miranda - sor juana en bolivia

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DEN YCAOS PARALAJES Sor Juana en Bolivia. Fragmentos de un tesoro escondido Ricardo Miranda * No deja de ser un fenómeno extraor- dinario que la hisroria, la cultura, el pasado. sean construcciones hechas desde nuestro presente y que por lo tanto, puedan ser (an ricas. variadas y sorprendentes como queramos. Por ello, las inferencias y conexiones posi- bles siempre serán un misterio en rao- 10 cada época puede iluminar con su propia luz a las anteriores, revelando mtonces los hilos de la hisroria, el en- ttamado subyacente que la cultura reje ron el tiempo. Ta! reflexión surge al escuchar de nueva cuenta un disco aparecido hace poco más de un año que interesará por igual a quienes gusten de la poesía de Sor Juana -¿los habrá quienes no'- •a quienes disfruten de la música ba- ttoea-esr3 vez. la figura retórica no es de duda, sino de azoro: ¡los hay quie- nes 00!-. Se trata de diversos poemas de la Musa décima puestos en música -be aquí el hilo subyacente de la his- por diversos compositores ac- lMls en América del sur hacia el siglo lVIn. Las preguntas saltan vertiginosamen- te. cQuiénes fueron esos compositores? ¡\>orqué leían a Sor Juana a un siglo de IIImuerte, ¿Cómo es que la música de obras fue hallada en una región la y alejada de roda conexión apa- te COn la ueva España? En el pla- del as r . exp lcaClones, algunos daros tan tan necesarios como elocuen- recuérdese que a la par que la es- WllUra de vIl . ti . , 1 anclcos ue una práctlca a todo el ámbito colonial y pe- Ibnsular, la obra de Sor Juana circuló por todo el orbe hispano desde la épo- Pianista y musicólogo ca de las primeras impresiones de su poesía (Madrid, 1686; Sevilla, 1692). En particular sus juegos de villancicos fueron leídos con amplitud y fueron dichos textos a los que recurrieron los músicos de Chuquisaca (antes La pla- ta, hoy Sucre, Bolivia, según nos recuer- da Bernardo lIIari, consulror musicológico de esta grabación) para componer algunas de sus obras. Los autores, por su parte, son variopintos en cuanto a su fuma póstuma. De An- drés Flores (l690-1754), BIas Tardío (ca. 1750), Antonio Durán (c. 1675- 1736) Y Manuel Fernández de Mesa (c. 1725-1773) apenas comenzamos a for- mar una idea respecto de su obra¡ otros como Juan de Arauja (l649-1712), distinguido maestro activo tanto en Perú como en Bolivia, y Roque Ceruti (l685-1769), afamado violinista y compositor milanés residente en Lima, son figuras mucho más conocidas cuya música gozó de un amplio prestigio desde que fue compuesta. Todas las obras, concebidas como parte de la cotidiana producción musical que rodas las iglesias importantes de la Colonia mantuvieron, han sido rranscritas a partir de manuscritos positados en Sucre y han sido mente rescaradas en la grabación que nos ocupa. Los puristas y erudiros quizá se lle- ven una sorpresa cuando constaten que los textos empleados no son del todo fieles a las líneas originales de la jerónima. Muchas veces los autores modificaron las letras -por razones de conveniencia musical- e incluso su- plieron estrofas y versos enteros. Peor aún, este trabajo confirma lo señalado desde hace unos años en el ámbito UNIVERSIDAD DE MExlCO 100 61

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MIRANDA - Sor Juana en Bolivia

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  • DEN YCAOS PARALAJES

    Sor Juana en Bolivia.Fragmentos de un tesoro escondidoRicardo Miranda *

    No deja de ser un fenmeno extraor-dinario que la hisroria, la cultura, elpasado. sean construcciones hechasdesde nuestro presente y que por lotanto, puedan ser (an ricas. variadas ysorprendentes como queramos. Porello, las inferencias y conexiones posi-bles siempre sern un misterio en rao-10 cada poca puede iluminar con supropia luz a las anteriores, revelandomtonces los hilos de la hisroria, el en-ttamado subyacente que la cultura rejeron el tiempo.

    Ta! reflexin surge al escuchar denueva cuenta un disco aparecido hacepoco ms de un ao que interesar porigual a quienes gusten de la poesa deSor Juana -los habr quienes no'- aquienes disfruten de la msica ba-ttoea-esr3 vez. la figura retrica no esde duda, sino de azoro: los hay quie-nes 00!-. Se trata de diversos poemasde la Musa dcima puestos en msica-be aqu el hilo subyacente de la his-~ por diversos compositores ac-lMls en Amrica del sur hacia el siglolVIn.

    Las preguntas saltan vertiginosamen-te. cQuines fueron esos compositores?\>orqu lean a SorJuana a un siglo deIIImuerte, Cmo es que la msica de

    obras fue hallada en una reginla yalejada de roda conexin apa-

    te COn la ueva Espaa? En el pla-delas r .exp lcaClones, algunos daros

    tan tan necesarios como elocuen-~ recurdese que a la par que la es-WllUra de vIl . ti ., 1 anclcos ue una prctlca~mun a todo el mbito colonial y pe-Ibnsular, la obra de Sor Juana circulpor todo el orbe hispano desde la po-

    Pianista y musiclogo

    ca de las primeras impresiones de supoesa (Madrid, 1686; Sevilla, 1692).En particular sus juegos de villancicosfueron ledos con amplitud y fuerondichos textos a los que recurrieron losmsicos de Chuquisaca (antes La pla-ta, hoy Sucre, Bolivia, segn nos recuer-da Bernardo lIIari, consulrormusicolgico de esta grabacin) paracomponer algunas de sus obras. Losautores, por su parte, son variopintosen cuanto a su fuma pstuma. De An-drs Flores (l690-1754), BIas Tardo(ca. 1750), Antonio Durn (c. 1675-1736) YManuel Fernndez de Mesa (c.1725-1773) apenas comenzamos a for-mar una idea respecto de su obra otroscomo Juan de Arauja (l649-1712),distinguido maestro activo tanto enPer como en Bolivia, y Roque Ceruti(l685-1769), afamado violinista ycompositor milans residente en Lima,son figuras mucho ms conocidas cuyamsica goz de un amplio prestigiodesde que fue compuesta. Todas lasobras, concebidas como parte de lacotidiana produccin musical querodas las iglesias importantes de laColonia mantuvieron, han sidorranscritas a partir de manuscritos de~positados en Sucre y han sido reciente~mente rescaradas en la grabacin quenos ocupa.

    Los puristas y erudiros quiz se lle-ven una sorpresa cuando constaten quelos textos empleados no son del todofieles a las lneas originales de lajernima. Muchas veces los autoresmodificaron las letras -por razones deconveniencia musical- e incluso su-plieron estrofas y versos enteros. Peoran, este trabajo confirma lo sealadodesde hace unos aos en el mbito

    UNIVERSIDAD DE MExlCO 100 61

  • ORDEN Y CAOS

    musicolgico pero no del todo escu-chado en la academia lireraria: Sor Jua-na hizo pasar como suyos algunosversos de villancicos que han sido lo-calizados en archivos musicales espa-oles en parriruras fechadas antes de susupuesca publicacin en la Nueva Es-paa firmados por la Musa (Escuchaddos sacristalllS. Pun mi Dios ha nacidoapenar. Cielo (S Mara mm bello, enrreOtfOS). El descubrimiento es interesanteno slo porque demuestra que en elConvento de San Jernimo rambin secocan habas. pues todava msrevelador es el hecho de que Sor Juanatom esos renos de partituras devillancicos escrims en Espaa en ungesto que corrobora sus afanesmusicales y su inters por el mundosonoro.

    Pero ms all de rales consideracio-nes y de regreso en los antiguos terri-torios de la Real Academia de Charcas,lo que vale la pena es deparrir sobre elsigular fesdn ardsrico que las referidascreaciones nos ofrecen. En algunoscasos particulares -como en Sonoroclnrin del viento, de Manuel Fernndezde Mesa- se rrara de obras verdadera-mente excepcionales en tanto combi-nan una esplndida y emotiva facturarcnica con aquellos poemas de SorJuana que urilizan con toda premedi-racin alegoras musicales. En ese afor-runado caso de deleire que se mulriplicarambin se halla el inigualable Od elconci~rto del mismo autor, partitura enla que cada una de las merforas musi-cales que inundan el poema de SorJua-na se refleja de manera exacta y precisaen mltiples deralles rcnicos: el barro-co americano alcanza aqu -ni dudacabe-- una de sus ms virruosas y feli-ces realizaciones.

    Mas en realidad podra ensalzarse lafactura de cada una de as obras en ran-to stas combinan con todo acierto unaescrirura emocionante, plena de ima-ginacin y que siempre est atenta alos ace,mQs e imgenes imaginados porel FOlx de Amrica. Insisramos, ade-

    62 Abril 2002 UNIVERSIDAD DE MEXICO

    ms, en que las letras de villancicos es-criros (io copiados!) por Sor Juana fue-ron concebidos para ser musica-lizados.Esro quiere decir que la msica de losreferidos maestros chuquisa-queosnos ofrece una posibilidad que hasrahace poco pareca irrecuperable: escu-char un ejemplo de cmo rales rexrosfueron empleados en trminos musi-cales, pues si bien nos contentbamoscon leer a la poesa, es un hecho querales lerras nos ofrecan la mirad de unode los objeros del barroco hispano porexcelencia. los villancicos cantados.

    El acierto y la maravilla de esros des-cubrimientos musicolgicos nos plan-tean una nueva interrogante: cundopodremos escuchar algunas lerras deSor Juana musicalizadas por alguno delos maestros novohispanos? Gracias alas indagaciones de disrinros especia-lisras como Aurelio Tello y RoberrStevenson tenemos referencias respec-[O a la existencia de villancicossorjuaninos puesros en msica porAnronio de SaJazar, Jos de Agurro yLoaysa y Marheo Vallados, rodas com-positores acdvos en la Nueva Espaaduranre la vida de la poerisa. Espere-mos que algn da podamos conocerla forma original en que las lerras delFnix de Amrica sonaron en nuestrapropia regin. Y mientras (anto, cele-bremos una vez. ms el eptem; de Am-rica, en efecto. segn lo demuestra elrescare y resrirucin de esras esplndi-das y desde ahora imprescindibles par-tituras. l +

    1 Le Phnix du Mexique, villancicos de SorJuana Ins de la Cruz mis en musiquea Chuquisaca au xVllle siecle, EnsembleElyma, Cor Vivaldi, Els Petits Cantorsde Catalunya, Gabriel Garrido dirFrancia, K617, 2000 (nm. Seri'e .,K617106, coleccin Les Chemins du8aroque=MexiqueIChuquisaca),Investigacin musicolgica y edicinde Bernardo Illari. ~_.. -.