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EL MILAGRO

El jueves 3 de Abril de 2014 el Papa Francisco ha

firmado el decreto sobre el Milagro reconocido

para la Canonización del Beato Giovanni Antonio

Farina. La noticia ha sido comunicada desde la sala

de prensa de la Santa Sede, después de la

audiencia privada concedida por el Papa al

Cardenal Ángel Amado, Prefecto de la

Congregación de la Causa de los Santos.

Con la promulgación del Decreto sobre el milagro, la Canonización del Beato Farina

ahora es real. Tendrá lugar sin duda en Roma, aunque todavía no podamos

conocer la fecha concreta, por un motivo ligado al procedimiento canónico.

Como la proclamación de un Santo es una declaración del Magisterio infalible de la

Iglesia, el Papa debe convocar un Consistorio Ordinario, durante el cual

confirmará oficialmente el parecer de los Cardenales y de los Obispos que aprobaron el milagro y anunciará la fecha de la futura

Canonización.

"Dios, Dios" interrumpe el anonimato, "siempre Dios:

aquellos que no pueden valerse por sí mismos, que no tienen la fuerza, siempre tienen a este Dios para ponerlo en juego,

como si él les hubiera hablado.

(A. Manzoni, I promessi sposi, tapa. XXI)

EL MILAGRO DEL BEATO Y LA CERTEZA DE LOS POBRES

Incluso Kumari, una mujer

joven con nueve meses de

embarazo, pobre y

analfabeta, que vivía en un

pequeño pueblo del estado

indio de Andhra Pradesh, le

había pedido a Dios que

salvara su vida, recurriendo

a un padre que nunca

conoció, pero que las

hermanas Doroteas le habían sugerido que invocara.

Siempre había sostenido en la mano la estampita toda

arrugada, mirando la foto del Obispo que le había dado

tanta fortaleza cuando la dejaron dar a luz sola en una

habitación pequeña y aislada, sin un médico ni un equipo

necesario, porque “ella estaba infectada", habían dicho.

Los médicos y las enfermeras estaban seguros de que moriría

en el parto, porque la hepatitis B, de la que había sido

víctima durante el embarazo le causaría ciertamente un

sangrado incontrolable, del cual era imposible salvarla.

Además el feto, lo más probable, es que sufriera daños

neurológicos que podrían comprometer irremediablemente

el sistema nervioso central.

La situación de la madre era también muy grave

por haber sufrido otras complicaciones en las últimas

semanas de gestación, tanto que dos hospitales se

habían negado a atenderla por falta de instalaciones

adecuadas para un caso tan delicado. Y cuando el

párroco del pueblo se había ofrecido para llevarla al

hospital católico pensando: "por lo menos aquí no la

rechazarán”, el médico de turno no quiso aceptarla,

“Vale la pena que usted pague por esta mujer que

seguramente morirá en el parto? le dijo y, por la

insistencia del sacerdote le hizo firmar el “testamento

de alto riesgo”, donde el marido de kumari puso

como firma una cruz.

En la aldea de Kuchipudi son casi

todos jornaleros que viven en chozas

de tierra y paja mezclada con

estiércol de búfalo, con el techo de

hojas de plátano, agrupados en los

cultivos de arroz de los terratenientes.

Como todos los demás, también

Kumari y su familia encuentran trabajo

solamente en temporadas de siembra

y cosecha de arroz, moviéndose de

pueblo en pueblo. En las otras épocas

del año, tienen que recurrir a todas las

posibilidades que se les presenten

para encontrar lo necesario para

sobrevivir.

Unas semanas antes del parto

Kumari había solicitado a las

hermanas el dinero para pagar

el médico y los exámenes

clínicos, la superiora le facilitó lo

necesario y al mismo tiempo le

apoyó sobre la cabeza una

estampita del Beato Giovanni

Antonio Farina, invitándola a que

le pidiera la ayuda, le aseguró

también que ellas (las hermanas

Doroteas) iban a rezar con fe

para alcanzar esta gracia.

Así que, mientras Kumari se encontraba en

peligro de muerte en el hospital y desahuciada

por los médicos, en su pueblo la gente se

reunía todos los días en la Iglesia para orar. El

catequista -uno de los pocos que sabía leer-

proclamaba frase por frase la oración al Beato

Farina y todos repetían las palabras en voz alta.

Y cuando en el momento del parto las

condiciones de Kumari se agravaron, ellos

incrementaron la oración también con la

Adoración Eucarística y el ayuno. Oraban

juntos, católicos y protestantes, parientes y

amigos y también aquellos que, hasta entonces,

no habían nunca entrado en una Iglesia.

A pesar de las predicciones de los médicos,

el 02 de septiembre de 2001 nació prematuramente

una niña sana y el parto se resolvió de un modo

inexplicablemente positivo,

sin la temida e incontrolable hemorragia.

Después del parto las

condiciones de Kumari se

agravaron por el aumento de la

hepatitis y de otras

complicaciones, pero unos días

después la mujer regresó a su

casa completamente curada,

junto con su pequeña hija que

fue bautizada con el nombre de

Giovanna, en memoria de su

Santo Protector.

La madre contó que

pocos momentos

antes del parto ella vio

“aquel padre”; una

figura vestida de

blanco que le daba

fortaleza y mucha paz.

Kumari tenía la certeza de los

pobres que se dirigen a Dios,

porque no pueden defenderse por

sí mismos, y “ponen en él toda su

confianza, como si él les hubiera

hablado".

… El anónimo lo había intuido y

Kumari estaba en lo cierto: Dios

había respondido a su pedido.

Sor Albarosa Inés Bassani, Postulador

DOROTEA DON DE DIOS

Oh Dios Padre, única fuente de santidad,

te damos gracias porque nos has dado en

el Beato Giovanni Antonio Farina

un pastor infatigable,

un maestro intrépido y un padre de los pobres.

Alimentado de tu Palabra y de la divina Eucaristía,

encendido de la caridad del corazón

de tu Hijo y de la Virgen María,

lo hiciste fuerte en las pruebas de la vida

y lleno de compasión

ante el sufrimiento de los hermanos.

A imitación suya concédenos amor y fidelidad

a la Iglesia, sentimientos de misericordia y ternura

para servirte en los pequeños, en los pobres,

y en los enfermos.

Danos tu santo espíritu para colaborar contigo en la

construcción de tu Reino y abrir las puertas

del mundo a Cristo tu Hijo.

Concédenos Señor por su intercesión,

la gracia que necesitamos. (Tres glorias)