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pág 22 / enero-abril 2011
Artículos Técnicos / Seguridad y Salud
Cimbra
Durante los últimos años una gran cantidad de municipios, que contaban con sistemas de conteneri-
zación de residuos en superficie, están sustituyendo esta modalidad por los contenedores soterrados.
Aunque los contenedores en superficie prestan adecuadamente el servicio para el que habían sido
dispuestos, su ubicación afecta considerablemente a la visibilidad y a la estética urbanística del lugar
donde se encuentran, limitando el uso de la acera al quedar confinado el espacio con elementos de gran
tamaño que sobresalen en la superficie como una barrera urbanística; además de disponer de itinerarios
de acercamiento poco accesibles, cuando no peligrosos, al tener un frontal de acercamiento contiguo
con la calzada sin ningún tipo de protección. También, se crea un conflicto en la franja de aparcamiento,
al no existir regulación ni delimitación con la calzada, produciéndose aparcamientos indiscriminados en
segunda fila, junto a los contenedores.
Rubén R. ElizaldeIngeniero técnico de obras públicas
Análisis de los procedimientos seguidos en la instalación de contenedores soterrados
1. INTRODUCCIÓN
Así, los contenedores sote-
rrados eliminan ese impac-
to visual y estético, minimi-
zando la emisión de olores
y el vertido de residuos en
las aceras, en las que, además, se dis-
pone de más espacio. Todo ello, unido
a la mejora del servicio de recogida,
justifica la instalación de contenedores
soterrados en buena parte de muni-
cipios.
He trabajado como coordinador
de seguridad y salud en la instala-
ción de contenedores soterrados en
municipios como Alcobendas, Azu-
queca de Henares, Móstoles, Na-
valcarnero, Torrejón de Ardoz o Tres
Cantos. Mi experiencia como coor-
dinador de seguridad en tales ope-
raciones, me ha permitido observar
que, aunque se trata de un procedi-
miento repetitivo, parte de los tra-
bajos se realizan en situaciones de
riesgo a las que, poco a poco, hemos
intentado ir dando soluciones.
Básicamente, el procedimiento
de ejecución de la instalación de los
contenedores consiste en abrir un
pozo, en el que se alojará el depó-
sito del contenedor (de hormigón
prefabricado), cuyos laterales poste-
riormente se rellenarán y compac-
tarán antes de ejecutar los remates
preceptivos. Por tanto, esquemática-
mente y a efectos de lo que nos in-
teresa en el presente artículo, el pro-
cedimiento consta de los siguientes
pasos:
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1. Ejecución del vaciado.
2. Ejecución de la solera del fondo,
de hormigón fratasado.
3. Colocación del vaso de hormigón.
4. Relleno y compactación de tierras.
5. Trabajos de remate:
a. Colocación de bordillos.
b. Solado de acera.
c. Colocación de los buzones del
contenedor.
Para estos trabajos se aprueba
el preceptivo Plan de Seguridad y
Salud. Sin embargo, y como des-
graciadamente suele ocurrir, el Plan
de Seguridad que se presenta suele
ser bastante genérico y se aprueba
con cierta prisa por las presiones del
inicio de la obra. De esta forma, el
Plan sí que aborda las medidas pro-
pias de los trabajos de excavación,
de los trabajos en el interior de un
pozo o de los trabajos de colocación
de elementos prefabricados, pero no
los aborda con la especificidad que
se requiere al efecto, de manera que,
a la hora de realizar los trabajos, es
cuando se descubren las tremendas
lagunas que deja un documento ge-
nérico.
A lo largo del presente artículo
vamos a intentar analizar las defi-
ciencias principales que nos hemos
encontrado al desarrollar tales tra-
bajos. A título ilustrativo, el artículo
va acompañado por una serie de
fotografías que, aunque parezcan
exageradas, yo mismo he podido
tomar en las obras de instalación de
contenedores durante mis visitas;
todas ellas son reales, y con ellas
se pretende resaltar y denunciar las
malas prácticas en que se puede lle-
gar a incurrir durante el desarrollo
de tales trabajos.
A la postre, se pretende que el
presente artículo sirva de guía, no
solo a los compañeros que en al-
gún momento tengan que aprobar
un Plan de Seguridad de una obra
de este tipo, sino también para to-
dos cuantos trabajen, de una u otra
forma, en obras de este tipo, para
tomar conciencia de que, con un
poco de voluntad, se pueden buscar
soluciones a deficiencias que, co-
mo de forma cómoda se suele decir,
siempre se han cometido.
2. PRIMEROS PASOS
Como se ha señalado al prin-
cipio, el Plan de Seguridad que se
suele aprobar para este tipo de obras
es bastante genérico. En algún ca-
so, se ha encontrado la situación de
que el procedimiento de trabajo que
se empieza a desarrollar no guarda
ninguna relación con el que se ha
contemplado de cara a la evaluación
de riesgos. Esto ocurre, en gran me-
dida, por las prisas con las que se
han de iniciar los trabajos, pero tam-
bién por otros factores, como que el
Plan sea redactado por un Técni-
co de Prevención que no conoce la
obra en profundidad, a diferencia,
por ejemplo, del Jefe de Obra.
Además, hay que tener en cuenta
el gran trasfondo político que, en
muchos casos, hay detrás de este ti-
po de actuaciones. A modo de anéc-
dota, yo podría llegar a contar el
caso de un técnico municipal de un
ayuntamiento que se negó a trasla-
dar al departamento correspondien-
te un Anexo al Plan de Seguridad
que yo requerí al contratista junto
con mi Informe Favorable al mismo
Suele ocurrir que el Plan de Seguridad que se presenta suele ser bastante genérico y se aprueba con cierta prisa por las presiones del inicio de la obra
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para su aprobación. Recuerdo que
en estos casos, tal y como recoge el
R.D. 1627/97, por tratarse de una
obra en la que el promotor es una
administración pública, el Plan de
Seguridad (al igual que todos sus
anexos), junto con el correspondien-
te informe favorable del coordina-
dor, se eleva, para su aprobación, a
la administración pública que haya
adjudicado la obra.
En cualquier caso, huelga decir
que el Coordinador ha de hacer va-
ler su autoridad, dada la tremen-
da responsabilidad que tiene en el
correcto desarrollo de los trabajos,
como máximo responsable en ma-
teria de seguridad y salud que es en
la obra. A tal fin, y ante la situación
enumerada en los párrafos anterio-
res, mi forma de actuar ha sido la
siguiente:
1. Antes del inicio de los trabajos,
se debe convocar una reunión de se-
guridad a la que asistan, además del
Contratista y el Coordinador, todas
las empresas que vayan a concurrir
en el proceso de instalación, espe-
cialmente la empresa que se vaya a
encargar del transporte y colocación
de los contenedores. En esa reunión,
se pide una explicación pormenori-
zada del procedimiento de trabajo a
seguir y se compara el procedimien-
to expuesto con el que se ha recogi-
do en el Plan de Seguridad:
a. Si el procedimiento expuesto
coincide con el ya recogido en
el Plan, se levanta acta de la
reunión, recordando la obliga-
toriedad de cumplimiento de
las medidas preventivas reco-
gidas en el Plan de Seguridad,
para posteriormente valorar
dicho cumplimiento en visitas
a obra.
b. Si el procedimiento expuesto
no coincide con el recogido en
el Plan, se ha de encargar al
Contratista de forma inmediata
la elaboración de un Anexo al
Plan que contemple el proce-
dimiento que se va a emplear
finalmente y las correspon-
dientes medidas preventivas a
adoptar. Se recuerda, en este
sentido, que el Anexo ha de
contar con el visto bueno del
Coordinador, para la posterior
aprobación por parte de la ad-
ministración.
En ambos supuestos, se han de
realizar posteriormente reuniones
periódicas de seguimiento en las
que se valore el desarrollo de los
trabajos y el cumplimiento de las
medidas establecidas en el Plan de
Seguridad.
2. Por supuesto, todo incumpli-
miento en el Plan de Seguridad que
se observe, ha de hacerse constar en
el Libro de Incidencias. No hay que
olvidar que es la principal herra-
mienta de que dispone el Coordina-
dor para el control y seguimiento del
cumplimiento del Plan y, a la postre,
lo que queda escrito en el Libro es
lo que tiene validez, por encima de
cualquier otro impreso. En una obra
complicada, como lo son este tipo
de actuaciones, es recomendable
hacer constar también en el Libro de
Incidencias las conclusiones que se
obtengan en las sucesivas reuniones
que se celebren.
3. TRABAJOS DE EJECUCIÓNDEL VACIADO
La ejecución de la excavación se
lleva a cabo por medios mecánicos,
llegando a realizarse pozos, junto a
calzadas de vías de circulación, cuya
profundidad puede superar los 3,00
m. Es obvio que, en este caso, hay
que cumplir con las medidas típicas
establecidas para zanjas de similar
naturaleza, a saber: máxima sincro-
nización entre la apertura y el cierre
del pozo, atendiendo a las condicio-
nes climáticas, y vigilancia extrema
de los cortes del terreno y de la esta-
bilidad de la excavación, además del
cumplimiento de las medidas pre-
ventivas propias de la maquinaria.
3.1. Servicios afectados
Uno de los principales problemas
que surgen al acometer esta obra son
los servicios que se van encontrando
conforme se van abriendo pozos en
los que se desean alojar los contene-
dores.
Aunque las actuaciones previstas
siempre se intentan desarrollar en zo-
nas en las que no existan conduccio-
nes subterráneas, es muy difícil evitar
zonas con tuberías de acometida de
imbornales, de poca sección y muy
someras, que habrán de anularse o
reconstruir bordeando los vaciados a
ejecutar.
Previo al inicio de los trabajos, el
jefe de obra ha de informarse de las
instalaciones o conducciones ente-
rradas que puedan encontrarse en
las zonas de trabajo, con el fin de
localizarlas. En ningún caso se debe
permitir que el contratista inicie los
trabajos sin disponer de tal informa-
ción.
La ejecución de la excavación se lleva a cabo por medios mecánicos, llegando a realizarse pozos, junto a calzadas de vías de circulación, cuya profundidad puede superar los 3,00 m
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Los servicios afectados condicio-
nan tremendamente el proceso cons-
tructivo y el ritmo de ejecución, hasta
el punto de obligar a colocar los con-
tenedores en lugares distintos de los
recogidos en proyecto, cuando la ubi-
cación de los servicios que aparecen
no corresponde con la que figura en
los planos facilitados.
Con todo ello, y en lo que concier-
ne a los servicios afectados, los pasos a
seguir han de ser los siguientes:
1. El contratista estudiará la docu-
mentación entregada por los titulares
de los servicios afectados y procederá
a la señalización del trazado, con in-
dicación exacta y precisa de la profun-
didad y características del mismo. La
señalización será perdurable durante
el transcurso de la afección, protegién-
dose la instalación de sobrepresiones,
debidas al uso de maquinaria pesada,
etc.
2. En caso de que la documenta-
ción recopilada sea insuficiente o po-
co definitoria, se ejecutarán calas pa-
ra identificar los servicios, realizando
manualmente los trabajos de retirada
de material en las zonas en las que se
intuya que se puedan encontrar los
servicios.
3. Si el servicio afectado se ha de
reponer en lugar diferente, se prepara-
rá la conducción alternativa antes del
desmantelamiento de la primitiva.
4. Se ha de permanecer en contac-
to con los entes titulares de los servi-
cios afectados, a fin de que los retiren,
o bien los dejen fuera de servicio.
5. Durante los procesos de exca-
vación en zonas con servicios afec-
tados estará un operario de apoyo al
conductor de la máquina encargada
de realizar la excavación para ayudar-
le a identificar los servicios y testigos
(descubrimiento de cintas con el color
correspondiente, restos de hormigón,
aparición de una cama de arena,…)
que puedan indicar la presencia de
dichos servicios.
El Plan de Seguridad, en una obra
de este tipo, debería contemplar el
procedimiento a seguir en caso de en-
contrar servicios afectados, en función
de la naturaleza del servicio y, por su-
puesto, en caso de avería o rotura.
3.2. Riesgo de sepultamiento
Otro de los grandes riesgos que
se presentan al acometer estos tra-
bajos es el riesgo de sepultamiento
al acceder al interior del pozo en el
que se alojarán los contenedores.
Analizando detenida y concienzuda-
mente los procedimientos de trabajo
que se desarrollaban al principio,
cuando empezamos a realizar los
primeros trabajos de soterramiento
de contenedores, encontramos que
muchas de las operaciones para las
que se accedía al interior del vaciado
realmente se podían ejecutar desde
fuera. Acceder al interior del vaciado
solo cuando es estrictamente nece-
sario minimiza, en gran medida, el
riesgo de sepultamiento.
No obstante, hay determinados
trabajos (muy puntuales, eso sí) que
hacen inevitable la necesidad de ac-
ceder al interior del vaciado. Tal es
el caso del fratasado de la solera de
hormigón del fondo del pozo sobre
la que después descansará el conte-
nedor.
Sin entrar siquiera a valorar el
tipo de terreno que podamos encon-
trarnos, el riesgo de sepultamien-
to es más que evidente al tratarse
de una zona urbana por la que, en
muchos casos, discurre tráfico con
cierta intensidad. Téngase en cuen-
ta que una excavación de este tipo
provoca en el terreno circundante
una tendencia a llenar la cavidad,
que se traduce en una redistribu-
ción de las tensiones que no siem-
pre alcanza el estado de equilibrio.
El tráfico, especialmente cuando se
trata de vehículos pesados, transmi-
te vibraciones al terreno que añaden
todavía más tensiones. Además, en
las zonas urbanas el terreno pue-
de contener multitud de rellenos,
pudiendo también presentarse un
sinfín de condicionantes que afectan
a la estabilidad del mismo, como la
presencia de conducciones o cimen-
taciones próximas o la presencia del
nivel freático, a la que aún no hemos
hecho mención.
Ante estos hechos es necesa-
rio tomar las medidas oportunas al
efecto, con el fin de proteger al ope-
rario que acceda al interior del va-
ciado, pero nos encontramos ante
varias dificultades:
1. No solemos disponer de un
estudio geotécnico concreto de la
zona en cuestión. Cuando se ela-
bora un proyecto de instalación de
contenedores soterrados, éstos están
ubicados en múltiples lugares, por
lo que resulta económicamente in-
viable tener un estudio geotécnico
de todas las zonas de actuación. Por
lo general, tan solo se dispone de la
información recogida en Proyecto y
de la obtenida a partir de las calas
que se hacen, antes de iniciar la ex-
cavación, para localizar servicios. La
información recogida en Proyecto
suele ser genérica, ya que los datos
que aporta se refieren al término
Otro de los grandes riesgos es el riesgo de sepultamiento al acceder al interior del pozo en el que se alojarán los contenedores
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Fig. 1, 2, 3, 4, 5 y 6: Imágenes de vaciados para el alojamiento de contenedores soterrados. Obsérvese el riesgo de desprendimiento en la imagen superior izquierda y el terreno desprendido en las dos imágenes del centro. Aparte, las dos imágenes inferiores recogen unas zonas en las que existe riesgo de desprendimiento de materiales del borde del vaciado (gravas con escaso conglomerante y elementos de solado desprendidos) que, si bien no suponen riesgo de sepultamiento para el operario que se encuentre en el interior del vaciado, sí son objetos que pueden golpear en la cabeza del trabajador.
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municipal en su conjunto, y no a ca-
da una de las zonas de actuación.
En muchos casos el Proyecto ni
siquiera recoge un estudio geotécni-
co genérico.
2. El espacio nos impone múl-
tiples limitaciones, por lo que no
podemos dar al vaciado el talud que
nos permitiera curarnos en salud.
3. No se engaña a nadie dicien-
do que, en un alto porcentaje de
las obras, y amparándose en juicios
poco más que visuales, se incumple
la premisa de que cuando la pro-
fundidad de la zanja (en este caso
pozo) sea igual o superior a 1,50 m
se entibará.
Desde mi experiencia, puedo
concluir que el empleo de un cajón
metálico como solución para tales
situaciones, complementado con el
uso adecuado de una escalera de ac-
ceso al fondo del vaciado y la super-
visión permanente de un operario
desde el exterior de todas las opera-
ciones, es una solución óptima que
no ralentiza el ritmo de ejecución.
Además, frente a otras soluciones
prefabricadas en obra de forma ru-
dimentaria, como son muchas de las
entibaciones que aún hoy se pueden
ver a base de tablas de madera y
listones, el cajón metálico ya está
homologado.
La opción del cajón de entiba-
ción (figs. 7 y 8) metálico es una op-
ción de gran interés, pues conforma
una entibación robusta y duradera,
capaz de soportar grandes cargas,
cuyo montaje-desmontaje es bas-
tante rápido y sencillo, permitiendo
un gran número de puestas. En su
extremo inferior, el cajón incorpora
una cuchilla resistente que permi-
te cortar el terreno, y en el supe-
rior un cabezal reforzado. Pero sin
duda el elemento de mayor interés
del cajón está en los codales, que
se acoplan sobre los laterales de las
planchas, disponiéndose de modo
que soportan grandes momentos y
reducen deformaciones; frente a las
entibaciones prefabricadas de made-
ra, cuyos codales suelen ser débiles
y, por tanto, susceptibles de fallos,
los codales de este tipo de elemen-
tos son de una resistencia probada,
pudiendo así garantizar una buena
absorción de esfuerzos (si se hacen
números, para una anchura de 1,00
m, un codal soporta una presión su-
perior a 45 t sin ningún problema).
Además, estos codales permiten el
empleo de alargadores, para así tra-
bajar con seguridad en zanjas o po-
zos de mayor anchura.
Es cierto que hay localidades
(muy pocas, eso sí) en que las carac-
terísticas del terreno excavado ga-
rantizan la estabilidad. No obstante,
en estos casos no hay que descuidar
el riesgo de desprendimiento y caída
de objetos desde el borde del va-
ciado (ver figs. 5 y 6). Si el terreno
posee unos parámetros tales que ga-
ranticen su estabilidad y, por tanto,
no se hace estrictamente necesaria
la disposición de una entibación, al
menos sí conviene emplear una ma-
lla que evite la caída y el desprendi-
miento de objetos.
Por supuesto, durante toda ope-
ración en el interior del vaciado es
obligatorio el empleo de casco de
protección (como lo es en presencia
de cargas suspendidas), obligación
que, como ya se sabe, suele ser obje-
to de una batalla permanente, pues
aún hoy se siguen encontrando ope-
rarios inexplicablemente reacios al
uso del casco.
3.3. PROTECCIÓNDEL VACIADO
Ligado al desprendimiento de
materiales a que hemos hecho re-
ferencia en el apartado anterior, hay
que vigilar la disposición de mate-
riales y maquinaria en las proximi-
Fig. 7 y 8: Ejemplos de excavaciones para la disposición de islas ecológicas en las que se emplearon cajones metálicos, por ser una solución de gran estabilidad y montaje relativamente rápido y sencillo.
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dades del borde del vaciado. A tal
fin, se han de colocar las separacio-
nes y los dispositivos pertinentes
para garantizar que todo elemento,
sea acopio o maquinaria, se dispone
a una distancia razonable del borde
del vaciado.
Para garantizar esa distancia de
seguridad, y dadas las dimensiones
de muchas calles, se hace conve-
niente para ciertas operaciones efec-
tuar cortes de calle, para los que hay
que pedir el preceptivo permiso a la
Policía Municipal. No es lo habitual,
pero he topado con varios cuerpos
municipales que niegan ese permi-
so, por lo que yo suelo recomendar
siempre que tal petición se formule
por vía escrita: si se concede, bien; si
no se concede, que conste al menos
que desde la obra se ha intentado
tomar una medida en aras de mini-
mizar los riesgos.
Ya hemos dicho que las excava-
ciones realizadas llegan a superar
los 3,00 m de profundidad, es de-
cir, hemos de cumplir prescripción
recogida en la Parte C, del Anexo
IV del R. D. 1627/97, según la cual,
para un riesgo de caída de altura
superior a 2,00 metros, se ha de
emplear una protección mediante
barandillas resistentes de 0,90 m o
un sistema de protección colectiva
equivalente. La premura con que se
desarrollan estos trabajos, hace que
se incumpla esta prescripción; en
las obras que he supervisado me he
encontrado:
1. Vallas metálicas encadenables de
mediana altura, tipo ayuntamiento.
2. Vallas móviles de acero gal-
vanizado con pliegues, compuestas
por módulos prefabricados de 3,50
x 2,00 m, sobre pies de hormigón
prefabricado.
Ambas soluciones eran inadecua-
das según la prescripción anterior,
por lo que se requirió la adopción de
medidas suplementarias para inten-
tar conferir una mayor protección y
rigidez al elemento. Así, se buscaron
otro tipo de soluciones, como, por
ejemplo, el empleo de ambas vallas
de forma simultánea o el comple-
mento de las vallas de acero galva-
nizado con bridas o alambres engar-
zadores (figs. 11 y 12).
Fig. 9, 10, 11, y 12: Elementos de protección dispuestos en el perímetro de las zonas de actuación. Las primeras imágenes corresponden a situaciones que se requirió solventar, al entender que la protección dispuesta resultaba insuficiente.
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4. MEDIDAS DE CARÁCTERGENÉRICO
4.1. Afección a terceros
Al tratarse de obras consistentes
en actuaciones puntuales en diversas
zonas del municipio, la incidencia
en el tráfico rodado es diferente para
cada punto de actuación según las
particularidades del mismo (dimen-
siones del vial, intensidad de tráfico,
etc.), si bien las actuaciones se sue-
len proyectar en zonas destinadas a
aparcamiento o a aceras, colindantes
con la calzada. Aún así, se producen
interferencias en el tráfico rodado
de la calle, o al menos afecciones,
durante el desarrollo de los traba-
jos: estrechamientos de calzada por
maquinaria en movimiento, llegada
de materiales, colocación de cubetos
de hormigón, acopio de materiales y
vallados de seguridad, etc.
De igual forma, y dada la ubica-
ción de los contenedores, la afección
al tránsito peatonal también es con-
siderable.
Por todo ello, se ha de perseguir,
vigilar y mantener la perfecta deli-
mitación de las zonas de trabajo, la
señalización de éstas con señales
de seguridad de obra y de tráfico, el
perfecto control del personal y los
equipos para evitar interferencias
entre ellos, además de mantener las
medidas preventivas específicas de
cada tajo. Es decir, y aunque sea una
perogrullada, se ha de cumplir el
Real Decreto 485/1997, sobre dis-
posiciones mínimas en materia de
señalización de seguridad y salud
en el trabajo, y la Instrucción 8.3-IC,
sobre señalización, balizamiento y
defensa de obras.
4.2. Operaciones al bordedel vaciado
Éste es uno de los grandes vacíos
y mayores riesgos con los que me
he encontrado a la hora de acome-
ter estos trabajos: con frecuencia se
plantea la necesidad de que, en de-
terminados momentos, un operario
se aproxime al borde del vaciado,
para lo que no se tiene prevista nin-
guna medida de protección frente
al riesgo de caída al interior de la
excavación. Piénsese, además, que
se hace necesario, en muchos casos,
retirar el vallado de protección peri-
metral.
Esta situación es inaceptable, y
ha motivado la paralización de tra-
bajos para buscar una solución al-
ternativa, mediante la adopción de
medidas preventivas, que eliminaran
o minimizaran este riesgo.
Cabe decir que, si se analizan los
trabajos con un poco de calma y no
con las prisas con las que habitual-
mente se desarrollan, en la mayoría
de los casos se pueden buscar solu-
ciones alternativas que no impliquen
aproximarse al vaciado. Por ejemplo,
hay ocasiones en las que se puede
manipular el elemento prefabricado
con una pértiga, quedando a una
distancia considerable del vaciado
(incluso por detrás de la valla de
protección perimetral, fig. 19), don-
de ya no exista ese riesgo de caída.
No obstante, para aquellas oca-
siones en que sea imprescindible
aproximarse al foso se han encon-
trado diversas soluciones, basadas
todas ellas en la sujeción del ope-
rario empleando un arnés de segu-
ridad (figs. 21 y 22), siempre ama-
rrado a puntos fuertes ubicados en
el exterior de los pozos de vaciado.
Cabe decir al respecto que, desgra-
ciadamente, la NTP 809 “Descrip-
ción y elección de dispositivos de
anclaje” del Instituto Nacional de
Seguridad e Higiene en el Trabajo
no contempla esta situación de tra-
bajo al respecto.
A tal fin, se ha empleado, en fun-
ción de las características de la zona,
alguno de los métodos siguientes:
• Empleo de dispositivos de an-
claje de peso muerto. En el caso que
yo he conocido, el peso muerto lo
consitutía un dado de hormigón de
0,75 x 0,75 x 0,75 m3 (aunque bien
podría haberse empleado uno si-
milar) en el que iba embebido un
gancho (una omega de acero). La
unión entre el arnés y el punto de
anclaje se realizaba mediante un ca-
bo de anclaje con dos conectores
(mosquetón con cierre automático).
Este sistema de amarre cumplía per-
fectamente con la norma EN-354 e
iba colocado siempre a una distancia
del borde del vaciado tal que evitara
desprendimientos de tierras por so-
brecarga.
Los requisitos que deben cumplir
los dispositivos de anclaje de peso
muerto son:
– El peso muerto debe estar si-
tuado a una distancia superior a 2,00
Hay ocasiones en las que se puede manipular el elemento prefabricado con una pértiga, quedando a una distancia considerable del vaciado donde ya no exista ese riesgo de caída
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m del borde (lugar de riesgo de caí-
da).
– La superficie donde se utilicen
no deberá desviarse más de 5º de la
horizontal.
– No se podrá utilizar ante riesgo
de helada.
• Empleo de un elemento de su-
ficiente solidez, como pueda ser el
pilar de un edificio, un árbol ro-
busto o una farola, como punto de
amarre.
• Empleo de puntos de anclaje
mediante tacos (con argollas), a un
elemento de suficiente solidez. Por
ejemplo, se empleó en cierta ocasión
al trabajar sobre una acera cuyo bor-
dillo se respetó (fig. 18), haciendo
previamente un par de pruebas de
carga que nos permitieran compro-
bar que el sistema dispuesto aguan-
taba correctamente.
Adoptada alguna de las medi-
das anteriores, se ha de perseguir
que ningún trabajador se aproxime
al borde de la excavación sin estar
protegido, pues ya no es necesario
correr ese riesgo.
A modo de conclusión, se pue-
de decir que el principal enemigo
de esta actuación es la falta de pre-
visión: para adoptar la protección
más adecuada, es conveniente visitar
previamente el emplazamiento de
los contenedores y valorar los pará-
metros que hagan más conveniente
el uso de un elemento de amarre
u otro (anchura de acera y calza-
da, posibilidad de corte de tráfico,
presencia de farolas o elementos de
resistencia fiable, etc.), y no llegar
directamente a instalarlos.
Después, para la instalación de
los contenedores soterrados lo más
acertado es, en el afán de aprove-
char el dispositivo de amarre dis-
puesto, proceder a la colocación de
los elementos en orden consecutivo
(fig. 23): primero se coloca el primer
contenedor para que, después, el
trabajador se sitúe sobre ese primer
contenedor de cara a la colocación
del segundo, y así sucesivamente
hasta colocar el último, siempre con
el elemento de amarre tras el tra-
bajador. Se deberán utilizar varias
Fig. 13, 14, 15 y 16: Operaciones realizadas junto al vaciado para replanteo de los contenedores a colocar, simple tránsito para acceso al interior del vaciado, o (las dos últimas) colocación del contenedor prefabricado. Obsérvese, en el caso de la figura 15, que, además, ninguno de los operarios porta casco de protección.
Fig. 17, 18, 19, 20, 21 y 22: Medidas adoptadas para prevenir el riesgo de caída en las operaciones desarrolladas junto al borde de vaciado: empleo de un dispositivo de anclaje de peso muerto; amarre a un elemento de suficiente solidez; manejo desde una distancia considerable, por fuera del vallado, empleando una pértiga para manipular el elemento prefabricado; establecimiento de una línea de vida, mediante anclajes, a una línea de bordillos que limitaba la acera; y empleo de un retráctil debidamente dispuesto (las dos últimas), complemento de alguna de las medidas anteriores.
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Artículos Técnicos / Seguridad y Salud
Cimbra
longitudes de cuerda en función
de la distancia del dado al borde
con riesgo de caída, limitando así el
recorrido que pueda efectuar el tra-
bajador según el contenedor que se
encuentre colocando en cada mo-
mento.
4.3. Presencia de Recursos Preventivos
De acuerdo con lo que se especi-
fica en la Ley 54/2003 art. 4º, la ma-
yoría de las operaciones que aquí se
contemplan requieren la presencia a
pie de tajo de Recursos Preventivos
para el control de la aplicación de
los métodos de trabajo y riesgos, así
como para la vigilancia del cumpli-
miento de las medidas y actividades
preventivas. Tales Recursos tienen
como misión comprobar que los
operarios realizan las operaciones
mediante procedimientos de trabajo
seguros, ello sin contar que hay de-
terminadas operaciones que requie-
ren la supervisión de una persona
técnicamente capacitada.
5. CONCLUSIÓN
Aún queda mucho por hacer…
Esta expresión es aplicable a tan-
tas y tantas situaciones en las que,
como ocurre con los contenedo-
res soterrados, la técnica va un pa-
so por delante de la seguridad. No
obstante, quisiera que este trabajo
sirviera para tomar conciencia de
que, cuando se presenta un proce-
so constructivo arriesgado, solo hay
que tener un poco de previsión para
ir por delante de la situación, dedi-
cando solo unos minutos a valorar
cada situación y buscar la solución
acertada para eliminar o, cuando no
sea posible, minimizar los riesgos en
el proceso constructivo.
Fig. 23: Esquema de la colocación de los contenedores soterrados, empleando al efecto el sistema de anclaje del peso muerto.
Para adoptar la protección más adecuada, es conveniente visitar previamente el emplazamiento de los contenedores y valorar los parámetros que hagan más conveniente el uso de un elemento de amarre u otro y no llegar directamente a instalarlos