optar por una comida saludable -...

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Lu 20: Ez 24, 15-24; [Sal] Deut 32, 18-21; Mt 19, 16-22. O bien (LS): Ecli 15, 1-6; Sal 118, 9-14; Jn 17, 1. 20-26. San Bernardo, abad y d. (MO) Ma 21: Ez 28, 1-10; [Sal] Deut 32, 26-28. 30. 35-36; Mt 19, 23-30. O bien (LS): 1Tes 2, 2-8; Sal 88, 2-5. 21-22. 25. 27; Jn 21, 1. 15-17. San Pío X, pa. (MO) (Sta. Graciela) Mi 22: Ez 34, 1-11; Sal 22, 1-6; Mt 19, 30—20, 16. O bien (LS): Is 9, 1-6; Sal 112, 1-8; Lc 1, 26-38. La Santísima Virgen María, Reina (MO) Ju 23: Ez 36, 23-28; Sal 50, 12-15. 18-19; Mt 22, 1-14. (S. Donato) Vi 24: Apoc 21, 9-14; Sal 144, 10-13. 17-18; Jn 1, 45-51. SAN BARTOLOMÉ, ap. (F) Sá 25: Ez 40, 1. 3; 43, 1-7; Sal 84, 9-14; Mt 23, 1-12. San Luis (ML). San José de Calasanz, p. (ML) Do 26: 21° durante el año Jos 24, 1-2. 15-18; Sal 33, 2-3. 16-23; Ef 5, 21-33; Jn 6, 60-69. (Sta. Teresa de Jornet/ S. César) DIOS NOS HABLA CADA DÍA hambre? es una de las preguntas que caben este fin de semana y de la mano de ella me atrevo a preguntar: ¿Cómo estoy saciando mi hambre? El libro de los Proverbios nos invita a gozar un banquete y Jesús en el evangelio se nos ofrece como alimento. Haciendo una comparación con el maná que cayó del cielo en tiempos de Moisés, Jesús se nos ofrece como el alimento que viene del cielo, que da vida no solo a nosotros sino a todo el mundo. Esta es una vida que no se agota e incluso nos transporta a la eternidad. Comer a Jesús es entrar en comunión con él, es comulgar con su amor que sacia nuestras hambres (sana heridas, per- dona miserias, da sentidos nuevos…). Él permanece en nosotros de una manera muy íntima, tierna y desafiante, llenando todos los espacios y, al mismo tiempo, nos transporta hacia él, estando en su permanente y atenta preocupación. El pan que da vida no es para ser consumido sino para ser compartido. Comer de Jesús, comer su Carne y beber su Sangre, es entrar en su dinamismo de entrega para la vida del mundo. Es decir, que la comunión con él nos impulsa a salir de nosotros mismos para entregar nuestra existencia para la vida del otro. Es tentador querer satisfacernos a nosotros mismos; cuando nos pasa esto, por lo general engorda nuestro orgullo. Solo cuando es compartida, nuestra vida adquiere sentido y llena. Saciando el hambre del otro es que saciaremos nuestra propia hambre. Al comulgar con la vida de Jesús y su proyecto tendremos vida plena. COMISIóN NACIONAL DE LITURGIA “Eso te hace engordar, pero no te alimenta”, nos dijeron cuando joven. Hoy está de moda la comida saludable versus la comida chatarra; esta, en vez de dar vida, termina trayendo riesgos para la salud. A propósito de las lecturas de este fin de semana y de la proximidad del Congreso Eucarístico, es oportuno preguntarnos: ¿De qué nos alimentamos? y ¿cómo lo hacemos para saciar el hambre de nuestra existencia y no solo la de nuestro cuerpo? Cuando a mediodía uno siente un aroma rico, se le abre el apetito y aparecen las ganas de comer. Al ir recorriendo los senderos de la vida, en el compartir con otros, al despertar en la mañana, en los momentos de soledad, después de un desencuentro con alguien importante o en una noche de desvelo, aparecen con claridad o confusión diversas hambres. Hambres de compañía, de comprensión, de justicia, de paz, de ser valorado, querido, o de sentido. Todos tenemos hambre de algo. ¿De qué tengo “El Domingo, día del Señor”. Semanario Litúrgico. Con las debidas licencias. Importante: Este subsidio no sustituye el uso de los libros litúrgicos. Editor: Pía Sociedad de San Pablo. Director: Jorge Bruera, ssp. Dirección, redacción y administración: Avda. L. B. O’Higgins 1626, Santiago Centro - Tel.- 227200300 E-mail: [email protected] - ISSN: 0717-4896 - www.sanpablochile.cl Impresor: Graficandes. Tel.- 227733605 - Sto. Domingo 4593, Quinta Normal. Año XLIII, Nº 2.279 20º durante el año. 19 de agosto de 2018 EL DOMINGO JULIO - AGOSTO 2018 00200728 Optar por una comida saludable ¿Jesucristo no se presenta a los suyos sin llagas; precisamente desde sus llagas es donde Tomás puede confesar la fe. Estamos invitados a no disimular o esconder nuestras llagas. Una Iglesia con llagas es capaz de comprender las llagas del mundo de hoy y hacerlas suyas, sufrirlas, acompañarlas y buscar sanarlas. Una Iglesia con llagas no se pone en el centro, no se cree perfecta, sino que pone allí al único que puede sanar las heridas y tiene nombre: Jesucristo. La conciencia de tener llagas nos libera; sí, nos libera de volvernos autorreferenciales, de creernos superiores. Nos libera de esa tendencia «prometeica de quienes en el fondo sólo confían en sus propias fuerzas y se sienten superiores a otros por cumplir determinadas normas o por ser inquebrantablemente fieles a cierto estilo católico propio del pasado». En Jesús, nuestras llagas son resucitadas. Nos hacen solidarios; nos ayudan a derribar los muros que nos encierran en una actitud elitista para estimularnos a tender puentes e ir a encontrarnos con tantos sedientos del mismo amor misericordioso que sólo Cristo nos puede brindar. «¡Cuántas veces soñamos con planes apostólicos expansionistas, meticulosos y bien dibujados, propios de generales derrotados! Así negamos nuestra historia de Iglesia, que es gloriosa por ser historia de sacrificios, de esperanza, de lucha cotidiana, de vida deshilachada en el servicio, de constancia en el trabajo que cansa, porque todo trabajo es sudor de nuestra frente». Veo con cierta preocupación que existen comunidades que viven arrastradas más por la desesperación de estar en cartelera, por ocupar espacios, por aparecer y mostrarse, que por remangarse y salir a tocar la realidad sufrida de nuestro pueblo fiel. Papa Francisco Encuentro con los sacerdotes, religiosos/as, consagrados/as y seminaristas. Viaje apostólico a Chile, enero de 2018 Viaje apostólico a Chile, enero de 2018 Recíbela en tu domicilio Tel.: 227200300/328 - Fax: 226728469 [email protected] www.sanpablochile.cl Suscripciones

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Lu 20: Ez24,15-24;[Sal]Deut32,18-21;Mt19,16-22. Obien(LS):Ecli15,1-6;Sal118,9-14;Jn17,1.20-26. San Bernardo, abad y d. (MO) Ma21: Ez28,1-10;[Sal]Deut32,26-28.30.35-36;Mt19, 23-30.Obien(LS):1Tes2,2-8;Sal88,2-5.21-22.25. 27;Jn21,1.15-17. San Pío X, pa. (MO)(Sta.Graciela)Mi22: Ez34,1-11;Sal22,1-6;Mt19,30—20,16.Obien(LS): Is9,1-6;Sal112,1-8;Lc1,26-38. La Santísima Virgen María, Reina (MO)Ju23: Ez36,23-28;Sal50,12-15.18-19;Mt22,1-14. (S.Donato)Vi24: Apoc21,9-14;Sal144,10-13.17-18;Jn1,45-51. SAN BARTOLOMÉ, ap. (F)Sá25: Ez40,1.3;43,1-7;Sal84,9-14;Mt23,1-12. San Luis (ML). San José de Calasanz, p. (ML)Do26: 21° durante el año

Jos24,1-2.15-18;Sal33,2-3.16-23;Ef5,21-33; Jn6,60-69. (Sta.TeresadeJornet/S.César)

DIOS NOS HABLA CADA DÍA

hambre? es una de las preguntas que caben este fin de semana y de la mano de ella me atrevo a preguntar: ¿Cómo estoy saciando mi hambre?

El libro de los Proverbios nos invita a gozar un banquete y Jesús en el evangelio se nos ofrece como alimento. Haciendo una comparación con el maná que cayó del cielo en tiempos de Moisés, Jesús se nos ofrece como el alimento que viene del cielo, que da vida no solo a nosotros sino a todo el mundo. Esta es una vida que no se agota e incluso nos transporta a la eternidad.

Comer a Jesús es entrar en comunión con él, es comulgar con su amor que sacia nuestras hambres (sana heridas, per-dona miserias, da sentidos nuevos…). Él permanece en nosotros de una manera muy íntima, tierna y desafiante, llenando todos los espacios y, al mismo tiempo, nos transporta hacia él, estando en su permanente y atenta preocupación.

El pan que da vida no es para ser consumido sino para ser compartido. Comer de Jesús, comer su Carne y beber su Sangre, es entrar en su dinamismo de entrega para la vida del mundo. Es decir, que la comunión con él nos impulsa a salir de nosotros mismos para entregar nuestra existencia para la vida del otro. Es tentador querer satisfacernos a nosotros mismos; cuando nos pasa esto, por lo general engorda nuestro orgullo. Solo cuando es compartida, nuestra vida adquiere sentido y llena. Saciando el hambre del otro es que saciaremos nuestra propia hambre. Al comulgar con la vida de Jesús y su proyecto tendremos vida plena.

Comisión naCional de liturgia

“Eso te hace engordar, pero no te alimenta”, nos dijeron cuando joven. Hoy está de moda la comida saludable versus la comida chatarra; esta, en vez de dar vida, termina trayendo riesgos para la salud. A propósito de las lecturas de este fin de semana y de la proximidad del Congreso Eucarístico, es oportuno preguntarnos: ¿De qué nos alimentamos? y ¿cómo lo hacemos para saciar el hambre de nuestra existencia y no solo la de nuestro cuerpo?

Cuando a mediodía uno siente un aroma rico, se le abre el apetito y aparecen las ganas de comer. Al ir recorriendo los senderos de la vida, en el compartir con otros, al despertar en la mañana, en los momentos de soledad, después de un desencuentro con alguien importante o en una noche de desvelo, aparecen con claridad o confusión diversas hambres. Hambres de compañía, de comprensión, de justicia, de paz, de ser valorado, querido, o de sentido. Todos tenemos hambre de algo. ¿De qué tengo

“El Domingo, día del Señor”. SemanarioLitúrgico.Conlasdebidaslicencias.Importante: Este subsidio no sustituye el uso de los libros litúrgicos.Editor:PíaSociedaddeSanPablo.Director:JorgeBruera,ssp.Dirección, redacción y administración:Avda.L.B.O’Higgins1626,SantiagoCentro-Tel.-227200300E-mail:[email protected]:0717-4896-www.sanpablochile.clImpresor:Graficandes.Tel.-227733605-Sto.Domingo4593,QuintaNormal.

AñoXLIII,Nº2.27920ºduranteelaño.19deagostode2018

ELDOMINGOJULIO-AGOSTO2018

00200728

Optar por una comida saludable

¿Jesucristo no se presenta a los suyos sin llagas; precisamente desde sus llagas es donde Tomás puede confesar la fe. Estamos invitados a no disimular o esconder nuestras llagas. Una Iglesia con llagas es capaz de comprender las llagas del mundo de hoy y hacerlas suyas, sufrirlas, acompañarlas y buscar sanarlas. Una Iglesia con llagas no se pone en el centro, no se cree perfecta, sino que pone allí al único que puede sanar las heridas y tiene nombre: Jesucristo.

La conciencia de tener llagas nos libera; sí, nos libera de volvernos autorreferenciales, de creernos superiores. Nos libera de esa tendencia «prometeica de quienes en el fondo sólo confían en sus propias fuerzas y se sienten superiores a otros por cumplir determinadas normas o por ser inquebrantablemente fieles a cierto estilo católico propio del pasado».En Jesús, nuestras llagas son resucitadas. Nos hacen solidarios; nos ayudan a derribar los muros que nos encierran en una actitud elitista para estimularnos a tender puentes e ir a encontrarnos con tantos sedientos del mismo amor misericordioso que sólo Cristo nos puede brindar. «¡Cuántas veces soñamos con planes apostólicos expansionistas, meticulosos y bien dibujados, propios de generales derrotados! Así negamos nuestra historia de Iglesia, que es gloriosa por ser historia de sacrificios, de esperanza, de lucha cotidiana, de vida deshilachada en el servicio, de constancia en el trabajo que cansa, porque todo trabajo es sudor de nuestra frente». Veo con cierta preocupación que existen comunidades que viven arrastradas más por la desesperación de estar en cartelera, por ocupar espacios, por aparecer y mostrarse, que por remangarse y salir a tocar la realidad sufrida de nuestro pueblo fiel.

Papa FranciscoEncuentro con los sacerdotes, religiosos/as, consagrados/as y seminaristas.

Viaje apostólico a Chile, enero de 2018

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Ciclo A - Color Verde eternamente, y el pan que Yo daré es mi carne para la Vida del mundo». Los judíos discutían entre sí, diciendo: «¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?». Jesús les respondió: «Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y Yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y Yo en él. Así como Yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente». Jesús enseñaba todo esto en la sinagoga de Cafarnaúm.

Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión¿De qué tengo hambre? ¿Dónde busco saciarla? ¿Jesús, su palabra, su voluntad, es mi alimento? ¿Quién tiene hambre de mí?

6. Oración UniversalM. Oremos a Dios, nuestro Padre, que nos regala el Pan vivo bajado del cielo. Oremos diciendo:

R. Danos, Señor, tu Pan de Vida.

1. Haz que la vida de nuestra Iglesia, sus comunidades, ministros, se ofrezcan para la vida del mundo. Oremos… R.

2. Haz que los chilenos compartamos nuestras vidas para saciar el hambre de todos lo que llegan a vivir junto a nosotros. Oremos… R.

3. Haz, Señor, que tu Hijo pueda saciar el hambre que tenemos regalándonos una vida plena. Oremos… R.

4. Haz, Señor, que la vida de los que sufren hambre en nuestro lado puedan encontrar una nueva esperanza. Oremos… R.

(Se pueden agregar otras peticiones de la comunidad)

M. Padre, que te dignas alimentarnos con el sacramento del Cuerpo y Sangre de tu Hijo, escucha nuestra plegaria y concédenos lo que te hemos pedido con fe. Por Jesucristo nuestro Señor.

Alabanza y Preparación a la ComuniónPara las Asambleas Dominicales en Ausencia del Presbítero (ADAP) y la Comunión a los Enfermos.

M. Al Padre, que nos llama a participar en el banquete de la alegría y la vida, alabémoslo diciendo:

R. ¡Bendito seas por tu Hijo, Pan de Vida eterna!

1. Padre, te alabamos por regalarnos la vida plena a través de tu Hijo. R.

2. Pan vivo bajado del cielo, te alabamos por tu entrega portadora de vida para el mundo. R.

3. Espíritu de amor, te alabamos porque nos regalas la vida de Jesús y nos impulsas a la entrega generosa. R.

M. Con el Espíritu que llena nuestro corazón y clama en nosotros “¡Abbá, Padre!”, digamos con confianza la oración de los hijos de Dios: Padre nuestro…

Sugerencias de cantosQue alegría cuando me dijeron/ Hacia ti morada santa/ Vengan a Él/ Juntos nos acercamos/ Hambre de Dios (No podemos caminar con hambre bajo el sol)/ El Señor nos da su amor/ Danos siempre de ese pan/ Yo soy el pan de Vida (Y Yo le resucitaré)/ Milagro de amor.

hombre que ama la vida y desea gozar de días felices? R.

Guarda tu lengua del mal, y tus labios de palabras mentirosas. Apártate del mal y practica el bien, busca la paz y sigue tras ella. R.

4. Segunda Lectura Ef 5, 15-20

La participación del banquete puede correr el riesgo de los excesos. Escuchemos al Apóstol corrigiendo a la comunidad de Éfeso.

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso. Hermanos: Cuiden mucho su conducta y no procedan

como necios, sino como personas sensatas que saben aprovechar bien el momento presente, porque estos tiempos son malos. No sean irresponsables, sino traten de saber cuál es la voluntad del Señor. No abusen del vino que lleva al libertinaje; más bien, llénense del Espíritu Santo. Cuando se reúnan, reciten salmos, himnos y cantos espirituales, cantando y celebrando al Señor de todo corazón. Siempre y por cualquier motivo, den gracias a Dios, nuestro Padre, en nombre de nuestro Señor Jesucristo.

Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.

Aclamación al Evangelio Aleluia. «El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y Yo en él», dice el Señor. Aleluia.

5. Evangelio Jn 6, 51-59

Jesús se nos ofrece como verdadera comida que sacia de verdad nuestra hambre, dándonos una vida plena. Proclamemos la Buena Noticia de hoy.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan. Jesús dijo a los judíos: «Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá

1. AmbientaciónYo soy el Pan vivo bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Hoy nos hemos congregado a comer de este Pan para acoger la vida que nos regala. Nos disponemos para acoger su Palabra y comulgar con su vida.

2. Primera Lectura Prov 9, 1-6

A los que no lo merecemos, el libro de los Proverbios nos invita a participar de un banquete. Escuchemos.

Lectura del libro de los Proverbios. La Sabiduría edificó su casa, talló sus siete columnas, inmoló sus víctimas, mezcló su vino, y

también preparó su mesa. Ella envió a sus servidoras a proclamar sobre los sitios más altos de la ciudad: «El que sea incauto, que venga aquí». Y al falto de entendimiento, le dice: «Vengan, coman de mi pan, y beban del vino que yo mezclé. Abandonen la ingenuidad, y vivirán, y sigan derecho por el camino de la inteligencia».

Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.

3. Salmo Sal 33, 2-3. 10-15

R. ¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!

Bendeciré al Señor en todo tiempo, su alabanza estará siempre en mis labios. Mi alma se gloría en el Señor; que lo oigan los humildes y se alegren. R.

Teman al Señor, todos sus santos, porque nada faltará a los que lo temen. Los ricos se empobrecen y sufren hambre, pero los que buscan al Señor no carecen de nada. R.

Vengan, hijos, escuchen: voy a ense-ñarles el temor del Señor. ¿Quién es el