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Comercio Internacional

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  • Quiz 1 Sobre el viejo tema de la Economa Poltica: Libre Cambio o Proteccionismo

    by Sebastian Galiani on 22 enero, 2012 En colaboracin con Gustavo Torrens (Washington University in St. Louis)

    Cuando hablamos de proteccionismo industrial es comn pensar en pases subdesarrollados y, especialmente, en los pases latinoamericanos durante el perodo de industrializacin por sustitucin de importaciones. Sin embargo, existen otros casos histricos de inters. Por ejemplo, durante la segunda mitad del siglo XIX la poltica comercial de Estados Unidos fue, en promedio, bastante proteccionista y adems fuertemente inestable, con gobiernos que suban significativamente los aranceles e introducan otras trabas a las importaciones, sucedidos por gobiernos que deshacan dichas medidas. Lo llamativo es que entre finales del siglo XIX y principios del XX toda esta discusin sobre el proteccionismo industrial prcticamente desapareci de la agenda poltica y Estados Unidos se transform en un impulsor del libre comercio (con excepcin del perodo de la crisis de 1930). Por qu surgieron presiones proteccionistas en Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XIX? Por qu las posiciones proteccionistas no se impusieron o no surgieron antes? Por qu estas presiones se esfumaron rpidamente a finales del siglo XIX?

    Economa Poltica

    En un trabajo reciente (Galiani, Schofield y Torrens 2010) desarrollamos un modelo de economa poltica que intenta responder estas preguntas. Quienes conocen algo ms de la literatura sobre comercio internacional, advertirn que la economa poltica de la poltica comercial ha sido un tema de inters desde los tiempos de Adam Smith y David Ricardo. Sin embargo, el foco de la literatura ms reciente (Grossman y Helpman 1994, 1996) ha estado ms en explicar los diferentes niveles de proteccin que reciben distintas industrias, mientras que nosotros estamos ms interesados en entender las diferencias en las polticas comerciales entre pases y la variabilidad de las mismas en el tiempo. Para ello reunimos un modelo econmico simple de una economa abierta y un modelo electoral probabilista.

    Modelamos la economa la Ricardo-Vinner. Es decir, tenemos dos sectores que producen bienes transables, cada uno utilizando un factor especfico y otro que puede moverse entre estos sectores. Por ejemplo, podemos pensar en un sector manufacturero que emplea capital y trabajo y un sector rural que emplea recursos naturales y trabajo. Adems suponemos que el sector rural es menos intensivo en trabajo. Siguiendo el trabajo de Galiani, Heyman y Magud (2009) tambin incorporamos un sector que produce bienes no transables utilizando un factor especfico. Por ejemplo, podemos pensar en un sector de servicios que emplea trabajo calificado. Este modelo sugiere la siguiente tipologa de estructuras productivas.

    Estructura I: Economa abundante en recursos naturales especializada: Se trata de economas con una fuerte ventaja comparativa en el sector primario y sin sector manufacturero o con un muy reducido sector manufacturero. En estas economas la poltica comercial no es una fuente de conflicto. Tanto los terratenientes como los trabajadores rurales y los trabajadores en el sector de servicios prefieren el libre comercio. Es posible que los impuestos al comercio exterior se empleen como mecanismo de recaudacin si no se dispone de otro ms eficiente.

    Estructura II: Economa abundante en recursos naturales diversificada: Se trata de economas con ventaja comparativa en el sector primario, pero con un sector manufacturero bastante desarrollado. En estas economas existe un particular balance de fuerzas. Los terratenientes y los trabajadores en el sector de servicios prefieren el libre comercio, mientras que los industriales y los trabajadores en el sector transable prefieren el proteccionismo.

    Estructura III: Economa industrializada: Se trata de economas con ventaja comparativa en la industria. En estas economas existe una amplia mayora que prefiere libre comercio (industriales, trabajadores en los transables y trabajadores en el sector servicios), excepto los terratenientes, quienes prefieren el proteccionismo.

    Modelamos la poltica utilizando un modelo electoral probabilista con candidatos heterogneos. Lo interesante de este modelo es que existe la posibilidad de que los candidatos no converjan a la misma plataforma electoral. Es decir, no es siempre cierto que ambos candidatos culminen, en equilibrio, implementado la misma poltica, como es el caso en el famoso modelo del votante mediano. La intuicin es que los candidatos que son percibidos por los votantes como menos competentes pueden tener incentivos a adoptar una plataforma ms radicalizada que sea muy bien vista por algn grupo de votantes con preferencias extremas. Pero lo realmente relevante es que la estructura econmica afecta

  • cun factible es que los candidatos converjan o no. De hecho, en una economa abundante en recursos naturales diversificada es ms difcil que los candidatos converjan que en las otras estructuras productivas. La razn es que si un candidato decide moverse del centro electoral siempre puede encontrar un grupo significativo de votantes bien dispuestos a escuchar su plataforma ms extrema. Por ejemplo, si propone librecambio ser bienvenido por los terratenientes y los trabajadores en el sector servicio. Esto es menos probable en las otras estructuras productivas porque los votantes alejados de la poltica media no existen o son un grupo minoritario.

    En el trabajo incorporamos dos elementos ms en el juego poltico. En primer lugar, los votantes no slo se interesan por la poltica comercial, sino tambin por otra dimensin que podemos interpretar como un bien pblico local. Esto es importante porque suele suceder que la poltica no es unidimensional. Adems no creemos que la poltica comercial haya sido la nica cuestin relevante en ninguna eleccin, aunque s ha sido uno de los temas clave en muchos casos. En segundo lugar, tambin consideramos la posibilidad de mecanismos no electorales para influir las decisiones polticas. En particular, permitimos que los distintos grupos sociales formen organizaciones que apoyan financieramente a los partidos durante las campaas electorales. Una vez que introducimos estos dos elementos sigue siendo cierto que en las estructuras I y III los candidatos tienden a proponer la misma poltica comercial, mientras en la estructura II los candidatos tienden a ofrecer distintas polticas comerciales. Sin embargo, ahora es perfectamente posible que en las estructuras I y III no haya convergencia y que los candidatos propongan distintos presupuestos. Por ejemplo, uno de los candidatos promete ms bienes pblicos para un grupo social y otro ms para otro grupo, pero ambos ofrecen esencialmente la misma poltica comercial. Dicho de otra forma, tenemos que en las estructuras I y II la poltica gira sobre cmo asignar el presupuesto pblico, mientras que en la estructura II es ms probable encontrar un partido que con un programa populista (proteccionismo y gasto pblico dirigido a los sectores populares) y otro partido con un programa conservador (librecambio y gasto dirigido a los ricos y la clase media).

    Estados Unidos

    Volvemos ahora al caso de Estados Unidos (ver Irwin 2003, 2006a y 2006b). Luego de la independencia los aranceles de importacin de Estados Unidos eran bastante bajos y el propsito principal de los mismos era financiar al gobierno y no proteger a la industria. Entre 1790 y 1820 se aumentaron los aranceles, pero principalmente para financiar la guerra de 1812. Pero a partir de 1820 el panorama cambi. Primero, comenz a emerger un incipiente proceso de industrializacin en los Estados Unidos. Segundo, la industrializacin del Reino Unido increment significativamente la demanda de materias primas producidas en Estados Unidos, tales como el algodn. As, el Norte comenz a producir manufacturas que competan con las importaciones britnicas y favoreca polticas proteccionistas, mientras que el Sur se especializ en exportar algodn y favoreca el libre comercio. Entre 1820 y 1830 el Norte logr imponer incrementos en las tarifas aduaneras, pero entre 1830 y la guerra civil, el Sur apoyado por el Este que comenzaba a exportar granos, logr que el Congreso deshiciera estos incrementos tarifarios. Durante la guerra civil los aranceles aduaneros volvieron a incrementarse con el doble propsito de financiar la guerra y proteger a la industria de las importaciones. Luego de la guerra civil, los republicanos abrazaron con mayor fuerza el proteccionismo que empujaban los industriales del Norte, mientras que los demcratas defendan los intereses agrarios del Sur y Este y, por lo tanto, proponan la eliminacin de todos los aranceles. En este perodo cada vez que un presidente Republicano lleg a la casa blanca intent subir las tarifas aduaneras, mientras que lo contrario sucedi cada vez que la presidencia fue ocupada por un Demcrata. Estas tensiones llegaron a su pico en la campaa electoral de 1896 cuando William McKinley (Republicano) venci a William Jennings Bryan (Demcrata). McKinley era conocido como el Napolen del proteccionismo y bas buena parte de su campaa electoral en promover medidas proteccionistas. Creemos que nuestro modelo captura muy bien este equilibrio poltico. En el siglo XIX Estados Unidos pas a ser una economa abundante en recursos naturales, pero diversificada con un importante y creciente sector manufacturero que competa con las importaciones britnicas. Esto gener una poltica comercial en promedio ms proteccionista, pero adems muy inestable ya que tanto una plataforma electoral proteccionista (la republicana) como un pro libre comercio (la demcrata) tenan serias chances de ganar las elecciones.

    A principios del siglo XX la economa de Estados Unidos cambi radicalmente. Entre 1890 y 1913 las exportaciones industriales de Estados Unidos saltaron de un 20% a un 50% de las exportaciones totales. Es decir, en aproximadamente 20 aos se revirti la ventaja comparativa del pas, lo que cambi el equilibrio poltico. Uno de los motivos que ayudaron a que Estados Unidos revirtiera su ventaja comparativa es el descubrimiento de minas de hierro. La idea es que dado los costos de transporte de la poca resultaba econmico exportar algodn norteamericano y manufacturarlo en el Reino Unido, pero este no era el caso para bienes intensivos en hierro y acero (Irwin 2006b). Gradualmente los industriales y

  • trabajadores dejaron de ser proteccionistas y los aranceles se redujeron significativamente. Adems las tarifas aduaneras dejaron de ser un elemento clave para polarizar el electorado o los partidos polticos.

    Quiz 2 Trminos de Intercambio y Conflicto Distributivo by Sebastian Galiani on 18 septiembre, 2011

    Los precios relativos entre los bienes primarios y los bienes manufactureros han cambiado apreciablemente en los ltimos aos. Es probable, aunque obviamente no seguro, que esta tendencia se mantenga en los prximos aos. Distintos pases han procesado esta situacin de forma diferente. En particular, el gobierno argentino no lo hizo de la mejor forma posible. Creo que si bien el conflicto distributivo tiene un rol importante en el caso argentino, es posible manejar esta buena noticia de mejor forma.

    Para entender el conflicto distributivo al que hago referencia, haremos un anlisis anlisis de equilibrio general (ver Galiani, Heymann y Magud, 2008). En este caso, los anlisis de equilibrio parcial resultan incompletos y no permiten considerar el conjunto de temas abiertos por cambios de la naturaleza de los que han venido ocurriendo.

    Resulta til, primero, considerar una economa donde existen solo dos sectores productivos (aunque se consumen tres bienes). El sector (A) es el productor de exportables; supngase que produce bienes primarios utilizando tierra y trabajo. Estos bienes se consumen domsticamente y se venden al exterior. El sector (N) produce bienes no transables utilizando trabajo calificado (para el caso, sera equivalente consolidar a este factor con otro recurso de uso especfico como el capital) y trabajo. La produccin de A es intensiva en el uso de tierra mientras que, supongamos, la produccin de N es intensiva en el uso de trabajo calificado. Adems, se importa para su consumo un bien manufacturero (M). Esta es un tipo de economa donde el sector competitivo de importaciones no tiene un peso importante; tal vez Uruguay podra ser un ejemplo cercano.

    Dada esta configuracin, un aumento del precio internacional del bien A mejora los ingresos de los productores de A y eleva la demanda del bien N, de manera que tambin se benefician los recursos empleados en la actividad no transable. Si el gasto en todos los bienes es proporcional al ingreso, el incremento de la demanda sera tal que, en el nuevo equilibrio, las remuneraciones reales de todos los factores productivos se incrementaran en la misma proporcin que el precio de A. En esta economa, una mejora en los trminos de intercambio, no genera conflicto distributivo y por tanto, el aumento de precios de los bienes exportables no generara incentivos para que ningn sector reclame medidas (como retenciones) que friccionen el traslado a la economa interna del cambio de los precios internacionales.

    Consideremos ahora una economa que adems tiene un sector competitivo de importaciones, que produce el bien M utilizando intensivamente el factor trabajo, junto con trabajo calificado (capital). En este caso, un aumento en el precio del bien A beneficia en trminos absolutos a los productores de A y perjudica al factor de uso intensivo en M (los trabajadores). Los trabajadores calificados ganaran con respecto a su poder adquisitivo del bien M y N, aunque perderan con respecto a su poder de compra del bien A. Si estos agentes tuvieran una canasta de consumo donde no pondera mucho el bien A, recibiran entonces una ganancia neta a raz de la mejora de trminos del intercambio. En esta economa, que tiene rasgos asimilables a los de la Argentina actual, una suba considerable de los precios de exportacin generara conflicto distributivo e incentivos a aplicar mecanismos compensatorios.

    Por qu la economa con tres sectores productivos ajusta distinto a la de dos sectores en respuesta a una mejora en los trminos de intercambio? Porque el precio del bien M esta fijo mientras que el precio de N aumenta con su demanda. Esto es equivalente a una cada del tipo de cambio real relevante (para ser precisos, cae el precio del bien M relativo al precio del bien N).

    El anlisis anterior contempla los efectos esperables una vez que tuvieron lugar las repercusiones del shock sobre el gasto interno y los desplazamientos de factores entre sectores. En realidad, podra haber impactos de corto plazo distintos de aquellos que resultaran una vez completada la secuencia de ajustes. As, en particular, el efecto de una suba del precio del bien A sobre los ingresos de los distintos grupos dependera de la velocidad de ajuste de la demanda agregada a la variacin de trminos del intercambio. Una respuesta ms lenta, o una poltica fiscal que modere los movimientos del gasto interno implicaran, por un lado, una menor suba de las remuneraciones de los factores utilizados intensivamente en el sector no transable y, por otro, una atenuacin de la cada del tipo de cambio real, y del impacto consecuente sobre el sector competitivo de importaciones. Es precisamente por este motivo que resultaba (y aun resulta) deseable mantener un supervit fiscal elevado en la Argentina actual. A su vez, al no haber, al menos en el corto

  • plazo, movilidad perfecta de los factores de produccin, los efectos seran ms heterogneos que los descriptos anteriormente, con mayores subas de ingresos de los factores que se encuentran inicialmente ocupados en el sector A.

    Aunque bastante abstracta, la discusin hecha hasta aqu ilustra sobre la direccin general de los efectos productivos y distributivos del cambio de precios internacionales. En resumen, adems de los impactos de los movimientos de precios relativos segn las composiciones de las canastas de consumo de diferentes segmentos de la poblacin, en una economa como la descrita, una suba en el precio del bien A implica una reasignacin de recursos del sector productor del bien importable M al resto de la economa, lo que afectara negativamente los ingresos de los recursos intensivos en ese sector. Esto es, no todos los agentes econmicos ganan cuando mejoran nuestros trminos de intercambio.

    El problema que enfrenta la economa Argentina ante las buenas seales de precios relativos recibidas en los ltimos aos es, por tanto, como compensar eficientemente a los agentes econmicos perdedores, y eventualmente, como contrarrestar los efectos negativos de los desplazamientos en el tipo de cambio real de equilibrio sobre de los sectores industriales potencialmente dinmicos y competitivos.

    En todo caso, en mi opinin, en nuestra sociedad ya no existe un conflicto distributivo campo versus ciudad, tal cual se cree, fue un determinante importante de la poltica econmica en los orgenes del peronismo, y por tanto, es un error pensar en esos trminos. El conflicto distributivo es entre agentes econmicos con intereses especficos, y su distribucin geogrfica es variada. Los productores de A y N, cuya demanda directa esta ligada a los ingresos de los productores del bien A, claramente, se benefician con una mejora en los precios del bien A. Los productores de los bienes importables se perjudican (al igual que los trabajadores utilizados intensivamente en estas industrias). Aun sin retenciones, seria fcil concebir una situacin de bonanza dados los precios actuales de los commodities en la mayora de las grandes ciudades del pas. Resulta ms difcil ver la misma situacin, por ejemplo, en el conurbano bonaerense. No obstante, el sector productor de M es hoy un sector pequeo comparado con lo que era 50 aos atrs.

    En resumen, la mayor demanda de nuestros productos exportables nos plantea una cuestin distributiva y otra asignativa. El impuesto a las ganancias, la imposicin a la riqueza y a la tenencia de tierras libre de mejoras son instrumentos idneos para enfrentar la cuestin distributiva. Pero tambin es necesario contar con un programa eficiente de transferencia de ingresos a los ciudadanos ms pobres. De hecho, el programa de Asignacin Universal por Hijo tiene estas caractersticas, el cual le provee al gobierno de un instrumento distributivo muy til para manejar mejor la poltica agropecuaria e industrial. Las polticas sectoriales son los instrumentos para enfrentar las cuestiones asignativas.

    Sin embargo, es importante entender que la poltica econmica debe priorizar la oportunidad que enfrentamos: aumentar la produccin agropecuaria es imprescindible para que Argentina siga creciendo en los prximos aos.

    Quiz 3 The labour market effects of immigration and emigration in OECD countries Frdric Docquier, alar zden, Giovanni Peri 06 October 2014

    Researchers have devoted little attention to the effects of emigration from OECD countries, and the absence of detailed emigration data is the main culprit. Using a new and improved migration database, this column analyses the effect of migration on the wages of less educated native workers. The results suggest that, as far as labour market outcomes of less educated workers are concerned, governments should worry less about new arrivals and more about the potential consequences of their high emigration rates.

    The basis of the debate about migration into European countries is the perception that immigrants are unskilled and poor. Hence, the narrative goes, their arrival hurts the wages and employment prospects of less educated natives. At the same time, very little discussion is devoted to the patterns and economic consequences of emigration from European countries to other developed countries. The recent high-profile book by Collier (2013) is a typical example of this approach. Yet, the data indicate this might all be misguided. As Docquier and Marfouk (2006) and Grogger and Hanson (2012) have already pointed out, the profile of recent international migration patterns does not fit the stereotypes described above. First, a large portion of labour migration flows is from OECD countries to other OECD countries. Foreign-born residents comprised 7.7% of OECD countries population in 2000 and about 10% in 2010, and over half of those were from other OECD countries. Second, the share of college graduates among recent immigrants exceeds the

  • college share among the native population in virtually all OECD countries. In some cases the share of college-educated among recent immigrants is four to five times as large as the college-educated share among natives.

    We address the critical question of the overall impact of these migration patterns on the labour markets of OECD destinations in a recent paper (Docquier et al. 2014) that is included in the September issue of the Economic Journal. In this paper, with the help of a simple macro model and recently collected, high quality data, we evaluate the effects of immigration and emigration flows during the 1990s and 2000s on native wages in 35 OECD countries (the club of rich nations).

    New data on migration

    In our study we document the above migration patterns by using a new and improved database that provides bilateral migrant stocks for 1990 and 2000. The database is constructed by combining data from the national censuses of a large number of destination countries with imputed data (in the case of missing data) for a small percentage of migrants. The database measures migration stocks for both college-educated and non-college-educated workers between every pair of the 195 countries in the world. More details about its construction can be found in Artuc et al. (2015). We use it to construct net immigration and emigration net flows by education level for all OECD countries in the 1990s.

    The data clearly bring out the interesting patterns of skilled immigration in OECD countries. In all but a handful of cases, the share of college-educated within the net immigration flows is larger than the share of college-educated among natives. Even more interestingly, positive selection of migrants on skills and education also characterises emigration flows from OECD countries. The net emigration rates among the college-educated exceeded the rates among less educated in almost all of the OECD countries. Almost no attention has been devoted by researchers to investigating the effects of emigration from OECD countries, and the absence of detailed emigration data is the main culprit.

    The effect of migration on the wages of less educated natives

    In our paper, we calculate the effects of immigration and emigration on wages and employment of 35 OECD countries during the 1990s. Most interestingly, we focus on the effect of immigration on the wages of less educated natives the group thought to be most harmed by new arrivals. We use our new dataset in a simple labour market model of demand and supply at the national level to determine wages in each country.

    The existing estimates of the labour market effects of immigration in the literature sometimes conflict with each other. A large part of the disagreement, however, is based on evidence from US labour markets, and limited to moderate differences in the wage impact of immigration on less educated workers. We take a different approach here. Our simple, but robust and widely used model of the aggregate country labour demand and labour supply captures the extent of the disagreement within the literature by simply using different estimates of the fundamental parameters of this model. In particular, we construct different scenarios by using different values for: (i) the elasticity of relative demand between college and non-college-educated; (ii) the elasticity of relative demand between native and immigrant workers; (iii) the strength of human capital externalities; and (iv) the elasticity of aggregate labour supply.

    These different scenarios span what can be interpreted as pessimistic or optimistic views on the labour market effects of immigrants that emerged in the literature. Thus, without taking any stand on the current debate, we present the range of resulting effects, by varying the relevant parameter values within the reasonable spectrum established in the literature.

    Differences in migration among OECD countries

    Countries in the OECD had very different immigration rates (the size of the immigrant flow relative to the population) as well as different emigration rates (the size of emigrant flows relative to resident population). From 1990 to 2000, for instance, the immigration rate was 7.6% and 5.7% for Ireland and the US, respectively. At the other end of the spectrum Poland, Hungary, and Romania hardly had any immigration. Similarly, emigration rates ranged from 11% and 5% in Mexico and Estonia, respectively, to almost zero in the US. Different rates imply different economic effects, but the composition of immigrants and emigrants in terms of skills is just as important to determine their effects.

    Highly educated immigrants complement less educated natives

  • Our findings are summarised in Figure 1, which presents the effect of immigrants on wages of less educated natives in each country, ranking them from left to right according to their immigration rate. Immigration usually had a positive effect on the average wages of less educated workers in the 35 OECD countries, whether we assume the optimistic or the pessimistic scenario. This is due to higher education levels of the OECD immigrants relative to the non-migrant natives. Educated people are job-creating and complement less educated workers in productive activities. Hence, higher immigration leads to more job creation and higher demand for people further down the job ladder. Less educated workers experienced particularly large wage and employment gains in countries whose immigration systems favour educated immigrants, like Australia and Canada. In other countries like Luxembourg, Ireland, the UK, and Switzerland, less educated natives gained between 2% and 5% in their wages. Similar effects were found for selected countries over the period 20002007.

    Figure 1. Effects of immigration 19902000 on wages of less educated native workers (countries ranked left-to-right by immigration rate)

    Even more interesting are the economic effects of emigration in OECD countries, as there is hardly any analysis on the issue. Our findings are displayed in Figure 2, which shows the percentage effects of emigration 19902000 on the wages of less educated native workers, ranking those countries left to right according to the emigration rates of their college-educated workers. Those effects are quantitatively almost as large as (and of the opposite sign to) those from immigration. For example, in Cyprus, Ireland, and New Zealand during the 1990s, less educated workers suffered a wage decline of 36% due to emigration of their higher-skilled fellow citizens. The flight of highly skilled workers meant fewer job opportunities and lower demand for less educated ones fewer entrepreneurs were left to employ manual workers, fewer households to demand cleaning, gardening, and personal services, and fewer engineers needing construction workers.

  • Figure 2. Effects of emigration 19902000 on wages of less educated native workers (countries ranked left-to-right by emigration rate of college-educated)

    Concluding remarks

    So, the newly available and improved data on migrants by skill and a model capturing simple forces in the labour markets force us to re-think the widespread public perceptions about immigration into Europe. College-educated workers are much more mobile than less educated ones, and they move to countries where they are better paid. Hence immigration tends to reduce wage differentials between the lowest and the highest paid workers in receiving countries. Emigration does the opposite. As far as labour market outcomes of less educated workers are concerned, governments should worry less about new arrivals and more about the potential consequences of their high emigration rates.