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  • O Social em Questo - Ano XIII - n 24 - Jul-Dez 2010

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    Trabajo social: perspectivas contemporneas

    HEALY, Karen1. Trabajo social: perspectivas contemporneas.Madrid: Ediciones Morata, 2001.

    Por Teresa Matus Sepulveda

    Tal vez, la primera aclaracin es, pensar el texto desde su ttulo original: Social work practices: contemporary perspectivas on change, porque coloca el acento en dos claves centrales que son las que se despliegan en el libro: la importancia que la autora da a la relacin entre discursos y prcticas sociales y el asumir que las perspectivas contemporneas en Trabajo Social se encuentran en un momento de cambio.

    El ncleo central de estas transformaciones para Healy, consiste en abrir las posibilidades de un Trabajo Social radical y crtico a posturas post estructuralistas. Diferenciandolas de su homogenizacin, con las posiciones posmodernas, abre un flanco para repensar la diversidad actual de la disciplina. Como ella misma sostiene:

    En el transcurso de las historia del trabajo social moderno, los activistas han tratado de articular el potencial radical del trabajo social. Mediante sus interrogantes crticos, estos pensadores han contribuido a la evolucin y, en ciertos casos, a la subversin del trabajo social. No obstante, con mucha frecuencia, los trabajadores sociales tienen dificultades para llevar a la prctica un compromiso activista, y el distanciamiento entre teora y prctica ha aumentado de manera considerable, a pesar de las apelaciones a la praxis que se hacen en gran parte de la bibliografa contempornea sobre trabajo social. En vez de ser algo que ayude a los trabajadores sociales a comprender y desarrollar la prctica, a menudo la teora se contempla como algo autoritario y esotrico, en el peor de los casos y, en el mejor, como un aadido a la prctica, en vez de cmo un elemento til para la misma. La aventura que emprendo con este

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    libro consiste en demostrar las oportunidades que proporcionan los desarrollos tericos recientes en relacin con diferentes formas de pensar y de hacer un trabajo social progresista (p. 11).

    Como podemos apreciar, lo que la autora busca es colocar dentro del arco progresista y crtico al Trabajo Social pos estructural y uno podra leer todo el texto en esta clave. De all que el ndice refleje estos caminos, ya que se abre con los retos de nuestro tiempo para el Trabajo Social, discute nuestra herencia y la naturaleza de nuestro presente:

    En este punto de la historia del trabajo social crtico, el centro de atencin de este libro es importante. La entrada de un nuevo milenio es un buen momento para que los trabajadores sociales crticos reflexionen sobre la herencia transmitida mediante los impulsos tericos y prcticos que han fomentado la aparicin de unos enfoques prcticos activistas en la segunda mitad del siglo XX. Tambin constituye una oportunidad de evaluar las trascendentales controversias que acosan en la actualidad a los trabajadores sociales comprometidos con el cambio social progresista (p. 11).

    Es interesante el diagnstico social que acompaa el argumento del texto ya que para ello las espectaculares transformaciones socioeconmicas que se ha producido en el mbito internacional en las ds ltimas dcadas configuran un panorama muy diferente para el trabajo social con respecto a las teoras prcticas crticas que destacaron por primera vez en los aos sesenta. La masiva agitacin social y econmica que acompaa la globalizacin y el abandono a gran escala del estado de bienestar significan la desaparicin de las certezas sobre la oferta bsica de servicios sociales, y son pocas las posibilidades de una reorganizacin progresiva de los servicios de bienestar. De hecho, quienes, desde hace mucho tiempo, vienen criticando el estado de bienestar contemplan ahora con nerviosismo el desmantelamiento y la reestructuracin de un estado de bienestar reducido a la mnima expresin (p. 12).

    Dentro de este escenario, critica duramente el lenguaje del gerencialismo, que se introdujo por primera vez en el discurso sobre el bienestar en la dcada de los setenta, ha logrado ejercer su influencia (DAVIES, 1990). La terminologa que alude a la produccin escasa, la reingeniera, la escisin entre comprador y proveedor, las entradas y las salidas constituye, en la actualidad, una jerga corriente

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    en la organizacin de los servicios sociales, hasta el punto de que quiz no sea exagerado decir que ha llegado el estado de McWelfare! (p. 12).

    Asimismo, es enftica en iluminar cmo la funcin de los trabajadores sociales se ha simplificado a medida que su papel ha ido reducindose al mnimo y a la gestin de los casos de los usuarios de los servicios. Como observa Parton (1994), escribiendo desde la perspectiva del contexto britnico: a los trabajadores sociales, reconvertidos en gestores asistenciales, se les exige que acten como coordinadores de paquetes asistenciales para las personas interesadas (p. 12).

    Es justamente de este diagnstico de funcionalizacin y de degradacin de sentido del Trabajo Social que Healy levanta polmicamente el considerar que en las teoras post estructurales, especialmente en Foucault, existe una fuente terica que podra ser una aporte a las discusiones sobre separacin de teora y praxis, as como el entender de otro modo el punto de inflexin de la crtica. Haciendo una apuesta osada sostiene que el espritu de la crtica en la actualidad estara ms cerca de estas posiciones que una cierta ortodoxia estructural, inclusive dentro del propio marxismo. Es decir, le concede un peso mayor a la carga de estructuralismo que el pensamiento tenga, y en la media que ella sea acentuada, la tornara ms ortodoxa, pero no necesariamente ms crtica. En sus propias palabras:

    A pesar de la oposicin de muchos trabajadores sociales crticos a las perspectivas postestructurales, resulta cada vez ms difcil ignorar los retos que se lanzan por medio de ellas. Es fcil ser pesimistas cuando las certezas que guiaron el activismo sirven pocoo ante los retos a los que nos enfrentamos. Sin embargo, creo que hay cierta base, muy limitada, para el optimismo. Cuando las afirmaciones de verdad y los grandes planes de trabajo social crtico ceden la fuerza de los retos polticos y tericos, surgen nuevas orientaciones. Algunas resultan claramente poco prometedoras cuando se desciende al abismo de un estado de bienestar postfordista, en el que la funcin del trabajo social se reduce a atender a minucias y poner parches, sin esperanza de un maana mejor. Sin embargo, al mismo tiempo, las pruebas que se plantean al final del presente siglo pueden llevar a los activistas a un nuevo pragmatismo, centrado en propuestas locales, contextuales, y modestas para modificar la actividad. A pesar de las criticas de los activistas respecto al carcter y al lenguaje esotrico del postestructuralismo, los elementos crticos de esta escuela invitan a reexaminar los problemas prcticos a los que se enfrentan los trabajadores sociales y los usuarios de los servicios, en relacin con los problemas locales del poder, la identidad y los procesos de cambio, y este libro pretende exponer estas posibilidades (p. 13).

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    Como es posible observar su estrategia es clara. Su obra consiste en proponer dos partes. En la primera, revisa las premisas, con frecuencia no expresadas aunque tambin indiscutidas, de las que depende el trabajo social crtico, y las consecuencias de estas estrategias para representar y realizar la prctica del trabajo social. La segunda parte de la estrategia supone reexaminar las posibilidades y limitaciones de las tericas crticas postestructurales para reflexionar de modo diferente sobre el poder, la identidad y el cambio de la prctica.

    En esto hay una propuesta que cambia la concepcin y efectivamente coloca un cambio en el espectro y el horizonte del Trabajo Social contemporaneo: Healy redefine la denominacin de trabajo social crtico, dndole cabida en l a un Trabajo Social postestructural:

    Hay un amplio conjunto de modelos que pueden considerarse crticos: trabajo social antirracista y multicultural; trabajo social antiopresor y antidiscriminativo; trabajo social feminista; diversas ramas de trabajo comunitario; trabajo social marxista; trabajo social radical; trabajo social estructural. A pesar de las diferencias significativas y, en ciertos casos, de los antagonismos entre estos modelos, los enfoques del trabajo social crtico comparten una orientacin hacia la transformacin social radical (p. 13-14).

    En este libro, por tanto, el objetivo de la autora consiste en contribuir a la reorganizacin y la diversificacin de las ideas y prcticas del trabajo social critico. Con el fin de alcanzar esta meta, ella desmantela algunas de las posturas que se han elaborado acerca de lo que es trabajo social critico. Esto no slo es una tarea difcil a causa de las complejidades del trabajo social progresista en la sociedad contempornea, sino tambin por la categora, con frecuencia no manifestada y, sin embargo incuestionable, de muchas de las afirmaciones fundamentales de verdad del trabajo social critico. Como ella misma plantea:

    Es sorprendente que, mientras que los trabajadores sociales activistas fustigan el trabajo social ortodoxo y se muestran profundamente autocrticos sobre sus propias relaciones con los consumidores de servicios sociales, sigue en pie una confianza asombrosa en el potencial emancipador de los modelos crticos de practica (p. 14).

    Al reflexionar sobre el trabajo social critico, ella elabora la proposicin de que dicho trabajo, tal como est configurado en la actualidad, margina las dimensiones

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    del trabajo social activista. Mientras que los modelos crticos en los que se basan los activistas dan paso a visiones que son importantes para los trabajadores sociales, a menudo dejan poco espacio para poner de manifiesto las contradicciones, las incertidumbres, la variabilidad contextual dentro de los contextos de la prctica activista y las demandas especificas relacionadas con la practica del trabajo social sobre todo en ambientes convencionales. La reduccin al silencio de las caractersticas locales de la prctica no es un descuido, sino, ms bien, un hecho inherente a las formas de representar la prctica del trabajo social y los procedimientos de prctica del trabajo social crtico (p.15).

    Llegados a este punto, Healy realiza su propia apuesta conceptual:

    Las teoras crticas postestructurales pueden tener una intervencin importante para destacar y desestabilizar las ortodoxias que se han convertido en caractersticas indiscutidas de los modernos discursos de la prctica critica. Al hacer hincapi en lo local y lo contextual, la terica critica postestructural puede comenzar la organizacin de las tericas practicas criticas desestabilizando la oposicin entre totalidad social, donde se supone que estn las causas y las soluciones de los problemas sociales, y las localidades en las que se lleva a cabo el trabajo social real. Este trabajo desestabilizador puede ayudar a los trabajadores sociales a extender y diversificar lo que se considere cambio social y, por tanto, lo que pueda calificarse como prcticas de trabajo social critico (p. 16).

    Asimismo, deja claro las brechas entre postestructuralismo y posmodernismo:

    Al analizar la relevancia de la teora post contempornea para el trabajo social, me refiero sobre todo a la obra de Foucault y de las feministas radicales postestructurales, ms que a otros autores ms ligados a ese movimiento denominado postmodernismo. La razn de esta orientacin es que el trabajo de estos autores postestructurales proporciona unas herramientas tiles para la desestabilizacin y reorganizacin de las teoras del trabajo social, sin perder la orientacin hacia unas practicas polticas progresistas (p. 17).

    En el texto los trminos postmodenismo y postestructuralismo se utilizan consecuentemente de forma distinta, haciendo entre ellos claras diferencias. Incluso la autora hace una revisin de estas semejanzas y diferencias, con el fin de alertar al lector sobre la orientacin adoptada en su libro. Recordando al propio Foucault,

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    Healy seala que: No comprendo qu clase de problema es comn a las personas que llamamos postmodernas y postestructurales. No obstante, hay algunos temas comunes que delimitan las ideas postmodernas respecto a las relacionadas con el postestructuralismo (p. 17).

    Ahora bien, ambas escuelas de pensamiento discuten las grandes construcciones narrativas de la modernidad, sobre todo los intentos de explicar y transformar el todo social. Sin embargo, la base de la crtica difiere entre ambas, Por una parte, los post modernistas estn desilusionados con la modernidad. Lyotard (1984) contrasta las llamadas de la ilustracin al perfeccionamiento humano con la violencia y las opresiones que se han producido en el nombre del progreso. Es ms, los autores postmodernos dicen que las condiciones contemporneas de cambio y agitacin constantes exceden la capacidad de comprensin o de accin directa de las grandes teoras de la modernidad (BAUMAN, 1992 apud HEALY, 2001, p.17). Las teoras postmodernas se fundan en la afirmacin de que las condiciones contemporneas de transformacin son tan fundamentales que hay que dar nombre a las nuevas condiciones y desarrollar nuevas formas culturales con el fin de entender y comprometerse con estos tiempos inseguros (KENWAY, p.121, apud HEALY, 2001, p.17).

    Sin embargo, entre ellas hay una distincin fundante. La teora post estructural cuestiona al fracaso de los discursos sociales y polticos contemporneos para aceptar el poder constitutivo del lenguaje. Los post estructalistas se muestran especialmente crticos frente a los aspectos humanistas del pensamiento de la ilustracin, que se basan en unos supuestos sobre la coherencia de la identidad individual y que se colocan a los humanos como momento central para determinar el curso de la historia. Butler (1995) distingue de este modo entre el postmodernismo y el post estructuralismo: Hay una diferencia entre las posturas del postestructuralismo, que sostienen que nunca haya existido un tema, y las posturas postmodernas, que afirman que el tema en cuestin tuvo integralidad, pero ya no (p. 17).

    En pocas palabras, el problema de las formas modernas de entender las cosas es que dan demasiada prioridad a la accin individual como motor del cambio y prestan excesivamente poca atencin al poder de los discursos para configurar las realidades sociales que experimentamos. El nfasis post estructural e las propiedades constitutivas del lenguaje pondra en cuestin los supuestos clave, como las ideas de identidad y de cambio, en los que se han fundamentado las teoras modernistas del trabajo social, fuesen conservadoras o radicales. Tambin muestra otra diferencia:

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    A pesar de su profundo escepticismo respecto al humanismo, las teoras post estructurales han adoptado una postura menos despreciativa que los post modernistas frente a los ideales de la accin autnoma y las posibilidades de formas progresistas de cambio social de la ilustracin. Foucault sostiene que uno no tiene que estar a favor o en contra de la ilustracin..uno tiene que rechazar todo lo que pueda presentarse en forma de alternativa simplista o autoritaria. En este contexto, el quid de la cuestin est en interrogar y diversificar los enfoques del cambio progresista, en vez de en abdicar por completo de estos ideales. En contraste con las grandes y utpicas visiones que han servido de base para las teoras activistas de trabajo social, el post estructuralismo muestra unos enfoques del cambio social que son endogmicos, pragmticos, flexibles y sensibles al contexto, y que exigen que los activistas adopten una actitud crticamente auto reflexiva frente a los efectos de sus ideales emancipadores. Si puede hablarse de una meta de la poltica emancipadora post estructural, sta consiste en la creacin de las condiciones para el dialogo y la controversia. Yeatman (1994) dice: el estado ideal no es la superacin de la dominacin de una vez por todas, sino unas formas imaginativas y creativas de resistencia positiva a los diversos tipos de dominacin (p. 18).

    Una afirmacin en la que se basa este libro es que los trabajadores sociales crticos, como los ortodoxos a quienes critican, estn encerrados al dinamismo y la diversidad de prcticas de trabajo social. Los intentos de los trabajadores sociales ortodoxos y radicales por localizar la esencia del trabajo social dejan de lado la posibilidad de que no exista tal cosa como un trabajo social independiente de los contextos en los que se lleva a cabo.

    Ahora bien, la autora es conciente de la desconfianza que el postestructuralismo causa en muchos trabajadores sociales:

    muchos estn preocupados por las consecuencias nihilistas y conservadoras de las filosofas postestructurales. Cuestionan la utilidad del postestructuralismo, basn-dose en que ofrece pocas verdades o directrices para la prctica y amenaza con destruir los ideales emancipadores que han constituido los fundamentos del trabajo social critico. No consigue proporcionar un marco de referencia para una prctica progresista porque es incapaz de especificar posibles mecanismos de cambio yde manifestar por qu es mejor cambiar que no cambiar (PARTON, 1994b, p. 110, apud. HEALY, 2001, p.19).

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    Y, desde ya la propia autora toma una cierta distancia de la adopcin directa y un poco enceguecida:

    la utilizacin de la teora postestructural que propongo no supone la adopcin directa de estas perspectivas. Aprovecho, en cambio, las oportunidades que ofrece el postestructuralismo para desestabilizar las afirmaciones de verdad acerca de lo que sea el trabajo social, sobre todo de lo que se interpreta como practicas emancipadoras, de manera que pueda seguir un conjunto diverso de prcticas progresistas. Mi principal centro de atencin consiste en la extensin del trabajo social y, de acuerdo con esta orientacin, es necesario preguntarse tambin por las limitaciones de la teora postestructural con respecto a la prctica del trabajo social (p. 19).

    Por lo tanto, ella va a examinar la disonancia entre las teoras de la emancipacin y de las prcticas del trabajo social, incluida la prctica crtica.

    Son muchos los daos que, para los trabajadores sociales, se derivan de esta falta de teoras basadas en la prctica y relevante para la misma; y no es menos importante la virtual carencia de conocimientos formales sobre la prctica progresista en contextos convencionales de prctica y sobre las operaciones de poder incluso en los lugares de prctica activista. En cambio, el anlisis que se lleva a cabo en este libro se desarrolla, en parte, dentro de los contextos concretos de prctica. Pretendo utilizar la prctica para interrogar a la teora y viceversa (p. 20).

    Al poner de manifiesto algunas limitaciones de las teoras emancipadoras sobre la prctica del trabajo social, incluido el propio post estructuralismo, Healy abre el canon crtico a las complejidades y contingencias de las prcticas de trabajo social. Pienso que lo ms interesante del texto no es si los lectores compartimos las apuestas y las formas en que la autora va seleccionando, separando, diferenciando una cosa de la otra, sino que su anlisis, incluso para los que como yo, nos situamos claramente en otro enfoque, nos pone al frente un texto agudo, un reto hacia nuestra propia forma de debatir. Ella lo sostiene con claridad: En consecuencia, pretendo contribuir a la transformacin de lo que, a menudo, es un monologo, al menos, dos conversaciones independientes, en un intercambio ms dinmico(p. 21).

    Es desde all, que este me parece un texto interesante, polmico, que nos instala en una duda razonable hacia la forma de concebir el propio universo del Trabajo Social contemporneo. Esto es especialmente importante porque en

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    el caso del siglo XXI, los trabajadores sociales crticos nos enfrentamos a unos retos trascendentales.

    los sueos de un futuro mejor, en los que se basan los movimientos sociales contemporneos y la prctica critica del bienestar, se convierten en pesadillas para quienes dicen que van a liberar. Como trabajadores sociales progresistas, no podemos ignorar la necesidad de cambios estructurales importantes. Sin embargo, para evitar las prcticas totalizadoras y autoritarias a las que han llevado los grandes planes de la modernidad, debemos aprender a celebrar unas victorias, aparentemente menores y locales, que favorecen a los marginados. Por lo menos, las visiones y las teoras post exigen la reevaluacin de los cambios locales, diferencindolos y, desde luego, no infravalorndolos con respecto a las aspiraciones de transformacin total que desde hace mucho tiempo han guiado la crtica. Los trabajadores sociales crticos no estn de acuerdo con el rumbo que deben tomar, y algunos muestran cierta desesperanza al respecto. En este libro, pretendo abrir el trabajo social crtico a diversas orientaciones que puedan tomar las teoras crticas postestructurales y, de ese modo, ayudar a reflexionar sobre las posibilidades de prcticas progresistas en el nuevo milenio (p. 23).

    Por ltimo, no tengo duda del carcter polmico del texto, justamente porque remueve, muchas veces en una forma y desde teoras que no comparto, esa cierta base monoltica de ortodoxia que ha existido y existe en diversas perspectivas del Trabajo Social actual. Tal vez lo que yo encuentro ms peligroso del momento presente es una cierta ceguera totalizante que, incluso a nivel de formaciones ms avanzadas como un doctorado, sencillamente desconocen estos debates. Si por un entusiasmo desbocado yo comienzo a confundir mis propias apuestas con el universo disciplinar, poco a poco se olvidan justamente las razones de lucha por la hegemona que conlleva una argumentacin y un debate con un universo amplio. Sea cual sea el enfoque que uno comparta, no puede reducir el Trabajo Social al pensamiento propio. Por ese camino no slo se disuelve el pensamiento propio sino el propio sentido crtico del Trabajo Social. De all que este texto sea en esos debates, un imprescindible.

    Notas1 Karen Healy es profesora de Trabajo Social en la Universidad de Sydney, Australia y el libro tuvo

    su primera aparicin inglesa por Sage Publications of London en el 2000

    Recebido em setembro de 2010, aceito para publicao em novembro de 2010.

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