tiempo en la calle, peroque tienen algún tipo de soporte familiar y vuelven a su casa por la noche.

    Niños de la calle: pasan el día y la noche en la calle y están funcionalmente sin

    soporte familiar.

    Habremos entonces de acordar que vamos a entender por niñez en calle, todasituación donde un ciudadano menor de 18 años de edad, se encuentre en formapermanente o transitoria en la calle, carente del continente familiar o comunitario yevidenciando la existencia de amenaza o vulneración en sus derechos esenciales.

    ¿Qué es un intervenir?

    El concepto de intervenir lo planteamos desde la perspectiva de “el oficio de hacercon....” Es hacer algo con otro.

    Entendiendo los diferentes dispositivos como espacios de construcción colectiva yconjunta, en donde la tarea se orienta hacia la construcción de vínculos y la detec-ción y despliegue de herramientas de acciones simbólicas, subjetivas, y técnicas.

    Ese hacer algo con el otro, si bien no supone ni garantiza un resultado efectivo, hade tener necesariamente como presupuesto una mejora en la situación de aquel

     junto a quien se interviene.

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    ¿Nos preguntamos también, puestos en el rol de un funcionario público de lasáreas de niñez y juventud de nuestros gobiernos, qué elementos debieran te-nerse en cuenta al momento de determinar una política específica?

    Desde este disparador hemos diseñado una guía, que denominamos Actividad pre-liminar para la elaboración de un Protocolo Federal de abordaje de niñez en situa-ción de calle 1, que invitamos formalmente a completar como paso previo para laimplementación de una sistematización de buenas prácticas, ajustadas al marcolegal imperante introducido por la ley federal 26.061, en concordancia con leyes pro-vinciales o locales y con lo preceptuado por la Constitución Nacional al receptar losprincipios normativos de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño.

    ¿Qué es un protocolo?

    Podríamos agregar al interrogante estos otros:

    ¿Para qué sirve el protocolo? ¿En qué consiste el protocolo? El protocolo es una ciencia y un arte milenario basado en un conjunto de normaslegales, sociales, usos, tradiciones y costumbres de modo que regulan el com-portamiento humano en los aspectos íntimos, privados, públicos y oficiales. Todasociedad ha tenido y tiene sus protocolos, aún cuando pueda resultar un términoequívoco para el conjunto.

     Acudiremos en ayuda entonces de aquellas fuentes que nos pueden ser útiles paraaclarar dicho concepto.

     “El término Protocolo procede del bajo latín protocollum, y éste del bajo griego, quesignifica primera hoja encolada o pegada.Protocolo: Ordenada serie de escrituras matrices y otros documentos que un no-tario o escribano autoriza y custodia con ciertas formalidades. 2. Acta o cuadernode actas relativas a un acuerdo. 3. Por extensión, regla ceremonial diplomática opalatina establecida por decreto o por costumbre. (DRAE, 2001: 1850).

    Registro en el que se consignan las actas de un Congreso diplomático en que se de-cide un grave negocio. Formulario que contiene reglas de etiqueta y de diplomaciacon que se tratan mutuamente los gobiernos. (Espasa 1922,47)

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    Por los años 450 los dignatarios del Imperio de Oriente llevaban en las ceremoniaspúblicas grandes libros cuadrados que contenían las instrucciones del Emperadorpara la administración de las provincias, cuyos libros estaban encuadernados encuero verde, rojo, azul o amarillo, cerrados con correas o corchetes y adornadosde varillas de oro horizontales con el retrato del emperador pintado o dorado en lastapas. (Espasa 1988, 19: 1224).

     El 7 de julio de 1503 los Reyes Católicos mandaron a que los escribanos tuvieran unProtocolo o libro encuadernado, formado de papel o pliego entero, en que estabancopiadas extensamente las escrituras que ante ellos se habían otorgado, con losnombres de los contratantes, fechas y expresiones minuciosas de circunstanciasespeciales y cláusulas, autorizándolos con la firma y signo correspondiente. (Es-pasa, 1988, 13: 1225)

    Por su parte diversos autores destacados en la materia, nos han enriquecido con sumirada, pudiendo citar y sólo a modo de ejemplo a los siguientes:

    Es todo porque realmente es el arte y la técnica de la creación de las formas en las

    que se realiza la acción del Estado, según José Antonio de Urbina.  2

    El protocolo sería un arte, que debe entenderse como virtud, debido a que tiene que

    ver con la manera de comportarse las personas. El arte de hacer las cosas que hay

    que hacer de una manera perfecta y natural a la vez. 3 Javier Maqueda Lafuente.

    Podemos por último –last but not least- apelar a una definición que ha llegado anuestros días quizás en mérito a su sencillez y exactitud, que define a la proto-colización como la ciencia de ordenar. Baste su inclusión como homenaje a su autorque nos ha dejado su memoria hecha palabra, mas su segura humildad, ha borradosu nombre de la memoria colectiva.

    De allí que creímos conveniente comenzar este proceso de protocolización, intentan-do sentar los presupuestos mínimos para el desarrollo de esta tarea. Es justamenteese desarrollo el objeto de esta primera etapa del trabajo, y sobre dichos presu-

     2 Urbina José Antonio de. El Gran Libro del Protocolo. Editorial Temas de Hoy. España.

     3 Maqueda La Fuente Javier. Protocolo Empresarial una estrategia de Marketing. Ed. Esic. España 2003.

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    puestos mínimos habrase de ir escribiendo, con la incorporación de cada una de lasexperiencias regionales, un protocolo común para una adecuada sistematizaciónde nuestras prácticas que permita a nuestro país, ofrecer los estándares adecuadossobre los que habrá de construirse y legitimarse toda intervención en el futuro. 

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     P R I M E R A   P A  R T E 

     H I S T O R I A   Y  A  N T E C E D E N T E S 

     D E  L A   O T R A   N I Ñ E Z. 

     R É G I M E N  D E  P A  T R O N A  T O. 

     E S T A  D O  Y  M E N O R E S. 

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    Capítulo 1 Aproximación a una mirada histórica de la infancia

    Todo instrumento diseñado para la acción política que pretenda ser respetuoso dequienes han de utilizarlo, y de quienes han de ser su objeto, requiere de una contex-tualización previa a su materialización. Podríamos hablar de los presupuestos teni-dos en cuenta al momento de su creación, de los por qué y para qué, que permitanlegitimar su desarrollo y utilización. Es por ello que nos parece oportuno situarnosen cuáles son aquellos presupuestos en los que en definitiva habrá de abrevar nues-tro discurso, nuestro método y finalmente el instrumento de trabajo propuesto.

     Así, es preciso que identifiquemos cuál es el niño al que estamos mirando hoy.

    La historia occidental 4 cuenta que durante millares de años los niños no existieronsiquiera con el status de seres humanos. Las sociedades antiguas si los considera-ban, lo hacían para atribuirlos al inequívoco síntoma del pecado original a partir de la

    prédica de San Agustín, más luego al eventual patrimonio de su padre, y más tardea la fuerza laboral de su familia. Durante siglos, ya en las sociedades modernas, nohan existido como ciudadanos, es más, las primeras disposiciones legales respectoa los menores de edad no resultan reconocimientos de derecho, sino regulacionespara su explotación laboral en los albores del capitalismo. Luego, casi sin soluciónde continuidad las siguientes disposiciones legales socializaron el encierro y el ais-lamiento como método. Al igual que con los locos, los enfermos, los pobres y lasprostitutas, la solución final, -y la primera- fue el encierro. Tratamos de hacer hin-capié en este ideograma del tiempo, pues es necesario concentrarnos en entenderque el desarrollo que hoy tienen nuestras prácticas en materia de niñez, son el frutode muy escasos años de historia humana en un ámbito de mínima dignidad, que al

    menos establece, que los niños son personas, que tienen derechos, y que ellos sonmayores a los de los adultos, y de reconocimiento prioritario.

    4 Se hace difícil desconocer como presupuesto propio que como sociedad estamos determinados porel relato de la historia occidental. No importa sólo si se trata de la versión colonizadora, la revisionista,o aquellas otras que fueron nutriendo nuestras lecturas. A estos efectos sí importa señalar que dejamosde lado las historias de otros mundos en desmedro de nuestro mundo de mirada occidental. O acasofue la edad media un sino histórico universal? ¿África en la edad media? ¿América tuvo edad media?Ciertamente no en los términos europeos, sin embargo ninguno de nuestros chicos se salva de saber quepasó entre el 476 y el 1453 DC en el viejo continente. Nuestra historia universal, responde exclusivamentea la de la Europa central.

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    Pero, vaya paradoja, luego de 10.000 años del hombre sobre la Tierra, recién podría-mos decir que el mundo entero establece los principios mínimos sobre los que seconstruye el instrumento de derechos humanos con mayor difusión y acuerdo glo-bal, que es la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño (CIDN) elabo-rada en el seno de las Naciones Unidas, en 1989 5. Aquí aparece el primer catálogode derechos que se le reconocen al niño, ya como sujeto, y no como mero objeto deprotección. Las personas menores de 18 años de edad tienen entonces, derechos,todos los derechos, los mismos que los adultos, con algunos derechos especial-mente reconocidos en virtud de considerárselos personas aún en desarrollo.

    Este acontecimiento en Argentina determina el punto de partida y plataforma ne-cesaria para el comienzo de la remoción de estructuras añejas de control socialautoritario, y proyecta estrategias de abordaje de las situaciones de conflicto, apartir de la inclusión de cada niño y de su familia en un ámbito de dignidad social,como contracara del régimen de exclusión, encierro y muerte civil que propiciara, lahistórica legislación del Patronato de Menores.

    Este nuevo Sistema de Promoción y Protección de Derechos del Niño, que acarreaseguramente una buena diversidad de falencias, constituye el hito más elevado de

    la historia, en el reconocimiento y la efectivización de los derechos del niño. Perohay que tomar debida cuenta, que ningún modelo de construcción colectiva comoel presente, nace completo y terminado. Justamente su mayor virtud es que ha deconstruirse de acuerdo a las necesidades, problemáticas y potencialidades de cadacomunidad, y ello exige un tiempo, un cambio de hábitos, una profunda modifi-cación de patrones culturales, un ejercicio solidario de la condición ciudadana, y laformación y capacitación de operadores especializados, que sean quienes puedancoordinar las acciones preventivas o de protección específica en cada caso.

    5 La CIDN fue ratificada por todos los países del mundo con excepción de Somalía y de Estados Unidos.

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    Capítulo 2 6  Antecedentes Generales

    Del Régimen de Patronato de Menores al Sistema de Promoción y Protección de Derechos del Niño

    Un régimen impone sus respuestas. Un régimen, por definición resulta un esquemanormativo vertical con la suficiente rigidez para que el imperio de quien decide, seadeterminante en la expresión final del resultado. Este esquema que sintetiza en suesencia un modelo de imposición de conductas, por parte de un organismo quereúne el poder necesario para ello, ha sido el camino elegido por el Estado Nacionaldurante décadas para abordar el problema de la minoridad.

    Esta respuesta omnímoda del Estado ejercida a través del Patronato de Menores,herramienta de riguroso control social autoritario, resulta lesiva de los derechos hu-manos y conlleva la sistemática violación de los derechos del niño, que el propio Es-tado se ha obligado a promover y proteger, a través de su Constitución Nacional.El Patronato de Menores, subsume en su seno a la ley y al sistema represivo y

    coactivo amparado en aquella. Su objeto de intervención fue y es necesariamentefuncional al modelo de explotación y de expulsión del sistema productivo, que nopermite el desarrollo vital de una familia en condiciones de dignidad, en un impor-tante sector de la sociedad. La degradación del ambiente familiar, las sucesivasgeneraciones de ciudadanos excluidos, privados de niñez y de futuro desde el mo-mento de nacer, no han sido abordados desde el Estado con políticas de promocióny fortalecimiento. Sino con la extirpación de esos hijos, suprimiendo de facto suidentidad familiar y comunitaria, y utilizando el encierro como medida no tan últimade superación de los conflictos, que aquel insatisfecho niño o inquieto adolescentehubiesen podido generar por toda respuesta a tamaño despojo.

    Cuando el país transitó el cambio de milenio y la crisis social y económica hizoeclosión, también colapsaron sus herramientas de control social específicas parala infancia, que añadieron a su condición de violatorias de derechos, su espectralineficacia e ineficiencia. El Patronato de Menores, entonces, lejos de la atildadaprosa, de aquel prestigioso científico Dr. Luis Agote 7 , subsiste en la burocracia de

    6 Este Capítulo incorpora conceptos tomados de Kaufmann, Pedro Sebastián “Notas para la Implemen-tación de un Sistema de Gestión Integral de Promoción y Protección de los Derechos del Niño en laProvincia de Buenos Aires. Abeledo Perrot. Junio 2011 Dossier n° 6.

    7 Diputado y expositor de la justificación intelectual del régimen de Patronato.

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    sus instituciones y en las resistencias de quienes temen a los procesos de construc-ción colectiva, en donde la participación ciudadana se constituye en la esencia delsistema, y la acción política resultante, sustituye al dogma.

    El Patronato generó un andamiaje propio de figuras e instituciones. Esencialmenteun modelo represivo que enlaza a la Policía, los Jueces de Menores y a los Institutosde Menores, así como a un sesgado ámbito de educación, y un numeroso enjambrede instituciones privadas que ofreciendo diversos tratamientos para la salud mental,garantizaban el encierro de menores de edad por varios años, sin fundamento psi-coclínico alguno, pero con el andamiaje administrativo que consolidara el ConsejoNacional del Menor, y sus contrapartes provinciales.

    Entre el 80 y el 85% de las actuaciones del por entonces Tribunal de Menores en elmarco del Patronato de Menores implicaban su intervención en las tradicionalmentedenominadas cuestiones asistenciales. Se lo convocaba a intervenir cuando un niñoestuviese en una situación  irregular . Ante una situación de abandono  material o moral . Cuando actos reiterados de inconducta de los menores de edad obliguen a sus padres, tutores o encargados a recurrir a la autoridad para corregir, orientar y

    educar al menor. 8 

    Dada esa situación, los jueces de Menores no impartían Justicia, sino que determi-naban en forma inarmónica y asistemática políticas sociales y económicas, o bienpautas de educación de los menores puertas adentro de los hogares. Se generabaasí una distorsión en el funcionamiento del Estado –y de la Sociedad-, que agravabaseveramente cualquier intento de racionalización y optimización de sus recursos.La reducción de toda la problemática inherente a la minoridad  que produjo el ré-gimen de patronato hubo de generar además un serio debilitamiento institucional,determinando que incumbencias específicas que naturalmente han de recaer en lasáreas que el Estado ha previsto para atender a la población general, fueran susti-

    8 La cursiva alude al texto del art. 10 del decreto ley 10067/83. Régimen del Patronato de Menores.

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    tuidas en el caso de niños tutelados, por organismos técnico administrativos “ad hoc” 9.Como contratara, las áreas del Ejecutivo Nacional, Provincial y Municipal (acciónsocial, salud, educación, producción y trabajo, etc.), que debían prestar la respuestainicial como incumbencia natural y primaria, sólo respondían a expensas del tradi-cional “oficio” judicial que los compelía a dar tal o cual respuesta particular. Estadistorsión del sistema político y judicial, llevó a que la acción estuviera en cabezadel Poder Judicial, y el Ejecutivo, sólo respondiera espasmódicamente como con-secuencia de las mandas judiciales. Determinando esta situación que la políticasocial, la económica, la educativa, la de salud, no fueran fruto de la planificación, yno ofrecieran propuestas universales, sino que sus recursos se diluyesen en atendermal y tarde al ritmo que marcaban las intimaciones judiciales. Jueces que por suparte concentraban gran poder de decisión y que en un sistema republicano nodebieran estar llamados a administrar la política, sino a hacer justicia. Justicia quea cada paso se alejaba de sus escritorios.

    Para entender hacia dónde debe dirigirse la política pública en materia de niñez, espreciso tener muy en claro qué fue (y qué sigue siendo) en concreto el Patronato deMenores, tan criticado por estos tiempos y sin embargo tan entronizado en nuestrasociedad. Porque de lo contrario, alguien podría suponer que cuando se mencionan

    las dimensiones disvaliosas del Patronato, en realidad se alude a efectos colate-rales, a consecuencias secundarias no queridas. Es preciso dejar en claro entonces,en forma expresa que ello no es así.

    9 El patronato permitió ver como natural a una madre o a un padre reclamando pautas de educación parasu hijo en el estrado de un Tribunal. O peor aún dejando al niño en el Juzgado por no poder atenderloadecuadamente, y el Tribunal aceptándolo e internándolo en una institución total en lugar de fortalecer aesa familia.Un hijo de una familia de clase media, con papá empleado y con obra social, podía acceder a un serviciode salud de la órbita y competencia correspondiente a un efector del Ministerio de Salud, sin otro trámiteque su solicitud. Un adolescente, sin esa suerte, resultaba sometido a un proceso judicial en un Tribunalde Menores, institucionalizado a través del organismo administrativo tutelar, y en su caso ingresado paratratamiento de su salud en algún servicio privado contratado al efecto por el Consejo Provincial del Menor.Un menor edad que resultase imputado de un delito y resultase detenido en un instituto, dejaba de concurrira su escuela. Si “hacía conducta”, como premio era incorporado a una escuela especial (N° 500), en razónde considerárselo un irregular social. Por lo tanto un menor con dos o tres años de internación concluía –enel mejor de los casos- su ciclo escolar en una escuela para niños discapacitados (e irregulares sociales).

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    El patronato es una forma autoritaria de intervención del Estado en la familiaque viola los derechos humanos. 

    Es una forma de control social masivo, e invasivo, que nace como respuesta Estatala una circunstancia histórico política determinada.

    En las últimas décadas del Siglo XIX, Argentina crecía exponencialmente en suestructura económica y productiva y requería de mano de obra para trabajar la tierray su incipiente industria de producción primaria. Si gobernar  es  poblar  en los tér-minos del gestor de las Bases para la Constitución Nacional, la sangre europea,tras la prédica sarmientina fue la invitada privilegiada para sumarse a la fuerza detrabajo del país -potencia. A las nuevas manos, se le agregaron nuevas ideas, quesin hesitar escribían otras páginas con militante prepotencia. Solidaridad, libertad,derechos de los trabajadores, primeros gremios. Anarquistas de bellas ideas. So-cialistas orfebres de la palabra solidaria, generaron en esta tierra estragada por laexplotación y la desigualdad, un contrapunto de inestabilidad en la larga noche desistemática violación de los derechos humanos de los hombres y las mujeres y losniños trabajadores. Las incipientes entidades gremiales, sus trabajadores asocia-dos, y la gente de pueblo fueron devastadas por el avasallamiento del poder políti-

    co de entonces y la fiel espada del ejército, que indigna heredera de los antiguosgenerales libertarios, mancharon con sangre trabajadora para siempre la memoriade sus uniformes. El desproporcionado y salvaje ataque de las fuerzas represivasse complementó con la ley de residencia10, vehículo legal que permitió la inmediata 

    10 Ley de Residencia Se conoce como Ley de Residencia o Ley Cané a la ley Nº 4.144, sancionada en1902, bajo la presidencia de Julio A. Roca, por el Congreso de la Nación. Fue derogada en 1958.“El Senado y la Cámara de Diputados sanciona con fuerza de ley: Artículo 1º: El Poder Ejecutivo podrá ordenar la salida del territorio de la Nación a todo extranjero que hayasido condenado o sea perseguido por los tribunales extranjeros por crímenes o delitos comunes. Artículo 2º: El Poder Ejecutivo podrá ordenar la salida de todo extranjero cuya conducta comprometa laseguridad nacional o perturbe el orden público. Artículo 3º: El Poder Ejecutivo podrá impedir la entrada al territorio de la república a todo extranjero cuyosantecedentes autoricen a incluirlo entre aquellos a que se refieren los artículos anteriores. Artículo 4º: El extranjero contra quien se haya decretado la expulsión, tendrá tres días para salir del país,pudiendo el Poder Ejecutivo, como medida de seguridad pública, ordenar su detención hasta el momentodel embarque. Artículo 5º: Comuníquese al Poder Ejecutivo”.

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    deportación de todo extranjero11 que comulgara con las subversivas ideas de unprofundo cambio social que conllevara justicia y equidad. La persecución indis-criminada dejó un luctuoso saldo de víctimas. Muchos niños quedaron huérfanos ymuchos otros asumieron el trabajo en la calle como medio de vida y de ayuda a susfamilias. Las primeras décadas del 1900 marcaban el sesgo de otro siglo sangrientode nuestra historia. El poder dominante sostenía que el Estado no debía tolerar quelos hijos de los proscriptos y de los “sospechados de pecado capital” fueran criadosen ese ambiente familiar. 12

    Los hijos de los disidentes, de los trabajadores inmigrantes deportados, los niñostrabajadores fueron literalmente capturados por el Estado a través de su organismoomnipresente y tutelar, e institucionalizados para la administración del tratamientode las tres erres, (reeducar, resocializar y rehabilitar), fundamento caracterizador dela doctrina tutelar. 13  Situación que permitió que aquellos niños dejaran de recibir laeducación que sus padres pretendían para ellos, para que no osaran pensar distintoa lo que el sistema necesitaba. La institucionalización significó el encierro de milesde niños que sometidos a castigos físicos expiaban las “culpas” de sus padres.14 

    11 No debe dejarse de lado, el hecho de que por entonces fines del siglo XIX y comienzos del Siglo XX, lapoblación extranjera tenía una importante incidencia en el desarrollo productivo y político del país.12 Idea retomada 75 años después en esta misma Provincia por Ramón Camps, Jefe de Policía de la Pro-vincia de Buenos Aires donde cientos de niños fueron secuestrados, quien decía: «...Personalmente yo noeliminé a ningún chico, lo que hice fue dar algunos a organizaciones benéficas para que les encontrarannuevos padres. Los subversivos educan a sus hijos en la subversión. Por ello esto debía detenerse». Fueuno de los máximos responsables de la última13 El fundamento del tratamiento aplicado mediante la institucionalización se lo reconoce como el de lastres erres. Y se lo justifica para Rehabilitar, Reeducar y Resocializar al menor desviado.14 El Dr. Luis Agote el 28 de agosto de 1919 fundamentaba la necesidad de crear el actual régimen depatronato de menores a través de una clara concepción ideológica:“Yo tengo la convicción profunda de que nuestra ley falla si no llegamos a suprimir el cáncer social querepresentan 12000 a 15000 niños abandonados moral y materialmente, que no conocen familia, porque esnecesario saber que hay muchísimos padres que vienen como inmigrantes y abandonan a los niños a laentrada porque les incomodan; los dejan en los terrenos del puerto donde se alimentan con toda clase de in-mundicias y con lo que su mayor o menor habilidad les permite obtener. Otras veces la familia los abandonaporque no los puede proteger. Esos mismos niños, terminan vendiendo diarios y realizando toda clase deoficios callejeros, que no son más que una simulación; porque de los niños que venden diarios sólo el 10%lo son en realidad, y los restantes son vagos a quienes adultos explotan de una manera inicua. Las etapasde esta carrera de vagancia y el crimen son las siguientes: los padres mandan a los niños a vender diariosy el primero, segundo y tercer día, reciben el producto obtenido de la venta. Pero enseguida los niños juegan el dinero o se lo gastan en golosinas, y cuando llegan a sus casas, el producto de la venta se hallamuy disminuido. Entonces los padres los castigan, y después de dos o tres correcciones generalmente unpoco fuertes, resuelve el niño no volver más a su casa y vive robando en los mercados, en los mataderos,durmiendo en la puerta de las casas, y finalmente cae en la vagancia y después en el crimen”. (Cfr. Diariode Sesiones del día).

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    Fue la consolidación del positivismo social, la idea del menor desviado, enfermomental, delincuente, en definitiva la constitución jurídica de la doctrina de la situa-ción irregular en la que se unificaban todos aquellos conceptos, y a los que corres-pondía administrarles el mismo tratamiento.

    El régimen ha sido y es, impiadoso e implacable, siempre selectivo a la hora deelegir a su presa, fue mutando a lo largo de los años. La herramienta política desupresión de los hijos de los “subversivos”, fue redireccionada durante las últimasdécadas hacia los sectores más excluidos, quienes quedaron a merced de la gene-ración de numerosos cotos de caza de menores, por razones de expulsión socialde sus padres.

    El Patronato ha funcionado entonces durante este siglo pasado como una herra-mienta de control social autoritario del Estado, que lejos de promover el crecimientoarmónico de los niños en el seno de sus familias, los excluía y los remitía a institu-ciones totales para un pretendido proceso de higiene moral. Baste para ello volvera la ley 10903 o a su par bonaerense decreto ley N° 10067, que rigiese los destinosde las familias pobres.

    El régimen se resquebraja porque el encierro indiscriminado de chicos pobres enuna provincia en la que la mayoría de los menores de edad y sus respectivas familiasson pobres, se hubo de convertir en una herramienta ineficaz aún para quienes hanconstruido un modelo social basado en la desigualdad.

    Los Derechos del Niño son Derechos Humanos

    La niñez ha conformado en la historia de la humanidad una de esas dimensiones delmundo –aunque mayoritaria por cierto-, que ha quedado excluida sistemáticamentedel encuadre de derechos. La segunda mitad del siglo anterior, fructificaba en De-claraciones y Convenciones Internacionales de Protección de Derechos Humanos.

    La sociedad global dio muestras de cierta madurez al enhebrar un plexo normativode identificación de ciertos derechos como esenciales a la condición humana.

    En nuestro continente, el Sistema Interamericano comienza a desarrollarse en lasegunda mitad del siglo XX en igual sentido, aunque debe señalarse que su concep-ción original fue prevista para combatir a ciertos gobiernos considerados dictatoria-les, y a su influencia en el resto de los países de América, coincidentemente con elascenso de Fidel Castro en Cuba.

    De ninguno de los instrumentos internacionales de Derechos Humanos se ha ex-

    cluido expresamente a los niños, pero la suerte de estos, ha sido atravesada por

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    otra visión, de protegido sometimiento, que lejos de elevar el estándar de cuidadolos dejara a merced de la voluntad moral de la autoridad política, cuando no, a lavoluntad política de la autoridad moral.

    La novísima legislación de derechos del Niño creada a partir de la Convención Inter-nacional sobre los Derechos del Niño, no viene sino a insertarse en ese mismo Cor-pus normativo. Se desvanece la pretensión de la autonomía del derecho de meno- res, para integrar los nuevos conceptos, dando más valor y mayor especificidad alconjunto de los derechos humanos en general.

    La Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), realiza por primera vezun acercamiento a la realidad jurídica de los niños, en 1999 en Villagrán MoralesC/ Guatemala S/ Niños de la calle.  Interviene allí en un importante operativo derazzia y asesinato de niños en situación de calle, e intenta el primer esbozo de in-terpretación del art. 19 de la Convención Americana de Derechos Humanos (CADH).

     Aproximación preliminar, que no avanza más allá de considerar que la violación alderecho a una vida digna es aún más grave por tratarse de niños, pero que resultafundamental en el breve derrotero de consolidar un cuerpo normativo y jurispruden-cial integral. Se suma luego la Opinión Consultiva 17/2002 que si bien no avanza

    más que en consideraciones generales, establece conceptos importantes para laslegislaciones en trámite en los países Latinoamericanos, la sugerencia de una edadmínima para la punibilidad, la utilización del concepto de familia ampliada, la necesi-dad concreta de un debido proceso legal, etc. Dos años más tarde aparece la sen-tencia de la CIDH conocida como Panchito López, en donde el Estado paraguayo esseveramente condenado por las violaciones a los derechos de los niños internadosen el Instituto de Reeducación del Menor, ocurridas 8 años antes. Aquí la CIDH, pro-duce un salto cualitativo de gran importancia, incorporando al art.19 de la CADH, atoda la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño. Se constituye a partirde allí el Corpus Iuris Internacional en materia de niñez, y aparecen por primera vezen la mirada de la CIDH los derechos económicos, sociales y culturales.

    Esto trae como consecuencia directa al momento de pensar la intervención en ma-teria de niñez, que el operador tenga como columna vertebral de su accionar noya una ley de menores, sino la estructura completa de la legislación de derechoshumanos globales. Ya la ley no protege menores, sino derechos de un ciudadanomenor de edad, y en razón de esa particular condición de niño, establece un plusaún mayor de protección legal que con relación a un adulto, justamente por tratarsede personas en desarrollo.

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    Estos acontecimientos que van escribiendo nuestra historia se desarrollan paralela-mente en todo el contexto latinoamericano15, con grandes avances así como retro-cesos. En definitiva, no debe perderse de vista que los procesos históricos se de-sarrollan en el marco de procesos revolucionarios y procesos contrarrevolucionariossucesivos. Por ello es importante poder visualizar que la construcción política delSistema de Promoción y Protección de Derechos, no es un programa o mecanismode montaje y ensamblaje automático, sino que requiere de un continuo ejercicio deconstrucción colectiva de la sociedad en su conjunto. Tampoco debiera perderse devista que este incipiente periodo de vida democrática en la región, y que en especialen Argentina aún no ha cumplido las tres décadas, arrastra consigo la tragedia hu-mana de los procesos autoritarios violatorios de los derechos más esenciales, quehan dejado huellas y heridas abiertas aún en el presente. A ello ha de sumarse todoel bagaje cultural que ha determinado generaciones enteras que han crecido en elsilencio y en la oscuridad, en el miedo y en la relativización absoluta de las respon-sabilidades ciudadanas y de las funciones y responsabilidades de gobierno. Es estanuestra sociedad, la que muchas veces pide a gritos soluciones, pero que siemprelas reclama a esa figura ajena que representa el Poder, y en pocas oportunidades secompromete en buscar alternativas posibles, con el debido compromiso ciudadanopara obtener las respuestas necesarias. Construir un modelo distinto al régimen

    tutelar, no sólo nos impone el desafío de encuadrar los conceptos en una estructuralegal, también conlleva la tarea más ardua de modificar las pautas culturales.

    Esta caracterización se manifiesta particularmente en la Provincia de Buenos Aires,barco insignia del Patronato nacido en Estados Unidos, que a través de la ley 4464de 1938, crea el primer Tribunal de Menores de toda la América Latina, sobre lospresupuestos de su predecesora Illinois para tratar a los menores de conductasdesviadas y/o antisociales. No es menor destacar este hito, pues es a partir de elloque la Provincia exporta su know how hacia el resto de Latinoamérica con marcadoéxito. El desarrollo de esta estructura de poder, de jueces y asesores de menores,determina una lógica de intervención en la familia y la niñez, que al cabo de varias

    décadas importó que la sociedad en su conjunto naturalizara esa forma de hacer, dedecidir, de resolver sus diferencias. Décadas que en forma paralela al tratamientointramuros de la niñez desviada, se repetía el modelo cívico militar de apropiacióndel poder de gobierno.

    15 Para ampliar el concepto puede verse: Mary Beloff. Los nuevos sistemas de Justicia Juvenil en América

    Latina (1989-2006).

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    Quizás este pasivo histórico nos pueda ayudar a comprender por ejemplo, cómo,atravesados por este nuevo paradigma de derechos, debe interpretarse aquel fallode la Corte Suprema de Justicia de la Nación, de diciembre de 2008 16 por el que serevoca la resolución anterior de la Cámara de Casación Penal y se mantiene priva-dos de libertad – en homenaje a su protección- a un nutrido grupo de adolescentesno punibles, alojados en el Instituto San Martín, perteneciente a la SENNAF. Adoles-centes, que sin mecanismos legales actuales para privar su libertad ambulatoria, selos deja “internados” en un instituto penal, pues pareciera que de lo contrario seríanpresa fácil del accionar indebido de alguna de las fuerzas de seguridad. Podríandecirse muchas cosas de este fallo, pero es evidente que no es este el espacio ni elmotivo de estas líneas. Pero no deja de ser un preciso ejemplo de cómo los juecesdel máximo Tribunal de Justicia de la Nación, traen en su palabra –y aún por encimade la letra constitucional-, la historia política del país, el profundo conocimiento decómo funcionan ciertas corporaciones –de las que no están exentos-, así como dela identidad propia de nuestras fuerzas de seguridad.

    Establecer una política de Estado no es una tarea sencilla. Lograr una política co-herente y sustentable en el tiempo, exige un profundo cambio cultural, y el esta-blecimiento de presupuestos mínimos y sustentables. Es en 1994 cuando se incor-

    pora el catálogo de derechos humanos a la Constitución Nacional. A partir de allíel esfuerzo por adecuar la legislación interna a la ley madre, aún no ha concluido,y todos los intereses no caminan hacia el mismo lugar. La subsistencia del decretoley 22278, constituye la vigencia del Patronato de Menores, que desde la dimensiónpenal, hiere gravemente la institucionalidad toda del encuadre de derechos que hanpretendido las leyes 13298 a nivel provincial y 26061 a nivel nacional.

    Ejes fundamentales para establecer una política pública de niñez

    El SPPD es una construcción política. Claramente debe advertirse, que no se tratade un mero cambio normativo, sino de una definición que debe darse el Estado

    (local, provincial y nacional), de establecer una política pública de niñez.

    16 Fallos 331:2691.Otro elocuente caso donde se confunde privación de libertad compulsiva con una medida de protecciónde derechos, y aplica esencialmente el modelo tutelar del decreto ley 22278, es el caso “Famoso, Elizabethy otro s/ procesamiento e internación” de la Justicia de Menores de la Ciudad de Buenos Aires, falloligeramente atenuado por la actuación ulterior de la Alzada pero que declara la constitucionalidad delPatronato Penal. CNCrimyCorr de la Capital Federal Sala I del 17-3-04. Causa 22909.

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    Ignorar ello, implica sencillamente desconocer los principios que estructuran elSistema. Pues a veinte años ya de la CIDN, el desafío no puede ser el recono-cimiento declarativo de los derechos del niño, sino su real efectivización. En estaincipiente y primera etapa, implica la eliminación de todo obstáculo existente parala materialización de los derechos de los ciudadanos menores de 18 años de edady la consecuente implementación del Sistema.

    Expuesto así, el nuevo régimen legal, que tiene por objeto a toda la infancia, adiferencia de la legislación de menores derogada, que hacía foco en la situaciónirregular del causante, debe constituirse a la vez en una herramienta ya no de con-trol social, sino de construcción social y que atraviese al bies a todo el andamiajede la política pública global del Estado.

    Cuando la CIDN en su artículo 3 nos dice que el Interés Superior del Niño (ISN)debe tener una consideración primordial ante toda decisión ya sea esta administra-tiva, o judicial, determina explícitamente un principio. Un principio es justamente underecho que tiene la particularidad de iluminarnos el camino para el acceso a otrosderechos. Hace ya muchos años el profesor Miguel Cillero ensayaba una aproxi-mación por demás acertada para definir el ISN. Decía, que éste era la satisfacción

    integral de todos los derechos”17

    , entendiendo que a partir de la CIDN ha de existiruna equivalencia entre los derechos fundamentales que le son reconocidos a un ciu-dadano en el Estado de que se trate, y el contenido del Interés Superior del Niño.

    Precepto constitucional de la República Argentina desde 1994, el ISN debe serdespojado del espíritu clásico del que lo dotara la doctrina anglosajona, en el sen-tido más utópico y sutil, de ser orientador de la acción y motivador de la conductade los administradores del poder al momento de decidir, para pasar a ser, lo querealmente ha de ser en el marco de un catálogo de derechos, que protege a los ni-ños y obliga con precisión y urgencia a los adultos. Esto es precisamente reconoceren el Interés Superior del Niño, a un mandato supremo que nos impone hacer efec-

    tivo el acceso integral a todos los derechos a cada niño, incluso con preeminenciasobre el colectivo social.

    Otro matiz destacable de la nueva legislación de infancia es que la norma no obli-ga sólo a un organismo, o a determinados funcionarios. Lo hace con los padres,con los vecinos, con los miembros de toda la comunidad, con los organismos nogubernamentales y con las agencias de gobierno, es decir con toda la sociedaden su conjunto. Todos somos sujetos activos en la promoción y en la protección

    17 Cillero Bruñol M. El Interés Superior del Niño en el marco de la Convención Internacional sobre losDerechos del Niño.

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    de derechos del niño aún por sobre los intereses del conjunto. Esto se denominaprincipio de corresponsabilidad.

    Tanto el principio de principios –ISN-, como los principios de protección y decorresponsabilidad, como la garantía de prioridad, aparecen amparados expresa-mente por la legislación, a favor de los derechos de las personas menores de 18años de edad.

    La congruencia que todo esquema legal debe tener, necesariamente implica queaquellos principios deben ser las directrices de toda la política del Estado.

    Estos principios deben entonces ser los preceptos que guíen una política de dis-tribución de riqueza, una política que haga accesibles los servicios de salud a lacomunidad, a la educación, etc. No puede pensarse en verdad en el desarrollo deun SPPD, si este no se estructura a partir del reconocimiento de estos principiosesenciales de toda la política de gobierno y de desarrollo humano y comunitario.

    Tanto compromiso social exigido requiere reglas de juego absolutamente claras.Y es justamente en este capítulo donde las agencias de gobierno tienen la respon-

    sabilidad primaria y mayor.

    Una sociedad no puede exigir a sus miembros más pequeños, nada de aquello queno les ha dado. Y esta premisa lejos de ser inocente o pecar de utópica, responde anuestra realidad presente. Necesitamos garantizar el crecimiento de los niños en elseno de sus familias 18, en un marco de mínima dignidad que garantice los aspectosbásicos para su desarrollo integral. Las posibilidades de que un niño se enferme oaccidente gravemente, o sea víctima de enfermedades prevenibles y/ curables, o deabusos laborales, físicos, psíquicos, son directamente proporcionales a la carenciade un espacio vital para desarrollarse y crecer en armonía con el acompañamientode pares y adultos responsables y vinculados afectivamente. Si a ello sumamos

    los efectos habituales de las drogas de uso común, y el estímulo de terceros –engeneral adultos y con manejo de poder- para incursionar en acciones que conllevanuna infracción a la ley penal, todo conspira en contra como para que podamos exi-mirnos de culpa y buscar responsabilidades en quienes son nuestras víctimas.

    18 Entiéndase por familia a su concepto más amplio, extensa, de acogimiento, sustituta, etc.Decreto n°300/05 Art. 3.- 3.1.-Concepto de núcleo familiar. Además de los padres, se entenderá pornúcleo familiar a la familia extensa y otros miembros de la comunidad que representen para el niño vínculossignificativos en su desarrollo y protección.

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    Existe en nuestra región una suerte, de intolerancia, rayana en la ceguera, que nospermite como sociedad pensar que la solución de lo que identificamos como “pro-blemas”, se reduce a quitar de en medio sus síntomas sociales, sus signos másvisibles. Y es así que, se reiteran constantemente las propuestas de solucionesmágicas (tal vez algo mesiánicas) que nos prometen el final de nuestros desvelos,y en lugar de intentar evitar el incendio, nos convocan a adquirir novedosas viejasmáquinas que combaten incendios, devastando todo lo que encuentran a su paso.

    Sin embargo, sabemos que un niño cuando crece necesita determinadas premisasbásicas para desarrollarse en un mínimo marco de armonía vital. Sabemos positi-vamente que si ello no ocurre, una década más tarde, existe la posibilidad de quealguno de ellos exhiba signos evidentes de cierta conflictiva, que es posible quehiera la tranquilidad social. Pero sólo entonces, la moral social se incorpora y pide

     justicia o sanciones.

    No lo hace antes, cuando los padres de ese niño, sin casa y sin trabajo mendigancomida bajo las autopistas, tampoco se alarman demasiado cuando son los propiosniños quienes hurgan las montañas de basura del CEAMSE 19. O cuando esa niñaya sin acompañamiento alguno de su familia, llega a sus 15 años con dos bebés

    a cuesta. No ha dejado de ser niña aún y le exigimos que sea madre. No lo hacetampoco antes cuando esa misma niña ha sido rechazada en el hospital pues nopuede decidir usar un anticonceptivo interno porque es menor. Fallan todas nues-tras alarmas cuando la calle se ha vuelto el lugar propio de cientos de chicos que loasumen como su lugar. Barrios enteros atendidos por mercaderes de drogas bara-tas y asesinas. Represión de las fuerzas de seguridad, que detienen consumidores,adictos –en algunos casos menores-, y acuerdan con los mercaderes…

    La corresponsabilidad es hoy la respuesta que el texto legal nos referencia.¿De quién es el problema? ¿Quién debe resolverlo? Pues en eso la ley nos compro-mete definitivamente, con una respuesta sencilla y a la vez compleja de instrumen-

    tar: La responsabilidad es de todos.

     19 Ceamse: Vertedero de residuos domiciliarios, situado en el conurbano bonaerense.

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    Capítulo 3Historia e ideología de la intervención en calle.

    Las últimas tres décadas del siglo pasado instauraron en Argentina, y en buena partede América, un modelo europeo de marketing ideológico. Sobre la base aparente,de un conflicto social, fuertemente amplificado por los medios, en donde la fruta dela discordia suelen ser los jóvenes, los barrios marginales, y la violencia urbana; sehubo de colar, travestido de receta magistral, un mecanismo de dominación masivoe integral transcontinental.Haciendo gala de sus tres ejes conceptuales identificados por Waquant como “Bo-rramiento del Estado económico, debilitamiento del Estado social y glorificación delEstado Penal”20 

     Así, un Estado represivo (1976 a 1983), que eliminó todo vestigio de resistenciapolítica, e hirió fatalmente la urdimbre social, dio paso a un Estado socialmentedébil, ausente y consecuentemente expulsivo de un porcentaje mayoritario de suciudadanía.

    La última década del siglo sólo fue el eslabón corporativo de los grandes gruposeconómicos, que se apropiaron del Estado y que pretendieron que las migajas caí-das de las mesas del poder disimularan la política de vaciamiento y destrucción dela estructura productiva de este país.

    El daño social sufrido en especial por los grupos que quedaron en una situación deextrema vulnerabilidad a raíz de las políticas señaladas, fue el objeto de intervencióndel Estado en los primeros años de la década pasada. Los trabajadores desocupa-dos, las organizaciones sociales, aquellos que en definitiva buscaron socorro en laorganización colectiva. Se buscó entonces, priorizar la acción sobre estos grupos.

    Distinta suerte corrieron aquellos, que careciendo de la protección que de algúnmodo ofrecía la organización, aún en el desamparo, pasaron a sumarse al bandode los expulsados del sistema. Un ejemplo claro de ello es el de quienes solos ocon sus familias quedaron en situación de calle ingresando al mayor umbral de lamarginación y la plena indigencia.

    20 Wacquant Loïc. Las Cárceles de la Miseria. Ed, Manantial. Buenos Aires. Año 2000.

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    En los barrios más periféricos, entre las organizaciones de base y acciones gu-bernamentales, se fueron creando apoyaturas y acompañamientos múltiples, quegradualmente sirvieron para tejer una malla de contención ante tanta tragedia social,que dejó a su paso el tsunami de las políticas neoliberales. La inequidad mata, nosrecuerda Bernardo Kliksberg, como concepto que abre el juego a las consecuenciasdel desprejuicio ético que alcanzaron las políticas aplicadas. 21 

     A partir de allí, la militancia social de diversos sectores fue aunando esfuerzos enpos de dar cobertura a una población devastada. Comedores comunitarios, es-cuelas, los centros de atención primaria de salud, y las organizaciones socialesque actúan en los barrios, absorbieron gran parte de esas familias que no habíanencontrado cobijo en el limitado asistencialismo gubernamental.

     Aún así para muchas personas provenientes del interior profundo, o de otras geo-grafías de la región latinoamericana aún más castigadas, todos los soportes llegarondefinitivamente tarde, constituyéndose así estos grupos en el último eslabón de laintervención social reparadora. Resulta a nuestro criterio trascendental refrescar la memoria en la aparición de la

    fenomenología de la vida en calle y de la situación en calle, para poder comprenderla necesidad de un acompañamiento ante este emergente social, que pobló –ypuebla- las calles de las principales urbes.

    Se utiliza el concepto memoria, porque muchos de ellos, de esas niñas, niños yadolescentes (sin contar adultos y adultos mayores), son los desaparecidos de hoy,ante el abandono extremo al que fueron sometidos a consecuencia de aquellosprocesos de expulsión. El variopinto paisaje de la sociedad los llevó a ser vistos, enocasiones con cierta hipocresía caritativa con una mirada de resistencia piadosa,trocando a la indiferencia de una sociedad desarticulada. En otras ocasiones, peroaún, naturalizando la situación que lleva a poder pasar caminando sin inmutarse

    frente a un niño abandonado en una vereda mugrienta, o ante una mamá amaman-tando a su cría entre cartones y desidia.

    Por su parte, los gobiernos locales intentaron diversas respuestas. Hubo aquellosque con celo, cuidaron la aplicación de la dimensión represiva-policial del modelode exclusión, garantizando la tranquilidad del espacio público, mudando compulsi-vamente a sus desolados habitantes, logrando impedir de esta forma que se afearael paisaje turístico urbano.

    21 Kliksberg Bernardo. Escándalos Éticos. Editorial Temas. Buenos Aires 2011.

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     Aquellos otros que adoptaron un concepto de ignorancia expresa y determinaronque lo ignorado no existía, desatendiendo sus funciones básicas como gobiernofrente a sus ciudadanos. Es claro que en estos casos se ignoró la condición humanade las personas, su dimensión ciudadana, y por ende se violaron en forma expresatodos sus derechos. Paradójicamente la acción represiva o la inacción reparadora,se justifican por la condición de sujetos peligrosos, que conmovían la armonía de lacomunidad. Este juego dialéctico, este discurso mediático y global, por el que selogró justificar el abandono y la exclusión, permitió transformar a quienes se encon-traban en la situación de mayor vulnerabilidad en los responsables de su suerte, yen la exención moral de la media social. Un niño en la calle, ya no era una imagenextraña, dejó de ser “un hijo en peligro” para transformare en una sombra más delpaisaje urbano, de la cual la “gente” debía cuidarse, su condición de niño habíamudado a la de menor delincuente y peligroso.

    En los albores del año 2001 y casi como síntesis de lo acontecido durante esas dé-cadas, más de la mitad de la población era pobre22. Esto implicó que más de diezmillones de niños se encontraran en esa condición23. Para comprender el parámetroreal de pobreza, la disponibilidad de dinero mensual por persona en estos hogaresno superaba los 50 pesos/ dólares. Esto generó el éxodo de muchos niños y jóvenes

    hacia los grandes centros urbanos, todos ellos buscando la sustentabilidad de suspropios grupos familiares a través de desarrollar todas las “habilidades” de sobre-vivencia, gestándose lo que puede denominarse los nuevos oficios callejeros, queimpactaron fuertemente el índice del trabajo urbano infantil - juvenil, hasta entonces,más conocido dentro del ámbito rural.

    Los sucesivos deterioros y pérdidas que signaron estos períodos, también implica-ron una desvalorización de lo humano, constituyéndose en una agresión profundaen la dignidad de cada persona. Buena parte de la sociedad en su conjunto estabamás ocupada en salvarse de la hecatombe, en la que finalmente quedaría igualadaallá por fines del 2001, cuando pobres, clase media y ricos se dieran la mano entre

    piquetes y cacerolas. Allí se suma un nuevo grupo de desposeídos, la clase mediadesocupada que pone a sus primogénitos en situación de igual indefensión que aun niño pobre, pero con el agravante de no saber de carencias previas reales. Ni lospadres, ni las madres, ni los hijos de estos grupos estaban preparados para sufrir uncorrimiento social semejante, que por entonces comenzó a engrosar los guarismosestadísticos de la nueva pobreza argentina, signada por el famoso: que se vayan to-dos, como punto final hacia un cambio de modelo y saneamiento de lo corrupto. Se

    22 http://www.trabajo.gov.ar/left/estadisticas/descargas/toe/toe_02_06_distribucionIngreso.pdf23 Fuente: Censo Nacional año 2001 INDEC.

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    recordará, además, la instauración de las monedas alternativas o el trueque, comotabla de salvación en medio del naufragio.

    En esa escenografía social, en el extremo de la cadena, la niñez y la adolescenciaencuentran en la calle un medio de sobrevivencia precario pero único. Exhibirse enla calle permitió la relación y el intercambio con quienes al mismo tiempo los estig-matizaron, bajo la degradante denominación de los chicos de la calle.

    Esta categorización chico de la calle, que identifica a nuestra parte más débil delcuerpo social, a nuestros chicos más abandonados, paradojalmente nos remite ala excusa moral perfecta para nuestro ciudadano medio. Los chicos de la calle noson personas. Son hijos del asfalto. Ello permite naturalizar su presencia en lasesquinas, en las madrugadas, en las caras mal dormidas. Esta nueva categoría so-ciológica, los nadies del poeta 24 , abrió paso a la intervención social de esos grupospseudo cronificados, por pseudos operadores sociales de diversas extraccionesformativas, que fueron de abordaje en abordaje, generando un vínculo con el otro,en el propio “espacio calle”, que les permitió ir desarrollando nuevos esquemas deintervención. Teniendo cada una de ellas la impronta propia del equipo que arries-gaba estas nuevas prácticas, todavía, sin sistematizarlas ni protocolarizarlas.

     Apriorísticamente se optó por un abordaje apoyado en una impronta casi personalde cada operador con el sujeto abordado. No debe pensarse que por entonces laintervención haya sido planteada en términos programáticos o de comprobaciónmetodológica. En todo caso lo que primaba, como expresábamos, fue la esponta-neidad en esos vínculos, inicialmente ligados a criterios personalísimos de cada re-

    24 Galeano Eduardo. Los Nadies. Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salirde pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte;pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte,por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho,

    o empiecen el año cambiando de escoba.Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la Liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:Que no son, aunque sean.Que no hablan idiomas, sino dialectos.Que no hacen arte, sino artesanía.Que no practican cultura, sino folklore.Que no son seres humanos, sino recursos humanos.Que no tienen cara, sino brazos.Que no tienen nombre, sino número.Que no figuran en la historia universal, sino en la crónicaRoja de la prensa local.Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.

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    lación. Así se pudieron hallar distintas miradas. Desde aquella que podríamos iden-tificar como mesiánica, que actuaba para salvar un alma perdida, o para ganarseel cielo. A aquella otra que quizás en el extremo opuesto –si los hubiera en estadimensión-, pretendía reivindicar la situación del niño en calle, pues la calle se hubode constituir en su lugar. La tarea entonces pasaba por al menos garantizar en esetránsito, un abrigo, comida, o simplemente una compañía. Roles activos o pasivos,relacionamiento con o sin actividades que lo alejaran circunstancialmente de la callepor tiempos predeterminados, fueron las estrategias más frecuentes. La diversidadde objetivos en la acción abarcaba desde lograr un techo transitorio o permanenteen alguna institución convivencial, o bien con familias que sustituyeran a la suya, ohasta acompañarlos a fortalecer su vinculación familiar, comunitaria y escolar.

    Todo pasó a formar parte en la diversidad metodológica de acciones que en su con-tradicción inevitable fueron el germen de la necesidad de sistematizar y protocolizarlas prácticas de abordaje. Muchas personas y organizaciones se convocaron y aglutinaron para asumir estatarea. La iglesia y sus jóvenes en todos sus credos, los scouts, los estudiantes,grupos de arte y resistencia, militantes sociales y partidarios, referentes barriales,

    organizaciones sociales, y hasta grupos de vecinos organizados en asambleas opor iniciativa propia. Todos ellos, desde un voluntarismo encomiable que cubrieroncientos y cientos de necesidades y que estuvieron en el día a día y lo están aún, mu-chos de ellos, con renovado compromiso y cada vez mayor experiencia de campo,trabajando en equipo y desarrollando articulaciones con diversos actores públicos yprivados que abren alternativas de reparación de daño, mientras revisan sus prácti-cas a fin de ser más efectivos a la hora de la intervención.

    Frente al avance de una intervención por fuera del circuito oficial, algunos ejecutivoslocales, se encolumnaron detrás de una mirada provincial o bien nacional, que de-cidió darse igual tarea, conformando no solo dispositivos fijos propios de atención

    directa de estos grupos o “poblaciones en riesgo social” como se las denominaba,sino también conformando equipos de abordaje territorial con móviles y operadoresidentificados como tales.

     Así los centros de día, paradores, hogares y otros espacios públicos, fueron partedel anclaje con el que el Estado abrió una respuesta en términos de acompañamien-to múltiple que viniera a enfrentar los datos duros censales, que registraban no solola cantidad de niños en calle, sino también sus edades, procedencias, zonas deasentamiento de los mismos, sus problemáticas de salud psicofísica, entre otrosparámetros del monitoreo social.

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    En ese mismo espacio, comenzaron a convivir con ellos, equipos con lógica de in-tervención estatal, con equipos pertenecientes a organizaciones sociales o gruposde voluntariado social, alternando las intervenciones con los grupos abordados obien intercambiando miradas y resolviendo conflictos en una incipiente aunque cre-ciente articulación.

    El Estado se valió de algunos recursos humanos ya entrenados en estas organiza-ciones incorporándolos a sus filas. Como así también algunos integrantes de equi-pos estatales, fueron armando paralelamente sus organizaciones sociales callejeras,pues entre Estado y Ongs, comenzaron a cristalizarse convenios de fortalecimientoque abrieron y legitimaron la vía de una intervención mixta de la calle.

    En el medio de estos sucesos, quienes quedaban en igual posición eran los chicosy chicas, muchas veces objeto de intervenciones solapadas de estos distintos ac-tores. Ante este escenario muchos de los grupos abordados adhirieron alternati-vamente a unos u otros, o bien se apropiaron de los espacios que se les abrieron ode los recursos que cada referente prometía o podía facilitarles, desarrollando unaresistencia estratégica con la que respondían a las distintas alternativas de interven-ción que se les planteaban.

     Ante este marco indefinido de construcción y deconstrucción de las intervenciones,aparecen tantas lecturas como actores intervinientes, resignificando vínculos ycaminos de abordaje que fueron instalando la necesidad de una revisión en equipodel total de las prácticas realizadas. Revisiones cada vez más ajustadas al tiemporeal de intervención, o aún mejor todavía, creando las bases de un ordenamientoprocedimental que pudiera encuadrar lo actuado y lo por venir, intentando dejaratrás (aunque subsistiendo como recurso último), lo azaroso del primitivo modelodel abordaje improvisado.

    Este tiempo permite el paso a una nueva etapa. Se comienzan a proponer y acordar

    algunos modelos de intervención. Aunque en ningún caso llegó a manifestarse nisiquiera a nivel regional, la adopción por consenso o determinación legal de unmecanismo de intervención sistematizado y protocolizado.

    Hoy tanto actores públicos como privados, siguen actuando sobre esta realidad,sea que la misma esté asumida en forma directa por el ejecutivo local, o delegadaen algunos territorios en cabeza de alguna organización de probada trayectoria en lamateria y que por ende resulte ser el referente central de los grupos abordados.

    Se advierte una modificación en este contexto, en dónde el Estado que es el res-ponsable primario y último en materia de garantizar accesibilidad a la niñez a sus

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    derechos esenciales, comienza a través de sus distintas expresiones gubernamen-tales a asumir ciertos compromisos y acuerdos con las organizaciones de la comu-nidad, para dar las primeras respuestas a esta dimensión que nos ocupa.

    El cambio de paradigma del que diéramos cuenta en los capítulos previos, la de-cisión política del Estado de incorporar a la Constitución el bloque internacionalde derechos humanos, nos coloca hoy ante una oportunidad iniciática pensada entérminos de un Estado presente con la infancia.

    En los últimos diez años, desde esta mirada más inclusiva e igualitaria, se vino pro-moviendo primero el empleo de los desocupados, para dar paso luego a diversaspolíticas de accesibilidad a la vivienda, a la educación, a los centros de integracióncomunitaria, a la salud, al deporte recreativo, a las nuevas tecnologías, a la cultura,a la diversidad, a la opinión y el conocimiento, entre otros. Así se va reconstitu-yendo ese tejido social roto, pues no solo instituye derechos esenciales sino queen lo cotidiano va haciendo realidad el gradual cierre de aquel abismo que diezmóa nuestra infancia.

    En este sentido se destaca la asignación universal por hijo y otras tantas acciones

    de políticas sociales universales, que proyectan un nuevo escenario mucho máspropicio para transformar aquella trágica realidad, e ir paulatinamente hacia la cons-trucción de un estado social.

    Es claro que el camino a recorrer, es tan largo como la utopía social lo permita, puesel camino de la apropiación, a la efectividad de estos derechos no ha terminado aúnde zanjar la brecha entre incluidos y excluidos. La formulación de este documento no es otra cosa que un eslabón más en estaestructura general, un marco de situación que legitime definitivamente el rol del ope-rador social o educador de calle, para poder crear un mecanismo de accesibilidad

    cierto a la diversidad de programas públicos y privados, que permitan a un niño y asus familias, integrarse a través de procesos en donde se privilegie su dignidad y sucondición ciudadana, para desarrollarse integralmente en su comunidad.

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    Capítulo 4Miradas sobre la intervención en calleen el abordaje de comunidades infantiles

     y juveniles vulneradas.

    Entendemos que la calle como parte del espacio público no es un lugar para la inter-

    vención social. En este sentido la calle equivale a un no lugar. Sin embargo desdela mirada de un niño, la calle muchas veces es su lugar. No solo porque subsistede ella, sino también porque en ella crea múltiples relaciones con pares, con los queconvive bajo determinados códigos de pertenencia. Cuando un niño es empujadoa la calle para abastecer a su grupo familiar (con o sin la mirada de algún adultoreferente del mismo), descubre una nueva dimensión. Que a los riesgos y peligrosque ella concita debe agregársele esa especie de autonomía que inducen a suponerlos primeros ingresos de dinero. Se suma a ello, la experiencia de aquellos otrosque ya “sobreviven” en calle, aislados de sus grupos familiares. Cuando esto espercibido por el niño o adolescente, que da sus primeros pasos en la calle se hacemás factible la posibilidad de ganarse un espacio en ese nuevo mundo a través deun impreciso “autovalimiento”. 

     Allí se abre entonces nuevamente un profundo interrogante en las intervenciones,esto es: ¿el chico tiene derecho a la calle o hay que sacar a los chicos de la calle?¿En definitiva, si la calle resulta funcional para el niño que la transita o vive en ellatransformándola en su lugar, el operador que lo aborda está o no según esta lógica,invadiendo su espacio?

    Si la calle fuera asimilada por el niño como su lugar, si este acaso hubiera natura-lizado dicho espacio como su lugar, habremos entonces de preguntarnos desde

    dónde como adultos nos introducimos en ese, su espacio, su lugar. ¿Cómo inter-venir entonces, ese no lugar acompañándolo en su lugar?

    El niño tiene derecho a un lugar, pero en verdad no es conveniente que ese lugar,sea la calle. Es sabido que a mayor exposición y/o permanencia en calle, la situa-ción mutará de transitoria a crónica –gradualmente-, alejando de esta forma la posi-bilidad real de reparación de daños sufridos en esa instancia.

    Ese tener derecho a un lugar, claramente debe posicionarnos en que ese lugar – lacalle, el afuera,- sólo se percibe cuando existe un adentro, la casa, la familia, acor-demos una conjunción de ambas, el hogar.

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    Este recorte del mundo, -dice Alfredo Moffat- 25  esta territorialidad, es el hábitatfamiliar, o sea la casa. Acá llegamos a lo esencial que queremos demostrar y esque como lo dice el mismo nombre “chicos de la calle” ellos se definen por unacaracterística específica: “viven en la calle”, es decir no tienen casa o sea no tienenun adentro, quedaron “encerrados afuera”. No tienen el espacio de la reflexión delo sucedido.Esta posibilidad habitual de la que gozamos el conjunto de las personas que volve-mos a nuestro hogar, que interactuamos con esos otros, que compartimos las emo-ciones y los sucesos de nuestra cotidianeidad, este análisis reflexivo con el otro– fuere quien fuere que se constituya en ese otro-, nos permite elaborar aquello quenos ha sucedido.

    Este proceso no existe para el chico de la calle, el chico sin casa, está condenado

     a no poder construir su historia, a no poder tener el espacio de la intimidad, de la

     seguridad que le permite elaborar lo sucedido, es decir, construir su memoria. Está

    condenado al presente continuo, y la consecuencia para su psiquismo es todavía

     más grave: si no hay un pasado (una memoria) no se puede construir, anticipar un

    futuro, pues éste se hace con aquel, “futurando recuerdos”, arrojando recuerdos

     hacia delante es que se construye el futuro.

    Entonces, a los chicos de la calle se los condena al peor de los castigos: a no tener

    un futuro como un lugar donde se proyecta el yo, donde el yo “se esperanza”, se

     percibe como continuando en una historia.  26 

    Funcionalizar la calle.  Aquí una vez más aparece reforzado este dilema de funcionalizar la calle o disfun-cionalizarla. A nuestro criterio funcionalizar la calle significa proponerle a los niñosy adolescentes un camino de acompañamiento casi sistematizado en calle, sin unobjetivo ni una estrategia definida en el abordaje. Atendiendo solamente la emer-gencia, anclando la intervención en un modelo de sesgo netamente asistencial pre-

    tendiendo cubrir sus necesidades. Lo concreto de una intervención estratégica enverdad, se apoya en evaluar todas las alternativas para fortalecer su inclusión realen el barrio, en la escuela, en la familia y en la sociedad como sistema.

    25 Moffatt Alfredo. Antropología de Los chicos de la calle. El psiquismo acrónico.

    26 Moffatt. ibídem.

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    Por su parte disfuncionalizar la calle en forma abrupta, nos remite a un mode-lo de control social de corte represivo, lejos de la construcción de un proceso dereparación de daños. Allí la lógica podría caer en un riesgo común, muy asimiladoa conceptos tales como “que no se vean”, “que no molesten a los vecinos”, “sedrogan”, “roban”, y lo mejor dentro de este parámetro es crear los mecanismos dela exclusión territorial apoyándose, en las pseudo competencias territoriales. Comosi un niño por ser de aquí o ser de allá, no le competa a determinado efector acom-pañarlo.

    La respuesta es tan sencilla como compleja: hay que funcionalizar la calle para irdisfuncionalizándola, entendiendo esto como un proceso de construcción con elotro, teniendo en claro la amplitud de un acompañamiento integral que requiere deuna elaboración, primero del vínculo para finalmente intentar una reparación tota-lizadora.

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     S E G U N D A   P A  R T E

     

     A  C E R C Á  N D O N O S 

     A   L A   I N T E R V E N C I Ó N.

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    Capítulo 1Consideraciones Iniciales a tener en cuenta en elproceso de intervención

    Un proceso de intervención que se oriente hacia el campo de infancia, niñez y ado-lescencia, debe partir de comprender lo que implica la complejidad de un sujeto enplena constitución psíquica. Constitución que se produce dentro de un contextofamiliar-social, materializado por la relación vincular que se establece entre el su-

     jeto y su cuidador. Es así que el tipo de ambiente que produce dicho contexto seráfundamental para un desarrollo saludable. De este modo, nos encontramos frentea un sujeto que presenta mayor vulnerabilidad psíquica que otro si se encuentra encontextos disruptivos y/o en situación de calle, teniendo en cuenta que en los pri-meros años de vida hay mayor plasticidad neuro-bio-psicológica, debido a la granpermeabilidad que existe entre ese niño/a y/o adolescente y su entorno.

    Si consideramos además que el ambiente en el que se está desarrollando el sujetolo expone a múltiples riesgos físicos y psíquicos, como lo es la situación de vivir o

    transitar “en calle,” debemos contemplar una doble vulnerabilidad, la de ser niño/ay/o adolescente, y la de un ambiente poco facilitador para un buen desarrollo.

    Entendemos que un proceso de intervención tiene que tener en cuenta distintasvariables si pretendemos trabajar dentro del actual paradigma de la complejidad.

    “El pensamiento complejo es un pensamiento que busca, al mismo tiempo, distin-

     guir -pero sin desunir- y religar. El pensamiento complejo es, en esencia, el pen-

     samiento que integra la incertidumbre y que es capaz de concebir la organización.

    Que es capaz de religar, de contextualizar, de globalizar, pero, al mismo tiempo, de

     reconocer lo singular y lo concreto”  27 

    La intervención en términos de vínculo debe fluir no sólo entre el operador y el niño,sino también facilitando el vínculo entre ellos, sin descuidar por esto otros aspectosa explorar. Ampliándolo necesariamente al niño con su familia y su entorno barrial yclaro está entre el operador y la familia de éste, la red social que contiene el total delas redes vinculares que atraviesan las relaciones interpersonales.

    27 Morin, Edgardo: “Introducción al Pensamiento Complejo”. Editorial Gedisa. 1995. España.

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