piero della francesca, · la imagen se transformó así en una ventana donde vemos una realidad...

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1 Piero della Francesca, Artista del riguroso sistema perspectivo, la visión geométrica y sus órdenes. Renacimiento Italiano La Ciudad de Urbino, capital de la región de Las Marcas,es el denominador común de tres genios del Renacimiento: Piero della Francesca (1415-1492) Donato Bramante (1444-1514) y Rafaello Sanzio (1483-1520). Fue concebida por Federico de Montefeltro y es precisamente en este lugar de Las Marcas, donde Piero hace la Pala Montefeltro. Federico Montefeltro, estimulado capitán, fue un cultor de artes y letras, deviene Signore de Urbino en torno a artistas e intelectuales, creando una corte refinada, donde tenía amplio espacio la ciencia matemática y la arquitectura. Él llamaba a artistas e intelectuales a su corte, también a artistas flamencos expertos en pintura al oleo, muy apreciada por sí mismo. Favoreció en gran medida una cultura cosmopolita pero no una Scuola Local. Los tres artistas crecieron en este medio y más tarde trabajarán en Lombardía, Roma Y Toscana La Perspectiva en el Arte del Renacimiento: Podemos considerar con seguridad a los artistas plásticos como escritores. La cultura humanística tiene el mérito de haber atraído no sólo a los filósofos y eruditos, sino también a los artistas. Así Alberti no fue el único artista plástico que combinó la teoría con la práctica, pues ya Lorenzo Ghiberti trata la técnica y la historia del arte en sus Commentari, donde de la imagen que traza de sí mismo le acredita por cierto como un auténtico humanista: así, al igual que éstos, el autor de dichos comentarios desprecia el dinero, aspira a la fama y goza de la protección de muy ilustres mecenas. Por el contrario, Leonardo da Vinci, perteneciente a una época posterior a Alberti y Ghiberti, gusta declararse “omo senza lettere”, hombre iletrado, polemizando contra los pasivos herederos de la cultura humanista. En efecto, si se considera el lenguaje de sus escritos, se tiende a contarlo entre aquellos representantes de la literatura en lengua vulgar, que en general apenas se ocuparon de la literatura latina ni de la cultura clásica. Además entre los autores favoritos de Leonardo estaban Pulci y otros toscanos menos significativos, como el poeta cómico Domenico di Giovanni, al que llamaban Burchiello, y estos modelos remitían al estilo del siglo XIV.

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Piero della Francesca,

Artista del riguroso sistema perspectivo, la visión geométrica y

sus órdenes. Renacimiento Italiano

La Ciudad de Urbino, capital de la región de Las Marcas,es el denominador

común de tres genios del Renacimiento: Piero della Francesca (1415-1492) Donato

Bramante (1444-1514) y Rafaello Sanzio (1483-1520). Fue concebida por Federico de

Montefeltro y es precisamente en este lugar de Las Marcas, donde Piero hace la Pala

Montefeltro. Federico Montefeltro, estimulado capitán, fue un cultor de artes y letras,

deviene Signore de Urbino en torno a artistas e intelectuales, creando una corte

refinada, donde tenía amplio espacio la ciencia matemática y la arquitectura. Él llamaba

a artistas e intelectuales a su corte, también a artistas flamencos expertos en pintura al

oleo, muy apreciada por sí mismo. Favoreció en gran medida una cultura cosmopolita

pero no una Scuola Local. Los tres artistas crecieron en este medio y más tarde

trabajarán en Lombardía, Roma Y Toscana

La Perspectiva en el Arte del Renacimiento: Podemos considerar con seguridad a los

artistas plásticos como escritores. La cultura humanística tiene el mérito de haber

atraído no sólo a los filósofos y eruditos, sino también a los artistas. Así Alberti no fue

el único artista plástico que combinó la teoría con la práctica, pues ya Lorenzo Ghiberti

trata la técnica y la historia del arte en sus Commentari, donde de la imagen que traza

de sí mismo le acredita por cierto como un auténtico humanista: así, al igual que éstos,

el autor de dichos comentarios desprecia el dinero, aspira a la fama y goza de la

protección de muy ilustres mecenas. Por el contrario, Leonardo da Vinci, perteneciente

a una época posterior a Alberti y Ghiberti, gusta declararse “omo senza lettere”, hombre

iletrado, polemizando contra los pasivos herederos de la cultura humanista.

En efecto, si se considera el lenguaje de sus escritos, se tiende a contarlo entre aquellos

representantes de la literatura en lengua vulgar, que en general apenas se ocuparon de la

literatura latina ni de la cultura clásica. Además entre los autores favoritos de Leonardo

estaban Pulci y otros toscanos menos significativos, como el poeta cómico Domenico di

Giovanni, al que llamaban Burchiello, y estos modelos remitían al estilo del siglo XIV.

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Leonardo no era sin embargo un antihumanista. Así de las siete mil páginas de sus

escritos se obtiene la imagen de un intelectual que no cortó los lazos que le ligaban a la

cultura de su tiempo. Las ciencias naturales, la técnica y la filosofía de Leonardo hay

que entenderlas siempre en relación a su época, concretamente a la Baja Edad Media

más que al humanismo.

La activa participación de los artistas plásticos en la literatura se convirtió casi en una

regla a lo largo del siglo XVI. Raffaello Sanzio autorizó a Castiglione para que

dirigiera en su nombre una importante carta sobre los edificios de la Roma antigua al

papa León X.

Los nuevos ideales literarios defendidos por los humanistas permanecieron ajenos a los

escritores religiosos. Por lo general lucharon por la autoridad papal, quebrantada por el

cisma occidental, pues Roma era la ciudad de los mártires cristianos, no la capital

política y cultural del mundo pagano, cuyos restos contemplaban los humanistas

conmovidos y emocionados. Esperaban ver la realización política de sus convicciones

religiosas.

Considerando vana fruslería mundana la poesía en lenguas vulgares, paganas, sólo

eran una mundanidad inmoral. León Batista Alberti no veía ningún problema en el

bilingüismo, sino que se declaraba abierto partidario. Proveniente de familia noble, de

comerciantes florentinos, trabajó como notario de la curia romana y se entregó desde

muy joven al cultivo de las artes, conociendo personalmente a Donatello Masaccio y

Bruneleschi buscando siempre relacionarse con los buenos artistas. Fue uno de los

mejores arquitectos de su época. Como estudioso se dedicó al estudio de las artes

plásticas desde un punto de vista teórico, al principio en lengua latina. Él mismo ideó el

plano de una ciudad ideal. No sólo se destacó en el arte y arquitectura, también escribió

sobre ordenación urbana que era un ideal del humanismo y diálogos morales Los

Intercoenales (1441), y la novela político satírico Momus donde criticaba la ignorancia,

la superstición, la insensatez y la irresponsabilidad de sus contemporáneos. Pero no sólo

fue el autor de la primera Grammática della lingua toscana también un excepcional

conocedor de la gran literatura en lengua vulgar del s. XIV demostrando que la métrica

clásica también podía transcribirse por las sílabas de una lengua moderna. Alberti usó

también metros modernos, se conservan de él, églogas, elegías y sonetos, una balada,

una sextina y un madrigal en lengua vulgar.

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Los artistas como Giotto ya en el Trecento habían comenzado a realizar estudios sobre

la perspectiva. A Giotto le era necesario representar las relaciones de espacio y volumen

y en consecuencia crear un marco para las figuras y objetos de sus pinturas narrativas

dándoles un estilo más convincente como representaciones de la realidad. Se destacan

los trabajos ejecutados en la Capilla de la Arena en Padua y los de la Capilla Bardi en

Florencia.

A su vez en los últimos años del Duocento y los primeros del Trecento, la

representación espacial en sentido ilusionista, tiene la característica especial de un

cambio que modificara la historia de la pintura europea, hacia el futuro, donde la

percepción óptica toma la importancia que impone la representación ilusionista como

tarea artística. La imagen se transformó así en una ventana donde vemos una realidad

creada artificial pero con datos basados en la experiencia real, por medio de una

escenografía adecuada es lo que se logra alcanzar en la Basílica de San Francisco, en

Asís.

En los frescos que representan la leyenda de San Francisco en Asís, se destaca del ciclo,

como fueron enmarcados los campos de frescos, parece tratarse de columnas de colores

encajadas sobre pesadas cornisas, sosteniendo estas un entablamento macizo, las filas de

consolas de la cornisa junto con el entablamento, son vistas en una inclinación de

perspectiva, aparecen desde un punto de vista bajo o inferior. Del Este al Oeste el

sistema de perspectiva se vuelve coherente, el artista descubre que el observador percibe

el marco de una pintura como parte de su propia realidad. Con estos detalles los objetos

se sitúan aparentemente en un espacio tridimensional, que empujaría la superficie del

cuadro hacia adelante donde se halla el observador y a su vez la amplía hacia atrás

donde se encuentra una profundidad espacial imaginaria.

Este descubrimiento anticipara la perspectiva central del Renacimiento. También se

destaca otra proyección espacial similar en los frescos de la Capilla Scrovegni de Padua

realizados por Giotto.

En el Renacimiento la idea principal de la época era describir con precisión la relación

existente entre el observador individual y los objetos visualizados por el mismo

observador en un momento preciso y determinar cómo cambiar esta relación en función

de la distancia o del ángulo de observación. La importancia se sitúa en la relación

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dinámica entre el sujeto y el objeto que está siendo visto u observado. Filippo

Brunelleschi se convierte en el descubridor de la perspectiva lineal, se trata de un

método para imitar el espacio medible en una superficie plana.

Manetti además de biógrafo particular y observador directo del momento en que Filippo

Brunelleschi realiza su descubrimiento de la perspectiva marca el hecho describiendo

dos cuadros de demostración, hoy perdidos, que reproducen el Baptisterio de San Juan y

el otro, el Palazzo della Signoria de gobierno ambos palacios ubicados en la ciudad de

Florencia. Sobre el cuadro Baptisterio de San Juan sabemos que fue pintado sobre una

tabla de madera, que se supone cuadrada, con medidas de 30 centímetros (treinta cm) de

lado aproximadamente.

Lo primordial aquí era una visión del Baptisterio octogonal, conforme lo visualizaba

Brunelleschi, de pie, a unos 58 centímetros (cincuenta y ocho cm) poco más o menos,

desde adentro de la puerta de la catedral, -es decir según cuenta Alberti- que se ubico en

el centro de la entrada de la Catedral en un sitio donde mirando en dirección al

Baptisterio, que se ubicaba en el mismo eje de la nave central de la catedral, el campo

visual de Brunelleschi, quedaba perfectamente enmarcado por el portal, tal vez para

emplear de ese modo el marco de la puerta y crear así una retícula, en la que en cada

uno de sus cuatro lados indicaría unos puntos de referencia ubicados a igual distancia

uno de otros (entre sí) o empleando cordeles entre los puntos correspondientes de los

lados opuestos. De igual forma Brunelleschi divide así su ventana o plano de imagen y

asegura la perfección de la imagen, manteniéndose a una distancia fija, respecto a ella y

a su objeto - el Baptisterio-, mientras trabaja. Según Alberti este pudo haber sido el

proceso utilizado. Mientras qué el método que emplea para exponer a la vista de los

espectadores la imagen terminada, sería el siguiente: por medio de un pequeño orificio

ubicado a la altura de los ojos en el lienzo pintado y colocando un espejo enfrente del

mismo acomoda la distancia precisa que existiría entre el ojo de quien observa y la

imagen reflejada, accediendo a que pueda de este modo ser vista a escala real.

Reproduciendo así una vista de forma precisa desde un punto particular ofreciendo un

patrón bidimensional como una fotografía- Siguiendo con lo relatado por Manetti, aún

así ni la ubicación física ni lo descrito sobre la tabla que realiza Manetti, sirve para

determinar con precisión si Brunelleschi, representa una vista de ángulo amplio sobre lo

que se hallaba delante de él, hasta un máximo de 90º, o una vista cómodamente amplia

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que abarcaba el Baptisterio junto con un tramo de los edificios que se encontraban a sus

lados.

Según Manetti, Brunelleschi habría construido -una caja cerrada donde, mirando por un

orificio, se observa una escena ilusionista- hecho que logra aumentar la ilusión. Realizo

un agujero pequeño en la tabla, en un punto que equivale a aquel en que su línea de

visión se encuentra con el Baptisterio a lo largo de un eje perpendicular. Entonces el

espectador visualizaba a través de ese agujero, por detrás de la tabla, hacia un espejo

que se ubicaba de manera tal que reflejaba la superficie pintada. Las dimensiones del

espejo deberían ser la mitad de las de la del panel para que se refleje este último por

completo.

Brunelleschi también uso plata bruñida para el cielo potenciando la ilusión óptica

obligando al espectador a ver el Baptisterio pintado desde la ubicación del artista

cuando vislumbraba el edificio real. La segunda tabla donde representa el Palazzo della

Signoria, está hecha a escala mayor, desde la esquina que se encuentra opuesta y en

diagonal de la Plaza. Narra Manetti que el ángulo de visión era amplio pasando así por

los lados de la plaza, y el foco de atención se fijaría en el Palazzo. La tabla ahora sería

de grandes dimensiones.

Brunelleschi recortaría la zona del cielo por encima de los edificios intensificando la

ilusión verificando además el perfil resultante de los edificios pintados con el de los

edificios reales. El cuadro posee una disposición angular de su parte central y dos

puntos laterales de convergencia.

Brunelleschi utilizo un método para trazar las características más importantes de las

vistas en la superficie plana del cuadro, que funciona así a modo de ventanas, pero las

fuentes sobre el método empleado son variadas no pudiéndose llegar a un acuerdo

preciso sobre cuál fue la técnica aplicada.

El legado de Brunelleschi para los pintores de la época del renacimiento sería el

implementar lo descubierto por él en la ideación de espacios imaginarios.

Sandro Botticelli creció en el barrio del convento medieval dominico de Santa María

Novella donde pudo observar una de las primeras obras de la pintura renacentista

florentina el fresco de la Trinidad de Masaccio en Santa María Novella, terminado en

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1427, la primera obra en aplicar las leyes de la perspectiva central, las líneas de la obra

que convergen en un único punto, aportan una nueva y unitaria apertura del espacio, en

el que las figuras se organizan de manera consecuente. Las personas se destacan por una

corporeidad realista que dejar ver el creciente interés por la presentación de la figura

humana que volvía a resurgir en aquel tiempo. Con sus figuras grandiosas, Masaccio se

aleja del ideal del gótico tardío, imperante en la pintura, y busca sus modelos en la

pintura de Giotto, efectuada cien años antes, representando su obra el comienzo de la

pintura cuatrocentista florentina, que culminaría en Botticelli y sus contemporáneos, dos

generaciones más tarde, en la transición del siglo XV al XVI.

Botticelli se revelaría abierto a los logros del Renacimiento, introducidos por Masaccio

como a las tendencias del Gótico tardío, (que realzaba la línea bella y la elegancia de

suaves movimientos de las figuras) utilizo las reglas de la perspectiva central y estudió

las esculturas de la Antigüedad, cuyo ideal del cuerpo humano se evidencia

primordialmente en sus desnudos, y también revela por la gracia y elegancia de sus

figuras, su aproximación con el estilo del gótico tardío.

Las pinturas de Botticelli tendrán contenido filosófico, político y religioso alejándose un

poco de las escenas mitológicas y figuras alegres. Sus cuadros permitirán vislumbrar la

cultura y la política florentina en la segunda mitad del siglo XV.

Es una de las grandes figuras del Renacimiento por su delicado dibujo y excepcional

colorido. Botticelli se inicia en el arte de la orfebrería desplegando su habilidad para el

diseño decorativo de las formas.

Hacia 1461-1462 a los 17 años entro en el taller de Fra Filippo Lippi, esa instrucción en

Prato duró unos cinco años donde aprendió la composición, fabricación y preparación

de las pinturas, moliendo piedras y aunándolas con la medida justa de aglutinantes,

asimiló las técnicas del fresco y la pintura sobre la tabla. Con el dibujo debía disponerse

para pintar.

Unas de sus primeras obras en los últimos años de su aprendizaje es la "Epifanía"

realizada hacia 1465-1467 cuyo formato indica que se utilizaría como ornamento de un

mueble, muestra aún fallas de composición especialmente en la relación y distribución

de las figuras al comienzo de su carrera.

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Hacia 1465 Botticelli hace sus primeros trabajos destacándose con las madonnas con

niños que aún manifiestan la estrecha relación con su maestro Filippo Lippi como la

"Virgen con un Niño y un ángel" (1465-1467) en Florencia, "Virgen con el Niño dos

ángeles y San Juan Bautista joven" (1465-1470) y otra también llamada "Virgen con el

Niño y un ángel"(1465-1467) en Ajaccio.

Piero della Francesca, San Jerónimo y el donante Girolamo Amadi, 1440.

Hace seiscientos años nacía en Borgo Sansepolcro, pequeña ciudad de Las Marcas,

Piero della Francesca, este artista que en su tiempo propuso la perspectiva y el espacio,

las relaciones matemáticas de los cuerpos y las proporciones del ser humano y de la

naturaleza, la ciencia y el color. Su obra cumbre, los frescos que narran la Leyenda de la

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Vera Cruz en la iglesia de San Francisco en Arezzo destacan por su belleza y por el

ambicioso y complejo programa iconográfico. Artista inspirado por una cosmovisión

humanista.

Massimo Cacciari especialista en estética, sitúa en Piero della Francesca un humanismo

trágico, si bien sostiene la dificultad de mantener este concepto de trágico, dado que al

humanismo es difícil casarlo con tragedia. Humanismo es medida, armonía, orden

racional e intelectual, retórica ciceroniana, es erudición, que tanto han subrayado los

intérpretes del Renacimiento. El número, la exaltación de la capacidad de nuestra mente

que es ojo y medida; no porque nuestra mente no supiera medir, sino porque es

condición de una experiencia traumática del Ser.

No es un humanismo disonante sino una representación traumática del Ser, esta es la

tesis de la disertación mantenida por Cacciari, en el análisis de la obra de Piero. Para lo

cual parte de un texto fundamental en la época, de León Battista Alberti: De Pittura ,

del que sale toda la obra científica del maestro Della Francesca y del suyo propio Sobre

la Perspectiva . Si bien conviene dejar clara que la observación de Alberti en su texto,

parte de la experiencia concreta de mirar a Masaccio y Donatello, no es un texto que

surja de una teoría, sino de una experiencia, la experiencia de construir, el tiempo de

construir; es una teoría teórica en sentido estricto, pero que surge de la experiencia

constructiva.

Su tema fundamental, será, como se puede representar el Visible, el fenómeno sobre el

plano en tanto visible y lo que no se puede ver “nulla interés del pittore”. Se puede

representar, sólo, exclusivamente el visible, el fenómeno que está en la luz. Sólo se

puede representar aquello que está en la luz.

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Piero della Francesca, El reconocimiento de la Vera Cruz

Hay un carácter divino del número en la perspectiva, como si fuera una teología del

Número, aunque a Alberti no le interesó este como forma trascendental sino como puro

número fenoménico. Su uso es fenoménico no es el número trascendental (Kant) el que

está presente en la perspectiva, sino el número en la construcción.

No se sabe con seguridad el año exacto del nacimiento de Pietro di Benedetto dei

Franceschi (Piero della Francesca), algunos historiadores lo sitúan en 1415, aunque la

mayoría dan como cierta la fecha de 1416. Lo que sí se puede afirmar con certeza es

que tuvo que ser entre 1415 y no más allá de 1418 porque un documento de octubre de

1436 recoge que actuó como testigo de un testamento, por lo que debía tener al menos

18 años. Lo que sí es probado es que vino al mundo en Borgo Sansepolcro y

que murió en esta misma ciudad en 1492, como se puede leer en el Libro dei Morti del

Archivo Communale de esta ciudad.

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Es una figura singular entre los artistas de los inicios del renacimiento, equiparable por

su importancia artística a Masaccio, Paolo Uccello o Fra Angelico. En su vida y en su

obra consiguió unir, de forma muy personal, los valores intelectuales y espirituales de la

época con las múltiples influencias artísticas del momento y con sus ambiciones de

desarrollo personal. Hombre de inmensa curiosidad intelectual que espoleó siempre sus

aspiraciones artísticas y personales.

Piero della Francesca, La resurrección de Cristo, 1463-65, fresco, Museo Civico Sansepolcro. El personaje segundo

(de izquieda a derecha) es un autorretrato de Piero della Francesca. Arriba, Identificación de la Vera Cruz, detalle del

fresco de la iglesia de San Francisco de Arezzo.

Tampoco conocemos mucho de su infancia ni de su formación artística, un aspecto este

último que siempre ha provocado opiniones muy diferentes entre los historiadores del

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arte. Unos defienden que aprendizaje tuvo lugar en su ciudad natal; en cambio otros

(especialmente Longhi) rechazan esta tesis y afirman que seguramente fue en Florencia.

Gracias a varios documentos publicados por Dabell, se sabe que fue ayudante en el

taller del pintor Antonio di Giovanni di Anghiart en Borgo Sansepolcro porque

ambos figuran en un pago del 21 de octubre de 1436 por la realización de unas enseñas

y banderas para la puerta y torres de la muralla de Borgo. Pero cómo influyo este artista

en Piero della Francesa sigue siendo un misterio muy difícil de descifrar porque aunque

Antonio di Giovanni sí es un pintor muy documentado no han llegado a nosotros

ninguna de sus obras. Así que en este terreno volvemos a entrar en especulaciones. Para

un grupo de historiadores, la ayudantía de Della Francesca en este taller era menor, y

para otros, en cambio, el hecho de que aparezca en un documento de pago implica

una actividad más relevante.

Piero della Francesca, Políptico de la Misericordia . Borgo Sansepolcro.

En este políptico exalta la tradición. Su Madonna es monumental, con fondo de oro ,

que significa la incorruptibilidad, eterna, del espíritu y de lo divino. Con el tan típico

color rosa de Piero. Detalle en página 13.

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Piero della Francesca, Federico de Montefeltro, h. 1472, óleo sobre tabla, 47 x 33 cm, Florencia, Galeria de

los Uffizi.

En su trayectoria, resultó decisiva la experiencia que adquirió, primero como alumno y

luego como colaborador, junto a personaliddes artísticas tan relevantes como Domenico

Veneziano, así como su facilidad para la teoría matemática. Consiguió desarrollar un

lenguaje expresivo propio y personalísimo a través de sus experiencias de juventud, sus

estudios teóricos, sus fructíferos contactos y su propia experimentación. Sus obras se

encuentran entre los grandes logros de la Italia del siglo XV por su composiciones

armoniosas, su mezcla de tradición y modernidad, de aliento espiritual y fuerza terrenal,

por su sólida concepción teórica y por su perfección estética.

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Domenico Veneziano Virgen entronizada con Santa Lucía, San Juan Bautista, San Francisco

y San Zenobio, Ufizzi 1445.

La desaparición de la mayor parte de su obra resulta de hecho sumamente insidioso a la

hora de valorar los frescos, una técnica muy utilizada en la Italia del Quatrocento para

la decoración de las iglesias. Las reformas de los templos y el cambio en los gustos

estilístico a lo largo de los siglos, comportaron en muchos casos la pérdida de obras

maestras anteriores.

Las creaciones de Piero della Francesca se vieron muy afectadas por este tipo de

circunstancias. Algo parecido puede decirse de la biografía del artista. Resulta muy

problemático lograr una imagen completa de la vida del artista a partir de las pocos

datos seguros que se tienen de su vida y de su obra.

La visión del artista que presentan las investigaciones realizadas hasta la fecha no goza

de certeza absoluta, a causa de la falta de información fidedigna sobre el maestro.

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Detalle del Político de la Misericordia, 1445-62, temple sobre tabla, 273 x 323 cm, Borgo Sansepolcro, Museo

Civico.

Tampoco podemos hablar mucho sobre el trabajo que el artista realizó en su villa natal y

de las influencias que pudo recibir. Hay que tener en cuenta que en esa época Borgo

Sansepolcro reunió a un nutrido grupo de pintores, de algunos solo conocemos sus

nombres, como Orlando o Matteo di Bruno; y, en cambio de otros sí que han quedado

importantes obras, como el famoso Políptico de san Francisco (hoy dividido y

dispersos por diversos lugares) de Sassetta; La gloria de santa Catalina de Alejandría

entre Ángeles y la Virtud o La Crucifixión, de Pietro Giovanni di Ambrogio, o

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el Políptico de la Resurrección (en el duomo de la ciudad), que se atribuye a Francesco

di Segna (Maestro di Borgo Sansepolcro). Con su creación artística, sus investigaciones

matemáticas y geométricas, sus escritos y su actividad política en Sansepolcro, ejerció

cierta influencia en la superación de la rígida división medieval entre ciencias teóricas y

oficios manuales, y participó activamente en la evolución cultural de su tiempo. Si bien

uno de los principales obstáculos en la valoración y clasificación de su trayectoria

artística, es la desaparición de la mayor parte de su obra, de manera que su creación se

conoce de forma muy fragmentaria. Sólo conservamos 26 piezas de su autoría.

Piero della Francesca,Virgen con ángeles, santos y Federico Montefeltro, Pala Montefeltro, 1469-72, óleo sobre

tabla, 170 x 248, Milán, Pinacoteca Brera.

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Pero ¿fue importante en la formación de Piero della Francesa digamos este “gusto

sienés” que predominaba en la villa? Lo que sí podemos afirmar es que todas estas

obras son tardías en relación con la etapa de formación del pintor, hay que tener en

cuenta que Sassetta terminó el políptico en 1444, un año antes de que Piero della

Francesa recibiera el importante encargo del políptico para la Compañía de la

Misericordia. Como hemos señalado más arriba, en este texto, por esas fechas Piero ya

había estado en Florencia y había trabajado con Domenico Veneziano, como sabemos

por un documento fechado el 7 de septiembre de 1439.

Según la tesis que defiende el historiador Longhi, sí que fue relevante en la

formación de Piero, sobre todo en el conocimiento de la perspectiva, esta estancia del

pintor en la ciudad florentina donde estuvo en contacto con las obras de Fra Angélico,

Masolino, Masaccio o Paolo Uccello.

Piero es representante de la segunda generación de pintores humanistas, realiza

plenamente el acuerdo entre arte y geometría, entre aplicación calculadísima de las

reglas de la perspectiva y expresión poética. Su formación plástica tiene lugar en

Florencia. Si bien toda la actividad del pintor se desarrolla en provincias, como

Sansepolcro, Arezzo, Rímini, Ferrara, Urbino, Perugia y no en Florencia. Durante los

años cuarenta , Piero desarrolla su actividad entre Sansepolcro con estancias en Roma,

Ferrara, Urbino, etc. Esta característica de su actividad resulta fundamental para la

difusión y recepción de los conceptos y reglas del arte humanista en diversos centros

italianos.

En Ferrara entra en contacto con León Battista Alberti. Durante los años sesenta trabaja

fundamentalmente en Urbino, en la corte del duque de Montefeltro. En este tiempo

mantiene intensos contactos con artistas internacionales y con el desarrollo de estudios

de geometría, perspectiva y álgebra, reunidos en importantes tratados.

A mediados de los años setenta, Piero debe dejar de pintar por causa de la ceguera, de

pérdida de la vista. De vuelta en Sansepolcro se dedica a los estudios matemáticos y a la

finalización de su tratado “Sobre la Perspectiva”. El artista que simboliza el mundo

intelectual del Quatrocento muere el mismo día del descubrimiento de Ámérica, el 12

de octubre de 1492.

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Piero della Francesca,Virgen del parto, h. 1459, fresco, 203 x 203 cm, Monterchi, Arezzo, capilla del cementerio.

Hay que tener en cuenta que las obras que se han conservado del artista son o bien

de datación posterior o bien de cronología incierta. El San Jerónimo de Berlín (1450),

el Retrato de Sigismondo Pandolfo Malatesta del Louvre (1451) o el Bautismo de

Cristo de la National Gallery (de etapa inicial).

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Piero d. Francesca, Bautismo de Cristo, 1440-54, temple sobre tabla, 167 x 116 cm, Londres, National Gallery.

Lo que sí sabemos es que Bicci di Lorenzo fue un pintor importante en la carrera Della

Francesca, ya que este último le sustituyó a su muerte, en 1452, en la realización de los

frescos de Arezzo con la Leyenda de la Vera Cruz, la obra más relevante del pintor del

Borgo Sansepolcro. Pero no tanto en el estilo, Di Lorenzo es un artista “de fuerte

raigambre gótica, muy distante del estilo de Piero”, afirma Valeriano Bozal en el libro

sobre este pintor del año 2004.

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Bicci di Lorenzo, Coronación de la Virgen, Iglesia de la Santa Trinidad, Florencia

P. della Francesca, Ciclo de frescos, Coro, capilla mayor, San Francesco, Arezzo. Leyenda de la

Santa Cruz

Los Frescos de Arezzo. Iglesia de San Francesco de Arezzo

Pero antes de entrar a hablar de estos frescos, tenemos que detenernos un momento en

su estancia en Roma a partir de octubre de 1458 y donde permaneció al menos hasta

abril del año siguiente, fecha en la que se le pagan 150 florines por parte de

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los frescos que está realizando en la cámara del Pontífice Pío II (desgraciadamente

perdidos). Y aquí sí que están de acuerdo todos los historiadores en que este hecho

fue determinante en la carrera del pintor “porque dividiría en dos partes su trabajo en los

frescos de Arezzo –añade Valeriano Bozal–. Según algunos autores, este viaje

explicaría el conocimiento de la arquitectura clasicista que se evidencia en algunos de

sus últimos ‘frescos’ del ciclo”. E incluso, para otros, también en el programa

iconográfico de estos frescos.

En Roma coinciden Nicolás de Cusa (el Cusano) el cual es el gran filósofo del

Quatrocento, León Batistta Alberti y Piero della Francesca. Hay que destacar que

Alberti no es un pitagórico ni un neoplatónico, por esto no hubo relación con el Cusano,

porque el sentido de la representación no es el mismo. El pintor que si se relacionó con

él fue el Beato Angélico y puede leerse en clave cusiana pero no albertiniana, lo mismo

con Piero. No hay razones filosóficas de base compartidas por ambos, hay si una

diversidad metafísica entre ambos. La numerología de Alberti no es pitagórica. Su

interés es funcional a la construcción, no es pitagórico ni vitruviano. De modo que son

dos obras que no es justo comparar. No se trata de Ficino, ni pitagórico ni neoplatónico.

El símbolo del “Ojo alado” es el soporte, punto de partida de la perspectiva: el ojo. De

él parte la perspectiva, de la potencia del ojo, la exaltación de la visión monofocal, es el

potente ojo del hombre exaltado. ¿Qué ve este potente ojo? Con este ojo alado, que

irradia, des-sujetado, incapaz de sueño, como el ánima del difunto que viaja sobre la

ciudad ve toda hipocresía, la miseria, la falsedad que reina, la contradicción, todo lo que

no se ve estando dentro y que sólo se puede ver en perspectiva. Se ve lo insano, el dolor,

la miseria, la hipocresía, la lucha que es el río de la vida, la inseguridad que domina el

río de la vida. El ojo de Piero en “La Resurrección de Cristo” en Sansepolcro; se alza y

ve, totalmente desencantado, encuentra sobre la tierra la dramática pregunta del

humanismo ¿qué ve ese ojo potente? : el destino del hombre.

(Ver en página anterior)

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El gran remarcado de los ojos en la pintura de Piero señalan ese destino desencantado,

“veo ese destino desencantado, realizo, hago mi destino”, (este es el trágico). Cristo ve y

debajo duermen los seres humanos en esta pintura, quienes no ven, les falta perspectiva.

Este es el drama de la época: Es el destino de una época que Cristo ve con ojos sobrios

y desencantados. Este es el trágico del humanismo, históricamente determinada está la

tragedia. Este drama es el de una época apocalíptica que estos artistas ven (Piero,

Alberti, Veneziano, etc.).

Aquello que ven es el destino del Ego, de nuestro Ego, el gran ciclo de nuestra religión

ha llegado al final. Esto ven en concreto: la caída de Constantinopla en 1453 por los

infieles, los turcos.

Piero della Francesca, Pandolfo Malatesta a los pies de su santo patrón.

Occidente vive la necesidad de Concilio para unir a la Iglesia de Oriente y Occidente en

el Concilio de Florencia. En Roma está Nicolás de Cusa y la cristiandad vive la

esperanza de resurrección en un clima dramático. Los intelectuales de la cristiandad

viven este drama “el drama de nuestra existencia terrenal”. Dios geometriza con

extrema precisión, con exacta precisión “more geométrico”, la fatiga del vivir, esto es lo

que los humanistas quieren decir. Ellos se meten en el miedo de la tragedia, que no

creen se quede en la muerte sin fe, no son capaces de prender el vuelo. Es el sufrimiento

de la muerte del espíritu; sin fe.

Dios geometriza porque ve con precisión y desencanto. Se ve el sufrimiento claramente

en el ciclo de Arezzo, la decapitación, la reina de Saba, el destino de Salomón, que

acepta la propia muerte. Es todo el drama de la época, el que se representa en este ciclo

de Arezzo.

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Detalle de la Exaltación de la Cruz (Heraclio devuelve la Vera Cruz a Jerusalén), 747 x 390 cm, Iglesia de San

Francisco, Arezzo.

En las escenas de la Leyenda de la Vera Cruz, en San Francisco (Arezzo), Piero della Francesca

sigue una secuencia establecida por La Leyenda Dorada. En ellas las historias están ordenadas según

el calendario litúrgico, y así “encontramos los episodios relativos a la Vera Cruz en dos festividades

distintas: la Invención (el redescubrimiento de la Cruz de Cristo por santa Elena), y la Exaltación (la

devolución de la Cruz a Jerusalén por el emperador Heraclio después de que el persa Coroes la

hubiera robado)”. Toda la Leyenda hace de la “sagrada reliquia el nudo material entre el Pecado

Original y la Redención”.

Esta leyenda no narra una historia lineal, sino que está compuesta de diferentes

relatos que a veces son contradictorios. Así que cada pintor no solo tenía que elegir qué

episodios quería contar sino también qué versión elegir. Si los antecesores a Piero se

habían centrado en la historia material de la Cruz, el programa iconográfico del pintor

del Borgo era mucho más ambicioso y complejo. Recoge desde la Muerte de

Adán, Veneración del Sagrado madero de la Cruz y encuentro de Salomón con la reina

de Saba, Traslado del Sagrado Madero, Tortura del judío, Identificación de la Vera

Cruz, El sueño de Constantino, Victoria de Constantino en Puente Milvio (de las dos

versiones, muestra aquella en que ésta se produce de forma milagrosa, y el ejército

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enemigo huye sin lucha), Batalla de Heraclio contra Cosroes, Exaltación de la

Cruz y Anunciación. Esta última escena es la que utiliza Piero como nexo de unión

entre los episodios anteriores a Cristo y los posteriores.

Detalle de la Veneración del sagrado madero de la Cruz. Encuentro de la reina de Saba y Salomón, iglesia de San

Francisco, Arezzo. 1452

Esta es la fuerza de Piero, representar el pathos de una época, seguir el propio destino,

que es un destino trágico. Se trata de un pathos opuesto a Boticelli al Palaiollo. Estos

intelectuales viven un drama epocal, la amenaza del fin de la cristiandad, la falta de fe,

la llegada de los infieles (los turcos).

La flagelación, en el ciclo de Arezzo, muestra la catástrofe epocal, la caída de

Constantinopla en 1453. La caída de Constantinopla en manos de los turcos otomanos el

martes 29 de mayo de 1453 fue un hecho histórico que, en la periodización clásica, y

según algunos historiadores, marcó el fin de la Edad Media en Europa y el fin del

último vestigio del Imperio romano de Oriente

Benozo Gozzoli en su Cabalgata de los Magos, anterior a la caída de Constantinopla

apela a las Cruzadas contra los infieles. Piero es posterior, su narrativa es en Jerusalén;

señala la columna donde Cristo va a ser fustigado y Pilatos asiste a dicha tortura y está

vestido como un bizantino, también asiste el Emperador de Bizancio Giovanni VIII,

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ambos en actitud impotente. Es la impotencia de la cristiandad frente a la caída de

Constantinopla. Es el finito, como fin del ciclo astral, la caída de Constantinopla es el

signo cristiano del Apocalipsis. También, junto a esta caída, se señala la Conversio

como renovar la vida de los cristianos y la Renovatio, todo unido a la caída de

Constantinopla.

Sitúa al turco que asiste sádicamente a la flagelación de espaldas, otros autores dicen

que es Judas. El pintor usa la polivalencia del símbolo y esto hace muy claramente

Piero, es un personaje que asiste y contempla, testimonia la realidad del evento. Todo en

un único espacio. Los tres personajes de la derecha, los vesariones. Es un importante

mensajero que huye del ambiente de la flagelación, podría ser un Ferrara o Rímini, o

Francesco Sforza, personajes típicamente italianos. O tal vez el comitente, un personaje

típicamente italiano que haga de Embajador “Venid a recuperar el Ego cristiano frente a

la caída de Constantinopla”. “Venid a impedir que el Ego cristiano perezca”, este es el

drama que en Italia se vive.

Allí Giovanni VIII impotente, aquí el Embajador, el potente italiano ¿será Montefeltro?

Esta sería la figura central de estos tres personajes que dialogan, ¿o tal vez es el

heredero del trono de Constantinopla? que señala una esperanza de recuperación del

nuevo Ego cristiano, el que puede iniciar esa Renovatio, el que se reencuentra el que

renace nuevo, el que recupera el Imperio cristiano, ¿sería un angel? ¿el mensajero,el

novus sordo? Angel que testimonia el pacto, el primogénito que nace de, en la Púrpura.

El ángel que salva y que armoniza el Ego cristiano, el nuevo Ego cristiano.

La flagelación es real, como es real la caída de Constantinopla. El cristianismo o resurge

o se da su muerte en la tierra. Tal vez los otros dos personajes de la derecha sean

políticos que hablan de como salvar a la cristiandad.

La perspectiva permite que se narren episodios diversos simultáneamente. Tiempos

diversos en una sola gran imagen, esta es una característica icónica. En el mismo

espacio-tiempo, episodios diversos, distintos, que la perspectiva hace simultáneos,

propio del uso del arte perspectivo. Concuerdan juntos elementos distintos en el espacio

y el tiempo, en un mismo plano. Esta es la gran capacidad de Piero della Francesca.

Comprender esta escritura, la gran precisión de esta escritura, la exactitud de la

perspectiva que relata tan bien la tragedia de la época.

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Piero della Francesca es la mejor representación de las ideas formales de Alberti. El

carácter trágico de su visión, pero allí él construye obras que quedan en el tiempo. Hay

una relación filogenética entre Piero y Alberti; la mejor representación formal,

composta, armonizada, expresión de las emociones del Alberti. Esta obra es bella

porque implica las grandes ideas de la época. En un tiempo presente, una ciudad real

que no es Constantinopla ni Jerusalén y detrás la revocación en la escena de la

flagelación. Representación de su ciudad y de las montañas de su entorno, siempre

aparecen en sus pinturas: las Marcas y la Romagna, su casa en Sansepolcro.

La flagelación, h. 1455, temple sobre tabla, 59 x 81,5 cm, Urbino, Galería Nazionale della Marche.

¿Cuáles son los aspectos que se han señalado como particularmente originales en la

iconografía de estos frescos? En primer lugar por la disposición de las escenas en

las paredes del presbiterio, “que violenta el orden cronológico más de lo que era

habitual”. En el caso de Piero el relato comienza en lo alto de la pared derecha con

la Muerte de Adán, desciende y vuelve a subir para terminar en lo alto de la pared

izquierda con la Exaltación de la Cruz; sin embargo, “entremedias, la historia salta para

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poner más en evidencia los paralelismos formales e iconográficos entre los sucesivos

episodios del relato”. En segundo lugar, el pintor decide mostrar la crudeza de las

batallas, al mostrar la sangre derramada y no solo las ricas armaduras y oropeles, es la

batalla real. Y, por último, es en el único caso que se muestran dos batallas y el único

también en que Constantino es un personaje importante.

Piero della Francesca, no ordenó las escenas cronológicamente, sino que las agrupo de

acuerdo con detalles formales que le permitirían relacionarlas entre sí. La victoria de

Constantino, por ejemplo, no es sólo la consecuencia de su sueño sino también la escena

opuesta a la batalla entre Heraclio y Cosroes. La ordenación de las pinturas no es

secuencial, sino simétrica, y la simetría se advierte de inmediato al entrar en la capilla.

Las escenas representadas en los lunetos, que se desarrollan siempre al aire libre,

constituyen el punto de inicio y de terminación del ciclo narrativo y fueron las primeras

en realizarse. El registro central está destinado a acontecimientos que tienen lugar

dentro de la corte y que el pintor ambienta en un marco arquitectónico. Los registros

inferiores ilustran dos grandes batallas históricas. A los aspectos formales, hay que

añadir los tipológicos, ya que determinadas escenas del Antiguo Testamento están

situadas frente a otras del Nuevo Testamento, de las que constituyen un prototipo o un

preludio. El maestro intenta implicar al observador suscitando en él un cierto

desconcierto a la vista de las escenas pictóricas.

También se pueden individualizar reglas pictóricas que Piero della Francesca siguió en

todas las pinturas. Los frescos están iluminados siempre por la luz natural proveniente

de la capilla, hecho que los convierte en un todo unitario. Además, las figuras aparecen

siempre a una distancia similar y tienen proporciones similares. El artista creó así un

vínculo entre distintas escenas del largo texto de la leyenda.

La narración se inicia con La muerte de Adán, La Adoración del Santo Madero y el

encuentro de Salomón con la reina de Saba, El sueño de Constantino, una Anunciación.

En resumen, en los frescos de Arezzo, la Cruz no se trata sólo de la santa reliquia, sino

que es el “cristianismo mismo, y no sólo la fe, sino los territorios físicos que hacen

posible la existencia del cristianismo sobre ellos”.

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Detalle de la Adoración del Santo Madero

Detalle de la Derrota y decapitación de Cosroes, Iglesia de San Francisco, Arezzo.

Piero della Francesca y Bramante, Palacio Ducal de Urbino.

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Piero dellla Francesca, La Anunciación, Frescos de Arezzo.

Además de las obras que hemos citado antes, también realizó numerosos frescos en

el castillo de los Este en Ferrara (y que se han perdido); el fresco de San Segismundo en

la iglesia malatestiana de Rimini (1451); el Políptico de Perugia, o las importantes obras

que hizo para Federico Montefeltro, como la famosa Flagelación, obra esta religiosa y

política al mismo tiempo.

Retrato de Segismundo Pandolfo Malatesta, 1451, óleo y temple sobre tabla, 44,5 x 34,5 cm, París, Museo del

Louvre.

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Piero della Francesa se había formado como matemático a la vez que lo hacía también

como pintor. Este aspecto no solo se deja notar en los tratados que escribiría en su etapa

de madurez (De prospectiva pingendi, sobre los procedimientos prácticos de la

perspectiva, o Libellus de quinque corporibus regularibus,sobre la identificación de la

pintura con la perspectiva), sino que impregna toda su pintura. Tal como señala Virgit

Laskowski “Por debajo de la variedad de la forma, del magma de las acciones y las

emociones humanas, Piero se atiene a la armonía profunda de los cuerpos

geométricos, a la belleza de las formas simples, de sus correspondencias y simetrías”.

Piero della Francesca, Natividad. The National Galllery, London.

Para Piero della Francesa el mundo existía “sólo en cuanto estaba definido por medio

de proporciones matemáticas y su vida de pintor estuvo encaminada a demostrarlo en

sus obras”, afirma Manuela B. Mena Marqués.

Y así, aunque aparentemente el relato de los frescos de Arrezo parezca en cierta manera

un poco errático, no es así. El ritmo de los episodios, tal y como los distribuyó el pintor

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en las paredes, tiene un orden en la disposición misma de cada escena y de las figuras

que la componen.

Retrato de Battista Sforza, h. 1465, óleo sobre tabla, 47 x 33 cm, Florencia, Galería de los Uffizi. Es

pareja del Retrato de Federico de Montefeltro.

Uno de los más grandes pintores de la luz (y para Malraux, el “símbolo de la

modernidad”) moría ciego y viejo el 12 de octubre de 1492. Había redactado testamento

en 1487, en el que se describía como “sano de mente, de intelecto y de cuerpo”.

Piero della Francesca, El sueño de Constantino, Arezzo.

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