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80 www.utadeo.edu.co • Revista La Tadeo No. 67 - Primer Semestre 2002 • Bogotá, D.C. - Colombia Alto Fragua Indi Wasi Nuevo Parque Nacional Natural por JUAN MAYR MALDONADO La declaratoria de un Nuevo Parque Nacional Natural en pleno corazón de la Amazonía colombiana es un claro ejemplo de participación social en la conservación, que confirma el empeño de muchos colombianos de promover la reconstrucción de las relaciones humanas a partir de la reconciliación con el entorno natural.

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Alto FraguaIndi Wasi

Nuevo Parque Nacional Natural

por JUAN MAYR MALDONADO

La declaratoriade un Nuevo Parque Nacional Naturalen pleno corazón de la Amazoníacolombiana es un claro ejemplode participación social en laconservación, que confirmael empeño de muchos colombianosde promover la reconstrucciónde las relaciones humanasa partir de la reconciliacióncon el entorno natural.

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comienzos de 2002 Colombia conoció

la grata noticia del nacimiento del nue-

vo Parque Nacional Natural Alto Fra-

gua Indi Wasi, localizado en el depar-

tamento de Caquetá, en jurisdicción

de los municipios de San José del Fra-

gua y Belén de los Andaquíes, lo cual

elevó a 47 el número de áreas protegi-

das que integran nuestro sistema na-

cional de parques.

Indi Wasi (que en lengua que-

chua significa ‘Casa del Sol’), corres-

ponde a una zona tradicionalmente

manejada por la comunidad indíge-

na ingana y es una clara demostración

del compromiso gubernamental de

privilegiar y reconocer el derecho

que todos los pueblos y etnias del país tienen sobre

su territorio.

Así mismo, es una forma de garantizar el respeto a

sus tradiciones y aprender de ellos las bases para una

relación armónica entre el hombre y la naturaleza, lo-

grada por ellos a lo largo de los tiempos.

Todo comenzó como un ejercicio de participación

comunitaria, inspirado en el nuevo modelo de admi-

nistración de los Parques Nacionales Naturales que se

ha venido desarrollando durante los últimos cuatro

años a lo largo y ancho del país, denominado ‘Parques

con la Gente’.

Esta política, inspirada en el esquema de la parti-

cipación social en la conservación, introdujo una nue-

va forma de pensar en relación con la ocupación de

los Parques Nacionales del país, de manera que las

gestiones para la conservación y defensa del patrimo-

nio biológico que albergan estas áreas sean una res-

ponsabilidad compartida por todos los actores

institucionales públicos y privados y por las comuni-

dades asentadas en dichas zonas.

Así las cosas, en mayo de 1999 el Ministerio del

Medio Ambiente, la Unidad Administrativa Especial del

Sistema de Parques Nacionales Naturales, la Asocia-

ción de Cabildos Indígenas Tandachiridú Inganokuna

y la ONG Amazon Conservation Team (ACT), formaliza-

ron un convenio con el propósito de establecer un área

especial de conservación y manejo en la región del

río Fragua, en el alto Caquetá.

En desarrollo de este convenio se realizó una ca-

racterización cultural de la zona del Fragua, proyec-

to que se enmarcó dentro de la estrategia para la con-

formación del Sistema Regional de Áreas Protegidas

del Piedemonte Amazónico.

En julio de 2001, la Asociación de Cabildos

Tandachiridú Inganokuna solicitó apoyo al Ministerio

del Medio Ambiente y a la Unidad de Parques para la

constitución de un área de protección especial, bioló-

gica y cultural con miras a un pleno reconocimiento

de los derechos territoriales indígenas.

Luego de un proceso de concertación y trabajo ar-

ticulado entre diferentes sectores, a finales del

año pasado se realizó una con-

sulta previa, conforme a lo dis-

puesto por la Constitución Na-

cional y demás normas que ga-

rantizan el derecho a la participa-

ción ciudadana en la toma de de-

cisiones, que se tradujo en la de-

claratoria oficial del más reciente

Parque Nacional Natural.

En un imaginario recorrido que

emprenderemos a través de las páginas

de esta revista, me complace invitarlos a co-

nocer los aspectos ecológicos, biológicos, geográfi-

cos y culturales que integran el Parque Alto Fragua

Indi Wasi, así como las anécdotas y vivencias de quie-

nes protagonizaron la historia que se esconde detrás

de este proceso.

Crónica de una alianza científica y cultural

Como se dijo anteriormente, la Asociación Tandachi-

ridú Inganokuna impulsó la conformación de un comi-

té con el fin de proteger sus territorios ancestrales.

Dicho comité se consolidó en 1998, haciendo par-

te de él representantes de cada uno de los cinco ca-

bildos que integran la Asociación; éstos son: Niñeras,

Cosumbe, Yurayako, Brisas y San Miguel.

De inmediato, mediante un convenio con el Minis-

terio del Medio Ambiente, la Unidad Administrativa Es-

pecial del Sistema de Parques Nacionales Naturales y

Si se pregunta a los indios qué es lo que produce durante ciertas noches este tumulto continuo,responden riendo que gustan los animales de ver a la luna iluminar la selva, que festejan la lunallena. Por mi parte, parecióme que la escena provenía de un combate empeñado por casualidad, yque se iba prolongando con encarnizamiento siempre creciente. El jaguar persigue a los pecaris ytapires, y estos animales, estrechamente apretados unos contra otros, quiebran la empalizada dearbustos que pone un obstáculo a su fuga. Asustados con este ruido, mezclan los monos desde lascopas de los árboles sus gritos a los de los grandes animales; despiertan a las familias de aves posa-das en sociedad, y así, poco a poco, se va poniendo en conmoción toda la vida animal.

ALEXANDER VON HUMBOLDT, Ansichten der Natur [Aspectos de la naturaleza] (1808).

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el apoyo de la ONG Amazon Conservation Team, la idea

de establecer un área especial de protección en la

región del Fragua comenzó a cristalizarse. La iniciati-

va contó además con el apoyo de la Unión de Médi-

cos Indígenas de la Amazonía Colombiana (Umiyac).

Con la ayuda de la planta sagrada del yagé, se

procedió a escoger el equipo de trabajo integrado por

cerca de 11 indígenas y un blanco, quien tras el visto

bueno de los ‘taitas’ (autoridades), se comprometió a

acompañar todo el proceso para la declaratoria del

Parque.

Los criterios para la conformación del Comité Te-

rritorial apuntaron al conocimiento biológico y cultu-

ral de la región. Es decir, quienes integraran dicho

equipo debían ser expertos en la escarpada geogra-

fía de la zona, en el dominio de plantas medicinales

(yagé y yoco principalmente), en fauna de cacería y

en especies vegetales y animales para la elaboración

de artesanías y elementos culturales.

La caracterización biológica de la zona estuvo apo-

yada por el Instituto de Investigación Alexander von

Humboldt y los demás miembros del comité iniciaron el

reconocimiento geomorfológico y cultural de la región.

Las expediciones, además de colectar información

biológica se concentraron en la recuperación de in-

formación cultural. Los resultados más importantes de

este reconocimiento se pueden resumir en los siguien-

tes puntos:

– La región está surcada con caminos señalados

por plantas sagradas y medicinales.

– La región tiene un alto endemismo de plantas me-

dicinales y sagradas reconocidas por los ingas en su

propio idioma y que todavía son empleadas en sus ri-

tuales y prácticas médicas.

La declaratoria

del nuevo Parque

permitió la integración

intercultural

y se consolidó

en una experiencia

de convivencia

y trabajo colectivo.

Con la ayuda de la planta sagrada del yagé, se procedió a escoger el equipo de trabajo

integrado por cerca de 11 indígenas y un blanco, quien tras el visto bueno

de los ‘taitas’ (autoridades), se comprometió a acompañar

todo el proceso para la declaratoria del Parque.

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– Se identificaron varios lugares sagrados distri-

buidos a lo largo y ancho del área.

– Durante las expediciones se rescató el nombre

indígena de muchos de los ríos y quebradas que bañan

el lugar, en función de su ubicación, contenido simbóli-

co e importancia para la supervivencia cultural.

Es bueno señalar que el trabajo intercultural para la

realización del diagnóstico territorial y ambiental de la

región del Fragua fue un ejercicio de integración entre

blancos e indígenas que permitió la unión de dos mun-

dos opuestos, el científico y el pensamiento tradicional.

Según los integrantes del Comité expedicionario,

durante las faenas de trabajo contaron con la ilumina-

ción y orientación de la planta sagrada del yagé, y gra-

cias a ella jamás tropezaron con obstáculo alguno ni

humano ni natural que impidiera la continuación del

proceso.

En un relato personal del ingano Mario Jacana-

mijoy, quien participó en el Comité Territorial, habló

de la buena suerte que los acompañó para la materia-

lización de esta idea:

… Tanto colonos como campesinos e indí-

genas nos brindaron su más grande apoyo.

En todos los meses que nos tomó este tra-

bajo no enfrentamos amenazas de ninguna

clase. Por el contrario, cada encuentro y

cada jornada estuvo caracterizada por la

solidaridad y la unión. Esas fueron las más

grandes fortalezas de todo el proceso.

Tras el éxito de la etapa de diagnóstico, se proce-

dió a elaborar un documento técnico que contuviera

la integralidad de la información cultural y científica

recogida durante las expediciones.

Paralelamente, se procedió a la realización de una

consulta previa con las comunidades indígenas y de-

más habitantes de la zona para socializar los resulta-

dos de dicho trabajo, acogiéndose a lo consagrado

en la Ley 21 de 1991 y en los artículos 2, 7 y 239 de la

Constitución Política de Colombia.

Una vez surtidas las etapas jurídica y técnica, se

inició el trámite correspondiente para la viabilidad cien-

tífica y la declaratoria oficial del nuevo Parque.

Con los respectivos soportes de investigación bio-

lógica y cultural y el levantamiento de la información

geológica y cartográfica del área, la Unidad de Parques

Nacionales Naturales sometió la propuesta de creación

de un nuevo Parque al concepto de la Academia Co-

lombiana de Ciencias Exactas Físicas y Naturales.

Así nació el nuevo Parque Nacional Natural Alto

Fragua Indi Wasi, cuyo anuncio ante el país fue hecho

por el presidente de la República, Andrés Pastrana

Arango, el 25 de febrero del presente año, y con el

cual se eleva a 47 el número de áreas protegidas con

que cuenta Colombia.

La importancia ambiental de Indi Wasi

Las 68 mil hectáreas que integran el Parque Nacional

Natural Alto Fragua Indi Wasi se localizan en el piede-

monte de la cordillera Oriental, entre los departamen-

tos de Putumayo y el suroccidente de Caquetá (a 60

kilómetros de Florencia), en jurisdicción de los muni-

cipios de San José del Fragua y Belén de los Andaquíes.

Esta zona, considerada como una de las de mayor

biodiversidad de la Amazonía colombiana, posee un

alto grado de endemismo de especies animales y ve-

getales y una variedad de ecosistemas de bosque que

va desde los densos altoandinos, húmedos y de niebla

hasta bosques mediodensos húmedos y húmedos sub-

andinos.

El área del Parque posee características de aisla-

miento geográfico y dificultad de acceso, lo que expli-

ca que sea una de las zonas en mejor estado de con-

servación de toda la cordillera Oriental.

Sin embargo, estudios recientes adelantados por

el Instituto de Investigación Alexander von Humboltd,

dan cuenta de serias amenazas originadas en el avan-

ce de los cultivos con fines ilícitos tales como coca y

amapola y la planeación a futuro de proyectos de in-

fraestructura y desarrollo energético, con sus conse-

cuentes impactos biofísicos y culturales.

Lo anterior supone un mayor esfuerzo por parte

de las entidades encargadas de su protección y mane-

jo para adoptar los instrumentos normativos y técnicos

que garanticen la conservación de esta zona.

De hecho, en el esquema de Ordenamiento Terri-

torial del Municipio de San José del Fragua, dicha área

fue incorporada dentro de las zonas de alta importan-cia, es decir, aquellas que, o bien se encuentran en

Las piedras desnudas y redondeadas, y todos los trozos de rocas, estaban cubiertas de infinito número de iguanas de escamasespesas, de geckos y salamandras abigarradas que inmóviles, alzada la cabeza, abierta la boca, parecían aspirar con fruición el aireabrasador. Los grandes animales se meten a esta hora en las profundidades de la selva, las aves se ocultan bajo el follaje de los árboleso en las grietas de las rocas; pero si durante esta aparente calma de la naturaleza se presta oído a sonidos casi imperceptibles, seadvierte en la superficie del suelo y en las capas inferiores del aire un confuso rumor producido por el murmullo y el zumbido de losinsectos. Todo anuncia un mundo de fuerzas orgánicas en movimiento. En cada matorral, en la corteza agrietada de los árboles, en latierra que cavan los himenópteros, la vida se agita y hace oír, como una de las mil voces que envía la naturaleza al alma recogida ysensible del hombre.

ALEXANDER VON HUMBOLDT, Ansichten der Natur [Aspectos de la naturaleza] (1808).

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reserva forestal, o bien corresponden a grandes áreas

de bosque y en las cuales el riesgo por amenaza natu-

ral es medio o bajo.

Pero a su vez, fue ubicada como zona crítica, esto

es, que por su gran importancia en términos de cober-

tura boscosa es potencialmente sensible a la introduc-

ción de pastos, y por ello tiene un alto grado de ame-

naza.

En términos de fauna, la zona del Parque es hábitat

de un importante número de aves diferentes a las que

se encuentran en el resto de la cordillera Oriental y

muy diversas entre sí, algunas de ellas raras y en peli-

gro de extinción.

En este punto, cabe destacar la presencia de dos

nuevas especies de aves en Colombia, las cuales sólo

estaban registradas en cercanías del río Napo, en el

vecino país del Ecuador. Éstas son el colibrí (Campy-lopterus villaviscencio) y el hormiguero (Myrmotherulaspodionata).

De igual manera, la presencia de ciertas especies

de mariposas es reflejo de un área bien con-

servada y evidencia que la zona presen-

ta una gran influencia amazónica.

En relación con hormigas, resul-

ta de gran interés taxonómico el ha-

llazgo de una especie del género Pyra-mica perteneciente a un grupo poco fre-

cuente de insectos de este tipo y con ca-

racterísticas hasta ahora desconocidas en

Colombia, a la cual se suma una hormiga obre-

ra, arbórea y nocturna (Acanthoponera), pro-

bablemente nueva en nuestro territorio.

A lo anterior se suma la importancia del

nuevo Parque Nacional como albergue de in-

numerables bienes y servicios ambientales, lo que

sin lugar a duda, constituyó también una motivación para

su protección, conservación y manejo sostenible.

La actividad protectora-reforestadora de dichas

áreas es considerada fundamental desde el punto de

vista económico para la generación de bienes y servi-

cios con potencial para su comercialización como

mercados verdes.

Amparar bajo la figura de Parque Nacional Natu-

ral un área con alto valor biológico, cultural, ecológi-

co y económico, es el mayor garante para la conserva-

ción a perpetuidad de su oferta ambiental y del territo-

rio ancestral ingano que ella alberga.

Adicionalmente, su protección garantiza el abaste-

cimiento de agua de los acueductos municipales de

San José del Fragua y Belén de los Andaquíes, benefi-

ciando a una población de por lo menos 30 mil habi-

tantes.

Por último, teniendo en cuenta que la cuenca

hidrográfica del Alto Fragua es tributaria del gran

Caquetá y por ende forma parte de la hoya amazónica,

las acciones para su protección y defensa garantiza-

rán el mantenimiento de los caudales en dicha zona.

El pueblo inga: ejemplo de supervivencia cultural y

defensa territorial

Además de poseer una altísima diversidad natural,

la región ha sido considerada epicentro de culturas

ancestrales de inmenso valor histórico para Colombia.

En épocas precolombinas, la región del piede-

monte era un lugar de encuentro al que acudían los

sabios de los pueblos indígenas amazónicos y andinos

a compartir conocimientos sobre la naturaleza y el ma-

nejo de su mundo.

De todos los grupos indígenas que ocuparon esta

zona, sobresalen los inganos, los cuales descienden

de varias etnias, entre las que se pueden mencionar

algunos grupos migratorios que llegaron al piede-

monte amazónico procedentes del Perú y el Ecua-

dor; otros indígenas que habitaban el bajo Putumayo,

conocidos como mocoas y algunos últimos sobrevi-

vientes de los andaquíes, pueblo aguerrido y rebel-

de que nunca aceptó someterse al dominio de los

españoles.

Los inganos, se asentaron principalmente en el va-

lle del Sibundoy, localizado en el alto río Putumayo, a

2.200 metros sobre el nivel del mar. Con la ola coloniza-

dora de principios del siglo XX, los inganos quedaron

aislados y fragmentados en cinco grupos: los que habi-

tan en el valle del Sibundoy, los que habitan en las re-

giones vecinas a Mocoa (bajo Putumayo); los habitan-

tes de la bota caucana, los que por migraciones viven

en los departamentos de Nariño, Valle y Amazonas y los

que viven en la región del Fragua en el Caquetá.

Los distintos clanes, unidos por paisajes, cosmovisiones, sistemas tradicionales

de producción y supervivencia y el eje común del yagé , ha hecho que durante más de tres

siglos los inganos adopten diversos mecanismos para la permanencia de su cultura.

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La diversidad geográfica a la que han sido someti-

dos los integrantes de esta comunidad indígena ha ge-

nerado diferencias culturales significativas, pero en tér-

minos generales los inganos comparten una misma len-

gua y algunas tradiciones, pero sobre todo comparten

su conocimiento y dominio ancestral de la medicina tra-

dicional a través de plantas, particularmente de la plan-

ta sagrada del yagé.

Los distintos clanes, unidos por paisajes, cosmo-

visiones, sistemas tradicionales de producción y super-

vivencia y el eje común del yagé, han hecho que du-

rante más de tres siglos los inganos adopten diversos

mecanismos para la permanencia de su cultura.

Esta reconstrucción cultural se ha venido adelan-

tando a través de su ‘Plan de Vida’, con el ejercicio

colectivo para la recuperación de la memoria ritual y

territorial en torno a sus médicos tradicionales.

Así mismo, este pueblo ha demostrado una gran

recuperación demográfica en los últimos años. Se es-

tima que en la actualidad alcanzan un número aproxi-

mado de 50 mil integrantes distribuidos en todo el te-

rritorio colombiano, lo que los convierte en la cuarta

etnia más grande del país.

Sus integrantes se expresan en lengua inga, de la

familia lingüística quechua, y la adopción de una sola

lengua y el posicionamiento estratégico en lugares don-

de se enlazan tierras altas y tierras bajas, les ha permi-

tido consolidarse bajo la mirada de un mismo pueblo:

el pueblo inga.

A pesar de las presiones colonizadoras, de la ava-

lancha migratoria de la Conquista y de la penetración

de fuerzas externas sus territorios de uso, ocupación y

trashumancia (pasar de un lugar a otro), han sido siem-

pre los mismos.

Pero de estos territorios ancestrales, tan sólo una

mínima parte han sido reconocidos bajo el título de pro-

piedad colectiva, en la figura de ‘resguardos’. Otros si-

guen siendo ocupados sin reconocimiento en la figura

Cuando había

que tomar decisiones,

era preciso someterlas

a consideración

de la Planta Sagrada

del Yagé.

Qué tesoro de maravillas esconde la región comprendida entre el Orinoco y el Amazonas, cubierta de selvas vírgenes y habitadapor tantas nuevas especies de simios. Recorrí allí 1.400 millas geográficas. ¡Coleccioné sólo la décima parte de lo que vimos! […]¡Qué frutos maravillosos! […] ¡Qué aspecto el de este mundo de palmas en las impenetrables selvas del borde del Río Negro! […]Durante 4 meses hemos tenido que dormir en la selva, rodeados de cocodrilos, de boas y de tigres (que asaltan aquí aun a lascanoas); comiendo sólo arroz, hormigas, mandioca, pisang y a veces monos, y bebiendo agua del Orinoco. El trayecto de Mandavacaal volcán Duida, de las fronteras de Quito a Surinam, espacios de 8.000 leguas cuadradas donde no se encuentra ningún indio, yapenas monos y serpientes, lo recorrimos con las manos y la cara hinchadas por las picaduras de mosquitos.

ALEXANDER VON HUMBOLDT, carta a Karl Ludwig Willdenow, La Habana (1801).

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de asentamientos y la mayoría son ocupados por la co-

lonización indiscriminada o son considerados tierras bal-

días y por tanto, amenazados por el impacto de la ocu-

pación y la explotación inminentes.

En la actualidad los inganos están localizados en la

región del Fragua con cinco resguardos y en la bota

caucana con 17 comunidades y asentamientos. En el

Caquetá, se organizaron a través de la Asociación de Ca-

bildos Tandachiridú Inganokuna, reconocida por la ofici-

na de Asuntos Indígenas del Ministerio de Gobierno.

A través de esta Asociación, los inganos desarro-

llan su Plan de Vida para el fortalecimiento de los

cinco derechos de los pueblos indígenas: la identi-dad, la autonomía, la participación, el desarrollo y el

territorio.Y fue precisamente a partir de la definición del

Plan de Vida, como el pueblo ingano inició un proce-

so de autoevaluación de sus problemas y necesidades

fundamentales en relación con el territorio, identifican-

do, entre otros, los siguientes aspectos:

– Sus resguardos y asentamientos son muy peque-

ños y no permiten la autosubsistencia.

– Los resguardos de la Asociación Tandachiridú

se encuentran atomizados, fragmentados y dispersos

entre sí, lo que impide la unidad territorial, ambiental

y productiva.

– El estado actual de los resguardos refleja un gra-

ve deterioro ambiental con una severa disminución de

sus recursos genéticos, es decir: los bosques, la cace-

ría, la pesca, las plantas medicinales y suelos fértiles.

– Los territorios inganos están expuestos a la ame-

naza ambiental de los cultivos con fines ilícitos, la tala

indiscriminada de bosques y las propuestas de

megaproyectos de infraestructura vial.

– Los inganos han perdido la continuidad y la co-

municación con sus territorios ancestrales y sagrados

ubicados en el piedemonte amazónico.

Este panorama real y preocupante motivó a la Aso-

ciación de indígenas a conformar un Comité Territo-

rial que reconociera la urgencia de medidas de recu-

peración cultural y de conservación ecológica que

ameritaba esta región.

Es en este punto donde se inició realmente la ex-

periencia de trabajo colectivo que dio origen a la crea-

ción del Parque, y que alberga un conjunto de viven-

cias, anécdotas y ejemplos de convivencia, dignos de

imitar en cualquier lugar del mundo.

Un pacto del presente para garantizar el futuro

La condición de mosaico ambiental que tiene el Par-

que Indi Wasi, dado que en él confluyen la diversidad

biológica y ecosistémica de los Andes y la Amazonía,

nos permitirá cumplir con una serie de objetivos de

conservación ambiental y preservación cultural de me-

diano y largo plazos.

De un lado, el establecimiento de un área espe-

cial de conservación y manejo sostenible en la región

del río Fragua, se constituye en una experiencia piloto

de administración compartida entre las instituciones y

las comunidades indígenas, para la protección de la

diversidad biológica y cultural que alberga.

De otra parte, contribuye a la conservación ambien-

tal de los ecosistemas propios del piedemonte amazó-

nico colombiano; impulsa la formulación de un plan

de manejo para la protección de un abanico de más

de siete ríos, entre los cuales figuran el Fragua Gran-

de, el Zabaleta, el Fragüita, el Yurayaco, el Fragua

Chorroso, el Valdivia y el San Pedro, todos ellos tribu-

tarios del gran río Caquetá, lo que significa a su vez la

conservación y defensa del nacimiento del río Amazo-

nas.

El trabajo de concertación entre inganos e institu-

ciones es un claro ejemplo de gestión social partici-

pativa en áreas protegidas con presencia de comuni-

dades indígenas.

Si bien es cierto que la Unidad de Parques actúa

dentro del marco normativo que le confiere la ley como

autoridad ambiental pública del nivel nacional, tam-

bién debe reconocer la autoridad emanada de la ju-

risdicción especial de los pueblos indígenas que

traslapan sus territorios dentro de los Parques Nacio-

nales Naturales.

De las 47 áreas protegidas del Sistema Nacional

de Parques, hay 20 traslapados con resguardos indí-

genas, la mayoría de ellas bajo la forma de propiedad

colectiva legalmente reconocida por el Estado colom-

biano bajo la figura de resguardos, y otras sin recono-

cimiento jurídico.

El trabajo de concertación entre inganos e instituciones es un claro ejemplo de gestión

social participativa en áreas protegidas con presencia de comunidades indígenas.

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En algunas áreas protegidas hay presencia de dos

o más etnias y en varios casos, el tamaño del resguar-

do indígena es similar o incluso mayor al del área pro-

tegida.

Esta situación valida aun más el pacto entre la Uni-

dad de Parques y la comunidad ingana, porque de-

muestra que a la misión de conservar el patrimonio

biológico de una región, se suma la obligación de pre-

servar la riqueza cultural e histórica que se esconde

en las entrañas de nuestra inmensa geografía.

El reconocimiento del derecho que el pueblo inga

tiene sobre el territorio tradicional que ocupa y la conser-

vación de su saber chamánico ligado a las plantas medi-

cinales y en particular al yagé, es inseparable de su iden-

tidad como pueblo y de su existencia como etnia.

Por esta razón, la declaración de esta área como

Parque Nacional se constituye en una figura de pro-

tección nacional que garantiza tanto la conservación

como el manejo sostenible de la zona y hace realidad

la participación indígena en su administración.

A lo anterior se suma la condición de inalienable,

imprescriptible e inembargable que adquieren las más

de 68 mil hectáreas que conforman el Parque, y con-

firma como único objetivo su conservación biológica

y cultural a perpetuidad.

Pero este es un desafío que apenas comienza, pues el

verdadero e inmediato reto es el de conscientizar a las

poblaciones localizadas en las zonas de amortiguación del

Parque para que asuman la responsabilidad de participar

en su conservación y uso sostenible y sean partícipes del

beneficio que la declaratoria de esta zona comenzará a

generar para la región, el país y el planeta entero.

Estamos asistiendo al más reciente ejercicio de

convivencia, tolerancia y solidaridad con las genera-

Alto Fragua Indi Wasi

es una de las zonas

mejor conservadas

del país.

Desde el nacimiento del Orinoco, desde la estruendosa caída del Caroní hasta el lejano Ventuari, desde Guainíahasta el Marañón rodeado de bosques, un techo de follaje ligado cubre (en el verdadero sentido de la palabra) elsuelo. Así como en el norte frío las masas de hielo, formando puentes, unen por encima del océano insondable paíseslejanos, así los árboles selváticos extienden sus ramas la una hacia la otra en el amistoso mundo de las palmas y formanarriba en los aires un segundo tapiz de copa a copa tejida tupidamente, adornada con variadas flores y frutos.

ALEXANDER VON HUMBOLDT, Diarios [Viaje por el río de la Magdalena].

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ciones del futuro. El desarrollo de un país depende

de las acciones que se emprendan de manera oportu-

na y entusiasta.

Indi Wasi es una clara muestra de nuestro empeño

por adoptar nuevos y mejores esquemas de participa-

ción colectiva en la gestión ambiental nacional. Es tam-

bién una experiencia que valida los principios de res-

ponsabilidad y administración compartida del patrimo-

nio biológico nacional.

Este ejercicio ha hecho evidente la capacidad de

los colombianos de adoptar una nueva actitud frente a

la naturaleza. Una actitud ética y constructiva que nos

acerque cada vez más al respeto por las diferencias y

propicie la construcción de escenarios para la convi-

vencia pacífica.

Arrancada del profundo pensamiento de uno de

los líderes ingas que acompañaron el proceso, la con-

clusión de esta historia puede reducirse a las siguien-

tes palabras:

Indi Wasi es un ejemplo de recuperación y

preservación de nuestra cultura y de nues-

tra riqueza natural. Pero sobre todo, es una

forma de aferrarnos a la tierra que hemos

de heredar a nuestros hijos: sin tierra, no

somos nada. Sin tierra, no hay futuro.

FUENTES

“Resumen ejecutivo del diagnóstico territorial y ambiental de la región del Fra-

gua”, elaborado por el Comité Territorial-Asociación Tandachiridú Ingano-

kuna. Yurayaco, diciembre de 2001.

Testimonios y entrevistas con miembros del Comité Territorial (Mario Jacana-

mijoy, líder inga, e Ignacio Giraldo, profesional de apoyo que acompañó

de manera integral el proceso).

JUAN MAYR MALDONADOAmbientalista, experto en culturas prehispánicas

colombianas. Fue vicepresidente de la Unión Mundialpara la Naturaleza (UICN), creador de la Fundación Pro-

Sierra Nevada de Santa Marta, de la que fuera su directorejecutivo, y ex ministro del Medio Ambiente en Colombia.

Indi Wasi es una clara muestra de nuestro empeño por adoptar

nuevos y mejores esquemas de participación colectiva en la gestión ambiental nacional.