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SUMARIO

• Dossier: Propaganda, represión y censura durante elfranquismo

Julio Ponce Alberca: Introducción

Fernando Ampudia de Haro: Recivilizar España y Portugal: elarquetipo humano franquista y salazarista

Belén Moreno Garrido: El Valle de los Caídos: una nuevaaproximación

Julio Ponce y Pablo Selma: La Guardia de Hierro rumana en laprensa española

Antonio César Moreno Cantano: El protagonismo propagandísticode Falange exterior en Europa durante la Guerra Civil: el caso deGran Bretaña, Francia y Alemania

Manuel Ruiz Romero: Regionalismo y censura en la prensa deltardofranquismo andaluz: La Ilustración Regional (1974-1976)

Ana Belén Gómez Fernández: El surgimiento del movimiento feministay de oposición al franquismo en la provincia de Jaén

• Miscelánea

María Gájate Bajo: El ejército colonial español en Marruecos.Distintas percepciones del Protectorado

Michael M. Ogbeidi: Consolidating Nigeria-US cultural relations:a consideration of the place of the fullbright programme

Ruth Herrera Urrutia y Rodrigo Barahona Barahona: Gobierno ymecanismos de control social en Chile. La sublevación de laEscuadra

Xavier Tornafoch Yuste: La desaparición de Joaquín Penina:iconografía anarquista y lucha por la recuperación de la memoriahistórica a ambos lados del Atlántico

• Debates historiográficos

Pablo Alvira: ¿Historia vs Teoría? Epistemología y ciencia históricaen la polémica Thompson-Althusser

Luca Marsi: Después del derrumbe del muro de Berlín, ¿el fin dela historia? Principios y criterios del neoliberalismo”

• Reseñas de libros• Autores• Resúmenes• Normas de publicación• Inscripción en la AHA y suscripciones a la RHA

82010

REVISTA DE HISTORIA ACTUAL

Vol. 8, Núm. 8 (2010)

gehagrupo de estudios de historia actual

HA[R]REVISTA DE HISTORIA ACTUAL

©2004 GEHA-Grupo de Estudios de Historia Actual

Depósito legal: CA-115/04

ISSN: 1697-3305

Biblid: [1697-3305-(2006): 4,1-310]

Diseño de la cubierta: JIMÉNEZ-MENA, S.L. - Cádiz

Fotografía de la portada: Imagen de la película “Metropolis” de Fritz Lang, 1927

Fotocomposición: JIMÉNEZ-MENA, S.L. - Cádiz

Impresión: JIMÉNEZ-MENA, S.L. - Cádiz

La presente publicación ha recibido ayuda económica de la Consejería de Educación y Ciencia de la Junta de Andalucía. Esta publi-cación se enmarca en el proyecto HUM2006-14138-C06-01, financiado por el Ministerio de Educación y Ciencia, y en el Proyectode Excelencia P06-SEJ-01427 del Plan Andaluz de Investigación, Desarrollo e Innovación.

La Revista de Historia Actual no se identifica necesariamente con los contenidos de los artículos aparecidos en ella. Queda prohi-bida la reproducción total o parcial de los contenidos de la Revista sin previa autorización.

Los sumarios de la Revista de Historia Actual se encuentran en numerosas bases de datos y repositorios, como DIALNET y losSumarios ISOC para Ciencias Sociales y Humanidades (CSIC). La publicación está asimismo indexada en algunos de los índicesde calidad más prestigiosos a nivel nacional e internacional, como:

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– AMERICA: HISTORY AND LIFE (de ABC-Clio)

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– ERCE (Evaluación de Revistas Científicas Españolas de Ciencias Sociales y Humanidades).

– DICE-CINDOC (Difusión y Calidad Editorial de las Revistas Españolas de Humanidades y Ciencias Sociales Jurídicas, delCSIC.

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– en formato electrónico: http://revistas.marcialpons.es/index.php.

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La Revista de Historia Actual (ISSN: 1697-3305) es una publicación anual editada por el GEHA-Grupo de Estudios de HistoriaActual, integrado en la Red de Historia Actual de la AHA. El coste de la suscripción anual es de 18 € para España, 20 € para laUnión Europea y el resto del mundo. El pago puede hacerse por tarjeta de crédito, domiciliación bancaria, cheque conformado otransferencia bancaria a nombre de la Asociación de Historia Actual en: Caja Rural del Sur, Sucursal 1 de Cádiz, C/ Columela 12,11004 Cádiz (España), c/c: 3187 0081 51 1090711928. En el concepto se indicará: “Suscripción a la Revista de Historia Actual-Año”. Las fichas de suscripción y los impresos de domiciliación bancaria, así como los cheques conformados y los justificantes depago serán enviados a la dirección postal de la Revista. Cualquier cambio en el domicilio de los suscriptores deberá ser comunica-do a la Administración de la Revista.

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HAREVISTA DE HISTORIA ACTUAL

[R]Vol. 8, Núm. 8 (2010)

REVISTA DE HISTORIA ACTUAL

SumarioPágs.

Dossier: Julio Ponce Alberca (coordinador)Propaganda, represión y censura durante el franquismo

Julio Ponce Alberca: Introdución ...................................................................... 11-13

Fernando Ampudia de Haro: Recivilizar España y Portugal: el arquetipohumano franquista y salazarista .................................................................... 15-29

Belén Moreno Garrido: El Valle de los Caídos: una nueva aproximación ..... 31-44

Julio Ponce y Pablo Selma: La Guardia de Hierro rumana enla prensa española ........................................................................................... 45-58

Antonio César Moreno Cantano: El protagonismo propagandístico deFalange exterior en Europa durante la Guerra Civil: el caso deGran Bretaña, Francia y Alemania ............................................................... 59-71

Manuel Ruiz Romero: Regionalismo y censura en la prensa deltardofranquismo andaluz: La Ilustración Regional (1974-1976) ............... 73-83

Ana Belén Gómez Fernández: El surgimiento del movimiento feministay de oposición al franquismo en la provincia de Jaén ................................... 85-97

Miscelánea

María Gájate Bajo: El ejército colonial español en Marruecos. Distintaspercepciones del Protectorado.......................................................................... 101-109

Michael M. Ogbeidi: Consolidating Nigeria-US cultural relations: aconsideration of the place of the fullbright programme ................................. 111-119

Ruth Herrera Urrutia, Rodrigo Barahona Barahona: Gobierno y mecanismosde control social en Chile. La sublevación de la Escuadra, 1931 ................ 121-134

Xavier Tornafoch Yuste: La desaparición de Joaquín Penina: iconografíaanarquista y lucha por la recuperación de la memoria histórica aambos lados del Atlántico............................................................................... 135-138

Debate historiográfico

Pablo Alvira: ¿Historia vs Teoría? Epistemología y ciencia histórica en lapolémica Thompson-Althusser ........................................................................ 141-152

Luca Marsi: Después del derrumbe del muro de Berlín, ¿el fin de la historia?Principios y criterios del neoliberalismo......................................................... 153-165

Reseñas de libros

AAVV, La ofensiva cultural norteamericana durante la Guerra Fría.Marcial Pons, Ediciones de Historia, S.A. Madrid, 2009, 344 pp.,por Rocío Piñeiro Álvarez ............................................................................ 169-170

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Págs.

Brioschi, Carlo Alberto, Breve historia de la corrupción. Madrid, Taurus,2010, 295 pp., por José Modesto Diago Ortega ...................................... 170-171

De Carli, Romina, El derecho a la libertad religiosa en la transicióndemocrática de España (1963-1978). Madrid, Centro de EstudiosPolíticos y Constitucionales, 2009, 251 pp., por Joaquín PiñeiroBlanca............................................................................................................. 171-173

González Cortés, José Ramón; Aguado Benítez, Raúl (coords.),Extremadura durante el primer franquismo (1939-1959). Badajoz,Badajoz, Diputación de Badajoz, 2010, 326 pp., por Franciscode Paula Villatoro Sánchez........................................................................... 173-174

Kalyvas, Stathis N., La lógica de la violencia en la guerra civil.Madrid, Akal, 2010, 656 pp., por Javier Lion Bustillo............................ 174-176

Maquiavelo, Nicolás, El Príncipe (comentado por Napoleón Bonaparte).Madrid, Espasa Clásicos, 2010, 207 pp., por Joaquín Piñeiro Blanca... 176-179

Marco, Tomás, Historia cultural de la música. Madrid, Ediciones Autor,2009, 1157 pp., por José Modesto Diago Ortega .................................... 179-180

Martín de la Guardia, Ricardo, Cuestión de tijeras. La censura en latransición a la democracia. Madrid, Síntesis, 2008, 327 pp.,por Manuel Pérez Salinas............................................................................. 180-181

Melo Carrasco, Diego; Laiseca Asla, Fernando (eds.), Europa y elMediterráneo musulmán. Dinámicas de encuentro y desencuentro. Viñadel Mar (Chile), Ediciones Altazor, 2010, 322 pp., por Franciscode Paula Villatoro Sánchez........................................................................... 181-183

Molinero, Carme, La Transición, treinta años después. De la dictadura a lainstauración y consolidación de la democracia. Barcelona, Península,2006, 272 pp., por Francisco Javier Guisado Lozano .............................. 183-185

Nussbaum, Martha C., India. Democracia y violencia religiosa. Barcelona,Editorial Paidós, 2009, 425 pp., por Maximiliano Camarda.................. 185-186

Thiesse, Anne-Marie, La creación de las identidades nacionales. Europa:siglos XVIII-XX. Madrid, Ézaro, 2010, 309 pp., por Romina de Carli .. 186-188

Autores ........................................................................................................... 191-192

Resúmenes ..................................................................................................... 193-200

Normas de publicación ............................................................................... 201-203

Inscripción en la AHA y suscripciones a la RHA ................................... 205-207

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Durante el período de entreguerras Europaconoció el surgimiento de diferentes movi-

mientos fascistas en buena parte de su geografía.Aquellos movimientos se caracterizaron por unamezcla de pragmatismo e irracionalidad de difícildefinición conceptual. Compartieron todos ellos, noobstante, una serie de características comunes en lasque conviene detenerse para no confundirlos conotros movimientos y regímenes –de rasgos tan con-servadores como autoritarios– con los que coincidie-ron en la Europa de la primera mitad del siglo XX.

De manera destacada, todos los fascismos mos-traban una adhesión a una filosofía vital e idealista,que entrañaba la intención de crear una nueva cul-tura dirigida a la configuración de un nuevo hom-bre y un nuevo concepto de Estado, nacionalista ytotalitario, capaz de controlar todos los aspectos dela vida. Pero esta utopía final encerraba una vague-dad importante por la propia naturaleza del fascis-mo, porque el vitalismo y el dinamismo ya men-cionados remitían a una movilización permanente,en principio incompatible con la consecución deuna meta claramente precisada. Y, de hecho, laindefinición constituía uno de los elementos clavedel atractivo fascista. Tan sólo se señalaban caracte-rísticas muy generales de su modelo, como unaestructura económica nacional –altamente reglada–o una nueva relación entre las partes del conjuntosocial. Este ideario revolucionario nada tiene que

ver con la reacción de los movimientos conserva-dores del momento que, en el fondo, buscabanapuntalar los gastados sistemas liberales a golpes deautoridad. También eran ajenos al culto a la violen-cia y a unos estilos de movilización de masas que,como mucho, tan sólo podían copiar1.

Dentro del marco descrito, vale la pena desta-car cuatro movimientos que muestran diferenciascon respecto a los parámetros del fascismo y, porextensión, del nazismo. Nos referimos a la Guardiade Hierro rumana, los rexistas del belga LeonDegrelle, los ustachi croatas y el régimen eslovacode Tiso. Todos ellos incorporaron un sentimientocristiano –bien católico, bien ortodoxo– que marcóla esencia ideológica de estos grupos en diversogrado. Tal es el caso de Eslovaquia, una vez escin-dida de la anexionada Chequia. En julio de 1939 sepromulgó una Constitución que se basaba en la“ley divina” y proclamaba la “unidad cristiananacional”, propugnando un nuevo orden socioeco-nómico que se basaba en el “solidarismo cristiano”.Pocos meses después, Josef Tiso, antiguo párrocode Banovce, fue nombrado presidente del Partidode Unidad Nacional. Aunque su ideario se aproxi-maba más al de la derecha reaccionaria que al delfascismo puro, el partido conoció una progresivanazificación de la mano del ministro de Exteriores,Tuka, y del de Interior, Mach. Ideario fascista ycatólico, pues, conocieron una difícil convivencia

RHA, Vol. 8, Núm. 8 (2010), 45-58 ISSN 1697-3305

© 2010 Revista de Historia Actual

LA GUARDIA DE HIERRO RUMANA EN LAPRENSA ESPAÑOLA

Julio Ponce*

Pablo Selma**

Recibido: 20 Abril 2010 / Revisado: 24 Abril 2010 / Aceptado: 10 Mayo 2010

* Universidad de Sevilla. E-mail: [email protected].** Universidad de Sevilla. E-mail: [email protected].

1 No es este el lugar para realizar un estado de la cuestión sobre un tema tan complejo como es el de los fascismos. Una inte-resante reflexión con enlaces bibliográficos en Saz Campos, Ismael, Franquismo y Fascismo. Valencia, Universitat de València,2004, en especial el capítulo “Repensar el fascismo”, 99-122. Sobre las dictaduras de la Europa de entreguerras: Borejsza,Jerzy W., La escalada del odio. Movimientos y sistemas autoritarios y fascistas en Europa, 1919-1945. Madrid, Siglo XXI, 2002;Lee, Stephen J., European Dictatorships, 1918-1945. Abingdon, Routledge, 2008. Todo un clásico, valioso por su precocidadpero sobradamente superado: Sforza, Carlo, European Dictatorships. Allen and Unwin, 1932.

RHA, Vol. 8, Núm. 8 (2010), 45-58 Julio Ponce y Pablo Selma

en un régimen que terminó por rendirse al conser-vadurismo a partir de la batalla de Stalingrado.

También el movimiento Ustacha de Croaciaotorgó gran importancia a su identidad católica. Sulíder, Ante Pavelic, concebía una Croacia en la quese mezclaba un agrarismo romántico con unaforma de “nacional catolicismo” genuina. El catoli-cismo se convirtió así en un elemento diferenciadorfrente a ortodoxos y judíos, pasando a ser un rasgotan ideológico como identitario.

El rexismo, por su parte, tuvo sus orígenes en laderecha católica belga, aunque sostendría un enfrenta-miento creciente con la jerarquía eclesiástica justo en lamedida en que se fue aproximando a ella. No obstan-te, el líder fundador del movimiento, Leon Degrelle,nunca renunció a su fe católica: “De niño –llegó a afir-mar– me sentía como en familia con lo Eterno […]Más fuerte que nada […] Si hubiera seguido mi ver-dadera vocación, la que siempre me ardió en el interior,hubiese sido un conquistador de almas […] Sólo con-cebí lo temporal como un añadido de lo espiritual”.2

Pero fue la Guardia de Hierro rumana la únicaorganización fascista que hizo del cristianismo labase de su ideario y su principal característica, lle-gando a un misticismo tal que definió el comporta-miento de sus miembros y los diferenció claramen-te del resto de los movimientos fascistas. El lengua-je que empleaba su líder y fundador, Cor neliu ZeleaCodreanu, era el de un iluminado religioso, y lasexigencias que debían cumplir los legionarios (ayu -no, pobreza, oración, obediencia) eran mas propiasde una orden religiosa que de una organizaciónpolítica. A la hora de definir su concepción de lapolítica, Codreanu escribió: “El individuo, encua-drado y al servicio de su nación. La nación, encua-drada y al servicio de Dios y de las leyes de la divi-nidad. Quien comprenda esto vencerá, aunque estésolo. Quien no lo comprenda será vencido”3.Palabras tales reflejan un auténtico catecismo nacio-

nalista cuyo fin último no era la vida, sino laResurrección: una raza rumana unida y sentada a laderecha del Padre4. Este radicalismo despertó losrecelos de la Iglesia ortodoxa. Y es que a este misti-cismo Codreanu sumaba un fuerte elemento paga-no y supersticioso. El concurso de las fuerzas de otromundo a favor de los fines de la Guardia de Hierroera para los legionarios un hecho cierto. Al respec-to, traemos a colación un texto de Codreanu queconsideramos significativo: “Las guerras las vencenaquellos que han sabido atraer de los cielos las fuer-zas misteriosas del mundo invisible y asegurarse elconcurso de estas fuerzas. Estas fuerzas misteriosasson los espíritus de los muertos, los espíritus denuestros antepasados, los que han estado tambiénen otro tiempo, ligados a nuestra tierra y han muer-to en defensa de ella, permaneciendo todavía hoyligados a ella por el recuerdo de su vida terrestre ypor intercesión nuestra, sus hijos, nietos y bisnietos.Pero más allá del espíritu de los muertos está Dios”.5

No obstante, a pesar de este esoterismo, y a diferen-cia de los rexistas, Codreanu y los suyos defendieronsiempre la importancia de la jerarquía eclesiástica,que alcanzaba “la perfección y lo sublime”, frente aellos mismos, lastrados por los pecados y la carne6.

Frente a semejante ideología, ¿qué actitud tomóla prensa española del momento ante estos movimien-tos? ¿Los identificó con el partido único español?¿Hubo diferentes apreciaciones de la Guardia deHierro por parte de los diferentes periódicos? Podemosadelantar que las noticias referidas tanto a Rumaniacomo a la Guardia de Hierro recibieron una mayoratención por parte de los rotativos españoles que lasque aludían a los otros tres movimientos señalados. Lascifras son claras: en el período que nos ocupa, los añosde la Segunda Guerra Mundial (1939-1945),Rumania fue motivo de 392 titulares, mientras queBélgica apareció en 55 ocasiones, Eslovaquia en 56 yCroacia en 647. ¿A qué se debió este mayor interés?

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2 Charlier, Jean-Michel, Leon Degrelle. Firma y rúbrica. Madrid, Dyrsa, 1986, 31.3 Zelea Codreanu, Corneliu. Guardia de Hierro. (Para los legionarios). Madrid, Editora Nacional, 1941, 68.4 “La creación, la cultura, son un medio, y no, como se ha creído, un fin para obtener esta resurrección; son frutos del talen-

to que Dios ha sembrado en nuestra raza, y del cual debemos responder. Vendrá un día en el que todas las razas de la tierraresurgirán con todos sus muertos y con todos sus Reyes y Emperadores, y cada raza tendrá su puesto ante el trono de Dios.Este momento final, la resurrección de los muertos, es el fin más alto y más sublime hacia el que puede tender una raza. […]La raza, por consiguiente, es una entidad que prolonga su vida todavía más allá de la tierra; las razas son también realidadesen el otro mundo, no solamente en éste”. Ibid., p.370.

5 Zelea Codreanu, Corneliu, Manual del Jefe. Barcelona, Editorial Nothung., 1984. p. 376 Zelea Codreanu, Corneliu, Guardia de Hierro… op.cit., p. 359.7 Los periódicos consultados han sido: ABC, El Correo de Andalucía, FE, Arriba y Ya, además de otras publicaciones como

Misión, Razón y Fe, Hechos y Dichos, Ecclesia o El Mensajero del Corazón de Jesús.

La Guardia de Hierro rumana en la prensa española DOSSIER

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1. LA GUARDIA DE HIERRO O EL FASCIS-MO MÍSTICO DE RUMANIA. UNA BRE -VE SÍNTESIS

A la hora de describir la historia de un grupofascista, es común que ésta vaya estrechamente rela-cionada con la de su líder y fundador. Esto no esuna excepción en el caso de la Guardia de Hierro,y su desarrollo no se entendería sin la biografía deCorneliu Zelea Codreanu, conocido como ElCapitán, cuyo carácter y pensamiento impregnaronla teoría y praxis del movimiento8. Corneliu nacióen Hu i el 13 de septiembre de 1899. Ya con dieci-séis años demostró su nacionalismo y apasiona-miento al intentar alistarse en el regimiento dondecombatía su padre, el profesor ultranacionalista IonZelea, aunque fue rechazado por su corta edad. Enseptiembre de 1917 ingresó en la Escuela Militarde Infantería de Botosani con la esperanza de ter-minar sus estudios a tiempo de regresar al frente,pero cuatro meses después Rumania firmaba elarmisticio.

En 1919 Codreanu marchó a Iasi para comen-zar sus estudios de derecho. Allí se adhirió a laGuardia de la Conciencia Nacional, grupo antirre-volucionario encabezado por el fontanero Cons -tantin Pancu, a quien Codreanu describió comomuy religioso, sin apenas cultura y de gran fuerzafísica. El ideario del grupo se definía como “socia-lismo nacional-cristiano”9 Y ya por entonces Co -dreanu comenzó a propugnar algunos rasgos bási-cos del movimiento que años después habría defundar: nacionalismo radical, atención prioritariaal campesinado, propuestas para crear una ayudasocial a los rumanos puros, y sobre todo, el uso deun lenguaje místico y de una violencia extrema.

A lo largo de su carrera académica, Codreanudisfrutó de la protección del profesor AlexandruC. Cuza, feroz teórico del antisemitismo rumano,fundador del Partido Nacional Demócrata y amigopersonal de su padre. Su prestigio en los círculosantisemitas rumanos y sus contactos políticos fue-ron fundamentales para crear y dirigir, a partir demarzo de 1923, la Liga para la Defensa NacionalCristiana (LANC). Pocos meses más tarde, fuedetenido junto a varios compañeros por planear unatentado contra diversas personalidades rumanasque, según ellos, estaban al servicio del judaísmo.

Un año después, Corneliu disparó en pleno tribu-nal a un prefecto, un inspector y un comisario. Estaviolencia no hizo sino dar popularidad al jovendirigente, que fue absuelto en mayo de 1925 porun jurado que simpatizaba con la Liga.

Al año siguiente se produce la ruptura entreCuza y Codreanu, al apoyar el primero al gabinetedel general Averescu. Fue por ello por lo que, enjunio de 1926, Codreanu fundó la Legión SanMiguel Arcángel, el núcleo doctrinal de la futuraGuardia de Hierro. La Legión nació sin un progra-ma previo, sin mucha proyección pública, sinestructura, sin medios y con un escaso programa. Suescasa viabilidad y el cambio de contexto favorecie-ron, en junio de 1930, la fundación de la Guardiade Hierro, una organización creada ya para llegar alas masas ampliando la militancia más allá de losincondicionales –pero limitados– legionarios. Noobstante, la Legión San Miguel Arcángel figuraríacomo símbolo distintivo y fuente de estilo e ideolo-gía, aunque la Guardia aspirará a un contacto direc-to con los rumanos. En estos años surgieron enRumania varios movimientos de corte fascista y deextrema derecha, pero de todos ellos era la Guardiade Hierro el más original y dinámico.

Para las elecciones de 1932, los seguidores deCodreanu habían conseguido ya 70.000 votos ycinco escaños en el parlamento. El nuevo gobiernosurgido de aquellos comicios apenas duró unosmeses y el rey Carol II decidió llamar al PartidoNacional Liberal de Ion Duca en noviembre de1933, convocando elecciones para el 20 de diciem-bre. Inmediatamente empezó la Guardia de Hierroa organizar marchas a pie por las aldeas, enarbolan-do un discurso genérico, un sintético programa dedoce puntos y un estilo violento especialmente diri-gido contra las fuerzas de seguridad estatales. Díasantes de las elecciones, el gobierno de Duca decla-ró ilegal a la Guardia de Hierro, encarcelando amiles de legionarios. Tras la victoria de los liberales,comenzaron a ser liberados. Y la respuesta de laGuardia de Hierro no se hizo esperar: el día 29,Duca fue asesinado por tres legionarios, los cualesdeclararon posteriormente que actuaron al margende las órdenes de Codreanu, lo que mantuvo allíder fundador al margen de las sentencias conde-natorias.

8 Para una historia de la Guardia de Hierro: Veiga, Francisco, La mística del ultranacionalismo: historia de la Guardia de Hierro.Rumanía, 1919-1941. Barcelona, Universitat Autònoma, 1989.

9 Zelea Codreanu,, Corneliu. Guardia de Hierro… op.cit., 43.

RHA, Vol. 8, Núm. 8 (2010), 45-58 Julio Ponce y Pablo Selma

Pero no habría de pasar mucho tiempo antesde que se convocaran de nuevo elecciones. Endiciembre de 1937 Codreanu y la organización conla que se presentó, Totul Pentru Tara, consiguieronel 15,5 % de los votos, convirtiéndose en la tercerafuerza política del país, por detrás de los liberales ydel Partido Nacional Campesino. Tras un efímerogobierno, el rey Carol decidió instaurar una dicta-dura, mediante un gabinete presidido por elpatriarca Miron Christea. No le faltaban motivos alnuevo régimen autoritario para considerar a la figu-ra de Codreanu como una amenaza; el 17 de abrilde 1938 acabó encarcelándolo junto con otrasdecenas de legionarios. Mientras los principaleslíderes legionarios estaban en la cárcel, surgieronotros como Horia Sima, que perpetró una serie deatentados antisemitas en Transilvania con el fin deprovocar un levantamiento popular que se opusie-ra a la dictadura carolina.

Para erradicar definitivamente los riesgos dedesestabilización, Carol II decidió eliminar aCodreanu: el Capitán y otros catorce legionariosfueron asesinados el 30 de noviembre de 1938.Según la versión oficial, todos ellos habían intenta-do escapar en un traslado de prisioneros, aprove-chando una emboscada. Tras descabezar a laGuardia de Hierro, se desató una amplia represiónpara limpiar el país de aquella amenaza. Así, al ase-sinato del ministro del Interior, Armand Calinescu,por parte de tres legionarios siguió el fusilamientode 252 miembros de la organización. Sólo el esta-llido de la guerra mundial y la presión política deAlemania frenaron aquel baño de sangre: laGuardia de Hierro fue rehabilitada el 21 de juniode 1940.

Meses después, tras el Dictado de Viena10,Rumania se vio obligada a ceder Besarabia, los dis-tritos del sur de la Dobrogea y todo el norte y cen-tro de Transilvania. El descrédito del rey Carol eraya irreversible y el tres de septiembre los legionariossalieron armados a la calle. Aunque el levantamien-to fracasó, el rey se vio obligado a crear un gabine-

te dictatorial con el general de extrema derecha IonAntonescu al frente. Tres días más tarde, éste forzóla abdicación del rey a favor del heredero Mihail. El14 de ese mismo mes nacía el Estado Nacional-Legionario. La Guardia de Hierro, con Horia Simaal frente, se vio convertida en el partido único delnuevo régimen. Las causas fueron varias. Por unaparte, el estamento militar había perdido populari-dad tras los Dictados de Viena. Por otra, los legio-narios y Antonescu habían colaborado para desti-tuir a Carol, siendo la amenaza de un atentado deaquellos contra el monarca el argumento que faci-litó su renuncia. Tampoco conviene olvidar elapoyo popular que disfrutaba la Guardia de Hierro,ni su filonazismo, que permitiría olvidar el pasadopro aliado de Antonescu frente a los alemanes.Éstos fueron tomando importancia en los asuntosinternos de Rumania pero, por estrategia, preferíanla estabilidad de un modelo autoritario como el deAntonescu que apoyar un movimiento hermano,pero inestable y mal organizado, como era laGuardia de Hierro.

En esas circunstancias se entiende que prontosurgieran tensiones porque los legionarios no com-partían las orientaciones del conservador Anto -nescu. Después de varios sucesos, el enfrentamien-to estalló finalmente con motivo del asesinato delmayor alemán Döring. Aunque el autor fue unmercenario griego, para ambos bandos fue la señalde que el desorden era inevitable por culpa de laprovocación de los otros. Antonescu hizo dimitir acargos legionarios y éstos respondieron con unlevantamiento, fortificándose a lo largo de la nochedel 20 de enero de 1941 en puntos clave de la capi-tal y de otras ciudades destacadas. Confiaban inge-nuamente en la ayuda de los alemanes, quienesfinalmente apoyaron a Antonescu11. Tras durosenfrentamientos, a las cinco de la madrugada deldía 25, Horia Sima tuvo que declarar el alto elfuego. Habían muerto 356 legionarios, 120 judíosy unos 2.000 civiles no afiliados. Estos sucesossupusieron el final de la Guardia de Hierro. Horia

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10 Acuerdo alcanzado el 30 de agosto de 1940 por Ribbentrop y Ciano con representantes húngaros y rumanos, por el cualRumania se vio obligada a ceder gran parte de su territorio. Se pretendía de este modo acabar con las tensiones en la zonaentre Rumania y Hungría, ya que una posible guerra entre ambos países ponía en peligro el suministro del petróleo rumanoa los alemanes.

11 En un editorial de La Vanguardia fechado el 26 de enero de 1941, Ramón Garriga aclaraba el motivo de esta actitud de losnazis ante un movimiento “hermano”: “Estos hombres, curtidos en la lucha en las calles, se olvidaron de que la norma quecon tenacidad inquebrantable ha perseguido la diplomacia germánica, en relación con los Balcanes, ha sido que la paz y elorden no fueran perturbados en esta zona europea. Con la figura enérgica del general Antonescu ve Berlín la garantía de queRumania irá mejorando paulatinamente”.

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Sima fue condenado a trabajos forzados a perpetui-dad y el 29 de marzo el Gobierno confiscó los bien-es del movimiento.

El fantasmagórico gobierno legionario enViena presidido por Horia Sima, formado el 10 dediciembre de 1944, cuando Rumania ya habíacambiado de bando en la guerra, no fue sino el últi-mo destello de los legionarios, divididos entre“simistas” y “antisimistas”. Hasta abril de 1945ayudaron a reclutar soldados rumanos entre los pri-sioneros. El final de la guerra supuso el exilio paramuchos y los esfuerzos que se llevaron a cabo pararevivir la organización en el exilio no consiguieronsus objetivos. Horia Sima desapareció con docu-mentación falsa, llegando a España tras una huidade más de un año a través de Europa.

2. LA GUARDIA DE HIERRO EN LA PREN-SA ESPAÑOLA. DOS INTERPRETACIO-NES DE UN MISMO MOVIMIENTO

Rumania recibió una especial atención porparte de los rotativos españoles en los años de la IIGuerra Mundial. Era común en todos ellos subrayarlas coincidencias históricas y el hermanamiento deambos países. Eran los primeros años del régimenfranquista que acababa de salir de la guerra y lasmanifestaciones de sintonía abundaron tanto duran-te el reinado de Carol II como en el régimen deAntonescu posterior a la caída de los legionarios. Elministro carolino Constantino Giurescu, por ejem-plo, afirmó en una entrevista concedida a un diarioespañol que “las preocupaciones actuales deRumania establecen una solidaridad concreta con laEspaña victoriosa de Franco. A las afinidades racialesy a los recuerdos históricos, que se refieren al funda-dor mismo de la Dacia rumana, el emperadorTrajano, originario de España, hay que añadir unaideología política semejante”12. Por su parteGregorio Gafencu, ex ministro de Asuntos Exte -riores de Rumania y ex embajador de su país enMoscú, escribió: “Esos dos países latinos, situados enlos extremos del Continente, han sufrido por igual,en su espíritu y en su carne, el choque devastador de

las grandes corrientes que han conmovido el mundoen los últimos tiempos. Hoy aspiran, con idénticofervor, al restablecimiento de los valores esenciales deuna civilización común; desean la consecución de unequilibrio político y moral, la organización de unorden jurídico universal y, en una esfera más restrin-gida, el retorno a la idea europea”13.

El socorrido recurso a la remota ascendenciahistórica común también vio la luz de nuevo conmotivo de una recepción a un grupo de periodistasespañoles que visitaron Rumania en octubre de 1941.El vicepresidente del gobierno rumano, MichaelAntonescu, puso de relieve “los lazos que unen aEspaña y Rumania, tanto por su común ascendenciahistórica –Roma– como por la labor realizada por elemperador de nacimiento español Trajano en tierrasrumanas, como, finalmente, por su común luchacontra el comunismo y la labor reconstructora queactualmente llevan a cabo ambos Estados”14.

Todas las publicaciones españolas coincidíanen los rasgos más genéricos de las relaciones entreEspaña y Rumania. Pero ni el régimen de censura yni las consignas dominantes entonces lograronimpedir la existencia de percepciones tamizadas yvaloraciones distintas sobre el régimen de Anto -nescu y la Guardia de Hierro. Al respecto, podría-mos distinguir dos grandes grupos en la prensaespañola: el organizado en torno a las publicacionescatólicas, por un lado, y las publicaciones de idea-rio fascista pertenecientes a Falange.

2.1. La prensa católica

En este primer grupo, encontramos un claroejemplo de la postura de los rotativos vinculados ala Iglesia en un extenso artículo publicado por JesúsEtayo Zalduendo en la revista Misión en noviembrede 1939, dedicado a la organización de Codreanu.En él, el periodista afirmaba que el movimiento,“con violencias sorelianas y con sentido místico yreligioso del patriotismo”15, era una consecuencialógica de la situación que vivía el país. Conquistadapor Trajano, e influenciada por la cultura latina, enRumania habría pervivido “el sentido, el genionativo de las viejas razas que el Imperio no destru-

12 Arriba, 30 de abril de 1940.13 Arriba. 9 de marzo de 1945. Artículo de Manuel Aznar.14 Arriba. 23 de octubre de 1941. Agencia: Efe.15 Etayo Zalduendo, Jesús. “En la Rumania que creó el español Trajano. La organización ‘Guardia de Hierro’ acaudillada por

Corneliu Codreanu. Un movimiento con violencias sorelianas y con sentido místico y religioso del patriotismo. Reaccióncontra el demoliberalismo y el cesarismo del Rey Carol. Codreanu, héroe nacional perdurable”. Misión. Noviembre de 1939.

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yó ni destituyó”16. Esta supuesta realidad de raíceshistóricas, unida a un parlamentarismo decadente,tenía por fuerza que suscitar un movimiento “salu-dable y [de] santa rebeldía”17. El autor continuaba susoflama pro legionaria justificando el asesinato porparte de Codreanu –“lleno de fuego juvenil”18– delprefecto de policía Manciu, “miserable y abyectoesbirro del Gobierno podrido de Rumania”19. ParaEtayo, el posterior proceso contra el líder legionariosirvió para demostrar la difusión de su movimiento,en vista del multitudinario apoyo que recibió.

“Él –decía Etayo Zalduendo refiriéndose aCodreanu– utilizaba métodos heroicos, algunosde violencia soreliana, que nunca podríamos,desde un punto de vista moral estrictamente cató-lico, aprobar. Pero la rebeldía de la Guardia deHierro fundamentalmente estuvo justificada.Vigente en Rumania una Constitución garantiza-dora de todas las libertades, de reunión, de pren-sa, de asociación, de palabra, sin distinción nireserva alguna podían en Rumania propagarse lasideas disolventes más extremadas y el elementosemita desplegar sus actividades con holgura quejamás fue permitida a la ‘Guardia de Hierro’”20.

El movimiento codreanista era un partido“integral” con “una concepción religiosa de la vidapolítica”, dotado de una intensa animadversiónhacia el demoliberalismo y un sentido monárquicoque venía a casar muy bien con las directrices de laprensa católica española21. Sintonizaba relativa-mente con el antiliberalismo y el corporativismo,pero en especial destacaba “su forma de agrupaciónreligiosa muy acorde con las circunstancias étnicase históricas de Rumania [...] pues Rumania no esun país latino sino en su corteza y persisten en él[...] elementos orientales”22. Más aún: la vida ymuerte del “Capitán” Codreanu confirió un mayorsentido ascético y místico al movimiento, al ascen-der aquél a la categoría mítica de héroe. Jesús Etayolo quiso interpretar en los siguientes términos:

“Así es. Y Codreanu, el héroe, creador de unmisticismo patriótico en la Rumania abigarrada,que sobrevive por encima de la romanizaciónque le impuso Trajano y que sobrevivirá aldemoliberalismo latino, allá como en todas par-tes en quiebra, obtendrá, un día, ritos de exalta-ción reparatoria. El rumano de estirpe quizáoriental, con sentido religioso totalizador, recor-dará a Codreanu, el héroe, y las máximas de suCatecismo mejor que las fórmulas del exótico ybastardeado demoliberalismo latino”23.

Precisamente era ese “sentido totalizador” dela religión lo que más atraía los entusiasmos deaquella publicación católica. No en vano, el pro-grama de la Guardia de Hierro se calificaba de“Catecismo”, estableciendo un contraste delibera-do con otros movimientos fascistas a los que setachaba de ser “movimientos adulterados, apenasnacidos, por la conquista quizá demasiado vertigi-nosa del mando”24.

Este singular apoyo por parte de los rotativoscatólicos españoles alcanzó un incondicionalmáximo entre dos fechas muy concretas: desde laabdicación del rey Carol y la toma del poder porIon Antonescu junto a la Guardia de Hierro (6 deseptiembre de 1940) hasta el 23 de enero de1941, cuando el “Conducator” eliminó del Go -bierno a la organización de Horia Sima. A lo largode estos pocos meses encontramos referencias a laGuardia de Hierro y a sus aspectos más cristianosen las páginas de estos periódicos. Pero desde lacaída de la Guardia, la atención se trasladaría de lareligiosidad legionaria a la fe del propio pueblorumano.

El diario Ya, por ejemplo, publicó un peque-ño semblante de Codreanu junto a la noticia queinformaba de los fusilamientos en la prisión militarde Jilava de noviembre de 1940. Al líder desapare-cido en 1938 se le definía como “una figura legen-daria, verdadero símbolo de la pasión del pueblo

50

16 Ibid.17 Ibid.18 Ibid.19 Ibid.20 Ibid.21 Ibid.22 Ibid.23 Ibid.24 Ibid.

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rumano”25, que “organizó a los estudiantes contrael comunismo y el judaísmo, con un fervorosocarácter nacionalista y religioso”26. Pocos días antes,la publicación católica Signo se había hecho eco deun suelto del “Frankfurter Zeitung” radiado porRadio Vaticana “sobre el espíritu interior queanima al movimiento rumano llamado ‘legiona-rio’”27. En él se recordaba al movimiento legionariocomo “una renovación moral del rumano y no unpartido político; quería ser una asociación forjado-ra de hombres; pretendía tener algo de orden reli-giosa que estuviese dispuesta a todos los sacrificiospara la renovación de su pueblo”28. Y se recordabael fin político de Codreanu, inspirado en la visiónapocalíptica de San Juan sobre la congregación delos “pueblos” alrededor de Dios. Obviamente,Codreanu no se refirió a “pueblos” sino a “razas”,pero la prensa católica disfrazó convenientementeel detalle y volvió a remarcar los aspectos que másle interesaban: “Del mismo pensamiento cristianoarranca su concepción de amor al prójimo, quedebe dominar en sus legionarios”29.

En esta prensa, por tanto, se exaltaba la figurade Codreanu, de la que se destacaban sólo los ras-gos más religiosos, ocultando los ángulos más fas-cistas. Quien conociera al Capitán únicamente porestos textos podría pensar que se trataba de unafigura eminentemente reaccionaria, alejada de lasteorías revolucionarias fascistas. Incluso se llegaba atraslucir una cierta idea de movimiento pacifista, alseñalar el amor al prójimo que los legionarios debíanprofesar. Y ya hemos visto cómo en Misión se des-cribía y justificaba la peculiar forma de entender lapiedad cristiana que tenían los legionarios.

No obstante, a partir de enero de 1941, laspublicaciones católicas modularon sus referencias aRumania por cuanto en aquel país se instaló un

régimen conservador que se deshizo de la Guardiade Hierro. Esto facilitó la tarea de las publicacionescatólicas a la hora de hablar de Rumania. Repen -tinamente, comenzó a ocultarse cualquier referen-cia a la Legión, y la admiración que antes se habíamanifestado por el “místico y patriota”30 Codreanuse trasladó a la fe del pueblo rumano y a la protec-ción que el régimen de Antonescu brindaba a laIglesia en Rumania31.

Esa traslación del enfoque no se limitó a laIglesia española; en la prensa católica de nuestropaís, también la jerarquía rumana –antaño tan fer-viente exaltadora de la figura de Codreanu32– tomóaparentemente la misma postura. Lo vemos, porejemplo, en un artículo escrito para Ecclesia porAlexandro Th. Cisar, Arzobispo de Bucarest yPrimado de Rumania. En él se subrayaba, una vezmás, la hermandad entre la historia rumana y laespañola a lo largo de los siglos, en constante luchacontra los invasores paganos. Y, sobre todo, lamisión común que ambas naciones tenían frente alenemigo del momento, el comunismo. “Rumania–escribía Th. Cisar– se encuentra hoy en luchaencarnizada con la furia y el torrente del bolchevis-mo [...] “¡Con Dios hacia delante!” Es el grito delucha de nuestros soldados, que prefieren morir enel campo de batalla a dar un paso hacia atrás”33. Sesubrayaba pues la cristiandad añeja de Rumania, sucompromiso en la lucha contra el comunismo y laconfianza de que la fe triunfaría como antes habíatriunfado en España34. Las alusiones a la Guardiade Hierro se iban desvaneciendo.

La publicación jesuita Razón y Fe publicó en1944 un artículo del sacerdote rumano FranciscoPall S.I., referido también a la histórica lucha deRumania en la frontera oriental. “Aquí han vividolos Dacios y los Getas, antepasados de este pueblo,

25 Ya. 29 de noviembre de 1940.26 Ibid.27 “Del pensamiento de Codreanu”. Signo. 16 de noviembre de 1940.28 Ibid.29 Ibid.30 Ibid.31 Tan sólo se recuerda a Codreanu en dos artículos de Ernesto la Orden Miracle, en los que se hace referencia al “llorado jefe

de la Guardia de Hierro” (Ecclesia. 15 de diciembre de 1941) y se le define como “hombre de fe sincera y alma ardiente” (Ya.30 de diciembre de 1941).

32 Señalemos al respecto que, de los diez mil sacerdotes existentes en Rumania, dos mil llegaron a pertenecer a la Legión. 33 Th. Cisar, Alexandro. “Rumania, en la lucha con los enemigos de la Cristiandad”. Ecclesia. 62. 19 de septiembre de

1942, 14.34 Ibid.

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y aquí, en torno a los Cárpatos, con Transilvania enel corazón, se han desarrollado y mantenido duran-te miles de años de guerras cruentas, de invasionesde hordas asiáticas, de grandes desgracias, en el sen-timiento y en el amor de la latinidad”35. Se le otor-gaba así una dimensión milenaria a la guerra contraRusia: “El 22 de junio de 1941, los ejércitos reorga-nizados por el mariscal Antonescu emprenden lagigantesca lucha contra la Rusia soviética. El genero-so entusiasmo mostrado en esta ocasión por toda lanación rumana ha sido una manifestación general deese pueblo que desde hace dos mil años no ha vistovenir del Este más que desgracias”36. Entusiasmo porla gestión de Antonescu y admiración hacia el pue-blo rumano. Pero, de nuevo, resultaba llamativo elolvido que la Guardia de Hierro sufría en estos artí-culos. Como si nunca hubiera existido.

Los periódicos españoles católicos mostrabansu entusiasmo con el régimen de Antonescu y lasceremonias religiosas en las que participaban losprincipales dirigentes nacionales. El diario Ya, porejemplo, informaba de que, con motivo de laEpifanía, se había celebrado la ceremonia del “bau-tismo de las aguas”: “Poco antes del mediodía, elRey Miguel I y el mariscal Antonescu llegaron a laorilla del Dambovitza, río que atraviesa Bucarest,donde se celebró la solemne ceremonia en que elpatriarca de la iglesia rumana arroja una cruz a lasaguas del río. Asistieron al acto todos los miembrosdel Cuerpo diplomático, los ministros y subsecreta-rios y numerosas autoridades militares y civiles. Acontinuación las tropas de la guarnición deBucarest realizaron un desfile ante el Soberano”37.Religión y política mezcladas en un acto de carác-ter más reaccionario que fascista.

La misma interpretación se le dio a la partici-pación de Rumania en la guerra contra Rusia. Ladefinición que la prensa española daba de este fren-te como “cruzada” encontraba, en el caso rumano,mayores argumentos. “En el aspecto espiritual,Rumania ha declarado oficialmente “guerra santa”su guerra contra los sin Dios. El cisma ortodoxo,profesado por los rusos antes del comunismo, es lamisma religión del pueblo rumano [...] Los cape-llanes militares de Rumania entran en Rusia con

sus cruces griegas y sus iconos bizantinos, sintien-do de un modo más íntimo la reconquista religio-sa, aunque les falte, naturalmente, por la limitaciónnacionalista de su cisma, el aliento ecuménico ymisionero de Roma”38.

En esta justificación religiosa de la guerra enRusia encontramos un rasgo llamativo: la diferenteactitud que la prensa española mostró con respectoa la ortodoxia serbia y a la rumana. Si con la prime-ra se mostraba severa, responsabilizándola de ser laprincipal causa del atraso y la perversión de los ser-bios frente a los croatas, a la segunda se la ensalza-ba, aunque siempre desde un punto de vista pater-nalista y situándola en toda ocasión por debajo de laconfesión católica. El periodista Ernesto La Orden,por ejemplo, escribía que el pueblo rumano eradigno de admiración, “casi enteramente rural, en elque alienta un espíritu religioso vivísimo [...] Elpueblo rumano tiene una fe viva, guarda el respetoa sus popes, vive y muere bajo la sombra de la cruzy no se ha contaminado de comunismo en unavecindad de cinco lustros”. La explicación a estasituación, tan distinta de los campesinos de otrospaíses, estaba en la juventud de Rumania como país:“Sea cualquiera el grado de frivolidad de sus clasesaltas, el mal ejemplo no ha tenido todavía tiempode fructificar”. La Orden ensalzaba la abundanciade signos cristianos que se podían encontrar enRumania, las numerosas cruces y pequeñas iglesiasbizantinas, y el hecho de que cada casa tuviera unrincón reservado para las imágenes, que eran fervo-rosamente veneradas por la familia. Prueba de lamoral privada del campesinado era, además, la altatasa de natalidad. Esta devoción también se mani-festaba, como ya hemos visto, en la pompa oficial:“El rey besa en todas las ceremonias los iconos quele presenta un mitrado y en los desfiles militareshemos visto al capellán marchar delante de su regi-miento, como abriéndole el paso con su cruz”39.

Pero era preciso conciliar ese ferviente apoyocatólico con las raíces ortodoxas de la realidad polí-tica rumana que se estaba exaltando. Para ello, sesubrayó la cercanía y proximidad de la ortodoxiarumana al catolicismo. En palabras del arzobispocatólico de Bucarest, Monseñor Alejandro Cisar:

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35 Pall, Francisco, S. I. “El pueblo rumano y su lucha secular”. Razón y Fe. 1944. Tomo 129, 397.36 Ibid.37 Ya. 7 de enero de 1942.38 Ya. 10 de mayo de 1942.39 Ibid.

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“Si el pueblo rumano hubiera tenido la fortu-na de continuar unido a la Iglesia católica, losrumanos tendrían ahora la misma fe profundade los bretones, los irlandeses o los tiroleses”40.

La influencia católica era intensa en un país demayoría ortodoxa porque muchos acudían a loscultos católicos; incluso el mismo Codreanu habíarecibido lecciones de doctrina católica41. Todo ellono hacía otra cosa que despertar la esperanza deuna posible recuperación de los ortodoxos ruma-nos, quienes, a diferencia de los serbios, se encon-traban muy próximos a Roma:

“Os digo que para un católico sincero, quesienta el espíritu apostólico de la AcciónCatólica, no cabría más bella perspectiva queésta de ver de vuelta en la casa paterna a todoslos hijos ausentes de los Balcanes. Su cristianis-mo es puro, casi primitivo, y no está inficiona-do de herejías, pero languidece sensiblemente yestá falto de frutos, como una rama desgajadadel tronco de San Pedro. Su Santidad Pío XImanifestó repetidamente su preocupación porlas Iglesias orientales. Yo os digo que al visitaraquellas iglesias bizantinas, llenas de iconoscándidos y de menudos cirios, mientras trabajasobre mi pecho la señal de la Cruz, le pedímuchas veces al Pastor Divino que reúna en elúnico redil a todas las ovejas de su rebaño”42.

En conclusión, las publicaciones católicas espa-ñolas transmitieron una imagen distorsionada de lafigura de Codreanu y la Guardia de Hierro, al pre-sentarlos como un movimiento reaccionario y cerca-no a sus propias tesis, ignorando su carácter fascista.No les costó mucho esfuerzo, pues dejarían a un ladolas referencias a esta organización y a su líder cuan-do las circunstancias impusieron un cambio de dis-curso, trasladando la atención a Ion Antonescu y surégimen reaccionario. Eran los reflejos interesados dela óptica católica. También la prensa falangista–desde sus problemas y tensiones internas– buscótransmitir una imagen tan subjetiva como conve-niente de la experiencia fascista rumana.

2.2. La visión falangista

Si los rotativos católicos pasaron por alto losrasgos fascistas del movimiento legionario, periódi-cos como Arriba o FE hicieron justo lo contrario:dejaron en un segundo término un elemento tanimportante de la Guardia de Hierro como era elcomponente cristiano. Es más, la espiritualidad quese reflejó en sus páginas al escribir sobre Rumaniase aleja mucho de la cristiana. No hubo en elloslamento alguno por la ortodoxia del cristianismorumano; tampoco se publicaron más noticias quelas ordenadas por consigna referentes a las ceremo-nias religiosas. Porque la espiritualidad a la que losfalangistas hicieron referencia fue la más ancestral,cimentada sobre supersticiones y dioses paganos:una espiritualidad más cercana a los movimientosfascistas que a los conservadores.

El ejemplo más significativo de este enfoquede la espiritualidad rumana lo encontramos en eldiario Arriba. El corresponsal Juan M. de la Aldeaescribió un reportaje referido a la veneración que elcampesino rumano sentía por la tierra43. Esta devo-ción habría sido iniciada por los dacios, inspiradosen el culto por Zaratustra. Según la tradición persa,se basaba en la alianza conyugal entre “AuraMazda”, dios del cielo, y “Spenta Armaiti”, divinapersonificación de la “Terra Mater”. Poste -riormente, los legionarios de Trajano adoptarondicha creencia indígena, conformándose una tradi-ción que pasaba de padres a hijos, “y por la cualsabemos que en estos países, esencialmente campe-sinos, la tierra es considerada como una deidad a lacual debemos respeto, amor y consideración”44.Como prueba de esta veneración a la tierra se decíaque el campesino rumano, al rezar, inclinaba lafrente hacia el suelo, implorándole a la tierra en vezde al cielo, pues la tierra encarnaba para él la divi-nidad ya que de ella surgió el primer hombre y pro-porcionaba los frutos de la naturaleza45. Así, segúnla tradición popular, se consideraba pecado mortalescupir sobre la tierra, injuriarla o pisotearla conenojo; los alfareros, por esta misma causa, recibirí-an un castigo ejemplar el día del Juicio Final por la

40 Ibid.41 La Orden Miracle, Ernesto. “El Arzobispo latino de Bucarest, Monseñor Cisar, habla para “Ecclesia” de la Iglesia católica

rumana”. Ecclesia. 15 de diciembre de 1941, 17.42 Ibid., 18.43 De la Aldea, Juan M. “El místico culto de los campesinos rumanos a la tierra”. Arriba. 9 de noviembre de 1943.44 Ibid.45 Ibid.

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monstruosidad de su profesión. “Para la creenciapopular, la tierra es tan sagrada como para aquellosantiguos colonos que inmolaban vidas y bienes a sudivinidad para congraciarse con ella o recabar suprotección y ayuda”46.

La tierra era precisamente un símbolo impor-tante en los rituales de la Legión. Y es que Codreanuy los suyos no eran ajenos a esta espiritualidad paga-na, en un desarrollo de su paroxismo religioso. Y es aesta espiritualidad a la que la prensa falangista dedicamayor atención a la hora de referirse a Rumania,dejando en un segundo plano la ortodoxa oficial.

Pero no sólo en lo referente a la religiosidad laprensa de Falange transmitía una imagen clara-mente fascista de la Guardia de Hierro. Si en elreferido artículo de Ernesto La Orden se interpre-taba su ascenso como una reacción a la desacredita-da política liberal, para los falangistas la fuerza delos legionarios rumanos estaba directamente vincu-lada al avance de las potencias del Eje. Para elenviado especial de la agencia EFE, GiménezArnau, el crecimiento de la Guardia de Hierro erauna consecuencia natural de la nueva situacióninternacional caracterizada por el triunfo bélico delEje. Los acontecimientos exteriores habrían sido elfundamento y la razón de los movimientos políti-cos internos que, según el cronista, se habían pro-ducido y habrían de producirse en Rumania, nodescartando que en un futuro próximo se vieranmiembros de la Guardia de Hierro en el gobier-no47. Ciertamente, el rey Carol terminó por dar ala política exterior rumana una orientación similara la que preconizaba Codreanu, pero demasiadotarde: Rumania perdió Besarabia, Transilvania yDobrudja tras los dictados de Viena.

“La nación comprende sólo entonces el granerror de una política exterior equivocada, quedurante diez años estuvo preparando la catástro-fe. Comprende eso como comprende la inten-ción del Capitán, cuando tres años antes, en unaEuropa todavía en paz, se quiso poner al lado delas naciones que luchaban por las revolucionesnacionales”48.

Cuando Carol abdicó en favor de su hijoMiguel, la prensa falangista hizo una lectura deladvenimiento victorioso de la Guardia de Hierro.“Así se aleja por el foro [...] el rey que perdió sutrono por jugárselo a una sola carta. Se va derrota-do, vencido, por la sombra de Codreanu”49. Por finhabía en Rumania un régimen realmente fascista,con la Guardia de Hierro como garantía de purezaideológica. A partir de entonces, fueron numerosaslas páginas de los diarios falangistas dedicadas aresaltar el tándem Antonescu-Sima. El diario FEpublicaba un gran titular, cuatro días después de laabdicación de Carol, en el que aseguraba el apoyoincondicional de Rumania al Eje. Según declaracio-nes de Horia Sima, la política extranjera manten-dría así la orientación que Codreanu había fijado.

“La victoria del movimiento legionario signifi-ca igualmente que el Eje está presente en laregión del Danubio y que un nuevo ordendurable se ha establecido en los Balcanes [...]En Rumania, Inglaterra no tiene nada quedecir. Según el deseo de los legionarios, lasrelaciones con Italia deberán estar basadassobre ideas comunes y estrecha camaradería”50.

Sima daba tres motivos por los cuales su paísdebía situarse al lado del Eje: por un lado, porqueera el mejor camino para acabar con el comunismo;en segundo lugar, porque sólo el Eje era capaz deimponer el nuevo orden; y por último, porque sólosu victoria podía devolver Europa a los auténticoseuropeos: los arios51. Era evidente que los falangis-tas españoles soñaban con una España alineada enel mismo bando.

Si la política exterior rumana les ratificaba ensus convicciones, llamaban también su atenciónlos proyectos para la configuración interna deRumania, muy en especial la organización sindi-cal:

“… los obreros serán agrupados profesional-mente en entes de tipo estatal y presididosnecesariamente por un legionario, que garan-tizará en el futuro la perseverancia de la líneade justicia social, que la sola presencia del

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46 Ibid.47 Crónica de Giménez Arnau. “El futuro de la política rumana” FE. 23 de agosto de 1940.48 Crónica de Giménez Arnau. “Codreanu y la política exterior rumana”. Arriba. 1 de enero de 1941.49 FE. 7 de septiembre de 1940.50 Agencia EFE. “El nuevo régimen rumano busca un apoyo incondicional del Eje”. FE. 10 de septiembre de 1940.51 Arnau, Giménez. “Rumania ama a España en primer lugar porque es falangista”. Arriba. 2 de enero de 1941.

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movimiento legionario bastó para que fueseiniciada espontáneamente”52.

En ese esquema, la propiedad y la iniciativaprivadas serían respetadas, aunque el capital “debe-rá comprender los nuevos tiempos”53. La prensafalangista, por consiguiente, miraba hacia otro ladoante los aspectos religiosos de la Guardia de Hierro.Lo que se destacaba del movimiento de Sima era suracismo, el control de la economía por parte delEstado y el explícito apoyo al Eje. La estrecha iden-tificación FE-Guardia de Hierro intentaba arrastrara España a seguir los pasos del gobierno rumano.No en vano, las publicaciones falangistas hicierontodo lo posible por destacar la hermandad quetenía su movimiento con la Guardia de Hierro.“Nosotros –afirmaba Horia Sima– amamos aEspaña, en primer lugar, porque es falangista”54.Esta hermandad se manifestó en varias ocasiones,como cuando una misión española, presidida por eldelegado nacional de Organizaciones Juveniles,Sancho Dávila, visitó Rumania en 1939. “Y entremuchas pruebas de afecto oficial, entre las cariño-sas aclamaciones del pueblo rumano, la Guardia deHierro hizo llegar el testimonio más emocionanteque recogieron durante su viaje”55. Un legionario,escapado del campo de concentración deMiercurea Ciucului, les hizo llegar a los falangistasun mensaje de apoyo y una cruz votiva rumanatallada a mano56. Estas relaciones, no obstante, noestaban exentas de cierta soberbia por parte espa-ñola, al ver en Rumania una especie de “hermanamenor”, que fue “civilizada” por un hispano, ycuyo cristianismo no alcanzaba la perfección espa-ñola por culpa de su ortodoxia. Sirva un ejemplo:el delegado nacional de Organizaciones Juvenilesespañol, Sancho Dávila, se expresó, durante unavisita a Rumania en 1939, siempre en castellanoporque “nuestro habla ha fundado civilizaciones”57.

Esta mutua simpatía se explicaría por el común“sentimiento heroico y militar de la existencia” y “enel destino ejemplar de sus dos capitanes”58.Precisamente el destino paralelo de Primo de Riveray Codreanu era habitualmente recordado por losrotativos falangistas como un denominador comúncon los legionarios. Las juventudes falangistas conJosé Antonio hacían lo mismo que sus homólogasrumanas a la hora de conmemorar el aniversario dela muerte del Capitán59. Del mismo modo quemurió el fundador de la Falange en la prisión deAlicante, murió dos años después el líder rumano;igual que los legionarios acababan de recuperar losrestos de Codreanu, los falangistas habían recogidoantes el cuerpo de Primo de Rivera para enterrarloen El Escorial. “Y es por ello por lo que los falangis-tas españoles desean expresar su comprensión a loscamaradas legionarios; porque unos y otros estamosrecorriendo un camino similar [...]”60.

En noviembre de 1940 se publicó en nuestropaís la noticia del homenaje a la memoria de JoséAntonio por parte del Movimiento legionario, en elque participaron Horia Sima, varios ministros yrepresentantes diplomáticos de España, Alemania,Italia y Portugal. Tras un acto religioso en la cate-dral de Bucarest, los asistentes portaron una coro-na de flores ante un túmulo colocado en la Casa delos Legionarios para honrar la memoria del funda-dor de la Falange. Ese mismo día, los periódicosrumanos publicaron el testamento político dePrimo de Rivera y señalaron la afinidad ideológicaentre ambas organizaciones61. También el reyMiguel manifestó, en la presentación del ministrode España en Bucarest, el conde de Casas Rojas, lassimpatías hacia el movimiento falangista. “En laactualidad –afirmó el monarca– [...] la Rumanialegionaria se siente orgullosa de sus relaciones conel heroico movimiento falangista”62. En la ceremo-

52 Ibid.53 Ibid.54 Ibid.55 Arriba. 22 de septiembre de 1940.56 Ibid.57 Arriba. 28 de junio de 1939. 58 Ibid.59 Editorial. “Corneliu Codreanu”. Arriba. 28 de noviembre de 194060 Ibid.61 ABC. 23 de noviembre de 1940.62 FE. 21 de diciembre de 1940.

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nia se recordaron a las sempiternas figuras de Mot -za y Marin, los legionarios muertos en Maja -dahonda en 1937, que también sirvieron parasubrayar la hermandad hispano-rumana.

Para terminar de cuadrar una imagen adecua-da, los periódicos de FET-JONS realizaron un tra-tamiento singular de la figura de Antonescu, con-virtiéndole en un gobernante plenamente identifi-cado con la Guardia de Hierro. Haciéndose eco deunas declaraciones del “Conducator” hechas alcorresponsal en Bucarest del rotativo VoelkischerBeobachter, el diario FE publicaba las siguientespalabras de Antonescu:

“…el mérito de la juventud, para la cual ZeleaCodreanu representa el martirio y su noblezasimbólica, es el haber emprendido la luchacontra el antiguo régimen. Es la misma luchaque también llevé yo, y que se proseguiráhasta lograr la ruptura de todos los obstáculosy el establecimiento de la estructura natural ydefinitiva de la sociedad rumana, y hastalograr que el sentido de la palabra “rumano” seconvierta en una realidad”63.

También recogieron otras frases en las que eljefe del gobierno se identificaba con el partido, sugi-riendo una comunión de intereses que la propiaFalange deseaba alcanzar en la España de Franco.

“Antonescu afirmó que el régimen nacional legio-nario, fundado por él y en el cual el movimientolegionario de Horia Sima representa el elementodinámico, significa el derecho a la dirección delEstado por cada personalidad, en razón de todomérito y de toda acción sincera y consciente deresponsabilidad. Este régimen expresa la voluntadde una renovación total y orgánica del pueblorumano [...] El general Antonesco termina decla-rando su admiración a las ideas y fuerza políticadel Eje, a las que Rumania se adhiere como repre-sentantes que son del nuevo mundo”64.

Las intenciones de la prensa falangista –pre-tendiendo ofrecer una imagen de Antonescu quedebía seguir, presuntamente, Franco– pronto queda-

ron defraudadas. A comienzos de 1941, el reacciona-rio general se deshizo de la Guardia de Hierro conuna dureza muy lejana a las maniobras sutiles del dic-tador español. El periódico Arriba comenzó a arre-meter contra lo que consideraban una insoportabletraición. Los sucesos de Rumania los sintieron comoen carne propia porque existía el riesgo de que algosimilar sucediera en España. Para Arriba, las tensio-nes rumanas eran “el suceder lógico de un procesorevolucionario traicionado y escamoteado por la reac-ción”65. Y la respuesta no podría ser otra que la vio-lencia porque “cuando se hace abortar un Movi -miento no se consigue sino desenfrenarlo, y al pro-pósito normal de orden sucede el ímpetu vengativo ydemagógico”66. Grave preocupación les despertó elgesto de Antonescu de asumir la dirección de laLegión, tal y como había hecho el propio Franco enel Decreto de Unificación de abril de 1937:

“… la reacción, satisfecha, ha creído quepodía asumir el mando de ese Movimientopara exhibirlo como etiqueta de su segundaintención, sin compartir ni entender paranada su profundo sentido, su auténtica razón,su dogma, su propósito y su estilo”67.

No hacía falta ni siquiera leer entre líneas parasaber por dónde iban las críticas del rotativo falan-gista. La reacción se había apoderado de los ele-mentos formales de la Legión para vaciarlas de con-tenido, intentando engañar así a los legionarios.Pero éstos habían sabido responder, según Arriba,aun a riesgo de “… una liquidación mucho másgrave del pleito rumano, en el que la traición reac-cionaria al Movimiento legionario sólo ha triunfa-do en apariencia, para parecer pronto quizá eltriunfo –aún posible– de una verdadera Rumania,o quizá con la pérdida entera del país, incorporadoal más fuerte de los diversos apetitos próximos”68.

El triunfo final del mariscal Antonescu provo-có un agrio editorial en el periódico que, en reali-dad, suponía una crítica acerada al comportamien-to tibio de la dictadura franquista por su falta deauténtico espíritu falangista revolucionario:

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63 Agencia EFE. “Interesantes declaraciones del general Antonescu sobre el contenido del Movimiento legionario”. FE. 16 deoctubre de 1940.

64 Ibid.65 “El caos de la revolución estrangulada”, Arriba, 26 de enero de 194166 Ibid.67 Ibid.68 Ibid.

La Guardia de Hierro rumana en la prensa española DOSSIER

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“[...] Y ahí está ese otro fantasma totalitario deRumania, con razones sobradas para la más efi-caz meditación, tratando de edificar un régimeno defender un Estado con viejos tópicos pater-nales, propios de dinastías y sistemas caducos,invocando la vaga buena fe general como armade fusión popular, y destruyendo, para no poneren peligro esa unidad, al único instrumento quepor lógico principio era capaz de salvarla.

Todo ello no es –en el mejor caso– sino paci-fismo conservador, pillería infantil o incurabledecadencia. Si los simuladores traicionan o nocon ello el destino de sus patrias no es cosa quenos preocupe con exceso; lo que no deseamoses formar en el coro de los que –interesada eingenuamente– fingen tragarse el anzuelo yconsiderar poco menos que aleccionadora estaespecie de prestidigitación política con la quese pretende hacer pasar ante la Europa nueva elgato liberal por liebre totalitaria.

Por una parte, sabemos que el Estado totalita-rio –como hemos dado en llamar al de las dic-taduras nacionales modernas– no es sino elinstrumento de la revolución que aspira a sus-tituir el orden averiado por otro nuevo y con-sistente: en esta profunda operación revolucio-naria está el secreto y la verdad; lo otro, elmontar las dictaduras con más o menos apa-riencias imitativas, no es, no será nunca sinaquello, más que un fraude histórico que esosmismos pueblos padecerán en su propia carne,con su ruina y su fracaso.

Por otra parte, sabemos también que esas dic-taduras nacionales son las únicas dotadas conresortes para imponer –que no recomponer–las unidades desbaratadas; pero para ello espreciso que estén encarnadas, servidas y pose-ídas por quienes tienen de la unidad un senti-do profundo, afirmativo, exigente, rigurosa-mente doctrinal y activo, y no un sentido sen-timental, idílico, pacifista e incondicional; esdecir, que todo régimen totalitario suponenecesariamente la existencia eficaz, verdaderay no simulada de un movimiento minoritario,intransigente, armado y victorioso, pleno dedoctrina y de conciencia. De lo contrario, el

Poder –disfrutado, que no ejercido– sobreprincipios básicamente liberales no es más queun secuestro o una tiranía”69.

No podía ser más feroz la crítica contra el pro-pio régimen franquista y el sector “acomodado” deFalange. Los sucesos de Rumania brindaron unaoportuna excusa a los falangistas para burlar la cen-sura del momento y poder desahogarse ante un sis-tema que, cada vez más, se escoraba con pragmatis-mo hacia el sol más adecuado por más que aúnmantuviera una cierta estética, unos ademanes y undiscurso recurrente de inspiración fascista. Ante eltemor de seguir los mismos pasos que la Guardia deHierro, resultaba significativo que se hablara másde “Movimiento” y “reacción” que de “Legión” y“Antonescu”. Ni Franco terminaba de sumarse a lasempresas bélicas del Eje, ni la FET-JONS parecíadestinada a ocupar el lugar que pensaba le corres-pondía por derecho propio en el espíritu de la revo-lución nacional-sindicalista.

Como sabemos, la realidad posterior confirma-ría las peores sospechas falangistas. España fue pau-latinamente desenganchándose de las potencias delEje. La censura prohibió toda referencia a la Guardiade Hierro y la prensa falangista tuvo que acatar órde-nes. Mientras el gobierno español coqueteó con elEje se dejó rienda suelta a los sueños revolucionariosdel fascismo español, pero el avance aliado impuso laincontrovertible ley de los hechos. Y la prensa falan-gista hubo de plegarse: en el segundo aniversario dela abdicación del Rey Carol, Arriba dedicó un exten-so reportaje a un alabado Antonescu: “hace dos añosque el mariscal Antonescu, en el momento más de -sesperado, se encargó de la misión de salvar a supatria […] con su heroica contribución a la guerracontra los soviets, Rumania se ha incorporado comofactor esencial al nuevo orden europeo”70. El traidorde ayer era el héroe de hoy: Antonescu fue definidocomo uno de los hombres “que están escribiendo laspáginas más arriesgadas y meritorias de la historia dela Humanidad”71. Hasta el nombre de la Guardia deHierro desapareció. Y tampoco nada se escribiósobre ella cuando Arriba, en 1944, publicó otro delos numerosos reportajes históricos que se podíanleer en la prensa española del momento referentes ala historia de más reciente de Rumania72.

69 “Lo que está claro”. Arriba. 18 de febrero de 1941.70 Ibid.71 Ibid.72 “Rumania es el país que ha sufrido más invasiones”. Arriba. 1 de octubre de 1944.

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Este silencio sólo se rompió cuando la guerraya había terminado en Europa. Donato LeónTierno, aprovechando unos comentarios al libro deHernán Bastida “Rumania, de la Guardia de Hierroa la Guardia Roja”, afirmó que en las páginas deaquel movimiento pretérito se adivinaba un pa raísoperdido:

“… un sentimiento de dolor ante la desapari-ción de la Guardia de Hierro, la milicia de SanMiguel Arcángel, formada por hombres quesupieron luchar y morir en las calles, camposy cárceles después de haber hecho los tresvotos monásticos de pobreza, castidad y obe-diencia. Los que supieron morir para mante-ner grande y gloriosa una proyección romanae hispánica frente a Asia, los que todo lo die-ron por la continuidad de la obra más peren-ne de nuestro Trajano. Y dos jefes de laGuardia de Hierro (los más íntimos de sucapitán) vinieron a España y murieron en elfrente de Madrid. Sus huesos, ya calcinados,descansan en tierra española. [...]”73.

A esas alturas, el falangismo español podíasuscribir un lamento similar. No en vano, en supropia entraña se habían fusionado dos tradiciones.Una católica (derivada del carlismo y del integris-mo) y otra “laica” (dotada de un aire modernizadorque entroncaría con Dionisio Ridruejo, por ejem-plo). Fácilmente, las circunstancias pudieronimponer la una sobre la otra.

3. A MODO DE CONCLUSIÓN

Como hemos visto, el interés por Rumania yla Guardia de Hierro fue común en todas las publi-caciones periódicas españolas. En términos genera-les, la Guardia de Hierro conoció una carrera másmeteórica que la Falange, consecuencia de la mayorinestabilidad de Rumania. Las interpretacionessobre aquel movimiento desde la prensa española,sin embargo, registraron matices bien diferenciadosy muy significativos.

Hasta 1943, la prensa católica española hizouna interpretación conservadora y reaccionaria de

los movimientos fascistas del momento, ignorandotoda característica totalitaria que no casara biencon sus concepciones: destacaban sobre todo elanticomunismo, el antimaterialismo y el antiju -daísmo74, elementos que los acercaban al idearioconservador de la Iglesia más reaccionaria. En elcaso de Codreanu, esta interpretación resultabamás viable en virtud del cristianismo del Capitán ysus seguidores. El cambio de apoyos políticos desdela Guardia de Hierro al régimen reaccionario deAntonescu –más cercano al ideario de nuestra jerar-quía– facilitó las acostumbradas interpretacionesde nuestra prensa católica. El proceso se intensifi-caría a partir de 1943, cuando el desarrollo de lacampaña en Rusia fue evidenciando la derrota delas potencias de Eje y el viento comenzó a soplar afavor del alejamiento de los fascismos.

Obviamente –y por las mismas razones– estoscambios resultaron más traumáticos para la prensafalangista. La Guardia de Hierro encarnaba unmovimiento hermano por el que la Falange másextrema sentía gran cercanía y su prensa, al contra-rio que las publicaciones católicas, se entusiasmócon los detalles de los elementos mas fascistas, pos-tergando el cristianismo tan alabado por la Iglesiade nuestro país. Además, los rotativos falangistasinterpretaban los acontecimientos de Rumania bajola luz de lo que ocurría en España. De este modo,no se trataba sólo de defender un movimiento her-mano: Rumania fue un ejemplo de lo que debía ono hacerse y representó un pretexto para decir loque sentían evitando –o creyendo evitar– los rigo-res de la censura gubernativa franquista. De hecho,el espejo rumano desapareció en 1941 y la evolu-ción de la guerra mundial –junto con el supremoobjetivo de la pervivencia del régimen de Franco–determinó que el silencio se cerniera sobre los ecosde la Guardia de Hierro. A la Falange no le queda-ba más remedio que perecer de ensoñación por elpasado perdido, o adaptarse a los tonos grisáceos,prosaicos y pragmáticos de la posguerra española.Los aliados habían ganado la guerra y sólo la gue-rra fría permitiría un incómodo resquicio de super-vivencia.

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73 León Tierno, Donato. FE. 10 de junio de 1945.74 Sobre la actitud de la Iglesia ante el fascismo italiano y el nazismo remitimos a Lazo Díaz, Alfonso, La Iglesia, la Falange y el

Fascismo. Un estudio sobre la prensa española de posguerra. Sevilla, Universidad de Sevilla, 1995.