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. Academia Nacional del Folklore Página 2

Publicación de emergencia, para llegar semanalmente a nuestros lectores, con algunos buenos artículos que ayuden a mantener vivo el espíritu, folklórico, aun “puertas adentro”. Estamos y queremos estar, comunicados, y bien cerca

Pregón Criollo “Puertas Adentro”

Primer Semana de Junio 2020 PA-07

Noticias, artículos e información de las actividades del Folklore Publicación de: Academia Nacional del Folklore

Editor: Carlos Molinero Compaginación y transmisión: Darío Pizarro

En este número, el “Puertas Adentro” Primer Semana de Junio 2020 - PA-07 de 2020, del Pregón Criollo, encontrará un contenido, que como siempre incluye los diferentes aspectos del Folklore, en todas sus acepciones y encuadres:

ÍNDICE

1. Para RECORDAR: El Jilquero y la calandria Pag.34 2. Para ESCUCHAR: Indios de Ahora: Mery Murúa , Claudia Puyó Pag. 4

y Cristian Rodríguez 3. Fiestas de Latinoamérica- Ecuador Pag. 12 4. Turismo Y tradición resignificados; (Por Zoom) la llama Pag. 13 5. Cocina “de entrecasa” Chipá Tradicional Pag. 20 6. En busca del nacionalismo autentico-Primera parte Pag. 22 7. Vestimenta Argentina- 2ª parte Pag. 23 8. Arte para ver: Pio Collivadino Pag. 34

9. Arte para ver: Antonio Berni Pag. 47

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PRESENTACIÓN

El Pregón Criollo Semanal Junio , mes de Belgrano y la bandera. . El Pregón Criollo, en tiempos de cuarentena sigue

saliendo a la calle (virtual) con una emisión “mensual”, y tres “semanales”. Pio Collivadino nos

acompaña en este, a ponerle color y belleza estética.

Nos agradecen esta presencia, que ciertamente no es fácil ni sin costo, personal y económico,

para las escasas arcas de la institución En el Pregón Criollo nº 100, ejemplar de festejo por

llegar a esa simbólica cifra objetivo, agregamos el detalle de la presencia de los diálogos en ANF-

TV, tanto en los intercambios nuevos ( a las 19 hs) , como en la presentación de las experiencias

sucedidas ( a las 20 hs) de los lunes miércoles y viernes. Que en Junio seguirán, acompañando y

dejando testimonio para el futuro. Lo invitamos a verlos

Nuestra página en red: http://academianacionaldelfolklore.org presenta el acceso a las

creaciones y aportes de la Institución: El Archivo Hours, los ejemplares de nuestro boletín

electrónico, y los videos generados en Youtube, estan allí. Para diversos intereses y necesidades,

como dijimos.

En este ejemplar, recuperamos los trabajos del maestro Alberto Rodríguez, sobre el relevamiento

poético-musical de Cuyo, fiestas de Ecuador, las formas innovativas para hacer turismo

tradicional por medios no tradicionales, así como dos visiones de estudios, sobre el almamula, en

la muy personal visión de Lucas Diaz Ledesma, como sobre el nacionalismo cultural en danzas. Y

cantos de hoy, con nuevos exponentes del arte folklórico nacional.

Damos espacio así a trabajos menos conocidos y/o de algo mayor dimensión que los disponibles

habitualmente en la publicación mensual, y siempre con el objetivo que Ud. conozca nuevas e

innovadoras propuestas. Ojalá lo disfrute, como siempre decimos

Abrazos, sin contacto!!!!

Carlos Molinero

Editor

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PARA RECORDAR

La Revista Folklore, nos sigue aportando a estas páginas trabajos muy interesantes. En este número el Maestro Alberto Rodríguez vuelve a iluminarnos con sus trabajos sobre el romance “eterno” entre el jilguero y la calandria

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Para escuchar

Proponemos estos momentos de nuestra historia Musical, con cuatro artistas emblemáticos

Indios de Ahora Cuando me abandone el alma Indios de Ahora https://www.youtube.com/watch?v=BJYo6gk3zTI Guitarra dimelo Tu Indios de Ahora https://www.youtube.com/watch?v=46Ouy2q_8lU

Mery Murúa Luna de Tartagal Mery Murua https://www.youtube.com/watch?v=a6M5JSbhpTQ Que seas vos Mery Murua https://www.youtube.com/watch?v=8tTx6mNZny4

Claudia Puyó La Pomeña Claudia Puyó https://www.youtube.com/watch?v=5tYoDaNYFAE Piedra y Camino C/Marian- Claudia Puyó https://www.youtube.com/watch?v=AoSw0KNvD0o

Cristian Rodríguez Siguiendo una estrella Cristian Rodriguez https://www.youtube.com/watch?v=s2KPhBJc0r4 Vidala del sol c/ pablo olmedo Cristian Rodriguez https://www.youtube.com/watch?v=3GEle6uWzpE https://www.youtube.com/watch?v=gp4X2sNalrI

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Las fiestas populares en el Ecuador: un factor de interacción comunitaria.

Dr. C. Carlos Leonel Escudero Sánchez

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E-mail: [email protected]

INTRODUCCIÓN

La experiencia festiva recorre la historia de la humanidad imprimiendo pautas de una práctica cultural universal en

que espacio y tiempo configuran otros modos de vida. Aquí la importancia de la fiesta radica en la socialización en

torno a condiciones económicas, políticas y culturales que se expresan en la práctica social. La fiesta en el Ecuador

ha constituido un fenómeno social latente en las distintas etapas de su historia.

En particular, los estudios sobre la fiesta han valorado las expresiones de las prácticas sociales a partir de la relación

social contenida y reproducida en la práctica. Por tanto, se trata de la forma de conservar su presencia en la sociedad

dividida en clases y tal distinción representa el modo individual y grupal donde puedan encontrar la forma de salida al

estado social.

En este contexto los enfoques teóricos se encuentran delimitados en la relación con lo sagrado-profano (Bringmann,

1994; Durkheim, 1972; Caillois, 1950); en la relación espacio-tiempo (Ortiz, 1985; Toporov, 2002); espacio-ritual

(Torres, 2004); en los aspectos transgresores (Canclini, 2004; Bataille, 1999); la realidad-significado simbólico (Bajtin,

1998; Caro Baroja, 1965). De ahí que son varias las definiciones que se han sostenido sobre la fiesta en relación con

sus características, dimensiones y funciones atendiendo a la dinámica social.

De este modo, las posiciones teóricas se hallan definidas por la relación con lo ritual y lo sagrado, en la relación

espacio-tiempo, espacio-ritual y en los aspectos transgresores. Esto hace que el carácter oficial, público o popular y

tradicional se convierta en ejes analíticos para explicar las diferentes manifestaciones contenidas en el universo

festivo. Por consiguiente, las fiestas populares tradicionales son dadas por condiciones y factores que interactúan en

la vida social de la comunidad y su interés se encuentra concentrado en el espíritu festivo de la población.

Tales expresiones de la cultura popular tradicional de los pueblos muestran la designación de lo popular y tradicional

por el significado social que ocupa en el sistema interpretativo de los sujetos a partir de su accionar comunitario. El

debate de la cultura popular se estructura en las contradicciones de lo culto, lo popular y lo masivo (Burke, 2005,

2007; Martín-Barbero, 1981, 1988; Canclini, 1982, 1986; Ortiz, 1985); en las relaciones hegemónico-subalterno

(Valenzuela, 1998; Hall, 1980 y 1984; Colombres, 1982; Gramsci, 1973) y dominante-dominado visto en las

posiciones de autores como (Mato, 2001; Williams, 1994; Bourdieu, 1979, 1990; Foucault, 1983).

Lo visible de la forma habitual de la cultura popular en función de las prácticas culturales constituye la trasmisión

generacional y el tiempo histórico incorporado. De esta forma la tradición deja de asociarse únicamente al pasado y

desde la polarización tradición/modernidad para convertirse en un proceso dinámico que se regenera constantemente

de acuerdo con las necesidades, intereses y motivaciones de grupos sociales. Por tanto, no queda al margen de

cambios y transformaciones que serán asumidos en la construcción y reproducción de sus valores culturales.

En Ecuador la cultura popular tradicional ha redimido a la aceptación de salvaguardar las recapitulaciones que reside

en la defensa de la memoria histórica y de la identidad nacional. Es así que “la cultura popular tradicional nos hace,

nos identifica, nos iguala, constituye un impulso de solidaridad interna que se ha desarrollado a lo largo de siglos,

conjuntamente con la constitución de una memoria común. No hay sujeto oficial de la cultura popular tradicional. La

cultura popular tradicional se hace y se rehace a sí misma en virtud de los impulsos anónimos de hombres y mujeres

también anónimos de los pueblos”. (James, 2006, p. 9)

Esta doble existencia de lo cultural, referida comúnmente como enfoque amplio de cultura, conforma una dimensión

cultural o significante de la actividad que reproduce la socialización de los sujetos según el grupo social al que

pertenezcan y a los roles y funciones que esa pertenencia supone. Relación por la cual toda sociedad es una

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‘formación discursiva’ (Foucault 1992, 2005) que integra en los discursos de las distintas formas de actividad la

situación estructural funcional de sus actores, los medios de que disponen, sus niveles de participación y los fines de

su acción (Althusser, 1970; Horkheimer, 1973).

De acuerdo con esta estratificación social de las prácticas directa o indirectamente significantes el análisis sociológico

puede develar empíricamente el modo en que la acción cultural manifiesta contradicciones entre los campos y habitus

culturales de los distintos grupos sociales (Bourdieu, 1990). Contradicciones que revelan procesos de selección

cultural (Williams, 1994) en los cuales los grupos sociales contrapuestos legitiman el tipo de cultura que directa o

indirectamente reproduzca el modo en que asumen su relación con el resto de los grupos y el medio natural.

En este contexto de estratificación según el lugar de los sujetos en la estructura social, el habitus viene a expresar el

modo en que cada individuo interioriza lo social en su conjunto y lo traduce en prácticas, es decir, son orientadores de

su actividad. Al mismo tiempo, los tipos de selección cultural que operan en toda sociedad dan a esos habitus

carácter dominante, emergente, residual o arcaico según el rol que desempeñen los miembros de un grupo dado en

los procesos de socialización (Williams, 1994). Selección cultural que media de manera reticular el entramado social

en todos sus ámbitos (Foucault, 1992).

En cuanto a las tipologías han sido empleadas por diversos autores (Schütz, 2003; Weber, 1971; Parsons, 1966;

Merton, 1970), las propuestas por Williams permiten abordar las distintas tendencias que existen en la cultura de una

sociedad en un momento específico, haciendo visible el modo en que el conflicto social genera culturas particulares

que median sobre la acción con independencia relativa de la conciencia que sobre el particular hayan alcanzado los

sujetos que integran los distintos grupos.

Esta concepción de la cultura como conjunto de significados de las prácticas humanas y su manifestación concreta a

través de tipologías tendenciales, permite comprender el modo de cómo se desarrolla el evento festivo en que se

expresan las contradicciones y oportunidades presentes en el proceso de transformación social en curso en Ecuador.

En consecuencia, se analiza la cultura popular tradicional como síntesis de la participación activa de los sujetos

creadores y portadores de los valores culturales en la espontaneidad del proceso. De ahí que el carácter tradicional

abarque la totalidad de las relaciones sociales a través de la transmisión generacional en un tiempo y espacio que

configuran el sentido de vida de un pueblo. De acuerdo con lo anterior, “la cultura popular tradicional es una manera

de ser y de asumirse por parte de la colectividad y de los individuos que la componen, es una manera de reproducirse

como lo que son y han sido a lo largo de su devenir”. (Lloga Domínguez, 2007)

En Ecuador existe una variedad de eventos festivos que representan diversas prácticas culturales referidas a la

cultura popular tradicional como la Fiesta del Inti Raymi (Los Diablos Huma danzan en la fiesta al sol), solsticio de

verano, agradece al dios Inti (Sol) por la abundancia en las cosechas y a la Pachamama (Madre Tierra) por cuidar y

bendecir cultivos; se celebra el 21 de junio en casi

todas las poblaciones indígenas de la serranía.

Las provincias que celebran con mayor énfasis

son Imbabura, Cotopaxi, Tungurahua, Cañar,

Azuay y Loja.

Las investigaciones realizadas sobre estas

temáticas en el contexto festivo se han limitado a

abordar el fenómeno de manera descriptiva o

hacia la identificación de los principales sentidos y

significados generados por la tradición, sin permitir

captar desde lo comunitario los procesos de

participación y cooperación alrededor del proyecto colectivo como principio del desarrollo cultural.

En tal sentido, es necesario que la expresión de lo comunitario se distinga a través de procesos de participación,

cooperación y asunción consciente y crítica de la práctica social. En este proceso la definición de comunidad se

convierte en el eje articulador para comprender los vínculos en los cuales se basa lo comunitario como manifestación

del sistema de relaciones sociales.

Estos eventos festivos del país constituyen fenómenos culturales que albergan en sí las dimensiones estéticas y

sociales de las manifestaciones representadas en los elementos formales y simbólicos que la caracterizan en función

de la competencia como objeto social de la celebración popular y espontánea; la participación y el protagonismo de la

comunidad son un hecho significativo en la concepción y ejecución del proyecto.

La interacción de la cultura popular respecto al Estado y al mercado es algo que muestra la forma concreta que tiene

tal vinculación. Al respecto Bayardo (2005, p. 3) señala que se trata de:

Un mundo cultural atenazado entre el Estado y el mercado” pues de una parte aparece como “la ‘base

económica’ de la ‘economía simbólica’ de ciudades y regiones que compiten en la captación de recursos,

inversores y turistas”, y de otra “ser una herramienta de ‘inclusión cultural’ ante la exclusión económica, un

factor de cohesión y de ‘integración social’, un instrumento de ‘transformación social’ (…) Es este lugar

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central de la cultura como factor económico y como factor político, lo que torna ingenua cualquier mirada que

solo subraye y procure preservar su espiritualidad y su libertad.

El vínculo entre artistas y públicos no se decide en la relación concreta que se pueda observar entre unos y otros,

sino en la mediación procedente de la estructuración y funcionamiento de diferentes campos dentro del campo

cultural, Bourdieu (1990); de igual modo, “la cadena del valor de los bienes y servicios culturales no se agota en la

ligazón de los productores con los consumidores”. (Bayardo, 2005).

Es en las relaciones sociales de distribución que caracterizan a la sociedad donde habría que centrar la mirada para

captar la lógica social contenida en las formas concretas con que transcurren. De manera concreta Olmos (2009, p.

103) agrega que

“en un nivel más inmediato se puede afirmar que la producción cultural se realiza de modo semejante al de

cualquier otro tipo de producción. Forma parte de un sistema de interrelaciones que abarca bienes y servicios

y que se extiende desde los circuitos de producción a los de distribución, para concluir provisionalmente en

los de consumo, retroalimentando desde ellos a los de la propia producción”.

En esta perspectiva, la producción cultural está atravesada por la dimensión económica, política y cultural como

tendencia en el desarrollo de bienes y servicios culturales. De ahí que

“las actividades del sector cultural representan también una clara dimensión económica, sea por los montos

invertidos en la producción, por las personas ocupadas o por las cifras de comercialización de los bienes y

servicios, mostrando como tendencia que en la economía contemporánea se producen cada vez más signos

que objetos materiales”. (Olmos, 2009, p. 104)

Por ello constituye “una dimensión cuya importancia ha crecido rápidamente en las últimas décadas, llevando a que

las industrias del sector figuren entre las de mayor importancia de todas las existentes en la vida de las naciones.

(Getino, 1995). Lo cultural como dimensión de la práctica se convierte en cualidad para analizar los elementos

estructurales contenidos en él. Por tanto, el análisis del discurso de la fiesta popular de los elementos formales y

simbólicos expresados en la práctica cultural permite hurgar en los condicionamientos objetivos y subjetivos como

contención de lo comunitario en la realidad social. De ahí que el estudio del discurso en prácticas sociales viene a

fundamentar la necesidad de procesos de desarrollo comunitario en la medida en que se identifiquen en la lógica de

su despliegue, los modos de realización de los elementos diferenciadores en afirmación o negación de los vínculos.

La fiesta como expresión de la cultura popular tradicional contiene en sí la potencialidad de reforzamiento de lo

comunitario en la práctica social. El hecho de que en su concepción y ejecución, la comunidad en su devenir se ha

manifestado desde la espontaneidad, permite analizar el fenómeno festivo a partir de las formas de realización

constatables en expresiones discursivas presentes en la realidad y la orientación de los epistemes comunitarios en

acciones específicas de la celebración. Además de indagar en la lógica de la reproducción o trasformación de la

realidad social a través de la dinámica de las mediaciones en el desarrollo comunitario.

La fiesta por su condición de popular produce, en las particularidades de las relaciones sociales específicas en que

se han desarrollado, procesos de integración social. Tal integración genera vínculos simétricos que tienen su

manifestación en la estructura a partir de que constituye la esencia de vida de los grupos como sujetos de la actividad

social en correspondencia con el sentido identitario que se produce y reproduce alrededor de la festividad.

Por supuesto, que los vínculos no se manifiestan de igual forma en la totalidad de las expresiones de lo comunitario,

si se valora que la fiesta popular ha estado expuesta a mediaciones institucionales que atraviesan lo económico,

político y cultural. En su proceso evolutivo han provocado fuertes contradicciones sociales asociadas a la gestión

institucional de la cultura.

Desde una perspectiva de integración social en torno a proyectos sociales participativos y emancipadores habría que

concordar en que

“la finalidad de la gestión cultural está centrada en promover todo tipo de prácticas culturales de la vida

cotidiana de una sociedad que lleven a la concertación, al reconocimiento de la diferencia, de la alteridad, a la

invención y recreación permanente de las identidades y al descubrimiento de razones para la convivencia

social”. (Zapata, 2004, p. 133)

En este orden se asocian al término de gestión cultural conceptos que la articulan a las dinámicas culturales y al

papel de las instituciones como creadoras de bienes y servicios culturales. En este panorama la gestión cultural está

centrada en promover todo tipo de prácticas culturales de la vida cotidiana de una sociedad, de manera que lleven

“a la concertación, al reconocimiento de la diferencia, de la alteridad, a la invención y recreación permanente

de las identidades y al descubrimiento de razones para la convivencia social. Ella habita las identidades y

dialoga con los actores aún invisibilidades por las políticas culturales. Su acción presupone entonces el

desarrollo de las maneras en que propicia los diálogos y la confrontación de saberes”. (Martínez-Tena &

Expósito García, 2011)

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Los posibles alcances de la gestión cultural caracterizan la labor de las instituciones culturales y su interacción con

las dinámicas sociales. Se constata cómo las estructuras de funcionamiento de las instituciones están sujetas a

complejas relaciones sociales.

En particular, el papel de las instituciones culturales en el ámbito social se enmarca en la concepción de institución

formal según los usos y tendencias en la práctica social. Las diferencias surgidas en los usos del concepto han sido

vistas desde la estructura cultural a través de normas, leyes y formas, además de relaciones interactivas que se

establecen en los grupos. Indiscutiblemente, el trabajo cultural promovido a partir de las prácticas institucionales se

mueve en la lógica de la concepción y aplicación de las políticas culturales, en la dinámica de las prácticas

comunitarias.

Las transformaciones en la estructura que se generó a partir de la descentralización en el sector de la cultura a partir

del 2007, está latente el compromiso de las instituciones públicas y privadas de mantener una fuerte responsabilidad

con la igualdad de oportunidades y la participación.

El Ministerio de Cultura introduce cambios y crea el Sistema Nacional de Cultura (2008), esto da funcionalidad al

sector cultural, en el nuevo orden político y social de Ecuador deviene en resultado de procesos de gestión, prácticas,

implementación de políticas públicas. Ese sistema responde al reordenamiento de las instituciones culturales que se

integran a los cambios sociales y respeto a los derechos en el orden cultural.

La legislación en la cultura ha sido un ente regulador de las políticas públicas y de la actividad cultural en el contexto

ecuatoriano. Sus principales plataformas son las disposiciones constitucionales sobre la cultura y la Ley de Cultura.

En dicha ley el Sistema Nacional de Cultura comprende dos subsistemas: Creación, producción, circulación y puesta

en valor de los bienes culturales y artísticos; Memoria social y patrimonio cultural.

Se supone que el sector de la cultura debe redefinirse a partir de un conjunto de políticas públicas y de

incorporaciones a la ley que le permita enfrentar tales desafíos en el proceso de institucionalidad. En este esquema el

aporte de la cultura en el cambio de la matriz productiva, será a través de la exploración de formas creativas y

estímulos en el marco del desarrollo cultural.

En este sentido, el sector cultural va en busca de una nueva estructura para la organización de las instituciones

públicas de difusión de artes y protección del patrimonio. De acuerdo con la estructura orgánica de este sistema, el

Ministerio de Cultura y Patrimonio está a cargo del Sistema Institucional de la Cultura como eje articulador de

acciones con diferentes instituciones culturales gubernamentales y no gubernamentales.

El Ministerio de Cultura del Ecuador está a cargo de la dirección, programación, coordinación, promoción, desarrollo y

difusión de actividades creativas vinculadas a la cultura y a las expresiones artísticas en general. Es la autoridad

rectora del Sistema Nacional de Cultura y encargada de las políticas culturales del país. Entre sus responsabilidades

se encuentra el promover, desarrollar y difundir actividades creativas vinculadas a la ciencia, la cultura y expresiones

artísticas en general.

Se suma la Secretaría de Pueblos, Movimientos Sociales y Participación Ciudadana, organismo rector y coordinador

de la política pública que garantiza el derecho a la participación ciudadana intercultural desde el Ejecutivo, mediante

acciones destinadas a estimular y consolidar a los pueblos, los movimientos sociales y a la ciudadanía en las

decisiones claves del nuevo modelo de desarrollo.

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También forma parte del sistema institucional de la cultura ecuatoriana

el Consejo Nacional de Cultura del Ecuador, cuya misión es planificar

y coordinar el sector cultural en aras de garantizar la satisfacción

ciudadana en el desarrollo cultural del país. La institución busca

permanentemente el desarrollo integral y equitativo de su talento humano.

Entre sus objetivos está la afirmación de la identidad nacional mediante el

impulso de programas de preservación, formación y difusión culturales,

hacia el logro de la participación comunitaria y popular; la promoción del

desarrollo cultural a partir del fortalecimiento de estrategias y líneas

de fomento para la investigación, creación y producción de

bienes culturales; el fortalecimiento de la formación profesional y

académica del recurso humano de la institución, de acuerdo con las

demandas y necesidades actuales y futuras del quehacer cultural

nacional.

El Instituto Nacional del Patrimonio Cultural de Ecuador tiene la

finalidad de investigar, conservar, preservar, restaurar, exhibir y

promocionar el patrimonio cultural. Además elabora el inventario de los

bienes que constituyen patrimonio, sean propiedad pública o privada,

realiza investigaciones antropológicas y regula de acuerdo a la ley

estas actividades en el país.

De este modo, la estructura orgánica del Sistema Nacional de Cultura está compuesta por las subsecretarías y

direcciones en función de organizar el trabajo cultural en correspondencia con los principios de la ciudadanía

ecuatoriana como estado plurinacional, multiétnico, de justicia y equidad social. Su adecuada articulación con los

gobiernos autónomos descentralizados, como estructuras en los que opera el sistema institucional de la cultura en su

gestión, se convierte en eje de análisis para contribuir a la integración social.

Varios de los aportes innovadores de la nueva Constitución se fundamentan en la declaración de derechos culturales

y de la naturaleza que garantizan la creación o adaptación de bases legales e instituciones necesarias. Esto vincula a

instituciones del gobierno nacional y gobiernos autónomos descentralizados y hace que repiensen sus roles y

acciones. De esta forma el Ministerio de Coordinación de Patrimonio respeta las orientaciones de su agenda sectorial

al reconocer la función del patrimonio como sustento del desarrollo social y económico del país.

La Dirección Nacional de Desarrollo Cultural de Ecuador es la entidad ejecutora de la Subsecretaría de Cultura. Sus

funciones son programar y ejecutar las políticas culturales definidas por la Subsecretaría de Cultura; coordinar y

supervisar el funcionamiento de las direcciones regionales, direcciones y subdirecciones provinciales de cultura;

supervisar el funcionamiento de las orquestas sinfónicas del país; coordinar y supervisar el funcionamiento de los

centros de formación artística del país; cooperar con entidades nacionales e internacionales para la difusión de las

expresiones culturales y artísticas.

Además, debe desarrollar y ejecutar los planes nacionales de difusión artística, mejoramiento de la calidad de la

educación artística, inserción de los componentes culturales y artísticos en la educación formal y capacitación de los

recursos humanos del sector cultural; realizar la supervisión de los organismos dependientes de la Subsecretaría de

Cultura y coordinar con la institucionalidad cultural nacional e internacional las actividades relacionadas con el ámbito

cultural y artístico.

La política cultural ecuatoriana dirigida a las expresiones de la cultura popular tradicional ha tenido aciertos y

desaciertos que van desde los modos utilizados para uniformar y homogeneizar el papel de las instituciones y las

expresiones culturales hasta el reconocimiento a la necesidad de conservar las manifestaciones culturales como vía

para preservar las identidades culturales.

En términos de política cultural se observan dos lógicas contrapuestas, una orientada a la inclusión social,

reconocimiento de la diversidad cultural, apertura de posibilidades para la creación espiritual; otra sigue patrones

elitistas, excluyentes y clientelistas. Ambas aportan fines a la gestión cultural institucionalizada a nivel gubernamental,

en el plano de la administración cultural y en el de las dimensiones del quehacer cultural. Están en la base de los

procesos de dirección, lo mismo en la creación de condiciones para el desarrollo de la cultura, como en la

reproducción las condiciones precedentes.

La aplicación de la política cultural es debatida en el ámbito institucional de la cultura por su influencia en el desarrollo

local. Las contradicciones generadas en la aplicación de la política cultural durante el devenir histórico-sociocultural

del proyecto social ecuatoriano referidas a las fiestas populares como prácticas culturales y manifestaciones de la

cultura popular tradicional de los pueblos han estado subyacentes en la relación institución–comunidad. Cada período

o etapa de desarrollo del país ha producido cambios en la política que por sus características son coyunturales.

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Es evidente la expresión de contradicciones entre las prácticas institucionales bajo modos y formas de realización

verticalista y centralizada en su acción cultural, las cuales reproducen en su ejercicio práctico vínculos de asimetría

social y de otra parte están las prácticas comunitarias dadas a la espontaneidad en la movilización popular de los

sujetos implicados como elemento constituyente de los grupos actuantes de su actividad transformadora que se

ejerce alrededor del proyecto colectivo en los que se ubican como sujetos en igualdad de condiciones sociales.

CONCLUSIONES

Las principales manifestaciones de la contradicción prácticas institucionales-prácticas comunitarias son debidas al

clientelismo, el verticalismo, el paternalismo y asistencialismo, no hay dudas que la visión predominante del desarrollo

contenida como propósito de las políticas culturales como de gestión cultural gubernamental, es que este viene desde

fuera a través de proyectos donde los destinatarios quedan reducidos a simples beneficiarios de políticas públicas, es

decir, son asumidos como seres requeridos de ayuda, unas veces se les otorga como un bien y otras como modo de

alcanzar con ellos un encuadramiento político. Al beneficiario se le trata como objeto y no como sujeto activo y

creativo, en correspondencia con la idea del papel proveedor que corresponde al Estado respecto al desarrollo

cultural.

1 Universidad Tecnológica Empresarial de Guayaquil. República del Ecuador.

Fuente: Cita sugerida (APA, sexta edición) Escudero Sánchez, Carlos L. (2017).

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Page 20: Pregón Criollo - Ferozo

. Academia Nacional del Folklore Página 20

Turismo y tradición…resignificados

En Jujuy. Antes hacían paseos turísticos,

ahora encuentros por Zoom con llamas

Los paseos de Caravana de Llamas son una de las propuestas turísticas típicas de Tilcara,

que en tiempos de pandemia, se están reconvirtiendo al modo virtual

Cuando Santos Manfredi llegó a Tilcara, allá en los albores de este siglo, encontró en un animal como la llama el enlace perfecto para poder desarrollar una actividad turística novedosa y de bajo impacto. Rescatar el uso que le daban los antiguos pobladores de la región andina como bicho de carga, y emular así las tradicionales Caravanas de Llamas, travesías en las que se transportaban las mercancías de un lado al otro de la zona cordillerana en tiempos precolombinos. El emprendimiento, al que Santos llamó, efectivamente, Caravana de Llamas arrancó de casualidad . "Mi cuñado tenía siete llamas, pero se peleaban y le comían las flores, era un desborde para él. Las iba a regalar, así que las heredé. Separé al macho con la hembra y a los otros los castré. Empecé a amansarlos, y a que aceptaran la carga. Eso me llevó un año. Aprendí empíricamente, a prueba y error", recuerda ahora desde su hogar tilcareño, donde pasa la cuarentena en familia y mientras se las ingenia para ver como transitar el año sin turistas y como alimentar a sus llamas. Santos trabajaba en la Posada de Luz, el hotel de su hermana en Tilcara, y el primer paseo se dio cuando unos turistas le dijeron que les encantaría caminar con las llamas. Así, se fueron hasta Juella, un pueblo quebradeño a unos diez kilómetros de ahí. Poco después, el paseo iniciático se materializó en un emprendimiento que terminaría siendo uno de los mejores productos turísticos de la Quebrada de Humahuaca, además del más original. Santos desarrolló la técnica de domesticación y armó diferentes circuitos en los alrededores de Tilcara y más lejos también, como la travesía de varias jornadas que organizaba cada tanto hasta Calilegua, viajando de la altura seca de la Quebrada a las alturas húmedas de las Yungas; o travesías de varios días hasta las Salinas Grandes y la Puna, entre otras excursiones de medio día, jornada completa o paseos cortos por el pueblo. Llamas en cuarentena Pero hoy, pandemia mediante, ya no hay paseos, y habrá que agudizar el ingenio para pasar el invierno, y seguramente la primavera también . Las doce llamas que viven en el "Corral de LLamas" -la base del emprendimiento y donde los visitantes solían ir a interactuar con los animales - comen tres kilos de alfalfa cada uno por día, o sea unos cuarenta y cinco kilos en total, que suman alrededor de mil pesos diarios. Una suma inviable sin turismo a la vista para alimentar a Simón, que tiene un año; Pongo, Monchito, Misky y Jacobo, que tienen cuatro, y Morgan, Puca,

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. Academia Nacional del Folklore Página 21

Tatín, Nur, Palmiro, Paco y el "Añascho" (padrillo, en Quechua) que se llama Yuraj, que tienen más de diez años. Además, Santos tiene algunas hembras en posadas que les interesa tenerlas como atractivo extra para los visitantes, y a las que cada tanto Yuraj visita, para seguir adelante con el linaje.

El alimento de las llamas cuesta 1000 pesos por día y si turistas es difícil costearlo

Entonces, el ritmo de la cuarentena para Santos y sus llamas, consiste en pasar medio día en casa y medio día de pastoreo. Un par de semanas atrás, cuando arrancó con esta modalidad, comían en un cerrito cerca del corral. Pero a medida que pasa el tiempo, ese pasto empieza a escasear, y las llamas, en consecuencia, a caminar más allá, en busca de nuevas pasturas. Así, el pastoreo se irá extendiendo con el paso del tiempo. Entonces, Santos ya está pensando en la posibilidad de pasar la mitad de la semana en un refugio sobre el camino a Punta Corral, bien arriba en la montaña. "Va ser imposible ir y venir todos los días. Por la manera en que están comiendo ahora, creo que tengo pasto acá cerca para dos o tres meses, y después voy a tener que ir mas arriba". La llama te llama, ahora por Zoom Cuando a Santos le preguntaban unos días atrás que era lo que iba a hacer con las llamitas, que pasaron de ser el sustento y el bicho de carga a una especie de carga en si mismas, no sabía. No avistaba posibilidad alguna de hacer otro negocio. Pero el mismo día que refrescaba a La Nación la historia de sus comienzos, y las incursiones al cerro para pastorear hoy en día, Santos recibió una llamada esperanzadora. Una organización de California, llamada mammal2meeting.com, que conecta animales de todos lados del mundo con gente que quiere verlos e interactuar, aunque más no sea de manera remota, le hizo una propuesta. "Es algo virtuoso, ellos entran en contacto con el animal, y le regalan diez minutos de Zoom a alguien con una llama en Argentina por ejemplo". Ese mismo día hicieron una prueba, primero en el medio del cerro y luego en la Posada de Luz. Al parecer, todo salió muy bien. Santos tiene mucha empatía y bien domesticadas a las llamas. El asegura que son animales domésticos, como un perro y un gato, que viven en el patio de atrás del hombre andino. Esta iniciativa le abre la posibilidad de mantener reuniones virtuales de diez minutos a una hora, con precios que van de los cincuenta a los doscientos cincuenta dólares. Un día después de la buena nueva, Santos y sus llamas tuvieron el primer Zoom. Las llamas tuvieron contacto virtual con un profesor de Harvard y una veintena de sus estudiantes. "Fue divertido. Era para una clase sobre liderazgo y el cambio en el paradigma en las comunicaciones, como esto que hicimos, estar comunicados con un pastor de llamas en Argentina. Y hoy tengo una salutación de cumpleaños para una chica que cumple 12 y le encantan las llamas, así que le cantaré el feliz cumple en versión quebradeña"

Por: Guido Piotrkowski

Fuente https://www.lanacion.com.ar/turismo/en-jujuy-antes-hacian-paseos-turisticos-ahora-

nid2360201

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. Academia Nacional del Folklore Página 22

RECETA CHIPÁ TRADICIONAL

Plato típico y característico de la zona, elaborado a base de almidón de mandioca,

queso duro, leche, manteca y sal. Son muy consumidos a la hora de acompañar un

rico mate o un potente desayuno o merienda. A continuación te enseñamos como

hacer chipa tradicional.

Cantidad de porciones*: 10. Tiempo de preparación*: 45 minutos.

Nivel de complejidad*: Medio. Valor energético*: 150 kcal por unidad.

INGREDIENTES

1 Kg de fécula de mandioca.

4 huevos.

200 grs de manteca.

1 cucharada de sal.

300 grs. de queso fontina rallado grueso.

300 grs. de queso mar del plata.

150 cc de leche aproximadamente.

PREPARACIÓN

1- Colocar el almidón en un bol junto con la sal y agregar la manteca cortada en trozos. 2- Derretir la manteca el calor de las manos y desmenuzar en el almidón hasta que quede una mezcla granulada uniforme. 3- A este granulado agregar el queso rallado y el huevo. Mezclar todo e ir agregando la leche de a poco. El secreto del chipá está en no amasar, sino ligar todos los ingredientes hasta formar una masa húmeda pero que no se pega en las manos. 4- Formar bollitos o roscas y colocarlos en una placa enmantecada. 5- Luego cocinar a horno caliente hasta que estén doraditos, el tiempo depende del horno, pero en 20 o 25 minutos tendrían que estar listos.

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. Academia Nacional del Folklore Página 23

En busca del “nacionalismo auténtico”.

Institucionalización de repertorios de danzas folclóricas en Argentina, Bolivia y Perú a mediados

del Siglo XX

Silvia Elisa Benza Solari* - Yanina Mennelli** - Adil Podhajcer***

INTRODUCCIÓN

Este artículo tiene como objetivo ahondar en los procesos de producción institucional de

cultura, específicamente, en lo que se refiere a la constitución de repertorios de danzas folclóricas

durante las décadas de 1940 y 1950 en tres países sudamericanos. Específicamente, se busca

dar cuenta de los principales actores y disciplinas académicas que contribuyeron a dicho proceso

en Perú, Argentina, y Bolivia, explicando cómo se plasmó el interjuego entre los estilos “criollo”,

“afro”, “andino” e “ “indígena” y delineando algunas de las implicancias de estos estilos en su

conformación como diacríticos de identidad. El método de investigación se basa en análisis de

fuentes históricas e investigaciones realizadas sobre esta temática en aquella época y en la

actualidad.

Durante las décadas de 1940 y 1950 la disciplina del Folclore en Sudamérica diversificó y

amplió su alcance, lo que se tradujo en la organización de reuniones científicas, charlas, creación

de institutos de investigación vinculados a la Etnología y al estudio de músicas y danzas, como

así también de institutos educativos en los que ofrecía la formación en expresiones artísticas

folclóricas. Desde su surgimiento en el siglo XIX esta disciplina se caracterizó por recopilar y

conservar todo lo que se percibía a punto de desaparecer por los cambios de la Modernidad,

todas aquellas prácticas que quedaban “afuera” del progreso, a las que denominaron

supervivencias (1), además de estar fuertemente influenciada por el Romanticismo

decimonónico (2). Hacia aquellos años el Folclore dio fundamento a la conformación de los

patrimonios nacionales y a la constitución de ciudadanía (argentinos, bolivianos y peruanos).

Si bien entendemos que la nacionalidad es un campo de tensión en permanente redefinición,

creemos importante centrar nuestra reflexión en las décadas de 1940 y 1950 porque, tanto en

Perú como en Bolivia y Argentina, durante este período se desarrollaron procesos económicos,

sociales y políticos de relevancia que terminaron por delinear modos de nacionalidad que siguen

teniendo un gran impacto en el sentido común y pueden ser sintetizados en las metáforas de el

“Perú criollo y mestizo”, “el pasado criollo y el presente blanco y cosmopolita argentino”, y la

Page 24: Pregón Criollo - Ferozo

. Academia Nacional del Folklore Página 24

“Bolivia mestiza y folclórica”. Durante estas décadas se crean además instituciones y programas

dedicados a la investigación, la preservación y la difusión de los patrimonios folclóricos

nacionales, entre los cuales quisiéramos destacar: el Instituto Etnológico de la Universidad

Nacional Mayor de San Marcos y el Departamento de Folclore (Dirección de Educación Artística,

Ministerio de Educación) en Perú; el Instituto Nacional de la Tradición (1943), el Instituto Nacional

de Musicología (1948) y la Escuela Nacional de Danza Folclóricas Argentinas (1948), en

Argentina; y por último el Departamento de Folclore creado en 1954 (Ministerio de Educación y

Cultura), La Sociedad Geográfica de la Paz, la Sociedad Aimarista y la Academia Aimara de fines

del siglo XIX y principios del XX , en Bolivia. Éstas tuvieron un papel preponderante en lo relativo

a la construcción de los repertorios de danzas folclóricas en cada país, y como afirma Arantes en

relación a los bienes patrimonializados, implican debates “sobre concepciones acerca de cómo se

reconstruye el proceso histórico (el triunfo de los vencedores o la perspectiva de los vencidos) o,

en un modo de ver más abarcativo, el problema del lugar y significado de la cultura popular en el

contexto de la cultura nacional” (1984: 8). Las mismas dan cuenta además de la cara cultural del

proceso político de construcción de liderazgos y hegemonía e informan sobre las distintas

representaciones colectivas de un “nosotros” nacional. Asimismo, estos procesos llevan a retirar

determinadas expresiones, en nuestro caso las danzas, del flujo normal de la vida cotidiana para

pasar a integrar la dinámica específica de la cultura que crean las instituciones de preservación y

difusión cultural, y por lo tanto son activadas en tanto patrimonio.

Este artículo cuenta con tres secciones -en cada una se reseña la constitución de los repertorios

de danzas folclóricas en Perú, Argentina y Bolivia durante las décadas de 1940 y 1950- y en las

consideraciones finales se sintetizan las semejanzas y diferencias entre los procesos de los tres

países, al tiempo que se presentan algunas de las discusiones actuales sobre dichos repertorios.

TRADICIONES ANDINAS, CRIOLLAS Y AFROPERUANAS COMO OBJETO DE

INVESTIGACIÓN Y COMO ESTILOS A REPRESENTAR Y DIFUNDIR

Las investigaciones sobre danzas andinas en el período que va de 1940 a 1950 reciben

una influencia de la antropología culturalista, recubriendo una tradición intelectual deudora del

indigenismo estatal y manifestando una afirmación de una identidad nacional sustentada

básicamente en lo andino (Parra, 2009: 35). Durante el gobierno de Bustamante y Rivero (1945-

1948) existió un interés por la población indígena, lo cual se expresa en el auge que adquirió el

estudio de sus manifestaciones culturales, tarea en la que se

embarcaron los etnólogos y los maestros. Así, desde el Ministerio

de Educación Pública, a cargo de Luis Valcárcel, uno de los

principales intelectuales del movimiento indigenista provinciano, se

diseñó un plan cultural por el que se creaba el Instituto Etnológico

de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, así como

también, dentro del Ministerio, un Departamento de Folclore en la

Dirección de Educación Artística, siendo José María Arguedas

quien dirigió la tarea de recopilar materiales folclóricos y literatura

oral en todo el país. En 1947, Arguedas fue nombrado Conservador

General de Folclore en la sección de Folclore y Artes Populares y

en 1950 asumió la jefatura de la Sección Folclore, Bellas Artes y

Despacho, encargándose de emitir opinión para el auspicio de

actividades relacionadas con el folclore (Arana, 2007: 36).

Page 25: Pregón Criollo - Ferozo

. Academia Nacional del Folklore Página 25

Esta iniciativa tuvo influencia en las recientemente creadas Academias de Folclore en

Lima, que emplearon a representantes culturales calificados –principalmente campesinos

andinos, pero también algunos negros- para que enseñaran las tradiciones culturales “auténticas”,

definiéndose ésta por la fidelidad a las artes regionales de la época, lo cual llevó a que los artistas

andinos abandonaran sus disfraces y actuaciones “incaicos” (Feldman, 2009). A su vez, estas

instituciones se insertaban dentro de lo que fue la dinámica de los estudios sobre el Folclore de la

época, cuya primera reunión se llevó a cabo en Santiago de Chile en 1954. Así, la “Primera

Semana de Folclore Americano” tenía como finalidad “destacar proyecciones artísticas,

pedagógicas y sociales del Folclore americano y su utilización como vínculo de acercamiento

entre los pueblos del Continente”.

Esta suerte de neoindigenismo estatal rompió la imagen de la cultura como patrimonio

exclusivo de “élites” intelectuales y artísticas, para poner a la cultura indígena en el centro del

debate” (Ansión en Arana, 2007: 38). Según Romero (2004) Arguedas fue el factor unificador

entre el Estado y la búsqueda de autenticidades locales en un tiempo en el cual la mayor parte de

Lima era hostil a la presencia andina. Los artistas andinos miraron y encontraron en él a su guía

espiritual y a una fuente de validación de sus sensibilidades regionales. Arguedas estaba

involucrado en un proyecto de construcción de nación a largo plazo buscando la autenticidad,

vinculada al desarrollo de culturas regionales mestizas emergentes, vehiculizando prácticas

culturales y materiales sígnicos andinos y siguiendo los procesos populares que estaban en ese

momento en curso.

En las décadas de 1940 y 1950 también se llevan a cabo investigaciones sobre danzas

criollas y afroperuanas. Ejemplo de esto lo constituyen los trabajos de José Galvez sobre la

Marinera y los artículos de Fernando Romero sobre la evolución de esta danza (Parra, 2009).

Este último buscaba refutar las afirmaciones del musicólogo argentino Carlos Vega, quien

sostenía que los bailes criollos, como la Zamacueca, tenían un origen fundamentalmente

europeo. Utilizando asociaciones etimológicas y concordancias coreográficas de los siglos XVIII y

XIX sobre los bailes que practicaban los negros en el Perú, Romero dedujo que la zamba

peruana, que él identificaba como antecesora de la zamacueca, era descendiente de la quizomba

africana (Angola) debido a las características coreográficas similares, especialmente el golpe de

frente (impulso pélvico) o m’lemba bantú (Feldman, 2009). Otra labor que merece ser señalada en

relación a la música y danzas afroperuanas en este período, es la de José Durand, folclorista y

profesor universitario que fundó la compañía “Pancho Fierro”, integrada en su mayoría por

músicos y bailarines negros de zonas rurales de la costa. Durand recogió, teorizó sobre los

orígenes y escenificó música y danzas, algunas de las cuales no se practicaban desde tiempos de

la colonia (Feldman, 2009). Si bien se ha atribuido a estas primeras escenificaciones del

patrimonio afroperuano las características de un proyecto de memoria de la “nostalgia criolla”

(Parra, 2009), Durand abrió un nuevo espacio público para la actuación de los negros en el Perú y

alentó a otros criollos blancos a que miraran las tradiciones negras como tesoros culturales

(Feldman, 2009: 32). Estas primeras escenificaciones perduran en la memoria popular como un

hito en la “invención” de una tradición actuada de la música negra peruana y constituyen un

cimiento para el renacimiento de la conciencia negra diaspórica en las décadas de 1960 y 1970.

Esta revitalización de las tradiciones afroperuanas y criollas debe situarse en el contexto

de la creciente migración de zonas rurales hacia las ciudades de la costa que se incrementa

notoriamente a fines de los años de 1940. Como bien señala Cotler, este desplazamiento

demográfico “agudizó los sentimientos ambivalentes de desprecio y temor de los tradicionales

sectores medios urbanos y de la clase dominante hacia los sectores populares campesinos”

Page 26: Pregón Criollo - Ferozo

. Academia Nacional del Folklore Página 26

(1978: 289) que ya había enfrentado a los limeños criollos blancos con los intelectuales

provincianos y los indígenas peruanos (De la Cadena, 1998: 145). Es en esta coyuntura que

aquellas tradiciones “negras” que habían sido rechazadas como “primitivas” fueron reclamadas

por los criollos blancos, al mismo tiempo que, en tanto clase dominante de la sociedad peruana,

tendieron a buscar su propia versión del criollismo frente a la creciente presencia de población

indígena proveniente de los Andes. Siguiendo a Lloréns Amico (1983), esta circunstancia llevó a

un reforzamiento de la imagen de la “Lima criolla”, anterior a la aquella de la que se apropiaban

los pobladores andinos, la “Lima señorial”, que se completa con una admiración paternalista hacia

la “finísima y pura raza negra”, oponiéndola a la “mezclada y degradada raza india”. Así, el

presente de la nacionalidad popular debía ser criollo y negroide en sus contenidos culturales y

artísticos, quedando relegado a un segundo plano lo andino. Al respecto diversos autores (Lloréns

Amico y Chocano Paredes, 2009; Feldman, 2009) coinciden en presentar al criollismo como una

tradición sociocultural popular asociada fundamentalmente a las clases obreras del área costeña,

principalmente de los centros urbanos, que coexiste con un criollismo de las clases medias y

altas, que evoca a la Lima señorial, colonial y romántica. En ambas corrientes, que coexisten

hasta la actualidad, la referencia a lo criollo se realiza a través de la nostalgia por la pérdida de un

pasado que por lo general se evoca de modo idealizado. La estrategia discursiva del “criollismo”

consiste en evocar a “lo criollo” que se pierde, lo que le permite reinventarse en diversas épocas

pero bajo un patrón similar.

APUNTES SOBRE LA ORGANIZACIÓN ANALÍTICA INSTITUCIONALIZA CIÓN y

REPRESENTACIÓN DE LAS DANZAS ARGENTINAS A MEDIADOS DEL SIGLO XX

Si, como afirman varios autores, la danza es un elemento eficaz para dar cuerpo a las

ideologías nacionales a través de la creación de sujetos que las actúan y las actualizan, a través

de su práctica y sentir emocional, entonces se puede decir que la constitución de un repertorio de

“danzas argentinas” respondió a necesidades tanto estéticas como de gobernabilidad que fueron

promovidas por diversas políticas culturales que se implementaron entre principios y mediados del

XX y que tuvieron como escenario el “drama de la Nación”, caracterizado por la masiva

inmigración europea y las migraciones internas hacia Buenos Aires, la capital. Así, según datos

censales en 1895 la proporción de extranjeros era del 34% sobre el total, en 1914 la población del

país se había duplicado, en tanto que la proporción extranjera había aumentado al 43%;

asimismo, señala que en varias ciudades del litoral, y en especial en Buenos Aires, el número de

inmigrantes era igual al de la población nativa “creando así un aire de

extranjería, de cosmopolitismo tan arrollador como confuso en sus

manifestaciones y tendencias” (Prieto, 1988: 13). Carlos Vega

también reflexionó sobre este contexto al señalar que “hubo un

cambio más o menos inofensivo hasta 1850; pero la enorme agresión

de hombres e ideas que padece el país después, hasta 1914,

conmueve las bases espirituales mismas de la nacionalidad y

enciende la heroica reacción tradicionalista que se le opuso desde

entonces” (2010: 21). Este autor destaca el rol activo del movimiento

tradicionalistas en todo este proceso y si bien Vega no hace un

recorte específico de quiénes serían estos tradicionalistas, sí define

su función como un intento por lograr la “integración espiritual del

ciudadano por el conocimiento de las tradiciones nacionales” (2010:

12); y los caracteriza como “fervorosos ciudadanos de la Nación,

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. Academia Nacional del Folklore Página 27

unifican el país en su corazón, y sienten como suyas, vivas y activas, todas las tradiciones

argentinas, aunque jamás las hayan animado sus propios antepasados, aunque nunca las hayan

visto y sentido en su medio original, aunque sean hijos de extranjeros, y hasta extranjeros

arraigados ellos mismos” (2010:19) (3). Dada una definición tan amplia del movimiento es muy

difícil acotar nombres, sin embargo, nos interesa destacar la dinámica del movimiento que, según

el autor, contó sintetizando dos períodos de expansión: el primero, iniciado por la publicación

de Martín Fierro y continuado por otras novelas de carácter gauchesco que tuvieron amplia

aceptación entre el público de la época, como por ejemplo Juan Moreira, escrita por Gutiérrez

entre 1878 y1880, que fue representada por la compañía de circo de los Hermanos Podestá a

partir de 1884, logrando que este drama se difundiera aún entre quienes no tenían acceso a la

literatura. El denominado circo criollo se constituyó como vector de propagación de algunas

danzas, que formaban parte de la representación del drama entre las cuales el caso

paradigmático es el pericón (que marcaba el final de la representación del drama) que como

consecuencia de la gran difusión otorgada por el circo, llegó a ser reconocida como danza

nacional. El segundo período que reconoce el autor tiene como protagonista a Andrés Chazarreta

y representa un punto culmine la presentación de su “Compañía de bailes criollos” en 1921 en

Buenos Aires. Este movimiento ocupó según Vega un rol central en la definición de los símbolos y

las tradiciones que moldearon el buscado ser nacional:

“En la Argentina los tradicionalistas han elegido, a modo de símbolo, un tipo rural: el gaucho [que]

significa para casi todos un ideal de vida y de conducta. Sobre la base del admirado jinete de la

llanura los tradicionalistas han creado el hombre que cada uno quisiera ser… Por eso, en un

impulso de identificación, muchos tradicionalistas usan ocasionalmente algunas prendas del

vestuario gaucho, se deleitan con sus platos y con el mate, recitan prosas y versos gauchescos,

tocan la guitarra y cantan, bailan, y actúan entre paredes urbanas decoradas con escenas rurales”

(2010: 9).

En ese contexto definido en la multitud de identidades que convivían en las principales

ciudades del país, se evocó al Martín Fierro (4) como arquetipo nacional, en tanto que el “discurso

criollista” logró dominar la escena cultural y social de la Argentina que se modernizaba o

“civilizaba”, impregnándole, además, un fuerte acento nacionalista. Tal como lo sintetiza Prieto:

“Paradójicamente…en ese aire de extranjería y cosmopolitismo, el tono predominante fue el de la

expresión criolla o acriollada; el plasma que pareció destinado a unir a los diversos fragmentos del

mosaico racial y cultural se constituyó sobre una singular imagen del campesino y de su

lengua…el estilo de vida criollo, a despecho de la circunstancia de que ese estilo perdía por

entonces sus bases de sustentación específicas: el gaucho, la ganadería más o menos

mostrenca, el misterio de las insondables llanuras” (1988: 13).

El “discurso criollista” era percibido diferencialmente según qué sector de la población se

tratase: mientras que para los grupos de la elite dirigente significó “el modo de afirmación de su

propia legitimidad y el modo de rechazo de la presencia inquietante del extranjero”; para los

sectores populares, en su mayoría migrantes internos, “desplazados de sus lugares de origen e

instalados en las ciudades…pudo ser una expresión de nostalgia” en el nuevo e impuesto

escenario urbano; en tanto, que para los extranjeros la adopción del discurso y el modo criollista

pudo significar una vía para su progresiva integración y asimilación, como ciudadanos argentinos

(Prieto 1988: 13).

Page 28: Pregón Criollo - Ferozo

. Academia Nacional del Folklore Página 28

En el contexto general así esbozado, durante la década de 1940 se

torna visible en las ciudades otro sujeto denominado despectivamente

como “cabecita negra” (Ratier, 1971) y que Gravano (1985) reconoce

como los protagonistas de la “Tercera fundación de Buenos Aires”, es

decir, de la nueva configuración demográfica que adquiere la ciudad

como consecuencia de los procesos migratorios desde las llamadas

provincias pobres o el interior (5). Estos migrantes aumentaron

drásticamente la concentración de población en las ciudades,

principalmente en Buenos Aires y su conurbano “donde se alcanzó tal

grado de crecimiento que su población llegó a sobrepasar el 50% del

total del país, con las consabidas consecuencias transformadoras en lo que hace a costumbres,

hábitos y por consiguiente a las expresiones musicales” (Gravano, 1985: 87) y de las danzas,

agregaríamos nosotros.

Esta nueva realidad poblacional, cultural y política fue encauzada por la gestión estatal del

justicialismo durante los dos primeros gobiernos de Juan D. Perón (1945-1955) a través de

acciones que condujeron a la promoción y difusión del folclore. Tal como señala Gravano:

“La gestión oficial del justicialismo respecto de la cultura nacional entronca la necesidad de

búsqueda de ribetes nacionales propios, autoafirmativos y contrapuestos a las tendencias más

cosmopolitas en el arte… Con un flanco ideológico jamás despojado de un pátina restauradora,

propia de los sectores de la burguesía nacional interesados en el proceso, pero también… con el

protagonismo reivindicativo y subyacente de una clase trabajadora y de un campesinado cuya

huella indeleble se impondría en la vida sociocultural de la Nación en forma insoslayable y

creciente” (1985:88).

Así se promocionaron y financiaron investigaciones folclóricas, se incluyó el folclore dentro

de la enseñanza escolar y se crearon Comisiones nacionales para tales fines, por último a fines

de 1949 se promulgó el decreto 33.711 que obligaba a difundir en lugares públicos y en la radio

una proporción igualitaria de música nacional y extranjera, hecho que repercutió en la

proliferación de conjuntos de raíz folclórica y que anticipó el denominado boom de los años 60’

(Op. Cit.: 90-94)

Como corolario, entre las décadas de 1940 y 1950 se organizan analíticamente e

institucionalizan las danzas folclóricas argentinas. Lo antedicho puede ser ejemplificado además

por la nota que dedica el Gral. Juan Domingo Perón a la primera edición de Las danzas populares

argentinas, de Vega cuya primera edición data de 1952, en la cual expresaba la voluntad política

de “conservación por tradición de nuestra cultura popular” como constitutiva de la cultura nacional,

la cual debía ser transmitida y engrandecida por gestión estatal en todas las instituciones de la

sociedad, desde la universidad hasta la familia.

Si bien se dieron como parte de un mismo proceso general, no es lo mismo hablar de

“organización analítica” e “institucionalización” de las danzas argentinas. Para el primer término

nos referimos a las investigaciones, en especial las tareas de recopilación de las danzas y el

estudios de sus orígenes, difusión, sus formas y vitalizaciones, llevadas adelante por estudiosos

del folclore y, por institucionalización, a las tareas de enseñanza de estas danzas en las

establecimientos oportunamente creados para tales fines y a su representación a través de

espectáculos.

Page 29: Pregón Criollo - Ferozo

. Academia Nacional del Folklore Página 29

Los estudios sobre danzas folclóricas argentinas en las

décadas de 1940 y 1950 fueron llevados adelante por Carlos

Vega quien junto a otros investigadores (como Juan Alfonso

Carrizo, Augusto Cortazar, Félix Coluccio e Isabel Aretz) se

inscribieron en el llamado “folclore como ciencia”. Vega inauguró

las investigaciones coreológicas argentinas y americanas: aplicó

las teorías de las generaciones coreográficas, utilizó los libros

de viajeros para extraer datos sobre el tema y la metodología

teórico-práctica del trabajo de campo. En el curso de su vida

Vega realizó numerosos viajes por las provincias argentinas y

por otros países latinoamericanos como Chile, Perú, Bolivia y

Paraguay con la finalidad de estudiar a fondo las características de la música autóctona, sus

ritmos e instrumentos. Con los documentos así obtenidos se inició un archivo sonoro y fotográfico

y una colección de instrumentos musicales, y junto a bibliografía especializada y a otros

documentos relevantes constituyeron los principales bienes del Instituto Nacional de Musicología

y del Instituto Nacional de la Tradición, las dos instituciones nacionales más importante que

condujeron las investigaciones en este campo de estudio. A instancias de Vega, en 1931 se creó

en el Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” el Gabinete de Musicología

Indígena. En 1944 el Gabinete creado por Vega se constituyó en el Instituto de Musicología

Nativa (decreto del presidente Farrel Nº 32456/44). En 1948 se separó del Museo con el nombre

de Instituto de Musicología (Decreto del presidente Perón 20.082/48). El Instituto de la Tradición

fue creado en 1943 bajo la dirección de Juan Alfonso Carrizo, que en la actualidad lleva el nombre

de Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano. Entre los principales

documentos guardados en esta institución se encuentra la Encuesta de Folclore realizada de

1921 y la biblioteca personal de su fundador.

Respecto del “origen de las danzas folclóricas argentinas” Vega constituyó su teoría como

respuesta crítica a los estudios realizados hasta entonces; señaló que estos abordajes “agotaron

todas las posibilidades imaginables sin estudio, sin reflexión, sin documentación” (1977: 9) y los

refutó en base a la tesis a la que arribó en sus investigaciones (1956, 1977, 1986) resumida en

los siguientes puntos.

“1.Nuestras danzas no son las folclóricas españolas. Los bailes criollos son los antiguos bailes

cortesanos europeos americanizados. La corriente de los salones y la del teatro son las

principales vías de transporte y de penetración;

2. Nuestros bailes llegaron de España; pero también a través de España, y directamente de

Francia.

3. Las danzas de los soldados y de los colonos, esto es, las folclóricas españolas, inseparables

de su patrimonio espiritual en marcha, murieron en América con ellos o con sus hijos. No

llegaron los bailes en bloques y al comienzo, sino en todos los tiempos, como hasta hoy

(…)

4. Los bailes cortesanos europeos se instalaron en las ciudades virreinales y se crearon en

ellos focos independientes de transformación y difusión. Tres ciudades asumieron en

Sudamérica el control, la promoción y la difusión: Lima, primero, y durante siglos; Río de Janeiro y

Buenos Aires después. Varias ciudades se convirtieron en subfocos de promoción e irradiación.

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. Academia Nacional del Folklore Página 30

5. Los bailes europeos no se mezclaron con los indios y los africanos para elaborar los

bailes criollos; descendieron de los salones superiores a todos los grupos que los sociólogos

llaman “inferiores”, pero no consta que los híbridos así formados, ascendieran de nuevo de alguna

aldea a los salones para alcanzar dispersión continental. No hay en nuestras danzas formas

indias o africanas generalizadas…las influencias negras e indígena se sienten a veces en el

estilo (…);

6. No se socializó en América ningún baile cuya forma sea o haya sido híbrida de español e

indio o negro, hasta donde alcanza nuestra documentación;

7. El medio geográfico no influye en las danzas;

8. (…) Casi todas las danzas argentinas que hoy conocemos aparecieron después de 1800

y entraron en decadencia poco después de 1850.

9. Nuestros bailes no fueron siempre populares. Se difundió la idea de una marcha paralela entre

danzas de salón y danzas folclóricas. Nuestra labor puso en claro que las danzas de los salones

urbanos y las de la campaña son generalmente las mismas. La Polca del emperador de

Francia y el Huaino del emperador de los Incas coincidieron alguna vez en la cabaña rural” (Vega

1977:10, las negritas son nuestras).

Nos interesa resaltar los puntos 5 y 6, en los cuales el autor desestima cualquier posible

influencia afro o indígena en las danzas folclóricas argentinas, idea que respondía además al

ideal de nación blanca que fue difundida en la conformación de la Argentina moderna hacia fines

del siglo XIX y principios del XX.

Asimismo, las danzas folclóricas argentinas se institucionalizan con la creación en 1948 de

la “Escuela Nacional de Danzas” (que en sus inicios llevó el nombre de Escuela Nacional de

Danza Folclóricas Argentinas) a cargo del Prof. Antonio Barceló, y que en el presente forma parte

del Área Interpartamental de Folclore del Instituto Universitario Nacional de Artes (IUNA). El

Decreto Nacional que le dio origen, contenido en Plan Quiquenal de la primera presidencia de

Perón sostenía que:

“…era indispensable que existiera un instituto donde se pudiera formar ‘un cuerpo de técnicos

capacitados para la docencia de esta materia con el objetivo primordial de unificar la enseñanza,

resguardar la autenticidad y pureza de nuestras expresiones folclóricas, y contribuir a que

conserven su estilo, dentro del más riguroso concepto estético como manifestación del sentir

artístico y espiritual de nuestro pueblo’” (Decreto Nacional Nº 27.860 citado en Hierose 2010: 188)

Tal como se adelantó y sintetiza Hierose “la relación entre folclore académico y la

enseñanza de las danzas folclóricas no es lineal sino que está mediada por las luchas por definir

el repertorio de danzas nacionales” (2010: 191). De este modo, si bien en las escuelas de danzas

se utilizaron e interpretaron los materiales producidos en cantidad por Vega, su uso en las

primeras épocas de la Escuela Nacional de Danza Folclóricas Argentinas no era lo más frecuente

sino que “cada profesor trasmitía lo que había aprendido en la práctica empírica” (Op. Cit.). Lo

que nunca parece haberse puesto en discusión es que estas danzas pudiesen guardar impronta

del pasado indígena prehispánico o del negro colonial.

Es por esto que, si bien Vega reconoce en el Carnavalito -danza colectiva que se baila en

el noroeste argentino) rasgos indígenas, también opina que el mismo “vive en un islote”, es decir

que esos rasgos no llegan a ser representativos de las danzas que se bailan en el territorio

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. Academia Nacional del Folklore Página 31

argentino. En su descripción el autor reconoce diferencias coreográficas entre la danza que se

bailan “en los altos círculos sociales, en las reuniones de la clase media, en las fiestas de los

serranos descendientes de aborígenes lugareños y en el ambiente de los indios y mestizos que

han bajado de Bolivia” (1945: 6). Por lo tanto, caracteriza como “supervivencias” algunos de los

elementos centrales propios de esta danza en los ámbitos serranos (por ejemplo, que se usen

tallos de maíz como arcaísmo de danzas agrarias; o cuando la rueda gira entorno de pequeños

objetos que simbolizan el ganado o en “la enorme duración de estas rondas jujeñas en que

perdura el aliento aborigen” (Op. Cit.: 8). Señala que “El Carnavalito social vino del Alto Perú, pero

la forma particular con que se presenta en el noroeste es jujeña. Gérmenes de la ronda primitiva

[indígena] se enriquecieron durante el siglo pasado con figuras de la Contradanza, de la Cuadrilla,

y en Jujuy se nutrió del Pericón. Genealógicamente, y por aceptación de tales préstamos, el

Carnavalito pertenece a esa gran familia coreográfica” (Op. Cit. 10). Por lo tanto, prioriza los

rasgos aportados por las contradanzas europeas y los sectores medios y altos por sobre los

aportados por las poblaciones indígenas y pobres, es por esto que Vega concluye que “el

Carnavalito es una Contradanza suburbana del Alto Perú y del Noroeste argentino, una de las

muchas Contradanzas que en el ambiente folclórico de América prolonga los laberintos de la

célebre progenitora anglo francesa. Esta vez y aquí con música aborigen” (Op. Cit. 15). Por

último, Vega señala que fuera de su ambiente natural (Jujuy y Salta) el Carnavalito tiene lugar en

“fiestas escolares, en reuniones tradicionalistas o en reuniones tradicionalistas o en actos

destinados a gran público” al tiempo que expone la descripción de su coreografía y aclara

explícitamente que excluye y elimina aquellas que resultan poco vistosas o repetidas, en tanto

que, a fin de que pueda constituirse como un espectáculo la duración debe reducirse a no más de

7 u 8 minutos, a diferencia de lo que ocurre en su “ámbito natural” que concluye cuando los

bailarines se cansan (1945: 24)

Así, las danzas provenientes de diversas provincias de nuestro país, como el citado

Carnavalito, o la Chacarera, la Zamba, el Gato, entre otros, legitimaron su “nacionalidad” en

Buenos Aires, para de este modo ser reconocidas como danzas argentinas y proyectadas como

patrimonio nacional a otras regiones del país. Este modo de funcionamiento centralizado y

centralizante puede ser comprobado, además, en el hecho de que en Argentina, a diferencia de

otros países donde los bailes ejecutados en cada región son propios del lugar (por ejemplo en

Perú y Bolivia), en las distintas se comenzó a enseñar y practicar con el modelo trasmitido y

difundido desde Buenos Aires por los docentes formados en la Escuela Nacional. Esta dinámica

es confirmada por Fernández Latour de Botas, cuando señala:

“Las provincias han de brindar sus impulsos originales y Buenos Aires ha de aparecer siempre

como el ámbito consagratorio y el medio para saltar al exterior -París, máxima meta- en busca de

aplausos de distintos pueblos, o retornar triunfantes al país interior con el impacto modélico de lo

que ya sido celebrado por otros públicos de excelencia” (2008: 324)

La existencia de un ballet folclórico nacional era un anhelo

fundamental para la promoción de modelos legítimos (y públicos) de

los cuerpos nacionales, ya en las décadas referidas, pero este ballet

no se constituyó en el seno del profesorado de la Escuela Nacional de

Danzas, ni en este período, sino que recorrió otros caminos y tuvo

como eje la figura de Santiago Ayala, quien junto a Norma Viola, una

vez consagrados en los escenarios nacionales y en el exterior, se

constituyeron en íconos de la danza argentina, con una fuerte

impronta en bailarines de todo el país que imitaban su modo de bailar

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. Academia Nacional del Folklore Página 32

y la presentación de los cuadros coreográficos. Tardía y finalmente el Ballet Nacional se creó

recién en 1990, en base a un decreto que data de 1986, bajo la dirección de Ayala y luego de

Viola.

En esta síntesis, hemos identificado las décadas de 1940 y 1950 como el período en que se

conformó el repertorio danzas folclóricas y tradicionales argentinas, en la confluencia de tres vertientes:

los estudios sobre danzas del folclore como ciencia, los Profesorados de Danzas Nativas y Folclóricas y los

diversos ballets que las difundieron, que tuvieron como principal referencias a la pareja de El Chúcaro y

Norma Viola. Si bien cada una de esta vertientes tuvo su propia dinámica, aquello que nos interesa destacar

es que el fin último de la constitución de este repertorio era difundir las danzas nacionales, quizás como

gesto aún necesario para terminar de cumplir con el mandato modernizador y nacionalista en el cual

se embarcó el Estado argentino a fines del siglo XIX.

Continuará

* Universidad de Buenos Aires - Facultad de Filosofía y Letras

** Universidad Nacional de Rosario - Facultad de Humanidades y Artes

*** Universidad de Buenos Aires - Facultad de Filosofía y Letras Universidad Nacional de

San Martín (IDAES) .

NOTAS

1) Basándose en el concepto acuñado por Tylor, uno de los “padres fundadores” de la

antropología que formó parte de la corriente evolucionista (Fischman, 2007).

2) Corriente que fijaba criterios de legitimación extracultural para las manifestaciones expresivas,

que consistían en la naturaleza, la historia y la genialidad hija de la inspiración creativa,

ubicándolas más allá de los límites de la cultura y de la capacidad de control social, por lo que se

les confería un principio de autoridad absoluta (Prats, 2000). Así, el romántico rescate de

elementos “simbólicos” se realiza con un sesgo que, en ciertos casos, desvaloriza a los actores

de la cultura a la que pertenecen (en términos de la época y de los autores referidos “inferiores”

luego de Gramsci podríamos decir subalternos), tal como puede leerse en el siguiente fragmento

de Vega “conviene que nos quedemos a solas con esa parte, con las supervivencias, y que nos

desentendamos del hombre físico a quien se la tomamos para formar nuestro repertorio de

hechos” (2010 [1944]: 54).

3) Es oportuno aclarar que las referencias textuales correspondientes al volumen “Apuntes para la

historia del movimiento tradicionalista argentino” fueron publicadas por la Revista Folclore entre

los años 1963 y 1965.

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4) El “día de la tradición” en Argentina conmemora el nacimiento de José Hernández, autor de

“Martín Fierro” (escrita entre 1872 y 1879). Sin embargo autores como Ricardo Kaliman (2008)

critican el uso ideológico que hizo la oligarquía de comienzos del siglo XX de la figura del gaucho

como ícono de la tradición argentina, al señalar que Martín Fierro es “un gaucho a la medida” de

los intereses de dicha oligarquía, ya que con la entronización de ese personaje queda excluido “el

indio (¡al que llegaron a declarar extinto!)” y subordinado el inmigrante, como legítimos habitantes

del país.

5) Hugo Ratier (1971) analizó la emergencia de este actor social en la escena urbana como parte

de un proceso más amplio de configuración de una particular forma de racismo en Argentina que

“contrasta con la pretensión constitucional de que la Argentina no es un país racista” (Guber

2002:360). Según Gravano “el ‘cabecita negra’ no advino a la gran ciudad solo para abastecer el

apetito de mano de obra industrial del momento. Junto a su juventud como asalariado trajo su

herencia ancestral como hijo de la vieja América campesina” (1985: 94).

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Testimonios del Tiempo

Segundaparte

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Arte para ver:

Pio Collivadino

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Pregón Criollo

“Puertas Adentro” Primer Semana de Junio 2020

PA-07

Noticias, artículos e información de las actividades del Folklore Publicación de: Academia Nacional del Folklore

Editor: Carlos Molinero Compaginación y transmisión: Darío Pizarro

En este número, el “Puertas Adentro” Prmer Semana de junio 2020 - PA-07 de 2020, del Pregón Criollo, encontrará un contenido, que como siempre incluye los diferentes aspectos del Folklore, en todas sus acepciones y encuadres:

Consejo Período 2018-2020

Presidente: Antonio Rodríguez Villar

Vicepresidente 1º Carlos Danilo Molinero; Vicepresidente 2º: Juan­Carlos­Saravia

Secret. Académica: Marián Farías Gómez; Prosecret. académico: Carlos Dellepiane Cálcena

Secret. de Actas: Adelina Villanueva; Tesorero: José Luis Castiñeira de Dios

Protesorero.: Eugenio Inchausti Vocales: Suna Rocha - Mabel Ladaga- Claudia Forgione Facundo

Saravia-Rolando Goldman-JuanCruz Guillén-Aldy Balestra-Guillermo Madero Marenco Comisión

Fiscalizadora Laura Cecilia Albarracín Perla Argentina Aguirre- Roberto Calvo

-- Dirección: Av de Mayo 575- of 15- CABA

Dirección electrónica:[email protected]

Noticia importante:

Nos han consultado varios amigos sobre la posibilidad de incorporar escritos o notas para “El

Pregón Criollo”, que sale todos los meses. Desde luego aceptamos (esperamos) tanto

sugerencias como correos (con críticas o elogios), así como notas y noticias para publicación.

Pueden ser enviadas a estos correos:

de la Academia: [email protected]

del editor: [email protected]

Sugerimos, eso sí, que las eventuales notas sean breves, como es el estilo de este periódico

digital que ustedes pueden apreciar. Y las noticias, que sean de la fecha del próximo “Pregón

Criollo”, para no mantener demasiado archivos “a futuro”. Los esperamos.