modelo cognitivo procesal sistemico

Download Modelo Cognitivo Procesal Sistemico

If you can't read please download the document

Upload: fernando-hidalgo

Post on 14-Sep-2015

42 views

Category:

Documents


12 download

DESCRIPTION

VITTORIO GUIDANO

TRANSCRIPT

  • Seplveda Morice R. Psicologia.com. 2013; 17:2.

    http://hdl.handle.net/10401/6149

    Psicologia.com ISSN: 1137-8492

    2013 Seplveda Morice R. 1

    Artculo original

    Modelo Cognitivo Procesal Sistmico: De la Dimensin

    Emocional Humana al Sentido de Identidad Personal Systemic Cognitive Procedural Model: From Human Emotional Dimension to the Sense of Personal Identity

    Rodolfo Seplveda Morice1*

    Resumen

    En este artculo se aborda el desarrollo y evolucin de la Terapia Cognitiva Procesal Sistmica a

    partir de la explicacin de algunos aportes de la Psicologa experimental, la teora del apego, los

    enfoque de la Intersubjetividad y la Teora de la Mente (mentalizacin), para dar cuenta de un

    modelo que concibe la mente como un sistema funcional dinmico, complejo y auto-organizado,

    que se construye activamente en una matriz dialctica entre procesos afectivos y la emergencia

    de un sentido de identidad personal. Se propone a este modelo como una alternativa

    integradora para comprender las dinmicas psicobiolgicas del desarrollo de la mente personal.

    Palabras claves : Apego, intersubjetividad, identidad personal, disociacin, narrativa.

    Abstract

    This arti cle discusses the development and evolution of the Systemic Cognitive Procedural

    Therapy from the explanation of some contributions from experimental Psychology, attachment

    theory, the approach of inter -subjectivity and the theory of mind (Mentalizing) to give account

    of a model that conceives the mind as a complex, dynamic and self-organized functional system,

    which is actively constructed in a dialectic matrix between affective processes and the

    emergence of a sense of personal identity. This model is proposed as an alternative framework

    for understanding the psychobiological dynamics of the development of personal mind

    Keywords: Attachment, intersubjectivity, personal identity, dissociation, narrative.

    Recibido: 01/ 06/ 2012 Aceptado: 05/ 08/ 2012 Publicado: 13/ 02/ 2013

    * Correspondencia: [email protected]

    1 Psiclogo Clnico, Magister en Psicologa Clnica. Postitulo en Terapia Cognitiva Posracionalista.

    Acreditado como Psiclogo Clnico especialista en Psicoterapia por la Comisin Nacional de Psiclogos Clnicos de Chile. Docente Universidad Santo Toms, sede Iquique

  • Seplveda Morice R. Psicologia.com 2013; 17:2.

    http://hdl.handle.net/10401/6149

    2

  • Seplveda Morice R. Psicologia.com 2013; 17:2.

    http://hdl.handle.net/10401/6149

    3

    Desarrollo

    La enorme cantidad de teoras, enfoques y reflexiones respecto a una determinada disciplina

    que existen en la actualidad, dificultan de algn modo construir marcos conceptuales y/o

    empricos integrados acerca de determinados fenmenos, lo que perece haber ido generando

    una tendencia permanente hacia la especializacin y el reduccionismo. Dentro de la psicologa,

    las consecuencias de este fenmeno es que cada vez parece hacerse ms lejana la idea de hacer

    una gran teora explicativa o un solo modelo integrador (Lecannelier, 2010).

    La tendencia ha sido ms bien acumular determinadas evidencias empricas sin una estructura

    terica que le proporcione orden, significado y coherencia a este cmulo de datos o, por otro

    lado, generar propuestas conceptuales que carecen de sustento investigativo (Lecannelier,

    2009). Siguiendo esta idea, la tendencia que aparece como ms apropiada, sera la bsqueda de

    la construccin de modelos terico-conceptuales integrados en diferentes niveles de

    entendimiento disciplinar y los datos emanados de la investigacin cientfica en un marco

    terico coherente y unificado. En este tema, el psiclogo Allan Schore (2009) ha planteado que

    una comprensin ms profunda de las cuestiones fundamentales de la ciencia, no provendr de

    un nico o de mltiples descubrimientos en el interior de alguna disciplina en particular, sino

    que una integracin de campos relacionados es esencial para la creacin de un modelo

    comprensivo del desarrollo humano que permita acomodar e interpretar los datos de diversas

    disciplinas biolgicas y psicolgicas en sus diferentes niveles de anlisis.

    En el presente trabajo, se considera que en la actualidad existe un abundante cmulo de

    investigaciones y propuestas tericas emanadas de diferentes disciplinas y reas del

    conocimiento (teora del apego, enfoques de la intersubjetividad, neurociencias cognitivas y

    afectivas, psicologa evolutiva, clnica y experimental, etc.) que parecen respaldar los supuestos

    fundamentales desarrollados ya hace dcadas por el psiquiatra y psicoterapeuta italiano Vittorio

    Guidano en su modelo Cognitivo Procesal Sistmico. De la misma forma, se propone a este

    modelo como una alternativa (y no la nica) en el establecimiento de un marco epistemolgico o

    metaterico integrador que gue la comprensin de la teora clnica, la investigacin y la

    aplicacin prctica (praxis clnica), fundamentalmente en el entendimiento de los fenmenos

    mentales, su desarrollo y sus consecuencias en el malestar o bienestar biopsicosocial de las

    personas.

    Se parte explicando los fundamentos epistemolgicos del modelo cognitivo procesal sistmico

    en el contexto de la crisis del paradigma asociacionista que comienza a manifestarse en

    diferentes ciencias desde principios del siglo XX. Para sustentar estos cambios epistemolgicos,

    se asume la perspectiva comprensiva de la epistemologa evolutiva, el concepto de primaca de

    lo abstracto, la diferenciacin entre procesos tcitos y explcitos, as como de los nuevos avances

    de la psicologa experimental, con el objetivo de articular una forma diferente de entender la

    construccin del conocimiento humano como un proceso complejo y dinmico de

    autoorganizacin sistmica.

    En un segundo momento, se explican como los procesos vinculares tempranos permiten

    entender la matriz afectiva e interpersonal fundamental desde donde emerge un sentido de

    identidad personal en los primeros aos de vida. Se presenta una descripcin de cmo las

    complejas relaciones del infante con los cuidadores (procesos de apego e intersubjetividad) va

    configurando una unidad organizacional de dominio emocional que es la estructura de base para

    la emergencia de un sentido de unidad y continuidad personal. En este punto, se enfatiza la

    relevancia de considerar que esta matriz afectiva temprana es la base en la formacin de

    mecanismos y capacidades de inferencia mental (o mentalizacin) que son fundamentales para

  • Seplveda Morice R. Psicologia.com 2013; 17:2.

    http://hdl.handle.net/10401/6149

    4

    la normal adaptacin al mundo social en que habita el ser humano. Se incorpora en esta

    reflexin, el concepto de intencionalidad recursiva (metarrepresentacin), como una de las

    caractersticas distintivas de estas capacidades.

    Posteriormente, se abordar la forma en que esta unidad organizativa emocional se urde

    intrincadamente y en co-evolucin a una estructura o trama narrativa que permite

    autorreferirse, explicarse y diferenciar la experiencia emocional en curso y, por lo tanto, regular

    y modular las oscilaciones del sistema personal a partir de un peculiar estilo de funcionamiento

    organizativo que proporciona un sentido coherente y unitario de si mismo a cada individuo

    (estilo de personalidad).

    Por ltimo, se desarrolla una breve propuesta sobre el funcionamiento del sistema de

    conocimiento que da cuenta de los procesos psicopatolgicos que emerge desde esta perspectiva

    evolutiva, procesal y sistmica de la organizacin de la mente humana y se desarrollan algunas

    conclusiones relativas al texto.

    Premisas Epistemolgicas del Modelo Cognitivo Procesal Sistmico

    Para entender el contexto especfico en que surge y evoluciona el modelo cognitivo procesal

    sistmico, es necesario hacer referencia general a los cuestionamientos fundamentales de orden

    epistemolgico que se estaban formulando en diferentes disciplinas cientficas en el transcurso

    del siglo XX. Hasta los aos 60 y 70, las perspectivas epistemolgicas empiristas-

    asociacionistas, que dominaban las ciencias cognitivas, entendan que la realidad era un orden

    externo y objetivo, que existe en forma independiente a nuestro acto de conocimiento. Esta idea

    hace referencia a una consideracin del conocimiento en que la representacin de la realidad es

    una copia sensorial de aquello a lo cual se refiere.

    A partir de la convergencia interdisciplinaria que tiene luga r en los aos 80 y 90, se comienzan a

    generar una serie de cambios epistemolgicos que plantean una forma radicalmente diferente

    cuestionar cualquier presuncin de una teora de la validez del conocimiento que excluya la

    influencia del sujeto que conoce en el orden de la realidad conocida (Hayek, 1952; Gadamer,

    1984; Maturana y Varela, 1990; Weimer, 1977).

    La realidad pasa a ser entendida como una red de procesos complejos articulados

    simultneamente en mltiples niveles de interaccin (Guidano, 1994), lo que hace imposible la

    aprensin e integracin simultanea de todas sus dimensiones de entendimiento en forma

    objetiva. Se comienza a comprender el papel que tienen las propias operaciones de distincin

    para ordenar diferentes realidades personales posibles, proceso que permite otorgar cierta

    coherencia a las posibles ambigedades percibidas.

    Desde esta perspectiva, todo conocimiento, lejos de ser objetivo y referente a algo externo a

    nuestra experiencia, es siempre autorreferencial , es decir, responde a los propios procesos de

    ordenamiento y organizacin del sistema (Guidano, 1994). La realidad entonces, es construida

    en la interaccin entre el medio que circunda a un sujeto dado y la discriminacin o distincin

    de este mismo organismo entre sus propias operaciones o estados internos, lo que se denomina

    Maturana y Varela, 1979, 1997, 1984). El medio y sus estmulos se transforman, de esta manera,

    slo en agentes gatilladores que perturban el dominio de accin del sistema nervioso humano.

  • Seplveda Morice R. Psicologia.com 2013; 17:2.

    http://hdl.handle.net/10401/6149

    5

    As, la respuesta de cada organismo no est dada por el estmulo en s, sino por la perturbacin o

    activacin que ste provoca, dadas las caractersticas estructurales y organizacionales propias

    del organismo.

    El modelo Cognitivo Procesal Sistmico de Guidano, va a asumir este cuestionamiento

    epistemolgico y a partir de una metateora Constructivista va a plantear que la mente personal

    es activa y constructiva en la percepcin y organizacin del conocimiento del s mismo y del

    mundo, considerndola como un sistema autoorganizado, proactivo/intencional y personal, en

    el sentido de que el conocimiento est restringido a mantener la continuidad existencial del

    sistema individual que conoce. Esta es una mente motora1 que en su actividad es una

    constructora de realidades y significados ms que un reflejo de un orden externo predefinido.

    Para sustentar estos planteamientos, Guidano va a asumir la perspectiva explicativa de la

    Epistemologa Evolutiva (Campbell, 1974; Popper y Eccles, 1977; Lorenz, 1972; Weimer, 1982;

    Piaget, 1977, 1984), entendiendo que el conocimiento es parte esencial de la evolucin de la vida

    en el planeta y que, por lo tanto, debe ser entendido segn las leyes de los sistemas biolgicos. El

    estudio de la evolucin filogentica y ontogentica del conocimiento, se instala entonces en la

    necesidad de considerar el tipo de animales que somos y de la senda evolutiva que ha llevado a

    generar los procesos de conocimiento que son caractersticos de nuestra especie y de la funcin

    adaptativa que les ha hecho viables.

    Una explicacin evolutiva del origen de la mente personal, implica buscar una perspectiva

    psicobiolgica de los procesos de desarrollo de la especie y de sus individuos en su relacin

    funcional y adaptativa con las circunstancias especficas en las cuales operan. Por lo tanto para

    estudiar la evolucin hay que estudiar el desarrollo, y para estudiar el desarrollo hay que

    estudiar la evolucin (Lecannelier, 2006).

    Otra referencia metaterica que incorpora Guidano, va a ser el concepto de primaca de lo

    abstracto del premio novel de economa del ao 1974 Friedrich von Hayek (1952), quien plantea

    que el orden sensorial en el cual vivimos no nos es dado de afuera como nos dice el sentido

    comn sino que es consecuencia de reglas abstractas que nosotros le imponemos a la realidad.

    Hayek (1952, 1978), al igual que las teoras motoras de la mente, cuestiona la primaca del orden

    sensorial, en el sentido de plantear que la mente es una estructura clasificadora muy compleja

    que proyecta su orden, en continua modificacin, en el flujo continuo de la experiencia. Este

    modelo supone la existencia de procesos abstractos tcitos o inconscientes, que no son iguales al

    inconsciente freudiano, ya que plantea que ms que procesos subconscientes comandados por la

    bsqueda de descarga pulsional, seran procesos supraconscientes, por que gobiernan los

    procesos conscientes sin aparecer en ellos (Hayek, 1978).

    Esta propuesta de un supraconsciente, implica la distincin de dos niveles de conocimiento en

    relacin funcional reciproca, uno profundo o tcito y otro ms superficial o explcito (Polanyi,

    1 Las teoras motoras (o motrices) de la mente , trmino acuado por Weimer (1977), plantean que el conocimiento (y la mente) aparece como un sistema activo y constructivo, capaz de producir no slo sus salidas (outputs) sino tambin en gran medida sus entrada (inputs), incluyendo las sensaciones bsicas que subyacen en su propia construccin. Es decir, la mente busca y crea activamente los propios datos sensoriales. A este respecto, neurofisilogos como Pribram (1971), plantean que la mente se basa en procesos de feedback y feedforward, por los cuales una informacin para ser eficaz, y por lo tanto recibida, debe ser confrontada y verificada con la actividad neural central, con lo que concluye que las

    Teoras sensoriales de la mente, van a plantear que el conocimiento viene desde fuera del organismo, en el que la mente es un sistema pasivo de recepcin y jerarquizacin sensorial.

  • Seplveda Morice R. Psicologia.com 2013; 17:2.

    http://hdl.handle.net/10401/6149

    6

    1958, 1966). El principio de Hayek de primaca de lo abstracto otorga al nivel tcito el papel

    principal.

    Se reconoce as la primaca funcional y estructural de los procesos abstractos (tcitos) sobre los

    concretos (explcitos) en toda experiencia emocional y consciente. Entonces, la experiencia

    humana est compuesta por dos niveles de procesamiento entretejidos y en interaccin

    configuraciones espacio-temporales, predominantemente tcito o inconsciente" (Balbi, 1994,

    semnticos y analticos, predominantemente expl

    llama nivel explcito o de la explicacin.

    Al alero de la reflexin anterior , parecen importantes los trabajos actuales que desde la

    psicologa experimental han desarrollado autores como Manuel Froufe (1997, 2000) utilizando

    el Paradigma de la Disociacin , en los cuales se respalda con evidencia emprica la existencia de

    cognicin sin conciencia. La conciencia es la excepcin, ms que la regla dir Froufe, pues la

    mayora de la actividad y representaciones mentales proceden al margen de la conciencia.

    Estas investigaciones han permitido sustentar los supuestos acerca de la capacidad de la mente

    humana para percibir, aprender y recordar informacin de la cual parecemos no darnos cuenta.

    Como ejemplo, podemos decir que en el nivel explcito, se procesara slo un significado de una

    palabra a la vez, en tanto que esa misma palabra recibe un procesamiento automtico

    simultneo de todos sus significados semnticos, lo que da cuenta de que el procesamiento

    automtico inconsciente, anterior a cualquier proceso conciente, activa operaciones

    autonmicas y afectivas relacionadas a una variada gama de significados de cada palabra

    (Marcel, 1980; Swinney, 1979).

    Por su lado, el sistema de procesamiento consciente, aunque puede operar de forma bastante

    flexible en cuanto a sus contenidos, dada su propensin a la integracin, consistencia interna y

    su capacidad atencional limitada, tiende a operar de forma serial. Por ejemplo, dada la

    caracterstica selectiva y el modo operativo lineal de la consciencia, la cristalizacin de un

    contenido explcito implica siempre la exclusin selectiva de cualquier otro de significado

    alternativo.

    La conciencia, desde este paradigma, es un fenmeno emergente de la actividad cerebral,

    aunque no reductible a ella, que tiene una labor o funcin constructiva, selectiva, organizadora y

    de control estratgico (Johnson-Laird, 1983) llevada a cabo mediante operaciones de inclusin e

    inhibicin selectiva de ciertos niveles o mdulos experienciales, contribuyendo de esta forma a

    que el sistema humano no se vea sobrepasado por la gran cantidad de informacin y estmulos

    existentes en su entorno y en su experiencia personal, muchas veces irrelevantes para la eficacia

    de los planes contingentes del momento. Por ejemplo, acciones tan cotidianas como escribir,

    caminar o hablar, son procesos de una enorme dificultad pero que nosotros efectuamos sin

    esfuerzo y sin consciencia ms que del resultado final.

    Uno de los hallazgo ms importante de estas investigaciones puede ser el hecho de que se ha

    podido corroborar que los contenidos mentales inconscientes son, al igual que los conscientes,

    mentales conscientes como los inconscientes, implican una connotacin semntica o cognitiva,

    los explcitos son intencionales en su esencia, la influencia de los contenidos inconscientes sobre

  • Seplveda Morice R. Psicologia.com 2013; 17:2.

    http://hdl.handle.net/10401/6149

    7

    la conducta es mayor que la que tienen los contenidos conscientes, posiblemente porque sobre

    estos ltimos la persona tiene una percepcin y, por lo tanto, posibilidades de utilizar

    mecanismos y estrategias de regulacin y afrontamiento (Balbi, 2009).

    Estos dos niveles de conocimiento, el tcito y el explcito, poseen cada uno una modalidad

    funcional propia, por lo cual el conocimiento explcito no puede ser una traduccin directa del

    tcito, aunque le provea de una andamiaje organizacional de base para su desarrollo. Uno de los

    objetivos fundamentales de la indagacin del modelo procesal sistmico es estudiar y

    comprender las interrelaciones entre las modalidades tcitas y explcitas del conocimiento en las

    diferentes fases de su desarrollo que va a permitir el surgimiento de un sentido de identidad

    personal consistente e integrado (Reda, 1986).

    A partir de las referencias epistemolgicas descritas anteriormente, Guidano va a buscar la

    construccin de una teora ontolgica sobre la Organizacin de la Personalidad , es decir, de

    una teora que haga comprensible el modo en que los humanos construyen y organizan su

    propio significado personal (Balbi, 2004). En este sentido, otorga un nfasis fundamental a

    describir y explicar la categora s mismo (Self) y le confiere suma importancia al proceso

    constructivo de la identidad personal integrado en ese sistema. Recalca la necesidad intrnseca

    de autoorganizacin del sistema personal, caracterizado por el desarrollo y el mantenimiento de

    una unidad y continuidad hist rica (Guidano, 1994).

    La importancia evolutiva de la mantencin de una organizacin autnoma, tanto a nivel

    biolgico como psicolgico, puede explicarse a partir de la emergencia de los organismos vivos

    en el planeta, lo que se caracteriz por la generacin de una membrana que los diferenci de lo

    externo (Maturana y Varela, 1984). El mantenimiento del orden relacional autoorganizado de

    este sistema biolgico autnomo paso a igualarse al mantenimiento de la propia vida del

    organismo. En este sentido, el primer desafo evolutivo fue el mantener un cierto orden y

    estabilidad para que los cambios ambientales no destruyeran el sistema, lo cual parece haber

    tenido una solucin viable en la mantencin de una dinmica autoorganizativa interna que parte

    del establecimiento de estados homeostticos compatibles con la vida (Lecannelier, 2006).

    De la interaccin recproca entre el ser humano y su ecosistema, se extraen indicaciones sobre la

    modalidad con la cual organizar el propio desorden percibido en forma gradual durante su

    desarrollo ontogentico (Reda, 1986). La autoorganizacin, de este modo, dirige y restringe la

    accin, desarrollo y posibilidades de cada especie (Edelman, 1989, 1992, 1995; Damasio, 1994,

    1999, 2000). En el caso del ser humano, las sendas filo y ontogenticas pueden comprenderse

    como un camino evolutivo propio de los mamferos que fueron aumentando de complejidad su

    ambiente social como estrategia de supervivencia bsica (Humphrey, 1986; Plotkin, 1994;

    Lecannelier, 2006).

    Desde esta perspectiva, el ser humano es un sistema vivo que se autoorganiza, como resultado

    propiedad clave que subyace a la autonoma de cualquier forma de autoorganizacin radica en la

    habilidad del sistema para convertir en un orden auto-referente las perturbaciones aleatorias

    este modo se explica que en la formacin de la mente personal, sean las pautas de

    autoorganizacin las que regulan que tipo de construcciones son posibles y, por lo tanto, que

    informacin de la experiencia ser excluida o integrada de forma selectiva al sistema de

    significados de la realidad y de uno mismo (Balbi, 2004; Guidano, 1994). En este sentido, es

    importante aclarar que un sistema de este tipo no es cerrado a los cambios, sino que los cambios

    son los que permiten ese sistema psicobiolgico.

  • Seplveda Morice R. Psicologia.com 2013; 17:2.

    http://hdl.handle.net/10401/6149

    8

    La bsqueda de consistencia (continuidad) constituye el proceso bsico para estabilizar el orden

    de autopercepcin y autoconciencia disponible. Por otro lado, las alteraciones emocionales que

    surgen por la percepcin de discrepancias constituyen los principales reguladores que permiten

    la restructuracin de la autopercepcin y la autoconciencia en niveles de mayor integracin

    (cambio) (Guidano, 1995).

    Este proceso de autoorganizacin individual de regularidades, en trminos de disposiciones a

    actuar y sentir (Arciero, 2009), es fundamental en la configuracin de un paulatino sentido de

    identidad personal , estructurndose a travs de procesos de organizacin de reglas abstractas

    de percepcin y de conducta en el curso del tiempo y en relacin con los otros, es decir, como

    una forma de condensacin de la historia individual, biolgica y social.

    Otro concepto fundamental de este modelo, va a ser la forma de entender los procesos

    emocionales-afectivos. Desde la perspectiva cognitiva procesal sistmica, se entiende que las

    emociones son constitutivas de nuestra estructura, estando siempre presentes en cada actividad

    humana y, por lo tanto, no se verifica ninguna actividad humana cuyo dominio de accin no est

    determinado por una emocin. An pensar y razonar son actividades que, para ser llevadas a

    cabo, requieren un cierto estado emocional.

    Las emociones otorgan un sentido inmediato y global del mundo y de nuestra situacin en l. En

    comparacin con la cognicin, la emocin constituye un sistema biolgicamente ms antiguo, de

    accin rpida y adaptativa, un sistema destinado a mejorar la supervivencia. Las emociones

    pasan a ser consideradas importantes formas de conocimiento, que otorgan el significado a cada

    accin y a cada proceso humano, es decir, que la matriz de los significados que procesa el

    pensamiento es siempre afectivo-emocional (Balbi, 1994, 2004). Investigadores y tericos de las

    neurociencias (Damasio 1994, 1999, 2000; LeDeux, 1999, 2000a, 2000b; Davison, 2003,

    2004), han encontrado abundante evidencia emprica sobre la estrecha coordinacin entre los

    procesos afectivos y el pensamiento, mostrando el rol fundamental de las emociones en la

    organizacin de los procesos psicolgicos superiores.

    Realizada una breve aproximacin a los principales fundamentos epistemolgicos del modelo

    cognitivo procesal sistmico, se proceder en los siguientes prrafos a desarrollar una propuesta

    explicativa de la dinmica evolutiva de la identidad personal y de la forma singular en que se va

    conformando lo que denominamos como Estilo u Organizacin de Personalidad , para lo cual

    ser til tener siempre presente los dos niveles diferentes, aunque estrechamente entrelazados,

    de este proceso: Por un lado, a) el modo en que las interacciones estructuradas con otros

    especficos (procesos de apego e intersubjetividad) estn implicadas en la aparicin paulatina de

    un dominio o estilo emocional (nivel de la experiencia, Yo) que ejerce de base para la

    construccin de un sentido personal de diferenciacin e individualizacin y, por otro lado, b) los

    procesos emocionales y cognitivos que se articulan en una estructura temporal -narrativa

    (pasado, presente y futuro) de complejidad creciente, que permite autorreferirse, explicarse y

    diferenciar la experiencia en curso de forma viable y coherente con la imagen conciente de s

    mismo (nivel de la explicacin, Mi ), permitiendo otorgar un sentido particular al proceso de la

    identidad personal.

    La organizacin de la Dimensin Emocional: apego, intersubjetividad e individuacin

    La matriz fundamental de la dimensin afectivo -emocional, ha logrado ser mejor entendida en

    la actualidad a partir de los aportes tericos y empricos de la Teora del Apego y los Enfoques de

  • Seplveda Morice R. Psicologia.com 2013; 17:2.

    http://hdl.handle.net/10401/6149

    9

    la Intersubjetividad. Se plantea, desde estos modelos, una motivacin evolutiva innata y

    embrionaria a relacionarse y vincularse a otros seres humanos, que es anterior al desarrollo de

    capacidades de comunicacin simblica de fases posteriores.

    proporcionaran los procesos intersubjetivos no-verbales, siendo la interfaz entre vnculo de

    apego y procesos intersubjetivos la caracterstica fundamental para el proceso gradual de

    individualizacin y autorreconocimiento personal. Por ende, parece adecuado plantear que es la

    unin entre ambos programas de investigacin lo que entrega un modelo ms complejo del

    vnculo temprano y sus funciones psicobiolgicas durante el desarrollo de los primeros aos de

    vida (Lecannelier, 2010).

    Al parecer un rasgo distintivo del primate humano, ha sido que la mantencin de un orden

    autoorganizado sea casi enteramente dependiente del establecimiento de relaciones afectivas e

    intersubjetivas de cooperacin con otras personas (Trevarthen, 1988). Esto quiere decir que el

    ser humano necesita de la vinculacin con los otros para poder regular sus estados

    psicobiolgicos, siendo esto lo que restringe y motiva todo lo que realiza ese organismo. La

    matriz desde la cual el ser humano logra establecer esta modalidad organizacional de

    regulacin, es el apego y la intersubjetividad (Stern, 2004; Lecannelier, 2006), que as, se

    constituyen en el contexto y mecanismo imprescindible para el desarrollo de la mente personal.

    De este modo, los procesos de intersubjetividad (lectura de mentes y coordinacin afectiva) y los

    de apego (bsqueda de proteccin y regulacin), pueden ser comprendidos como sistemas

    motivacionales que restringen, regulan, organizan y modelan los procesos vitales y de

    conocimiento. En sus inicios, estos procesos -afectivo

    de relacionamiento pre-verbal entre el cuidador y la cra, as como un componente inter-

    pg. 84).

    Cabe destacar que en base a los ltimos avances de los estudios con neonatos de diferentes

    disciplina s, Lecannelier (2010) plantea algunos postulados generales a los que se ha podido

    llegar en la comprensin epistemolgica del ser humano, generando un modo diferente de

    comprender las competencias del infante. Este psiclogo e investigador va a sostener que a

    diferencia de lo que se pensaba anteriormente en relacin a que los infantes nacen como seres

    pasivos, autistas y/o asociales, ahora los estudios han demostrado que los nios son seres

    esencialmente sociales (no egocntricos ni autistas), vinculares (activos en desarrollar

    estrategias para apegarse de un modo estable y coherente con los otros significativos),

    intersubjetivos (altamente sintonizados a los estados afectivos y mentales de los otros) y

    autorregulados/autoorganizados (buscando modos adaptativos de continuar la dinmica de

    sus propios procesos).

    En sntesis, se puede plantear el conocimiento del infante como un proceso que implica ir

    avanzando en estadios cada vez ms organizados, flexibles y complejos de los propios procesos

    del desarrollo ontogentico y de las fluctuaciones especficas en sus trayectorias, en un espacio

    vincular que se constituye en el espacio vital de organizacin de estos procesos y que operan

    bajo las reglas evolutivas de bsqueda de continuidad y predictibilidad (Lecannelier, 2010),

    propuestas tericas y empricas asumidas por el modelo procesal sistmico.

  • Seplveda Morice R. Psicologia.com 2013; 17:2.

    http://hdl.handle.net/10401/6149

    10

    La matriz afectiva del apego

    Comprendiendo que la mente es un sistema construido en la relacin con los otros, Guidano

    encuentra uno de sus pilares conceptuales fundamentales en la Teora del Apego de John

    Bowlby (1969; 1973; 1980; 1989) para sustentar una explicacin de cmo organizamos un orden

    experiencial particular durante todo nuestro desarrollo ontogentico. Esta teora ha sido

    definida como un programa de investigacin, ms que como un modelo psicolgico particular

    (Bowlby, 1989; Lecannelier, 2009), generando en la actualidad un sin nmero de

    investigaciones y modelos explicativos del desarrollo psicolgico, social y biolgico del ser

    humano durante todo el ciclo vital.

    La teora del apego constituye un paradigma integrador del desarrollo humano que facilita una

    visin comprensiva y organizada de todos los factores que contribuyen a la estructuracin del

    autoconocimiento. Por otro lado, gracias a que la percepcin de las otras personas es un

    regulador de tanta importancia para la autopercepcin, el apego puede considerarse un proceso

    autorreferencial necesario para la construccin gradual de un sentido de s mismo unitario y

    continuo en el tiempo (Balbi, 2004).

    El apego es considerado un sistema motivacional que permite una sincrona psicobiolgica entre

    el beb y su cuidador. El beb se encuentra genticamente predispuesto a querer acceso

    selectivo a una figura vincular mas experimentada y busca confort particularmente cuando est

    asustado o requiere proteccin. Es decir se busca seguridad/proteccin y regulacin del estrs

    en esta relacin. (Crittenden, 2002; Lecannelier, 2009).

    En trminos evolutivos, se puede apreciar que el primate humano nace en un estado de

    inmadurez neurobiolgica, probablemente debido al tamao cerebral que impide que este

    espere hasta su maduracin para nacer, por lo que esta maduracin debe ser completada en la

    interaccin con el ambiente, que fundamentalmente se estructura en el contexto de la relacin

    vincular con la madre.

    Esta inmadurez neonatal, que por un lado genera una enorme vulnerabilidad del beb, por otro

    lado, parece implicar un enorme potencial de aprendizaje cognitivo y social, en la medida que

    los procesos de maduracin psicofsicos son modelados a partir de las particularidades

    ambientales con las que interacta el infante en su medio, otorgando una enorme flexibilidad,

    adaptabilidad y creatividad frente a los cambios (Tomassello, 1999; Lecannelier, 2006). Ahora

    bien, para un animal que depende en forma absoluta de la proteccin de un adulto, parece ser

    que es el ambiente relacional el que entregara el contexto decodificador sobre que tipo de

    informacin parece ms relevante para la mantencin del vnculo con ese cuidador.

    En la dialctica entre procesos de apego del infante y sistemas de cuidado de los padres

    (parenting 2), se establece una estructura relacional recursiva que posibilita el establecimiento de

    ciertas regularidades en la interaccin, lo que ha podido ser confirmado en estudios que

    muestran que ya al finalizar el primer ao de vida del neonato, se puede observar la

    -

    cuidador (Ainsworth, Blehar, Waters & Wall, 1978; Main, Kaplan y Cassidy, 1985; Crittenden,

    2002).

    2 Desde su nacimiento, el sistema de apego del neonato entrar en interaccin con el de los padres, fenmeno que Bowlby ( parenting ). El parenting, es un sistema preprogramado biolgicamente igual que el apego y que se manifiesta de un modo individual segn las experiencias que un cuidador haya tenido en sus propias relaciones vinculares.

  • Seplveda Morice R. Psicologia.com 2013; 17:2.

    http://hdl.handle.net/10401/6149

    11

    Mary Ainsworth, una cercana colaboradora de Bowlby, sera la primera en proponer que las

    dadas madre-hijo difieren en la calidad de sus relaciones de apego y que es posible medir y

    clasificar estas diferencias. En 1964, Ainsworth y sus colaboradores disearon la llamada

    -hijo en el

    primer ao de vida. A partir de estas investigaciones se desarrollaron las primeras

    clasificaciones del apego en nios, describiendo tres patrones generales de apego (Ainsworth y

    otros, 1978): Seguro, Evitativo y Ambivalente o resistente.

    Siguiendo a los estudios de Ainsworth, Crittenden (2002) afirma que durante el primer ao de

    vida, la sensibilidad materna es el determinante primario de la calidad de apego. Las madres

    sensibles tienen hijos seguros (apego tipo B); las madres inconsistentes tienen hijos

    ambivalentes (apego tipo C) y; las madres que interfieren y rechazan tienen hijos que evitan

    (apego tipo A). La presencia de organizaciones centrales de apego desde las primeras etapas del

    desarrollo demuestra claramente las aptitudes reguladoras y organizadoras del s mismo que

    presentan los procesos del apego.

    El otro aspecto fundamental del apego es que modula o regula la frecuencia, la duracin y la

    intensidad de las emociones. De esta forma, el modo de sentirse del nio y la manera como se

    relaciona, pertenece a la clase de emociones bsicas primarias que han sido ms activadas en su

    ambiente fami liar (Sroufe, 2000), lo que da cuenta del desarrollo paulatino desde una temprana

    organizacin del dominio emocional a la construccin de un estilo afectivo particular

    caracterstico de ese sistema personal en fases ms avanzadas de autonoma y autorregulacin

    que aparecen en la adolescencia.

    De esta forma, la caracterstica bsica del apego es la unicidad y la exclusividad del vnculo que

    construye y organiza lo que es el dominio emotivo. Esto significa que el apego es constitutivo al

    mismo tiempo de la identidad personal. El cmo uno establece la identidad est vinculado a la

    persona significativa y a la persona con la cual mantiene un comportamiento recproco en las

    primeras etapas de la vida.

    La Unidad Organizativa del Dominio Emocional

    El apego en general tiene que ver con un sistema que regula la proximidad/alejamiento de la

    persona en relacin a otra/s personas, en momentos de estrs y peligro. En este continuo

    relacional de acercamiento-alejamiento (apego-exploracin) dependiente de la accesibilidad o

    inaccesibilidad del cuidador, se van configurando patrones de anticipacin en la interaccin de

    la diada que gatillan estados de activacin emotivos y fisiolgicos que sern recurrentes.

    En los primeros momentos luego del nacimiento, el reconocimiento facial y la imitacin por

    parte del recin nacido son en realidad actividades ordenadoras autorreferenciales. Mediante la

    coordinacin multimodal de orden sensorio -motor, se conectan los datos perceptuales del

    sistema visual con otras modalidades perceptivas (por ejemplo, realimentacin propioceptiva,

    actividad motora, etc.) y se ordena en pautas afectivo-motrices de respuesta (Meltzoff y Borton,

    1979; Meltzoff y Moore, 1985), las que son organizadas activamente por el nio en unidades

    recurrentes de autopercepcin.

    Mientras la sintona con una fuente sincrnica de estmulos regulares (generalmente las figuras

    vinculares significativas) organiza el flujo sensorial en una corriente de ritmos psicofisiolgicos

    recurrentes, los aspectos emocionales del apego transforman las tonalidades afectivas bsicas e

  • Seplveda Morice R. Psicologia.com 2013; 17:2.

    http://hdl.handle.net/10401/6149

    12

    indiferenciadas en mdulos emocionales especficos. Por medio de estmulos regulares

    derivados de la conducta y de las motivaciones de los cuidadores, el nio puede empezar a

    vincular ciertas emociones bsicas difusas con percepciones, acciones y recuerdos,

    convirtindolos en esquemas emocionales del si mismo y los otros especficos (Guidano, 1994).

    A partir de esta dinmica estructural del patrn de vinculacin, se comienza a establecer un

    dominio emocio nal caracterstico, donde ciertas emociones bsicas3 tendrn mayor posibilidad

    de ser activadas y percibidas, dando paso a una unidad organizacional de dominio emocional

    (Guidano 1987).

    Esta organizacin emocional, pasa a ser un estilo perceptivo-motor y afectivo que configura y

    ordena a todas las dems tonalidades emocionales, las cuales se tienden a experimentar a partir

    de esta unidad emocional de base, dando paso en etapas posteriores, por medio de la

    adquisicin de niveles ms autnomos de autorregulacin de las oscilaciones emocionales, a un

    estilo afectivo que ser caracterstico en ese sistema individual por el resto de su vida.

    En este proceso, la oscilacin entre piezas bsicas de esquemas emocionales prototpicos

    opuestos y la autorregulacin por medio de la activacin/desactivacin rtmica de sus

    tonalidades emocionales, proporciona el contexto decodificador para la diferenciacin posterior

    de todo un conjunto de emociones discretas (Solomon, 1980). Es decir, la diferenciacin

    emocional aparece como un proceso de ensamblaje entre el patrn entre esquemas emocionales

    preformados y sentimientos activos. La bsqueda de coherencia interna del sistema infante, que

    sesga sobre todo posible patrn decodificador, acta como el principal regulador, dando unidad

    y continuidad funcional en el tiempo a la totalidad del desarrollo emocional, mientras la

    percepcin de la discrepancia acta como desencadenante esencial para la diferenciacin de

    nuevas tonalidades emocionales (Guidano, 1987).

    As, la actividad evitativa que presentan los hijos de progenitores que los rechazan es la

    dinmica que equilibra (regula) a cada momento la oscilacin de estados emocionales opuestos,

    como emociones de desamparo/tristeza e ira/rabia, en una dinmica dirigida a preservar como

    prioridad el nivel de reciprocidad emocional compatible con la inaccesibilidad percibida en la

    relacin.

    En este sentido, el procesamiento autorreferencial de las emociones que se disparan como

    procesos vinculares tempranos en trminos de acercamiento-alejamiento de las figuras

    significativas, constituir el principio organizador bsico del desarrollo de la identidad en los

    primeros aos de vida, a partir de la emergencia de un sentido de diferenciacin,

    autorreconocimiento y unicidad personal (Balbi, 199 4; Guidano, 1987, 1991, 2001). As, la

    semejanza percibida de los otros es el requisito necesario para experimentar un sentido de ser

    persona, pero, al mismo tiempo, la diferenciacin sobre esa similitud percibida es la condicin

    necesaria para experimentar un sentido de s mismo.

    apoyan la idea respecto de que la figura cuidadora actuara para regular el desequilibrio

    homeosttico del infante. En este patrn

    3 Por emociones bsicas, se entienden una serie de estados emocionales innatos y universales en los seres humanos

    que han sido estudiados por diferentes autores (Tomkins, 1962; Ekman y Friesen, 1971; Izard, 1971) y que suelen

    diferenciarse de las emocione s secundarias o sociales. Estas emociones tiene una importancia funcional, tanto filo

    como ontogenticamente para la supervivencia de la especie. Aunque hay diferentes opiniones al respecto, algunas

    de las emociones bsicas mayormente reconocidas son la ra bia, pena, alegra, asco, sorpresa y miedo. La diferencia

    con las emociones sociales, tiene que ver con que estas ltimas necesitan de la diferenciacin de un otro para ser

    activadas.

  • Seplveda Morice R. Psicologia.com 2013; 17:2.

    http://hdl.handle.net/10401/6149

    13

    respuesta de estrs mediante el desentonamiento, de manera oportuna invoca un

    reentonamiento, una regulacin de la activacin negativamente cargada del infante.

    En consecuencia, los cuidadores son reguladores psicobiolgicos externos que facilitan la

    estabilizacin de experiencias afectivas y actan en niveles no-verbales por debajo de la

    conciencia en la regulacin de las emociones y el mantenimiento de la integracin del self

    (Schore, 1994, 2002). Entonces, el sistema de apego, puede ser entendido como un sistema

    evolutivo de regulacin psicobiolgica que equipa al individuo para insertarse en el mundo

    social e intersubjetivo propio de los seres humanos, constituyndose en una estructura

    organizadora de la personalidad.

    La Intersubjetividad y el surgimiento de las capacidades de Mentalizacin

    La existencia de lo biolgico, de lo gentico, es condicin necesaria pero no suficiente para la

    formacin de los procesos psicolgicos especficamente humanos, ya que es indispensable la

    slo la interaccin con nuestros semejantes nos da la condicin humana (lvarez y Trpaga,

    2005), tal como se puede inferir de algunas personas criadas desde pequeos por animales

    salvajes, como el caso de los nios lobo de la India de 1920.

    El concepto de intersubjetividad, aunque desarrollado por una serie de disciplinas de las

    ciencias sociales a travs de la historia, es replanteado desde la psicologa como una tendencia o

    motivacin (sea innata o aprendida) a relacionarse, comunicarse, coordinarse y sintonizarse

    afectiva y mentalmente con los otros (Stern, 1985; Tronick, 1989; Trevarthen, 1979, 1993, 1997a,

    1997b; Meltzoff, 1990; Lecannelier, 2006).

    Si se asume que es dentro de la matriz relacional del apego entre cuidador y cra donde se

    producen los procesos intersubjetivos cruciales para el desarrollo de la mente humana, la

    construccin de un sentido de la propia identidad implica el desarrollo de un proceso afectivo-

    intersubjetivo complejo de identificacin y diferenciacin, en que el nio construye

    internamente modelos operantes4 de la figura significativa y de s mismo en relacin con sta.

    Para Guidano (1991) este proceso implicara la organizacin de un sistema para transformar la

    experiencia intersubjetiva en conocimiento personal.

    Es probable que estas capacidades mentales de sintonizacin, hayan emergido histricamente a

    partir de la presin evolutiva producida por el aumento progresivo de la cantidad de individuos

    en los grupos humanos y de la complejidad creciente en la organizacin social que esto implic.

    En este contexto, se hizo necesario generar procesos de coordinacin, individuacin y

    comunicacin social ms refinados que permitieran adaptarse a las nuevas demandas

    relacionales del grupo (Lecannelier, 2004).

    4 Segn Bowlby (1969, 1979, 1980), en base a repetidas experiencias del beb con sus figuras de apego, los nios

    desarrollan expectativas en relacin a la naturaleza de estas interacciones. Estas expectativas se convierten en

    representaciones mentales o "modelos operantes" como los llam Bowlby (1980) que tienen la capacidad d e

    integrar experiencias pasadas y presentes, como tambin esquemas cognitivos y emocionales relacionados con

    creencias acerca del self y de los ot ros que les permiten a los nios predecir e interpretar la conducta de sus figuras

    de apego. Estos modelos se integran a la estructura de la personalidad y proveen un prototipo para futuras

    , p.70).

  • Seplveda Morice R. Psicologia.com 2013; 17:2.

    http://hdl.handle.net/10401/6149

    14

    En contraste con otros primates, el infante humano no tiene que adquirir autnoma mente todo

    el conocimiento y experiencias necesarias para sobrevivir. En cambio, el infante necesita

    desarrollar las habilidades para compartir con otras personas evaluaciones afectivas y estados

    intencionales, lo que es una condicin de supervivencia tanto psicolgica como biolgica de

    nuestra especie.

    Autores como Trevarthen (1979a, 1979b, 1982), ponen un especial nfasis en la relevancia que

    pueden tener las emociones y los afectos en las actividades mentalistas. Este autor plantea que

    los bebs humanos nacen con una disposicin biolgica para establecer contacto interpersonal

    de tipo afectivo. Por medio de la experiencia de contacto interpersonal y afectivo recproco, el

    nio pequeo llega a captar la naturaleza de las personas como seres dotados de mente.

    Lo interesante de la postura de Trevarthen, es que sita los fundamentos de la teora de la mente

    y la intersubjetividad en una fase muy anterior al desarrollo de la capacidad de

    conceptualizacin. En este sentido, la mente del beb parece responder a una forma de sentir

    (se) a travs de la relacin, una vivencia que an no operara en las dimensiones reflexivas y

    autoconscientes de etapas posteriores, pero que sera crucial para su configuracin (Balbi,

    2004).

    Uno de los componentes de la intersubjetividad que ms ha llamado la atencin de tericos e

    investigadores en los ltimos aos, ha sido el desarrollo del mecanismo de inferencia de estados

    que estas habilidades mentalistas humanas, y el lenguaje, que aquellas facilitan, constituyen el

    fundamento del surgimiento de la autoconciencia humana, y del extraordinario desarrollo del

    conocimiento de nuestra especie (Premack y Woodruff, 1978; Rivire y Nez, 1996; Balbi,

    2004).

    Segn Rivire, Sarri y Nez (1994, pg. 2) la habilidad humana para la intersubjetividad

    sujeto que lo emplea, y permite definir la vida propia y ajena como vida mental y conceptualizar

    En este sentido, una Teora de la Mente es un subsistema cognitivo, adaptativo y profundo,

    dedicado a atribuir, inferir, predecir, comprender y ant icipar estados mentales en el curso de las

    interacciones dinmicas, lo que le confiere la condicin de un subsistema mental muy eficaz,

    precoz y complejo, especficamente dedicado al razonamiento interpersonal y a la coordinacin

    conductual de un enorme valor evolutivo y adaptativo (Rivire, Sarri y Nez, 1994).

    tenga

    mente, sino manipularla y coordinarse (es un instrumento pragmtico desarrollado a lo largo de

    la evolucin humana basado en mecanismos especializados de inferencia tanto tcitos como

    (1991, 1995b, 2002) parece reunir mayor consideracin a la dimensin emocional-afectiva de

    estas habilidades mentales. Por otro lado, el concepto de mentalizacin hace referencia al papel

    central de esta operacin intersubjetiva tanto en el modo en que se organiza y desarrolla el Self

    de forma coherente e integrada, como en la articulacin y regulacin emocional que permiten,

    aspectos compartidos por el modelo cognitivo procesal sistmico.

  • Seplveda Morice R. Psicologia.com 2013; 17:2.

    http://hdl.handle.net/10401/6149

    15

    El concepto de mentalizacin, como un mecanismo evolutivo complejo, ha sido definido como la

    implica tanto un componen te auto-reflexivo como interpersonal. As mismo, promueve y

    mantiene la seguridad del apego y como permite explicar nuestra conducta y la de los otros,

    crea continuidad de la experiencia, la cul es el fundamento de una estructura mental coherente

    (Fonagy & Bateman, 2007, Pg. 2-3).

    Para explicar el desarrollo evolutivo ontogentico de las capacidades de mentalizacin, se pasar

    a describir algunas de sus fases descritas y estudiadas por los tericos e investigadores de los

    enfoques de la intersubjetividad. Al mismo tiempo, se incluye e integra el concepto de

    intencionalidad recursiva (o metarrepresentacin) como un mecanismo necesario para el total

    desarrollo y conformacin de las capacidades mentalistas, concepto integrado al modelo

    cognitivo procesal sistmico por el psiclogo y psicoterapeuta Juan Balbi (2004, 2009) a partir

    de los planteamientos tericos de ngel Rivire (Rivire y Nez, 1996; Rivire y Sotillo, 2002)

    sobre el desarrollo evolutivo de la mente del nio.

    Siguiendo el desarrollo del infante, desde su nacimiento extrauterino hasta los 7-8 meses de

    vida se comienzan a desarrollar los precursores afectivos e intersubjetivos de la ToM,

    considerados como ciertas capacidades innatas del bebe para coordinarse afectivamente a los

    otros (Gergely y Watson, 1999; Stern, 1985; Trevarthen, 1993; Tronick, 1989).

    Segn Trevarthen (1979b, 1982, 1984), en este perodo se manifiesta muy tempranamente lo

    expresivo-motoras de los bebs desde el segundo y tercer mes de vida, cuando stos se

    coordinan con sus cuidadores en las relaciones cara a cara. En esta fase, an no existe una

    modalidad de subjetividad individualizada, ni una diferenciacin entre lo mental o lo corpo ral.

    El beb an no experimenta al otro como un ser autnomo, permanente y con intenciones,

    aunque si establece y comparte con claridad sistemas bsicos e innatos de coordinacin

    expresiva y emocional, que posibilitan una vivencia recurrente de estar en relacin con el adulto.

    Ya entre los 8 y los 12 meses de edad, a la vez que se desarrolla lo que Piaget (1969, 1977)

    r la vivencia subjetiva del nio de su

    propia participacin en la relacin. En trminos relacionales, en este perodo ocurre una

    sorpresa frente a lo novedoso.

    Esta fase est marcada por lo que algunos autores (Lewis y Brooks-Gunn, 1979; Lecannelier,

    apreciar en los nios los rudimentos mentales para captar y percibir que los otros tienen mente

    e intenciones, una de las condiciones necesarias para el total desarrollo de las capacidades de

    mentalizacin y que puede ser observado a travs de la presencia de habilidades tales como la

    atencin conjunta (Carpenter, Nagell y Tomassello, 1998; Tomassello, 1999), la referencia social

    (Campos y Sternberg, 1981) y la capacidad de bromear (Reddy, 1991).

    Es aqu, donde emerge un nuevo nivel de conocimiento que facilita la organizacin de un

    incipiente si mis mo subjetivo cuyo principal contenido es la experiencia concreta y factual

    (contingente) del nio acerca de su capacidad para mantenerse vinculado y en buena

    coordinacin con los otros significativos (Balbi, 2009). A los signos presentacionales del primer

    ao de vida, se agregan los signos representacionales o smbolos. En otras palabras el infante en

    esta etapa opera con representaciones de segundo orden, es decir con representaciones de

  • Seplveda Morice R. Psicologia.com 2013; 17:2.

    http://hdl.handle.net/10401/6149

    16

    representaciones o metarrepresentaciones. De este modo, antes del desarrollo del lenguaje

    simblico, el nio hace su temprano ingreso al mundo propiamente humano de la recursividad

    metarrepresentacional (Rivire y Sotillo, 2002; Balbi, 2009).

    A los 18 meses se observan los procesos de simulacin de escenarios hipotticos (Leslie, 1987;

    Perner, 1994), entendidos como la habilidad del nio de sopesar alternativas mentales para

    resolver determinados juegos y tareas. Ya a los 24 meses, se desarrollan las capacidades de

    atribucin de emociones y deseos en los otros y en uno mismo (Repacholi y Gopnik, 1997). A

    esta edad, el conocimiento sobre s mismo se formaliza mediante representaciones verbales

    posibilitadas por el desarrollo lingstico, apareciendo el uso de los pronombres personales (yo,

    mo, tu, m, etc.). En este momento, ya se puede apreciar un conocimiento conciente de s

    mismo en el infante, que es indicativo de que un nivel recursivo de segundo orden en que existe

    un conocimiento del conocimiento de s mismo, con lo cual se opera en una dimensin ms

    permanente y continua del self (Lewis y Brooks-Gunn, 1979). Se aprecia tambin a esta edad, el

    tambin capacidades metarrepresentacionales.

    A los 36 meses, aparece la inferencia de las caractersticas de la mente (Baron-Cohen y Cross,

    1992), comprendido como la habilidad del nio de distinguir que existen cosas reales que se

    pueden tocar, comer, jugar, etc. Y cosas mentales e internas, pero que no se pueden tocar (pero

    si pensar, imaginar, sentir).

    Desde los 48 meses, se ha planteado el desarrollo cuasi-completo del equipo de la ToM

    (Wellman, 1990), inferido a travs de la capacidad de superar con xito la prueba de la falsa

    creencia5, una prueba que los nios autistas no pueden superar con xito (Baron-Cohen, Leslie y

    Frith, 1985; Rivire y Nez, 1996; Baron Cohen, 1995). En este perodo, el desarrollo de nuevas

    capacidades lingsticas y cognitivas, permiten la emergencia de la operacin cognitiva que

    constituye el fundamento estructural del conjunto de habilidades mentalistas de la especie

    o de tercer orden (como mnimo). sta es la capacidad humana de tener procesos mentales

    acerca de procesos mentales, mientras se tiene la nocin de que stos pueden, a su vez, tener

    como contenidos otros procesos mentales (Balbi, 2009). As, se disparan niveles de conciencia

    (Trevarthen, 1979b, 1982, 1984; Balbi, 2004, 2009; Rivire y Nez, 1996). Se puede plantear,

    que el periodo comprendido entre los 2-3 a los 5 aos, marca el pasaje de una actividad

    representacional a una actividad de tipo metarrepresentacional que es esencial en el desarrollo

    de un funcionamiento interpersonal que permita operar en un ecosistema social como el del ser

    humano.

    Consecuentemente con lo anterior, aparece un aumento de la complejidad de los niveles de

    autorreconocimiento afectivo , al mismo tiempo que se consolida la permanencia de ciertos

    modelos operantes, que, espontneamente, se revelan eficaces para el mantenimiento de una

    coordinacin viable con los cuidadores significativos.

    Para explicar este proceso, Rivire va a retomar el concepto de metarrepresentacin del

    influyente terico cognitivo Zenn Pylyshyn (1978), segn el cual las metarrepresentaciones no

    5 Paradigma de la falsa creencia (por ejemplo la prueba de Sally y Ann: este lo pueden resolver nios/as normales de 4 aos y pero no los nios autistas) consiste en pruebas de caricaturas, donde se requiere en el nio la capacidad de representarse una representacin, en su calidad de representacin (y sobre todo una creencia que puede ser verdadera o falsa) como el supuesto bsico de la Teora de la Mente. El nio debe pensar que el otro piensa cosas desde el punto de vista del otro y su propia perspectiva.

  • Seplveda Morice R. Psicologia.com 2013; 17:2.

    http://hdl.handle.net/10401/6149

    17

    metarrepresentaciones son representaciones de relaciones representacionales, como tales

    Para Rivire (1994), decir que un sistema formal posee una intencionalidad recursiva (IR)

    quiere decir que puede incluir activamente un elemento de cierta naturaleza dentro de otro de la

    misma naturaleza. Un sistema recursivo de este tipo es potencialmente infinito. En este sentido

    la autoconciencia humana sera un sistema recursivo, potencialmente infinito, de

    metarrepresentaciones (MT) de estados intencionales de s mismo y de los otros (Balbi, 2004).

    La intencionalidad recursiva, sera entonces la capacidad para tener estados mentales

    intencionales (I) sobre estados mentales (I), de uno mismo o de los otros, que se refieren, a su

    vez, a estados mentales (I), lo que define estructuras de tipo (I {I (I)}), necesarias para realizar

    funciones lingsticas declarativas u ostensivas (de transmisin de conocimiento proposicional

    entre mentes, lo que aparece en el segundo ao de vida).

    Una vez que se han establecido e internalizado las pautas y los modelos operantes del self y los

    otros, stos funcionan como un esquema anticipatorio que utilizamos durante todo el curso de la

    vida, para simular y predecir las actitudes y conductas de los dems hacia nosotros en la

    interaccin afectiva y social, as como para organizar nuestra propia conducta con fines

    relacionales (Arciero, 2009; Balbi, 1994, 2004; Guidano, 1987, 1994; Reda, 1986).

    Por primera vez en la historia de la vida un animal es capaz de simular tener un estado

    intencional diverso al experimentado, con el fin de generar una falsa creencia en otro. La

    realizacin de esta maniobra requiere de una compleja operacin cognitiva consistente en la

    distincin entre el propio estado subjetivo, aquello que el individuo experimenta, y el punto de

    vista objetivo, la atribucin que el individuo hace de como es visto por el otro. La mediacin

    mental de las emociones en los primates, por lo tanto, cumple la funcin de adecuar el

    comportamiento a las exigencias de orden relacional y social. Dicho en otras palabras, los

    humanos tenemos la capacidad de regular nuestro estado intencional en funcin de lo que

    atribuimos que otra persona siente, respecto de aquello que atribuye que estamos sintiendo en

    relacin al sentimiento que experimenta por nosotros (Balbi, 2009).

    Se puede entender, entonces, que en la coevolucin entre vnculos de apego, intersubjetividad e

    individuacin, que son los rasgos distintivos de la organizacin de los primates, la capacidad de

    diferenciar entre el s mismo y los otros aparece como la condicin esencial para estructurar un

    autorreconocimiento estable y la base de la construccin de un sentido de identidad personal.

    Tal sistema afectivo metarrepresentacional comienza a operar muy precozmente y de forma

    tcita en el neonato humano con desarrollo normal, y es slo con la emergencia de niveles ms

    complejos de desarrollo cognitivo-emocional, que posteriormente pueden aparecer los

    fenmenos reflexivos y autoconcientes de mentalizacin e intencionalidad recursiva (mnimo de

    tercer orden) que permiten mant ener regulada la activacin del sistema y operar con relativa

    autonoma y adaptacin en el complejo mundo interpersonal.

    Actualmente con los conocimientos que tenemos sobre la memoria procedimental queda claro

    que las experiencias interactivas se almacenan y dejan huellas por fuera del recuerdo y la

    conciencia, son formas de estar-con como le gusta definirlas a Stern (1985; 2004) o un

    inconsciente bipersonal tcito como lo define Lyons-Ruth (1998, 1999), formas de organizacin

    del s mismo al interactuar con otros que son permanentes a lo largo de la vida.

  • Seplveda Morice R. Psicologia.com 2013; 17:2.

    http://hdl.handle.net/10401/6149

    18

    La autoconciencia, consecuentemente con este hecho, se estructura siempre sobre la base de un

    dominio afectivo que se organiza, en cada individuo, a partir de la autopercepcin que ste tiene

    de cierta regularidad y recurrencia de su modo de sentirse, en relacin con quienes se ocupan de

    su cuidado en los primeros aos de vida (Balbi, 2004, 2009).

    El sentido de identidad Personal: El Estilo de Personalidad

    Durante la niez, fase que comprende desde los 5-6 hasta los 11-12 aos de vida, la construccin

    progresiva de estructuras cognitivo-afectivas personales mas complejas, da lugar a que en forma

    paulatina la desregulacin emocional gatilladas por activaciones emotivas intensas sea regulada

    por la vivencia que el nio tiene de su propia capacidad para regular las condiciones de

    reciprocidad del vnculo dentro de unos lmites coherentes con la dinmica de interacciones

    recurrentes estructuradas en su historia con sus cuidadores. En esta etapa del desarrollo,

    preoperatoria y de operaciones concretas (segn las etapas descritas por Piaget), el sentido de

    continuidad personal del nio est aun ligado de forma estrecha al contexto relacional

    concurrente e inmediato (Balbi, 2009).

    El despliegue gradual de aptitudes cognitivas concretas proporciona una mayor estabilidad al

    sentido actual del s mismo, y las relaciones escolares y de amistad con sus coetneos, amplan

    progresivamente el campo de experiencias y contextos, que promueven la articulacin

    progresiva de ese sentido de s mismo. De este modo, se vuelve posible un reordenamiento

    continuo de la propia experiencia inmediata para hacerla coherente con el sentido de s mismo a

    nivel de conocimiento explcito, lo que es permitido gracias al crecimiento cognit ivo paulatino

    en estos perodos. De esta forma, las emociones particularmente perturbadoras (por ejemplo ira

    o desamparo en los nios evitativos) al activarse son procesadas a travs de mecanismos de

    exclusin selectiva de la entrada sensorial que proviene de los campos crticos de la experiencia

    que son discrepantes con la coherencia sistmica de la identidad construida hasta esos

    momentos.

    Durante la infancia y la niez, la motivacin innata a establecer un vnculo afectivo e

    intersubjetivo, as como la dependencia psicofisiolgica absoluta que tiene la cra con sus

    cuidadores, establecen la necesidad de que las posibilidades de percibir ambivalencia en la

    reciprocidad de la relacin sean minimizadas, pues de lo contrario se estara en presencia de un

    estado continuo y crnico de desregulacin emocional. En virtud del objetivo mencionado,

    cualquier percepcin de discrepancia en la relacin con el cuidador, gatilla la utilizacin de una

    serie de mecanismos activos de exclusin y desatencin selectiva de la informacin que

    contradiga la posibilidad de reciprocidad del vnculo.

    Una de las modalidades de minimizacin en la percepcin de falta de reciprocidad, consiste en

    desconectar el afecto percibido de la situacin interpersonal que lo ha activado (Bowlby, 1980,

    1985; Bretherton, 1985). Cuando esa desconexin (disociacin) es completa, la propia

    experiencia (yo) parece totalmente ininteligible en los trminos de las propias reacciones (mi), y

    se puede explicar mejor atribuyndola a causas externas, como problemas somticos y

    psicolgicos. Una segunda modalidad, es impedir que la apreciacin del afecto perturbador

    active otros sentimientos, pensamientos y conductas a partir de un cambio del foco atencional,

    pueden atarearse con muchas actividades diferentes (a veces observables en forma de sntomas,

    como rituales, fobias, ingesta excesiva, etc.) que les distraen del procesamiento posterior de una

    informacin que, aunque ha sido registrada, est siendo excluida (Bowlby, 1985).

  • Seplveda Morice R. Psicologia.com 2013; 17:2.

    http://hdl.handle.net/10401/6149

    19

    La exclusin de informacin y las actividades distractoras restringen selectivamente la

    elaboracin de una gama muy personal de tonalidades emocionales personales (las nicas que el

    nio puede reconocer como propias), mientras un repertorio de reacciones cognitivo-

    emocionales automticas manipulan el foco de atencin, permitiendo la estabilizacin de esa

    gama de emociones.

    En estas primeras fases del ciclo vital, el nio operara con una experiencia de simetra temporal

    prcticamente total con las contingencias personales e interpersonales en curso. Con la

    emergencia del pensamiento abstracto en la adolescencia, que comienza entre los 11-12 aos, se

    origina el primer gran quiebre en la simetra del tiempo (Prigogine, 1977) en que la

    temporalidad se vuelve una dimensin subjetiva e interna. La irreversibilidad experimentada en

    la flecha de la direccin del tiempo desencadena transformaciones, tambin irreversibles, en el

    sentido de continuidad personal, obligndola a reordenar su propio significado en un nivel ms

    abstracto, que incluye la dimensin del pasado y el futuro, variando a travs de todo el ciclo

    vital. As, el sentido personal, se construye y reconstruye a partir de una estructura narrativa

    que permite la toma de una nueva perspectiva sobre s mismo, siendo fundamental la calidad de

    esta estructura en trminos de los niveles de integracin y abstraccin en la determinacin de

    procesos psicopatolgicos, debido a que hay una relacin directa entre el nivel de plasticidad de

    la trama narrativa de una persona para diferenciar y referirse su propia experiencia y su

    capacidad para la autorregulacin emocional (Guidano, 1997, 1999). El proceso de especificar,

    en trminos autorreferenciales, la propi a experiencia emotiva, permite regular y mantener en

    ciertos mrgenes de intensidad la activacin afectiva. En este sentido, son interesantes algunos

    estudios en neurociencias que muestran la relacin entre proceso atencional focalizado y

    regulacin emocional (lvarez y Trpaga, 2005).

    A partir de las nuevas posibilidades de inferencia mental recursiva que permite el pensamiento

    abstracto, el adolescente comienza a relativizar la percepcin de reciprocidad afectiva en las

    relaciones vinculares significativas establecidas hasta el momento. Por otro lado, y de forma

    dialctica, se incrementa la apreciacin de la ambivalencia, ambigedad, engao e

    inconsistencia de la imagen construida de sus cuidadores y de la incondicionalidad percibida

    anteriormente en la relacin con estos (Kaplan, 1984; Nardi, 2004). Es necesario decir, que este

    proceso puede ocurrir sin ningn tipo de advertencia explcita por parte del adolescente, sobre

    todo cuando los cambios de la percepcin de reciprocidad de la relacin son demasiado

    drsticos para las capacidades de asimilacin y autorreferencialidad de la propia experiencia en

    relacin a la organizacin del sentido de viabilidad personal construida hasta el momento.

    Podra ser que estos cambios evolutivos en el autorreconocimiento respecto de la relacin

    afectiva con los cuidadores sean necesarios para que el adolescente desarrolle procesos de

    separacin, diferenciacin y autonoma personal, favorables para el establecimiento de

    relaciones interpersonales fuera del ecosistema familiar, facilitando as las conductas

    exploratoria de bsqueda de partners afectivos, lo que es consistente con los procesos de

    maduracin sexual y reproductiva que se manifiestan a esta edad.

    As, mientras en la infancia y la niez la idealizacin del vnculo es fundamental para la

    supervivencia psicobiolgica y el desarrollo afectivo-cognitivo en base a la mantencin de ciertos

    parmetros de reciprocidad compatibles con la vida y la continuidad autopercibida. En la

    adolescencia, la desilusin con respecto de la incondicionalidad, permite la separacin,

    autonoma e individualizacin del contexto familiar.

    Este proceso evolutivo-madurativo, permite transitar desde las primeras fases del desarrollo en

    que la regulacin es provista externamente por los cuidadores (heterorregulacin), hacia la

  • Seplveda Morice R. Psicologia.com 2013; 17:2.

    http://hdl.handle.net/10401/6149

    20

    emergencia de habilidades y mecanismos de regulacin ms autnomos y diferenciados

    (autorregulacin), proceso mediado por la transicin de interacciones sensomotrices inmediatas

    hacia niveles relacionales con caractersticas representacionales y abstractas (Lecannelier,

    2009).

    En los primeros aos de vida del infante, la recurrencia de situaciones interpersonales

    significativas en las que se ve involucrado el nio da origen, por medio del operar de los

    distintos mdulos de la memoria procedimental y declarativa (semntica y episdica), a la

    constitucin de guiones de escenas nucleares (con carga afectiva) que operan como un conjunto

    de estructuras implcitas capaces de producir y asimilar la experiencia en curso (Abelson, 1981;

    Carlson y Carlson, 1984; Tomkins, 1978; Mahoney, 1988, 1991), permitiendo que la experiencia

    inmediata sea reformulada, momento a momento, en una nueva dimensin experiencial,

    temporal y narrativa, ms estable y continua en el tiempo. Al ir aumentando la complejidad del

    sistema cognitivo y del lenguaje simblico que utiliza el nio, se va complejizando tambin la

    trama de la narracin que este utiliza para autorreferirse su propia experiencia en curso y de su

    relacin con los otros (proceso co-evolutivo al desarrollo de las habilidades mentalistas).

    En este tema, Jerome Bruner (1986), va a plantear que con el surgimiento del lenguaje

    simblico la forma de organizacin que toma el autoconocimiento del propio tiempo vivido

    presenta una modalidad narrativa. Esta forma de pensamiento narrativo no descansa en el

    objetivo de verificacin formal o emprica, lo que sera parte del pensamiento paradigmtico,

    sino que se satisface a partir de la bsqueda de verosimilitud, semejanza y viabilidad. Es un

    relato intenci onal y emotivo, en el que la vida mental de los personajes es fundamental. En este

    sentido la identidad personal autoconciente es un proceso intencional e interpretativo. Al

    respecto, la tesis de la moderna hermenutica es que la identidad personal se constituye como

    una identidad narrativa (Balbi, 2004; Arciero, 2005).

    Este sentido personal se organiza a partir de un dominio intersubjetivo y relacional solo posible

    en el compartir nuestra mente con los otros, es decir de la representacin de nuestra mente en la

    mente del otro y como yo me lo represento (metarrepresentacin). Este proceso innato y

    evolutivo de intencionalidad recursiva intersubjetiva es lo que se denomina Mentalizacin y

    permite el desarrollo de un sentido de diferenciacin (s mismo, mismidad) y de vinculacin con

    los otros (ipseidad). As, la dimensin del sentido (que es la dimensin en que los humanos

    vivimos) se construye en la metarrepresentacin de nosotros mismos en nuestra relacin con los

    otros.

    El s mismo, puede ser entendido entonces como un proceso de autoorganizacin sistmica en

    que la reconstruccin narrativa del significado es un proyecto de transformacin que dura toda

    la vida. En esta reconstruccin, son vitales los procesos de maximizacin de la coherencia

    sistmica del s mismo y, al mismo tiempo, la minimizacin o aplanamiento de las discrepancias

    percibidas que permitan la mantencin de un Estilo Personal de funcionamiento

    (Personalidad) que ser caracterstico de esa persona.

    Para entender entonces el malestar psicolgico y la emergencia de los fenmenos

    psicopatolgicos, hay que comprender que en las coordinaciones relacionales de nuestra

    realidad social, todas las operaciones que realizamos para mantener una identidad estable

    sirven para mantener una autoestima aceptable, mediante la autoconciencia de nuestra

    capacidad de influir en la mente de los dems. La autoconciencia, de esta forma, est orientada a

    reducir las discrepancias, a manipular los datos para hacerlos consistentes con la imagen

    consciente de nosotr

    Si el autoengao es excesivo, la persona no se explica gran parte de su experiencia inmediata y la

  • Seplveda Morice R. Psicologia.com 2013; 17:2.

    http://hdl.handle.net/10401/6149

    21

    vive como extraa, generando la aparicin de los trastornos psicolgicos . Sin embargo, el

    concepto de autoengao parece ser mejor comprendido desde los actuales modelos tericos y

    empricos de los paradigmas de la Disociacin, lo que implica considerar que la disociacin

    puede entenderse como un proceso psicolgico necesario para el normal funcionamiento

    operativo de la conciencia, en el que la funcionalidad del mecanismo esta mediada por los

    niveles en que se disocian los diferentes mdulos experienciales en un continuum bidimensional

    de mayor a menor disociacin o integracin.

    El grado de esa disociacin sera dependiente de la discrepancia que la representacin conlleva

    respecto al sentido y continuidad de s de la persona. Consecuentemente, a mayor discrepancia

    corresponde una mayor disociacin entre afecto y representacin, y, por lo tanto, la emocin

    emergente no es reconocida como parte integrante de la propia mismidad. En este dispositivo de

    exclusin atencional, funcional al mantenimiento de un sentido unitario, continuo y viable de

    uno mismo, por medio del cual la persona interpreta como ajenas las propias experiencias de

    orden afectivo que resultan discrepantes, radicara el origen de los sntomas por los cuales las

    personas consultan a los terapeutas (Balbi, 2009).

    De forma gradual, durante la infancia y la adolescencia se construye una trama afectiva tcita ,

    que ser la base de la organizacin de la identidad en cada persona. Esta es la representacin,

    abstracta y tcita, de una trama de sentimientos de reciprocidad afectiva, construida en el curso

    de una relacin interpersonal significativa y reformulada en cada instancia crtica del propio

    ciclo vital. La conciencia fenomenolgica opera con la parte ms fcil, la relacin con el mundo

    fsico y social, en tanto que el rea crucial de las relaciones significativas, queda reservada para

    ser atendida por el ms eficiente sistema operativo tcito de la trama afectiva tcita, que

    funciona en paralelo (Balbi, 2009).

    Excluyendo de su foco atencional toda informacin que implique menor correspondencia, o

    mayor ambivalencia afectiva, que las contenidas en la representacin de la trama previamente

    construida, la consciencia, trata de impedir que arribe a su dominio la discrepancia generada en

    representaciones tcitas de nuevos estados afectivos personales. El fracaso de la conciencia

    fenomnica en esta tarea de exclusin atencional, implica la inevitable emergencia a su dominio

    de aspectos parciales del complejo de sentimientos discrepantes. De manera sintomtica,

    entonces, se manifiesta a nivel conciente, por ejemplo slo el aspecto afectivo, la tristeza o la

    rabia, disociada de la representacin de la prdida, como en el caso de la depresin. Las

    sensaciones propioceptivas e interoceptivas, rasgos fisiolgicos de la reaccin emocional,

    disociada de los componentes afectivos y la representacin ideativa, como en el caso del ataque

    de pnico y el sndrome agorafbico. O solo la representacin cognitiva, disociada de los

    aspectos afectivos y emocionales, como en el caso del trastorno obsesivo.

    Conclusiones

    El modelo cognitivo procesal sistmico entiende que en la constitucin de lo humano, y de su

    peculiar forma de ordenar el conocimiento, van a ser fundamentales los procesos afectivos que

    se estructuran en las primeras experiencias vinculares del beb y sus cuidadores. El proceso del

    desarrollo individual, implicar siempre una complejizacin de este sistema de conocimiento,

    pero este siempre estar delineado a partir de esta urdiembre afectiva de los primeros aos en

    las complejas e intrincadas interacciones que se establecen a partir de los vnculos de apego

    temprano y los procesos de intersubjetividad. Con el arribo del pensamiento simblico y

    abstracto, la dimensin temporal estabilizar los procesos de conocimiento, los cuales estarn

  • Seplveda Morice R. Psicologia.com 2013; 17:2.

    http://hdl.handle.net/10401/6149

    22

    organizados siempre en la bsqueda de mantener la coherencia del sistema psicobiolgico

    personal y el sentido de continuidad que se actualiza en cada momento del ciclo vital. Este

    sentido de continuidad, parece fundamental para la mantencin, antes que de un presunto

    conocimiento lgico y racional del mundo, de un sentido de viabilidad en trminos de la

    atribucin de reciprocidad afectiva en relacin a la trama afectiva que se va organizando

    tcitamente en la interaccin con las personas significativas. Discrepancias no asimilables entre

    esta trama afectiva tcita y el sentido de continuidad personal, seran la base de la emergencia

    de procesos de desestabilizacin caractersticos de los llamados estados psicopatolgicos.

    El eje central de la regulacin del sistema personal, en base a la mantencin de la coherencia

    interna, estar dado especialmente por la posibilidad de generar capacidades de inferencia

    intersubjetiva tcita que permita mantener el sentido de viabilidad personal, permi tiendo el

    normal desempeo en las actividades relacionales y cotidianas del diario vivir.

    Se concluye proponiendo al Modelo Cognitivo Procesal Sistmico como una alternativa para la

    comprensin del desarrollo de la mente personal, as como una forma de entender la

    emergencia de los estados psicopatolgicos y el establecimiento de estrategias y mtodos

    psicoteraputicos coherentes con estos postulados.

    Se parte de la conviccin de que esta metateora es til para articular e integrar las diferentes

    investigaciones empricas y desarrollos conceptuales que en la actualidad se muestran como

    relevantes para el desarrollo de una psicologa comprensiva y compleja que asuma los desafos

    multidisciplinares necesarios para una mirada abarcadora del ser humano. Este artculo busca

    dar un paso en la aproximacin a esta tarea, entendiendo que es un camino lejano ms no por

    eso menos fructfero.

  • Seplveda Morice R. Psicologia.com 2013; 17:2.

    http://hdl.handle.net/10401/6149

    23

    Referencias

    Ainsworth, M. D., Blehar, M. C., Waters, E. & Wall, S. (1978). Patterns of attachment: A psychological study of the

    strange situation . Hillsdale, NJ: Erlbaum.

    lvarez, M. & Trpaga, M. (2005). Principios de neurociencias para psiclogos. Paids: Buenos Aires.

    Arciero G. (2005). Estudios y dilogos sobre la identidad personal . Buenos Aires. Amorrortu.

    Arciero, G. (2009): Tras las huellas de si mismo. Buenos Aires: Amorrortu.

    Baron-Cohen, S., Leslie, A. y Frith, U. (1985). Cognition , 21 37-46.

    Baron-Cohen, S. (1995). Mindblindness . MIT Press/Bradford: Cambridge, MA.

    Baron-Cohen, S, & Cross, P. (1992). Reading the eyes: evidence for the role of perception in the development of a theory

    of mind. Mind and Language 6: 173 186.

    Balbi, J. (1994): Terapia cognitiva posracionalista. Conversaciones con Vittorio Guidano . Buenos Aires, Biblos.

    Balbi, J. (2004): La mente narrativa. Hacia una con cepcin posracionalista de la identidad personal . Buenos Aires,

    Paids.

    Balbi, J. (2009). La metaconciencia afectiva y el sentido de uno mismo: Una concepcin posracionalista de la naturaleza

    afectiva de la conciencia, www.revistadeapra.org.ar : 1 (3), 2.

    Beebe, B. & Lachmann, F. (l994). Representation and internalization in infancy: Three principles of salience.

    Psychoanalytic Psychology , 11 (2), 127-165.

    Bowlby, J. (1969): El vnculo afectivo. Paids. Barcelona.

    Bowlby, J. (1973): La separacin afectiva . Paids. Barcelona.

    Bowlby, J. (1980): La prdida afectiva. Paids. Barcelona.

    Bowlby, J. (1985). The role of childhood experience in cognitive disturbance. En M. J. Mahoney y A. Freeman (Ed),

    Cognition and Psychotherapy (pp 181-202). New York: Plenum.

    Bowlby, J. (1989): Una base segura. Paids. Buenos Aires.

    Brent, S. (1978). Developmental Psychology. Human Development. 21, 374-87.

    Bretherton, I. (1985). Attachment theory: retrospect and prospect. En I. Bretherton y E. Waters (Eds.). Growing points

    of attachment theory and research. Monographs of the Society for Research in Child Development, 50, 209, 1-22.

    Bruner, J. (1986). Actual Minds, Possible Worlds . Cambridge, MA: Harvard University Press.

    Campbell, D. (1974). Evolutionary Epistemology. En P.A. Schlipp (Ed.). The Philosophy of Karl Popper, Vol14, I y II. The

    library of living philosophers. La Salle, III: Open Court Publishing, 413 -463.

    Campos, J. J., & Sternberg, C. (1981). Perception, appraisal, and emotion: The onset of social referencing. In M. E. Lamb

    & L. R. Sherrod (Eds.), Infant social cognition: Empirical and theoretical considerations (pp. 273-314). Hillsdale, NJ:

    Erlbaum.

    Carlson, R. (1981). Studies in script theory: I. Adult analogs of a childhood nuclear scene. Journal of Personality and

    Social Psychology, 40, 501-510.

    Carlson, L., & Carlson, R. (1984). Affect and psychological magnification: Derivations from Tomkins' script theory.

    Journal of Personality, 2, 36-45.

    Carpenter, M., Nagell, K. & Tomasello, M. (1998). Social cognition, joint attention, and communicative competence from

    9 to 15 months of age. Monographs of the Society for Research in Child Development, 63(4), 1-174.

  • Seplveda Morice R. Psicologia.com 2013; 17:2.

    http://hdl.handle.net/10401/6149

    24

    Cooley, C. (1902): Human nature and the social order . New York. Scribner.

    Crittenden, P. (2002) Nuevas implicacio nes clnicas de la teora del apego, Valencia, Promolibro.

    Damasio, A. (1994). Descartes' error: Emotions, Reason, and the Human Brain. Nueva York: Avon Books.

    Damasio, A.R. (1999). The Feeling of what Happens. Body and Emotion in the Making of Consciousn ess. Nueva York:

    Harcourt.

    Damasio, A.R. (2000). A second chance for emotion. En R.D. Lane y L. Nadel (eds.): Cognitive Neuroscience of

    Emotion (pp. 12-23). Nueva York: Oxford University Press.

    Davidson R. (2003). Affective Neuroscience and Psychophysiology: Toward a Synthesis. Psychophysiology, 40: 655-65.

    Davidson R. (2004). Well -being and Affective Style: Neural Substrates and Biobehavioural Correlates. Philosophical

    Transactions of the Royal Society B: Biological Sciences 2004; 359-1411.

    Edelman, G. (1989) The Remembered Present: A Biological Theory of Consciousness. Basic Books, New York.

    Edelman, G. (1992) Bright Air, Drilliant Fire, On the Matter of the Mind . Basic Books, New York.

    Edelman, G. y Tononi, G. (1995) Darwinismo Neural: el cerebro como s istema de seleccin, en Cornwell, J. La

    imaginacin de la Naturaleza , Editorial Universitaria, Santiago, Chile.

    Ekman, P. y Friesen, W. (1971). Constants across cultures in the face and emotion. Journal of Personality and Social

    Psychology, 17, 124-129.

    Fonagy, P. (1991). Thinking about thinking: Some clinical and theoretical considerations in the treatment of a borderline

    patient. International Journal of Psychoanalysis , 72, 1-18.

    Fonagy, P. (1995b). Playing with reality: The development of psychic reality and its malfunction in borderline patients.

    International Journal of Psychoanalysis , 76, 39-44.

    Fonagy, P., Gergely, G., Jurist, E. & Target, M. (2002). Affect Regulation, Mentalization, and the Development of the

    Self. New York: Other Press.

    Fonagy, P., & Bateman, A. (2007). Mentalizing and borderline personality disorder. Journal of Mental Health , 16, 83-

    101.

    Froufe, F. (1997). El Inconsciente Cognitivo: La Cara Oculta de la Mente , Madrid, Biblioteca Nueva.

    Froufe, M. (2000). Se puede investigar objetivamente la (in)experiencia subjetiva? Innovaciones metodolgicas en el

    estudio del inconsciente. Psicothema. Vol. 12, Supl. n 2, pp. 241-244.

    Gadamer (1984) (orig. 1979). Verdad y Mtodo, Fundamentos de una Hermenutica Filosfica. Salamanca. Edit.

    Sgueme.

    Gergely, G., Watson, J.S. (1996), The social biofeedback theory of parental affect-mirroring. International Journal of

    Psycho-Analysis, 77, 1181-1212.

    Greenberg, L. & Paivio, S. (1997). Working with emotions in psychotherapy . New York, NY: Guilfo rd Press.

    Guidano, V. Y Liotti, G. (1983). Cognitive processes and emotional disorders. New York, Guilfors Press.

    Guidano, V. (1987). Complexity of the self. New York. Guilford Press.

    Guidano, V. (1990) "De la revolucin cognitiva a la intervencin sistmica en trminos de complejidad. La relacin entre

    teora y prctica en la evolucin de un terapeuta cognitivo.", en Revista de Psicoterapia. Vol. I, N 2 -3, Madrid, 1990.

    Guidano, V. (1994). El si mismo en proceso. Barcelona. Paids.

    Guidano, V. (1995). Un enfoque constructivista de los procesos de conocimiento humano. En M. Mahoney (ed.)

    Psicoterapias Cognitivas y Constructivistas . Bilbao; Descle de Brouwer, 1997.

  • Seplveda Morice R. Psicologia.com 2013; 17:2.

    http://hdl.handle.net/10401/6149

    25

    Guidano, V. (1997). "Estado de la cuestin en la terapia cognitiva posracionalista", en Caro, Isabel (comp.). Manual de

    Psicoterapia Cognitiva . Barcelona, Paids.

    Guidano, V. (1999). (Quiones, A. comp.): El modelo cognitivo postracionalista: hacia una reconceptualizacin terica

    y crtica. Bilbao, Descle de Brouwer, 2001.

    Hayek, F. (1952). The Sensory Order. Chicago. University of Chicago Press.

    Hayek, F. (1978). New Studies in Philosophy, Politics, Economics and the History of Ideas . Chicago. University of

    Chicago Press.

    Humphrey, N. (1986). The Inner Eye . Faber and Faber. (Trad. cast. Madrid: Alianza, 1993).

    Izard, C. (1971). The face of emotion. Nueva York: Appleton Century Crofts.

    Johnson- Laird, P. (1983). Mental Models. Towards a Cognitive Science of Language, Inference, and Consciousness .

    Harvard University Press. Cambridge. 513 p.

    Kaplan L. (1984). Adolescence. The Farewell to Childhood. Touchstone, New York.

    Lecannelier, F. (2004). Los aportes de la teora de la mente (ToM) a la psicopatologa del desarrollo. Terapia

    Psicolgica, 22(1), 61-67.

    Lecannelier, F. (2006). Apego e intersubjetividad. Influencia de los vnculos tempranos en el desarrollo humano y la

    salud mental PARTE I. Santiago: