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pág 22 / enero-abril 2011 Artículos Técnicos / Seguridad y Salud Cimbra Durante los últimos años una gran cantidad de municipios, que contaban con sistemas de conteneri- zación de residuos en superficie, están sustituyendo esta modalidad por los contenedores soterrados. Aunque los contenedores en superficie prestan adecuadamente el servicio para el que habían sido dispuestos, su ubicación afecta considerablemente a la visibilidad y a la estética urbanística del lugar donde se encuentran, limitando el uso de la acera al quedar confinado el espacio con elementos de gran tamaño que sobresalen en la superficie como una barrera urbanística; además de disponer de itinerarios de acercamiento poco accesibles, cuando no peligrosos, al tener un frontal de acercamiento contiguo con la calzada sin ningún tipo de protección. También, se crea un conflicto en la franja de aparcamiento, al no existir regulación ni delimitación con la calzada, produciéndose aparcamientos indiscriminados en segunda fila, junto a los contenedores. Rubén R. Elizalde Ingeniero técnico de obras públicas Análisis de los procedimientos seguidos en la instalación de contenedores soterrados 1. INTRODUCCIÓN A sí, los contenedores sote- rrados eliminan ese impac- to visual y estético, minimi- zando la emisión de olores y el vertido de residuos en las aceras, en las que, además, se dis- pone de más espacio. Todo ello, unido a la mejora del servicio de recogida, justifica la instalación de contenedores soterrados en buena parte de muni- cipios. He trabajado como coordinador de seguridad y salud en la instala- ción de contenedores soterrados en municipios como Alcobendas, Azu- queca de Henares, Móstoles, Na- valcarnero, Torrejón de Ardoz o Tres Cantos. Mi experiencia como coor- dinador de seguridad en tales ope- raciones, me ha permitido observar que, aunque se trata de un procedi- miento repetitivo, parte de los tra- bajos se realizan en situaciones de riesgo a las que, poco a poco, hemos intentado ir dando soluciones. Básicamente, el procedimiento de ejecución de la instalación de los contenedores consiste en abrir un pozo, en el que se alojará el depó- sito del contenedor (de hormigón prefabricado), cuyos laterales poste- riormente se rellenarán y compac- tarán antes de ejecutar los remates preceptivos. Por tanto, esquemática- mente y a efectos de lo que nos in- teresa en el presente artículo, el pro- cedimiento consta de los siguientes pasos:

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pág 22 / enero-abril 2011

Artículos Técnicos / Seguridad y Salud

Cimbra

Durante los últimos años una gran cantidad de municipios, que contaban con sistemas de conteneri-

zación de residuos en superficie, están sustituyendo esta modalidad por los contenedores soterrados.

Aunque los contenedores en superficie prestan adecuadamente el servicio para el que habían sido

dispuestos, su ubicación afecta considerablemente a la visibilidad y a la estética urbanística del lugar

donde se encuentran, limitando el uso de la acera al quedar confinado el espacio con elementos de gran

tamaño que sobresalen en la superficie como una barrera urbanística; además de disponer de itinerarios

de acercamiento poco accesibles, cuando no peligrosos, al tener un frontal de acercamiento contiguo

con la calzada sin ningún tipo de protección. También, se crea un conflicto en la franja de aparcamiento,

al no existir regulación ni delimitación con la calzada, produciéndose aparcamientos indiscriminados en

segunda fila, junto a los contenedores.

Rubén R. ElizaldeIngeniero técnico de obras públicas

Análisis de los procedimientos seguidos en la instalación de contenedores soterrados

1. INTRODUCCIÓN

Así, los contenedores sote-

rrados eliminan ese impac-

to visual y estético, minimi-

zando la emisión de olores

y el vertido de residuos en

las aceras, en las que, además, se dis-

pone de más espacio. Todo ello, unido

a la mejora del servicio de recogida,

justifica la instalación de contenedores

soterrados en buena parte de muni-

cipios.

He trabajado como coordinador

de seguridad y salud en la instala-

ción de contenedores soterrados en

municipios como Alcobendas, Azu-

queca de Henares, Móstoles, Na-

valcarnero, Torrejón de Ardoz o Tres

Cantos. Mi experiencia como coor-

dinador de seguridad en tales ope-

raciones, me ha permitido observar

que, aunque se trata de un procedi-

miento repetitivo, parte de los tra-

bajos se realizan en situaciones de

riesgo a las que, poco a poco, hemos

intentado ir dando soluciones.

Básicamente, el procedimiento

de ejecución de la instalación de los

contenedores consiste en abrir un

pozo, en el que se alojará el depó-

sito del contenedor (de hormigón

prefabricado), cuyos laterales poste-

riormente se rellenarán y compac-

tarán antes de ejecutar los remates

preceptivos. Por tanto, esquemática-

mente y a efectos de lo que nos in-

teresa en el presente artículo, el pro-

cedimiento consta de los siguientes

pasos:

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enero-abril 2011 / pág 23Cimbra

1. Ejecución del vaciado.

2. Ejecución de la solera del fondo,

de hormigón fratasado.

3. Colocación del vaso de hormigón.

4. Relleno y compactación de tierras.

5. Trabajos de remate:

a. Colocación de bordillos.

b. Solado de acera.

c. Colocación de los buzones del

contenedor.

Para estos trabajos se aprueba

el preceptivo Plan de Seguridad y

Salud. Sin embargo, y como des-

graciadamente suele ocurrir, el Plan

de Seguridad que se presenta suele

ser bastante genérico y se aprueba

con cierta prisa por las presiones del

inicio de la obra. De esta forma, el

Plan sí que aborda las medidas pro-

pias de los trabajos de excavación,

de los trabajos en el interior de un

pozo o de los trabajos de colocación

de elementos prefabricados, pero no

los aborda con la especificidad que

se requiere al efecto, de manera que,

a la hora de realizar los trabajos, es

cuando se descubren las tremendas

lagunas que deja un documento ge-

nérico.

A lo largo del presente artículo

vamos a intentar analizar las defi-

ciencias principales que nos hemos

encontrado al desarrollar tales tra-

bajos. A título ilustrativo, el artículo

va acompañado por una serie de

fotografías que, aunque parezcan

exageradas, yo mismo he podido

tomar en las obras de instalación de

contenedores durante mis visitas;

todas ellas son reales, y con ellas

se pretende resaltar y denunciar las

malas prácticas en que se puede lle-

gar a incurrir durante el desarrollo

de tales trabajos.

A la postre, se pretende que el

presente artículo sirva de guía, no

solo a los compañeros que en al-

gún momento tengan que aprobar

un Plan de Seguridad de una obra

de este tipo, sino también para to-

dos cuantos trabajen, de una u otra

forma, en obras de este tipo, para

tomar conciencia de que, con un

poco de voluntad, se pueden buscar

soluciones a deficiencias que, co-

mo de forma cómoda se suele decir,

siempre se han cometido.

2. PRIMEROS PASOS

Como se ha señalado al prin-

cipio, el Plan de Seguridad que se

suele aprobar para este tipo de obras

es bastante genérico. En algún ca-

so, se ha encontrado la situación de

que el procedimiento de trabajo que

se empieza a desarrollar no guarda

ninguna relación con el que se ha

contemplado de cara a la evaluación

de riesgos. Esto ocurre, en gran me-

dida, por las prisas con las que se

han de iniciar los trabajos, pero tam-

bién por otros factores, como que el

Plan sea redactado por un Técni-

co de Prevención que no conoce la

obra en profundidad, a diferencia,

por ejemplo, del Jefe de Obra.

Además, hay que tener en cuenta

el gran trasfondo político que, en

muchos casos, hay detrás de este ti-

po de actuaciones. A modo de anéc-

dota, yo podría llegar a contar el

caso de un técnico municipal de un

ayuntamiento que se negó a trasla-

dar al departamento correspondien-

te un Anexo al Plan de Seguridad

que yo requerí al contratista junto

con mi Informe Favorable al mismo

Suele ocurrir que el Plan de Seguridad que se presenta suele ser bastante genérico y se aprueba con cierta prisa por las presiones del inicio de la obra

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pág 24 / enero-abril 2011

Artículos Técnicos / Seguridad y Salud

Cimbra

para su aprobación. Recuerdo que

en estos casos, tal y como recoge el

R.D. 1627/97, por tratarse de una

obra en la que el promotor es una

administración pública, el Plan de

Seguridad (al igual que todos sus

anexos), junto con el correspondien-

te informe favorable del coordina-

dor, se eleva, para su aprobación, a

la administración pública que haya

adjudicado la obra.

En cualquier caso, huelga decir

que el Coordinador ha de hacer va-

ler su autoridad, dada la tremen-

da responsabilidad que tiene en el

correcto desarrollo de los trabajos,

como máximo responsable en ma-

teria de seguridad y salud que es en

la obra. A tal fin, y ante la situación

enumerada en los párrafos anterio-

res, mi forma de actuar ha sido la

siguiente:

1. Antes del inicio de los trabajos,

se debe convocar una reunión de se-

guridad a la que asistan, además del

Contratista y el Coordinador, todas

las empresas que vayan a concurrir

en el proceso de instalación, espe-

cialmente la empresa que se vaya a

encargar del transporte y colocación

de los contenedores. En esa reunión,

se pide una explicación pormenori-

zada del procedimiento de trabajo a

seguir y se compara el procedimien-

to expuesto con el que se ha recogi-

do en el Plan de Seguridad:

a. Si el procedimiento expuesto

coincide con el ya recogido en

el Plan, se levanta acta de la

reunión, recordando la obliga-

toriedad de cumplimiento de

las medidas preventivas reco-

gidas en el Plan de Seguridad,

para posteriormente valorar

dicho cumplimiento en visitas

a obra.

b. Si el procedimiento expuesto

no coincide con el recogido en

el Plan, se ha de encargar al

Contratista de forma inmediata

la elaboración de un Anexo al

Plan que contemple el proce-

dimiento que se va a emplear

finalmente y las correspon-

dientes medidas preventivas a

adoptar. Se recuerda, en este

sentido, que el Anexo ha de

contar con el visto bueno del

Coordinador, para la posterior

aprobación por parte de la ad-

ministración.

En ambos supuestos, se han de

realizar posteriormente reuniones

periódicas de seguimiento en las

que se valore el desarrollo de los

trabajos y el cumplimiento de las

medidas establecidas en el Plan de

Seguridad.

2. Por supuesto, todo incumpli-

miento en el Plan de Seguridad que

se observe, ha de hacerse constar en

el Libro de Incidencias. No hay que

olvidar que es la principal herra-

mienta de que dispone el Coordina-

dor para el control y seguimiento del

cumplimiento del Plan y, a la postre,

lo que queda escrito en el Libro es

lo que tiene validez, por encima de

cualquier otro impreso. En una obra

complicada, como lo son este tipo

de actuaciones, es recomendable

hacer constar también en el Libro de

Incidencias las conclusiones que se

obtengan en las sucesivas reuniones

que se celebren.

3. TRABAJOS DE EJECUCIÓNDEL VACIADO

La ejecución de la excavación se

lleva a cabo por medios mecánicos,

llegando a realizarse pozos, junto a

calzadas de vías de circulación, cuya

profundidad puede superar los 3,00

m. Es obvio que, en este caso, hay

que cumplir con las medidas típicas

establecidas para zanjas de similar

naturaleza, a saber: máxima sincro-

nización entre la apertura y el cierre

del pozo, atendiendo a las condicio-

nes climáticas, y vigilancia extrema

de los cortes del terreno y de la esta-

bilidad de la excavación, además del

cumplimiento de las medidas pre-

ventivas propias de la maquinaria.

3.1. Servicios afectados

Uno de los principales problemas

que surgen al acometer esta obra son

los servicios que se van encontrando

conforme se van abriendo pozos en

los que se desean alojar los contene-

dores.

Aunque las actuaciones previstas

siempre se intentan desarrollar en zo-

nas en las que no existan conduccio-

nes subterráneas, es muy difícil evitar

zonas con tuberías de acometida de

imbornales, de poca sección y muy

someras, que habrán de anularse o

reconstruir bordeando los vaciados a

ejecutar.

Previo al inicio de los trabajos, el

jefe de obra ha de informarse de las

instalaciones o conducciones ente-

rradas que puedan encontrarse en

las zonas de trabajo, con el fin de

localizarlas. En ningún caso se debe

permitir que el contratista inicie los

trabajos sin disponer de tal informa-

ción.

La ejecución de la excavación se lleva a cabo por medios mecánicos, llegando a realizarse pozos, junto a calzadas de vías de circulación, cuya profundidad puede superar los 3,00 m

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enero-abril 2011 / pág 25Cimbra

Los servicios afectados condicio-

nan tremendamente el proceso cons-

tructivo y el ritmo de ejecución, hasta

el punto de obligar a colocar los con-

tenedores en lugares distintos de los

recogidos en proyecto, cuando la ubi-

cación de los servicios que aparecen

no corresponde con la que figura en

los planos facilitados.

Con todo ello, y en lo que concier-

ne a los servicios afectados, los pasos a

seguir han de ser los siguientes:

1. El contratista estudiará la docu-

mentación entregada por los titulares

de los servicios afectados y procederá

a la señalización del trazado, con in-

dicación exacta y precisa de la profun-

didad y características del mismo. La

señalización será perdurable durante

el transcurso de la afección, protegién-

dose la instalación de sobrepresiones,

debidas al uso de maquinaria pesada,

etc.

2. En caso de que la documenta-

ción recopilada sea insuficiente o po-

co definitoria, se ejecutarán calas pa-

ra identificar los servicios, realizando

manualmente los trabajos de retirada

de material en las zonas en las que se

intuya que se puedan encontrar los

servicios.

3. Si el servicio afectado se ha de

reponer en lugar diferente, se prepara-

rá la conducción alternativa antes del

desmantelamiento de la primitiva.

4. Se ha de permanecer en contac-

to con los entes titulares de los servi-

cios afectados, a fin de que los retiren,

o bien los dejen fuera de servicio.

5. Durante los procesos de exca-

vación en zonas con servicios afec-

tados estará un operario de apoyo al

conductor de la máquina encargada

de realizar la excavación para ayudar-

le a identificar los servicios y testigos

(descubrimiento de cintas con el color

correspondiente, restos de hormigón,

aparición de una cama de arena,…)

que puedan indicar la presencia de

dichos servicios.

El Plan de Seguridad, en una obra

de este tipo, debería contemplar el

procedimiento a seguir en caso de en-

contrar servicios afectados, en función

de la naturaleza del servicio y, por su-

puesto, en caso de avería o rotura.

3.2. Riesgo de sepultamiento

Otro de los grandes riesgos que

se presentan al acometer estos tra-

bajos es el riesgo de sepultamiento

al acceder al interior del pozo en el

que se alojarán los contenedores.

Analizando detenida y concienzuda-

mente los procedimientos de trabajo

que se desarrollaban al principio,

cuando empezamos a realizar los

primeros trabajos de soterramiento

de contenedores, encontramos que

muchas de las operaciones para las

que se accedía al interior del vaciado

realmente se podían ejecutar desde

fuera. Acceder al interior del vaciado

solo cuando es estrictamente nece-

sario minimiza, en gran medida, el

riesgo de sepultamiento.

No obstante, hay determinados

trabajos (muy puntuales, eso sí) que

hacen inevitable la necesidad de ac-

ceder al interior del vaciado. Tal es

el caso del fratasado de la solera de

hormigón del fondo del pozo sobre

la que después descansará el conte-

nedor.

Sin entrar siquiera a valorar el

tipo de terreno que podamos encon-

trarnos, el riesgo de sepultamien-

to es más que evidente al tratarse

de una zona urbana por la que, en

muchos casos, discurre tráfico con

cierta intensidad. Téngase en cuen-

ta que una excavación de este tipo

provoca en el terreno circundante

una tendencia a llenar la cavidad,

que se traduce en una redistribu-

ción de las tensiones que no siem-

pre alcanza el estado de equilibrio.

El tráfico, especialmente cuando se

trata de vehículos pesados, transmi-

te vibraciones al terreno que añaden

todavía más tensiones. Además, en

las zonas urbanas el terreno pue-

de contener multitud de rellenos,

pudiendo también presentarse un

sinfín de condicionantes que afectan

a la estabilidad del mismo, como la

presencia de conducciones o cimen-

taciones próximas o la presencia del

nivel freático, a la que aún no hemos

hecho mención.

Ante estos hechos es necesa-

rio tomar las medidas oportunas al

efecto, con el fin de proteger al ope-

rario que acceda al interior del va-

ciado, pero nos encontramos ante

varias dificultades:

1. No solemos disponer de un

estudio geotécnico concreto de la

zona en cuestión. Cuando se ela-

bora un proyecto de instalación de

contenedores soterrados, éstos están

ubicados en múltiples lugares, por

lo que resulta económicamente in-

viable tener un estudio geotécnico

de todas las zonas de actuación. Por

lo general, tan solo se dispone de la

información recogida en Proyecto y

de la obtenida a partir de las calas

que se hacen, antes de iniciar la ex-

cavación, para localizar servicios. La

información recogida en Proyecto

suele ser genérica, ya que los datos

que aporta se refieren al término

Otro de los grandes riesgos es el riesgo de sepultamiento al acceder al interior del pozo en el que se alojarán los contenedores

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Artículos Técnicos / Seguridad y Salud

Cimbra

Fig. 1, 2, 3, 4, 5 y 6: Imágenes de vaciados para el alojamiento de contenedores soterrados. Obsérvese el riesgo de desprendimiento en la imagen superior izquierda y el terreno desprendido en las dos imágenes del centro. Aparte, las dos imágenes inferiores recogen unas zonas en las que existe riesgo de desprendimiento de materiales del borde del vaciado (gravas con escaso conglomerante y elementos de solado desprendidos) que, si bien no suponen riesgo de sepultamiento para el operario que se encuentre en el interior del vaciado, sí son objetos que pueden golpear en la cabeza del trabajador.

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enero-abril 2011 / pág 27Cimbra

municipal en su conjunto, y no a ca-

da una de las zonas de actuación.

En muchos casos el Proyecto ni

siquiera recoge un estudio geotécni-

co genérico.

2. El espacio nos impone múl-

tiples limitaciones, por lo que no

podemos dar al vaciado el talud que

nos permitiera curarnos en salud.

3. No se engaña a nadie dicien-

do que, en un alto porcentaje de

las obras, y amparándose en juicios

poco más que visuales, se incumple

la premisa de que cuando la pro-

fundidad de la zanja (en este caso

pozo) sea igual o superior a 1,50 m

se entibará.

Desde mi experiencia, puedo

concluir que el empleo de un cajón

metálico como solución para tales

situaciones, complementado con el

uso adecuado de una escalera de ac-

ceso al fondo del vaciado y la super-

visión permanente de un operario

desde el exterior de todas las opera-

ciones, es una solución óptima que

no ralentiza el ritmo de ejecución.

Además, frente a otras soluciones

prefabricadas en obra de forma ru-

dimentaria, como son muchas de las

entibaciones que aún hoy se pueden

ver a base de tablas de madera y

listones, el cajón metálico ya está

homologado.

La opción del cajón de entiba-

ción (figs. 7 y 8) metálico es una op-

ción de gran interés, pues conforma

una entibación robusta y duradera,

capaz de soportar grandes cargas,

cuyo montaje-desmontaje es bas-

tante rápido y sencillo, permitiendo

un gran número de puestas. En su

extremo inferior, el cajón incorpora

una cuchilla resistente que permi-

te cortar el terreno, y en el supe-

rior un cabezal reforzado. Pero sin

duda el elemento de mayor interés

del cajón está en los codales, que

se acoplan sobre los laterales de las

planchas, disponiéndose de modo

que soportan grandes momentos y

reducen deformaciones; frente a las

entibaciones prefabricadas de made-

ra, cuyos codales suelen ser débiles

y, por tanto, susceptibles de fallos,

los codales de este tipo de elemen-

tos son de una resistencia probada,

pudiendo así garantizar una buena

absorción de esfuerzos (si se hacen

números, para una anchura de 1,00

m, un codal soporta una presión su-

perior a 45 t sin ningún problema).

Además, estos codales permiten el

empleo de alargadores, para así tra-

bajar con seguridad en zanjas o po-

zos de mayor anchura.

Es cierto que hay localidades

(muy pocas, eso sí) en que las carac-

terísticas del terreno excavado ga-

rantizan la estabilidad. No obstante,

en estos casos no hay que descuidar

el riesgo de desprendimiento y caída

de objetos desde el borde del va-

ciado (ver figs. 5 y 6). Si el terreno

posee unos parámetros tales que ga-

ranticen su estabilidad y, por tanto,

no se hace estrictamente necesaria

la disposición de una entibación, al

menos sí conviene emplear una ma-

lla que evite la caída y el desprendi-

miento de objetos.

Por supuesto, durante toda ope-

ración en el interior del vaciado es

obligatorio el empleo de casco de

protección (como lo es en presencia

de cargas suspendidas), obligación

que, como ya se sabe, suele ser obje-

to de una batalla permanente, pues

aún hoy se siguen encontrando ope-

rarios inexplicablemente reacios al

uso del casco.

3.3. PROTECCIÓNDEL VACIADO

Ligado al desprendimiento de

materiales a que hemos hecho re-

ferencia en el apartado anterior, hay

que vigilar la disposición de mate-

riales y maquinaria en las proximi-

Fig. 7 y 8: Ejemplos de excavaciones para la disposición de islas ecológicas en las que se emplearon cajones metálicos, por ser una solución de gran estabilidad y montaje relativamente rápido y sencillo.

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pág 28 / enero-abril 2011

Artículos Técnicos / Seguridad y Salud

Cimbra

dades del borde del vaciado. A tal

fin, se han de colocar las separacio-

nes y los dispositivos pertinentes

para garantizar que todo elemento,

sea acopio o maquinaria, se dispone

a una distancia razonable del borde

del vaciado.

Para garantizar esa distancia de

seguridad, y dadas las dimensiones

de muchas calles, se hace conve-

niente para ciertas operaciones efec-

tuar cortes de calle, para los que hay

que pedir el preceptivo permiso a la

Policía Municipal. No es lo habitual,

pero he topado con varios cuerpos

municipales que niegan ese permi-

so, por lo que yo suelo recomendar

siempre que tal petición se formule

por vía escrita: si se concede, bien; si

no se concede, que conste al menos

que desde la obra se ha intentado

tomar una medida en aras de mini-

mizar los riesgos.

Ya hemos dicho que las excava-

ciones realizadas llegan a superar

los 3,00 m de profundidad, es de-

cir, hemos de cumplir prescripción

recogida en la Parte C, del Anexo

IV del R. D. 1627/97, según la cual,

para un riesgo de caída de altura

superior a 2,00 metros, se ha de

emplear una protección mediante

barandillas resistentes de 0,90 m o

un sistema de protección colectiva

equivalente. La premura con que se

desarrollan estos trabajos, hace que

se incumpla esta prescripción; en

las obras que he supervisado me he

encontrado:

1. Vallas metálicas encadenables de

mediana altura, tipo ayuntamiento.

2. Vallas móviles de acero gal-

vanizado con pliegues, compuestas

por módulos prefabricados de 3,50

x 2,00 m, sobre pies de hormigón

prefabricado.

Ambas soluciones eran inadecua-

das según la prescripción anterior,

por lo que se requirió la adopción de

medidas suplementarias para inten-

tar conferir una mayor protección y

rigidez al elemento. Así, se buscaron

otro tipo de soluciones, como, por

ejemplo, el empleo de ambas vallas

de forma simultánea o el comple-

mento de las vallas de acero galva-

nizado con bridas o alambres engar-

zadores (figs. 11 y 12).

Fig. 9, 10, 11, y 12: Elementos de protección dispuestos en el perímetro de las zonas de actuación. Las primeras imágenes corresponden a situaciones que se requirió solventar, al entender que la protección dispuesta resultaba insuficiente.

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enero-abril 2011 / pág 29Cimbra

4. MEDIDAS DE CARÁCTERGENÉRICO

4.1. Afección a terceros

Al tratarse de obras consistentes

en actuaciones puntuales en diversas

zonas del municipio, la incidencia

en el tráfico rodado es diferente para

cada punto de actuación según las

particularidades del mismo (dimen-

siones del vial, intensidad de tráfico,

etc.), si bien las actuaciones se sue-

len proyectar en zonas destinadas a

aparcamiento o a aceras, colindantes

con la calzada. Aún así, se producen

interferencias en el tráfico rodado

de la calle, o al menos afecciones,

durante el desarrollo de los traba-

jos: estrechamientos de calzada por

maquinaria en movimiento, llegada

de materiales, colocación de cubetos

de hormigón, acopio de materiales y

vallados de seguridad, etc.

De igual forma, y dada la ubica-

ción de los contenedores, la afección

al tránsito peatonal también es con-

siderable.

Por todo ello, se ha de perseguir,

vigilar y mantener la perfecta deli-

mitación de las zonas de trabajo, la

señalización de éstas con señales

de seguridad de obra y de tráfico, el

perfecto control del personal y los

equipos para evitar interferencias

entre ellos, además de mantener las

medidas preventivas específicas de

cada tajo. Es decir, y aunque sea una

perogrullada, se ha de cumplir el

Real Decreto 485/1997, sobre dis-

posiciones mínimas en materia de

señalización de seguridad y salud

en el trabajo, y la Instrucción 8.3-IC,

sobre señalización, balizamiento y

defensa de obras.

4.2. Operaciones al bordedel vaciado

Éste es uno de los grandes vacíos

y mayores riesgos con los que me

he encontrado a la hora de acome-

ter estos trabajos: con frecuencia se

plantea la necesidad de que, en de-

terminados momentos, un operario

se aproxime al borde del vaciado,

para lo que no se tiene prevista nin-

guna medida de protección frente

al riesgo de caída al interior de la

excavación. Piénsese, además, que

se hace necesario, en muchos casos,

retirar el vallado de protección peri-

metral.

Esta situación es inaceptable, y

ha motivado la paralización de tra-

bajos para buscar una solución al-

ternativa, mediante la adopción de

medidas preventivas, que eliminaran

o minimizaran este riesgo.

Cabe decir que, si se analizan los

trabajos con un poco de calma y no

con las prisas con las que habitual-

mente se desarrollan, en la mayoría

de los casos se pueden buscar solu-

ciones alternativas que no impliquen

aproximarse al vaciado. Por ejemplo,

hay ocasiones en las que se puede

manipular el elemento prefabricado

con una pértiga, quedando a una

distancia considerable del vaciado

(incluso por detrás de la valla de

protección perimetral, fig. 19), don-

de ya no exista ese riesgo de caída.

No obstante, para aquellas oca-

siones en que sea imprescindible

aproximarse al foso se han encon-

trado diversas soluciones, basadas

todas ellas en la sujeción del ope-

rario empleando un arnés de segu-

ridad (figs. 21 y 22), siempre ama-

rrado a puntos fuertes ubicados en

el exterior de los pozos de vaciado.

Cabe decir al respecto que, desgra-

ciadamente, la NTP 809 “Descrip-

ción y elección de dispositivos de

anclaje” del Instituto Nacional de

Seguridad e Higiene en el Trabajo

no contempla esta situación de tra-

bajo al respecto.

A tal fin, se ha empleado, en fun-

ción de las características de la zona,

alguno de los métodos siguientes:

• Empleo de dispositivos de an-

claje de peso muerto. En el caso que

yo he conocido, el peso muerto lo

consitutía un dado de hormigón de

0,75 x 0,75 x 0,75 m3 (aunque bien

podría haberse empleado uno si-

milar) en el que iba embebido un

gancho (una omega de acero). La

unión entre el arnés y el punto de

anclaje se realizaba mediante un ca-

bo de anclaje con dos conectores

(mosquetón con cierre automático).

Este sistema de amarre cumplía per-

fectamente con la norma EN-354 e

iba colocado siempre a una distancia

del borde del vaciado tal que evitara

desprendimientos de tierras por so-

brecarga.

Los requisitos que deben cumplir

los dispositivos de anclaje de peso

muerto son:

– El peso muerto debe estar si-

tuado a una distancia superior a 2,00

Hay ocasiones en las que se puede manipular el elemento prefabricado con una pértiga, quedando a una distancia considerable del vaciado donde ya no exista ese riesgo de caída

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m del borde (lugar de riesgo de caí-

da).

– La superficie donde se utilicen

no deberá desviarse más de 5º de la

horizontal.

– No se podrá utilizar ante riesgo

de helada.

• Empleo de un elemento de su-

ficiente solidez, como pueda ser el

pilar de un edificio, un árbol ro-

busto o una farola, como punto de

amarre.

• Empleo de puntos de anclaje

mediante tacos (con argollas), a un

elemento de suficiente solidez. Por

ejemplo, se empleó en cierta ocasión

al trabajar sobre una acera cuyo bor-

dillo se respetó (fig. 18), haciendo

previamente un par de pruebas de

carga que nos permitieran compro-

bar que el sistema dispuesto aguan-

taba correctamente.

Adoptada alguna de las medi-

das anteriores, se ha de perseguir

que ningún trabajador se aproxime

al borde de la excavación sin estar

protegido, pues ya no es necesario

correr ese riesgo.

A modo de conclusión, se pue-

de decir que el principal enemigo

de esta actuación es la falta de pre-

visión: para adoptar la protección

más adecuada, es conveniente visitar

previamente el emplazamiento de

los contenedores y valorar los pará-

metros que hagan más conveniente

el uso de un elemento de amarre

u otro (anchura de acera y calza-

da, posibilidad de corte de tráfico,

presencia de farolas o elementos de

resistencia fiable, etc.), y no llegar

directamente a instalarlos.

Después, para la instalación de

los contenedores soterrados lo más

acertado es, en el afán de aprove-

char el dispositivo de amarre dis-

puesto, proceder a la colocación de

los elementos en orden consecutivo

(fig. 23): primero se coloca el primer

contenedor para que, después, el

trabajador se sitúe sobre ese primer

contenedor de cara a la colocación

del segundo, y así sucesivamente

hasta colocar el último, siempre con

el elemento de amarre tras el tra-

bajador. Se deberán utilizar varias

Fig. 13, 14, 15 y 16: Operaciones realizadas junto al vaciado para replanteo de los contenedores a colocar, simple tránsito para acceso al interior del vaciado, o (las dos últimas) colocación del contenedor prefabricado. Obsérvese, en el caso de la figura 15, que, además, ninguno de los operarios porta casco de protección.

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Fig. 17, 18, 19, 20, 21 y 22: Medidas adoptadas para prevenir el riesgo de caída en las operaciones desarrolladas junto al borde de vaciado: empleo de un dispositivo de anclaje de peso muerto; amarre a un elemento de suficiente solidez; manejo desde una distancia considerable, por fuera del vallado, empleando una pértiga para manipular el elemento prefabricado; establecimiento de una línea de vida, mediante anclajes, a una línea de bordillos que limitaba la acera; y empleo de un retráctil debidamente dispuesto (las dos últimas), complemento de alguna de las medidas anteriores.

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longitudes de cuerda en función

de la distancia del dado al borde

con riesgo de caída, limitando así el

recorrido que pueda efectuar el tra-

bajador según el contenedor que se

encuentre colocando en cada mo-

mento.

4.3. Presencia de Recursos Preventivos

De acuerdo con lo que se especi-

fica en la Ley 54/2003 art. 4º, la ma-

yoría de las operaciones que aquí se

contemplan requieren la presencia a

pie de tajo de Recursos Preventivos

para el control de la aplicación de

los métodos de trabajo y riesgos, así

como para la vigilancia del cumpli-

miento de las medidas y actividades

preventivas. Tales Recursos tienen

como misión comprobar que los

operarios realizan las operaciones

mediante procedimientos de trabajo

seguros, ello sin contar que hay de-

terminadas operaciones que requie-

ren la supervisión de una persona

técnicamente capacitada.

5. CONCLUSIÓN

Aún queda mucho por hacer…

Esta expresión es aplicable a tan-

tas y tantas situaciones en las que,

como ocurre con los contenedo-

res soterrados, la técnica va un pa-

so por delante de la seguridad. No

obstante, quisiera que este trabajo

sirviera para tomar conciencia de

que, cuando se presenta un proce-

so constructivo arriesgado, solo hay

que tener un poco de previsión para

ir por delante de la situación, dedi-

cando solo unos minutos a valorar

cada situación y buscar la solución

acertada para eliminar o, cuando no

sea posible, minimizar los riesgos en

el proceso constructivo.

Fig. 23: Esquema de la colocación de los contenedores soterrados, empleando al efecto el sistema de anclaje del peso muerto.

Para adoptar la protección más adecuada, es conveniente visitar previamente el emplazamiento de los contenedores y valorar los parámetros que hagan más conveniente el uso de un elemento de amarre u otro y no llegar directamente a instalarlos

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