poema - el misionero

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EL MISIONERO FIEL (Poema inspirado en la vida y ministerio del hno. Luis M. Ortiz) Era un culto especial; Dios se movía Motivando y llamando a sus ministros, La mies ya bien madura se veía Y a recogerla debían estar listos. Un joven acudió a ese llamado, Con el deseo fiel de trabajar, Al Señor su vida le ha entregado Y con su ayuda no le va a fallar. Sus pies descanso no tuvieron En caminar por promover la causa, La inclemencia del clima no temieron En procura de alcanzar las almas. Sus rodillas dobló con gran frecuencia Implorando de Dios la salvación De perdidos que lloran la inclemencia, Del pecado que acosa el corazón. Sus manos tampoco desmayaron En levantar al caído que encontraba Y aunque sus fuerzas a veces le fallaron El gozo del Señor lo reanimaba. Sus labios sin temor se abrían, Para entregar de Dios el fiel mensaje Muy fiel a los principios que creía Corría por el mundo cual celaje. Sus ojos con ansia contemplaban El horizonte infinito con desvelo Las almas sin Cristo le inquietaban El deseo de verlas en el cielo. También sus ojos con lágrimas regaron El surco en que caían las semillas; Y esas lágrimas también humedecieron Los gruesos manojos de gavillas.

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EL MISIONERO FIEL(Poema inspirado en la vida y ministerio del hno. Luis M. Ortiz)Era un culto especial; Dios se movaMotivando y llamando a sus ministros,La mies ya bien madura se veaY a recogerla deban estar listos.Un joven acudi a ese llamado, Con el deseo fiel de trabajar,Al Seor su vida le ha entregadoY con su ayuda no le va a fallar.Sus pies descanso no tuvieronEn caminar por promover la causa,La inclemencia del clima no temieronEn procura de alcanzar las almas.Sus rodillas dobl con gran frecuencia Implorando de Dios la salvacinDe perdidos que lloran la inclemencia,Del pecado que acosa el corazn.Sus manos tampoco desmayaronEn levantar al cado que encontrabaY aunque sus fuerzas a veces le fallaronEl gozo del Seor lo reanimaba.Sus labios sin temor se abran,Para entregar de Dios el fiel mensajeMuy fiel a los principios que creaCorra por el mundo cual celaje.Sus ojos con ansia contemplabanEl horizonte infinito con desveloLas almas sin Cristo le inquietabanEl deseo de verlas en el cielo.Tambin sus ojos con lgrimas regaronEl surco en que caan las semillas; Y esas lgrimas tambin humedecieronLos gruesos manojos de gavillas.Sus odos no estaban ocupadosAnte el clamor de un alma que gema,Pues siempre diligente y dedicadoComparta de Dios lo que tena.No hubo pues facultad que Dios le diera,Que este varn no usar en su servicioNo evadi lo que Dios le requirieraAunque grande fuera el sacrificio.No tena la mirada en este suelo,Ni en las cosas humanas que perecen; El galardn que esperaba all en el cieloLe inspiraba repetidas veces.Las luchas y las pruebas Dios usabaPara hacer de su siervo un fiel ministroEnsendole a tener firme la miradaEn el ms digno ejemplo: JESUCRISTO.Los impos hirieron sus sentidosCon el fiero aguijn de la traicin,Con sus actos y pasos indebidos;Hicieron sufrir su corazn.Pero hubo tambin vidas sincerasQue apreciaban en l su ministerio,Lo acompaaron cruzando las fronterasDando a conocer de Cristo su misterio.Mas ni el dolor de la traicin sufrida,Ni en respaldo de otros recibidoAlteraron lo recto de su vidaCumpla siempre fiel su cometido.Dios respaldaba pues su gran constancia,Y sus labores colm de bendiciones,Obreros le dio con abundanciaY vio crecer muchas congregaciones.Pases latinos y africanosOyeron por l, el fiel mensaje;Europeos y norteamericanosFueron bendecidos con sus viajes.Los aos transcurrieron velozmente;Y el misionero fiel segua su camino,Los principios Divinos en su menteLe daban aliciente a su destino.Continu su camino con confianza,Recibiendo del cielo su asistencia,Impartiendo con celo la enseanzaY procurado de Cristo su obediencia.Su noble ejemplo inspir a millaresA seguir sus huellas sabiamentePues si la fe de los tales imitaresEl xito vendr seguramente.Mientras tanto los aos continuaronSu transcurso, veloces por el tiempo;Las arrugas su rostro le surcaronY encorvado se torn su cuerpo.Finalmente las fuerzas le faltaronPor la razn normal de ser humano,Mas con todo sus labios no callaronEl fiel mensaje del amor cristiano.Entre tanto en el cielo se alistabanLos ngeles para la bienvenida,En la tierra su fin se presagiaba,Pues eminente ya era su partida.Hasta que el da por el Seor fijadoPara a sus penas colocarle finClarines y trompetas resonaronPues ese da llegaba el paladn.Y sucedi esa maana de septiembrePoco despus del sol haber salido,Abandon este mundo para siempreEl Misionero Fiel haba partido.Hno. Jorge Humberto Henao