Pies pequeñosuna historia escrita e ilustrada

por Alejandra Viacava

Pies pequeñosuna historia escrita e ilustrada

por Alejandra Viacava

Un hombre de pies pequeños vivía en una pequeña isla. Cada mañana se despertaba lamentándose por el pequeño tamaño de sus pies y cada noche se dormía deseando despertarse con enormes pies.

Un día llegaron soldados a la isla. Muchos soldados con sus enormes armas y sus enormes botas.

Para festejar su llegada organizaron una fiesta. Con música y todo e invitaron a los habitantes de la isla. Hombres y mujeres. Pero ninguno de los habitantes aceptó la invitación.

- Preguntó enojado y a los gritos el capitán.

-¿Cómo que no quieren asistir?

-¡A mi fiesta vienen todos porque lo digo yo!.

Los soldados corrieron a asustar a todos, y tanto los asustaron que esa noche, asustados, comenzaron a llegar a la fiesta. Hasta el hombre de los pies pequeños llegó. Más enojado que nunca.

Los soldados dejaron descansar un rato sus armas y sacaron a bailar a las preciosas chicas de la isla.

comenzaron a quejarse las chicas- -Ustedes no saben bailar!- les dijo malhumorada Takuapú- Con esas enormes botas nos han llenado de pisotones.-Pero no podemos quitarnos las botas- protestaron los soldados- Un soldado sin botas no es un soldado.-Y a nosotras que nos importa- les dijo Panambí con voz seria- Nosotras no bailamos con ustedes y ya está.

-Ay! Uy! Ohhh!-

Los soldados se enojaron.El hombre de los pies pequeños se acercó y sacó a bailar a Aramí.-Señorita Pedazo de cielo, ¿quiere usted bailar conmigo?- Le preguntó amable.-¡Claro que quiero!- Le respondió contenta Aramí. -Con sus pies pequeños seguro que no me pisará.Y entonces comenzó la fiesta. Bailaron moviendo los pies, la cabeza y los brazos. Bailaron siempre con una sonrisa. Los soldados comenzaron a retirarse con sus enorme botas siempre puestas y su enojo a cuestas. Y los habitantes de la isla comenzaron por fin a divertirse.

Pasaron las horas. Ligeras, despreocupadas. Se acabó la música y los habitantes de la isla cansados, cuando casi no quedaban estrellas en el cielo, se fueron a dormir.

Cuando se despertaron a la mañana siguiente, no había quedado ni un soldado en la isla, ni uno solo de sus barcos. Y el mar generoso había borrado de la playa hasta la última huella de sus enormes botas.Todos los habitantes de la isla estaban contentos pero el más contento de todos era el hombre de los pies pequeños.

Porque esa noche por fin no había soñando

con tener los pies grandes.